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Fernand 0 Harhnez . 206 sdcs a Bes. vee le: 3 E dh sy wheres S$ _ A ada’ 2: LL LAE Historia de fa arqueologia LL ES ES EPS En este capitulo se expone un breve resumen del camino que ha segui- do la investigacién arqueologica desde sus origenes a la actualidad. Al igual que ocurre con otras variedades de la actividad cientifica, al snfocar el des- arfollo temporal de una disciplina los histor‘adores pueden elegir su pers- pectiva dentro de un campo teérico variable cuyos extramos son, por un lado, la postura hiperpositivista tradicional que ve el avance cientifico como resultado exclusivo de la confrontacién experimental entre datos e hipétesis, Y Por ovo, el relativismo posmodemo de ultima hora que ve los discursos Gientifices tnicamente como respuesta, histéricamente determinada y por tanto contingente, a las cambiantes circunstancias personales y conilictos sociales de cada momento. Afortunadamente, como dice Trigger, el espec- tro de alternativas es amplio y no parece necesario forzar la logica comin militando en ninguno de los dos extremos: tanto los datos como la sociedad influyen en el cambio cientifico, aunque ahora mismo nos resulte més atrac- tiva la segunda explicacién, tal vez por ser mas reciente porque todavia brille el descubrimiento de su papel. El momento estelar de ese descubrimiento fue la publicaci6n de La estruc- ‘ura de las revoluciones cientificas por Thomas S. Kun en 1962. A partir de entonces, en la era "poskuhniana” que muchos creen estar viviendo, se admi- te que la ciencia no avanza de forma continua y acumtlativa, sino por cam- bios bruscos y répidos llamados "revoluciones cientificas", separados por Perlodos mas largos de "'ciencia normal” en los que domina un ‘iparadigma"’ Gientifico, que otros llaman ''metateoria” o “vision del mundo” para recalcar S4 generalidad conceptual y su naturaleza casi inconsciente, Las revolucio- eS se producen por multiples causas, entre las que esta el agotamiento del Nave anew! INANDADADANRADAARARADAADADOADDROADAAAAN paradigma antiguo, su incapacidad de resolver las anomalias provocadas por nuevos datos, pero también los motivos psicolégicos, politicos, religio- 80s, practicos, etc., que Kuhn creyé descubrir al estudiar en detalle la histo- ria de la revolucién copernicana y el surgimiento de la fisica newtoniana en nuestra Edad Modema, y que le llevaron a ser acusado de irracionalista. Aun- que él siempre negé esta caracteristica —que si fue defendida sin embargo por alguno de sus continuadores, como Feyerabend- se hizo en cierta for- ma merecedor de tal calificativo al afirmar que los paradigmas son incon- mensurables, es decir, no son comparables entre si por hablar de distintos datos y con distinto lenguaje, y que la ciencia se mueve sin una meta,-en un proceso "ciego" similar al de la seleccién natural propuesto por Darwin para la evolucién biologica, evitando siempre hablar de términos absolutos tales como “progreso cientifico" o “busqueda de la verdad”. Por la puerta que abrié Kuhn, junto con los representantes de otros movi- mientos mas amplios obsesionados por él relativismo del lenguaje -en la linea que leva de los filésofos Wittgenstein y Heidegger a los lingllistas poses- tructuralistas- y los denunciantes de una cierta connivencia de la ciencia occi- ental con el poder politico, la opresién social, la supremacia masculina, explotacién colonial y demas injusticias, surgié toda una corriente de histo- ria de la ciencia, sociclogista y “externalista” (por fijarse mAs en las circuns- tancias exteriores que en la légica interna de cada disciplina), cuyos logros seran tenidos en cuenta en él presente capitulo, A diferencia de las ciencias fisico-naturales, la arqueologia y otras disci plinas humanistas no presentan, ni siquiera en las épocas “estables’, un tni- co paradigma, sino que la imagen es més bien de varios que compiten entre si por la atencién de los