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UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR
FACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y CIENCIAS SOCIALES
SEMINARIO DE GRADUACION ENC IENCIAS JURIDICAS

CULPA Y FINALISMO, EL INADECUADO TRATAMIENTO DEL DELITO CULPOSO EN LA


LEGISLACIÓN PENAL SALVADOREÑA

TRABAJO DE GRADUACIÓN PARA OBTEENR EL TITULO DE:


LICENCIADO EN CIENCIAS JURIDICAS

PRESENTAN:
JOSE ANTONIO ALVAREZ MARTINEZ
VICTOR MANUEL RAMIREZ
RAUL ANTONIO LOPEZ

DIRECTOR DEL SEMINARIO


LIC. MARTIN ROGEL ZEPEDA

CIUDAD UNIVERSITARIA, SAN SALVADOR JULIO, 1997

_____________________

UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR

RECTOR
DR. BENJAMIN LOPEZ GUILLEN

VICE-RECTOR
LIC. SALVADOR CASTILLO AREVALO

SECRETARIO GENERAL
LIC. ENNIO ARTURO LUNA

FISCAL GENERAL
DR. JOSE HERNAN VARGAS CAÑAS

FACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y CIENCIAS SOCIALES

DECANO
DR. RENE MADECADEL PERLA JIMENEZ

VICE-DECANO
LIC. JUAN CARLOS CASTELLON MURCIA

SECRETARIO
DR. JOSE RODOLFO CASTRO ORELLANA

COORDINADOR DEL SEMINARIO DE GRADUACIÓN


LIC. JUAN CARLOS CASTELLON MURCIA

DIRECTOR DE SEMINARIO
LIC. MARTIN ROGEL ZEPEDA

________________

AGRADECIMIENTO

Este hecho de mi vida lo dedico con el más alto agradecimiento:

A DIOS y a la VIRGEN: Por ser los seres supremos que han guiado e iluminado mi vida.

A MIS HIJOS, Karita, Conchita y Raulito, a mi madre y a mi esposa porque son los seres de quienes
me llegó el impulso y esfuerzo diario para llegar hasta hoy.

A mi demás familia y amigos que creyeron en mí.

A los catedráticos, que me guiaron por el sendero del saber, la prudencia, la tolerancia el
profesionalismo.

RAUL ANTONIO LOPEZ

Ciudad Universitaria, San Salvador, julio de 1997.

___________________

AGRADECIMIENTO

El suscrito, dedica este trabajo.

A MI MADRE, por ser también mi padre y de quien el aliento de vida me provino.

A mi Tía Yolanda, por sus contínuos consejos.

A mi esposa, por su abnegación, comprensión, aliento y apoyo, y a quien debo este logro.

A mis hijos, José Antonio Jr. y Mónica Melanie, mi inspiración y el más grande regalo que Dios pudo
darme.

A mis compañeros de Cámara, quienes soportaron mis inquietudes.

A mis hermanos, porque con esfuerzo se logran las metas, y,

A DIOS, sin quien, no somos nada.

JOSE ANTONIO ALVAREZ MARTINEZ

Ciudad Universitaria, San Salvador, Julio de 1997.

_________________

INDICE GENERAL
CULPA Y FINALISMO, EL INADECUADO TRATAMIENTO DEL DELITO CULPOSO EN LA
LEGISLACION PENAL SALVADOREÑA

INTRODUCCION

CAPITULO I. MARCO DE REFERENCIA


1.1 ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACION
1.2 MARCO DOCTRINARIO CONCEPTUAL
1.3 MARCO NORMATIVO LEGAL

CAPITULO II. ORIGEN Y EVOLUCION HISTORICA DE DELITO CULPOSO


2.1 ORIGEN HISTORICO
2.2 ORIGEN Y EVOLUCION DEL DELITO CULPOSO

CAPITULO III. REGULACION DEL DELITO CULPOSO EN LA NORMATIVA LEGAL SALVADOREÑA


(DERECHO COMPARADO)

3.1 CONSTITUCION DE LA REPUBLICA


3.1.1 DERECHO A LA VIDA
3.1.2 DERECHO A LA INTEGRIDAD FISICA
3.1.3 DERECHO A LA INTEGRIDAD MORAL
3.2 TRATADOS INTERNACIONALES
3.3 CODIGOS PENAL Y PROCESAL PENAL
3.3.1 CODIGO PENAL
3.2.2 CODIGO PROCESAL PENAL
3.4 CODIGO CIVIL
3.5 LEY DE PROCEDIMIENTOS ESPECIALES SOBRE ACCIDENTES DE TRANSITO.

CAPITULO IV. DISTINTAS TEORIAS QUE TRATAN EL DELITO CULPOSO.


4.1 TEORIA CAUSAL DE LA ACCION.
4.1.1 ANALISIS HISTORICO Y ASPECTOS DOCTRINARIOS
4.2 TEORIA FINAL DE LA ACCION
4.2.1 ENFOQUE HISTORICO-ASPECTOS DOCTRINARIOS
4.3 OTRAS TEORIAS

CAPITULO V. ELINADECUADO TRATAMIENTO DEL DELITO CULPOSO BAJO LA TEORIA CAUSAL


DE LA ACCION, EN LA ACTUAL NORMATIVA PENAL

CAPITULO VI. PERSPECTIVA DE APLICACIÓN DE LA TEORIA FINAL DE LA ACCION EN LA


LEGISLACION PENAL SALVADOREÑA

CAPITULO VII.PROBLEMAS DOGMATICOS QUE PRESENTA LA TEORIA FINAL DE LA ACCION.

CAPITULO VIII. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES


8.1 CONCLUSIONES
8.2 RECOMENDACIONES

BIBLIOGRAFIA

_______________

INTRODUCCION

Este trabajo monográfico se ha realizado con el interés o ambición de que sirva de luz a la comunidad
jurídica, a la administración de justicia, a los órganos auxiliares de administración de justicia, a los
estudiantes de derecho, y todos los interesados para adentrarnos en los nuevos cambios del derecho
penal o del jus puniendi.
Este esfuerzo investigativo es una exposición de los conceptos, postulados e ideas fundamentales
sobre lo que es la culpa, delito culposo, teoría causa de la acción y teoría finalista con aplicación a la
normativa jurídica salvadoreña en este momento histórico.

Por el empirismo y alta abstracción del tema, esta monografía aclaramos: es de naturaleza en esencia
bibliográfica, ya que trata un aspecto doctrinario legal de innovación en nuestro medio, situación por la
cual aún es en gran medida desconocido el problema de investigación, careciendo de igual forma de la
doctrina nacional escrita y de la jurisprudencia pertinente.

La teoría finalista aún no ha tenido aplicación práctica en El Salvador, ya que es una corriente
doctrinaria, que a pesar de haber nacido hace más de siete décadas, es el pensamiento doctrinario
que está revolucionando el derecho penal, razón misma que la constituye en un fenómeno de
innovación en América Latina.

La ciencia nos ha enseñado que existen leyes cuya vigencia es temporal y de aplicación en territorio
determinado, pero hay otras normas cuya vigencia es perpetua y universal; tales son las leyes que
rigen el cambio que en esencia exponen que en el universo todo cambia, excepto las leyes que rigen
ese cambio; el derecho y la realidad salvadoreña no son la excepción a este Principio Universal. La
Sociedad Salvadoreña ha caminado siempre en su devenir histórico por la senda de la espiral
dialéctica del Cambio, hechos que en los últimos años se han acelerado y evidenciado aún mas como
fruto de la efervescente convulsión social y política salvadoreña recientemente finalizada.

El derecho para que sea una expresión de la realidad, no debe ser inmutable, sino cambiante, y dicho
cambio debe de ser acorde al que experimenten las fueras sociales de un país y su infraestructura y
es a ello a lo que viene correspondiendo el afloramiento en El Salvador, de los Revolucionarios
postulados que propugna la teoría finalista de la acción.

En las nuevas sociedades y principalmente en los países de corte capitalista, surgen nuevos males
sociales que agobian a los pueblos y uno de ellos es el insoportable hacinamiento penitenciario que es
generado por el pesado, drástico y burocrático juzgamiento de delincuentes y este fenómeno que a su
vez nace por las tendencias ideológicas del legislador de creer que será más protegida la sociedad,
tipificando mas hechos y conductas como delitos, creando así a los ciudadanos de los pueblos, en su
mayoría delincuentes. Lo anterior lo podemos resumir en las siguientes consecuencias: el avance
irreversible de la delincuencia, aunada a la híper inflación penal y el hacinamiento penitenciario.

Es necesario aclarar, que las ideas finalistas que muy tímidamente se comienzan a vislumbrar en
nuestro derecho penal no constituyen para nuestro medio la panacea de la solución global o total de la
pronta y cumplida justicia, de los conflictos sociales, de la consecución de la paz, de la seguridad
jurídica, del incontenible acenso de la criminalidad ni de la eminente explosión de la problemática del
hacinamiento penitenciario. Todos los problemas apuntados se enmarcan como fruto y dentro de una
general problemática de las estructuras sociales, económicas, políticas y culturales de nuestra patria, y
en tal sentido es que la solución que debe llegar debe poseer las mismas magnitudes o dimensiones
que posee la problemática, es decir, nuestros problemas judiciales son estructurales ya sí también
estructura debe ser la solución que busquemos para ellos.

Esperamos pues, con muy fuertes esperanzas, que esta monografía, sea como el rayo de luz ilumine a
los estudiosos del derecho, profesionales, instituciones involucradas en el quehacer judicial,
legisladores y tomadores de decisión en el órgano judicial, sobre la necesidad que nuestra
administración de justicia sea en dirección hacia la búsqueda de soluciones de los problemas que
aquejan nuestro frágil sistema judicial.

_____________________________

“CULPA Y FINALISMO, EL INADECUADO TRATAMIENTO DEL DELITO CULPOSO EN LA


LEGISLACION SALVADOREÑA”

CAPITULO I. MARCO DE REFERENCIA


1.1 ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN

En todo inicio de una investigación, la premisa fundamental es encontrar el origen del problema, sus
consecuencias y las posibles soluciones que se encuentren; en este sentido los trabajos de
investigación con que se cuenta en nuestra Alma Mater, referente a los delitos culposos, se advierte
que se encuentran enmarcados bajo la doctrina causal de la acción, basando los investigadores sus
tesis bajo los lineamientos de autores como Luis Jiménez de Asúa y Sebastián Soler, autores de los
que no necesitan explicación alguna, bástenos decir por el momento, para quienes nos formamos
estudiantilmente, bajo sus eximias obras legales, lo cual no les resta mérito alguno, pues dichas obras
son extensos estudios doctrinarios, que aún hoy son base fundamental en cualquier estudio jurídico.

Así tenemos por ejemplo trabajos de graduación o tesis que exclusivamente iban dirigidos a aspectos
conceptuales de delito culposo, como por ejemplo la culpabilidad, acción culpable, etc.; pero sin
comprender o no querer desarrollar al paso del tiempo nuevas doctrinas que sobre el delito culposo se
generaban en el ámbito jurídico literario; para el caso, obvio, resulta las tesis “El Delito culposo en la
legislación salvadoreña” (1) se circunscribe a hacer un análisis “técnico” de lo que es la culpa, en una
interpretación exegética del Código Penal de 1904, especialmente de lo que en ese entonces se
entendía como culpa o imprudencia temeraria (2); en donde poco se expone en lo referente a otras
doctrinas, pero es de aceptar que dentro de todas las tesis consideradas en nuestra investigación, es
la que más protesta hace en relación a la culpa, y sobre aspectos doctrinarios y procesales de los que
más adelante se hablará; especialmente al momento de referirse a la teoría final de la acción.

La Culpa, como su nombre nos debe indicar hace referencia, en primer lugar, a la no intención de una
persona de hacer o ejecutar una acción, y no debe confundirse como sinónimo de culpabilidad como la
generalidad de autores hace, para ello es necesario comprender que cuando hablemos de culpa, nos
referimos a una forma de conducta antijurídica y sancionable, cuando nos refiramos al término
culpabilidad estaremos haciendo alusión a una de las formas de la responsabilidad penal y a su vez
una limitante del jus puniendi, por el contrario al hablar acerca del término culpable, debemos entender
que estamos haciendo referencia precisa a la persona-sujeto o agente que ha actuado con culpa, es
decir, el culpable, en este sentido la palabra culpa tiene varios significados dependiendo de la
intención gramatical, en el ámbito procesal lo entienden como culpabilidad y para ello expresan en
párrafos de sentencias definitivas o interlocutorias frases fundamentales, como: “La culpabilidad, se ha
demostrado con …” pero queriendo decir en realidad, que la conducta culposa, en el conocimiento de
un delito culposo se ha establecido con tales y tales pruebas, lo cual nos indica como erradamente ya
se entiende, qué cometido un hecho culposo, por ende se es culpable.

Lo anterior no es más que una errada e inexplicable diferenciación de vocablos, que ha dado lugar a
más de una interpretación por parte de defensores que solicitan a la instancia superior se falle sobre el
punto; lo anterior obedece a que, como fin de este trabajo de investigación es que el lector distinga
desde este momento, los significados y conceptos ya diferenciados que aparecen complicados.

En segundo lugar, se está pasando por una etapa de transición social y jurídica en el ámbito de
nuestro país, en donde la importancia del conocimiento jurídico se ha vuelto imprescindible, de tal
forma que el delito culposo dejó de ser de irrestricto cometimiento por los accidentes de tráfico, como
también erradamente se maneja, lo anterior tiene sobrada justificación histórica, si no veamos, que
dentro de los distintos análisis estadísticos realizados de la actividad jurisdiccional, el censo realizado
entre los meses de Agosto y Octubre de mil novecientos noventa y tres (3), de los juicios activos, o
sea, de todos aquellos juicios que al momento del mismo se estaban diligenciando.

En el que se determinó que el total de juicios de tránsito representaba un 6% del total de causas
censadas, es decir un aproximado de seis mil ciento setenta y cinco activos (4) pero es de hacer notar
que en tal resultado inclinase los procesos de juicios civiles, pero y esto es muy importante destacarlo
ya, la jurisdicción privativa de tránsito, es la única creada para conocer de toda acción culposa
proveniente de accidentes de tránsito, por ello el estudio de algunas de las resoluciones proveídas por
esos tribunales han creado jurisprudencia sobre la valoración de la conducta culpable, siendo el
departamento de San Salvador el que representó el mayor número de causas, con un total de tres mil
cuatrocientos veintidós (5).
En el mismo informe no se especifica dentro del universo de los Juicios Penales comunes, la
existencia de delitos de jurisdicción común penal que fueron cometidos por una acción culposa,
independientes de los delitos culposos provenientes de accidentes de tránsito terrestre.

Por ello, como antecedente de investigación y no queriendo adrede circunscribir los autores de este
trabajo a la materia de tránsito, es que se aportarán estudios y conceptos sobre el delito proveniente
de la carencia de voluntad o dicho de otra manera, de todo delito en donde el autor no quiere el
resultado dañoso, por cuando la acción no es dirigida por el autor al resultado.

