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En RLA, Revisata de Lingüística Teórica y Aplicada No. 39.

2001

Tres dimensiones en análisis de diálogos

Emilio Rivano Fischer

1. Introducción. Los fenómenos relacionados con las prácticas dialógicas humanas son
incontables. Tenemos, por ejemplo, la dimensión de los dialogemas, es decir, los tipos de
actos que se realizan en los diálogos: su identificación, la dinámica de éstos en secuencias
dialógicas, los esquemas parciales de organización que el análisis detecta, y las
estructuraciones totales de los intercambios comunicativos en términos de sus dialogemas
(para estudios específicos y presentaciones panorámicas ver: Gumperz & Hymes (eds.),
1972; Werth (ed.) 1981; Brown & Levinson, 1987; Markovà & Floppa (eds.), 1990;
Rivano, 1994.) Otra dimensión dialógica se asocia a temas y procedimientos lógicos, como
el de las implicaciones que se desprenden de distintos tipos y contextos conversacionales y
las reglas, principios o máximas que juegan en la conversación, tanto en términos
inferenciales como de adecuación (v.g. Grice 1975; Harnish, 1976; Sadock, 1978; Wilson
& Dan Sperber, 1986), y el de las presuposiciones, es decir, las unidades de conocimiento
implícito que condicionan a los enunciados explícitos en la comunicación (v.g. Stalnaker,
1973; Karttunen, 1974; Kempson, 1975; Wilson, 1975; Lewis, 1979; Grice, 1981; Soames,
1982.) En un espacio intermedio entre las dimensiones mencionadas, y a partir de las obras
seminales de Austin (1962) y Searle (1969), que emanan de Wittgenstein y la frustración
positivista de dar cuenta del lenguaje, se encuentra la teorización sobre los actos de habla,
es decir, la identificación de los tipos de hechos que se producen exclusivamente por vía
lingüística en la interacción humana. Otra dimensión, también asociada a la lógica, se
produce en las perspectivas del análisis argumental, con vertientes aristotélicas de carácter
retórico (Perelman & Olbrechts-Tyteca, 1958), de la justificación (Toulmin, 1958; v. tb.
Rivano, 1999a), y de los significados (Anscombre & Ducrot, 1983; v. tb García Negroni,
1989a.) Otra dimensión es la estructura de la información en los enunciados, con binomios
operativos como nuevo-viejo, tópico-comentario y tema-rema (e.g. Firbas, 1964; Chafe,
1970; Danes, 1975; Contreras, 1976; Fant, 1984 y 1995.)

Estas pocas dimensiones y las escasas referencias no hacen más que indicar
superficialmente universos amplísimos de estudio y producción de conocimiento, a la vez
que evidencian que cualquier producto que se ofrezca como una "teoría del diálogo", no
puede ser tal, sino, en el mejor de los casos, una descripción de algún aspecto en este
campo complejo y multidimensional de actividad humana. Profundizando en cada una de
estas dimensiones nos encontramos con desarrollos más específicos. Así, por ejemplo,
desde la vertiente que se remonta a las ideas de Erving Goffman (e.g. 1956, 1971, 1974,
1981) y que confluye con la primera dimensión de análisis dialógico expuesta, nos
encontramos, entre muchos otros, con estudios sobre estructura de toma de turnos y
aperturas conversacionales (Sackss, Schegloff & Jefferson 1974; Schegloff, 1972, Rivano,
1994) y estudios sobre negociaciones interculturales: los tipos de actos dialógicos
específicos de estos contextos y su dinámica (Fant, 1992, 1993). Y en la veta argumentativa
nos encontramos, por ejemplo en la vertiente semántica, con desarrollos de fenómenos
como la modificación, los conectores y otro material léxico con efectos inferenciales a nivel
de enunciación y diálogo (e.g. Ducrot, 1998a, 1998b; Anscombre, 1998; García Negroni,
1998b; Donaire, 1998; Raccah, 1998.)

En este artículo se introducen en forma breve y esquemática tres procedimientos para la


representación y el análisis en tres dimensiones del diálogo, a saber, la dimensión del flujo
topical, la del flujo de solución de problemas y la del flujo dialogémico. Interesa
principalmente introducir el funcionamiento de las herramientas y comentar y discutir sus
alcances. Los procedimientos se aplican a un diálogo corto, cuya función es servir de objeto
para la aplicación de éstos.

2. El diálogo: turnos e intervenciones. El siguiente diálogo será analizado en las


secciones que siguen:

1. A. Hola Catita ¿Cómo estai?

1.1. B. Hola Panchito. ¡Pucha la lata oh!

2. A. ¿Qué te pasó?

2.1. B. Parece que vamos a tener que quedarnos los viernes hasta las ocho.

3. A. Pero ¿y los niños?

3.1. B. No sé, puh. ¿Tú no podí llegar a la siete?

4. A. No puh, Catita, no puedo. Pierdo la mejor clientela. Tú sabís que los viernes a

esa hora todos se preparan pa'un paseito y vienen al garage a arreglar esto o lo otro...