investigadores. En cada comunidad cientifica (escue- lao grupo disciplinar, tradicién nacional, etc.), con todo, parece existir siem- pre un paradigma que ejerce el papel dominante (p. ¢j., tal universidad es marxista o funcionalista, la arqueologia alemana es historicista o la briténica posprocesual, etc,), tal vez porque Kuhn tenia razon cuando afirmaba que sin él paraguas de un paradigma teérico es imposible trabajar en la practica. Pero creo que no debemos rechazar nuestra riqueza paradigmatica, ni envidiar la uniformidad de que parecen gozar fisicos o biélogos, sino por el contrario considerar como un valor en si mismo esta multiplicidad de apro- ximaciones, que incluyen también a las concepciones populares y aparen- temente superadas de la arqueologia, pues tras examinar la historia de nues- tra disciplina veremos cémo hoy permanecen vivas ideas que surgieron en algtin momento del pasado. Asi, es posible encontrar una visién mitica de la arqueclogia en ambien. tes campesinos, tanto europeos como de paises menos desarrollados, don- de esta tradicion se remonta a muchos siglos atras, pero también se puede considerar basada en un mito (el "tecnolégico") la creencia en los contactos 22 stasionm 2 w etanitencntememt ate tie 4 i 4 ‘ 4 del pasado con civilizaciones extraterrestres. Por otro lado, la visién anti- cuarista persiste de forma tenaz en el pitblico de nuestros dias, La idea de que los restos del pasado son valiosos y que pertenecen a quien los encuen- tre, no slo aparece ligada a las viejas ideas rurales de los t2soros escondi- dos, sino que es la base de la actividad ilegal de los excave-lores clandesti- nos, 2 quienes su mayor preparacién cultural no impide actuar como una sntica plaga en los yacimientos arqrieoldgicos. Junto a los anteriores aparecen los distintos paradigmas que liamamos cominmente cientificos, distinguidos de aquéllos por su biisqueda exclusi- va del conocimiento y afan de objetividad que deberia llevar a poner en cues- tién sus postulados de la forma més sistematica posible, pero que hoy estan en camino de renunciar a considerarse en si mimos superiores a todos los demas. 2.1, Los primeros ensayos: mito y ciencia en la Antigiiedad y Edad Media Si podeémos juzgar por las so¢iedades actuales de pequefia escaia, las primeras concepciones de la prehistoria debieron de ser miticas, explican- do el origen de los hombres mediante el recurso a una historia o alegoria, mas o menos fantasiosa pero siempre ligada ala religidn y racicalmente dife- tente de la experiencis humana del momento. Todavia hoy podemos estu- diar mitos de origen en muchos pueblos de los llamados primitivos, y resul- ta interesante observar que la inmensa mayoria de estas sociedades necesitan imaginar un principio y que casi ninguna piensa que ha existido desde siem- pre. La diversidad de historias es muy grande, pero aparece como constan- te la fuente divina de los seres humanos o la separacién de éstos a partir de un caos anterior en el cual todos los elementos estaban mezclados. El Dios, los dioses, espiritus, héroes, tétems, etc., son elementos necesarios como impulsores del hecho, y todo el conjunto esta perfectamente tramado en una religion 0 teogonia que explica el pasacio y justifica el presente (cosmovi- in), Aunque existieron mitologias orientales, como la mesopotamica o la egip- cia, que influyeron posteriormente en el mundo mediterraneo, son las con- cepciones del mundo griego las que mas nos interesan hoy, ya que es a par- tir del helenismo, al que se afiade luego la concepeién judaica, cuando empieza la tradicién que llamamés occidental y que llega atin a nuestros dias, Una doble linea de pensamiento se aprecia al principio en el mundo greco- romano: por un lado la visién del origen y evolucién humanos como una cai- dao degradacién continua, y por otro el concepto de la inir:errumpida pro- gresién moral y social del hombre. A la primera concepcién pertenecen ideas ‘ 23 