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El término Padre
• En la antigüedad se llamaba así al Maestro, al que transmitía enseñanzas al
discípulo.
• En las Sagradas Escrituras se puede observar el sentido REAL de la paternidad:
⇒ 1 Cor. 3, 6: “Yo planté, Apolo regó; pero Dios ha hecho crecer”. Dios es la
base, pero Pablo trasmite la obra del Señor.
⇒ 1 Cor. 4, 15: “”Porque aun cuando tengáis millares de pedagogos en
Jesucristo, no tenéis muchos padres. Pues yo os he engendrado en Jesucristo
por medio del Evangelio”.
⇒ Gal. 4, 19: “Hijitos míos, por quienes padezco dolores de parto hasta formar
a Cristo en vosotros”. La paternidad nunca se termina, se vuelve a sentir
dolores de parto.
⇒ Flm. 10: “Te ruego, pues, por mi hijo Enésimo, a quien he engendrado entre
las cadenas”.
⇒ 2 Cor. 6, 13: “Dadme pues la misma recompensa os hablo como a hijos míos,
abridme también vuestro corazón”.
⇒ 2 Cor. 12, 14-15: “Ved que por tercera vez me dispongo para ir a veros, y
tampoco os ocasionaré gravamen. Porque a vosotros os busco yo, no vuestros
bienes; que no son los hijos quienes deben atesorar para los padres, sino los
padres para los hijos. Yo, por mí, gustosísimo expenderé cuanto tengo, y me
entregaré a mí mismo por vuestras almas. Si yo os amo más ¿seré menos
amado por vosotros?”.
⇒ 1 Tes. 2, 7-8: “Pudiendo, como apóstoles de Cristo, seros gravosos, más bien
nos hicimos pequeños en medio de vosotros, como una madre que está
criando, llena de ternura para con sus hijos. De tal manera apasionados por
vosotros, que deseábamos con ansia comunicaros no sólo el evangelio de
Dios, sino daros también nuestra misma vida; tan amados llegasteis a ser de
nosotros”.
⇒ 1 Tes. 2, 11: “Como sabéis, a cada uno de vosotros, a la manera que un
padre con sus hijos”.
San Pablo, a este sentido de paternidad la transmitió a los primeros obispos. Por
esto se los llamaba padres, porque transmitían la fe.
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De los 33 doctores proclamados por la Iglesia, 16 son Padres. Al final se encuentra con anexo con la
lista de todos los doctores.
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2.1 Presentación
Escrita cerca del año 70
El título completo es “La instrucción del Señor a los gentiles por medio de los
doce Apóstoles”.
La intención del autor fue dar un breve resumen de la doctrina de Cristo tal
como la enseñaron los Apóstoles a las naciones.
Es el documento más importante de la era post-apostólica y la más antigua
fuente de legislación eclesiástica que poseemos.
Es un compendio de preceptos de moral, de instrucciones sobre la organización
de las comunidades y de ordenanzas relativas a las funciones litúrgicas.
2.2 Eucaristía
En el capítulo 9 encontramos las preces eucarísticas más antiguas que poseemos:
Respecto a la acción de gracias, daréis gracias de esta manera. Primeramente,
sobre el cáliz:
“Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa viña de David, tu siervo, la que
nos diste a conocer por medio de Jesús, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos.”
Luego, sobre el fragmento:
“Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y conocimiento que nos
manifestaste por medio de Jesús, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos. Como este
fragmento estaba disperso sobre los montes, y reunido se hizo uno, así sea reunida tu
Iglesia de los confines de la tierra en tu reino. Porque tuya es la gloria y el poder por
Jesucristo eternamente.”
En el capítulo 10 cita una plegaria que hay que decir después de la comunión:
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3.1 Presentación
Son los escritores cristianos del siglo I o principios del II, cuyas enseñanzas
pueden considerarse como eco bastante directo de la predicación de los Apóstoles, a
quienes conocieron personalmente o a través de las instrucciones de sus discípulos.
Sus escritos son de carácter pastoral. Por su contenido y estilo están
estrechamente relacionados con los escritos del Nuevo Testamento, en particular con las
Epístolas. Se les puede considerar como eslabones entre la época de la revelación y la
de la tradición y como testigos de máxima importancia para la fe cristiana.
