Sie sind auf Seite 1von 4

VISVÂMITRA

GENTILEZA BIBLIOTECA GAYATRI


www.gayatri.cl
COMUNIDAD GAYATRI VENDANTA YOGA
http://groups.msn.com/Gayatri

VISVÂMITRA era un rey de la India. Una vez se fue de caza a un bosque en los Himalayas. Él y su tropa sintieron
hambre y fatiga luego de la caza. Vieron una hermita y descubrieron que era la hermita del Brahmarsi Vasistha (un
Brahmarsi es un sabio de consciencia cósmica). El rey se acercó al sabio y lo saludó. El Sabio Vasistha le dio la
bienvenida y le ofreció un asiento. Cuando el rey le dijo al sabio que él y su séquito estaban en gran necesidad de
comida y descanso, el sabio inmediatamente llamó a Kâmadhenu, la vaca de la abundancia, y le pidió que
alimentara a toda la gente y al rey. La vaca de los deseos produjo la comida por un simple acto de voluntad y los
alimentó a todos. Estaban asombrados ante el poder realizador de deseos de la vaca (que simboliza poderes yogicos
infinitos).

El rey Visvâmitra se acercó al Sabio Vasistha y dijo, “Oh Venerable Sabio, estoy complacido con tu vaca de los
deseos. ¿Porqué deberías tener una vaca tal que es capaz de alimentar a millones por el mero deseo? Sólo hay unos
pocos de ustedes viviendo en esta hermita, mientras que yo, el rey, tengo que alimentar a millones diariamente en
mi palacio. Esta vaca de los deseos será muy útil para mí. Te daré miles de vacas en intercambio por esta vaca. La
necesito; por favor permíteme llevar esta vaca de la abundancia conmigo.”

El Sabio Vasistha dijo, “Oh Rey, esta vaca es una vaca muy especial enviada por Dios desde el plano de la Verdad.
Sólo a aquellos que han realizado a Brahman, o Verdad, les es dada esta vaca de la abundancia. Incluso si
ofrecieras tu reino entero en intercambio por esta vaca, no me separaría de ella.”

El rey Visvâmitra se enfureció. Dijo, “Oh sabio, no olvides que soy el rey. Me has insultado al negarte a mi pedido.
Ahora tengo que llevar a la vaca por la fuerza.”

“Prueba, si puedes”, dijo el sabio. El rey ordenó a sus hombres que tomaran a la vaca por la fuerza. Tan pronto
como lo trataron, la vaca, a la orden del Sabio Vasistha, produjo miles de hombres celestiales cargando armas
celestiales, y las tropas del rey fueron rechazadas. Herido por el odio y el enojo, el Rey Visvâmitra luchó con el
Sabio Vasistha. Cantando mantra-s poderosos, el Brahmarsi Vasistha sostuvo su brahma-danda, o vara de monje, y
desafió al rey. Todas las flechas que el rey Visvamitra descargó contra el Sabio Vasistha fueron devoradas por la
vara de monje. El rey perdió todas sus armas, y la vara milagrosa entonces vino a golpear al rey. Finalmente, el rey
se dio cuenta del poder de un Brahmarsi. Oró por perdón. El Sabio Vasistha, siendo amable y compasivo, lo
perdonó y alejó su vara, el brahma-danda.

El rey Visvâmitra siguió sintiéndose insultado. Pensó que todas sus posiciones y posesiones, poder y riqueza,
reinado y reino, salud y belleza no eran nada comparadas con el brahma-tejas (refulgencia) del Sabio Vasistha.
Corrió y se sentó bajo un árbol, en donde lloró como un niño. “¡Oh!” lloró, “todos estos días pensé que el poder y
la posición lo eran todo. Ahora me doy cuenta de que nada es más grande que el conocimiento de la Verdad.
Infinitos universos están al comando del Sabio Vasistha. La vaca de al abundancia y la vara milagrosa son sólo
símbolos de sus inmensos poderes espirituales. ¡Ah! ¿Cómo he de alcanzar ese estatus de Brahmarsi? ¿Cómo he de
adquirir todos esos poderes milagrosos? ¿Cómo he de saber el secreto de la iniciación? Todos estos años de mi vida
han sido malgastados. Nunca volveré a mi palacio. Renunciaré a mi reina, hijos y reino, e iré a un bosque en los
Himalayas a practicar la meditación. Debo adquirir todos esos poderes que tiene el Sabio Vasistha y he de
vengarme; debo desafiar sus poderes. ¡Oh, lo debo hacer!”
¡Mira el poder de mâyâ! ¡El pensamiento de venganza permaneció con el rey incluso mientras tomaba la decisión
de meditar en la Verdad!

