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Material compilado por Prof.

Claudio Lassevich

El pasaje del mito al logos y los primeros


filósofos jonios: Tales y Anaximandro de Mileto
EL PASO DEL MITO AL LOGOS EN GRECIA
Según el Diccionario de filosofía en cd-rom de editorial Herder.

Expresión con la que se hace referencia al origen de la filosofía como superación de las
formas míticas y religiosas de pensamiento y al advenimiento de un pensamiento racional que
incluye tanto la filosofía como la ciencia.
El origen de esta forma superadora del pensamiento mítico se sitúa en la Grecia del siglo VI
antes de nuestra era, más concretamente en Jonia, y es obra fundamentalmente de los filósofos de la
escuela de Mileto: Tales, Anaximandro y Anaxímenes. Siguiendo a Guthrie, se podría decir que tal
paso «se produjo cuando empezó a cobrar forma en las mentes de los hombres la convicción de que
el caos aparente de los acontecimientos tiene que ocultar un orden subyacente, y que este orden es
el producto de fuerzas impersonales». (...) Esto supone un logro extraordinario ya que, en el
contexto de la época en que se produjo, lo normal y más probable eran las explicaciones de orden
sagrado, religioso y mítico que apelaban a seres personales y sobrenaturales con poderes
extraordinarios. (En un período ya tardío Epicuro señala, de manera contundente, el abandono del
mito para dar lugar a la explicación racional: «basta con que se excluyan los mitos; cosa que es
posible, si en perfecto acuerdo con las apariencias o fenómenos, los consideramos como signos de
lo que no aparece», Carta a Pitocles, 71).
Pero si bien la mayoría de los autores están de acuerdo en señalar en los milesios el origen
del pensamiento filosófico y científico-racional, no hay una interpretación única de las causas que
produjeron tal paso del mito al logos. En este sentido fue famosa la polémica que enfrentó a Burnet
con Cornford. Según Burnet los filósofos jonios habían franqueado «la vía que la ciencia, a partir
de este momento, no ha tenido más que seguir». Esta idea implicaba la suposición de que el
pensamiento racional - la filosofía en su forma originaria - había hecho aparición de un modo
repentino, sin historia previa que investigar, como una «milagro» griego debido a las supuestas
peculiaridades del espíritu griego. Esta tesis del «milagro griego» no explicaba realmente nada y,
además, mostraba un cierto eurocentrismo al no querer tampoco reconocer las influencias de los
saberes babilonios y egipcios sobre los primeros pensadores griegos. Ante dicha concepción,
Cornford sostuvo la tesis (en De la religión a la filosofía, 1912 y en Los orígenes del pensamiento
filosófico griego, 1952), según la cual la cosmología de los primeros jonios procedía de una
reinterpretación y prolongación de los mitos cosmogónicos y teogónicos griegos (narrados por
Homero y Hesíodo, ver texto 1 y texto 2 ). (...) Esta segunda versión de los mitos cosmogónicos
[de Hesíodo] actuó como modelo a las primitivas abstracciones de los físicos jonios: aquello que en
el mito son poderes naturales personificados, en los milesios son cualidades abstractas naturales: lo
que son se explica por las cualidades empíricamente conocidas, aunque pensadas abstractamente y
generalizadas. De esta manera dice Cornford que «en la filosofía, el mito está racionalizado».
A partir de Cornford no se pone en duda el papel sistematizador de Hesíodo, pero no puede
aceptarse que la filosofía sea simplemente una racionalización de los mitos. Para Hesíodo los
orígenes de la tierra, del cielo, del océano y de todo cuanto contienen, todavía es fruto de
matrimonios y de la procreación entre personajes sobrenaturales, y todavía manifiesta una excesiva
proyección de la estructura social misma en los relatos míticos. No obstante, se reconoce que
influyó directamente en el afán de encontrar un orden más allá del caos, y en la búsqueda de un
único arkhé. Además, se debe reconocer la influencia que ejercieron los saberes técnicos de los
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antiguos babilonios y de los egipcios, aunque es cierto que estos pueblos habían desarrollado
técnicas eficientes, mediante un proceso de ensayo y error y mediante la búsqueda de correlaciones,
pero nunca se habían preguntado por los fundamentos de dichas técnicas ya que, en sus culturas, el
ámbito de las causas seguía estando dominado por el dogmatismo religioso.
La conjunción de los factores sociales (el fin de la monarquía micénica y los cambios
sociales correspondientes; la ausencia de castas sacerdotales entre los griegos del S. VI a.C.; el afán
sistematizador de Hesíodo y la influencia de los saberes de otros pueblos, juntamente con la misma
situación geográfica de Jonia en un cruce de civilizaciones) es la que permite entender este «paso
del mito al logos», en el que jugó también un papel importante el desarrollo de una escritura
alfabética.
Como fruto de estos procesos surgió un pensamiento que excluye la presencia de dioses
como explicación de la naturaleza y la presencia de un pensamiento abstracto que se constituirá en
el fundamento de la inteligibilidad de los procesos naturales sometidos al cambio: el lógos o razón,
que se entenderá como una ley universal. El primer elemento dependió de su relación con el mito
cosmogónico griego racionalizado; para entender el segundo, hay que recurrir al proceso histórico
de la constitución de la polis griega como elemento determinante de la aparición de la racionalidad:
La razón griega aparece como hija de la ciudad, de la polis. En ambos procesos jugaron un papel
destacado la transmisión del saber mediante la palabra escrita y no ya meramente por tradición oral
y la actitud crítica.