4.1. B. ¡Puta la huevá oh! Voy a hablar con la Vero a ver si puede venir

5. A. Oye, pero tu hermana ¡más lo que huevea, puh! La revuelve mucho con los cabros y

queda la casa patas pa'rriba puh hue'ón…

5.1. B. ¿Y a quién le pido puh Panchito? ¿A tu mami?

6. A. No, la vieja ya no se la puede con los monstruos. ¡Le va a dar un ataque puh Cata!

6.1. B. Entonces la Vero puh Pancho, no hueví más

7. A. (Silencio)
La pauta de lineado contiene, a la izquierda, los turnos del diálogo, indicados con números.
Los turnos son los espacios de intervención en la coordinación comunicativa entre
individuos. Los turnos no son las intervenciones, sino la topología y dinámica en que éstas
ocurren. Las secuencias de turnos tienen su lógica propia, dependiendo de cada contexto.
Los turnos de este diálogo se organizan mínimamente en pares, con la excepción del turno
7, que es final y no tiene par. Así, por ejemplo, 1 y 1.1. constituyen un par de turnos
mínimamente coordinados. El turno 2 se coordina mínimamente con 2.1., a la vez que está
coordinado con el par anterior, lo que se indica con la numeración ascendente. El hecho de
que este diálogo contenga básicamente pares de turnos no es una necesidad dialógica. En
los diálogos aparecen turnos aislados, sin coordinación mínima con el turno siguiente o
anterior, como también tres turnos coordinados mínimamente, o cuatro, y más, asunto que
no nos ocupará aquí (ver e.g. Schegloff, 1972; Sacks, Schegloff & Jefferson, 1974; Falk,
1980; Rivano, 1994). A la derecha del turno tenemos la indicación de los participantes del
diálogo, en este caso A y B, y a la derecha de éstos están las intervenciones, es decir, lo que
el participante expresa en su turno, lo cual no necesariamente es material lingüístico, sino
que puede tratarse de gestos, silencios, movimientos y posturas, con diverso valor
dialogémico, asunto que tampoco desarrollaremos acá (ibíd.). En nuestro ejemplo, sin
embargo, las intervenciones son todas lingüísticas.

3. El flujo topical. Llamaremos tópico al tema mínimo, es decir, un trozo de contenido en


principio reducible a una proposición, asunto que indicaremos entre corchetes, pero no
formalizaremos con mayor rigor. Dos tópicos son distintos, entonces, si al pasar a su
versión proposicional expresan verdades independientes (1). La anterior es una definición
aún vaga, pero lo suficientemente operativa como para orientarnos en la recolección de los
tópicos de un diálogo. Guiándonos por ella, encontramos que el primer tópico lo introduce
B en 2.1., a saber, el hecho de que tendrá que quedarse en el trabajo los viernes hasta las
20.00 hrs.: [B está obligado a quedarse en el trabajo los viernes hasta las 20.00 hrs.]. Los
tres primeros turnos no aportan contenidos topicales, no contienen propuestas
proposicionales de los participantes, si bien las intervenciones "Pucha qué lata oh!", y
"¿qué te pasó?" presuponen que algo ocurrió, asunto que no trataremos acá.

El segundo tópico lo introduce A en 3.: "¿y los niños?", es decir, [Alguien debe quedarse al
cuidado de los niños los viernes]. El tercer tópico lo introduce B en 3.1.: [A podría cuidar a
los niños los viernes (extraída de: A podría llegar a las siete los viernes)]. Y así
sucesivamente. Guiados por la definición inicial, que, como vemos, requiere a veces de la
aplicación de procesos inferenciales adicionales, obtenemos la siguiente secuencia de
tópicos:

2.1. B. Parece que vamos a tener que quedarnos los viernes hasta las ocho.

TOPICO1→ [B está obligada a quedarse en el trabajo los viernes hasta las 20.00 hrs.]

2. A. Pero ¿y los niños?


TOPICO2→ [Alguien debe quedarse al cuidado de los niños los viernes]

3.1. B. No sé, puh. ¿Tú no podí llegar a la siete?

TOPICO3 → [A podría cuidar a los niños los viernes]

3. A. No puh, Catita, no puedo. Pierdo la mejor clientela. Tú sabís que los viernes
a esa hora todos se preparan pa'un paseito y vienen al garage a arreglar esto o
lo otro.

TOPICO4 → [No es conveniente que A cuide a los niños los viernes porque

TOPICO4.1. → [A pierde la mejor clientela si no está los viernes en el garage, dado que

TOPICO4.1.1. → [La gente lleva sus vehículos entonces para arreglos varios porque

TOPICO4.1.1.1. → [la gente se prepara para los paseos de fin de semana]]]].

4. 1. B. ¡Puta la huevá oh! Voy a hablar con la Vero a ver si puede venir

TOPICO5 → [Es posible que la Vero venga a cuidar a los niños]

5. A. Oye, pero tu hermana más lo que huevea, puh! La revuelve mucho con los

Cabros y queda la casa patas pa'rriba puh hue'ón...

TOPICO6 → [La Vero no es una buena opción para cuidar a los niños porque

TOPICO6.1. → [La Vero causa mucho desorden]]

5.1. B. ¿Y a quién le pido puh Panchito? ¿A tu mami?

TOPICO7→ [Es posible que la mamá de A venga a cuidar a los niños]

5. A. No, la vieja ya no se la puede con los monstruos. ¡Le va a dar un ataque

puh Cata!