rradicionales como la “Raza de oro” o “Edad de oro” de Hesiodo y Ovidio, comparables al "Paraiso Terrenal” judio, épocas en las que el hombre vivia en la abundancia y sin competencia posible, a las que sucedié la "caida" por el pecado o por degradacién sucesiva alas edades de plata, bronce y hie- rro. Este ultimo metal terrible era para Ovidio el causante de todos los males, guerras y crimenes, y, al contrario que en la tradicién judia que cuenta con un “salvador”, sin remision posible. Otra tendencia mas "racionalista” o “moderna’ es la representada por autores romanos como Lucrecio 0 Diedoro de Sicilia, que ven al hombre al principio como un animal mas que, llevado por la competencia, necesidad, vida en sociedad y lenguaje, "se eleva” en un largo proceso sobre el resto de las criaturas al puesto de rey de la creacién. Lucrecio llega incluso a reco- ger una idea anterior, citada en la Biblia y por Homero, sobre la utilizacion sucesiva de la piedra, el bronce y el hierro como materia fundamental de las. herramientas, modelo de sucesién cronolégica todavia hoy utilizado en la prehistoria de Europa y otras regiones (las "Tres Edades"). El hecho de que esta idea también aparezca en la tradicién china varios siglos antes sugiere que tal vez -odavia en ese momento estuviera contenido en la memoria colec- tiva de los pueblos el recuerdo de lo acontecido en los milenios anteriores. 210 todas éstas no eran mas que teorias y nuestra ci a. es eminente- mente practica, pues tenemos que recoger y explicar los restos materiales del pasado: ,cudndo empezé esto? Es de pura légica que al igual que hoy, en um paseo por él campo, nos encontramos con ruinas de poblados y obje- tos que proceden de épocas pasadas, lo mismo debié de ocurtir entonces, como permiten rastrear algunos datos aislados de la arqueologia y las fuen- tes escritas ‘as hachas pulimentadas fabricadas a partir del Neolitico, tal vez por surare7a y bello aspects, eran ya recogides con fines magicos en la Anti- gliedad (Suetonio), y de hecho aparecen en yacimientos incluso anteriores, como alguno ibérico de nuestro pais, y Plutarco cuenta que Sertorio ordené abrir la supuesta tumba del'gigante Anteo, en una zona de Mauritania don- de oxisten timulos prehistoricos (mayores de los 27 metros que se crefa que media el gigante). Mas interesante es el hecho de que los atenienses siglo va. C, abrieran las tumbas antiguas que existfan en Delos, con-l fin de purificar el santuario, y dedujeran su pertenencia al pueblo cario por su for- ma y las armas que contenian, en un curioso antecedente del método etno- grafico (comparacién de restos antiguos y modernos) que no volveremos a encontrar asta el Renacimiento. En la Edad Antigua, segiin acabamos de ver, apenas se intenté conectar la teorla y la practica en el terreno de la arqueologia, y aunque se recogie- ran objetos artisticos y de valor —la primera coleccién o “museo” conocido se cred en Mesopotamia en el siglo Via. C.-, se despréciaban las ruinas, hecho comprobado tanto en la civilizacién griega (incluso con sitios tan impor- 24 C tantes como Tirinto 0 Micenas) como en la china, a pesar de que desde la época de Confucio el pasado era muy valorado como fuente de ensefianza moral. De hecho, algo muy similar siguié ocurriendo durante la Edad Media. Con el olvido de la tradicién escolar clasica y la férrea influencia ideolégica del cristianismo, cuya teoria basica sobre él tema no podia salir del contenido biblico del Génesis, la degeneracién posterior y la predestinacién divina, s6lo quedaben las interpretaciones campesinas de tipo magico como tinica opcion a la ciencia teolégica oficial. Esta interesante contraposicién fue recrea- da por el director de cine Ingmar Bergman en su filme 5! manantial de la don- cella (1960), ambientado en esa época en el norte de Europa Algunos tratadistas de la época, con todo, desde Mardobio hasta Para- celso al final de la misma, recogieron la idea de que ciertos