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La Biblia nos dice que «el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quién devorar» (1Pedro
5.8). Es una declaración general que sencillamente explica la presencia de Satanás en el mundo y habla de su
naturaleza devoradora. El texto no da detalles, meramente explica que Satanás se parece a un león. El problema
salta cuando tan breve explicación no satisface a los curiosos. Quieren saber más de ese misterioso ser. Pero la
Biblia no nos cuenta más. San Pablo, en el capítulo seis de su carta a los Efesios, habla de una lucha que no es
contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, y
contra unas huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Repetimos, la Biblia no nos cuenta más.
A su vez, estas breves frases, aunque contienen poco detalle, están preñadas con múltiples posibilidades,
refiriéndose no sólo a poderes demoníacos, sino también a los ángeles buenos de Dios. El que quiere ser bíblico
templaría sus interpretaciones estudiando las enseñanzas claras acerca de estos ángeles buenos y ángeles
caídos a través de la Biblia, ya que se encuentran importantes referencias al tema desde Génesis tres hasta
Apocalipsis veinte. Si ese cuerpo de enseñanza bíblica es ignorado, la tendencia será exagerar o añadir a lo que la
Biblia dice. Ahí, precisamente, estriba el problema, cuando alguien con una imaginación viva comienza a inventar y
a añadir (recordemos la advertencia en contra de añadirle a la Biblia en Apocalipsis 22: 18-19). El resultado es que
se difunde un mundo de fantasía demoníaca, ideas inventadas que pueden ser totalmente falsas y equivocadas
ideas sin base bíblica sólida.
No hay duda que la existencia de estos seres diabólicos funestos despierta interés —y no sólo entre
cristianos. Fíjense en lo que muchos cineastas incrédulos han creado y presentado: EL BEBÉ DE ROSMERY;
RESCATE EN EL BARRIO CHINO; EL POZO Y EL PÉNDULO; LA NOCHE DEL DEMONIO; EL ABOGADO DEL
DIABLO; LAS ABUELITAS SATÁNICAS; ESCALOFRÍO DIABÓLICO; EL-ESPIRITISTA; -EXORCISMO; GRITOS
EN LA NOCHE; EL JOROBADO DE LA MORGUE; LAS JOYAS DEL DIABLO, por nombrar algunas.
No es de sorprenderse que autores cristianos también hayan aportado sus propias creaciones.
Convencidos de la realidad de un mundo diabólico, y armados con algunas ideas bíblicas, han pretendido
contarnos cómo se manifiestan los demonios, cómo están organizados, cuánto poder tienen, los lugares donde
aparecen hoy, y cuál es la manera de controlarlos y vencerlos. ¡Increíble la cantidad de conclusiones a que han
podido llegar, a pesar de que hay tan poca base bíblica para ello! Presentamos como ejemplo libros como
Líbranos del mal (Don Basham), El adversario (Mark Bubeck), Lo que los demonios pueden hacer a los santos
(Cerril Unger), La posesión demoníaca y el cristiano (Fred Dickason), etc. Pareciera que con cada nuevo título se
suman más ideas novedosas infernales. Por supuesto, el tema atrae a lectores curiosos que quieren conocer a
este mundo de espanto tenebroso.
Escuché a un colega (de otra organización) defender estos excesos: «La Biblia— dijo— no tiene suficiente
información acerca del diablo y sus demonios, por tanto tenemos que ir a otras fuentes para saber cómo son y
cómo contrarrestarlos». Las fuentes a las que él se refería eran brujos y personas poseídas de demonios, cosa
que la Biblia rotundamente condena: «Y cuando os digan: Consultad a los médium y a los adivinos que susurran y
murmuran, decid: ¿No debe un pueblo consultar a Dios? ¿Acaso consultará a los muertos por los vivos? ¡A la ley y
al testimonio [la Biblia]! Si no hablan conforme a esta palabra, es porque no hay para ellos amanecer» (consulte
también Deuteronomio 18.10-13). Cuando se llega a la conclusión que la Biblia no nos da suficiente información
sobre un tema tan importante como lo es la doctrina de Satanás y sus demonios, equivale a decir que Dios nos ha
fallado —¡pensamiento equivocado!
Varios de nuestros autores cristianos han lubricado muy bien sus imaginaciones, han llenado sus células
cerebrales de gasolina, y han pisado el acelerador a fondo, creando un tremendo mundo demoníaco. Sus lectores
se han vuelto locos con estas fabricaciones, imaginándose demonios donde quiera que miran. Lo triste es que
muchas iglesias han aceptado estos libros como si fueran inspirados, confundiendo la ficción con la teología,
demonizando los pecados, y creado un exagerado mundo lleno de diablos y demonios.