TOPICO8 → [La mamá de A está muy vieja para cuidar a los niños]

3.1. Comentarios. Ocho son los tópicos principales obtenidos. Como se observará, el
procedimiento para extraer los tópicos de un texto se reduce a la anotación de las
proposiciones del mismo y las relaciones de dependencias parciales expresadas por
conectores y otros mecanismos. El procedimiento dista mucho de una formalización
rigurosa, pero constituye un método aplicable en forma relativamente simple. El método
apela en buena medida a nuestro conocimiento de los que es relevante en las expresiones,
dado un contexto de uso. Así, por ejemplo, en el turno 6., de la intervención "No, la vieja
ya no se la puede con los monstruos. ¡Le va a dar un ataque puh Cata!" se extrae el tópico
[La mamá de A está muy vieja para cuidar a los niños]. El criterio ha sido el de una versión
proposicional de lo que el participante propone en el diálogo. Pero, ¿cómo sabemos esto?
¿Cómo determinamos que el tópico no es, por ejemplo, la vejez humana, los problemas
generacionales, el estado cardíaco de la abuela, etc.? Todos estos contenidos son candidatos
a tópicos, pero, de hecho, no son tópicos en el diálogo en cuestión, no han formado
propuestas proposicionales de los participantes. La categoría de propuesta proposicional,
entonces, nos guía en la recolección de tópicos. Como se apreciará, un autómata tendrá
serias dificultades, tanto en la tarea de conversión del material textual a unidades
propocionales, como en la de representación total de la organización topical del diálogo.

3.2. Esquema de flujo topical. La representación que sigue omite los subtópicos T4.1.,T4.1.1.
y T4.1.1.1, como también el subtópico T6.1.. Estos son tópicos subordinados en secuencias
justificativas de tópicos con mayor jerarquía en el intercambio (T4 y T6, respectivamente).
Se trata, entonces, de esquemas argumentales que apoyan las propuestas proposicionales de
estos otros tópicos. El análisis de los esquemas argumentales es otra dimensión dialógica,
asunto que no trataremos en este artículo (para sugerencias en estas líneas ver Rivano
1999b). Considerando la organización jerárquica de la secuencia anterior, podemos
representar este diálogo en el siguiente esquema, reduciendo sus contenidos a elementos y
relaciones en la dimensión del flujo topical:

ESQUEMA DE FLUJO TOPICAL

3.2.1. Explicaciones y comentarios. Los tópicos en un diálogo tienen jerarquía interna, es


decir, dependen los unos de los otros en un sistema de coordinación y subordinación. Esto
es lo que el esquema arbóreo representa. Las líneas o ramas verticales indican la
subordinación del caso. De modo que, por ejemplo, el tópico 5 está subordinado al tópico 2,
y el tópico 6 está subordinado al tópico 5. Este esquema nos dice, entre otras cosas, que el
tópico número 2 es el principal, en el sentido de ser el que más "peso" topical tiene: de éste
depende el grueso de la estructura topical del diálogo. También nos muestra este esquema
las dependencias inmediatas entre los tópicos. Así, por ejemplo, el tópico número 7, es
decir, la posibilidad de que sea la mamá de A quien se quede al cuidado de los niños,
depende inmediatamente del tópico principal, es decir, el número 2, que plantea el asunto
de quién se quedará con los niños.

Nótese que las dependencias en el caso de los tópicos 3, 5 y 7 con respecto al tópico 2 son
de valores para una variable (llenados para un casillero vacío, etc.), es decir, se trata de
responder al asunto de quién quedará al cuidado de los niños. En cambio las dependencias
de los tópicos número 4, 6 y 8 hacia sus superordinados 3, 5 y 7, respectivamente, son
distintas, algo así como la dependencia que se produce entre una sugerencia y su
comentario, que aquí es el comentario del llenado del caso.

También nos muestra este esquema las relaciones de colineación topical, es decir, los
tópicos que se subordinan en la misma línea a otro tópico. Así, por ejemplo, los tópicos 3, 5
y 7 son colineales: dependen directamente del tópico 2. Los tópicos 4, 6 y 8, por su parte,
no son colineales, sino co-colineales: dependen inmediatamente de tópicos que son
colineales, a saber, 3, 5 y 7, respectivamente.

El esquema muestra a la vez una relación de coordinación topical, reprentada por una
flecha entre los tópicos 1 y 2, que se vinculan como antecedente y consecuente,
respectivamente: el primero introduce el hecho de que B debe quedarse hasta tarde los
viernes; el segundo introduce el hecho de que aquello trae como consecuencia que el
cuidado de los niños es un asunto que debe resolverse.