tttiles liticos tenian un origen celestial, eran “piedras del rayo" que a veces se hundian bajo tie- ra al caer éstos, para luego reaparecer al cabo de cierto tiempo, cuando eran recogidas y guardadas como amuletos protectores debido a sus pode- res magicos, (Todavia en el verano de 1983 pude constatar esta interpreta- cién de boca de un campesino soriano, aunque afirmé no creer en ella, que guardaba una pequefia coleccién de hachas pulimentadas de la que no qui- so desprenderse mas que para permitir un registro apresurado por parte de los arquedlogos.) Otra idea popular entonces comin era la existencia de unos antepasados gigantescos, siguiendo la linea tedrica de la degeneracién o “caida”, en este caso fisica, a partir de los origenes. En un momento tan tardio como el siglo xvi, el académico francés Henrion presenté la curiosa propuesta de que Adan habia medido unos cuarenta metros, Abrahan algo mas de nueva, Moisés ya casi no pasaba de cuatro y César rondaba el metro sesenta y cinco. Afortunada- mente, tan peligrosa tendencia fue detenida gracias ala encarnacion huma- na de Cristo, y a partir de entonces se creia que nuestra estatura se mantu- VO Constarite. hott 2.2, Renacimiento e Ilustracién: el descubrimiento de los “salvajes” y la tradicién anticuarista Al igual que sucedié con otras ramas del conocimienio, la revolucion de las mentalidades que supuso el Renacimiento afecté y produjo un sustancial avance en la arqueologia, especialmente en la que se ocupa del perfodo cla- sico © grecorromano, Animadas por la necesidad de contar con un pasado Glorioso, las emergentes ciudades-estado italianas recuperaron gran canti- dad de restos, especialmente escultéricos, y comenzaron el estudio e imita- Cién de los arquitecténicos de la Antigiiedad. Aparecieron entonces las pri- 25 meras colecciones amplias de objetos artisticos de épocas anteriores, entr las que destaca la’del Vaticano, todavia hoy una de las mayores del mundi ; _En el terreno dela interpretacién, la vuelta o “renacer" de las cenciae y Oh sofas antiguas, casi por completo olvidadas, sobre todo en su aspecto ae lurante la Edad Media, hace que podames hoy colcoar momento el naci. miento de la "mentalidad cientifca’. Esta actitud hacia el mundo real se diet gue sobre todo por su interés en conectar la teorla y la préctica, y en poner en Guestion toda idea que no se apoye en los datas reales, Los vis « Ononte a ortuqueses yholaneses, y sobre todo el descubrimiento de Americ po les Gastellanos, aportan enorme cantdad de informacién que no se podia evils aunque se intent6 durante mucho tempo, guidndose por la Bibi ie La ciencia de la antropclogia da también por entonces sus primeros pasos enlas descripciones que sobre los indios mejicanos hicieron los orenieny espatioles de Indias curante el siglo x7, co ic Bemardino de Sahagtin, solo en fecha mu por los investigadores anglosaiones, Los tras, y sobre todo los misioneros catélico utiles y objetos primitives, yy reciente apreciadas en su valor descubridores de las nuevas tie- yonsros eatélices, tajeron largas colecciones de e muchos de ellos se parecian o inc. igo ‘alos encontrados en Europa, la comparacion e inclues gaensnancise Ta unciones entre unos y otros parecfa l6gica y como tal se produjo, Uno de Fae etOs que apercibieron este fundamental hecho fue el italiano Pedro Martir de Angleria (1457-1526), quien, desde su puesto al servicio dela con na espafiola como historiador de las Indias, comparé la situacién de los = la Edad de Oro de las fuentes clasicas. a da tradicién académica no tardé en incorporar la nueva ci el"gedlogo" Georgius Agricola (1494-1 385) ya rechazaba laos dal oi i Celestial de los utiles liticos, al igual que el naturalista Ul srovetil (1522-1605), quien afirmaba que fueron utiliza antes de descubrir el uso de los metales. En cuanto as Hor, lalabor mas importante ndic Gumalisia a cargo de los jardiines boténicos del Vaticano y médico del papa lemente VIll