(1) Mendoza Aguilar Santiago, “El Delito Culposo en la Legislación Salvadoreña”, UES T. 1970.
(2) Código Penal Salvadoreño, 1904.
(3) La Realidad de la Justicia Salvadoreña, 1994. Análisis del Censo de Juicios Activos. Corte Suprema de Justicia. Unidad Técnica
Ejecutora. Proyecto de Reforma Judicial II. República de El Salvador.
(4) Corte Suprema de Justicia, Unidad Técnica Ejecutora, Proyecto de Reforma Judicial II. Ob. Cit. Pág. 5
(5) Corte Suprema de Justicia, Unidad Técnica Ejecutora, Proyecto de Reforma Judicial II. Ob. Cit. Pág. 5

1.2 MARCO DOCTRINARIO CONCEPTUAL

Al plantear la necesidad de conceptualizar una tesis o definir una cuestión del derecho, no puede dejar
de mencionarse que “Toda definición es un silogismo, que si bien plantea correctamente los
problemas, los resuelve luego tautológicamente. Sin embargo, no queremos romper con la costumbre
de comenzar el estudio de una ciencia exponiendo su definición” (6).

Lo anterior obedece al fin del presente de investigación, el que estará circunscrito únicamente por
razones metodológicas a los conceptos o definiciones que los autores sostengan sobre tres aspectos
cruciales: la teoría causal de la acción, la teoría final de la acción y el delito culposo en abierta
correspondencia entre ambas teorías.

La culpa, podemos decir que es toda acción dañosa cometida sin intención ni voluntariedad que
genera en el ámbito jurídico un resultado, el cual fue descrito por autores como Enrico Altavilla, quien
al definirla dijo que: “La palabra culpa debe entenderse en el significado técnico que le da nuestro
código, al referirse a especiales tipos de delito, para la integración de cuyo elemento subjetivo no se
requiere la intención, pues basta una conducta simplemente voluntaria o una conducta que de alguna
manera se oponga a preceptos particulares ya codiciados por normas impuestas por la común
prudencia y pericia” (7).

Haciendo notar de nuestra parte, que la anterior definición, se conoce al concepto que a priori
sostenemos, lo cual obedece a que el autor lo hace en base a una interpretación exegética o técnica
de lo que el Código Penal italiano sostenía sobre ese tipo de delito.

Muy por el contrario don Luis Jiménez de Asúa, lo definía como uno de los más debatidos temas del
derecho penal, proponiendo dos conceptos: “la culpa en su sentido más clásico y general, no es más
que la ejecución de un acto que pudo y debió ser previsto, y que por falta de previsión en el agente,
produce un efecto dañoso” (8) y que “uniendo, como en el concepto del dolo, los elementos efectivos
de voluntad y representación, más el elemento intelectual del deber que se desconoce, llegamos a
decir que existe culpa: CUANDO SE PRODUCE UN RESULTADO TIPICAMETNE ANTIJURIDICO
POR FALTA DE PREVISION DEL DEBER DE CONOCER, NO SOLO CUANDO HA FALTADO QUE
SOBREVENDRA, SINO TAMBIEN CUANDO LA ESPERANZA QUE NO SOBREVENGA, HA SIDO
FUNDAMENTO DECISIVO DE LAS ACTIVIDADES DELA UTOR, QUE SE PRODUCEN SINQUERER
EL RESULTADO ANTIJURIDICO Y SIN RATIFICARLO. En esta fórmula va comprendida la culpa con
representación y sus diferencias con el dolo eventual” (9).

Los autores antes citados, daban al origen de la culpa, un aspecto de voluntariedad, pero sin
confundirlo con el dolo propiamente dicho, por cuando para el primero, la culpa se daba con
representación o sin representación, lo que significaba, si una persona cometía una acción que por
resultado provocaba un cambio o daño, en la esfera jurídica de otra, se estaba en presencia de una
acción culpable y por ende penalizable, ya que el autor podía y pudo haber evitado los resultados
teniendo una particular conducta previsible sobre la acción. O que antes de ejercitar cualquier tipo de
acción no voluntaria, debía ponerse a sopesar los resultados probables, obtenidos o que se esperaban
obtener, la previsión o imprevisión estaba pues, en el momento justo de la acción, al viciar la voluntad
de hacer la diligencia que debía prever lo previsible.

Tesis que era sostenida por Jiménez de Asúa quien sostenía que no era la previsión, la naturaleza de
la culpa, si no la representación, la cual se daba cuando el autor se presenta el resultado de su acto,
pero confiado en supericia, azar o suerte de que eso no se produciría.

Por su parte Sebastián Soler, critica la posición de los anteriores autores, al sostener que la naturaleza
de la culpa no se encuentra en la previsibilidad (10), por cuanto sostiene que: “La previsibilidad es un
criterio exterior, objetivo, que constituirá, si se quiere, el motivo por el cual el hecho culposos se
imputa. Para saber que es subjetivamente la culpa no podemos decir que sea la PREVISIBILIDAD ni
menos NO HABER PREVISTO, porque tampoco ha previsto el que no es culpable. También en la
culpa debe existir una base que funde el reproche” (11).

Tal problemática era generada, por las distintas formas en que se trataba de fundamentar la culpa,
desde el punto de vista de la teoría causal, la acción dolosa da como producto la culpabilidad
llenamente comprendida, ya que en el dolo el resultado es querido, esperado y por supuesto deseado;
por ejemplo el Homicidio doloso, en donde el autor con su acción y querer el resultado, mata a la
víctima, o sea, concretiza la descripción de la norma y por ende se vuelve culpable objetivamente
hablando; contrario en la culpa, primero afirmamos, supra, como critica Soler, el autor “no ha querido”
el resultado, pero éste “no querer” da como consecuencia que sí el autor de una acción culposa por
ende “no querida”, provoca un daño, ya en la vida o integridad de una persona, no será responsable
penalmente, ya que por el principio nula pena sine culpa mencionado, no hay pena sin culpa (12).

Obviamente y bajo el anterior concepto, no existe la culpabilidad en una acción culposa, construcción
jurídica extremadamente lógica desde la perspectiva histórica, pero no congruente con la conducta del
hombre.

Otro concepto, aportado por otro causalista era el expuesto por Carlos Fontán Balestra (13) quien
definía la culpa tradicional: “como la falta de previsión de un resultado típicamente antijurídico, que
pudo y debió haberse previsto al obrar. Esta fórmula comprende la llamada culpa con previsión al
obrar. Esta fórmula no comprende la llamada culpa con previsión o representación, consistente en la
representación de un resultado típicamente antijurídico, que se confía en evitar, obrando en
consecuencia”. (14)

Con el anterior concepto, englobó lo que tanto Jiménez de Asúa y aún Soler mismo sostenían que era
la culpa, cuando al concluir sobre su posición agregaba: “Así, pues, objetivamente, el hecho culposos
supone un riesgo evitable creado innecesariamente, y subjetivamente, el incumplimiento de un deber
de diligencia, a consecuencia del cual se causa el resultado típicamente antijurídico. En síntesis, sólo
pueden ser atribuidos a título de culpa LOS RESULTADOS TIPICAMENTE ANTIJURIDICO QUE EL
AUTOR PUDO Y DEBIO HABER PREVISTO, CREANDO CON SU FALTA DE DILIGENCIA,
UNRIESGO MAYOR QUE EL QUE RESULTA DEL ACONTECER COMUN Y CORRIENTE DE LAS
COSAS.

La falta de diligencia se manifiesta a través de las distintas modalidades de la culpa: la imprudencia, la


negligencia, la impericia en un arte o profesión y la inobservancia de los reglamentos, ordenanzas o
deberes del cargo” (15).

Concepto que varió las anteriores definiciones al incluir el elemento, además de la previsibilidad de la
que habla Soler, el de diligencia que toda persona debe proveer en sus acciones.

Ahora bien, cuando se perfiló el finalismo como una nueva teoría, su autor Hans Welzel (16), obligada
mención debemos hacer previamente que sobre esta posición en el capítulo IV, se desarrollará con
profundidad y detenimiento sus alcances; expuso sobre el delito culposo que: “Sólo con la
comprensión que el momento esencial del hecho culposo no reside en el resultado, si no en la clase y
modo de ejecución de la acción, se abrió camino para una explicación conforme a la estructura de la
acción culposa…., los tipos de los delitos culposos se ocupan de la clase de ejecución de la acción
final en relación a consecuencias intolerables socialmente, que el autor o bien confía en que no se
producirán, o ni siquiera piensa en su producción, y …..” (17)

Líneas anteriores que a priori destacan la variación sufrida en cuanto a la naturaleza de la culpa, para
el caso recordemos que los causalistas ya mencionados Altavilla, Jiménez de Asúa y Soler, sostenían
que la naturaleza de la culpa provenía de la representación y la previsión del RESULTADO.

Posteriormente, otros autores, expusieron sus propios criterios sobre la teoría final de la acción y para
el caso Eugenio Raúl Zaffaroni (18), sobre el delito culposo expone que “en la tipicidad culposa el fin
es típicamente relevante sólo por ser necesario para conocer la conducta de que se trata y poder
individualizar el correspondiente deber de cuidado, a efectos de determinar si tal conducta fue
programada ajustándose al mismo o en forma defectuosa y violatoria de tal deber. Ello obedece a que
… en la culpa lo típico es la conducta en razón del planeamiento defectuoso de la causalidad para la
obtención de la finalidad propuesta” (19).

Consecuentemente podemos concluir, a manera de una pequeña reseña que para los expositores de
la Doctrina Causal de la acción, el delito culposo debía verse y encontrarse por medio de su resultado
esto es por su culpabilidad, dado que la acción, llamémosle, hacer con voluntad, surgía del mismo
modo que en el delito doloso, pero al determinarse que esta construcción era defectuosa, en base a la
intención del autor, se estimó, que si bien existía la acción, esta debía de ser considerada en base a
dos presupuestos: la previsión y la representación, como ya se explicó.

A contrario los finalistas no ven en el delito culposo el nexo causal de acción – resultado, desde el
punto de vista de la culpabilidad, si no a través de un proceso gradual de representaciones mentales y
en el delito culposo, dicen, la culpabilidad estaría sujeta, no a la previsibilidad o representación previa
del resultado para volverse culpable, sino más bien al hecho de que el autor, luego de la
representación mental de su objetivo, a lograr por una acción, no previó o no actuó con el cuidado
debido por lo que provocó un resultado dañoso.

(6) ASUA, Luis JIMENEZ DE. LA LEY Y EL DELITO. Principios del Derecho Penal Editorial Sudamericana. Buenos Aires. Quinta
Edición 1967. Pág. 18
(7) Altavilla, Enrico. La Culpa, El Delito Culposo, Sus Repercusiones Civiles. Su Análisis Sicológico. Editorial Temis. S.A. Bogotá
1987. 4ª Edición Pág. 1
(8) Jiménez de Asúa, Luis. Ob. Cit. Pág. 371.
(9) Jiménez de Asúa, Luis. Ob. Cit. Pág. 371-372.
(10) Soler, Sebastián, Derecho Penal Argentino, Tipográfica Editora Argentina. Buenos Aires, 1989 4ª Edición: Parte Especial 1987.
43 culpa.
(11) Soler, Sebastián. Ob. Cit. Pág. 158.
(12) Soler, Sebastián. Ob. Cit. Pág. 3 y sig.
(13) FONTAN BALESTRA, CARLOS. Derecho Penal. Introducción y Parte Especial ABELEDO – PERROT. Buenos Aires 9° Edición.
(14) Balesta Fontán, Carlos ob. Cit. Pág. 344.
(15) Balesta Fontán, Carlos ob. Cit. Pág. 348.
(16) WELZEL HANS. Derecho Penal Alemán. Traducción del Alemán por los profesores Juan Bustos Ramírez y Sergio Yáñez
Pérez. Editorial Jurídica de Chile. 4ª Edición Castanella 11ª Edición 1993.
(17) Welzel, Hans. Ob. Cit. Pág. 155-156.
(18) ZAFFARONI, EUGENIO RAUL. Tratado de Derecho Penal. Parte General III EDIAR. Sociedad Anónima Editora, Comercial,
Industrial y financiera 1981.
(19) Zaffaroni Eugenio Raúl, ob. Cit. Pág. 389.

1.3 MARCO NORMATIVO LEGAL.

Bajo nuestro sistema legal, el Código Civil que data de 1860, en los considerandos previos a su
promulgación y vigencia dice que: “Habiendo examinado detenidamente el Código Civil redactado por
la Comisión nombrada con la ley del 4 de Febrero de 1858, revisado y reformado por otra comisión
compuesta de dos miembros de la primera y tres jurisconsultos más: y hallándose en armonía con la
legislación española que ha regido al país y adecuado a los usos y costumbres dominantes; …”; y
refiriéndose, en cuanto a la legislación española, que sobre esta se basaba toda nuestra legislación
desde la época de la colonia hasta 1859.

En este sentido, justo es reconocer que la normativa española estaba comprendida en una serie de
leyes de suyo muy importantes por ser el origen y fundamento de las relaciones sociales, tanto durante
la colonia como después de la independencia, teniendo una vigencia de aproximadamente cinco
siglos, entre las que se encontraban:

a) El Fuero Juzgo o Libro de los Jueces, el cual según los historiadores era una recopilación de las
leyes visigodas (los Visigodos o godos de occidente invadieron primero la Galia y luego España (412),
donde permanecieron hasta la derrota, a orillas del Guadalete, del rey don Rodrigo por los árabes
(711), cuerpo de leyes que por primera vez distingue la culpa en el delito distinguiéndose en que: “en
el delito se destaca el elemento intencional, es decir, que haya ánimo de delinquir; se distingue
también la culpa (el hecho por falta de previsión) siendo la pena inferior y casi siempre pecuniaria”
(20).

b) El Fuero Real de España y Leyes de Estilo.

c) Las siete partidas; en estas también aparece la culpa, pero distinguiéndola del dolo en razón a la
culpabilidad; y,

d) Los ordenamientos y recopilaciones, entre estas, las Leyes de Toro (1505); La Nueva Recopilación
(1567); y la Novísima Recopilación (1805).

Es de aclarar, que si bien antes de la colonización, en nuestro continente existían diversas normativas
referente a los delitos, también es cierto que no existen documentos fehacientes que nos den un
sentido de certeza sobre ellos, por tal razón sobre el delito culposo o a la culpa, sólo sabemos que era
castigado como cualquier otro hecho doloso, salvo que no tuviese una explicación lógica y que se
tomaba como una expresión de los dioses.

Por ello en nuestro Código Civil, en su Artículo 42 se establece:


“La Ley distingue tres especies de culpa o descuido:
Culpa grave, negligencia grave, culpa lata, es la que consiste en no manejar los negocios ajenos con
aquel cuidado que aún las personas negligentes y de poca prudencia suelen emplear en sus negocios
propios. Esta culpa en materia civil equivale al dolo.
Culpa Leve, descuido leve, descuido ligero, es la falta de aquella diligencia y cuidado que los hombres
emplean ordinariamente en sus negocios propios….”

En cuanto al código penal, la culpa se encuentra desarrollada en el Art. 35, que lo define:

“Obra con culpa el que produce un resultado delictuoso sin querer, por imprudencia, negligencia,
impericia o por inobservancia de leyes, reglamentos, órdenes o resoluciones obligatorias, sin prever
que tal resultado ocurriría creyendo poder evitarlo por su propia acción o confiado en el azar. Los
delitos culposos sólo son punibles en los casos específicamente determinados en la ley”.

