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SEGUNDO MÓDULO.

Una historia bicentenaria: la Argentina y la


cuestión inmigratoria

Sin necesidad de invocar la cándida imagen del “crisol de razas”, ni aquella otra
que indica que el argentino “desciende de los barcos” (imagen -esta última- que
produce maliciosamente un doble ocultamiento: oculta el pasado mestizo y
aborigen de los argentinos, y oculta también que todos aquellos que migraron a
nuestro país trajeron consigo una historia que incorporaron a su nuevo suelo), es
preciso decir que la pregunta por la Nación, en la Argentina, es siempre también la
pregunta por las decisivas transformaciones a que fue sometida por los distintos
fenómenos migratorios.

Desde la temprana llegada de inmigrantes europeos, allá por 1860 (aunque, en


sentido estricto, deberíamos remontarnos a la llegada de los conquistadores),
pasando por la época de la “inmigración masiva” (1880-1914) y el importante
movimiento de migración interna (hacia las décadas 1930-1940), las
transformaciones de la población argentina acompañaron las transformaciones
económicas, política y culturales, cuando no las produjeron directamente. Se
podría agregar aún el lento movimiento de inmigrantes de países limítrofes,
aunque como muestran todos los estudios de rigor, este fenómeno es el más
constante de nuestra historia. Todas estas transformaciones, a la vez que
generaron no pocas tensiones en el seno de la sociedad, fueron también la causa
de su carácter político y culturalmente dinámico, activo.

Dentro del conjunto de todos estos cambios ligados a los fenómenos migratorios,
decidimos poner el énfasis en la cuestión del “habitar”. ¿Cómo fue habitada
nuestra Nación? ¿Cómo se fue modificando el espacio de la vida familiar, junto
con aquello que se entendía por espacio público? ¿Y cómo se vinculó aquel
espacio familiar, en nuestro país, con la dinámica del mundo del trabajo?
Preguntas que vuelven y se sostienen, en vísperas del bicentenario, con su vital
actualidad: ¿cómo queremos habitar nuestro suelo, qué lazo querríamos instituir
en el espacio compartido?

Por último, y al igual que el primer módulo sobre Bicentenario, los contenidos de
los distintos momentos históricos de este segundo módulo intentan articularse con
las ideas, nociones y procesos que corresponden al NAP del área de Sociales de
2° Ciclo. Asimismo, el trabajo con diversos materiales artísticos, como textos
literarios o producciones audiovisuales, intenta vincular prácticas de áreas
diversas como las Ciencias Sociales, las Artes y la literatura.
ÍNDICE

1. Una Nación en movimiento: la Argentina y la “gran inmigración”

• Presentación: contexto histórico

• Actividad I: lectura y comprensión de ensayos, documentos y cartas de


inmigrantes.
Textos
Cuestionario

• Actividad II: “lectura” de imágenes, “imaginación” de historias


Imágenes
Cuestionario

• Actividad III: para investigar en Internet.

2. La Argentina industrial y las migraciones internas:

• Presentación: contexto histórico

Actividad IV: lectura y comprensión de relatos y textos históricos.


Textos
Cuestionario

• Actividad V: mirar y hacer. Trabajos sobre las artes plásticas.

• Actividad VI: Trabajo integrador. Proyecto de historia oral.

NOTA: los materiales que aquí presentamos son orientativos y constituyen un


trayecto posible sobre la cuestión del Bicentenario. Sin embargo, consideramos de
vital importancia que, tanto los materiales como la estructura del trayecto mismo,
puedan ser revisados y acordados con los propios docentes atendiendo las
singularidades de las distintas escuelas.
1. UNA NACIÓN EN MOVIMIENTO: LA ARGENTINA Y LA “GRAN
INMIGRACIÓN” (1860-1914)

Presentación

Hacia mediados del s. XIX, la Argentina se encontraba frente a un nuevo horizonte