Por último, a partir de este tipo de estructuración dialógica, varias son las dimensiones que
quedan a la vista y pasan a ser objetos para definiciones por cantidades y otros desarrollos.
Podemos visualizar la distribución total de los tópicos en los participantes, como también la
organización secuencial (temporal) de los mismos. Podemos, también, medir el peso topical
de un tópico cualquiera de acuerdo al número de tópicos que éste domina, es decir, el
número de tópicos a él subordinados. Esta es una medida para la importancia topical. De
allí podemos pasar a caracterizar los participantes en el diálogo, los interlocutores, en
términos de su peso topical, es decir, en términos del peso relativo de los tópicos que éstos
introducen en el diálogo. Vemos, por ejemplo, que el participante A es quien más
importancia topical tiene, porque de un tópico introducido por él depende la totalidad
topical del intercambio. Nótese que en este contexto la noción de importancia topical no es
una noción vaga, sino que está definida por una operación determinada. Es decir, no se trata
de una importancia que pueda extrapolarse a otras dimensiones de análisis, como veremos,
ni, mucho menos, al uso cotidiano del calificativo. La correlación de este tipo de
importancia topical con otras dimensiones es asunto para investigaciones específicas, que,
sin embargo, se hacen posibles con la herramienta expuesta.
5. El flujo de solución de problemas. En esta sección atendemos a la dimensión
problemática del diálogo, es decir, la dimensión en donde los elementos y relaciones se
reducen al establecimiento de un problema y a la búsqueda de su solución. El esquema
problemático, entonces, nos entrega un cuadro de lo que ocurre en el diálogo en términos
de los actos que importan en flujos de solución de problemas. Los tipos de actos
involucrados en el diálogo que nos ocupa son: TEMA, PROBLEMA, SOLUCION,
RECHAZO, JUSTIFICACION, TOMA DE DECISION, ACEPTACION. El esquema nos
muestra la distribución de estos tipos de actos en los participantes del diálogo. Así, B
plantea un TEMA en 2.1., a saber, el hecho de que debe quedarse hasta tarde en el trabajo
los viernes. De allí, en el turno 3, A extrae el PROBLEMA1, a saber, que alguien debe
entonces cuidar a los niños. Una forma general de lo problemático es la incompatibilidad de
hechos concomitantes. Esa es la forma del problema del caso: la estadía de B hasta las ocho
en el trabajo está en conflicto con la estadía de los niños en casa. B ofrece una SOLUCION
a esto en 3.1., la cual es RECHAZADA en 4 con una JUSTIFICACION. Una nueva
SOLUCION presenta B en 4.1., igualmente RECHAZADA, en 5. Esto se repite en los
turnos 5.1. y 6., respectivamente. Finalmente, B insiste resolutamente en la segunda
SOLUCION. Ante esto, A calla y ACEPTA. Expongamos lo anterior en forma
esquemática. Las flechas en el cuadro representan la coordinación de los actos:

B → A

TEMA1 → PROBLEMA1

SOLUCION1 → RECHAZO A S1 CON JUSTIFICACION1

SOLUCION2 → RECHAZO A S2 CON JUSTIFICACION2

SOLUCION3 → RECHAZO A S3 CON JUSTIFICACION3

TOMA DE DECISION → ACEPTACION

FLUJO DE SOLUCION DE PROBLEMA

4.1. Comentarios. Desde esta perspectiva, la secuencia de preguntas que resuelve el


llenado de los casilleros es la siguiente: (a) ¿cuál es el problema?, (b) ¿qué lo origina?, (c)
¿qué se sugiere para salir del problema?, (c) ¿se acepta o se rechaza la sugerencia?, (d) ¿hay
justificación de lo anterior? (e) ¿quién decide finalmente el curso a seguir? La primera
pregunta resuelve el PROBLEMA, la segunda el TEMA, la tercera la SOLUCION, la
cuarta distribuye ACEPTACION y RECHAZO, la quinta especifica la JUSTIFICACION, y
la sexta determina la TOMA DE DECISION.

Varios son los asuntos que pueden observarse con provecho desde la perspectiva del flujo
problemático. Podemos, por ejemplo, caracterizar a los participantes en términos de quién
introduce problemas y quién soluciones; quién rechaza; quién determina la solución final.
Así, vemos que A problematiza el tema inicial, pero no plantea soluciones al asunto, sino
que espera que B lo haga. B, por su lado, propone soluciones al problema, y finalmente
decide el curso a tomar, independientemente de un rechazo de esto por A. Podemos decir
que B está en control del tema del cuidado de los niños. Es decir, además de desplegar el
papel de "solucionador", B ocupa el papel de "resolutor" en este diálogo. Nótese, de paso,
que, bajo una noción de importancia ingenieril (de planteamiento de soluciones) y otra
noción de importancia resolutiva (de toma de decisiones), el participante importante es B, y
no A, como era el caso en el punto de la importancia topical. De modo que este esquema
nos ofrece elementos para definiciones en niveles de ingeniería y control en los diálogos.

