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Palabras para compartir

Rafael González Tirado

Volumen I
/1/ Palabras para compartir
Rafael González Tirado /2/
/3/ Palabras para compartir

PALABRAS
PARA COMPARTIR
Rafael González Tirado /4/

Palabras para compartir


Volumen I

Rafael González Tirado.

© 2008
Esta publicación, sin valor comercial,
es un producto cultural de la conjunción de esfuerzos del
Banco de Reservas de la República Dominicana y la Academia
Dominicana de la Lengua

Edición al cuidado del autor y de Gerardo Pochet.

ISBN: 978-9945-416-12-1
© Registro Nacional No. 00022100, libro 6, 11 de Nov. 2005

COMITÉ DE EVALUACION Y SELECCIÓN

Orión Mejía
Director General de Comunicaciones y Mercadeo, Coordinador

Luis O. Brea Franco


Gerente de Cultura, Miembro

Juan Salvador Tavárez Delgado


Gerente de Relaciones Públicas, Miembro

Oscar Peña Jiménez


Encargado de Prensa, Miembro

Joaquín E. Ortiz Pimentel


Encargado Administrativo, Miembro

Coordinador de la edición por Banreservas


Luis O.Brea Franco

Impresión:
Somos Artes Gráficas
Tel.: 809 - 596-8239 Fax: 809 - 699-2993
Correo electrónico: somos.grafica@gmail.com
Santo Domingo, República Dominicana

Diseño portada: Pablo Soler Morales


Derechos reservados.
Impreso en República Dominicana
Printed in Dominican Republic
/5/ Palabras para compartir

RAFAEL GONZÁLEZ TIRADO

PALABRAS
PARA COMPARTIR

Volumen I

La Lengua es la Patria
ACADEMIA DOMINICANA DE LA LENGUA
Rafael González Tirado /6/

DEDICATORIAS

A la memoria de Leopoldo Wigdorsky,


eminente lingüista sudamericano, profesor
emérito de la Universidad de Chile, por
su entusiasmo y su apoyo a estas páginas.

A Jottin Cury, responsable,


al lado de don Leopoldo, de que mis inquietudes de cada
semana en las páginas de la prensa diaria se convertieran
en Palabras para compartir.
/7/ Palabras para compartir

AGRADECIMIENTOS

A los magníficos colaboradores en la transcripción de manuscritos y


revisión de originales: María Herrera Báez, Ruth Francisca García,
Gerardo Pochet de León, Noris Pichardo de Beato, Emilio Ortiz Mejía,
Catalina Olea Salazar, Abril Peña, Rosanna de la Paz y José Iván Frías,
compañeros en la Cámara de Diputados.
Rafael González Tirado /8/

BANCO DE RESER
RESERV
VAS
DE LA REPÚBLICA DOMINICANA

Daniel Toribio
Administrador General
Miembro ex oficio

CONSEJO DE DIRECTORES
Lic. Vicente Bengoa
Secretario de Estado de Hacienda
Presidente ex oficio

Lic. Mícalo E. Bermúdez


Miembro
Vicepresidente

Dra. Andreína Amaro Reyes


Secretaria General

VOCALES
Ing. Manuel Guerrero V.
Lic. Domingo Dauhajre Selman
Lic. Luis A. Encarnación Pimentel
Dr. Joaquín Ramírez de la Rocha
Lic. Luis Mejía Oviedo
Lic. Mariano Mella

SUPLENTES DE VOCALES
Lic. Danilo Díaz
Lic. Héctor Herrera Cabral
Ing. Ramón de la Rocha Pimentel
Ing. Manuel Enrique Tavárez Mirabal
Lic. Estela Fernández de Abreu
Lic. Ada N. Wiscovitch C.
/9/ Palabras para compartir

PRESENTACIÓN

Para el Banco de Reservas de la República Dominicana constituye un gran


privilegio patrocinar la publicación del libro Palabras para compartir del
destacado jurista, lexicólogo y académico de la Lengua, Dr. Rafael González
Tirado.

El Dr. González Tirado ha sido durante toda su vida un maestro y un


cultor del buen decir. Lo fue en la práctica, en sus clases en el Liceo Juan
Pablo Duarte; y en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde
enseñó el manejo diestro de la lengua castellana a los grupos de estudiantes
que ingresaban en la universidad desde la escuela secundaria, con muchas
deficiencias en la correcta manera de expresarse, tanto escrita como
oralmente.

Sin embargo, su mayor tarea como forjador de generaciones de dominicanos


la ha realizado a través del periodismo. En efecto, en su Alma Mater también
enseñó durante años la Lengua Española para periodistas, al igual que otras
materias de esa carrera. Por aquellos años fundó el periódico Universitario,
para que sirviera como órgano de entrenamiento de los periodistas en cierne.

Por esta dedicada labor de años, al fundarse el diario El Siglo, se dedica a


escribir una columna que titula Periodismo y comunicación, apoyado por todo
su cuerpo directivo, quienes en su mayoría habían sido sus estudiantes de
esa carrera, en la UASD.

Precisamente, los trabajos que aparecen en esta edición fueron publicados


en el contexto de su colaboración con el diario El Siglo, y demuestran un
dominio magistral del estilo, conocimiento pleno de los temas tratados y
gracia inigualable en la exposición.

En el libro que presentamos se analizan temas ortográficos y ortológicos,


difíciles de manejar por la ambigüedad misma del idioma, y otros que se
prestan a confusión debido a una arraigada tradición popular que despista
del sendero correcto, aún a los hablantes con cierta formación lingüística.
Rafael González Tirado /10/

Los temas que articula el profesor González Tirado tienen la virtud de la


claridad del razonamiento y el anclaje de la norma queda en la memoria
del lector de manera firme, gracias a los múltiples ejemplos de uso del
lenguaje en la vida cotidiana.

Entre sus obras podemos citar: Confrontación del Inglés y el Español en Puerto
Rico, 1965; El complejo de inferioridad lingüístico, 1983; Técnicas de redacción de
leyes, 1983; Lenguaje y nacionalismo, 1987; Las mayúsculas dominicanas y el modelo
ortográfico de García Márquez, 1999; La problemática del lenguaje sexista en la
República Dominicana, 1999; Balaganarias, 2003; Origen de la palabra Chopa en
el habla de los dominicanos, 2003; y Carta de siempre (poemas), 2005.

El Dr. González Tirado ejerce en el Congreso Nacional, desde hace más


de cinco lustros, el cargo de Director de la Oficina Técnica de Revisión
Legislativa, que se ocupa de la corrección y coherencia de las leyes y
resoluciones aprobadas por el Congreso.

En la actualidad escribe para el periódico Hoy temas acerca del idioma,


crítica literaria y otros asuntos de interés cultural. Ha escrito para los
vespertinos El Nacional y La Noticia, así como para los matutinos El Siglo y
Listín Diario.

Es miembro de número de la Academia de Ciencias de la República


Dominicana y de la Academia Dominicana de la Lengua.

Banreservas se siente orgulloso de difundir una obra como la del Dr. Rafael
González Tirado, que contribuye a preservar lo que el sabio español Miguel
de Unamuno definió como la sangre del espíritu, la lengua.

Daniel Toribio
Administrador General
/ 11 / Palabras para compartir

Semblanza intelectual

Me asombra el tono ameno que Rafael González Tirado sabe darles a


estos temas del idioma, siempre tan interesantes, que, por lo general, el
resto tratamos en forma que aburre a todos.

Me he acostumbrado a su estilo elegante y ameno, permanentemente


presente en su columna del diario El Siglo, de la capital dominicana. Me
recuerda el diccionario de Sinónimos Castellanos, de Roque Barcia,
desafortunadamente breve, necesitado de ampliar y actualizar.

Pienso que el lector dominicano tiene la fortuna de contar con un


columnista de peso. Chile carece de un intelectual que sensibilice a los
lectores de periódicos por el buen castellano. De vez en cuando aparecen
artículos ¨pesados¨, lentos de leer hasta para los iniciados, y con mayor
frecuencia se publican cosas puntuales, también de poco interés. Nunca
falta el programa del tipo ¨Ud. no lo diga¨, que hace más mal que bien,
cuando el ¨conductor¨ está poco informado.

Hay mucho que hacer en lo que denomino higiene verbal, labor que
pueden liderar únicamente quienes han recibido una formación rigurosa y
superior en el estudio de las lenguas y el lenguaje.

Me admiro al leer los trabajos de González Tirado, por su capacidad


para crear con el lenguaje y en el manejo de escritos expositivos o dialécticos.
Son pocas las personas que, como él, domina ambos registros.
Rafael González Tirado /12/

Cuando se decida a publicar todos estos temas –convertidos en un


ameno texto de lingüística aplicada– en forma de libro, será un importante
contraejemplo a la aseveración de que los lingüistas estamos reñidos con
el estilo.

Leopoldo Wigdorsky †
Profesor Emérito de la
Universidad de Santiago de Chile.

Dres. Leopoldo Wigdorsky


y Elia Díaz de Wigdorsky
lingüistas chilenos.
/ 13 / Palabras para compartir

NOTAS

Los trabajos contenidos en este volumen son una selección de los


artículos publicados en el matutino El Siglo entre el 28 de enero de 1993 y
el 25 de octubre del 2001, poco antes del cierre de la publicación (31 de
octubre del 2001).

Se publicaron bajo la columna “Lenguaje y comunicación”, que serví


sin día fijo hasta agosto de 1995. A partir del mes siguiente, la columna se
publicó cada jueves, con la excepción de una fecha en que estuve en Ma-
drid representando a la Academia Dominicana de la Lengua. Dejé varias
entregas para esa columna y para el espacio “En defensa del lector”, pero
hizo falta una colaboración.

El periódico cerró con su edición del 31 de octubre del 2001, y va-


rios artículos aún aguardan para ser difundidos.

Recibí un trato sin igual y una confianza distinguida de parte de los


directores, jefes de redacción, responsables de páginas en ese periódico y
de todo el personal.

Yo mismo solicité publicar en El Siglo por su calidad como diario y


por el hecho de que, para el inicio de mis colaboraciones, lo dirigía uno de
mis alumnos de la Escuela de Periodismo de la Universidad Autónoma de
Santo Domingo (UASD): Bienvenido Álvarez Vega, persona de mi con-
fianza y distinción. La unidad académica se conoce hoy como departa-
mento de Comunicación Social.
Rafael González Tirado /14/

Por honrosa coincidencia, todos los demás directores fueron alumnos


míos, Federico Henríquez Gratereaux, en el liceo de educación secundaria
Juan Pablo Duarte, y el resto en el mencionado departamento de
Comunicación Social: Bienvenido Álvarez Vega, Alejandro Paniagua, Juan
Manuel García, Pedro Caba y Osvaldo Santana (director ejecutivo).

Creo firme y sinceramente que, al abrirme las puertas y mantenerlas a


mi disposición hasta el final, me ofrecieron una oportunidad inestimable.

Muchas gracias, de todo corazón.

El autor

Junio del 2008


Santo Domingo, Rep. Dom.
/ 15 / Palabras para compartir

LA LABOR LINGÜÍSTICA DE
RAFAEL GONZÁLEZ TIRADO
Manuel Matos Moquete

“Apuntes para la historia de los estudios lingüísticos en la República


Dominicana” es un sugerente trabajo en el que Rafael González Tirado
sitúa, a partir de la obra Más datos sobre el español de la República
Dominicana, de Arturo Jiménez Sabater (1975), el inicio de los trabajos
de investigación de “auténtico valor lingüístico”.

No ignora González Tirado que antes de ese hito en la lingüística


dominicana hubo valiosos autores, entre los que se destacan Pedro Henrí-
quez Ureña, Patín Maceo, Max Uribe, Pedro Troncoso Sánchez, entre otros,
que contribuyeron a la formación de la ciencia lingüística en el país. Pedro
Henríquez Ureña es el antecedente más noble y riguroso de la ciencia
lingüística en nuestro medio, en la que aún la filosofía, en el sentido más
amplio del término, estaba preñada de acarreos lingüísticos, producto de
las informaciones bibliográficas que poseía ese autor, en particular del
Curso de Lingüística General, de Ferdinand de Saussure.

En esta ocasión, siguiendo la tónica de González Tirado en el artícu-


lo de marras, me propongo compendiar los aportes de este destacado estu-
dioso de la lengua, durante su prolongada y fecunda labor en el campo de
la lingüística. Sin embargo, quisiera confesar que el placer que disfruto al
referirme a tan conspicuo académico, de inmediato se llena de perturba-
ción ante la dificultad y la complejidad de la indagación.
Rafael González Tirado /16/

La lingüística no es hoy solamente lo que era para Pedro Henríquez


Ureña o para Arturo Jiménez Sabater. Este último enmarcó sus trabajos en
el “núcleo duro” de la lingüística estructuralista, aunque justo es recono-
cerlo, sus trabajos, a partir del enfoque sociolingüístico, se orientan hacia
esferas de estudios translingüísticos, que se ubican en la periferia de la
tradición estructuralista.

Así mismo, la labor lingüística de González Tirado tira en ambos


sentidos. Hacia “núcleo duro” y hacia la periferia de la lingüística estruc-
turalista. Esa labor se inscribe en el campo general de los estudios del
lenguaje, más bien que en el estrecho campo de la lingüística en su versión
más ortodoxa.

La labor lingüística de González Tirado se presenta ante la sociedad,


arrojando facetas diversas y sorprendentes. El perfil del usuario conscien-
te de la lengua -puntilloso incluso, pero sin el fetichismo de la ultracorrec-
ción- constituye la motivación ejemplar, a la manera socrática, a la manera
de los antiguos sabios, que lo conducen al ancho campo de los estudios
lingüísticos.

En la labor lingüística de Rafael González Tirado se destaca, en pri-


mer lugar, la edificante función del educador lingüístico. En las aulas,
en la prensa, en los cónclaves nacionales e internacionales, en su vida y sus
actividades cotidianas, el magisterio ejercido por este autor en procura de
una enseñanza y de un aprendizaje de los medios que proporciona el domi-
nio de la lengua para el uso eficaz y adecuado, ha convocado a generacio-
nes de discípulos.

La divulgación lingüística -la promoción de la cultura de la lengua-


ha tenido en González Tirado a su mejor exponente en las últimas décadas
en República Dominicana. El prolongado ejercicio de articulista en diver-
/ 17 / Palabras para compartir

sos periódicos, llevando el dato, la información, precisando la regla grama-


tical, aportando la corrección necesaria y esperada, incorporando la nove-
dad en materia de uso, en los aspectos léxicos, gramaticales u ortográficos,
es un valioso aporte registrado en beneficio de los periodistas y del público
en general.

Esa labor se recoge en sus innúmeras charlas y conferencias, llenas de


amenidad, inferencias y reflexión, sobre temas variados y para un público
diverso, siempre en relación con la lengua: el lenguaje y el género, el uso de
la lengua en los medios de comunicación, el lenguaje de los políticos han
sido grandes temas de divulgación.

Debo destacar entre las actividades de divulgación lingüística de Gon-


zález Tirado la tesonera y productiva labor al frente de la Filial Dominica-
na de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina (ALFAL).
Organizar eventos científicos, mantener viva durante años la estructura
de la ALFAL en el país, y en particular ser el principal organizador y animador
del VII Congreso Internacional de la ALFAL, celebrado en el país en 1984,
así como asumir la responsabilidad de publicar las actas de ese congreso,
en el que participaron los más destacados lingüistas de América y España,
son eventos importantísimos en esa labor de divulgación lingüística, que
hoy constituye uno de los retos fundamentales de la Academia Dominicana
de la Lengua.

Una labor rara en nuestro medio, pero ampliamente practicada en


otras latitudes, es aquella que consiste en la planificación lingüística.
Reunir los datos, extraídos de estudios científicos; recoger sistematizar y
proponer leyes y reglamentos que procuren una normalización de la len-
gua, a tono con las necesidades de preservación, unificación y/o diversifi-
cación de las lenguas en contacto, son algunas de las tareas del planifica-
dor lingüístico, lo cual apunta hacia el diseño de la política lingüística del
Estado.
Rafael González Tirado /18/

Rafael González Tirado, abogado y lingüista, es en nuestro país, el


intelectual que ha mostrado mayor preocupación por esa labor. El tema de
lenguaje y legislación es permanente entre sus investigaciones y como
producto de esa labor podemos contar en la bibliografía lingüística, con un
manojo de las leyes y ordenanzas desde 1912, cuando la lengua castellana
fue declarada lengua oficial del Estado Dominicano, hasta las disposicio-
nes más específicas acerca de la obligatoriedad del uso del español en las
instituciones y empresas públicas y privadas.

Aprovecho estas palabras para expresar mis deseos de que la Acade-


mia de la Lengua recupere ese ejemplo de Rafael González Tirado y pro-
longue y actualice la labor de planificación lingüística que él inició.

Aneja a esas diferentes labores, sirviéndoles de apoyo y fundamento,


percibimos la investigación como la labor más decisiva del compromiso de
González Tirado con los estudios lingüísticos. Observador permanente
de los usos de la lengua, analista e intérprete sistemático, en sus investiga-
ciones encontramos una amplia gama de preocupaciones y de temas, cuyos
ejes se articulan en dos orientaciones básicas: una lingüística del uso de la
lengua, del habla o la comunicación lingüística y una filosofía y una
antropología de la lengua que se inscriben en el concepto de Charles Bally:
el lenguaje y la vida.

Es constante en González Tirado expresiones como ésta: “Busque-


mos fórmulas para la vida, que es buscar también fórmulas para el lengua-
je, porque el lenguaje refleja la vida misma”. ¹

Afirma con José Martí: “...quien ahonda en el lenguaje, ahonda en la


vida”.
Con esa visión de apertura, el autor se ha dedicado en el país a tratar
el tema actual del lenguaje sexista, al que le consagró su discurso de ingre-
so a la Academia Dominicana de la Lengua.
/ 19 / Palabras para compartir

Él estudia las flexiones gramaticales en relación con el género y la


discriminación de la mujer a través del lenguaje en los medios de comuni-
cación, la legislación y en la literatura, siendo portador de la reforma gra-
matical que asuma la reivindicación de los derechos de la mujer a ser ex-
presada en la lengua en su singularidad, es decir, su feminidad, en todos los
casos en que la dominación masculina ha tratado de omitir o liquidar en las
estructuras lingüísticas la presencia de la mujer.

En esa búqueda de reivindicación, González Tirado ha propuesto


creaciones lingüísticas de vocablos necesarios para equilibrar la relación
hombre-mujer. Quiero destacar dos:

Ante la lexia hombría de bien, él propone crear feminía de bien.

Igualmente sugiere el vocabulario damicidad que se corresponde en


la lengua a caballerosidad.

Lenguaje y nacionalismo es una investigación de los fenómenos


actuales de transculturación que se les plantean a la lengua y a la cultura
dominicana en relación con el inglés. El autor sigue de cerca cómo, sobre
todo, a nivel del léxico, el modelo ánglico va penetrando todas las esferas
de la vida de nuestro país: los medios de comunicación, el deporte, los
concursos de belleza, los objetos de uso doméstico, el automovilismo, las
modas, las fórmulas corrientes de saludar, las relaciones y las actitudes de
las personas y la literatura.

Frente a ese problema, González Tirado plantea dos previsiones bá-


sicas. La primera es estar precavido contra una actitud lingüística de com-
plejo de inferioridad, con respecto al inglés. La segunda es adoptar un
concepto de la corrección armado de relativismo cultural, en el cual tienen
cabida los préstamos lingüísticos, hasta el límite de no constituirse en agentes
exógenos de la destrucción de la lengua y la cultura nacionales.
Rafael González Tirado /20/

El lenguaje político ha sido un tema constante en las investigaciones


de González Tirado. Ha sido atento a ese ámbito de los cambios lingüísti-
cos, localizando y analizando las palabras y expresiones que emergen, parti-
cularmente en las situaciones de la campaña electoral. Los principales
personajes de la vida política dominicana, Trujillo, Balaguer, Bosch, Peña
Gómez, han estado bajo la mirilla de este hábil cazador de vocablos.

Fruto de esa labor, el autor ha registrado en un glosario -al igual


que lo hizo con los términos ánglicos más usuales -una muestra significati-
va del vocabulario político de las últimas décadas.

Ahí la red del léxico trujillista (Trujillo, trujillismo, trujillato) con-


trapuntea con el léxico de la lucha antitrujillista (sátrapa, satrapía, destru-
jillización) y el léxico de la democracia, la globalización y la reelección.

González Tirado ha sido un lingüista que como se ve, ha tratado


diversos problemas y ha asumido diversas funciones. Pero hay un tema y
una función específica que lo distinguen: el tema lexical y la función de
lexicólogo y lexicógrafo.

En su labor lingüística, ése ha sido el campo en el que sus aportes


han sido singulares y serán, pienso yo, más duraderos. Las perspectivas
diacrónicas y sincrónicas han sido herramientas que él ha sabido combinar
en sus trabajos sobre léxico.
¿Cómo se usa y cómo se usó?, es la criba a la que el investigador
somete los indicadores léxicos seleccionados. Congresal versus congre-
sional, aporte del autor refrenado por la Academia Dominicana de la Len-
gua, son vocablos cuyos usos fueron establecidos, apelando a la metodolo-
gía diacrónica y sincrónica.

La palabra chopa, de uso frecuente en el habla dominicana, el más


reciente estudio de este autor, ha sido analizada y fijada, atendiendo al
/ 21 / Palabras para compartir

origen y a los distintos usos que hoy recibe, tanto en el país como en otros
pueblos de América y en otras lenguas, como el inglés e italiano.

Igual suerte ha tenido en la investigación un sinnúmero de domini-


canismos o de expresiones generales de la lengua española, en los artículos
periodísticos, conferencias y cursos en los que González Tirado suele es-
clarecer o precisar el uso adecuado de un término, un significado, una
adecuada escritura y las reglas ortográficas y gramaticales que rigen el uso.

Cuando se piensa en el conjunto de la labor lingüística de Rafael


González Tirado, es indispensable asociarla a esa idea de la relación entre
lenguaje y vida, que él estableció en varias oportunidades. Y es que, para
él, la lengua no es una forma. Sus esfuerzos por desentrañar las formas y
los significados de la lengua, son intentos de mejorar -por la lengua- las
capacidades de los seres humanos, en particular, las de los dominicanos y
su cultura.

Aún en los trabajos en que la imagen del minucioso investigador, que


siempre lo acompaña, se encierra en los pormenores de la lengua, sobresa-
le el humanista, declarando el para qué de sus preocupaciones lingüísticas.

Un tema tan formal como el del uso de las mayúsculas -tema ortográ-
fico- se alumbra con un pensamiento trascendental: el dominio de las ma-
yúsculas es una competencia básica del significar y el pensar en la lengua y
por la lengua. Afirma el autor:

“Se amplia aquí la conceptualización del uso de las letras mayús-


culas, con el objeto de dilucidar pormenores que definen la personalidad
del escribiente dominicano y el significado profundo que pueden tener ciertas
cosas sencillas, o que aparentan serlo, en el modo de pensar del hablante y
en el modo de expresarlas a través del código escrito”. ²
Rafael González Tirado /22/

Bibliografía
Utilizada de: González Tirado, Rafael:
• ¨El complejo de inferioridad lingüística¨.
Ponencia presentada en el Seminario de Identidad del Hombre
Dominicano, celebrado por la Universidad Pedro Henríquez
Ureña (UNPHU) del 16 al 19 de noviembre de 1982.
• Lenguaje y nacionalismo. Santo Domingo, Editorial Gente, 1986.
• ¨El Código Oral¨. Curso – taller sobre dicción. Círculo
Dominicano de Periodistas Productores de Programas, Santo
Domingo, 1993.
• ¨El lenguaje político¨. Ponencia presentada en el Simposio
Dominicano de Lengua Española. Santo Domingo, Instituto
Cultural Hispánico, enero de 1994.
• ¨El lenguaje político¨. Ponencia presentada en el Primer Ciclo de
Conferencias acerca del Estado Actual de los Estudios
Lingüísticos en la República Dominicana. Santo Domingo,
Patronato de la Ciudad Colonial, septiembre 1994.
• ¨ El uso adecuado del idioma español en los medios de
comunicación. Conferencia Magistral dictada al Colegio
Dominicano de Periodistas (CDP). Santo Domingo, 1998.
• La problemática del lenguaje sexista en la República
Dominicana. Feminía de bien. Santo Domingo, Alfa y Omega,
1999. (La primera parte es el discurso de recepción del autor
como Miembro de Número de la Academia Dominicana de la
Lengua, el 14 de mayo de 1997).
• Lenguaje y comunicación. Conjunto de artículos publica-
dos en el periódico El Siglo, Santo Domingo, de 1998 a 2001.
• ¨En defensa del lector¨. Conjunto de artículos publicados
en el periódico El Siglo, Santo Domingo, en 1999.
/ 23 / Palabras para compartir

• Las Mayúsculas Dominicanas. Santo Domingo, Alfa y Omega,


1999.
• El Lenguaje político¨, en Estado Actual de los Estudios
Lingüisticos y Filosóficos, Santo Domingo, Editora Irene Pérez,
Amigo del Hogar, 2001.
• ¨La ortografía consensuada por la Academia de la Lengua:
normas de ortografía en la Lengua Española¨, Santo Domingo.
Anuario del Centro de Estudios Humanísticos
y del idioma Español, 2001.
• Congresual/ congresal¨. Santo Domingo, Academia Dominicana
de la Lengua, 2002.
• ¨Periodismo y Literatura¨ conferencia, Santo Domingo,
Biblioteca Nacional Pero Henríquez Ureña, 2002.
• El origen de la palabra Chopa en el habla de los dominica-
nos, Santo Domingo, UNICA, 2003.

Manuel Matos Moquete.

Santo Domingo, D. N.
8 de diciembre de 2003
Rafael González Tirado /24/
/ 25 / Palabras para compartir

Lo peor de lo ‘peor’
“…que nadie siente el amor
tanto como el santiaguero”.1

Con cada temporada resurgen usos, temas y costumbres adecua-


dos para la ocasión. El ser humano se somete a su rigor; se desenvuelve
con los patrones y se acomoda al ritmo de la rutina cíclica.
Estas circunstancias traen sus símbolos y su lenguaje; su gramática
y su vocabulario.
Con motivo del año recién finalizado y del nuevo período (1993)
se ha hablado en la prensa acerca de diferentes premiaciones; uno de esos
galardones, por mérito o por demérito, en relación con la vestimenta.
Es algo que se lee, principalmente, en las columnas de farándula y
de deportes:
“Atención colegas, a partir del lunes próximo realizaremos la lista de
los 10 /peores/ vestidos…” (columna “Desde el play”, Listín Diario).
Mejor y peor son vocablos de uso comparativo. Funcionan ora
como adjetivos, ora como adverbios.
Cuando funcionan como adjetivos, varían en género y número.
Cuando lo hacen como adverbios, son palabras invariables.
Unas pocas líneas arriba, esa misma columna (“Desde el play”)
había afirmado:
“Francis Malla anunció que premiará con 15 mil pesos al cronista
que haga los mejores trabajos deportivos sobre la niñez”.
Mejores trabajos es un sintagma nominal, es decir, un grupo sin-
Rafael González Tirado /26/

táctico regido por un sustantivo /trabajo/, que es el núcleo, modificado


por un adjetivo /mejores/, equivalente a ‘más buenos’.
Como adjetivo, mejor/mejores presenta la alteración en número
para acomodar sus accidentes a la morfología del sustantivo /trabajos/, al
cual modifica.
Se trata de un empleo correcto.
Cosa distinta es peor como adverbio. Significa ‘más bien’. Un ad-
verbio de modo /bien/ modificado por otro adverbio, de cantidad /más.
Eso es elemental. Todos lo sabemos muy ¡bien!
Ahora ¿por qué premiamos a los artistas y a los cronistas peores
vestidos?
En realidad, consideradas en sí mismas, las expresiones mejores
vestidos/peores vestidos aluden a las vestimentas de mejor o de peor
calidad..
En relación con el oficio de la confección y uso de ropas, equiva-
len a decir ‘vestiduras con algún mérito’ o ‘vestiduras carentes de mérito’ o
por la elección adecuada o inadecuada para la figura de la persona que las
usa. En las frases citadas anteriormente, la referencia es a cosas, no a per-
sonas. Vestidos equivale a vestimentas (sustantivo); peores sería adjetivo
de comparación. Se trata de un sintagma nominal, de la categoría analizada
más arriba.
Sin embargo, la frase acerca de la lista de las “10 personas o cronis-
tas peores vestidas” es incorrecta, gramaticalmente hablando, porque debe
referirse a diez personas peor vestidas, y no a “10 personas peores vesti-
das”, que es una construcción irregular, improcedente.
Explico: Si se refiere a “vestiduras”, está bien decir peores. Si
hablamos de cronistas (personas) lo procedente es emplear peor:
Los mejores vestidos/Las peores vestimentas. Los artistas mejor vestidos/Los
cronistas peor vestidos.
Se emplean ahí las fórmulas mejor/peor a causa de que el adverbio
no puede modificar al sustantivo (artistas-cronistas) porque el adverbio
modifica al verbo, al adjetivo y a otro adverbio, pero no a un sustantivo.
/ 27 / Palabras para compartir

En los ejemplos donde aparecen mejor/peor, el plural vestido fun-


ciona como un adjetivo que modifica a un sustantivo (artistas/cronistas) y
concuerda con él en género y número. Mejor/peor modifican al adjetivo
vestidos, en función de adverbio, y, como tal, no puede manifestar cam-
bios en su construcción.
El caso analizado lo trae también el cable internacional:
“WASHINGTON, (EFE).- La superestrella “pop” Madonna en-
cabeza este año la lista de los artistas que peor se visten, según publicó
ayer en EE. UU. Richard Blackwell… (Hoy, 14 de enero de 1993, p. 6-B).
Aquí peor (adverbio) sin alteraciones, está empleado correctamen-
te; significa: ‘más mal’.
Con todo, más adelante, el mismo cable se expresa de la siguiente
manera:
“Elizabeth Taylor, ex-miembro de la lista de las peores vestidas
elaborada por Blackwell…”.
La “lista de las peores vestidas” lo que quiere decir es la /lista de
las mujeres o artistas peor vestidas/ (más mal vestidas). No se nos ocurri-
ría decir, en ese caso, /más malas vestidas/.
Pero lo “peor” no es la contradicción (uso regular/uso irregular) en
poco espacio del mismo cable de la agencia EFE, sino que el título mismo
bajo el cual el diario Hoy publica esta noticia convalida el error, con el
perjuicio que entraña el enorme poder de que disfruta la prensa:
Madonna y La Toya Jackson dos de las peores vestidas en Estados
Unidos. 2

Creo oportuno hacer estas anotaciones. Mas, no pretendo pontifi-


car. Ese es un privilegio reservado a talentos superiores, con calidad para
ejercer tan docto ministerio.
Sin embargo, quiero sembrar esta inquietud: aunque no puedo pre-
tender el caos en el uso del lenguaje, y a pesar de cuanto he dicho anterior-
mente con respecto a la corrección -que tiene su ámbito bien definido- el
idioma no es unidireccional ni puede encerrarse en una cápsula. Al decir
Rafael González Tirado /28/

“un vaso de vino”, hablamos con propiedad aunque el vaso sea de cristal o
de material plástico. Nos enseñan que se puede decir igualmente finés o
finlandés. Pero ¿por qué nos condenan si decimos jamaiquinos en lugar de
jamaicanos? ¿Bajo qué norma nos obligan a decir santiagüenses cuando
siempre hemos dicho santiagueros? Entonces ¿qué papel desempeña el
pueblo en la formación y evolución de una lengua?
/ 29 / Palabras para compartir

Acerca de períodos y adjetivaciones

Si tú no tuvieras nombre,
yo no sabría qué era,
ni cómo, ni cuándo. Nada.

Pedro Salinas

Trae El Siglo un artículo en el cual se denuncia el arrendamiento de


“una porción de terrenos de 30,000 metros cuadrados del muelle de Puer-
to Viejo, Azua, a una empresa desconocida, para operar, presuntamente,
una terminal de manejo de cemento a granel y funda” (sección “Desde
otro ángulo”, Michael Elías, primero de febrero de 1993, p.4).
Se afirma que, entre los puntos sobre los cuales el Poder Ejecutivo
podría rescindir el contrato de que se trata, es “el bajo precio del arren-
damiento, fijado en veinte mil pesos mensuales, pagaderos trimestral-
mente”.
Más adelante se expresa que “el contrato autoriza a la empresa
arrendataria… a manejar 40,000 toneladas de cemento a granel y/o en
fundas mensuales”.
¿Qué significa /fundas mensuales/? ¿Podría decirse granel men-
sual?
¿Es correcto gramaticalmente que en un contrato se fije el precio
del arrendamiento en veinte mil pesos mensuales?
¿No sería más apropiado establecer un arrendamiento mensual de
veinte mil pesos?
¿Qué es lo que se conviene en principio, lo que se acuerda men-
sualmente: el arrendamiento o los veinte mil pesos?
Rafael González Tirado /30/

Tradicionalmente, las disposiciones legales que conceden una pen-


sión para empleados de la administración pública o para personas carentes
de recursos económicos, rezan así:
Art. 1.- Se concede una pensión del Estado de RD$XXX mensua-
les a favor de la señora XXX.
¿Se ha concedido una pensión de X pesos mensuales o se ha con-
cedido una pensión mensual de X pesos?
Los pesos ¿qué tienen de “mensuales”?
¿O acaso no es “mensual” la pensión que se ha concedido?
Preguntando de otra manera: ¿Se pagará dicha pensión “mensual-
mente”?
El carácter temporal es privativo del verbo (pagar, en este caso) y
no del sustantivo (pesos). Por tanto, o la pensión es mensual o la pensión
se paga mensualmente (todos los meses). /Pesos/ es cosa aparte y parte
de un sintagma diferente.
Bajo el título “Corporán anuncia solicitará a Balaguer promulgar
ley grava moteles y hoteles”, el mismo periódico informa el día siguiente
(2-febrero-1993, p. 4), que el Síndico del Distrito Nacional dice que “con
la aplicación de esa ley el Cabildo de la capital recibirá cerca de dos millo-
nes de pesos mensuales…”
Entendemos que los pesos carecen de “temporalidad”, que los pe-
sos son pesos y nada más. Que lo que se ha querido decir es que se recibiría
“mensualmente” esa cantidad.
Luego, hay un empleo anómalo del adjetivo en lugar del adverbio.
Vale decir, se está adjetivando (mensuales) una palabra o construcción
adverbial que, como tal, carece de accidentes gramaticales (mensualmen-
te).
Este uso es muy extendido en le lenguaje criollo.
Va desde el empleo coloquial hasta el nivel escrito. Se enseñorea
desde muy atrás en el nivel técnico de la literatura legal, referida a pensio-
nes y jubilaciones.
/ 31 / Palabras para compartir

La disposición más antigua, dentro de la Era Republicana, que con-


cede una pensión, es el decreto del Congreso Nacional No. 37 del 2 de
mayo de 1845, que acuerda auxiliar económicamente a la viuda e hijos del
general Ramón Santana.
Su artículo único dice de la siguiente manera:
“Se concede en pensión a la viuda e hijos del finado General Ra-
món Santana, mil doscientos pesos anuales que percibirá del tesoro públi-
co por duodécimas partes. Disfrutando de ella hasta el año 1852 inclusi-
ve”.
El decreto está firmado por Buenaventura Báez, presidente del
Congreso, y por los secretarios Rafael Pérez, Toribio López Villanueva y
Juan Nepomuceno Tejera.
Así, pues, en este caso la adjetivación del adverbio está consagra-
da desde el nacimiento mismo de la República. Uso hace ley, podría decirse
con doble razón.
Si hay algo de rigor en el lenguaje es la aplicación de la gramática
normativa. Se pueden y convienen muchas cosas, en beneficio de la mejor
comunicación entre los humanos y para acceder al más efectivo proceso
de interrelación social. Pero hay normas atendibles que apuntan precisa-
mente a la utilidad del idioma como un medio de alcanzar esos ideales. No
las descuidemos.

1
De un anuncio comercial del ron Barceló
2
El Listín Diario publicó la misma noticia, pero salvó el titular de otra manera: Madonna encabeza
la lista de las peor vestidas (18 de enero de 1993, sección “El Mundo es Así”, p.27)

28 de enero de 1993
Rafael González Tirado /32/

¿Quién vigila lo que se /ha/


de publicar en la prensa?

Hemos destacado /ha/ (hache-a) en el título para enfatizar acerca


de algo que /a/ nuestro juicio, debemos prestarle atención al momento de
redactar y de revisar materiales destinados a la prensa.
También hemos destacado /a/ en el párrafo anterior. ¿Por qué?
Porque la parificación /a/ (preposición), /ha/ (verbo haber) hace
travesuras, a cada paso, a buenos y a malos redactores, así como a los
correctores que se sumergen a diario en un mar de tintas y de letras.
A nivel de código oral, no existe dificultad en el uso de ambas
formas. Sólo hay una diferencia de carácter tonal-entonacional, pues mien-
tras la preposición /a/ es una palabra átona (sin acentuación prosódica), el
verbo es siempre palabra tónica; pero eso, aunque marca una diferencia,
no entorpece en el proceso elocutivo.
Sin embargo, la realización escrita puede revelar descuido o desco-
nocimiento de la regla gramatical.
Aunque la prensa diaria labora con el máximo de presión, ella es un
gran vehículo de cultura y el gran testimonio para futuras investigaciones.
Por eso, la prensa misma es la que debe imponerse, para su creci-
miento y para su crédito profesional, la formación de su personal y la
tecnificación de sus recursos.
En cada página, a cada paso se advierten descuidos de diversa ín-
dole.
Incorrecciones gramaticales, problemas de concordancias, vacila-
ciones sintácticas, impropiedad en el empleo de términos, composición
inadecuada, nombres y apellidos incorrectos o incompletos o incluidos en
/ 33 / Palabras para compartir

una línea de manera y con diferente ortografía en línea siguiente etc.


Poco ha la prensa internacional se hizo eco del fallecimiento, en la
Argentina, del tonadillero español Miguel de Molina, quien “había recibi-
do en diciembre pasado la medalla de la Orden de Isabel la Católica, por
sus inestimables aportaciones a la cultura iberoamericana”.
Y a renglón seguido, se lee:
“Como él mismo (Miguel de Molina) afirmó en esa ocasión, la con-
denación” llegaba demasiado tarde y con el cuerpo cansado”.¹
Estos errores de composición (condenación por condecoración)
son harto frecuentes en la prensa (escrita). Se debe a la proximidad de
vocablos: parónimos o cuasiparónimos.
Tales semejanzas también provocan equivocaciones en radio y
televisión, y si el lector de noticias lo nota a tiempo, rectifica con la palabra
pertinente.
Ahora queremos recurrir a algo de mayor significación, desde el
punto ortográfico, contenido en el siguiente período:
“/Ha/ Diana le convendría cuidarse muy bien de Isabelita Monca-
da, la chica la tiene en la mira y cuando le de el tiro de gracia va /ha/ ser
con la intención de tumbarla para siempre”.²
Hemos destacado /ha/ dos veces:
/Ha/ Diana le convendría...
...cuando le dé el tiro de gracia va /ha/ ser con la intención...
Choca de inmediato el doble empleo de la forma /ha/, correspon-
diente a la tercera persona del singular, modo indicativo del verbo haber,
en sustitución de la preposición a, sin hache, que es lo que corresponde en
los casos citados.³ Dicho empleo está contenido en un comentario acerca
de la telenovela “Las dos Dianas”, cuyas referencias hacemos en la nota
número dos.
Estas anomalías son resultados de la deficiencia de la educación
en el país, que comienza con el nivel más importante: el ciclo básico, y se
extiende a los niveles inmediatos, con escasa posibilidad de introducción
Rafael González Tirado /34/

de correctivos.
Hay un evidente descuido con el manejo curricular del idioma y
una mayor ineficiencia en la aplicación de los contenidos, que se traduce
en un proceso enseñanza/aprendizaje inadecuado, infuncional, carente de
motivaciones.
Hasta tanto se introduzcan reformas en la educación general y se
posibilite mejorar la enseñanza en los centros de formación de comunica-
dores sociales, el periodista debe recurrir a entrenamientos que le permi-
tan reconocer la forma adecuada de múltiples casos de términos homófo-
nos y parónimos. Urge crear conciencia acerca de los problemas de orto-
grafía y de las estructuras sintácticas, entre otros, para que el redactor
pueda asumir una actitud de valoración morfosintáctica, y se reduzcan a la
mínima expresión los errores gramaticales. Por su parte, la empresa debe
organizar cada área con los recursos, mecanismos y personal necesarios
para que la prensa sea cada vez más fiel y más creíble; que eleve su crédito
profesional en la búsqueda de un periodista de mayor calidad o con “cali-
dad total”.

1
Listín Diario, “Luto en la copla española”, domingo 7 de marzo de 1993, p. 19.
2
Suplemento Primera Fila, periódico Hoy, sección Telenovelas-TV Local, p. 27, No. 71 semana del
6 al 12 de marzo de 1993. Ver. Ítem o intertítulo: “Color Visión, canales 9 y 2, “Las dos Dianas”
(9:00 P.M.)” segunda columna.
3
Hemos omitido otros casos (acentuación, puntuación).

6 de julio de 1993
/ 35 / Palabras para compartir

¿Quién redacta las esquelas mortuorias?


Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Miguel Hernández

La prensa informó recientemente acerca del fallecimiento de Ene-


rolisa Deñó viuda Caamaño, doña Nonín, madre del último de los héroes
dominicanos, Francisco Alberto Caamaño (Francis ¡caramba!).
La esquela, aparecida en el vespertino El Nacional, edición del 8 de
marzo en curso, página 36, nos dice:
“Sus hijos Fausto Manuel (F), Luis Ángel (F), Francisco Alberto
(F), Freddy Rafael, Leonidas Emerson (F), Alvaro Sigfrido y María Mila-
gros, hermanos, nietos, biznietos, sobrinos y demás familiares pasan por la
pena de comunicar el sentido fallecimiento ocurrido el día 7 e invitan al
acto del sepelio...”
La (F) entre paréntesis equivale a “fallecido”.
Es una costumbre entre nosotros incluir en la esquela mortuoria a
los familiares premorientes, aunque el fallecimiento date de muchísimos
años.
El recurso es una ficción o una figura de expresión para recontar
los vínculos del recién fallecido, una suerte de currículum familiar, lo cual
es útil a los fines perseguidos por la información fúnebre.
Se sobrentiende que los muertos no toman decisiones, que no pue-
den participar en ese acto volitivo de avisar deceso ni de invitar al acto del
sepelio de quien tuvo la dicha de sobrevivirle.
Rafael González Tirado /36/

Mencionar el deudo premoriente, repetimos, es recurrir a una fic-


ción, justificada no sólo por la necesidad de ofrecer información útil a los
fines de que se trata, sino porque el factor tiempo, entre la aparición del
aviso y el enterramiento, obliga a seguir patrones largamente repetidos.
Comprendemos que, en verdad, se trata de una forma de hacer las
cosas, pero que no se ajusta a la realidad, puesto que incluye un acto de
voluntad que un difunto no puede, no podrá ejercer jamás.
Algo diferente es decir: Ha fallecido Fulana de Tal, nieta del solda-
do de la Independencia y General Restaurador Benito Monción..., y más
abajo indicar los parientes que le sobreviven a la persona que acaba de
fallecer.
O esa otra fórmula, empleada al final de la esquela que informó
acerca del deceso de la dama montecristeña doña Generosa Grullón viuda
Rodríguez:
“La distinguida dama era abuela del senador por esa provincia Ing.
Héctor Rodríguez Pimentel”.
Otro aspecto de la redacción de esa esquela es la inclusión de los
parientes políticos mezclados con los que tienen parentesco (de consan-
guinidad):
Sus hijos: Josefina y Luis; Pedro y Magalys; Rafael y Antonia; Fran-
cisca y María pasan por la pena...
Se entiende, en cada pareja, que el primer nombre es el pariente
(carnal) y el segundo corresponde al o a la consorte de ese pariente.
Pero, los dos últimos: Francisca y María ¿hay un error en la compo-
sición o son dos hijas solteras?
El uso de punto y coma en este subcódigo es un buen recurso para
identificar los matrimonios. No obstante, el caso de los parientes solteros
puede provocar confusión, como lo que acabamos de comentar; o dos
hermanos, colocados al final: Fernando y María Díaz Peralta, con apelli-
dos que se asocien con el recién fallecido; pero rompe el equilibrio con las
parejas anteriores, que no consignarían los apellidos.
/ 37 / Palabras para compartir

Para mayor efectividad en este modelo de comunicación, nos pare-


ce práctico colocar los hijos sucesivamente, y a los parientes políticos a
continuación o en otro lugar adecuado.
De vez en cuando, el aviso incluye un pensamiento, dirigido figura-
damente a la persona fallecida:
“Mami: Un día como hoy te fuiste de nuestro lado y una profunda
pena embarga nuestros corazones, sólo nos consuela el saber que estás
junto al Señor Dios, en quien tanto creíste. Siempre permanecerás entre
nosotros”.
Correcto. Es un pensamiento de responsabilidad compartida entre
los parientes más cercanos: hijos, nietos.
Pero hay ocasiones en que el mensaje se personaliza, aunque toda
la nota la asume el colectivo de la familia. Al parecer con un mensaje o
pensamiento autorizado por una sola persona, se rompe el equilibrio con el
resto del significado de participación plural. Es decir, unos avisan, invi-
tan, y otro manifiesta sus sentimientos unipersonalmente.
Se colige como una decisión personal y directa de quien se encuen-
tra a la cabeza del proceso funerario. Es algo que se debe manejar con
suficiente tacto para no herir susceptibilidades.
Concluyamos con una hermosa estrofa de Leopoldo Panero:
No sé si estoy ya muerto. No lo sé. No sé, cuando/ te miro, si es la noche lo
que miro sin verte./ ¡No sé si es el silencio del corazón temblando/ o si escucho la
música íntima de la muerte!
Ojalá que cada dolor nos sirva para unir, de manera indisoluble, a la
familia dominicana.

25 de marzo de 1993
Rafael González Tirado /38/

Las campanas del desconcierto

Sucedió una fresca mañana del invierno dominicano.


Dictaba una lección acerca del español y me había visto precisado
a abordar el tema de “calidad de habla”. Decidí explicar que nadie debe ser
discriminado por el dialecto o nivel de lengua que le haya tocado en el
contenido socio-geográfico dentro del cual había consolidado su base cul-
tural. Explicaba que no me atrevía a afirmar que en tal o cual lugar del
país se hablaba mejor el español dominicano, ni que los colombianos lo
hacían mejor que todo el resto hispanohablante del Continente.
Era alrededor de las ocho de la mañana. En el pasillo, apelotona-
dos frente a la única puerta, escuchaban varias personas, estudiantes, en
apariencia. Primera planta de la Facultad de Humanidades. Limítrofe al
vestíbulo. Primera aula, lado oeste. Universidad estatal.
Concluía la primera hora de clases, de dos horas corridas, y yo
contestaba preguntas. No me metí en el tema. Me llevaron a él.
Curso sabatino, dedicado a maestros en ejercicio.
Aproveché para decir que ese tipo de debates no era de interés
para el lingüista; que a éste le interesa, en términos sincrónicos, describir
un estado de lengua y observar las posibles direcciones en que las peculia-
ridades del habla examinada llevarán a las transformaciones dialectales y/
o a la evolución del sistema.
Noté la inquietud de una señora colocada en el centro de la puerta.
Primero la vi a través de las persianas. Luego fue descontando ventajas y
se situó a un lado de la entrada. Más tarde ocupó el centro. Su cara no era
de “buenos amigos”.
Señalé, continuando la exposición, que esa suerte de juicio de va-
lor podía ser una inquietud -muy legítima- del profesional que maneja las
/ 39 / Palabras para compartir

normas gramaticales, quien, por apego a las formas escritas, hace un corre-
lativo riguroso con los barbarismos ortológicos, en procura de un ideal que
la aparta de la verdadera naturaleza de la lengua.
Dije que, a lo sumo, podría afirmar que el modelo más elaborado
del habla dominicana y, por tanto, más cercano a la lengua general, lo
encontraba hacia la región de la frontera sur del país, y expliqué las posi-
bles aportaciones de la migración española hacia la zona, y el apartamiento
a que, frente a las demás demarcaciones, estuvo sometida la región fronte-
riza hasta época reciente, lo que motivaría las diferencias lingüísticas, pero
sin menosprecio de las demás hablas regionales.
Ya la señora había formado un “mitin” en el pasillo. Era de verbo
suelto y expresión enérgica. Aunque su discurso era ininteligible para mí,
por los ruidos exteriores y por la concentración en mi tarea, no me quedó
la menor duda de que despotricaba en contra de mis teorizaciones presun-
tuosas.
En mi trajinar por los pasillos de la Facultad, vi a esa señora dos o
tres veces más en fechas diferentes. Siempre para mí la misma cara.
La misma mala cara. La misma cara dura.
Si me preguntan, no podría informarles nada más. Sólo me aventu-
ro a afirmar que no era sanjuanera, porque oigo decir que la gente de San
Juan de la Maguana nunca tiene mala cara.
Moraleja:
¡Qué suerte he tenido de nacer/ para tener acceso a la fortuna/ de ser río en
lugar de ser laguna/, de ser lluvia en lugar de ver llover.
Alberto Cortez.
Epílogo:
Uno de los más sabios refranes españoles reza: “Para equivocarse
hay que escuchar las dos campanas”.

3 de julio de 1993
Rafael González Tirado /40/

Código oral y código escrito: falacias y


tabúes

Es conveniente revisar, de tiempo en tiempo, las actitudes que te-


nemos frente a los problemas del lenguaje, generalmente influidos por una
cultura inadecuada de la lengua.
Una muestra es el falso concepto de la diferencia articulatoria en-
tre /v/ y /b/, extendido en todo el mundo hispanoparlante. Es un criterio
fonético-ortologista influido por el prestigio de la escritura.
Este apego a las formas escritas, área de lenta evolución, son los
que mantienen secularmente grafías como México /x/ y aldehuela:
/h/ intercalada.
Preocupa, atrae fuertemente este problema. Y parecería, por ratos,
que es un asunto vital en el proceso de la comunicación humana. Y
realmente es de importancia extraordinaria para el hombre incorporado a
una determinada cultura, a una determinada concepción.
Pero este fenómeno tiene su propio ámbito, delimitado por la natu-
raleza del acto de la comunicación, cuya diversidad de manifestaciones se
fundamenta en las urgencias de participar en el proceso de inter-relación
social. Tales urgencias nos llevan a la creación de distintas formas de len-
guaje: auditivo, visual, táctil, que emplearemos conforme a situaciones,
circunstancias...
Cada forma de exteriorización contará con recursos propios y se
atendrá a sus propias normas. El emisor las aplicará en sus diferentes rea-
lizaciones para intercambiar en el seno de la vida social.
Entre multitud de formas con que el hombre ha contado para cum-
plir su papel de ente social, la lengua, es decir, el sistema de sonidos signi-
/ 41 / Palabras para compartir

ficativos por medio del cual se entiende una comunidad, es la más completa
y adecuada para la comunicación entre individuos, la de mayor posibilida-
des creativas y de la máxima aproximación al pensamiento humano.
La lengua, constituida por signos orales, es representada gráfica-
mente por formas, que constituyen señal para la vista. Este parentesco
lleva a pensar a algunos que se trata de entidades indisolubles, y proponen
su integración a un código común, como si se tratase de un proceso único
para la realización del habla.
Se postula, por ejemplo, eliminación de /x/, /h/, /z/, /c/.
Cuando pensamos así, olvidamos que son dos códigos diferentes:
el código oral, que corresponde a la lengua, señal para el oído, y el código
escrito, seña visual, representación gráfica de la lengua, una aproximación
al sistema del habla.
La lengua es esencialmente oral. Nacemos con la facultad para de-
sarrollarla; adaptamos partes de otros sistemas del organismo humano y
las convertimos en un aparato de fonación, encargado de transformar el
aire espirado en sonidos significativos que traducen nuestras ideas y que-
rencias.
La escritura es una aproximación a esos sonidos, como lo son tam-
bién el sistema Morse y el código Braille. Pero no existe una equivalencia
plena; sonido y grafismo no se corresponden cabalmente. Lengua y escri-
tura operan con sus propias normas, tienen diferentes formas de manifes-
tarse, diferentes mecanismos de realización.
El sujeto-hablante pronunciará /Jaina/, con aspiración inicial, pero
escribirá /H/aina con /h/. Es decir, no confundirá los códigos.
Voy a este ejemplo: J/o/aquín. La grafía /o/ es para la escritura.
El código oral producirá /u/Juaquín.
Sólo personas muy propensas a pronunciar como escriben dirán
JO-A-QUÍN o AINA. Las hay; son pocas, pero las hay. Sus ejecuciones
resultan ocasionales, y, además la fiebre ortologista suele desaparecer.
Más frecuente es entre profesionales de la palabra, como profeso-
Rafael González Tirado /42/

res de la lengua, locutores, cantantes, la realización labiodental de la /v/:


vida, ventana, olvido.
En realidad, la llamada /v/ corta o uve no ha sido usual en la
lengua española. Es un fonema de gran frecuencia en inglés, francés, ale-
mán y en otros idiomas. Pero, aparentemente por la ley del menor esfuerzo,
fue rechazada por los hablantes de muchas regiones de la península ibérica,
en la evolución del latín que el Imperio Romano había impuesto en la
zona.
Desde las primeras décadas del siglo, Tomás Navarro Tomás, pio-
nero en la investigación moderna de la pronunciación española, estableció
que “en formas nominales como virtud, verdad, juventud, libertad etc. la pro-
nunciación vulgar, en la mayor parte de España, suprime la /d/ final: bir-
tú, berdá, xubentú, libertá. Este uso se extiende también, más o menos, a
la pronunciación familiar de las personas ilustradas” (Manual de pronuncia-
ción española).
Todo esto, aunque es una muestra sumamente modesta, comprue-
ba que código oral y código escrito no andan necesariamente de la mano,
ni tienen por qué hacerlo. Aunque la inscripción diga J-V-S-T-I-C-I-A en el
frontispicio de los “palacios de las injusticias”, vamos a leer siempre esa /
v/ como /u/, para que suene como interesa a la clase dominante, que
hegemoniza la economía, la política, la cultura y el lenguaje.

21 de julio de 1993
/ 43 / Palabras para compartir

Tres faltas de ortografía en una sola palabra

Una falta de ortografía, un error mecanográfico suceden con fre-


cuencia. Nos ocurre a todos.
Dos faltas en una sola palabra es más raro, aunque sucede de vez
en cuando.
Ahora, tres faltas en una misma palabra es algo insólito, pero acon-
tece: inoptisado por hipnotizado.
Que ¿de dónde saco esto?
Prueba al canto:
“Bodden dijo que en todo momento estuvo consciente y que tam-
poco fue inoptisado”.
La tomo de la última línea de la tercera columna y de la primera
línea de la cuarta columna de la información “Presentan en TV video don-
de aparece Peña Gómez”, periódico Hoy, página 8 del jueves 21 de abril de
1994.
Los errores son:
-falta la /h/;
-la /p/ ha sido cambiada de lugar (metátesis);
-hipnotizar es con /z/.
La proximidad o parecido entre palabras hace que fallemos en la
escritura.
Si escribimos /atravezó/ es por la presencia de la /z/ en el sustan-
tivo /vez/, porque confundimos /a través/ con /otra vez/.
Si colocamos la tilde a /márgen/ /vírgen/ /crímen/ es por la cos-
tumbre de acentuar ortográficamente sus correspondientes plurales: már-
genes, vírgenes, crímenes.
Rafael González Tirado /44/

Las primeras formas no reclaman la tilde a causa de ser voces lla-


nas (paroxítonas) terminadas en /n/.
Mientras que las segundas se someten a las reglas de marcar el
acento por ser palabras esdrújulas (proparoxítonas) y éstas siempre llevan
la tilde.
Quizás la proximidad con la palabra inopia u otra parecida movió
al redactor a escribir i-nop-ti-sa-do.
Multitud de casos se producen por la paronimia entre vocablos.
Pero el redactor debe estar consciente de la procedencia y significación de
cada palabra y la forma correcta de la escritura.
La prensa cuenta con personal responsable, capacitado, cuidadoso.
Aún así, todos fallamos una que otra vez. A cualquiera le salta la
liebre en un momento. Con todo, tres errores en una sola palabra es cues-
tión de revisarnos.
Y siempre hay oportunidad para la superación personal y el mejo-
ramiento de las instituciones y de los servicios.