político y social. A pesar del triunfo de Urquiza frente a Rosas en la batalla de
Caseros (1852), y la posterior sanción de la Constitución Nacional (1853), los
vencedores de aquella batalla no habían logrado resolver aspectos fundamentales
de la organización nacional, como la cuestión de la aduana o la cuestión de la
Capital. Esto trajo aparejado importantes conflictos que implicaron, entre otros,
una nueva escisión del territorio nacional: Bartolomé Mitre, al frente de la provincia
de Buenos Aires, se opuso al régimen federal de la Confederación, proclamado
por Urquiza (este conflicto llegó a su fin en la batalla de Pavón, donde Mitre
coronó su victoria y, con ella, la posición
dominante de Buenos Aires sobre las
demás provincias).
Con la presidencia de Mitre, hacia 1862,
comienza una forma de organización del
Estado argentino que tendrá estabilidad y
continuidad a lo largo de las décadas
siguientes. Esta organización se orientaba
hacia el establecimiento del “orden” a lo
largo de todo el territorio y el fomento del
“progreso civilizado” de la Nación. Estos
dos aspectos se implicaban mutuamente.
Orden significaba dominio (o supresión) de
todos aquellos grupos que se resistían al
“progreso” de la Nación, como los caudillos
del interior, con sus montoneras, o los
aborígenes. Progreso estaba asociado a los
ideales liberales: la total apertura de la
economía al capital extranjero y, para lograr
una creciente producción en nuestro vasto
territorio, la promoción de la inmigración. El
modelo de este progreso era Europa y, por
lo tanto, quienes mejor podían colaborar
con el avance de la Argentina eran los inmigrantes europeos. (No podemos dejar
de mencionar que, como parte del establecimiento definitivo del “orden” en el
territorio nacional, se llevó a cabo lo que se conoce como “Campaña del Desierto”,
donde el ejército argentino conquistó enormes territorios al sur del río Colorado (la
Patagonia), aniquilando y tomando prisioneros a una inmensa mayoría de los
pobladores indígenas de esa región).
La eficacia en la “pacificación” del territorio nacional y el progresivo crecimiento
económico, apoyado fundamentalmente en el desarrollo de la producción agrícola-
ganadera, representaba para los europeos un horizonte prometedor. Entre los
años 1860 y 1930 llegaron al país cerca de 5.000.000 de inmigrantes, en su gran
mayoría, del sur y centro de Europa. Es preciso aclarar que no todos los que
llegaron pudieron radicarse: casi la mitad de los inmigrantes que llegaron al país
en esos años, al poco tiempo, volvieron a sus países de origen. Esto tuvo que ver,
principalmente, con las duras condiciones que encontraron en Argentina para
poder sostenerse materialmente. Si entre 1860 y entre 1890 los inmigrantes que
llegaban al país con algún ahorro propio tenían posibilidades de comprar tierras y
volverse productores-propietarios, aquellos que lo hicieron después de 1890 se
enfrentaron a dificultades bien distintas. El destino de estos últimos fue, o bien el
trabajo asalariado, o bien el arrendamiento de tierras.
A pesar de esta aclaración sobre los inmigrantes que dejaron el país, resulta difícil
de describir la gigantesca transformación que sufrió la Argentina entre las últimas
décadas del s.XIX y las primeras del s.XX. El gran crecimiento y modernización de
las ciudades (nuevas construcciones, nuevas ferias y mercados, nuevos medios
de transporte -como el ferrocarril, el tranvía o, más adelante, el colectivo-, etc.)
acompañó el también importante desarrollo productivo. Sin embargo, este
crecimiento no estuvo exento de conflictos. En particular, en las grandes ciudades,
como Buenos Aires, los trabajadores asalariados comenzaron a organizarse en
sindicatos y sociedades mutuales, desde donde reclamaban tanto por cuestiones
sociales (como la reducción de la jornada laboral, o el costo del alquiler de los
inquilinatos) como por cuestiones políticas. Estas tensiones pudieron verse con
mayor nitidez en la época del Centenario (1910), donde los resultados exitosos de
la política de aliento a la inmigración comenzaron a chocar con un orden político
que no terminaba de asimilar los reclamos de participación de estos nuevos
hombres y mujeres “que habitaban el suelo argentino” (como indica el preámbulo
de la Constitución Nacional).
A partir de diversos materiales, como fragmentos de ensayos, cartas, fotos y otras
imágenes, intentaremos mostrar –y hacer pensar- sobre algunos de los aspectos
más importantes del fenómeno inmigratorio que transformó al país, de una vez y
para siempre, entre 1860 y 1930.

• ACTIVIDAD I: Lectura y comprensión de ensayos, documentos y


cartas de inmigrantes.

A continuación les proponemos una serie de textos y documentos históricos con la


intención de poder reconstruir algunas de las ideas de aquellos hombres que
proyectaron en los inmigrantes europeos el “gran destino” de la Nación. Al mismo
tiempo, incorporamos cartas personales que recogen las voces de los inmigrantes
“de carne y hueso”, para acercarnos a las impresiones que tuvieron al llegar a
nuestro país. Esta actividad, junto con la siguiente (II), busca recorrer el trayecto
que va desde el “proyecto de la inmigración” ideado por hombres como Sarmiento
y Alberdi, hasta la “realidad del proyecto”, encarnada por los hombres y mujeres
que abandonaron su país natal para empezar una nueva historia.
Les proponemos una lectura y discusión en grupos de los fragmentos, para luego
responder las preguntas que siguen a los textos.
Textos

1. Fragmentos del cap.I de “Facundo” (1845), de Domingo F. Sarmiento.

“La inmensa extensión del país (…) está enteramente despoblada. El mal que
aqueja a la República Argentina es su extensión: el desierto la rodea por todas
partes (…) la soledad, el despoblado, sin habitación humana es lo que hay entre
las provincias (…) La sociedad ha desaparecido completamente; queda sólo la
familia feudal, aislada, reconcentrada; y, no habiendo sociedad reunida, toda clase de
gobierno se hace imposible: la municipalidad no existe, la policía no puede ejercerse y
la justicia civil no tiene medios de alcanzar a los delincuentes”.
“¿Por qué no abrir las puertas a la inmigración europea, que llama con golpes para
poblar nuestros desiertos? (…) ¿Por qué no llamar a la ciencia y a la industria en
nuestro auxilio En fin, ¿por qué no llamar con todas nuestras fuerzas a la
inmigración europea, para que venga a sentarse entre nosotros?”.

