ISSN 0001-4605

Revista de reflexión y diálogo de los Jesuitas del Paraguay 90 años

Octubre 2013 - Nº 339 - G. 20.000.-

Pobreza:
secuelas que perduran
 Nº 339 - Octubre 2013

Índice
Vice-Presidente Sánchez 612 c/Azara
Casilla de Correo 1072 Editorial
Tel/Fax: (595-21) 233 541/3 La superación de la pobreza unifica; las estrategias 2
revistaaccion@cepag.org.py crean las diferencias
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Tercera Época
Año XLIV. Fundada en mayo de 1923 por Actualidad
Monseñor Aníbal Mena Porta Pobreza en Paraguay: cuestión social crítica y 4
La Revista Acción es editada por el CEPAG (Centro de desafiante
Estudios Paraguayos Antonio Guasch) de los Jesuitas
del Paraguay. El CEPAG es un centro de investigación
Luis A. Galeano
y acción social inspirado en la misión de los Jesuitas:
proponer, en medio de la cultura y la sociedad en la Las secuelas irreversibles que padecen los niños 8
que vivimos, la fe cristiana y la lucha por la justicia en un a causa de la pobreza
diálogo abierto a todos y todas
Luis Alberto Chamorro Noceda
Director
José María Blanch, sj Un nuevo rumbo hacia una pobreza aceptable 13
Bartomeu Melià, sj
Jefa de Redacción
Stella Ruffinelli
¿Habrá un nuevo rumbo para pasar del trabajo 17
Consejo de Redacción precario al trabajo decente?
Melquíades Alonso, Galo Bogarín, Margot Bremer, Raúl Monte Domecq
José L. Caravias, Magalí Casartelli, Fides Gauto, Gabriel
Insaurralde, Oscar Martín, Bartomeu Melià, José Nicolás
Morínigo, Luis Ortiz Sandoval, Francisco de Paula Oliva,
¿Felices los pobres? 22
Gloria Scappini, Milda Rivarola, Luis Rojas Villagra, José L. Caravias, sj
Estela Ruiz Díaz
Un análisis multicausal de los factores que 24
generan la pobreza en el Paraguay
Difusión, suscripción y distribución:
José Galeano Monti

Un par incompatible: pobreza y derechos humanos 28

Clyde Soto
Vice-Presidente Sánchez 612 c/Azara
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Telefax: (595-21) 233 541/3
Internacionales
Diseño y diagramación: “Busquemos ser una Iglesia que encuentra 32
Karina Palleros caminos nuevos”
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¿Será posible erradicar la Pobreza? 36
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10 ejemplares G. 150.000 / US$ 50 Gloria Scappini

Acción no se responsabiliza por los juicios y opiniones de

los artículos firmados. Foto de tapa: Marta Careño Guerra - Manos Unidas
La superación de la pobreza unifica;
las estrategias crean las diferencias
En la anterior campaña electoral todos los
candidatos provenientes de distintos partidos
políticos coincidían en la propuesta de luchar
contra la pobreza. Más aún, todos afirmaban que
la superación de la pobreza social era uno de los
problemas fundamentales que debía encarar el
gobierno del candidato ganador, y como todos
consideraban que podían ganar, todos asumían
como tarea clave la misma acción.
Esta situación tenía algo novedoso, la pobre-
za social ya no era exclusivamente considerada
como producto de la falta de voluntad para tra-
bajar o como producto de la haraganería. La po-
breza fue considerada un defecto de la sociedad
y, en consecuencia, se planteó que ese defecto
debía ser superado. Aún en el marco de cierta
nebulosa, la superación de la pobreza social, en
cierto sentido, nos unificó y, consciente o incons-
cientemente, asumimos que debíamos superarlo
para crear una sociedad con menos injusticias.
La pobreza social definida como “un síndro-
me situacional en el que se asocian al infracon-
sumo, la desnutrición, las precarias condiciones
de vivienda, los bajos niveles educacionales, las
rudas condiciones sanitarias, una inserción ines-
table en el aparato productivo, actitudes de des-
aliento, anomia y poca participación en los me-
canismos de integración social” constituye una
situación que nos afecta a todos. Esta situación
es reconocida. Pero cuando llega el momento de
establecer lo que debemos realizar para derrotar-
la, es el momento en que empiezan a plantearse
las diferencias.
La pobreza nos interpela que conozcamos
sus diferentes niveles, para ir dando respuesta
2
progresivamente, empezar por la pobreza extre-
ma para pasar a los otros afectados. Al mismo
tiempo, es fundamental conocer cuántas son las
personas que se encuentran atrapadas en la po-
breza y conocer “su rostro social” pero no solo
desde un punto de vista estático, sino en el marco
de un proceso, que incluya un antes y un des-
pués prudencial, para que el fenómeno pueda ser
comprendido y se puedan observar sus secuelas,
porque la pobreza social deja sus rastros, algunas
de ellas irreversibles.
La pobreza social se considera de manera
muy diferente a como se considera la riqueza
humana. La riqueza siempre es considerada una
consecuencia del trabajo, del ingenio, de la inte-
ligencia; la pobreza es atribuida a criterios total-
mente diferentes. Es un buen comienzo conside-
rar que esas situaciones provienen no solo de las
cualidades individuales de los sujetos, sino del
papel que desempeñan en la sociedad, y una se-
gunda cuestión fundamental consiste en conocer
cómo se distribuyen socialmente los beneficios
de la producción social.
De la misma forma que existe la reproduc-
ción de las condiciones productivas, existe tam-
bién la reproducción de la pobreza. Y precisa-
mente es fundamental para derrotarla impedir
que la pobreza pueda ser reproducida. Por eso
debe insistirse en la salud, en la educación y en
las relaciones que se establecen para producir.
Una respuesta razonable nos permitirá com-
prender que los seres humanos en la sociedad no
somos compartimientos aislados, sino vincula-
dos por diversas relaciones con características
distintas, con base en la meta buscada. Al mismo

tiempo, quienes formamos parte de una sociedad
nos sentimos vinculados no solo por el presente,
sino también por las acciones pasadas de quienes
compartieron el mismo espacio social, en tiem-
pos diferentes, en el marco de instituciones que
tienen su propia historia.
La superación de la pobreza social nos obliga
a optar por la justicia social, por la solidaridad y
el respeto a la persona humana. La justicia so-
cial nos interpela y es conveniente preguntarnos
si nuestras instituciones responden de manera
similar a las necesidades de la población. ¿Se
esfuerza el Estado por responder, en situaciones
semejantes, con el mismo sentido de responsabi-
lidad, o actúa de manera diferente según las cir-
cunstancias? Esta pregunta puede realizarse de
una manera más directa: ¿son todas las calles, las
plazas, tratadas de la misma manera sean estas
para ricos, menos ricos o pobres? O, más concre-
tamente aún, ¿en todos los barrios se desplazan
ómnibus de la misma calidad en la prestación de
los servicios? Las instituciones tienen muchas
debilidades para responder con base en la jus-
ticia social.
Pero si lo anterior genera situaciones defec-
tuosas, ¿qué podremos decir de la distribución
apropiada de las cargas de la cooperación social?
¿Pagan un impuesto fundado en la justicia todos
los ciudadanos? ¿Pagan en función a los bene-
ficios recibidos y a la capacidad de los bienes
obtenidos?
Si por solidaridad entendemos una conduc-
ta responsablemente unida a los problemas de
otros, la pobreza social demuestra la existencia
de un bajo nivel de solidaridad. En alguna me-
Nº 339 - Octubre 2013
editorial
dida la expresión que señala que cada persona
debe luchar solo por ella expresa fehaciente-
mente el grado de disparidad existente entre la
vida humana solidaria y la que se guía por cri-
terios individuales y aislantes. La ausencia de
solidaridad nos deja en la soledad de una vida
sin comunicación.
La consideración de la persona humana se
funda en el criterio de la dignidad en conside-
ración a su decoro. En el artículo primero de la
Constitución Nacional se establece que el go-
bierno está “fundado en el reconocimiento de la
dignidad humana” En consecuencia, la necesidad
de superar la pobreza social es un mandato que
aparece en el pórtico de nuestra Constitución.
De la misma manera que la riqueza, como
parte de un proceso en el que intervienen los su-
jetos, no es una cuestión al margen de la vida
social, la pobreza tampoco se sitúa al margen de
la sociedad. Por consiguiente, la pobreza social
es una consecuencia de la manera en que los se-
res humanos organizamos y dirigimos nuestras
vidas. Si la pobreza social nos causa dolor, al
considerarlo como una creación humana recupe-
ramos el optimismo, porque de la misma manera
que hemos creado la pobreza tenemos la capaci-
dad de cambiarla por una sociedad más justa, en
donde todos puedan alcanzar a vivir con digni-
dad, en una sociedad solidaria.
3
actualidad Pobreza en
Paraguay: cuestión
social crítica y
desafiante

Luis A. Galeano*

La gravedad del problema

En la actualidad, entre los grandes problemas
sociales que enfrenta el Paraguay se destaca, in-
dudablemente, el referido a la pobreza.
Más allá de las opiniones y puntos de vista,
e inclusive de recientes análisis que en principio
estarían sustentados en planteamientos teóri-
cos y metodológicos sistemáticos, que intentan
minimizar su vigencia y sus impactos, existen
suficientes evidencias que avalan la gravedad
que está asumiendo la pobreza en la sociedad
nacional.
Esa gravedad se manifiesta en la gran difu-
sión que este problema tiene en todo el país. En
efecto, hoy en día, de cada diez personas tres
de ellas se encuentran en situación de pobreza.
El problema se torna más crítico en las zonas
rurales, sobre todo en aquellas en las que las
proporciones de los pobres superan a la mitad
de las poblaciones residentes y el peso de la po-
breza extrema se ubica alrededor del cuarenta
por ciento de las mismas, como acontece en los
departamentos de Concepción, San Pedro, Ca-
aguazú, Caazapá y Canindeyú.
También en los escenarios urbanos la po-
breza se está difundiendo. Entre otras, una de
las causas directas del fenómeno consiste en la
© Marta Careño Guerra - Manos Unidas

migración de los pobres de campo, constituidos

por grupos campesinos e indígenas, que se diri-

* Master en Ciencias Políticas. Docente e Investigador sobre la

cuestión agraria y otros temas de la realidad social paraguaya
y latinoamericana.