30 de abril de 1994
/ 45 / Palabras para compartir

El milagro de la tilde

Un matutino publica: “Balaguer emitió el decreto número 116-94


en el que designó al doctor Sergio Arturo Bencosme Ruíz como subsecre-
tario de Salud Pública, con asiento en la ciudad de Santiago...” (El Siglo,
sábado 16 de abril de 1994, p. 8: “Decretos designan nuevos funciona-
rios”).
El cargo, con asiento en Santiago, y el apellido Ruiz con acento en
la /i/.
Lo del cargo no viene al caso. Lo que me interesa ahora es la tilde en
el patronímico mencionado.
Surge de vez en cuando esa acentuación ortográfica en el apellido
Ruíz y, con más frecuencia, en el apellido Ortiz, ahora “potenciado” con
motivo de la candidatura de Milagros Ortiz Bosch como senadora por el
Distrito Nacional a los comicios del próximo 16 de mayo.
El acento ortográfico, llamado tilde, o viceversa, presenta cierta
utilidad en el nivel de lengua correspondiente. Permite diferenciar entre
cantidad de formas: canto/cantó; amo/amó; ejército/ejercito/ejercitó,
fórmulas que no presentan dificultad para la comprensión al realizar el
acto de habla, con el empleo del código oral o señal para el oído.
/Canto/, por ejemplo, puede ser dos o más cosas o momentos
diferentes en el uso del vocablo. Puede ser extremidad o borde de algún
objeto, acción y efecto de cantar o composición lírica. También conjuga-
ción en presente del verbo cantar. Es voz paroxítona o llana.
/Cantó/, voz oxítona (aguda), pretérito del verbo.
Al cambiar el acento, cambia la significación y el empleo sintáctico
de la palabra: pasa a ser una cosa diferente o un momento distinto de la
conjugación verbal.
Rafael González Tirado /46/

Es lo que se denomina como valor prosodémico del acento (códi-


go oral).
De algún modo opera este fenómeno si, en lugar de /c/é/lebre
digo: “Es un hombre cel/é/bre” (vivaz, inteligente, ocurrente) como adje-
tivo, expresión anómala, con acento en la segunda sílaba, que no se marca
en la escritura.
No existe valor prosodémico cuando Charles Aznavour dice en su
poema Isabelle: “Así como penetra el arb/ó/l su raíz en la tierra...”
Se trata de un empleo anómalo del acento, por razón especial. En
principio, no existe en español la oposición árbol-arból tal como se plantea
a partir de la pronunciación aludida.
El segundo ejemplo es un yerro del cantante francés, por influencia
de su idioma, en el cual todas las palabras son agudas.
En el caso de /hombre celébre/, expresión de nuestros campesinos,
aunque existen las tres formas de esa misma sucesión de sonidos (aguda,
llana y esdrújula), el momento de conjugación como palabra llana no se
corresponde con la forma ilustrada más arriba, que podría ser célebre y no
celébre, ya que /celebre/ sin tilde, es forma verbal y no adjetivo.
Los acentos marcados en la /e/ de la segunda sílaba no se ajustan a
las reglas del acento ortográfico, y se colocan solamente a modo de ilustra-
ción.
La pronunciación de Ruiz y de Ortiz es siempre correcta en nuestro
medio. Pero el empleo de la tilde en la /i/ de cada patronímico es una
colocación ociosa, a causa de:
a) Siendo Ruiz un monosílabo, no necesita acentuársele (marcárse-
le), igual que los casos de sol, pan, dio, ven, que no marcamos entonación
por evidente. Sólo se recomienda el empleo diacrítico de la tilde para for-
mas como tú cantas (sujeto-sustantivo) frente a tu como posesivo (tu casa)
y unos pocos casos más.
Ruiz lleva diptongo. Si se traslada el acento hacia la /u/, entonces sí
habría que marcar el acento, para indicar que se ha disuelto el diptongo.
Sonaría Rú-iz, bisílabo.
/ 47 / Palabras para compartir

b)Ortiz, en Milagros Ortiz Bosch, Luisito Schéker Ortiz, es término


oxítono o palabra aguda, de dos sílabas, que termina en consonante, que
no es ni /n/ ni /s/. Es decir, termina en /z/. Y las reglas, de mucha
utilidad para la práctica ortográfica, prescriben que a las palabras agudas
de más de una sílaba, terminadas en consonantes que no sean ni/n/ni/s,
no se les marca la tilde.
Así, pues, con senadora o sin senadora, como abogado, como mé-
dico o como obrero, con Azorín o sin Azorín, Ortiz y Ruiz, se escriben sin
tilde pero con acento pronunciado en la vocal final.
¿Se oye o no se oye?*

•Esta frase recuerda una expresión del presidente Joaquín Balaguer, en el Palacio del Congreso
Nacional, durante uno de sus discursos en reunión conjunta de las Cámaras Legislativas (un 27 de
febrero), para leer la memoria anual. La ocurrencia del mandatario fue provocada por un fallo del
sistema de sonido. La frase corrió fortuna y se hizo popular.

6 de mayo de 1994
Rafael González Tirado /48/

Álgido: una palabra caliente

“Candelier sólo duró cinco días en la álgida comandancia del Ejér-


cito Nacional en Dajabón”.
Así reza un titular-resumen en la columna “En esta edición/Hoy
en la noticia”, primera página del periódico Hoy del 24 de enero de 1995.
Me atrae el sintagma “álgida comandancia”, y pienso que, en ese
empleo /algidez/ ‘frialdad’, ha venido a significar lo contrario: espinoso,
delicado, neurálgico, vidrioso, caliente.
Y lo pienso no sólo por el contexto en que ha sido usado el térmi-
no, sino, además, por la experiencia inmediata de los problemas de Daja-
bón, territorio fronterizo con el turbulento Haití: lucha por la tierra,
trasiego de combustible y alimentos durante las sanciones al gobierno gol-
pista de Raoul Cedrás en el país vecino y delincuencia interfronteriza.
Ojeo (sin /h/) el diccionario de la Academia de la Lengua y en-
cuentro: álgido: muy frío. Acompañado de frío glacial: fiebre álgida.
Agrega: Dícese del momento o período crítico culminante de algu-
nos procesos orgánicos, físicos, políticos, sociales etc.
El diccionario VOX remite al empleo en medicina: acompañado
de fiebre glacial: fiebre álgida. Y precisa que “es impropio usarlo en signi-
ficado de culminante, decisivo.
María Moliner, Diccionario de uso del español, trae algidez como frial-
dad glacial, simplemente.
De álgido (a), Moliner refiere que es un malestar que viene “acom-
pañado de frío intenso en el cuerpo: ‘Fiebre álgida. Período álgido’.
Y de inmediato hace la siguiente acotación: “Como esto puede
ocurrir en el período agudo de una enfermedad, la palabra ha pasado a
emplearse impropiamente en el lenguaje vulgar, incluso de los médicos,
/ 49 / Palabras para compartir

como equivalente a “culminante” o “máximo”, aplicada a cualquier clase


de circunstancias, incluso a los que implican excitación o acaloramiento” (Edi-
torial Gredos, tomo A-G, 1975).
Vale decir que de frialdad extrema, el término ha venido a aplicarse
como situación de acaloramiento, empleo del cual el Diccionario manual e
ilustrado de la lengua española, de la Real Academia de la Lengua, ha dicho
que es un disparate usarlo por ardiente o acalorado, en frases como: La discu-
sión ha llegado a su período álgido, Espasa Calpe, segunda edición 1979.
Así ha sucedido, con o sin disparate, en el español dominicano, al
igual que en otras latitudes donde se emplea nuestra lengua, como hemos
leído, por ejemplo, en diccionarios de argentinismos.
Entre nosotros, álgido/álgida es voz de uso extendido, pues su
empleo abarca el nivel culto y literario de la lengua, no solamente en la
jerga de la medicina. Al adjetivo recurren los comunicadores sociales, los
políticos, dirigentes sindicales etc. Se advierte en el dialecto de la prensa
“armada” y de radio y televisión. La usan comentaristas, economistas,
politólogos, en fin...
Está a disposición de reporteros que laboran en las calles, detrás
de los sucesos: huelgas, acciones policiales...
Pero más aún en los artículos de las páginas editoriales de los dia-
rios de gran circulación:
“Los dueños de las casas de veraneo o de las grandes extensiones
de tierra son el punto álgido” (“¿Qué será de Valle Nuevo en manos de
nadie?”, por Alexander Joubert, Listín Diario, 9 de octubre de 1994, p. 6).
“Eran los días del comienzo del mes de mayo de 1978. Estábamos
en el punto más álgido de la campaña, y la meta del día de las votaciones, el
16 de mayo, se acercaba vertiginosamente” ( “La grandeza de un líder”,
Rafael Neris Ramos, periódico Hoy, 24 de junio de 1994, p. 19).
Pero este uso no es local, ni siquiera regional. Ya María Moliner
había comentado la extensión del empleo en un sentido contrario a la eti-
mología del vocablo. En efecto, un cable de la agencia española EFE, a
cargo de M. Carmen Romero, datado en Moscú, afirma:
Rafael González Tirado /50/

“Las tensas relaciones entre Kremlin y la república rebelde de Che-


chenia alcanzaron hoy su punto más álgido, al advertir la cúpula política de
esa autonomía rusa...” (“Chechenia amenaza con guerra total si Rusia
invade”, El Siglo, 3 de agosto de 1994, p.4-A).
Álgido tendría como sinónimo la rara palabra lipiria, que significa
fiebre continua o intermitente, acompañada de calor excesivo por dentro y
frío glacial por fuera.
De ahí el origen de la confusión: estado crítico de salud, de alta
temperatura, pero calificado adecuadamente en el lenguaje técnico como
fiebre álgida, porque, desde algún punto de vista, envuelve ambas situacio-
nes: frío y calor.
El lenguaje no es lógica, sino arbitrariedad. Por eso, la noción de lo
correcto es cambiante, por no decir antojadizo, para no ofender a los que
manejan la gramática como un “rasero implacable”.
Ya Miguel de Unamuno ironizaba con el reflejo ahogarse, cuya raíz
proviene del latín focus “fuego”, etimológicamente enaguarse en fuego ¡Qué
arbitrariedad!

4 de febrero de 1995
/ 51 / Palabras para compartir

El /habemos/ que /habrá/ que /haber/


o la regularidad de una incorrección

A doña Lourdes Camilo de Cuello, deferentemente.

La primera página del vespertino Última Hora del martes 15 de


agosto en curso (1995) trae esta interesante muestra para los gramáticos:
¿Habrán cambios?
Su contenido se dirige a formular una inquietud en los corrillos y
mentideros políticos. Un clásico de ciertas celebraciones es la remoción
de funcionarios gubernamentales para año nuevo, el 27 de febrero y el 16
de agosto, que es la víspera de la publicación de marras.
Problemas de la forma: la gramática normativa condena la conju-
gación del verbo /haber/ en plural cuando se emplea como impersonal:
(Habemos) varias personas que queremos hablarle.
(Hubieron) tres desfiles.
(Habrán) cambios en el gobierno.
Son formas consideradas incorrectas. Los preceptistas recomien-
dan:
/Hay/ varias personas que...
/Hubo/ tres desfiles.
/Habrá/ cambios en el gabinete
Se entiende que, como impersonal, el verbo /haber/ funciona sin
sujeto, por tanto, como no podemos “reconocer” un núcleo al cual se refiera
el verbo, como centro del predicado, no podemos hacer la conjugación
(concordancia) en plural.
Pero sucede que el hablante, en ausencia de este sujeto, “siente”
cualquier nombre colocado en el complemento como si se tratara del nú-
Rafael González Tirado /52/

cleo de la oración, centro de la acción o del significado del verbo.


En los casos citados, el hablante piensa que “personas”, “desfiles”
y “cambios” son el sujeto en cada oración, cuando, en realidad dichos sus-
tantivos, en cada ocasión señalada, forman parte del complemento del
verbo, que es el núcleo del predicado.
Por eso la gramática escolar ha recomendado, tradicionalmente, la
formación singular.
En verdad, /haber/ es uno de los verbos más complejos e intere-
santes de nuestra lengua.
Se emplea como intransitivo: poseer, tener; como auxiliar, en los
tiempos compuestos: “he” dicho, “habrán” salido; reflexivo: “habérselas”
con alguien; e impersonal: “hubo” muchas fiestas.
He ahí de donde vienen los dolores de cabeza, y no por el disfrute
excesivo de las festividades, sino por razones gramaticales, porque la mayoría
de los hablantes dirá: “hubieron muchas fiestas”, “habrán tres desfiles”.
La gramática recomienda que se diga:
Hubo muchas fiestas.
Habrá tres desfiles.
Lo mismo sucede con el impersonal /hacer/:
Este verano /hizo/ grandes calores (no hicieron)
/Hace/ cinco años que murió mi padre (no hacen)
Hemos aprendido que el lenguaje es “forma”, por lo cual unos y
otros elementos de la oración, que se vinculan entre sí conforme al valor
sintáctico, acomodan sus accidentes gramaticales de género y número y de
número y persona para presentar los hechos de habla:
Niña buena: género (número sobrentendido)
Los muchachos: género y número.
Ellos decidirán: número y persona.
Es comprensible, entonces, que un hablante no se identifique con
la frase:
/Hay/ varias personas que queremos /hablarle/.
Porque si él está incluido en /queremos/, se sentirá fuera del he-
/ 53 / Palabras para compartir

cho cuando tenga que aplicar la regla gramatical de la corrección. En


cambio, si dice “habemos tres”..., él se siente incluido en el comporta-
miento.
Esta es una de las razones para el empleo de la forma irregular del
verbo en cuestión.
Luego, hemos de pensar que en las conjugaciones /hubieron/ y /
habemos/ existe la regularidad de una incorrección.
En efecto, el recién fallecido lingüista puertorriqueño, don Rubén
del Rosario, al profundizar en este tema, dice que: “Las construcciones
impersonales haber + complemento tienen en el español común verbo
singular: había un libro, había muchos libros. No se le cambia el número
al verbo y así es también en el lenguaje escrito y literario. Sin embargo, en
América el verbo plural goza de aceptación bastante general, inclusive entre
personas instruidas. Ejemplos: habían muchos individuos; habrán vientos fuertes;
han habido serios incidentes. La concordancia se explica porque lo que era
complemento pasa a ser pensado como sujeto de la frase”.
Y afirma, con toda su autoridad: “Por su uso tan frecuente tal cons-
trucción puede considerarse ya correcta o semicorrecta (independiente-
mente de lo que digan las gramáticas escolares)”.
Concluye don Rubén: “Pero el caso de hubieron fiestas, hubieron per-
sonas hay que dejarlo aparte, ya que tiene menos respaldo y la clase superior
lo resiente, porque el contraste es mayor entre hubo-hubieron que entre ha-
bía-habían”.
La condena total de la gramática corresponde al modelo e influjo
peninsulares, no al modelo y la visión en Hispanoamérica.
A pesar de las condenas de los preceptistas, no anduvo tan desca-
minado el titulador de Última Hora cuando rotuló: ¿habrán cambios?

*El español de América, Rubén del Rosario, p.52, Troutman Press, Sharon, Conn., 1970.
24 de agosto de 1995
Rafael González Tirado /54/

Involucrar

La voz involucrar, verbo transitivo, proviene del latín involucrum


(envoltura), sustantivo que alude al verticilo de brácteas que acompaña
una flor o el arranque de una inflorescencia.
Si comenzamos por ahí, pienso que no vamos a llegar lejos.
Pero quiero adelantar que me involucro con esta palabra porque a un
amigo le inquieta cómo hoy se emplea el vocablo cuando el diccionario no
le da la significación que tanto le atribuimos los dominicanos.
Me precisa que el diccionario VOX sólo se refiere a poner en un
discurso o escrito cuestiones o asuntos extraños al objeto principal.
Pero le comento que no existe un instrumento único, por bueno
que sea. Hay que hurgar aquí y allá, en éste y en otros. Escuchar, observar,
anotar, comparar.
Ciertamente, llama mi atención cómo ha evolucionado el término,
muy de moda en todo el mundo hispanoparlante.
Lo encuentra uno a diestro y siniestro, en el nivel escrito y en el
nivel oral.
Prensa armada, radio, televisión, lengua coloquial, oradores, locu-
tores, presentadores, comentaristas, políticos, abogados, sindicalistas.
De aquí y de allá:
1. La ex-fiscal del Distrito Nacional (Josefina Juan viuda Pichardo)
declaró ayer que “lo mejor que puede hacer el señor Alfredo Mota Ruiz es
callarse, en respuesta al emplazamiento que éste le hizo para que aporte
pruebas que dice tener de que el anillo palaciego está /involucrado/ en el
narcotráfico” (empleo local, El Siglo, 27 de setiembre de 1995, p. 8B).
2. El vicecanciller, Carlos Pérez del Castillo, “añadió que Uruguay no
/ 55 / Palabras para compartir

se siente /involucrado/ en esa ley (bloqueo en contra de Cuba), que


consideramos contraria al derecho internacional” (empleo foráneo, noticia
de AP, fechada el 29 de setiembre en Montevideo).
Ambos usos aparecen en El Siglo del 27 de setiembre pasado.
Un titular del diario Hoy informa: “La PN persigue a /involucra-
dos/ en asaltos” (4 de octubre de 1995, p. 8).
Y la muestra de una publicación de artes y espectáculos: “... sus
múltiples actividades no le permitieron /involucrarse/ de lleno en... la
producción y conducción del programa” (sección “Intimidades de las es-
trellas”, Lissette Selman, revista Galería, El Nacional, 1 de octubre de 1995).
Estos ejemplos revelan la extensión del empleo del vocablo.
Unas veces el nivel de uso parece grave, solemne; en otras ocasio-
nes la palabra se “airea”, se compenetra, se vulgariza.
De botánica, de inflorescencia, de verticilo y brácteas, creamos un
verbo cuya semantización desemboca hoy en ‘ligado’, ‘vinculado’, ‘com-
prometido’.
Porque del sustantivo “involucro”, cuyo origen tiene que ver con
la historia natural, nace involucrar, que en el proceso de la derivación da,
como primer paso, “introducir en un discurso o escrito cuestiones o asun-
tos extraños a su objeto principal”, como advirtió mi amigo.
¿Por cuáles razones llega tan lejos, por la vía de la extensión, la
pluralidad de significados de una palabra o polisemia, que puedan girar
desde inflorescencia hasta ‘comprender’, ‘incluir’, ‘abarcar’, ‘ligazón’, ‘vín-
culo’, ‘compromiso’, que hoy vale tanto como eso, y que tanto se emplea
en diversas ocasiones?
Para ilustrarlo, Martín Alonso registra involucrar con el sentido de
‘cubierta’, ‘disfraz’, usado ya en el siglo XIX (Enciclopedia del idioma, tomo
II, dato que recoge del Diccionario de la Academia, año 1852).
Es la primera muestra de que el verbo comenzaba a evolucionar
desde aquella época, quizás antes, con el sentido de ‘injerencia’, apartán-
dose de los límites de la botánica.
Rafael González Tirado /56/

María Moliner (Diccionario de uso del español, 1975) trae el significa-


do de ‘mezclar’. Además: “Confundir o enredar unas cosas con otras”.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua (DRAE) es abier-
to en esta entrada, y da paso a una muchedumbre de usos del verbo transi-
tivo.
Todavía más prácticos y expeditos, diccionarios de sinónimos traen
su lista de posibilidad de sustituciones o empleos de involucrar:
“Envolver, implicar, confundir” (Ángel López García-Molins,
Diccionario de sinónimos y antónimos de la Lengua Española).
Introducir, ingerir, insertar, complicar, mezclar.
Antónimos: Aclarar, desembrollar, especificar (Diccionario Español
de Sinónimos y Antónimos, Federico Carlos Sainz de Robles).
Estas curiosísimas transformaciones son realmente apasionantes,
fabulosas para el investigador.
Comprobar cómo cualquier vocablo da toda una vuelta o hace un
peregrinaje que nos lleva a una aplicación, a un significado que nos parece
absurdo que liguemos un uso por extensión basado en la semia original del
término estudiado.
Ya he referido la ocurrencia de Unamuno con la voz /ahogarse/,
de ad-focare, de focus/fuego, para oponer agua/fuego, que el maestro maneja
en su novela Amor y pedagogía.
Alguna vez hablaremos del periplo de la voz “diván”, que es muy
curioso y aleccionador.
Mientras tanto, nos olvidamos de brácteas, verticilos, inflorescen-
cia, axilas y otras yerbas, con o sin aromas, con perdón de la ciencia corres-
pondiente y de don Eugenio Marcano Fondeur, respetuosamente.
Pero no nos involucremos en huelgas, terrorismos, narcotráficos,
prisiones y ex-carcelaciones ilegales, ni en contrabandos de armas adquiri-
das en la República Checa.
Por si acaso... Amén.

20 de octubre de 1995
/ 57 / Palabras para compartir

Santiaguero/santiaguense/santiagués (I)

Una información, aparecida en el diario El Nacional del domingo 7 de


febrero en curso, nos entera de que las “siamesas santiagueras que fueron
referidas a un hospital en Estados Unidos, aumentaron diez libras de peso,
pero los médicos que las atienden recomendaron esperar...”
El despacho, firmado por Luis Céspedes, procede de Licey al Medio,
provincia de Santiago.
Recordé de inmediato las intervenciones de los reconocidos lingüis-
tas criollos Félix Fernández y Orlando Alba en un seminario acerca de la
identidad del hombre dominicano, organizado por la Universidad Nacio-
nal Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) del 16 al 19 de noviembre de 1982.
Ambos intelectuales procedían y representaban en el seminario a la
Universidad Católica Madre y Maestra (UCMM), establecida en Santiago.
Abordaron el tema del uso de la lengua española en la región cibaeña.
En sus exposiciones, mientras uno empleó el gentilicio /santiaguen-
se/, el otro se decidió por el término /santiaguero/.
Intervine para señalar la dimensión de las tareas que teníamos por
delante, cuando en un caso tan sencillo como el manejo del gentilicio, dos
coetáneos y concurrentes de la misma patria chica no se ponían de acuer-
do.
En opinión personal, creo que, en aquel momento, el empleo santia-
guero fue una manifestación espontánea, natural, mientras que el término
santiaguense correspondió a un uso elaborado, un acto de respeto y soli-
daridad con la Academia de la Lengua.
Empleado como topónimo, Santiago, en estos diccionarios y en
aquellas enciclopedias, permite cinco derivaciones:
Rafael González Tirado /58/

Santiaguense/santiagueño/santiaguero/santiagués/santiaguino.
Santiaguense, fórmula reciente, autorizada por la edición número
veinte del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, 1984,
apenas aparece en esa publicación. La atribuye a la ciudad y provincia de
Santiago, de la República Dominicana. Dicho uso era desconocido, hasta
ese momento, por otras obras.
Las derivaciones restantes aparecen en casi todas las demás publica-
ciones consultadas:
Santiagueño: Atribuida a Santiago del Estero, Argentina. También
a lugares de España, Panamá, Bolivia, Ecuador y del Paraguay.
Santiaguero: Atribuida casi exclusivamente a Santiago de Cuba, Mar-
tín Alonso, Enciclopedia del idioma, agrega, Santiago de las Vegas, un pueblo
de esa misma isla. Igual en Francisco J. Santamaría, Diccionario general de
americanismos.
Santiagués: Es casi exclusivo de Santiago de Compostela, en Gali-
cia, España. Pero Santamaría lo aplica, como americanismo, a los natura-
les de “Santiago de los Caballeros (Santo Domingo)”. Ambos empleos
aparecen en el Diccionario enciclopédico Quillet.
Santiaguino: Uso exclusivo de Santiago de Chile.
En lo que toca a autores nacionales, Pedro Henríquez Ureña trae las
siguientes variedades del gentilicio, relacionadas con el topónimo local:
En ero: santiaguero.
En és: santiagués.
En ense: santiaguense.
Con todo, afirma que el sufijo ense es de nivel culto, y destaca el uso
en los periódicos de la época.
Don Emilio Rodríguez Demorizi, en su recopilación Del vocabulario
dominicano, 1983, dice:
Santiaguense. En los últimos años, a iniciativa del doctor Julio G.
Campillo Pérez, se ha puesto a circular este gentilicio del natural de
Santiago de los Caballeros. Pero aún prevalecerán y los gentilicios de San-
tiago: santiaguero y santiagués”.
/ 59 / Palabras para compartir

Apreciación muy acertada. En lenguaje llano, espontáneo, ajeno a


elaboraciones, cualquier nivel cultural producirá la voz santiaguero. Es
lo que se escucha por aquí y por allá. Es la respuesta natural a las
necesidades expresivas. Santiaguense es empleo especial, elaborado, culto,
ocasional.
Puede aparecer, de vez en cuando, pero en esa categoría.
Y por lo demás, qué bien suena la variante santiagués en el siguiente
empleo de la columna “Bola de humo”, sección deportiva de El Siglo, lu-
nes 8 de febrero, 1993:
“Los seguidores del automovilismo se preguntan porqué (sic) Luis
Méndez no compitió en Puerto Rico. Dicen las malas y las buenas lenguas,
que Méndez tenía miedo de perder, ante el volante santiagués Adriano
Abréu”
No abriguemos temores. Todos ganamos con la variedad y la riqueza
expresiva del idioma.

27 de febrero de 1993
Rafael González Tirado /60/

Santiaguero, santiaguense, santiagués (II)

De tarde en tarde resurge el debate acerca del gentilicio de los ha-


bitantes de Santiago, tanto del municipio como de la ciudad de Santiago de
los Caballeros.
El tema reapareció el mes de mayo retropróximo, con motivo de la
observación que Luis Céspedes Peña, secretario general de la seccional
del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) en Santiago, le hizo al sín-
dico de ese municipio, José Enrique Sued, acerca del uso del gentilicio.
Céspedes Peña le inquirió al síndico por qué emplea en sus inter-
venciones públicas el término santiaguense, cuando lo correcto sería san-
tiaguero.
El síndico Sued se defendió con el argumento muy socorrido de
que se ajusta a lo dictaminado por la Academia Española de la Lengua en
la década del 1970, que “es el organismo que rige las normas y las reglas
del idioma español”, según lo trasladó una crónica del Listín Diario del
domingo 26 de mayo pasado1.
Dos argumentos suelen esgrimirse para justificar el empleo de san-
tiaguense aplicado a la comunidad de Santiago.
a) Así lo ha dictado la Real Academia de la Lengua, como bien
dice el síndico José Enrique Sued.
b) Nos permite distinguirnos de los habitantes de Santiago de Cuba.
Este último razonamiento cae por su propio peso. Hay multitud de
localidades con el nombre de Santiago, desde Méjico hasta Argentina y
Chile, así como en España, y sólo existen cinco gentilicios aplicables: san-
tiagueño/santiaguero/santiaguense/santiagués/santiaguino.
/ 61 / Palabras para compartir

Esto da como resultado que un santiagueño puede ser natural de


Santiago del Estero (Argentina) como lo es también otro de una localidad
de Ecuador, en Esmeraldas, y de Santiago de la Espada, en Jaén, España,
y de Santiago de Panamá.
Así se repetirá necesariamente uno y otro adjetivo para diferentes
pobladores en lugares diferentes.
El primer argumento, de que es el término aprobado por la Acade-
mia de la Lengua, es de una preceptiva ideal pero irreal, y justifica lo que
ha dicho Pedro Henríquez Ureña, de que la terminación en ense (santia-
guense) en Santo Domingo, es de nivel culto.
La forma, no sólo original, sino, además, espontánea y extendida
por el uso, es santiaguero, no otra.
Ningún otro término es paralelo en naturalidad y espontaneidad.
Santiagués o santiaguense puede ser de algún valor contrastivo
en el ordenamiento textual, o de recurso estilístico, un sustituto para evitar
repeticiones o romper cacofonías, como el caso en que se diga “el pelotero
santiaguero”, por lo que el buen gusto le permitirá al redactor emplear
“pelotero santiagués”.
Recuérdese que, en el cierre de la primera vuelta del proceso elec-
toral recién finalizado “la lluvia adelantó el cierre de campaña en Santiago”.2
Si algún redactor hubiese escrito: Con los aguaceros, sólo los san-
tiagueros más decididos optaron por caravanear en solitario por las ane-
gadas vías de la ciudad”, de seguro le habría chocado la cacofonía aguace-
ros/santiagueros, y trataría de subsanarla con santiagués o santiaguense, o
simplemente habría eliminado el calificativo, que pudo ser lo que hizo en
su crónica Rafael P. Rodríguez, que, en el último párrafo, dijo: “Con los
aguaceros, sólo los más decididos optaron por caravanear...”
Ángela Peña, una mujer muy culta, responde a Frank Núñez acer-
ca de testimonios del suicidio del ex-presidente Antonio Guzmán:
“Yo escuché en un programa de radio que la publicación de este
libro (Campañas y crisis electorales. La experiencia dominicana) se hizo para
Rafael González Tirado /62/

hacerle daño a la candidatura del PRD, y que eso se había manejado entre
santiagueros. Tú sabes que Sonia (Guzmán) es santiaguera...” 3
Es una relación oral, espontánea, entre preguntas y respuestas.
Sin embargo, otra mujer, también muy culta, Lourdes Camilo de
Cuello, prefiere el académico santiaguense4 frente al santiaguero, popu-
lar y enraizado.
Si se descartan santiaguinos, santiagueños, no usuales aquí, nos
quedarán tres formas a utilizar. Pero santiagués/santiaguense serán alter-
nativas, sustituciones dentro de un proceso de cuidada elaboración del
lenguaje y de actitud estilística, difícilmente de producción espontánea,
natural y fluida de la expresión coloquial. Es decir, son formas propias del
nivel culto o literario de la lengua.
Se esgrime, además, que debe ser un honor usar santiaguense,
porque así lo adoptó la Real Academia. ¿Sólo por eso? ¿Sería un honor para
la Academia haber omitido hasta entonces el gentilicio de Santiago de los
Caballeros, correspondiente a un terruño que fue la puerta de entrada de
nuestra lengua al Nuevo Mundo y, además, el primer Santiago de América?
Por lo visto, es de rigor que tengamos presente que el sétimo tomo
del Diccionario Enciclopédico Quillet consigna:
Santiagués, sa, adj. Natural de Santiago de los Caballeros... Perte-
neciente esta Pcia. de la República Dominicana.5
También santiagués en el lexicón.

1
Listín Diario, “Actualidades”, 26 de mayo de 1996, p.4.
2
Titular de Última Hora, 15 de mayo de 1996, Rafael P. Rodríguez, p. 13.
3
“Ángela Peña obtiene nuevos testimonios sobre suicidio del presidente Guzmán, Frank Núñez,
El Siglo, 13 de mayo de 1996, p.7B.
4
Carta a don Rafael Herrera, Listín Diario, domingo 14 de febrero de 1993, p.6.
5
Diccionario Enciclopédico Quillet (Grolier), sétimo tomo, Méjico, agosto de 1972, p.650.

13 de junio de 1996
/ 63 / Palabras para compartir

Los códigos de la lengua al servicio


de la comunicación electrónica

En principio, el lenguaje oral se caracteriza por su sencillez y es-


pontaneidad, mientras que el nivel escrito de la lengua implica elabora-
ción, esmero. El redactor tiene tiempo de pensar, indagar, sustituir. Esto
no sucede con la oralidad, o sucede en un grado o en una proporción direc-
tamente contrarios.
El comunicador que trabaja para la radio o la televisión podrá em-
plear uno u otro código, según la naturaleza de su trabajo u otras circuns-
tancias. Pero la oralidad, de una u otra forma, estará presente en las ejecu-
torias, no importa que el trabajo haya sido redactado previamente.
Es decir, no toda comunicación que se efectúe por cualquiera de
estos medios puede considerarse como una manifestación del lenguaje oral
exclusivamente. La entrega final del trabajo del locutor o del comunicador
social, hablando estrictamente, se producirá con la aplicación del código
oral. Pero cuando se elabora un texto, cuando se lee una noticia, se acude
al código escrito o nivel literario de la lengua. La oralidad sólo es un vehí-
culo, un medio indispensable, en estos casos, para llevar el mensaje a una
colectividad de receptores, que descodifica y da una aplicación o destino
al mensaje.
El comunicador que expone directamente recurre, de manera es-
pecial, a la oralidad del idioma, que es su forma original, que constituye
naturaleza propia. No quiere decir que todo su discurso sea espontáneo,
descuidado; no. Habrá siempre un mínimo de rigor, de elaboración, de
acuerdo con la preparación y la responsabilidad del profesional de la infor-
mación colectiva.
Rafael González Tirado /64/

En la entrevista, el panel, la presentación se trabajará principal-


mente con el nivel oral de la lengua. Toda lectura implicará dos trabajos:
redacción (escritura) y emisión fónica final: doble plano o dos momentos
sucesivos para la transmisión de contenidos.

Importancia de los medios electrónicos


de comunicación de masas
Silenciada durante la larga noche de la dictadura de Trujillo, las
últimas décadas han traído un auge para la prensa en el país. Aún con los
remanentes de la tiranía en plena acción, el sector dio notaciones inequí-
vocas de que se proponía recorrer el camino que le impusieran los detenta-
dores del poder y de todos aquellos que adversan la dignidad del hombre,
opositores recalcitrantes de los ideales del bienestar común, en libertad y
con desarrollo cultural y económico.
La radio fue determinante para el proceso que se inició hacia la
mitad del año 1961. La radiodifusión resultó el medio más idóneo, el que
con mayor frecuencia representó las aspiraciones de las mayorías, urgidas
de cambios en la estructura socioeconómica y en el liderazgo político.
Desde el inicio de esta etapa, la prensa escrita jugó su valioso papel.
Con el paso de los días hemos asistido al desarrollo de la televisión y a la
necesaria tecnificación de los medios impresos. Se observa, con el paso de
los años, cómo la prensa supera el enfoque acerca de su función en el seno
de la sociedad, acrecentando el crédito profesional de los medios de comu-
nicación social.
A causa de la desorganización de los grupos dirigenciales y de la
debilidad que aqueja a las instituciones del Estado, la prensa está compro-
metida con tareas superiores, que van más allá de sus deberes naturales.
Con ello contribuye al fortalecimiento de la institucionalidad y a la defensa
de los derechos individuales y de las reivindicaciones sociales.
/ 65 / Palabras para compartir

Aún puede ofrecernos mejores cosas. Y existe el convencimiento


de que lo hará sin desmayos.
Trabajar la palabra en su significante y en su significado, en su es-
tructura profunda y en su estructura superficial, es tarea ineludible de los
profesionales de la comunicación cada día de su acción profesional.
Pedro Henríquez Ureña nos recomienda:
“A la lengua hay que trabajarla hondamente, esforzándonos en
hacerla pura; bajando hasta la raíz de las cosas que queremos decir, afir-
mar, definir con ansias de perfección”.

2 de noviembre de 1995
Rafael González Tirado /66/

De /mí/ para /ti/

Encuentro formas disímiles de manejar la tilde (acentuación ortográ-


fica) en el pronominal /ti/:
1.- Una entrevistadora pregunta a Felipe Polanco (Boruga) en Intimi-
dades de las Estrellas, Revista Galería, El Nacional (24-XII-95):
¿Cuáles son las condiciones que para tí debe reunir una mujer?
2.- En una promoción del Supermercado Dominicano (Listín Diario),
sección Espectáculos, p. 14, 23-XII-95) se lee:
“¿Qué es la Navidad para /ti/ ?”
Con tilde, el primero; sin tilde, el segundo.
Otros ejemplos recientes:
1.-...recuerda que debes amarte profundamente a ti antes de amar a
otro.”
(Con Nancy, columna diaria del Listín. Entretenimientos-Espectácu-
los, 23-XII-95, p. 8).
2.- “Para conocerte, no es necesario ver tu cara...porque hay detalles
que hablan de tí.”
(Promoción de una tienda de calzados y accesorios en la capital y
Santiago. Pudo verse en varias publicaciones).
En estos dos últimos casos, a la inversa, sin tilde en el primero, y con
ella en el segundo.
Recurro a un poeta harto cuidadoso, manejador delicado de la or-
tografía: Juan Ramón Jiménez, premio Nóbel de literatura:
...Por ti la fuente mana/ más, y el viento por ti más se embellece./ ¡Huyes, pero es de ti;
persigues, pero/ te persigues a ti, Diana bravía,/ sin más pasión ni rumbo que la aurora!
En ningún momento el autor de Platero y yo acentúa ortográficamente
/ 67 / Palabras para compartir

el pronombre complementario /ti/, llamado también pronominal, va-


riante de /tú/ pronombre de segunda persona en el coloquio, singular,
masculino y femenino, pero que, en su función como sujeto siempre lleva
tilde.
El poeta andaluz coincide, en el pronominal, con Nancy Álvarez y
con la promoción del supermercado que se mencionó.
Y es ése gramaticalmente el manejo correcto de la ortografía.
La colocación del acento en la pregunta a Boruga y en la promo-
ción de la tienda de calzados y accesorios es innecesaria, conforme a la
finalidad de distinguir el papel sintáctico de los vocablos con el recurso de
esa virgulilla.
En efecto, marcamos el acento a /tú/ cuando es pronombre perso-
nal sujeto:
/Tú/ hiciste de la nada el silencio y el camino del beso.
Pero no lo marcamos cuando se trata del adjetivo o pronombre
posesivo:
/Tu/ piel tiene penumbras de paloma.
Ambos versos pertenecen a Leopoldo Panero.
Hay evidente utilidad en diferenciar, con la tilde, las dos funciones
señaladas. De ahí que un /tu/, el primero, va con... y el segundo va sin
ningún signo, de conformidad con el momento sintáctico de cada papel
oracional.
/Tú/ y /ti/ son dos formas distintas, imposibles de confundirse en
la cadena morfosintáctica. /Ti/ es variante del pronombre personal sujeto
y se emplea generalmente como dativo (complemento indirecto) caso de la
declinación heredada del latín.
La confusión proviene por la acentuación de /mí/, que desempe-
ña dos papeles gramaticales:
Ahora dentro de mí llevo mi alta soledad delgada, dice Manuel Altola-
guirre, poeta malagueño.
El primer pronombre sigue a una preposición, tiene papel de sus-
Rafael González Tirado /68/

tantivo; es tónico. El segundo es un posesivo, función de adjetivo; carece


de acento o tonicidad. Se le marca al primero como ejercicio diacrítico.
/Ti/ es empleo único. Quiere decir que no tiene otra función que
no sea un sustantivo complementario, tónico y antecedido de preposición.
No existe para él una función adjetiva ni adverbial. Por tanto, es ocioso
marcar la tilde a ese momento o valor pronominal, porque no hay que
diferenciarlo de nada.
La diferenciación se justifica como recurso diacrítico del acento
entre dos formas iguales que podrían provocar confusiones.
El acento diacrítico es útil en casos muy reducidos de palabras,
que se escriben de igual manera pero que tienen papeles diferentes en la
oración. Generalmente son monosílabos:
/el/ artículo determinante: el cielo;
/él/ pronombre personal, sujeto o complemento: Él lo comprenderá;
sólo vive para él (ejemplos adaptados de una canción de José Luis Perales).
/de/ preposición: Casa de madera;
/dé/ verbo: Coge lo que te dé.
/que/ relativo: El hombre que vino anoche;
/qué/ interrogativo: ¿Qué pasa?
Un caso de bisílabo:
/solo/ adjetivo: Yo estaba solo. No se le marca.
/sólo/ apócope de solamente: Sólo habló el gerente. Conviene mar-
carlo.
Todos hemos vacilado muchas veces. Todos hemos errado alguna
vez.
Alguna vez hemos creído, con o sin fundamento, o con poco fun-
damento, que /ti/ debe llevar la tilde. Y lo habremos encaramado en la /í/
¿lógicamente?
Mas, la tilde debe desaparecer de /ti/ para que en /mí/ y en todos
nosotros persista el afán de la aproximación al ideal ortográfico.
Conclusiones: Marcamos el acento a /tú/ en el papel de sujeto:
Tú vendrás. No lo marcamos cuando es un adjetivo posesivo: Tu casa es
/ 69 / Palabras para compartir

hermosa.
A /ti/, pronombre complementario, con preposición: Ella
sólo cree en ti, nunca se le marca.

4 de enero de 1996
Rafael González Tirado /70/

Los peores y los mejores: la “recurrencia”


gramatical de cada año

Con motivo del fallecimiento del actor norteamericano Dean Mar-


tin, en los primeros días de la navidad, un locutor de noticias dijo -leyó que
fue “uno de los actores mejores pagados”.
Lo escuché a través de NBC, Canal de Noticias, en español canal
16 para el sistema dominicano de Telecable Nacional.
La frase /actores mejores pagados/ corresponde al siguiente es-
quema sintáctico.
Sustantivo + adverbio + adjetivo:
actores-mejores-pagados.
Verdaderamente, el orden del núcleo o principalía y de modifica-
ciones y dependencias sería (hipotéticamente):
Primero el sustantivo: actores.
Segundo el adjetivo: pagados.
Finalmente el adverbio: mejores.
Actores, núcleo, modificado por el adjetivo (participio)
pagados; modificado a su vez por el adverbio (comparativo) mejores.
Pero en el modelo aludido hay una alteración de las normas grama-
ticales, que violentan el sistema sintáctico del español.
Si el adverbio, en principio, es una palabra invariable: ¿por qué decir
mejores pagados ?
Pagados (adjetivo, participio pasivo del verbo pagar) está modifi-
cando a actores (sustantivo) y concuerda con él en número y género.
Mejores (adverbio) modifica a pagados. El adverbio está modifi-
/ 71 / Palabras para compartir

cando a un adjetivo. Adverbio (significa ‘para o junto al verbo’) modifica


al verbo, al adjetivo y a otro adverbio. Don Andrés Bello dijo: el adverbio
modifica modificaciones.
Como palabra normalmente invariable, no puede alterar su estructu-
ra, su forma.
Por tanto, debió decirse que Dean Martin fue uno de los actores
mejor pagados, con inflexiones en actores-pagados, pero invariable en la
función adverbial.
Para mayor precisión, puntualicemos en la función comparativa
de ese momento o uso adverbial: bien pagado(s) mejor pagado(s):
Fulano es bien pagado en su empresa
Zutano es mejor pagado que Luis.
Si pasamos al plural ¿diríamos: Fulano y Mengano son los funcio-
narios bienes pagados o más bien pagados?
Si el adverbio bien no se altera ¿por qué alterar, en estos casos,
mejor o peor?
Ese dislate suele reanimarse en los usos “recurrentes” de fin de
año, aunque no es privativo de esa temporada, con motivo de seleccionar,
por ejemplo, a las figuras “mejores” o “peores” vestidas durante el período
que concluye.
En una edición del suplemento Galería, del diario El Nacional,
leemos:
Por mi madre que publicaré, si Rafael Ovalles, el director de la
revista me deja, la lista de los peores y mejores vestidos del año, okey
(“Echando Párrafos ”).
Los mejores y los peores vestidos, semánticamente, y de acuerdo
con la estructura gramatical, son las mejores y las peores vestimentas o
ropas o vestiduras a seleccionar.
Si el columnista se refiere, como debemos entender, a personas:
artistas, periodistas, ejecutivos, ha debido decir, por ejemplo, las cantantes
peor vestidas, los locutores mejor vestidos.
Contrariamente a los usos observados, Rosario Tifá emplea dos ve-
Rafael González Tirado /72/

ces el sintagma “las damas mejor vestidas” de nuestra sociedad, que fueron
galardonadas con los premios Ultra 95 en diciembre recién transcurrido.....”
Este empleo se encuentra en la columna de la autoría de Aristófa-
nes Urbáez, “el Roedor“ (sic) martes 19 de diciembre de 1995, p. 7C, El
Siglo, que se produjo en esa fecha una carta de doña Elsa Expósito.
El uso que hace Félix Vinicio Lora del comparativo /peores/ es ya
otra cosa. Y es un empleo correcto, cuando habla de “los diez peores
merengues del año 1995", porque el periodista se refiere a merengues (sus-
tantivo), que es modificado por un adjetivo /peor/ que debe concordar en
número con el núcleo modificado /merengues/. Por eso vale el empleo en
plural /peores/. Véase Escala, revista de El Nacional, 31-XII-95, página
13.
De modo que el empleo de peor/peores, mejor/mejores va a de-
pender, en cada caso, de la función sintáctica. Es decir, si se usa como
adjetivo o como adverbio.
Variará, si es adjetivo: ejemplo de Félix Vinicio Lora: /peores
merengues.
Se mantedrá inalterable, si se trata del empleo de Elsa Expósito
(adverbio): los periodistas son de los profesionales /peor/pagados.
Nada de peores o mejores en los casos comentados de función adver-
bial. Así es mejor. Lo contrario es peor. Así se dice. Así es. Y hasta la
próxima jornada.

Santa Bárbara de Samaná,


31 de diciembre de 1995

11 de enero de 1996.
/ 73 / Palabras para compartir

Multitud/muchedumbre

Muchas personas entre nosotros quizás la inmensa mayoría- creen


que el vocablo multitud se refiere a personas exclusivamente:
La multitud vociferaba.
Él le tiene un miedo terrible a la multitud.
En efecto, recuerdo el caso de un profesor de redacción a quien un
alumno casi lo reprendía por haber utilizado en su cátedra el siguiente
ejemplo:
Una multitud de reses entraban al establo.
El profesor explicaba el enlace del sustantivo colectivo, determi-
nado, con el verbo que lo acompaña en la oración. Había señalado que, en
ese ejemplo, el verbo concuerda con el plural reses (sustantivo término),
modificador del colectivo indeterminado multitud, y no con el indetermi-
nado mismo, que es singular por la forma.
Precisamente, el alumno insistió en que multitud no es un sustan-
tivo colectivo indeterminado, como mitad, parte, porción, resto, tercio,
grupo, sino que se trata de un colectivo determinado, porque indica un
número plural de personas; no se refiere, argüía el estudiante, ni a animales
ni a cosas.
Lo agrupó entonces al lado de otros colectivos determinados: gen-
te (igual a personas), cardumen (peces), arboleda (árboles) y ejército (sol-
dados).
El maestro tuvo que recurrir al diccionario, en este caso el de la
Real Academia Española: número grande de personas o cosas (primera
acepción).
Rafael González Tirado /74/

Una segunda acepción corresponde al empleo por sentido figura-


do: el común de la gente popular, vulgo.
Se observa que la tendencia se dirige hacia esta segunda acepción,
por lo cual identifica la palabra multitud únicamente con personas.
La identificación se apoya en frases de uso corriente como: las gran-
des multitudes; una concentración multitudinaria. El plural (multitudes) y
el adjetivo (multitudinario) no dejan dudas acerca del sentido personal de
lo significado y la confusión con el colectivo multitud..
Multitud es latinismo. También, muchedumbre. Provienen de
multitudo, multitudinis, que, a la vez, se deriva de multus, que significa
mucho.
El Diccionario de Autoridades (tomo cuarto, 1734) la define como
“el número grande y excesivo de algunas cosas”, y presenta dos ejemplos:
“... vino con gran multitud de Moros”; “... cuando empezó a dispa-
rar la multitud, y vio sobre sí el último atrevimiento de sus vasallos”.
Nótese cómo los redactores del Diccionario ajustan ambos ejem-
plos a la definición: el primer caso se refiere a cantidad (de moros); el segundo
a personas (vulgo).
Si revisamos el diccionario de sinónimos y antónimos de Federico
Carlos Sainz de Robles, observaremos que él opone “escasez” e “indivi-
dualidad” a “multitud”, en ese mismo orden, lo que confirma el carácter
originalmente numérico del vocablo, que luego alcanzó ese otro sentido
figurado o por extensión.
Veamos algunos empleos de reconocidos intelectuales:
Testimonios escritos:
“... aquellas confusión y multitud de lenguas que los Incas, con
tanto cuidado, procuraron quitar” (el Inca Garcilaso de la Vega).
“... entre la multitud de poetas y prosistas, algunos de ellos nota-
bles, hay reflejos del mundo americano y de su lengua...” (Ángel Rosen-
blat, Lengua literaria y lengua popular en América).
“La reunión de las vocales en sinalefa ofrece multitud de combina-
/ 75 / Palabras para compartir

ciones distintas” (Tomás Navarro Tomás, Manual de pronunciación española).


“Como hay toda clase de sucesos diacrónicos, se tendrá que resolver
multitud de cuestiones análogas” (usada por Amado Alonso en la traduc-
ción del Curso de Lingüística General, de Ferdinand de Saussure.
Usos orales:
“El New York Times tiene multitud de fuentes de informaciones”
(Freddy Gatón Arce, en una conversación, domingo 27 de febrero de 1972).
“Quedan por estudiar multitud de palabras”, Carlos Alberto Ronchi
March, de las universidades de Buenos Aires y de La Plata, en una reunión
del Programa Interamericano de Lingüística y Enseñanza de Idiomas
(PILEI) en la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, 17 de junio de
1971.
Roque Barcia
Para Roque Barcia, en las aplicaciones parciales de estas voces
“puede haber diferencias; pero la razón del idioma es el mismo”.
Dice que en multitud entra la idea de ‘plebe’, y en muchedumbre
domina la idea de ‘universalidad’.
Opina que mientras la multitud puede ser revuelta, tumultuosa,
temible, la segunda es “siempre poderosa, imponente, respetable. Es una
multitud más general, más grande, más humana”.
Se sobrentiende que Roque Barcia compara esos vocablos en su
acepción especial, por extensión, que se refiere a personas. En su significa-
do original, muchedumbre es “abundancia, copia y multitud de personas o
cosas”, Academia de la Lengua (DRAE).

Conclusiones:

La anterior experiencia nos señala que el lenguaje es mucho más


complicado de lo que generalmente se supone, y que no es posible, aún
para personas con algún entrenamiento, fijar rápidamente una posición
radical y definitiva sobre tal o cual problema.
Rafael González Tirado /76/

Que es necesario acudir a los textos, diccionarios, enciclopedias,


ensayos etc. para tener una idea más o menos aproximada del asunto que
se está manejando. Aparte de que el material que sirve de referencia vale
bien poco si no se apoya o si no indagamos en la realidad del habla, si no
hay testimonios que permitan hacer los estudios lingüísticos o filológicos.
Cuando se trata de un tema como el presente, a fin de no pecar de
ligereza o para no caer en la superficialidad, es necesario que no nos cir-
cunscribamos a los usos locales (reales o aparentes) ni que nos dejemos
arrastrar por tendencias limitadoras, que, desgraciadamente, buscan cabi-
da dentro de las teorizaciones del lenguaje.

18 de enero de 1996
/ 77 / Palabras para compartir

Táctica y estrategia

En una entrevista concedida a Arismendi Calderón, El Siglo, Ha-


tuey Decamps, secretario general del Partido Revolucionario Dominicano
(PRD) y jefe de campaña electoral de su partido para las elecciones gene-
rales (1996), afirma lo siguiente:
“Hay parte de las estrategias, naturalmente, que no pueden ser reve-
ladas. El estratégico es a todo el poder.
“¿Las tácticas? Lo serán en todo el país a medida que se vayan desa-
rrollando las cosas. No por el hecho de que tú digas quiero ser presidente
es que vas a ser presidente”.
Es la respuesta a la pregunta: ¿Qué tácticas y estrategias utiliza-
rán? formulada por el periodista Calderón en su inquietud acerca de las
metas y estrategias del PRD para la campaña electoral que se avecina.
Pregunta y respuesta están contenidas en el reportaje “Define el ca-
mino del PRD hacia elecciones”, con el antetítulo “Hatuey Decamps ex-
pone y ataca” (El Siglo, 31 de octubre de 1995, página 4-A).
Dichas palabras se convierten, además, en un intertítulo, colocado
hacia la mitad del trabajo de Arismendi, lo cual revela la importancia de la
pregunta prealudida.
Con frecuencia, políticos, sociólogos, analistas, comunicadores so-
ciales manejan esta parificación: táctica y estrategia.
Se deja caer con toda naturalidad y sencillez, como si todos entendie-
ran el alcance semántico de los vocablos y el ámbito de aplicación entre
ellos.
Veamos algunos casos: Prensa local:
a)... el que le quita a los reformistas “el pan de la boca” en 1978, no
Rafael González Tirado /78/

es Bosch, sino su discípulo de piel oscura, que desarrolla una estrategia


que le permite al Partido Revolucionario Dominicano aprovechar... (“De
quién será Peña”, Julio Martínez Pozo, El Nacional, 21 de enero de 1996, p.
14).

b) No podemos detallar nuestra táctica para no poner en alerta a


quienes desacatan la decisión judicial a favor de Franklin (Franco)... (“Di-
cen volverán a someter a Franco”, Geomar García, El Nacional, ídem fecha,
p. 6).
Cable internacional:
Salinas sigue muy de cerca el juicio contra su hermano... y por teléfo-
no conversa con los abogados sobre la estrategia de la defensa (“Prensa
reitera Salinas vive en Cuba”, agencia EFE, El Siglo, 8 de enero de 1996, p.
4A).
La prensa, claro, no tiene espacio para explicar multitud de casos o
situaciones que se dan en la cotidianidad del quehacer. Mientras tanto, la
vida sigue su curso, agitado o no, pero no tiene más remedio que seguir
adelante.
Pero ¿podría usted decirme las diferencias semánticas de esas pala-
bras? ¿Tiene una respuesta a la mano? ¿Acaso la tengo yo?
Recurro al diccionario. Me remito al orden de uso, no al rigor alfabé-
tico:
Táctica: Arte de poner las cosas en orden. Conjunto de reglas a que se
sujetan las operaciones militares en el combate. Sistema o habilidad que se
emplea para lograr un fin (VOX).
La Academia es más clara en esta tercera definición: sistema especial
que se emplea disimulada y hábilmente para conseguir un fin.
Estrategia: Arte de proyectar y dirigir las operaciones militares. Arte,
traza (diseño o plan) para dirigir un asunto (VOX).
En principio se confunden los significados, porque se siente una
gran aproximación entre el conjunto de reglas a que se sujetan las opera-
/ 79 / Palabras para compartir

ciones (tácticas) y el arte de proyectar y dirigir las operaciones militares


(estrategias), aparte de la aplicación de los vocablos en otros niveles o
actividades.
De primera intención, y para los no iniciados, no es fácil diferen-
ciar los valores conceptuales de los términos en su aplicación en el área de
la política, de la mercadología o de la milicia.
Sin embargo, el diccionario VOX nos ayuda con la siguiente explica-
ción, aplicada a la milicia: la estrategia se refiere a las operaciones y movi-
mientos de la campaña en general, mientras que la táctica se refiere al acto
de combate, a la batalla misma, digamos, para ver si se puede entender.
Parece que Decamps consulta ese diccionario.

Pero ¿nos confunde Federico Carlos Sainz de Robles cuando ofre-


ce el siguiente marco de posibles sinónimos o sustitutos?:
ESTRATEGIA:
destreza
pericia
habilidad

TÁCTICA:
sistema
procedimiento
método
En una y otra palabra coinciden el sentido de arte, de orden, direc-
ción, reglas, habilidad, operaciones, fin, objetivo.

Su uso más extendido o más antiguo es dentro del área castrense.


Pero eso no quita que los vocablos puedan alcanzar el nivel de la
creación poética:
Táctica y estrategia
Mi táctica es/ mirarte/ aprender como sos/ quererte como sos/ mi táctica es/
Rafael González Tirado /80/

hablarte/ y escucharte/ construir con palabras/ un puente indestructible/ mi táctica


es/ quedarme en tu recuerdo/ no sé cómo/ni sé/ con qué pretexto/ pero quedarme en
vos/ mi táctica es/ ser franco/ y saber que sos franca/ y que no nos vendamos/
simulacros/ para que entre los dos/ no haya telón/ ni abismos/ mi estrategia es/ en
cambio/ más profunda y más/ simple/ mi estrategia es/ que un día cualquiera/ no
sé cómo/ ni sé/ con qué pretexto/ por fin/ me necesites.
¿Anduvo también el fogoso político consultando a Mario Benedet-
ti?*
Entre lo que dijo y lo que no dijo Hatuey Decamps en la entrevista
de marras ¿qué entendió usted? ¿Coincide él con el poeta o con los diccio-
narios? ¡Vaya usted a saber!
Los colombianos extienden al vocablo estrategia el significado de
estratagema. Pero también el de astucia.
Esto último pude sacar de las palabras del joven dirigente.
El Cacique tiene una gran habilidad para salirse con la suya. ¡Qué
muchacho!

Santa Bárbara de Samaná,


31 de diciembre de 1995.

“Táctica y estrategia” de Mario Benedetti, Antología poética (1942-1991) Casa de las Américas,
colección Literatura Latinoamericana, edición 1995, La Habana, Cuba.