2. Fragmentos del, capítulo XV: De la inmigración como medio de progreso y de


cultura para la América del Sur, de las “Bases” (1853), de J. B. Alberdi.

“En nuestros planes de instrucción [educación] debemos huir de los sofistas, que
hacen demagogos, y del monarquismo, que hace esclavos y caracteres
disimulados. (...) ¿Podrá el clero dar a nuestra juventud los instintos mercantiles e
industriales que deben distinguir al hombre de Sudamérica? ¿Sacará de sus
manos esa fiebre de actividad y de empresa que lo haga ser el yankee
hispanoamericano? La instrucción [educación] para ser fecunda ha de contraerse
a ciencias y artes de aplicación, a cosas prácticas, a lenguas vivas, a
conocimientos de utilidad material inmediata”.

Hacia 1852, apenas derrotado el gobierno de


Rosas en la batalla de Caseros, Juan B. Alberdi
decide escribir rápidamente un documento que
pudiera influir en la Convención Constituyente que
empezaría a sesionar en la ciudad de Santa Fe
hacia finales de ese año. El resultado de ese
trabajo son las célebres “Bases”, fuente decisiva
para la Constitución Argentina de 1853.

[...]¿Queremos que los hábitos de orden, de disciplina y de industria prevalezcan


en nuestra América? Llenémosla de gente que posea hondamente esos hábitos.
Ellos son comunicativos; al lado del industrial europeo pronto se forma el industrial
americano. La planta de la civilización no se propaga de semilla. Es como la viña,
que prende y cunde de gajo”.
“La nueva política debe tender a glorificar los triunfos industriales, a ennoblecer el
trabajo, a rodear de honor las empresas de colonización, de navegación y de
industria, a reemplazar en las costumbres del pueblo, como estímulo moral, la
vanagloria militar por el honor del trabajo, el entusiasmo guerrero por el
entusiasmo industrial que distingue a los países de la raza inglesa, el patriotismo
belicoso por el patriotismo de las empresas industriales que cambian la faz estéril
de nuestros desiertos en lugares poblados y animados. La gloria actual de los
Estados Unidos es llenar los desiertos del oeste de pueblos nuevos, formados de
su raza; nuestra política debe apartar de la imaginación de nuestras masas el
cuadro de nuestros tiempos heroicos, que representa la lucha contra la Europa
militar, hoy que necesita el país de trabajadores, de hombres de paz y de buen
sentido en lugar de héroes, y de atraer a Europa y recibir el influjo de su
civilización, en vez de repelerla”.

3. Fragmentos de la “Constitución Nacional” de 1853.

“Nos, los representantes del pueblo de la Nación Argentina reunidos en Congreso


General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen,
en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión
nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común,
promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para
nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que
quieran habitar en el suelo argentino”. (Preámbulo)

“Los extranjeros gozan en el territorio de la Nación de todos los derechos civiles


del ciudadano; pueden ejercer su industria, comercio y profesión; poseer tierras,
comprarlas y hacer de ellas lo que deseen (donarlas, venderlas, alquilarlas);
navegar los ríos y costas; ejercer libremente su religión; hacer su testamento y
casarse según las leyes”. (Artículo 20).

4. Fragmentos de cartas de inmigrantes (extraídas de “Nuestro siglo. Historia


gráfica de la Argentina contemporánea”, compilado por F. Luna)

“Aquí, del más rico al más pobre, todos viven de carne y pan todos los días, y los
días de fiesta todos beben alegremente y hasta el más pobre tiene cincuenta liras
en el bolsillo. Nadie se descubre delante de los ricos y se puede hablar con
cualquiera. Son muy afables y respetuosos, y tienen mejor corazón que ciertos
canallas de Italia. A mi parecer, es bueno emigrar”.
Girolamo Bonesso, en Esperanza (Santa Fe), 1888.

“Aquí la gente es tan buena, que es una maravilla. Decían que son indios, y son
todos muy bien. En Italia no se encuentra gente de educación como aquí (…). Se
puede cazar casi con la mano, y hay tantas palomas como moscas hay en Italia”.
Luigi y Olivia Binutti, en Jesús María (Córdoba), 1878.
“Lo malo de esta tierra es que es peligrosa: por una chirla te asesinan. Así que hay
que estar siempre alerta, armado con un revólver. (…) Todos los años esta
fertilísima tierra es devastada por las langostas”.
Nanni Partenio, en Rosario (Santa Fe), 1878.