PRESOCRÁTICOS
Selección del artículo del Diccionario de filosofía de José Ferrater Mora. Barcelona, Ariel, 1998.

Es usual considerar como primer período de la filosofía griega el de los llamados


“presocráticos”. Comprende todos los pensadores y escuelas filosóficas anteriores a Sócrates; por
lo tanto, Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxímenes, Diógenes de Apolonia, Pitágoras y los
primeros pitagóricos (llamados también los viejos pitagóricos), Heráclito de Éfeso, Jenófanes de
Colofón, Parménides de Elea, Zenón de Elea, Meliso de Samos, Empédocles, Anaxágoras, Leucipo,
Demócrito, etc. (...) Una característica común de los presocráticos es su preocupación por el
cosmos y por su realidad última por lo cual el período presocrático es llamado con frecuencia
también “período cosmológico”. Sin embargo, hay que tener presente que, aunque justa, tal
característica representa una cierta simplificación, por cuanto el problema del hombre y de su
acción moral desempeña asimismo un papel importante en varios de los citados pensadores
(Pitágoras y Demócrito, por ejemplo). A veces el período de los presocráticos es llamado también
“período pre-ático”, por preceder al florecimiento de la especulación filosófica en el Ática, durante
la época de los sofistas y Sócrates. Un rasgo común de los presocráticos es el hecho de que hayan
podido aplicárseles varios nombres, y todos ellos justificados: también el de sabios, el de físicos y
el de fisiólogos. Otro rasgo común de los presocráticos es el haber suscitado, a través de sus
especulaciones cosmológicas y cosmogónicas, muchos de los problemas capitales de la ulterior
metafísica.
(...)
Se ha planteado el problema de si los presocráticos son o no los “primeros filósofos” y en
qué sentido puede entenderse “primeros”. He aquí varias respuestas:
a) Los presocráticos son, efectivamente, los primeros filósofos; como tales, son anticipadores,
ingenuos e inconscientes, de lo que solamente alcanzó madurez con Platón y Aristóteles.
b) Los presocráticos fueron los primeros filósofos, pero no en un sentido de anticipación ingenua e
inconsciente, sino en un sentido fundamental. En efecto, las posiciones fundamentales de la
filosofía occidental (por lo menos en metafísica) fueron ya tomadas por los presocráticos, de modo
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que la posterior historia de la filosofía consiste substancialmente en repetir y refinar lo que los
presocráticos formularon.
c) Los presocráticos fueron los “primeros filósofos” en el sentido de ser los “filósofos originarios”.
Según esta opinión, la historia de la filosofía no es un progreso, sino una busca del Ser en la cual no
hay perfeccionamiento al modo de la ciencia y de la técnica. Por lo tanto, todo regreso al
fundamento del Ser es un regreso hacia los presocráticos. (...)
d) No puede darse a los filósofos presocráticos el título de “primeros filósofos”. Por un lado, no
debe olvidarse la contribución del pensamiento “oriental” (Egipto, Asia Menor, Fenicia,
Mesopotamia). Por otro lado, hay otras manifestaciones filosóficas además de la de los
presocráticos que pueden considerarse como orígenes de la filosofía (China, India).
(...)