Disposición antes transcrita que describe muy garantemente el delito culposo, y que por primera vez
aparece descrito de esa forma en toda la historia penal salvadoreña, según se constató en los Códigos
de 1826, 1859, 1881 y el de 1904 (21), tipificado en el libro segundo del actual Código Penal una serie
de delitos en los que se configuraban todas aquellas acciones en las que privan, la imprudencia,
negligencia, impericia e inobservancia a leyes y reglamentos, etc.; tales los casos que se comprendían
en los delitos contra la vida, e integridad personal, como el Homicidio culposo, lesiones culposas,
aborto culposo, estragos culposos, desastres por culpa, etc.

No obstante, debemos dejar en claro que al definir en el Art. 35 del Código Penal, la culpa, mantiene
una estructura causal, que se deduce de frases como: “Sin prever que tal resultado ocurriría o
creyendo poder evitarlo”. O sea que se encuentra exegéticamente hablando dentro de lo que Jiménez
de Asúa y Soler, llamaban respectivamente representación o previsibilidad, circunstancia que no hay
que perder de vista.
(20) Balesta Fontán, Carlos ob. Cit. Pág. 49 y sig.
(21) Códigos Penales de El Salvador. Publicaciones del Ministerio de Justicia 1960.

CAPITULO II
ORIGEN Y EVOLUCION HISTORICA DEL DELITO CULPOSO

2.1 ORIGEN HISTORICO

Al estudiar el surgimiento y la evolución del Delito imprudente, nos encontramos que tiene entrañable
vinculación con el concepto de culpa. Tiene su primera aparición en textos legales, en la edad Antigua
durante el Derecho imperial, específicamente en el ordenamiento de policía del impero Alemán, de
donde fue adoptado por la ciencia penal italiana y luego retomado por los cuerpos legales alemanes:
en este momento de la Historia del Derecho Penal y para los operadores de justicia, estas
concepciones eran tomadas en cuenta en sus funciones únicamente para efectos de atenuación de las
sanciones impuestas a cada injusto penal cometido (22).

Desde el surgimiento de la culpa podemos delimitar tres claros períodos, el primero: que comprende
desde el Siglo XV al Silgo XIX conteniendo desde el surgimiento de la teoría causalista hasta los
Hegelianos, Feuerbach y otros. La segunda etapa: está comprendida desde el lapso de los teóricos
causalistas, hasta Beling, Mezger y otros. El tercer período comprende la teoría finalista de la acción y
a todos sus creadores y/o seguidores.

En el primer período de la evolución de la culpa tratan de explicar tal concepto desde la perspectiva de
cómo esté orientada la estructura de la acción de los delitos cometidos. El segundo período,
influenciado también por la teoría causalista, nos explica el injusto imprudente desde el punto de vista
del resultado de la acción, realizada por el supuesto delincuente; motivo por el cual para esta
generación de teóricos penalistas, la piedra angular para descifrar y explicar el delito culposo radica en
el resultado, lo cual afirman es un hecho que no se encuentra divorciado de la acción del sujeto.

Para realizar el tercer periodo de la evolución de la culpa, el delito imprudente es analizado desde el
punto de vista de la teoría finalista de la acción, es decir, en este momento histórico del derecho penal
recobra gran importancia en este tipo de injustos penales, la finalidad que lleva in vivita realizada por el
sujeto activo del injusto culposo.

Sobre la historia de los delitos imprudentes se puede observar que su inclusión en textos legales en
materia penal se siguieron dos criterios, uno de ellos era el que afirmaba que por no existir en el delito,
culposo dentro de la estructura de la acción, una relación psicológica entre la voluntad y el resultado,
no existía el delito sino que solamente una falta de atención, por tal razón en sus inicios los injustos
imprudentes eran resueltos en el derecho civil antes que el penal ya que sea firma que la segunda no
estaba preparada para resolver tal problemática, y es donde proviene que el delito culposo haya sido
considerado anteriormente como cuasi delito y dirimido en la jurisdicción del derecho privado.

Es necesario aclarar que esta antigua consideración sobre la culpa. Adolecía de múltiples errores e
inconsistencias, ya que a menudo se confundía lo que es la culpa como una forma de conducta
delictiva y lo que es la culpabilidad como un límite al JUS PUNIENDI; ya que ambos conceptos es fácil
observar que algunos textos doctrinarios los confunden hasta categorías de sinónimos. Pero esta
desnaturalización de conceptos ha sido ya aclarada con los amplios y variadas explicaciones de culpa
expuestos en el capítulo anterior.

(22) BUSTOS, RAMIREZ JUAN. Culpa y Finalidad (Los delitos culposos y la teoría final de la Acción). Editorial jurídica de Chile
1967. Pág. 12 y 13.

2.2 ORIGEN Y EVOLUCION DEL DELITO CULPOSO EN LA LEGISLACION SALVADOREÑA

Sobre la historia de los delitos culposos en El Salvador, es poco lo que hasta ahora se ha escrito,
debido a que la mayoría de los doctrinarios han encaminado sus investigaciones, más a la
interpretación y explicación de códigos y tratados doctrinarios y de algunos juristas, pero muy poco les
ha interesado escribir sobre las instituciones jurídicas que contienen nuestros textos legales. Como
preámbulo es imperiosos mencionar que la llegada del delito culposo a El Salvador se la debemos a la
legislación de la República de España, de donde se tomó copia para la redacción y codificación de
nuestras leyes.

La culpa como ya se ha explicado en párrafos precedentes, en la antigüedad era considerando


cuasidelito, ya que se afirmaba que en este tipo de injustos no se contemplaba la voluntariedad
dañosa del sujeto activo y que por ende era erróneo que perteneciera a la normativa penal por la
ausencia de la intención dolosa.

Por tal razón las conductas culposas con todas sus variantes, eran dirimidas a la luz del Código Civil y
bajo la jurisdicción de esa misma naturaleza jurídica, es así como nuestro Código Civil de 1860 recoge
en su artículo 42 las primeras definiciones de culpa como una conducta antijurídica de reproche y
sancionable, lo que se complementa con la regulación del artículo 1308 del mismo código, lo cual en lo
que ahora es pertinente dice que las obligaciones surgen también de los cuasidelitos, entendidos estos
doctrinariamente e interpretados y recogidos por nuestro legislador en el art. 42 antes expuesto y que
será mejor explicado también en el capítulo siguiente.

La confirmación que la regulación culposa salvadoreña, se origina en las leyes españolas, la


encontramos en nuestro código civil, la cual inicia su redacción que al tenor expresa:

“POR CUANTO:

Habiendo examinado detenidamente el código civil, redactado por la comisión nombrada de


conformidad con la ley de cuatro de Febrero de 1858, revisado y reformado por otra comisión
compuesta de dos miembros de la primera y tres jurisconsultos más: y hallándose, en armonía con la
LEGISLACION ESPAÑOLA…”

Lo anterior es más que la evidencia o prueba fehaciente, que nuestros delitos culposos nacieron de las
entrañas de la legislación de España.

A medida que transcurría la historia, posterior a nuestra colonización e independencia de nuestra


patria el Estado Salvadoreño se acentuaba y definía cada vez más, con lo que también se
perfeccionaba la división de los tres órganos de nuestro Estado. En este desarrollo nuestro órgano
judicial había ya tomado formas, y necesariamente por exigencias de una mejor armonía social,
nuestra legislación también avanzaba hacia una mejor codificación; para ello luego de nuestro código
civil surge el código de instrucción criminal de 1904 el cual ya regula aunque no en la forma más
idónea las acciones culposas, este código era una copia casi fiel del Código Penal Español de 1848,el
cual a su vez era una copia reformada del código también de España de 1822, con la innovación de
que en el segundo se sustituye el término de culpa que describía el primero por el de imprudencia.

Es, gracias a ese cambio, y por ser nuestro código de instrucción criminal moldeado del español donde
radica la explicación del porqué nuestra legislación penal de 1904 llamaba al injusto culposo, como
IMPRUDENCIA TEMERARIA.
EL CODIGO PENAL SALVADOREÑO de 1973 reforma lo regulado por el código penal de 1904 en
relación al delito culposo, sólo que con unas variantes estéticas en la descripción de las infracciones
por culpa. Por lo que ha seguido los lineamientos expuestos por la teoría causalista; y sus defectos
propios sobre este tipo de delitos; crítica que es más detallada en los capítulos I y III.

Hasta nuestros días, el devenir de la culpa en resumen, es el siguiente:

- La culpa en El Salvador nace con el Código Civil de 1860, copiado de las leyes españolas.
- En el ámbito del derecho penal la culpa llega a El Salvador en el código de instrucción criminal
de 1904 copiado del Código Penal Español de 1848.

Nuestro Código Penal vigente sigue regulado la culpa, siguiendo en esencia el patrón legislador del
Código de Instrucción Criminal de 1904.
CAPITULO III

REGULACION DEL DELITO CULPOSO EN LA NORMATIVA LEGAL SALVADOREÑA (DERECHO


COMPARADO).

3.1 CONSTITUCION DE LA REPUBLICA

Constitución, dícese que es: “forma o sistema de gobierno que tiene cada Estado. Ley fundamental de
la organización de un Estado” (23). La anterior idea de Constitución está focalizada en un concepto
eminentemente formal o material, que es que conforma; pero para nuestro tema de investigación, la
Constitución, como norma primaria y fundamental de nuestro ordenamiento jurídico secundario, debe
entenderse tanto en el sentido antes apuntado y como un “conjunto de normas y principios jurídicos
que organizan al Estado, determinan sus órganos, las relaciones de estos entre sí y sus funciones; así
como los derechos fundamentales de los gobernados y de los grupos sociales frente al poder del
Estado y de quienes lo ejercen” (24).

Así, tenemos que dentro de los “derechos fundamentales de los gobernados”, se encuentra en primer
término el Derecho a la Vida y la integridad Física y Moral, partes que integran un todo, pero que a
continuación se desglosa para mejor entender.

(23) Osorio Manuel, Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales. Editorial Heliastra S.R.L.
(24) Manual de Derecho constitucional. Tomo I. centro de Investigación y Capacitación. Proyecto de Reforma Judicial.

3.1.1 DERECHO A LA VIDA

Desde la Constitución de 1841, el derecho a la vida ha sido arreglado, reconociéndose que toda
persona tiene derecho a la vida, o mejor dicho “que ninguna persona puede ser privada de su vida…” y
la Constitución vigente en el título II los Derechos y Garantías de la persona, capítulo I, Derechos
individuales y su régimen de excepción; sección primera, art. 2 consagra que: “Toda persona tiene
derecho a la vida, a la integridad física y moral….” (25).

En este sentido la vida debemos tomarla como una manifestación material de un ser humano, desde el
punto de vista biológico, con la consiguiente separación de las especies; y desde el punto de vista
filosófico, como el más grande bien jurídico que debe ser tutelado; tutela que debe concretizarse en la
legislación secundaria, pero que por tener la Constitución, el rango de ley primaria y fundamental está
comprendida tal protección, en todos sus rasgos y efectos.

El delito culposo, como lo hemos venido estudiando, no se encuentra formalmente comprendido en la


Constitución, desde la perspectiva de una descripción típica del delito, sino que se sus sume en una
protección hacia toda la acción dañosa que vaya en contra de la vida, y provoque la muerte o cesación
de todo signo vital en una persona, sea el delito provocado por dolo o por culpa, debiéndose
comprender desde ya, que también la muerte culposa en el vientre materno o la expulsión del feto de
su austro, por culpa, está comprendido para su protección, y por ende debe ser penalizado, no
obstante los teóricos modernos propongan que el delito proveniente de culpa, debe ser despenalizado,
punto sobre el cual en su oportunidad nos pronunciaremos.

(25) Constitución explicada, 1983 y sus Reformas. FESPAD CESPAD.

3.1.2. DERECHO A LA INTEGRIDAD FISICA

La integridad física; “consiste en el derecho que tiene todo individuo a que no se le ocasione daño o
lesión o menoscabo en su persona física” (26), al igual que el derecho a la vida, el legislador
constitucional protege por igual a la víctima de un delito, ya doloso, ya culposos, de todo daño o lesión
por igual, lesiones que por culpa o por una acción no querida o sin el cuidado debido, se cause, según
la perspectiva doctrinaria que se obstente.
En este sentido, el objeto de esta protección tiene como fundamento el dotar a toda persona de todos
los medios legales para el ejercicio de sus derechos, los cuales van dirigidos a dos puntos a saber:
primero que si un sujeto es objeto de lesiones o daños corporales, reporta un peso social y productivo,
segundo tal infracción provoca reacciones personales en el lesionado, tales como desfiguraciones,
mutilaciones, fracturas, etc. resultando obvia la protección debida, tanto al ya nacido como al que está
por nacer.

(26) Linares Quintana. Segundo V. Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional. T.W. Pág. 329 Edit. Plus-Ultra, Buenos Aires,
1987.

3.1.3 DERECHO A LA INTEGRIDAD MORAL

En primer lugar, debemos aclarar, que tanto el derecho a la vida, como a la integridad física, están
íntimamente ligados a este derecho, ya que el daño moral puede subsistir aún mucho más tiempo,
tanto en el que lo sufre como en sus allegados; en segundo lugar en lo que se refiere a la “integridad
moral”; o al daño moral propiamente dicho que:
“Es el desmedro sufrido en los bienes extramatrimoniales, que cuentan con protección jurídica… Es el
daño no patrimonial que se infringe a la persona en sus intereses morales tutelados por la ley. La
expresión daño moral se emplea en derecho penal cuando se habla de la reparación de perjuicios
estableciendo que la sentencia condenatoria podrá ordenar: 1° La indemnización del daño material y
moral causado a la víctima, a su familia o a un tercero…” (27).

Por ello el ya citado Artículo 2 de la Constitución de la República, en el último inciso al tenor dice: “Se
establece la indemnización, conforme a la ley, por daños de carácter moral”. Disposición que está en
relación con Código Penal, el cual en el Título VII, “Consecuencias Civiles del Delito, Capítulo Unico,
Epígrafe Principios Fundamentales, Artículo 130, “Toda persona responsable de un delito o falta, lo es
también civilmente.

Todo el que haya sufrido daño que provenga del delito, tiene derecho a la reparación e
indemnización”. Términos que al fin y al cabo se refieren a los mismos conceptos de daño y agravio,
más no debe confundirse los daños de carácter moral que se refieren a los delitos cometidos con
abuso de la libertad de expresión, dado que estos son cometidos con dolo (28).

(27) Goldstein Raúl, Diccionario de Derecho Penal y Criminología, “Edición Editorial Astrea de Alfredo y Ricardo Depalma 1983,
Pág. 495.
(28) “La Responsabilidad de los Jueces en la Aplicación Interna de la Normativa internacional sobre Derechos Humanos”. Dr. José
Enrique Silva.

3.2 TRATADOS INTERNACIONALES

De conformidad con nuestra Constitución de la República, en su artículo 144, dispone: “Los tratados
internacionales celebrados por El Salvador con otros estados o con organismos internacionales,
constituyen leyes de la República al entrar en vigencia, conforme a las disposiciones del mismo tratado
y de esta Constitución.