4

gen a poblar los barrios periurbanos marginales.
La expansión más intensa de la pobreza se está
verificando, precisamente, en aquellos contex-
tos urbanos más densamente poblados. En efec-
to, donde la pobreza extrema está teniendo una
presencia más importante, a nivel nacional es en
Asunción y, conjuntamente, en el área urbana
del Departamento Central, donde residen un to-
tal cercano a las doscientas mil personas que se
hallan en esa condición de pobreza crítica y que
representan más de la mitad del total de pobres
extremos urbanos existentes en el país.
Los referentes empíricos consignados, que
–por cierto– se sustentan en datos confiables1,
avalan fehacientemente la amplia difusión que
la pobreza está teniendo en el Paraguay, en el
transcurso de estos últimos años y en el presen-
te. Por cierto, es importante consignar que es la
denominada pobreza extrema la que más fuerte
y ampliamente está impactando, con más inten-
sidad en determinados contextos rurales y urba-
nos, según se ha adelantado.
Las dimensiones de la pobreza
Ahora bien, con el propósito de desentrañar,
adecuadamente, no solo sus consecuencias e im-
pactos sino también sus causas, resulta impres-
cindible precisar los supuestos y los alcances del
concepto de pobreza que se está asumiendo. Es
a partir de esta especificación conceptual que se
podrán lograr, por un lado, un enfoque analíti-
co pertinente, y, por otro lado, diseñar y poner
en ejecución las políticas y los programas que
efectiva y eficazmente se orienten a combatir no
solo las consecuencias sino también las causas
de este crítico problema social.
En la perspectiva de un enfoque pertinente,
una de las dimensiones de la pobreza es la refe-
rida a la carencia. Ella es la cara más conocida
de la pobreza, y proviene de la falta o la marcada
escasez de recursos económicos de los que dis-
ponen los grupos sociales. La misma se mani-
fiesta en el no acceso, o en el acceso precario, a
los satisfactores (bienes o servicios) de las nece-
sidades básicas, tales como la alimentación, la
educación, la salud, la vivienda y la vestimenta.
Nº 339 - Octubre 2013
actualidad
Otra de las dimensiones es la comprendida
por la vulnerabilidad social, que se expresa en
la notoria debilidad que tienen los grupos como
actores, o sujetos, sociales. Son grupos que se
encuentran en la indefensión, tanto ante los de-
sastres que una sociedad puede experimentar
por efectos de factores naturales (climáticos) o
humanos (epidemias) incontrolados, como ante
los requerimientos que la propia vida cotidiana
les exige. Si la anterior trae consigo la exclu-
sión, de las personas y de los grupos, del capital
económico, esta segunda dimensión acarrea, si
no la desaparición total, por lo menos un fuerte
debilitamiento del capital social, consistente en
las relaciones sociales basadas en la confianza y
la reciprocidad.
Y la última dimensión es la representada por
la exclusión social, consistente en el proceso de
marginación, de las personas y los grupos, de las
principales estructuras económicas (producción
y empleo), sociales (sistemas educativos y orga-
nizaciones) y políticas (movimientos, partidos y
sistemas de poder), en la condición de sujetos
sociales y, especialmente, ciudadanos. Este pro-
ceso implica una notoria debilidad no solo del
capital social, sino igualmente del capital cul-
tural, conformado tanto por la educación como
por otros factores valorativos y simbólicos que
tienden a determinar el prestigio y la aceptación
que los sujetos sociales (personas y grupos) tie-
nen en la sociedad.
A partir de los mencionados planteamientos
cabe puntualizar que, en el caso de la denomi-
nada pobreza extrema, la concepción de la si-
tuación no debe limitarse a la carencia material,
y en especial a aquella que se refiere a la caren-
cia alimentaria. Si a dicha situación se le agrega
el fenómeno de que existen grupos, familias y
comunidades que, al mismo tiempo, enfrentan
procesos de vulnerabilidad social, el problema
de la pobreza se torna aún más crítico. Cuando
el hambre afecta a una familia campesina que,
además de tener muy poca tierra y producción
propias, está constituida por el padre o la ma-
dre, en edades muy avanzadas, y por muy pocos
hijos, o parientes directos, o bien a una familia
que reside en uno de los barrios periféricos de
5
las ciudades, que vive muy precariamente del
trabajo callejero y que está encabezada por una
mujer, que, a su vez, ha tenido hijos de distintos
hombres, la pobreza se transforma en un proble-
ma social todavía más grave.
La cuestión de la pobreza inclusive se torna
más crítica cuando los grupos, ya sumidos en
fuertes procesos restrictivos de carencia y vul-
nerabilidad, también enfrentan la exclusión de
campos sociales fundamentales para el presente
y el porvenir de los mismos. En ese sentido, por
ejemplo, está confirmado que la deserción esco-
lar de los niños, los adolescentes y los jóvenes,
de la escuela o del colegio, además de debilitar
aún más a tales grupos, inciden negativamente
no solo sobre el porvenir laboral, sino asimismo
sobre el desempeño que dichas personas podrían
encarar en otros ámbitos de la sociedad. Si a ello
se agrega el hecho de que los miembros adultos
y jóvenes de este tipo de familias, generalmente,
no suelen participar en las organizaciones socia-
les (comunitarias, educativas y religiosas) y po-
líticas, se constata la vigencia de una ciudadanía
sumamente degrada.
La política de Estado y la estrategia de
lucha contra la pobreza
Considerando no solo la gravedad de las
múltiples consecuencias de la pobreza vigente
en el país, sino también las complejidades de
sus causas, consistentes en procesos (socioeco-
nómicos, culturales y políticos) contradictorios
de desigualdad, deviene indubitable que la polí-
tica y la estrategia destinadas, efectivamente, a
combatir y superar este crítico problema nacio-
nal deben cimentarse en un modelo de desarro-
llo (socioeconómico y cultural) inclusivo y jus-
to, promovido en el marco de una democracia
social, a través de programas ejecutados como
instrumentos de una política de Estado.
En ese sentido, en los distintos escenarios
locales y regionales existentes la aplicación de
los programas debe cimentarse en estos criterios:
-- La selección de las familias pobres que re-
cibirán los apoyos de cada programa debe
realizarse a través de un método sistemáti-
6
co y objetivo. En la misma la manipulación
política, mediante el clientelismo o el pre-
bendarismo, no tendría que existir. Tanto en
nuestro país, como en otros países de Améri-
ca Latina, hasta cierto punto, se ha incurrido
en dicha manipulación.
-- Los recursos recibidos por las familias deben
ser usados atendiendo los objetivos progra-
ma. Por ejemplo, en el programa de transfe-
rencia monetaria condicionada (Tekoporậ),
debido a la experiencia que tienen en la aten-
ción de las necesidades básicas de la familia,
las mujeres, esposas o jefas de hogar, son las
perceptoras de los recursos. En la medida en
que ha sido acompañada y fortalecida, esta
gestión de las madres tiende a generar resul-
tados positivos. Así lo evidencian los estu-
dios de monitoreo y evaluación realizados en
nuestro país y en aquellos donde dicho pro-
grama se está aplicando.
-- El punto precedente pone de resalto que la
ejecución de los programas tiene que estar
sustentada en la activa participación de los
grupos beneficiarios. Esta participación, asi-
mismo, debe ir acompañada de la interven-
ción de otros actores sociales y políticos,
especialmente en los ámbitos de los poderes
locales (municipios y departamentos), igual-
mente comprometidos en el cambio de la so-
ciedad injusta y de la política clientelística o
meramente asistencialista.
-- Finalmente, todos los programas deben pro-
mover acciones dirigidas a reducir la vul-
nerabilidad social. Por ejemplo, resulta im-
prescindible que en las escuelas se prevean
mecanismos de apoyo y acompañamiento en
el aprendizaje de los niños de las familias su-
midas en la extrema pobreza. También tienen
que existir programas que impulsen la rein-
serción de los adolescentes y jóvenes que han
desertado de la escuela o del colegio, posibi-
litando que dicho proceso esté acompañado
de una formación humanística y profesional
apropiadas, que les habiliten para una futura
incorporación al empleo.
El combate contra la pobreza también im-
plica impulsar la superación de sus principales
 actualidad

causas. Entre estas, en el ámbito rural paraguayo

se destaca la necesidad de promover una efecti-
va reforma agraria, destinada a corregir la muy
desigual distribución de la tierra y promover la
inclusión sustentable de la agricultura familiar
campesina. A su vez, se debe emprender tanto
la restitución de sus territorios a los pueblos in-
dígenas, de los que fueron despojados, como el
freno efectivo a la expulsión de ellos, en no po-
cas regiones del país, debido a la expansión de
la empresa agraria. En el ámbito urbano, y en
aquellas zonas rurales vinculadas fuertemente
con él, deviene imprescindible impulsar el for-
talecimiento de la artesanía y de la pequeña y
mediana empresas industriales, a través de una
política que provea las condiciones de un acce-
so igualmente sustentable al mercado, de estos
agentes productivos.
Lo señalado significa encarar no pocos y di-
fíciles desafíos, sociales y políticos. Además de
la superación del clientelismo político ya ade-
lantado, resulta imprescindible que los grupos
económicos poderosos decidan no seguir ape-
lando a una concentración irrestricta de los re-
cursos básicos, como lo es la tierra, y acepten
la implementación de políticas de redistribución
de la riqueza. Para que sean efectivas, se requie-
re que los actores políticos dominantes interven-
gan favorablemente en la ejecución de dichas
políticas.
Con relación al papel que tienen que jugar
los actores estatales, la puesta en vigencia de
una política de Estado de lucha contra la pobre-
za exige, entre otros, encarar estos desafíos: a)
reformar políticas públicas básicas, como las de
la educación y la salud, que generen el acceso
adecuado, en las mismas, de los grupos más crí-
ticamente afectados por la exclusión social y la
pobreza; y b) promover una progresiva desparti-
dización del funcionariado público.
© Marta Careño Guerra - Manos Unidas

1 Nos estamos basando en los datos suministrados por las

Encuestas de Hogares, aplicadas por la Dirección General de
Estadística, Encuestas y Censos, en el transcurso de estos úl-
timos años (2010/11).