al final de su vida. Mercati poseia una formacién clisica ycris- tei yen amas tradiciones, como vimos, existia la idea de la sucesion pie- S TO, que él aplic6 por primera vez a la gran coleccién arcueo. gica del Vaticano, compussta por objetos locales , exploradores italianos, portugueses y espafoles, e ; @ Contemporanea (estu- s , Contintia siendo todavia ho - que muy perfeccionada, la base de la modema arqueologia. am . Durante los siglos ‘cvily xvmt el centro innovador italiano se trasladé a Fran- ‘8, donde la corte de los Luises favorecia la continuacién de esas ideas que 26 4 f culminaron en la época del "Rey Sol”, Luis XIV, Son ahora sobre todo los jesuitas los que siguen la tradicién arqueolégica anterior, basandose en la observacién de los abundantes restos prehistéricos franceses, sobre todo los timulos mecaliticos de su zone atlantica, y succomparacion con los obje- tos de los indios norteamericanos. De entre todos ellos destaca Joseph-Francois Laftau (1685-1740), misionero en el Canada, quien escribié en 1724 Costumbres de los salvajes americanos, las con las costumbres de los primeros tiempos. Seguin algunos histo- ie la antropologia, Lafitau fue uno de los principales precursores de la teoria evolutiva, al afirmar que del mismo modo que Grecia y Roma fueron un estadio primitivo de la civilizacién europea del Siglo de las Lces, as{ también las culturas de los incios hurones e iroqueses representaban una condicién toda- via mas antigua de la humanidad. Aunque Lafitau seguia siendo degeneracio- nista, y explicaba la similitud entre indios y antiguos por ser todos una versién degradada de! estaciio perfecto original de Adan y Eva, de sus afirmaciones se dedujeron luego consecuencias tecricas muy importantes, como el métedo emo- grafico (las culturas primitivas contemporéneas arrojan luz sobre las prehistéri- cas, y viceversa), y el relativismo cultural (no se pueden juzgar culturas primitivas sequin los cénones europeos, porque sean “distintas" y parez- can "salvajes", ya que samos por esa fase) Pero los siglos que vieron la lustracién no fueron sélo la época que ya anuncia la arqueologia y antropologia mederas, sino también el momento en que surge, o més bien se extiende y consolida, otra tendencia que hoy tiende a verse negativamente por muchos arquedlogos: el coleccionismo 0 iradicién de los “anticuarios”. No parece casual que esta corriente, que bus- caba sobre todo desvelar los origenes del oropio pais, se haya desarrolla- do sobre todo en la Europa central y nérdica, ligada al patric ismo incipien- te de esas naciones que se afirmaban, respecto al hasta entonces mas poderoso sur, en el protestantismo y la economia capitalista, pero que care- cian de restos de civilizaciones antiguas gloriosas. En Inglaterra destacaron Willian Camden (1551-1623), autor de Britannia, John Aubrey (1626-1697), con Monumenta Britannica, y Edward Lhuyd (1660- 1708), con Archaeologia Britannica. En estas obras se describen los restos roma- nos y anteriores britanicos, como los megalitos de Stonehenge y el irlandés de Newgrange, que Camden, siguiendo una idea que venfa de la Edad Media, definié como de los britones prerromanos reforzando asi una !arga corriente de “druidismo” popular que ha continuado hasta hoy mismo; a Lhuyd se debe el considerar "celta" !a base poblacionel y lingilistica de las islas britanicas, cuyo enorme éxito posterior no impide que hoy se considere sin fundamento. En Suecia y Dinamarca el anticuarismo y el estudio del folclore fueron fomen- tados por las dos realezas a partir de la separacién de ambos reinos en 1523, como una forma de reforzar su idiosincrasia particular, mientras que en los ar €: por su influencia posterior, los del francés Jacques Boucher de Perthes (1788. 