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Corte Suprema casa en la forma de oficio y

dicta sentencia de reemplazo

Recurso 2617/2008 - Resolución: 32081 - Secretaría: UNICA


Santiago, seis de noviembre de dos mil ocho.

V I S T O S:
En estos autos Nº 18.485, rol del Juzgado del Crimen de Colina, por
sentencia de seis de junio de dos mil seis, que se lee a fojas 677 y
siguientes, se condenó a Daniel Segundo Benítez Valencia a sufrir las
penas de siete años de presidio mayor en su grado mínimo, por su
responsabilidad de autor del delito de homicidio calificado en la
persona de Ingrid Pinto Salazar, ocurrido en el sector de Batuco,
comuna de Lampa, el veintinueve de septiembre de dos mil dos;
setecientos días de presidio menor en su grado medio como autor del
delito de violación en perjuicio de Virginia García Carrasco, acaecido
en Lampa el nueve de febrero de dos mil tres; y, seis años de presidio
mayor en su grado mínimo, por su participación de autor en el delito
de homicidio calificado en la persona de Yolanda Soto Figueroa
perpetrado en Batuco, comuna de Lampa, el quince de marzo del
mismo año, en cada caso, con las accesorias legales
correspondientes. Atendida la extensión de las penas corporales
impuestas, se dispuso su cumplimiento en orden sucesivo,
principiando por la más grave, a partir del treinta y uno de marzo de
dos mil tres, data desde la que permanece ininterrumpidamente
privado de libertad por los ilícitos pesquisados. Por su fracción civil, se
declaró inadmisible la demanda impetrada por José Vásquez Pino, por
sí y en representación de sus hijos; se acogió la acción indemnizatoria
intentada por Bernarda del Carmen Salazar Cerpa, ordenando al
condenado el pago de la suma de diez millones de pesos ($
10.000.000.-); y se accedió a la demanda presentada por Virginia
García Carrasco, sólo en cuanto el sentenciado deberá pagar a la
actora como resarcimiento por el daño moral ocasionado la cantidad
de tres millones de pesos ($ 3.000.000.-).
Apelado dicho veredicto, la Corte de Apelaciones de Santiago, por
resolución de dieciséis de octubre de dos mil seis, escrita a fojas 750
y siguiente, revocó aquella parte que rechaza la demanda presentada
por José Vásquez y, en su lugar, declaró que condena al sentenciado
Benítez Valencia al pago de la suma de diez millones de pesos ($
10.000.000.-). En lo penal, confirmó la decisión, con declaración que
se eleva la pena corporal aplicada al encausado a siete años de
presidio mayor en su grado mínimo, como autor del delito de
homicidio calificado en la persona de Yolanda Soto Figueroa.
Asimismo, aumentó a dos años de presidio menor en su grado medio
el castigo que se impone al mencionado Benítez Valencia como autor
del delito de violación en perjuicio de Virginia García Carrasco.
El veintidós de enero del presente año, el enjuiciado preso solicitó al
tribunal de primera instancia la rebaja de la sanción impuesta en
conformidad a lo dispuesto en el artículo 18, inciso segundo, del
Código Penal y en virtud del estatuto de responsabilidad penal de los
adolescentes consagrado en la Ley N° 20.084. A este respecto, aduce
que corresponde dar estricta aplicación a los máximos de pena
establecidos en dicha normativa, la cual no podrá exceder de diez
años de internación en régimen cerrado con programa de reinserción
social. Adicionalmente, el compareciente, asilado en el artículo 59 de
dicha ley, pide se elimine la anotación prontuarial de su extracto de
filiación y antecedentes.
Por decisión de treinta y uno de enero de dos mil ocho, escrita a fojas
785, el tribunal a quo desestimó la solicitud formulada, teniendo para
ello en consideración que no es posible proceder a la unificación de
las penas a que fue sancionado Benítez Valencia, desde que la
situación de marras difiere de la prevista en el artículo 164 del Código
Orgánico de Tribunales, de modo tal que al tribunal le está vedado
hacer una sumatoria de penas y estimarlas como una sola para, a
partir de ello, contrastarla con las disposiciones que a juicio de la
defensa constituyen una ley más favorable.
La Corte de Apelaciones de Santiago, a fojas 807 y siguientes,
confirmó dicha resolución, atendido el hecho que, a su juicio, la Ley
Nº 20.084 no constituye una ley más beneficiosa para el sentenciado
y, por consiguiente, debe descartarse su aplicación retroactiva. Añade
la decisión de alzada que, para determinar si una nueva ley es más
favorable para un procesado o sentenciado, es menester hacer la
comparación respectiva caso a caso. Así, sostienen que el artículo 21
de su articulado contiene una regla idéntica al antiguo artículo 72 del
Código Penal, de modo que en esta parte no existe diferencia que
imponga su aplicación; afirman que no se impuso ninguna pena
superior a diez años e incluso, mediante los parámetros contenidos
en el artículo 24 del referido texto legal, debe arribarse a las mismas
penas o incluso otras más gravosas, pues parece evidente que
empleando los criterios allí contenidos y teniendo presente la
gravedad de los actos, nunca pudo imponerse una sanción más
favorable, ni siquiera con el nuevo ordenamiento. Finalmente,
agregan que el artículo 32 del texto penal contempla para la pena de
presidio comprende trabajos y talleres que permitan la rehabilitación
del sentenciado, por lo que tampoco se aprecia diferencia con la
internación en régimen cerrado con programa de reinserción social.
Contra este último pronunciamiento la defensa del enjuiciado
formalizó un recurso de casación en el fondo asilado en la causal
primera del artículo 546 del Código de Procedimiento Penal.

