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LA CLAVE DEL EXITO

Por: Charles Stanley

¿Desea usted, de verdad, lo mejor de Dios para su vida, o está dipuesto a conformarse con lo
que pueda lograr con sus propias fuerzas? Muchas veces alguien dirá: "Sólo quiero lograr el éxito".
Pero eso puede significar muchas cosas diferentes. Cuando yo uso la palabra "éxito", estoy
hablando no del éxito por el éxito mismo, sino más deseando lo que Dios quiere para la vida de una
persona.

Espiritualmente, el éxito puede ser definido como "llegar a ser la persona que Dios desea
que cada uno de nosotros sea, y lograr Sus propósitos para nuestra vida". La Biblia nos muestra que
mucho del éxito comienza con un adecuado establecimiento de metas. De hecho, Hebreos 13:5
(NVI) dice lo que no deben ser nuestras metas: "Manténganse libres del amor al dinero, y
conténtense con lo que tiene, porque Dios ha dicho: Nunca te dejaré; jamás te abandonaré". Observe
que el escritor de Hebreos no dijo: "Manténganse libres del dinero". Más bien, lo que hace es
advertir que nuestra vida y nuestro carácter no deben ser impulsados por el amor al dinero. Es decir,
si la idea que usted tiene en cuanto al éxito es acumular riquezas al máximo para poder sentirse
seguro, no habrá entendido nada; el verdadero éxito es ser cada vez más como Cristo y lograr que
Sus prioridades sean las nuestras.

Ejemplos bíblicos

Entonces, ¿qué significa una "meta"? Es un propósito, una aspiración o un sentido de


dirección hacia donde movemos todas nuestras energías, deseos y esfuerzos. Una meta de alta
prioridad motivará la preparación de toda nuestra vida hacia ese logro. En toda la Escritura vemos
que el Señor dio a sus seguidores un propósito específico. Al perseguir éstos ese fin, Dios siempre
les dio la seguridad de que estaba con ellos y de que les proveería los recursos para lograrlo.

Noé es un caso de alguien que puso todas sus energías para lograr una meta. Dios le dijo que
construyera una embarcación para la navegación, y le dijo cómo construirla. Por tanto, la meta que
Noé puso para su vida fue, determinada por Dios: la construcción de un arca para salvar la raza
humana.

David es otro ejemplo. Enfrentó a Goliat, que estaba amenazando al pueblo de Dios. Puesto
que la recompensa por enfrentarse al gigante palestino era casarse con la hija del rey, estar exento
de impuestos, y recibir mucho dinero (1 Samuel 17:25), hay quienes piensan que David convino en
el enfrentamiento por provecho personal. Sin embargo, sus palabras revelan su gran incentivo era
glorificar al Dios Todopoderoso (1 Samuel 17:46, 47).

Una de las personas más orientadas hacia el logro de metas en la Biblia, es el altamente
motivado apóstol Pablo. No desperdiciaba tiempo y tenía un enorme sentido de propósito, dirección
y responsabilidad. Antes de su conversión, fue el fariseo conocido como Saulo de Tarso, el agresivo
enemigo de la iglesia que hizo lo que pudo por acabar con los cristianos y borrar el nombre de Jesús
de la tierra. Pero tan pronto como fue salvo, el Espíritu de Dios vino sobre él, ungiéndolo para la
tarea que el Señor le había llamado a hacer. Observe que "enseguida predicaba a Cristo en las
sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios" (Hch. 9:20, cursivas añadidas). Desde el momento
que Saulo fue salvo, su meta cambió de perseguir a los cristianos a proclamar el nombre de Jesús y
el mensaje de Su resurrección a cuantas personas le era posible, y lo más rápidamente posible.
Luego en Hechos 13:3, la iglesia envió a Pablo en su primer viaje misionero. Dios le dio la
meta de llenar al mundo con la verdad del Evangelio de Jesucristo. Sin duda que le pidió al Señor
que le revelara la estrategia para comunicarse lo más efectivamente posible. El plan involucraba
llegar a los grandes centros culturales y a las grandes rutas de transporte de su tiempo, para que el
mensaje fuera conocido por el mayor número de personas. El propósito de Pablo implicaba
descubrir un pequeño número de personas, afianzarlas en la Verdad, y que el evangelio irradiara en
sus vidas. El ejemplo del apóstol nos muestra que al concentrarnos en una meta dada por Dios, Él
moverá cielo y tierra para permitirnos alcanzarla.

