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De qu amor se est hablando ah?. De amor de Dios al hombre?. Del amor del hombre a
Dios?. O del amor de los seres humanos unos a otros?. La Primera Carta de Juan habla del
amor de Dios, del amor a Dios y del amor mutuo entre los mortales. Pero, cuando se refiere
al amor como signo o seal de que conocemos a Dios, se refiere, sin duda alguna, al amor
mutuo de unos a otros. En estos consiste la tesis central que defiende el autor de esta Carta,
como se advierte enseguida leyendo detenidamente el captulo cuarto de este escrito. Y as lo
explican todos los buenos estudios y comentarios de la Carta.
Cuando hablamos del amor de unos a otros, nunca deberamos olvidar que el amor es una
palabra muy ambigua, que, a veces, puede ocultar sentimientos o deseos que nada tienen
que ver con lo que es amar a otro ser humano. El verdadero amor existe donde previamente
hay respeto, tolerancia, estima, ayuda, bondad, solidaridad, aguante, delicadeza. Cmo es
posible amar a alguien, si se le falta al respeto, si se es intolerante con esa persona, si se le
trata con desprecio?. No nos engaemos. En este orden de experiencias, nos equivocamos o
nos auto-engaamos constantemente.
Cuando decimos que Dios es amor, estamos pronunciando una oracin gramatical
predicativa, en la que el predicado es el amor, ya que eso es lo que se predica de Dios.
Pero, por la gramtica, sabemos que el papel del predicado es explicar al sujeto (Dios). Por
tanto, lo que la Biblia afirma, en este caso, es que el amor a los dems es el signo o el
argumento que demuestra que se quiere a Dios. La Carta lo dice con claridad meridiana: Si
alguno dice: Yo amo a Dios, y odia a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su
hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve (1 Jn 4, 20).
La cosa est clara: SOLAMENTE CONOCE A DIOS LA PERSONA QUE RESPETA Y QUIERE A LOS DEMS.
Todo lo que no sea eso es vivir engaado. Y pretendiendo (quiz sin darse cuenta) ir por la vida
engaando a los dems. Adems, esto vale para todo el mundo, desde el ser humano ms
importante, que haya en este mundo, hasta el ms insignificante. De este principio universal no se
escapa nadie. Ni hay motivo (social, poltico, econmico, religioso) para quebrantarlo.
Jos Mara Castillo