“He pensado en marcharme a Montevideo, capital del Uruguay, y si no hay trabajo


me voy al Brasil, que allá hay más trabajo y al menos tienen buena moneda, y no
como aquí en Argentina, que el billete siempre pierde más del veinte [por ciento] y
no se ve oro ni plata”.
Luigi Basso, en Rosario (Santa Fe), 1878.

Preguntas

A) Según Sarmiento (fragmento 1), ¿cómo se encuentra la Argentina hacia esos


años? ¿Qué creen ustedes que quiere decir allí Sarmiento cuando habla de
“desierto” o de “despoblado”? ¿Cuál es la relación entre el territorio (el desierto) y
la tipo de sociedad que allí existe?

B) En los fragmentos N° 2, Alberdi establece las “Bases” para lo que él considera


el progreso de la Argentina: ¿Qué cosas se asocian con el “progreso”? ¿Quiénes
serían hombres del “progreso” y quienes quedarían fuera de ese “progreso”?
¿Qué tipo de educación (instrucción) promueve? ¿Cómo habría que hacer para
que la “civilización” alcance a nuestro país?

C) ¿Qué papel le asigna Sarmiento a los inmigrantes?, ¿y Alberdi, cómo piensa a


la inmigración, y que inmigrantes imagina? ¿Qué diferencias y semejanzas
encuentran en el lugar que le asignan ambos a los inmigrantes?

D) ¿Qué establece la Constitución Argentina para los “extranjeros” e “inmigrantes”?

E) Los fragmentos N° 4 son distintas cartas que envían inmigrantes italianos que
llegan a la Argentina a familiares y amigos de su país de origen: ¿cómo describen
a la Argentina y cómo describen su propia situación aquí? ¿Hay algún indicio de
por qué emigraron de Italia y por qué eligieron la Argentina?

• ACTIVIDAD II: “lectura” de imágenes, “imaginación” de historias.

La propuesta consiste, en primer lugar, en poder observar –a través de las


imágenes de la época- el contexto social que rodeó al fenómeno inmigratorio. En
particular, para indagar cómo habitaban el espacio público (urbano) y el espacio
privado (familiar). Junto con estas observaciones, la idea es poder imaginar qué
vivencias, sensaciones e ideas pudieron rodear a todos aquellos hombres y
mujeres que llegaron a nuestro país hacia finales del s.XIX y principios del s.XX.
Les proponemos una discusión grupal sobre las imágenes, para luego responder
individualmente a las consignas que siguen al final.
Imágenes

1. Comedor del “Hotel de Inmigrantes”, hacia 1908.

El Hotel de Inmigrantes fue construido en Buenos Aires a principios del siglo XX con el
objetivo de recibir, prestar servicios, alojar y distribuir a los miles de inmigrantes que, en ese
momento, arribaban a la Argentina procedentes de todo el mundo. El complejo estaba
conformado por diversos pabellones destinados al desembarco, colocación, administración,
atención médica, servicios, alojamiento y traslado de los inmigrantes. El alojamiento en el
hotel era gratuito, hasta que el inmigrante conseguía trabajo. Mientras tanto, en sus
instalaciones se los asesoraba sobre el país y los distintos oficios que él podía adoptar.

2. Mercado en las calles porteñas.


3. Patio de un “conventillo” de Buenos Aires, hacia 1914.
4. Dibujo extraído de “Fuentes y propuestas de actividades para el análisis de la
inmigración masiva en la Argentina (1880-1914), UBA, del programa de historia
oral dirigido por D. Schwarzstein.
5. Tranvía de Buenos Aires, en los primeros años del s.XX.

Consignas

A) ¿Qué tipo de vida familiar evocan las imágenes N° 1 y la N° 3 (tomen en cuenta


la ropa, la relación entre adultos y niños, el espacio físico, etc.)?

B) La foto N° 2 muestra la escena de un mercado. Describan lo que ven allí


(¿quiénes están?, ¿qué imaginan que están haciendo?, ¿qué cosas creen que se
vendían allí?). Si imaginamos la escena en la actualidad, en un mercado
cualquiera donde hacemos las compras todos los días: ¿qué cosas tendrían en
común con aquel mercado de la foto 2?, ¿y qué cosas serían diferentes?

C) ¿Qué transportes aparecen en la foto N° 5? ¿Qué imaginan que estaría


haciendo el hombre que está parado en la calle? Si pensamos en algún medio de
transporte público actual, y lo comparamos con el que aparece en esa foto, ¿qué
ventajas y desventajas tendrían uno y otro?, ¿en cuál les gustaría viajar, y por qué?

D) Luego de redactar las tres respuestas anteriores (A, B y C), intercámbienlas


con las de otros compañeros para compararlas.