A fojas 826, se trajeron los autos en relación.


CONSIDERANDO:

PRIMERO: Que, como se dijo precedentemente, la defensa


del sancionado ha recurrido de casación en el fondo en contra de la
resolución confirmatoria de la negativa a reducir la pena que le fuera
impuesta por sentencia de término en esta causa, ello como
consecuencia de lo dispuesto en el artículo 18 del Código Penal y las
normas de la Ley Nº 20.084, sobre Responsabilidad Penal de
Adolescentes, que estatuye un régimen sancionatorio más favorable a
los menores que delinquen. Funda su nulidad de fondo en lo
dispuesto en la norma del artículo 546 N°1 del Código de
Procedimiento Penal, esto es, porque estima que en la especie se da
la situación “En que la sentencia, aunque califique el delito con
arreglo a la ley, imponga al delincuente una pena más o menos grave
que la designada en ella, cometiendo error de derecho, ya sea al
determinar la participación que ha cabido al condenado en el delito,
ya al calificar los hechos que constituyen circunstancias agravantes,
atenuantes o eximentes de su responsabilidad, ya, por fin, al fijar la
naturaleza y el grado de la pena”.

SEGUNDO: Que, sin entrar al análisis y decisión del antes


citado recurso, esta Corte, durante el estado de acuerdo, advirtió un
vicio de forma que constituye causal de nulidad y que, conforme a lo
dispuesto en los artículos 775 del Código de Procedimiento Civil,
aplicable en la especie por disposición del artículo 535 del Código de
Procedimiento Penal, se permite al tribunal actuar de oficio en tales
circunstancias, siendo de advertir que, precisamente, por haberse
captado el vicio durante el estudio de la causa, no fue posible invitar
al letrado compareciente a hacer alegaciones sobre la materia.

TERCERO: Que, en tal sentido, de los antecedentes aparece


que el señor juez de primera instancia rechazó la petición de
modificar la sentencia de término por las circunstancias ya referidas,
argumentando que, en síntesis, “en el caso de marras no es posible
hacer una unificación de las penas a las que fue sancionado Benítez
Valencia” “toda vez que nos encontramos en una situación distinta a
la prevista en el artículo 164 del Código Orgánico de Tribunales.” Tal
argumentación fue íntegramente compartida por la señora Fiscal
Judicial en su dictamen de fs. 797, quien pidió al tribunal de alzada
confirmar la resolución apelada, a lo que sí accedió la Corte de
Apelaciones, por decisión que rola fs. 807, pero utilizando para ello
fundamentos distintos, no haciéndose cargo ni considerando de modo
alguno la opinión sustentada por el Ministerio Público Judicial.