Presentan un conjunto uniforme de ideas, que nos proporcionan una imagen
clara de la doctrina cristiana a finales del siglo I.
2
Es una cita de Malaquías 1, 10
3
Los donatistas negaban en Cristo la naturaleza humana y especialmente el sufrimiento.
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Llamaba a la Iglesia “el lugar del sacrificio”. Parece que este nombre se debe al
concepto de la Eucaristía como sacrificio de la Iglesia; efectivamente, en la Didaché se
llama así a la Eucaristía. Ignacio llama a ésta “medicina de inmortalidad, antídoto
contra la muerte y alimento para vivir por siempre en Jesucristo.” Hace esta
advertencia:
“Poned, pues, todo ahínco en usar de una sola Eucaristía; porque una sola es la
carne de nuestro Señor Jesucristo y un solo cáliz para unirnos con su sangre: un solo
altar, así como no hay más que un solo obispo, juntamente con el colegio de ancianos y
con los diáconos, consiervos míos”.
“La Eucaristía es la carne de nuestro Salvador Jesucristo, la misma que
padeció por nuestros pecados, la misma que, por su bondad, resucitóla el Padre”.
6) Apologistas griegos
6.1 Presentación
La finalidad que perseguían los Padres Apostólicos y los primeros escritos
cristianos era guiar y edificar a los fieles. Con los apologistas griegos la literatura de la
Iglesia se dirige por vez primera al mundo exterior y entra en el dominio de la cultura y
de la ciencia.
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7.1 Presentación
Es oriundo de Asia Menor, muy probablemente de Esmirna, nació entre los años
130 y 140. En el año 177 es llamado a suceder a Fotino en el episcopado de Lión.
Muere mártir en los tiempos de persecución de Septiminio Severo. Su fecha de
fallecimiento suele ubicarse entre los años 202 y 208.
Su obra principal es conocida con el nombre de “Adversus haereses”,
Termino esta brevísima reseña citando un fragmento de la obra de Juan Carlos
Ruta, en la cual marca la importancia de este santo pensador patrístico:
“<ingún Obispo de su tiempo ejerció sobre las comunidades cristianas una
influencia parecida a la de Ireneo; casi todas las ideas que él difundió, fueron
convertidas en dogmas y leyes de la Iglesia católica”6
7.2 Eucaristía
San Ireneo está tan convencido de la presencia real del cuerpo y de la sangre del
Señor en el Eucaristía, que deduce la resurrección del cuerpo humano del hecho de
haber sido alimentado por el cuerpo y la sangre de Cristo:
Si, pues, el cáliz con mezcla de agua y pan elaborado reciben al Verbo de Dios y
se hacen Eucaristía, cuerpo de Cristo, con los cuales la substancia de nuestra carne se
aumenta y se va constituyendo, ¿cómo es posible que algunos afirmen que la carne no
es capaz del don de Dios que es la vida eterna, la carne alimentada con el cuerpo y
sangre del Señor, y hecha miembro de Él?..., la carne que se nutre del cáliz que es su
sangre, y recibe crecimiento del pan que es su cuerpo. Así como el esqueje de la viña
plantado en la tierra da fruto a su debido tiempo, y así como el grano de trigo que cae
al suelo y se descompone, brota y se multiplica gracias al Espíritu Santo, y al recibir
luego la palabra de Dios se convierte en la Eucaristía, que es el cuerpo y la sangre de
Cristo, así también nuestros cuerpos, alimentados por ella y depositados en la tierra,
donde sufren la descomposición, se levantarán a la hora que les fuere señalada. ¿Y
cómo dicen también que la carne que se alimenta con el cuerpo y la sangre del Señor se
corrompe y no participa de la vida? Por lo tanto, que cambien de parecer o dejen de
ofrecer las cosas que hemos mencionado. <uestra opinión, en cambio, está en armonía
con la Eucaristía, y la Eucaristía, a su vez, confirma nuestra opinión. Pues le ofrecemos
4
Cfr la Didaché
5
En griego: logiké ousía
6
Juan Carlos Ruta, p.10
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8) Escuela de Alejandría
8.1 Presentación
Hacia el año 200, la literatura eclesiástica da muestras de un desarrollo
extraordinario y toma, además, una orientación totalmente nueva. La producción
literaria del siglo II estuvo condicionada por la lucha que sostuvo la Iglesia con sus
perseguidores. Por eso los escritos de este período se caracterizan por la defensa y el
ataque: son escritos apologéticos y antiheréticos.