1868), que hall6 bifaces y otras piedras talladas con restos antediluvianos, en Posicién original (es decir, en el mismo lugar donde habian sido deposita- dos), al excavar los fosos militares de Abbeville. Aparte de Boucher, consi- derado en Francia como el "padre" de la prehistoria y que a mediados de Siglo escrik.6 Antiquités celtiques et antédiluviennes, Rigollot excavé los pri- misros restos achelenses en Saint-Acheul (Paleolitico Inferior) y Edouard Lar- tet (1801-1871) investigé las primeras cuevas del Paleolitico Superior en la regién de Perigord, descubriendo no sélo animales extinguidos, sino inclu So su representacién hecha por los hombres (mamut grabado de La Made- leine, primer hallazgo de arte mueble) Mientras tanto, la geologta y !a biologia suitian tembién importantes cam- bios. El escocés Charles Lyell (1797-1875) fundabs la geologia modema con suobra de 1830-1833, Principies de Geologta, que rompia con la teoria catas- Tofista afr ando que no se podian admitir en el pasado procesos diferen- tes de los conocidos en la actualidad, que no son stbitos sino graduales (ero- sion, deposicién fluvial, etc.: teoria actualisia 0 gradualista). Afios mas tarde, en 1859, Charles Darwin (1809-1882) se decidia por fin a publicar el resul. tado de sus descubrimientos en El origen de las especies, punto de parti de la teoria evolucionista en biologfa: los animales, y con ellos el ser hum: ho, evolucionan tos a partir de ot-os, cambiando de forma gradual de acuer- do con el principio de la Seleccion Natural (las variaciones més favorables, producidas por el azar de la herencia igual que las desfavorables, se pro- pagan en la cescendencia hasta perpetuarse). En el Siguiente apartado vere- mos la decisiva influencia que esta teoria tuvo en el desarrollo de la antro- pologia y la arqueologia. Otro importante descubrimiento vino a poner la guinda sobre esta pri- mera combinaci6n de teoria y préctica ex la historia de la arqueclogia prehis- torica: se sabia que la humanidad era muy antigua y se conocian los objetos que habia manufacturado, pero hacia falta encontrar sus propios restos. Esto fue lo que sucedié cuando unos obreros, qué trabajaban en una cantera del valle aleman del Neander en 1858, descubrieron los restos del "hombre de Neanderthal’. Aunque ya se habfan encontrado antes otros restos del mis- mo tipo (Engis en 1829, Gibraltar en 1848), aquél se llevaria la fama y daria nombre a todos los demas, a causa de la polémica que suscité (su aspecto simiesco hizo que le supusieran un hombre enfermo y deforme) y a que al fin foe aceptado como nuestro mas antiguo antepasado (fue lamado Homo primigenius; hoy sabemos que existieron formas mucho mis antiguas, como Homo erectus Homo habilis): Alo largo del siglo 10x, segin vamos viendo, se colocaron las bases dela arqueologia prehistérica modema, al insertar el origen y evolucién del hom. bre en el entramado evolutivo de la Tierra misma (geologia) y del resto de 30 th HS we sii sini nt #384 we Maes a sae C los animales (biologia), El ser humano ya no era algo diferente y original coio- cado por Dios para reinar sobre un universo perfectamente acabado, sin iitimo producto hasta ahora del erratico camino seguido por ese mismo uni- verso. Desde que sé impuso esta visién, las ciencias naturales han sido ine- vitables y necesarias auxiliares de la prehistoria, hasta el extremo de llegar algunos a considerar a la prehistoria como una ciencia natural mas que huma- na, lo cual es mas cierto cuanto més nos alejamos én el tiempo, al profundi- zar en el estudio del hombre palealitico. Los avances que hemos visto hasta ahora se refieren al aspecto de cro- nologia absoluta que mencionébamos al comienzo del apartado. Se sabia que el ser humano, en muchos aspectos, era un animal mAs y provenia por evolucién de otros animales desde épocas muy remotas. La misma medicién de ese tiempo se perfeccioné con los progresos que realizaba la fisica, y Lord Kelvin en 1862 ya colocé la edad de la Tierra en mas de un millon de afios, baséndose en los trabajos de Fourier y la teoria termodinamica. No obstante, habrA que esperar a las aplicaciones de la