Nº 339 - Octubre 2013 7

Las secuelas
irreversibles que
padecen los niños a
causa de la pobreza
Luis Alberto Chamorro Noceda*

La pobreza es un insulto a la dignidad hu-

mana, decía la Iglesia en sendos documentos de
las Conferencias Episcopales de Latinoamérica
realizadas en Medellín y Puebla, adoptando una
postura claramente preferencial por los pobres,
donde hacían un llamado al compromiso soli-
dario del cristiano hacia esos sectores de la po-
blación excluidos por un sistema económico y
social esencialmente injustos, que los priva de
derechos humanos fundamentales. La pobreza
no es nueva en el tiempo ni restringida en su
alcance como para que se hable sólo de un fe-
nómeno casual, la inopia ha acompañando a la
humanidad a lo largo de la historia; sus causas
son complejas y múltiples, siendo actualmente
en Latinoamérica el resultado del modelo de
producción de tipo capitalista prevaleciente en
la región, que favorece la concentración de la
riqueza en pocas manos de grupos de poder oli-
gárquicos, cuyo resultado final, debido a la mala
distribución de la riqueza nacional, es la des-
igualdad social. En nuestro país, al igual que en
otras regiones del planeta, aún persisten grandes
bolsones de población viviendo en condiciones
de pobreza extrema, pasando hambre, constitu-
yendo esas “manchas negras vergonzosas” en el
mapa de la región, tal como lo denunciara Josué
de Castro en la década del cincuenta del siglo
© Marta Careño Guerra - Manos Unidas

pasado, situación que paradójicamente persiste

hasta hoy, a pesar del grado de desarrollo a que
ha llegado la tecnología actual que permite a los
países la producción excedente de alimentos.

* Médico pediatra.

8

Paraguay es el país con la mayor desigual-
dad social del continente, ya que solo el 2.5% de
la población acapara el 80% de la propiedad de
la tierra; 100 familias son dueñas de gran parte
de la riqueza nacional, y debido al modelo de
producción agro-exportador prevaleciente, que
se inició en los 35 largos años de la dictadura y
se fue acentuando en los años siguientes hasta la
actualidad, es la causa de que 300.000 campesi-
nos no posean un pedazo de tierra propia, provo-
cando además el desplazamiento de otros miles
de compatriotas que, expulsados de sus “valles”
hacia las ciudades, conforman los barrios mar-
ginados, verdaderos cinturones de miseria que
rodean a las principales ciudades, dejando los
campos desolados, lo que mantiene vigente la
antigua frase de que “El Paraguay es un país de
tierra sin hombres y de hombres sin tierra”. Este
proceso de urbanización y descampesinización
se refleja en la evolución a la tendencia decre-
ciente de la población rural, que en 1962 era de
64%, en 1992 fue del 50% y en el 2012 cayó a
solo el 33%.
Las familias que viven en condiciones de
pobreza extrema presentan una serie de caracte-
rísticas que tienen relación con las condiciones
socio-económicas, culturales y ambientales en
que viven. El medio ambiente del contexto de la
pobreza deja cicatrices profundas en sus pobla-
ciones, como lo describe el psiquiatra peruano
Rodríguez Rabanal en su estudio sobre los “pue-
blos jóvenes”, como se les llama a los barrios
miserables de Lima. Generalmente los indivi-
duos que viven en condiciones de miseria son
el producto de muchas generaciones que han
vivido en circunstancias similares. Aún cuando
no está claro si la miseria que se repite por va-
rias generaciones deja o no huellas indelebles,
estudios hechos en ratas de experimentación
que fueron sometidas durante nueve generacio-
nes sucesivas a condiciones de subalimentación
y marginalidad, revelan cambios biológicos y
conductuales profundos en las mismas, ya que
cuando se normalizan las condiciones de ali-
mentación y ambientación en la décima gene-
ración, se observa que las ratas siguientes de-
moran más de dos generaciones en recuperar su
estado normal; obviamente que estos estudios
Nº 339 - Octubre 2013
actualidad
no pueden ser simplemente extrapolados a los
seres humanos, de tal modo que no se sabe exac-
tamente el tiempo que deberá transcurrir para la
recuperación completa a la normalidad, cuando
varias generaciones de familias que vivieron en
condiciones de marginalidad social fueron tam-
bién afectadas por la desnutrición; sin dudas los
estragos son muy importantes en un largo plazo
y la recuperación de sus efectos será lenta cuan-
do se revierta la situación causada por la pobre-
za extrema.
Embarazo e infancia
Los grupos más afectados en las poblaciones
pobres son las mujeres embarazadas y los niños
por su condición de mayor vulnerabilidad. En
el caso de los niños que viven en situaciones de
pobreza y especialmente en la pobreza extrema,
la subalimentación crónica por debajo de las ne-
cesidades basales mínimas es característica en
estos grupos de población y a las causales eco-
nómicas, se agregan factores socio-culturales y
ambientales, los cuales repercuten en forma des-
favorable en su crecimiento físico, que por me-
dio de complejos mecanismos fisiopatológicos
de adaptación permiten su sobrevivencia y que
afectan no solo al peso sino también a la estatura
que se detiene (talla baja) durante el episodio de
desnutrición prolongada (crónica), pero con la
talla, a diferencia del peso, ocurre que no se re-
cupera lo que se perdió aún cuando mejoren las
condiciones de alimentación, de tal modo que
cuando la talla baja afecta a un grupo importante
de niños de una comunidad, es un índice bastan-
te seguro para medir las condiciones precarias
de salud en dicha comunidad debida a factores
socio-económicos y ambientales y constituye un
marcador de desnutrición crónica, que en el Pa-
raguay, según los últimos estudios realizados en
niños escolares, afecta al 14% de la población
infantil.
En una investigación que hicimos en 1985
sobre la situación de la salud de los niños de la
comunidad campesina de Reló-Cué, cuyos habi-
tantes vivían en condiciones socio-económicas
muy precarias debido al largo conflicto por la
posesión de sus tierras, encontramos un alto ín-
9
dice de desnutrición infantil que para nosotros
fue un hallazgo muy preocupante, por las reper-
cusiones e implicancias negativas para el futuro
de estos niños campesinos, situación que supo-
níamos entonces podría ser extrapolada a otras
comunidades campesinas que compartían igual
problemática social y también a otros grupos de
población marginada que vivían en los barrios
periféricos urbanos.
Se sabe que cada niño nace con el potencial
genético y con la dotación completa de todas
sus células nerviosas (100.000 millones de neu-
ronas) que tendrá a lo largo de toda su vida y
que, además de la buena alimentación, los estí-
mulos del medio ambiente son claves para que
las interconexiones entre esas células (sinapsis)
se realicen en el mayor número posible, hecho
que generalmente ocurre en los primeros 4 años
de vida y que son considerados claves para el
desarrollo del cerebro, de tal modo que cual-
quier interferencia que ocurra en esta etapa de
la vida podrá disminuir el potencial genético al
afectar las funciones cognitivas y de aprendiza-
je. La pobreza y en especial la pobreza extrema
repercuten no sólo sobre el crecimiento físico de
los niños afectados por la desnutrición, como lo
han demostrado numerosos trabajos de inves-
tigación realizados por Marcondes en Brasil, En la pobreza extrema las relaciones del niño
Monkeberg en Chile, Cravioto Muñoz en Mé- y del adulto están debilitadas, existe poca inte-
jico, Barrera Moncada en Venezuela, etc., sino racción del niño con su medio y generalmente
que además, debido al ambiente precario de ca- hay escaso apego o este se realiza de manera no
rencia global por la situación socio-cultural en segura; el apego es el vínculo afectivo con una
que se desenvuelven y que tiene relación con figura importante (madre, abuela u otra persona
un contexto sanitario inadecuado, malos hábitos cercana en sus cuidados) y es clave en los prime-
alimentarios, tabúes y creencias arraigadas, bajo ros años de vida y fundamental para el desarro-
nivel educativo de los padres y a la misma cul- llo y la salud mental del niño. Según Rodríguez
tura limitante de la pobreza, son las causales del Rabanal “el niño en condiciones de pobreza
retraso intelectual en esos niños, ya que como extrema se queda estancado en niveles muy pri-
dice Monkeberg: “Es evidente que en condicio- mitivos y parece agotar sus potencialidades de
nes de pobreza, existen factores que pesan nega- energía psíquica en el desarrollo de estrategias
tivamente en el desarrollo psico-motor del niño. de supervivencia, alejándose de la posibilidad
El medio ambiente es gris y aplastante, no esti- de consolidar en términos individuales y co-
mula la imaginación ni exacerba la curiosidad. lectivos una identidad medianamente cohesio-
Todo carece de luminosidad, siendo limitada la nada”. Las familias en condiciones de pobreza
gama de colores y careciendo del juego-estímu- presentan un score verbal disminuido, reducido
lo necesario para provocar el desarrollo de las a lo cotidiano, con limitación de las formas sim-
habilidades del niño”. bólicas, siendo escaso el lenguaje abstracto, lo
que restringe la motivación e información nece-

10
 actualidad

ñar por qué muchos niños que viven atrapados

en el círculo de la pobreza desde el nacimiento
no logran una buena competencia en la esfera
cognitiva, conductual y emocional, y explica el
retraso mental que padecen estos niños cuando
son comparados con los que viven en condicio-
nes normales, en lo que se llama “brecha del
desempeño”. La pobreza crónica literalmente
“daña el cerebro” de estos niños, debido en par-
te a la acción de hormonas activadas durante el
estrés crónico que padecen y que es responsa-
ble del daño de circuitos nerviosos importantes
(sinapsis) que conectan las neuronas entre sí en
áreas claves del cerebro vinculadas a las funcio-
nes superiores, como el lenguaje y en particular
la memoria de trabajo en relación con la esfera
cognitiva; también se afecta el tamaño de ciertas
estructuras de la parte media del cerebro que tie-
nen que ver con esas y otras funciones, que son
menores cuando se las comparan con la de niños
© Marta Careño Guerra - Manos Unidas

sanos cuidados con apego (vínculo afectivo).

