Discover millions of ebooks, audiobooks, and so much more with a free trial

Only $11.99/month after trial. Cancel anytime.

Por la milenaria China: Historias, vivencias y comentarios
Por la milenaria China: Historias, vivencias y comentarios
Por la milenaria China: Historias, vivencias y comentarios
Ebook494 pages6 hours

Por la milenaria China: Historias, vivencias y comentarios

Rating: 0 out of 5 stars

()

Read preview

About this ebook

Este libro es fruto de cuatro viajes realizados al país asiático en diferentes momentos (1979, 1985, 2006 y 2007) y de los respectivos diarios que escribió el autor durante esas estancias. El lector encontrará en estas páginas temas de lo más dispares, desde la comida y la lengua chinas hasta la religión, la política, la arquitectura y, por supuesto, la música. Además, a manera de una versátil guía de viaje, el libro abunda en la geografía china y ofrece retratos de personajes y anécdotas de la vasta historia de este país que en el siglo XXI resurge como una potencia mundial.
LanguageEspañol
Release dateDec 12, 2013
ISBN9786071617439
Por la milenaria China: Historias, vivencias y comentarios

Read more from Carlos Prieto

Related to Por la milenaria China

Related ebooks

Artists and Musicians For You

View More

Related articles

Reviews for Por la milenaria China

Rating: 0 out of 5 stars
0 ratings

0 ratings0 reviews

What did you think?

Tap to rate

Review must be at least 10 words

    Book preview

    Por la milenaria China - Carlos Prieto

    CARLOS PRIETO es hombre de polifacética personalidad, que se formó en su juventud como ingeniero, economista y músico. Fue prominente industrial antes de dedicarse plenamente al violonchelo y convertirse en uno de los más destacados concertistas mexicanos a nivel internacional. Ha tocado en los principales escenarios mundiales a lo largo de sus múltiples giras por Europa, los Estados Unidos, Rusia y las antiguas repúblicas soviéticas, Canadá, Japón, China, la India y América Latina. Ha recibido numerosas distinciones internacionales, entre ellas el Premio Nacional de Ciencias y Artes en la categoría de Bellas Artes, la Orden de las Letras y las Artes por parte del gobierno francés, la Encomienda de la Orden del Mérito Civil, otorgada por Su Majestad el rey de España; la Medalla Pushkin, otorgada por el presidente de Rusia; el premio Eva Janzer titulado Chevalier du Violoncelle de la Universidad de Indiana, el Premio al Liderazgo Cultural de la Universidad de Yale y el título de Maestro Emérito de la Juventud Venezolana, otorgado por el presidente de la Fundación del Estado del Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela. Ha grabado ochenta obras y es autor de siete libros, cuatro, con éste, publicados por el FCE.

    VIDA Y PENSAMIENTO DE MÉXICO


    POR LA MILENARIA CHINA

    CARLOS PRIETO

    Por la milenaria China

    Historias, vivencias y comentarios

    Prefacio

    YO-YO MA

    Primera edición, 2009

    Primera reimpresión, 2010

    Primera edición electrónica, 2013

    D. R. © 2009, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F.

    Empresa certificada ISO 9001:2008

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-1743-9

    Hecho en México - Made in Mexico

    A María Isabel

    A mis hijos Carlos, Isabel y Mauricio

    A Juan Luis

    SUMARIO

    Agradecimientos

    Prefacio, por Yo-Yo Ma

    Introducción

    Nota acerca de la ortografía

    I. La Tierra y la población de China

    II. Síntesis histórica

    III. 1979. Primera gira musical. De Pekín a Cantón

    IV. 1985. Nueva gira musical y un apasionante recorrido

    V. Un alto en el camino. Comentarios complementarios

    VI. Un interludio en Singapur. 1991

    VII. Mayo de 2006. Nuevos conciertos y el descubrimiento de la nueva China

    VIII. 2007. Taiwán. La otra China

    IX. Comentarios, datos y reflexiones

    X. Algunos comentarios acerca de la música y los instrumentos chinos

    XI. La música occidental en China y la conquista china de crecientes espacios en el panorama musical del mundo

    XII. El extraordinario caso del violonchelista sinoestadunidense Yo-Yo Ma (1955-)

    XIII. Las lenguas y la escritura de China

    Bibliografía

    Índice analítico

    Índice general

    AGRADECIMIENTOS

    Es de justicia que deje constancia de mi agradecimiento a quienes me ayudaron en diversas fases de la preparación y revisión de este libro, así como a quienes participaron destacadamente en distintos aspectos de mis viajes.

