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Nuestra opinin desde sta tribuna es que deben ser el presidente de la Repblica y el jefe del Gabinete, las autoridades que monitoreen las acciones. A partir de ellos, todo el mundo debe obedecer, incluido el jefe del Sistema Nacional de Defensa Civil. Ese orden de competencias no est claramente determinado en la ley porque lamentablemente la norma empieza a precisar las funciones recin a partir del jefe nacional de Defensa Civil. En ese sentido, es menester la elaboracin de un nuevo reglamento de la ley, que determine con exactitud las competencias a nivel nacional, regional, provincial y distrital dentro del Sistema Nacional de Defensa Civil. EL ROL DE LOS MUNICIPIOS De los 1,842 municipios, entre provinciales y distritales, que existen en el Per, el 82% est preparado para actuar rpido ante desastres naturales. Las municipalidades de zonas alejadas no estn capacitadas, porque no tienen una dependencia de Defensa Civil y por las pocas facilidades de comunicacin. Adems, debemos indicar que no existe una sancin para los municipios que no presenten planes de Defensa Civil en la medida en que la ley no establece un plazo especfico. Por esta razn, sugerimos que en un nuevo reglamento se establezca un castigo para que las autoridades se sientan obligadas a elaborar dicho plan. FALTA DE LOGSTICA En este orden de ideas, el Estado peruano NO EST PREPARADO para atender un desastre natural de magnitudes. No hablemos de sus consecuencias posteriores repetimos, en el caso de Ica, Chincha y Caete es palpable la incapacidad estatal para reconstruir el dao sino de las medidas indispensables para atender la emergencia inmediata del cataclismo. El pas no cuenta con una flota de helicpteros para trasladar heridos o llevar asistencia instantnea al lugar de los hechos. Tampoco con un destacamento de aviones cargueros para transportar tanto medicinas y abrigo como grupos humanos entre la selva o la sierra y la costa. Menos existen naves de desembarco para bajar en las costas y movilizar todo lo que requiere una emergencia. Esta dejadez solamente denota una censurable y temeraria capacidad de improvisacin de parte de nuestros gobernantes. No es posible que sigamos con la tesis del despus de robado, candado. Urge hoy mismo equipar y bien al Estado para encarar los fenmenos naturales que, sin la menor duda, algn da van a producirse.