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“El motor de la historia: las mujeres”

La historia de lo que no son

Francisco Sainz López

1
En el presente ensayo intentaré utilizar la conocida frase de Marx “La
lucha de clases es el motor de la historia”, para darle un giro y plantearla en la
perspectiva de género. De ninguna manera esto pretende seguir desarrollando
la ya manoseada teoría social, política y económica del marxismo, si no que
nos servirá de base didáctica para enfocarnos en la condición subyugada de
las mujeres y su papel en la historia. Pero tampoco se trata de menospreciar
una teoría que en su momento aportó muchísimo a la crítica al capitalismo, y
que quizás hoy muchas personas todavía quieran re-pensar. Por mi caso solo
tomo la teoría de Marx para plantear una idea que él no tocó, y por lo cual los
neo marxistas se ganaron una fuerte crítica de parte de las feministas, como
fue la perspectiva feminista que acusaba una doble explotación. Con humildad
tomo la cita de Marx, para pensar sobre patriarcado y feminismo.

Karl Marx influyó, como todos sabemos, hasta dividir al mundo en dos
durante la guerra fría; y quizás eso es lo que buscaba cuando escribió el
“Manifiesto Comunista”. Pero no es por su impacto en el mundo
contemporáneo que escribo este ensayo, sino que para centrarnos en una de
sus ideas, específicamente es su famosa frase: “La lucha de clases es el motor
de la historia”.

Cuando Marx señala esto, lo afirma como su teoría explicativa sobre el


rumbo que ha tomado la historia de la humanidad, y lo toma desde la idea de
dialéctica de Hegel. Pero Marx diseña su teoría desde la perspectiva política
económica y desde sus estudios sociológicos, y no desde la filosofía como su
mentor.
Pero basta de historia intelectual. ¿En que consiste esa teoría de clases
basada en la dialéctica?

Karl Marx tiene la teoría que la historia de la humanidad en su conjunto,


y sobre todo desde la época moderna, se mueve por las contraposiciones
existentes entre las dos clases que conforman el plano social: la burguesía y el
proletariado. La burguesía al tener el control de las formas de producción, y el
proletariado al tener que vender su mano de obra al productor, da la forma a la
lucha de clases que esconden las instituciones legales de la burguesía (Estado,

2
sistema Judicial, etc.). De esta forma se escribe la historia de los hombres y
mujeres, desde esta dialéctica que hace avanzar al mundo, y que en palabras
del propio Marx entre mas rico se hace un burgués, mas pobre se hace el
proletariado1. Pero obvio y legítimo es preguntarse a este punto de lo leído,
¿Qué tiene que ver la teoría de la lucha de clases con la perspectiva de
género?

Tiene que ver si es que tomamos su famosa cita y la volteamos. ¿Qué


pasaría si en vez de decir “La lucha de clases es el motor de la historia”, se
digiera “Las mujeres son el motor de la historia”? Con todo el respeto que tengo
por el señor Marx, y con el poco respeto que le tengo a los dogmáticos, creo
que de esta forma podemos explicar bastantes cosas sobre la vida política,
económica y social de las mujeres. Pero antes de empezar es necesario
aclarar que con esto que no intento desacreditar la teoría del propio Marx, o
explicar todos los aspectos que dan origen a la historia de la humanidad; sólo
intento explicar como las mujeres son en un cierto (y amplio) sentido el motor
de la historia.

Y esto no es nuevo, ya mucho antes bastantes feministas lo habían


planteado desde la teoría socialista o anarquista; incluso también lo plantearon
hombres. Sobre esto mismo nos plantea Mary Nash en su libro “Mujeres en el
mundo. Historia, retos y movimientos”, de la siguiente manera: “Bebel fue el
primer teórico marxista que escribió sobre la mujer de una forma específica
(…) Su libro (La mujer y el socialismo) denuncia la doble explotación de las
mujeres obreras, su dependencia social respecto a los hombres y <la
dependencia económica en que se hallan las mujeres en general, y la mujeres
proletarias en particular, lo mismo que los hombres proletarios.>”2 .

El cuento no es nuevo, el planteamiento si. Por que no basta con


considerar y reclamar la opresión femenina, sino que debemos poner a la mujer
en primer plano; y de hecho deberían ser las mujeres las que debieran ponerse

1
Marx, Karl. El Capital. Tomo 1. Fondo de cultura Económica. Edición en Español de 1959.
Reimpresión de 1995
2
Nash, Mary; Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos. Alianza Editorial, 2004.Textos
escogidos. Pág. 91.

3
en primer lugar. No lo digo por ponerme a un costado de la lucha feminista, si
no que entendiendo cada causa desde la idea de la individualidad; idea
filosófica que Max Stirner entiende como: “¡Mal haya, pues, toda causa que no
sea entera y exclusivamente la Mía! Mi causa, pensaréis, debería ser, al
menos, la buena causa. ¿Qué es lo bueno, qué es lo malo? Yo mismo soy mi
causa, y no soy ni bueno ni malo; ésas no son, para Mí, más que palabras.”3.
Con esto no intento explicar nada más que lo aparente, que todos debiéramos
entender nuestra causa como la más justa y propia; en el caso de la lucha
feminista contra la sociedad patriarcal, las mujeres deberían ser las que
consideraran esa lucha como la más propia, justa y que está en sus manos.