    En primer lugar a mi hermano Juan Luis Prieto, que revisó minuciosamente varios borradores. Sus numerosas y valiosas sugerencias y observaciones mejoraron mucho el texto.

    A Yo-Yo Ma, que me ayudó a conocer mejor su magnífico Proyecto de la Ruta de la Seda y me hizo apreciar diversas obras de grandes compositores chinos. Nuestras conversaciones y su inagotable imaginación representaron una fuente de ideas y datos que enriquecieron el libro.

    A Eugenio Anguiano, Sergio Ley, Jorge Eduardo Navarrete y Manuel Uribe, que tuvieron la generosidad y paciencia de leer el manuscrito y hacerme observaciones de suma utilidad.

    A Flora Botton, a quien debo muchos datos acerca de la historia de China y de la familia lingüística sinotibetana.

    A la señora Wu Wenchen, que nos acompañó, a mi esposa y a mí, como intérprete y guía en 1979 y 1985.

    A la pianista Bao Huiquiao, con quien hice una larga gira de conciertos en 1985.

    A Chen Yi y a su marido Zhou Long, eminentes compositores y maestros que me recibieron en su casa en Kansas City, Missouri, y me relataron diversos aspectos de su vida en China, particularmente durante los años de la Revolución Cultural.

    A Win-lu Hsu, presidente de la Fundación Chi Mei —dueña de una extraordinaria colección de instrumentos y mecenas de músicos tanto de China como de Taiwán—, quien en 2007 me recibió con gran amabilidad en Tainan, Taiwán.

    A Edison Quintana, Cécile Prieto, Ángel Ancona, Edgardo Bermejo, Pilar Jiménez, Mauricio Escanero, Xilunnasi, Wu Man, Ching-Wen Chi, Wei Yuan-Chin, Josefina Guzmán y Faustino Patricio Martínez.

    Por su estímulo e interés en la publicación de este libro, a Consuelo Sáizar, directora general del Fondo de Cultura Económica, al igual que a Joaquín Díez-Canedo, Martí Soler, Max Gonsen, Leonor Garrido, Alejandra García, Gerardo Cabello —por sus acertadas sugerencias para el mejoramiento del texto—, Carlos Roberto Ramírez, autor del índice analítico y Guillermo Huerta, dibujante del mapa y los diagramas.

    A mi esposa María Isabel, cuyo apoyo ha sido fundamental para mí en todo momento, y con quien he compartido experiencias, sorpresas, alegrías y también algunas incomodidades durante nuestros recorridos en tren, autobús, automóvil y avión por China así como por Taiwán y Singapur.

    PREFACIO

    Cuando Carlos Prieto me preguntó si podría yo escribir el prefacio de su más reciente libro, me percaté de los retos a que me enfrentaría para trazar el perfil de este dinámico y multifacético personaje. Lo conocí hace más de 25 años. Tuvimos un maestro común, nuestro querido Leonard Rose, y siempre me han faltado palabras para describir a Carlos, cuyo pensamiento y actuación admiro profundamente. Mi esposa Jill dice que Carlos es un polymath, o sea un hombre de amplios conocimientos, y me parece que la expresión hombre renacentista de nuestros tiempos también pudiera aplicarse a él, si bien ambas calificaciones resultan imprecisas para describir a este sabio, músico, escritor, lingüista, ingeniero, industrial y explorador.

    Uno de los rasgos característicos de las diversas facetas de Carlos es su devoción por explorar el mundo con una curiosidad sistemática. En cualquiera de los asuntos que aborda —la historia de su maravilloso violonchelo o el fenómeno de los miles de lenguas habladas en el mundo actual o sus vivencias y observaciones de la gran transformación política y el derrumbe de la Unión Soviética—, la urdimbre narrativa de Carlos está entretejida con explicaciones frecuentemente sorprendentes y agudas que deleitan a los amantes de la historia, la cultura y la música. En Por la milenaria China. Historias, vivencias y comentarios, Carlos hace una crónica de los intercambios entre España, la Nueva España, las Filipinas y China desde los tiempos de Cristóbal Colón y explora nexos culturales apasionantes e insuficientemente estudiados. Me sorprendió descubrir tradiciones nacidas a raíz de estos intercambios y que siguen vivas en nuestros días. Carlos ha llenado una brecha grande en mis conocimientos de la historia mundial.