1º de febrero de 1996
/ 81 / Palabras para compartir

Mis gazapos ortográficos: De Payeyo


García al doctor Héctor Mateo

Escribía en la pizarra de una de las aulas de la escuela normal de


varones Presidente Trujillo, llamada hoy liceo de educación secundaria
Juan Pablo Duarte.
Era febrero de 1952 y me estrenaba allí como profesor de lengua
española.
Me encontraba en mis primeras horas de aquel largo trayecto sin
retorno, que son las aulas.
De pronto un alumno, Payeyo García Troncoso* señalaba un error
ortográfico contenido en mi escritura.
Doy el frente al alumnado mientras reflexiono y admito el error, a la
vez que explico la causa posible de la confusión e intento ensayar algunos
criterios acerca del proceso de la fijación de las formas de las palabras.
Eran días de gran quietud en las aulas. Respeto, disciplina, admira-
ción. Payeyo debía tener unos trece años en aquel momento.
Por los pasillos del plantel, Virgilio Travieso iba y venía. Alguna
vez el sub-director Ángel Mieses Lajara.
Dirigía la escuela el doctor Rogelio Lamarche Soto.
Recuerdo a muchos de los alumnos: Bernardo Defilló, Incháuste-
gui Salvador, Rafaelito Alburquerque, Luisito Schéker; Socías; Selig, falle-
cido en un accidente de motocicleta; Octavio Morales, hoy neurólogo;
Marchena, luego ingeniero; José Joaquín Puello, Lorenzo García Troncoso,
Amín Abel Hasbún, Arístides Incháustegui, José Andrés Aybar Sánchez,
Chiqui Troncoso Cuesta, de los que derramaban lágrimas en aquellos días
del “play” de la Normal y de Alonzo Perry...
Rafael González Tirado /82/

El error cometido por mí fue una derivación del verbo /echar/


escrito con /h/ inicial.
Eran mis inicios. Poca experiencia; nerviosismo, descuido de novi-
cio. Siempre sucede, sucede ahora. No importa que pasen los años.
Tengo que revisarme con cantidad de formas. No hay manera de
escribir /reivindicación/ correctamente. Lo logré ahora mismo por razo-
nes obvias de pre-censura. Generalmente me sale rein-vidicación; y lo re-
viso, en la versión de maquinilla o de computadora, y todavía se va el
gazapo.
Parece que es una asociación con /reincidencia/, por el uso del
tecnicismo jurídico, manejado con frecuencia en la carrera de derecho.
Un duendecillo inquieto y burlón nos hace esas jugarretas.
Ese diablillo se vale de la semejanza fonética entre muchos voca-
blos para inducirnos a errores al momento de decidir una forma, bien sea
en el empleo oral o en la transcripción escrita: vaso/bazo, sirio/cirio; idio-
sincrasia; calavera/carabela; impertinente/impenitente.
Un periodista escribe: “...Santos emitió cheques sin fondos, lo en-
dorsó y lo cambió” (sic).
Lo de /endorsó/ en lugar de /endosó/ a lo mejor le parece perti-
nente al comunicador, porque de seguro el delincuente firmó los cheques
al /dorso/.
Aquella /h/ sorprendió al periodista en el reporte para El Siglo:
“La Sociedad Dominicana de Cardiología: Conozca señales de alarma
corazón”.
Escribió: “Una indigestión y gases son el principio de dolencias
cardíacas, mas las personas se conforman con tomar un te de anís y
/h/echarlo al olvido”.
La edición es del sábado 3 de febrero en curso, sección C, Socie-
dad-Comunidad, de este periódico. Es un reportaje con motivo de la cele-
bración del mes del corazón y la campaña anual del grupo de cardiología
acerca de la salud del corazón.
/ 83 / Palabras para compartir

Las declaraciones las da el doctor Héctor Mateo, pero la transcrip-


ción es responsabilidad de la prensa.
Dicha responsabilidad se desprende de la forma de la redacción y
de la fotografía que ilustra el trabajo comentado.
Frases empleadas por el/la periodista: El cardiólogo asegura .../
Explica el presidente de la Sociedad Dominicana de Cardiología.../El doc-
tor hace suyo el adagio.../siendo el doctor Mateo...
De ese modo, el gazapo es del periódico, de nosotros; no le corres-
ponde al declarante.
El problema está entre la superficialidad y la ignorancia; entre la
seguridad y la duda.
Dudo mucho que para realizarse con el menor número de errores
ortográficos se pueda redactar sin un mínimo de duda en el manejo de la
lengua escrita. Nadie está libre de caer en un error, en una falacia, en un
fetichismo ortográfico o en un simple descuido.
Hay que vivir revisando; hay que estar en consulta permanente-
mente.
Un principio de duda, una cierta proclividad por el contraste y la
confrontación nos asegurará un mayor grado de corrección. Esa debe ser
responsabilidad cotidiana de quien maneja los códigos de la lengua.
La digitación o el mecanografiado deben revisarse cuidadosamen-
te, desde diversos ángulos, no sólo el ortográfico, del que ahora me estoy
ocupando.
Leonardo Favio nos jugó una mala pasada. Digo nos jugó porque
Emilia Pereyra corregía junto conmigo un artículo de mi autoría que se
publicó en estas mismas páginas de El Siglo.
La palabra estaba bien escrita en el trabajo que yo llevé.
Durante unos minutos Emilia y yo revisamos el original en la pan-
talla de uno de los ordenadores del periódico, pero no nos dimos cuenta
cómo lo habían digitado.
¡Y salió mal!
Rafael González Tirado /84/

Ya lo contaré, si no los canso con este tema.

*Payeyo García Troncoso fue un “niño prodigio”que descolló muy temprano como poeta,
teatrista y en otras actividades. Murió muy joven (entre 1958 y 1959) en un accidente de
tránsito en la autopista hacia San Cristóbal.

15 de febrero de 1996
/ 85 / Palabras para compartir

¿Saber más gramática o poner más cuidado?

El error aparece en la edición dominical de un periódico dominica-


no.
Se trata de un caso de regla gramatical. Una cuestión fácil de asimi-
lar para determinado nivel educativo.
Memorizar la ortografía y hacer adecuadamente las derivaciones,
conjugación y construcciones.
Es sólo un caso, pero apareció en dos ocasiones con la misma pala-
bra. Sólo que en dos titulares y en la misma página:
Empresa estable/s/e programa mejoría calidad de emplea-
dos
Estable/s/en banco de Información¹
EL verbo establecer² es transitivo. Se conjuga como agradecer, na-
cer, lucir.
Estos verbos llevan /c/ en la radical o raíz, no /s/.
Toman /z/ antes de la /c/ en varios momentos de la conjugación:
Presente de subjuntivo: nazcan, luzcan, establezcan.
Pero nunca adoptan /s/ en el contorno /acer/, /ecer/, /ucir/.
La paronomasia -proximidad o semejanza fonética entre dos o más
palabras- nos induce a errores a la hora de aplicar las normas del código
escrito. El empleo del pronombre /se/ enclítico: desesperarse, creerse, nos
suele confundir:
“... por lo que su ausencia de estas últimas semanas, sin conocer/
ce/ que esté de viaje...” (Confidencias. J. A. Sarastegui Samboy, El Siglo,
25 de setiembre de 1995. p.7).
“...a la comisión de la OEA debe reconocér/ce/le el mérito de
Rafael González Tirado /86/

haberse quedado en el país y participado en...” (Peynado desautoriza a


Clinton críticas sin esperar fallos JCE, Listín Diario, 3 de julio de 1994,
p.3).
Al redactar, solemos confundir y escribimos con /c/ el pronominal
/se/ en función de complemento.
Este pronombre actúa como acusativo y como dativo, es decir,
complementos directo e indirecto, respectivamente. Es de género masculi-
no y femenino y representa la tercera persona gramatical en uso y forma
reflexiva y recíproca del lenguaje.
Se puede emplear como proclítico (delante del verbo): se callan; o
como enclítico (pospuesto y unido al verbo): cállense.
Es palabra átona, y, contrariamente a los pronominales tónicos:
mí, ti, sí, (piensa en mí; habla mucho de ti; volvió en sí), las funciones
átonas no requieren preposición: créeme, acuérdate, préstaselo; me voy, te
lo dije, se enojó.
Pero este fallo no sólo se produce en los encuentros –más compli-
cados– de verbos y pronombres. De igual manera, la equivocación es
frecuente en otros momentos de las grafías /z/, /c/, /s/.
Recurrimos a la prensa: capases: cambio de /c/ en /s/ (periódico
Hoy); donjuanezca: cambio de /s/ en /z/ (El Siglo); serradura: /c/ en /s/
(El Siglo); exitaso: /z/ en /s/ (revista Escala, Listín Diario); remozemos: /
c/ en /z/ (El Siglo); suciesa: /z/ en /s/ (Hoy) y precensiara: /s/ en /c/ y
/c/ en /s/ (revista Temas, Hoy).
¿Es cuestión de recibir más enseñanza o la responsabilidad indivi-
dual de poner más atención, de reflexionar más al momento de escribir?
Entendemos que hay mucho de lo uno y un tanto de lo otro.
Debemos aspirar a una mejor formación. El idioma debe enseñar-
se en forma de mayor interacción en el aula, que obligue al educando a
reflexionar acerca de la estructura de la lengua, a internalizarla profunda-
mente.
El problema viene de atrás, de mucho descuido en la formación
escolar.
/ 87 / Palabras para compartir

Por tanto, el problema es de base y por eso se proyecta en todos los


niveles.
La enseñanza se masificó prácticamente de golpe, sin estar prepa-
rados, sin planificación estatal, sin la menor conciencia de lo que se nos
venía encima.
No tuvimos tiempo de asimilar una filosofía de la educación domi-
nicana.
El ciudadano vive atrapado por las urgencias cotidianas, enajena-
do por las fallas generales del sistema, que lo convierten en mutilado so-
cial. Se desdibuja como genio del desinterés y de la superficialidad; pero en
el fondo es un desconcertado de su propia causa, acosado por la inseguri-
dad y las carencias, que sólo le permiten luchar para subsistir o para el
mejoramiento económico, sin mayores apremios de superación personal ni
crecimiento espiritual sostenido o sostenible.

¹ Listín Diario, domingo 31 de marzo de 1996, primera sección, Actualidad, p. 9.


² Significados de establecer: fundar, instituir; ordenar, decretar; avecindarse; crear por cuenta
propia un negocio o actividad mercantil.

4 de abril de 1996
Rafael González Tirado /88/

¿Inte/r/perie o inte/m/perie?

Usamos términos, frases y modismos en la forma en que los hemos


recibido de quienes aprendimos la lengua o de quienes han contribuido a
enriquecer nuestra expresión verbal.
Empleamos formas de vocablos tal como las hemos asimilado en el
medio; quizá, también, como nos suenan o nos parece que suenan, o nos
parece que deben ser.
Esto, en multitud de casos, es una actitud o realización no conscien-
te.
Aplicamos modismos o refranes en la creencia de que significan tal
cosa, cuando la verdad es que significan algo diferente.
Mientras unos dicen: Por /h/ o por /rr/, otros varían: Por /h/ o por /
b/.
En la generalidad del español, y en el español peninsular, particular-
mente, se dice: Entró como /Pedro/ por su casa. Aquí adaptamos: ...como
/perro/ por su casa.
Decimos /álgido/ a lo /caliente/, cuando en realidad álgido es /frial-
dad/.
En muchos lugares de la región este del país es bien conocida la pala-
bra furo, referida a ‘orificio’, ‘hoyo’, desconocida en otras regiones.
Ejemplos: Esa sábana tiene un furo. Tapa ese furo que hay en la pared.
Hay una razón para ese empleo: furo es el orificio que tienen en el
fondo las hormas o moldes cónicos en que se vacían los panes del azúcar.
Se está hablando de ingenios azucareros, que abundan en aquella re-
gión, lo cual propicia, por allí, el empleo del vocablo de origen latino, que
/ 89 / Palabras para compartir

viene de forare, equivalente a ‘horadar’, ‘agujerear’ una cosa de parte a


parte.
Es decir, que las formas del lenguaje varían de un sitio a otro. A
veces entre lugares muy próximos.
Hemos escuchado en Hato Mayor: Si señas valen (Juanito Barce-
ló), mientras que en El Seibo, Toñito Nolasco produce la frase: Si reglas
valen.
Los usos se imponen, se dan fórmulas regionales, locales, que pue-
den convertirse en dominicanismos, bolivianismos, chilenismos...
¿Hasta dónde es válida la variación de una palabra, el modismo, la
frase hecha, el cambio de significado del refrán?
Álgido equivale a muy frío: fiebre acompañada de frío glacial, pero
empleamos el término como ‘muy caliente’.
De un chismoso(a) decimos que se la pasa “a Dios rogando y con
el mazo dando”, cuando el refrán significa que debemos pedirle a Dios,
pero, a la vez, ponernos a trabajar; que no podemos esperarlo todo de la
providencia divina.
Sin embargo, el caso que hoy nos preocupa es una simple sustitu-
ción ortológica/ortográfica, pero que es ilustrador de cuán difícil es cam-
biar los hábitos lingüísticos.
En una columna diaria de este mismo periódico se deja leer que el
traje de la artista (Ariela) “tenía un escote que por lo que dejaba al interpe-
rie invitaba a vivir una situación escalofriante”.*
Los diccionarios comunes no registran la forma inte/r/perie. Se
quedan -y les basta- con intemperie. Tampoco se incluye interperie en varios
diccionarios de americanismos que he tenido a la mano. No se encuentra
en el de dominicanismos de Patín Maceo ni en otros estudios de autores
criollos.
Es, pues, un barbarismo ortológico, al cambiar la pronunciación de
/m/ por /r/, que luego se proyecta a nivel de código escrito.
Intemperie viene de tiempo: deste/m/planza o desigualdad del
Rafael González Tirado /90/

tie/m/po; lo que está descubierto, expuesto a las inclemencias de la natu-


raleza.
La /r/ es una intrusa en esa realización. Puede deberse a que exis-
ten muchas construcciones con inter, como prefijo o como componente
de vocablos: interpelación, internacional, interferencia, frente a los poquí-
simos casos con intem: intemperancia, intempestivo, y casi ya acabo.
En alguna oportunidad se luchó arduamente en las aulas para ad-
vertir acerca de la incorrección de dicho empleo. Se destacó en la lucha el
profesorado de lengua española del Colegio Universitario y del departa-
mento de Comunicación Social de la Universidad del Estado.
Para esos días, las noticias recurrían demasiado a la fórmula domi-
nicana con /r/. La acción académica produjo resultados, pues ya no apare-
ce el yerro con la misma frecuencia.
Y aunque se entiende que es harto difícil erradicar la articulación
interperie, a nivel escrito debemos cuidarnos de tales desvíos o vacilacio-
nes, por la estimación del grado de cultura que tiene la persona que redacta
y por el prestigio del material escrito, especialmente la prensa armada, por
el acceso cotidiano de lectores de diferentes niveles de educación.
Lo vi, lo leí en la prensa es un recurso considerado válido por muchas
personas para justificar un empleo lingüístico.
Aunque la vida vaya rápidamente, debemos tomar conciencia de
estas situaciones y tratar de superarlas día a día.

* En una columna de farándula de El Siglo, 30 de enero de 1997, sección ¡Diversión!, p.6C.

6 de febrero de 1997
/ 91 / Palabras para compartir

Travesuras de la tilde

Burocr/á/tizado. ¿Concibe usted esta forma de acentuación or-


tográfica? ¿Y la pronunciación?
¿Una palabra sobresdrújula en español?
¿Y cómo es eso?
No es que no exista esta “cosa” en nuestro idioma. Es que para
ello, lo normal, usual o corriente es que se unan a un verbo dos o más
pronombres personales complementarios, átonos (que no llevan acento
prosódico), adicionados al final, fijados al verbo: Dígaselo. Devuélvamelo.
En tales casos, el verbo diga es una voz tónica (que lleva acento
prosódico) igual que devuelva. El mayor refuerzo del impulso espiratorio
recae, respectivamente, en la penúltima sílaba: /di/ y /vuel/. Por tanto,
diga/devuelva, consideradas aisladamente, son palabras llanas.
Sin embargo, si al vocablo /diga/ se le agrega al final la sílaba
/lo/, en este caso un pronombre complementario, sin elevación del tono
de la voz (átono), el verbo conservará el acento en su mismo lugar. Pero la
construcción viene a ser una forma esdrújula (proparoxítona), pues ya el
acento no se encuentra en la penúltima, sino en la antepenúltima sílaba.
Aún más, si le incluimos /se/ a esta construcción: díga/se/lo, la
dicción gana otra sílaba, que, colocada después del refuerzo acentual, se
convierte en sobresdrújula.
Igual análisis vale para /devuélvamelo/.
Este fenómeno opera en el campo de la entonación por la función
y empleo del acento. Por tanto, se trata de una manifestación que corres-
ponde al código oral de la lengua.
A nivel de código escrito, a veces reflejamos esa entonación con
una tilde, que solemos llamar acento ortográfico. Dijimos sólo a veces,
Rafael González Tirado /92/

porque marcar el acento (escribirlo) corresponde a las reglas de la escritura


u ortografía.
En principio, no lo ponemos en el vocablo /di/ por ser un monosí-
labo.
Tampoco lo hacemos en /digo/, por tratarse de una voz llana (pa-
roxítona)¹ terminada en vocal.
Pero se marca en dígame/dígamelo, por ser, respectivamente, es-
drújulo y sobresdrújulo.
Lo que queremos destacar es que esto de las sobresdrújulas existe
en español sólo cuando adicionamos al final de un verbo dos o más pro-
nombres enclíticos.²
Pero ¿dónde está la construcción verbo más enclíticos en el voca-
blo buro/crá/tizado?
Aclaramos que no se trata de un ejercicio de entonación y acento.
No.
El caso apareció en el reporte “Instalan Comisión de Reformas”,
que se publicó el pasado viernes 7 de febrero de este año en un matutino
local.³
Se hablaba acerca de la instalación de la Comisión de Reformas y
Modernización del Estado, y que el secretario de la citada comisión decla-
ró que la entidad no pretende convertirse en un organismo “burocrátiza-
do”.
Lo normal, usual y corriente es que las palabras del idioma lleven
solamente un acento o refuerzo tonal.
El vocablo sola/mente, escrito arriba, es una excepción: palabra
dítona o de doble acento, pues se recarga en /so/ del primer componente,
y en /men/ del segundo. Una elaboración especial a base de un adjetivo en
forma femenina (sola) más la partícula mente (una forma sustantiva).
Pero /burocrátizado/ no es la misma situación.
Es sólo un caso de acentuación ortográfica irregular, responsabili-
dad del periódico.
/ 93 / Palabras para compartir

Si se nos obliga pronunciar esa palabra de acuerdo con la tilde,


tendríamos que dividirla en dos: burcrá/tizádo.
Doble entonación, que no es propio del sistema prosodémico de
nuestra lengua, si consideramos los términos aisladamente.
Sucede en poemas o en musicalización de versos:
Tu anóche/cído/pélo.
tu vóz/dormída/al béso.
Así lo entona un cantautor argentino, dividiendo en dos el término
anochecido, para la correlación rítmica y entonacional del pareado, ya que
dicho verso requiere triple acentuación, como verso.4
Con todo, no se trata de un recurso privativo o licencia de los
creadores artísticos. Si levantáramos un cuadro acerca de la pronunciación
de un texto cualquiera, podríamos encontrar interesantes curiosidades de
la realización verbal.
Por tanto, lo importante es determinar, en este análisis, las posibles
causas de los yerros ortográficos.
Si el periodista usó la tilde en el segmento /burocrá/, se debe a la
analogía ortográfica: pensó en el término /burocrático/, que sí recibe el
trazo o virgulilla en la antepenúltima sílaba, por ser un esdrújulo. La confu-
sión sucede en multitud de ocasiones.
¿Cuántas veces hemos tropezado con jóven, orígen, crímen, órden,
llanas terminadas en /n/, confundidas con sus plurales respectivos: jóvenes,
orígenes, crímenes, órdenes. Estas sí requieren que les pintemos el acento.
¿Por qué acentuamos contínuo, si no es por su aproximación, orto-
gráfica con continúo/continuó?
Ti no es igual a mí.
/Algún/ quién/, /algún/ qué/ no requieren la virgulilla. Pero la
encontramos de vez en vez. La llevan cuando son interrogativos o excla-
mativos. No en los demás usos.
Alguien ha convertido bacteria en bactería, por su parecido con el
nombre del acumulador de energía eléctrica.
Rafael González Tirado /94/

En nuestro artículo “¿Inte/r/perie o inte/m/perie?”, del jueves 6


de febrero en curso, en este mismo diario, apareció Toñíto, con tilde sobre
/i/.
No estaba en los originales.
El miércoles anterior, antes de entrar en página, se hizo en la pan-
talla la revisión final del artículo. No estaba la rayita. O, digamos mejor, no
la vimos allí.
Pero apareció en la edición del día siguiente.
A cualquiera se le va o le ponen una tilde.

¹ Las voces agudas se denominan también oxítonas.


² Se llaman proclíticos cuando van delante de la palabra: /Te/ contaré. Pero entonces no
se escriben juntas.
3 Periódico Hoy, sección El País, p.6.
4 Leonardo Favio, “Ella, ella ya me olvidó”.

20 de febrero de 1997
/ 95 / Palabras para compartir

El papo vicioso: una experiencia lingüística


en tertulia con Luis Carbonell en La Habana

Nos encontrábamos en el vestíbulo del hotel Inglaterra, La Haba-


na, el mismo hotel donde vivió Antonio Maceo a fines del siglo XIX. Era
una fresca tarde del último otoño.
Don Luis Carbonell, a pesar de su semi-invalidez, como conse-
cuencia de una trombosis cerebral, había insistido en que iría el sábado 30
de noviembre, en horas de la tarde, a visitar la delegación dominicana que
asistió a la conferencia internacional “Lingüística ’96, Estudios actuales”,
organizada por el Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de
Ciencias de Cuba.
Llevaría unas grabaciones que, a pesar de su quebranto, había he-
cho para Arístides Incháustegui.
Se había formado, alrededor de Carbonell, un corro muy animado,
con vivencias y anécdotas experimentadas por el artista en Santo Domin-
go.
Se habló mucho del dictador Trujillo, de sus hijos Ramfis y Radha-
més, de Petán Trujillo y del ambiente artístico de aquella época. Don Luis
solicitó el envío de libros acerca de la era.
Estuvo muy interesado, además, por saber de varios amigos: Freddy
Beras Goico, Sonia Silvestre, Alberto Beltrán, los hermanos Mariano y
Carlos Lebrón Saviñón, Carmelo Aristy Rodríguez, Arístides Incháuste-
gui...
Se habló acerca de todos ellos.
Carbonell refirió los éxitos de Beltrán en Cuba -Beltrán estaba vivo
para esa fecha-, y le relatamos los inicios humildes del más tarde popular
Rafael González Tirado /96/

Negrito del Batey y sus empeños de superación que lo elevaron a la cima.


Los dominicanos presentes en la tertulia éramos Manuel Núñez,
Noris Céspedes de Lockward, las hermanas Olimpia y Margarita Sánchez,
de la ciudad de la Romana, y yo.
En un momento, el “Acuarelista de la poesía afroantillana”, pre-
guntó por el doctor Abelardo Vicioso.
Yo, de “trascendío”, intervengo:
“ ¡Ah!, sí, Papo Vicioso.
Don Luis me aclara:
“Aquí le decíamos Abelardo, porque “esa” palabra no se puede pro-
nunciar...
Entre nosotros prendió la curiosidad.
Se encontraba acompañándonos, casi despidiéndonos, porque re-
gresábamos al día siguiente, una joven investigadora del Instituto de Lite-
ratura y Lingüística de Cuba: Lourdes Montero. La acompañaba una
compatriota suya.
La interrogación daba la vuelta al corro, y un hermano del decla-
mador descifró el misterio.
Al momento llegó hasta mí que “papo” en Cuba es la parte puden-
da de la mujer.
Imagínense lo que se armó cuando comencé a dar “cuerda” con el
tema. Todos comentábamos y reíamos.
Luego aquí, don Alejandro Vilela, comentarista de temas de políti-
ca internacional de El Siglo, gozó con la ocurrencia y me dijo que, en efecto,
en su país oía mucho esta frase, en la calle:
¡Qué papo tiene esa hembra!
Aurelio Santiesteban, en El habla popular cubana de hoy, confirma:
Papo. El órgano sexual femenino.*
Referí a mi amigo, el papo dominicano, Abelardo Vicioso -que es
muy buena gente- lo que nos habíamos divertido en La Habana con su
apodo, y, mientras sonreía, me refirió que, verdaderamente, había pasado
/ 97 / Palabras para compartir

por esos apuros en la tierra de Martí, y que, en una ocasión, de regreso de


un Congreso -era la época en que no se viajaba directamente entre nues-
tros dos países- volaba en ruta hacia Panamá, para hacer el enlace que lo
trajera a Santo Domingo.
En el vuelo iba el poeta panameño Rogelio Sinán, muy amigo suyo,
y jaraneaba con el asunto de la palabra tabú:

-Pongan un telegrama a mi casa, que para allá vamos con el glorio-


so papo Vicioso.
Comentaba Abelardo que todo el trayecto La Habana-Tocumen
fue un quehacer de tragos y chanzas bajo el comando del poeta Sinán.
El punto culminante en la tertulia del hotel Inglaterra fue cuando
me “reprochaban” que yo había encendido el can con ese tema, y respondí,
sin pensarlo dos veces:
-Pero imagínense, señores un papo y, además, Vicioso.
¡Aquello fue la de morirse!

*Aurelio Santiesteban, El habla popular cubana de hoy, Editorial de Ciencias Sociales, 1985, La
Habana, Cuba, dice que es un vulgarismo de uso general (Ver Fco. J. Santamaría, Diccionario de
americanismos). En Santo Domingo lo cambiamos por popa, una transposición o metátesis, forma
festiva de lenguaje infantil, que emplean mayormente las mujeres para comunicarse con las
criaturitas y transmitirles principios de aseo y de pudor.

8 de mayo de 1997
Rafael González Tirado /98/

Tres /solo/ y cuatro /si/

Un lector nos pide que tratemos acerca del empleo de la acentua-


ción ortográfica de los homógrafos /solo/, es decir, cuándo debemos colo-
car la rayita sobre una de sus vocales y cuándo debe omitirse dicha marca.
Preocupado por la tilde, también nos transmite su inquietud en
relación con su empleo en las diferentes formas de /si/, que unas veces la
llevan y otras veces carecen de distinción gráfica.
El lector nos habla de las tres formas de /solo/ y de tres formas de
/si/. Sin embargo, este último vocablo tiene cuatro diferentes empleos,
como veremos más adelante.
/Solo/ es una voz de dos sílabas (bisílabo) que termina en vocal.
Lleva el acento (prosódico) sobre la penúltima sílaba. Se clasifica como
palabra grave, breve o llana. Para los fines de la acentuación, las sílabas se
cuentan desde el final hasta el inicio de la palabra.
Dicho vocablo tiene tres empleos bien diferenciados, por tanto,
fáciles de reconocer:
-Funciona como un adjetivo: Juan estaba /solo/ en la fiesta. No se
marca el acento.
-Funciona como adverbio, apócope de solamente: /Sólo/ hablará
un orador. Es, en su origen, la formación de un adjetivo con terminación
femenina (sola) y la partícula /mente/, que es función sustantiva. Al hacer
el apócope, se le marca el acento sobre la primera /o.*
-Funciona como un sustantivo masculino: Ella realizó un /solo/
de ópera. Se aplica cuando canta, baila o toca una sola persona. No lleva
tilde.
/ 99 / Palabras para compartir

/Solo/ es, en cada función sintáctica, una palabra tónica, aunque


no se le marque el acento, porque lleva siempre refuerzo espiratorio en la
primera vocal.
En principio, estas formas no requieren la acentuación ortográfica
por ser voces llanas o paroxítonas, terminadas en vocal. El empleo de la
tilde para distinguir la función adverbial explicada arriba es un rasgo dife-
renciador, que en gramática llamamos acento diacrítico. En medicina, los
rasgos diacríticos son los síntomas que permiten distinguir claramente una
enfermedad de la otra.
El uso de esta acentuación es muy limitada -casi siempre en mono-
sílabos-, y permite precisar la función sintáctica de las palabras marcadas o
no con ese rasgo, ápice o virgulilla:
Ya /él/ viene (sustantivo-pronombre).
Trajeron /el/ niño (artículo).
Toda acentuación gráfica en un monosílabo es función meramente
diacrítica, porque siendo un monosílabo: pan, sol, vio, el, no hay lugar a
articulación viciada, porque solamente hay una forma para pronunciarla.
Por tanto, el acento con que reconocemos las cuatro funciones del
monosílabo /si/ es diacrítico:
1.- Adverbio de afirmación:
¿Lo compraste? /Sí/; lo compré ayer.
2.- Forma reflexiva del pronombre de tercera persona para los dos
géneros y números:
Volvió-volvieron en /sí/ como a los cinco minutos.
Ambos reclaman la tilde.
3.- Conjunción condicional subordinante: /Si/ estudias, progresa-
rás.
4.- Nota musical: do, re, mi, fa, sol, la, /si/.
En estos dos últimos usos no se requiere el acento ortográfico.
El empleo de la tilde o acentuación ortográfica permite leer un
texto con precisión y con entonación adecuada, y nos lleva al recto pensa-
Rafael González Tirado /100/

miento del autor. Si se aplica correctamente, podemos distinguir entre can-


to y cantó; caso y casó; número, numero, numeró; último, ultimo, ultimó;
término, termino terminó.
Su función, como recurso del código escrito para ajustarse a los
valores prosódicos-prosodémicos del discurso, ha sido ponderado por
ortógrafos de otras lenguas que encuentran dificultad en algunos momen-
tos de la realización de su idioma.
En francés usted escribirá /cérémonie/, con doble acentuación
ortográfica (aguda en esa lengua), pero pronunciará /ceremoní/.
En inglés, se escribirá /recite/, /recipe/, escrituras de tres sílabas,
aunque en el primero diremos /risáit-rizáit/ (aguda), con diptongación
tónica al final, mientras que en el segundo pronunciará /récip/ (llana),
con acento (prosódico) sobre la primera /e/, pronunciadas ambas con dos
sílabas. Vale decir, en inglés una terminación similar o aproximada puede
dar palabra aguda, en un caso, pero llana en otro; así como puede dar
diptongo o puede no darlo.
¿Y qué decir de los peloteros de grandes ligas Carl Erskine y Al
Kaline?
El segundo es /Kaláin/, con diptongación acentuada final; mien-
tras que el primero tiene que ser /Érskin/, voz llana, sin diptongo y con
refuerzo sobre la /e/ inicial.
De modo que, en inglés, en términos de pronunciación, uno no
sabe nunca nada. Es cuestión de uso, no de reglas. O la regla es como se
use en cada oportunidad, en cada momento de los hechos del habla.
Por lo tanto, no jubilemos la gramática... ¡todavía!

*En la más reciente edición de Ortografía de la Lengua Española, la Real Academia vacila:
“Cuando quien escribe perciba riesgo de ambigüedad, llevará acento ortográfico en su uso
adverbial”: Pasaré sólo (solamente) este verano aquí”.1999.

15 de mayo de 1997
/ 101 / Palabras para compartir

Vigencia de la palabra como poder de


comunicación

Para los días de estos tiempos, llamados de la posmodernidad, se


ha pronosticado la hegemonía de recursos tecnológicos de la comunica-
ción por encima del sonido articulado.
Se ha establecido límite para la caída de las verbalizaciones, y esta-
mos pisando, podría suponerse, los linderos existentes entre ambas juris-
dicciones.
Se ha hablado mucho acerca de este tema. Allá y aquí. Aquí y allá.
Aquí tenemos quienes sostienen la tesis. Pero también tenemos
quienes piensan que al signo lingüístico, a la verbalidad le queda un larguí-
simo trecho por recorrer.
Nos concretaremos a un análisis con los referentes inmediatos re-
lacionados con el asunto.
Es frecuente que enfoques o criterios que provienen de áreas dife-
rentes a la ciencia del lenguaje entronicen “falacias” que pretenden restar
valor a la eficacia del vocablo, en tanto sonido significativo, vale decir,
poder de comunicación.
En este orden, es frecuente escuchar que “una buena imagen vale
más que mil palabras”.
Y la aseveración tiene mucho de verdad, hasta cierto punto.
Pero la expresión es válida aplicada solamente hacia algunos as-
pectos o circunstancias del asunto. Cuestión de criterio o de enfoque, apli-
cación de un punto de vista, que se admite como “verdad” relativa o cir-
cunstancial.
Rafael González Tirado /102/

El hermoso cuadro de la Gioconda, con su misteriosa y suave son-


risa, o la foto del presidente norteamericano Lyndon Johnson, durante la
guerra de Viet-nam, visto a la distancia, una madrugada, frente a una ven-
tana de la Casa Blanca, como silueta ensombrecida, con manifestantes
contra la guerra en la explanada del capitolio, iluminados por fogatas y por
ideales de paz. Dicho fotograma recoge y sintetiza la preocupación del
mandatario por los extravíos de la recalcitrancia de un imperio que el pro-
pio mandatario se enorgullece en representar.
Son recursos favorecidos por circunstancias que se conjugan para
plasmar un signo de valor inestimable. Una señal para la vista con mensaje
de rico contenido, y que permite multitud de interpretaciones. Técnica-
mente una foto de poco valor. Semánticamente, una realización de huella
permanente, empleo eficaz del código adecuado a ese preciso momento,
insustituible en tales circunstancias.
Pero nada de esto hace desmerecer el valor y la oportunidad de la
palabra. Su dimensión, su multivocidad, riqueza semántica, sus niveles,
gradaciones, los matices en la actitud y en la intención del hablante, en el
segmento y con los recursos extrasegmentales.
Tenemos dos supuestos sinónimos: viejo y anciano.
Viejo apunta por igual hacia personas, animales y cosas.
Anciano se refiere a personas.
Decimos un /hombre viejo/, un /libro viejo/, /zapato viejo/, /el
árbol viejo/.
No decimos /libro anciano/, /zapato anciano/.
¿Cómo diferenciar, sin palabras, los matices de diferenciación en-
vueltos en estos vocablos?
¿Cómo expresarlo, a la generalidad de la gente, sin ninguna explica-
ción adicional en un óleo técnicamente bien realizado?
¿Cómo plasmarlo en un fotograma primoroso, o en una expresión
gestual, en una picada de ojos o con la diferencia de un apretón de manos,
con valor positivo?
/ 103 / Palabras para compartir

Imposible.
A pesar de sus naturales limitaciones, la verbalización es la más
compleja y la forma más segura para manifestar las ideas y diferenciar los
conceptos.
Persuadir es ejercer influencia sobre la voluntad o el pensamiento
ajeno.
Disuadir es también inducir sobre la voluntad o el ajeno pensa-
miento.
Sin embargo, persuadir es una acción o un empeño dirigido a lograr
que alguien crea o haga una cosa. Mientras que la disuasión va encaminada
a hacer cambiar de opinión o a desistir de un propósito.
Un vocablo, o uno de los sentidos, procura la acción o fijación de
un concepto o idea; el otro, trata de hacer cambiar de idea o dictamen o de
que no se realice un propósito ya organizado o madurado.
¿Cómo hacer “patentes” estos sentidos o matices, con el empleo
de otros códigos, de gestos, de tactos, líneas, colores, humos, tambores?
¿Sería de una realización tan simple y de un resultado tan efectivo como se
cumple con el empleo del código de la lengua?
El término anciano envuelve dignidad, respeto. Para el dominica-
no, reviste, además, edad más avanzada; no es simplemente viejo: es algo
más.
Este matiz es consecuente con el concepto de respeto y dignidad.
Nos hace comprender frases como: “Este maldito viejo sí molesta”. No
decimos: “Este maldito anciano”.
Con todo, y para mayor complejidad en la simplicidad de la temáti-
ca, viejo es, por otra vía, expresión y matiz de cariño: los amantes se dicen
uno al otro /viejo/ /vieja/, /viejito/ /viejita/.
“Mi viejo está fuerte todavía”, dice el hijo con gran orgullo, refi-
riéndose a su padre.
Y la canción que a mí me hubiera gustado escribir, afirma: Es un
buen tipo mi viejo, que anda solo y esperando...
Rafael González Tirado /104/

Maravilla de la palabra para el sentimiento, que también el senti-


miento es idea.
“Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los con-
quistadores torvos... Éstos andaban a zancadas por las tremendas cordille-
ras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos,
tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca
más se ha visto en el mundo. Todo se lo tragaban, con religiones, pirámi-
des, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas...
Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra... Pero a los bárbaros se les
caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como
piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecien-
tes... el idioma. Salimos perdiendo... Salimos ganando... Se llevaron el oro
y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron
las palabras. “

Pablo Neruda, Confieso que he vivido.

19 de junio de 1997
/ 105 / Palabras para compartir

Lo puntual y lo no puntual en
la puntualidad de la moda

Primera parte

Ahora es gobernabilidad. Antes fue concertación. Y lo habían sido


espacio, desestabilizar, discurso, desfasado etc.
“Fulano tiene un discurso desfasado”.
Hace tiempo se entronizaron las implementaciones y el implementar.
Ahora hablamos de la capacidad de convocatoria y la intención de
votos.
A veces no sabemos de dónde surgen, no precisamos qué signifi-
can, pero están haciendo su papel, y comenzamos a compartir, a interac-
tuar con el apoyo de esos términos.
No siempre tenemos un campo semántico bien definido. Pero cree-
mos entender su significado, y, con frecuencia, incluimos el vocablo en
nuestro repertorio.
De ordinario, el término es conocido o de uso común, como
discurso, espacio, puntual. Pero en ocasiones es un término desconocido o
poco frecuente, como es el caso de desfasado, saga (con /s/), o folía, que
han pugnado, estas dos últimas, por imponerse entre intelectuales, con el
eco, una de ellas, de los versos de Alberto Cortez en la canción “Como el
primer día” .
…“como la folía del primer intento, como el argumento de una profe-
cía”.
Rafael González Tirado /106/

En ocasiones, el invento es frustratorio, como el engendro de


resolutar, iniciativa -aparente- de cronistas de cabildos y del parlamento,
en el país, para crear un neologismo que, derivado de resolución, haga más
fácil y directa la redacción de las crónicas relacionadas con las labores de
las salas capitulares y del Congreso Nacional.
Puntual se viene utilizando en un sentido diferente de ‘a la hora
debida’, ‘que cumple con exactitud sus obligaciones, ‘pronto’ ‘diligente’,
‘exacto’.
Puntual está en las crónicas de radio, televisión y prensa escrita.
Está en la conversación de profesionales (abogados, economista, comuni-
cadores sociales, sociólogos etc.). Se le lleva y se le trae en las exposicio-
nes de técnicos y de científicos en los cónclaves internacionales.
¿Cuál es su significado? ¿Cuál es la extensión de su empleo?
Veamos a continuación varios casos.
I.- Código oral.
1.- Las comisiones (de la Cámara de Diputados) se dedican a cosas
muy puntuales (Modesto Reinoso, sociólogo).
2.- El partido del general Bánzer tiene observaciones puntuales
acerca del proyecto de ley de hidrocarburos (comentarista de la televisión
de Bolivia, a través de la cadena SUR).
3.- (El tema de Cyberspace quisiera) exponerlo de manera más
puntual (Michel Vivant, Francia).¹
4.- ¿Cuáles serían los temas puntuales que se emplearían en este
caso (Diego Suárez Martínez, del ministerio de Justicia de Argentina).
Escuché a estos dos últimos en la Convención Internacional Infor-
mática ’96, del V Congreso Iberoamericano de Derecho e Informática ce-
lebrada en La Habana, Cuba, el año pasado, del 4 al 8 de marzo.
II.- Prensa escrita.
a) Usos locales:
1.-Aristy Castro dijo una frase puntual: No hay razón para enjui-
ciarme, si yo no tengo tierras.²
/ 107 / Palabras para compartir

2. Roberto Cassá [...] califica de “error” el movimiento expedicio-


nario del 14 de junio de 1959, aunque aclara que desde el punto de vista
político fue exitoso como elemento puntual de la crisis del modelo truji-
llista.³
b) Cable internacional:
1. América Latina, una región permeable últimamente a los acon-
tecimientos puntuales y no a las tendencias generales... (despacho de la
Agencia Francesa de Prensa (AFP) desde Montevideo, Uruguay)4
2. Mientras EEUU se ciñe a aspectos más puntuales el incidente,
Cuba -que ha prometido en varias ocasiones presentar pruebas contun-
dentes que apoyen su acción5 (de derribo de dos avionetas de “Hermanos
al Rescate” (despacho de la agencia española EFE, desde las Naciones
Unidas).
3. En este diccionario [...] se han recogido voces puntuales que
quizás no se conviertan en definitivas pero que el lector necesita conocer
cuando consulta un manual6 (también de la agencia EFE, desde Madrid).
c) Artículo:
1. Vialidad y tránsito en la capital: el problema de las acciones
puntuales.
Es el título de una serie de dos artículos de Andrés Navarro García,
publicados el 22 y 29 de marzo de 1996 en El Siglo, p. 7 y p. 5, respectiva-
mente.
¿Puntual significa ‘oportuno’, ‘conveniente’, ‘neurálgico’, ‘concre-
to’, ‘importante’? ¿Qué significa en realidad?
Porque cualquiera de esos sentidos cabe en cualquiera de los ejem-
plos que hemos presentado.
El empleo en el título de los artículos de Navarro García:
“Vialidad y tránsito en la capital: el problema de las acciones puntua-
les ”, nos pone a pensar en gravedad, neuralgia.

Sin embargo, el cable de AFP, fechado en Montevideo: América La-


Rafael González Tirado /108/

tina una región permeable últimamente a los acontecimientos puntuales y


no a las tendencias generales”, nos lleva hacia valores de significación
alejados de pesadumbres. Es decir, que al hablar de “tendencias genera-
les”, por oposición, le da a puntual, o cuando menos, sugiere el significado
de ‘particular’ o ‘concreto’.
En la siguiente entrega seguiremos desenvolviendo este tema.

1 Michel Vivant dictó la conferencia magistral en el acto inaugural de la Convención


INFORMÁTICA’ 96, La Habana, Cuba, 4 de marzo de 1996, con el título: Cyberspace: Quel droit
des réseaux sans frontiéres?
2 Reportaje de Florentino Durán con el título de la frase dicha por Amable Aristy Castro, Listín
Diario, sección La República, 13 de abril de 1997, p.3A.
3 Guaroa Gil, Listín Diario, 11 de junio de 1997, p.17A.
4“América Latina debe entrar y salir del liberalismo” (sic), Listín Diario, 6 de setiembre de 1996,
p.6E.
5 Recurren a palabrotas en ONU,
Listín Diario, 29 de febrero de 1996, p. 1 y 6 (pase).
6 Se refiere a la nueva edición del Gran
Diccionario de la Lengua Española, de editora Planeta/Larousse, Listín Diario, p.16-B: “
Palabras nuevas y variantes americanas entran en el gran diccionario español“ (sic).

10 de julio de 1997.
/ 109 / Palabras para compartir

Lo puntual y lo no puntual en la
puntualidad de la moda
Segunda parte

Un profesor cubano, especializado en el área del inglés, escucha a la


directora del programa de post-grado de una de las universidades más pres-
tigiosas de Santo Domingo:
-Ese es un tema muy puntual.
El profesor es graduado en lingüística en la Universidad de La Ha-
bana. Tiene cuatro años residiendo fuera de su país: en Venezuela y Repú-
blica Dominicana.
Dirige un área de enseñanza del inglés en un centro muy reconoci-
do en esta ciudad.
El profesor se preguntó: ¿Qué querrá decir la directora con eso de
puntual?
Originalmente pensé que este empleo de puntual podría ser un an-
glicismo, por la aportación del cable internacional; locutores que leen noti-
cias y agregan su opinión y presentadores y comentaristas de canales de
televisión del sistema norteamericano para los hispanoparlantes del
Continente.
No resultó así. La investigación arrojó otra procedencia.
Había llamado mi atención que un abogado mejicano, residente en
Chihuahua, región norte de su país, cerca de la frontera con Estados Uni-
dos de Norteamérica, no recordaba haber escuchado ni haber leído esa
Rafael González Tirado /110/

utilización.
Me sucedió a principio de marzo del pasado año, durante la Con-
vención Internacional Informática ’96, del V Congreso Iberoamericano de
Derecho e Informática, celebrada en La Habana.
Rastreando el vocablo, aproveché para preguntar allá al eminente
lingüista cubano Sergio Valdés Bernal, y me respondió que no se había
dado cuenta de su uso en Cuba con el significado de ‘particular’, ‘concre-
to’, ‘exacto’, ‘adecuado’.
En el cónclave mencionado, el doctor Antonio Martino, experto
argentino-italiano (nacido en Argentina, establecido en Italia durante los
últimos treinta años) dijo lo siguiente:
-Yo quisiera ser un poco más puntual.
El empleo del término, con valor distinto a la significación co-
rriente (‘a la hora debida’, ‘que cumple sus compromisos con exactitud’)
va recorriendo Europa y América.
Es un uso de nivel culto entre profesionales de distantes ramas,
incluidos los comunicadores sociales.
Para el doctor Martino, “lo puntual apunta hacia lo concentrado, por
lo que puntual se opone a lo difuso“, me explicó.
Sin la precisión de un campo semántico, el empleo de puntual da la
impresión de que se alude a lo ‘importante’, ‘preferente’, ‘significativo’,
‘oportuno’.
Martino apunta que el vocablo tiene presencia en francés y en ita-
liano, y se escucha mucho en Europa. Pero entiende que no es una aporta-
ción de la informática.
En efecto, las indagaciones dan el resultado de que el empleo de
puntual, como ‘concreto’, ‘exacto’, ‘detallado’, ‘preciso’, es de origen fran-
cés.
El Manual de español urgente, de la agencia EFE, señala que es gali-
cismo emplear dicho término “con el sentido de detalle (opuesto a general,
global), o concreto”. Y el Diccionario de dudas e incorrecciones del idioma, de
/ 111 / Palabras para compartir

Larousse, preparado por Fernando Corripio, dice lo siguiente: puntual:


“Cuestión puntual” es incorrecto. Dígase cuestión pertinente o particular.
Sin embargo ¿cuántas voces o usos antes considerados rústicos,
inoportunos o mal dichos han tenido cabida posteriormente?
Sin que vayamos a batir palmas por los galicismos, ni siquiera por
puntual, el francés es lengua de prestigio en Europa, y parece lógico que
algunos usos del lenguaje interfieran o enriquezcan otras lenguas por el
mundo.
La palabra está metida en el discurso y lucha por ganar su propio
espacio.
Y reitero: No estoy batiendo palmas por el vocablo.
Solamente explico un fenómeno léxico.

17 de julio de 1997
Rafael González Tirado /112/

Las travesuras de los nombres exóticos

Leo un pie de grabado en reciente edición de este mismo periódi-


co:
Doctor Gustavo Alpour Balle, Hipólito Herrera y Mignolio Pujols.
No he visto la ilustración, la imagen. Antes de hacerlo, he leído el
pie de foto.
Quizás una mala costumbre. Quizás inclinación natural del profe-
sional del lenguaje por encima del valor de las imágenes.
Pero voy a la ilustración, movido por la curiosidad de un nombre
exótico para mí: Alpour Balle.
El pie de grabado menciona a Hipólito Herrera, que sé quien es; a
Mignolio Pujols, que también sé quien es. Pero no conozco, no identifico
a Gustavo Alpour Balle.
Como los otros dos son abogados pienso que “entre juristas nos
encontremos”, y que Alpour Balle debe ser un refuerzo, importado de
algún bufete de grandes ligas.
Tal vez mi primera curiosidad estuvo en Balle con /B/, nada frecuen-
te en República Dominicana.
Así que esa grafía, con el desconocido apellido Alpour, me movió a
revisar la foto.
Y, al examinarla, exclamé:
-¡Ah, pero si es Chachá Latour!
Gustavo Latour Batlle. Abogado conocido en todos los círculos capi-
taleños; consultor jurídico del Club Atlético Licey.
La ilustración mencionada vino bajo la noticia:
Ponen en circulación libro “Jurisprudencia Dominicana II”.
El Siglo, martes 22 de julio que termina hoy día 31, página 4C.
/ 113 / Palabras para compartir

Así hay multitud de casos en los medios impresos. Y es pan de todos


los días. En las páginas sociales, en las deportivas, políticas, de sucesos, de
farándulas...
¿Cuántas veces nos han dado /Reid/Vittini para Mario, y /Read/
Cabral para Donald?¹
Reid Cabral es con /ei/ internas, mientras que Mario Read Vittini
es con /ea/, dos apellidos distintos que debemos diferenciar en la escritu-
ra.
Como, además, debemos extender la diferencia a otros dos apelli-
dos de la misma aproximación fonética: Rib y Risk.
Read y Reid se leen de igual manera, y Rib es casi asimilable en la
pronunciación corriente, simple, descuidada, no podemos esperar que se
articule más allá de /Ri/:
Mario /Ri/ Vittini
Donald /Ri/ Cabral
Julio /Ri/ Santamaría
Alfonso /Ri/ Risk/
No tanto esto último, por la razón que anotamos arriba.
En la segunda planta de la llamada Casa de los Cañones, de la
avenida España, barrio de Santa Bárbara, vivió una familia judía, de las
que escaparon del exterminio nazi. Este dato lo trae el reporte:
“Las casas de la avenida España eran todas de dos plantas“, del pe-
riódico Hoy.²
El matrimonio tenía una hija llamada Amalia.
Amalia Karger. Al menos, así vimos escrito siempre el apellido.
El reporte dice: “En la parte sur de la histórica obra, vivieron los
judíos Carherz...”
Una buena diferencia, ortográficamente hablando.
Existe en Norteamérica un programa de becas con el nombre Ful-
bright.
Un apellido. Todo unido.
Rafael González Tirado /114/

Es en honor al influyente senador William Fulbright, fallecido en


1995, quien impulsó el proyecto y le dio apoyo hasta la hora de su muerte.
Hay un reporte en el Listín Diario, “Los dominicanos no se identi-
fican como un pueblo afrocaribeño”.³
En ese trabajo se informa que Ashindi Maxton, norteamericana, ha
realizado dos investigaciones acera del nivel de racismo existente en Santo
Domingo, la segunda investigación “financiada por el programa de becas
Full Bright”.
Full/Bright, separados, no como el apellido -que va en una sola
palabra- sino como una frase o sintagma:
Full, lleno, completo.
Bright: Brillante, resplandeciente; inteligente; despierto; alegre.
Una estructura ánglica; dos adjetivos. Algo que podríamos enten-
der como ‘brillo completo’; pero con variedad de significaciones, que pue-
den extenderse hasta lo alegre, lo despierto, lo inteligente.
Me he circunscrito a apellidos comunes entre nosotros, los origina-
rios de la península ibérica: castellanos, catalanes, gallegos, los cuales nos
identifican o con los cuales estamos acostumbrados.
No pensemos, pues, que los gazapos se cuelan con harta frecuen-
cia en los nombres y apellidos foráneos, y no en los de nuestro uso cotidia-
no.
Se da de igual manera. Se pone Ro/c/ita con /c/ y Cru/s/ito con
/s.
Aristy Castro se convierte amablemente en Aristy Calvo y Frank
Marino Hernández se confunde con Marino Ariza Hernández y generamos
el híbrido Frank Marino Ariza; que no es ni el abogado ni el sociólogo; que
no sabemos quién podrá ser.
Recordemos que todo el material de la lengua, que todo elemento
del texto tiene que ser bien manejado por el comunicador; bien comproba-
do, sobre todo aquel material que va a los medios impresos.
No se debe temer a pedir aclaraciones, comprobar si uno escuchó
/ 115 / Palabras para compartir

bien o si lo tomó correctamente.


Antonio Machado nos dejó dicho que “hacer las cosas bien importa
más que el hacerlas“.
¡Así sea!

1 Véase Línea Directa, Listín Diario, 8 de julio de 1997, p.2


2 Segunda y última parte de la serie de artículos con el título indicado; 21 de junio de 1997, p.17.
³ Edición del 20 de julio de 1997, p.7.

31 de julio de 1997
Rafael González Tirado /116/

De /Naco/ a/Samanel/: una lección


lingüística

Alguna vez, un lexicógrafo dominicano habló acerca del origen de


la palabra /Naco/, nombre propio que bautiza un ensanche o reparto de
la ciudad. También -quizás primero- de una empresa de construcción y de
una cadena de negocios establecidos en el mismo ámbito.
El investigador localizó el vocablo en lengua otomí, indígena de
Méjico, cuya acepción es ‘cuñado’.
Hurgó en diccionarios diversos y ofreció otros empleos de la pala-
bra en el Continente, que van desde ‘tabaco de andullo’, hasta ‘cobarde’ y
‘marica’.
La inquietud estuvo válida y es una experiencia valiosa. El lexi-
cógrafo supo a tiempo que /Naco/ es sigla de /Na/cional de
/Co/nstrucciones, C. por A., y no tiene que ver nada con otros orígenes y
usos.
La cuestión es saber emplear el método adecuado, rastrear las pala-
bras en múltiples formas. Investigar en los libros y fuera de ellos, conforme
a circunstancias.
Descender a la fuente. Hacer el trabajo de campo.
En estas faenas no cabe especular: hay que completar el círculo de
la investigación. No se pueden acomodar los casos para darse uno mismo
la explicación.
El /tíguiri-boya/ o el /oro-boto-quilo/ que componía El Renova-
dor, no cabe en la metodología de la investigación lingüística. Son procedi-
mientos ajenos al quehacer de la ciencia del lenguaje.*
/ 117 / Palabras para compartir

El profesional indaga, estudia, compara. Encuentra explicaciones;


ofrece soluciones.
He escuchado los supuestos orígenes, que no son más que alegres
invenciones de procedencia de palabras, como mangú, manfloro, chopa.
Pretenden darles origen ánglico a estas voces. De cierto, un expe-
diente muy cómodo, tomado por las simples resonancias fonéticas y la
presencia del inglés, en nuestra lengua, pero sin investigar momentos y
motivos para la entrada de cada vocablo al campo léxico.
Pretenden asimilar sonidos a las ideas, sin conocer que el lenguaje
no es sustancia, que el lenguaje es simplemente forma; por tanto, la signi-
ficación nada tiene que ver con la cadena de fonemas que sustenta cada
palabra.
Por ese desconocimiento, pretenden derivar /manfloro/ de
manflower, ‘hombre flor, hombre delicado’. Cuando ese término se deriva
de her/mafro/dita.
Asimismo, derivan /mangú/ de mangood, ‘hombre bueno’, sin pa-
rar mientes en la estructura del inglés, que coloca de ordinario -y lo digo
para ambos casos- primero el adjetivo modificador y luego el sustantivo
modificado. Por lo tanto /man/ debe ir en segundo lugar, no en primero,
en este caso hipotético.
Quieren dar el mismo origen a la voz /chopa/, sin prueba alguna
de que /chopa/ se haya derivado de shop-shopping, formas que aluden a
tienda e ir de compras, pero que no se justifica acomodar como un présta-
mo léxico.
¿Qué quiere decir Samanel? ¿Lo asocio con ordenadores-compu-
tadoras? No tengo por dónde. Por la actividad comercial, sí; pero no en el
orden lingüístico.
¿Acudo a un diccionario?
Esto puede ser insuficiente o no apropiado, como sucedió con Naco.
En la avenida Luperón hay un almacén llamado /Nepo/ y en la
prolongación de la 27 de Febrero “vive” un establecimiento con el nombre
de /Vivegilda/.
Rafael González Tirado /118/

¿Saben lo que quiere decir esto último?: Vidrios y Ventanas Gilda.


A lo mejor Nepo se origina en el nombre del propietario ¿Cuál
nombre? Bueno..., podría ser ¡Nepomuceno!
Por esto no se encuentra ni se resuelve hurgando en lexicones. Hay
que hacer la investigación.
Hay que ir al terreno, de alguna manera.
Entonces ¿me atrevería a sacar algo de Samanel? No, señor. Ni lo
deduzco de sistema de computadoras, ni puedo ponerme a inventar con
Samaná, por la simple resonancia de los términos.
Puedo pensar: El propietario debe llamarse Manuel, nacido en Sa-
maná o que le guste mucho la región. De ahí Saman-el.
Puedo pensarlo, pero no lo puedo afirmar alegremente.
Estas cuestiones no se encuentran en diccionarios ni se resuelven
con deducciones.
Si me intriga, si me interesa, debo hacer la investigación directa,
porque si pretendo deducir que es una composición de socios:
/Sa/n tiago, /Ma/ría y /Nel/io/, a lo mejor me sale pelado el billete,
porque ellos son -o ellos fueron-:
SA/NTOS
MA/NUEL y
NEL/SON
¿¡Quién sabe, señor!?

*Para don Pedro de León Marte, el simpático Renovador, el whisky se llama


tiguiriboya, porque cuando un pobre lo toma, le sale boyando el tíguere que lleva adentro.
Orobotoquilo es el desprendido, el “botarate”, porque bota el dinero por kilos, por montones.