La meta prioritaria de Pablo debe ser también la nuestra

¿Cuál era la meta principal de Pablo, que lo motivaba más que todo lo demás? Era conocer
al Señor Jesucristo de una manera profunda y personal (Filipenses 3:8-11), a tal grado que fuera
conformado a semejanza del Hijo de Dios. La Biblia dice que Dios tiene la misma prioridad para su
vida y la mía: "Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos" (Ro.
8:29). Es decir, por cualquier medio que Dios considere necesario, nuestro carácter debe ser
moldeado a semejanza del de Jesús. Pablo describió este propósito como la fuerza motivadora de su
vida, por el cual dejaba atrás todos lo demás (Filipenses 3:13, 14). Las metas del apóstol estaban
claras: él quería experimentar en su vida diaria el mismo poder que levantó a Cristo de los muertos;
quería caminar en el Espíritu Santo y servir al Dios vivo; y quería alcanzar su máximo potencial.

Pablo estaba tan dedicado a esta meta, que estuvo dispuesto a dar su vida, si era necesario,
para alcanzarla. En Filipenses 3:12, dice: "No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino
que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús". La
expresión prosigo significa "perseguir celosamente". Es decir, Pablo estaba absolutamente
dedicado, a todo trance, a conocer al Hijo de Dios. Como resultado de esa meta prioritaria en su
vida, usted y yo podemos leer Romanos, Gálatas, Efesios, Filipenses y todas las demás epístolas de
Pablo. Estas cartas contienen grandiosas revelaciones y percepciones en cuanto a la vida cristiana,
que el Señor no reveló a nadie más. Por medio de ellas, vemos al Señor logrando en la vida de
Pablo exactamente lo que estaba en armonía con el deseo más grande del apóstol: conocerle y
seguirle apasionadamente.

No obstante el hecho de que Pablo persiguió vigorosamente su meta, él también escribió


acerca de la importancia de aprender el contentamiento, a pesar de las circunstancias. Él escribe:
"No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi
situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para
estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Fil. 4:11-13). A primera vista, este pasaje puede sonar
contradictorio a la idea de lograr una meta. ¿Significa que debo conformarme con menos de lo que
soy capaz de alcanzar? No, no significa eso. Es posible que yo tenga mucho contentamiento en la
vida, y al mismo tiempo tener metas que creo que Dios ha puesto en mi corazón, metas que deseo
alcanzar y para el logro de las cuales trabajo.

A manera de ilustración, piense en "los buenos tiempos" del pasado y en lo que algunas
personas solían llamar contentamiento. Es poco probable que algunos de nosotros quisiéramos
volver a las luces con velas o al fregado de la ropa en una tabla. Tampoco preferiríamos las
máquinas de escribir y el líquido corrector a las computadoras. Estaríamos profundamente
agradecidos, porque el propósito de Dios no es simplemente que nos conformemos con lo que ya
tenemos. Para mí es muy posible que me sienta contento con lo que tengo en el presente, aunque
esté en el proceso de buscar, indagar y moverme hacia ciertas metas particulares que Dios tiene para
mí.

Algunas personas creen que la Biblia dice que no debemos fijarnos metas en la vida, pero
eso no es verdad. En ninguna parte nos dice Dios que nos estanquemos y que mantengamos las
cosas exactamente como están ahora. Las Escrituras hablan de crecer en la gracia y conocimiento de
nuestro Señor Jesucristo (2 Pedro 3:18). ¿Está satisfecho con lo que sabe de Dios? ¿Está usted tan
contento con su relación con Cristo, que no tiene la intención de profundizar su unión creciendo
espiritualmente? ¿Esta usted satisfecho con lo que sabe hoy en cuanto a la Biblia? La verdad es que
Dios pone en el corazón del creyente una sed y un hambre insaciables por más de Él y Su Palabra.
Ésta es la paradoja: Nuestra relación con el Señor puede producir genuina satisfacción y
contentamiento, y al mismo tiempo un trasfondo de insatisfacción, un anhelo por saber más, de
profundizar, de entender mejor la voluntad de Dios, y de captar lo que significa una intimidad real
con el Señor.

Hay quienes suponen incorrectamente que el fijarse metas no se aplica a ellos, pero eso es
aplicable a todos los hijos de Dios. El Padre celestial tiene un propósito para cada una de nuestras
vidas, y ha pensado en lo mejor para nosotros. Él desea que usted triunfe en todo lo que le ha
llamado a ser y a hacer. Cuando los propósitos de usted están alineados con los del Señor, y usted se
fija metas de acuerdo con ellos, Él hará cosas verdaderamente maravillosas en su vida.

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