La ley no podrá modificar o derogar lo acordado en un tratado vigente en El Salvador. En caso de


conflicto entre el tratado y la ley prevalecerá el tratado” (29) (30).

Establecida la aplicación de los tratados internacionales, es procedente aportar algunas


consideraciones que valen sobre ellos, Tratado es: “Obra escrita, de relativa extensión y amplitud de
contenido, relativa a un arte o ciencia. Más en especial, nombre de las estipulaciones entre dos o más
Estados, sobre cualquier materia o acerca de un complejo de cuestiones (31)” y en el tema en estudio
referente a la culpa o los delitos culposos, estos entran en el ámbito de los Derechos Humanos por
cuanto los delitos culposos van dirigidos, como ya se dijo, en el anterior acápite, en contra de la vida e
integridad física y moral.

Así tenemos que, en cuanto al derecho a la vida e integridad física, se encuentra comprendidos en el
Art. 2 de nuestra Constitución, así como también se hallan comprendidos en:
a) PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS CIVILES Y POLITICOS. Art. 6:
“1. El derecho de la vida es inherente a la persona humana. Este derecho estará protegido por la Ley.
Nadie podrá ser privado de la vida arbitrariamente” (32).

b) CONVENCION AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS. Art. 4.


“1. Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley, y
en general, A PARTIR DEL MOMENTO DE LA CONCEPCION. Nadie puede ser privado de la vida
arbitrariamente (33)”.

DECLARACION UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS.

Art. 3.
“Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona (34).

d) DECALRACION AMERICANA DE LOS DERECHOS Y DEBERES DEL HOMBRE. Art. 1.

“Todo ser humano tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona” (35).

Ahora bien, como se dejó aclarado en el sub capítulo 3.1.3 del derecho a la integridad moral, los
anteriores tratados y pactos internacionales no comprenden de manera específica los daños morales,
pero se subsume en el daño propiamente dicho.

(29) (30) Constitución Explicada OB. Citada lecturas sobre Derechos Humanos. ONUSAL. El Salvador. Div. Derechos Humanos
pág. 122.
(31) Osorio Manual de Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales. Editorial Heliastra.
(32) Normas Nacionales e Internacionales sobre Derechos Humanos. ONUSAL, El Salvador 1993.
(33) Normas Nacionales e Internacionales sobre Derechos Humanos. ONUSAL, El Salvador 1993.
(34) Normas Nacionales e Internacionales sobre Derechos Humanos. ONUSAL, El Salvador 1993.
(35) Normas Nacionales e Internacionales sobre Derechos Humanos. ONUSAL, El Salvador 1993.

3.3 CODIGOS PENAL Y PROCESAL PENAL.

3.3.1 CODIGO PENAL

Dentro del catálogo de delitos que tipifica el Actual código penal salvadoreño, promulgado en 1974,
una de sus mayores novedades era que, describía en el libro primero Capítulo II Epígrafe
RESPONSABILIDAD PENAL, dentro de las “Formas de Culpabilidad”:
Primera noción, con la cual puede ser clasificado nuestro ordenamiento penal como de carácter
causal, ya que determinan la culpabilidad en base al resultado según como se ha determinado con la
inclusión de esta descripción típica de la conducta culposa, definiéndose como tal: LA CULPA…

Art. 35: Obra con culpa el que produce un resultado delictuoso, sin quererlo, por imprudencia,
negligencia, impericia o por inobservancia de leyes, reglamentos órdenes o resoluciones obligatorias,
sin prever que, tal resultado ocurriría o creyéndolo poder evitarlo por su propia acción o confiados en el
azar. Los delitos culposos sólo son punibles en los casos específicamente determinados en la Ley”.

Novedad, como ya se dijo, porque la Culpa como tal, era comprendida en el Código Penal de 1904,
como “Imprudencia Temeraria”, en este sentido dentro de la geografía penal, encontramos que de los
delitos contra la vida e integridad física o personal, Libro Segundo Código Penal vigente, se
encuentran:

ART. 158. HOMICIDIO CULPOSO.

El homicidio culposo será sancionado con prisión de uno a tres años.

La sanción podrá aumentarse hasta cinco años de prisión, cuando de la culpa resultare la muerte de
dos o más personas, o la muerte de una o lesiones graves o muy graves de otras personas, o cuando
la culpa provenga de ingestión voluntaria de bebidas alcohólicas o de drogas estupefacientes.
ART. 168 ABORTO CULPOSO

“El que culposamente causare un aborto, será sancionado con prisión de seis meses a un año”.

ART. 169. ABORTO NO PUNIBLE

“No es punible”

1° El aborto culposo propio que se hubiere ocasionado la mujer o la tentativa de esta para causar su
aborto…”

ART. 175 LESIONES CULPOSAS.

“Las lesiones culposas serán sancionadas con prisión de tres meses a un año”.

Existe, obviamente un número más extenso sobre las conductas culposas, específicamente ocho, las
cuales comprenden Estragos Culposos, Art. 285; Desastre por culpa Art. 290; Delitos culposos Art.
355; Quiebra Culposa Art. 369; Revelación Culposa de Secretos, Art. 385,Peculado por culpa, Art. 439
y Evasión Culposa, Art. 482 todos del Código Penal, que no son menos importantes pero que son
delitos que muy graves raramente o mejor diríamos nunca, han sido ejercidos por las instancias
llamadas a tutelar tales derechos.

También queremos dejar constancia que los delitos culposos, especialmente el de lesiones y
homicidio, han tenido una muy importante aplicación en nuestra actual actividad jurisdiccional por dos
factores, el primero por el considerable aumento del parque automovilístico, auge muy notable luego
de la finalización del conflicto social interno, que ha tenido como consecuencias cada vez más
numerosos accidentes de tráfico, y no tránsito como latu sensu se dice; segundo que ha raíz también
del fin del conflicto, se ha palpado un creciente aumento de denuncias sobre la llamada “mala praxis
médica” que puede tener origen en la no tolerancia de la impunidad o el mayor conocimiento de la ley
y sus derechos por parte de la población. Observándose que no existen acciones sobre el medio
ambiente.

3.3.2 CODIGO PROCESAL PENAL

El delito culposos y su relación en el proceso penal está supeditado en gran medida en el tipo de
proceso a seguir, así tenemos que bajo las reglas, del juicio ordinario se conocerá de todo delito, que
esté sancionado con pena de prisión cuyo límite máximo exceda de tres años. Art. 115 Código
Procesal Penal, como en el caso de los ESTRAGOS CULPOSOS artículo 285 CPn., cuyo límite
máximo de prisión es de seis años.

En lo que se refiere a los juicios sumarios, el Art. 394 Procesal Penal, refiere que serán sometidos a
este, todos los delitos cuya pena máxima no exceda de tres años, como en el caso de las lesiones
culposas Art. 175 Pn. y en la REVELACION CULPOSA DE SECRETOS, Art. 385 Pn. y todos aquellos
delitos sancionados con pena de multa, tal es el caso del PECULADO POR CULPA cuya sanción es
de diez a cien días multa.

No aplicándose en el delito culposo el procedimiento del juicio verbal comprendido en el Art. 408
Pr.Pn. referido a las faltas por cuanto en nuestro actual código penal no está tipificado ningún hecho
punible de naturaleza culposa que sea constitutivo de falta; punto sobre el cual en el acápite referente
a la Ley de Procedimientos Especiales sobre Accidentes de Tránsito se hablará.

3.4 CODIGO CIVIL

La relación del Código Civil, en la conducta culposa es como decir de la madre al hijo, ya que es en la
esfera civil en donde aparece por primera vez la conducta culposa, específicamente con la legislación
romana, pero en nuestro Código Civil, el fundamento de la Culpa la encontramos comprendida en el
Art. 1308, el cual tenor dice:
“Las obligaciones nacen de los contratos, cuasi contratos, delitos o cuasi delitos, faltas y de la ley”.

Denominándose CUASIDELITOS, a los hechos culposos y tal terminología significa: “CUASIDELITO:


Acción con que se causa mal a otro por descuido, imprudencia o impericia sin intención de dañar. El
hecho realizado ha de ser ilícito ejecutado con culpa o negligencia y causa de un daño o perjuicio para
que aparezca esta figura. Es una de las fuentes de las obligaciones…” (36).

En este sentido los cuasidelitos o la culpa está doctrinariamente hablando, distinguida desde el punto
de vista de su graduación en grave o lata, leve y levísima en el art. 42 del código Civil, el cual a su
tenor indica:

“Art. 42. La ley distingue tres especies de culpa o descuido.

Culpa Grave, negligencia grave, culpa lata, es la que consiste en no manejar los negocios ajenos con
aquel cuidado que aún las personas negligentes y de poca prudencia suelen emplear en sus negocios
propios. Esta culpa en materia civil equivale al dolo.

Culpa leve, descuido leve, descuido ligero, es la falta de aquella diligencia y cuidado que los hombres
emplean ordinariamente en sus negocios propios. Culpa o descuido, sin otra calificación, significa
culpa o descuido leve. Esta especie de culpa se opone a la diligencia o cuidado ordinario o mediano.

Es la que debe administrar un negocio como un buen padre de familia es responsable de esta especie
de culpa. Culpa o descuido levísimo es la falta de aquella esmerada diligencia que un hombre juicioso
emplea en la administración de sus negocios importantes. Esta especie de culpa se opone a la suma
diligencia o cuidado. El dolo consiste en la intención positiva de inferir injuria a la persona o propiedad
de otro”.

(36) Cabanellas, Guillermo. Diccionario de Derecho Usual Sexta Edición. Tomo Y, bibliografía Omeba 1968.

3.5 LEY DE PROCEDIMIENTOS ESPECILES SOBRE ACCIDENTES DE TRANSITO (L.P.E.S.A.T.)

Esta ley especial que en adelante denominaremos por sus siglas L.P.E.S.A.T., fue creada por el
Decreto Legislativo N° 420 de fecha primero de Septiembre de mil novecientos setenta y siete,
publicada en el Diario Oficial número 183 tomo 217 del seis de Octubre de mil novecientos setenta y
siete.

Tal procedimiento, debe ser por disposición expresa de la ley breve y sencillo, por cuanto y por su
naturaleza el delito culposos adolece de la intención, voluntariedad o premeditación que reina en el
delito doloso, el cual causa un mayor escándalo social, en tanto que el delito culposos no es objeto de
esta particular valoración.

Siendo su procedimiento especial o sumarísimo como algunos teóricos le nombran, lo cual no ha


evitado que en la práctica existan procesos que han superado en demasía los plazos procesales.

En cuanto a su competencia en materia penal, ésta se refiere a los delitos de HOMICIDIO CULPOSO
y LESIONES CULPOSAS, Art. 158 y 175 ambos del Código Penal, que provengan de todo accidente
de tránsito terrestre; y de los daños patrimoniales que devengan de los accidentes de tráfico.

CAPITULO IV
DISTINTAS TEORIAS QUE TRATAN EL DELITO CULPOSO.

4.1 TEORIA CAUSAL DE LA ACCION

4.1.1 ANALISIS HISTORICO Y ASPECTOS DOCTRINARIOS

“Para comprender la esencia de una institución jurídica se impone conocer la evolución histórica. El
jurista apreciará con más certeza la institución que lo preocupa cuanto más haya penetrado en el
campo de la historia” (37).
En primer lugar, debemos sistematizar el punto de partida de la teoría causal de la acción, si se hará
por la acción, por su conducta, por su autor, o por su resultado a esta problemática, corresponden
conceptos como objetivo o subjetivo, en este orden al aplicarlo al análisis del delito, corresponde el
aspecto objetivo a la conducta típica y antijurídica y el aspecto objetivo a la conducta típica y
antijurídica y el aspecto subjetivo a la culpabilidad; distinción muy importante para establecer el
fundamento y origen doctrinario de la teoría causal en su evolución histórica y aportes dados por sus
expositores lo cual trataremos de hacer en un desglose de sus distintos períodos y autores.

Existen tres estructuras básicas o períodos en la percepción filosófica del delito, y estas son: el
aristotélico, el Hegeliano y el causal, el Esquema Aristotélico entendía que un acto malo no sólo por
causar un resultado lesivo si no porque se resultado era causado voluntariamente, lo cual suponía
como punto de partida, la conducta, porque se admitía la autodeterminación del hombre, puesto que el
delito no sólo era un acto voluntario que causaba un resultado, sino que requería que fuera
reprochable a su autor, es decir el aspecto de culpabilidad. En el esquema Hegeliano partían de la
base que el delito solo podía ser cometido por un hombre libre en sus actos y solo podía reprochársele
su conducta si se comenzaba a averiguar su culpabilidad, era visto en base al resultado; y por último el
esquema causal, no utiliza la conducta de su autor en el hecho, sino a su voluntad, por ello la Escuela
Positiva es considerada como una fiel exponente de la Teoría Causal, rechazaba la concepción de
hombre como un ente capaz de autodeterminación o de libertad, para esta escuela, el delito era
únicamente la causación de un resultado.

Para el caso que nos ocupa, la Escuela Positiva de cuyos exponentes se pueden considerar a Cesar
Lombroso, Enrique Ferrí y Rafael Garofolo, y que como características de esta escuela estaban:

a) Método Experimental
Si el delincuente es un hombre y a él hay que atender, y el delito un producto de factores, para su
delito y para el hallazgo de remedios puede y debe emplearse ese método y no el lógico abstracto.

b) Responsabilidad social, derivada del determinismo y temibilidad del delincuente.

c) El delito para los positivistas, es un fenómeno natural y social producido por el hombre.

d) La pena no debe ser un castigo, sino un medio de defensa social. (38).

Por otra parte, también era considerada como: “Expresión extrema del esquema causal: niega o
prescinde de la autodeterminación humana.

1. Niega la autodeterminación o afirma que la misma nada tiene que ver con la responsabilidad penal.

2. En consecuencia, desaparece la imputación aristotélica, es decir, la culpabilidad normativa.

3. El delito queda reducido al injusto y en razón de que considera todo regido por la causalidad, la
conducta injusta no puede menos que ser concebida como.

4. La causación de un resultado lesivo (39)

Por ello, a la causación del resultado seguía, también, causalmente la sanción, la sanción era
entonces, una causación de la reacción social; la cual dependencia del daño causado y por la
determinación del autor de causarlo, lo que en nuestro ordenamiento penal se llama
“PELIGROSIDAD”, consecuentemente el delito como un hecho causal, era considerado, objetivamente
como una acción física y subjetivamente como la acción o conducta demostrada; pero en toda caso,
era el resultado, como hecho objetivo el valorado para la respectiva sanción, ya en la Escuela Positiva
mencionada, como en las variantes de la misma.

Por ello y para mejor entender, debe agregarse que:


“Es indudable que para pertenecer discipularmente a la Escuela era necesario comulgar con el
principio esencial de su doctrina: el de la responsabilidad social. El hombre no es libre, está
determinado en su conducta, no puede haber distinciones entre imputables e inimputables, y por lo
tanto, el capítulo de la sanción no responde a la subjetividad retributiva, sino a la defensa social
objetiva. Reconoció que en la estructura del delito tiene que tomarse el dolo como “Voluntad de
realizar el acto cuyo, efecto se ha previsto, y se ha querido y la culpa como “FALTA DE PREVISION
DE LO PREVISIBLE” (40).