14 de agosto de 1997
/ 119 / Palabras para compartir

La palabra /diván/ o la
dinámica de la palabra

Conocemos como /diván/ una especie de sofá, generalmente sin


brazos y sin respaldo, que usamos para recostarnos. Suele tener almohadas
y se acostumbra colocarlo contra la pared.
Es un mueble para el descanso, muy útil, pero que, con la reduc-
ción cada vez más acentuada con que se construyen las viviendas, va des-
apareciendo por falta de espacio.
La palabra es de origen árabe (diwan) y su etimología parece extra-
ña a la aplicación que hoy le damos.
En efecto, el diccionario VOX dice que, en lengua original, diván
significa ‘reunión’ mientras que para el DRAE (Diccionario de la Real Acade-
mia Española) es un ‘libro o registro público’ y, por extensión, ‘sala de con-
sejos o cancillería’.
Recuerdo mi encuentro con el vocablo durante la década de los
años cuarenta. Ya conocía el mueble; pero, hacia mitad de la década, con
unos quince o dieciséis años a cuesta, descubrí una breve y curiosa colec-
ción de poemas de Federico García Lorca, intitulada El diván del Tamarit.
Fue publicada en el volumen sexto que Guillermo de Torre recogió
para Editorial Losada, S. A., de Buenos Aires, segunda edición, 1940.
Son apenas ocho poemas breves, entre los que se incluyen “Casida
de la muerte clara”, “Gacela del amor con cien años”, y “Gacela de la
terrible presencia”.
A través de estos versos no sólo aprendí que una palabra puede
significar muchas cosas, sino que asimilé cómo la palabra puede adquirir
Rafael González Tirado /120/

matices de significación por figuración o lenguaje figurado, y nuevos em-


pleos, por extensión del significado a otro concepto relacionado con el
sentido original.
El sentido original de diván en árabe es ‘reunión’.
El diccionario de la Real Academia Española (DRAE) ofrece, en pri-
mer lugar, la acepción de supremo consejo celebrado entre los turcos para
determinar los negocios del estado y de justicia. Más adelante el uso se
extiende a una segunda significación: sala en que se reunía este consejo.
De inmediato, el DRAE incluye un tercer significado: banco con
brazos o sin ellos, por lo común sin respaldo, y con almohadones sueltos. Y
termina con la acepción de “colección de poesías de uno o de varios autores,
en alguna de las lenguas orientales, especialmente árabe, persa o turco”.
¡Qué curiosa es la lengua!
¡Qué maravillosas son las palabras!
Fíjese cómo de /reunión/ pasa a significar /asamblea/ y luego /
mueble/ por extensión del término.
Y cómo de /mueble/ el vocablo recoge al final el significado de /
colección de versos o antología/.
Aquellos jefes que se reunían para tratar asuntos de estado, cum-
plían largas jornadas a caballo, y necesitaban comodidad para discutir los
temas de la agenda para gobernar.
De reunión o asamblea, el vocablo se extendió, primero, a lugar
donde se celebraban estos encuentros, y, más tarde, a los acomodados
asientos en que los jerarcas se posicionaban para concertar. Que esto de la
concertación viene de muy atrás.
Finalmente, como en el fondo se trataba de /reunión/, se produjo
el paso hacia /antología/ de poemas árabes, persas y turcos, que es la base
para que García Lorca llame a su colección El diván del Tamarit.
Tamarit es un poblado de España, en Tarragona, conocido por el
castillo medieval del mismo nombre y una iglesia romana del siglo XI. En
los alrededores hay varias ruinas romanas y la Torre de los Escipiones.
/ 121 / Palabras para compartir

Tamarit es poco conocido como poblado. Los poemas del Diván,


de García Lorca, son de los menos mencionados del poeta, aunque allí nos
dio casidas y gacelas.
Casi todo esto del autor granadino y el vocablo /diván/ tiene ins-
piración en la cultura árabe; incluyendo persa y turca.
/Gacela/ es voz árabe. Define un bóvido, de los antílopes, de ta-
maño pequeño, muy gracioso y con las astas encorvadas en forma de liras.
/Casida/ es una composición poética árabe y persa, breve y de
asunto generalmente amoroso.
El diván del Tamarit, aunque pocos y breves, son poemas para leerse
acomodado en confortable asiento.
Porque el tema más sencillo da oportunidad a interesantes disqui-
siciones y abre las ventanas a un mundo de fantasías enriquecedoras.

21 agosto de 1997
Rafael González Tirado /122/

Desapercibido/desprevenido/inadvertido
Primera parte

Usamos mucho la parasíntesis desapercibido. En nivel oral y en


nivel escrito:
-Fulano pasó desapercibido en la fiesta.
-El autor capta fácilmente pormenores que pasan desapercibidos
para los demás.
Queremos decir inadvertido(s).
También empleamos: Me cogió desprevenido.
Los términos marcados funcionan como adjetivos.
Desapercibido equivale a desprevenido, desprovisto de lo nece-
sario. Aunque la mayoría de los autores lo dan como galicismo, por inad-
vertido, María Moliner rechaza ese juicio.
/Desapercibimiento/ es función sustantiva. Quiere decir: despre-
vención, falta de apresto de lo necesario.
/Desapercibidamente/, función adverbial, es sin prevención ni
apercibimiento.
Desprevenido: que no está prevenido. Es igual a descuidado; in-
advertido.
/Desprevención/, sustantivo, es falta de prevención o de lo nece-
sario.
/Desprevenidamente/, adverbio, carencia de prevención.
Inadvertido: Que no advierte o no repara en las cosas que debie-
ra.
/Inadvertencia/ es falta de advertencia. Inadvertidamente/ es con
inadvertencia. Son sustantivos y adverbios respectivamente.
/ 123 / Palabras para compartir

Para mayor comprensión y para el acertado empleo, debemos acu-


dir a los vocablos en primera derivación. Por ejemplo: apercibir.
/Apercibir/ es disponer, preparar lo necesario; preparar el ánimo.
En el uso galicado es ‘observar’, ‘advertir’, que ajusta con el empleo que
le damos los dominicanos.
/Advertir/ es fijar la atención en algo, reparar; llamar la atención
sobre algo; avisar; tener en cuenta; caer en la cuenta.
/Prevenir/ es preparar, disponer con anticipación las cosas nece-
sarias, prever, conocer de antemano las posibilidades de algún perjuicio.
Precaver, evitar o impedir algo.
Luego, los campos semánticos de los tres vocablos, y, en particu-
lar, de los tres compuestos señalados en el título, están bastante identifica-
dos, con ligeros matices direrenciadores o de niveles de empleo o de apli-
cación.
Se produce cierta confusión cuando entramos en el procedimiento
de componer nuevas voces con la radical o tema de la palabra primitiva
(percib) a la cual se le agregan no sólo las desinencias (id-o) sino también
los prefijos (des-a): des-a-percib-id-o, y formamos lo que en esta materia
se denomina parasíntesis.
/Desapercibido/, de formación parasintética, es un vocablo muy
nuestro. Lo empleamos, para significar lo que no fue ‘advertido’, lo que
pasó sin darnos cuenta, o lo que nos sorprendió, lo que nos encontró
‘desprevenidos’.
En la sección Entrevista, de la revista ¡Oh! del Listín Diario:
Alberto Cortez...toma en cuenta los detalles que para los demás
pasan desapercibidos...(p.12, 16 de agosto de 1997). El Siglo, Confiden-
cias, por J. A. Sarastegui Samboy:
El despido del arquitecto asesor quizás hubiese pasado desaperci-
bido si la acción no se produce...(15 de enero de 1996, p.7).
En el matutino Hoy, sección El País: A.F. intentó pasar desaperci-
bida, casi cubriéndose el rostro con las manos...(p.10, 25 de agosto de 1997).
Rafael González Tirado /124/

Son tres manejos en la prensa local. El primer caso citado lo auto-


riza la entrevistadora Dashira Martínez y el tercero lo suscriben Rossanna
Figueroa y Gustavo Olivo Peña.
El segundo caso pertenece a un columnista de ese periódico.
Diccionarios y enciclopedias; gramáticas, gramáticos, filólogos y
lingüistas han dejado caer su opinión o han hecho escuchar su voz.
Desde el DRAE de la Academia de la Lengua hasta el Diccionario de
uso del español, de doña María Moliner...
Lexicones de americanismos, desde Francisco J. Santamaría hasta
nuestro Max Uribe...
Manuales como el de la agencia española de noticias EFE y las
opiniones de don Manuel Seco en su obra acerca de dudas y dificultades en
el idioma...
Lingüistas muy actualizados y de renombres en el continente, como
María Vaquero (Puerto Rico) y José Moreno de Alba (Méjico).
De todo esto y de todos ellos, y de algunos otros más, podremos
conocer sus ideas y sopesar sus recomendaciones en la próxima entrega,
para así sacar nuestras propias conclusiones.

4 de setiembre 1997
/ 125 / Palabras para compartir

Desapercibido/desprevenido/inadvertido
Segunda parte

En la columna “Los buenos días del director”, Listín Diario, 30 de


agosto de 1997, p.2, Rafael Molina Morillo dice:
“El anuncio hecho por el Síndico del Distrito Nacional de que re-
construirá e iluminará esplendorosamente el malecón de la capital tiene
un sabroso ingrediente que no puede pasar desapercibido”.
En algún momento de su exitosa novela La casa de los espíritus, Isa-
bel Allende relata:
“Cuatro días más tarde, el buque los depositó en la más olvidada
provincia del Norte, donde sus elegantes ropas de viajes y sus maletas de
cocodrilos pasaron desapercibidas en el bochornoso calor seco de la hora
de la siesta.”¹
En el rigor gramaticalista y en la aplicación esmerada de la propie-
dad en el empleo de los vocablos, encontraremos dificultades y caeremos
en vacilaciones, ya inadvertidamente, ya indecisos con ciertos usos de pro-
piedades en precario, de discutida regularidad o de discutible irregularidad.
Vamos al caso desapercibido.
N. González Ruiz, preocupado por el empleo propio de cada tér-
mino, condena la impropiedad en la utilización de desapercibido.
“El más común y vituperable es: “ se me pasó desapercibido“, para
indicar que uno no se ha dado cuenta de una cosa que ha quedado ‘inad-
vertida’ por él. Uno está apercibido, cuando está preparado, dispuesto a la
lucha, avisado, y por eso puede decir de un fenómeno, de un ataque, de
algo que se le viene encima de repente: “Me cogió desapercibido”. Tal es el
Rafael González Tirado /126/

uso correcto. Lo curioso es que todo el mundo dice ‘pasó desapercibido’


en vez de ‘inadvertido²
Don Max Uribe, en una obra publicada poco después de su muerte,
observa:
“Desapercibido. Significa desprevenido, desprovisto de lo necesa-
rio; así, escribir que: su presencia pasó inadvertida, ignorada”.³
Sin embargo, ni el Manual de español urgente, de la Agencia EFE, ni
el Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, de Manuel Seco, dos
obras a las cuales tanto acuden los periodistas, ponen empeño en el asunto
que nos ocupa.
EFE menciona, casi de pasada, el infinitivo apercibir, y señala que
la Academia de la Lengua lo da como un galicismo y vulgarismo con la
acepción de darse cuenta, en frases como: “El ciudadano apercibirá... la
importancia de...”4
Así mismo don Manuel Seco, sin connotación alguna relacionada
con el tema. Sólo incluye desapercibido en el “Vocabulario ortográfico” de
los apéndices, con evidente interés en la escritura, y le da como acepción
‘desprevenido’.5
José G. Moreno de Alba, lingüista mejicano, anota que con la ex-
presión “no quiero que esto pase desapercibido “, ateniéndonos al sentido
que la Academia proporciona al vocablo, tendría que entenderse que no se
desea que eso pase “desprevenido o desprovisto de lo necesario”, lo cual
evidentemente no es lo que el hablante contemporáneo quiere decir” -
subraya- “ahora bien, en la tercera acepción de la voz apercibir, se lee en
el Diccionario académico: “Percibir, observar, caer en la cuenta: este uso
galicista se considera vulgar y descuidado”.6
La profesora María Vaquero advierte que aunque el diccionario
trae los calificativos desapercibido e inadvertido, no incluye sin embargo,
los infinitivos desapercibir ni inadvertir, lo que es contrario a la forma
en que operan los diccionarios: consignan los verbos en infinitivo y supo-
nemos las derivaciones o conjugaciones, salvo el caso de irregularidad ex-
terna, y ofrece el ejemplo del participio hecho, forma irregular que ella
/ 127 / Palabras para compartir

incluye como ilustración.


Para Vaquero, “el verbo que debemos considerar clave en este des-
vío es apercibir (en español ‘prevenir’, ‘disponer’). Este verbo ha llegado a
significar, por influencia del francés ‘observar’, ‘caer en la cuenta’, de don-
de des-apercibido (originalmente ‘desprevenido’, ‘no dispuesto’, ‘despro-
visto de lo necesario’) ha llegado a ser ‘no observado’, ‘no notado’ ‘no
advertido’, o sea, inadvertido“.7
Doña María Moliner8 admite inadvertido como segunda acepción
de desapercibido, y dice que, aunque la acepción no aparece en el diccio-
nario de la Academia y algunos puristas la rechazan como galicismo, su
derivación... es tan legítima como la de la acepción ‘desprovisto de lo nece-
sario’.
Moreno de Alba hace a un lado “la discusión sobre el carácter gali-
cista o castizo del término desapercibido con el sentido de ‘no percibido’,
lo que a mi ver convendría hacer una encuesta entre escritores de prestigio.
Me inclino por pensar que la mayoría prefiere usar inadvertido, y no des-
apercibido para expresar que algo o alguien no ha sido advertido, percibi-
do, notado o tomado en cuenta”, concluye el autor.
Y María Vaquero cierra con pícaro gracejo: “La Academia acepta
desapercibido en el sentido de ‘inadvertido’, al aceptar el uso galicista de
‘notar’, ‘advertir’, para el verbo apercibir. Su acepción, sin embargo, parece
un tanto forzada, pues añade una valoración que nos invita a la resistencia.
Dice: Este uso galicista se considera vulgar y descuidado”. Así que ya se
sabe: podemos ser vulgares, descuidados y galicistas con, casi, permiso
académico. No está mal.

1 Capítulo VIII, El Conde.


2 Nicolás González Ruiz, “Redacción periodística”, capítulo de la obra El periodismo, teoría y práctica.
Editorial Noguer, S. A., Barcelona, 1945, p.112.
Rafael González Tirado /128/

3 Notas y apuntes lexicográficos. Americanismos y dominicanismos, impresa en agosto de 1996 por


Editora de Colores, S. A., Santo Domingo, R. D.
4 Agencia EFE, S. A., Manual de español urgente, Ediciones Cátedra, Madrid, 1994, p.149.
5 Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, Manuel Seco, Espasa Calpe, S. A., décima
reimpresión (1995) de la novena edición 1986, Madrid.
6 Minucias del lenguaje, Fondo de Cultura Económica, Méjico, primera edición 1992, p.111.
7 Palabras son palabras, Editorial Plaza Mayor, Inc. San Juan, Puerto Rico, 1997.
8 Diccionario de uso del español, tomo A-G, Editorial Gredos, Madrid, reimpresión, 1975.

11 de setiembre de 1997
/ 129 / Palabras para compartir

De sorteos de yipetas y la anglización de la


lengua

El matutino El Siglo se promociona con la oferta de cuatro yipetas


Ford, Expedition full.
Cada yipeta viene con “interior de léder“, por lo cual se trata del
chance que te da El Siglo “pa’ que te montes”...
Y todo eso es “pa’ti solito”.
La versión en los medios electrónicos enfatiza que cada vehículo
viene “con interior de léder“.
¿Interior de qué o de quién?
¿De léder o de Léder?
¿Cómo se escribe eso?
¿Es que el interior le pertenece a Léder o es que la parte interior es
de un material llamado léder?
¿Todos los elementos o partes del interior son de léder?
¿No hay ningún metal? ¿No hay plásticos ni telas para forrar los
asientos?
La palabra me empieza a dar vueltas en la cabeza. La escucho por
la radio que es siempre ágil, acelerada y, además, la pronunciación puede
no ser clara, o puede distraer o sorprender a uno distraído.
Consulto, y me confirman la frase: interior de léder.
Pienso, de inmediato que, como en materia de automovilismo te-
nemos tantos préstamos ánglicos, el vocablo de marras debe andar por ahí,
por los vericuetos de la anglización.
Y al revisar mi corto vocabulario en esa lengua extraña, deduzco
que se está hablando de los forros o tapizados de los asientos de los auto-
Rafael González Tirado /130/

móviles. Claro: de ¡leather!, que significa piel, sencillamente.


¡Interior de piel! Nada más que eso. Ni más ni menos. Sólo que
parece que decirlo en lengua foránea es más atractivo o brinda mayor
prestigio.
El léder que suena en la radio carente de imágenes, por supuesto,
en lugar de sugerir, señalar, provoca un aislamiento en el perceptor del
mensaje, por falta de estímulo que se ofrece cuando, en el “anuncio” de la
televisión, muestran los asientos forrados de piel de una de las yipetas
ofrecidas.
El empleo de léder corresponde al caudal de voces relacionadas
con la industria de los vehículos de motor que nos han prestado: bumper,
muffler, sealed-beam, full, full powers, power steering, clutch, y ahora
contamos con el Expedition full y el atrayente léder para delicia de las
sentaderas de quienes resulten agraciados en el sorteo del matutino.
A la postre, gran parte de esos vocablos queda para una élite, para
fiebruses de los motor cars, que se singularizan y se dan un aire de impor-
tancia con el empleo de los extranjerismos que la mayoría no entiende o no
puede asimilar:
Es fácil que esto suceda en sociedades dependientes, máxime cuan-
do, además de los lazos comerciales, se tiene una aproximación geográfica,
como es el caso de la República Dominicana con los Estados Unidos de
Norte América.
También las agencias publicitarias, en multitud de casos responsa-
bles de estas realizaciones, están influidas por el sistema. La avanzada
tecnología norteamericana, en todas las actividades de la vida, impone su
modelo. El uso de un lenguaje especializado o particular se siente en el
proceso de intercambio desigual.
Pero este intercambio no debe ser sumisión y calco. Debemos echar
manos de lo nuestro hasta el límite cultural disponible. Debemos tomar y
dejar: Una actitud que nos permita, sin acomodos impertinentes, ir trazan-
do el perfil del hombre dominicano.
/ 131 / Palabras para compartir

Por suerte, muchos de los usos son pasajeros, modas, exotismos


para darse pisto o para atraer a una clientela que se guía por el relumbrón
de un momento.
A los que se encadenan con los bípers y celulares, con las tarjetas
de crédito, con las yipetas, los happy hours y con el cotilleo del afán social.

20 de noviembre de 1997
Rafael González Tirado /132/

Es correcto decir: ¿/un muerto diario/ o


/un muerto a diario/?

Última Hora, del pasado domingo, trae en su portada el siguiente


título: Un muerto /a diario/.
Se refiere a los accidentes de automóviles en la autopista Las Amé-
ricas.
Nos sorprende el uso de la locución adverbial /a diario/ porque
estamos acostumbrados a frases como:
-Gana cinco mil pesos quincenales.
-Por medio de esta ley, se concede una pensión de dos mil pesos
mensuales.
-Ofrecemos un premio de dos camionetas semanales.
El titulador de Última Hora prefirió la locución /a diario/ al adjeti-
vo /diario/, sin la preposición /a/.
De modo que aunque hubiera empleado femenino /muerta/, man-
tenía la frase /a diario/; no diría /una muerta diaria/, ni muchos menos /
una muerta a diario/.
El modelo dominicano /un muerto diario/, sin la preposición y
con desinencia en forma masculina, obligaría gramaticalmente a decir
/una muerta diaria/.
¿A causa de qué se produce este hecho de lengua?
Cuando decimos que alguien gana cinco mil pesos quincenales,
hacemos concordar /quincenales/, que es adjetivo, con /pesos/, sustan-
tivo.
Como /peso/ es plural, su modificador normal (adjetivo) ajustará
/ 133 / Palabras para compartir

sus desinencias en número, y muchas veces en género, con el sustantivo


modificado.
Pero resulta que los pesos no son mensuales, ni quincenales, ni
semanales, ni diarios. Los pesos son pesos. Devaluados o no devaluados,
son pesos, simplemente.
Lo que es quincenal, mensual, etc., es el período en que se le paga
el sueldo a un servidor. El sueldo se le paga quincenalmente, mensualmen-
te.
Lo que quiere decir que el adverbio (quincenalmente), que es inva-
riable, o la forma adverbial (por cada quincena) ajusta con el verbo (gana),
no con el sustantivo (pesos).
Y es lógico pensarlo, ya que el adverbio nace para modificar al
verbo. De ahí su nombre: del latín ad-verbium, que significa para o junto
al verbo.
Entonces, fulano no gana cinco mil pesos quincenales. El gana /
quincenalmente/ o /por cada quincena/ de trabajo la suma de cinco mil
pesos .
/Ninguna pensión es de X /pesos mensuales/. Lo que es mensual
es el pago de la pensión de X pesos.
/Mensual/ modifica a /pensión/, no a pesos. /Mensualmente,
adverbio, modifica al verbo.
Por eso, se debe decir de una de estas dos formas:
-Se concede una pensión mensual de ...
-Se concede una pensión de X pesos, mensualmente, en favor de...
No existen camionetas semanales, ni quincenales...
Por tanto, no pueden ofrecerse /camionetas semanales/, porque
ninguna agencia las tiene, ninguna empresa las fabrica.
Lo que puede organizarse es la concesión de un /premio semanal/
de dos camionetas, u ofrecer /semanalmente/ un sorteo de dos camione-
tas.
Porque el período se refiere al otorgamiento u oferta de los pre-
Rafael González Tirado /134/

mios: cada semana, o por semana o semanalmente.


Por lo que la concertación o concordancia /semanal/ va con /
premio/, en singular.
Un premio semanal de dos camionetas.
O con el verbo: Se ofrece semanalmente un premio de...
Un muerto /a diario/ equivale a que se produce un muerto /diaria-
mente/. Son dos formas adverbiales, sustituibles entre sí. Una u otra forma
caben perfectamente en la frase.
Lo que no procedería es un muerto /diario/ como nos hemos acos-
tumbrados a decir en expresiones semejantes.
El muerto no es diario. Lo que queremos decir es que a diario se
produce, por promedio, una muerte en la autopista Las Américas.
La oración entera sería: En la autopista de Las Américas se produ-
ce, por promedio, una muerte diariamente; o: En la autopista Las Améri-
cas se produce, a diario, una muerte por promedio.
Llevada a la expresión breve de un título de una sola columna,
como lo empleó Última Hora, se puede decir:
Un muerto a diario.
Es una forma apropiada al sistema de la lengua y rechaza la forma
de adverbializar un adjetivo, que, es, esta última, una forma variable en
género y número.
Quizás propicia esa adverbialización anómala el hecho de que los
términos semanal, quincenal, mensual destacan el número, en singular y
plural; pero, en cuanto al género, mantienen una terminación indiferente,
que no es ni en /a/ ni en /o/, sino:
semanal/semanales
quincenal/quincenales
mensual/mensuales).
Debemos poner cuidado en estas formulaciones, como ha hecho
Última Hora, donde la expresión que nos interesa funciona realmente como
un adverbio o grupo sintáctico adverbial, que, en principio, es construc-
/ 135 / Palabras para compartir

ción invariable, o de concordancia interna dentro de su propio sintagma,


sin afectar, necesariamente, el resto de la construcción.

28 de agosto de 1997
Rafael González Tirado /136/

El lenguaje de la patria

El penúltimo día del pasado febrero terminó el Mes de la Patria,


campaña oficial organizada para difundir los valores nacionales.
Se extendió desde el 26 de enero, día dedicado a exaltar la memoria
de Juan Pablo Duarte, hasta la fecha de la proclamación de la independen-
cia, 27 de febrero.
Lo anunciaba un cartelito con la bandera impresa, colocado en
vehículos y en diferentes lugares de la ciudad:
Mes de la Patria
Enero 26-Febrero 27
Enero 26, febrero 27 es forma usual en el inglés.
Ellos escriben en una carta:
October 12, 1997.
Primero el mes, luego el día y, al final, separado por una coma, el
año correspondiente. Y los meses comienzan con mayúsculas.
Nosotros colocamos primero el día luego el mes y, por último, el
año, enlazados por la preposición /de/:
12 de octubre de 1997.
Cada lengua tiene su sistema, en cada cual se hace al arbitrio de sus
hablantes se fija y se transmite por generaciones.
Es muy extendido el uso ánglico de la fecha en la correspondencia
dominicana, sobre todo en las comunicaciones de oficinas que cuentan
con personal con entrenamiento en esa lengua y tienen responsabilidad en
la redacción de cartas, informes, ofertas de servicios etc.
Otros muchos usos provienen de la lengua inglesa o de las costum-
bres de los norteamericanos que nos atrapan en la estrategia de la influen-
cia y la transculturación.
/ 137 / Palabras para compartir

Los meses y las estaciones del año, los días de la semana y los
nombres de las notas musicales se escriben con minúscula inicial. Así lo
recomienda el Manual de español urgente, de la agencia de noticias EFE, y se
ve en todos los manuales sobre la materia.
Agregaría los puntos cardinales.
Manuel Seco, Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española,
dice: “Los nombres de los meses pueden escribirse indistintamente con
mayúsculas o minúsculas, aunque lo habitual es hoy la segunda forma”.
Los dominicanos tendemos al empleo máximo de las mayúsculas.
Las colocamos sin ser palabra inicial de párrafo, en Ley, Reglamento, Pre-
sidente, Provincia, Sección, Paraje, Municipio, Don, Doña…
-Para las próximas elecciones Municipales y Congresionales; o
-Urge hacer la revisión Constitucional.
Escribimos: “Cuando en Diciembre de 1972”, sin la necesidad de
mayúscula en diciembre, que lo que hace es multiplicar el trabajo del me-
canógrafo o digitador, que si es persona que se compenetra con su labor, le
creamos una inquietud a cada paso.
Amando de Miguel, en La perversión del lenguaje, opina: “Un vicio
que nos ha entrado a todos a través del inglés es el abuso de las mayúscu-
las”.
Pienso que entre nosotros es principalmente cuestión de respeto,
dignidad, nivel o importancia que damos a las personas, instituciones o
temas que tratamos al momento de escribir.
En otro orden de empleo, y por manejar un ejemplo, le damos
importancia al extranjerismo /marketing/ frente a /mercadeo/, /merca-
dotecnia/.
En el término mercadeo aparece, al final, un encuentro duro de
vocales abiertas (fuertes) mientras que mercadotecnia es un vocablo de
nivel técnico, lo que podría provocar que los mercadólogos, publicistas y
profesionales afines nos vayan acostumbrando al empleo de marketing, al
cual recurren con harta frecuencia, no sólo porque el inglés se ve como una
Rafael González Tirado /138/

lengua de prestigio, sino porque ellos mismos exhiben así su nivel de


formación profesional.
Otras formas nos entran por la vista. Difícilmente decimos /clob/
, sino /club/. Sólo una persona entrenada y cuidadosa de la dicción ex-
tranjera lo diría con /o/, abriendo la vocal cerrada (u) con que se escribe la
palabra en aquella lengua.
Nos acostumbramos a decir /dial/, tal como se escribe, desde que
llegaron los radios con su esfera para señalar el punto donde se localiza
cada emisora. Por eso, mientras en Puerto Rico, con ejercicio en ambos
idiomas, pronuncian algo así como dayal (da-ial), los dominicanos, a nivel
común, a nivel de pueblo, siempre le hemos llamado Dial al jabón de baño.
Por esa misma razón, o por razones parecidas, hemos solido pro-
nunciar Warner BROS., en lugar de Warner Brothers, el nombre de la em-
presa de películas, aunque jamás dudaremos en decir, en buen español,
Cortés Hermanos, Stefan Hermanos, aunque nos escriban mil veces: Cor-
tés Hnos., Stefan Hnos.
Es que, no compenetrados con la lengua extraña, entendemos el
extranjerismo como señal para la vista (escritura), no como señal para el
oído, y no alcanzamos a descifrar la pronunciación.
He visto en la prensa escrita Genris y Rusbert como nombres de
pila, y pienso que son empleos por desconocimientos; fonetizaciones, do-
minicanizaciones de Henry y de Roosevelt, éste último el apellido de dos
ex-presidentes norteamericanos. Es una situación diferente a la anterior,
porque aquí no ha operado el código escrito, sino lo que se produce como
señal para el oído.
De vez en cuando, alguien, cuidadoso de la dicción, nos deja oír
ad-joc/ por /ad-oc/, de ad-hoc, locución latina. Vale decir, que de la /h/
muda del español hace una aspiración. ¿Será por respeto a la ortografía?
¿No estará analizando la pronunciación, equiparándola a /h/ome/, /h/
ouse, que pronunciamos como una aspiración o jota suave?
La lengua es barrera, pero, en ocasiones, se convierte en puente.
/ 139 / Palabras para compartir

La lengua fue una barrera durante la dominación haitiana del siglo


pasado. La lengua nos identificó, nos aglutinó como entidad cultural y
afirmó nuestra convicción de patria libre y soberana.
Pero la lengua también es interferencia, transculturación. Sin que
estas ideas nos lleven a desdeñar los préstamos léxicos indispensables o
necesarios.
¿Hay un puente de anglomanía tendido hacia el futuro?
¿Con qué lengua realizo la Patria?
¿Con qué lengua la identificaremos en un futuro inmediato?
El uso ánglico de la fecha viene de lejos. La usó el Consejo de
Estado para anunciar el despido de Joaquín Balaguer del seno de gobierno.
Así dataron la información: Enero 17 1962. Pero sin la coma entre el día y
el año, que, de seguro, la usan para que no se unan, no se confundan los
números y el dato se vuelva un pastel. Pero no es introducción del Consejo
de Estado de 1962. Esta datación viene de muy atrás. Y goza de mucho
arraigo en la redacción de correspondencias.
Mientras tanto, entonemos las notas del himno nacional antes de
cada juego de pelota profesional. Es uno de tantos calcos…
Mes de la Patria, con mayúsculas: 26 de Enero-27 de Febrero.
¡Arriba las banderas, dominicanos!

5 de marzo de 1998
Rafael González Tirado /140/

Las trampas del lenguaje machista

No es tarea fácil encontrar la fórmula para el empleo de un lengua-


je no sexista, porque el idioma no es producto de investigación de labora-
torio ni asimilación de prontuarios de gramática.
La morfología del español está estructurada para matizaciones de
género y de número, en cuanto a los nombres (adjetivo y sustantivo) y de
números y personas, en cuanto al verbo.
Los nombres tienen -de ordinario- una terminación en singular:
avenida, camino, sobrentendida por la ausencia de /s/ o ausencia de marca;
y otra terminación en plural, generalmente marca de /s/: carreteras, o de /
es/: contenes.
En cuanto al género, existe la primera terminación: camino, en /o, llamada
terminación masculina; y la segunda terminación: avenida, en /a/, o
terminación femenina.
Cuando la palabra no tiene terminación en una de estas dos formas
de género (calle, contén), es de terminación indiferente, es decir, que no
terminan ni en /a/ ni en /o/.
Esto representa cierta riqueza formal.
De lo que carece el español es de una terminación especial, que
incluya masculino y femenino, y que no termine ni en /o/ ni en /a/. Que
no sea neutro, sino envolvente; que no sea indiferente, sino clasificador o
determinador de los dos géneros.
Que no sea niñ/o/ ni niñ/a/; sino los dos.
Que no sea ni /empleado/ ni /empleada/, sino ambas de una sola
vez.
Supongamos: /les ancianes/, /les niñes/ o /les ancianis/, /les niñis.
/ 141 / Palabras para compartir

Carecemos de ese morfema, de esa distinción gramatical y léxica.


Tratamos de ajustarnos, tratamos de ponernos a tono con este mo-
mento de la problemática del lenguaje sexista.
Pero, difícil sustituir a cada paso la enunciación no marcada:
-Que pasen los niños y las niñas.
-Debemos atender mejor a los ancianos y a las ancianas.
-Los y las responsables de la alteración del orden.
¿Cómo damos este título a un funcionario: Defensor de niños y de
niñas abandonados/abandonadas, cuando llevamos siglos en los modelos
como el siguiente: Defensor de niños abandonados?
Voy a manejar dos ejemplos de orígenes tan distantes como un
texto de ley y un llamado a participar en una concentración nacional.
Este llamado lo hace, en espacio pagado, la Asociación Dominica-
na de Profesores (ADP)*
Maestro, maestra, la Asociación Dominicana de Profesores
(ADP) te invita a participar en la gran concentración nacional…
Maestro/maestra no sólo es una oportuna invocación a ambos sexos,
sino que corresponde también al dictado femenino del momento, que en-
contró eco en ese sector del profesorado.
Pero el nombre que lleva la asociación concluye en /profesores/.
¿Sería práctico agregarle /y de profesoras/?
Decir, por ejemplo:
Asociación Dominicana de Profesores y Profesoras (ADPP).
Profesores es, directamente, plural de profesor, no de profesora.
Pasemos al otro ejemplo.
En el artículo 5 del proyecto de ley sobre trasplante de órganos y
de tejidos entre seres humanos, aprobado recientemente por la Cámara de
Diputados, se lee: El Consejo Nacional de Trasplante estará integrado por
los siguientes miembros:
Rafael González Tirado /142/

-Un representante de la Secretaría de Estado de Salud Pública y


Asistencia Social;
-Un representante del Instituto Dominicano de Seguros Sociales;
-El decano/a de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universi-
dad Autónoma de Santo Domingo (UASD);
Un representante de la Asociación Médica Dominicana;
-Un representante de la Sanidad Militar;
-El Coordinador General del Instituto Nacional de Coordinación
de Trasplante;
El Coordinador de Trasplante de cada uno de los Centros de Salud…
Son siete renglones para la integración del Consejo mencionado.
En cualquiera de los renglones puede haber una mujer.
Sin embargo, sólo en el tercer renglón el proyecto se sacude del len-
guaje no marcado, o mejor, se marca el lenguaje para establecer decano/
decana.
Imagínense que fueran a decir en varios renglones:Un representan-
te o una representante…
O, en defecto:
Un, una representante…
Y en los dos últimos:
-El coordinador o la coordinadora general de…
-El coordinador o la coordinadora de trasplantes…
Indiscutiblemente que ganaríamos en actitud y valores de estima-
ción de la mujer.
Pero textualmente: ¿enriqueceríamos en claridad y estilo un instru-
mento de más de 25 páginas 8 ½ x 14 pulgadas y casi 40 artículos amplios,
bien desarrollados?
¿O no es que, al decir: el coordinador o la coordinadora, el decano
o la decana, estamos diciendo, rigurosa formalidad, que debe ser uno de
los dos?
/ 143 / Palabras para compartir

¿Es que hay dos decanos, hombre y mujer, en una misma facultad?

*Cintillo al pie de la página 15, sección El País, periódico Hoy, 10 de marzo de 1998.

2 de abril del 1998


Rafael González Tirado /144/

¿Es Samuel Sosa uno de los peloteros /


mejores/ pagados?
A Cuchito Álvarez, Alvarito Arvelo y Fernando González Tirado.

Esto se afirma en una crónica de deporte:


...Sammy percibe la suma de 10 millones 600 mil dólares, un suel-
do que lo sitúa como uno de los mejores pagados del negocio.
Mejor/mejores en principio funciona como un adjetivo. Significa
‘más bueno’, ‘más buena’. Como adjetivo, varía de singular (mejor) a plural
(mejores). Ejemplos:
Este es el /mejor/ maestro o ésta es la /mejor/ maestra.
Estos(as) son los(las) /mejores/ maestros(as).
El adjetivo /mejor/ puede sustantivarse, vale decir, puede funcio-
nar como objeto, significación separada o abstraída de la cualidad:
El mejor de todos los alumnos.
Sólo admitiré los mejores.
Pero la complejidad, y -¿por qué no?- la variedad y riqueza del
idioma permiten el uso de /mejor/ como adverbio:
-Habló /mejor/ que nadie.
-Es la mejor vestid/a/ de todas las asitentes.
-Son las /mejor/ vestid/as/ de todas las asistentes.
-A lo /mejor/ se alojarán en tu casa (=tal vez).
-Tanto /mejor/ si viene (=mejor todavía)
Como adverbio /mejor/ no variará en ninguno de estos usos, no
importa que hable de hombre o de mujer, de uno o de varios.
En prinicpio, significa ‘más bien’, bien, y más, adverbio de canti-
dad.
/ 145 / Palabras para compartir

Es diferente del empleo como adjetivo, ‘más bueno’ donde el uso


de bueno es, como un calificdor, susceptible de flexiones o cambios de
número y de género, manifestado, esto último, en el artículo y en el pro-
nombre. Igual sucede cuando lo usamos como objeto o sustantivo.
Como adverbio, ya sabemos, no existe esta posibilidad, por la na-
turaleza invariable de la palabra.
Vale la pena destacar que /mejor/ y /peor/ siguen la misma suerte
de concordancia y cambios de flexiones según el papel que estén desempe-
ñando.
En ocasiones, tropezamos con estos empleos:
a) ...A partir del lunes próximo realizaremos la lista de los 10 (cro-
nistas) peores vestidos, (dato extraído de una columna deportiva).
b) Un cable ha mencionado alguna vez a Elizabeth Taylor como
“miembro de las peores vestidas“.
c) Con motivo del fallecimiento de Dean Martin, un locutor de
noticias de NBC leyó que fue “uno de los actores mejores pagados“.
d) En una columna criolla de farándula se prometió que publica-
rían “la lista de los peores y mejores vestidos“.
Querían decir aquí las (personas) mejor y peor vestidas, pero plura-
lizaron el adverbio. Se debió decir, por ejemplo: publicaremos la lista de
los (artistas) mejores y peor vestidos.
/Mejores/ y /peores/ vestidos quiere decir las más malas o las
más buenas vestimentas o ropas etc., que no es lo que está en el pensa-
miento del sujeto-hablante. En tal caso, ropas, vestimentas, vestidos, son
sustantivos, modificados por el calificativo /mejor/ en singular o plural,
según la ocasión: la mejor ropa, la peor vestimenta, los mejores vestidos
para una jovencita. Vale decir, hay una concordancia (formal) en número
entre el sujeto de la frae y su adjetivo.
Cuando se refiere a la condición o circunstancia de andar bien o
mal vestido(a), se está empleando peor o mejor en función de adverbio,
modificador de una adjetivo o un participio, que funciona como tal:
-Actores /mejor/ pagados.
Rafael González Tirado /146/

-Actrices /peor/ vestidas


-Cronistas /peor/ vestidos.
En caso similares (adverbio que modifica a un adjetivo, no adjeti-
vo que modifica al sustantivo) no se debe decir /peores/ ni /mejores/.
Eso debe guardarse para el empleo de mejor o peor como adjetivo:
-los mejores maestros/las mejores maestras;
-los peores alumnos/las peores alumnas;
-los mejores productos del año/las mejores estaciones de radio.
Entonces ¿en qué quedamos con Samuel /Sammy Sosa?
La frase: “Uno de los mejores pagados”, viene en un recuadro de
la portada de la sección El Deporte, página 1B del Listín Diario del pasado
16 de abril (1998). La información básica es servida desde Nueva York
por Juan Vené, pero el recuadro viene sin autoría.
La forma sintáctica correcta es:
Sammy percibirá... un sueldo que lo sitúa como uno de los mejor
pagados del negocio.
En este empleo, significa más bien pagados, no más buenos paga-
dos.
/Mejores/ en ese contexto es una irregularidad, porque ha adquiri-
do la flexión /es/ para marcar un plural que no corresponde a la forma
española (invariable) del adverbio, sino que se reserva para adjetivos y
sustantivos. En ese empleo, significa más bien pagados ; no puede
significar, más buenos pagados.
Por tanto, Samuel Sosa, el Sammy, es uno de los peloteros
mejor pagados del espectáculo y uno de los mejores peloteros dominica-
nos de todas las épocas.
Según que el vocablo sea adverbio o adjetivo.
Cada cosa en su lugar. Cada /s/ y cada /e-s/ donde corresponda.
/ 147 / Palabras para compartir

Halar y jalar

Un lector de El Siglo, Avelino Arredondo, nos consulta preocupado


por la doble pronunciación halar/jalar, halón/jalón, con que tenemos que
enfrentarnos de vez en vez.
Aguarda por una definición del problema, para saber si hay vulga-
rismo o anomalía al pronunciar la aspiración o jota suave, muy extendida
en el Caribe hispánico, realización faríngea incluida en el segundo momen-
to de cada uno de los ejemplos que presentamos en el primer párrafo.
El diccionario VOX trae primero /halar/ como un galicismo (ha-
ler), que significa en francés ‘tirar de un cabo, de una lona o de un remo’.
Pero en la misma entrada explica /jalar/ como americanismo y de
uso también en Andalucía, con el sentido de ‘tirar hacia sí de una cosa
cualquiera’.
En el artículo dedicado especialmente a la forma con /j/, el VOX
mantiene para /jalón/ el mismo origen gálico y escrito en esa misma for-
ma. Dice que jalón es una vara con extremo inferior de hierro, para darle
mayor firmeza, que se clava en la tierra para determinar puntos fijos.
Como segunda acepción, afirma que en Bolivia la palabra equivale
a ‘trecho’, ‘distancia’.
Añade que, derivado directamente de /halar/, /jalón/ es america-
nismo que significa ‘tirón’, y para los mejicanos es ‘trago de licor’.
El Diccionario práctico-español moderno, de la casa Larousse, dedica su
artículo o entrada a la escritura con /h/ en el sentido empleado por los
hombres de mar: tirar de un cabo, de una lona o de un remo, y con la
significación de ‘remar hacia delante’.
Sin embargo, concede entrada especial a /jalar/, equivalente a
Rafael González Tirado /148/

‘tirar’,‘halar’, en primer orden. Y luego, como voz popular, la asimila a


‘comer’.
En Méjico: ‘tirar’. Y como un verbo pronominal, es americanismo
que significa ‘embriagarse’: jalarse, en el mismo diccionario.
El Diccionario de dudas e incorrecciones del idioma, también de Larous-
se, da cuenta de que la Academia de la Lengua ha aceptado el uso familiar
de /jalar/ en el sentido de ‘tirar’, ‘atraer’, ‘halar’. También es ‘comer con
mucho apetito’.
En la Enciclopedia del idioma, de Martín Alonso, se incluye esta for-
ma aspirada, con la misma significación de comer con apetito, como pro-
pia de Andalucía y de Navarra (España). El propio autor registra /jalar/
como dominicanismo, equivalente a ‘enflaquecer’:
‘Tú sí que estás jalado’.
Así se atestigua en las Notas y apuntes léxicográficos. Americanismos y
dominicanismos, de don Max Uribe.
Alonso ilustra /jalón-jalona/: persona que habla tan despacio que
parece que le /jalan/ las palabras.
Y dice que en Centro América se la llama así a la persona coqueta
o veleidosa.
Tan contradictorio o tan arbitrario es el lenguaje que, mientras en
algunos lugares /jalar-se/ con alguien es no llevarse bien, no atraerse, en
Centro América es tanto ‘hacer el amor’ o ‘tener amores’. Así se encuentra
en el Diccionario general de americanismos, de Francisco J. Santamaría (1942).
Precisamente, Santamaría considera que /jalar/ es una pronuncia-
ción ordinaria, vulgar, popular. Y atribuye a la forma /halar/ un empleo
de nivel literario.
En su Diccionario de dudas e incorrecciones del idioma, Larousse enfatiza
en que es incorrecto decir “un nuevo jalón en nuestro desarrollo”. No se
admite jalón como hito, mejora”. Jalón es sólo “vara usada en topogra-
fía”.
Con todo, el diccionario de la Academia (DRAE) registra /jalón/
/ 149 / Palabras para compartir

como hito, y lo aplica, además, a situación importante o punto de referen-


cia en la vida de alguien o en el desarrollo de algo.
Así, pues, ambas realizaciones, están recibidas y tienen sus diferentes
usos, a pesar de remilgos que han resultado tímidos para detener la evolu-
ción del término en dos pronunciaciones.
Puede el amigo Avelino Arredondo escoger a su gusto y discreción.
Buena suerte en sus afanes idiomáticos.
Una cosa queremos señalar: Es muy difícil que un dominicano, ha-
blando en lenguaje llano, espontáneo, coloquial diga: El que quiera moño
bonito, que aguante /h/alones. Por lo regular dirá: /j/alones.
Y quien, en cualquier nivel del habla, por respeto a la escritura,
pronuncie /halones/, parecerá un ave rara en el corazón de la selva.

7 de mayo de 1998
Rafael González Tirado /150/

A sí mismo/así mismo/asimismo

Encuentro en un diario local la siguiente pregunta: ¿Por qué quie-


ren clonar al ser humano?
Hay tres respuestas chuscas. La que me interesa dice: Porque es la
única forma de que se vean /así mismos/ y dejen su hipocresía.
Esa cadena morfofonemática puede tener tres empleos o aplica-
ciones sintácticas diferentes, lo que mueve mi curiosidad a pensar si es
correcta la forma empleada (así mismo), equivalente al sintagma así:
adverbio, y mismo : adjetivo demostrativo de identidad.
Analicemos las tres formulaciones sintácticas parecidas, de posi-
ble uso en el español, para compenetrarnos con sus particularidades y la
propiedad en cada momento de su utilización.
1. A sí mismo. Tres vocablos:
a : preposición;
sí : pronombre personal complementario (indirecto), reflexivo, de
tercera persona, aplicable a ambos géneros, es decir: él/ella. Es el térmi-
no o parte del término de una preposición; mismo : adjetivo demostrativo.
Ejemplos: El sólo se quiere a sí mismo. Ella se elogia a sí misma.
Son construcciones pleonásticas o redundantes. Varía el adjetivo
(mismo-a); pero no se altera el pronombre (sí).
2. Así mismo. Dos vocablos: /así/ : adverbio de modo (de esta
manera). Se utiliza en expresiones comparativas en relación con cual, como,
según; /mismo/ : adjetivo comparativo.
La frase equivale a ‘de esta misma forma’, ‘de esta misma manera’,
con valor enfático.
Ejemplos: Así mismo lo hizo. Así mismo presentó la declaración.
/ 151 / Palabras para compartir

3. Asimismo. Contracción de dos vocablos:


Es un adverbio de modo, sustituible por igualmente, también. Re-
úne en una fórmula el adverbio así y el demostrativo mismo. Significa de
‘este o del mismo modo’.
En /a sí mismo/ hay dos palabras tónicas o con acento prosódi-
co: /sí/ y /mismo/. La preposición /a/ es palabra átona, es decir, carece
de acentuación (prosódica). Hay que destacar en el habla, mediante la
entonación, el acento de sí, mediante una leve pausa o cesura, casi
imperceptible, o una entonación o inflexión especial entre /a/ y /sí/: a-sí,
con énfasis acentual sobre la /i/.
En /así mismo/, las dos voces van acentuadas (prosódicamente) y
no procede ninguna cesura o entonación entre /a/ y /sí/ del primer
componente, puesto que es una sola palabra.
/Asimismo/ es una contracción: /así/ y /mismo/. Si nos atenemos
a la escritura o a las reglas ordinarias del empleo de la tilde, la entonación
que más se destacaría es el acento (no ortográfico) que recae sobre la /i/
de mismo. Es decir, se debilita el acento de la primera /i/ de la palabra, la
/i/ del adverbio /así/.
Pero don Manuel Seco se decide por la acentuación dítona, un acen-
to bien marcado para cada uno de los dos componentes. Es un enfoque
enteramente prosódico basado en los hechos del habla.
Esta contracción se emplea mucho en la redacción, como conecti-
vo o conjunción entre dos oraciones o períodos.
Ejemplo: La empresa X deberá cumplir con esto y con aquello. /
Asimismo/ entregará a sus trabajadores los resultados de la auditoría...
Representa a la conjunción /y/, y es sustituible por los adverbios
igualmente y también, en función de enlace.
La Academia de la Lengua le ha dado entrada, aunque prefiere la
formación separada /así mismo/.
En su Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, Manuel
Seco advierte que el uso más generalizado prefiere la grafía así mismo con
Rafael González Tirado /152/

el sentido: “del mismo modo”, y asimismo como “también”.


Así debemos entenderlo y no confundir estos empleos con el de a
sí mismo, que equivale a él mismo, un grupo sintáctico bien diferenciado
de las dos elaboraciones anteriores.
Eso fue lo que ocurrió con la respuesta de Milena López o con la
elaboración de su respuesta en el periódico Listín Diario:*
“¿Por qué quieren clonar al ser humano?”
“Porque es la única forma de que se vean /así mismos/ y dejen su
hipocresía”.
La colocación de los términos debió ser:
a /sí/ mismos...
Porque la clonación, por muy de moda que esté, no da derecho a
alterar la colocación ni la forma de las palabras.

*Columna “¿Por qué?”, 8 de mayo de 1998, p.2, “La página del lector”.

14 de mayo de 1998
/ 153 / Palabras para compartir

¿Delen o denle? ¿Demen o denme?

Suplico: Delen algo a ese niño.


Pero de inmediato analizo: ¿Es correcto decir /delen/?
¿Podría pedir: Demen el desayuno?
Así decimos nosotros.
Al examinar las expresiones, identifico un verbo en modo impera-
tivo, que contiene un mandato: /den/.
El modo, en la conjugación de los verbos, indica de qué manera el
que habla encara la significación del verbo.
El modo indicativo, como real: Habla mucho; El gallo canta.
El imperativo contiene un mandato, ruego, consejo o petición:
Cállate ya.
El subjuntivo funciona como deseo o duda: Tal vez venga maña-
na, y el potencial, como posible: Compraría ese libro hoy mismo.
/Den/, en ambos modelos, está operando como mandato o peti-
ción. Me dirijo a alguien con la finalidad de que ejecute una acción.
¿De dónde, entonces, viene ese traslado de la /n/ del verbo hasta
los pronombres /me/ y /le/? ¿Por qué de/men/ y de/len/?
Estos pronombres, colocados al final del verbo, se denominan
enclíticos: Compra/le/, cómpra/te/, cómpra/nos/, cómpra/les/. Se es-
criben unidos al verbo al cual modifican.
Si se colocan delante: /te/ compró, /me/ compró, /nos/ compró,
/les/ compró, se escriben separados del núcleo o verbo.
En ese empleo, se llaman proclíticos. Son voces átonas o inacen-
tuadas, vale decir, que no reciben carga o refuerzo acentual.
Contrariamente, /mí/, /ti/, /sí/, con sus plurales, masculinos y
Rafael González Tirado /154/

femeninos: /nosotros/, /vosotros/, /ellos/, se construyen con una prepo-


sición: /en/ mí, /para/ ti, /a/ él , /con/ nosotros, /sin/ ellos. Van pos-
puestos al verbo al cual modifican y son palabras tónicas (con acento pro-
sódico, márqueseles o no): para /mí/, para /ti/, para /sí/, con /nosotros/
, con /ellos/.
En las formas inacentuadas o átonas, que se usan sin preposición y
a veces se enlazan al final del verbo, nunca aparece una terminación en /
n/: me (primera persona), te (segunda), lo, la, le, se (tercera) del singular;
ni sus plurales: nos (primera persona), os (segunda), los, las, les, se (tercera).
Si estos pronombres complementarios carecen de terminación en
alveolar /n/, ¿de dónde surgen las formas delen, demen?
Es un error que los dominicanos debemos evitar. En la conversa-
ción, tasladamos la /n/ del verbo hasta el final de la construcción binaria:
dele/n/, deme/n/, cuando debemos decir de/n/le, de/n/me.
Quizás esto se deba al hecho de que la formulación del plural sole-
mos hacerla al final de las palabras: cosa/s/, tierno/s/; y aunque
/s/ es la marca ordinaria para la pluralización, en algunos momentos del
verbo, la /n/ es el recurso para expresar diversidad: ellos compran, bailan,
estudian...
De ahí que el hablante dominicano no le suena, no encuentra plu-
ral en /denle/ y, cuando, por ejemplo, alguien se desmaya, prefiere pedir
que se retiren de al lado de la persona afectada: De/len/ aire para que se
recupere.
Si invertimos el orden, es decir, si cambiamos la oración de impe-
rativa a enunciativa: Hay un muchachito que quiere que le den algo de
comer, no trastrocaremos la /n/ de su ubicación natural, sino que diremos
/le den/. ¿A quién se le va a ocurrir pronunciar “len dé algo de comer”?
¿O quién de nosotros podría expresar dígame/n/lo?
Es bueno destacar que el traslado de esa consonante no es anoma-
lía exclusiva de nosotros. En diferentes lugares del mundo hispanohablan-
te llegan hasta duplicar la alveolar: siéntensen, párensen...
/ 155 / Palabras para compartir

Una canción de Leonardo Favio comienza:


Denme la libertad;/quiero la libertad, /que yo quiero cantar /de nuevo
al amor. /Yo no quiero pelear, /prefiero desertar. /No, no quiero matar, /
yo quiero cantar en paz.
Bien por Leo Favio, porque ama la libertad, porque le canta una y
otra vez al amor, porque prefiere desertar antes de matar al hermano, y
hasta por su gramática de la alveolar /n/ colocada en su justo lugar.

2 de julio de 1998
Rafael González Tirado /156/

De la semiótica de la imagen
a la semiótica de la palabra

Prescindiendo del texto, la imagen que ilustra este trabajo me ha


sugerido diversas interpretaciones.
-Primero pensé en la promoción de un artista de circo, con una
capucha con dos cuernos despampanantes.
-El reporte de un espectáculo con el tema de los vikingos.
-Una farsa o comedia burlesca acerca de un cornudo, llevada a es-
cena por un grupo de teatro.
La foto se publicó en la sección de deportes de El Siglo y de otros
periódicos del 16 de julio pasado.
Cuando pensé en el área especializada en que se insertó la imagen,
me aparté de las ideas fraudulentas y de cultura, y me surgió de inmediato,
esta interpretación:
-Están mofando a un perdedor, con un capirote de los cuernos -por
alguna razón- en vez de las dos orejas que caracterizan al tonto de capirote.
La lectura reveló otra cosa “directamente contraria”: Es la imagen
de un gran triunfador, el señor Phil Jackson, dirigente o entrenador del
equipo de baloncesto de los Bulls de Chicago, ganadores de seis de los
últimos ocho campeonatos de la organización conocida por la sigla o abre-
viatura NBA.
Si la foto del dirigente con el símbolo de los Bulls es intencional,
no lo sé. Puede que sea una oportunidad aprovechada por el fotógrafo, un
experto; lo que llamamos un artista del lente. Pero me parece que Jackson
fue colocado allí con la mejor leche. Es, de cualquier forma, un magnífico
fotograma. Si no hubiese sido arreglado, es, entonces una magnífica
casualidad.
/ 157 / Palabras para compartir

En torno a la realización de esta foto podrán surgir cantidad de


interpretaciones, según la óptica con que cada quien lo enfoque.
No tengo suficiente información en torno al deporte, pero sé, por-
que está en la prensa cotidianamente, que se habla de si algunos jugadores
estrellas volverán o no con el equipo para la próxima campaña o si el
entrenador se decidirá por mantenerse en su puesto. Se habla bastante
acerca de esto, y, en días recientes, se ha ilustrado con alguna otra imagen
muy interesante.
Se tiene como una verdad de a puño que una fotografía vale más
de mil palabras. Es un dogma de la disciplina del fotoperiodismo, que
invade otras áreas, como la publicidad. Y esa aserción categórica tiene
mucho de cierto. Ese recurso ha sido bien administrado, bien aplicado
para aprovechamiento de la comunicación social.
Es importante conocer el valor de los signos en el proceso de inter-
cambio de contenidos para la interacción dentro del ámbito de la vida
social.
Cada lenguaje tiene su código, su hábeas y su sintaxis. Sus posibi-
lidades y sus limitaciones.
Puedo decir muchas cosas con imágenes y con gestos. Puede ser
oportuno un guiño cuando no es conveniente hacer un ademán o, mucho
menos, articular palabras. Y todo ello revela la potencialidad de los códi-
gos que el hombre tiene a su arbitrio para la transmisión de significados.
Pero no es posible transmitir todo el contenido con una foto, con
un guiño, con otra realización gestual.
Las diferencias sutiles son expresamente con mayor eficacia me-
diante el recurso de la palabra.
Con un simple refuerzo del tono de la voz, distingo entre lo que
son /caso/ y /casó/, entre lo que es /pálpito/, /palpito/ y palpitó.
¿Puedo marcar esas sutiles diferencias prosodémicas con una foto-
grafía? ¿Puedo diferenciarlo con un ademán o con un picar de ojos?
/Persuadir/ y /disuadir/, por sus componentes fonéticos, me per-
Rafael González Tirado /158/

miten diferenciar el contenido que late en cada estructura: una acción que
pretende influir en mi voluntad para que yo haga o crea en una cosa (per-
suadir) o inducirme a que cambie de parecer o de propósito (disuadir).
Me persuade quien pretenda que yo renuncie a una posición, a un
trabajo. Me disuade quien, ante mi decisión de renunciar, desea que no
lo haga.
Una simple sílaba, una sola vocal, puede marcar la diferencia de
contenido. No es lo mismo: “...al desconocer su derecho, se dirigió a la
autoridad del trabajo”, que decir: “...al desconocer/se/ su derecho, se
dirigió a la autoridad del trabajo”.
La primera forma implica ignorancia de parte de la persona intere-
sada. La segunda, con el pronombre enclítico /se/ añadido al infinitivo /
desconocer/, significa conocimiento de la violación o atropello en contra
de los derechos de alguien.
¿De qué manera, con qué signo plasmo en un fotograma las conno-
taciones que separan a estos vocablos, a estas construcciones?
¿Cómo lograrlo con un abrir y cerrar de ojos, si antes no nos hemos
explayado con multitud de palabras para tratar el problema que nos pone
en la encrucijada de renunciar o de mantenernos en una posición.
La fotografía nos dice mucho. Despierta emociones, trae recuer-
dos, mantiene nuestro interés.
Pero la imagen del dirigente de los Bulls tiene su justa dimensión a
través del texto que se incluye en las columnas del periódico; que se repar-
te entre el titular, la crónica y el pie de grabado. Y, especialmente -no lo
dejemos afuera-, por todas las referencias que tengo acerca de la situación
o del tema.
Sin ese recurso textual y sin acumulación de conocimientos, no
existe información válida. Algunos podrán saber quién es el personaje,
pero la mayoría quedará ignorándolo, se mantendrá incomunicada, a pesar
de todo el poder que se le concede a una buena imagen.
Si digo: No lo creo sincero, estoy negando a alguien esa calidad.
/ 159 / Palabras para compartir

Si, al contrario, me expreso con una pausa:


No. Lo creo sincero. He dicho exactamente lo contrario.
Se ha empleado el mismo segmento. Pero la pausa y el tono, recur-
sos extrasegmentales, cambian totalmente el sentido.
Empleos tan sencillos dentro del idioma, provocan y, atizan dife-
rencias sutiles, con el auxilio de recursos prosodémicos muy bien definidos
que, a la vez, definen valores semánticos bien diferenciados.
La lengua es el más complicado de todos los sistemas empleados
para el acto de la comunicación entre personas que comparten dentro de
una comunidad. Pero es el recurso más eficaz y más completo para el
proceso de interrelación social.