INTRODUCCIÓN A LOS PROBLEMAS DE LA FILOSOFÍA


PRESOCRÁTICA
Selección de El pensamiento antiguo; de Rodolfo Mondolfo.
Buenos Aires, Losada, 1952.

Entre el fin del siglo VII y los comienzos del VI a. de C., el problema cosmológico es el
primero en destacarse netamente como objeto de investigación sistemática distinta, del indistinto
complejo de problemas que ya ocupaban la mente de los griegos, aún antes del surgimiento de una
reflexión filosófica verdadera y propia. Este desarrollo sistemático es el resultado de varios
factores: la asimilación de conocimientos científicos (especialmente astronómicos y matemáticos)
provenientes de las civilizaciones orientales (y muy particularmente, de Mesopotamia y Egipto); la
acentuación del interés por la observación de la naturaleza, como consecuencia del desarrollo de la
navegación y de la colonización, de la agricultura y de la técnica; la mayor facilidad para observar
el mundo exterior y para aprehender las grandes líneas de los fenómenos mayores y de sus
vicisitudes regulares y constantes. De todo ello se deriva, en los comienzos de la filosofía griega, el
predominio del problema de la naturaleza: es decir, del principio primordial generador de todas las
cosas, del proceso de formación y del orden del cosmos, del ciclo de generaciones y disoluciones
de la realidad universal.
Pero los conceptos directivos y sistemáticos de las primeras concepciones naturalistas,
habiendo sido tomados del mundo humano y social, demuestran, con plena evidencia, que el
problema de la naturaleza está asociado a los relativos a la vida y la las creaciones del hombre y de
la sociedad. Ya notaba Platón (Sofista, 242 c), que también los filósofos naturalistas relatan una
especie de mitos, hablando de guerras, bodas y generaciones entre los elementos, y Aristóteles
(Metafísica, 982 y 984), acercaba el mitólogo al filósofo, y Hesiodo a Parménides, porque en el
origen del Cosmos, colocan igualmente a Eros... Pero, más importante aún, es el hecho de que el
concepto mismo de Cosmos deriva del mundo humano (orden de la danza, del adorno personal, del
ejército y del Estado), y también de él proviene el concepto de ley, sin el cual no se habría
constituido la idea de la naturaleza como totalidad orgánica.
Se cumple (como señala también Jaeger, Paideia, I), una proyeccción de la polis en el
universo, una transferencia al acontecer natural, de toda una familia de conceptos tomados en
préstamo de la vida jurídica: la causa (aitía), que ya anteriormente significaba “imputación”; la
justicia (Dike), primera forma de afirmación de una ley natural, que es todavía una ley jurídica con
su carácter imperativo y normativo y con el elemento de la sanción para los transgresores.
Entonces, si (con Anaximandro, Heráclito, Parménides, etc.) el orden humano es usado
como clave para la interpretación de la naturaleza, es evidente que él ha precedido al mundo natural
como objeto de reflexión, y que continúa siendo considerado como tal junto a él. Y, en efecto, en
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los filósofos naturalistas, los problemas morales y políticos y los intereses humanos de la vida
(individual y social; terrena y de ultratumba), están siempre presentes y discutidos; por eso,
justamente, el problema cosmológico no significa exclusión de los otros. Y, él mismo, como
investigación de un principio unitario y permanente del devenir múltiple y mudable del universo,
representa un afirmarse de la exigencias de la razón frente a los datos de la experiencia sensible
que, ya con Heráclito y Parménides, se afirma explícitamente, para constituir la primera posición
del
problema del conocimiento.