5. El flujo dialogémico. Los dialogemas, puede decirse, son las unidades del diálogo en
tanto diálogo, en tanto comunicación social entre individuos. Algo menos vago que lo
anterior resulta decir que los dialogemas son unidades funcionales del diálogo en el nivel de
la comunicación de las intenciones y emociones personales, como también en el de la
coordinación de los actos comunicativos prácticos y otros más o menos ritualizados. Esta es
la dimensión más compleja de las tres hasta aquí vistas (ver Rivano, 1994). De hecho, como
veremos, acaso es mejor concebirla como una fusión de dimensiones, entre ellas, las
expuestas, en un plano sobre el que tenemos intuiciones y en el que nos manejamos en
forma cotidiana). Es. Revisemos el flujo dialogémico en este diálogo. Las comas indican
límites dialogémicos:

1. SALUDO INICIAL, PREGUNTA ENTREGA

1.1. SALUDO RESPUESTA, PETICIÓN DE INTRODUCIR TÓPICO

2. PREGUNTA CONCESION A PETICION

2.1. RESPUESTA INTRODUCCION DE TOPICO1

2.2. PREGUNTA PROBLEMATICA DE T1 CAMBIO A TOPICO2 (CAMBIO

DE TOPICO)

3.1. RESPUESTA SUGERENCIA DE SOLUCIÓN A T2

4. RECHAZO DE SUGERENCIA1, EXPLICACION

4.1. QUEJA POR RECHAZO, SUGERENCIA2 DE SOLUCIÓN A T2


5. RECHAZO DE SUGERENCIA2, EXPLICACIÓN

5.1. PREGUNTA SUGERENCIA3 DE SOLUCIÓN A T2

6. RESPUESTA RECHAZO DE SUGERENCIA3, EXPLICACIÓN

6.1. REPETICIÓN DE SUGERENCIA2 CON EXIGENCIA ENFÁTICA DE

ACATAMIENTO

7. SILENCIO ACATAMIENTO

FLUJO DIALOGEMICO

5.1. Explicaciones. Notemos, primero, que los dialogemas tienen en buena medida el
carácter de obviedades descriptivas. Como hemos visto, el tópico lo inicia B en 2.1., turno
que obtiene luego de saltarse la entrega deferente en la secuencia de saludo: en 1.1., en
secuencia deferente, lo que corresponde es algo así como un "Hola Panchito, aquí estamos )
y tú?", es decir, un SALUDO RESPUESTA y una PREGUNTA DEVOLUCION. Pero la
secuencia no es deferente. Se trata de una pareja que tiene que atender sin mayores
merodeos asuntos prácticos. La mujer introduce una queja en 1.1. y el hombre indaga por la
causa de esa queja en 2. La mujer se ha puesto en posición dialógica para introducir el
TOPICO1 en 2.1., el que se refiere a una extensión en su horario de trabajo de los viernes.
Sin embargo, en 3.1., el hombre no está interesado en saber la causa, justificación o
naturaleza de esta extensión, sino que introduce inmediatamente un nuevo TOPICO2, a
saber, el cuidado de los niños en las horas comprometidas por la extensión. La movida es
de cambio de tópico. El tema o asunto central ha cambiado al pasar del turno 2.1. al turno
3: ya no se trata de la extensión de horario de la mujer, sino del cuidado de los niños en
esas horas. Si el hombre hubiera intervenido en términos de indagar sobre la justificación
de la extensión, no tendríamos un cambio de tópico en el diálogo, sino una seguidilla o
comentario del mismo tópico. Es decir, una eventual intervención como:

3. A. ¿Y por qué te tienes que quedar hasta las ocho Catita?

no introduciría tópico nuevo alguno.

Nótese que en el plano dialogémico la noción de tópico es distinta a la desarrollada en la


sección 3. De hecho, se observa ahora que hay sólo dos tópicos mencionados como
movidas dialogémicas. El tópico dialogémico es categorial, más que proposicional (ver
Nota 1).
En 3.1. la mujer introduce una sugerencia, a saber, la posibilidad de que su marido regrese a
tiempo para cuidar a los niños, propuesta rechazada en 4. La sucesión dialogémica sigue en
estas líneas hasta llegar al turno 6.1., en el que la mujer insiste, y en forma enfática, en la
solución presentada en el turno 4.1. El marido acata en silencio en 7.

Como se advirtió, la descripción dialogémica asemeja un recuento breve y esquemático de


lo que ocurre en el diálogo.

5.2. Comentarios. Como vemos, es bastante más compleja que las anteriores la
caracterización por vía dialogémica. Los elementos centrales, los dialogemas, son más en
número (de hecho, en principio, de número ilimitado en esta dimensión), y su relación
interna no queda expresada en forma clara en el flujo total, más allá de su ordenación en las
cadenas de turnos y las correferencias y dependencias subindicadas. Por otro lado, los
términos que nombran al dialogema en cuestión son de uso común, por lo que su
comprensión es inmediata. Justamente nos encontramos en un plano donde una mediación
técnico-terminológica, un procedimiento explícito, dificultaría el reconocimiento de los
actos dialógicos o dialogemas. El procedimiento de identificación de éstos apela al
conocimiento implícito de cada uno en esta dimensión comunicativa.

Lo que ocurre es que al prestar atención a la dimensión dialogémica el propósito es la


obtención de un cuadro total de la dinámica y contenidos dialógicos, sin detenernos en el
análisis de algún aspecto más específico. Revisamos ahora los actos dialógicos en tanto
contenidos de orden dramático: Nos preguntamos qué está sucediendo en el diálogo en
términos de los rituales comunicativos, las intenciones de los participantes, los estados de
ánimo que se manifiestan, los conflictos que se producen, los efectos logrados, los roles que
se toman, la gradación en el énfasis de los actos que se realizan. Se trata del diálogo en
tanto escenificación de las posibilidades e imposiciones de lo público y lo privado en la
interacción. El esquema dialogémico debe pensarse como algo emparentado, mas no
idéntico, a la pauta que produce el director de teatro cuando se dirige a sus actores: "esta es
una insinuación", "estás dando una orden", "esto lo dices enojado", "interrúmpelo aquí",
"recházalo", etc. (para un desarrollo en estas líneas, ver Rubio, 1997).