6 de agosto de 1998
Rafael González Tirado /160/

/Detentar/ como caso de


impropiedad en el lenguaje

A la memoria del doctor Ángel M. Tejada Castillo, maestro, hombre de bien,


gran mentor en una etapa importante de mi vida.

Desde tiempo he notado el empleo del verbo /detentar/ con el


sentido de ejercer una función. Lo he experimentado desde largos años
atrás y aún lo veo escrito y suena por algún lugar.
Recuerdo, cuando iniciaba los estudios de derecho, noviembre de
1950, que Ángel María Tejada Castillo, higüeyano, que tenía instalada su
sastrería hacia el extremo norte de la isleta que formaban -todavía queda
algo- las calles José Reyes y Jacinto de la Concha, al oeste y este, respecti-
vamente; la Benito González, al sur, y al norte, en la punta de la lengüeta,
la entonces Félix María Ruiz, ahora prolongación avenida Méjico.
La casa que ocupaba Tejada Castillo tenía doble frente: uno hacia
la Jacinto de la Concha y el otro hacia la José Reyes. Con él estudiábamos
Francisco Ricardo Gautreaux (Cano), Francisco del Carpio Durán, Ramón
Jerez Jorge y yo. Gautreaux, de quien se ha dicho que era uno de los
mejores saxofonistas que había dado el país, emigró a los Estados Unidos
de Norte América; no llegó a graduarse. Todos ellos han fallecido. Jerez
Jorge fue víctima de la tiranía de Trujillo, debido a su fuerte oposición y su
carácter intransigente.
Más tarde, Tejada Castillo convirtió la sastrería en un colegio de
mucho éxito, que después trasladó a la Zona Colonial: el Mahatma Gand-
hi.
/ 161 / Palabras para compartir

Repasábamos una tarde las lecciones sobre derecho constitucional


y surgió la palabra /detentar/. Don Ángel, escudriñador, advirtió que el
término no estaba bien empleado por el autor de las lecciones; que /deten-
tar/ no significa /tener/, /ocupar/ un cargo; que el significado de esa
palabra estaba relacionado con la ocupación ilegítima o de fuerza de una
función.
Recuerdo que, en su vocación de maestro, acudió al diccionario y
leyó el contenido de la entrada correspondiente a dicho término.
No todo el mundo, al margen de la educación formal, cuenta con
un orientador así, para solidificar su formación.
Han pasado muchos años, y, de tarde en tarde, escucho o leo /
detentar/ en el sentido de /ostentar/. ¿Qué he dicho? Quizás sea ese
verbo el que nos ha llevado a la confusión del significado del vocablo
forense que motiva estas líneas.
En efecto, /detentar/ significa ‘atribuirse, retener uno la posesión
de algo que no le pertenece’.
Es un galicismo por ‘ocupar, tener, desempeñar un cargo lícita-
mente’.
Sin embargo, en un discurso que me presentan para que lo revise,
se cuela que alguien detenta, en ese momento (julio de 1998), el cargo de
diputado, hasta el 16 de agosto de 1998. No son pocos los textos en que
aparece un uso similar. Si es un cargo ganado regularmente ¿por qué pone-
mos detentar?
Larousse, Diccionario de dudas e incorrecciones del idioma, explica: Es
incorrecto... decir “detentar un cargo de gran importancia”. En ese caso
debe decirse “ocupa” un cargo de gran importancia.
Don Manuel Seco, en su Diccionario de dudas y dificultades de la lengua
española, afirma que detentar es “retener sin derecho (una cosa). Es error
grave usar este verbo por tener en su poder o en sus manos, disponer de,
ocupar o desempeñar. Se puede decir que un dictador detenta el poder,
pero no que un boxeador detenta un título”.
Rafael González Tirado /162/

Y don Fernando Lázaro Carreter, director de la Real Academia de


la Lengua, El dardo en la palabra, comenta que en uno de sus artículos de
prensa escribió: “De cuantos detentan (las cursivas son del propio académi-
co) la voz pública, no hay ni que hablar: son ellos los que hablan sin oír,
sin leer y sin pensar”. Lázaro se refería “a quienes en tribunas públicas,
incluidas, naturalmente, prensa, radio y televisión, hacen uso de la lengua
española”, porque la desconocen. Varios lectores le reprocharon que, siendo
quien es, no supiera lo que significa detentar. Esos corresponsales no en-
tendieron la ironía de don Fernando, que está plasmada principal y clara-
mente en las cursivas que hizo imprimir para el artículo de marras.
Con todo, no puedo dejar de referirme al comentario
Una sentencia histórica, de la página “Para el récord” , de la revista
Gaceta Judicial, número correspondiente a la quincena del 13 al 27 de
agosto de 1998, página 8, párrafo quinto de la primera columna:
“La actual Suprema Corte de Justicia ha reaccionado contra esta
injusta, estrecha y conservadora jurisprudencia que había subvertido el
derecho que tienen los ciudadanos a ejercer la acción directa en inconsti-
tucionalidad contra los más diversos actos de los funcionarios que deten-
tan el poder político y la administración del Estado”. Es una referencia sin
comentarios, y, además, fuera de récord.

3 de setiembre de 1998.
/ 163 / Palabras para compartir

Le/les: la mayor confusión gramatical en la


escritura dominicana (III variación)

Leo en un cintillo inferior de la portada de la sección deportiva de


un prestigioso matutino: ...que a uno de los tantos multimillonarios... no se
les haya antojado esa idea...
Mike Piazza pasa a la historia con un contrato que tarde o tempra-
no le pesará a los dueños de equipos de Grandes Ligas.-Otorgarle 91 millo-
nes a un jugador por siete años.....,sin restarle calidad al receptor de los
Metros...
Reitero a las Grandes Ligas le pesará lo mismo que está ocurriendo
en la NBA...
Son cinco usos de los pronombres de dativo le/les, en singular y en
plural, que aparecen en el orden de los comentarios seleccionados.
Dativo significa complemento indirecto: Compró un juguete al /
ahijado/. Juguete es complemento directo o acusativo; /ahijado/ es com-
plemento indirecto o dativo.
Puedo decir: /le/ compró el juguete. El pronombre /le/ ha pasado
a sustituir el complemento indirecto /ahijado/, y actúa con el mismo papel
sintáctico que la palabra sustituida.
Si hay más de un beneficiario, diremos /les/ compró. Vale decir,
que debo cambiar de singular a plural porque ahora hay más de un ahijado.
En los escritos dominicanos -de todo nivel- circula como plaga este
desconcierto gramatical.
No reparamos en que tales pronombres, que son átonos o inacen-
tuados, y que corresponden a la tercera persona del coloquio, tienen sus
correspondencias en números, tanto como complemento directo: /lo/, /
la/; /los/, /las/, como para /le/, /les/ que comento en este análisis.
Rafael González Tirado /164/

Los dos últimos empleos pronominales, a diferencia de /lo/,


/la/; /los/, /las/, se aplican indistintamente para femenino y para mascu-
lino. Lo mismo digo: Fausto /le/ dijo la verdad (a ella), que Fausto
/le/ dijo la verdad (a él).
Este pronombre, antecediendo al verbo: /le/ confesaré, /les/ ad-
vertí, se llama proclítico, y se escribe separadamente. Es enclítico cuando
cuando se pospone al verbo y se escribe junto con él: déja/le/ el dinero;
di/les/ la verdad.
El autor de los comentarios deportivos emplea dos enclíticos: otor-
gar/le/, restar/le/, y tres proclíticos:
-no se /les/ haya antojado esa idea,
-/le/ pesará a los dueños de equipos,
-/le/ pasará lo mismo.
Aquellas dos formas de singular y enclíticos en un mismo párrafo:
“otorgar/le/ 91 millones a un jugador por siete años, sin restar/le/ calidad
al receptor de los Metros”, son usos gramaticalmente correctos, porque se
refieren a /jugador/ y a /receptor/ de los Metros, singular en cada caso, es
decir, que /le/ está representando, en cada empleo, a un sustantivo de
número singular. Por tanto, no se requiere la concordancia en /s/.
Sin embargo, las dos veces que el comentarista usa /le/ para repre-
sentar sintácticamente a Grandes Ligas, yerra en el enlace, a causa de que:
a) Si esto habrá de pesar “a los dueños de equipos de Grandes
Ligas”, entonces, a ellos no /le/ pesará, sino que /les/ pesará; y
b) Igualmente, si habrá de pasar lo mismo que sucede en la NBA, a
ellos /les/ pasará igual.
No puede escribir /le/ pesará, porque no estoy hablando de un
equipo ni de una liga, estoy hablando de las Grandes Ligas o de los equipos
de esas ligas, que es plural.
Resulta interesante el híbrido singular y plural que se forma en el
sintagma:
/ 165 / Palabras para compartir

A /uno/ (singular) de los tantos /multimillonarios/ (plural).


Si me refiero directamente a /millonarios/, pondré el verbo y pro-
nombre en plural; pero si me refiero a /uno/ en función de indefinido o de
nombre colectivo con el complemento preposicional /de los tantos
multimillonarios/, las reglas me ordenan concordar en singular. Debió
escribirse:
No se /le/ haya antojado, en vez de: no se /les/ haya antojado,
porque el autor se refiere a /uno/, que es forma singular (el lenguaje es
forma, esencialmente).
Un último caso, fuera del texto analizado, extraído de un título de
la misma sección y del mismo periódico, en los momentos del tramo final
de la disputa por los cuadrangulares, a fines de setiembre pasado:
A Sosa y a McGwire /le/ resta un partido por jugar2
Sosa y McGwire son dos; el pronombre va en plural: /les/.
El /le/ sin la /s/ habría venido bien si se emplea la frase preposi-
cional: /a cada uno/, por la función distributiva que tiene el complemen-
to sugerido.
Por tanto, a los “jonroneros” podría quedar/les/ sólo un día de
jornada pero al /le/ empleado en el titular /le/ faltó una /s/.

1 Listín Diario, 27 de octubre de 1998, p.1, sección B, El Deporte.


2 Listín Diario, 27 de setiembre de 1998, El Deporte, p.5B.

5 de noviembre de 1998
Rafael González Tirado /166/

Le/les: la mayor confusión gramatical


en la escritura dominicana (IV variación)

El pasado 16 de diciembre la Cámara del Senado rindió un home-


naje a varios jugadores dominicanos del béisbol de Grandes Ligas norte-
americanas.
En el reporte del diario Hoy del día siguiente se leyó, al pie de una
gráfica:
“Los estelares de Grandes Ligas, Pedro Martínez (izquierda) y
Sammy Sosa, muestran los pergaminos que /le/ entregó ayer el Senado de
la República...” 1
El pronominal marcado entre barras debió escribirse en plural /
les/, puesto que, como complemento indirecto o dativo, no representa a
quien entrega el pergamino (Senado), sino a quienes se /les/ hace entrega
del documento que sirve como constancia del homenaje que se está
rindiendo.
La forma verbal /entregó/ pertenece a una complementación de
la oración principal, complementación que está constituida por una
proposición (que les entregó ayer...). El verbo de la oración principal es /
muestran/, y lo que antecede es el sujeto de dicha oración; por eso, como
se habla de los estelares de Grandes Ligas/, este último verbo va en plural.
Pero el sujeto de entregó es el Senado; por tanto, el verbo va en singular.
/Le/ está muy cerca de /entregó/ y del sujeto de la proposición
complementaria: ...que /le/ entregó ayer el Senado; pero se refiere a ellos,
a los estelares que muestran el pergamino; no al Senado. Entonces faltó la
/s/ en el pronominal.
/ 167 / Palabras para compartir

La proximidad del verbo y del sujeto hace pensar en toda una frase
singular (complementaria), y el que escribe elimina la /s/ del pronombre /
les/ porque todo el contorno lo entiende como singular.
La página siguiente (2B) continúa con el mismo material informa-
tivo:
“Los grandes ligas Sammy Sosa, Vladimir Guerrero y José Lima
conversan antes del homenaje que /le/ rindió ayer la Cámara de Senado-
res”.
Es la misma estructura, ahora con los verbos conversan y rindió,
que antes eran muestran y entregó. Los verbos están bien; lo que
desentona es el /le/, que no se vincula, en ninguna de las dos oraciones ni
al Senado ni al verbo inmediato (singulares), sino a los jugadores de las
ligas mayores de la pelota en Norteamérica (frase en plural).
Estos diablillos del régimen son pronombres de tercera persona.
Representan a /él/ y a /ella/, con sus correspondientes plurales. Por tan-
to, no son neutros, como podría parecerles a algunos inadvertidos; sino
que tienen su uso y variación.
En función de complementarios, no llevan ninguna clase de acen-
tuación, es decir, son palabras átonas. Por eso se pueden posponer y apoyarse
al final del verbo con el cual se enlazan y al cual precisan:
Díga/le/ la verdad; /díga/les/ la verdad, singular y plural.
En ese uso se llaman enclíticos y se escriben unidos al verbo con
el cual se construyen.
También se colocan delante del verbo y se apoyan en él, entona-
cional o fonológicamente; pero no suelen escribirse unidos. En ese em-
pleo se denominan proclíticos: /Le/ dijo la verdad o /les/ dijo la verdad.
Otro ejemplo tomado de la prensa:
“Me maltrata de palabras, gasta el dinero bebiendo con sus amigos,
mientras a los niños /le/ falta ropa” 2.
/Le/ no va con ropa (sustantivo) ni con falta (verbo), sino con
niños. Luego, a ellos /les/ falta ropa.
Rafael González Tirado /168/

Algunos casos se dan en la despedida de una comunicación escrita.


Si recurrimos al /le/, en lugar de /lo/, /la/ y sus plurales, debe
escribirse:
-Con respeto y admiración /le/ salud/a/: cuando es una sola per-
sona a otra persona;
-Con respeto y admiración /le/ saluda/n/: cuando varias perso-
nas se dirigen a una sola persona.
-Con respeto y admiración /les/ salud/a/: una persona para va-
rias personas.
-Con respeto y admiración /les/ saluda/n/: varias personas se di-
rigen a varias personas.
El 29 de diciembre pas1ado el periódico Hoy tituló:
A los médicos /les/ duele la cabeza por el alto precio de las
medicinas.
Es un reportaje de Aquino Taveras, p. 21, sección El País.
El empleo de /les/ es correcto en la titulación, porque no es sola-
mente a uno a quien /le/ duele, sino a los médicos en general, es decir, a
ellos /les/ duele.
Perdónenme porque insisto sobre una cuestión tan simple. Lo hago
porque el descuido en muchos casos habla mal de algunos aspectos en la
redacción de la prensa criolla y de escritores, en general, lo cual se critica
fuertemente en el exterior, aunque se reconoce la gran calidad de nuestro
periodismo y los literatos.
Y porque es algo que se puede resolver fácilmente, sin necesidad
de apear de los anaqueles volúmenes de gramática ni voluminosas enciclo-
pedias ni diccionarios. Es una cuestión muy sencilla, de concentración, de
simple reflexión.
Reflexionemos, pues.

1 Portada de la sección de deportes, p.1B, 17 de diciembre de 1998.2


Listín Diario, p. 15C, 22 de diciembre de 1998, Consultando con la sexóloga.

29 de enero de 1999
/ 169 / Palabras para compartir

El /comoísmo/en el lenguaje coloquial


dominicano

/Como/, en función de adverbio relativo, comparativo, tiene una


denotación en nuestra habla, cuyo estudio nos permite ahondar en el perfil
sicológico de los dominicanos.
En el sistema español, /como/ es un adverbio de modo que sirve
para hacer comparaciones, presentar modelos, cerrar una explicación...”
-Así es como se habla.
-Se porta como un caballero.
-”Como las estrellas, sin prisa, pero sin pausa”.
En función relativa, no tiene significado propio, sino que, en cada
caso, significa lo que signifique su antecedente, es decir, tiene el sentido o
el papel que le corresponde a aquel elemento gramatical con el cual se
relacione o al cual represente.
Sin embargo, en la expresión del vernáculo, /como/ viene a ser
acomodación o duda, inseguridad, indefinición o irresolución, algo así como
no asumir la responsabilidad de algún enunciado.
Decimos:
-Como que hace un friíto esta noche Él priva como en guapo.
-Me está como por doler una muela.
-Cuando hago X cosa, me siento como mal ciudadano.
El hablante local como que no tiene seguridad o precisión en lo que
está expresando (como que hace un friíto); se resguarda por la posterior
definición de lo que presiente (me está como por doler una muela); no
quiere asumir la responsabilidad de afirmarlo (priva como en guapo: bravo)
Rafael González Tirado /170/

o le avergüenza tener que decirlo (me siento como mal ciudadano).


Parece /como/ que el que enuncia no quiere ser contradicho, o
espera, humildemente, una aprobación, una comprensión o una identifica-
ción de parte de su interlocutor.
Evidentemente no hay afirmación categórica, ni definición clara y
conclusiva del tema o problema que está exponiendo o de la situación que
enfoca o plantea en su aseveración o enunciación.
Vale decir, son expresiones que se alejan del valor comparativo del
adverbio relativo.
Veamos ahora estas formas regulares:
“Nunca hablaba de su hijo, excepto en el seno de su familia, pero
se sentía orgulloso de él y prefería verlo convertido en prófugo que uno
más del montón, sembrando papas y cosechando pobrezas como todos los
demás”1
“...quieren arreglar el país, matando rasos, matando uniformados.
Como si esa pobre gente tuviera la culpa”2
“Grábate en la mente todas las cosas que hoy te he dicho, y ensé-
ñaselas continuamente a tus hijos; háblales de ellas, tanto en tu casa como
en el camino, y cuando te acueste y cuando te levantes”3.
Aunque los tres modelos anteriores corresponden a un nivel de
lengua diferente, estos ejemplos son válidos para comparar los distintos
usos anotados. Lo último, como forma del español estándar o corriente.
Los anteriores, fórmulas del lenguaje coloquial de los dominicanos.
Con todo, el empleo que estamos analizando trasciende el nivel
oral de nuestra lengua. La columna “Primera fila”, de la sección página
dos, de El Nacional, domingo 8 de diciembre de 1996, comenta la conduc-
ta del alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, y de Howard Safir, comi-
sionado de la policía en esa misma jurisdicción. Se trata del propósito de
las autoridades neuyorquinas de instalar en el país una estación de agentes
de la policía de Nueva York.
El galicismo de El Nacional dice:
/ 171 / Palabras para compartir

Hay como una campaña sistemática de agravios y descréditos contra


la República Dominicana.
El comparativo /como/ puede eliminarse, y el texto no se altera
significativamente. Antes al contrario, la afirmación se torna precisa, y,
además, responsable.
/Como/, en casos similares, es vacilación, duda, determinación de
no ofender, no irse demasiado adelante, no malquistarse con los demás.
Es recurso del dominicano por no comprometer su opinión más
allá de lo prudente; complejo de no fallar; habilidad para no caer en un
gancho.
De ahí la evidente utilidad del /como/ en la resbalosa parla de los
criollos.
El “comoísmo” es, pues, una institución nacional.

1 La casa de los espíritus, Isabel Allende, parte final del capítulo V, Los Amantes, p.157
2 Sólo cenizas hallarás (bolero), S.L, primera edición para Destinolibros, Barcelona, 1981, p.259.
3 La Biblia, Deuteronomio, capítulo 6, “El gran mandamiento”, Sociedades Bíblicas Unidas, ver-
sión popular, segunda edición, impresa en Corea, 1981.

2 de octubre de 1997
Rafael González Tirado /172/

Ribera/rivera

Alguna vez alguien me ha preguntado si ribera se escribe con ve


corta /v/ o con be larga /b/.
No muchas veces; pero me lo han preguntado.
Quizás soy yo quien, para comprobar, lo he preguntado mayor-
mente.
Tengo la percepción de que los dominicanos hemos fijado la escri-
tura en la /v/ labiodental: ri/v/era, para referirnos a la margen y orilla del
mar o del río. Y tenemos la seguridad de que es así.
Que, para la mayoría, no existe la forma lexical ri/b/era, con /b/,
consonante bilabial, con significado diferente de ri/v/era.
Y esta percepción viene de la experiencia de tantos años en las
aulas, de tanto tratamiento con material de redacción en diversas activida-
des.
Pienso que influye el uso del apellido Ri/v/era, bastante conocido
entre nosotros, y de mayor empleo en Puerto Rico, donde tenemos tantos
vínculos y tanto afecto.
Pero, en verdad, el apellido se desdobla en Rivera y Ribera: José
Ribera fue un conocido pintor español (1588-1656) y Evaristo Ribera
Chevremont es un poeta modernista puertorriqueño nacido en 1898.
También existe con terminaciones en /o/:
Nicolás María Rivero fue político español del siglo XIX, nacido en
Sevilla, y Nicolás Rivero y Muñiz (1849-1919) fue un periodista español
que se trasladó a Cuba, donde fundó y dirigió varios periódicos.
Y no sólo en el caso que tratamos, sino en otros muchos suceden las
parificaciones:
/ 173 / Palabras para compartir

-Nosotros escribimos Pavón; pero en Sudamérica existe Pabón (Ecua-


dor).
-Leyba es usual en Santo Domingo. Mas, el cantante argentino se
llama Fernando Leiva, con doble diferencia ortográfica.
-Aunque aquí tenemos a don Fabio Herrera, el Continente cuenta
con los poemas musicales de Leonardo Favio.
Precisamente, este cantautor dice: Diego Rivera, usted sabrá,/ fue
un muralista talvez sin par./ Talvez Siqueiros se le igualó,/pero como ellos
sé que no hay dos.
¿Cómo se escribe este Ri/b/v/era? ¿Con /v/ de vaca o con /b/ de
burro? ¿Con /b/ larga o con /v/ corta? Esta es la forma práctica con que
hemos denominado y hemos aprendido a diferenciar las grafías de be y
uve.
1. Se escribirá de una o de otra manera. Sin embargo, una cosa es el
nombre o apellido y otra la ortografía del nombre común, que, en ocasiones
varía el significado según cambia la escritura.
Acerquémonos, pues, a las márgenes para encontrar las variantes
lexicales.
Contrariamente a la percepción que se pueda tener, ribera, articula-
ción bilabial, es la orilla o margen del mar o del río, y origina derivaciones
como riberano, ribereño, riberiego, ribero.
Rivera, con /v/ corta o labiodental, equivale a ‘riachuelo’ o ‘arroyo’;
no a margen ni orilla
2. Proviene del latín rivus, con que los romanos designaban a un
riachuelo, y significa ‘arroyo’ o pequeño caudal de agua continua que corre
por la tierra’. También, el cauce por donde corre este riachuelo.
Mi encuentro más reciente con estos vocablos fue durante la correc-
ción un proyecto de ley para regular la calidad ambiental, todo un código
sobre la materia.
Un compañero de trabajo revisaba y llamó mi atención acerca del
repetido empleo de bilabial en el capítulo que trata acerca del debido ma-
nejo de las aguas.
Rafael González Tirado /174/

Me presentó, entre otros, los siguientes casos:


-El Estado garantizará la explotación racional del recurso agua, pro-
tegerá los ecosistemas que lo originan, sus nacimientos o fuentes, sus cursos
y sus riberas…
El otorgamiento de permiso o autorización irregular…para la cons-
trucción de obras…en los lechos, depósitos, riberas…
Me dijo: Sólo una vez la escriben con /v/ corta.
Lo remití al diccionario. Allí encontrarás la solución, le dije.
El instrumento que estudiábamos es de una redacción esmerada, y se
puede apreciar, por el nivel técnico del vocabulario y los profundos cono-
cimientos acerca de la protección del medio ambiente y la calidad de la
vida, que el texto proviene de otras experiencias, que debemos aprove-
char.
De ahí la calidad del estatuto y el empleo de lenguaje y escritura
que pueden enriquecer nuestro acervo lingüístico y ortográfico.
¿Dije acer/v/o? ¿No será con /b/ larga? Por favor, búsquelo en su
diccionario, que, mientras tanto, yo quiero testificar cómo dije, a mis quince
años, más o menos, no sólo esa grafía. Sino además, cómo un poema de
Antonio Machado, me enseñó a dudar, hasta en la ortografía, para, con la
inquietud que provoca la duda, procurar soluciones o de alguna manera,
satisfacer la inquietud:
Daba el reloj las doce... y eran doce/ golpes de azada en tierra…/
…¡Mi hora! -grité-…El silencio/ me respondió: No temas;/ tú no verás
caer la última gota/ que en la clepsidra tiembla.
Dormirás muchas horas todavía/sobre la orilla vieja/ y encontra-
rás, una mañana pura/ amarrada tu barca a otra ribera 3
/ 175 / Palabras para compartir

1 Manuel Seco, Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, dice que como nombre de
lugar, predomina ribera, “como apellido es más frecuente la forma Rivera”. Ver p.329, Espasa
Calpe, novena edición, 1995.
2 Hago abstracción del problema de la confusión fonética en español de estas consonantes.
3 Poema XXI de las Poesías completas (1899-1936), Antonio Machado, cuarta edición, Espasa
Calpe, Argentina, S. A., Buenos Aires, 1946.

13 de noviembre de 1997
Rafael González Tirado /176/

Milly: ¿Eso e/j/ un palo?

Alguien llamó mi atención:


¯
Pero en ese anuncio, Milly dice: ej’un palo, en vez de es un palo.
No me inmuto. Pienso en la promoción de servicios bancarios que
está haciendo el Banco Intercontinental, y tomo mi tiempo para apuntar:
¯
Así lo decimos todos.
¯
¿Cómo? ¿Y eres tú quien dice esa barbaridad?
¯
No te exaltes; no hay motivos. El lenguaje es engañoso. Crees
que haces algo de una manera y la realidad es muy otra. Una cosa es lo que
se habla y otra es lo que se escribe.
¯
Eso puede ser filosofía, filología, ¡qué sé yo! Pero hablar bien /ej’
otra/ cosa.
¯
Si te detienes a analizar -le respondí-, comprobarás que tú acabas de
hacer lo mismo que criticas a la merenguera.
-¿Cómo...?
-Sí, señor; acabas de pronunciar: ... hablar bien /ej’ otra/ cosa. Lo
mismo que hizo Milly. Es más, no te diste cuenta que ella produjo primero
lo que se llama un “ruido” en comunicación; algo suena o no suena:
En /ete/ banco siempre me dan...
-Explícate, por favor.
Me explayo en pormenores acerca de que la aspiración, que así se
llama el fenómeno de convertir la /s/ o la /f/ en una especie de jota sua-
ve, es una constante en el idioma español, y que sucede en otras lenguas.
Decimos: /Mij’amigo/, /el juego está doj’a do/, aunque sigamos
escribiendo la /s/.
La promoción que hace la artista acerca de los servicios de Banínter
también aparece en la prensa. Allí se transcribe con apego a la gramática
normativa:
/ 177 / Palabras para compartir

-En /este/ banco siempre me dan servicio...


-Y lo de la tarjeta de crédito al 2.98, eso /es un/ palo.
En conclusión, se dice de una manera, pero se escribe de otra. El
habla se acomoda a la ley del menor esfuerzo. La aspiración sucede natu-
ralmente al producirse “un roce del aliento, cuando se emite con relativa
fuerza, hallándose abierto el canal articulatorio”. En ese caso no vibran
las cuerdas vocales.
Milly no ha hecho más que lo que realizamos todos al producir los
sonidos del lenguaje. Aquí y fuera de aquí; en muchas partes.
Pronunciamos: /tuj’animalito están preciosos/; loj’acusó de corrup-
ción/.
Se produce cuando una palabra termina en /s/ y la siguiente comien-
za en vocal: /suj’ideas/.
Pasa inadvertido cuando la segunda palabra comienza en consonan-
te: /mij’criterios/. Creemos que hemos pronunciado /s/, pero se trata
también de una aspiración del sonido o fonema, que filólogos y lingüistas
transcriben con /h/: hoben, mih ideas, loh acusó.
La aspiración se destaca más en el habla de cubanos y venezolanos
que en la nuestra, porque ellos no omiten tanto la /s/ al final de sílaba o de
palabra como nosotros, que pronunciamos: /lo do/, por /los dos/; /lo
muchacho/, por /los muchachos/; /lo fóforo/, por /los fósforos/. Escu-
char una telenovela venezolana nos dará una buena idea de dicha articula-
ción: Ellos aspiran la /s/ más que nosotros, porque nosotros, en vez de
pronunciarla, nos la comemos.
Cambiar estos hábitos es sumamente difícil, prácticamente impo-
sible. Se trata de una manifestación de espontaneidad en la producción de
los sonidos significativos que empleamos para comunicarnos, y que marca
una tendencia hacia la transformación del idioma.
Hay, pues, por ley natural, una versión para la escritura: Eso /es/
un palo, y otra versión para el empleo oral de la lengua, de cualquier nivel:
Eso /ej’un/ palo.
Rafael González Tirado /178/

No se si la protagonista del anuncio le salió de manera natural o si


lo hizo “apota”. Sabemos que las publicitarias provocan, a menudo, la
realización de un lenguaje popular, que parezca espontáneo.
Sin embargo no suena impensada o natural la pronunciación que
realiza la artista al expresar:
-me da má/s/ beneficio/s;
-me dan un seguro de Accidente/s/ Personale/s/.
En estos casos la pronunciación de la /s/ parece cuidada, estudia-
da, escolarizada, de consumo público.
Lo cierto es que en los casos en que cambia dicho sonido por el de
/j/ suave o aspirada, o lo elimina, Milly lo hace con toda naturalidad,
aunque contrario a la preceptiva. Pero, a pesar de la gramática, la señora
Quezada no está haciendo nada diferente al común de hablantes, a la
generalidad. Sólo una persona extremadamente cuidadosa y apegada al
modelo escrito marcará “correctamente” el sonido de la letra tantas veces
mencionada.
Hace muchos años, en reunión del sub-consejo técnico del departa-
mento de Letras de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autó-
noma de Santo Domingo (UASD), compartíamos veintidós profesores de
lengua española. Uno de los docentes, de larga experiencia, que estaba
jubilado por la Secretaría de Estado de Educación, dijo:
-Ese es un problema de fácil manejo; yo he logrado ya erradicar la
aspiración de la /s/ en todos mij’alumnos del Colegio Universitario.
¡Mij’alumnos! Realmente, él aspiraba a lo que no se puede resolver.

12 de noviembre de 1998
/ 179 / Palabras para compartir

Ahí es /que/ prende

Ahí es /que/ prende, expresión usual de Norilina, compañera de


labores cotidianas.
Ella transparenta y contagia su alegría de vivir. Reboza de entu-
siasmo y lo reparte entre todos los que estamos a su alrededor.
Distribuye su empatía entre el refrán y la ocurrencia.
No sé de dónde saca tantos dichos, pero desde hace tiempo nos
divierte con el /lero lero/ que apareció mucho tiempo después en la
televisión, adoptado por el anuncio de un producto lácteo de importación.
Ahí es /que/ prende es una expresión popular. Lleva el /que/ relativo
que ha logrado establecerse en sustitución de un adverbio de la misma
función gramatical, y sustituye al empleo de /como/ en la frase: Probando
es /que/ se guisa,y que sería un /donde/ en la ocurrencia de nuestra amiga:
Ahí es/donde/ prende.
Los gramáticos han combatido ese /que/ para tales construccio-
nes. Prefieren un /como/, /cuando/, /donde/, en papel de conectivo
para enlazar las dos partes de la frase.
En verdad, es muy difícil afinar el gusto para que los hablantes
entiendan la regularidad, desechen la influencia de otro sistema lingüístico
y procedan, por ejemplo, a decir: Ahí es /donde/ afinca, en lugar de: Ahí
es /que/ afinca; Ahora es /cuando/ comienza, en vez de: Ahora es /que/
comienza.
El /donde/, el /cuando/, el /como/ sería lo correcto en esas ora-
ciones, de acuerdo con las normas. Agregarían connotaciones de tiempo,
modo, lugar etc., que van contenidas en la frase, lo cual se pierde con el /
Rafael González Tirado /180/

que/ unificador de las relaciones entre segmentos de una misma frase.


Comprendo el discurso de la gramática. Pero ¿cómo explicarle, cómo con-
vencer a Norilina de esas peculiaridades del lenguaje, de la conveniencia
de usar las formas regulares o correctas?
¿Cómo se sentiría esta muchacha alegre, dicharachera y a veces
despreocupada, al decir: Ahí es /donde/ prende? ¿No sentiría que la frase
pierde gran parte de su fuerza expresiva? ¿No perdería el valor entonacional
y la convicción enfática del final concluyente contenidos en la proposición
/que prende/? ¿Presenta /donde prende/ el mismo esquema entonacional?
Mi amiga lo repite con frecuencia: para enfatizar, para asentir,
corroborar; para el misterio y para la picardía; para concluir una discusión
y para evadir un enfrentamiento. Es parte de su personalidad, de su estilo,
hasta de la ternura que reparte con prodigalidad a todo el mundo.
Ahí es que prende... y no apaga, nos remacha a cada momento, con
espontaneidad, con afecto sano y sincero.
Se apoya con donaire y suspicacia en el /que/ galicado, del que
trataré en alguna oportunidad.
Su modo de ser, su dulce transparencia, su risa explosiva...
Cuando en la casa, al recordar ocurrencias vividas en el trabajo, en
el transporte público, en el supermercado o en alguna supertienda, ella
revienta en risa, hace que hasta sus hijos, pequeños aún, comenten:
-Manito, mami está loca. Ven a verla riéndose sola en la cocina.
No me parece tanto. Pero sí me parece que alguna vez se atreve
más allá de la prudencia.
Prueba el canto. Hace poco el esposo pretendía contrariarla con
unos celos infundados, de esos celos que a ratos los hombres nos traga-
mos, pero que en ocasiones no podemos contener. Norilina le dice, entre
pícara y dulcemente burlona:
-Ahí es que prende, ternura.
Y él responde vivamente:
/ 181 / Palabras para compartir

-¡Y difícil que se apague!


¿Terminaron en “garatas”? Mejor no averigües. Dejémoslo en ese
punto, porque en pleito de marido y mujer no hay quien se meta.

10 de diciembre de 1998
Rafael González Tirado /182/

Endijas, rendijas, hendijas y rehendijas

Reviso los originales de un libro de próxima publicación. Encuen-


tro escrita /endijas/.
Marco esta ocurrencia y prosigo con la lectura. Cinco páginas más
adelante me tropiezo con /rendija/.
/Endijas/ iba en plural, con el artículo determinado /las/: las
endijas.
/Rendija/, en singular, con el indeterminado /una/: una rendija.
Un poco más allá aparece /hendijas/.
Caigo en la preocupación: ¿e/ndijas, /rr/endijas, /h/endijas?
¿Con /h// inicial?
¿Sin /h/?
¿Con /rr/ inicial?
Es un texto corto, menos de cien páginas, 8½ por once, a dos espa-
cios de máquina. /Endijas/, sin /h/, va a aparecer dos veces más en el
texto. /Hendijas/, con /h/, ni /rendijas/ se repiten en la redacción original.
Preciso revisar mi ortografía, recordar lo asimilado. Preciso, sin
dispensas, acudir al diccionario. Reviso el de la Academia de la Lengua y
el diccionario VOX. Procuro primero con /h/, a continuación sin ella y
finalmente con la vibrante múltiple /rr/ pero de escritura simple: /r/.
/Endijas/ no aparece.
Aparece /hendijas/ con /h/, como un americanismo, en lugar de /
rehendijas/, con /h/ intercalada entre las dos /e/, que sería una cuarta
escritura.
/Rendija/ viene consignada como forma moderna de /rehendija/,
/ 183 / Palabras para compartir

considerada ésta como un arcaísmo u obsolescencia. Pero también se dijo


/hendrija/, quinta versión.
En el orden alfabético, /rendija/ es la última entrada en el diccio-
nario; sin embargo, es el artículo que trae la definición más completa: hen-
dedura, raja o abertura larga y angosta que se produce naturalmente en
cualquier cuerpo sólido, como pared, tabla, etcétera, y lo atraviesa de parte
a parte, lo que quiere decir que es la escritura que prefiere la Academia.
¡Qué complejo es el lenguaje! ¡Cuán atravesados son los usos y la
ortografía!
Pero a pesar de todos los tropiezos, hoy es más fácil la escritura por
el auxilio que ofrece el ordenador o computadora, que nos manda a revisar
todo término en precario. Así, si escribo vió, con tilde en la /ó/, encontraré
un subrayado en rojo, que me ordena revisarme.
El material analizado venía escrito en ordenador, no sé en qué gra-
do de avance tecnológico.
Lo cierto es que el término estaba escrito en tres formas distintas.
Habría que conocer en qué aparato se procesó el texto, si carecía
del subrayado, pues una persona con experiencia saca partido del servicio
del instrumento.
Con todo, el autor de los originales examinados por mí es una
persona con experiencia, de vida profesional en esto de la escribidera, por
lo que me sorprendió que produzca, en páginas cercanas, tres grafías para
/rendija/.
Escribir, lo que se llama escribir, exige formación, mucha lectura
con ánimo de observación, comparar, acudir al diccionario. Poner en duda,
es decir, allí donde pueda haber dos o más posibilidades de realización
gráfica, reflexionar, consultar, rebuscar.
Porque el lenguaje no sólo nos da las soluciones: a menudo nos
trae complicaciones. Por eso es un trabajo de alerta permanente, de inqui-
sidor inamovible.
Rafael González Tirado /184/

Porque si no, ¿cómo vamos a quedar si escribimos que la familia


que perdió su casa a causa de un incendio, se quedó con sus ajuares a la
interperie; o cuando tantas veces nos sale en las crónicas idiosincra/c/
ia con /c/, como si cra/c/ia fuera un segundo componente, sinónimo,
como tal, de democracia y de otras terminaciones del mismo origen, cuan-
do /idiosincrasia/ se descompone en: idios=propio, y
sincrasia=temperamento. Vale decir, que el segundo componente, sin-
crasia, no tiene nada que ver con cracia, que significa ‘gobierno’.
En lenguaje del pueblo, habla común, hemos pronunciado /inter-
perie/.
Fue tanta la confusión que casi nadie se daba cuenta de que el
vocablo tiene que ver con lo que está expuesto a la naturaleza, a la
inclemencia del tiempo. Además, aparecía escrito profusamente en la prensa
nacional. Pero eso ha cambiado por el esfuerzo y la influencia que ejerce
el aula. Es difícil ver hoy en la prensa /interperie/, porque en verdad,
terperie aleja la palabra de su etimología, que tiene que ver con tiempo.
Luego, no debe ser te/r/perie, ni no te/m/perie: in/tem/perie.
La palabra puede tener o puede pasar por más de una forma de
ortografía, pero no puede tener todas las formas que a mí me complazcan
o que me dicte mi negligencia.
Bien es cierto que una lengua ágrafa tiende a la dispersión, a las
variaciones dialectales, a transformaciones que provocan un estado de in-
comunicación entre poblaciones diferentes. Contrariamente, la escritura
propicia la fijación del idioma y, por tanto, la unidad entre los hablantes.
Se entiende, sin embargo, que siempre habrá diferencias regiona-
les, niveles sociales entre quienes emplean el mismo código de lengua.
Con todo, la variedad dentro de la unidad es matización, estímulo creador,
lo cual debemos atender, sin llegar a excesos, sin caer en desviaciones.
Quien comunica para un vasto público, y todo aquel que acude al
código escrito, debe cuidar este nivel de expresión. La gente suele defen-
derse:
/ 185 / Palabras para compartir

Lo vi en la prensa.
Nuestra negligencia no debe ser escudo para los dislates. Nuestra
responsabilidad es trabajar el lenguaje profundamente, cuidadosamente.

24 de diciembre de 1998
Rafael González Tirado /186/

Las incongruencias entre códigos de hablas


diferentes. Desatinos de la publicidad

Desde el primer momento encontré difícil ajustar una propaganda


comercial en la forma en que apuntó la promoción del cambio de nombre
de los electrodomésticos Gold Star por el nombre de LG. Voy a la
interferencia de idiomas que arrastraría todo el plan, según la estrategia
que asomaba. El ciudadano común pronuncia gol-tal. ¿Pronunciará algo
distinto a ele-ge?
Me preocupó todo el cuadro a considerar porque se usa un pareado
macarrónico:
¡Qué jonróndi /con/ el-yi/, que implica términos y pronunciacio-
nes de dos lenguas distintas (español e inglés). Dentro de una misma lengua
existe el problema, no bien asimilado todavía en la escuela dominicana, de
dos códigos distintos: el código oral y el código escrito. ¿Qué pasará con
el encuentro de dos idiomas diferentes?
¿Qué le dice al radioescucha la expresión /el-yi/, que busca una
rima fácil y pegajosa por la consonancia con el verbo /di/?
Sucede también con el anuncio para la televisión, aunque hay cier-
tos indicios porque ahí presentan las letras LG, para que se pronuncien en
inglés: la nueva marca de las mercaderías que hasta hace poco se llamó de
aquella otra manera, también en inglés.
Sin embargo ¿cuántas personas ligan de inmediato ese “logo” LG,
de la promoción asignada a Samuel Sosa por la coyuntura de sus cuadran-
gulares en la temporada pasada de la pelota norteamericana?
No sé como Sosa podrá articular el inglés. Pero en español necesi-
ta corregir algunas cosas.
/ 187 / Palabras para compartir

Tampoco sé por qué el cambio de marca de Gold Star por LG, que
no conmueve a nadie, porque ni siquiera se pronuncia en español y la
mayoría no identifica esas letras con lo que suena en labios de Sosa.
El cambio puede ser por interés de estrategia comercial; pueden
ser cuestiones legales relacionadas con algún conflicto de nombres de marcas
en el país de origen... No interesa. Interesa, sí, la interactuación del ha-
blante en la República Dominicana, cómo se elaboró el mensaje y cómo
puede ser de/s/codificado por el perceptor.
En el nivel visual de la promoción, el logo se ve en la franela con
que se presenta el beisbolista, bate en manos; también en la cachucha que
usa para el anuncio.
En la página 15A del Listín Diario del viernes 9 de abril en curso, el
toletero de San Pedro de Macorís autoriza la expresión:
¡¡Que Home Run Dí Con LG!!
Trae doble signo de admiración, como énfasis; mayúscula inicial
en cada palabra; una escritura de LG que pocos dominicanos van a hacer
rimar con /di/; un /di/ con acento ortográfico que le vendría mejor al /
qué/ exclamativo y en una página de la sección “La República”.
Algunas personas leerán /ome run/, en lugar de /jonrón/; es en-
tendible. Y la mayoría leerá, cuando menos de primera intención, que
Sosa dio el toletazo con /ele-ge/. Porque ¿quién que lea en español va a
leer otra cosa? ¿Qué es /ele-ge/? ¿La marca de un “bate”?; ¿un energizan-
te?
En todo idioma se escribe de una manera y se habla de otra. Se
escribe /que/ pero se pronuncia /ke/; se escribe /hon-ra/ pero se pronun-
cia /on/rra/; se escribe /guitarra/ pero la /u/ no se pronuncia.
Uno es el código escrito y otro diferente es el código oral. Imagínese
qué sucede cuando pasamos a hacer propaganda comercial, -publicidad,
como se dice con el cruzamiento de códigos de dos lenguas distintas. Y
como añadidura, en un país con problemas sensibles en la educación formal
y con deficiencia de cultura general y de dominio de lenguas foráneas.
Rafael González Tirado /188/

El manejo de dos versos, llamados dístico o pareado, para fijar el


contenido de un mensaje, es un recurso eficaz que se usa con frecuencia.
Algún poeta ha dicho: No definas la rosa:/ hazla sentir en el poe-
ma.
Y nada menos que Antonio Machado:
El que espera desespera./ ¡Qué verdad tan verdadera!
Y en la política criolla:
Con Jacobo / ganamos todos.
Diferente a los demás / pero igual que tú (Roberto Salcedo).
Y la última oferta es:
¡¡Que Home Run Dí/ Con LG!! (sic).
¿Con LG o con /el-yi/?
Depende del código.
¿Del código oral o del código escrito?
¡Depende del código!
¿Cuántos entenderán a derechas cuando oigan en la radio o en la
televisión esa marca hecha sonido? ¿Cómo de/s/codificarán? ¿Qué desti-
no darán al mensaje?
O cuando lean en la prensa las letras LG, mayúsculas y protegidas por
doble signo de exclamación final ¿producirán el efecto deseado?

15 de abril de 1999
/ 189 / Palabras para compartir

El /leísmo/ en el lenguaje
formal dominicano

Algo llama mi atención en la despedida de una carta que recibo


desde Chile:
/Lo/ saluda afectuosamente.
La escribe Patricio Cartagena Díaz, fiscal en la Comisión Chilena
del Cobre, Dirección Jurídica.
Lo hace en agradecimiento por haber recibido mi libro acerca de
Técnicas para la redacción de leyes, del que me afirma la utilidad para el
enriquecimiento profesional de los abogados.
Pero ese no es el tema. Mi curiosidad se concentra en el empleo del
acusativo (complemento directo) /lo/, que los dominicanos casi siempre
sustituimos por /le/ al concluir una carta y en otros manejos literarios. Es
un signo de respeto, de marcada formalidad. Si no usamos “te aprecia”,
“se despide tu amigo”, como señal de confianza e intimidad, entonces re-
currimos al /le/:
Con todo respeto le saluda su servidor y amigo...
Difícilmente diríamos: lo saluda su servidor...
Suele ir al inicio de la correspondencia:
“Después de saludar/les/ quiero hacer de su conocimiento un caso
que llamo el abuso de los abusos”, dice una carta al Listín Diario, 8 de abril
de 1999, p. 10 A, sección “La opinión de nuestros lectores”.
Saludar/les/ en lugar de saludar/los/.
/Lo/ es complemento directo o acusativo. /Le/ es complemento in-
directo o dativo. Son pronombres personales de tercera persona, emplea-
Rafael González Tirado /190/

dos en lugar del sujeto: usted, él, ella, ello.


Son palabras inacentuadas, vale decir, que carecen de acento (pro-
sódico). Pertenecen al grupo de las palabras átonas.
En la frase: /Lo/ tengo ubicado (a él), /lo/ es complemento direc-
to. Si me refiero a ella, tendré que decir: /la/ tengo ubicada.
Si cambio a: /Le/ compré el libro, el objeto directo es libro, mientras
que /le/ (que se refiere a él o a ella) pasa a ser complemento indirecto, o
sea, la persona o la cosa que se beneficia o en cuyo provecho se realiza la
acción del verbo comprar. (La acción puede producirse en provecho o daño,
depende de cada caso). Además, /le/ es invariable en cuanto al género. Se
aplica tanto para él como para ella.
Si escribo: /Le/ expreso mis condolencias, /le/ está empleado
correctamente, desde el punto de vista gramatical, porque el complemento
directo es /condolencias/. /Le/ es indirecto o dativo.
Pero si lo hago de este modo: /Le/recibiré en mi oficina, este
pronominal está en sustitución de /lo/, que es el “caso” a emplear.
/Le/ sería un uso especial o literario para formalizar una expresión
de respeto o de aprecio.
José P. Monegro, en el suplemento “El Domingo”, del Listín Dia-
rio, afirma de Juan Bosch: /Le/ fueron a despedir (al aeropuerto) algunos
1

de los más influyentes funcionarios del gobierno, en la ocasión de viajar a


Cuba, con motivo de su estado de salud.
En lenguaje llano, en la llamada lengua estándar, deberá decirse /
lo/ fueron a despedir.
Podría documentarse ampliamente que este /le/ es normal y co-
rriente en las letras dominicanas.2
Parece que no lo es en Chile, donde preferirían la norma diferen-
ciadora de las dos funciones sintácticas: de acusativo y de dativo.
Y a pesar de que encuentro en un compatriota de Pablo Neruda
vacilaciones del leísmo al loísmo:
-A Elías le gustaba que /le/llamaran “la Hiena de Quinta Nor-
mal”; y -Sin embargo, Elías, “la Hiena de Quinta Normal”, como prefería
/ 191 / Palabras para compartir

que /lo/ llamaran..., tengo fundada mi apreciación de la preferencia de los


chilenos por el /lo/ en función de complemento directo, en los estudios
del destacado lingüista chileno don Leopoldo Wigdorsky, quien me expresa,
en carta del año pasado:
“La coexistencia, en algunas variedades del castellano, de /le/ y /
lo/la en función acusativa... es un asunto que me viene intrigando hace
algún tiempo. Es explicable en el caso de Jorge Díaz3 quien, como hijo de
españoles y residente part-time (seis meses en el año, al menos) en la Madre
Patria, fatalmente habla como español a veces. Es inexcusable, en cambio,
su existencia entre quienes creen que le “suena más elegante” que lo/la, o
quienes desean destacar el hecho de que, así sea por un par de meses,
anduvieron por las tierras de El Quijote. También existen quienes usan le
para soslayar la referencia al género. En todo caso, Chile siempre ha sido
un país loísta y espero que así siga para evitar caer, a la larga, en el “La dio
un ramito de violetas”, tan madrileño y tan popular.”
En orden general, ya el problema venía apreciado por Pedro Hen-
ríquez Ureña y Amado Alonso en la Gramática castellana 4, tan celebrada por
sus grandes aciertos, cuando afirman que el uso de /le/ en función de
complemento directo (acusativo) en expresiones como /Yo le vi ayer/,
cuando se refiere a personas del sexo masculino, es fuera de Castilla, un
empleo “puramente literario”.
Diferentes razones pudieron incidir en la acomodación de este /
le/ en la escritura dominicana: influencia del modelo regional de Castilla,
por ser la cuna de la lengua, o porque de esta manera “suena” más elegante
o se acomoda mejor a las fórmulas de respeto.
Algo práctico hay en ello, que tal vez pudo influir -inconsciente-
mente-: /Le/ se aplica tanto al masculino como al femenino: /Le/ aprecia
su amigo; /le/ esperaré en mi oficina.
Así se reduce el esfuerzo de ir concatenando: lo o la aprecio; lo o la
esperaré.
Coincido con Wigdorsky, a quien le preocupa el problema. Ya en
Rafael González Tirado /192/

carta del 1996 me dice:


“La variedad chilena del castellano fue muy respetuosa del lo/la-
acusativo y le-dativo, pero últimamente se está empleando le-acusativo,
posiblemente por dos motivos: (a) Es cómodo para resolver problemas de
género y (b) es “elegante”, suena a español. Es un asunto que me molesta
porque me parece poco chileno, como también me produce rechazo el uso
de español para referirse a nuestra lengua”.
Esto último es ya otro problema, sobre el cual podríamos conversar
en nueva ocasión.
Pero no dejaré de decir que el uso de /le/ como acusativo está tan
arraigado en el habla de los dominicanos que a mí mismo me da brega
sustituirlo por el uso corriente de /lo/, /la/ en la escritura. Ahora mismo
acabo de redactar una tarjeta de invitación que se inicia:
La Cámara de Diputados de la República Dominicana se complace
en invitar/le/ muy cortésmente al acto de puesta en circulación...
Me parece una descortesía, por el arraigo, escribir invitar/lo/ o invi-
tar/la/.

1 Sección La República, bajo el título “La derrota del boschismo”, 21 de marzo de 1999, p. 6.
2Corriente y correcto son cosas diferentes, aunque puedan coincidir.
3 Se trata del autor de Textículos ejemplares, edición de RIL, Ltda., Chile 1997. Jorge Díaz es
Premio Nacional de Teatro, en Chile.
4 Gramática castellana, Pedro Henríquez Ureña y Amado Alonso, segundo curso, Losada. S. A.,
lección XII, capítulo IV, pp. 91-92.

22 de abril de 1999
/ 193 / Palabras para compartir

Leísmo, loísmo y laísmo

Un lector de este periódico nos pide que ampliemos acerca del


/leísmo/ en el lenguaje y si existen otras tendencias en el empleo de
pronombres y de otros vocablos.
Motiva su interés el artículo publicado en esta columna el 22 de
abril retropróximo, titulado: El /leísmo/ en el lenguaje formal dominica-
no, acerca del uso del pronombre /le/, y la comparación de esa práctica
que hicimos con el empleo del pronombre /lo/ en el español de los chile-
nos, es decir, que mientras nosotros tendemos a usar /le/ : /Le/ saluda su
amigo...,los hermanos del cono sur escriben: /Lo/ saluda su amigo...Los
monosílabos pronominales /lo/, /la/ y /le/, con sus plurales /los/, /las/
y /les/ tienen funciones normales de complementos. Los dos primeros: /
lo/ y /la/, como complementos directos o de acusativo; el último, /le/,
como dativo o complemento indirecto.
Los tres sustituyen al pronombre como sujeto de tercera persona:
él/ella o sus plurales. Por eso se les llama pronominales. No confundir
con el artículo: la noche, las noches; los muchachos; lo amargo de la vida,
donde /lo/ es un artículo neutro. Estos se enlazan con un sustantivo o con
una palabra sustantivada. Por su parte, los pronombres se enlazan con un
verbo al cual modifican: lo vi, la compré, le demostraré la verdad.
Leísmo es la tendencia a usar el pronombre /le/ como comple-
mento directo (acusativo) masculino, del pronombre de tercera persona:
/Le/ tengo ubicado, por comparación con: /Le/ tengo pena, o /Le/
saluda afectuosamente en lugar de: /Lo/ saluda afectuosamente, /Lo/ es
complemento directo o acusativo. /Le/ es complemento indirecto o dativo.
Cada cual tiene su campo y usarlo fuera de esa función es anomalía,
Rafael González Tirado /194/

regionalismo o función especial o literaria.


Caso contrario: el empleo de /lo/ en lugar de /le/ se denomina
loísmo:
/Lo/ doy un saludo cariñoso, en lugar de /le/ doy.
Se /lo/ debe reorientar, dice un alto funcionario en relación con el
Plan Decenal de Educación, en sustitución de se /le/ debe o simplemente
/se/ debe reorientar.1
Es un uso loísta.
Tercer caso: Laísmo. Ejemplo: /La/ diré la verdad (a ella), en
sustitución de /le/ diré la verdad.
Un reportaje de doña María Ugarte, del año 1972, dice: “... sus
ocupaciones hogareñas y la crianza de los hijos /la/ impedían dedicar
mucho tiempo a la posición oficial” (de primera dama de la República)2
La forma normal del empleo sería /le/ impedían; pero la autora del
trabajo prefiere /la/ impedían, forma regional de Castilla, que no se impone
dentro del nivel general de la lengua. Quizás sucede ese manejo del
pronominal por la nacionalidad de la periodista, por su aproximación con
el lenguaje de esa región española.
Es decir, que en el ejemplo anterior /la/, que es complemento
directo o acusativo, pasa a funcionar como complemento indirecto o dati-
vo, sustituyendo a /le/, que sería el pronombre de uso común.
Contrariamente, una interpretación del cantante Raphael, conoci-
do como el Ibérico, dice:
El amor se rompe al maltratar/le/.
Se ha sustituido /lo/, que es complemento directo, masculino y
singular, por /le/ que es indiferente al género, y es singular y complemento
indirecto (leísmo).
En el cuento “Dos amigos”, de su obra Más cuentos escritos en el exi-
lio3, Juan Bosch narra: Observando ese mar estaba Duck cuando oyó que /le/
llamaban...
...se acostumbró tanto a no atreverse a nada, que hasta el pensamiento de
/ 195 / Palabras para compartir

cambiar de casa /le/ asustaba.


Es igualmente leísta el autor de esta expresión:
... un Peña Gómez reconfortado por sentir que pese a su derrota,
Balaguer todavía /le/necesita 4.
Resumen y conclusiones: Como primera acepción, laísmo, loísmo
y leísmo es uso exclusivo de cada uno de esos términos, /la/, /lo/, /le/ en
su función sintáctica de pronombres complementarios: la, en representación
de ella; lo, en representación de él y le, en representación de él y de ella.
En acepción restringida:
Laísmo: Uso del pronombre personal de tercera persona en sus
formas femeninas la, las, como complemento indirecto, en lugar de le, les,
formas etimológicas comunes para los dos géneros: la dieron una carta, las
dijeron que no. El laísmo se produce principalmente en Castilla.
Leísmo: Empleo exclusivo del pronombre personal le, como
complemento directo en lugar de lo y la. Así, voy a verle, en vez de voy a
verlo o voy a verla
... El leísmo es propio de Castilla, aunque ha penetrado en otras re-
giones del español.
Loísmo: Uso del pronombre personal lo como complemento
indirecto masculino, que se considera como extremadamente plebeyo: lo
di una bofetada.
Estas tres últimas explicaciones están tomadas del Diccionario de
términos filológicos, del anterior director de la Academia Española de la
Lengua, don Fernando Lázaro Carreter, Editorial Gredos, Madrid, tercera
edición, 1973.
Rafael González Tirado /196/

1 En el suelto Recomienda Modificación Plan Decenal, firmado por Francisco Ortega, del
periódico Hoy, 29 de marzo de 1996, páginas 1 y 6.
2 Viuda del Presidente Cáceres Cumple Cien Años (sic), edición del 10 de junio de 1972, El
Caribe, p.16-A.
4 Colección Pensamiento Dominicano, editorial Librería Dominicana, Santo Domingo, 1964,
p. 22.
5 Artículo El león entre fieras..., de José Báez Guerrero, en el vespertino Última Hora,
domingo 11 de agosto de 1996, p.8.