fisica nuclear a media- dos del siglo actual para que la prehistoria cuente por fin con “‘relojes" rela- tivamente fiables. Antes de esa fecha los prehistoriadores hubieron de inte- resarse mas én la cronologia relativa, el orden en que se sucedieron los hechos y idsiles humanos. También en esto fue de gran ayuda la geologia, al contar con un método de ordenar los niveles geclégicos, llamado método estratigrAfico y aplicado por vez primera por el dans Nicolaus Steno en el siglo XviI la Tierra se fue formando por capas, y las mas antiguas estan deba- jo de las mas medemas. De la misma forma, los restos arqueolgicos suelen estar colocados de abajo arriba en los yacimientos, en niveles o estratos de mayor a menor antigliedad. Sin embargo, el primero que comprobé en la practica, con los restos arqueoldgicos en la mano, un sistema de’cronologia relativa, no fue en esen- cia un excavador ni un gedlogo, sino lo que hoy llamariamos un "conserva- dor" de Museo. El danés Christian Thomsen (1788-1865) fue el encargado de ordenar las colecciones de la Comision Real para la Conservacién de las Antigiiedades de Copenhagus, y al clasificar los objetos por su materia pri- ma y su posible funcién, obtuvo una divisién en piecira, bronce y hierro, que coincidia con el sistema de las Tres Edades sospechado desde la Edad Anti- gua. Este hecho no puede sin mas atribuirse a la casualidad o la genialidad de Thomsen, acostumbrado a clasificar por venir de una familia de comer- ciantes y banqueros, sino a su conocimiento de la vieja division a través de la influencia francesa ilustrada en el pequefio reino danés y a que tuvo en cuenta la contemporaneidad de los objetos que procedian de "conjuntos cerrados" como las tumbas y la similitud entre los de diferente material para distinguir los objetos de piedra fabricados durante las épocas de los meta- les, Por otro lado, no fue casual que el impulso inicial de la administracién 31 ‘erritorios alemanes desde fines del siglo xvi surgia el interés por los ant habitantes que Tacito habia descrito en su obra Germania, y en Francia a par- tr del sigio xvu comenzaba también la busqueda de sus restos mas especifi- cos, es decir, también de los antiguos celtas. Estos primeros ejemplos, y otros que veremos enseguida nos muestran como Ja arqueclogia ha estado intimamente unida desde sus inicios alos movi. mientos nacionalistas, Este hecho, que desde la perspectiva de una supuesta ciencia pura e incontaminada puede parecer negativo, no lo es tanto si pen- Samos en e! impulso que el nacionalismo supuso para el desarrollo histérico dela disciplina, movido por la identificacién sentimental con los restos de! pasa- do que provierie de considerarse descendiente de sus artifices, Oto tipo de arqueclogia fue la lamada de los “anticuarios extranjeros" por Daniel, o directamente "‘colonialista” por Trigger. Desde finales del siglo xvii yalo largo de todo el xx, equipos ingleses, franceses y de otros paises euro. eos se dedicaron a despojar los restos mas importantes de las areas col nizadas, en especial las arqueologicamente mas ricas como Egipto y el P: ximo Oriente, pero también de otros paises mediterraneos como Grecia, Htalia y Espaiia. Como resultado, obeliscos, estatuas, inscripciones, cerami- cas y hasta templos enteros se pueden contemplar hoy muy lejos de su situa, cién original, en los prestigiosos Museo Briténico de Londres, Louvre de Paris o Pergamon de Berlin. Estas actividades Tepresentaban justo el reverso de las de tipo nacionalista que acabamos de ver: Para enriquecer la nacién pro- ia se empobrecia la colonizada, afiadiendo al expolio de sus materias pri- mas y mano de obra él robo de su propia historia y recuerdos Las actividades coloniales tenian, con todo, un sentido cientifico ues Se hacan desde la perspectiva ilustrada europea, y provocaron avance: impor- tantes como el desciframiento de la eseritura egipcia por Champollion en 1821, de la cuneiforme mesopotamica por Rawlinson en 1837, la fundacion de los institutos orientales en diversos paises 0, desde el punto de vista meto- Goldgico, el refinamiento de la técnica de las excavaciones, todavia muy atra- sada en Europa (p. ¢j., en las de Pompeya y Heroulano se pagaba 2 los capa- taces por metro ciibico excavado), aunque sdlo fuera porque alll la "historia" ~que en Europa estaba en los textos escritos conocidos y por eso los restos materiales se consideraban una mera ilustracion de aquéllos- estaba toda lla, textos y materiales, enterrada bajo el suelo. 