Ningún escritor cristiano había intentado todavía considerar el conjunto de la
doctrina cristiana como un todo, ni presentarlo de una manera sistemática.
Cuanto más crecía el número de los conversos en las clases cultas, tanto más
imperiosa se hacía la necesidad de dar a estos catecúmenos una instrucción a la altura de
su medio ambiente y de formar maestros para este fin. Así fue como se crearon las
escuelas teológicas. Surgieron primeramente en Oriente. La más famosa de todas y la
que mejor conocemos es la de Alejandría, en Egipto. Esta ciudad, fundada por
Alejandro Magno el año 331 antes de Cristo, era el centro de una brillante vida
intelectual mucho antes de que el cristianismo hiciera su aparición. Allí se compuso la
Biblia de los LXX.
El medio ambiente en que se desarrolló la escuela le imprimió sus rasgos
característicos: marcado interés por la investigación metafísica del contenido de la fe,
preferencia por la filosofía de Platón y la interpretación alegórica de las Sagradas
Escrituras. Entre sus alumnos y profesores se cuentan teólogos famosos como
Clemente, Orígenes, Dionisio, Pierio, Pedro, Atanasio, Dídimo y Cirilo.
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Cfr Didaché y San Justino
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él mismo: “Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios altísimo, que dio pan y vino,
suministrando alimento consagrado como tipo de la Eucaristía.” Reconoce, pues que la
Eucaristía es un sacrificio, pero la considera al mismo tiempo como alimento de los
creyentes:
“Comed mi carne –dice Él- y bebed mi sangre (Jn 6,53). Estos son los alimentos
apropiados que nos suministra el Señor: ofrece su carne y vierte su sangre, y nada falta
para el crecimiento de los hijos. ¡Oh misterio increíble! <os manda despojarnos de
nuestra viaja y carnal corrupción y renunciar al alimento viejo, recibiendo, en cambio,
otro régimen, el de Cristo. Le recibimos a Él mismo, en cuanto esto es posible, para
introducirlo dentro de nosotros y así abrazar a nuestro Salvador, para que podamos de
esta manera corregir las pasiones de nuestra carne.”
Clemente habla de la Eucaristía como alimento nuevo por el cual recibimos a
Cristo y lo guardamos en nuestras almas.
Pero el pasaje más importante es este:
“La sangre del Señor es doble: una, carnal, por la cual fuimos redimidos de la
corrupción; la otra, espiritual, con la que fuimos ungidos. Y beber la sangre del Jesús
es hacerse partícipe de la incorruptibilidad del Señor. El Espíritu es la fuerza del
Verbo, como la sangre lo es de la carne.
Por analogía, el vino se mezcla con agua, y el Espíritu, con el hombre. Y lo
primero, la mezcla de vino y agua, alimenta para la fe; lo segundo, el Espíritu, conduce
a la inmortalidad. Y la mezcla de ambos, de la bebida y del verbo, se llama Eucaristía,
don laudable y excelente, que santifica en cuerpo y alma a los que lo reciben con fe.”
La recepción de esta sangre eucarística produce el efecto de santificar el cuerpo
y el alma del hombre.
8.3 Orígenes
8.3.1 Presentación
La escuela de Alejandría llegó a su apogeo bajo el sucesor de Clemente,
Orígenes, doctor y sabio eminente de la Iglesia antigua, hombre de conducta intachable
y de erudición enciclopédica, uno de los pensadores más originales de todos los
tiempos.
Nació probablemente en Alejandría el año 185. Su padre, que se llamaba
Leónidas, procuró darle una educación esmerada, instruyéndole en las Escrituras y en
las ciencias profanas; murió mártir durante la persecución de Severo (año 202). Si su
madre no hubiese escondido sus vestidos, el joven Orígenes, en su ardiente deseo del
martirio, habría seguido la suerte de su padre.
Murió en Tiro el año 253, quebrada su salud por los tormentos que recibió en la
persecución de Decio.