Renunciando a su reino, su familia e hijos, Visvâmitra entró en un bosque formidable de los Himalyas.
Acostumbrado al palacio real, comida puntual, y descanso, Visavâmitra se sintió incómodo, fatigado y desdichado.
Estaba sólo, sin acompañantes o sirvientes, y no sabía qué hacer. Sabía muy poco de yoga, prânâyâma y
meditación, pero su ego evitó que pidiera la guía del Sabio Vasistha. Debo, lo haré, pensó, y esa poderosa urgencia
lo sostenía.

Visvâmitra subió un enorme pico de los Himalayas y se bañó en las corrientes del sagrado Río Ganges. Luego se
sentó en una roca y miró a su alrededor. Estaba tan calmo y callado allí. ¡Un lugar ideal para la meditación! ¡Los
picos de los Himalayas que besan los cielos! ¡La morada de sabios, ángeles y del Señor Siva! ¡La encantadora
sonrisa del Señor Siva en su austera meditación! Debería practicar la austeridad y meditar como el Señor Siva en el
ser Cósmico, pensó Visvâmitra.

Practicando prânâyama (respiración rítmica), Visvâmitra meditó en el Ser Cósmico. Practicando el auto-análisis,
separó su mente de su cuerpo y desarrolló el poder del desapego. Luego conquistó su mente a través de la
discriminación correcta y calmó todos sus pensamientos. Fuego yogico y humo emergieron de la corona de su
cabeza y empezaron a quemar las esferas superiores. Indra, el jefe de los celestiales, estaba asustado, pensando que
Visvâmitra podría intentar ocupar su trono con sus poderes. Para arruinar su tapasyâ (austeridad), Indra mandó una
hermosa ninfa celestial llamada Menakâ que cantó y danzó frente Visvâmitra. Interrumpió su meditación y atrajo
su corazón con su sonrisa hechizante.

Visvâmitra cayó víctima de rajas (pasión) y vivió felizmente con Menakâ por un año en el bosque. Una niña, que
llamaron Sakuntalâ, les nació. Con el tiempo, Visvâmitra se dio cuenta del poder de mâyâ y se fue a otro bosque en
los Himalayas. Renunció a Menakâ y a su hija. Menakâ, la ninfa celestial que había venido a destruir su penitencia
austera, dejó a la niña en ese bosque y volvió a morada celestial. Un sabio llamado Kanva, que estaba
vagabundeando en ese bosque, escuchó el llanto del bebé Sakuntalâ. La rescató y la llevó a su hermita, donde la
educó.

Renunciando a comida y bebida, Visvâmitra tomó una decisión temeraria para obtener los más altos poderes
espirituales. Se paró en una pierna con los brazos levantados y meditó en Brahman por un número de años. Los tres
mundos fueron alcanzados por el fuego yogico de su austeridad. Indra mandó otra ninfa celestial llamada Rabhâ
para arruinar la penitencia de Visvâmitra. Rambhâ trató de seducirlo con su encanto y hechizarlo con su melodiosa
música. La meditación de Visvâmitra fue sacudida y abrió sus ojos. Siendo consciente de su estupidez anterior,
decidió no seguir el deseo de la carne. Se enojó mucho con Rambhâ, ya que sabía que ella había venido a arruinar
su tapasyâ. Enojado, pronunció una maldición que la convirtió en una roca. Inmediatamente, Visvâmitra vio que
sus poderes, alcanzados a través de la austeridad fueron arruinados por un momento de rabia. La primera vez la
lujuria, y ahora la rabia, habían arruinado su penitencia, y se dio cuenta de que el camino espiritual es igual de
difícil que caminar sobre el filo de una navaja.

Pero el espíritu de Visvâmitra era infatigable. Se subió a otro pico de los Himalayas. Sin moverse, y manteniendo
la respiración por un número de años, adquirió grandes poderes espirituales.

Durante ese tiempo, India era regida por el rey Trisanku. Él quería llevar a cabo el gran sacrificio de fuego que lo
llevaría a la región celestial (svarga) en su cuerpo humano. Se acercó al Sabio Vasistha, su guru familiar, para
llevar a cabo el fuego sacrificial. El Saboi Vasistha se negó a hacer el sacrificio, diciendo que era contra la ley
divina que un ser humano fuese al cielo en su cuerpo humano. El rey estaba enojado por su rechazo y se acercó a
Visvâmitra, el oponente de Vasistha.
Visvâmitra, que quería venganza, tomó esto como una oportunidad maravillosa para demostrar sus poderes
yógicos. Retornó con el rey al palacio y organizó el gran fuego sacrificial. Convirtiéndose en el sacerdote principal
mismo, Visvâmitra llevó a cabo el fuego sacrificial exitosamente y, por su poder yogico, mandó al rey Trisanku a
la región celestial de Indra.