O sea que por primera vez se pudo compro-
bar, mediante métodos avanzados de la medici-
na moderna, que el daño sociogénico producido
por la pobreza tiene un componente biológico
importante, que posiblemente durará toda la
vida y que explica por qué los niños que crecie-
sarias para su futuro. El retraso en el desarro- ron en esa situación tiendan a desarrollar menor
llo del sistema nervioso se traduce como retra- nivel lingüístico y menor capacidad para resol-
so mental y tiene una estrecha relación con la ver problemas. Decía C. Leonard: “Todos estos
pobreza, cuando no hay otras causas orgánicas sistemas neurocognitivos afectan las destrezas
que la motiven, como demostró en el año 1999 adultas de inteligencia y resolución de proble-
la Dra. Ann Berghout Austin, de la Universidad mas, de modo que los niños pobres tienen una
de Utah, EEUU, en sus investigaciones realiza- desventaja desde sus primeros años. Con sis-
das en poblaciones pobres de tres localidades temas cognitivos menos desarrollados, es más
campesinas diferentes de nuestro país: Isla Alta, probable que no busquen o reciban educación
Repatriación y Barrientos, donde encontró altos secundaria, lo que hace mucho más difícil que
índices de retraso mental en los niños estudiados logren mejorar su estatus socio- económico”.
en esas comunidades y que estaban relacionados A menudo escuchamos decir a cierta gente
con sus condiciones de vida. en forma despectiva: “el paraguayo es cretino”,
“le falta iodo”, “es akânê”, “es haragán”, etc.
Los daños físicos de la pobreza: con lo cual pretenden justificar o explicar la pe-
“la brecha del desempeño” reza mental de compatriotas nuestros que viven
en condiciones de pobreza, desconociendo las
Con los avances en la medicina de imágenes
razones verdaderas que explican estos hechos.
RMN (resonancia magnética nuclear) y contro-
El sabio Moisés Bertoni, alistado en las filas en
les bioquímicos hormonales, investigaciones re-
defensa del campesino paraguayo y gran cono-
cientes han permitido por primera vez desentra-

Nº 339 - Octubre 2013 11

cedor de las condiciones económicas y sociales
en que vivía, escribía a finales del siglo XIX con
cierto tono de denuncia: “No, nuestro campesi-
no por su naturaleza no es perezoso. Hagámosle
justicia y estudiando imparcialmente y sin pre-
vención sus condiciones de vida veremos que la
causa del mal que aqueja a nuestro agricultor
está en otra parte”. La pobreza y especialmente
la miseria son lacras sociales violatorias de los
derechos humanos más fundamentales, porque
atentan contra derechos consagrados en la Cons-
titución Nacional como son: derecho a la salud,
a una alimentación adecuada, a una vivienda
digna, a un empleo y una educación media; en
resumen, se los priva al derecho a una vida dig-
na, al cual todo ser humano merece por su na-
turaleza.
Todo niño tiene derecho a que el potencial
genético con el que nace se pueda expresar ple-
namente y sin interferencias en la adultez. Es in-
moral y anti-ético que se le prive de ese derecho,
simplemente por razones que tienen que ver con
el hecho de haber nacido y crecido en medio de
la pobreza. En Paraguay se está reduciendo la
mortalidad infantil, como ocurre en otros paí-
ses en vías de desarrollo, pero aún no existen
políticas públicas dirigidas principalmente a los
niños supervivientes. Es importante que cada
vez mueran menos niños en nuestro país, pero
además es importante que aquellos que sobre-
vivan tengan la posibilidad de expresar en la
adultez todo el potencial genético con el que na-
cen. Además de los alimentos, la protección y la
atención a la salud, los programas de cuidados
infantiles también deben proporcionar afecto,
estímulo intelectual e interacción humana en un
ambiente de apoyo, oportunidades y actividades
que promuevan el aprendizaje.
La lucha contra la pobreza se torna pues una
obligación y una prioridad para los gobiernos,
no se puede ya permitir que por culpa de la
misma se condene a miles de compatriotas a la
marginalidad social con todas sus nefastas con-
secuencias presentes y futuras.
Como conclusión se puede decir:
-- Considerar con seriedad la gravedad del pro-
12
blema que acarrea la pobreza en el desarrollo
físico y mental de los niños, por las secuelas
irreversibles que se producirán de no actuar
a tiempo.
-- La obligación por parte del Estado en la im-
plementación de políticas públicas priorita-
rias dirigidas a la primera infancia, con pro-
gramas que cuenten con la participación de
la sociedad en su conjunto.
-- Es imperativo ético y moral dar una solución
definitiva al problema de la pobreza, atacan-
do las causas que la producen en sus raíces,
para no hipotecar el futuro de generaciones
enteras de paraguayos.
Bibliografía
César Rodríguez Rabanal. “Cicatrices de la pobreza. Un estudio
psicoanalítico”. Editorial Nueva sociedad. Caracas. Primera edi-
ción, 1989.
Luis Rojas Villagra. “La exitosa contrarreforma agraria impulsada
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bre la situación de la salud de los niños de una comunidad cam-
pesina: evaluación del estado nutricional, encuesta alimentaria
y enfermedades prevalentes”. Pediatría (Asunción), 1986; 14 (2):
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Daniel Dillon et al. “Chilhood adversity is associated with
left basal Ganglia dysfunction during reward anticipation in
adulthood”. Bol. Psychiatry 2009; 66: pp. 206-213.
Young M E. “Desarrollo del Niño en la Primera Infancia: Una in-
versión en el futuro. Justificación de la intervención temprana”.
Departamento de Desarrollo Humano (HDD): El Banco Mundial,
2001. pp. 1-10.
 actualidad

Un nuevo rumbo
hacia una pobreza
aceptable
Bartomeu Melià, sj

En un país donde la pobreza extrema y la ri-

queza excesiva son vergonzosas e inaceptables,
se busca planificar un nuevo rumbo para hacer
que esta pobreza y esa riqueza sean aceptables;
se trataría de una operación de imaginación y
seducción. Es una tarea que podría ser tratada
por medios mágicos, como la prensa, la radio y
la televisión. Una pobreza aceptable y aceptada
por la mayoría, es decir, por los ciudadanos y
ciudadanas en general, haría que la riqueza obs-
cena, desfachatada y torpe de unos pocos ricos
fuera también aceptable y aceptada. El proble-
ma de la pobreza, ¿es cuestión de percepciones,
impresiones e ideologías más que de realida-
des? La ciencia sobre la pobreza, ¿es más bien
un arte contemplativo? Aunque el arte también
cambia la realidad.

Las cifras de la vergüenza

He aquí algunas cifras de dominio público,
que el mismo gobierno actual aceptaría, aunque
no sea más que para mostrar que hasta el fin del
periodo –2018– el escándalo habrá sido repara-
do en parte.
Entre 1980 y 1992 ya se comprobó que la
pobreza, denominada básica, se mantuvo esta-
ble en el área metropolitana, mientras que en
el medio rural aumentó desde 78,7% a 84,7%.
En el mismo espacio de tiempo la indigencia
también aumentó en el área metropolitana des-
© Marta Careño Guerra - Manos Unidas

de 15,3% a 20,6%, y en el medio rural hubo un

salto desde 48,7% a 70,8%. Se estaba en pleno
período Itaipú.
La Dirección General de Estadística, En-
cuestas y Censos, juntando los datos de 2008,

Nº 339 - Octubre 2013 13

2009 y 2010, ofrecía los siguientes datos sobre ción que tiene una marca de origen y un proceso
el estatus de pobreza según dominio geográfico. de elaboración. El resultado no es espontáneo,
aunque puede tener un origen irresponsable y
nada ético. Por eso es intolerable e inmoral.
2010 2009 2008
La abstracción de las estadísticas abre espa-
POBREZA
2.197.309 2.191.857 2.324.556
cio para ocultar el rostro concreto del indigente
TOTAL PAÍS
y pobre extremo. Los registros numéricos de
Pobre Extremo 1.229.732 1.175.331 1.165.384 muertes y desgracias remediables –niños desnu-
Pobre no
tridos, falta de medicamentos, atención médica
Extremo
967.577 1.016.526 1.159.173
y hospitalaria deficientes, pésima educación pú-
Pobreza Total
blica, falta de tierra y de techo, transporte pú-
Urbana
920.115 905.252 1.080.863 blico humillante, etc.– son abstracciones que se
Pobre Extremo 383.500 340.121 378.588
pueden archivar en un cajón y hacerlos desapa-
recer de la vista, pero no el dolor de tener de-
Pobre no
536.615 565.131 702.275 lante al muerto, el niño raquítico, el enfermo sin
Extremo
fuerzas, el campesino desplazado, el trabajador
Pobreza Total
1.277.194 1.286.605 1.243.693 que ya llega cansado al trabajo. Por desgracia
Rural
las más tristes cifras de las injusticias y miserias
Pobre Extremo 846.232 835.210 786.795 no le quitan el sueño de ordinario a quien es su
Pobre no productor. En el Paraguay hay –aunque no tan-
430.962 451.395 456.898
Extremo tos– productores de pobreza.