Después de su muerte, al igual que en vida, Orígenes, siguió siendo un signo de
contradicción. Difícilmente podría hallarse otro hombre que haya tenido tantos amigos o
tantos enemigos. Es verdad que incurrió en algunos errores, pero no se puede poner en
duda que siempre quiso ser un cristiano creyente y ortodoxo.
8.3.2 Eucaristía
Llama al pan eucarístico “un cuerpo sagrado”:
“Damos gracias al Creador de todas las cosas y, con acción de gracias y
oraciones por los beneficios que hemos recibido, comemos los panes que nos han sido
presentados. Por la oración, estos panes se han convertido en un cuerpo santo, que
santifica a los que lo reciben con sanas disposiciones.”
En otros pasajes habla claramente de la Eucaristía como del Cuerpo del Señor:
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9.1 Presentación
Fue el primer antipapa de la historia. Pero murió mártir (235) y es venerado por
la Iglesia como santo.
Su producción literaria es comparable en volumen a la de su contemporáneo
Orígenes, pero no así en profundidad y originalidad de pensamiento. Se interesa más de
cuestiones prácticas que de problemas científicos.
Hipólito, afirma ser discípulo de San Ireneo. De ser esto así, participó
ciertamente del celo de su maestro por la defensa de la doctrina católica contra las
herejías. Sin embargo, al atacar violentamente el modalismo trinitario y el
patripasianismo de Sabelio, fue demasiado lejos y sostuvo una teología del Logos que
adolecía de tendencias subordinacionistas. Cuando el papa Calixto mitigó la disciplina
para los penitentes que se habían hecho culpables de pecado mortal, el ambicioso y
austero Hipólito le reprochó que, con su lenidad, se separaba de la tradición de la
primitiva Iglesia. Acusó, además, a Calixto de ser discípulo de Sabelio y hereje, y, con
algunos de sus partidarios, se separó de la Iglesia. Fue elegido obispo de Roma por un
círculo reducido, pero influyente, convirtiéndose así en el primer antipapa. Incluso
cuando a Calixto sucedió Urbano (223-230), y a éste Ponciano (230-235), el cisma
continuó, hasta que Maximino el Tracio desterró a ambos, a Ponciano e Hipólito, a
Cerdeña, donde parece que se reconciliaron. Ponciano renunció al pontificado el 28 de
septiembre del 235, a fin de que la comunidad de Roma pudiera elegir un sucesor.
Hipólito debió de hacer otro tanto con su cargo, y parece que volvió al seno de la Iglesia
antes o después de haber salido de Roma. La comunidad reunida eligió a Anteros (235-
236). Ponciano e Hipólito murieron poco después en la “isla de la muerte”.
Los funerales se celebraron el mismo día, 13 de agosto del 236 o 237. La Iglesia
sigue conmemorando a Hipólito en este mismo día.
9.3 Eucaristía
La liturgia de la misa que sigue a la consagración del obispo contiene el más
antiguo canon o plegaria eucarística que tenemos. Es muy breve y de carácter
puramente cristológico. Su único tema es la obra de Cristo. No hay Sanctus, pero hay
epiclesis:
“El Señor sea con vosotros.
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Y con tu espíritu.
¡En alto los corazones!
Los tenemos vueltos hacia el Señor.
Demos gracias al Señor.
Es propio y justo.
Te damos gracias, ¡oh Dios!, por tu bienamado Hijo Jesucristo, a quien
Tú has enviado en estos últimos tiempos como Salvador, Redentor y Mensajero de tu
voluntad, Él que es tu Verbo inseparable, por quien creaste todas las cosas, en quien Tú
te complaciste, a quien envías del cielo al seno de la Virgen, y que, habiendo sido
concebido, se encarnó y se manifestó como tu Hijo, nacido del Espíritu Santo y de la
Virgen; que cumplió tu voluntad y te adquirió un pueblo santo, extendió sus manos
cuando sufrió para liberar del sufrimiento a los que crean en Ti.
Y cuando Él se entregó voluntariamente al sufrimiento, para destruir la
muerte y romper las cadenas del diablo, aplastar el infierno e iluminar a los justos,
establecer el testamento y manifestar la resurrección, tomó pan, dio gracias y dijo:
Tomad, comed, éste es mi cuerpo, que es roto por vosotros. De la misma manera
también el cáliz, diciendo: Esta es la sangre que es derramada por vosotros. Cuanta
veces hagáis esto, haced memoria de mí.