Consecuentemente podemos tratar de concluir sin ser determinantes, que si Altavilla definía la culpa
como una acción no querida que provenía exegéticamente comprendida, de la falta de previsión, y que
Jiménez de Asúa controvertía al sostener que la naturaleza de la Culpa provenía de la falta de
representación del resultado que sobrevendrá tienen como nota común
El resultado de la acción, ya fuese por falta de previsión o por falta de representación, pero con la
disonante diferenciación de que el autor del delito, era su acción física no querida, provendría para el
primero por el libre Albedrío y para el segundo de su determinismo, así como con la sanción o
fundamento de la pena, la cual correspondía a la retribución y la defensa social por medio de una pena
proporcional y justa al hecho causado como un medio preventivo, respectivamente.

Con la Escuela Positiva por consiguiente sus creadores, Ferri, primero, son continuadores, Altavilla,
Soler, Jiménez de Asúa, Florian, etc., aunque a justicia hay que aclarar, algunos de los últimos
mencionados no se consideraron tales, es con lo que se construyó un nuevo concepto del delito,
influencia que dicha teoría se mantiene aún en nuestros días, en el actual Código Penal, en especial
con la creación de la categoría del Peligro Social o del ESTADO PELIGROSOS, de muy en boga en
nuestra sociedad, por el alto índice de la delincuencia existente a raíz de la finalización del conflicto
armado, por ello, tales categorías del Estado peligroso, tienen gran aceptación dentro de la población,
pero debe de hacerse la especial consideración que tales medidas de seguridad, como tal lo son, son
medidas, como decía Jiménez de Asúa, de defensa social, pero por su propio origen son
inconstitucionales y contrario a los tratados internacionales por lo indeterminado de su pena, aún sin
tener como presupuesto la comisión de un delito.

En conclusión podemos decir, que la acción dentro de la Teoría Causal, correspondía a un movimiento
corporal, aunado a la causalidad del resultado, en donde el tipo o delito, se consumaba con el
resultado causal, la antijuricidad por la ausencia de justificación y por ende la culpabilidad por la
infracción objetiva y subjetiva del deber de diligencia. Siendo el delito causal, un cerrado círculo físico
que correspondería a decir: causa – efecto; causa – efecto…y así sucesivamente.

Conceptualizándose el delito como una acción, típica, antijurídica y culpable, y la acción, como un
proceso natural, “debe entenderse como un comportamiento corporal querido de un hombre que
acarrea un resultado que aparece como un efecto de su querer” (41) , agotándose en la apreciación
objetiva pero, valorando de igual manera tanto los delitos dolosos como los culposos, porque la
tipicidad y la antijuricidad son actos perceptibles, materiales y objetivos, orientada la teoría al bien
jurídico tutelado, por el desvalor del resultado y no por el desvalor de la acción, presentado como todo
aporte intelectual y físico, las siguientes ventajas: se logra un concepto de acción que es aplicado sin
dificultad se obtiene una completa unidad sistemática y lógica de la casi totalidad del delito, hasta que
le llega a la antijuricidad, en donde pierde el fundamento.

(37) FONTAN BALESTRA, CARLOS. Derecho Penal. Parte Especial ABELEDO – PERROT. Buenos Aires 9° Edición. Pág. 39
(38) ASUA, Luis JIMENEZ DE. LA LEY Y EL DELITO. Principios del Derecho Penal Editorial Sudamericana. Buenos Aires. Quinta
Edición 1967. Pág. 53
(39) ZAFFARONI, EUGENIO RAUL. Tratado de Derecho Penal. Parte General III EDIAR. Sociedad Anónima Editora, Comercial,
Industrial y financiera 1981.
(40) CRUZ, CARLOS. Ideas Penales Contemporáneas. Editorial Astrea. Buenos Aires, 1985, pág. 23.
(41) BUSTOS, RAMIREZ JUAN. Culpa y Finalidad (Los delitos culposos y la teoría final de la Acción). Editorial jurídica de Chile
1967. Pág. 20

4.2 TEORIA FINAL DE LA ACCION

4.2.1 ENFOQUE HISTORICO –ASPECTOS DOCTRINARIOS


Finalidad: “Intención, propósito; fin en aceptación figurada” (42)
Fin: “Materialidad final, conclusión, término, extinción, muerte, desaparición” (43).

De estos dos conceptos o definiciones apuntados, surge una primer interrogante: Finalidad y fin…
¿son lo mismo o sólo es una interpretación tautológica de conceptos, que al final vienen a significar lo
mismo? La finalidad, como intención o propósito, en su aceptación figurada llega implícita la voluntad
humana, por cuanto solo el ser humano tiene una o varias finalidades así como el Estado tiene un fin
último y esencial, el bienestar social, el ser humano, pues tendrá la misma finalidad la correcta
convivencia social, que conlleva el respeto a las normas de carácter social, moral, penal, etc., por tanto
el fin como la conclusión, término, muerte, o desaparición, sólo es un estado material de cesación a la
voluntad humana, y no un sentido o dirección de la misma.

Con lo que resulta, que sí el hombre tiene un fin causal, su muerte final o mejor dicho; nace, crece, se
reproduce y muere; también tiene una finalidad en la vida que es su fin y que busca alcanzarlo, con lo
que resulta de nuevo, que la causalidad es opuesta a la finalidad, exposición que Santo Tomás de
Aquino complementaba, indicando que quien quiere los fines debe querer los medios para alcanzarlos.
(44) Y estamos hablando de autores que entre ellos, distan siglos de diferencia.

Continuando con su origen histórico para el materialismo dialéctico, la significación de la finalidad,


expone dos situaciones, la primera y lógica, niega el finalismo en la naturaleza, y segundo; que sólo en
las conductas humanas existe finalidad, que depende de la condiciones objetivas de la existencia
humana, no hay que perder de vista lo que el materialismo dialéctico y sus leyes pretenden, leyes de
le negación, etc.; sobre todo de las condiciones materiales de la sociedad; por ello el marxismo no es
opuesto a la finalidad, por cuanto este también tiene un fin, caracterizándolo Marxs y Engels como “La
Lucha de Clases”; posición que podría romper algunos esquemas conceptuales de la realidad del
lector, pero que sí es una profunda revelación histórica y que de ser comprendida, la teoría finalista,
filosóficamente hablando, deja entrever su importancia capital para el desarrollo social.

La anterior síntesis histórico filosófica, no quiere ni pretende sentar cátedra sobre tales aspectos,
trabajo que queda para los juristas, pero si queremos mencionar la poca bibliografía existente sobre el
tema, salvo los autores de Derecho penal de Muñoz Conde y Bacigalpo, lo cual no basta para una
posterior y mejor investigación, por parte de los lectores a quien va dirigido esta modesta monografía.
Aclarado el punto, la teoría final de la Acción, o la Escuela Final de la Acción, denominaciones que los
juristas dan, no está divorciada, como muchos erradamente creen, de la teoría Causal de la Acción, lo
cual para el neófito causará obvio asombro.

Su creador, Hans Welzel, en su obra Derecho Penal Alemán; exponía como fundamento de su teoría
que: “Acción Humana es ejercicio de actividad final. La acción es por eso, acontecer “final”, no
solamente “causal”. Actividad final y un valor orientado conscientemente desde el fin, mientras que el
acontecer causal no está dirigido desde el fin, sino que es la resultante causal de los componentes
causales existentes en cada caso.

Por eso la finalidad es –dicho en forma gráfica- “vidente”, la causalidad “ciega”.

“Un ejemplo aclarará esto: cuando un rayo electrocuta a un hombre que trabaja en el campo, el
acontecer se basa en que entre el hombre y la nube se originó la máxima tensión eléctrica, que llevó a
la descarga. Aquí la constelación causal se ha ordenado para la consecución del fin: compra del arma,
averiguación de la oportunidad, ponerse al acecho, disparar al objetivo; todos éstos son actos dirigidos
a un fin, que están sujetos a un plan de conjunto. (45).

Consecuentemente la finalidad, se basa en la capacidad de la voluntad de prever, dentro de ciertos


límites, las consecuencias causales, configurándose en dos etapas, una fase interna que transcurre
totalmente en el pensamiento que se inicia en la anticipación del fin, que es lo que se quiere realizar,
luego hay que considerar la Selección de los medios para lograr ese fin; en esta etapa el autor
determina sobre la base de su conocimiento común qué necesita para lograrlo; y en un retroceso,
desde el fin, valora los factores que necesita para el logro del mismo, puesto que deviene desde el fin,
y desde este, se escogen los elementos causales requeridos como medios de acción; luego de
elegidos los medios se pasa a sopesar los efectos concomitantes. Es de aclarar que este proceso
mental, no va dirigido, como el anterior desde el fin, si no que, desde los elementos o factores que
fueron elegidos; o sea que, desde aquí hacia adelante, en dirección a los efectos que trae o podría
traer como consecuencia, lo cual se convierte en dos vías más: la primera, si es posible y llanamente
probable el fin, y que no tenga ningún problema; y la segunda vía, si hecho el trayecto mental
expuesto, se encuentran inconvenientes, buscándose en consecuencia evitar los efectos
concomitantes surgido; siendo en esta etapa del proceso en que los hechos lícitos tomados como fin,
en la acción culposa, son valorados probables respecto de los cuales el autor confía que no se
producirán.

Por supuesto, tal exposición teórica, es corta, lo sabemos; no expone con suficiencia la teoría, lo cual
dejamos al espíritu investigador del lector;

“el ordenamiento jurídico se ocupa también de acciones finales no tanto respecto del fin, si no en
cuanto el lector confíe en la no producción de determinados resultados socialmente no deseados o no
piense en ellos. El ordenamiento jurídico espera que el actor emplee en la lección y en la aplicación de
sus medios de acción, un mínimo de dirección final, esto es, “el cuidado requerido en el ámbito de
relación”, para evitar efectos concomitantes no queridos y socialmente deseados –y las conmina con
una pena por regla general, es cierto, sólo cuando el resultado no deseado se ha producido (46)

Partiendo entonces, que la acción culposa podría ser a priori, una acción que produce un daño que ha
sido provocada por un autor que no ha tenido “el cuidado requerido en el ámbito de la relación”, por
cuanto éste no obstante se los representó, confió en que no se producirían:

Muy por el contrario, el concepto causal de la acción como ya se mencionó, se dividía en dos partes, la
fase externa denominada OBJETIVA, y la voluntaria o SUBJETIVA, de acuerdo con esto, la acción es
un mero proceso causal que desencadena la voluntad en el mundo exterior, sin tomar en
consideración si el autor lo ha querido o si solo lo ha podido proveer.

Por ello, al criticar la conceptualización causal, los finalistas sostienen, que el error fundamental de la
teoría causal de la acción consiste en que no sólo desconoce la función constitutiva, por antonomasia,
de la voluntad rectora respecto de la acción, sino que incluso la destruye y la convierte en un mero
proceso causal desencadenado por un acto de voluntad cualquiera” (47).

Por ello y para resolver la cuestión, exponen que el cuidado requerido en el AMBITO DE RELACION,
es un concepto subjetivo y normativo, porque, para determinar el “cuidado”, no interesa cual es el
“cuidado” requerido en el ámbito de relación; además, no es decisivo el cuidado requerido que aplicó o
ejerció en el acto material, si no, que, no aplicó, el que era requerido o esperado. En este sentido, el
cuidado requerido y esperado es aquel, que comúnmente identificamos con frases como, prudencia o
conducta razonable y acorde a lo esperado, etc.

Consecuentemente, estudiados los conceptos vertido por los autores de las distintas teorías para los
delitos culposos, no podemos menos que determinar la importancia que la teoría finalísima adquiere,
en contraposición a la teoría causal, porque la teoría final de la acción reconoce el concepto normativo
de la culpabilidad en “que es un juicio valorativo que es igual a la irreprochabilidad, por ello en la culpa
y el dolo, la culpabilidad no estaba en sí misma, sino en los elementos propios de la culpa, ya que la
teoría causal veía: a) La culpabilidad, como una culpabilidad de voluntad, culpa es culpabilidad, luego
el autor culposo quiere el resultado; y b) toda culpabilidad es culpabilidad de voluntad, el autor culposo
actúa sin querer el resultado concreto, luego culpa no es culpabilidad (48), problemática que no se
pudo subsanar por estos teóricos no olvidar que la acción, bajo esta teoría es “solo un proceso de
“voluntariedad”, esto es la probación causal en el mundo exterior a través del querer, si tal producción
causal fue querida o no, es otro problema. Según esta teoría, el contenido de la voluntad no pertenece
a la acción, sino a la culpabilidad, de ahí que se hable de “voluntariedad” y no de voluntad” (49).

Welzel, entonces comprende que el delito culposo, no contiene la anterior valoración de “voluntariedad
–culpabilidad-, porque la acción no obstante, contener un proceso causal la acción no se agota en
este, por que la acción, “es actividad humana y como tal no se puede comprender como un proceso
ciego, como un mero proceso físico, sino como una expresión de la finalidad que va implícita en el
comportamiento humano” (50).

Por tanto, la culpabilidad no está en el resultado, sino en la falta del cuidado objetivo, en la falta de una
conducta jurídicamente exigible, en la no aplicación del cuidado adecuado: y en la no exigibilidad de
otra conducta.

Consecuentemente, “El hechos en el delito culposo, ha aplicado una ciudad insuficiente. En los delitos
culposos la distinción entre antijuricidad y culpabilidad no tiene objeto y es materialmente imposible”
(51).

La conclusión, entonces es que en los delitos culposos, la estructura de la acciones siempre la misma,
aún con los delitos dolosos, la única diferencia estriba, en que: “el ámbito de la acción reside en que,
respecto de los delitos culposos lo que importa en primer lugar, no es el fin en cuanto a tal, sino la
ejecución final concreta. Por ejemplo: A quiere matar a B. aquí tiene, en primer lugar, relevancia el fin,
es decir la muerte de B. por el contrario, si quiere viajar a Concepción y en el camino atropella a un
niño, lo que tiene relevancia, en primer lugar no es el fin, sino la realización concreta de la acción. Mal
se podría hablar de cuidado o exigir un cuidado a la lluvia para que caiga sobre las plantas y no sobre
las piedras, o a los terremotos para que ocurran en el desierto y no en los centros poblados” (52).