E) A partir del dibujo N° 4, escriban un pequeño texto que intente explicarlo. Para
esto tengan en cuenta los siguientes aspectos:
- Quiénes son los personajes del dibujo.
- Lugar en que se encuentran.
- Época.
- ¿En qué están trabajando?
- ¿Quiénes están trabajando?
- ¿Cómo te parece que se sienten?
- ¿Qué te parece que están pensando? ¿Por qué?

Una vez que cada uno escribió su texto, reúnanse en grupos y vayan leyendo
todos los textos. ¿Son parecidos? ¿Qué cosas tienen en común, qué cosas los
diferencian?

Después de escuchar lo que escribieron tus compañeros, ¿cambiarías algo de lo


que escribiste?

• ACTIVIDAD III: para investigar en Internet.

Para enriquecer los resultados de la ACTIVIDAD II, les sugerimos dos trabajos
complementarios de investigación en la Web:

A) Buscar imágenes y textos que muestren cómo era la vida en las casas de
Buenos Aires a principios de s.XX (en especial, las casas habitadas por
inmigrantes, como los “conventillos” o “inquilinatos”).

B) Buscar textos e imágenes que describan los medios de transportes que existían
hacia 1910 en Buenos Aires. Observar los mapas de los recorridos de esos
transportes para ver cuáles eran las zonas de la Ciudad más frecuentadas por los
transportes, y cuáles eran las menos frecuentadas.

……………………………………………….
2. LA ARGENTINA INDUSTRIAL Y LAS MIGRACIONES INTERNAS

Presentación

La “gran crisis” económica mundial, originada en los primeros años de la década


del treinta (1930), implicó que los principales países adoptaran medidas tendientes
a proteger a su industria (por ejemplo, cobrando impuestos a los productos que
llegan de un país extranjero) y a reformular las relaciones internacionales de
intercambio comercial. Hasta ese momento, la Argentina era un país cuya
economía se basaba en el modelo “agro-exportador”: exportaba a los otros países
–especialmente a Inglaterra- bienes como diversos tipos de cereales y carnes a
cambio de bienes manufacturados, es decir, bienes con alguna elaboración
industrial. Además, la economía de nuestro país dependía de préstamos de otros
países y de la llegada de capitales extranjeros. Con la crisis, ambas entradas de
dinero quedaron canceladas –el préstamo y la inversión extranjeros-, por lo cual
se produjo un fuerte “ajuste” en la economía: es decir, tanto el sector privado como
el Estado argentino disminuyeron sus gastos, lo que se tradujo en enormes
despidos, sobre todo en el sector estatal.
Ante las políticas “proteccionistas” desarrolladas, en especial, por sus socios
comerciales más importantes, la economía argentina inicia un giro que consistirá
en un lento proceso de industrialización por la vía de
la sustitución de importaciones, es decir, se
comienzan a producir en la Argentina varios de los
bienes que antes importaban. Este proceso de
industrialización tuvo epicentro en las grandes
ciudades como Buenos Aires y atrajo a una vasta
población del interior del país, generándose así un
importante proceso de migraciones internas.
A medida que las industrias se expandían y lograban
comerciar sus productos, la mala situación de la
economía nacional comenzó a cambiar. Sin embargo,
ese proceso de crecimiento económico no fue
acompañado por una distribución del ingreso para los nuevos trabajadores, lo que
trajo como consecuencia bajos salarios y condiciones de vida sumamente
precarias.
Ello puede verse con claridad, por ejemplo, en la aparición de las villas miserias en
ciudades como Buenos Aires y, en general, con el “déficit habitacional” que podía
verificarse en esos años (es decir, había pocas casas para vivir, y además eran
muy caras para la mayoría de la población). Según estadísticas oficiales, hacia el
año 1946 se estimaba para todo el país que 400.000 familias vivían en hogares
donde cuatro o más personas ocupaban una sola habitación, mientras que en
otras 800.000 familias la proporción era de dos y más personas por habitación.
Los bajos ingresos que –en términos generales- percibieron los trabajadores
durante los años treinta se revirtieron de manera importante en la década
siguiente, que estuvo marcada por la llegada de Juan Domingo Perón al gobierno.
Este gobierno tuvo amplio apoyo por parte de los trabajadores, lo cual quedó
evidenciado, además de en las elecciones presidenciales de 1946, en el
emblemático 17 de octubre de 1945, cuando vastos contingentes de trabajadores
provenientes sobre todo del Gran Buenos Aires -integrado en buena medida por
muchos de aquellos que en la década pasada habían provenido del interior del
país- marcharon a la Plaza de Mayo para pedir por la liberación de Perón.
Si bien con altos y bajos, durante los gobiernos de Perón (1946-1952 y 1952-1955)
el salario real se incrementó, del mismo modo que fueron protegidos determinados
“derechos sociales”, consagrados alrededor de una figura que representó el
ciudadano propio del Estado social conformado por este gobierno: el trabajador.
De ese modo, el aguinaldo, las vacaciones pagas, la jubilación para todos los
trabajadores, etc., constituyeron derechos consagrados constitucionalmente, como
así también otros derechos tendientes a proteger a la niñez y los ancianos.
Asimismo, durante los gobiernos peronistas se asumió como problema político el
déficit habitacional, y a partir de una importante política de créditos financiada por
el Banco Central, se construyeron más de 300.000 viviendas populares. Aún así,
las villas miserias originadas en la década del treinta subsistieron, aunque en
dicho período eran consideradas por sus propios habitantes como un lugar de
paso, es decir, transitorio hasta tanto encontrar una mejor vivienda para vivir.