Recordando, pues, su muerte y su resurrección, te ofrecemos el pan y el
vino, dándote gracias porque nos has juzgado dignos de estar ante Ti y de servirte.
Y te rogamos que tengas a bien enviar tu santo Espíritu sobre el
sacrificio de la Iglesia. Une a todos los santos y concede a los que la reciban que sean
llenos del Espíritu Santo, fortalece su fe por la verdad, a fin de que podamos ensalzarte
y loarte por tu Hijo, Jesucristo, por quien tienes honor y gloria; al Padre y al Hijo con
el Espíritu Santo en tu santa Iglesia, ahora y en los siglos de los siglos. Amén.
A la recepción de los candidatos en la comunidad de los fieles (bautizados)
seguía la primera comunión o misa pascual, que es interesante por sus ritos y
ceremonias propias. Los diáconos presentan al obispo el pan juntamente con tres
cálices; el primero contiene agua con vino; el segundo, una mezcla de leche y miel, y el
tercero, agua sola. Al momento de la comunión, los recién bautizados reciben primero el
Pan eucarístico. Inmediatamente después les son presentados los tres cálices en este
orden: primero, el cáliz con agua, que simboliza la purificación interior que han tenido
efecto en el bautismo; luego, el cáliz que contiene la mezcla de leche y miel, y,
finalmente, el cáliz con el vino consagrado.8
“Y después de haber roto el pan, que distribuya a cada uno un fragmento: el
Pan del cielo en Jesucristo. Y el que lo recibe responde: Amén.
También habla acerca de la comunión diaria y el cuidado con que hay que tratar
la Eucaristía.
10.1 Tertuliano
10.1.1 Presentación
Natural de Cartago. Nació hacia el año 155. Tenía una sólida formación jurídica
y adquirió gran fama como abogado en Roma.
Después de su conversión, ocurrida hacia el año 193, inmediatamente puso toda
su cultura jurídica, literaria y filosófica al servicio de la fe cristiana.
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En la antigüedad el bautismo estaba unido con la confirmación y con la primera comunión. Hoy los
llamamos los sacramentos de iniciación.
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Aquel en el cual creyó.” Cipriano tiene por inválida la Eucaristía celebrada fuera de la
Iglesia Católica, lo mismo que el bautismo administrado por los herejes. Tales
sacrificios son “falsos y blasfemos” y “están en oposición con el único altar divino.”
Doctores de la Iglesia
Bonifacio VIII
1. San Ambrosio (340-397)
2. San Jerónimo (343-420)
3. San Agustín (354-430)
4. San Gregorio Magno (540-604)
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San Pío V
5. San Atanasio (296-373)
6. San Basilio (329-379)
7. San Gregorio Nazianceno (330-390)
8. San Juan Crisóstomo (347-407)
9. Santo Tomás de Aquino (1225-1274)
Sixto V
10. San Buenaventura (1217-1274)
Clemente X
11. San Anselmo de Canterbury (1033-1109)
Inocencio XIII
12. San Isidoro de Sevilla (560-636)
Benedicto XIII
13. San Pedro Crisólogo (400-450)
Benedicto XIV
14. San León Magno (400-461)
León XII
15. San Pedro Damián (1007-1072)
Pío VIII
16. San Bernardo (1090-1153)
Pío IX
17. San Hilario de Poitiers (315-368)
18. San Francisco de Sales (1567-1622)
19. San Alfonso María de Ligorio (1696-1787)
León XIII
20. San Cirilo de Jerusalén (315-387)
21. San Cirilo de Alejandría (376-444)
22. San Beda el Venerable (673-735)
23. San Juan Damasceno (675-749)
Benedicto XV
24. San Efrén de Siria (306-373)
Pío XI
26. San Alberto Magno (1200-1280)
26. San Pedro Canisio (1521-1597)
27. San Juan de la Cruz (1542-1591)
28. San Roberto Belarmino (1542-1621)
Pío XII
29. San Antonio de Padua (1195-1231)
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Pablo VI
31. Santa Catalina de Siena (1347-1380)
32. Santa Teresa de Jesús (1515-1582)
Juan Pablo II
33. Santa Teresa de Lisieux (1873-1897)
¡A tus órdenes!
Pbro. Juan Lisandro Scarabino