2.3. Problemas con la geologia: el diluvio y la antigiiedad del'género humano. Thomsen y el Sistema de las Tres Edades A comienzos del siglo 20%, seqnin lo que hemos visto, éxistia ya una cie: ta idea de que los restos arqueolégicos correspondian a los humanos prehis. 28 toricos anteriores a los romanos, que se podian relacionar con los pueblos primitivos, y cierta curiosidad y afan por atesorar tales restos. Pero, légica- mente, todo ello no bastaba para conswruir una ciencia histérica, ya que no se disponia atin de ningun método para medir el tiempo de la prehistoria, ni en sentido absolute (cuanto tiempo habia transcurrido desde entonces: cro. nologia abscluia) ni relativo (qué cosas o cultures eran anteriores 0 poste- riores a otras: cronologia relativa), La ciencia oficial sequia todavia los dictados de la Biblia, y este texto daba una idea aproximiada del tiempo transcurrido desde la creacién, que fue cal- - culado por el arzobispo de Amnagh, James Ussher (1581-1688), colocando ja formacion del mundo en el afio 4004 antes del nacimiento de Cristo. Esta fecha, tan asombrosamente precisa por un lado y erréitea por otro (hoy se de medir el surgimiento del universo y la Tierra en miles de millones de afios), se aceptaba en los medios académicos y asimismo se creia que todas las especies habian siclo creadas por Dios en la misma forma y variedad que tienen actualmente (teoria creacionista). Sin embargo, la ciencia geolagica iba avanzando y estudiaba la enorme variedad de animales fésiles que eran recogidos en los depésitos, y que mostraban el cambio de las diferentes especies, que hablan ido desapareciendo al ser resmplazadas por otras dis- tntas. Esto contradecia totalmente el modelo biblico, y creaba no poces pro- blemas de cor.ciencia en los naturalistas, que no sabfan como interpretar la lencia que iban descubriendo El francés Georges Cuvier (1769-1832) traté de solucionar la cuestién, proponiendo la existencia pasada de una serie de caiésirofes o grandes inun- daciones, que aniquilaron sucesivamente todas las especies, las cuales eran de nuevo creadas por Dios, cada vez mas per‘ectas (teoria catastrofista). El Diluvio Universal narrado en la Biblia fue el ultimo de esos cataclismos, aun- que entonces el Creador intervino de forma diferente. Se proconia la exis- iencia de veintisiete o treinta y dos estratos geolégicos que correspondian a los diluvios, y Georges de Buffon (1707-1788) elevé a ochenta mil afios la edad de la Tierra para que cupieran todos ellos. El hombre debia haber sido creado, al igual que los animales actuales, después del pentiltimo desastre Pero, como sabido, “Ios hechos son testarudos”, y seguian con- tadiciendo estas teorias tan débiles. John Frere (1740-1807) descubrié en la gravera inclesa de Home piedras talladas (por humanos, ya que los anima- les no lo hacen), que hoy se lanan “bifaces", al latio de restos de grandes animales desaparecidos, que entonces se decian “ante-diluvianos", Por lo tanto, exist un “hombre antediluviano”, lo cual no era admitido por la Igle- sia, y por ello casi nadie reparé en la carta que envié en 1797 ala Sociedad Anticuarios de Londres. La cosa quedé de momento parada, pero segiin avanzaba el siglo siguiente los descubrimientos similares se sucedian: de: ‘acan los de los ingleses MacEnery y Evans en Kent y Devon, y sobre to 29

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