No hay duda que el novelista Frank Peretti —junto a varios otros escritores— dio rienda suelta a su
imaginación cuando escribió Esta Patente Oscuridad en 1986. Creó una serie de ideas que sus lectores
tristemente han convertido en doctrina. La venta de esta novela, editada en varios idiomas, excede a ocho millones
¿Qué nos enseña la Biblia en cuanto al mundo espiritual? Nos informa que Dios hizo todo, incluso los
ángeles, y los hizo «bueno en gran manera». Pero, descubrimos de varios textos que hubo una rebelión en el cielo
y un grupo de ángeles «no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada» (Judas 6). En 2
Pedro 2.4 leemos que «Dios no perdonó» a los ángeles que pecaron, por tanto les espera la eternidad en el
infierno. Del estudio de Salmo 78.49; Mateo 25.41; Apocalipsis 9.11; 12.7-9 entendemos que estos ángeles caídos
están asociados a Satanás y le sirven. Dios, al igual que a nosotros los hombres, les dio a todos los ángeles
soberanía limitada. Esa soberanía controlada se ve ilustrada en los capítulos 1 y 2 de Job por las limitaciones que
Dios les impone, puesto que Satanás y sus demonios no están sueltos en el mundo para hacer lo que les da la
gana.
Sólo cuatro veces en el Antiguo Testamento (Lv 17.7; Dt 32.17; 2 Cr 11.15; Sal 106.37) se mencionan los
demonios, indicación clara que no deben ser prioritarios en el pensamiento del pueblo de Dios. En la mayoría de
estas citas, los demonios están relacionados con la idolatría de las religiones paganas. En el Nuevo Testamento
1
Ese no es su nombre real. Nació Ruth Irene Bailey.Después de que el Indiana Medical Licensing Board, en marzo 15 del
1984, le quitó su licencia médica (a cuenta de prácticas abusivas y negligencia profesional), y varios otros problemas legales en
ese estado, ella se mudó a California. El 11 de febrero, 1986, legalmente cambió su nombre a Rebecca Brown, nombre que ya
usaba como nom de plume. Las notables inconsistencias en la información histórica que ella da en sus libros la hace poco de
fiar, especialmente cuando entra en el terreno bíblico-teológico.
(2 Co 11.14); «engaños» (Ef 6.11); «cegando la mente» (2 Co 4.4), «cautivando la voluntad» (2 Ti 2.26;
«engañando, si puede, al mundo entero» (Ap 12.9). Si no gana por medio de sus persuasiones, utiliza sus «dardos
de fuego» (Ef 6.16) o «abofetea[no dice que poseen]» a los que le resisten (2 Co 12.7). Como ejemplos de su
forma de obrar, estúdiense Génesis 3; a David (1 Cron 21.1); Judas (Lu 22.3); Ananías y Safira (Hch 5.3), y la
manera en que tentó a nuestro bendito Jesucristo (Mt 4)».
De acuerdo a lo que nos enseña la Biblia, Satanás y sus demonios, se especializan en tentaciones y engaños:
1. Inducen a la impureza moral (Mt 10.1; Mr 5.13; Dt 18.9-14)
2. Propagan doctrinas falsas (1 R 22.21-23; 2Ts 2.2; 1Ti 4.1)
3. Se oponen a los hijos de Dios (Ef 6.12)
4. Poseen seres humanos (Mt 4.24; Mr 5.8-14; Lc 8.2; Hch 8.7; 16.16), sin embargo, en todo el Nuevo Testamento
no hay siquiera un caso de un creyente poseído.
5. Y en ocasiones son usados por Dios para cumplir Sus divinos propósitos
(Jue 9.23; 1 S 16.14; 1Co 5.5; Ap 9.1-12; 16.13-16).
Recordemos que siempre emplean mentiras, señales y milagros engañosos para hacernos creer en ellos, y para
perjudicarnos y tentarnos a caer (Ap 16.14; 2 Ts 2.9). Su influencia, sin embargo, es sólo moral y espiritual. No tienen el
poder para forzar a nadie a cometer pecado, ni para que vayan en contra de la voluntad de Dios. Todo hombre, por haber
sido dotado con libre albedrío, siempre es responsable de sus propias acciones. Nunca puede decir, «¡La culpa la tiene el
diablo!»
Si el diablo y sus demonios fueran los responsables de los pecados que cometemos los hombres, entonces
Jesucristo murió en la cruz en vano, no tuvo que derramar su sangre «por nuestros pecados», sólo hubiera tenido que
destruir a Satanás. Nosotros somos los que pecamos, nosotros somos los responsables de nuestras iniquidades,
nosotros todos tenemos que rendir cuenta a Dios por nuestras obras (2Co 5.10). Al tratar el tema de Satanás y sus
demonios, de corazón y por el bien de creyentes que tienen poca instrucción, busquemos sobre todo ser bíblicos. Ya hay
suficiente error, no seamos culpables de añadir más.
2
A.A. Hodge, Outlines of Theology, primero publicado en 1860, ahora editado por Zondervan, Grand Rapids, MI,1979, p.
255.