    Los cimientos de gran parte del trabajo de Carlos radican en su energía. Son asombrosos el vigor intelectual y la fortaleza mental y física requeridos para viajar a las más remotas aldeas, entregarse a la investigación y a la crónica de sus viajes, al mismo tiempo que realiza giras musicales tan largas que muy pocos resistirían. Tal vez el rasgo que más admiro en Carlos es su sentido del equilibrio. Cualesquiera que sean las circunstancias, siempre tiene una palabra amable, una observación penetrante y profunda y un admirable sentido del humor. Posee el don de ser tanto un testigo como un actor del transcurrir del mundo. Quizás para él, como artista, el mundo sea su lienzo, y vivir la vida, una expresión de sus formas artísticas.

    Siempre que mi esposa y yo nos reunimos con Carlos, su maravillosa esposa, María Isabel, y su extensa familia, nos despedimos con un renovado sentimiento de sorpresa y aprecio por la vida. Espero que al recorrer las páginas de Por la milenaria China. Historias, vivencias y comentarios, el lector comparta con el autor su espíritu aventurero, su plenitud serena y su amor por la vida.

    YO-YO MA

    Cambridge, marzo de 2008

    INTRODUCCIÓN

    He tenido la suerte de que la música me haya conducido a recorrer buena parte de China en diferentes épocas: en 1979, cuando conocí un país sumido en la pobreza, apenas tres años después de la muerte de Mao Zedong y del final de la Revolución Cultural; en 1985, cuando se percibían ya los primeros efectos de las trascendentales reformas de Deng Xiaoping; y en 2006, cuando, luego de la transformación económica más rápida y profunda jamás vista en la historia de la humanidad, China se había convertido en una super-potencia mundial. En 2007 conocí la otra China, la isla de Taiwán, la única provincia que no cayó bajo el dominio comunista y donde quedaron confinados, a partir de 1949, el gobierno de la República China, encabezado por Jiang Jieshi (Chiang Kai-shek) y sus derrotados ejércitos.

    Mis conciertos se llevaron a cabo en lugares muy diversos, desde Qufu, donde nació Confucio hace 2 500 años, hasta Pudong, donde en los albores del tercer milenio surge la más moderna metrópoli china, frente a Shanghai, a la otra orilla del río Huangpu.

    Durante cada estancia escribí un detallado diario que completé con notas e investigaciones posteriores, siempre movido por mi interés por ese país y por la sensación de ser testigo de transformaciones de importancia histórica.¹

    China es foco de una gran atención internacional. Los elogios desmedidos y las críticas exageradas que despierta su evolución reciente son frecuentemente fruto de un desconocimiento de la realidad china y la expresión de juicios superficiales y simplistas.

    Este libro está concebido no para el especialista sino para el lector común, que, espero, podrá descubrir, redescubrir y comprender mejor algunos aspectos interesantes de ese apasionante país.

    En pocos lugares del mundo se percibe tan claramente el peso y la influencia de la historia. Hay, por ello, frecuentes referencias históricas en este texto. Para hacer más comprensible su lectura, he incluido al principio unas notas sintéticas sobre China y su historia, desde la mítica dinastía Xia de hace más de 4 000 años hasta la era de la República Popular China, fundada en 1949 por Mao Zedong y que, a raíz de las profundas reformas iniciadas por Deng Xiaoping en 1978, vuelve a ser uno de los países más poderosos de la Tierra, como ya ha ocurrido en diversas épocas de su milenaria historia.

    Los capítulos X, XI y XII están dedicados a la música. El décimo capítulo examina algunos aspectos fundamentales de la música y los instrumentos propiamente chinos. El undécimo describe cuándo y de qué manera se introdujo en China la música europea; cómo ésta se difundió, principalmente en Shanghai, donde se fundaron la orquesta sinfónica y el conservatorio más antiguos de China, y cómo los compositores y solistas chinos han asimilado las tradiciones de la música occidental, las han fusionado con las propias chinas y actualmente conquistan un lugar cada vez más destacado en el panorama musical del mundo.

