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En el presente ensayo intentaré utilizar la conocida frase de Marx “La
lucha de clases es el motor de la historia”, para darle un giro y plantearla en la
perspectiva de género. De ninguna manera esto pretende seguir desarrollando
la ya manoseada teoría social, política y económica del marxismo, si no que
nos servirá de base didáctica para enfocarnos en la condición subyugada de
las mujeres y su papel en la historia. Pero tampoco se trata de menospreciar
una teoría que en su momento aportó muchísimo a la crítica al capitalismo, y
que quizás hoy muchas personas todavía quieran re-pensar. Por mi caso solo
tomo la teoría de Marx para plantear una idea que él no tocó, y por lo cual los
neo marxistas se ganaron una fuerte crítica de parte de las feministas, como
fue la perspectiva feminista que acusaba una doble explotación. Con humildad
tomo la cita de Marx, para pensar sobre patriarcado y feminismo.
Karl Marx influyó, como todos sabemos, hasta dividir al mundo en dos
durante la guerra fría; y quizás eso es lo que buscaba cuando escribió el
“Manifiesto Comunista”. Pero no es por su impacto en el mundo
contemporáneo que escribo este ensayo, sino que para centrarnos en una de
sus ideas, específicamente es su famosa frase: “La lucha de clases es el motor
de la historia”.
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sistema Judicial, etc.). De esta forma se escribe la historia de los hombres y
mujeres, desde esta dialéctica que hace avanzar al mundo, y que en palabras
del propio Marx entre mas rico se hace un burgués, mas pobre se hace el
proletariado1. Pero obvio y legítimo es preguntarse a este punto de lo leído,
¿Qué tiene que ver la teoría de la lucha de clases con la perspectiva de
género?
1
Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959.
Reimpresión de 1995
2
Nash, Mary; Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos. Alianza Editorial, 2004.Textos
escogidos. Pág. 91.
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en primer lugar. No lo digo por ponerme a un costado de la lucha feminista, si
no que entendiendo cada causa desde la idea de la individualidad; idea
filosófica que Max Stirner entiende como: “¡Mal haya, pues, toda causa que no
sea entera y exclusivamente la Mía! Mi causa, pensaréis, debería ser, al
menos, la buena causa. ¿Qué es lo bueno, qué es lo malo? Yo mismo soy mi
causa, y no soy ni bueno ni malo; ésas no son, para Mí, más que palabras.”3.
Con esto no intento explicar nada más que lo aparente, que todos debiéramos
entender nuestra causa como la más justa y propia; en el caso de la lucha
feminista contra la sociedad patriarcal, las mujeres deberían ser las que
consideraran esa lucha como la más propia, justa y que está en sus manos.
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Navarro, Mercedes; para Comprender el Cuerpo de la Mujer. Una perspectiva Bíblica y Ética. Ed.
Verbo Divino, 1996. Textos escogidos. Pág. 183
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Ídem.
4
luego en la universidad. Y es que no es azarosa la conclusión de Mercedes
Navarro, ya que desde siempre para argumentar las tareas, oficios,
pensamientos o cualquier otra actividad masculina, se ha referido a lo que no
pueden hacer las mujeres. Pareciera que el sistema patriarcal configuró un
conglomerado de conceptos e ideas que siempre están en relación con la
negatividad, con lo que NO pueden hacer sus contrapartes mujeres. Así se
definió sabrá quién, cómo y porqué las mujeres deberían estar en el espacio
privado y los hombres en el público; los hombres serían el aporte monetario de
la familia mientras la mujer educaba y cuidaba a los hijos; las mujeres no
participarían en política y menos votarían, los hombres todo lo contrario. Así
suma y sigue la lista de condiciones que históricamente fueron, y algunas son,
parte del orden social y que marginan a la mujer.
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Scholz, Roswitha; Sobre la relación de género y trabajo en el feminismo. Encontrado en
http://lahaine.org/pensamiento/sobrefem.htm
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Schmidt conceptualiza esto como “doble socialización”, en la cual las mujeres
“…tienen que hacerse cargo tanto de la familia como de una profesión”7 y por lo
cual aun siguen “…ganando menos y raras veces se les pueda encontrar en
posiciones altas, a pesar de tener ya las mismas calificaciones que los
hombres.”8. Es decir que se le necesita a la mujer para el desarrollo económico
y social, y por lo mismo se le integra a ciertos sectores de la vida; pero aun así
se le interpone su “condición” de mujer, la que no le permite obtener lo mismo
que su par masculino.
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Ídem
8
Ídem
9
Navarro, Mercedes; para Comprender el Cuerpo de la Mujer. Una perspectiva Bíblica y Ética. Ed.
Verbo Divino, 1996. Textos escogidos. Pág. 183
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Foucault, Michel; Microfísica del Poder , RJ: Graal, 1985. Encontrado en
http://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=626
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En otras palabras, lo que quiero explicar, es que podemos reconocer la
configuración del patriarcado y sus relaciones sociales como un fenómeno más
cercano a nosotros mismos de lo que podemos pensar. Y es que siguiendo la
línea investigativa de Foucault, en la cual define al poder como algo “que
transita transversalmente, no está quieto en los individuos”11. Y esa
característica dice bastante, ya que hace referencia a que el poder esta entre
cada uno de nosotros, y que por lo cual “no es un fenómeno de dominación
masiva y homogénea de un individuo sobre los otros, de un grupo sobre
otros”12, si no que nace, se desarrolla y vive entre nosotros. Es decir que el
sistema patriarcal esta entre nosotros, somos nosotros mismos lo que lo
reproducimos a escala diariamente, somos los que explicamos las cosas
poniendo a la mujer como lo que no debemos hacer (y así con muchas otras
cosas). La respuesta a esto siempre es que no es así, pero el patriarcado como
forma de poder toma a la mujer como punto de comparación de lo que el
hombre no debe ser, o al revés en sentido androcéntrico; pero de todas formas
siempre se necesita a la mujer para construir el discurso.
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estructura desde lo más simple. De esta forma el patriarcado toma forma y
fuerza, se impregna en nuestras relaciones sociales y va explicando la historia.
Por eso afirmo que las mujeres son el motor de la historia, por dos sencillas
pero profundas razones.
Primero porque han sido ellas las reprimidas por formas de relacionarse
en que se pone al hombre por encima de la mujer, pero para que esto funcione
se necesita a la mujer ahí dándole forma a la sociedad. A pesar de todos los
avances todavía podemos explicar un millar de hechos sociales aludiendo a la
condición subyugada de la mujer. Así, se configura la historia universal desde
una perspectiva masculina, en otras palabras, se escribe la historia con voz de
hombre, callando la de mujer.
Si tuviera que alentar a las mujeres a algo no sería a nada más que a
levantarse por su propia lucha, su propia causa. Como lo dijo alguna vez Karl
Marx, “Proletarios del mundo unidos”, pero esta vez sería: ¡Mujeres del mundo
unidas!