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e acuerdo con Chaim Perelman (1989), la nueva retórica debe

enfocarse al discurso hablado, con base en la inseparabilidad de la

forma y el fondo del mismo, ya que estos elementos constituyen su

materia y su forma, los cuales, a su vez, construyen el acuerdo, es decir, la

conciliación entre el nivel de conocimientos en común entre el orador y el auditorio,

en el discurso hablado, y entre autor y lector, en el escrito. En este mismo sentido,

las premisas discutibles constituyen uno de los componentes del acuerdo, y dentro de

éstas se encuentran los elementos indudables: técnica de la acentuación; técnica de la

repetición; y técnica de la acumulación, mismos que prolongan la atención del

auditorio hacia un orador determinado. Asimismo, el discurso puede privilegiar

determinadas características en su exposición, las cuales están en proporción a la

importancia que el autor desea atribuir en la mente de quienes lo leen, esto

significa que dependerá del auditorio (lector) el tipo de discurso (texto) que se plantee

delante de ellos. Con base en la idea de la técnica de la acumulación1 se revisará el

cuento “Sensini”, de Roberto Bolaño (2002), ya que este concepto permite evaluar

las posibilidades mediante las cuales un texto (discurso) puede generar emociones.

1 Técnica de la acumulación  Evocación de detalles (“la impresión de la realidad la crea el


amontonamiento de todas las condiciones que preceden a un acto o la indicación de todas sus
consecuencias”)  Hipótesis argumentativas (que favorece la invención)  Utopía (“la utopía
propiamente dicha tiende a desarrollarse en sus más ínfimos detalles y no se duda en mantener al
auditorio en este medio […] sólo es posible el éxito si la estructura lógica del medio imaginario es la
misma que la del medio habitual del lector, y si los acontecimientos producen normalmente en él
las mismas consecuencias”)  Emoción.

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Uno de los constituyentes que propone Perelman en la generación de

emociones es la evocación de detalles:2 así pues, “Sensini” comienza de una

evocación, reforzada por el uso del pretérito en función de la anécdota, “La forma

que se desarrolló mi amistad con Sensini sin duda se sale de lo corriente”

(Bolaño:13), de tal manera que la acumulación de detalles se sumará de los

siguientes elementos, los cuales por sí mismos proporcionan adhesión hacia el

texto:

1. Determinar cómo se desarrolla la amistad.

2. Descubrir qué o quién es Sensini

3. Establecer en el cuento las situaciones que salen de lo corriente y las

que se mantienen en lo corriente.

Nuevamente, es necesario recurrir a Perelman, ya que la evocación se

refuerza mediante las hipótesis argumentativas, es decir, aquellos elementos que

favorecen la invención en el discurso. En el punto uno, antes de resolver las

incógnitas, el narrador recurre a estas hipótesis para presentarse y establecerse en el

cuento:

Yo tenía veintitantos años y era más pobre que una rata. Vivía en las afueras de
Girona, en una casa en ruinas [...] Casi no tenía amigos y lo único que hacía era
escribir [...] Vivía con lo que había ahorrado durante el verano y aunque apenas
gastaba mis ahorros iban menguando. (Bolaño:13).

2La impresión de la realidad la crea el amontonamiento de todas las condiciones que preceden a un
acto o la indicación de todas sus consecuencias.

2
Lo anterior incita al narrador a participar en un certamen literario, con el

objetivo de obtener dinero para fortalecer sus menguados ahorros. Posteriormente,

resuelve el punto dos, al revelar quién es Luis Antonio Sensini: un escritor

bonaerense coetáneo y prójimo de Haroldo Conti, Rodolfo Walsh, Abelardo

Castillo y Daniel Moyano, quienes, en palabras del narrador, formaban parte de la

mejor literatura en lengua española de mediados del siglo XIX y “que no era

ciertamente la de Borges o Cortázar y a la que no tardarían en dejar atrás Manuel

Puig y Osvaldo Soriano, pero que ofrecía al lector textos compactos, inteligentes,

que propiciaban la complicidad y la alegría” ( Bolaño:15). La resolución del punto

tres surge luego de revelar lo extraordinario que fue la relación amistosa con

Sensini, ya que el narrador solicita a los organizadores del certamen la dirección

postal del argentino, pues dicho escritor era su favorito “y el hecho de alguna

manera sangrante y de alguna manera halagador de encontrármelo en un concurso

literario de provincias me impulsó a intentar establecer contacto con él, saludarlo,

decirle cuánto lo quería” (Bolaño:15).