TALES Y ANAXIMANDRO DE MILETO


según Carpio en Principios de filosofía

Tales de Mileto
No sabemos lo que desearíamos acerca de Tales de Mileto, y lo que conocemos es más bien
anecdótico. No dejó nada escrito. Disponemos de referencias fragmentarias hechas por autores
posteriores que recuerdan incidentes memorables en su vida. Fue contemporáneo de Solón y
Cresos y su existencia se ubica entre el 624 y el 546 a.C. Durante una campaña militar contra
Persia parece ser que solucionó el problema logístico del ejército del rey lidio, que debía cruzar el
ancho río Halys,cavando un canal que desvió parte de la corriente y permitió construir sendos
puentes sobre dos ríos más angostos. Mientras viajaba por Egipto se las ingenió para obtener la
altura de las pirámides, merced al simple procedimiento de medir la sombra por ellas proyectada en
el momento del día en que la sombra del hombre es igual a la altura de éste. Fue seguramente
también en sus viajes a Egipto cuando aprendió el modo de predecir el eclipse de sol del 28 de
mayo del año 585 a.C. Con sentido práctico construyó, estando en Mileto, un instrumento
destinado a medir la distancia de los barcos divisados en el mar, y como una ayuda a la navegación
sugirió a los marineros que observaran la constelación de la Osa Menor como la guía más segura
para determinar la dirección del Norte.
Parece inevitable que esas anécdotas sean atribuidas a un hombre como Tales. Platón, en su
Teeteto, escribe sobre “la chanza que una ingeniosa criada traciana hizo a Tales cuando éste cayó en
un pozo mientras contemplaba las estrellas; le dijo que por estar tan ansioso de mirar el cielo no
había visto lo que tenía ante sus pies”. Platón añade “que esta chanza es aplicable a todos los
filósofos”, ignorando aparentemente otro incidente de la vida de Tales que parecería establecer una
aguda referencia a su persona. En su Política, Aristóteles escribe: “Hay... una historia referida a
Tales de Mileto: Es una historia respecto de un plan para hacer dinero; atribuida a Tales a causa de
su reputación de sabio... Se le había reprochado su pobreza, la cual mostraba la inutilidad de la
filosofía; pero recurriendo a sus conocimientos de meteorología (dice la historia) advirtió la
inminencia de una gran cosecha de aceitunas para el próximo verano y, teniendo una pequeña suma
a su disposición, se anticipó a alquilar todas las prensas de aceituna existentes en Mileto y en
Chios, procediendo a obtener el más bajo precio ante la ausencia de otras ofertas. Cuando llegó la
estación y se produjo una repentina y general demanda de prensas, él pudo ofrecer aquéllas de que
disponía al precio que se le ocurrió; hizo así una considerable fortuna y tuvo éxito en probar que a
los filósofos les es fácil así hacerse ricos si lo desean, aunque no sea éste el objetivo que los
ocupa.” Pero Tales es famoso no por su sabiduría general o por su habilidad práctica, sino porque
abrió una nueva área al pensamiento, con lo cual ha ganado legítimamente el título de primer
filósofo.
La nueva búsqueda de Tales se dirigió a la naturaleza de las cosas. ¿De qué está hecho todo
o qué clase de “sustancia” entra en la composición de las cosas? Lo que Tales procuraba plantear
con estas preguntas era el hecho de que existen diversas clases de cosas, como tierra, nubes,
océanos, y que algunas cambian de vez en cuando deviniendo algo distinto, y también que en
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ciertas circunstancias se asemejan a otras cosas. La única contribución de Tales al pensamiento ha


sido su noción de que, a pesar de las diferencias entre las cosas hay, sin embargo, una básica
similitud entre ellas, que lo mucho está relacionado con lo Uno. Supuso que un elemento simple,
alguna “sustancia” que contenía su propio principio de acción o cambio, está en el fundamento de
toda la realidad física; este Uno o sustancia fue, para él, el agua.
Aunque no disponemos de registro de cómo llegó a la conclusión de que el agua es la causa
de todas las cosas, Aristóteles escribe que Tales pudo haber llegado a eso mediante la observación
de los simples hechos, “quizá de que todo se nutre de humedad, y que el calor se genera desde la
humedad y es conservado por ella... Llegó a esa conclusión al observar que las semillas de todas
las cosas son de naturaleza húmeda, y que el agua está en el origen de la naturaleza de las cosas
húmedas”. Otros fenómenos, tales como la evaporación y el congelamiento, también sugieren que
el agua adopta diversos estados. Pero la observación de Tales respecto de la composición de las
cosas es, con mucho, menos importante que el haber planteado la pregunta respecto de la naturaleza
del mundo. Su pregunta inició un nuevo tipo de investigación, aunque puedan discutirse sus
méritos, y al margen de la aceptación o rechazo sostenidos en futuros análisis. A pesar de su idea
de que “todas las cosas está llenas de dioses”, idea que aparentemente no tiene significación
teológica, y a la cual volvió en un intento por explicar el poder de las cosas, como el poder
magnético de ciertas piedras, Tales modificó las bases del pensamiento remplazando la invención
mitológica por la búsqueda científica. Otros habrían de seguirlo retomando su punto de partida,
con diferentes soluciones, pero siempre con el mismo problema por delante.