Indra y los celestiales vieron al rey entrando al cielo con su cuerpo terrenal y lo volvieron a empujar hacia la tierra.
Mientras el rey Trisanku estaba cayendo del cielo, su cabeza abajo y sus piernas hacia arriba, lloró en agonía y
rezó, “Visvâmitra, Visvâmitra, protégeme”. El Sabio Visvâmitra vió al rey cayendo del cielo y, con su poder
yogico, paró la caída. Le dijo al rey, “Oh rey Trisanku, para; para allí. No necesitas preocuparte. Crearé un nuevo
cielo para ti en donde tu estás y destruiré el orgullo de Indra y los celestiales.” Diciendo así, el Sabio Visvâmitra
creó un nuevo sistema estelar y un cielo para Trisanku. ¡Incluso hoy en día, Trisanku brilla como una estrella en el
cielo!

Otra vez Visvâmitra perdió todos sus poderes yogicos usándolos para ganancias ulteriores. Se sintió mal porque no
había alcanzado su más alto objetivo. Nuevamente tomó una firme decisión de no moverse de su meditación hasta
que alcanzara la iluminación. ¡Su espíritu era invencible!

Seleccionó el más alto pico de los Himalyas. Sacando su mente de los sentidos, meditó en el eterno Brahman. Las
sesiones rotaron; los años pasaron, pero Visvâmitra se sentó sin moverse, su mirada fija en las cejas. Tan grande
fue su penitencia esta vez que el fuego yogico que emergió de la corona de su cabeza alcanzó Satyaloka, la morada
del Creador Brahmâ. Para salvar al mundo del calor del fuego yogico de Visvâmitra, Brahmâ se apareció ante él y
lo bendijo, “Oh hijo mío, estoy complacido con tu penitencia. Tu has alcanzado lo más alto. Tu eres un gran sabio
(Maharsi) ahora. Serás un Brahmarsi cuando seas bendecido por el Sabio Vasistha.” Diciendo estas palabras,
Brahma desapareció.

El Sabio Visvâmitra estaba frustrado. “¡Otra vez tengo que ir con Vasistha por sus bendiciónes para convertirme en
un Brahmarsi! ¡Oh no! No puedo hacer eso. En tanto Vasistha viva, no puedo convertirme en un Brahmarsi. Quizás
si lo mato, entonces puedo convertirme en un Brahmarsi!” Pensando así, Visvâmitra fue a la hermita del Brahmarsi
Vasistha a la medianoche. ¡Llevando una gran roca para tirarla contra la cabeza de Vasistha, se paró cerca de las
puertas de la hermita de Vasistha y esperó a que pasara por ese camino hacia el río para sus meditaciones
matinales!

Visvâmitra escuchó al Brahmarsi Vasistha hablando con su esposa, Arundhatî. “Arundhatî”, dijo Vasistha,
“Visvâmitra es un hombre tan grande que está a punto de la obtención del estatus de Brahmarsi, pero...”

Arundhatî dijo, “¿Pero qué? ¿No lo bendecirás con ese estatus si es digno del mismo?”

“Por supuesto que lo haré”, dijo Vasistha, “si es que él viene a mí.”

Visvâmitra, que estaba escuchando esta conversación, se sintió apenado de su odio hacia un sabio tan divino. Tiró
la roca y corrió hacia Brahmarsi Vasistha y cayó prostrado a sus pies.

“Ahora te has convertido en un Brahmarsi”, le dijo Vasistha a Visvâmitra. “Le has mostrado al mundo que el
espíritu humano es invencible y no acepta derrotas. Has conquistado la lujuria, el enojo, la avaricia, el apego y la
arrogancia uno por uno a través de tus austeridades y de tus meditaciones. La última barrera era la envidia. ¡Ahora
también has conquistado a ese enemigo! ¡Gloria a Brahmarsi Visvâmitra!

Mientras Vasistha tocaba el centro de las cejas de Visvâmitra, su tercer ojo se abrió y vio los siete ritmos con los
cuales el cosmos fue creado. El sagrado Gâyatrî-mantra con sus siete vpâhrti-s o ritmos le fue revelado aquella vez,
de la siguiente manera:
Om Bhûh, Om Bhuvah, Om Svah, Om Mahah

Om Janah, Om Tapah, Om Satyam,

Om Tat Savitur Varenyam,

Bhargo Devasya Dhîmahi

Dhiyo Yo Nah Pracodayât//

Om Âpo Jyotih

Raso-Mriram Braham

Bhûr Bhuvah Svar-Om

Brahmarsi Visvâmitra experimentó la consciencia cósmica. ¡Fue establecido en aquella consciencia máxima para
siempre y se volvió inmortal!

¡El hombre podrá caerse muchas veces en su viaje espiritual, pero que no ceje nunca hasta obtener lo Supremo!

¡JAYA BRAHMARSI VISVÂMITRA!

Das könnte Ihnen auch gefallen