(42) Cabanellas, Guillermo. Diccionario de Derecho Usual. Sexta Edición. 1968. Bibliográfica Omeba.
(43) Cabanellas, Guillermo. Diccionario de Derecho Usual. Sexta Edición. 1968. Bibliográfica Omeba.
(44) ZAFFARONI, EUGENIO RAUL. Tratado de Derecho Penal. Parte General III EDIAR. Sociedad Anónima Editora, Comercial,
Industrial y financiera 1981.
(45) WELZEL HANS. Derecho Penal Alemán. Traducción del Alemán por los profesores Juan Bustos Ramírez y Sergio Yáñez
Pérez. Editorial Jurídica de Chile. 4ª Edición Castanella 11ª Edición 1993.
(46) Wezel, Hans, Ob. Cit. Pág. 44.
(47) Wezel, Hans, Ob. Cit. Pág. 44.
(48) BUSTOS, RAMIREZ JUAN. Culpa y Finalidad (Los delitos culposos y la teoría final de la Acción). Editorial jurídica de Chile
1967. Pág. 18
(49) Bustos, Ramírez, Juan Ob. Cit. Pág. 32
(50) Bustos, Ramírez, Juan Ob. Cit. Pág. 32
(51) Bustos, Ramírez, Juan Ob. Cit. Pág. 37
(52) Bustos, Ramírez, Juan Ob. Cit. Pág. 47

4.3 OTRAS TEORIAS

La lucha filosófica entre el causalismo y el finalismo, trajo como una muy buena consecuencia, el
nacimiento de nuevas teorías sobre el delito en general, referentes en su mayoría en cómo identificar
la culpabilidad y donde surge esta; el primero creemos fue el mismo Hans Welzel, cuando menciona
en su obra el Derecho Penal alemán, que; el término finalismo, no es propio del autor mencionado,
sino de Nicolai Hartmann, término con el que caracterizó la acción como un acontecimiento dirigido y
encauzado voluntariamente, y que es el término “Cibernética” una designación mucho más ajustada a
la acción, la cual consistía en la negación de toda posibilidad de separar el fin de la voluntad o dicho
en otras palabras, se refiere siempre al finalismo, pero por cuestiones eminentemente gramaticales, y
por autoría debió haberse identificado a la teoría como acontecer cibernético o cibernética.

El concepto de Cibernética entendemos que está compuesto de cuatro etapas, o centros de función,
1° el hombre se pone un fin, 2° selecciona mentalmente los medios para lograrlo; 3° Pone en
funcionamiento la causalidad; 4° esta desemboca en el resultado.

Una segunda teoría, era la propuesta pro Eugenio Raúl Zafaroni, la cual se denominó Antropología
Existencial (53) o Fundamentación Antropológica de la Ciencia del Derecho Penal (54); lo cual en
primer lugar no debe confundirse con la teoría Antropología de Lombroso, la cual someramente se
refiere a que el Derecho Penal como ciencia jurídica que es debe buscarse en la dogmática para
contribuir un derecho penal basado en el hombre, porque el derecho tiene que armonizar la existencia
del hombre, porque el derecho tiene que armonizar la existencia del hombre, garantizando la
disponibilidad de determinados bienes jurídicamente protegidos por parte del hombre, esa
disponibilidad constituye la seguridad jurídica, pero esta seguridad jurídica no es posible para todos los
componentes de la sociedad, por lo que el derecho penal tendrá que conformarse con proteger y
asegurar al mayor número de hombres, de esta posición colegimos que el delito culposo como tal, y no
obstante ser Zaffaroni un finalista, podría quedar fuera del ámbito de jus puniendi del estado, párrafo
este último que demuestra nuestro escepticismo.

Existen otras teorías filosóficas, eminentemente que tratan de explorar el fundamento del nuevo
derecho penal como esencia, como el tridimencionalismo y el tribalismo, que escapan por el momento
a los límites de este trabajo.

(53) CRUZ, CARLOS. Ideas Penales Contemporáneas. Editorial Astrea de Alfredo y Ricardo de Palma. Pág. 93
(54) ZAFFARONI, EUGENIO RAUL. Tratado de Derecho Penal. Parte General III EDIAR. Sociedad Anónima Editora, Comercial,
Industrial y financiera 1981. Pág. 421

CAPITULO V

EL INADECUADO TRATAMIENTO DEL DELITO CULPOSO BAJO LA TEORIA CAUSAL DE LA


ACCION, EN LA ACTUAL NORMATIVA PENAL SALVADOREÑA.

Como preámbulo del inadecuado tratamiento del delito culposo bajo la teoría causal de la acción en la
actual normativa penal salvadoreña, hay que aclarar que nuestro ordenamiento jurídico ha estado
orientado por el causalismo desde sus inicios.

En primer lugar debe establecerse que el delito culposo, como ya se afirmó aparece definido como tal
hasta el actual código penal en el Art. 35 siendo en materia de tránsito terrestre en donde su aplicación
ha sido más que evidente por cuanto es el único cuerpo legal que trata en especial de los delitos
culposos estando limitada la jurisdicción de tránsito a las lesiones culposas y homicidio culposo.

No obstante lo anterior, el tratamiento judicial que de estas infracciones hace el juzgador está plagada
de vicios de procedimientos y de inexactas aplicaciones de la teoría que conforma a la culpa en
general, lo cual se desglosa en dos partes a saber: Una parte doctrinal o explicación de los conceptos
que conforman el delito y una segunda parte que trata del inadecuado procedimiento común utilizado
al momento de fallar en las sentencias provenientes de una acción culposa. Prueba evidente de lo
anterior son las sentencias dictadas por los tribunales especiales de tránsito, los juzgados de lo penal
y las cámaras pertinentes, en donde es notorio el inapropiado tratamiento y penalización del delito
culposo, ya que basta escudriñar las resoluciones proveídas por tales tribunales para enterarse de la
severidad de las sanciones al inculpado a quien por lo común se aísla de la sociedad y su familia
ordenando su reclusión penitenciaria, y por otra parte se evidencia el impropio tratamiento de los
injustos culposos cuando a víctimas y ofendidos de los injustos por imprudencia de les otorga un
resarcimiento pecuniario de sus daños que en la mayoría de los casos es ridículo, arcaico y atentatorio
contra sus derechos llegando al extremo de valorar como resarcimiento por la muerte de un ser
humano, sumas de dinero que no corresponden en lo más mínimo al daño causado. Otra clase de
delitos culposos que en nuestro medio se ha visto protegido por el mal tratamiento de tales injustos
son las infracciones penales tipificadas y calificadas como mala praxis médica, los cuales se han visto
a tal grado protegidos que podríamos criticar que hasta han gozado de cierto margen de impunidad, ya
que médicos y accidentalmente personal de enfermería que se han visto involucrados en delitos contra
la integridad física de sus pacientes, han gozado en algunos casos de a protección institucional de sus
nosocomios aunado a la complicidad de colegas profesionales que llegan hasta el encubrimiento de
los hechos con el afán de obstaculizar la justicia y mantener la impunidad de ese círculo de galenos y
auxiliares.

5.1 APLICACIÓN INEXACTA DE CONCEPTOS DE LA TEORIA CAUSAL DE LA ACCION EN LOS


DELITOS CULPOSOS.

La anterior premisa se concretiza en que, el infractor de un bien jurídico tutelado cuyo resultado sea
producto de una acción u omisión culposa, es tratado como un delincuente en todo el contexto de la
palabra, ya fuera delito proveniente de accidente de tránsito o delito penal común de las cualquiera de
las figuras culposas que tipifica el código penal. Igual ocurre en la teoría final de la acción, ya que el
autor bajo esta teoría comete infracción por la falta de la debida diligencia o del cuidado debido.

Consecuentemente podríamos determinar que no es apropiado sostener que el infractor culposo es un


delincuente pero como sostenemos al principio, así es tratado, se esposa, se encarcela en la prisión o
en las escuelas del crimen como se les nombra.

Para le teoría causal de la acción, la columna vertebral en la valoración, juzgamiento y penalización de


un delito lo constituye la acción, como causa de un resultado, pero vista esta, como un fenómeno
natural, físico, corporal del ser humano, que transforma el mundo exterior (55). En tal sentido expone
Juan Busto Ramírez en su obra “Los Delitos Culposos y la Teoría Final de la Acción”…: “Para la teoría
causalista de la acción delito es una acción típica, antijurídica y culpable. Esta concepción doctrinaria y
sus exponentes han recibido diversidad de calificativos como por ejemplo naturalista, y ello, debido a
que en el momento en que afloraban estas ideas jurídico-filosóficas el mundo entero estaba
influenciado por el auge de las ciencias naturales (56).

En nuestro país, tanto en la jurisdicción penal como en la especial de tránsito, se le ha dado un


tratamiento, juzgamiento y penalización inapropiado a los delitos culposos, esto obedece a que
nuestra normativa vigente está orientada por la teoría causal de la acción. Para ilustración, cuando una
persona se ve envuelta en la comisión de un delito culposo, se le aplica el mismo trato que al que
comete un delito doloso.

Al ser, remitido ante el tribunal competente, el operador de justicia en su interrogatorio de indagación


no le pregunta al encausado de un delito culposo cuál era el fin que perseguía sino que el
interrogatorio que si hace cargo de haber causado un resultado dañoso con su actuar y que si acepta
el delito que se imputa.

En la cotidiana práctica de la población salvadoreña, y para ejemplo de esa severidad es causa de que
la mayoría de conductores, médicos y cualquier imputado de delitos culposos desaparezca del lugar
de los hechos en un afán por evadir el severo tratamiento y penalización del injusto cometido; ya que
el agente es conocedor que si es detenido será separado de su familia y la sociedad y a cambio lo
recluirán junto a un temible número de delincuentes.

Si el hombre es un ser social por naturaleza, nadie quisiera ser aislado de la sociedad. Y por ello el ser
humano trata de evitar la pena carcelaria. En ese orden, el Agente imprudente afrontaría con mayor
responsabilidad la culpabilidad que le provenga de un injusto culposo, si su tratamiento y sanciones
fueran menos severas, como por ejemplo la imposición de un ecuánime resarcimiento económico, o
tareas de labor social obligatoria, etc.

En Europa y algunos países de avanzada judicial en Latinoamérica ya han aflorado las nuevas
corrientes penales que se inspiran en la humanización de las penas y la idoneidad de las mismas.

En El Salvador, como también en la mayoría de países la pena se ha desnaturalizado, abandonado su


fin, re adaptador por una errónea intención de castigo por el delito cometido. Nuestra patria, la sanción
penal se le ha deformado a tal grado, que nuestro órgano judicial tiene que afrontar un serio problema
de hacinamiento penitenciario, por lo que las cárceles han dejado de ser un lugar para readaptar al
delincuente y se han convertido en una escuela de la delincuencia.

Nuestra legislación penal y de tránsito vigente, establece penas reclusorias inapropiadas para los
delitos culposos y nuestro operador de justicia juzga y sanciona con mucho rigor estos injustos, lo cual
genera la causa, hasta donde le es posible al agente: la evasión de la justicia.

Toda la situación antes expuesta es motivada por la mala orientación doctrinaria que inspira nuestra
normativa penal y de tránsito, por ello en el capítulo siguiente se hace en forma amplia la explicación
de la necesidad de imprimir a nuestro ordenamiento un nuevo enfoque doctrinario que este acorde con
los cambios históricos-mundiales que impulsa el “Jus Puniendi”.
La teoría causalista está dividida en dos tendencias, la Primera que es el causalismo clásico o natural
creado por Franz y Von Liszt y Ernest Von Beling y el causalismo Neoclásico o valorado creado por
Mayer y Mezger (57). Entre los viejos defensores del caudalismo en América se mencionó a Carlos
Fontán Balestra, Sebastián Soler, Eduardo Novoa Monreal. En El Salvador actualmente aún lo hacen:
Manuel Arrieta Gallegos, José Enrique Silva” (58).

Teoría: según la definición que nos enseña don Guillermo Cabanellas en su obra “Diccionario
Enciclopédico de Derecho Usual” es, “conocimiento meramente especulativo sobre una rama del
Saber o acerca de una actividad….Posición doctrinal para explicar un problema jurídico o defender
alguna solución del mismo”. Y fue esto lo que trató de hacer la teoría causalista, sus fundadores y
seguidores, haciendo una interpretación del delito, la pena y el delincuente. El fundamento de la
tipicidad como de la antijuricidad es la acción … de ahí resulta también que la teoría causalista se
oriente exclusivamente por la lesión de bien jurídico, es decir, por el desvalor del resultado y no por el
desvalor de la acción…”

En El Salvador los delitos, culposos tiene una historia referida a la culpa salvadoreña estrictamente,
muy reducida que comienza con la implementación de las normativas de llamada madre patria. En El
Salvador la culpa se trata primariamente en el ámbito del Derecho privado, pero posteriormente fue
retomado por el derecho penal por se considerada esta forma de conducta: constitutiva de delito; y es
por tal motivo que la culpa ha sido en el derecho penal el que más conductas culposas ha regulado.

La regulación antes dicha tuvo que obedecer patrones doctrinarios, de tipificación y hasta de redacción
de los códigos españoles. Por dicha razón el delito culposo salvadoreño nace influenciado por la teoría
causal, ya que estas eran las corrientes doctrinarias que determinaban en ese momento de la historia,
la legislación penal de la República de España. Según los doctrinarios, los delitos culposos atendiendo
a la legislación que los regule, y la norma de tipificación de la acción tipo, pueden ser de dos formas:

a) De tipo cerrado que lo constituyen las “legislaciones que poseen un concepto genérico de la culpa,
castigando la forma culposa en número limitado de delitos”.

b) De tipo abierto. “En este grupo se contienen diversas variedades: a) Inclusión genérica de la culpa
en la parte general; b) Su inclusión genérica con la parte especial, Sistema por los códigos españoles
a partir de 1848. También adoptado por El Salvador…” (59) Esta afirmación hecha por Eugenio Cuello
Calón tuvo validez e importancia en aquel momento de la historia de nuestro derecho penal.

Posteriormente han surgido otros tratadistas que abordan el delito culposo salvadoreño actual como
un tipo de delito cerrado así el Manual de derecho penal en su parte General escrito por el Licenciado
Miguel Alberto Trejo, el Lic. Armando Antonio Serrano y otros, expresa a página 499 y 500… que: En
atención al principio de mínima intervención, sólo se sancionaban penalmente aquellas conductas que
lesionaban bienes jurídicos vitales como la vida, la integridad corporal, etc. Esto nos parece saludable
por que la criminalización amplia de tipos imprudentes produciría una hiper-inflación penal, más dañina
que beneficiosa para la sociedad.

Es necesario aclarar que estas clasificaciones doctrinales en nuestro país se deben interpretar así: en
relación al número de delitos culposos, que se deben sancionar, nuestro legislador ha seguido el
sistema de números clausus (para evitar la Hiper-inflación penal).

De la misma forma es necesario plantear la problemática que genera este errado tratamiento del delito
culposo, tanto a las víctimas como a imputado, por cuanto este último es tratado por parte de los
Organos Auxiliares y aún por los tribunales de justicia como un delincuente común, lo cual no es
correcto, en este sentido se hizo palpable la falta de conocimiento sobre el carácter ontológico del
delito culposo por aparte de los involucrados en la administración de justicia.