• ACTIVIDAD IV: lectura y comprensión de relatos y textos históricos.

Los textos presentados para trabajar este período están orientados, por un lado, a
mostrar las condiciones sociales (laborales y habitacionales) de los trabajadores
hacia los años ’30, y cómo esa situación comienza a cambiar con el transcurso de
la próxima década. Pero también, y fundamentalmente, los textos buscan poner en
evidencia la construcción de algunos prejuicios –“o “leyendas negras”- que suelen
rodear a los procesos migratorios. En ambos relatos (el del texto 1 y el del texto 2)
se muestran vínculos estrechos entre la agresión (simbólica o material) y el
desconocimiento de quién es –y qué hace- el “otro”, que se presenta como
enemigo.

Textos

1. Fragmentos de “Doña María, historia de vida, memoria e identidad política”,


(2004), de Daniel James.

El testimonio que sigue a continuación, recogido por el historiador D. James, es el


relato en primera persona de Doña María, una trabajadora del frigorífico Swift, que
estaba ubicado en la localidad bonaerense de Berisso, que habla aquí sobre las
condiciones de vida y de trabajo durante la década del treinta (del siglo XX).

“La gente lo que quería era tener un pedazo de pan tranquilitos, porque habían
venido muchos hambrientos, ésa es la verdad, muchos doloridos, mucha gente
que había sido golpeada por las guerras, deseaban comprar su lote, hacer su
casita. El frigorífico los absorbía y también los cansaba, por ejemplo, el que no era
de oficio empujaba una zorra, que es una cosa grande de hierro con unas manijas,
que lleva hasta 500, 600 kilos de carne, y que tiene que empujarla el hombre,
llevarla de un departamento, que podían estar a tres cuadras uno de otro. ¿Se da
cuenta lo que le explico, profesor? Por ejemplo, había que llevar una zorra de
carne picada de 500 kilos y la tenía que empujar un hombre, entonces no le
quedaban ganas para otro trabajo, ése y a descansar. El frigorífico de Berisso, de
La Plata, y todos los que estuvimos en el Gran Buenos Aires se han llevado
mucha gente al cementerio. Nosotros por lo menos, y todas las familias que traté y
conocí, el sueño era enseñarles a los chicos un oficio para llevarlos a la
Universidad, claro que si el chico quería ser aviador era otra cosa, pero no al
contrario, mi esposo decía: “Ojalá a mis hijos no les toque entrar a un frigorífico”,
que no entraran.
La vida de familia era difícil de llevar. Un poco separaba a los chicos de los padres,
porque los padres tenían muchas horas de trabajo para poder levantar un techo,
comer y vestirse. Los chicos llegaban a la madurez rápidamente, casi no tenían
niñez. Porque yo le decía a mi hijo mayor: “Mirá hijo, vos me pelás las papas”, le
ponía las papas en el agua a la noche, “me pelás estas papas, me limpiás el
zapallo, me dejás todito debajo del agua, el tomatito, todo, el apio, todo, cuando
viene mamita me hace el puchero”. A mí mi hijo me ayudaba a cocinar, no podía ir
a jugar mientras yo trabajaba, solamente el que ha trabajado afuera sabe lo que
es. Muchas mujeres iban a casas de familia a limpiar, a hacer cosas, pero la ma-
yoría, el que podía, entraba al frigorífico porque siempre era un peso más […].
Todavía no tenemos cloacas, tenemos pozo negro. En esa época no había
drenaje. Agua corriente y gracias. Tenemos agua corriente en abundancia, que es
agua buena porque nunca hemos tenido contaminación […].
Hemos vivido un poco alejados de La Plata. Nosotros, ¿cómo le diría?, somos tan
ciudadanos como los de La Plata, como los de Norteamérica, somos seres
humanos, nos adaptamos, pero claro, La Plata es ciudad universitaria por
excelencia. Al principio había resentimiento. Unos resentimientos terribles. Tal es
así que cuando hicimos el 17 de Octubre se decía “Alpargatas sí, Libros no” y ellos
gritaban por allí “Libros sí, alpargatas no”, y ahí eran los choques.

2. Fragmentos de “‘Ellos y nosotros’. Fronteras sociales en los años del primer


peronismo” (2008), de Rosa Aboy, en Nuevo mundos, Mundos nuevos.