Pero, ¿Cómo explicar que las mujeres son el motor de la historia?


Mercedes Navarro señala que, si entendemos la concepción de cuerpo
que tenemos como herencia de la cultura occidental, proveniente de la
mentalidad judeocristiana y al mismo tiempo que arraigada en Grecia y Roma4;
entonces podemos afirmar que existe una diferencia sobre el entendimiento
que se tiene del cuerpo del hombre y de la mujer. Y es que desde que
entendemos al cuerpo separado de la mente, entonces entendemos que el
hombre cultiva su mente y que la mujer debería cultivar su cuerpo; y peor aún,
como es el cuerpo el que tiene la debilidad de la muerte, debemos cuidarnos
de ese miedo. Pero “El cuerpo de las mujeres ha sido la memoria corporal de
los hombres, pero puesto que en ellos estaba reprimido, esa memoria ha
pervivido bajo la marca del terror, el desprecio reactivo, la infravaloración y la
secreta envidia.”5 , y por lo cual a la mujer se le menosprecia y eso se refleja en
su cuerpo.

No es casualidad que durante toda la historia las mujeres hayan visto en


su propia forma de vestir una subyugación clara, como también en sus roles
domésticos y en la negativa que se les dio a estudiar primero en la escuela y
3
Stirner, Max; El único y su propiedad. Tercera edición cibernética, enero del 2003.Captura y diseño,
Chantal López y Omar Cortés. Encontrado en
http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/filosofia/unico/caratula_unico.html

4
Navarro, Mercedes; para Comprender el Cuerpo de la Mujer. Una perspectiva Bíblica y Ética. Ed.
Verbo Divino, 1996. Textos escogidos. Pág. 183
5
Ídem.

4
luego en la universidad. Y es que no es azarosa la conclusión de Mercedes
Navarro, ya que desde siempre para argumentar las tareas, oficios,
pensamientos o cualquier otra actividad masculina, se ha referido a lo que no
pueden hacer las mujeres. Pareciera que el sistema patriarcal configuró un
conglomerado de conceptos e ideas que siempre están en relación con la
negatividad, con lo que NO pueden hacer sus contrapartes mujeres. Así se
definió sabrá quién, cómo y porqué las mujeres deberían estar en el espacio
privado y los hombres en el público; los hombres serían el aporte monetario de
la familia mientras la mujer educaba y cuidaba a los hijos; las mujeres no
participarían en política y menos votarían, los hombres todo lo contrario. Así
suma y sigue la lista de condiciones que históricamente fueron, y algunas son,
parte del orden social y que marginan a la mujer.

Creo necesario ahondar en este punto, en la historia de la negatividad


que pareciera tener nombre de mujer. En términos de Marx o de Hegel, esto
seria una clara dialéctica; la de masculinidad y lo que pueden hacer, y la de
feminidad con lo que no deben hacer. El sistema patriarcal ha fundado sus
raíces en una invención de roles contrapuestos, en una creación mágica de
espacios que se diferencian por lo que se lleva entre las piernas. Así dicen.
Dicen que las diferencias entre hombres y mujeres en el plano social son solo
fiel reflejo de la naturaleza, de la palabra de dios o de cualquier otra cosa que
no tiene más que un gusto amargo a mentiras. Pero el patriarcado, como
sistema social, ha construido diferencias entre hombres y mujeres que no son
naturales, si no que son contructos sociales, meros roles que se imponen a
comienzos de la vida y que van desarrollándose con el tiempo.

Pero además, debe aclararse que el patriarcado como sistema social,


también es histórico, y por lo tanto “…no se ha de entender como algo estático
y siempre igual.”6 y que por lo tanto ha ido siendo cada vez mas complejo junto
a la sociedad moderna capitalista. Ejemplo claro de esto se observa en la
entrada de la mujer al trabajo asalariado, que en la mayoría de las veces se le
suma al trabajo domestico y de la educación de los hijos. Regina Becker

6
Scholz, Roswitha; Sobre la relación de género y trabajo en el feminismo. Encontrado en
http://lahaine.org/pensamiento/sobrefem.htm

5
Schmidt conceptualiza esto como “doble socialización”, en la cual las mujeres
“…tienen que hacerse cargo tanto de la familia como de una profesión”7 y por lo
cual aun siguen “…ganando menos y raras veces se les pueda encontrar en
posiciones altas, a pesar de tener ya las mismas calificaciones que los
hombres.”8. Es decir que se le necesita a la mujer para el desarrollo económico
y social, y por lo mismo se le integra a ciertos sectores de la vida; pero aun así
se le interpone su “condición” de mujer, la que no le permite obtener lo mismo
que su par masculino.