    El capítulo XII está dedicado al extraordinario caso del violonchelista sinoestadunidense Yo-Yo Ma y a su proyecto musical Ruta de la Seda, que tanto enriquece el repertorio mundial y revitaliza las tradiciones musicales de los países que van desde Japón, Corea y China hasta Asia central y el Medio Oriente.

    El último capítulo examina el fenómeno de las lenguas de China —en particular del chino mandarín, el idioma más hablado del mundo— y de las peculiaridades de su escritura, la más antigua en uso continuo, pues sus caracteres, aunque reformados y simplificados, son básicamente los mismos de hace 3 300 años.

    ¹ Parte de dichos diarios y notas apareció en mi libro Alrededor del mundo con el violonchelo, Alianza Editorial Mexicana, México, 1987.

    NOTA ACERCA DE LA ORTOGRAFÍA

    La ortografía de los nombres chinos suele plantear confusiones al escribirlos en textos occidentales. Yo utilizaré —salvo contadas excepciones— el método de transliteración pinyin, o sea el alfabeto latino adoptado en 1979 por la República Popular China para transcribir lo más fielmente posible las palabras del chino mandarín a otras lenguas.

    Ha habido varios métodos de transliteración del chino. Uno de los más conocidos y el más utilizado por los británicos y estadunidenses fue el método Wades-Giles. Cuando la República Popular China adoptó oficialmente el pinyin, muchos historiadores y sinólogos se negaron a usarlo, alegando que la escritura de nombres chinos en inglés y otras lenguas se regía por métodos diferentes y, sobre todo, por el Wades-Giles. Estos opositores perdieron la batalla porque a partir de 1979, en todos los documentos publicados en China en idiomas occidentales los nombres chinos se escriben en pinyin.

    Así, escribiré Nanjing, Mao Zedong y Deng Xiaoping, en vez de sus viejas grafías Nankín, Mao Tse Tung y Teng Hsiao Ping. Sólo utilizaré la vieja ortografía para nombres como Chiang Kai-shek, que no serían reconocidos con facilidad en su ortografía pinyin (Jiang Jieshi).

    El nombre de la capital de China se pronuncia Běijīng en mandarín y así se transcribe en pinyin. Yo escribiré Pekín a lo largo de este texto, pues así se llama en español dicha ciudad. Decir o escribir Běijīng en español, equivale a decir o escribir que las capitales de Inglaterra, la India y Rusia son London, New Delhi y Moskva, respectivamente, en vez de Londres, Nueva Delhi y Moscú.

    I. LA TIERRA Y LA POBLACIÓN DE CHINA

    SUPERFICIE Y LÍMITES

    China es uno de los países gigantes de nuestro planeta. Su superficie, de 9 561 millones de kilómetros cuadrados, la coloca en el tercer lugar, después de Rusia y Canadá y por delante de los Estados Unidos:

    CUADRO I.1. Superficie territorial de los ocho mayores países* (Millones de km²)

    El territorio del país se extiende desde las heladas alturas del Tíbet, al suroeste, hasta las estepas de Manchuria, en el noreste, y desde las fértiles tierras y junglas tropicales del sur hasta el Desierto de Gobi, en el norte. El extremo septentrional de China se encuentra a 13° del círculo ártico, en Manchuria, en el paralelo 53° N, en una región cuya temperatura baja en invierno hasta menos 40° C. Buena parte del sur del país está en el trópico. El extremo sur de China es la isla de Hainan, ubicada en el paralelo 20° N, en el Mar de China (véase el mapa en las páginas 8 y 9).

    Dos grandes ríos, el Amarillo y el Yangtze, fluyen de oeste a este. Las tierras cultivables cubren nada más la décima parte del territorio y se localizan en el noreste, el norte, la cuenca del Yangtze y el delta del río Perla, en el sur.