En Paraguay, en 2013 hay unas 2.096.473 Otras caras de la pobreza

personas que viven en condiciones de pobreza.
Es decir, somos un país pobre, pero también un
país rico con muchos pobres.
Los últimos datos de la DGEEC hablan de
un 32% de población pobre y 18% bajo la línea
de pobreza extrema. Por otra parte un estudio
divulgado en 2011 de la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL) habla
de un 49% de la población paraguaya en situa-
ción de pobreza. Las estadísticas de la UNESCO
la elevan a más de 50%.
Habría una especie de ADN de pobreza en
el Paraguay que le impide mutaciones mínimas.
Algunos dicen que esto viene desde que el Pa-
raguay es Paraguay y hasta lo quieren atribuir a
herencia biológica y cuestión de genes. Ahora
bien, en pobreza no hay determinismos físicos
ni biológicos; es cuestión de historia y modo de
actuar de los hombres y mujeres en sociedad, en
lo cual la cultura –su imaginación, sus prejuicios
y discriminaciones– son tanto o más importan-
tes que la economía. La fabricación de pobres
no es un fruto de la naturaleza sino una produc-
Hasta aquí hemos usado la pobreza en varios
sentidos, que reflejan y registran diversos con-
textos y momentos de su historia.
¿Sería diferente la pobreza según el lado y
los presupuestos con que se la mire?
No se puede olvidar que al llegar los españo-
les al lugar donde sería Asunción se encontraron
con aquella “divina abundancia”, tal como la
describe Ulrich Schmidel:
“Ahí hallamos trigo turco o maíz y man-
diotín, batatas, mandioca-poropí, mandioca
pepirá, maní y otros alimentos más, también
pescado y carne, venados, puercos del mon-
te, avestruces, ovejas indias, conejos, galli-
nas y gansos y otras salvajinas las que no
quedó describir todas en estas vez. También
hay en divina abundancia la miel de la cual
se hace el vino; tienen también muchísimo
algodón en la tierra”.
Al año siguiente llegaban ya el desabasteci-
miento y la gran hambre. La colonia comenzaba
con su propia marca de fábrica: la pobreza como

14

forma de economía y de relación social. De este
sistema nunca más se saldría. Conquistadores
y colonos no llegaban ni para convivir con los
Guaraníes ni para compartir, sino para hacerse
ricos. Oro y plata, por suerte no había, y se tuvo
que acudir a un sistema que permitiera la acumu-
lación de bienes privados vendibles, lo que tam-
poco funcionó. Se desarrolló la pobreza, como
marca registrada del Paraguay. ¿Las causas?
La primera fue el cambio de sentido que se
dio a la producción y a su distribución. Se que-
bró la economía democrática de los Guaraníes y
se desfiguró el concepto de pobreza. Para hacer
aceptables esta nueva pobreza, tuvo que darse
una manipulación imaginaria, acompañada con
la violencia de las armas; ahora se haría trabajar
con hombres vencidos. La colonia es una con-
quista de mentes y de conciencias. Muchos Gua-
raníes optaron por la fuga, y pudieron permane-
cer en sus reductos de libertad hasta la mitad del
siglo XX, y algunos hasta hoy. Renunciaron a la
civilización y a sus “delicias”, pero son libres, a
pesar de los intentos constantes de los Estados
por integrarlos en su sistema de inequidad so-
cial, que quieren hacer pasar por natural.
Hace poco escuchaba el testimonio de un in-
dígena Mbyá-Guaraní de hoy, que tendríamos
por pobre: Voy a hablar un poco sobre el monte
y mi aldea. Mi aldea tiene mucha yerba mate y
por eso estoy muy contento. Hay un río limpio
que viene directo del monte y pasa por la al-
dea. Hay tres nacientes y de ahí nace un río bien
grande. Es bueno para mí porque yo me quiero
alejar de la ciudad, yo quiero vivir ahí solito.
Ahí tengo tacuara y varios animales silvestres;
para cortar tacuara no tengo que ir lejos. Ten-
go muchos materiales para hacer cestos. Visitas
no tengo; es difícil llegar hasta donde yo estoy.
Aparte de eso lo que yo más quiero es que nadie
vaya allí a perturbarme, nadie va a decir “Eso
aquí es mío”. En este lugar el monte no tiene
dueño y donde hay monte el dueño es Ñande Ru
–Nuestro Padre–. Yo soy una persona antigua,
ya no tengo fuerzas para ir al monte a hacer
trampas. Cuando llegué por la primera vez en
ese lugar yo agarré paca, tatú, esas cosas con-
seguí agarrar. Mis mejores vecinos son los mo-
Nº 339 - Octubre 2013
actualidad
nos, ellos llegan ahí en mi patio y se me quedan
mirando. De una cosa yo estoy alegre y es que
hay pindó, tacuara, yerba mate y miel.
A este tipo de pobre voluntario, querer lle-
varlo a un programa de pobreza cero, con la con-
dición de que deje su tekoha, el lugar donde es
lo que es, es una burla de mal gusto. Y es lo que
más se ha practicado contra indígenas y campe-
sinos que se han visto desplazados de su lugar.
La filosofía de la economía liberal globalizada
ha producido millones de personas carentes de
estos recursos del buen vivir, el teko porã de los
Guaraníes, que ya poseían.
En el siglo XX la disyuntiva entre dos for-
mas de considerar la pobreza quedó manifies-
ta, por ejemplo, cuando llegaron los colonos al
centro de Chaco paraguayo. La diversa concep-
ción de pobreza la presenta Hannes Kalisch en
un trabajo todavía inédito: “Según el historiador
enlhet Metyeeyam’, por ejemplo, el explorador
menonita Fred Engen, quien entró en el año
1921 al país de los enlhet, califica a los enlhet
con la frase: “Allí vive gente que no tiene co-
sas.” Ciertamente los indígenas no conocían
la producción industrial pero sí utilizaban los
materiales existentes de su entorno para confec-
cionar propiamente aquello que necesitaban. En
este sentido, los relatores afirman por ejemplo:
“No había baldes, pero cortábamos un tronco
joven de palo borracho para preparar un uten-
silio con la función de un balde”. Recuerdan si-
milarmente: “No teníamos mantas, usábamos la
piel curtida del venado para taparnos.” Dicen,
sintéticamente: “No teníamos las cosas de hoy,
solamente aquello que encontrábamos y hacía-
mos nosotros mismos.”
Lo que empobrece no es el uso de las cosas
nuevas, sino el desequilibrio y la inequidad a que
lleva su adquisición. Los procesos de empobreci-
miento, tan propios de los Estados internamente
colonialistas, tan vigentes hasta hoy, ya eran co-
nocidos desde la misma instalación de la colonia.
El padre Juan de Viana, al principio del siglo
XVII, refiriéndose a los indígenas, ya hacía ver
la triste transformación económica que había
traído la colonia:
15
No como y doy de comer,/ no visto y doy de vestir,
soy libre y he de servir,/ esto cómo puede ser.
En el siglo XVIII ya se conocían muy bien.
El señor don Juan de Robles,
con caridad sin igual,
fundó este santo hospital,
pero antes hizo los pobres.
De ahí deriva la diversa concepción del es-
tado de pobreza y cómo salir de ella. El rico, el
que tiene cosas, puede incluso sentirse motiva-
do a ayudar dando cosas, de arriba hacia abajo;
el indígena –pero esto vale para cualquiera que
es tenido por pobre, campesino, morador en los
bañados de Asunción o en las periferias de las
ciudades– pide que le devuelvan la dignidad de
ayudarse a sí mismo y poder ayudar a su próji-
mo. Son los pobres los que hoy por hoy susten-
tan las arcas del Estado con sus aportes y sus
obligadas renuncias a lo que se les debe.
Cómo salir de la ‘mala’ pobreza: Proceso y
causas de la pobreza
Los caminos que llevan a la pobreza están
tan trillados y son tan repetitivos que no son di-
fíciles de describir.
Los pobres, como en la antigüedad colonial,
se siguen produciendo mediante una cadena que
se puede calificar de industrial. Las máquinas de
ese montaje han sido mejoradas y se han vuelto
más rápidas y son más implacables y efectivas.
Las principales causas que han llevado a pue-
blos indígenas y sociedades campesinas a acele-
rar el descenso a la pobreza –que se han dado y
dan en el Paraguay– son las siguientes:
-- La falta de acceso a las tierras, aguas y recur-
sos naturales tradicionales.
-- Proyectos de desarrollo impuestos como de-
forestación, minería, perforación y represas.
-- Contaminación del medioambiente.
-- “Tratados de Libre Comercio” e importación
de alimentos.
16
-- La introducción de alimentos y semillas
transgénicos.
-- Métodos de agricultura industrial a gran es-
cala.
-- Pérdida del idioma, las prácticas culturales y
formas de transmitir el conocimiento tradi-
cional a las nuevas generaciones.
Aunque puede parecer irrelevante el último
elemento, esto es, el idioma y práctica cultural,
este ha sido decisivo en el proceso paraguayo de
empobrecimiento; maltratada y atropellada de
diversas formas la lengua guaraní, especialmen-
te a través de la escuela, la cultura se ha derrum-
bado y está con poca capacidad de recuperación.
En los nuevos rumbos del Paraguay contra
la pobreza ninguno de ellos representa una co-
rrección seria a esta maquinaria de pobreza. Los
ingenieros de la pobreza cero no pueden desco-
nocer estos mecanismos. Ignorar y, peor, mentir
sobre ellos es empobrecer más. Programar una
pobreza apenas aceptable, que deja sin tocar los
mecanismos masivos de producción de pobres,
orilla el crimen.
“Pienso que el llamado liberalismo salvaje
convierte a los fuertes en más fuertes y a los dé-
biles en más débiles y a los excluidos en más
excluidos. Se necesitan gran libertad, ninguna
discriminación, no demagogia y mucho amor.
Se necesitan normas de comportamiento y tam-
bién, si fuese necesario, la intervención directa
del Estado para corregir las desigualdades más
intolerables”. Papa Francisco en entrevista con
Eugenio Scalfari, director del diario de Roma,
La Repubblica, 1 de octubre de 2013.
 actualidad

EL GRAN DESAFÍO PARA LA ECONOMÍA

PARAGUAYA

¿Habrá un nuevo
rumbo para pasar
del trabajo precario
al trabajo decente?
Raúl Monte Domecq*

La economía paraguaya en los últimos años

viene registrando altas tasas de crecimiento del
PIB, que oscilan entre el 4 y 5%, llegando a un
récord en el año 2010 del 14% con relación a
los países de la región y proyectando un porcen-
taje de dos dígitos para el presente año 2013,
experimentando también récord en la exporta-
ción de soja y carne, situando al Paraguay entre
los países más importantes del ranking mundial
de exportadores de ambos rubros, productor de
energía limpia y renovable, el auge en las acti-
vidades de la construcción, récord en las utilida-
des del sector financiero y comunicaciones, en-
tre otros indicadores de expansión económica.
Al comparar esta importante generación
de riqueza con el empleo y sus indicadores, se
puede percibir la coexistencia de un importan-
te crecimiento económico, con bajo desempleo
abierto y al mismo tiempo una elevada precarie-
dad laboral, persistencia de la pobreza extrema
como producto de la desigualdad.
© Marta Careño Guerra - Manos Unidas

* Economista. Ex representante del Ministerio de Hacienda

ante la Mesa de diálogo Tripartido: Empresarios, Trabajadores y
Gobierno (2008-2012). Ex asesor económico de organizaciones
sindicales ante el Consejo Nacional de Salarios Mínimos.