También cabe decir que el esquema dialogémico es un punto de partida para el análisis en
las otras dimensiones vistas, en el sentido en que el esquema contiene estas otras
dimensiones en forma más o menos implícita. Así, vemos como en el flujo dialogémico
encontramos las unidades de tópico y solución (e.g. "introducción de tópico", "cambio de
tópico", "sugerencia de solución", "rechazo de solución", etc.), que son centrales en
aquellas otras dimensiones, donde, sin embargo, adquieren significados específicos.

6. Comentarios finales. El tipo de descripción y análisis comunicativo expuesto se vincula


con ámbitos diversos del saber, tales como la lingüística, la etnografía, la sociología, la
psicología, la didáctica, y los desarrollos de inteligencia artificial. Varias son las
direcciones y aplicaciones posibles. Dejando a un lado ámbitos propiamente lingüísticos,
tales como la coindexicalización y la correferencia, la intensidad y la acentuación, una de
esas direcciones es la comprensión discursiva. Por ejemplo, el establecimiento del flujo
topical de un diálogo se presta como una herramienta para un tipo de diagnóstico de
comprensión: la jerarquización de los tópicos indica un sistema de dependencias que
obedece a un propósito general del texto. De modo que el esquema de flujo topical puede
servir como un mapa donde insertar el desempeño de los sujetos en el plano de la
comprensión topical del texto. Lo anterior también aplica a las otras dimensiones
analizadas, especialmente la del flujo de solución de problemas.

Obviamente, los alcances tienen aplicaciones didácticas en las prácticas educativas que
tienen que ver con comprensión y análisis de textos.

Los psicólogos, analistas y terapeutas que integran la dimensión interactiva a sus


procedimientos también pueden aplicar las herramientas expuestas para establecer los
cuadros de conducta individual en estos planos. Resulta prima facie interesante la
caracterización individual en términos del desempeño dialógico en las dimensiones
expuestas, caracterización con obvio potencial práctico en el plano terapéutico.

Por último, las dimensiones expuestas constituyen claros ámbitos para cualquier intento de
automatización lectora o inteligencia artificial en el plano de la comprensión comunicativa
o textual. Así, por ejemplo, el diseño de un procedimiento automático para el
establecimiento de la jerarquía topical de un texto es una tarea que, si bien difícil y sólo
parcialmente posible, al menos se presenta en forma clara a partir de esquemas como los
expuestos.

Notas:

1. El uso del término "tópico" en los desarrollos de esta sección sobre flujo topical difiere
en buena medida de otros usos, tanto cotidianos como especializados. Difiere, sin ir más
lejos, del uso que tiene el término en los desarrollos de la sección 5. de este mismo trabajo,
sobre el flujo dialogémico, uso que, como veremos, se inscribe en la tradición
especializada, aquí formulada como la tradición categorial en análisis topical.

La noción general de tópico es preteórica, en el sentido en que, sin mediar un marco


definitorio y operativo, se mueve con toda libertad en ámbitos distintos. Así, tenemos a
diario la experiencia de conversaciones en donde expresiones como "no cambies de tema",
"y eso )a qué viene?", "no estoy hablando de eso", "hablai puras cabezas de pescao!",
"(nada que ver!", "a eso iba yo", "justo lo que quería decir", "síguele la corriente", e
incontables otras aparecen señalando lo que en términos muy generales cabría llamar
orientaciones topicales. Es decir, este tipo de expresiones aparece en fenómenos de grados
de compatibilidad entre intervenciones dialógicas, o bien de cotematicidad o falta de ésta
entre dichas intervenciones, o bien aparecen para exigir una explicación sobre la coherencia
de una intervención con respecto a otras, o su pertinencia, o relevancia, o conexión, o uso, o
abuso; etc. La gama de aplicación de una noción preteórica de tópico es amplia e
indeterminada.
La estructura topical de un diálogo es un obvio candidato a objeto de estudios. Como tal,
rápidamente, las observaciones más elementales revelarán que los estudios topicales tratan
de varios objetos.

En forma inicial y vaga, se concibe que el tópico es el tema en torno al cual se organizan las
intervenciones, en tanto unidades con sentido. Esta es la principal perspectiva en análisis
topical, y que cabría calificar como catagorial: el tópico es la categorización de un trozo de
contenido, para su posterior recurrencia en el discurso. El tópico es el punto de referencia
de la conversación, de la discusión, de la riña, el debate, el chismorroteo, o cualquier otra
especie de situación dialógica o discursiva en general. En el diálogo que analizamos, el
tópico principal sería algo así como "el cuidado de los niños", asunto central en el análisis
del flujo dialogémico, mas no así en el del flujo topical. Una primera inspección revelará
que esta noción intuitiva de tópico es aún demasiado amplia.