    China limita con Corea del Norte al este; con Rusia y Mongolia al norte; con Kazajstán, Tayikistán y Kirguizia al noroeste; con Afganistán, Pakistán, India, Nepal y Bután al oeste y suroeste, y con Myanmar, Vietnam y Laos al sur (véase el mapa, pp. 8 y 9). A pesar de sus fronteras con 14 países, China ha estado relativamente aislada a lo largo de su historia. La razón de su aislamiento es un conjunto de imponentes barreras geográficas: el inmenso Pacífico al este, el Tíbet con sus mesetas y picos inaccesibles al oeste, los infranqueables desfiladeros de la frontera con Myanmar (la antigua Birmania) al sur, las áridas y despobladas llanuras y los desiertos del Asia central y de Mongolia al norte, y las estepas de Manchuria al noreste. Ocho de los 14 picos mundiales de altura superior a los 8 000 metros se encuentran en las fronteras chinas con Pakistán y con Nepal, incluido el Everest (8 847 metros).

    LA POBLACIÓN

    China es en la actualidad, y ha sido casi siempre, el país más poblado de la Tierra (cuadro I.2). En el año 1 d.C. la población china era del orden de 57 millones de habitantes, equivalentes a 19% de una población mundial de 300 millones. Sólo el Imperio romano en su época de mayor extensión rivalizó con China en número de habitantes, ya que tenía aproximadamente 65 millones a mediados del siglo II d.C., 22% de una población mundial de 300 millones.

    CUADRO I.2. Los países más poblados de la Tierraa (Millones de personas)

    La estricta política de planificación familiar —mejor dicho, de control de la población, en el caso de China— ha redundado en una fuerte disminución de la tasa de incremento demográfico. Su población será pronto rebasada por la de la India, como se advierte en el cuadro anterior.

    De la población, 92% (o sea, 1 159 millones de personas en 2000) pertenece a la mayoría han (de la etnia china). El restante 8% (106 millones) corresponde a 55 minorías nacionales, las más importantes de las cuales aparecen en el cuadro I.3.

    CUADRO I.3. Población de China según etnias (Millones de personas, 2000)*

    DIVISIÓN ADMINISTRATIVA

    China está dividida en 22 provincias, cinco regiones autónomas, cuatro municipalidades bajo el control directo del gobierno central y dos regiones administrativas especiales, como se puede ver en el cuadro I.4 y en el mapa de las páginas 8 y 9.

    Cuatro ciudades dependen directamente del gobierno central: Pekín, Tianjin, Shanghai y Chongqing. Dos ciudades gozan de estatus especial y de alto grado de autonomía: Hong Kong y Macao, convertidas en regiones administrativas especiales en 1997 y 1999, respectivamente, y donde existe un sistema político diferente al del resto del país, de acuerdo con el principio de un país, dos sistemas propuesto por Deng Xiaoping y al cual me referiré en otro capítulo.

    Aunque a cinco regiones —Mongolia Interior, Guangxi, Tíbet, Xinjiang y Ningxia— se les califica de autónomas, tal carácter es limitado. Se les llama así porque son la patria de importantes minorías étnicas (es decir, etnias no han). La población han es minoritaria solamente en dos regiones: el Tíbet y Xinjiang.

    La acotada autonomía de tales regiones obedece a la gran significación que tienen para China por sus riquezas naturales y, excepto Guangxi y Ningxia, por su estratégica ubicación fronteriza. Xinjiang (Región Autónoma Uygur de Xinjiang) colinda con la Federación Rusa, Mongolia, Afganistán, Pakistán y con tres países ex miembros de la Unión Soviética: Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán, en los cuales el Islam ha resurgido con fuerza inusitada. Brotes separatistas han sido violentamente reprimidos tanto en Xinjiang como en el Tíbet. A estos temas retornaremos en capítulos subsiguientes.

    Las provincias tienen soberanía aún más restringida que las regiones autónomas. Por otra parte, China está dividida en ocho regiones económicas especiales, de muy desigual desarrollo, que se superponen a las provincias y limitan todavía más, por tanto, la soberanía provincial. Las tres regiones económicas principales son, por orden de importancia:

    CUADRO I.4. China. Municipalidades, provincias, regiones autónomas y regiones administrativas especiales

    Delta Pan-Yangtze, en torno a Shanghai, Nanjing y Hang zhou;

    Delta Pan-río Perla, en torno a Guangzhou (Cantón), Hong Kong y Sichuan;

    Área Golfo de Bohai, en torno a Pekín, Tianjin y Dalian.