Nº 339 - Octubre 2013 17

 Producto Interno Bruto ¿Qué es el trabajo precario?
En niveles y crecimiento real
Para buscar algunas respuestas al interrogan-
M. mill. G. % te planteado, se recurren a algunos indicadores
28.000
26.117
18,0
16,0
del mercado laboral paraguayo, con base en
la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), de
26.000
14,0
24.000
la Dirección General de Estadística, Encuestas y
10,5 12,0
22.000 10,0

Censos (DGEEC) para el año 2011.

20.000 8,0
6,0
18.000
4,0
La tasa de ocupación es alta, 94,4% de la
16.000 2,0
14.000 0,0
12.000 -2,0
-4,0
fuerza laboral, y el desempleo abierto es bajo:
5,6%. Esto está corroborando la validez del in-
10.000 -6,0
2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013 terrogante señalado precedentemente, ya que

PIB % escala derecha aparentemente existe un elevadísimo nivel de
PIB en niveles escala izquierda ocupación de la mano de obra en una economía
Fuente: Banco Central del Paraguay en franca expansión en su crecimiento, que vie-
ne generando una importante riqueza en los úl-
Esta situación es contradictoria, porque si timos años.
existe un constante crecimiento económico La tasa de desempleo abierto –que incluye a
con bajo desempleo abierto, es de esperar que las personas que no trabajan, que desean hacerlo
el mercado laboral apunte hacia un proceso de y están buscando trabajo– es baja y presenta una
ocupación plena, con trabajo de calidad y bien tendencia constante en los últimos cinco años.
remunerado; y como consecuencia lógica la re- En la práctica no fue afectada por el crecimien-
ducción de la pobreza y sobre todo de la pobreza to económico que la economía registró en estos
extrema, apuntando hacia el bienestar y felici- años.
dad de la población paraguaya.
No obstante el bajo nivel de desempleo
Sin embargo, al observar las evidencias que abierto (5,6%) y la alta “ocupación” del 94,4%,
ofrecen los indicadores oficiales de empleo en señalada precedentemente, se puede deducir que
los últimos años, se verifica que la pobreza sigue el gran drama del mercado laboral paraguayo es
siendo elevada, la pobreza extrema no disminu- la subocupación, lo cual remite a reflexionar so-
yó y se mantiene en el mismo nivel, la informa- bre la calidad de lo que se denomina Población
lidad laboral es muy grande y el trabajo precario Ocupada. La comprensión de este punto puede
es la principal característica, con el agravante de contribuir a encontrar elementos para responder
ser persistente en las últimas décadas. al interrogante central de esta reflexión, tal como
Sin agregar otros elementos imprescindibles se puede apreciar seguidamente. Subocupación
para el análisis, como por ejemplo la inequidad significa que está por debajo de la ocupación,
tributaria, la desigualdad en la distribución de pero al mismo tiempo no es desocupación.
la renta y en el acceso a la tierra, la calidad del La población subocupada representa el
gasto público, la corrupción y baja calidad de la 22,0% del total de la PEA, registrando un leve
Justicia, se puede afirmar que esta situación, en descenso con relación al año 2010. Su composi-
el mediano plazo, puede generar serios riesgos ción incluye dos grupos: el subempleo visible,
sobre la sustentabilidad de la economía y del que representa el 5,1% con respecto a la PEA, y
mismo sistema democrático paraguayo. el subempleo invisible, que representa el 16,9%
Por lo tanto, para avanzar en esta reflexión, de la PEA.
cabe preguntarse: ¿por qué existe este divorcio Según el tamaño de la empresa, el 62,8% de
entre el crecimiento de la economía y la baja los trabajadores son independientes o pertene-
calidad del trabajo? Algo anda mal porque esto cen a empresas que no tienen más de 5 emplea-
no es lógico. dos. Es decir, las empresas medianas y grandes

18

tienen baja participación en la generación de
fuentes de trabajo.
Los empleados y obreros del sector privado
representan el 36,3% de la Población Económi-
camente Activa Ocupada (PEAO) y los emplea-
dos y obreros del sector público el 9,8%.
Las ocupaciones no dependientes como tra-
bajador por cuenta propia, trabajador familiar
no remunerado y empleador o patrón, suman el
47,3%, con lo cual se estima que 5 de cada 10
ocupados generan ingresos a través de la venta
directa de bienes y servicios.
La economía se divide en tres grandes sec-
tores, que hacen referencia al tipo de actividad
y formas de utilizar los recursos de que dispone
el país: el sector primario está basado esencial-
mente en los recursos naturales como la tierra,
el clima, el agua, etc. El sector secundario es el
conjunto de actividades que transforman la mate-
ria prima e insumos y le otorgan valor agregado,
como las industrias, manufacturas, construcción
y otros. El sector terciario son las actividades de
servicios (agua, electricidad), comercio, turismo,
servicios personales y comunales.
La distribución de la PEAO por sectores
económicos ofrece interesantes evidencias so-
bre el interrogante planteado al inicio, entre las
que cabe señalar: i) en la generación de fuentes
de trabajo, la economía paraguaya es predomi-
nantemente terciaria con una participación del
56,3% de la PEAO. El sector secundario tiene
el menor peso, con 17%, y en este nivel se en-
cuentra estancado en las últimas décadas. Es de-
cir, el Paraguay no es un país con elevado nivel
de industrialización. Es justamente en este sec-
tor donde se pueden generar empleos de mayor
calidad y mejor remunerado. El sector primario
tiene una baja contribución en la generación de
empleo de solo el 26,4%, considerando que es
el motor del crecimiento de la economía con la
soja, otros granos y la ganadería, actividades
que se caracterizan por el uso extensivo e inten-
sivo de los recursos naturales, especialmente de
la tierra, producen pasivos socioambientales y
baja generación de empleos directos.
Nº 339 - Octubre 2013
actualidad
Conceptos
El subempleo se puede caracterizar como
el conjunto de tipos de empleos precarios, es-
trategias de sobrevivencia, donde no se cum-
plen las leyes laborables y la violación de los
derechos humanos es la constante.
A continuación se presentan las definicio-
nes de estas categorías, según los “Principales
Indicadores de Empleo e Ingresos” de la EPH
2011 de la DGEEC.
Dentro de la ocupación hay una situación
especial que es el subempleo; según las reco-
mendaciones de la OIT, existe cuando la situa-
ción de empleo de una persona es inadecuada
con respecto a determinadas normas, como el
volumen en empleo (subempleo visible) o el
nivel de ingreso (subempleo invisible).
Subocupación visible: Se refiere a las per-
sonas ocupadas que trabajan menos de un
total de 30 horas por semana en su ocupación
principal y en sus otras ocupaciones (si las tie-
ne), que desean trabajar más horas por semana
y están disponibles para hacerlo.
Subocupación invisible: Se refiere a las
personas ocupadas que trabajan un total de 30
horas o más por semana en su ocupación prin-
cipal y en sus otras ocupaciones (si las tiene)
y su ingreso mensual es inferior a un mínimo
legal establecido en el período de referencia.
Desempleo Abierto: Está conformado por
aquellas personas de la fuerza de trabajo que
estaban sin trabajo en los últimos 7 días, que
están disponibles para trabajar de inmediato
y que habían tomado medidas concretas du-
rante los últimos 7 días, para buscar un empleo
asalariado o un empleo independiente. Se in-
cluyen también en esta categoría a las perso-
nas que no buscaron activamente trabajo en
los últimos 7 días por razones de enfermedad,
mal tiempo o esperando noticias.
19
 La participación de los trabajadores asalaria-
dos que aportan a un sistema de jubilación es
baja, registra una moderada tendencia creciente
en los últimos cinco años: al pasar de 34% en
2007 a 39% en 2011. Este es uno de los compo-
nentes importantes del empleo decente y de la
seguridad laboral.
Otro aspecto importante sobre la calidad del
empleo es el porcentaje de la población ocupada
asalariada (excluyendo a los empleados domés-
ticos) con relación a su situación de contrato
laboral, tanto temporal como indefinido. Las
personas que poseen contrato de trabajo llegan a
un poco más de mitad de este grupo, el 56,6%, y
el resto, 43,4%, trabaja sin contrato. En el caso
de las trabajadoras mujeres, el 71% poseen con-
tratos y los varones el 49.8%.
Por el lado de la vigencia del salario mínimo
legal (SML) en la Población Ocupada Asalaria-
da –sin emitir juicio si es adecuado o no para un
nivel de Trabajo Decente–, la EPH (2011) es-
tima que el 54,2% de los trabajadores asalaria-
dos perciben ingresos equivalentes a uno o más
SML y el 45,8% restante, ingresos inferiores a
un SML. Haciendo una comparación entre los
trabajadores asalariados de los sectores públicos
y privados, se observa que la vigencia de uno o
más SML es mayor en el sector publico, 81,3%
del total, en comparación al sector privado, con
solo 46,9%. Es decir, en el sector privado más de
la mitad de los trabajadores asalariados perciben
por debajo del SML, lo cual indica que en el sec-
tor privado se incumple en mayor medida con el
derecho a percibir el SML.
El trabajo precario llega al 81% de la
fuerza laboral paraguaya
Una importante contribución fue realizada
por el PNUD y la OIT a través del “Informe
Nacional sobre Desarrollo Humano Paraguay
2013”. Presenta, entre otros aspectos, una esti-
mación de la informalidad en el mercado labo-
ral paraguayo, con base en las cifras de la EPH
del año 2011. El empleo informal representa el
81,3% de la población ocupada de 15 y más años
de edad y que representa a 2.370.677 personas,
20
del cual se da el 62,9% en el sector informal y el
21,3% es el empleo informal fuera del sector in-
formal. Esto último supone que 620.386 perso-
nas tienen trabajos con características informa-
les en el sector formal del mercado de trabajo.
El empleo informal es más alto en el sector rural
que en el urbano. En cuanto a género, se registra
una leve mayor informalidad en los hombres.
Si esta estimación se acerca a la realidad,
estamos en presencia de un grave problema que
torna inviable cualquier proyecto de desarrollo
y es un obstáculo al fortalecimiento de la de-
mocracia: 81% de informalidad laboral no es
aceptable.
La informalidad laboral que aquí se presen-
ta es mucho mayor al subempleo y desempleo
comentado anteriormente sobre los resultados
de la EPH de la DGEEC año 2011, y ello deno-
ta que este es un drama mucho mayor a lo que
acostumbramos a describir y calificar.
¿Qué es el Trabajo Decente?
Para buscar una mejor comprensión de este
interrogante, se recurre a los conceptos de Tra-
bajo Decente, definido por la OIT, y Desarrollo
Humano, definido por el PNUD, lo que permite
pasar del enfoque economicista del crecimiento
económico (PIB) al de desarrollo centrado en
las personas.
El Trabajo Decente está definido por la Ofici-
na Internacional del Trabajo (OIT) como el tra-
bajo productivo para los hombres y las mujeres
en condiciones de libertad, equidad, seguridad
y dignidad humana. Esto supone: “que unos y
otros tengan oportunidades para realizar una
actividad productiva que aporte un ingreso jus-
to, seguridad en el lugar de trabajo y protección
social para los trabajadores y sus familias, que
ofrezca mejores perspectivas de desarrollo per-
sonal y favorezca la integración social; que dé
libertad a las personas para manifestar sus in-
quietudes, organizarse y participar en las deci-
siones que inciden en su vida; y que garantice la
igualdad de oportunidades y de trato para todos”
(OIT, 2008).
 actualidad