Tratamiento que en muchos casos provoca un alto grado de impunidad por el desconocimiento que
existe sobre el delito culposo en general, por lo anterior es importante proporcionar a los operadores
de justicia las herramientas necesarias para la comprensión de las distintas teorías jurídico-penales
que desarrollan al delito culposo y su aplicación en la administración de la justicia salvadoreña.
Por otra parte volviendo al tema que en este capítulo nos interesa (EL TRATAMIENTO INADECUADO
DEL DELITO CULPOSO, BAJO LA TEORIA CAUSAL DE LA ACCION EN LA ACTUAL NORMATIVA
PENAL). Apuntaremos que “… El error básico del planteamiento causal. El primer equívoco con que
nos encontramos al establecer las bases para el estudio del problema, está en suponer o entender que
para el derecho penal, en general, y para la teoría jurídica del delito, en particular, lo que interesa es
establecer una relación de causa –efecto entre la conducta del delincuente y las consecuencias físicas
externas que se vinculan a ella… (60)

Lo anterior es lo que tiene imbíbito erróneamente los delitos culposos descritos en nuestro código, y
por eso mismo lo que genera un mal tratamiento. Y eso es de fácil descubrimiento. Si analizamos la
redacción de los injustos por culpa, observaremos que en todos, para establecer la sanción aplicable
al legislador solo le interesó el resultado dañoso causado por el agente con su actuar imprudente sin
interesar el aspecto subjetivo o psíquico el de actuar así observemos algunos de los tipos culposos
sancionados en el código penal salvadoreño:

HOMICIDIO CULPOSOS:
Art. 158. El homicidio culposo será sancionado con prisión de uno a tres años.
La sanción podrá aumentarse hasta cinco años de prisión, cuando de la culpa resultara la muerte de
dos o más personas, o la muerte de una y lesiones graves o muy graves de otra u otras personas, se
impondrá prisión de uno a seis años.

ABORTO CULPOSO
Art. 168. El que culposamente causare un aborto, será sancionado con prisión de seis meses a un
año.

ESTRAGOS CULPOSOS
Art. 285. El que por culpa causare estragos, comprendidos en los artículos anteriores, será sancionado
con prisión de seis meses a seis años.

DESASTRE DE CULPA
Art. 290. El que por culpa causare naufragio, desastre aéreo u otro accidente previsto en este
Capítulo, será sancionado con prisión de seis meses a tres años.
Si del hecho resultarle la muerte o lesiones en una o más personas, se impondrá prisión de uno a seis
años.

PECULADO POR CULPA


Art. 439. El funcionario o empleado público que, por su culpa, diere ocasión a que se cometiere por
otra persona el peculado de que trata el artículo anterior, será sancionado con diez a cien días multas.

EVASION CULPOSA
Art. 482. Cuando la evasión se hubiere efectuado por culpa de funcionario público o encargado de la
vigilancia, la sanción será de uno a nueve meses de prisión. El culpable quedará exento de pena si
dentro de los noventa días de la evasión presentare al reo ante la autoridad o lograre la captura.

Como se puede notar, los teóricos causalistas en esencia, defienden la idea que al sujeto que cometía
un delito se le deba juzgar no por la benevolencia o perversidad de su pensamiento o fin que
perseguía en su acción; si no, que en base a la gravedad del resultado de su actuar, es decir en
relación con el bien jurídico atropellado.

Estos teóricos no comprendieron que el sujeto en su actuación imprime valores subjetivos, en


ocasiones sublimemente detallados a tal grado que no tiene cabida la perversidad en el pensamiento
del agente, porque sus fines son legítimos y hasta altruista. Como la persona aquella que por la
emergencia de su vecino lo lleva al hospital en su vehículo para remediar sus dolencias, pero en el
recorrido del camino y en la oscuridad de una noche tormentosa atropella a una persona que sin
prudencia y ebrio atraviesa la calle. El conducto perseguía un fin muy noble: “Salvar la vida de su
enfermo vecino”. Pero accidentalmente atropella a una persona, lo cual no era su fin. Observamos acá
que el sujeto quería hacer el bien y nunca en su pensamiento quiso dañar a nadie. Pero para los
causalistas no interesa el fin de su accionar, sino que se debe juzgar tomando en cuento sólo el daño
causado. Lo mismo sucede con el médico que atiende en su consultorio, a un paciente que le expone
los síntomas de su enfermedad en forma clara y aparentemente cuerda; pero es el caso que el
paciente adolece de demencia o perturbación temporal de la conciencia. Sin apariencia alguna. Y el
médico en su noble voluntad de curar su enfermedad da un diagnóstico y medicamento errado en
base a los falsos síntomas expuestos por el paciente, pero este, por la ingestión del contraindicado
medicamento, fallece. El patólogo no pretendía que el paciente falleciera, sino por el contrario,
pretendía curar su supuesta enfermedad, pero sucede la fatalidad. De igual forma los causalistas lo
juzgarían por la gravedad del resultado, sin atender el generoso fin que perseguía.

El mal tratamiento del delito culposo en la actual normativa penal y procesal penal, reside en la
desfasada orientación doctrinaria, ya que como se ha demostrado “… el elemento decisivo del injusto
del hecho culposo reside en el desvalor de la acción, no meramente en el desvalor del resultado” (61).

Retomando el criterio anterior, nuestro legislador rescata este resultado del finalismo, en el artículo 4
del Código Penal aprobado que al tenor dice:

“La Pena o medida de seguridad no se impondrán si la acción u omisión no ha sido realizada con dolo
o culpa. Por consiguiente queda prohibida toda forma de responsabilidad objetiva.

La culpabilidad sólo se determinará por la realización de la acción u omisión”.

El inadecuado tratamiento del delito culposo en El Salvador es tan deplorable, que deja a la luz por
parte del operar de justicia: en algunos casos un claro desconocimiento doctrinario y una evidente y
flagrante violación a la normativa legal; y en otros casos se deja entrever el flotante temor que circunda
en el quehacer judicial sobre las latentes prevenciones, amonestaciones y hasta sanciones que son
aplicadas a los juzgadores que en un intento de valentía emiten resoluciones apoyados en las
doctrinas penales de avanzada y con apego a la equilibrada justicia y sin divorciarse del estado de
derecho.

El inadecuado tratamiento del delito culposo en El Salvador es tan deplorable, que deja a la luz por
parte del operador de justicia: en algunos casos un claro desconocimiento doctrinario y una evidente
violación del a lo normativo legal y otros casos se deja entrever el flotante temor que circunda en el
quehacer judicial, sobre las latentes prevenciones, amonestaciones y hasta sanciones que son
aplicadas a los juzgadores que en un intento de valentía.

(55) TREJO, MIGUEL ALBERTO Y OTROS. Manual de Derecho Penal. Parte General 1ª Edición 1992 pág. 141
(56) TREJO, MIGUEL ALBERTO Y OTROS. Manual de Derecho Penal. Parte General 1ª Edición 1992, pág. 141
(57) Trejo, Miguel Alberto. Ob. Cit. Pág. 140
(58) Trejo, Miguel Alberto. Ob. Cit. Pág. 157
(59) Cuello Calón, Eugenio. Derecho Penal T. 1. Parte General, editorial Bosch, Casa Editorial S.A. Barcelona 1980 Edit. 18
(60) Novoa Monreal, Eduardo. FUNDAMENTOS DE LOS DELITOS DE OMISION. Ediciones DEPALMA.
(61) Hans, Welzel. Ob. Cit. Pág. 154

CAPITULO VI
PERSPECTIVA DE APLICACIÓN DE LA TEORIA FINAL DE LA ACCION EN LA LEGISLACION
PENAL SALVADOREÑA

Para comprender y aceptar las perspectivas de aplicación de la teoría finalista de la acción al delito
culposo en El Salvador; es imperativo y necesario conocer de manera general:

a) como se ha desarrollado el Derecho Penal Salvadoreño y su influencia doctrinaria en el pasado.

b) Como se encuentra estructurado el Derecho Penal vigente en El Salvador y cuál es su influencia


doctrinaria; sólo luego de lo anterior podremos conocer,

c) Cuales son las posibilidades o perspectivas de aplicación de la teoría finalista en el Derecho Penal
Salvadoreño. Para ello veamos el siguiente análisis:
En la historia de la teoría del delito, se distinguen tres períodos que sobresalen principalmente:

a) Período Clásico del delito.


b) Período Neoclásico del delito
c) Período del finalismo.

La anterior definición está referida a la estructura o construcción del tipo del delito, pero en el presente
capítulo nos ocuparemos únicamente del tercer período por ser el que nos interesa
momentáneamente.

La teoría finalista o teoría de la acción final, nace en Alemania en la década de 1930 y fue creada por
el connotado y eminente jurista Hans Welzel, haciendo posteriormente en 1940 el referido autor, una
exposición más completa y detallada de su teoría y postulados en su obra “DERECHO PENAL
ALEMAN” (parte general).

La teoría final de la acción, en este momento histórico, preñado de convulsiones y cambios sociales,
es la doctrina que está orientando los nuevos sistemas penales, en un afán por humanizar el derecho
y por ende la pena, con un criterio más científico, que incluya en el juzgamiento de los injustos una
mejora valoración de los elementos subjetivos que se encuentran en la estructura del tipo y del
delincuente.

Los códigos penales salvadoreños, que han existido hasta el actualmente en vigencia, han estado
influenciados por la teoría causal de la acción, teniendo nuestro país dentro de la evolución histórica
del derecho penal las siguientes codificaciones.

1) Código Penal de 1826. Aprobado el día 13 de abril del referido año. Este cuerpo de leyes fue
formado de inspiración en el código penal de la república de España de 1822. Siendo este nuestro
primer código penal, que se promulgó a sólo cuatro años después de obtenida la independencia
centroamericana en relación de España, por ello ene se período El Salvador aún formaba parte de la
Federación Centroamericana. Su influencia doctrinaria: el causalismo.

2) Código Penal de 1859 aunque otros juristas han enunciado otras fechas de aparición de este
código, lo más confiable es que entró en vigencia el día 20 de Septiembre de 1859. Fue el texto legal
redactado bajo la influencia total del código penal español de 1848. Influencia doctrinaria: El
causalismo dentro de este código es considerado con principios de contenidos humanitarios y
progresistas, superando en esto al español.

3) Código Penal de 1881. Este código fue influenciado también por la ley penal española, fue
promulgado el 19 de mayo de 1881. Los delitos culposos que fueron denominados IMPRUDENCIA
TEMERARIO, por el código español de 1822 (62). Este código su influencia doctrinaria fue el
causalismo.

4) Código Penal de 1901. Este código, aunque en la mayor parte de su contenido sigue influenciado
por la ley penal Española de 1870. Este código patrio tuvo a su vez una marcada influencia del tratado
celebrado por la república mayor de Centroamérica. En el año 1901 en San Salvador, el día 12 de
Febrero se ratifica otro tratado por el Segundo Congreso Jurídico Centroamericano.
Estos dos tratados se vieron reflejados con su clara influencia en el Código Penal de 1904.
Es, esta codificación penal que trae consigo a El Salvador como aporte que fue la de incluir en su título
XIV la culpa bajo la denominada “IMPRUDENCIA TEMERARIA”.

Aclarase además, que los delitos culposos desaparecieron por un tiempo de la legislación penal ya
que regulado en el código de 1881 y en el de 1904 en nuestro país pero en España hubo cierto
período que se mantuvo acéfala la infracción culposa.

5) CODIGO PENAL DE 1974


Este cuerpo, que es el que aún está vigente fue promulgado el día 13 de Febrero de 1973 y entrado en
vigencia a los quince días del mes del sexto mes de 1974.
Es necesario hacer notar que a este código le precedieron una extensa elaboración de anteproyectos.
Los legisladores optaron para los injustos por culpa, como se expone en el capítulo anterior, por el
sistema numerus clausus, desarrollando además en forma fiel los principios básicos contenidos en la
ley primaria (legalidad, culpabilidad, analogía, responsabilidad, etc.).

6) CODIGO PENAL DE 1997.


Este código, producto de intensos estudios doctrinarios y sociales, ha surgido de las entrañas de un
cuestionado programa de Reforma Judicial.

Para todos estos propósitos es nuestro nuevo código penal, aprobado a los veintiséis días del mes de
abril de 1997, ha querido recoger e interpretar a los doctrinarios nacionales y extranjeros, y es por
tales circunstancias, que el virginal código penal aprobado que entrará en vigencia el 20 de enero de
1998, expresamente expone:

(62) Mendoza Aguilar, Santiago. El Delito Culposo en la Legislación Salvadoreña. Tesis UES. 1970

DECRETO N° 1030

LA ASAMBLEA LEGISLATIVA DE LA REPUBLICA DE EL SALVADOR CONSIDERANDO:

I. Que el actual código Penal, fue aprobado por Decreto legislativo N° 270 de fecha 13 de Febrero de
1973, publicado en el diario Oficial N° 63 tomo 238 de fecha 30 de marzo del mismo año, el cual entró
en vigencia el 15 de junio de 1974 y este representó un adelanto dentro del desarrollo de la ciencia
penal y la técnica legislativa y en la actualidad ya no se perfila de la misma manera porque su
contenido no guarda concordancia con el texto de la Constitución de la República de 1983, ni con la
realidad política y social que vive en el país.

II. Que los Estados Democráticos de Derecho se han visto en la necesidad de adecuar sus normativas
penales a la nueva orientación doctrinaria, que considera el Derecho penal como último recurso para
resolver los conflictos sociales y el instrumento más efectivo para lograr la paz y seguridad jurídica de
los pueblos, lo cual El Salvador comparte plenamente:

III. Que con el objeto de orientar nuestra normativa penal dentro de una concepción garantista, de alta
efectividad para restringir la violencia social y con una amplia proyección de función punitiva no
selectivista, resulta conveniente que se emita un nuevo código penal, que sin apartarse de nuestros
patrones culturales, se constituya en un instrumento moderno dinámico y eficaz para combatir la
delincuencia;….”

Ante lo anterior, cabe hacer las siguientes reflexiones:


• Que es afirmativo que nuestro Código Penal de 1973 es un código desfasado de la Constitución
y de la realidad del país.
• Que si es cierta e imperativo la necesidad de adecuar la normativa penal a la nueva orientación
doctrinaria.
• Que es cierto la necesidad de regir al país con un código que constituya un instrumento moderno
y además dinámico.
• Pero por otra parte, aunque no es mala la intención, podríamos afirmar sin mucho temor a
equívocos que a pesar de los patrióticos objetivos perseguidos en este código, con él no se logrará la
conquista de la paz y la seguridad jurídica de este agobiado pueblo, ni la erradicación de la
delincuencia, ya que estos problemas son de orden Estructural y por ende de difícil solución, la cual
llegará hasta que el derecho, concomitantemente con un cambio en la estructura sociopolítica y
económica. Para ello se ha comenzado por donde se debió, reformando nuestro ordenamiento jurídico
con la orientación de las modernas teorías penales tal como se plasmó en los considerandos
apuntados.
Por lo expuesto es que se puede ver ya el afloramiento de la teoría finalista en el código penal, que
aunque se ha visto en forma tímida, algún cambio beneficioso traerá al tratamiento el delito culposo.
En cuanto a ello, expone el Manual de Derecho Penal. Para General “las expectativas de que el
finalismo comience a ser estudiado por alumnos, abogados, profesores y funcionarios judiciales, son
prometedoras” (64).
Encuadrado con lo anterior, nos encontramos con nuestro nuevo Código Penal que asumiendo los
principios del finalismo, se logra ver en él, una mejor humanización de las penas y en cierta medida la
despenalización de algunos delitos. Así por ejemplo, en el artículo 45 se establece las distintas clases
de penas que al tenor dicen:

“PENAS PRINCIPALES”

Art. 45. Son penas principales:

1) La pena de prisión, cuya duración será de seis meses a treinta años.