Por otro lado, es necesario establecer el concepto de utopía, misma que se

desarrolla en el cuento hasta sus más ínfimos detalles y tiende a mantener al lector

en el medio: la utopía sólo se logra si las proposiciones lógicas que la configuran –

sean verosímiles o no– están en correspondencia a lo imaginado por el lector, es

decir, deben estar justificadas en el mismo texto para que puedan producir una

consecuencia. En este caso, la utopía consiste, primeramente, en lo remoto que sería

encontrarse a un escritor consagrado en un certamen literario de provincia y que

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además no obtuviese el primer premio en el mismo; en segunda instancia, la utopía

se refuerza al señalar las pocas posibilidades de que dicho escritor respondiese la

misiva enviada por el novato; sin embargo, las proposiciones al estar bien

presentadas y evocadas logran establecer la consecuencia, es decir, el inicio de la

amistad entre el narrador y Luis Antonio Sensini. Luego de nuevas evocaciones –

en las cuales el narrador recibe la carta de Sensini, detallándole otros aspectos de

su vida: exilio, gustos literarios, felicitaciones por el triunfo, etc.– se genera la

emoción,3 misma que concluye en la cita del bonaerense: “valor y a trabajar”

(Bolaño:18), que si bien por sí sola no es tan específica, sí lo es gracias al

antecedente que la construye, es decir, las evocaciones son precisas, están

delimitadas por nombres y fechas, establecen situaciones al mismo tiempo que las

describen, así como la ubicación de los personajes dentro de éstas: hay una

tendencia a la concreción, que en términos de Perelman, está en virtud de generar

emociones.

Las evocaciones siguientes tendrán como objetivo precisar el

desenvolvimiento de la amistad epistolar, hasta que ambos personajes logran

intimar al grado de hablar de sus familias y compartir problemáticas en común:

Con el tiempo fui sabiendo más cosas de él. Vivía en un piso de Madrid con su
mujer y su única hija, de diecisiete años, llamada Miranda. Otro hijo, de su primer

3 Para suscitar la emoción es indispensable la especificación: se deja de lado la vaguedad y se


comienzan a usar palabras concretas en lugar de abstractas; para dar impresión de presencia
conviene precisar el lugar y el momento de una acción, siempre que sea posible, el término concreto
en lugar del abstracto. En la medida que un vocablo es específico, más viva es la imagen, por
consiguiente, la generalidad debilita las imágenes.

4
matrimonio, andaba perdido por Latinoamérica o eso quería creer. Se llamaba
Gregorio, tenía treintaicinco años, era periodista (Bolaño:20).

La aparición de los hijos de Sensini ofrece nuevas posibilidades emotivas al

relato: por un lado, el narrador comienza a sentir cierta afección imaginaria hacia

la figura de Miranda; por otro, la presencia de las dictaduras militares del cono sur

estremece a ambos personajes a través de la figura de Gregorio. Así pues, el autor

evocará una serie de acontecimientos que habrán de conducir a señalar la muerte

de Sensini, pero enfatizándola en la búsqueda de su hijo, hecho que por sí mismo

se vuelve utópico, con base en lo sangriento y terrible de la dictadura de Videla,

dato ofrecido hacia el inicio del cuento y al final sugiere la posibilidad del

reencuentro, si no en vida, al menos de la certeza de la muerte, el derecho a la

tumba; sin embargo, la emoción a la que llega el autor es que, en la vuelta a la

patria, Sensini no sólo va al encuentro irremediable de la muerte “real” del hijo,

sino a la suya propia:

