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SPIVAK VS.

CORONIL

TEORIA LITERARIA LATINOAMERICANA Y


EL LOCUS DE ENUNCIACIÓN DESDE AMERICA LATINA

Alexandra Astudillo Figueroa

LA CRITICA LITERARIA ENTRE LA “RE-PRESENTACION” Y EL “HABLAR POR”

Alfonso Reyes y Henríquez Ureña asumen la tarea del ejercicio crítico literario como una
suerte de re-presentación (Spivak, 1998: 181) es decir como el ejercicio de volver a
presentar lo latinoamericano en su versión “autentica, verdadera” develando lo que ha
estado oculto por o que ha sido subordinado a lo europeo. Al emprender esta tarea y
concentrarla en el criollo mestizo intelectual comprometido, lo que hacen es consolidar el
carácter jerárquico de la diferencia, pues Europa sigue siendo el modelo a imitar, dialogar,
comparar; además esencializan y naturalizan la representaciones de “ lo latinoamericano” y
reproducen a pesar de sí mismos, las relaciones asimétricas de poder que pretenden
desestructurar.

Rama desde la categoría del letrado niega la posibilidad de una representación otra y, al
igual que Mariátegui y Fernández Retamar, asume la representación como el ejercicio
“hablar por” (Spivak, 1998: 181). A través de esta estrategia y la literatura son los espacios
donde los marginados de siempre por la “cultura oficial” podrían hacer oír su voz. No
obstante, su mediación como intelectuales reproducen nuevamente, aunque de manera más
velada, las mismas correlaciones de poder que se pretende superar, así, la mediación del
intelectual transforma la diferencia en jerarquía, construye como objeto natural de
representación aquello que quiere representar y de esta manera idealiza la condición de la
hibridez de lo latinoamericano.

Estos posicionamientos dejan entre ver que no hay representaciones neutras de la realidad,
que lo que existen son representaciones histórica y geográficamente situada y que asumir
una representación implica ubicarse en un determinado ámbito de poder/ saber (Coronil,
1998: 131). Los textos literarios así como el ejercicio crítico sobre ellos no son
representación de algo externo sino que están inscritos dentro de un juego de
representaciones que mueven campos inscritos en una colonialidad de saber y de poder.

La condición de subalternidad latinoamericana creada por dicha colonialidad de saber y de


poder ha reproducido en América latina relaciones asimétricas que homogenizan bajo el “
nosotros latinoamericanos” diferencias de toda índole. Esto nos lleva a retomar la pregunta
que hace Gayatry Spivak ¿Can the subaltern speak? (1994) y cuestionarnos a la vez sobre
la posibilidad que tiene la crítica literaria de hablar “sobre o desde” América Latina y “del o
desde” el sujeto latinoamericano “como dos situaciones enunciativas, atravesadas
institucionalmente, por una relación desigual de saber-poder” (Richard, 1997:345)

En su texto, Spivak reflexiona sobre las condiciones para hablar que tiene el subalterno en
un marco de renuncia del imperialismo. Si consideramos que la crítica literaria de los
autores que hemos analizados entra en conflicto “hegemonía del eurocentrismo como
perspectiva del conocimiento” (Coronil, 2000:53) de la que todavía no pueden
desprenderse, cabría preguntar cómo construir las condiciones que permitan perfilar y
definir la “enunciación de locus de enunciación” (Coronil, 2000:53) de una teoría literaria
latinoamericana desarrollada a contra pelo de posiciones asimétricas colonialistas.

Cuando analiza la posibilidad de enunciación de la subalternidad, Spivak sostiene que la


relación entre el subalterno y la hegemonía es una relación suplementaria, que el subalterno
esta ahí para ser hablado: que, de alguna manera, sustituye al intelectual, es un
suplemento de la intelectualidad porque es lo que el intelectual necesita para poder ver (
Spivak, 1998:181). Señala que el papel del intelectual ha sido mostrar que el no va a hablar
por los subalternos, sino que ellos hablaran por sí mismos (1998:196). Al sostener que el
intelectual no puede hablar por el subalterno, sino que es este que tiene que hablar, hace
explícita la posición que asume el intelectual quien se constituye en una especie de sujeto
transparente que permite servir a otro. Como dice Spivak “la escena de la escritura (su
Darstellung) disimula la elección de una necesidad de héroes, de apoderados paternales y
de agentes de poder( su Vertretung) (1998: 187). Las propuestas de la crítica literaria
latinoamericana que hemos analizado, en busca de dejar salir al “otro” latinoamericano,
consolidan las figuras del criollo, mestizo, intelectual comprometido, letrado y literato como
sujetos transparentes a través de los cuales puede surgir la “autenticidad” latinoamericana:
y hacen de la escritura el espacio donde es posible disimular la permanencia de agentes de
poder.

Lo que Spivak desarrolla es una suerte de política de subalternidad; sostiene que el


subalterno nunca va a hablar porque es una estrategia textual de los intelectuales para
quedar transparentes en la operación de su propia escritura, una estrategia que utiliza para
ocultarse (1988:193). Al hacer este análisis, Spivak propone una subalternidad que no es
una entidad sino mas bien una posición estratégica. No propone una clase, ni un nuevo
sujeto, ni una esencia, sino una posición estratégica frente a lo hegemónico (Rodríguez).

Frente a esta teorización de la subalternidad, cabría preguntarse sobre el trabajo de la


crítica literaria latinoamericana y su relación con la condición periférica, regional, indígena,
negra latinoamericana. En las propuestas que se han analizado existe, por un lado, un
proceso relacionado en el que la complejidad de la condición híbrida, mestiza, heterogénea
de la realidad latinoamericana se explica desde un proceso en que subalterniza la diferencia
a modelos europeos, para poder reconocerla; y, por otro lado, hay un proceso de
representacional en el que se sigue hablando por el subalterno y asumiendo una posición
que identifica la existencia de empiricidades que existen más allá de la representación
plenamente objetivas frente a un sujeto capaz de representarlas. Esto hace que se idealice
la condición diferencial latinoamericana y que al hacerlo se naturalice y se esencialice.