Creo que ha quedado bastante claro como el patriarcado existe a costa


de marginar a las mujeres. No es más que un sistema que pone al hombre por
encima de la mujer, por lo cuál vuelve al problema en una dialéctica de
autoridad. Con esto no intento quitarle relevancia al patriarcado y a sus
consecuencias, si no que por el contrario quitarle esa mistificación que tiene y
que causa tanto miedo. Es que el problema pareciera estar mas cerca de lo
que creemos, estaría en las mismas relaciones sociales, ya que pareciera que
“El cuerpo femenino les recordaba a los hombres, en primer término, su propio
nacimiento, su más total dependencia primera y, por tanto, su radical debilidad
y vulnerabilidad.”9 Y por lo tanto asumimos que debilitando a las mujeres es
que sobrepasamos nuestro “trauma”, pero lo único que se consigue es que “…
haya del hombre a la mujer o del adulto al niño relaciones de dominación bien
específicas que tienen su configuración propia y su relativa autonomía.”10 Por lo
tanto, refiriéndonos y basándonos en Foucault, son estas relaciones de
dominación bien específicas y locales (en términos del mismo autor) las que le
permiten al sistema patriarcal y toda su configuración conceptual establecerse
como sistema de dominación. Son estas relaciones sociales las que le permiten
al patriarcado articularse, y no al revés como casi siempre se entiende, por lo
tanto la problemática está mas cerca de lo que creemos de nosotros mismos.

7
Ídem
8
Ídem
9
Navarro, Mercedes; para Comprender el Cuerpo de la Mujer. Una perspectiva Bíblica y Ética. Ed.
Verbo Divino, 1996. Textos escogidos. Pág. 183
10
Foucault, Michel; Microfísica del Poder , RJ: Graal, 1985. Encontrado en
http://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=626

6
En otras palabras, lo que quiero explicar, es que podemos reconocer la
configuración del patriarcado y sus relaciones sociales como un fenómeno más
cercano a nosotros mismos de lo que podemos pensar. Y es que siguiendo la
línea investigativa de Foucault, en la cual define al poder como algo “que
transita transversalmente, no está quieto en los individuos”11. Y esa
característica dice bastante, ya que hace referencia a que el poder esta entre
cada uno de nosotros, y que por lo cual “no es un fenómeno de dominación
masiva y homogénea de un individuo sobre los otros, de un grupo sobre
otros”12, si no que nace, se desarrolla y vive entre nosotros. Es decir que el
sistema patriarcal esta entre nosotros, somos nosotros mismos lo que lo
reproducimos a escala diariamente, somos los que explicamos las cosas
poniendo a la mujer como lo que no debemos hacer (y así con muchas otras
cosas). La respuesta a esto siempre es que no es así, pero el patriarcado como
forma de poder toma a la mujer como punto de comparación de lo que el
hombre no debe ser, o al revés en sentido androcéntrico; pero de todas formas
siempre se necesita a la mujer para construir el discurso.

Si entendemos de esta forma la problemática de género, nos es posible


entender que el sistema patriarcal y sus consecuencias necesitan a la mujer
para existir. El discurso es que las mujeres son inferiores y que se les debe
marginar de ciertos escenarios, pero en realidad se necesita a la mujer para
actuar, para elaborar el discurso y para argumentar ser mejores que otros.
Parece bastante burdo, pero también bastante real. Y es de esta forma en que
se ordenan muchísimas relaciones sociales, desde las de producción como las
concebía Marx, en donde hoy una mujer gana menos que un hombre por la
misma labor; hasta las relaciones de pareja en donde se justifican ciertas
acciones del hombre sólo por su condición de género.

En conclusión el sistema patriarcal toma forma en las relaciones sociales


más cotidianas, y es desde ahí desde donde se conforma hacia las
instituciones más complejas. Porque no somos meros sujetos que
reproducimos las ordenes de un superior, si no que reproducimos una
11
Ídem
12
Ídem

7
estructura desde lo más simple. De esta forma el patriarcado toma forma y
fuerza, se impregna en nuestras relaciones sociales y va explicando la historia.
Por eso afirmo que las mujeres son el motor de la historia, por dos sencillas
pero profundas razones.

Primero porque han sido ellas las reprimidas por formas de relacionarse
en que se pone al hombre por encima de la mujer, pero para que esto funcione
se necesita a la mujer ahí dándole forma a la sociedad. A pesar de todos los
avances todavía podemos explicar un millar de hechos sociales aludiendo a la
condición subyugada de la mujer. Así, se configura la historia universal desde
una perspectiva masculina, en otras palabras, se escribe la historia con voz de
hombre, callando la de mujer.

Segundo, la mujer es el motor de la historia ya que tal como lo plantea


Max Sitrner, esta llamada a hacerse caro de su causa, de su marginación. Es
ella la que con mayor propiedad puede levantar la voz por sus problemas, y ni
siquiera por los problemas de todas las mujeres de la humanidad, si no que por
su propia condición de mujer excluida.

Si tuviera que alentar a las mujeres a algo no sería a nada más que a
levantarse por su propia lucha, su propia causa. Como lo dijo alguna vez Karl
Marx, “Proletarios del mundo unidos”, pero esta vez sería: ¡Mujeres del mundo
unidas!

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