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POSTFREUDIANOS I
Freud logró distinguir entre transferencias negativas y positivas más que por su
funcionalidad al interior del trabajo terapéutico por su manifestación emocional, es
decir si se ponía del lado de la hostilidad o el amor.
La transferencia puede obstaculizar el proceso terapéutico tanto en los casos en los
que las manifestaciones amorosas (erotomanía) como en aquellos en los cuales se
movilizan una serie de emociones hostiles hacia el analista. En ambos casos la
transferencia puede tomar el papel de resistencia, impidiendo en gran medida un
avance hacia la cura.
Todas las fuerzas que han motivado la regresión de la libido se alzarán, en calidad de
resistencias, contra la labor analítica, para conservar la nueva situación, pues si la
introversión o regresión de la libido no hubiese estado justificada por una determinada
relación con el mundo exterior (generalmente por la ausencia de satisfacción), no
hubiese podido tener efecto. Pero las resistencias que aquí tienen su origen no son las
únicas, ni siquiera las más intensas.
El análisis tiene que luchar con las resistencias emanadas. Cada una de las
ocurrencias del sujeto y cada uno de sus actos tiene que contar con la resistencia y se
presenta como una transacción entre las fuerzas favorables a la curación y las
opuestas a ella.
Para considerar una reacción como transferencial, ésta debe tener dos características:
"debe ser una repetición del pasado y debe ser inapropiada en el presente".
Otros autores se han pronunciado por la vuelta a una concepción más restringida de la
transferencia:
Waelder "La transferencia puede considerarse como un intento del paciente por
revivir y reactualizar dentro de la situación analítica y en relación con el analista,
situaciones y fantasías de su infancia. Por lo tanto, es un proceso regresivo”
Loewenstein concluyó que "la transferencia fuera del análisis obviamente no
puede ser descripta en idénticos términos que la transferencia que aparece
durante y debido al proceso analítico". La resistencia y el vehículo para el
descubrimiento y la cura, existen exclusivamente en la situación analítica y no
pueden ser observados fuera de ella.
Freud notó que muchas de las actitudes de los pacientes iban cambiando, todas éstas
llenas de componentes emocionales importantes, que podían obstaculizar o posibilitar
de una mejor manera el desarrollo del análisis. Tales sentimientos fueron vistos como
"transferencia" a consecuencia de lo que Freud llamó una "falsa conexión" entre una
persona que era el objeto de tempranos deseos y el médico. Los sentimientos
conectados con deseos pasados emergen y son vividos en el presente como
consecuencia de esta "falsa conexión".
La trasferencia había sido vista como un fenómeno clínico que podía actuar a guisa de
obstáculo o "resistencia" al trabajo analítico, pero más tarde Freud señaló que la
transferencia no siempre era un obstáculo al análisis sino que podía desempeñar una
parte decisiva en la relación terapéutica y en la convicción de continuar con el trabajo
terapéutico. Esta es la primera mención que realiza Freud al determinar que la
transferencia podría actuar como un agente terapéutico.
Hay que hacer notar que Freud distinguió claramente entre el análisis de la
transferencia como una medida técnica y la así llamada "cura por transferencia" en la
cual el paciente aparentemente pierde todos sus síntomas a consecuencia de sus
sentimientos de amor para con el analista y su deseo de agradarlo. Más tarde Freud
señaló que "la transferencia está presente en el paciente desde el comienzo del
tratamiento, y por un tiempo es el más poderoso motivo de su progreso”.
Posteriormente este concepto fue ampliado cuando Freud comentó que el paciente en
análisis tiene la compulsión a repetir el material reprimido y vivirlo con actualidad
contemporánea en vez de recordarlo como algo perteneciente al pasado. Estas
reproducciones siempre tienen como objeto alguna porción de vida sexual infantil y
son actuadas invariablemente en la esfera de la transferencia del paciente en relación
con el médico. Cuando las cosas han alcanzado esta etapa se puede decir que la
neurosis anterior ha sido reemplazada ahora por una nueva "neurosis de
transferencia”
Finalmente Freud completó y amplio el concepto de la transferencia al relacionarlo con
la libido, concediéndola como un desplazamiento de la libido de la memoria del objeto
original hacia la persona del analista que llegaba a ser nuevo objeto de los deseos
sexuales del paciente, mientras éste ignoraba el proceso de desplazamiento del
pasado.