Una manera de abordar el estudio topical es a través de las marcas gramaticales y otras que
identifican un tópico. Este estudio nos revelará una distribución particular de los
pronombres y anáforas, el uso de palabras referenciales y deícticos de todo tipo,
desinencias verbales, acentuación, entonación, intensidad, y mucho más. El campo se
estudia a veces bajo la denominación de "estructura temática". (Algunas lecturas de esto
son Firbas, 1964; Lyons, 1968, 1977; Halliday, 1970; Chafe, 1970; Contreras, 1976; Li,
1976; Rivano, 1991).

Una manera inicial de abordar esto en términos de las marcas lingüísticas se presenta
estableciendo la distinción entre sujeto y tópico. Como nos recuerda Lyons (1968), la
distinción que suele ser ignorada es entre expresiones y referentes.

Distingamos, entonces, entre el sujeto 'Pedro' (la expresión y su forma) y el sujeto Pedro (el
individuo) en una oración como (i):

(i) Pedro llegó

En una predicación, las propiedades se adscriben a entidades, los referentes de las


expresiones referenciales. De modo que el predicado no se predica del sujeto cua expresión
lingüística, sino de su referente. (En esto, como nos insiste Lyons, hay poca consecuencia
en los textos lingüísticos, e.g. su mención a Hocket sobre tópico y comentario.)

De acuerdo a esta orientación categorial de tópico, en términos generales, y pensando en


lenguas como el español, el inglés y las otras europeas, el sujeto es la expresión que refiere
e identifica al tópico y el comentario corresponde al predicado.

Los argumentos para decir que en (i) 'salió' es el comentario sobre el referente de 'Pedro'
van a dar al fenómeno comunicativo, y en especial a la distribución de la información en
los mensajes.

¿No podría, por ejemplo, en (i) 'llegó' ser el tópico? ¿O serlo algo ya mencionado? La
respuesta es: podría. Desde una perspectiva que define al tópico como lo preestablecido, lo
conocido e individualizado que tiene continuidad en el discurso, y entiende que es
comentario todo contenido novedoso que se orienta en el tópico, definiéndolo,
modificándolo, especificándolo, desarrollándolo, relacionándolo, perfectamente podría el
tópico de una intervención como (i) ser algo así como "la llegada de alguien" o "la acción
de llegar". Sin embargo, a falta de otro dato para contextualizar (i), partimos de una versión
neutra de ésta. Y es esta versión la que nos hace ver la estructura temática básica (mínima).
Sin información adicional, (i) se interpreta como si un hablante dijera de Pedro que llegó.
La forma sin contexto nos hace suponer que Pedro está individualizado, y que se dice de
éste que llegó.

Ahora bien, (i) en su interpretación no-marcada (neutral) puede ser contrastada con formas
marcadas del 'mismo' enunciado. Las dimensiones de la marca temática pueden dividirse en
prosódica y gramatical. La primera, claro, no aparece en textos escritos, mientras que en
contextos orales habrá menor frecuencia de ciertos giros que marcan tematicidad
gramaticalmente, en favor de variantes prosódicas. Son marcas prosódicas la acentuación,
la extensión y la entonación (intensidad, cantidad y contorno tonal de la emisión,
respectivamente). Ejemplos de marcas gramaticales son la pasivización, la topicalización,
la inversión.

Así, por ejemplo, podemos marcar de distintas formas una afirmación como:

(ii) Manuel llegará mañana

Convengamos que el subrayado marca acentuación (intensidad de voz). Tenemos, entonces,


como posibilidades acentuales obvias:

(iii) Manuel llegará mañana

(iv) Manuel llegará mañana

(v) Manuel llegará mañana

A cada una de estas alternativas acentuales le corresponde una lectura temática distinta.
Pero convengamos, por ahora, en que hay una manera neutra de enunciar esta afirmación,
cuya lectura es lo que podemos concebir como la forma temática básica del enunciado. Es
la lectura de (ii).

Por otro lado, tenemos marcas gramaticales de (ii) en:

(vi) Será Manuel quien llegue mañana

(vii) Mañana llegará Manuel

(viii) Lo que ocurrirá mañana será que Manuel va a llegar


Las variantes (vi), (vii) y (viii) exhiben distintas marcas gramaticales de la variante menos
marcada (ii). Un par de temas de cierta importancia teórica cabe al menos mencionar aquí.
El primero guarda relación con la arbitraria distinción que realiza la gramática, explícita o
implícitamente, al estudiar variantes como (vi), (vii), y (viii), pero no variantes como (iii),
(iv) y (v). Obviamente, estas variantes responden a un mismo tipo de fenómeno
comunicativo. Siendo manifestaciones distintas de un mismo fenómeno, no sólo no se
justifica incluir las unas y no las otras en un tratamiento dado, sino que cabe preguntarse si
al excluir las variantes prosódicas no estamos transformando el fenómeno original en un
constructo artificial, un objeto que no se da así en la realidad lingüística.