“Al principio vinieron los “coyas”, una serie de indígenas que vinieron a Buenos Aires,
porque en el campo no se trabajaba y la gente venía a encontrar trabajo aquí. Entonces,
les daban esos departamentos y ellos nunca habían visto un departamento... estropearon
todo, porque ellos no conocían el baño ni el parquet. La bañadera la usaban para otras
cosas [...] Venían del campo, de casas con pisos de tierra y se encontraban con pisos de
parquet, y lo arrancaban para hacerse un asado. Al pueblo, antes de darle algo, hay que
educarlo”. (Ofelio Vecchio)
En esta cita, el historiador barrial Ofelio Vecchio da cuenta, de modo elocuente, de
la forma en que un sector de la sociedad porteña recibió la llegada de un
numeroso contingente de compatriotas, llegados a Buenos Aires desde las
provincias más pobres de la Argentina. En efecto, a partir de mediados de la
década de 1930, y hasta promediar la siguiente, se establecieron en el área
metropolitana de Buenos Aires alrededor de un millón de migrantes internos,
despectivamente apodados como “cabecitas negras”.
Algunas familias de origen humilde que habían llegado de las provincias del
interior accedieron a un departamento en Los Perales, y en su historia se trasluce
el pasado de una dura vida rural y un estatus ciudadano de segundo orden. La
familia de Leonor, la primera de las entrevistadas, había venido desde Santiago
del Estero a Buenos Aires buscando mejores condiciones laborales y de vida en
general. Aunque la transición a la vida urbana fue dura, el padre de Leonor obtuvo
trabajo como empleado en la Municipalidad. A diferencia de sus hermanos
mayores, Leonor nació en Los Perales en 1950, ni bien la familia se mudó.
Durante la entrevista que mantuvimos, Leonor se refirió a lo injustamente que “se
manchó a la gente del interior con mentiras”, e hizo recaer el origen de la leyenda
en un supuesto “enfrentamiento entre porteños y provincianos” que habría
existido en los años peronistas. Leonor manifestó que las historias que circulaban
-acerca de la destrucción de las viviendas que habían recibido por medio de la
acción social del Estado- hacían siempre referencia a la gente del interior, “más
morocha”, como ella. De este modo Leonor inscribía la “leyenda negra” como un
instrumento de discriminación social y racial.
En coincidencia con los dichos de Leonor, Elsa Roncatti –quien también había
llegado “desde el campo” con su familia- se refirió a la leyenda como “un invento”
destinado a desacreditar a los habitantes del barrio. Sin embargo, Elsa no adjudicó
a un enfrentamiento en términos de procedencia geográfica, o de discriminación
racial el origen de las historias que circulaban sobre el barrio. Su testimonio
introduce la cuestión de la identidad política de los moradores del barrio
(mayoritariamente adeptos a Perón) como elemento fundante de la leyenda. Elsa
adjudicó su autoría a los “oligarcas” y los “contras”, empleando expresiones que
probablemente haya oído en su niñez y asumiendo implícitamente la identidad
peronista del barrio.

Preguntas

A) Según el relato de María (texto 1), ¿cómo era la vida en el frigorífico?, ¿qué
pensaban los hombres que trabajaban en el frigorífico en relación con sus hijos,
cuáles eran sus expectativas (es decir, cómo imaginaban su futuro)?

B) Tomando el relato de María, imaginen la vida familiar en los años ’30 para una
familia trabajadora como la suya (¿qué hacían las mujeres, qué hacían los
hombres?, ¿y los niños?), y realicen un breve descripción sobre esa vida.

C) ¿Cómo se relacionaban los trabajadores del barrio de Berisso con su vecina


ciudad (universitaria) de La Plata?
D) Según el texto 2, ¿Qué opinaba Ofelio Vecchio sobre los migrantes que fueron
a habitar el barrio “Los Perales”, creado hacia finales de los años ’40? Si toman en
cuenta las entrevistas que realiza después la historiadora, ¿se correspondía la
opinión Vecchio con lo que ocurría en la realidad?

E) ¿De dónde venían buena parte de los habitantes del barrio Los Perales? ¿Por
qué habían migrado? ¿A qué se dedicaban?

F) ¿Cuáles son las dos posibles explicaciones que encuentra la autora del texto 2
sobre el origen del “invento” de que los migrantes del barrio Los Perales habían
destruido sus departamentos?

• ACTIVIDAD V: mirar y hacer. Trabajos sobre artes plásticas.

A continuación les proponemos dos actividades ligadas a las artes plásticas.


Ambas tareas están orientadas a observar de qué modo el arte –en este caso, la
pintura- construye mundos simbólicos que pueden vincularse, y ayudar a
comprender, el contexto social de una época.
Los invitamos a mirar las pinturas para trabajar con las consignas que les siguen.