CUARTO: Que la recién aludida omisión constituye el vicio


formal contemplado en el artículo 541 N° 12 del Código de
Procedimiento Penal, consistente en la falta de un trámite que la ley
penal sanciona con nulidad, cual es la obligación que pesa sobre el
tribunal de segunda instancia de hacerse cargo de las
argumentaciones sostenidas por el Ministerio Público Judicial, lo que
expresamente contempla el inciso final del artículo 514 del mismo
cuerpo procesal de leyes.
Por estas consideraciones y de acuerdo además, con lo dispuesto en
los artículos 544 y 547 del Código de Procedimiento Penal,
procediendo de oficio esta Corte, se invalida la sentencia de segundo
grado, que es de dieciséis de abril de dos mil ocho y está escrita a fs.
807, la que se reemplaza por la que se dicta a continuación, sin
nueva vista, pero separadamente.

Téngase por no interpuesto el recurso de casación en el fondo


deducido a fs. 812.
Regístrese.
Redactó el Ministro señor Dolmestch.
Rol N° 2617-08.

Pronunciado por la Segunda Sala integrada por los Ministros Sres.


Nibaldo Segura P., Jaime Rodríguez E., Rubén Ballesteros C., Hugo
Dolmestch U. y Carlos Künsemüller L. No firman los Ministros Sres.
Dolmestch y Künsemüller, no obstante haber estado en la vista de la
causa y acuerdo del fallo, por estar con feriado legal y licencia
médica, respectivamente.

Autorizada por la Secretaria Subrogante de esta Corte Suprema doña


Carola Herrera Brummer.

SENTENCIA DE REEMPLAZO.
Santiago, seis de noviembre de dos mil ocho.
Vistos:
Se reproduce la sentencia en alzada, con excepción de su
fundamento quinto, que se elimina.

Y se tiene en su lugar y, además, presente:

PRIMERO: Que la Ley N° 20.084, sobre Responsabilidad


Penal de Adolescentes, fijó un régimen jurídico para el tratamiento de
infracciones a la ley criminal cometidas por menores de dieciocho y
mayores de catorce años de edad, superando los sistemas de
inimputabilidad absoluta y relativa, limitada esta última con el trámite
del discernimiento, que se aplicaban en nuestro país antes de la
dictación del aludido cuerpo normativo, fijando un régimen penal
diferenciado en aspectos sustantivos y procesales, relativamente más
benigno en relación al sistema penal de los adultos, para de esa
forma dar cumplimiento a compromisos asumidos al celebrar tratados
internacionales sobre la materia, y así asegurar un modelo garantista
y moderado respecto de los adolescentes infractores, principalmente
emanados de la Convención Internacional de los Derechos del Niño.
No se trata, por ende, de una normativa meramente adjetiva.

SEGUNDO: Que en cuanto a los delitos en particular, debe


destacarse que el nuevo régimen no establece un catálogo propio de
ilicitudes que constituyan hechos punibles para los adolescentes, sino
que son los mismos que se contemplan en el Libro Segundo del
Código Penal, por lo que, en general, en todos aquellos aspectos
relacionados con el desarrollo del delito y la autoría y participación
criminal rigen las disposiciones que se establecen para los adultos en
el texto punitivo nacional, reservándose principalmente en materia de
sanciones y adjudicación de la responsabilidad penal el
establecimiento de un nuevo sistema diferenciado propio para los
adolescentes infractores.
En efecto, los artículos 18 y 22 de la Ley Nº 20.084 establecieron un
límite máximo respecto de las sanciones más graves, como son las de
internación en régimen cerrado o semicerrado, ambas con programa
de reinserción social, las que no pueden exceder de cinco años, si el
infractor tiene menos de dieciséis años de edad; o diez, si aquél
tuviere más de esa edad.