El concepto del Trabajo Decente abarca cua-
tro objetivos estratégicos:
• el cumplimiento de los principios funda-
mentales de los derechos laborales y las
normas internacionales de trabajo;
• la creación de oportunidades de empleo
y de generar ingresos;
• el acceso a la protección social; y
Finalmente, como no se pretende dar nin-
guna receta acerca de posibles soluciones, sino
más bien contribuir aportando elementos de jui-
cio para que entre todos, en forma participativa,
se diseñe la implementación del nuevo rumbo
en materia laboral que necesita el país, se co-
locan, como ejemplos, los siguientes cinco desa-
fíos a los tomadores de decisión en las políticas
públicas:

• el seguro social, el diálogo social y el tri- • ¿Qué y cómo hacer para equiparar el creci-
partismo. miento económico con el aumento del Traba-
jo Decente en la economía paraguaya?
Estos objetivos deben existir para todos los
trabajadores, tanto hombres como mujeres, en • ¿Cómo cumplirá el Ministerio de Justicia y
la economía formal e informal, en el empleo Trabajo su rol de garante de la vigencia de
asalariado o trabajando por cuenta propia, en los derechos humanos y en especial de los
las urbes y en el campo, en la producción agrí- derechos laborales en el Paraguay?
cola o en las fábricas, en su hogar o en la comu- • ¿La sociedad paraguaya podrá percibir los
nidad (OIT, 2007). impactos favorables de los buenos resultados
El PNUD define al Desarrollo Humano de las mesas de diálogo tripartita, entre em-
como el proceso de expansión de las libertades presa privada, trabajadores y gobierno?
de las que goza la gente; abarca dos elementos • ¿Qué medidas implementará el Gobierno
básicos: a) la formación de capacidades huma- para reconstruir la CONFIANZA entre el ca-
nas, como salud y mejores conocimientos y ha- pital y el trabajo, como actores del desarrollo
bilidades; y b) el uso de sus capacidades adqui- sustentable en el corto y largo plazos?
ridas por la gente para actividades productivas,
• ¿Cuáles son los aportes en propuestas y ac-
para el ocio y para participar en actividades so-
ciones de los partidos políticos, en especial
ciales, culturales o políticas. De acuerdo a este
los que reciben subsidios del Estado, para
concepto del Desarrollo Humano, el ingreso es
formalizar la economía y tender hacia la ge-
solamente una dimensión que describe o delimi-
neralización del empleo decente?
ta el bienestar o el desarrollo. El ingreso puede
servir para acceder a capacidades y ejercer li-
bertades, pero no es el fin en sí del desarrollo. El
desarrollo debe ser más que la expansión de in-
gresos y activos; su enfoque central es la gente.
El concepto del Trabajo Decente está funda-
mentalmente asociado con el Desarrollo Huma-
no a través de la expansión de las libertades. La
idea central del enfoque del Desarrollo Humano
es: los arreglos sociales, económicos y políticos
deben buscar ampliar las capacidades individua-
les y la libertad de lograr una vida que el indi-
viduo valore. Como consecuencia, una prueba
esencial del progreso, el desarrollo o la reduc-
ción de pobreza es que –en efecto– la gente ha
logrado mayores libertades.

Nº 339 - Octubre 2013 21


¿Felices los pobres?
José L. Caravias, sj
Parece que no. Los pobres sufren hambre,
marginación, humillaciones… No pueden estu-
diar lo que desean, tienen muy poca cobertura
de salud, sus viviendas no son dignas, sus ropas
insuficientes… Los complejos de inferioridad e
inutilidad corroen muchas veces sus entrañas…
Esto no es felicidad.
Entonces, ¿qué quiso decir Jesús? ¿Podrían
ser sus palabras opio del pueblo? Parece que lle-
van a una resignación fatalista. De hecho, mucha
gente acepta pasivamente su “destino” de pobre-
za extrema como voluntad de Dios. Piensan que
no hay más que aguantar y quizás esperar una
mejor suerte en la “otra vida”.
Las llamadas bienaventuranzas de Jesús han
sido probablemente el pasaje bíblico más mani-
pulado de la historia. Durante mis estudios de
Teología en Granada vivíamos varios compa-
ñeros en un barrio “provisorio” de gitanos. Hi-
cimos una propaganda para aliviar su pobreza
extrema. Y el párroco de la zona nos amones-
tó seriamente porque decía que los pobres son
bienaventurados y no teníamos derecho a sacar-
los de su pobreza, tan bendecida por Dios… ¡Él,
en cambio, vivía muy bien!
En el tiempo de Jesús los pobres se sentían
absolutamente despreciados. Su pobreza era mi-
rada como castigo de Dios. ¿Por qué, entonces,
Jesús los llama dichosos?
La primera cuestión sería definir qué enten-
demos en las bienaventuranzas por la palabra
“pobre” traducida a nuestro idioma. En hebreo
el concepto “pobre” es muy amplio y se usan
palabras distintas para distinguir los diversos
grados de pobreza.
Jesús se refiere a los indigentes, los que pa-
san hambre y tienen sed de justicia, pero no son
felices porque Dios quiere que vivan así y lo
aceptan con resignación, sino todo lo contrario.
Son felices al enterarse de que su miseria no es
22
castigo de Dios. Lo que Papá Dios quiere es pre-
cisamente que salgan de su miseria y se dignifi-
quen como personas: “Serán saciados… Alcan-
zarán misericordia… Serán hijos de Dios…”.
Siglos antes de Jesús, el libro del Deutero-
nomio le había aclarado a su Pueblo que no de-
bía haber indigentes en medio de ellos cuando
el país viviera en prosperidad (Deut 15,4). Pero
con una visión muy realista afirma que, como de
hecho hay gente que pasa necesidad, en contra
de la voluntad de Dios, los creyentes deben ser
generosos con ellos, especialmente perdonando
las deudas, causas frecuentes de pobreza (Deut
15, 1s). El texto insiste en que todos sean gene-
rosos con los indigentes de modo que puedan
resolver sus problemas. “Si se encuentra algún
pobre entre tus hermanos… no endurezcas el co-
razón ni le cierres tu mano, sino ábrela y présta-
le todo lo que necesita” (Dt 15, 7s). “Cuando le
des algo, se lo has de dar de buena gana, porque
por esto te bendecirá Yavé, tu Dios, en todas tus
obras y empresas. Ciertamente que nunca falta-
rán pobres en este país, por esto te doy yo este
mandato: debes abrir tu mano a tu hermano, a
aquel de los tuyos que es indigente y pobre en tu
tierra” (Dt 15, 10s). En varios libros bíblicos se
dan una serie de normas estructurales para que
nadie quedara sin tierra donde vivir, ni ahorcado
por un préstamo. Son muchas las citas que se
podrían aportar en este sentido.
Cuando Jesús dijo en la cena de Betania que
“a los pobres los tienen siempre con ustedes”
(Jn 12,8), no quiso decir, de acuerdo con la tra-
dición, que así debe ser, sino que a causa de la
maldad humana siempre hay gente en la miseria
a la que tenemos la obligación de ayudar eficaz-
mente a salir de su miseria. El Deuteronomio no
ordena limosnerismo, sino soluciones de fondo.
Y Jesús coloca la ayuda al hambriento, al enfer-
mo, al inmigrante, al desnudo, al preso, como el
centro de la actividad de sus seguidores. Él mis-
mo se coloca en ese centro: “A mí me ayudan…
A mí dejan de ayudarme…”. Por eso condena
severamente a los que no atienden las necesida-
des básicas de la humanidad (Mt 25, 31-46).