    LAS LENGUAS. EXAMEN SUCINTO

    La notable variedad lingüística china es reflejo de su diversidad étnica. Se hablan muy distintos idiomas en China, muchos no inteligibles entre sí, pertenecientes a tres familias lingüísticas, la sinotibetana, la altaica y la áustrica. El cuadro I.5 muestra las principales lenguas de China:

    CUADRO I.5. Lenguas más habladas de China (más de cinco millones de hablantes)

    El mandarín, originalmente la lengua de Pekín, es la más hablada del mundo. Desde hace 50 años es el idioma oficial de China, donde se le llama pŭtōnghuà (lengua oficial o lengua común). Se utiliza en la enseñanza y todos los chinos deben llegar a hablarlo. Pese al enorme esfuerzo realizado en los últimos 50 años para convertirlo en la auténtica habla común, este propósito está lejos de alcanzarse. Pero el medio que permite la comunicación entre todos los chinos es la escritura, ya que los ideogramas que la componen son comunes a todas las lenguas chinas, independientemente de que hablen de manera diferente en cada una de ellas. En el capítulo XIII analizo con mayor profundidad el tema de los idiomas y la escritura china.

    II. SÍNTESIS HISTÓRICA

    ¹

    LAS barreras que aíslan a China, desde los picos del Himalaya hasta los desiertos de Asia central y el inmenso Pacífico, explican en parte las sui géneris características de la civilización y cultura chinas durante su milenaria historia. Es la única de las grandes potencias cuya historia y cultura se remontan sin interrupción hasta la Antigüedad. La primera dinastía cuya existencia está plenamente documentada es la Shang, que abarcó del siglo XVIII al XI antes de nuestra era. La preceden en más de un milenio las civilizaciones egipcia, sumeria y las del valle del Indo, pero la china es la única que se ha mantenido de manera continua. Las civilizaciones egipcia y mesopotámica se extinguieron por los embates de sucesivos pueblos invasores que fueron imponiendo sus costumbres, sus lenguas y sus religiones. El Imperio romano cayó tras varios siglos de esplendor. La civilización china tuvo también eras de florecimiento y decadencia pero, a diferencia de otros imperios, siempre renació para alcanzar nuevos periodos de prosperidad. El apogeo del Imperio romano de los siglos I y II d.C. coincidió con el de China bajo la dinastía Han. Aquél cayó en 476 d.C., cuando China pasaba por una etapa de decadencia temporal llamada de fragmentación.

    En diversas épocas de su milenaria historia, China ha sido el país más poderoso de la Tierra. Después de las catástrofes que padeció desde mediados del siglo XIX, China se yergue actualmente con extraordinario empuje y a principios del siglo XXI es ya, otra vez, una de las mayores potencias mundiales.

    En China, la civilización, las lenguas, las costumbres y la población básica —la población han o china propiamente dicha— provienen de manera directa de la Antigüedad. Ni siquiera existen mitos o leyendas, como en casi todos los países, de migraciones de tribus que de otras latitudes llegaran a poblar su territorio, habitado ya desde la más remota prehistoria. Por todas estas razones, de ningún país se tiene sensación tan clara de continuidad como de China. La escritura china actual, por ejemplo, se origina en los caracteres usados en la época Shang, hace unos 33 siglos. Ello explica el sentimiento de superioridad y la xenofobia que durante siglos caracterizaron al pueblo chino, al que en su idioma se le llama desde la Antigüedad el país del centro o país del medio, con lo que se quiere dar a entender que China es el centro del mundo y que fuera del centro, todo es atraso y barbarie. Y ciertamente, los países vecinos siempre se caracterizaron por sus culturas más atrasadas. En chino antiguo, como en griego, extranjero se dice bárbaro.²

    CUADRO II.1. Cronología condensada de la historia china y algunos datos relevantes de la historia mundial

    CRONOLOGÍA CONDENSADA DE LA HISTORIA DE CHINA

    Sintetizar en pocas páginas la riquísima y compleja historia de China es tarea imposible. Lo que pretendo es ofrecer sólo una idea de las grandes líneas de su evolución. El cuadro II.1 muestra una cronología condensada de la historia china, así como algunos datos relevantes de la historia mundial.