TERCERO: Que tal propósito queda refrendado por el


legislador al asegurar a los jóvenes imputados por delitos una serie
de garantías fundamentales de carácter material y procesal, benigno
como moderado, a la hora de fijar las sanciones finales, estableciendo
topes máximos y rebajas generalizadas por los mismos.
No puede olvidarse, como ya se dijo, que esta ley no crea una suerte
de texto penal de los adolescentes, salvo en asuntos muy acotados,
pues lo que hace es construir un marco legal cuyo objeto es
morigerar las sanciones generales, no sustituirlas, para luego
proceder a efectuar una conversión con la naturaleza de la pena
correspondiente a cada caso, pero siempre sujeto a ese contenido
mayor que no ha dejado de regir.
Lo anterior se manifiesta expresamente ya en el Mensaje del
Ejecutivo que remitió al Congreso la presente normativa, al decir que
no se tuvo por objeto, en caso alguno, despenalizar las sanciones,
sino que se fundó en la necesidad de introducir precisos pero
necesarios ajustes a la ley, de modo de cumplir con los fines que la
inspiran, esto es, la responsabilización y la reinserción social del
adolescente, y que la propuesta que se presenta al Parlamento
apunta a confeccionar algunos aspectos procesales y o tros
sustantivos que permitirán que ella sea aplicada de manera más
uniforme, previniendo dudas interpretativas y problemas de
operatividad, los que en concreto se estructuraron a partir de cuatro
aspectos fundamentales: por un lado, una reordenación de los
artículos referidos a la determinación de las sanciones, distinguiendo
entre la pena a imponer y la considerada en abstracto; el segundo,
referente a la procedencia de la internación provisoria; otro en cuanto
a la detención por flagrancia; y en cuarto y último lugar, lo referido a
los centros semicerrados.

CUARTO: Que por su parte y en cuanto a la aplicación de


estas normas al caso en estudio, ha de considerarse que el artículo 19
Nº 3º, inciso séptimo, de la Constitución Política de la República,
establece como principio fundamental la irretroactividad de la ley
penal, y como excepción, la aplicación de la ley posterior más
favorable.
Esta garantía se encuentra desarrollada en el artículo 18 del Código
Penal, que en su inciso tercero ordena que si la ley que exima el
hecho de toda pena o le aplique una menos rigurosa se promulgare
después de ejecutoriada la sentencia, sea que se haya cumplido o no
la condena impuesta, el tribunal que hubiere conocido dicha decisión,
en primera o única instancia, deberá modificarla de oficio o a petición
de parte.

QUINTO: Que la literalidad del inciso tercero recién citado,


no limita la razón jurídica que fluye de una interpretación sistemática
de este precepto con la Carta Fundamental. En efecto, la Constitución
habla de ley más favorable, con lo que se refiere no sólo a la pena
específica que la ley señala en abstracto, sino también a otros
aspectos penales sustantivos que puedan mejorar la situación jurídico
material de los sentenciados.
Así “La nueva ley puede ser más favorable, sea porque con arreglo a
ella la pena no tiene ya que ser infligida, sea porque la pena que debe
infligirse, de acuerdo con la nueva ley, es menos severa” (Sergio
Politoff, Jean Pierre Matus y María Cecilia Ramírez, “Lecciones de
Derecho Penal Chileno, Parte General”, Editorial Jurídica de Chile, año
dos mil cuatro, página 133.)
En el mismo sentido dice Novoa “no han de compararse solamente
las penas previstas en las dos leyes en juego, sino que debe
apreciarse su contenido total en sus consecuencias penales” y ello
“en relación directa con el caso concreto de que se trata” (Eduardo
Novoa Monreal, Curso de Derecho Penal Chileno. Parte General,
Editorial Jurídica ConoSur, 2ª edición, Santiago, 1985, páginas 200 y
siguientes)