13 de mayo de 1999
/ 197 / Palabras para compartir

Roque Barcia, Joaquín Balaguer y


Leopoldo Wigdorsky

Tengo un amigo chileno, muy apreciado, que conocí en Santo


Domingo en setiembre de 1984 cuando celebramos el VII Congreso
Internacional de la Asociación de Lingüística y Filología de América Lati-
na (ALFAL), en el cual se rindió homenaje a Pedro Henríquez Ureña en el
centenario de su nacimiento. Yo era el presidente del comité organizador
y tenía todo el peso del encuentro, sometido al reto de que República Do-
minicana quedara bien frente a la directiva internacional de ALFAL y a los
representantes de 23 países de América y Europa que estuvieron presen-
tes.
Durante los trabajos surgió una situación que entendí que reclama-
ba mi adhesión con la persona afectada, aunque nunca la había tratado.
Me pareció y estoy seguro de que era una cuestión elemental de solidari-
dad, y, a la vez, una advertencia a los participantes de que no trataban el
problema con justeza.
Lo que resultó fue que, durante la asamblea general, uno de los
socios se opuso a que determinado candidato aspirara al cargo de vocal
dentro de la comisión directiva de la asociación internacional, porque esta
persona ya no estaba incorporada a la Universidad de Santiago de Chile:
había sido retirada con los honores de profesor emérito; y una de las
exigencias de ALFAL es que todo miembro de la directiva debe estar
incorporado a la docencia o a la investigación, una forma -indirecta- de
vincular la universidad correspondiente a las tareas de la asociación.
Yo me había visto precisado a jubilarme en la Universidad Autó-
Rafael González Tirado /198/

noma de Santo Domingo (UASD) en 1979 por motivos de salud. Sin


embargo, y sin recursos ni apoyos suficientes, unos colegas, constituidos
en filial dominicana de ALFAL, “me” habían embarcado a organizar el VII
congreso mencionado. Por tanto, parecía oportuno, justo y valiente que yo
enfrentara esa actitud denegadora, pues era una situación similar, y que
diera apoyo al derecho de los proponentes de la candidatura de don
Leopoldo Wigdorsky, porque de él se trata en este relato. Pero no lo hice.
Y ese recuerdo me ha perseguido siempre.
¿Por qué no lo hice? Los organizadores dominicanos no contába-
mos con fondos suficientes para concluir con los gastos del congreso. Era
miércoles por la tarde. Al día siguiente se marchaban tres delegados,
miembros de la comisión directiva internacional, y nosotros debíamos pa-
gar la cuenta en el Hotel Sheraton, donde se nos dijo que los representan-
tes extranjeros no podían retirar sus maletas hasta tanto nosotros honrára-
mos las facturas correspondientes.
Argumentamos que teníamos una promesa del gobierno, promesa
que se cumpliría más tarde o más temprano, pero que se cumpliría. La
respuesta fue que el gobierno no tenía crédito en el hotel. Me atormentaba
esa situación, agravada por las cuentas pendientes hasta la salida de otros
delegados, entre sábado y domingo. Mi mente estaba turbada.
Pensé que, como anfitrión, no debía ser yo quien contribuyera,
dentro de los debates, a desbordar ni el nivel ni el tono de los encontrona-
zos. Aparte de que, acosada por los compromisos económicos, la mente
no me permitía el lujo de plantear con serenidad las analogías y los
antecedentes que daban derecho a don Leopoldo a aspirara una nomina-
ción muy bien merecida.
Viví momentos difíciles en la asamblea y en el hotel. Pero pude
obtener un préstamo relámpago por parte de familiares y resolví el atareo
inmediato con el hotel. Es verdad que pude respirar mejor, pero no estaba
totalmente tranquilo: mi conciencia quedó marcada como consecuencia
de aquel otro acontecimiento.
Pocas semanas después, cada uno de vuelta a su hogar, quise excu-
/ 199 / Palabras para compartir

sarme y entablar amistad con el profesor Wigdorsky, quien desconocía los


problemas económicos que nos afectaron y mi sentimiento de culpabili-
dad.
Le escribí a su país; le explique. No nos habíamos tratado; no nos
conocíamos prácticamente. Pero el lingüista chileno comprendió, y hemos
fomentado una amistad que, sin habernos vuelto a ver después del congreso,
nos escribimos regularmente, hablamos por teléfono, intercambiamos fax
e intercambiamos publicaciones.
Es una carta reciente, el amigo me refirió cómo le gustaría actuali-
zar la obra clásica Sinónimos castellanos, de Roque Barcia. Hice mención de
ese sueño en uno de mis artículos y don Leopoldo me contesto así:
“Te quedo muy agradecido por la forma bondadosa en que, en tu
artículo, te refieres a mí. En cuanto al diccionario de Barcia, creo que
tendrán que ser personas jóvenes quienes se encarguen de agrandarlo y
actualizarlo. Si estuviera en actividad en alguna universidad, seguramente
esté sería un proyecto que dirigiría, aun cuando nuestras autoridades son
reacias a financiar proyectos en el área de las humanidades.
“Don Joaquín Balaguer seguramente sonreiría si leyera el párrafo
precedente. ¡Qué vitalidad debe tener el hombre para postular, con más
de noventa años de edad, a la presidencia de la República! A los setenta
años, yo no me siento bueno para nada…, ni siquiera para viajar al Cusco
(respeto la grafía peruana), ahora que me ha subido la presión arterial.”
Con qué sinceridad, con qué sencillez se maneja este apreciado
colega, frente a quien se siente en deuda eterna. Un gran trabajador de la
lengua, cuya acuciosidad y las ansias de ser útil a la cultura del lenguaje me
han permitido reunirlo en este artículo con el filólogo y político español
Roque Barcia Feraces (1823-1885) y con el eterno político y estadista
dominicano don Joaquín Balaguer.
Rafael González Tirado /200/

Las repeticiones que condeno


y las repeticiones que me condenan

Mi trabajo de la semana pasada, en esta misma columna, acerca de


la conferencia internacional sobre “Marcas de género. La escritura de mu-
jeres en América Latina”, que se celebrará en La Habana, del 27 al 29 de
setiembre próximo, trajo unas repeticiones que me condenan ¡y yo mismo
me condeno!
En la columna “En defensa del lector”, de este diario, que aparece
martes y sábado de cada semana, he venido tratando el problema de las
repeticiones ociosas o innecesarias, y parece que ha despertado algún inte-
rés, a juzgar por los comentarios que he recibido.
Cuando menos, lo he tratado en mis exposiciones:
-La repetición como cualidad del lenguaje y las repeticiones
innecesarias, 17 de abril de 1999, página 12.
-De repeticiones innecesarias y de los cuidados en la redac-
ción, 3 de julio de 1993, página 12.
Así que no me luce enredarme con lo que predico.
Utilicé cuatro veces la palabra /tema/, y esto no es grave delito en
un artículo. Pero se da el caso de que en cuatro ocasiones más vino el
derivado /temática/.
Prueba al canto:
-Dos veces en el mismo inicio de la crónica:
a) para debatir un tema de gran interés;
b) la Conferencia Científica Internacional con el tema de...
-Se ofrecerá un enfoque actualizado de la temática del género (se-
gundo párrafo):
/ 201 / Palabras para compartir

-Y a seguidas: Este programa no analizará esta temática solamente


desde el enfoque del fenómeno literario.
Dejé pasar tres párrafos y volví con el enredo en el párrafo número
siete:
-En las sesiones de debate se conocerán los siguientes temas:
... de reconocida trayectoria en el área del tema de las marcas de
género.
-la presentación de textos sobre dichas temáticas.
Entre primitivo y derivado, siete veces el término, hasta alrededor de
la mitad del artículo. A partir de ahí, sólo usé una vez la derivada /temáti-
ca/.
Y es un trabajo escrito y repasado durante cerca de dos semanas,
porque se programó para un jueves anterior y hube de ceder el turno a la
contestación que el Grupo Ramos (La Sirena-Pola) dio a mi título del diez
de junio pasado: “Multicentro Churchill: ¿Un acto fallido en la denomina-
ción comercial?”
Tuve oportunidad de revisarlo y generalmente lo hago. Más de una
vez vuelvo sobre el trabajo ya elaborado. Lo ve un asistente que es profe-
sional en la materia.
Suelo llevar cada artículo el día anterior al periódico, al atardecer.
Llevo el disquete y una copia. De esta manera lo veo en la pantalla de las
oficinas de diagramación de El Siglo, con el señor Sosa, uno de los diagra-
madores, atento y capacitado, que nunca está de prisa y cree que siempre
hay tiempo para corregir y revisar, y que vale la pena hacerlo. Otro
profesional.
No es que sea un caso tremendo, como aquél que comenté para la
columna de martes y sábado, con veinte veces el demostrativo /este/ con
sus variantes en género, número y neutro y su función sintáctica de sustan-
tivo y de adjetivo. No fue tanto, no. Pero vale la pena mejorarlo.
Así lo hice... pero después de publicado.
Sigo revisando cada material que se publica . También escucho las
Rafael González Tirado /202/

observaciones que me hacen. Y mi colaboradora, la licenciada Catalina


Olea Salazar, traslada al disco duro y al disquete las enmiendas a posterio-
ri.
Así se hizo, y con ello pruebo que siempre puede hacerse mejor.
Una búsqueda en la pantalla de uno de los ordenadores del departa-
mento de diagramación del periódico permitió reducir los usos del voca-
blo /tema/ y la derivación /temática/.
Veamos: a) Primer párrafo: ...para debatir un /tema/ de gran interés:
la Conferencia Científica Internacional bajo el /tema/ de
Marcas de género. La escritura de las autoras de América Latina.
Se eliminó la frase “bajo el tema de...”. Una menos.
b) Se dejó /temática/ en el segundo párrafo; pero en el tercero, la
expresión: Este programa no analizará esta /temática/ solamente desde el
enfoque del fenómeno literario, sino que...
Se le dio un giro, para decir:
“Este programa no sólo hará un enfoque desde el punto de vista lite-
rario, sino que...”
Otra menos.
c) Se dejó la palabra /tema/ en el sétimo párrafo. Sin embargo, en el
octavo, donde dice: ... en el área del /tema/ de las marcas de género, se
eliminó el término trastornador.
d) Se dejó temática en el apartado siguiente: ... presentación de textos
sobre dichas /temáticas/.
En cambio, en el número catorce; el enunciado: Se proyectarán mate-
riales fílmicos relacionados con la temática, se convirtió en “...relaciona-
dos con los objetivos de la conferencia”.
De ocho casos, se sustituyeron o se eliminaron cuatro: dos veces cada
una.
Así estaría mejor, sólo que en el disquete, porque ya la página estaba
publicada.
Al pie de la ilustración, para informar acerca de la conferencia inter-
/ 203 / Palabras para compartir

nacional sobre “Marcas de género…” vino otro yerro: Nuria Piera Torada,
no es nuestra exitosa presentadora de televisión. La lingüista cubana, men-
cionada en el pie de grabado, se llama Nuria Gregori Torada. Y así estaba
en la información. Con todo, el error fue mío, no de ningún digitador. El
trabajo estuvo terminado con once o doce días de antelación. Pero se hubo
de posponer para dar paso a la respuesta de “Multicentro Churchill”, a la
vez que obtener la fotografía que ilustró el artículo.
Yo lo había dejado desde la semana anterior dentro del sistema de los
ordenadores y entregué una copia en papel, sistema tradicional, al señor
Sosa para que revisara negritas y cursivas. De esa manera evitaría el viaje
del miércoles al periódico. Mandé el pie de grabado por fax y no tuve
oportunidad de mi acostumbrada revisión en pantalla en el último minuto.
La costumbre y el prestigio de Piera me jugó esa otra trastada.
Suerte que acostumbro a reconocer las dificultades en estos quehace-
res; que me creo consciente de mi capacidad y de mis limitaciones.
En el último artículo acerca de las repeticiones expresé que son cosas
que nos suceden a todos y que nos suceden en más de una oportunidad.
Lo primero que debemos tener en cuenta es la posibilidad de repeti-
ciones; cuáles convienen o son necesarias; cuáles deben evitarse.
En segundo lugar, recomiendo eliminar toda iteración que no sea
imprescindible, es decir, que al sacarlo del texto no afecte el contenido del
mensaje o que no disminuya la belleza formal de la realización literaria.
Más adelante deberán decidirse los cambios pertinentes para sacar a
la intrusa de la circulación.
...y tráeme un pobre hombre de algún pobre pueblo, y esa pobre mano por
la que me matan pónmela en la herida por la que me muero. “Canto a los hijos
en marcha”, Andrés Eloy Blanco (venezolano).

15 de julio de 1999
Rafael González Tirado /204/

El /ronrón/ que le faltaba


a Samuel Sosa

Manejaba yo el domingo temprano por una de las avenidas de la


ciudad, cuando la persona que me acompañaba comentó:
-Sosa dio el /ronrón/ que le faltaba…
La radio del automóvil no estaba funcionando, lo que quiere decir
que mi acompañante hablaba por algo que había visto o que recordaba, no
porque acabara de escucharlo. Habló del tema al cruzar una esquina,
después que el semáforo nos dio paso.
Llamó mi atención el tema acerca de beisbol, y me interesé igual-
mente por el manejo del lenguaje:
ronrón
Es decir, que había hecho una asimilación de la /rr/, haciéndola
presente en ambas sílabas, por lo cual desaparece la pronunciación aspira-
da o jota suave en /jon/ al inicio del anglicismo (home run).
Las consonantes se clasifican por el punto y por el modo de la
articulación.
Se llama punto de articulación al lugar de la cavidad bucal donde
los órganos de la fonación se tocan o se aproximan para producir el ruido
que caracteriza a cada consonante: bilabiales (p y b); labiodentales (f);
interdentales ( z ); dentales ( t, d ); alveolares (s, n, l, r, rr); palatales (ch, y,
ñ ) y velares ( k, j, g).
Modo de articulación es la manera como los órganos de la voz
forman cada consonante en el punto de articulación; y atendiendo a ello se
dividen en oclusivas ( p, t, k, m, n); fricativas ( f, z, s, l, ll, j) y africadas (ch,
ñ).
/ 205 / Palabras para compartir

También se denominan como sordas (man/t/a) y sonoras (man/


d/a), según que al pronunciarse se produzcan o no vibraciones en la laringe.
Por esas vibraciones podemos distinguir cuando pronunciamos man/t/a y
man/d/a.
“Lo que las diferencia es el carácter del soplo espirado: el de la t no
trae vibraciones sonoras, que son las producidas en el soplo al pasar por las
cuerdas vocales, y el de la d sí las trae. El soplo de la t es sordo, el de la d
es sonoro” (Pedro Henríquez Ureña y Amado Alonso, Gramática castellana,
primer curso).
La /rr/ es una consonante vibrante múltiple, sonora, o sea que al
pronunciarla hay una vibración de las cuerdas vocales. De acuerdo con el
punto de articulación es alveolar, porque para producir este fonema, el
órgano activo, que es el ápice lingual (punta de la lengua), toca los alvéolos
de los dientes superiores.
Para el Diccionario práctico español moderno, de Larousse, es la vigési-
ma letra del alfabeto castellano y la decimosétima consonante.
Para el Diccionario general ilustrado de la lengua española, VOX, es la
vigésima primera letra.
Cierto nivel de hablantes dominicanos hace la asimilación de la /
rr/ a que me referí al principio, es decir, que iguala el sonido de la jota o
aspiración de la primera sílaba /jon/ con el sonido inicial de la sílaba si-
guiente /rón/, y pronuncia: /rr/on/rr/ón.
Es una vibrante múltiple, diferente a la vibrante simple que se
pronuncia en ca/r/o, distinta a cuando decimos ca/rr/o.
Sin embargo, en este caso no hemos multiplicado la escritura. He-
mos escrito siempre como si fuera una pronunciación sencilla: ron/rón
¿En razón de qué lo hemos hecho así?
-Al inicio de sílaba siempre se pronuncia /rr/: rratón, rrápido. Na-
die dice /r/atón, /r/ápido, en articulación simple o suave. Por tal razón,
no hace falta escribir con /rr/ inicial.
-Esta misma consonante, en medio de la palabra y después de /n/
Rafael González Tirado /206/

y de /s/, se va a pronunciar siempre como vibrante múltiple y sonora:


hon/rr/a, Is/rr/ael
Nunca diremos: hon/r/a, Is/r/ael.
Por esa razón no hace falta multiplicarla en la escritura.
Todo esto lo pensé en el breve lapso de llegar frente a otro semáfo-
ro donde pude darme cuenta de dónde mi acompañante sacó la noticia del
/ronrón/ de Samuel Sosa.
En efecto, el pasado domingo 19 la primera página del diario
El Nacional exhibió este título: /J/onrón 60 de Sosa estremece RD.
Me di cuenta, por enésima vez, que mucha gente, por más preparada
que sea, lee ciertas cosas de memoria, vale decir, por lo que tiene arraigado,
por el léxico que acumuló desde temprano, por sus hábitos articulatorios.
Se trata de una persona con una función importante, con estudios
universitarios no concluidos, pero con larga experiencia en funciones ofi-
ciales de cierta valía.
Aunque el periódico decía /jon-rón/, ella (la persona) leyó un
/rron-rón/. Y era un titular de primera página, en letras bien altas y
destacadas, por el interés de la noticia para los lectores en el país.
En mis relaciones cotidianas, no vinculadas a los quehaceres de la
prensa y del lenguaje, no incursiono en estos temas ni me meto a corregir a
nadie, sin embargo, me creí en la obligación de aclarar lo del /r/onronero
Samuel Sosa.
Expliqué que se trata de un préstamo lingüístico, tomado del sub-
código del juego de pelota. No lo dije de esta manera; en realidad lo expli-
qué en lenguaje claro y accesible.
Dije que /jon/ equivale a hogar en inglés /home/, y que /ron/ es
correr /run/: corrida hasta el plato, hogar o base del bateador. Por tanto,
jonrón proviene del inglés /home run/ o /homer/: carrera completa, cua-
drangular o tetrabases.
En consecuencia, concluí: ron/rón es una forma anómala del
préstamo léxico, que se debe pronunciar con una jota suave (o sonido aspi-
/ 207 / Palabras para compartir

rado) en la primera sílaba.


La perorata concluyó poco antes de doblar la esquina en el tercer
semáforo con que nos topamos. Para cerrar el diálogo miré hacia la cara de
¿la? acompañante y recibí una cortada de ojos tan rasante que tuve que
retirarme del /home plate/ para no recibir un /dead ball/. ¿Se escribirá
de esta manera?
¡Quién me manda a meterme en estas “curas de idiomas”!

23 de setiembre de 1999
Rafael González Tirado /208/

¿Idiosincra/c/ia o idiosincra/s/ia?

Un lector se dirige a la columna Lenguaje y comunicación para


comentar la ortografía de Aristófanes Urbáez en El Roedor del 4 de se-
tiembre en curso, página 8B de este diario.
Se refiere a la palabra idiosincra/s/ia, escrita con /s/ hacia el final,
que Aristófanes emplea en la muestra siguiente:
Aunque tenemos la herencia común de la lengua, el pueblo latino-
americano es ‘variopinto’ por razones históricas, políticas, geográficas,
biológicas, genéticas, antropológicas, etcétera, que tampoco vamos a discutir
aquí; pero de todos esos pueblos a quienes más nos parecemos en
idiosincrasia -hasta en los chistes y el ‘mulataje’- es a los venezolanos y a
los panameños.
Condena el lector y califica como descuido imperdonable que el
columnista haya escrito la palabra con una letra que no corresponde a la
etimología, a la vez que pasa a comparar la escritura con /s/: idiosincrasia
(que él considera anómala), con democracia, autocracia, plutocracia, pala-
bras estas en cuya última sílaba se impone la /c/.
Con cierto desenvolvimiento pasa a explicar el significado de cada
compuesto de los tres vocablos anotados anteriormente y distingue cada
significado: demo + cracia: demo ‘pueblo’; cracia ‘gobierno’= gobierno
del pueblo, opuesto a aristocracia, gobierno de las clases altas; auto + cra-
cia: auto, prefijo que significa ‘mismo’, ‘propio’; más el sufijo cracia =
forma de gobierno en la cual se impone la voluntad de una persona;pluto
+ cracia: pluto ‘riqueza’; cracia= sistema en el cual el poder reside en
manos de los ricos.
Las explicaciones que ofrece el lector están bien hasta ahí. Pero lo
malo es la insuficiencia en la investigación: le faltó ahondar en el dicciona-
rio de voces de la lengua.
/ 209 / Palabras para compartir

No es buena metodología investigar a medias o satisfacerse con


llegar hasta medio camino. El tema debe agotarse, concluirse hasta lo
razonable.
Si hubiera buscado un poco más se habría encontrado con:
idiosincra/s/ia,
tal como la escribió el columnista Urbáez, quien tiene suficiente cultura y
dominio del lenguaje para no perderse en lo claro tan fácilmente.
El diccionario le habría dicho que este vocablo no tiene la misma
sufijación de las voces anteriores, sino que está compuesto por los elemen-
tos griegos:
idio = peculiar, personal; del griego idios
. sincrasia = temperamento; de synkrasis, también del griego.
Semánticamente equivale a ‘índole del temperamento y carácter
de cada persona’.
Tiene que ver y guarda sinonimia con individualidad, carácter,
personalidad, temperamento, índole.
Por tanto, el sufijo sincrasia no responde a la misma significación
de gobierno, sino que vale como temperamento y otras familias de
acepciones similares o aproximadas.
Cada uno con su etimología; cada cual con su forma de escribirse.
Como voz culta, el término, que proviene de la lengua de los hele-
nos, se hallará en otros idiomas con una forma de escribirse muy parecida
a como lo hacemos en español:
a) En inglés: idiosyncrasys;
b) En francés: idiosyncrasie
Esta confusión en la ortografía fue común entre los dominicanos
hasta la década de los años setenta. Pero una actitud de la Escuela de
Periodismo (hoy departamento de Comunicación Social) de la Universi-
dad Autónoma de Santo Domingo (UASD), extendida a la enseñanza del
español en el Colegio Universitario entre los años finales de los sesenta y la
Rafael González Tirado /210/

primera mitad de la década siguiente, trajo luz al problema y hoy el error


está reducido a su mínima expresión.
-Una carta en el Listín Diario, página 10A, del 2 de abril de 1998,
trae idiosincra/c/ia:
La situación de la hora de salida de los sepelios y la velocidad del vehículo fúnebre son
ya más difíciles de modificar, pues la idiosincra/c/ia de nuestra gente en algunos
aspectos se resiste a cambiar.
Sin embargo, escritores de la talla del doctor Manuel Núñez acier-
tan en los usos más delicados:
…orientados por el esfuerzo editorial de instruir, de informar al ciudadano en el
conocimiento de su idiosincra/s/ia como dominicanos, de sus deberes y derechos.
Del análisis ¿Por qué necesitamos una editora nacional?, publicado
también en el Listín Diario, 9 de abril de 1998, página 8A.
Muchos casos de paronimias nos llevan a confundir una palabra
con otra.
Las voces parónimas guardan semejanza fonética, como onda y
honda, que la escritura a veces confunde. Alguna vez he visto /exitar/, de
/excitar/, como si se asimilara a /éxito/, y hay quienes dicen /prevee/, en
lugar de /prevé/por confusión con /proveer/. En lenguaje antiguo se decía
/veer/, que luego se convirtió en /ver/.Así, pasó con /pre-veer/, que
también perdió una /e/.
No se pierda usted. Si encuentra que mañana alguien escribe
a/s/echanza, no despotrique diciendo que eso se escribe con /c/. Acuda
a un mataburros, que cualquiera de ellos le dirá que la escritura existe y le
ofrecerá el significado: ‘trampa’ o ‘engaño’.
Con /c/ equivale a ‘vigilancia’ o ‘espionaje’.
Con /s/ es tender trampas o preparar engaños para causar algún
daño.
Son palabras isónimas, es decir, que tienen un origen común. Pero
cada cual ha hecho ruta propia y tiene ortografía que distingue una de otra.
/ 211 / Palabras para compartir

¿Algo más? ¡Claro! ¡Que Dios me libre de equivocarme con El


Roedor!

30 de setiembre de 1999
Rafael González Tirado /212/

La lección de las palabras pa/c/iente,


in/c/ipiente, in/s/ipiente y pa/s/ificación

¿Cuántas palabras existen en español que lleven estas cinco prime-


ras “formantes”: p-a-s-i-e? Conozco pasiego, un adjetivo que se usa tam-
bién como sustantivo. Se deriva de Pas, valle de Santander (España).
En el diccionario de la Academia de la Lengua le antecede el tér-
mino pasicorto: que tiene corto el paso; y le sigue pasificación, que alude al
proceso de convertir la uva fresca en pasa.
Es decir, que entre /pasic/, de pasicorto, y /pasif/, de pasifica-
ción, no cabe ninguna otra palabra que no sea pasiego: /p-a-s-i-e.../ No
cabe o no está registrada ninguna otra con esas cinco letras delante.
Por eso, me quedé sorprendido cuando el último domingo vi este
titular en el Listín Diario:
Pa/s/ientes criollos no quieren hospitalizarse con haitianos
Es un encabezado de primera página, destacado en la parte supe-
rior como noticia central de la edición del último día del mes de octubre
(1999), para ese cotidiano.
Parece que un mecanismo de defensa hizo acudir a mi mente los
homófonos:
Incipiente/insipiente
In/c/ipiente: que empieza; adjetivo de mucho uso dentro de la
lengua.
In/s/ipiente (no sapiente): falto de sabiduría o de juicio. Es térmi-
no no usual entre nosotros.
/ 213 / Palabras para compartir

Si alguien me dice que insipiente no se escribe con /s/, yo le contesta-


ría: Depende, y pasaría a explicarle la diferencia.
En muchos casos, no es aconsejable irse inmediatamente por la
negación o por el reproche. Si dijere: Coloqué el equipaje en la /b/aca,
podrá pensarse que la /v/aca no es, entre nosotros, animal de carga. Pero
yo no he querido referirme a la hembra del toro, sino a aquélla (con bila-
bial) que significa ‘sitio en la parte superior de las diligencias y demás co-
ches de camino donde pueden ir pasajeros y se colocan equipajes’.
Así mismo, existen a/c/echanza y a/s/echanza, acer/b/o y acer/v/o,
pa/c/ificación y pa/s/ificación.
Acer/b/o es áspero al gusto; acer/v/o es montón de cosas menu-
das.
A/c/echanza es acecho, vigilancia, espionaje; a/s/echanza es tram-
pa, engaño o artificio para hacer daño a alguien.
Pa/c/ificación: establecer la paz, sosegarse, está muy lejos de pa/
s/ificación, que significa convertir la uva fresca en pasa.
Por esas complejidades, no me permití hacer un juicio instantáneo
al ver la falta de ortografía en el pasiente del titular de marras. Uno percibe
la falla de inmediato, sobre todo en un contexto donde se habla de
hospitalización y en momentos en que se renueva el tema de las haitianas
embarazadas que vienen a dar a luz a República Dominicana.
Sin embargo, siempre se le dedican algunos segundos. Llega a la
mente todo un corpus de voces parónimas, homónimas, homófonas, ho-
mógrafas antes de hacer un juicio, de emitir una opinión.
¿Será posible que se escriba de las dos maneras, como arpía y har-
pía, armonía y harmonía?
Todo eso ocurre rápidamente. Uno sabe por dónde anda la cosa,
pero se resiste a precipitarse.
El problema de la ortografía con /s/ en el sustantivo /pacientes/
fue ocasional. Sólo aparece en el titular de primera página.
Doris Pantaleón, autora del reporte desde Elías Piña, escribe /pa-
Rafael González Tirado /214/

cientes/ once veces en su trabajo, todas en plural y con la /c/ interna,


correctamente, sin ninguna duda.
Además, el titular de la edición interior de la noticia, colocada en
la página 14A, primer cuerpo del periódico, acierta con la ortografía:
Los hospitales de Elías Piña, atestados de pacientes de Haití.
Hay un acierto, además, en el uso de la coma después de Elías
Piña, para significar la supresión del verbo (están). Es un empleo de mucho
cuidado y gran dominio de la puntuación, la coma, en el caso particular.
La única explicación que se me ocurre para ese desvío ortográfico,
tan significativo en la primera página del diario, es la presión del cierre de
la edición dominical, avanzando las horas del sábado o ya dentro de los
primeros minutos del día siguiente.
Compromisos, agotamiento, preocupación por la siguiente jornada
de trabajo... en domingo.
Sólo una recomendación: Hay que estar vigilantes hasta el último
punto, hasta el punto final, porque el lenguaje es complejo, la escritura es
engañosa.
No bastan normas gramáticales, diccionarios, manuales, enciclo-
pedias, opúsculos, fascículos etc. Escriba, lea, relea, revise pormenoriza-
damente; anote, consulte; vuelva sobre sus pasos, y, aún así, siempre habrá
margen y oportunidad para un error, para una nueva equivocación.
Todos nosotros lo sabemos por experiencia. No es problema de
saber más gramática: son las travesuras del lenguaje.

4 de noviembre de 1999
/ 215 / Palabras para compartir

¿A/g/üeducto por dislate o a/g/üeducto


por convicción?

En la madrugada de ayer escuché a un comentarista de CDN -


Cadena de Noticias- decir cuatro veces a/g/üeducto en lugar de a/c/
ueducto.
Fue en un programa dedicado a pasar balance a los acontecimien-
tos del día. Se produce en horas de la noche. Correspondió a la programa-
ción del pasado martes 16.
Lo escuché durante la repetición que CDN hace en la madrugada
inmediata, exactamente en el día de ayer, 17 de noviembre en curso, emi-
sión de la una y treinta minutos de la noche.
Realmente, me chocó el empleo de a/g/üeducto, derivado directa-
mente del sustantivo a/g/ua, forma popular del latinismo a/q/ua.
Muchas palabras del latín con fonema de /k/, escritas con /c/ o
con /q/: fo/c/us, lo/c/us, a/q/ua, pasaron a nuestro idioma con sonido de
/g/.
Sucedió con acutu-agudo; securu-seguro.
Otros cambios fueron:
- la /p/ por /b/: apícula-abeja; cepulla-cebolla;
- la /t/ por /d/: amatu-amado; vita-vida;
- /us/ por /o/: sanctus-santo; auditus-oído.
Son manifestaciones de la ley del menor esfuerzo.
Fundamentalmente, el idioma español es una derivación del nivel
de lengua que hablaban los soldados y los comerciantes romanos que se
establecieron en la Península Ibérica: latín vulgar o sermo rusticus. Estas
Rafael González Tirado /216/

formas fueron adaptadas por los pueblos establecidos en la región que,


finalmente, caracterizó un lenguaje diferente. Según se desarrolla, este
nuevo sistema adopta modos del latín literario o sermo urbanus, que fue la
lengua de los grandes escritores romanos y de las clases ilustradas.
A eso se debe que tengamos palabras como caballo, del latín vulgar,
y ecuestre y equitación, derivados de eques: ‘caballero’, pero tomados del ni-
vel culto o literario del latín.
Se dan casos en que una misma palabra del latín genera, por distin-
tas vías, dos palabras diferenciadas:
- delicatus primero produce el adjetivo /delgado/, término popu-
lar; y luego /delicado/, una expresión de nivel culto;
- áncora produce /ancla/ en lenguaje popular. Pero la lengua culta
acude al latín para reencontrarse con /áncora/ y pasa a significar en español
‘lo que sirve o puede servir de amparo en un peligro o infortunio’. Ejemplo:
Eres mi áncora de salvación.
Palabras como éstas, que tienen un mismo origen, pero generan
diferentes significados, se denominan isónimas.
El latín focu-focus: ‘brasero’, ‘fogón’, pasa al lenguaje popular como
fue/g/o. Pero también da foco, fóculo (cavidad donde se encendía el fue-
go) y modernamente focal, foquismo, foquista.
Lo/c/us, lo/c/ale, lo/c/alis producen en nuestra lengua el sustanti-
vo lu/g/ar. Pero más adelante se introducen voces como lo/c/al y lo/c/
alizar, lo/c/alización, lo/c/alismo, lo/c/alidad.
Aqua, con sonido de /k/, pasa a la lengua castellana como
a/g /ua, con /g/. Pero origina los cultismos acueducto, acuífero.
El hablante suele identificar el término derivado por el vocablo ya
enraizado, popular en el léxico.
Se produce confusión con expresiones como impacto cardíaco, en lu-
gar de infarto, por la aproximación o paronimia entre las palabras. O los
chistes de Tres Patines y algún otro comediante: huellas vegetales, por hue-
llas digitales. O los que siguen el modelo de la conjugación /caiga/ y dicen
/ 217 / Palabras para compartir

/haiga/ en lugar de /haya/, o se afectan para decir difer/ie/ncia por difer/


e/ncia.
Hay quienes mantienen cierta uniformidad en la derivación, di-
ciendo incompren/d/ible en vez de incomprensible.
La aproximación fonética provoca estas situaciones de dislates o
anomalías en el vocabulario.
Mucho me interesé por la pronunciación de /agüeducto/ en el
programa mencionado. Una cosa es el habla popular, las asociaciones
fonéticas que hace el hablante en el uso espontáneo y natural de la lengua,
y otra muy diferente es la realización de un comentarista radial o de
televisión, dependiente de una empresa que lo contrata para comunicarse
con un vasto público, al que sirve información, orientación y modelos
correctos del idioma.
No puedo aventurarme a decir si este uso en la transmisión radial
que comento fuera consciente o inconsciente. No puedo afirmar ni una
cosa ni la otra. Algunas personas derivan agüeducto, pero no son la mayoría
ni las más cultas. Se nota en cierto nivel de hablantes, especialmente en el
habla rural. Es un lenguaje que se va superando con el paso de los días.
También se escucha entre hablantes de tierna edad. Sin embargo, la
escolaridad y el intercambio permiten superarlo.
Creo que el comentarista que empleó el derivado puede tener con-
ciencia de lo que hace. Y creo que él puede pensar en que así debe decirse
para la unificación de las formas. Ese puede ser su pensamiento y su con-
vicción. No lo sabemos.
Mas, el lenguaje es el uso generalizado y los modos empleados por
los núcleos más conscientes en el manejo del sistema. La categoría de pro-
fesional lo obliga a conocer esas diferenciaciones y hasta algunas sutilezas
que existen en la lengua.
Y no luce que, para evitar malos juicios, un locutor vaya anotando
a cada paso: No es que yo no lo sepa. Lo digo así porque creo que la gramática está
equivocada.
Rafael González Tirado /218/

Esa no es su misión. Su tarea está en informar y orientar con efi-


ciencia sobre los temas que le correspondan, y en un lenguaje claro, llano,
sencillo y oportuno. No debe meterse en vericuetos de las complejidades
del léxico o de la gramática.
Él no es, necesariamente, un reformador del idioma.
Debe propiciar un mensaje orientador y eficaz, dentro de un nivel
de español de uso, que pueda ser comprendido por la mayoría de los recep-
tores del contenido que él difunde por los medios de comunicación social.

18 de noviembre de 1999
/ 219 / Palabras para compartir

La /a/ que nos enreda y la /h/ que nos


pierde

En un espacio pagado he podido leer tres empleos de preposición


/a/ y dos formas del verbo /haber/:
- ...deseo expresarle nuestras disculpas por hacer pública nuestra
queja /a/ través de este medio de comunicación;
- ...para que se nos efectúe un simple traslado de una línea tele-
fónica desde un 4to. piso /a/ un 2do. piso en un mismo edificio de
apartamentos...
- /A/ diario cuando llamamos para inquirir sobre nuestra solici-
tud...
- ... y hasta el momento, nadie absolutamente nadie en Codetel se
/a/ dignado en tomarnos en cuenta.
- En ocasiones, personal de la empresa que se identifica como
supervisores, /ha/ tomado nota de nuestro caso por sabe Dios cuántas
veces.../personal/: singular y plural, respectivamente.
Los tres primeros usos corresponden a la preposición /a/. Los otros
dos son momentos de la conjugación del verbo /haber/. Sólo que en el
modelo se /a dignado/ hay un trastorno ortográfico por confusión de /
haber/ con la preposición /a/.
Preposición es una partícula invariable que encabeza complementos
y que indica cómo se complementa el núcleo:
Voy /a/ casa.
Lo hizo /con/ intención dolosa.
Rafael González Tirado /220/

Llegó /hasta/ aquí.


/Haber/, por su parte, tiene una función como verbo impersonal o
unipersonal:
En invierno /hubo/ tres grandes nevadas.
Los gramáticos recomiendan que no se diga /hubieron/, porque la
oración carece de sujeto; por tanto, no hay en la estructura un objeto al
cual se le pueda atribuir la acción de nevar, que es un fenómeno de la
naturaleza.
/Haber/ tiene también una función como verbo auxiliar para la
conjugación compuesta de los diferentes modos, tiempos, números, voz y
personas propios del sistema gramatical.
Podemos estudiar esta función a través de los llamados verbos mo-
delos: amar, temer y partir, que aceptan y requieren, como otros, las cons-
trucciones haber amado, haber temido, haber partido:
Tú /has/ amado mucho.
Vosotros /habéis/ temido lo peor.
Cuando lleguemos, ya ellos /habrán/ partido.
En las situaciones presentadas al inicio: /a través/, /a un 2do. piso/
y /a diario/, se está utilizando la forma preposicional, palabra invariable,
una sola vocal, sin componentes de ninguna otra clase.
-/a/ través: por entre, por intermedio.
-/a/ un lado: que significa dirección, distancia, término del movi-
miento, orientación, cercanía o proximidad...
-/a/ diario: diariamente, cada día. Es expresión de mucho uso en
América Central y en Méjico.
Ese empleo no lleva /h/ ni recibe ningún otro valor gramatical o
morfema.
Los otros dos usos, que corresponden al verbo /haber/, reclaman la /
h/ al principio:
- ...absolutamente nadie en Codetel se /ha/ dignado;.... el personaje
que - ... se identifica como supervisores, /ha/ tomado nota de nuestro
/ 221 / Palabras para compartir

caso /n/ innecesaria/.


En estos ejemplos, las formas de /haber/ son seguidas por un partici-
pio:
-/han/ tomado nota (el personal); singular.
-se /a/ dignado.
En este último caso, los suscribientes del reclamo al presidente de
CODETEL han confundido la forma /ha/ del verbo haber con la ortogra-
fía de /a/ preposición, que no lleva /h/.
No sucedió en /han tomado nota/, porque a muy pocos se les
habría ocurrido escribir /an/ cantado, /an/ salido. Muy pocas veces me he
encontrado con ese gazapo ortográfico. Reconozco que lo vi alguna vez,
aunque es muy poco frecuente Con todo, se les fue una /n/ En cambio,
/ha/ sin la /h/ se cuela a cada paso:
-Como usted mismo /a/ podido comprobar, existen diversos jue-
gos sexuales que lo ayudarán... (Listín Diario...);
-¿Cómo /a/ sido la relación con sus padres? (Hoy...);
-... será beneficiado (Fulgencio Espinal) con un auto de no /a/ lugar
(La Nación, 18 de marzo de 1997...);
-En los últimos días se /a/ incrementado ... el robo de vehículos
en los barrios de la capital (El Siglo, pie de foto, 4 de febrero de 1994,
página 8D).
Afecta por igual a redactores, conectores, colaboradores y
columnistas. No hay distinción, no existe diferencia por la categoría. A
todos se nos cuelan errores.
Más extraño es ponerle la /h/ a la preposición, que no la lleva,
pero sucede.
-... quienes completamente disfrazados con trajes de flecos y con
el rostro oculto por caretas, se dedican /ha/ pedir dinero...
(Listín Diario, La Opinión del Lector, 27 de febrero de 1997, página
10A).
Para evitar algunos de esos yerros, usted puede apreciar la validez
Rafael González Tirado /222/

o la oportunidad de la ortografía, dándole vuelta a la frase:


Dígase usted mismo, reflexione:

a) se dedican a: /haber pedir/, /haber pedido/. ¿Tiene sentido la


frase? De ninguna manera. Entonces no se trata del auxiliar /haber/, y la
/a/ debe escribirse sin hache: se dedican /a/ pedir;
b) Contrariamente: en /se a incrementado/ o en /cómo a sido la
relación con sus padres, me preguntaría: ¿/Haber/ incrementado?; ¿/haber/
sido la relación? ¿Cabe y corresponde el verbo /haber/? Sí, señor. Entonces
debo escribir esa /a/ con una hache delante: ...se /h/a incrementado;
...cómo /h/a sido la relación...
Dígase, por ejemplo:
Fulano se ha enriquecido con su esfuerzo y ha contribuido con
su estímulo y su apoyo a favorecer a sus familias y a sus allegados.
Favorecer /a/ su familia no es lo mismo que /ha/ favorecido...
Aplíquense los recursos indicados y se verá qué bien operan los
términos que marcamos, en cada caso, con o sin la hache /h/. Cada cual
en su función. Cada cual con su escritura.

25 de noviembre de 1999
/ 223 / Palabras para compartir

La expresión /he/ que la prensa carga a


Joaquín Balaguer y a Luchy Vicioso

He seleccionado dos casos anómalos de la expresión /he/, que la


prensa ha puesto en la conversación de personas muy conocidas en el país.
Uno corresponde al periódico Hoy, en una entrevista al doctor
Joaquín Balaguer:
El ex presidente de la República expresó que espera los próximos
días para ver si cuenta con la visión que tenía antes de que viajara a Estados
Unidos, que era mejor que la que tiene actualmente.
“Y eso es lo estoy esperando (sic), a ver cómo evoluciona eso, si yo
puedo contar con la vista que tenía antes del viaje, que me /era/ ya
suficiente, ahora mismo me /he/ insuficiente”, indicó.
Corresponde a un pase a la página 6 de la noticia intitulada:
Sin decisión todavía/
Empeora problema visual JB;
apoyaría otro sea candidato
Comienza en la primera página, edición del 26 de julio pasado. Los
párrafos transcritos más arriba se localizan en el texto del pase, página 6.
El otro caso es atribuido a una muy conocida y respetada artista
popular:
ENTREVISTA: Luchy Vicioso cree que el bolero no desapa-
recerá/ “Mi mayor logro es la paz que tengo”
Se deja leer en la edición del lunes 18 de octubre de este año,
El Siglo, sección Vivir, p. 8D.
/Es/ una entrevista que ofrece la destacada intérprete a ese perió-
dico.
Rafael González Tirado /224/

/He/ aquí el texto que me interesa:


¿Cuáles han sido los momentos más difíciles de su vida per-
sonal?
(La hermosa dama suspira profundo y luego responde). /He/...
bueno, en mi vida... qué yo te digo, las veces que yo /he/ tenido que
tomar decisiones en contra de mi voluntad, y no te puedo decir más
nada; sí, porque a veces tú no naces para esas cosas.
Se debe advertir que la pregunta mueve a reflexionar y provoca
vacilaciones en la interlocutora. No todo el mundo se complace en hablar
de sus asuntos personales. Son muchos los que ponen respeto en su vida
privada y lo exigen, a la vez.
Doña Luchy vacila desde el principio, y esa vacilación se manifies-
ta de inmediato en el suspiro profundo que anota el cuestionador. Suspira
y reflexiona acerca de cómo responder a una pregunta cuasi-temeraria.
El periodista refleja las primeras expresiones:
/He/...
Bueno, en mi vida...
Los puntos suspensivos son signos del mensaje, representación de
las vacilaciones provocadas por la inquietud de cómo debe responder, o si
se debe responder o no a la pregunta del entrevistador de El Siglo.
Si busco en cualquier diccionario común acaso encontraré que me
dice:
he: partícula que, junto con los adverbios aquí y allí o unida a pro-
nombre personal átono sirve para señalar o mostrar una persona o cosa: he
aquí la verdad/ helos todos a tu lado.
Y no entiendo que la señora Vicioso esté señalando, mostrando. An-
tes al contrario, hay en sus palabras y en su actitud vacilaciones manifies-
tas.
Entonces, le doy la vuelta a las letras, y encuentro en el lexicón:
¡eh! (entre signos de exclamación, inicial y final): interjección que
sirve para llamar la atención, preguntar, llamar, despreciar, responder, ad-
vertir...
/ 225 / Palabras para compartir

Tiene los siguientes homófonos:


e: conjunción equivalente a la /y/, con sonido de vocal /i/;
he: forma del verbo haber: he comprado;
he decidido;
e: sexta letra del alfabeto español y la segunda de sus vocales.
Después de revisar todas las posibilidades de uso, se habrá de con-
cluir en que el empleo de la cancionista Vicioso corresponde a una inter-
jección, que marca la indecisión, la necesidad de reflexionar antes de dar
una respuesta.
La confusión del periodista está en la forma del verbo /haber/:
yo /he/ tomado mi decisión, presente de indicativo de la conjugación
compuesta, cuando ha debido interpretar con fidelidad la vacilación de la
entrevistada, que él debe representar con la escritura inversa /e-h/, en
lugar de /h-e/.
Otras interjecciones llevan la /h/ al final: bah, oh, ah.
El redactor de la noticia tenía la solución muy cerca, si se detenía a
pensar, a comparar, a contrastar. En efecto, a pocos pasos escribió: las veces
que yo /he/ tenido que tomar decisiones...
Ha escrito dos /h-e/ de significaciones muy distanciadas, que no
se corresponden, y una de las cuales no tiene pertinencia.
Eso ocurrió de una línea a otra. Pero el trabajo de la prensa es así
de acelerado, aparte de que existe un problema de formación y de los valores
que damos al empleo de lo que es nuestra herramienta diaria de trabajo: la
palabra escrita.
¿Qué se nos ocurre con la forma /he/, trasladada en el texto de la
entrevista con el doctor Balaguer?

En primer lugar, el reportero escribe correctamente: “... eso


/es/ lo que estoy esperando...”
Utiliza /es/, una forma del verbo /ser/: Yo soy, tú eres, él /es/.
Balaguer está ofreciendo una entrevista en vivo en el cementerio
Rafael González Tirado /226/

Cristo Redentor: lenguaje oral. Él no ha escrito nada; quien lo traslada al


papel es el periodista, quien expresa más adelante:
“... si yo puedo contar con la vista que tenía antes del viaje, que me
/era/ ya suficiente, ahora mismo me /he/ insuficiente”.
¿Puedo conjugar: me /he/ insuficiente; te /has/ insuficiente; le /
ha/ insuficiente?
¿Verdad que eso no ajusta, que no resulta de ese modo?
Tengo que tirarme por otro lado:
¿Me /he/ insuficiente o me /es/ insuficiente?
Claro que es válida esta última forma, como también diremos: te /
es/ insuficiente, le /es/ insuficiente.
Se trata de una construcción con predicado nominal, con el verbo
/ser/ como enlace o cópula entre sujeto y predicado.
El entrevistador pudo comparar la expresión /que me era/ con la
frase inmediata /que me he/, y habría comprobado que se trata de un
mismo verbo: era/es. Haciendo un paralelismo: ¿se podría escribir /hera/
con hache? Es evidente que no procede.
Balaguer nunca confundirá esos momentos o flexiones de los verbos
/haber/ y /ser/, porque su dominio del lenguaje -oral y escrito- es dema-
siado profundo para caer en dislates similares. Por ejemplo, en sus Memorias
de un cortesano en la era de Trujillo sólo encontré una falta de ortografía, y
estoy convencido de que no habría ocurrido si el ex-presidente no hubiera
perdido la vista.
Los casos en ambas entrevistas (Luchy Vicioso y Joaquín Balaguer)
son responsabilidad exclusiva de los respectivos redactores, y de lo que se
agrega al proceso de revisar y controlar dentro de un medio impreso. Sólo
ellos cargan con el descuido. Nadie más.

2 de diciembre de 1999
/ 227 / Palabras para compartir

Méjico/México: por la contradicción o la


condescendencia
Primera parte

Un asiduo lector de esta columna me refiere haber advertido la


escritura Mé/j/ico en la bibliografía de mi opúsculo acerca de Las mayús-
culas dominicanas y el modelo ortográfico de Gabriel García Márquez.
Es un folleto que se puso en circulación el 26 de abril de este año,
en el marco de la Feria del Libro.
La persona que me honra con su lectura, don Verutidio M. Ramí-
rez, me escribe desde Santiago para decirme:
“...he notado que en la bibliografía que Ud. indica al final de su
libro relativo a las mayúsculas figuran dos diccionarios de Larousse impre-
sos en Mé/j/ico. Procediendo de Larousse, llama mi atención el hecho de
que aparezca escrito Méjico (con j) en lugar de México (con x) que es como
lo escriben en el propio país y cuyo nombre oficial -a menos que lo hayan
cambiado- es Estados Unidos Mexicanos. ¿Qué podría Ud. decirme al
respecto? Está demás decir que en ese país hay una cantidad de poblados,
ciudades y otras demarcaciones en cuyos nombres interviene la x, tales
como Mexicali, Oaxaca, Holbox, Tuxpan, Texococo, Xochicalco, Uxmal,
etc.”
En efecto, mi análisis acerca del empleo de las mayúsculas en la
escritura de los dominicanos trae en la bibliografía dos menciones de dic-
cionarios prácticos de la casa Larousse. Uno se denomina Ortografía; el
otro es el Diccionario de dudas e incorrecciones del idioma.
Sin embargo, las referencias de esas ediciones mejicanas son de mi
Rafael González Tirado /228/

autoría y no de los textos salidos de la muy conocida y respetada editorial


de origen francés. Cada vez que los diccionarios de la editora de marras
mencionan a Méjico, lo hace con /x/, sea en la dirección de la oficina
responsable de publicarlos, en la nota de créditos de la edición o en el pie
de imprenta colocado al final.
Siempre escriben el topónimo con /x/. No de otra manera. De
modo, pues, que la colocación de la /j/ en el texto acerca de Las mayúsculas
dominicanas... es decisión y responsabilidad exclusiva del autor de ese opús-
culo y autor de esta columna.
El tema ha sido debatido suficientemente, y creo que las solucio-
nes han podido ser prácticas o circunstanciales, pero no preceptivas, ni
reguladoras de la unificación de las letras en español general o estándar.
Las grafías /j/ y /x/ representan en la actualidad dos valores foné-
ticos o fonológicos muy distintos, que en el pasado se enfrentaron igual-
mente, y que en otros tiempos se le dio al problema la solución que fue
práctica en aquellos momentos para las realidades que entonces hubo que
enfrentar, pero que hoy no tiene justificación, porque hemos mantenido
una escritura que sólo sirve para confundir aún más, para reverenciar tra-
diciones y querencias, que si bien pueden ser válidas en el orden sentimen-
tal o de la historia particular, no se corresponden con fidelidades del habla,
con el ajuste o con la aproximación de la escritura frente a los valores
fonológicos de la realización oral de la lengua.
Estuvo bien que en el año 1605 se imprimiera Quixote con /x/,
porque la jota tenía pronunciación de /y/, similar al sonido del fonema
palatal sonoro, en palabras como hoyo, por lo cual, en vez de leer Qui/j/
ote, se habría pronunciado algo así como Qui/y/ote.
También se escribió dixo, para que no sonara diyo. De ahí vienen
otros casos de /j/, como Xamaica, cuya escritura evolucionó hacia Jamai-
ca; o Texas, que se quedó en el pasado.
Decimos Méjico-mejicano. Muchas personas dicen Tecsas por Tejas.
¿Acaso dirán tecsano por tejano?
/ 229 / Palabras para compartir

El señor Ramírez menciona varios topónimos localizables en los


Estados Unidos de Méjico.
¿Pronunciarán los mejicanos:
-Tejococo o Tecsococo;
-Oajaca o Oacsaca;
-Holboj o Holbocs;
-Ujmal o Ucsmal;
-Tujpan o Tucspan.
-Mejicali o Mecsicali?
¿Y qué pasará con Xochimilco? ¿Pronunciarán Sochimilco o Jochi-
milco?
¿Estarán de acuerdo en todas esas pronunciaciones?
En la entrega del próximo jueves concluiremos con este tema. Co-
mentaremos la recomendación de la Academia de la Lengua Española y
las opiniones y usos de ilustres humanistas como Alfonso Reyes, mejica-
no; Ángel Rosenblat, lingüista venezolano, nacido en Polonia; don Miguel
de Unamuno, español, y Pedro Henríquez Ureña, ciudadano de América.

16 de diciembre de 1999
Rafael González Tirado /230/

Méjico/México: por la contradicción


o la condescendencia
Segunda parte

Las grafías x/j en el nombre de la tierra de don Benito Juárez han


sido y serán motivo de controversias, discrepancias entre autores y
contradicciones en el ejemplo del topónimo (Méjico/México), del gentilicio
(mejicana/mexicano) o de las derivaciones (me//icanismos, me//icanidad,
me//icanada).
Ángel Rosenblat trata el tema en su libro Fetichismo de la letra,
publicación de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1963. Le
dedica un capítulo que se extiende desde la página 31 hasta la 41.
Rosenblat afirma que cada uno es dueño de su nombre y “tiene el
derecho de escribirlo a su gusto. Y aunque el nombre de un país no es
propiedad exclusiva de sus habitantes (Deutschland dicen los alemanes,
Germany los ingleses, Alemania los españoles), podemos, por deferencia
especial, escribir México como quieren los mexicanos. Pero también
podemos, sin faltarle el respeto a nadie, escribir tranquilamente Méjico,
mejicano, para evitar la pronunciación falsa de /ks/ que está cundiendo, aun
entre mucha gente culta, y que ha triunfado en las lenguas extranjeras: le
Mexique, en francés, Mexico en inglés, Mexiko en alemán, etc.”
Don Ángel opinaba, para la época en que se publicó su obra, que
parece que “en Méjico se ha hecho de la x bandera de izquierdismo y que
en cambio la j es signo de espíritu conservador o hispanizante”.
Pide a sus “amigos izquierdistas de Méjico, cuya fe en el progreso
/ 231 / Palabras para compartir

social y en la rehabilitación de lo indígena comparto plenamente, me per-


donen esta intromisión en un problema que les llega tan al alma. Pero la
conservación de la x de México es un caso evidente de fetichismo de la
letra”.
En las dos primeras páginas del capítulo “Santo Domingo y la zona
del Mar Caribe” (capítulo I, páginas 29 y 30) de su estudio El español en
Santo Domingo, Pedro Henríquez Ureña recoge Méjico (cuatro veces),
mejicana (dos veces) y mejicano (una vez), siempre con /j/
En las páginas preliminares, de la 9 a la 28, sobre “Bibliografía y
abreviaturas bibliográficas”, escribe Mé/j/ico en varias ocasiones. Nunca
lo hace con /x/.
En el Diccionario de la lengua española, vigésima edición, 1984, al
explicar las abreviaturas utilizadas en las entradas, la Real Academia de la
Lengua consigna:
Méj. : Méjico
mejic. : mejicano
En la entrada culiacanense, página 415, indica que es un adjeti-
vo, y desenvuelve: Natural de Culiacán, capital del Estado me/j/icano de
Sinaloa.
En la entrada correspondiente a a garrote, página 681, trae, bajo
el ordinal 12: Méj. Palo que sirve de freno al carro.
Así, a lo largo de esa edición, dos volúmenes que totalizan 1417
páginas, se deja sentir el criterio y la preferencia académica por la /j/ para
aquella época.
Sin embargo, en la última edición de la Ortografía de la lengua española,
revisada por todas las academias, editada recientemente por Espasa Calpe,
setiembre de 1999, la Real Academia estudia los sonidos característicos
representados por la letra /x/, según la posición que tenga en la palabra
hacia el medio (examen) o al final (relax), suena como /ks/ o /gs/; en
posición inicial (xilófono) equivale a /s/.
Revisa las formas arcaicas como México, Oaxaca, Texas y algunos
apellidos (Ximénez, Mexía) para explicar que la pronunciación en estos casos
Rafael González Tirado /232/

es igual a /j/, sonido fricativo velar sordo.