El otro tema que merece atención es el que se relaciona con el tipo de entidad que es el
supuesto enunciado no-marcado o neutro. Se advertirá, por ejemplo, que en gramática
tranformacional de primera generación, formas como (vi), (vii), y (viii) son derivadas de
una forma como (ii). Tenemos, entonces, una forma básica a partir de la cual otras derivan.
No hace falta decir que no es (ii) cua enunciado (expresión) que constituye la forma básica
en una gramática de corte transformacional, sino cua forma gramatical. Pero la pregunta se
plantea igualmente sobre la naturaleza de esta forma básica de la gramática: )no es acaso la
forma de un contexto comunicativo "neutro"? ¿Y no es esta neutralidad, en verdad, nada
más que una variante temático-contextual más, sin otra diferencia con las otras variantes
temáticas que la de obtener una forma lingüística más simple, pero también acaso más
ambigua en términos de las lecturas temáticas que tiene? Cabe advertir que este asunto no
podría plantearse en conexión con las perspectivas minimalistas de la escuela generativa.

Los puntos anteriores nos llevan a considerar la distinción entre sujeto en lógica y en
gramática, respectivamente. En una proposición de dos términos, es sujeto el término
particular y predicado el general. (cf. sustancia y accidente en Aristóteles.). Se advertirá, sin
embargo, el uso más restringido que tiene el término 'sujeto lógico' de acuerdo a un uso
bastante generalizado en lingüística actual, a saber, para referirse a la expresión del agente
en secuencias semánticas con este papel. A este lo podríamos llamar el sujeto semántico,
pero de hecho está incluido en lo que es sujeto lógico de acuerdo al criterio anterior.

El criterio lógico, se observará, se relaciona con distinciones como las que hay entre
nominales y no-nominales, nombres y atributos, en gramática. El sujeto gramatical, sin
embargo, es un sintagma o constituyente de la oración con propiedades formales como la
concordancia con el verbo finito, el caso gramatical (nominativo), y la posición en la
secuencia (en las lenguas configuracionales, i.e. las que manifiestan cambios funcionales
dependiendo de la posición sintáctica).

El punto que interesa anotar aquí es la distinción entre sujeto lógico por un lado, y sujeto
gramatical por el otro. De modo que, por ejemplo, en una oración como:

(ix) Pedro fue agredido por una horda de monjas

es 'Pedro' sujeto gramatical, mientras que 'una horda de monjas' es sujeto lógico. (Se
advertirá, sin embargo, nuevamente, que las gramáticas de corte transformacional de
primera generación se rigen en su análisis por la forma lógica de las oraciones, por lo que el
sujeto 'Pedro' es un sujeto de superficie y 'una horda de monjas' es el sujeto de base). En
algunas construcciones predicativas reducibles a dos términos se manifiesta también esta
distinción entre sujeto gramatical y lógico. Por ejemplo, en una oración como:

(x) Verde es el color de esas plantas

tenemos un sujeto gramatical 'el color de esas plantas'. Pero el sujeto lógico es simplemente
'esas plantas' y la proposición de fondo es 'esas plantas son verdes'. No hay más que dos
términos involucrados: un termino particular (individual) 'esas plantas' y un término
general, 'verde'.

Volvamos al ejemplo inicial, pero marquemos esta vez su estructura temática neutra:

(i)' Pedro llegó

Diremos que (i)' es la interpretación neutral, con supuestos mínimos de la forma (i). La
enunciación que nos lleva a (i)' es la enunciación no-marcada de esa secuencia.

Ahora bien, toda afirmación (enunciado afirmativo) expresa una proposición. Responde en
forma explícita o implícita a una pregunta, o algo que puede ser formulado como una
pregunta. Al hacer explícita la pregunta, advertimos a la vez los supuestos sobre los que se
construía el enunciado en cuestión. Son los supuestos de la situación de habla en que el
enunciado ocurre.

Pero el estudio de las marcas gramaticales, prosódicas y otras también revelará que el
tópico no siempre aparece marcado en forma explícita, directa, o verbal. El tópico puede
ser el clima, sin que la palabra "clima" aparezca en la conversación:

1. A. Hace frío ¿cierto?

1.1. B. Cierto.

2. A. Habrá que abrigarse ya

2.1. B. No hay otra

En este intercambio términos como "clima", "tiempo", "temporada", "estación del año",
"temperatura ambiental", no aparecen. Sin embargo, al identificar el tópico categorial, sin
otra explicación sobre el contexto, cabe inferir que éste es el clima, las temporadas, etc. Por
otro lado, dado un contexto situacional como una disputa anterior entre A y B, el tópico de
un intercambio así podría ser "la sociabilidad", "hacer las paces", "volver a conversar", etc.
Los criterios descansan en nuestra comprensión de lo que ocurre. Así, el tópico principal
puede ser algo pendiente, en torno a lo cual los participantes dan rodeos topicales para
tantear el terreno. Las posibilidades se ramifican. El tópico no es asunto predefinido. Como
hemos dicho, en su estado preteórico de entidad intuitiva, el tópico nos muestra amplia
gama de posibilidades descriptivas. En este artículo, en la sección que desarrolla el flujo
topical, le hemos dado curso a la definición de tópico en términos proposicionales. El
análisis no se resuelve en el nivel catagorial (y su contrapartida gramatical de la
nominalización de los contenidos), sino en el de las propuestas proposicionales. La opción
se subordina al propósito de obtener una caracterización particular del flujo topical de un
diálogo. Distinto es el caso en la sección que desarrolla el flujo dialogémico, donde
reencontramos el enfoque categorial de tópico.

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