SEXTO: Que lo expuesto implica, precisamente, que en


este caso se está en presencia de la hipótesis contemplada en el
artículo 18 inciso tercero del Código Penal, alegado por el condenado,
pues conforme con lo que se viene señalando “la ley penal más
benigna no es sólo la que desincrimina o la que establece una pena
menor, pues! puede provenir también de otras circunstancias, como
”una nueva modalidad ejecutiva de la pena, el cumplimiento parcial
de la misma, las previsiones sobre condena condicional, probación,
libertad condicional” (Eugenio Raúl Zaffaroni y otros: “Derecho Penal.
Parte General”, Editorial Ediar, Buenos Aires, año 2003, página 121).

SÉPTIMO: Que de lo que se lleva dicho, no cabe duda


alguna que la ley más beneficiosa es la de Responsabilidad Penal
Adolescente, al fijar los límites máximos de las penas privativas de
libertad a los cuales pueden verse expuestos los menores de
dieciocho años y mayores de catorce, que para el caso de autos, es
de diez años.

OCTAVO: Que, al efecto, la nueva ley fijó una serie de


normas respecto a la duración y naturaleza de las penas,
estableciendo diversos pasos para precisar dos aspectos de la
sanción: su “duración”, y luego, su “naturaleza”. Lo primero se
encuentra regulado en los artículos 21 y 22, disponiendo que será la
prevista por la ley penal respectiva al delito cometido, rebajada en un
grado en relación al mínimo legal señalado para ese mismo ilícito,
para luego aplicar las reglas previstas en el Párrafo 4 del Título III del
Libro I del Código Penal, con excepción de lo dispuesto en su artículo
69. A su tiempo, el artículo 18 estableció los límites temporales
máximos respecto de las sanciones más graves, como son las de
internación en régimen cerrado o semicerrado, ambas con programa
de reinserción social, las que no pueden exceder de cinco años si el
infractor tiene me nos de dieciséis años de edad; o de diez, si tuviere
más de esa edad. El artículo 22 citado insiste en la idea de que, en
todo caso, los topes superiores de la extensión definitiva de la pena
privativa de libertad igualmente deben ajustarse a los establecidos en
el artículo 18 ya mencionado. Otro tanto ocurre en la tabla
demostrativa contenida en el artículo 23 de la ley, donde aparecen
las mismas sanciones ya señaladas en el artículo 6, comenzando con
aquellas superiores a los cinco años y un día.
Una vez efectuado el primer paso, que permitirá conocer en concreto
la “extensión” o “duración” de la pena, corresponderá el turno de los
artículos 23 y 24 de la ley para desentrañar la “naturaleza” de la
misma. Para estos efectos, el artículo 23 consideró cinco marcos
penales diferentes, asociando su gravedad a la extensión temporal de
los mismos, y en cada marco a su vez contempló dos o más sanciones
de igual o diferente naturaleza.

NOVENO: Que de lo precedentemente dicho surge que la


sentencia cuestionada ha vulnerado las normas invocadas por la
defensa, dado que es efectivo que la ley de responsabilidad penal
adolescente establece un régimen de penalidad menos riguroso, ello
en miras del interés superior del niño y de su plena integración social.
Reconocida la existencia de una ley menos rigurosa, los
sentenciadores no pudieron sustraerse a la obligación de arreglar a
ella el juzgamiento del hecho punible conforme a la regla especial del
artículo 18, inciso tercero, del Código Penal, por lo que el
pronunciamiento en alzada deberá ser modificado.