2) La pena de arresto de fin de semana, cuya duración será entre cuatro y ciento cincuenta fines de
semana;
3) La pena de arresto domiciliario, cuya duración será de uno a treinta días;
4) La pena de multa, cuyo importe se cuantificará en días multa y será de cinco a trescientos setenta
días multa; y,
5) La pena de prestación de trabajo de utilidad pública, cuya duración será de cuatro a ciento
cincuenta jornadas semanales”.

Es acá donde se logra ver la dogmática y objetiva humanización de la pena, dándole al operador de
justicia un amplio parámetro en el juzgamiento de los injustos, así mismo en el mismo código existen
variedad de disposiciones legales que son clara exposición del finalismo, así por ejemplo; Artículo 2:

“Art. 2. Toda persona a quien se atribuya delito o falta, tiene derecho a ser tratada con el respeto
debido a la dignidad inherente al ser humano.

No podrán imponerse penas o medidas de seguridad, que afecten la esencia de los derechos y
libertades de la persona o que impliquen tratos inhumanos o degradantes”.

“La culpabilidad sólo se determinará por la realización de la acción u omisión”.

Necesario es aclarar que en nuestra legislación penal está contenida la teoría final de la acción,
constituyéndose así en un ordenamiento jurídico de avanzada con una nueva orientación doctrinaria,
pero que esto no es lo que resolverá los problemas del mal tratamiento de delito culposo, ni de
hacinamiento carcelario, sino resolviendo los problemas estructurales y del sistema que padece
nuestra administración de justicia.

(63) Trejo Escobar, Miguel Alberto. Ob. Cit. Págs. 19-44


(64) Trejo Escobar, Miguel Alberto. Ob. Cit. Pág. 157

CAPITULO VII.
PROBLEMAS DOGMATICOS QUE PRESENTA LA TEORIA FINAL DE LA ACCION

Para mejor comprender los problemas dogmáticos que plantea este teoría, creemos necesario,
establecer en este capítulo en especial, los elementos del delito culposo desde la perspectiva de la
teoría causal de la acción, lo anterior obedece, no a una repetitiva y censada reiteración, si no a que a
lo largo del presente trabajo, se han estudiado as generalidades de este especial tipo de delito y con
ello se ha pretendido establecer la diferenciación de la concepción finalista, dando para ello creemos,
los fundamentos necesarios.

Así tenemos, que los elementos del delito culposo bajo la teoría causal de la Acción son:

1° La concurrencia de una acción no intencional, consiente y voluntaria.


La existencia de la voluntariedad y la conciencia del individuo en el acto inicial es indispensable, ya
que estos son presupuestos de la imputación penal.

2° Que el sujeto ejecute el acto inicial sin tomar todas aquellas cautelas o precauciones necesarias
para evitar resultados perjudiciales.
3° El resultado dañoso debe ser previsible, para el agente. La previsibilidad puede ser:
a) Si es previsible normalmente; Tomase en cuenta la personalidad del agente porque solo puede
importarse a un sujeto capaz de discernir.

4° El resultado dañoso debe materialmente infringir una norma, un hecho penado por la ley.

5° (y lo más importante) Debe existir entre el resultado dañoso y el acto inicial una relación de
causalidad. Esta relación debe ser directa e inmediata de modo que, entre el hecho y el resultado
existe relación de continuidad; por ende la culpabilidad pende en el resultado.

Mas por el contrario, la teoría finalista de la acción en relación a esta diferenciación notica sostiene
que:
a) La culpa se incluye en el injusto.

b) La esencia de la culpabilidad no es la voluntad si no que la culpabilidad es el reproche de la


voluntad, “luego culpabilidad es culpabilidad de voluntad”;

c) Como lógica consecuencia la culpa y el dolo ya no se consideran como formas o clases de


culpabilidad, si no como elementos del injusto, en consecuencia las acciones culposas o dolosas son
presupuestos necesarios de la culpabilidad, pero no componentes de la misma.

d) El resultado pierde la preponderancia, por cuanto la teoría finalista construye el injusto, no sobre el
resultado si no sobre la acción, ya que la culpabilidad no se mira como culpabilidad de voluntad,
porque el resultado únicamente tiene en el injusto una función reductora y limitante, sobre este último
criterio, queremos mencionar que esta limitante, es entendida en la práctica como una graduación o
método de límites, para establecer una posibilidad en los delitos culposos.

Diferenciadas las teorías y comprendidas en su esencia; la teoría final de la acción planteó algunos
problemas que no eran de fácil solución en la configuración típica de algunos delitos: por ello Busto
Ramírez, sintetizó estas críticas en dos partes:

1ª. Críticas generales: se acepta generalmente y sin ninguna complicación que la voluntad del hombre
es final.

Por esta voluntad final, es una realidad ontológica, porque la acción es final, pero esta afirmación ya
comprobada, no debe tener relevancia en la construcción del delito, porque en el Derecho Penal debe
distinguirse entre voluntad y contenido de esta voluntad. El contenido de la voluntad es el aspecto
subjetivo o sea culpabilidad, en cambio la voluntariedad permanece en el delito, ya que como todos
sabemos el derecho penal es norma y en tanto la voluntariedad no trascienda la norma no hay
contenido de la voluntad y por ende no hay culpabilidad, en consecuencia, la finalidad sólo permanece
como un dato. Ontológico.

2° Críticas específicas; dice el autor antes mencionado, que todas las opiniones doctrinarias,
contrarias a la teoría final son irrelevantes, debido a las reestructuraciones que se le han efectuado;
pero la mayor crítica que se le efectuó, era la relativa a la construcción del delito culposo bajo esta
teoría; la razón es que en el delito doloso, el finalismo es aplicado sin ninguna traba, para el caso, en
el ejemplo de que A quiere matar a B, el primero piensa en el hecho, busca los medios, el objeto y las
probables consecuencias –efectos concomitantes-, y la ejecuta fase externa, proceso lógico y claro,
pero dicen los críticos, el finalismo no es de exacta aplicación en la culpa, porque el agente quiere un
fin o se propone un fin; por ejemplo: A desea ir a la ciudad de Santa Ana, para solicitar en la Alcaldía
Municipal Certificación de su partida de nacimiento, para ello determina y sopesa mentalmente, el
medio en el que irá, Autobús, avión, o en su vehículo, etc. Luego de determinado el medio, analiza los
efectos concomitantes en los cuales no encuentra riesgo ninguno y lo ejecuta; para el caso se va en su
vehículo, en el camino teniendo un fin lícito, y un objeto lícito, se le atraviesa imprudentemente una
anciana, razón por la cual y con el ánimo de no atropellarla pierde el control de su vehículo y colisiona
con otro vehículo que circulaba en dirección contraria, produciéndose lesiones y daños materiales, en
el caso dicen los detractores el fin del conductor era ir a Santa Ana, fin lícito en tanto que en el dolo A
mata a B el fin es ilícito, por ende la culpabilidad se concretiza en el resultado y no en la intención y fin.

Otro ejemplo, en el cual Bustos Ramírez establece la diferenciación y aplicación del finalismo en la
culpa es el que a continuación se transcribe literalmente: “un criado suelta, por tratar de ser lo mas
acucioso en la limpieza, el freno de mano del auto de su patrón que se encuentra sobre una pendiente;
a causa del deslizamiento del auto sufrió lesiones graves el hijo pequeño del dueño de casa. Diferente
sería el caso, en cambio si el mismo criado durante la limpieza, en la creencia que es capaz de
manejar el auto suelta el freno de mano y atropella al niño al perder el control del vehículo. Un juicio
exacto e inequívoco sobre la probable transgresión del cuidado requerido sólo es posible una vez que
se han precisado con anterioridad que acción final ha emprendido el criado: una acción de limpieza o
una acción de conducir” (65).

Existen y existirán, mas críticas y problemas dogmáticos en la teoría final de la Acción, o la escuela
final de la Acción, como ya Carlos Creuss la identifica pero lo que sí es ineludible es la aplicación
generalizada de la misma en el ámbito jurídico por ello obviamente y dada la limitante de esta
monografía, creemos que la anterior problemática es la más importante, pero tampoco podemos dejar
de mencionar que también calificaron de normativa la teoría final en la culpa, por cuanto la conducta
final del agente, por lo general, pero no la regla se configura en la violación a un reglamento o en las
llamadas “legis artis”, lo cual no es correcto ya que la voluntad final es el punto medular y en
consecuencia no es la violación a reglamentos el punto, sino la infracción al deber objetivo de cuidado.

(65) Bustos Ramírez, Juan Ob. Cit. Pág. 64-65

CAPITULO VIII
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

8.1 CONCLUSIONES

No podemos menos que incluir, que el delito culposo, presenta y presentará, los más grandes
problemas en la construcción doctrinaria de su tipo, tanto para los que lo han estudiado y aportado sus
preceptos como para los nuevos teóricos, los causalistas vieron en él un problema de difícil solución al
adecuar su teoría a ambos tipos de delitos, culposos y dolosos, construcción jurídica que les permitió
solventar los problemas que presentó la culpabilidad en el mismo momento de su resultado.

Lo anterior si bien práctico y eficiente ha conllevado a una serie de irregularidades procesales que han
concurrido para formar una opinión de insuficiencia e impunidad en la administración de justicia, ya
que el resultado, no obstante no ser querido, deseado o esperado, motivó sentencias injustas, ya fuera
en forma condenatoria o absolutoria que se salían aún mas de los lineamientos de la teoría, producto
las mas de las veces del desconocimiento estructural de la teoría que da la malicia del operador
judicial.

Por ello al estudiar las teorías, el tratamiento dado a ellas y la forma de valorar este muy particular tipo
de delito, se advirtió que el delito culposo en nuestro actual Código Penal, permita una serie de
irregularidades en la concepción que nada ayudó a solventar la problemática sobre este punto debe
mencionarse que opera una circunstancia que creemos muy especial y es el hecho de la impunidad de
ciertos y conocidos gremios profesionales por ejemplo tenemos a los conductores de vehículos
automotores de servicios, transporte de carga y pasajeros, los cuales al verse inmiscuidos en cualquier
delito culposo, pretenden con tan sólo la justificación inmoral por cierto, de resarcir los daños y
perjuicios quedar excluidos de cualquier responsabilidad penal y civil; lo cual es por completo
improcedente, por cuanto en el actual código penal, ley positiva y vigente, los delitos culposos y el
homicidio culposo, son delitos perseguirles de oficio y por ende no opera el perdón expreso o
presunto, con el cual algunos jueces pretenden excluir de responsabilidad penal al inculpado de un
delito culposo, el mismo caso opera en el otro gremio profesional representado por los médicos.

Por otra parte, existe en las sentencias proveídas por los juzgadores una completa falta de
fundamentación jurídica, situación de todos conocida, pero que no podemos dejar de mencionar, como
se observa en el caso planteado, especialmente en los delitos culposos, de tránsito o de lo Penal
común, dichas resoluciones las cuales se constriñen en citar las disposiciones legales, especialmente
para dos casos, para decretar detenciones y para sobreseer o absolver en ambos, sin la
fundamentación jurídica que determine la conducta voluntad o intención del autor o presunto
responsable.

Lo anterior creemos obedece a la falta de preparación de los operadores judiciales de las Escuelas
Doctrinarias que rigen nuestro ordenamiento jurídico penal, o más bien dicho no tiene los
conocimientos suficientes para fundarlas en al leyes vigentes en doctrinas de los expositores y en la
falta de unas y otras en consideraciones de un buen sentido y razón natural.

Concluimos diciendo que ha quedado demostrado científicamente y guiados por la luz de las doctrinas
expuestas que:

1° En El Salvador existe una mal interpretación y valoración del delito culposo por parte de:

a) los operantes de justicia, la materia penal y de tránsito.


b) Por parte del órgano auxiliar de la Administración de Justicia (PNC).
c) Por parte de los otras instituciones involucradas en el juzgamiento de delitos culposos

2° En El Salvador existe un juzgamiento y penalización inadecuado de los delitos culposos por parte
de los tribunales que conocen de tales injustos, por fundamentar sus resoluciones en el simple
desglose de artículos y en base al resultado dañoso, sin interesar el fin real que perseguía el agente
con su actuar culposo, sancionándose así erróneamente el reproche del resultado y no el reproche de
la acción dañosa como correctamente debía de ser

3°) En El Salvador, el inadecuado tratamiento y penalización del delito culposo es causa, en la actual
normativa penal y de tránsito, de que el sujeto activo evada la justicia por temor a las inadecuadas y
severas penas; convirtiéndose este fenómeno en impunidad.

4° Con la nueva orientación doctrinaria de la teoría final en el juzgamiento de los delitos culposos, bajo
el Código penal y procesal Penal aprobados, se tendrá un tratamiento y penalización más humanista y
adecuado del delito culposo si se armoniza la nueva legislación con el rescate y concientización del rol
de cada juzgador.

5° El nuevo ordenamiento jurídico coadyuvará a corregir la impunidad de los sujetos activos de delitos
culposos, gracias a la implementación de penas adecuadas a la naturaleza de los injustos.

8.2 CONCLUSIONES

En cuanto a las humildes consideraciones que los autores podemos hacer, estas se concretizan en
dos aspectos el primero y el más importante se refiere a una serie preparación para los operadores
judiciales, especialmente aquellos que tengan que ver con el delito culposo dada la enorme
complejidad, que aún nosotros, no sopesamos en la debida perspectiva real de una problemática,
imposibilidades que debe ser salvadas con el estudio de los lectores a quienes va dirigido esta
monografía.

Segundo debe realizarse una adecuada reforma a los planes de estudio del área penal, en donde se
incluya específicamente el estudio del delito culposo, lo anterior obedece a la complejidad que
presenta y a la nueva modalidad del Código Penal y procesal Penal que entrará en vigencia, con
posterioridad a la publicación de la presente obra monográfica. Modalidad que se refiere a que el delito
culposo pasa de ser un delito perseguirle de oficio a la categoría de los delitos conciliables por ello
reiteramos que la recomendación que podemos hacer es la reestructuración de los planes de estudio,
por cuando a lo que se refiere el tratamiento del delito culposo por el nuevo ordenamiento penal nos
parece que está pensando para un mejor desarrollo y garantía del debido proceso, el cual garantizará
a las víctimas de este delito, un mejor y más rápido resarcimiento económico de los perjuicios que es
lo que creemos lo más justo, en razón a que el delito culposo por la propia naturaleza no es un delito
que deba de ser objeto de cárcel la cual debe ser la excepción; no la regla.
Lo anterior es una sugerencia de carácter académico dirigido a la formación de los nuevos y futuros
profesionales del derecho, pero para las actuales estructuras involucradas en el juzgamiento de los
injustos hacemos las siguientes recomendaciones:

1) Dar fiel cumplimiento a la nueva normativa penal y procesal penal, en cuanto a la orientación
doctrinaria que ha imprimido el legislador a los referidos cuerpos legales.
2) Capacitar y concientizar a todos los sectores involucrados en la Administración de Justicia sobre la
finalidad del ordenamiento penal y procesal penal y su orientación doctrinaria, para que el juzgador
abandone el criterio inquisitivo.
3) Que el juez, entendido este como tomador de decisiones retome su papel en el administrar justicia.
4) Que se garantice la agilidad en el juzgamiento de los injustos culposos, dándole especial atención al
principio de oralidad del proceso.

_______________

BIBLIOGRAFIA

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