    DINASTÍAS DE 2205 A.C. A 220 D.C.

    A China la gobernaron durante más de dos milenios emperadores pertenecientes a sucesivas dinastías. Ellos procuraron, en general, guiarse por el principio moral de dar una vida adecuada al pueblo. A partir de la dinastía Zhou, iniciada en 1027 a.C., cada nueva dinastía proclamó su legitimidad por medio de un Mandato del Cielo. Cuando desastres naturales o derrotas militares sumían al pueblo en hambrunas y en crisis económicas, se concluía que el emperador había perdido el favor del Cielo. Estallaban entonces revueltas y quien resultaba triunfador en ellas, el nuevo Hijo del Cielo, ascendía al trono e instauraba una nueva dinastía. Los historiadores de la corte han dejado testimonios muy completos de las diversas dinastías que han gobernado China.

    La dinastía Xia (2205-1776 a.C.) se ha tenido por mítica, pero recientes descubrimientos arqueológicos pudieran llegar a confirmar su existencia.

    La dinastía Shang (1776-1027 a.C.) es la primera históricamente documentada. La patria de los Shang era la gran llanura del norte de China, en el valle del río Amarillo. Establecieron centros urbanos, llevaron a su perfección la metalurgia del bronce e inventaron la peculiar escritura de las lenguas chinas. Los caracteres más antiguos datan de aproximadamente 1300 a.C. y aparecen escritos en huesos y caparazones de tortuga. De esa dinastía proviene la creencia de los chinos —que ha persistido durante milenios— de que su patria era el centro del mundo, rodeado de pueblos bárbaros.

    La dinastía Zhou (1027-221 a.C.), la más larga de la historia china, se divide en los periodos Zhou occidental (1027-771 a.C., con capital cerca de Xian) y Zhou oriental (771-221 a.C., con capital cerca de Loyang). El Zhou oriental suele dividirse en el periodo de Primavera y Otoño (771-481 a.C.) y el periodo de los Estados Combatientes (403–221 a.C.). Este último lapso se caracterizó por las continuas luchas de diversos estados chinos en busca de la supremacía. Durante el mismo periodo Zhou oriental y en curiosa simultaneidad con el florecimiento de la filosofía griega, vivieron los fundadores de la filosofía china, Lao Tse (siglo VI a.C.), iniciador del laoísmo, y Confucio (551-479 a.C.), cuyas enseñanzas constituyeron la base oficial del gobierno chino por más de 2 000 años. El filósofo Mencio (372?-289) también vivió durante esta época. A ellos regresaremos en otro capítulo.

    La dinastía Qin (221-206 a.C.), de muy corta duración, fue fundamental en la historia china. Zheng, rey de Qin, terminó en 221 la conquista de todos los reinos chinos, cuya unificación ocurrió por primera vez. Convencido de que su dinastía sería eterna, cambió el nombre de rey (wang) por el de emperador (huangdi) y se autonombró Primer Emperador (Shi Huangdi). Qin Shi Huangdi estableció un sistema uniforme de impuestos y de medidas en todo el país, implantó el uso de una sola moneda y estandarizó la escritura china, que prácticamente no sufrió cambios hasta la simplificación de los ideogramas en 1958. Se unieron tramos separados de murallas construidas para proteger a los reinos anteriores de las incursiones de tribus bárbaras, y a partir de 214 a.C. se construyó la primera versión de lo que conocemos como la Gran Muralla China, tarea que requirió el trabajo forzado y la muerte de cientos de miles de personas. Lo mismo ocurrió con la edificación de la propia tumba de Qin, resguardada por todo un ejército de guerreros de terracota en el gigantesco mausoleo de Xian, al cual me referiré en el capítulo V.

    Escribe Flora Botton que

    una de las características de Qin fue el antiintelectualismo del que hizo alarde el Primer Emperador. Influido por la doctrina legalista que no creía ni en el código moral confuciano ni en el ejemplo del pasado, ordenó la destrucción de casi todos los libros, menos los de medicina, agricultura y adivinación. Esta quema de libros ha sido considerada por muchos historiadores tradicionales como la peor inquisición literaria, aunque en épocas posteriores habrá persecuciones aún más despiadadas.³

    Veintidós siglos después, Mao Zedong se comparó con Qin Shi Huangdi, a quien admiraba profundamente. Como veremos más adelante, el gobierno de Mao tuvo notables semejanzas con el del Primer Emperador.