DÉCIMO: Que, para la adecuación de la pena ya impuesta,


en el caso puntual que se revisa, se configura un concurso real de
delitos, toda vez que en un mismo proceso se imputa a una persona
la realización de diversos tipos penales, cuyo tratamiento se consigna
en el artículo 74 del Código Penal, y que forma parte del Párrafo 4 del
Título III del Libro I de dicho estatuto, por lo que, primeramente se
debe determinar la sanción a aplicar conforme a él para, luego, sobre
ese resultado, imponer el límite máximo a la privación de libertad que
preceptúa el artículo 18 de la Ley de Responsabilidad Adolescente.
No puede ser de otra forma, más si se tiene en cuenta que los
referidos límites son una garantía penal para el adolescente infractor,
no sólo en atención a su menor culpabilidad, sino a la necesidad de
proteger su desarrollo.
UNDÉCIMO: Que lo que hasta ahora se ha venido expresando
es el resultado obligado de una tarea hermenéutica, acorde con los
instrumentos que el ordenamiento jurídico pone a disposición del
intérprete, entre los cuales destaca el elemento sistemático, que
impone establecer la debida correspondencia y armonía entre las
diversas partes del contexto normativo, integrado, en este caso, no
sólo por disposiciones de la ley local, sino por principios y dictados
ordenadores, como los contenidos en la Convención Internacional
sobre Derechos del Niño, ratificada por nuestro país y promulgada
como ley de la República, a través del Decreto Supremo N° 830, del
Ministerio de Relaciones Exteriores, especialmente de sus artículos 37
b) y 40, el primero de los cuales dispone: “Los Estados Partes velarán
porque: b) Ningún niño sea privado de libertad ilegal o
arbitrariamente. La detención, el encarcelamiento o la prisión de un
niño se llevará a cabo de conformidad con la ley y se utilizará tan sólo
como medida de último recurso y durante el período más breve que
proceda”; y, conforme al segundo, el sistema aplicable a los
adolescentes infractores debe ser un sistema especial, en el que se
destaque “el fomento de su sentido de la dignidad y el valor, que
fortalezca el respeto del niño por los derechos humanos y las
libertades fundamentales de terceros y en la que se tengan en cuenta
la edad del niño y la importancia de promover su integración social y
de que éste asuma una función constructiva en la sociedad”
(apartado 1) siendo deber de los Estados Partes adoptar medidas
tendientes a asegurar “que los niños sean tratados de manera
apropiada para su bienestar y que guarde proporción tanto con sus
circunstancias como con la infracción” (apartado 4).

DUODÉCIMO: Que por todo lo antes razonado, este tribunal


disiente de la opinión contenida en el informe del Ministerio Público
Judicial a fs. 797, quien estuvo por confirmar la resolución apelada,
por lo que se procederá a revocarla, en la forma que más adelante se
dirá.
Por estas consideraciones, y de acuerdo, además, a lo prevenido en
los artículos 19 Nº 3º inciso séptimo de la Constitución Política de la
República; 18 y 74 del Código Penal; 17, 18, 20 y 21 de la Ley N°
20.084, se revoca la resolución apelada de treinta y uno de enero de
dos mil ocho, escrita a fs. 785, y se declara en su lugar que,
acogiéndose la petición de la defensa del encausado que rola a fs.
780, se reduce a diez años de internación en régimen cerrado con
programa de reinserción social, la sanción corporal impuesta a Daniel
Benítez Valencia, por su responsabilidad de autor de los delitos de
homicidio calificado en la persona de Ingrid Pinto Salazar y Yolanda
Soto Figueroa y de violación en perjuicio de Virginia García Carrasco,
impuesta por sentencia de término de dieciséis de octubre de dos mil
seis, que rola a fs. 750.
El juez de la causa dispondrá lo pertinente para el cumplimiento de la
sentencia, particularmente en relación a lo dispuesto por los artículos
56 y 59 de la Ley N° 20.84.
Regístrese y devuélvase.
Redactó el Ministro señor Dolmestch.
Rol Nº 2617-08.

Pronunciado por la Segunda Sala integrada por los Ministros Sres.


Nibaldo Segura P., Jaime Rodríguez E., Rubén Ballesteros C., Hugo
Dolmestch U. y Carlos Künsemüller L. No firman los Ministros Sres.
Dolmestch y Künsemüller, no obstante haber estado en la vista de la
causa y acuerdo del fallo, por estar con feriado legal y licencia
médica, respectivamente.

Autorizada por la Secretaria Subrogante de esta Corte Suprema doña


Carola Herrera Brummer.

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