Anaximandro de Mileto
Un contemporáneo más joven y discípulo de Tales fue Anaximandro. Coincidió con su
maestro en que hay solo una sustancia básica de donde todo proviene. Sin embargo, Anaximandro
decía que tal sustancia no es ningún elemento específico o determinado, argumentando que el agua
y todas las demás cosas finitas son solo variaciones o manifestaciones de algo más primario. Bien
puede ser, pensaba, que el agua o la humedad se hallen en diversas formas, pero el agua es solo un
elemento entre muchos otros, y todos ellos requieren algo más elemental como origen común. La
sustancia primaria de donde todo proviene, decía Anaximandro, es algo indefinido o sin límites. De
este modo, distingue las cosas específicas y determinadas de su origen, llamando a la sustancia
primera lo ilimitado indeterminado. Mientras las cosas reales son específicas, su origen es
indeterminado y, mientras las cosas son finitas, la sustancia original es infinita e ilimitada.
Además de proporcionar una nueva idea acerca de la sustancia original de las cosas,
Anaximandro avanzó en la empresa de la filosofía intentando alguna explicación para su nueva
idea. Tales no había tratado de aclarar cómo la sustancia primaria originaba las diferentes cosas
que vemos en el mundo, mientras que Anaximandro se aplicó precisamente a esta cuestión.
Aunque su explicación pueda parecer extraña, representa un avance en el conocimiento, en la
medida en que es un esfuerzo por tratar hechos conocidos a partir de los cuales puede ser formulada
una hipótesis, en lugar de explicar los fenómenos naturales en términos míticos y no discutibles.
Aun lo que Anaximandro dice acerca del origen de las cosas tiene el sabor de la especulación
valiente, porque, al describir lo ilimitado indeterminado como la sustancia primaria no originada e
indestructible, se refiere a ella como si tuviera también movimiento eterno. Como una
consecuencia de este movimiento, los diversos elementos específicos vienen a estar “separados” de
la sustancia original, y así “hay un movimiento eterno que coincide con los cielos”. Pero al
principio lo caliente y lo frío estaban separados y de ambos derivó lo húmedo; luego, de éstos
derivaron la tierra y el aire. Después Anaximandro trató de explicar los cuerpos celestes y las
corrientes de aire alrededor de la Tierra en lo que parece ser una explicación mecánica del
movimiento ordenado de las estrellas. Enseñó que la Tierra es de forma cilíndrica, en contraste con
Tales que dijo que era chata como un disco y flotaba en el agua. En cuanto al origen del hombre,
Anaximandro afirmó que toda vida, incluyendo la del hombre, viene del mar y que, en el curso del
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tiempo, todas las cosas vivas pasaron del mar a la tierra seca. Sugirió que el hombre proviene de
seres de un orden diferente, argumentando el hecho de que otras criaturas rápidamente llegan a ser
autosuficientes, mientras que el hombre necesita de ayuda prolongada, y que por tal razón no
hubiera sobrevivido si la actual fuese su forma originaria. Comentando el relato de Anaximandro
acerca del origen del hombre, Plutarco afirma que los sirios “realmente reverencian al pez como
una raza similar y nutricia. En esto filosofan más convenientemente que Anaximandro porque él
declara no que los peces y los hombres tengan los mismos ancestros, sino que originariamente
estuvieron dentro de los peces y que habiendo sido nutridos -como escualos- y habiendo logrado la
capacidad de velar por sí mismos, llegaron a la Tierra y se posesionaron de ella”. Volviendo
nuevamente a la vasta escena cósmica, Anaximandro pensó que había varios mundos y varios
sistemas de universos que existían al mismo tiempo, todos ellos perecederos y sucediéndose su
formación y su destrucción. Este proceso cíclico era para el de una “necesidad” rigurosa,como el
conflicto de fuerzas opuestas en la naturaleza causaba lo que llama poéticamente “injusticia”,
convocando su definitiva destrucción. En la única sentencia que ha perdurado de sus escritos,
Anaximandro resume su pensamiento diciendo, algo poéticamente, que “a la fuente de donde todas
las cosas surgen, deben retornar necesariamente, cuando se destruyen, porque ellas sufren castigo y
hacen reparación mutua por su injusticia, según la orden del tiempo.”

(… sigue con Anaximenes...)