Surge, entonces la inquietud de cómo replantear el rol del intelectual de América Latina,
cuál es la posición que debe asumir, cómo puede construir un discurso desde su condición
de subalternidad; en suma: quién es el intelectual. Para tratar de reflexionar sobre estos
aspectos sería interesante analizar la posición de Fernando Coronil respecto al texto de
Spivak. Coronil, en su texto Listening to the subaltern : postcolonial studies and the
neocolonial poetics of subaltern states (2000), manifiesta dos preocupaciones. La primera
de ella está relacionada con una suerte de esencialismo que él encuentra en el texto de
Spivak Can the Subaltern Speak. Así Coronil dice : “si leo correctamente, ella quiere decir
que el subalterno es mudo por definición, la subalternidad no puede incluir algo como
agentes activos, como resistencia organizada” (2000:43). Frente a esta situación, Coronil
propone que veamos al subalterno “como un agente de construcción de identidad que
participa, bajo determinadas condiciones dentro de un campo de relaciones de poder en la
organización de su múltiple subjetividad y posicionalidad” (2000:44).
Dado el carácter enormemente heterogéneo de nuestras sociedades latinoamericanas,
considero que esta posición de Coronil resulta de un importante valor epistémico para
abordar problemáticas sociales en las que “hay tiempos y lugares donde los sujetos
aparecen en el estado social como actores subalternos, así como hay tiempos y lugares en
los cuales ellos desempeñan roles dominantes”(2000:44).

Una segunda preocupación que manifiesta Coronil, es el problema de la agencia del


subalterno. Señala que Spivak reconstruye “al subalterno no sólo como un sujeto unificado,
el cual no puede hablar, sino como un objeto mudo posicionado fuera de la agencia”
(Coronil, 2000:43). Frente a esto, Coronil señala que una “visión relacional y situacional del
subalterno puede ayudar a evitar esa polaridad de nosotros y ellos que subyace en el
análisis de Spivak y escuchar las voces subalternas que hablan desde varias posiciones
subordinadas” (2000: 46). La noción de una subalternidad relativa o relacional que
introduce Coronil, permitiría dar cuenta de la compleja constitución de agencia en los
contextos latinoamericanos, tanto de los que son identificados como subalternos como de
aquellos que, no siendo identificados como tales, son subalternizados bajo diferentes
circunstancias.

Si concebimos a la subalternidad como una posición estratégica frente a lo hegemónico


(Spivak) y como un concepto relacional (Coronil ) que permite romper binarismos
excluyentes, la subalternidad no puede entenderse como una posición de clase homogénea,
única y esencial, tiene que entenderse como una situación yuxtapuesta y dislocada. La
reescritura constante de la subalternidad necesita del intelectual para existir.

Pero esa relación que se establece entre subalternidad y hegemonía no es dialéctica, no es


el subalterno con conciencia para sí que va a derrocar al otro, es descontuccionista. Quizá
esta posición permita construir una teoría crítica latinoamericana “a partir de los saberes
relegados y subalternizados no ya como una búsqueda de lo auténtico, sino como una
manera de pensar críticamente la modernidad desde la diferencia colonial”(Mignolo, 2000ª:
9).

Finalmente podríamos decir que Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, José Carlos
Mariategui, Ángel Rama y Roberto Fernández Retamar, desarrollaron un importante
esfuerzo por desenmascarar las miradas que leían a América Latina desde una diferencia
colonia, que para ellos era perfectamente definible; y trataron de delinear las estrategias,
identificar los recursos y proponer los mecanismos a través de los cuales se podría hablar de
un “nosotros” latinoamericanos desde “nosotros”.

En sus intentos por revertir la influencia eurocéntrica y constituir un locus de enunciación


latinoamericano, lo que han hecho en su propuestas ha sido separar el objeto de estudio,
representado como algo externo, de un sujeto todavía marcado por una dependencia
colonial en el acto de conocimiento. Esto ha llevado a ignorar y enmascarar dentro del
discurso literario latinoamericano que hemos revisado las estructuras de saber-poder desde
las que se constituye el objeto, el sujeto y la practica teórica. Esta crítica literaria
latinoamericana se ha fundamentado sobre la constitución de un sujeto intelectual criollo /
mestizo, es decir, sobre un proceso de autoidentificación que está concebido desde una
diferencia colonial que ha impedido la reflexión sobre las políticas de su propia práctica
discursiva. No obstante, recorrer sus paso nos permite encontrar importantes fundamentos
sobre los cuales seguir pensando las posibilidades de hacer crítica literaria latinoamericana y
su aporte a la construcción de nuestras sociedades.
Lo que sugiere la lectura de Spivak y Coronil, es la necesidad de asumir la tarea crítica y,
por lo tanto, la teoría critica como una estrategia textual, que permita hablar desde una
subalternidad latinoamericana, no como esencia o constitución de un nuevo sujeto, sino
como estrategias descontructivas de resistencia, a través de estructuras suplementarias que
descontruyen ciertas estrategias de poder. La representación, según estos autores, debe ser
entendida como poder y resistencia.

BIBLIOGRAFÍA

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imperialistas” en Santiago Castro-, Gómez y Eduardo Mendieta, coords. Teorías sin
disciplina, latinoamericanos, poscolonialidad y globalización en debate. San Francisco, CA,
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