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A mis amigos y amigas y a los hermanos y hermanas solidarios

con los empobrecidos de esta tierra


carta 114 desde la repatriación
Nueva Esperanza, Bajo Lempa, Usulután,
El Salvador, CA
9 de noviembre de 2009

Hola a todas, todos, los que recibís estas cartas. Gracias en especial a quienes me
han escrito y se han interesado por la catástrofe “natural” ocasionada por las lluvias
esta noche pasada de sábado a domingo 8 de noviembre. Aunque se merecen
correos personalizados, permítanme que envíe este colectivo dirigido a los amigos y
amigas nuestros.

Les escribo hoy lunes noche –martes ya de madrugada en Europa- porque ayer
domingo no regresé en la tarde a San Salvador –desde donde les escribo siempre-,
como suelo hacer todas las semanas: anoche quedé en la comunidad Nueva
Esperanza a la expectativa, pues el Lempa, principal río de la cuenca del Pacífico no
sólo de El Salvador sino de Centroamérica, estaba hasta los bordes, en la mera
orilla, dispuesto a saltar e inundar todo lo que cae bajo su espacio natural. Y con él
los pequeños ríos que atraviesan nuestra zona y también los drenos o canales de
tierra que existen desde la época del algodón para canalizar el agua hacia esos ríos.
Todo al tope. Era impresionante ver el Lempa desde el Puente de Oro en la carretera
litoral o desde la orilla de la comunidad La Canoa.

En Nueva Esperanza estamos entre drenos y ríos, y miramos siempre al río El Espino
de la entrada a la comunidad y al dreno que nos corta en la parte norte de la
comunidad, porque al llenarse es el que se desborda e inunda calles y casas. El
situado en el lado sur, junto a la escuela, cubre esa parte de la comunidad a medida
que crece. El río que tenemos a la entrada estaba lleno también y si se desborda
cubre la entrada y salida de la comunidad. El río que está en las tierras de cultivo las
inunda con pérdidas de cosecha e impide el paso hacia otros lados. En otras
comunidades no hacen falta drenos ni ríos, porque la lluvia, cuando es abundante, se
empoza en calles y patios de las casas y llena todo, por estar más bajas. Así sucede
en El Marío, El Angel, Montemar, Las Arañas y otras.

Mural en Acudesbal –Comunidades Unidas- sobre la historia del Bajo Lempa


En la parte izquierda la guerra, en la derecha inundaciones y terremotos, en el centro la construcción de
las comunidades en solidaridad mutua: edificios, educación,...

Bueno, pues todo el trabajo de todo el año en organización, reclamos, planes,


trabajos conjuntos de mitigación con otros organismos, todo, todo el esfuerzo que
realizamos en las comunidades a través de la intercomunal Acudesbal de prevención
de desastres y la experiencia acumulada estos años que llevamos ya viviendo en la
zona han servido de algo y logramos que nada se desbordara, aunque nos
mantuvimos en actitud vigilante. Acudesbal tiene un equipo de socorristas preparados
para desastres y estaban vigilantes, junto a los dirigentes de la organización, visitando
los lugares más peligrosos a la orilla del río y trasmitiendo y recibiendo informes de la
Comisión Nacional de Protección Civil, que es la que coordina estas emergencias de
desastres en todo el territorio nacional. Las informaciones con los ingenieros
responsables de la última presa hidroeléctrica del río Lempa para conocer las
descargas de agua que realizan y así estar preparados río abajo funcionaron muy bien
también mediante radio que se ha logrado para estos efectos.

Me complace ofrecerles este panorama por contraste con el que ha ocurrido en la


zona central del país: más de 130 muertos ya identificados y decenas de
desaparecidos. Gentes de La Canoa dijeron que habían visto cadáveres flotando en el
río hacia el Océano Pacífico, cuya desembocadura está a unos 10 km de allí. Y las
pérdidas materiales no se diga. Cayeron 355 milímetros de agua en 4 horas en estas
zonas, de manera que hubo deslaves de tierra y rocas que arrasaron con poblados
enteros, o sea colonias o barrios dentro de algunas poblaciones. Esa cantidad de
agua es la que llovió en 4 días durante el último huracán Sten en 2005, que inundó
nuestros lugares, pero en un tiempo mayor. Ahora fue de improviso, a las dos de la
mañana del sábado al domingo, así que todo el mundo durmiendo cuando quisieron
darse cuenta y hacer algo. Muchos puentes colapsaron, hubo derrumbes en las
carreteras y así hay poblaciones aisladas todavía, sin energía eléctrica y sin agua.

Un puente colapsado el 8 de octubre de 2009 en El Salvador

Una gran ventaja hoy es que el nuevo gobierno progresista que tenemos se está
moviendo con eficacia y transparencia, y procurando una política de unidad nacional,
frente a las acciones partidaristas de catástrofes anteriores cuando (mal) gobernaban
los del partido oligárquico de derechas de aquí. La gente, empresas, organizaciones,
instituciones, todos se han movilizado y además de manera coordinada en gran
medida. En El Salvador se mantenía una alerta verde desde hace días por la
proximidad de depresiones tanto en el lado del Pacífico como del Atlántico, aquí el
Caribe de Nicaragua y Honduras nuestros vecinos. Esto permitió dar una respuesta
integrada desde el primer momento, pues no pilló a nadie desconociendo el peligro.
Claro, que no se pensaba que fuera tanta la cantidad de agua que cayera, ya que ha
resultado la de mayor intensidad que se conozca en la historia de El Salvador –
mucha agua en tan poco tiempo y concentrada en una parte de El Salvador, que
es un territorio pequeño-.
Hay quien dice que esto es por el cambio climático, que aquí afecta más por la
deforestación grandísima que hemos tenido en el país. Además, la extrema necesidad
de mucha gente hace que construya su champita como vivienda en cualquier sitio que
encuentre, como orillas de ríos o al pie de taludes o cerros peligrosos. Lo raro también
de estas lluvias es que han sido ya casi fuera del período normal de lluvias, el invierno
tropical de aquí, pues en noviembre se acaba la etapa de lluvias que comienza en
mayo -antes de comenzar la estación seca de noviembre a abril-, aunque este año
hemos tenido escasas lluvias, como les hablé en otras cartas anteriores, y ha
resultado un invierno algo suave y seco, si bien ha caído agua suficiente para que se
logre la mayor parte de la cosecha de maíz y otros granos básicos.

Bueno esto es lo que les cuento hoy y que tal vez hayan seguido por variados
caminos informativos. En el Bajo Lempa estamos bien. Además ya hay varios
albergues en las comunidades de la zona preparados para recibir a la población si
acaso hubiere inundaciones y así no tengamos que salir varios km en condiciones
pésimas que nadie desea repetir. En el día de hoy lunes, Acudesbal ha convocado a
todas las comunidades de la zona que participan en la organización -29- para que
recojan víveres y ropa y otros productos y mañana martes los recibirán en las oficinas
y en la tarde los llevarán a las comunidades del río Jiboa, que pasa cerca del
aeropuerto y atravesamos por un puente en la carretera litoral y que se sobrepasó
totalmente por encima y ha sido una de las zonas más afectadas. Las comunidades
de la cuenca del Jibia están unidas con las del Bajo Lempa en las reivindicaciones por
la prevención y mitigación de desastres, junto a las de los otros dos ríos mayores
existentes en El Salvador, pues se ha establecido una coordinación entre las cuatro
cuencas afectadas, todo ello promovido por Acudesbal.

Un gran abrazo y hasta la próxima, que espero sea de mejores noticias que ésta. Su
hermano y amigo Angel.

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