Aunque estos filósofos milesios parecen haber procedido con criterio científico, no
formularon sus hipótesis como lo hacen los científicos modernos ni idearon experimento alguno
para probar sus teorías. Sus ideas encierran un carácter dogmático, un modo de afirmación
positiva, más que la tentativa de hipótesis verdaderas. Pero debemos recordar que las cuestiones
críticas referidas a la naturaleza y a los límites del conocimiento humano no habían sido formuladas
todavía. Tampoco se aplicaron los milesios al problema de la relación entre el espíritu y el cuerpo.
La reducción hecha de toda la realidad a un origen material planteó por cierto esta cuestión, que fue
reconocida como problema solo más tarde en la historia del pensamiento. Cualquiera sea la
utilidad de sus ideas específicas acerca del agua, lo ilimitado y el aire como sustancias primeras de
todas las cosas, la real significación de los milesios es, en efecto, que ellos por primera vez
plantearon la cuestión acerca de la naturaleza última de las cosas y se preguntaron directamente en
qué consiste en realidad la naturaleza.

LA ACTITUD CRÍTICA
(Texto de Karl Popper)
Aproximadamente entre el siglo cinco y seis antes de Cristo podemos encontrar en Grecia
los primeros comienzos de una evolución de algo así como un método científico. ¿Qué fue lo que
sucedió allí? ¿Cuáles son los elementos en esta evolución? ¿De qué modo se relacionan las nuevas
ideas con los mitos tradicionales llegados del Este que, según creo, suministraron muchas de las
sugerencias decisivas para las nuevas ideas?
Entre los babilonios y los griegos, así como entre los maorís de Nueva Zelanda – como, por
otra parte, entre todos los pueblos que inventan mitos cosmológicos – encontramos narraciones
acerca del comienzo de las cosas que intentan comprender o explicar la estructura del Universo en
términos de la historia de sus orígenes. Dichas narraciones se hacen tradicionales y se conservan en
escuelas especiales. La tradición consiste a menudo en la conservación de una clase separada o
elegida, los sacerdotes, que la guardan celosamente. Las narraciones solo cambian poco a poco –
sobre todo a merced de las imprecisiones cometidas al transmitirlas, a causa de incomprensiones y,
a veces, merced a la adición de nuevos mitos inventados por profetas o poetas.
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Ahora bien, lo que considero nuevo en la filosofía griega, la nueva adición a todo esto, no
consiste tanto en la sustitución de los mitos por algo más “científico”, cuanto en una nueva actitud
frente a los mitos. Creo que el hecho de que su carácter empiece a cambiar no es más que una
consecuencia de esta nueva actitud.
La nueva actitud a que me refiero es la actitud crítica. En lugar de transformar
dogmáticamente la doctrina (con el único fin de conservar la tradición auténtica) encontramos una
discusión crítica de la misma. Algunos empiezan a plantear preguntas; ponen en tela de juicio la
integridad de la doctrina: su verdad.
La duda y la crítica existían ya sin duda antes de este estadio. Lo nuevo, sin embargo, reside
en que esa duda y crítica se convierten a su vez en parte integrante de la tradición de la escuela.
Una tradición de orden superior sustituye la tradicional conservación del dogma – en lugar de la
teoría tradicional , en lugar del mito – nos encontramos con la tradición de criticar teorías.
Así, no puede ser un mero accidente que Anaximandro, el discípulo de Tales, desarrollase
explícita y conscientemente una teoría que se apartaba de la de su maestro ni que Anaxímenes, el
discípulo de Anaximandro, se apartase de un modo igualmente consciente de la doctrina de su
maestro. La única explicación plausible es que el propio fundador de la escuela desafiaba a sus
discípulos a que criticasen su teoría y los discípulos convirtieron esta nueva actitud de su maestro
en una tradición.
La actitud tradicional (pre- filosófica y pre-científica) encuentra su mejor expresión en estas
líneas de Jenófanes:
“ Si los bueyes, los caballos y los leones tuviesen manos con que poder pintar y esculpir
como hacen los hombres, entonces los caballos pintarían a sus dioses como caballos; los bueyes,
como bueyes. Todos conformarían los cuerpos de sus dioses a imagen y semejanza de los suyos
propios.”
Esto no es solamente un reto crítico; es un enunciado con conciencia plena y dominio de
una metodología crítica.
Por tanto, creo que esta tradición de crítica constituye una novedad carácterística tanto de la
ciencia como de la filosofía. Y esta actitud se lleva a cabo sin romper con la construcción
precientífica de mitos.
(En Popper, Karl, Conocimiento objetivo, Madrid, Tecnos, 1992)

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