Imágenes

1. “Manifestación”, de A. Berni (1934 – temple sobre tela)


2. “La felicidad del pueblo”, de D. Santoro (2000 – acrílico)

Consignas

A) Observen atentamente las imágenes 1 y 2. Discutan de manera colectiva


intentando reconocer distintos sentidos que puedan expresar las obras. Para esto
tengan en cuenta preguntas como las siguientes:
- ¿Qué personas y objetos aparecen allí?
- ¿Qué tareas están realizando? ¿De dónde parecen venir y a dónde parecen ir?
- ¿En qué espacio (público o privado / familiar) se representa la escena?
- ¿Cómo creen que se sienten (están contentos, tristes, preocupados?)
- ¿Qué dice el titulo de cada obra? ¿Cómo se relaciona con lo que muestra?

Luego de la discusión, escriban un breve texto señalando semejanzas y


diferencias que encuentran en ambas obras (pueden usar como referencia el texto
de presentación que abre este segundo apartado).

Como información relevante es preciso señalar que la pintura 1, de Berni, es un cuadro que
remite a la misma época en que fue pintado (los años ’30 del siglo XX); por el contrario, la
obra de Santoro, que remite a los años ’50 del gobierno peronista, fue producida hacia el
año 2000. En un caso –el de Berni- podría pensarse que intenta representar algún aspecto
de su presente; en el otro, Santoro se orienta hacia un momento del pasado (aunque,
quizás, también para decir algo de su presente en el año 2000).
B) Elaboración de afiches colectivos. Les sugerimos que se dividan en cuatro
grupos: dos van a elegir motivos ligados al espacio privado/familiar, y dos deben
elegir motivos ligados a algún espacio público. La idea de esta división es que
luego de realizado el trabajo puedan comparar las distintas representaciones de
ambos espacios. Es importante discutir previamente la composición del afiche (es
decir, qué van a pegar o pintar o dibujar en cada lugar de la superficie de trabajo)
y los materiales para trabajar (papeles, pinturas, fotos, etc.). Desde ya, pueden
representar escenas donde ustedes participaron (o les gustaría participar)
directamente. Una vez decidida la composición, ¡a trabajar! Por último, una vez
terminado el trabajo, discutan entre todos los integrantes de cada grupo qué
nombre le pondrían a la obra.

Más información para ampliar la mirada sobre estos dos artistas plásticos:
Berni:
http://coleccion.educ.ar/coleccion/CD5/contenidos/bernichicos/galeria/pop/obrab11.html

Santoro:
http://www.danielsantoro.com.ar/

• ACTIVIDAD VI: Trabajo integrador. Proyecto de Historia Oral.

Esta actividad consiste en construir un relato grupal acerca del significado de la


inmigración para nuestra propia historia. El desarrollo de este proyecto requiere de
una serie de etapas bien organizadas.
En primer lugar, es preciso investigar en el núcleo familiar y de amigos para hallar
una serie de casos significativos (los protagonistas) en función de su pasado
inmigratorio. Sobre estos casos se articulará el eje de la historia. Es importante
notar que cuantas más voces –relatos- se puedan sumar, más rica será la
experiencia de trabajo.
Posteriormente, deberán armar una lista de preguntas comunes para todos los
protagonistas. Estas preguntas deberían recorrer algunas de las ideas trabajadas
a lo largo del módulo, como por ejemplo, ¿cuál fue la causa del abandono de su
país de origen? ¿Por qué eligió la Argentina (qué expectativas tenía)? ¿Conocía el
país ante de emigrar? ¿Qué fue lo primero que le atrajo de la Argentina y qué lo
primero que le produjo rechazo o incomodidad? ¿Cómo es su relación con su país
de origen? ¿Qué actividades/trabajos realizó y/o realiza? La idea del cuestionario
es armar un recorrido de manera tal que el invitado pueda reconstruir su biografía,
a partir de las inquietudes que le van proponiendo.
En tercer lugar, es preciso concertar citas con los protagonistas (sugerimos que la
escuela puede ser un lugar apropiado para realizar las entrevistas).
Los distintos momentos del proyecto también deber ir siendo registrados, dado
que pueden incorporarse posteriormente en el trabajo de edición. Este registro
puede ir desde la fotografía hasta la videograbación.
Respecto del formato o soporte en el que se realizará la entrevista –y que
condicionará la realización de todo el proyecto -, se presentan dos opciones: o
bien el registro audiovisual (video grabación), o bien el registro de audio, por un
lado, y de fotos por otro. (En el primer caso, se hará necesario recurrir a algún
apoyo técnico para el manejo de las cámaras y las tareas de edición).
Si trabajan con la opción del registro audiovisual (video grabación), los resultados
de la actividad pueden exponerse en una función donde se proyecte el video
terminado frente a la comunidad educativa y a todos aquellos que quieran
participar de dicha función.
En caso de trabajar con el registro de audio y fotos, se puede preparar un
cuaderno donde se transcriban la edición de las entrevistas junto con las fotos que
fueron tomando durante las mismas. Por otro lado, también se puede montar una
muestra con carteles y afiches, seleccionando pasajes de las entrevistas y fotos
que les hayan resultado significativos.
En todo caso, las demás dificultades del proyecto deberán atenderse en función
de las particularidades del caso.

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