Pero anota, de inmediato: “En cuanto a las variantes escritas con j
(Méjico, mejicano...), se recomienda restringir su uso en atención a la
tradición ortográfica del país americano.
Contradicción o condescendencia, o ambas cosas a la vez.
Francisco J. Santamaría, eminente lexicógrafo mejicano, escribe un
libro acerca de los usos de voces propias de su país, y lo intitula: Diccionario
de me/j/icanismos (1959).
De su Diccionario general de americanismos, tomo los siguientes casos:
-...Reservados sin excepción todos los derechos, Méjico, 1942
Printed in Méjico.
Impreso en Méjico.
- Editorial Pedro Robredo
Méjico, D. F., 1942
- Méj. : México
méj. : mejicano/a
Esto último en la descripción de las abreviaturas utilizadas en la
obra.
Con todo, en el pie de imprenta de la edición de la obra, se lee esta
contradicción:
Imprenta Aldina. - Robredo y Rosell, S.R.L. - Artículo 123, 86.-
Mé/x/ico, D. F.
Don Miguel de Unamuno nos escribe lo siguiente:
Uno de los hombres que es orgullo de Méjico, su actual ministro de
Justicia e Instrucción Pública, el benemérito don Justo Sierra, en la
preciosísima Historia política de Méjico que figura en la obra México:
su evolución social (México, 1901), nos transcribe unas preñadísimas
palabras que le dijo un día, siendo don Justo aún un estudiante, el gran
patriarca del patriotismo mejicano, el admirable indio Juárez: “Desearía
que el protestantismo se mejicanizara, conquistando a los indios; éstos
necesitan una religión que les obligue a leer, y no les obligue a gastar sus
/ 233 / Palabras para compartir

ahorros en cirios para los santos.” Benito Juárez, el salvador de la patria,


veía muy lejos.
Se encuentra en Algunas consideraciones sobre la literatura hispano-ame-
ricana, colección Austral, Espasa-Calpe Argentina, S. A., Buenos Aires,
1947, página 84.
Unamuno escribe con /x/ cuando está citando alguna obra o au-
tor. Fuera de ahí, escribe Mé/j/ico-me/j/icano.
El gran maestro postuló en contra de esa /x/ desde el 1892, cuan-
do intituló un trabajo La equis intrusa. Otras calificaciones suyas fueron:
“pedantesca manía”, “desahogo infantil”, “americanada y disparate
ortográfico a la vez”.
Pretendo entender la preferencia de los mejicanos por el empleo de
la equis. La hallo atractiva a la vista y pienso que es más fácil de lograr con
ella impresos de mayor impacto para las promociones del país. Pero creo
en la utilidad de la unificación de las formas escritas, cuando menos en la
inmensa mayoría de los usos, sobre todo cuando no hay espacio para du-
das ni discrepancias ortográficas ni fonéticas.
Aunque alguna vez fue necesario hacerlo de aquella manera, Ro-
senblat observa que no vale la pena volver a escribir Tru/x/illo, ni /X/
amaica ni /X/au/x/a. Comenta que una restauración de ese tipo no res-
pondería al “sentido progresista y renovador de la lengua, pero testimonia
hasta qué punto el alma queda prisionera en el misterio de la letra.”

23 de diciembre de 1999
Rafael González Tirado /234/

De Lis/teen/ a /Press/: las mil formas


de anglización del lenguaje

Siempre hemos estado de acuerdo en que los préstamos léxicos


son necesarios en cualquier idioma, más aún en la etapa presente, en que
los avances de la tecnología imponen nuevos inventos, nuevos usos y esto
trae consigo las voces nuevas que debemos manejar.
Pero debemos convenir en que hay una actitud o, cuando menos,
una debilidad anglizadora de la prensa, que acoge algún que otro mate-
rial que pretende deslumbrar con el manejo de tecnicismos foráneos, que
no todo el mundo comprende o no todo el mundo necesita.
Y más aún, cuando la prensa misma procura llenarse de prestigio
con el empleo de voces ánglicas o con el aprovechamiento y el juego de
palabras para la formación de siglas o de acrónimos en hibridismo lingüís-
tico para vender su oferta de lectoría.
Es el caso de LISTEEN, deletreado L-I-S, mitad de LISTÍN,
y T-E-E-N, mitad deTEENAGER, para abrir una sección juvenil con portal
alienante y desnacionalizador.
He visto en escaparates una revista extranjera, originalmente en
lengua extraña, nombrada TEEN en español, que, de alguna manera,
inclina al decano del diarismo criollo a un calco para atraer lectores y en-
trar en la competencia comercial.
No se queda atrás El Siglo cuando promueve:
PRESS: P-R-E-S-S.
No escapa a cierto nivel de educación que /press/significa /pren-
sa/ en inglés. Para los especializados en la materia y otras personas de
alguna formación, prensa es poder, sobre todo desde cuando lo pronunció
/ 235 / Palabras para compartir

Edmund Burke en el parlamento inglés, dirigiéndose a los periodistas que


cubrían las noticias del Congreso:
Vosotros sois el cuarto poder.
En efecto, el periódico El Siglo promueve las suscripciones bajo
el lema de que:
PRESS
Significa Poder en todo el mundo.
Sin embargo, PRESS, allí, no es un anglicismo: es un manejo, una
habilidad de mi periódico para captar atención con la supuesta forma an-
glicada que emplea, porque en realidad, el PRESS que manipulan es ¿sola-
mente? una sigla de estos componentes léxicos:
P: programa
R: recompensa
E: estímulo
S: suscriptores
S: Siglo.
Es decir: /P/ROGRAMA DE /R/ECOMPENSA Y /E/STIMU-
LO PARA /S/USCRIPTORES DE EL /S/IGLO.
Dicho diario cuenta, además, con una revista de circulación quin-
cenal llamada VIÚ, con acento en la /ú/, que no lo necesita, pero que
suena y se ve bien en el logo. ¿Qué es VIÚ? A lo que más me aproximo es
al inglés view, V-I-E-W, que significa ‘vista’, ‘inspección’, ‘panorama’,
‘enfoque’. La identifico también con interview (interviú), empleada en
varias lenguas con el significado de “entrevista”,
No olvidemos que este periódico cuenta con otro suplemento:
WOW. Supongo que es una interjección inglesa, que significa ‘increí-
ble’; pero que esta forma de: W-O-W es más “chic” que si escribiéramos u-
a-o: UAO
Deducimos que es recurso de la competencia, porque nadie quiere
quedarse atrás.
En el suplemento El Domingo, el Listín Diario nos ofrece una
página bautizada con el nombre LOOK, que trae temas de farándula y
Rafael González Tirado /236/

otros asuntos.Conviene distinguir entre calco y préstamo. De préstamos


viven las lenguas y nada hay condenable en ello. Pero el afán de los
medios no debe ser vender por vender. Atraer riqueza espiritual y consolidar
valores éticos deben estar por encima de la acumulación de capital y del
éxito gerencial. Acudir más allá de lo necesario y de lo aconsejable a una
supuesta lengua de superioridad o de prestigio es contribuir, con
impertinencia, a la estrategia de la dominación imperante e imperial.
Charles Hockett (Curso de lingüística moderna), de nacionalidad nor-
teamericana, condena como erróneo el concepto de que “algunas lenguas
actuales, especialmente el inglés, son más “progresistas” que otras, como
el alemán, porque han ido más lejos en la dirección analítica”. Y afirma
que no existe la más remota prueba de que esto sea verdad. Los turcos de
hoy, dice, “manejan todos los asuntos de la vida ordinaria y las
complejidades de la tecnología moderna con una lengua muy sintética,
mientras que sus contemporáneos chinos se desempeñan con idéntica
eficacia usando una lengua marcadamente analítica” (p.183).
Alberto Escobar, peruano, en su libro Lenguaje y discriminación social
en América Latina, destaca que es insostenible postular, desde el punto de
vista lingüístico, que “una lengua sea inferior a otra, pues nada hay inhe-
rente a la estructura del lenguaje, que permita decir, sin falsear los hechos,
que una es mejor o superior que las otras, o que las lenguas ágrafas carecen
de estructura o de gramática” (p. 46).
El español ronda los 400 millones de hablantes, y seguirá desarro-
llándose. La oficina del Censo de los Estados Unidos calcula que para el
año 2050 habrá 98 millones de hispanos en territorio norteamericano y
que para dentro de un siglo lo hablará uno de cada tres estadounidenses.
La cultura de la lengua debe asumir el papel que le corresponde
desde el hogar hasta el trabajo, desde la primera edad escolar hasta el uso
en la prensa.
Sus manifestaciones deben asumirse en los medios de comunica-
/ 237 / Palabras para compartir

ción como una responsabilidad frente a los núcleos sociales, con política
clara, con realizaciones cotidianas, con orgullo de identidad nacional.

18 de mayo del 2000


Rafael González Tirado /238/

/Á/lvarez, Alv/á/rez o el
acento en las mayúsculas

Dejo constancia de haber recibido desde Moca una carta firmada


por Daisy Isabel Acosta Gutiérrez, con el siguiente texto:
“He quedado sin comprender el acento, que usted llama tilde, so-
bre la segunda a del apellido Alv/á/rez, que nunca antes lo había visto
acentuado en ninguna de sus tres vocales.
“Lo vi en un espacio pagado que publicó El Siglo el 31 de mayo
último, página 16A. En la parte superior decía:
Sr. Tony Alvárez, Presidente de...
“El anuncio cubrió toda la página del periódico. Traía una foto,
texto y el logo de la corporación que se menciona.
“Cuatro veces se incluye el apellido Alvárez, siempre con la marca
sobre la segunda á, forma que -repito- nunca había visto y que creo que
hace que la palabra suene como llana: Al-vá-rez.
“El acento en la palabra /contínuo/, tres veces, no me parece bien
colocado.
“Sé que su columna no es de preguntas y respuestas; pero he visto
varias explicaciones suyas sobre acentuación ortográfica, muy detalladas y
claras, y me he tomado la libertad de consultarle”.
Tiene razón la señorita Acosta Gutiérrez. El anuncio desplegado a
que alude contiene cuatro veces el apelativo /Á/lvarez con acento sobre
la segunda /a/: Alv/á/rez. Suponemos que se trata del conocido apellido,
que suena como voz esdrújula, con acento sobre la primera vocal, según
he marcado más arriba.
/ 239 / Palabras para compartir

Por tener tres sílabas, esta palabra podría ser aguda (oxítona): Alva/
réz/, acento sobre la última, pero, según las reglas de acentuación, no se le
marcaría.
Para ser llana (paroxítona), habría de sonar con el refuerzo espira-
torio y muscular de la articulación sobre la segunda /a/: Alvárez, como
aparece en el espacio publicado. Si sonare así, ya sí cabe la tilde sobre la
vocal mencionada, porque se trata de una palabra llana terminada en /z/
, y, en la escritura española, ese tipo de pronunciación reclama la marca del
acento.
Sin embargo, no creo que esa sea la pronunciación, sino: /Á/l va-
rez, con elevación del tono de la voz sobre la primera sílaba, antepenúlti-
ma en el orden de la clasificación de las palabras según el acento prosódi-
co, que se cuentan desde el final hacia el inicio de cada término.
Luego, /Á/lvarez es una palabra esdrújula (proparoxítona), y a éstas
siempre se les coloca la tilde.
El apellido se menciona cuatro veces, casi dentro de un mismo
texto. Dos veces es el mismo texto: a la cabeza y alrededor de la mitad de
la página. Una vez es dándole la vuelta a la expresión, y una última mención
está como pie de la fotografía que ilustra el espacio pagado.
El manejo del modelo repetido o aproximado parece que fue un
recurso para llenar el espacio.
En otro orden, el hecho de que el adjetivo /contínuo/ aparezca
tres veces con acento, sin necesitarlo, lleva a pensar que el redactor del
aviso es inclinado hacia la tildación, que le reconoce utilidad. Sin embargo,
continuo/continua no la necesitan, en razón de ser voces llanas que ter-
minan en vocal.
Al escribir, podemos confundirnos, porque contin/ú/o, contin/ú/
a sí lo llevan sobre la /u/, pero es a causa de disolver el diptongo, porque,
de lo contrario, sonarían igual que la forma comentada.
He retenido la siguiente preocupación para el cierre: Al escribir /
Alvarez/, sin acentuarlo, en el uso y en la apreciación popular, lo mismo
podría leerse /Á/lvarez ( por costumbre), que Alvar/é/z (regla de acen-
Rafael González Tirado /240/

tuación ortográfica). En seguida doy las razones:


a) Por constumbre, leeríamos /Á/lvarez, esdrújula, porque es como
conocemos su pronunciación, pero no lo haríamos por las reglas ortográ-
ficas.
b) Según las reglas, si no le colocamos la tilde o virgulilla, deberá
pronunciarse como aguda: Alvar/é/z, con acento sobre la sílaba final, igual
que términos como sordid/e/z, locu/a/z, fel/i/z.
¿Qué explicaciones podríamos dar a esta situación? En verdad,
tenemos la creencia de que las mayúsculas no “llevan” acento; ésta es una
de las “falacias” en el orden de la escritura. La gente suele defenderse
diciendo que es una regla dictada por la Academia de la Lengua. Pero no
es cierto. La Academia nunca ha dictado una norma en tal sentido. Al
contrario, la Corporación recomienda acentuar (tildar) las vocales, escritas
en mayúsculas, que lo requieran según las normas de acentuación ortográ-
fica.
De eso he hablado en ocasiones anteriores.

29 de junio del 2000


/ 241 / Palabras para compartir

Utilidad de los signos de puntuación

El presidente electo de Méjico, Vicente Fox, expresó el pasado do-


mingo, el mismo día de su elección:
“Hay chamba (trabajo) para todos a partir de mañana”, agregó, “y
lo vamos a hacer con los priístas, que han estado a la altura, serios y profe-
sionales...”
Los priístas son los miembros del Partido Revolucionario Institu-
cional (mejicano), que gobernaron en su país durante 71 años, ininterrum-
pidamente. Por tanto, es el grupo político al cual el candidato Fox, del
Partido Acción Nacional (PAN), tenía que derrotar.
Esto que dijo el señor Fox lo he leído en el diario El Siglo, página
19A, lunes 3 de julio, año 2000:
ELECCIONES: Termina 71 años de hegemonía del PRI
Vicente Fox gana elecciones presidenciales mexicanas
Cuando se dice, casi al término de un proceso electoral histórico,
lleno de enconos, que el candidato recién electo ofrece trabajo para todos,
incluso para “los priístas, que han estado a la altura, serios y profesiona-
les”, ¿quiere decir:
-con los priístas, que se han portado serios y profesionales (to-
dos ellos); o
-solamente con aquellos priístas que se han portado serios y profe-
sionales?
Una de dos. Pero ¿cómo lo sabemos?
Si manejamos el código oral, podemos comprenderlo por las ento-
naciones y las pausas; por la forma de elevación y por el descenso del tono
de la voz en la cadena hablada.
En la forma escrita nos valdremos de los signos de puntuación.
Rafael González Tirado /242/

Desde la coma hasta los puntos suspensivos. Cada signo es una señal para
el entendimiento, para la decodificación del mensaje.
Si emito esta señal para el oído, donde /v/ y /b/ suenan iguales:
la-(b) (v)an-de-ra, sin detenerme, sin cesuras, me pueden entender:
a) que estoy indicando o /la bandera;
b) que exhorto a la /lavandera/ para que haga su oficio.
Al redactar habrá diferencias entre las consonantes /v/ y /b/, lo
cual no podrá notarse en la realización oral. Sin embargo, al escribir deberé
poner cuidado en la utilización de los signos de puntuación, para que la
escritura refleje la entonación con que se supone que se ha emitido el
pensamiento:
-Lava, lavandera, es referencia a una persona que ejerce el oficio del
lavado.
Después del verbo colocaré una coma y escribiré unida la expre-
sión siguiente /lavandera/, porque es una sola palabra. Lavandera, entre
comas, es un vocativo, expresión que sirve para llamar, señalar a una
persona.
La frase: Lava la bandera, es un mandato para que alguien cumpla el
trabajo de lavar /la/ /bandera/, el símbolo patrio.
No requiere puntuación medial alguna y el sujeto queda sobren-
tendido: tú, segunda persona del coloquio.
Si digo: De acuerdo con la ley No. 137 del 23 de abril de 1942, quiero
decir que esta ley fue dictada (o promulgada) una especificación. Simpli-
fico eliminando varios términos. No obstante, podría entenderse que existe
otra ley 137, pero que es de fecha diferente.
Parece más práctico que se emplee una coma: ley No. 137, del 23
de abril de 1942. Ahora la frase intercalada vale como una explicación,
con lo cual se refuerza la eliminación de palabras, colocando comas antes
y después de la proposición /del 23 de abril de 1942/.
En la expresión Felipe es pelotero; su hermano /, / abogado, des-
tacamos la supresión del verbo /es/ colocando una coma entre los dos
últimos términos separados por la puntuación.
/ 243 / Palabras para compartir

Dos estrofas del poema “Ustedes y nosotros“, de Mario Benedetti:


Ustedes cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial

nosotros cuando amamos


es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno
sin sábanas da igual.
Sin sangría ni puntuaciones. Sólo puso mayúscula a la primera pa-
labra y un solo punto (al concluir el poema); pero más nada en ninguna
otra parte. Así lo usó Benedetti en la primera etapa de su creación literaria.
Hace tiempo ha eliminado hasta este único punto final.
Es un estilo que tuvo su auge. Se entiende su intención, su valor
creativo en el arte; más, no es conveniente en el quehacer cotidiano y
familiar de la escritura.
Porque ¿cómo vamos a entender, entonces, si el recién electo pre-
sidente mejicano va a emplear a sus adversarios del Partido Revoluciona-
rio Institucional (PRI)? La clave está en la puntuación que utilicemos:
a) No poner coma: Lo vamos a hacer con los priístas que han
estado a la altura..., significa que tendrán empleos sólo los adversarios del
partido oficial que se comportaron con altura.
b) Poner la coma, tal como se publicó: Lo vamos a hacer con los
priístas /, / que han estado a la altura..., quiere decir con todos los priístas,
por que han estado a la altura, han sido, serios y profesionales...
Una simple coma o la ausencia de ella cambia totalmente el sentido.
Hay que tenerlo en cuenta.

6 de julio del 2000


Rafael González Tirado /244/

Habana / Havana

Un acucioso lector escribe a esta columna para manifestar su in-


quietud acerca de si ha de escribirse:
Café Ha/v/ana o Café Ha/b/ana.
Carlos Rafael Núñez, de la ciudad de Santo Domingo, copia datos
acerca de usos aparentemente contradictorios: /Havana Club: /Ciudad de
La Habana/ Ron Havana Club/.
Pormenoriza con otros datos y señala publicaciones donde, en
este orden, ha podido detectar fallos y contradicciones.
Llama la atención acerca de diferentes casos de yerros y contradic-
ciones en una misma edición del periódico El Siglo, como es el empleo del
nombre “Pau Dones” y “Pou Dones”, de quien dice que es un músico
vinculado al grupo llamado “Jarabe de Palo”.
Es corriente en nuestro medio que los nombres, generalmente
escuchados y no confirmados -visualmente-, salgan con diferencias. El fe-
nómeno llega tan lejos que existen personas con nombres adoptados a
nuestra escritura, como: Genris por Henry; Jaivanjó/Jaivanjóe por Ivan-
hoe, tomadas de formas inglesas.
Y, caso contrario, confusión fonético-ortográfica de Rosebel o Ro-
sevel por Roosevelt, procurando trasladar las letras del apellido extranjero
a la grafía española.
/Habana/ es un topónimo, expresión con la cual individualizamos
los sitios y las demarcaciones propias de la división territorial de un país,
es decir los nombres propios de lugares. En principio, del topónimo dedu-
cimos los gentilicios que nominan origen geográfico o nacionalidad.
De la denominación de Málaga derivamos el gentilicio malagueño(a),
como de San Juan extraemos sanjuanero(a).
/ 245 / Palabras para compartir

Los topónimos nacen de una realidad en cada lengua; tiene un ori-


gen y una significación, tienen su historia y cuentan con su proyección a
través del tiempo.
Llamamos Cádiz a una jurisdicción de España, y el origen de su
nombre se remonta la palabra Gadir, ciudad fundada por los fenicios en
una época “anterior al primer milenio antes de Cristo”. Bajo el imperio
romano fue llamado Gades. Más adelante se transformó en Cádiz. Este
proceso favoreció el gentilicio “gaditano”, derivado de gaditanus (Gades),
forma latina que equivale a natural, relativo o perteneciente a Cádiz.
Como se ve, el topónimo puede pasar por varias transformaciones
y en cada época, en cada lugar, en cada proceso se le dará el tratamiento
conforme al genio del idioma que lo adopte y lo proyecte hacia el porvenir.
Enfocado sincrónicamente ¿cómo podrá hacerse en un momento
¿Cómo podría escribirse y pronunciarse de igual manera en multitud de
hablas tan diferentes? Más aún, en la presente etapa, de tanto intercam-
bio y de tan múltiples recursos para la comunicación.
Imposible que pueda existir una fórmula lingüística única, nivela-
dora, para denominar una región, un país, una ciudad. Cada idioma, cada
comunidad de hablantes adoptará las denominaciones que requieran para
el intercambio. Y lo harán conforme a la índole del sistema que lo emplee.
Lo que para nosotros es Moscú y los franceses, Moscou, será Moscow en
inglés y sonará diferente hasta en ruso.
Lo que es München en alemán, pasa a Múnich en español. Una
localidad de Francia se llama Champagne; en español es Champaña.
Nadie nos podrá someter a decir England cuando hemos adoptado
Inglaterra. ¿Cómo nos podrían someter a decir y escribir United States of
América a lo que hace tiempo hemos traducido como Estados Unidos de
América o de Norte América?
Podemos decir New York, pero nadie nos privará del derecho de
escribir o de pronunciar Nueva York.
Lo que es de una manera en mi lengua, se representa en forma
diferente en un sistema extraño.
Rafael González Tirado /246/

Lo que el autor dramático francés Pierre Augustín Caron de Beau-


marchais tituló Le barbier de /Séville/, pasó al genio y al habla de los
italianos como Il barbiere de Siviglia.
Lo que para nosotros es Sevilla, es Siviglia para los italianos y
Séville para los franceses.
Cada parla tiene su forma y su oportunidad para expresarse. Si se
hubiese adoptado el topónimo en español, no se habría hecho con las
características de los diferentes sistemas. Cada quien en su casa, cada
quien en su oportunidad.
Es importante que mi corresponsal, Carlos Rafael Núñez, se pre-
ocupe por estas diferencias. Ha/b/ana, con fonema bilabial, es la forma
usual en nuestra habla, mientras que la escritura con labiodental Ha/v/a
ana es la fórmula inglesa. El cambio de /b/ por /v/ resalta inmediata-
mente, pero no reparamos en la pronunciación, que en nuestro romano
resultarán iguales las dos consonantes, lo que no sucede en la otra lengua.
Ron Havana Club es un empleo ánglico que sirve para dar cierto
relieve, rodear de prestigio ante el consumidor la bebida que se ofrece.
Café Havana, con la /v/ foránea, pero con la estructura sintáctica
nuestra; o la estructura extraña: Havana Café, es propiciar la oferta a tra-
vés del idioma que es comercialmente más atractivo por el momento.
En el litoral del mar Mediterráneo, que canta Joan Manuel Serrat,
existe un cabo lindante entre Francia y España, que en francés se le llama
Cerbere, escrito con bilabial /b/ y con un acento llano en la /e/ interme-
dia. En español se llama Cervera, con labiodental /v/, sin marcar acento
y terminado en /a/.
Algunas divergencias. Aunque el cabo se encuentra en la frontera
de dos naciones, los nombres corresponden a lenguajes diferentes. Por eso
se representan con diferente ortografía.
Domingo 26 de marzo del 2000, en ruta Madrid/Miami.

17 de agosto del 2000


/ 247 / Palabras para compartir

“Back to School”

Las temporadas sacan a relucir propagandas comerciales en todos


los medios aprovechables de comunicación masiva, como una característi-
ca de la sociedad de consumo, que nos inclina y hasta nos perturba con sus
mensajes envolventes.
Enfrentamos ahora el inicio de clases, el retorno a las aulas.
Dentro del año oficial, el calendario comienza con el día de San
Valentín y concluye con las fiestas de Navidad, que se apropia de los pri-
meros días del año.
Y entre uno y otro extremo, cruzamos por la fecha dedicada a las
secretarias, el día consagrado a las madres, el retorno a las clases y la tímida
celebración del día de los padres.
Y no olvidemos la estrategia de la penetración y de la interfe-
rencia lingüística, con los implantes de los últimos tiempos:
“halloween” y “thanks-giving”, como predespedida del calendario y
calentamiento para el final del año y de unos días del enero siguiente, dentro
del plan de explotación comercial y de la anglización de la cultura de estos
países dependientes.
Precisamente, ahora resentimos los valores culturales, cuando pre-
tenden incidir en la educación con el foráneo:
Back to School,
y hasta imprimen /S/chool, con mayúscula inicial, un modelo de la lengua
inglesa que, de esa manera, tiende a destacar ciertos vocablos.
Muchas tiendas, dedicadas a la venta de ropas y de útiles para la
escuela comparten el llamado acerca del inicio de clases:
De vuelta a clases con él... Súper Pola.
Rafael González Tirado /248/

De vuelta a la escuela, con el rayadito escolar (La Gran Vía).


“ De vuelta a clases”, “De vuelta al colegio” y “De vuelta a la
escuela” son calcos, traducciones o adaptaciones de la lengua inglesa, para
provocar ventas fundamentadas en el prestigio del idioma que sirve a los
que hegemonizan política, económica y militarmente.
/Back/ es tanto como ‘espalda’, ‘atrás’.
/To be back/ equivale a ‘estar de vuelta’.
/Back to school/ es ‘estar de vuelta o volver a la escuela’.
Pienso que las tiendas en territorio norteamericano deben cubrirse
de estos cartelitos que señalan precios sobre los artículos con la leyenda
“Back to School”, práctica tan extendida en Puerto Rico, medio que
conozco.
Llevamos la expresión a términos castellanos para conquistar un
mentado “blanco de público” consumidor, en este caso, por necesidad
imperiosa.
Pero no todas las tiendas se manejan por ese estilo de sumisión y
de monotonía.
Una frase dominicana sería: ¡A las clases! que, gracias a Dios,
uno de nuestros temas le canta así a la escolaridad:
¡/A la clase/, que ya es hora/ de empezar/ nuestra labor!
A la escuela bien calzados, dice un anuncio de Plaza Lama, que
también recurre a una frase muy criolla: ¡A estudiar se ha dicho!
En la escuela todo niño es /Juguetón/, tienda del Centro Co-
mercial Nacional.
Y La Gran Vía oferta Súper especial de escolares/ con los mis-
mos precios... Le basta con la palabra /escolares/: ni colegio, escuela,
clase, regreso... ni “back”.
Por suerte, el “back to school” no está tan extendido entre noso-
tros. Sin embargo, debe preocupar que algún sector del mundo mercantil
pretenda importarlo, imponerlo. Lo presenta con letras bien grandes y, a
continuación de la leyenda, incluye un:
/ 249 / Palabras para compartir

Bolso /D/eportivo Náutica (cuyo valor sugerido es de US$30.00)


/P/or la compra de RD$2,000.00,
con el anzuelo del valor del regalo expresado en dólares.
Vale decir, pareja y mancomunadamente la anglización y la dolari-
zación que, para el caso, es la misma cosa.
Con todo, parece que, a pesar de la gran influencia norteamericana,
buena parte del comercio es español o españolizado lingüísticamente ha-
blando, o comprende el enfrentamiento de las culturas a través del lengua-
je.
En mis investigaciones para el libro Confrontación del inglés y el espa-
ñol en Puerto Rico (1971), en Santurce, avenida Ponce de León, 1060, un
representante de la tienda “La Gloria” me explicó que ellos no acostum-
bran a poner letreros o cartelitos en inglés y que sus negocios son igualmente
prósperos (p. 131).
Pero no debemos soslayar el prestigio que cierto nivel de educa-
ción y de pensamiento atribuye a la lengua de los que hegemonizan sobre
los pueblos sometidos a la influencia de los poderosos, y que, por tanto, en
estos momentos prefieren o se dejan arrastrar por los signos del “dólar” y
del idioma que lo sostiene.
Calzados Payless se la juega entre una y otra fórmula. Nos estimu-
la en español:
Aprende con nosotros...
Que aprendamos ¿qué?, si nos transportan en la gráfica de un auto-
bús con un llamativo letrero que dice:
Welcome BACK.
Una de cal y otra de arena.
Aunque no soy usuario de ciertos servicios, debo celebrar que un
banco que ofrece /tarjetas de créditos/ para cambiar la figura (cirugía plás-
tica), tan cuestionada en cierto sentido, tenga el valor de llamarse Banco
Global, S. A., porque muchos de la nueva ola y de la corriente anglizadora
habrían preferido llamarse:
Global Bank... (con o sin el) S. A.
Rafael González Tirado /250/

Aunque les reconozco utilidades, no me entusiasmo con las tarje-


tas de crédito. Respeto a quienes se inclinan por la cirugía estética y doy mi
apoyo a quienes la necesitan.
Eso sí, reconozco los préstamos -válidos- dentro del lenguaje, pero
me permito rechazar la interferencia y los usos innecesarios. Sólo aquello
que es lógico, útil y pertinente dentro de un mundo que debe ser de inter-
cambios con igualdad.

7 de setiembre del 2000


/ 251 / Palabras para compartir

Ynchausti/Incháustegui o el
acento tiene sus bemoles

/Incháustegui/ es voz esdrújula (proparoxítona) y a todas las es-


drújulas se les marca el acento o tilde.
Es esdrújula a causa de que porta la mayor carga tónica o refuerzo
del impulso espiratorio y muscular en la antepenúltima sílaba, es decir, en
la tercera sílaba, a partir de la final, que es como se tiene en cuenta para la
clasificación según el lugar donde cada palabra lleve el acento.
Si algo existe en la gramática española que permite dominar un
área de la escritura es la acentuación ortográfica. Las reglas son pocas,
sencillas y claras; fáciles de recordar y de aplicar.
Sin embargo, nuestras páginas: cuadernos de clase, documentos de
oficinas privadas u oficiales; redacción de abogados, de notarios y de otros
profesionales; libros, periódicos, revistas etc. revelan ausencia, presencia
y contradicciones en el empleo de la tilde.
Recientemente he recogido la siguiente muestra:
“Luis Ynch/á/usti era (o es) más un hombre de Medina [Danilo]
que de Fernández [Leonel], aun cuando fuera este último quien pusiera en
sus manos el dinero que repartió” (El Siglo, 17 de octubre del 2000, colum-
na 1, página 6A).
Y apenas este martes, en un recuadro con el título de “Investiga-
ciones”, material que en la jerga de la prensa llamamos “despiece”, se repi-
te:
“...Bello Rosa (Procurador General de la República) aseguró que
las investigaciones están bien avanzadas y que de las personas relevantes
Rafael González Tirado /252/

sólo falta por interrogar a Luis Ynch/á/usti...” (El Siglo, 31 de octubre del
2000, página 10A).
Hay en esas utilizaciones paralelismo gráfico entre Ynch/á/usti e
Inch/á/ustegui, con tilde sobre la misma vocal, lo que no representa nece-
sariamente el mismo lugar, desde el punto de vista de la clasificación de las
palabras en agudas, llanas y esdrújulas, y cuyas reglas de aplicación orto-
gráfica nos llevarán a discernir acerca de si debo marcar o no el acento al
apellido Yn/chaus/ti, que lo lleva en la penúltima sílaba, mientras que In/
cháus/tegui lo lleva en la antepenúltima.
Alguien ha puesto, alguna vez, ese rasgo o rayita en peri/ó/dista y
en peri/ó/dismo, por reflejo o analogía con el término peri/ó/dico, que es
voz esdrújula, y, junto con las sobresdrújulas, siempre lleva virgulilla.
Pero perio/dis/mo y perio/dis/ta son términos llanos, breves o
graves (paroxítonos), en razón de que la mayor elevación del tono de la
voz recae, en cada caso, sobre la segunda /i/, que es la vocal de la penúl-
tima sílaba: /dis/. Por tanto, se trata de dos palabras llanas terminadas en
vocal.
Una regla de ortografía señala que deberá marcarse la tilde a las
voces llanas que terminen en consonante: azúcar, ágil, césped; pero no a
aquéllas que terminen en vocal o en consonantes /n/ o /s/, como perio-
dismo/periodistas/escriben .
Si retengo esta regla, podré recordar -deducir- que no debo poner
la virgulilla sobre ninguna vocal de Ynchausti, porque:
a) No es Ynchaus/tí/, palabra aguda (oxítona) terminada en vo-
cal;
b) No es esdrújula: /Ý/nchausti: Y=I;
c) No es grave terminada en /r/, /d/, /l/ ni en otra consonante
diferente de /n/ o /s/, sino que concluye en vocal; por lo tanto, no tengo
que pintar acento alguno.
A veces ponen acento a /bién/, porque se recuerdan de /también/
; o a /pués/, porque tienen presente a /después/. Así varias más. Pero ni /
/ 253 / Palabras para compartir

bien/ ni /pues/ lo reclaman, por ser monosílabos; y /pues/, además es


voz átona . Sin embargo, /más/, adverbio de cantidad, lo requiere a título
de discriminación: para que no se confunda con la conjunción /pero/,
empleo diacrítico, es decir, de excepción: No iré a estudiar esta noche; /mas/
, te enviaré el libro.
Si pongo tilde a /ór/den (llana) es porque la confundo con /ór/
denes (esdrújula). Al pluralizar con /e-s/, se produce la elongación de la
palabra: el refuerzo de la entonación está sobre la misma vocal, pero no
sobre la misma sílaba.
Puedo utilizar las palabras íntimo/intimo/intimó. Dos de ellas lle-
varán el rasgo sobre una de sus vocales: /í/ntimo (adjetivo) e intim/ó/
(verbo). La otra carece de esta señal: int/i/mo (verbo).
No puedo, de memoria, poner o suprimir la marca, ni por capricho
ni por descuido. Lo debo analizar:
/í/ntimo es esdrújula, siempre lo lleva;
intim/ó/ es aguda; en principio, todas las agudas de más de una
sílaba, terminadas en vocal o en consonante /n/ o /s/ soportan la rayita;
int/i/mo, primera persona, presente de singular del verbo /intimar/
, cuyos significados son ‘trabar amistad profunda’ y ‘notificar una orden
por medio de funcionario competente’, no reclama el rasgo de la entona-
ción, por ser palabra llana, grave o breve terminada en vocal.
Un nieto de cinco años me pide:
-Cribe Pólito.
El niño quiere decirme: Escríbeme Hipólito, refiriéndose al pre-
sidente de la República.
En verdad, hago lo que él me dice:
Pólito.
Y le pongo su rayita bien destacada sobre la primera /o/.
Y el nieto, refiriéndose al acento, pregunta:
-¿Qué letra es ésa?
No encuentro rápidamente una respuesta adecuada a su entendi-
Rafael González Tirado /254/

miento infantil.
Sólo pienso: ¿Por qué le dejo el acento si ha variado la palabra?
Analizo y cuento sílabas de izquierda a derecha y de derecha a
izquierda. Me doy la explicación y aún así no me quedo tranquilo.
¿Por qué mi preocupación?
Por las tantas travesuras que se atreve con nosotros ese signo tan
pequeño y ¡tal vez! tan insignificante.

2 de noviembre del 2000


/ 255 / Palabras para compartir

Disuadir/persuadir

Persuadir es actuar para que una persona haga algo que nos intere-
sa o creemos conveniente.
Disuadir es aconsejar para que alguien no haga aquello que, enten-
demos, puede traer perjuicios o que no nos interesa que se realice.
Es actuar con razones para convencer en uno u otro sentido.
Lograr que se cambie de idea en relación con un asunto, que se
piense o se actúe de otra manera, o que se deje de lado una actuación
programada.
Si una persona está proclive o adelanta que va a renunciar como
miembro de un triunvirato de gobierno o de magistrado de la Suprema
Corte de Justicia, dos actitudes divergentes podrían surgir en torno a esa
situación o expectativa:
-Algunos podrían actuar u opinar para que tal persona cumpla su
promesa de dimitir del cargo de que se trata (persuasión);
-Otros actuarían u opinarían para que tal voluntad, inclinación o
decisión no llegue a concretarse (disuasión)
Voy a entregarme a una aventura peligrosa, expuesta, pero impor-
tante, “auspiciosa”, “rentable”. Alguien pretenderá que debo hacerlo, que
es importante para mi vida o mi carrera; tratará de persuadir. Pero otro
opinará que tal riesgo no vale la pena, que se puede exponer mucho más de
lo que se procura; tratará de disuadir.
Recientemente Fidel Castro ha dicho en Caracas:
“Ayúdenlo ustedes, persuádanlo sus amigos y pueblo. No les quepa
la menor duda que sus adversarios tratarán de eliminarlo”.
Rafael González Tirado /256/

Se está refiriendo al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, inspira-


dor, iniciador de transformaciones políticas, sociales y económicas en su
país (El Siglo, Fidel Castro advierte sobre intentos de matar a Chávez,
28 de octubre del 2000, p. 19A).
Persuadir: aconsejar, recomendar para que se cuide, para que pro-
teja su vida. Tomar medidas, hacer, actuar en una dirección.
Otro modelo:
“El profesor Stavans tiene dos hijos: Joshua de ocho años de edad
e Isaiah de tres. A ambos les está enseñando español e inglés y no los
disuade, en lo más mínimo, a que experimenten y se comuniquen en es-
panglish” (Listín Diario, El profesor de espanglish, por Jorge Ramos
Avalos, 28 de octubre del año 2000, p.19A).
/Disuadir/. ¿Acaso está bien utilizada? ¿Debió escribirse /persua-
dir/ o /disuadir/?
L. V., reportero de El Siglo, pone el verbo /disuadir/ correctamen-
te en labios del Procurador General de la República:
“...Bello Rosa (Virgilio) reiteró que el trabajo que realiza la Procu-
raduría tiene la finalidad de castigar los actos de corrupción como tales y
disuadir esas acciones ilícitas contra los fondos del Estado (Prevención
Corrupción investiga ex director Ceagana, 11 de noviembre del 2000,
p.11A).
Es un uso apropiado del verbo /disuadir/ contrariamente al del
columnista Ramos Avalos, recorriendo, sabe Dios, por qué interferencia
lingüística.
En la novela La muchacha del Ideal Rosales, Pedro Mata, novelista
popular español de las décadas de los años treinta y cuarenta (Editorial
Tor, 6 de marzo de 1952, Buenos Aires, Argentina) traza los dos vocablos:
“Esta seguridad acabó de persuadirla. Pasó el día muy contenta,
charlando mucho, quizá excesivamente; en el fondo un poquito nerviosa.
Al caer la tarde, conforme la luz se iba debilitando, se empezó a deprimir y
pidió confesarse. Ricardo, temeroso de que este acto trascendental pudiera
/ 257 / Palabras para compartir

emocionarla demasiado intentó disuadirla; pero Manrique, que se hallaba


presente, intervino:
“- Nada, déjela usted; lo que ella quiera. A los enfermos no se les
debe contrariar nunca en estas cosas. Si quiere confesar, que confiese.”
Son dos momentos del manejo del pensamiento. En el primer orden,
se trata de tranquilizar a una persona acerca de que no se iba a producir un
acto de intervención quirúrgica; y la paciente fue persuadida (convencida)
de que no le “abrirían el vientre”, sino que sólo le darían un “pinchazo”.
Mientras que la acción de disuadir está dirigida a que no se produzca la
confesión, acto trascendental en la precariedad de la salud de la personaje,
próximo a morir .
/Persuadir/ es convencer. /Persuadirse/ es convencerse, llegar a
saber o creer algo con seguridad. Persuasión, persuasivo(a) persuasivamente,
persuasor(a), persuasorio(a), son familias de este verbo.
/Disuadir/ también es convencer, pero en dirección contraria, por-
que se trata de inclinar a alguien para que no haga una cosa, para que
desista de hacerlo.
Presenta un cuadro de familia de palabras similar a persuadir: di-
suasión, disuasivo(a), disuasivamente, disuasor(a), disuasorio(a).
Un diccionario de sinónimos podría darnos estas posibles sustitu-
ciones del verbo persuadir: convencer, mover, decidir. Para disuadir nos
ofrecerá: apartar, desaconsejar.
Ambas voces serían presentadas como antónimas, una de la otra.
Un diccionario corriente, muy popular, que estoy manejando para
este punto de afinidades y desemejanzas, trae en la letra /p/ las entradas:
persuasión, persuadir y persuasivo, con buena variedad de sinónimos, mien-
tras que para disuadir sólo tiene esa única entrada.
Persuadir incluye convencer, mover, decidir. Persuasión ofrece los
sustantivos inducción y juicio. Persuasivo lo relacionan con sugestivo, se-
ductor, convincente.
No quiere decir que esa forma sea más rica que la otra o que tenga
Rafael González Tirado /258/

una estructura morfo-fonemática más apropiada para la utilización, sino


que el hablante recurre menos a la forma disuadir, dueña del prefijo de
negación, quizás por la tendencia y a la pro-acción del otro verbo.

Playa Chiquita, Palmar de Ocoa,


5 de noviembre del año 2000.

16 de noviembre del 2000


/ 259 / Palabras para compartir

Gascue/Gazcue
A Freddy Beras Goico, por su inquietud y por su sinceridad

Primera parte

Introducción:
El establecimiento comercial de la calle Santiago, en esta ciudad,
extiende constancia del dinero que usted ha avanzado al ordenar un traba-
jo, que deberá retirar en el plazo que se le indica en el comprobante entre-
gado. Naturalmente, el documento indica la dirección del establecimiento:
Calle Santiago No. XXX (entre Dr. Delgado y Pasteur)
Ga/z/cue. Santo Domingo, República Dominicana.
En una tarjeta de presentación del mismo negocio:
Calle Santiago No. XXX (entre Delgado y Pasteur),
Ga/s/cue, Santo Domingo, República Dominicana.
Una diferencia en la escritura del sector donde está ubicado el local
de servicios: una vez con /z/; la otra, con /s/.
¿Es Ga/z/cue o Ga/s/cue?
¿Por cuál me decido?
En verdad, al principio me gustó Ga/z/cue. No sé por qué; no
podría explicarlo. Pienso que esta predilección ha podido apoyarse en la
presencia de la /z/ en mi primer apellido o, cuando menos, no me provo-
caría rechazo. Pero no lo sé, porque no ha sido consciente. No he tenido el
orgullo de letra alguna, como sí le sucedía a un amigo de infancia, apoda-
do Crucito, quien proclamaba con orgullo que su nombre tiene tres /z/:
Cruz Féliz Muñoz. Y enfatizaba el fonema fricativo interdental sordo al
final de cada nombre.
Una vez leí o escuché de un reconocido investigador dominicano
Rafael González Tirado /260/

que ese apellido con /z/ prácticamente no existe en América; pero que
uno podía encontrarse de vez en cuando con el apelativo de Ga/s/cue .
Así comenzó mi preocupación con esta escritura y estuve inclina-
do por la forma con /s/.
Por largo tiempo he sentido que yo mismo me debo este artículo.
Mientras recogía datos, me iba afirmando en la creencia de que la utiliza-
ción de la /z/ fue una práctica dominicana que se estableció por algún
descuido en Santo Domingo desde la introducción de ese apellido. Tal vez
fue por falta de información; quizás por preferencia local.
A lo mejor operó la analogía y el paralelismo ortográficos, pues
tenemos casos de Vásquez/Vázquez y de Velásquez/Velázquez. (Para
mayor seguridad, consulte su guía telefónica).
Gazcue/Gascue en publicaciones extranjeras:
El primer instrumento al cual acudí fue a la Enciclopedia universal
ilustrada europeo-americana, tomo XXV, editada en Barcelona por los Hijos
de J. Espasa, Editores, 1924, que reposa en la biblioteca Juan Pablo Duarte,
del Congreso Nacional, tomo que perteneció a un señor de nombre Rafael
A. Espaillat (1925).
En ese tomo se recogen las siguientes entradas:
Gascue: lugar de la provincia de Navarra, municipio de Odieta, al
norte de España.
Gascue y Murga, Francisco: ingeniero, político y musicógrafo es-
pañol nacido en San Sebastián en 1848 y muerto en el 1920.
Gascueña: municipio de la provincia de Cuenca, al centro de
España, que se supone fundada por algunos gascones que se establecieron
allí.
Gascuña: antigua provincia del suroeste de Francia, que tomó su
nombre de Vasconia o país de los vascos.

En el mismo tomo se recoge algo aproximado:


Gás/q/uez: Los Gásquez era para aquella época una aldea de la
/ 261 / Palabras para compartir

provincia de Almería, municipio de Vélez Rubio, frente al Mediterráneo.


Carezco de información acerca del significado de este topónimo.
Ni en esa edición del 1924 ni en la edición del 1991 de la Enciclope-
dia universal ilustrada europeo-americana se le da entrada al apellido con /z/.
Tampoco en su Apéndice, A-Z, publicado en Madrid en el 1996.
No aparece nada de esto en el Diccionario enciclopédico Quillet (1972),
que he revisado, ni en el Diccionario de las Américas, de Plaza y Janés.
No los acoge, en ninguna de las dos formas, el Gran Espasa ilustra-
do (1999).
Tampoco los consigna el Pequeño Larousse ilustrado. A lo que más se
aproxima es a Gascuña, golfo del mar Atlántico, entre Francia y España,
más conocido como golfo de Vizcaya.
En la parte correspondiente al léxico, Larousse incluye el gentilicio
/gascón/, de Gascuña. Se trata de un antiguo ducado de Francia, que ya se
mencionó, que hoy forma los departamentos de Altos Pirineos, Gens, Lan-
das y parte de otras jurisdicciones. La capital del antiguo ducado era Auch.
Se incorporó al Estado francés en el 1453.
Gascue/Gascuña/gascón están ligados a la región del norte de Es-
paña y al Sur de Francia.
Gascueña, municipio de Cuenca, centro de la península ibérica, se
cree que fue fundada por gascones (franceses).
En ninguno de estos términos figura la escritura con /z/.

11 de enero del 2001


Rafael González Tirado /262/

Gascue/Gazcue
Segunda parte

Un estudio en la documentación dominicana:

En el opúsculo Toponimia, publicado en el 1972 por la Sociedad


Dominicana de Geografía, Carlos Larrazábal Blanco comenta que es digno
de conocerse el origen de los nombres en la antigua ciudad de Santo
Domingo, y explica que Ga/s/cue recibe esa denominación en memoria
del /C/ontador Francisco Gascue y Olaiz, y ubica su ejercicio entre 1754
y 1780.
En la obra Cesión de Santo Domingo a Francia (Correspondencia de Go-
doy, García, Roume, Hedouville, Louverture, Rigaud y otros, 1795-1802), Emilio
Rodríguez Demorizi (1958) refiere una vez el nombre de Martín Gascue
(p. 216) y varias veces el de Francisco Gascue (ps. 119, 124, 128, 130 y
131).
La mención de Martín Gascue se encuentra en carta del 16 de junio
de 1797 del gobernador de la isla, Joaquín García, mediante la cual infor-
ma a Manuel Godoy, Primer Ministro español, Príncipe de la Paz, que ha
comunicado a Martín Gascue, teniente retirado, agregado a la plaza de
Santo Domingo, “el permiso que la piedad soberana le concede para permane-
cer en esta Isla tres años después de la evacuación para vender los bienes
que posee según se me manda por real orden del 22 de febrero de este
año”.
Se refiere a la evacuación de los españoles con motivo del Tratado
de Basilea, cesión de Santo Domingo a Francia.
Son once las menciones del contador oficial real, Francisco Gas-
/ 263 / Palabras para compartir

cue, y están contenidas en cuatro cartas que van desde el 11 al 30 de


agosto de 1796, en medio de cuestionamientos acerca de la lealtad de don
Francisco como súbdito español.
En Invasiones haitianas del 1801, 1805 y 1822, el mismo autor (Edi-
tora del Caribe, 1955) menciona dos veces a Francisco Gascue (p. 125,
nota número 45, y p. 131).
En esa misma obra se menciona a Martín Gascue, en retiro, susti-
tuido como “teniente de la Octava Compañía del Fijo” por Ramón de
Paula o Ramón Gil. Ver nota 102, p. 231.
En su estudio Manuel Rodríguez Objío (Poeta-Restaurador-Historiador-
Mártir), publicado en el 1951 por la Editora Montalvo, Ramón Lugo Lova-
tón recoge (p. 251, nota número 163) un acta del Ayuntamiento de Santo
Domingo, que contiene la resolución del 11 de octubre de 1926, mediante
la cual una calle de esta ciudad recibió el nombre de Manuel Rodríguez
Objío.
El único artículo de dicha resolución expresa:
“Art. único.- Denominar Manuel Rodríguez Objío la calle de esta
ciudad, situada en el ensanche Gascue, hasta la fecha denominada (sin
denominación)” (sic).
La medida del cabildo está firmada por el vicepresidente en fun-
ciones, doctor Jacinto S. Mañón, quien fue el edil proponente, y por el
secretario José María Pichardo.
Todas las citas y menciones anteriores del apellido y topónimo es-
tán transcritas con /s/, tal como figuran en las obras citadas.
Con todo, Ga/z/cue aparece en la p. 397 del tomo I de la obra
Santo Domingo. Dilucidaciones históricas (1927), de Fray Cipriano de Utrera,
publicada en edición facsimilar en el 1978 por la Secretaría de Estado de
Educación, Bellas Artes y Cultos, VI Feria Nacional del Libro:
“... los Jesuitas fueron barridos brutalmente de España y sus domi-
nios por real decreto secreto de 27 de Febrero de 1767, puesto en ejecu-
ción el 2 de Abril del mismo año, aunque suponemos que hubo retardo
para su ejecución en esta isla, dado que hasta mayo no entraron en funcio-
Rafael González Tirado /264/

nes el Tesorero Gazcue y el contador Esparza (sic) al hacerse cargo de las


temporalidades de los Jesuitas”.
A pesar de la tendencia de las últimas décadas, la documentación
histórica y el manejo de nuestros grandes historiadores aconsejan desacos-
tumbrarnos de la práctica con /z/, puesto que las pruebas escritas se incli-
nan por la escritura con /s/.
No obstante, tengo la percepción de que la mayoría piensa que la
escritura es con la /z/. Pero hay vacilación. He dado fe de ello al inicio de
mi exposición, con el caso de una entidad de comercio que autoriza Ga/s/
cue en un documento y grafica Ga/z/cue en el otro.
Hice este comentario en el establecimiento de la calle Santiago, y
una empleada, muy eficiente y muy amable con los clientes, leal, además,
con su patrono, lo defendió con orgullo:
-El señor Fulano es muy cuidadoso y muy exigente con todo lo que
aquí se escribe.
No lo dudo. No hay por qué dudarlo. No son culpas de él; ni siquiera
son culpas de España.
Mejor culpemos al tiempo, porque ese infeliz no tiene quien lo
defienda en esta causa.

18 de enero del 2001


/ 265 / Palabras para compartir

En torno al lenguaje del


presidente Hipólito Mejía

Me complace la sencillez en el empleo del lenguaje. Me gusta la


espontaneidad, la identificación con las formas propias del medio, la au-
tenticidad de la persona que comunica.
Creo que tenemos derecho a hablar con el léxico cotidiano, con los
giros y con los refranes que matizan nuestro lenguaje.
Hablar de sancocho, decir que alguien entró como perro por su casa,
conjugar hubieron, cuando la gramática recomienda hubo; pronunciar inte/
r/perie, aunque lo correcto sería inte/m/perie, son características del dialec-
to de los dominicanos, que debemos analizar, valorar antes de condenar-
las.
Hay personas jocosas, ocurrentes, despachadas o desinhibidas de
boca para soltar expresiones sin ningún miramiento: baboso, saquitos de po-
liéster, abogados de quinta; no hablen tantas pendejadas; Fulano se pasó de la raya;
Zutano, que cuide su cartón; no le hago caso (a una protesta). ¿Por qué no lo hicieron
hace cuarenta años?
Hay quienes nacen inclinados para salir con ocurrencias; emplear
un lenguaje llano o filoso, o que consideran que son más simpáticos o más
efectivos con este tipo de lenguaje y con esta naturalidad o repentismos.
Hipólito Mejía Domínguez, uno de los mandatarios que mayor
simpatía ha despertado en los últimos tiempos, anda por esos caminos. Y
la idea o la intención son válidas, sólo que todo tiene su momento y su
nivel, y esto hay que comprenderlo.
Porque a veces la espontaneidad rompe el saco.
A ratos, el actual jefe del Estado luce agradable, sencillo, natural;
Rafael González Tirado /266/

provoca adhesiones. Y me gusta la gente así… Pero todo tiene un límite.


Y en tan corto tiempo del mandato presidencial, me “inquieta grandemen-
te ver a un hombre bueno, inteligente, técnico capaz, empresario exitoso
[...] abordar algunos asuntos con términos que dejan mucho que desear”,
tal como lo afirma el sociólogo Danilo P. Clime en el artículo “No me
gusta como habla”, de su columna De vara y pendón, del diario El Siglo
(p. 6B del 13 de febrero del 2001).
Es decir, que con Hipólito tomo y dejo. Unas de cal y otras de
arena.
Cuatro años en ese trayecto sería una carga que difícilmente se
acomode. Hipólito -en esa forma de nombrarlo llanamente, porque lo
sentimos tan sencillo y tan cerca de nosotros- debe escoger las palabras,
apreciar los niveles del habla, respetar las circunstancias y administrar los
silencios ¡Administrarlos! ¡Cuánta sabiduría encierra esta expresión!
Analicemos algunas ocurrencias:
a) El mandatario se despacha con la prensa acerca de los posibles
cambios en el gabinete para la fecha del 27 de febrero: “Ustedes, los perio-
distas, se meten porque les da la gana de meterse en todo, de intrusos”,
aunque al final suelte una carcajada para paliar el juicio y el calificativo
incluido (intrusos) y convertir su discurso en jocosidad.
b) La reprimenda (o boche) adjudicada públicamente al doctor Gui-
do Gómez Mazara, su consultor jurídico, que provocó que éste hiciera
aprestos para retirarse del cargo por la forma en que el presidente reprobó
que criticara la acción policial en contra de los médicos el pasado 13 de
febrero; significar/le/ que ésas no son sus funciones y recomendar/le/
que “cuide sus cartones”, para luego decir que fue una acción de un padre
hacia un hijo, y que todo padre puede hacerlo con su hijo en forma pública
o privada, según lo refirió el funcionario afectado con la reprensión.
Aparte de todo cuanto envolvió la forma del lenguaje utilizado,
Hipólito debe advertir que, al recomendarle a Guido que cuide sus carto-
nes, el público pensará que el consultor jurídico está fallando en algunos
/ 267 / Palabras para compartir

de sus deberes.
Y esas especulaciones son gratuitas y no deben provocarse innece-
sariamente.
c) En la columna “Citas que son Noticias”, página 2 de Última
Hora del viernes 16 de febrero, se recoge esta declaración del representan-
te del Poder Ejecutivo:
“No conozco los detalles -de la declaración de Joaquín Balaguer-
pero no sé de dónde sale eso -la decisión de construir obras deportivas en
el Parque Mirador del Este-; yo no he autorizado eso. Ahora, clase de eco-
logía no me puede dar mucha gente”.
El presidente debe tener en cuenta que toda expresión es objeto
de interpretación, de diferentes lecturas; que cada frase puede envolver un
metamensaje.
Además, él mismo se ha quejado de que la prensa coloca a veces
las declaraciones fuera de contexto.
Publicado así (aquello de las construcciones en el Parque Mirador
del Este), más de una persona entenderá que Balaguer no le puede dar
clases de ecología a Hipólito.
Balaguer es sereno; estudia, sobrestudia. Balaguer es coherente con
su autoestimación y consecuente en sus determinaciones.
Hipólito ha sido respetuoso y cordial con Balaguer. Ha admitido,
directa e indirectamente, que necesita su apoyo.
Hipólito debe cuidarse de la prensa; pero primero debe cuidarse de
sus declaraciones tan espontáneas, sinceras y radicales.
¿O es que ya desamarró la chiva del patio de la casa número 25 de
la avenida Máximo Gómez? Playa Chiquita, Palmar de Ocoa,

domingo 18 de febrero del 2001.

1 de marzo del 2001


Rafael González Tirado /268/

Márketing/marketinero
Primera parte

El anglicismo márketing, por ‘mercadeo’, se ha extendido en las


últimas décadas dentro de nuestro idioma y parece imprescindible para
ciertos usuarios, particularmente para los profesionales del área de nego-
cios y actividades afines, como los publicistas, así como en las crónicas de
la farándula y entrenadores en la disciplina.
Está en los manuales, en artículos e informaciones de la prensa
diaria, en las revistas especializadas y en la información general; en los
programas de radio y en la televisión. En fin, márketing se hace sentir en
donde quiera que se trate el tema de las acciones y de las técnicas que se
basan en el estudio de mercado para establecer el sistema conveniente de
comercialización y para estimular y satisfacer la demanda de posibles
consumidores.
En una columna sobre publicidad, el periódico Hoy, 15 de setiem-
bre de 1995, p.2D):
“... no son pocos los casos en que un hijo [...] intenta aplicar las
nuevas corrientes de márketing y economía, encontrándose con la pared
incólume del “viejo” (el padre) y sus estilos anticuados (pero que le han
rendido numerosos millones de pesos y de dólares)”.
Una opinión de un columnista se refiere a la inclinación sexual del
cantante Ricky Martin:
“...la revelación hecha en ese sentido [...] es parte del márketing de
ese artista”.Se publicó en El Siglo del 12 de julio de 1999, p. 9C.
Contamos con un Márquet TV, canal 14, de Telecable Nacional,
/ 269 / Palabras para compartir

y hemos disfrutado de la promoción que hacen varios centros de gerencia


política para el Caribe y América Latina acerca del “II Curso Inten/c/ivo
de Márketing Político”, que se celebrará entre fines de abril y principio de
mayo en la ciudad de Miami.
Es lógico que centros de esa ubicación no puedo hablar de su ori-
gen- incluyan el anglicismo en lugar de /mercadeo/. Pero deben cuidarse
de no escribir II CURSO INTEN/C/IVO DE MÁRKETING POLÍTICO,
con una /c/ que afecta nuestra ortografía.
Con escritura a la inglesa, o si la adaptáramos al español, m/á/rketing
es una realidad en cierto nivel de utilización en toda América y en España.
Se le encuentra en el español general y a nivel técnico, correspondiente a la
materia del mercadeo, mercadotecnia y mercadología. Se ha generalizado
en nuestro medio llamar a admisión para cursos de /márketing/, término
que da prestigio a las organizaciones y a los técnicos que lo emplean en
este mundo neoliberal, de globalización y de libre comercio.
Con todo, nuestras instituciones académicas llaman a inscripción
para cursos de mercadeo, mercadotecnia, no con el otro lenguaje, y esto lo
hacen por respeto a valores culturales entendibles y apreciables.
Manuel Seco (Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española,
Espasa Calpe, novena edición, décima reimpresión, Madrid, 1995) intro-
duce márketing, pero remite a la voz mercadotecnia.
Fernando Lázaro Carreter, ex-director de la Real Academia Espa-
ñola, celebra que mercadotecnia, equivalente a márketing, se abra camino “aun-
que sea a paso de procesión” (El dardo en la palabra, Galaxia Gutenberg y
Círculo de Lectores, Barcelona, 1997).
En el Manual del español urgente (Ediciones Cátedra, Madrid, 1994),
la Agencia EFE coloca “MÁRKETING” entrecomillado, y remite al vo-
cablo mercadotecnia, preferido por el Manual, y lo define como conjunto de
principios y prácticas que buscan el aumento del comercio, especialmente
de la demanda, y estudio de los procedimientos y recursos de que se sir-
ven”.
Rafael González Tirado /270/

Reconociendo la penetración del anglicismo, y contrariamente a


como lo había hecho en el mencionado Diccionario de dudas..., Manuel Seco
(y Olimpia Andrés y Gabino Ramos) en su magnífico Diccionario del español
actual incluyen las voces márketing y marketizar, pero no remiten a
ningún término español. Aunque sí nos ofrecen un singular y divertido
ejemplo empleado por Manuel Vásquez Montalbán en su obra Los mares
del Sur (1979):
“Ejerce la prostitución como si preguntara la hora. Tal vez sea una
nueva técnica del /márketing/ puteril”.