Dos o tres meses después me llegó la noticia de que probablemente habían


encontrado el cadáver de Gregorio en un cementerio clandestino [...] Decía que
volvía a la Argentina, que con la democracia ya nadie le iba a hacer nada y que por
tanto era ocioso permanecer más tiempo fuera. Además, si quería saber a ciencia
cierta el destino final de Gregorio no había más remedio que volver [...] No sé por
qué, la noticia no me impresionó. No sé por qué, el que Sensini volviera a Buenos
Aires a morir me pareció lógico. (Bolaño:24)

Si bien la desaparición de Sensini, contrario a lo que se esperaría, llega poco

antes de concluir el cuento, con la finalidad de que los cabos sueltos puedan

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conciliarse mediante la evocación de Miranda. Ya desde antes, el autor había

conjuntado a los hijos, mediante una utopía y una emoción inmediatas, presentando

dichas hipótesis en forma onírica. Al narrador le había cautivado la seriedad

conmovedora e inquietante de los ojos de Miranda, mismos que pudo constatar en

una fotografía que Sensini adjuntó en una de las correspondencias que sostuvieron

durante casi un año, la cual mantuvo consigo durante un largo periodo, además de

acompañarle en los momentos que preceden al trabajo, así como los que anteceden

al descanso. La emoción llega en forma de poema y ensueño:

Recuerdo que escribí un poema muy largo, muy malo, lleno de voces y de rostros
que parecían distintos pero que sólo eran uno, el rostro de Miranda Sensini, y que
cuando yo por fin podía reconocerlo, nombrarlo, decirle Miranda, soy yo, el amigo
epistolar de tu padre, ella se daba media vuelta y echaba a correr en busca de su
hermano [...] en busca de los ojos de Gregorio Samsa que brillaban al fondo de un
corredor en tinieblas donde se movían imperceptiblemente los bultos oscuros del
terror latinoamericano. (Bolaño:22).

Luego de la muerte de Sensini, el narrador no tuvo más noticias ni de él, ni

de su familia. Hasta que la propia Miranda es quien lo concilia con él, ya que lo

visita en su casa de Girona, junto con otra persona, pues se dirige con destino a

Grecia. La evocación final es interesante, ya que la chica no lo reconoce en primera

instancia, mientras que el narrador sí, situación por la cual le abre las puertas de su

hogar. Una vez que la chica responde las preguntas en torno a los últimos días de

Sensini, sucede la recordación, que da pie a la emoción final: “Miranda me miró y

se sonrió. Claro, tú eras el que participaba en los concursos con él [...] Noté que me

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miraba de otra manera” (Bolaño:28). En el hecho de que la mujer mire con otros

ojos al novato desemboca la elevación cualitativa, en términos literarios, de Sensini,

pues la hija relata que Cortázar y Borges ponderaron con buenos ojos los cuentos

de su padre: “Es que él era un escritor muy bueno, dije yo. Joder, dijo Miranda y se

levantó y salió al patio, como si yo hubiera dicho algo que la hubiera ofendido”

(Bolaño:28). Acto seguido, el narrador sigue a la mujer al patio, donde permanecen

en silencio: “De pronto me di cuenta de que ya estábamos en paz, que por alguna

misteriosa razón habíamos llegado juntos a estar en paz y que de ahí en adelante

las cosas imperceptiblemente comenzarían a cambiar. Como si el mundo, de

verdad se moviera” (Bolaño:29). Finalmente, la especificación de los hechos, en

cuanto a fechas, nombres, lugares y situaciones, privilegia la anécdota y por

consiguiente, concreta las imágenes, para dejar abierta la emoción final: “Entonces

yo debo tener más de treinta, dije yo, y hasta mi voz sonó extraña” (Bolaño:29).

7
BIBLIOGRAFÍA

BOLAÑO, Roberto (2002): “Sensini”, en Llamadas telefónicas. Barcelona: Anagrama

[Compactos, 282].

PERELMAN, Chaim y L. Olbrechts (1989): Tratado de la argumentación: la nueva

retórica. Julia Sevilla Muñoz (trad.). Madrid: Gredos.

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