    Lo que sería la dinastía eterna instaurada por el Primer Emperador sólo duró 15 años, tras los cuales se inició la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.). Durante ésta, China conoció una era de apogeo y prosperidad. Aunque la unificación de China se logró con Qin, el verdadero principio del Imperio chino, con sus características peculiares y sus instituciones, ocurre en tiempos de la dinastía Han. Incluso el nombre han se dio al pueblo chino propiamente dicho, para diferenciarlo de las minorías étnicas de China.

    Gao Zu, el primer emperador han, mantuvo el sistema nacional de medidas pero abolió las severas leyes de Qin y sólo utilizó la fuerza cuando lo juzgó inevitable. La combinación de determinación y flexibilidad de Gao Zu y de sus sucesores consolidó al imperio. Comenzó una era de prosperidad y confianza. La población aumentó y, de acuerdo con el censo del año 2 d.C., alcanzó la cifra de 57 671 400 personas, cifra superior a la población del Imperio romano según el censo de Augusto unos años después.

    Tras una interrupción ocasionada por una revuelta, se restableció el periodo Han en 23 d.C. El emperador Guang Wu Di (25-57 d.C.) cambió la capital de Chang’an a Luoyang, al este, y fundó lo que se conoce como dinastía Han oriental. Con él se recuperó la prosperidad del país.

    La adscripción de funcionarios seleccionados en función de sus resultados en exámenes y no de su posición social fue innovación de los han que perduraría en China en las dinastías posteriores, aunque en grados muy diferentes de cumplimiento. El conocimiento de los textos de Confucio se convirtió desde el siglo I d.C. en materia fundamental de los exámenes, pues era requisito que los funcionarios al servicio del emperador tuvieran una sólida formación moral.

    El segundo emperador enfocó su esfuerzo en recuperar el control de Asia central, lo cual se logró con Ban Chao, uno de los más grandes generales chinos. En su expedición más importante, Ban Chao dirigió un ejército de 70 000 soldados, pasó las montañas de Pamir y llegó hasta el mar Caspio, casi a las puertas de Europa. Desde allí envió representantes para establecer relaciones con Partia (Persia), Mesopotamia y el Imperio romano. Arribaron hasta el golfo Pérsico pero desistieron del intento de llegar a Roma, entonces gobernada por el emperador Nerva (97 d.C.).

    Es notable que no haya existido contacto directo entre las dos superpotencias de la época, el Imperio chino y el Imperio romano. De la información recabada por el general Ban, que regresó a China en 102 d.C., y del trato posterior con comerciantes griegos que visitaron China, resulta claro que los chinos sabían más de Roma que los romanos de China. Dice un relato chino de algunos años después:

    El pueblo de Ta Ts’in [Roma] tiene, como los han, historiadores e intérpretes de lenguas extranjeras. Las murallas de sus ciudades son de piedra. Llevan el pelo corto, vestimenta bordada y andan en muy pequeños carruajes. Sus dirigentes gobiernan durante un periodo corto y son escogidos entre los hombres más valiosos […] Los romanos son de elevada estatura. Se visten de manera diferente a los chinos. Su país produce oro y plata, toda clase de bienes preciosos, ámbar, vidrio y huevos gigantes [de avestruz].

    A través de Partia obtienen seda de China, que luego tejen finamente […].

    Los romanos son honrados. Los precios son fijos y los granos siempre baratos. Los graneros y el tesoro están siempre llenos. Los pueblos de An Hsi [¿Siria?] impiden a los romanos llegar hasta nosotros por tierra, pues los caminos están infestados de leones y hay que viajar en caravana y con escolta militar. Los primeros enviados de los romanos arribaron en 166 d.C. Desde entonces, sus comerciantes vienen con frecuencia a Jih Nan (Tongking).

    En el siglo I d.C. el historiador latino Plinio el Viejo escribió unas pintorescas líneas acerca del gusto de las jóvenes romanas por

    Enjoying the preview?
    Page 1 of 1