19 de abril del 2001


/ 271 / Palabras para compartir

Márketing/marketinero
Segunda parte

Los lexicones de los últimos lustros dan cuenta del ingreso de


márketing en nuestro vocabulario. No es término que se introduzca a través
del nivel coloquial de la lengua, sino por la vía de la expresión formal, por
el intercambio comercial y su cultura correspondiente, incluido el lenguaje.
Es un préstamo que se difunde tan rápida y tan alegremente que no
da tiempo para pensar en la necesidad de la utilización. Y se supone que
aquéllos que lo emplean sienten orgullo de escribir o de pronunciar márketing,
que les parece mejor que mercadeo.
Con alguna frecuencia, un préstamo léxico se hace imprescindible.
Ha sido así y es así ahora más que nunca. Se comprueba tan pronto dos
lenguas entran en contacto. El fenómeno se siente desde que algo nuevo
ingresa a una cultura que lo reclama o que se acomoda a la manifestación
de lo foráneo. También sucede cuando el vocabulario afectado es débil
lexicalmente en un determinado punto.
Merc/a/do (español), m/á/rquet (inglés), tienen la misma raíz
latina: mercatus. Este hecho favorece el intercambio.
A lo largo de siglos, hemos podido desarrollar derivaciones en
español: mercader, mercadero(a), mercancía, mercadería, mercaduría,
mercaderil; mercadillo, mercadear, mercadista, mercante, mercadante;
mercantil, mercantilizar, mercantilización, mercantilizable, mercantilismo,
mercantilista, mercantilmente; merca, mercar, mercachifle, mercachifle-
ría.
Los neologismos: mercadeo, mercadología, mercadológico, mer-
Rafael González Tirado /272/

cadotecnia, mercadotécnico(a), mercadológicamente.


Sin olvidarnos de mercenario y mercenariamente, que tienen la
misma raíz.
Y las construcciones:
-tren de mercancías, el que sólo transporta géneros o productos, llamado
popularmente ‘el mercancías’;
-hacer o poner oídos de mercader: no poner caso a lo que se le dice.
Cabe afirmar, en este punto, que la penetración del anglicismo no
se debe a pobreza léxica del español, puesto que el idioma ha desarrollado
multitud de palabras a partir del latinismo mercatus.
Podría deberse a la identificación de la raíz de la cual se origina el
vocablo en ambas lenguas, pero mucho más al prestigio del inglés frente a
nuestro idioma en esta área de influencia del poder norteamericano.
Un intercambio en la sede de la Real Academia Española, Madrid,
7 de marzo del 2000, trajo a cuento esta anglización. Fue en una sesión de
trabajo para tratar acerca del proyectado Diccionario normativo de dudas, título
provisional.
Durante los debates, la doctora Ofelia Kovacci, presidente de la
Academia Argentina de Letras, correspondiente de la Real Academia de la
Lengua, sacó a relucir el uso en su país del término marketinero:
-Una persona es (muy) marketinera cuando tiene habilidad para con-
seguir mercados;
-Una obra de teatro o una película es marketinera cuando atrae
mucho público.
-Un actor o un cantante es marketinero cuando goza de populari-
dad y en sus presentaciones llena la sala.
Así las cosas, aún con la asimilación de la /k/ en la escritura de
valiosos diccionarios, hay que ir pensando en la adaptación a la ortografía
española. En verdad, algo se ha hecho. Y, a lo mejor, mientras la doctora
Kovacci explicaba acerca de la extensión del neologismo en su país, no
estaba pensando en otra forma que no fuera en la escritura acomodada a
/ 273 / Palabras para compartir

nuestro uso:
márquetin/marquetinero.
El cantautor Eduardo Aute autorizó un dibujo con leyenda a su
colega Alberto Cortez (1983), en el que le deja saber que:
“La canción popular ha muerto a manos del márqueting...”
Escrito de su puño y letra.
Fue un paso la /qu/ en aquella época, aunque ya podamos atrever-
nos a suprimir la /g/ final del sufijo en inglés y marcar el acento sobre la /
a/.
Y no hay lugar para aspavientos, que muchas cosas faltan por ver,
aunque ya los panameños se habían alarmado cuando se le dio entrada en
la lengua a /márketing/. Así lo refirió doña Elsie Alvarado de Ricord,
directora de la Academia Panameña, en el mismo encuentro de Madrid,
que se celebró el pasado año. Habrá que averiguar si la entrada al dicciona-
rio era /márketing/ o si lo “desanglizaron” con acento en la /á/, con /
qu/ y sin la /g/ final: /márquetin/.
Faltan, llegan muchas palabras al idioma. Algunas son bien recibi-
das, otras no. Algunas enriquecen; otras...
Necesidad y buen gusto intervienen en uno u otro caso. En este
orden, la oportunidad del vocablo es esencial. Con todo, hay palabras que
encandilan. Ya lo dijo Amando de Miguel, con su reconocida ironía, en el
libro La perversión del lenguaje*:
“El contenido de algunos términos es lo de menos cuando la sono-
ridad queda asegurada.”
Así de débiles y de caprichosos somos los hablantes.

*Colección Austral, Espasa Calpe, tercera edición, p. 29, Madrid, 1994.

26 de abril del 2001


Rafael González Tirado /274/

Un /accedio/ que no nos permite acceder

Encuentro en la edición de El Siglo de este último domingo (18-


III-2001) /accedio/: ¿un neologismo o una escritura nueva para un térmi-
no ya conocido?
Está utilizado como sustantivo.
Alguien (RP) pregunta: “Luz como tú manejas el /accedio/ de los
hombres. Cuántos hombres promedio a la semana se te declaran..?”
Son dos preguntas. En recta escritura española, dos preguntas re-
claman, en principio, cuatro signos de interrogación: una interrogación inicial
en cada uno de los inicios de la frase, e igualmente al final.
En el párrafo citado sólo se coloca la interrogación final al término
de la segunda frase.
Debió estamparse el signo de interrogación inicial antes del como,
que, a su vez, debió estar precedido de una coma y llevar tilde ( acento
ortográfico).
Procedía cerrar la primera pregunta (?) después de /hombres/; y
ahí mismo abrir la segunda pregunta, antes del adverbio cuántos, interro-
gativo, que reclama la tilde. Es decir, que, en función interrogativa, cómo
y cuántos deben distinguirse con el acento diacrítico, lo cual no se hizo
con el primero de ellos.
Recojo el dato en la tercera página (3A) del diario mencionado.
Tiene las características de un espacio pagado que promocionan Remesas
Vimenca, Western Union y este periódico.
Se dice que esas preguntas fueron dirigidas a Luz García en un pro-
/ 275 / Palabras para compartir

grama de televisión. El nombre completo de la entrevistada es Luz Mar-


garita Cecilia García Guzmán, una hermosa joven que trabaja para la pan-
talla chica.
Se trata de una versión para la prensa escrita, tipo de trabajo inicia-
do este domingo sobre entrevistas que se hacen en un programa produci-
do por Search solution, que se transmite todos los sábados por el Canal 23 de
Telecable Nacional.
Lo que más llamó mi atención fue el /accedio/.
Si usted lo busca con doble /c/ en diccionarios, difícilmente lo va
a encontrar. Se topará con acceder, que equivale a ‘consentir, convenir’; que
no es lo mismo que asediar, asedio. Quizás lo contrario, porque /asediar/
es ‘importunar, molestar’.
En la jerga militar o de guerra, equivale a ‘poner sitio a una plaza
fuerte’.
Entonces, el /asedio/ es ‘cerco, sitio’. También, ‘importunidad,
molestia’.
Uno encuentra varias palabras con /acce/ al inicio, como accesible,
accesión, accésit, acceso y accesorio; pero no aparece aquella otra que motiva las
reflexiones de esta fecha.
El sentido de las frases citadas evidencian que, al transcribir las
preguntas, hubo una desviación en la ortografía, y se cayó en el yerro de
confundir la /s/ de asedio con las dos /cc/ de acceso, acceder.
El periódico está claro en su capacidad y en su responsabilidad
ante el lector, pues en esa misma fecha se emplean correctamente -desde
el punto de vista ortográfico- el verbo asediar en sus inflexiones de
participio/ adjetivo:
1.”Cansado de ser /asediado/ por La Jo, Cantinflas (la cursivas son
de mi responsabilidad) cegó la vida de éste, quien lo requería como amante”.
Lo emplea Tony Pina en el resumen de su crónica dominical acerca
de “El crimen y su historia” (sección Enfoques, p.9F), con el título “Trágico
final de una relación homosexual”).
Rafael González Tirado /276/

2.El “Aserrín” de la “Página de los lectores” (8B) de El Siglo, tam-


bién inicia sus comentarios de la misma fecha:
“El pasado jueves 15 de este mes, la secretaria de Educación, /
asediada/ por las demandas de los profesores, en particular por el justo
reclamo de aumento salarial...”
Son utilizaciones en espacios de responsabilidad directa dentro
del medio de comunicación. /Asediado/, en el primer caso, /asediada/,
en el último, responden al sentido y a la grafía de la palabra en cuestión:
‘cercar, acosar, molestar’.
Asedio es voz latina registrada en nuestra lengua desde el s. XV en
el sentido de ‘cercar un punto fortificado’. Como ‘importunidad y acoso’,
lo encontramos a partir del s. XIX.
¿ De dónde puede provenir el error de escritura que cambió la /s/
por /cc/?
Quizás la informática (lenguaje de ordenador o computadora) ha
dejado su influencia: accesar, que tanto se usa en esta materia.
/Access/ es ‘entrada’ en inglés: accesar a un programa...
De tal cruce de letras ha debido generarse el accedio a la señorita
Luz García.
Una cosa es hablar, explayarse verbalmente, y otra distinta es lle-
var los símbolos de la oralidad al código de la escritura.
Simplemente estamos suponiendo lo que pudo suceder.
Siempre hay una confusión, un “antecedente” en los errores orto-
gráficos.

22 de marzo del 2001


/ 277 / Palabras para compartir

Usamericano/usaunidense

Usamericano anda por ahí, como se dejan caer esas palabras. Aun
sus pasos son tímidos e inciertos.
A veces los neologismos tienen éxito, pero no se pueden imponer a
los hablantes, sino que son estos últimos quienes deciden la suerte de la
criatura.
Ya no me acordaba de mi primer contacto con el vocablo. Lo en-
contré en El dardo en la palabra, de don Fernando Lázaro Carreter que, en
un trabajo con el título “Afirmativo-negativo” (1984), comentaba esa
expresión de los taxistas de su país para comunicarse con la central:
“El operativo malagueño, la chica de la agencia, la central de los
taxis…¡con qué rapidez se han adueñado del modo usamericano […] sus-
tituir el yes y el not por no!”
En el sitio donde he colocado tres puntos en medio de corchetes,
el ex-director de la Real Academia Española de la Lengua hace la siguiente
acotación:
“…-gracias, José Ortega Spottorno, por la invención de este
vocablo”.Vale decir, por el término usamericano.
Lo marqué al leer su obra; lo registré en mis notas, pero muy pron-
to me olvidé de él. En aquel momento, don Fernando tuvo la información
disponible: la invención del vocablo, atribuida a Ortega Spottorno.
Sin embargo, luego surgieron materiales que dan cuenta de que el
académico Emilio Lorenzo incluye el uso en su obra Anglicismos hispánicos
(p.556) y agrega el dato de que Félix Rodríguez lo emplea (1991) en su
libro Prensa y lenguaje político.
La Real Academia Española ha pasado una consulta (Hoja lexicográ-
fica) a todas las academias asociadas, acerca de si usamericano es voz cono-
Rafael González Tirado /278/

cida en los diferentes países representados en las instituciones locales.


Intrigado -como decimos los dominicanos- por la utilización de
dicha palabra, hice contacto con la Academia, la cual me envió material y
me recomendó comunicarme con el académico Carlos Joaquín Córdova,
director (presidente) de la corporación ecuatoriana.
Fue de este colega de quien recibí la información de que el propio
don Emilio Lorenzo, aunque señala que Félix Rodríguez incluye el térmi-
no en su libro del 1991, en dato final reconoce que “usamericano es término
adoptado por Córdova (Carlos Joaquín), passim en su libro “Un millar de
anglicismos“.
En efecto, alrededor del 1982, el maestro ecuatoriano había inclui-
do usamericano en el manuscrito de su obra mencionada. Pero este trabajo
de investigación es tan complejo que el propio Córdova no puede precisar
si él mismo lo creó o dónde pudo haberlo recogido. Y anda ahora detrás de
un antecedente que defina el origen del neologismo.
El término ampliaría, sin discusiones, el renglón de los sinónimos
de estadounidense, que es forma reservada para los habitantes del cen-
tro de /América/ del Norte, que tiene a Méjico al sur y a Canadá hacia
arriba. Otros sinónimos, con diferencias de matices son yanqui y gringo. No
discuto exactitudes, aunque norteamericano es de indudable impreasión, pues-
to que también lo son canadienses y mejicanos, y hasta los naturales de
Alaska, en el extremo norte del territorio.
Con todo, americano, gentilicio que “estos” mismos se han im-
puesto, y que en gran parte se ha aceptado en el resto del mundo, carece de
validez, porque americanos somos todos los del continente.
Por tal, en la canción Los americanos, de Alberto Cortez, o hay iro-
nía -la cual abunda en su realización literaria-, o hubo necesidad de ajus-
tar la medida de los versos a la extensión o tiempo melódico, ya que, al
versificar-musicalizar, americanos tiene cinco sílabas; mientras que, si no
introduzco sinalefa (ia) entre las vocales abiertas (ea): nort/e/americanos,
tendría siete sílabas. Estad/ou/nidenses tendrá seis o siete, según que, en
/ 279 / Palabras para compartir

el encuentro /ou/ de la sílaba central /dou/ en esta/dou/nidenses,


pronunciamos un diptongo o provocamos que se produzca un hiato (ou).
Difícilmente empleo el sintagma Estados Unidos de América, sino
Estados Unidos de /Norte/ América, sin dejar de sentir la impresión de que
la frase se puede aplicar a otras naciones de la región norte del continente.
Pero nos hemos acostumbrado a lo otro, aunque Estados Unidos de América
son, además, Méjico, Brasil y Venezuela, oficialmente.
El poema “Testamento gaucho”, de Claudio Martínez Payva (o
Paiva), difundido por el declamador argentino el Indio Duarte, relata el
momento en que el hijo recibe el carnet de identidad que, por la mayoría
legal, lo convierte en ciudadano responsable de sus actos. El padre le refie-
re la dignidad y la nobleza que hereda como norma de sus antepasados,
pautándole la conducta que deberá observar para honra de su ascendencia
en cada paso de la vida. Al final le dice:
Y si un día un extraño de su tierra/ le perdiese el respeto a su bandera,/
ahí, sí, dentre lo varón./ Nunca más hombre/ Nunca más firme/ el brazo y la
conciencia./ Americano,/ americano por raza y por orgullo./ Americano a las malas
o las buenas,/ caiga el que caiga/. Así llamen a su padre pa’levantar él mismo/ su
osamenta./ Que el que mata o perece por su patria/ ha cumplido con las leyes de su
tierra.
Mi experiencia con el poema es a través de la grabación. Nunca he
tenido un libro de M. Paiva a mi alcance. No sé, pues, si en la forma origi-
nal se escribió argentino o americano. Por cuestión de identificarnos en la
“Magna Patria”, o por interés del mercado del disco o del espectáculo,
cabe magníficamente: americano, a la buena o como sea.
Pero que nadie se confunda con esa identificación. Colocado en el
poema, el vocablo no apuntará semánticamente hacia el norte hegemoni-
zador. Se trata de nosotros, de los subdesarrollados, de los dolidos del
tercer o ya casi cuarto mundo.
Saludos -léxicamente- para el término que pugna por ocupar un
lugar de mayor precisión semántica en nuestro vocabulario.
Rafael González Tirado /280/

Sea usamericano, sea usaunidense, que es otra propuesta que aca-


bo de formular, que “flameen todas las banderas” por la identidad de cada
patria bienamada.

31 de mayo del 2001


/ 281 / Palabras para compartir

M/é/lia, Mel/í/a, Meli/á/ o


el acento tornasolado

Recojo en un reportaje de Prensa Latina, autorizado por Jorge Smith:


“Gato Barbieri lo descubrí por casualidad en el gran salón de actos
del Hotel Mel/í/a Cohiba de La Habana.
La lectura me hace cambiar la entonación de la palabra, pues me
obliga a entonar el acento sobre la /í/: Me-lí-a.
Estoy acostumbrado a la pronunciación aguda: Meliá, con refuer-
zo sobre la /a/: dos sílabas. El reporte me lo convierte en un trisílabo.
El trabajo de Smith viene desde el exterior. Normalmente estos
materiales llegan con menos despropósitos léxicos y ortográficos que los
que ofrecemos aquí. No es que no se produzcan casos; pero son en menor
número.
Pienso si no seré yo el equivocado. Me están presentando Mel/í/
a-Cohiba: un primer nombre de reciente importación y un Cohiba práctica-
mente desconocido entre hablantes comunes. ¿Será el mismo Meli/á/
originado o difundido desde las costas del Mediterráneo de la península
ibérica?
Ya sé que cohiba es ‘tabaco’ en lengua indígena.
Además, como he estado en ese hotel de La Habana, también sé
que allí pronuncian Meli/á/, no como va escrito en la nota del señor Smith.
En la escritura, este apellido se parece a Mejía, por el encuentro
final de vocales /ia/, pero Mejía carga y marca el acento sobre la /í/. Se
asimila a sufría, dormía, comía, María. De ahí puede venir la graficación
equivocada. La escritura, señal para la vista, nos confunde a cada paso. Y
Rafael González Tirado /282/

a cada paso, o de vez en cuando, nos tropezamos aquí con la confusión.


El Diario Libre, viernes 21 de mayo (2001) p. 23, reseña:
“Alberto Cortez. El cantante argentino llegará el próximo domingo
a territorio dominicano. El lunes tendrá un encuentro con los periodistas
en el hotel Mel/í/-a”.
Así, como Mejía, que, al disolver el diptondo /iá/, presenta el nom-
bre como trisílabo y voz llana.
En El Siglo, 16 octubre del 2000, p. 8E, Emely Tours promociona
por: “474 US$, 3 noches, Hab. Doble en Hotel Melía, Santiago” de Cuba.
El Listín Diario se responsabiliza, hace dos días (martes 7-VIII-01),
de escribir Melía, en la promoción del II Seminario Desarrollo de Lectores
Críticos (las negritas son del propio periódico), que ofrece su Plan LEA=
Listín en la Educación Actualizadas. (p. 11C, seción LEA para Todos) Si
de leer se trata, no pronunciaremos Meli/á/ sino Mel/í/a, igual a Mejía,
salía...
Aunque se escriba de esa manera, repito, solemos pronunciar Meliá,
palabra aguda, de dos sílabas aquí y allá. Por cuestión de calco visual, de
vez en cuando trasladamos la tilde hacia la /í/. Mas, no es tan frecuente
variar la pronunciación. Lo raro es ver escrito este apellido sin tilde sobre
ninguna de sus tres vocales.
Algunas veces, en promociones turísticas, el nombre viene en ma-
yúsculas, y ya sabemos acerca de la costumbre de no acentuar sobre las
letras altas: œ
HOTEL MELIA SANTIAGO
Puede pasar inadvertido por aquello de la falsa creencia de que las
mayúsculas no se acentúan. Empero, si vamos al rigor, no sabríamos si es
M/é/lia, Mel/í/a o Meli/á/.
Por costumbre, claro, sabemos que es Meli/á/. El oído no se confun-
de. Pero ¿qué sucede cuando es otra la circunstancia?
He leído por los títulos de la prensa que CAROLINA LAO grabará
un disco en nuestro país.
Naturalmente, he tenido que leer L/á/o, con refuerzo sobre la /a/,
/ 283 / Palabras para compartir

palabra llana. Como leo muy pocas cosas sobre farándula, por el momento
no me entero de nada más, ni siquiera de la verdadera pronunciación del
apellido de Carolina. Más adelante escuché una emisión radial en la cual se
pronunció el apellido: LAÓ, palabra aguda, con el refuerzo (y con la tilde)
sobre la vocal final. Si me dan un título en mayúsculas: CREO ¿es cré/o o
es cre/ó?
En el caso de la escritura de HOTEL MELIA SANTIAGO 5 (cinco
estrellas), El Siglo, 28 de noviembre del 2000, p. 12D, se podrá aducir que
cero acento en las mayúsculas; pero seis palabras más adelante, se escribió
en el mismo anuncio:
BOLETO A/É/REO y TRASLADOS
con el acento ortográfico correctamente sobre la primera /e/.
¿Por qué sí en AÉREO y no en MELIÁ?
Son vacilaciones muy frecuentes en la escritura dominicana, que
marcamos y de inmediato se nos olvida; similar a que ahora escribimos /
L/ey con la consonante alta y luego la bajamos a /l/ey sin ninguna
justificación gramatical en la diferencia; ahorita escribo: en el /M/unicipio
de Santiago y a dos pasos consigno: en el /m/unicipio de Jarabacoa.
Una promoción que recogí en la mesa de noche del hotel Suecia,
en Madrid, escribe: Melia, mayúscula inicial y el resto en minúsculas, sin
marca alguna de acentuación. Luego, sonaría /M/é/lia, voz llana con acento
en la primera sílaba, aunque no se le marque.
Hay, pues, un giro acentual en la escritura, que va desde M/e/lia,
pasa por Mel/í/a y concluye en Meli/á/, en dulce tornasol de sonidos o de
tildes.
Estaba allí, en una publicación que localicé a dos pasos de la Real
Academia de la Lengua, que no puede detener los caprichos ni puede
desarmar las trampas de la escritura.
En Madrid, La Habana, en cualquier sitio. No sólo aquí. En todas
partes se cuecen habas.

9 de agosto del 2001


Rafael González Tirado /284/

/Rielar/ un verbo raro

/Rielar/ es un verbo de poca utilización. Acaso uno se topó con él


cuando leía los clásicos del siglo pasado o mejor aún en la Gramática castellana,
de Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña, cuando estudiaba las
oraciones coordinadas:
La luna en el mar riela,/ y en la lona gime el viento,/ y alza en
blando movimiento/ olas de plata y azul.
Son versos de “La canción del pirata”, de José (de) Espronceda,
poeta español del siglo XIX (1808-1842).
Rielar vino a ser para mí lo mismo que ‘brillar’, y fue una palabra de
mi vocabulario pasivo, es decir, que creí conocer su significado, pero que
nunca lo empleé ni por escrito ni en la expresión oral.
Por eso ha sido de dulce evocación que Ramón Emilio Reyes men-
cione la palabra en reciente entrega de El Siglo, titulada “El hogar en la
poesía”:
“Tristeza solidaria expresada en el movimiento marino donde pa-
rece flotar la leve luna que rielaba en las aguas de Espronceda enlazada en
la lucha cósmica de la hermandad.”
Pero poco antes me había sorprendido una utilización que apare-
ció el miércoles 15 de este mes de diciembre en el Listín Diario, p. 19A, al
comienzo del artículo “Educación y candidez”:
“Con el rielar del tiempo en el tren que lleva nuestras vidas...”
Sentí, en seguida, que me había quedado corto con el origen y el
sentido del verbo, porque, aparentemente, el autor del artículo lo utiliza
como el recorrido de un tren sobre los rieles que le permiten desplazarse, y
/ 285 / Palabras para compartir

con esa idea produjo una metáfora: el transcurso de la vida.


Es un verbo de la primera conjugación, que se flexiona como el
modelo (amar). No es de uso frecuente ni tiene dificultades para la conju-
gación.
No significa brillar, que fue lo que pensé en mi primer contacto,
allá por los fines de los años cuarenta o principio de la década siguiente.
En verdad, significa exactamente ‘brillar con luz trémula’.
En un diccionario de sinónimos podríamos encontrar posibilida-
des de sustitución: resplandecer, alumbrar, destellar, coruscar, relucir.
Recordemos, sin embargo, que no existen sinónimos perfectos, y
no es aconsejable extraerlos sin más ni más de las listas que ofrecen estas
clases de diccionarios.
El verbo se documenta en el idioma en el siglo XIX. Pertenece al
lenguaje poético, vale decir, no es voz de la lengua general. Se puede loca-
lizar en los Ensayos de don Miguel de Unamuno, 1942, I, p. 575, y en Ale-
jandro Casona, Flor de leyendas, R, C-97. Esto lo refiere Martín Alonso en
su Enciclopedia del idioma, tercer tomo, N-Z.
María Moliner (Diccionario de uso del español, tomo II, letras H-Z) da
rielar como metátasis de rehilar, y lo supone equivalente a cabrillear, ‘temblar
con el movimiento del agua una luz que se refleja en ella’.
En el volumen II del Diccionario del español actual, de Manuel Seco y
sus colaboradores, se registra la significación mencionada y se agrega la
siguiente: ‘vibrar o temblar’ una cosa. Ahí se ofrece esta cita:
“A pesar del sol se veían las llamas alzadas. Y los vapores del fuego
que hacían rielar la línea del horizonte” (Francisco García Pavón, El rapto
de las Sabinas, p. 130, 1969).
Para la primera acepción (brillar con luz trémula), dicho Dicciona-
rio ejemplifica:
“En la cubierta de proa rielaban los focos de faena, que habían
encendido en el puerto (Ignacio Aldecoa, obra Gran sol, p. 33, 1957).
Estuvo justificada mi sorpresa por la utilización del verbo rielar en
Rafael González Tirado /286/

el sentido de lo que transita sobre rieles, y su extensión poética, con el


significado de transcurso o discurrir de la vida. La revisión en varias obras
nos revela que el significado original es ‘brillar con luz trémula’. Más ade-
lante ha pasado a completar su cuadro semántico con el sentido de ‘vibrar
o temblar’.
Entonces, en el autor del artículo “Educación y candidez” ha po-
dido suceder una de estas posibilidades:
a) Se confundió con la forma del verbo y lo asimiló a /rieles/, no a
brillar, por la cual creyó que rielar es voz propicia, para referirse al trans-
curso de la vida;
b) Asimiló el empleo en el nivel de habla de alguna región del país,
quizás donde existen ferrocarriles, como en los centros de producción de
azúcar, para significar que el tren corre sobre los rieles; quizás; o
c) El autor quiso hacer poesía, más allá del nivel poético del verbo
en cuestión, y creó el neologismo semántico para el empleo de su particu-
lar aplicación.
Tal vez.

28 de diciembre del 2000


/ 287 / Palabras para compartir

Pascua / pascuilla

Pascuilla, sustantivo femenino, diminutivo de pascua, significa


primer domingo después del domingo de Pascua de Resurrección:
El término /pascua/ se origina en el hebreo pesah, que originó en
latín pascha.
Pesah es el sacrificio por la inmunidad del pueblo. Fue la fiesta más
solemne de los hebreos, que celebraban a la mitad de la luna de marzo, en
memoria de la libertad del cautiverio de Egipto. En la iglesia católica, fiesta
solemne de la Resurrección del Señor, que se celebra el domingo siguiente
al plenilunio posterior al 20 de marzo. Oscila entre el 22 de marzo y el 25
de abril (Diccionario de la Real Academia Española).
Es, también, el tiempo desde el nacimiento de Jesucristo hasta el
día de Reyes, inclusive.
Existen, pues, Pascua de Natividad y Pascua de Resurrección.
El término sirve para dar nombre a cosas: Isla de Pascua.
Hacer derivaciones:
-pascual (adjetivo): perteneciente o relativo a la pascua: ciclo pascual,
cirio pascual, cordero pascual;
-pascuense: natural de la isla chilena de Pascua o lo que es pertene-
ciente o relativo a esta isla.
Origina también el adjetivo pascuero y da paso a locuciones como
flor de pascua; tener cara de pascua, ‘estar alegre’; dar las pascuas, ‘felicitar
para esa fecha’; estar como unas pascuas, ‘estar alegre y regocijado’; De Pascuas
a Ramos o de pascua en pascua, ‘de tarde en tarde’; santas pascuas, frase fami-
liar que significa que hay que conformarse con lo que sucede, con lo que se
Rafael González Tirado /288/

dice o con lo que se tiene.


Estas y otras utilizaciones del vocablo /pascua/ es el resultado de
la imaginería de los pueblos hispanohablantes a lo largo de siglos en el
manejo del idioma, para expresar ideas e interactuar dentro del proceso del
intercambio social.
Los pueblos disponen de recursos para nombrar y calificar, expre-
sar acciones y matizarlas con las complementaciones correspondientes.
Talento e imaginación que permiten actuar en el seno de la socie-
dad en que se desenvuelven.
/Pascuilla/ es voz que escuché desde hace alrededor de veinticin-
co años para nombrar un arbusto que florece esplendorosamente en la
temporada de invierno. Ya para Navidad está cargado de flores blancas
que, en su copa, apenas deja asomar el verdor de sus hojas pequeñitas y
semilanceoladas.
Sus flores blancas cubren el ramaje como un enorme copo de
nieve.
Su floración en el mes de diciembre inclina a los hablantes a deno-
minar pascuilla a estos arbustos. Han derivado el nombre de la temporada
en que estallan, pero más concretamente por la coincidencia de la aparición
de las flores de pascuas que encienden su rojo vivo durante los meses
finales del año y que son un símbolo de la Natividad del Señor.
Comencé a notar las pascuillas en jardines de los ensanches del
oeste de la ciudad para los años de la expansión, después de la Guerra de
Abril.
Abundaron en muchos jardines y aún las veo en unos cuantos,
cimbreándose al compás de la brisa fresca que ha irrumpido en esta tem-
porada. Algunas personas la llaman /pascualito/.
Me atrajo su nombre por el procedimiento de asociación y deriva-
ción. No conozco cómo las llaman en la disciplina de la botánica, que
muy bien domina el eminente profesor don Eugenio Marcano. Sólo asimilé
lo que recogí en el seno del pueblo, que es quien forma el idioma, con su
sabiduría y su imaginación, que asemeja, vincula, contrasta y denomina
/ 289 / Palabras para compartir

las cosas. El que tiene la última palabra en materia del lenguaje.


Así, la palabra diván, que originalmente significó en árabe libro o
registro público, pasa a significar reunión o asamblea, sala donde ésta se cele-
braba, banco acomodado para celebrar esas asambleas y hasta colección
de poesías en lenguas orientales.
O los campesinos de Granada, que llaman “buey de agua”, según
recoge Gonzalo Martín Vivaldi, al río que se desplaza solemne y firme por
entre las llanuras, cuando baja henchido en época de lluvias.
O los campesinos de algún lugar de Andalucía que dicen que “Fu-
lano y Zutana van a juntar las meaeras esta noche”, para decir, en su dialecto,
matizado de imaginación y de metáforas, que la pareja se va a casar ...
Con el idioma, todos los días, sin prisa pero sin pausa, como el
poeta alemán. Con su aplicación, se crea y se aprende sin desmayos.
No seamos como el estudiante pascuero, que iba a la casa sin
falta, pero sólo lo hacía en ocasión de las pascuas y de otras fiestas.
Sino como recomendaba Pedro Henríquez Ureña: Amigos míos, a
trabajar.

30 de diciembre de 1999
Rafael González Tirado /290/
/ 291 / Palabras para compartir

ÍNDICE GENERAL

DEDICATORIA 7
AGRADECIMIENTO 8
PRESENTACIÓN 9
SEMBLANZA INTELECTUAL POR LEOPOLDO WIGDORSKY 11
NOTAS 13
LA LABOR LINGÜÍSTICA DE RAFAEL GONZÁLEZ TIRADO,
MANUEL MATOS MOQUETE 15

Lo peor de lo ‘peor’ 25
Acerca de períodos y adjetivaciones 29
¿Quién vigila lo que se /ha/ de publicar en la prensa? 32
¿Quién redacta las esquelas mortuoria s? 35
Las campanas del desconcierto 38
Código oral y código escrito: falacias y tabúes 40
Tres faltas de ortografía en una sola palabra 43
El milagro de la tilde 45
Álgido: una palabra caliente 48
El /habemos/ que /habrá/ que /haber/ o la regularidad de
una incorrección 51
Involucrar 54
Santiaguero/santiaguense/santiagués I 57
Santiaguero/santiaguense/santiagués II 60
Los códigos de la lengua al servicio de la comunicación electrónica 63
De /mí/ para /ti/ 66
Rafael González Tirado /292/

Los peores y los mejores: la “recurrencia” gramatical de cada año 70


Multitud/muchedumbre 73
Táctica y estrategia 77
Mis gazapos ortográficos: de Payeyo García al doctor Héctor
Mateo 81
¿Saber más gramática o poner más cuidado? 85
¿Inte/r/perie o inte/m/perie? 88
Travesuras de la tilde 91
El papo vicioso: una experiencia lingüística en tertulia con Luis
Carbonell en La Habana 95
Tres /solo/ y cuatro /si/ 98
Vigencia de la palabra como poder de comunicación 101
Lo puntual y lo no puntual en la puntualidad de la moda
(primera parte) 105
Lo puntual y lo no puntual en la puntualidad de la moda (segunda parte) 109
Las travesuras de los nombres exóticos 112
De /Naco/ a /Samanel/: una lección lingüística 116
La palabra /diván/ o la dinámica de la palabra 119
Desapercibido/desprevenido/inadvertido (primera parte) 122
Desapercibido/desprevenido/inadvertido (segunda parte) 125
De sorteos de yipetas y la anglización de la lengua 129
Es correcto decir: ¿/un muerto diario/ o /un muerto a diario/? 132
El lenguaje de la patria 136
Las trampas del lenguaje machista 140
¿Es Samuel Sosa uno de los peloteros /mejores/ pagados? 144
Halar y jalar 147
A sí mismo /así mismo/ asimismo 150
¿Delen o denle? ¿Demen o denme? 153
De la semiótica de la imagen a la semiótica de la palabra 156
/Detentar/ como caso de impropiedad en el lenguaje 160
Le / les: la mayor confusión gramatical en la escritura
dominicana (III variación) 163
/ 293 / Palabras para compartir

Le / les: la mayor confusión gramatical en la escritura


dominicana (IV variación) 166
El /comoísmo/ en el lenguaje coloquial dominicano 169
Ribera/rivera 172
Milly: ¿Eso e/j/ un palo? 176
Ahí es /que/ prende 179
Endijas, rendijas, hendijas y rehendijas 182
Las incongruencias entre códigos de hablas diferentes.
Desatinos de la publicidad 186
El /leísmo/ en el lenguaje formal dominicano 189
Leísmo, loísmo y laísmo 193
Roque Barcia, Joaquín Balaguer y Leopoldo Wigdorsky 197
Las repeticiones que condeno y las repeticiones que me condenan 200
El /ronrón/ que le faltaba a Samuel Sosa 204
¿Idiosincra/c/ia o indiosincra/s/ia? 208
La lección de las palabras pa/c/iente, in/c/ipiente
in/s/ipiente y pa/s/ificación 212
¿A/g/üeducto por dislate o a/g/üeducto por convicción? 215
La /a/ que nos enreda y la /h/ que nos pierde 219
La expresión /he/ que la prensa carga a Joaquín
Balaguer y a Luchy Vicioso 223
Méjico / México: por la contradicción o la condes-
cendencia (primera parte) 227
Méjico / México: por la contradicción o la condes-
cendencia (segunda parte) 230
De Lis/teen/ a /Press/: las mil formas de anglización del lenguaje 234
/Á/lvarez, Alv/á/rez o el acento en las mayúsculas 238
Utilidad de los signos de puntuación 241
Habana/Havana 244
“Back to School” 247
Ynchausti/Incháustegui o el acento tiene sus bemoles 251
Rafael González Tirado /294/

Disuadir/persuadir 255
Gascue/Gazcue (primera parte) 259
Gascue/Gazcue (segunda parte) 262
En torno al lenguaje del presidente Hipólito Mejía 265
Marketing/marketinero (primera parte) 268
Marketing/marketinero (segunda parte) 271
Un /accedio/ que no nos permite acceder 274
Usamericano/usaunidense 277
M/élia, Mel/í/a, Meli/á/ o el acento tornasolado 281
/Rielar/ un verbo raro 284
Pascua/pascuilla 287
Índice General 291
Índice de Léxico y Sintagmas 295
Índice de Autores y Personas 307
/ 295 / Palabras para compartir

ÍNDICE
DE LÉXICO Y SINTAGMAS

-A-

-A/ ha/he: 219, 223, 224


-A Dios rogando: 89
-A sí mismo/así mismo/asimismo: 150
-Acento ortográfico: 45, 91, 238
-Acento Prosódico: 25, 47, 201
-Accedio/acceder: 274
-Accedo/accedian: 274
-Acentuación: 98, 251
-Acueducto/agüeducto: 215
-Acusativo: 86
-Adverbium: 133
-Adjetivo: 27, 29, 72, 134
-Adverbio: 27, 72
-Advertir: 123
-Ágrafa, lengua: 184
-Ahogarse:
-Álgido: 48, 88
-Alvarez /Alvárez: 238
-Anciano:
-Ánglicas, anglización: 129, 136, 234, 247, 248
-Anglomanía: 234, 247
Rafael González Tirado /296/

-Antónimas, palabras: 98, 257


-Apercibir: 123
-Apelativo: 239
-Apellido: 238, 259
-Apócope: 68, 98
-Árbitro: 136
-Articulación: 177, 186
-Artículo: 193
-Aspiración (o jota suave): 148, 176, 177, 178
-Átonas, palabras: 32, 86, 190

-B-
-Baca: 213
-Barbarismo ortológico: 89
-Bisílabo: 98
-Buey de agua: 289

-C-

-Cacofonía: 61
-Cadena hablada (morfonemática): 150
-Calco: 236
-Calco visual: 282
-Calificativos: 145
-Capacidad de convocatoria: 105
-Chopa: 117
-Célebre (valor prosodémico del acento): 46
-Cirio/sirio
-Clob/club
-Código escrito: 40, 42, 187, 241, 276
-Código oral: 40,42, 187, 241, 276
/ 297 / Palabras para compartir

-Colectivo determinado: 73
-Colectivo indeterminado: 73
-Coloquial, uso: 62
-Como: 169
-Comoísmo: 169
-Complementos directos e indirectos: 86, 193
-Comunicación de masas: 63, 64
-Consonantes sordas y sonoras: 205
-Consonantes sonoras simples y múltiples: 205
-Concordancia formal: 145
-Conectivo: 79
-Cópula o enlace: 179
-Corrección, grado de: 83
-Curas de idioma : 207
-Curriculum familiar: 35

-D–

-Dativo: 86
-Decodificar, descodificar: 242
-Demen/delen: 153
-Desanglizar: 273
-Desapercibido: 122, 125
-Desapercibimiento: 122,125
-Desfasado: 105
-Desinencia: 133
-Desprevención: 122, 125
-Desprevenido: 122, 125
-Detentar: 160
-Diacrítico: 68,99
-Diacrónico: 75
-Diagramención: 202
Rafael González Tirado /298/

-Dial: 138
-Difuso: 110
-Digitador: 203
-Diptongación acentuada: 100
-Diptongo, disolver: 119, 239
-Disuadir: 225
-Dítonas (palabras): 153
-Diván: 119

-E-

-Eficacia del vocablo: 218


-Emisor: 40
-Enclítico: 86, 167
-Endijas, rendijas: 182
-Ense: Santiaguense: 57, 61
-Entonación: 242
-Esdrújulas o proparoxítonas: 44
-Español estándar o general: 39, 176
-Estrategia: 77, 248
-Etimología: 208
-Extranjerismos: 129, 131, 188

- F-

-Falacia: 40, 101, 240


-Fenómeno léxico: 111
-Figuración: 248, 289
-Filólogo: 177
-Folía: 105
-Fonema: 177
-Fotograma: 102
/ 299 / Palabras para compartir

-Frase: 179, 180, 242


-Frase preposicional: 165
-Furo: 88

-G-

-Galicismo: 110, 111, 122, 126, 127, 170


-Gascue/Gazcue: 259, 262
-Gazapos: 81, 83, 221
-Género: 244
-Gentilicio: 57, 230, 244
-Grafía: 112
Gramática normativa: 176

-H-

-Habana/Havana: 244
-Habemos, hubieron, habrán: 51
-Haber, usos de: 51
-Hábitos lingüísticos:
-Habla popular: 217
-Halón-jalón: 147
-He: hechos de habla: 52, 223
-Hechos de lengua: 132
-Hiato: 279
-Homófonas/homógrafas/homónimas: 98, 213, 225
-Humos: 59, 103

-I-
-Idiosincrasia/idiosincracia: 208
-Implementar: 105
Rafael González Tirado /300/

-Inadvertencia: 122, 125


-Inadvertido: 122, 125
-Inchausti-incháustegui: 125
-Infinitivo: 125
-Intemperie: 88
-Intercambio desigual: 105
-Interferencia: 247, 250
-Involucrar: 54
-Isónimas, palabras: 210
-Iteración: 203

-J-
-Jalón: 147, 149
-Jonrón/jonronero: 144, 204
-Juntar las meaeras : 289

-L-

-Laísmo: 193
-Latín literario o sermo urbano:212
-Le, les: 163, 166, 168
-Lengua analítica: 236
-”Léder”: 129
-Leísmo: 189, 190, 193
-Lengua coloquial: 54
-Lengua estándar: 176
-Lengua general: 39
-Lengua progresista: 236
-Lengua sintética: 236
-Lengua de prestigio: 111, 138
-Lenguaje: auditivo, visual, táctil: 40
-Lenguaje escrito: 177
/ 301 / Palabras para compartir

-Lenguaje es forma: 47
-Lenguaje llano: 59
-Lenguaje machista: 140
-Lenguaje oral: 177, 226
-Lenguaje popular: 59
-Lenguaje no marcado: 142
-Lero, lero: 141
-Léxico/lexical: 141
-Lexicón: 62, 124
-Ley del menor esfuerzo: 215
-Líneas: 103
-Lipiria: 50
-“Listeen”: 234
-Locución adverbial: 130
-Loísmo: 190, 193

- LL -
-Llanas (voces): 46, 99

-M-
-Macarrónico, lenguaje:
-”Marketing”, mar/q/uetin (marquetinero): 268, 271, 273
-Mayúsculas dominicanas (empleo): 289
-Meaeras: 289
-Méjico/méxico: 227, 230
-Mejor, mejores: 100, 74
-Meliá/Melia: 281
-Mensaje: 188
-Mensual, mensuales: 29, 132
-Mercadeo: 137
-Mercadotecnia: 137
-Metátesis: 285
Rafael González Tirado /302/

-Modelo escrito:
-Monosílabo: 46, 99, 257
-Monosílabos pronominales: 46
-Morfema: 141, 220
-Muchedumbre/multitud: 56
-Multivocidad: 102

-N-
-Naco: 116
-Neologismo: 278
-Neutro, artículo: 193
-Núcleo: 70
-Número: 140, 141

-O-

-Oxítona/palabras: 47
-Ordenador/ computadoras: 202

-P-

-Palabras, fijación de las formas: 81


-Palo, eso un: 176
-Palabras tónicas o acentuadas: 199
-Papo: 95
-Parificación: 32, 77, 173
-Parónimas, palabras: 85, 216
-Paronomasia: 85, 216
-Paroxítonos: 45, 239
-Participio: 145, 220
-Pasificación: 242
/ 303 / Palabras para compartir

-Pascua, pascuilla: 287


-Patronímicos: 45
-Pedro por su casa: 88
-Peor, peores: 70, 144
-Perceptor: 130
-Persuadir: 102, 255
-Pluralización del adverbio: 145
- Predicado nominal: 226
-Prefijo: 208, 258
-Prender: (hí es que prende: 179
-Preposición: 32, 213
-Préstamo léxico: 139, 206 263
-“Press”: 234
-Prestigio del idioma: 234, 247, 249
-Prevenir: 123
-Proclítico: 86, 164, 167
-Pronombres átonos o inacentuados: 68, 164
-Pronombres personales átonos: 68, 91, 164
-Pronominal: 67, 85, 193
-Pronominales tónicos: 67
-Pronunciación: 246
-Punto de articulación (punto y coma): 36
-Puntuación: 242
-Puntuación medial: 242
-Puntual: 105, 109
-Puristas: 127
-Q -

-Que galicado: 179


-Quincenal: 133
Rafael González Tirado /304/

-R–

-Régimen: 167
-Regla gramatical: 85
-Repetición (V. interación): 200
-Resonancia de los términos: 118
-Resolutar: 106
-Ribera/Rivero: 172
-Ribera/Rivera: 172
-Rielar: 284
-Ronrón/ronronero: 204
-S-

-Samanel: 117
-Saga: 105
-Semiótica: 156
-Semejanza fonética: 82
-Sangría: 242, 243
-Santiaguero, santiaguense, santiagués: 57,60
-Segmento: 93, 180
-Sermo urbano: 216
-Siglas: 65
-Significado: 65
-Sinalefa: 278
-Signos de puntuación: 241
-Sintagma: 135
-Sintagma nominal: 25
-Sufijo: 208

-T-

-Táctica: 77
-Terminación femenina:140
/ 305 / Palabras para compartir

-Terminación indiferente: 140


-Terminación masculina: 140
-Tildación: 45
-Tilde: 45, 99
-Tónico: 32, 41, 86
-Tónicas y átonass (palabras): 45
-Tonicidad: 45
-Topónimos: 57, 230, 244
-Transculturación: 139

-U-

-Un muerto diario o un muerto a diario: 132


-Usamericano: 277
-Usaunidense: 277

-V-

-Verbalización: 103
-Viejo - anciano: 102
-Vocablo: 102
-Vocativo: 242
-Voz átona: 45
-Voz culta: 209
-Voz tónica: 45, 190
-Vulgarismo: 126

-Y-

-”Yipeta”: 129, 131


Rafael González Tirado /306/
/ 307 / Palabras para compartir

ÍNDICE DE AUTORES Y
PERSONAS

Abel Hasbún, Amín: 84


Abreu, Adriano: 61
Alburquerque, Rafael: 84
Aldecoa, Ignacio: 29
Alonso, Amado: 9, 18, 195, 209, 292
Alonso, Martín: 56, 90, 232
Altolaguirre, Manuel: 70
Alvarado de Ricord, Elsie: 280
Álvarez, Isabel: 128
Álvarez, Nancy: 69, 70
Allende, Isabel: 138
Ariela: 92
Aristy Castro, Amable: 110, 118
Aristy Rodríguez, Carmelo: 98
Arvelo, Álvaro (hijo):147
Aute, Eduardo: 280
Aybar Sánchez, José Andrés: 84
Aznavour, Charles: 46
Azorín: 47
B
Rafael González Tirado /308/

Báez, Buenaventura: 31
Balaguer, Joaquín: 30
Barceló, Juan: 96
Barceló (Ron): 25
Barcia, Roque: 78, 200, 202
Beltrán, Alberto: 98
Bello, Andrés: 73
Bello Rosa, Virgilio: 263
Bencosme Ruiz, Sergio Arturo: 45
Benedetti, Mario: 83, 298
Beras Goico, Freddy: 98
Blackwell, Richard: 27
Blanco, Andrés Eloy: 207
Bosch, Juan: 18, 193
Burke, Edmund: 235

Caamaño, Francisco Alberto: 35


Cámara de Diputados: 195
Campillo Pérez, Julio G.:61
Candelier Tejada, Pedro de Jesús: 48
Carpio Durán, Francisco: 163
Carbonell, Luis: 95
Cartagena Díaz, Patricio: 192
Casona, Alejandro: 293
Castro, Fidel: 263
CDN (Transmisión de Radio y TV): 219
Céspedes de Lockward, Noris: 260
/ 309 / Palabras para compartir

Céspedes Peña, Luis: 62


Cerbere/Cervera: 252
Campange/Champaña: 252
Chávez, Hugo: 263
Chile, Santiago de: 60
Clime, Danilo P.: 273
Codetel: 225
Córdova, Carlos Joaquín: 285
Corporán, Rafael: 30
Cortez, Alberto: 126, 178, 280, 286, 289
Corripio, Fernando: 113

Decamps, Hatuey: 80, 82


Defilló, Bernardo: 84
Deñó viuda Caamaño, Enerolisa: 35
Díaz, Jorge: 191
Duarte, El Indio: 286

Elías, Michael: 29
Erskine, Carl: 109
Escobar, Alberto: 241
Escuela de Periodismo (Comunicación Social de la Universidad Autónoma de
Santo Domingo, UASD): 214
Espinal, Fulgencio: 225
Espronceda, José de: 293
Rafael González Tirado /310/

Fabio/Favio: 176
Favio, Leonardo: 86, 186
Fernández, Félix: 59
Fox, Vicente: 246
Fulbright, Wiliam: 117

García, Joaquín: 269


García, Luz: 28
García Lorca, Federico: 122
García Márquez, Gabriel: 232
García Troncoso, Lorenzo: 84
García Troncoso, Payeyo: 84
Garcilaso de la Vega: 77
Gascue/Gazcue/Gásquez: 266
Gascue, Francisco: 269
Gascue, Martín: 269
Gascuña: 268
Gatón Arce, Freddy: 78
Gautreaux, Francisco Ricardo (Cano): 163
Genris-Henry: 269
Global Bank: 259
Godoy, Manuel: 269
Gómez Mazara, Guido: 273
González Ruiz, N.: 128
González Tirado, Fernando: 147
/ 311 / Palabras para compartir

Gregory Torada, Nuria: 206


Grullón viuda Rodríguez, Generosa: 36
Grupo Ramos (La Sirena-Pola): 204
Guerra de Abril (1965): 296
Guerrero, Vladimir: 170
Guiliani, Rudolf: 173

Habana/Havana: 250
Henríquez Ureña, Pedro: 60, 62, 63, 195, 200, 209, 234, 236, 267, 297
Hernández, Frank Marino: 117
Hernández, Miguel: 35
Herrera, Hipólito: 115
Herrera, Rafael: 65
Hockett, Charles: 241
I

Incháustegui, Arístides: 84
Incháustegui-Salvador: 84
Incháustegui-Inchausti: 278

Jackson, Phil: 159


Jaivanjó/Jaivanhoe: 250
Jerez Jorge, Ramón: 163
Jiménez, Juan Ramón: 69
Joubert, Alexander: 49
Juan viuda Pichardo, Josefina: 55
Juárez, Benito: 23
Rafael González Tirado /312/

Kaline, Al: 103


Kovacci, Ofelia: 279

Lamarche Soto, Rogelio: 84


Larousse (Enciclopedia): 232
Larrazábal Blanco, Carlos: 207
Lázaro Carreter, Fernando: 163, 173, 199, 276, 284
Lebrón Saviñón, Carlos: 98
Lebrón Saviñón, Mariano: 99
Leiba/Leyba: 176
León Marte, Pedro de: 121
Lima, José: 170
López García-Molins, Ángel: 57
López, Milena: 155
López Villanueva, Toribio: 31
Lora, Félix Vinicio: 75
Lorenzo, Emilio: 25, 270
Lugo Lovatón, Ramón: 270

Machado, Antonio: 118, 191


Málaga /San Juan/ Cádiz (“gaditanos”): 251
Marcano Fondeur, Eugenio: 57, 296
Marchena (ingeniero):
Mata, Pedro: 263
Mateo, Héctor: 85
/ 313 / Palabras para compartir

Martin, Dean: 73, 74, 148


Martin, Ricky: 275
Martínez Paiva (Payba) Carlos: 286
Martínez, Pedro: 169
Martino, Antonio: 113
McGwire, Mark: 68
Maxton, Ashinde: 117
Mejía, Hipólito: 260, 272
Méjico/México: 232, 235, 293
Méndez, Luis: 61
Mieses Lajara, Ángel: 84
Miguel, Amando de: 280
Moliner, María: 48, 50, 57, 125, 127, 130, 293
Monción, Benito (Gral. Restaurador): 36
Montero, Lourdes: 99
Moreno de Alba, José: 127, 129
Moscú/Moscow: 25
Mota Ruiz, Alfredo: 55
Multicentro Churchill: 204

Navaro Tomás, Tomás: 78


Neruda, Pablo: 107, 193
Nolasco, Antonio: 92
Nueva York/New York: 252
Núñez, Manuel: 214
Rafael González Tirado /314/

Olea Salazar, Catalina: 228


Ortega Spottorno, José: 284
Ortografía de la Lengua Española: 236
Ovalles, Rafael: 76

Pabón/Pavón: 176
Panero, Leopoldo: 37, 70
Patín Maceo, Antonio: 92, 98
Peña Gómez, José Francisco: 18
Perales, José Luis: 71
Pérez de Castillo, Carlos: 56
Pérez, Rafael: 31
Perry, Alonzo: 84
Piazza, Mike: 166
Piera, Nuria: 206
Polanco, Felipe (Boruga): 69
Puerto Viejo: 29
Puello, José Joaquín: 84
Pujols, Mignolio; Latour Batlle, Gustavo: 105

Quillet, Enciclopedia: 60
Quixote: 234
/ 315 / Palabras para compartir

Ramírez, Verutidio M.:232


Reyes, Alfonso: 244
Reyes, Ramón Emilio: 292
Reynoso, Modesto: 109
Ribera Chevremont, Evaristo: 175
Ribera, José: 175
Rodríguez, Félix: 285
Rodríguez, Rafael: 63
Rodríguez Demorizi, Emilio: 60
Rodríguez Objío, Manuel: 270
Rodríguez Pimentel, Héctor: 36
Roedor, El (Aristófanes Urbáez) 75, 215
Romero, M. Carmen (Agencia EFE): 50
Ronchi March, Carlos Alberto: 78
Rosario, Rubén del: 53
Rosebel/Rosevé, por Roosevelt: 250
Rosenblat, Ángel: 78

Safir, Howard: 193


Sainz de Robles, Federico Carlos: 57, 77, 78, 82
Salinas, Pedro: 29
Sánchez, Margarita: 99
Sánchez, Olimpia: 99
Santana (Gral.), Ramón: 31
Santamaría, Francisco J.: 127, 237
Schéker Ortiz, Luis: 47
Seco, Manuel: 164, 235, 276, 277 y colaboradores; 168, 170 y 173
Rafael González Tirado /316/

Selman, Lissette: 56
Sierra, Justo: 237
Silvestre, Sonia: 98
Sistemas: Braille/Morse: 41
Socías (†): 84
Sosa, Samuel: 147, 154, 170, 189
Suárez Martínez, Diego: 109
Sued, José Enrique: 62

Taylor, Elizabeth: 148


Tejada Castillo, Ángel: 163
Tejera, Juan Nepomuceno: 31
Torre, Guillermo de: 122
Travieso, Virgilio: 84
Troncoso Cuesta (Chiqui): 84
Trujillo, Petán: 98
Trujillo Radhamés: 98
Trujillo, Rafael L: 18, 67, 98
Trujillo, Ramfis: 98

Unamuno, Miguel de: 57, 277, 293


Urbáez, Aristófanes (El Roedor) ver: 75, 213, 215
Uribe, Max: 129
/ 317 / Palabras para compartir

Valdés Bernal, Sergio: 113


Vaquero, María: 127, 129,130
Vásquez/Vázquez/: 267
Velásquez/Velázquez/Gascue/Gazcue/Gazque: 266, 267
Vicioso, Abelardo (Papo): 99
Vicioso, Luchy: 227
Vilela, Alejandro: 99
Vivaldi, Gonzalo Martín: 297
Vivant, Michel: 120

Wigdorsky, Leopoldo: 23, 194, 195, 201

Xamaica, Quixote, Texas: 234

Yipeta: 130
Rafael González Tirado /318/
/ 319 / Palabras para compartir

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del Dr. Rafael Gonzáles Tirado
se terminó de imprimir en el mes de
Septiembre 2008, en los talleres
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