No, las bienaventuranzas no son una justifi-
cación del hambre, la miseria y la marginación
de ningún ser humano. Todo lo contrario.
No todos los pobres son felices. El pobre re-
signado, sin ideales, se hunde, amargado, cada
vez más en su miseria. El pobre con ambición
de acaparar, con ansias de lujos, siempre que-
da frustrado, esclavo servil de los que pretende
emular. El pobre bandido, engañando, robando,
abusando de sus hermanos, no alcanza sino jiro-
nes de felicidad, que se le escapan enseguida de
sus manos.
Pero hay muchos pobres profundamente
humanos, llenos de cualidades. Jesús admira
las bondades y la generosidad de mucha gente
pobre. Su capacidad heroica de solidaridad. Su
aguante y su buen humor. Sus luchas por sobre-
vivir con dignidad.
Para Jesús son felices los pobres con Espí-
ritu, que tienen hambre y sed de Justicia, o sea,
que desean y buscan ardientemente se cumpla el
hermoso proyecto de Dios sobre la humanidad,
sufren porque estamos lejos de vivir ese proyec-
to, pero se comprometen en serio por construir-
lo, sin violencias, plenamente solidarios, con
corazón limpio, construyendo así la verdadera
Paz, fruto de la Justicia. Su sello de autenticidad
es la persecución de los poderosos.
Jesús mismo es la figura clave del pobre fe-
liz. En las bienaventuranzas describe sus propias
actitudes vitales. Él las vive, y nos invita a vivir-
las nosotros también.
La atención a las necesidades vitales del
prójimo es, según Jesús, el factor decisivo para
nuestro futuro, en esta vida y en el más allá (Mt
25,31-46). Tanto es así que el rico Epulón es
condenado porque ni siquiera se preocupó de
enterarse de la presencia hambrienta delante de
su puerta del pobre Lázaro (Lc 16,19-31). Por
ello malamente se puede traer a colación la frase
de Jesús sobre los pobres para desentenderse de
ellos y justificar su existencia.
Los primeros cristianos, siguiendo las hue-
llas de Jesús, llegaron a poner en práctica el
ideal proclamado muchos años antes en el Deu-
Nº 339 - Octubre 2013
actualidad
teronomio y actualizado por Jesús. Se repartían
ellos los bienes “de acuerdo a lo que cada uno
de ellos necesitaba” (Hch 2,45), de forma que
llegó un momento en el que ya “no había entre
ellos ningún necesitado” (Hch 4,34).
Pablo aclara a los corintios, a los que pide
ayuda para los pobres de Jerusalén, que “no se
trata de que otros tengan comodidad y ustedes
sufran escasez, sino de buscar una cierta igual-
dad” (2 Cor 8,13).
Hambrientos, pues, desgraciadamente, siem-
pre habrá en este mundo egoísta, pero esa no es
la voluntad de Dios, sino una consecuencia ho-
rrenda del egoísmo humano. Puesto que siem-
pre hay que luchar contra el pecado, hemos de
luchar también contra las consecuencias del pe-
cado, y una de ellas es la miseria en la que viven
muchos hermanos nuestros, hijos todos del mis-
mo Padre Dios. El hambre de más de mil millo-
nes de seres humanos es el pecado fundamental
de nuestro tiempo.
La realidad actual no es el ideal, sino un pun-
to de partida en camino hacia el ideal: la cons-
trucción de una auténtica fraternidad. Los bienes
de Dios han de llegar a todos sus hijos. Y ese re-
parto es tarea de todos... Dios ha puesto la histo-
ria en nuestras manos para que construyamos un
mundo justo. Por eso hemos de analizar con res-
ponsabilidad las causas de la pobreza y buscar
los medios eficaces para combatirla y superarla.
En este compromiso activo y sufriente de los
de abajo por construir un mundo nuevo se encie-
rra la verdadera felicidad. Ellos son los verda-
deros hijos de Dios, constructores de su Reino.
Jesús viene desde abajo, y de esa fe es posible
construir un mundo nuevo.
23
Un análisis
multicausal de
los factores que
generan la pobreza
en el Paraguay
José Galeano Monti*

En abril de 2013 se realizaron las elecciones

presidenciales del Paraguay. Tema tratado casi
obligadamente tanto en los debates entre los
candidatos presidenciables como en las entre-
vistas individuales a los mismos, giró en torno
a la interrogante de ¿cuál será la estrategia de su
gobierno para reducir la pobreza?, y la respuesta
de prácticamente todos los candidatos fue el de
generar más empleo y con mejores condiciones,
ya que –todos afirmaron– se debe cambiar la si-
tuación actual en el que (palabras más, palabras
menos) el 35% de los paraguayos y paraguayas
se encuentren o bien en la pobreza1 o en situa-
ción de desempleo.
Que esta monotemática idea y poco original
estrategia se reproduzca no es casual, ya que en
los últimos años se instaló en la agenda pública
–y en la de los medios de prensa– el factor de la
pobreza como tema central que en alguna medi-
da se constituye en el termómetro para medir la
realidad socio-económica paraguaya.
Consideramos oportuno enriquecer y profun-
dizar el análisis simplista que para solucionar la
pobreza se deben generar fuentes de empleo de
manera a aumentar la renta o los ingresos de
las personas. Entendemos que además del fac-
tor económico existen otros factores que gene-
ran y hacen pobres a las personas. Por eso, en
*Sociólogo. Máster en Servicios Públicos y Políticas Sociales de
la Universidad de Salamanca.
el presente trabajo se analizan los factores que
generan la situación de pobreza, con la intención
de conocer el perfil de las personas pobres y vi-
sibilizar las causas que condicionan la pobreza,
para así contribuir en el diseño de las políticas
públicas. Trataremos de responder a la pregunta
¿cuáles son los factores que generan la pobreza
en los paraguayos y las paraguayas?
Este tipo de análisis resulta importante en el
contexto actual y en el que los gobiernos siguen
insistiendo con propuestas que tienen enfoques
más economicistas que sociales, e insisten úni-
camente en la generación de empleo para sacar
a las personas de la pobreza, o bien proponen
que el crecimiento del Producto Interno Bruto
decantará en alguna manera en las personas más
pobres.
La pobreza como fenómeno
multifactorial
Nos interesa conocer cuáles son los factores
que se encuentran asociados y ocasionan la po-

24

www.senasa.gov.py
breza de las personas. Para esto revisamos au-
tores que trabajan la temática de la pobreza, y
pudimos observar que existe un consenso que
las causas que ocasionan o generan la pobreza
son muchas.
Arriagada establece los distintos factores
que pueden influir para que las personas sean
pobres, e integra a éstos en tres dimensiones: la
dimensión sectorial, los factores adscritos y la
dimensión territorial (Arriagada, 2003:3-4).
• Dimensión sectorial: incluye las deficiencias
de acceso a la educación, el empleo, la aten-
ción sanitaria, los ingresos escasos, la exclu-
sión laboral, y las condiciones de vivienda
precarias.
• Factores adscritos: factores adquiridos por
nacimiento como el género, la raza, la etnia,
y también se considera la edad y el ciclo de
vida de las personas.
• Dimensiones territoriales: existen sectores
más propensos a ser pobres de acuerdo a sus
condiciones estructurales y territoriales.
Nº 339 - Octubre 2013
actualidad
Fogel relaciona a la pobreza con las “caren-
cias relativas a atención a la salud, de ingresos,
de calidad y espacio de la vivienda, carencias
sanitarias, NBI [necesidades básicas insatis-
fechas], rezago educativo, carencia de bienes
durables”. (Fogel; 2002: 26). Para el autor, la
pobreza tiene carácter multifactorial y la mis-
ma “no alude solo a falta de ingreso, en tanto el
bienestar percibido como multidimensional con
contenidos materiales y sicológicos” (Ibíd.: 27).
La Unidad Técnica del Gabinete Social, ins-
titución encargada de la administración de los
programas sociales del Paraguay, en el sistema
de protección social Sâso Pyahu (del año 2012)
establece que la pobreza “tiene múltiples dimen-
siones y causas, por lo tanto su abordaje debe
ser multidimensional y multicausal, consideran-
do todos los factores que inciden en su origen y
persistencia” (Unidad Técnica; 2012).
Los datos en el Paraguay
Las bases de datos de las Encuestas Per-
manentes de Hogares, desarrolladas por la Di-
rección General de Estadísticas, Encuestas y
Censos del Paraguay, integran cientos de indi-
cadores y variables que pueden ser relaciona-
dos de manera a entender el impacto que tienen
ciertos factores en algunos aspectos sociales y
económicos.
En nuestro caso nos preguntamos, en la se-
gunda década del siglo XXI en el Paraguay, cuá-
les son los factores que afectan a que una persona
sea pobre. Por eso, a la luz de las definiciones
anteriores, seleccionamos los siguientes factores
de la Encuesta Permanente de Hogares del 2011:
años de estudio (desde tener la primaria completa
hasta tener estudios de postgrados), la edad (ser
un joven de 16 años, un adulto de 35 años, etc.),
el sexo (ser hombre o mujer), el área de residen-
cia (vivir en un área urbana o bien en un área ru-
ral), el idioma que habla la mayor parte del tiem-
po (hablar guaraní, hablar guaraní y castellano, o
hablar solo el castellano), el estado civil (vivir en
pareja, ser solteros, o estar separados).
En palabras un tanto más técnicas podríamos
decir que la variable dependiente de nuestro es-
25
tudio es la pobreza, y que las variables indepen-
dientes son los años de estudio, la edad, el sexo,
el área de residencia, el idioma y el estado civil.
De esta manera y a través de unos cálculos esta-
dísticos2 queremos explicar en qué medida influ-
yen estos factores (estas variables independien-
tes) para que se genere la condición de pobreza
de los paraguayos y las paraguayas.
A continuación damos a conocer los resulta-
dos obtenidos de este estudio estadístico, para
así poder explicarlos factores que generan la
pobreza en el Paraguay según correspondan a
una dimensión sectorial, a factores adscritos o a
dimensiones territoriales.
Dimensión sectorial: acceso en la
educación y a la atención sanitaria
El aspecto educativo es el que determina en
mayor medida el que una persona sea pobre o
no sea pobre. Las personas que tienen solamente
estudios primarios3 (6 años) tienen hasta 18 ve-
ces más de probabilidades de ser pobres que las
personas que tienen más de 16 años de estudios;
y las personas que tienen estudios secundarios
(12 años) tienen 11 veces más de probabilidades
de ser pobres que aquellas con más de 16 años
de estudio.
Respecto a la disponibilidad de seguro médi-
co observamos que el hecho que las personas no
posean ningún tipo de seguro médico (público o
privado) representa un 62% más de probabilidad
para que los paraguayos y las paraguayas sean
pobres.
Factores adscritos: sexo, edad, idioma y
estado civil
El idioma que hablen las personas resulta ser
un factor también determinante en la generación
de la pobreza en el Paraguay, ya que aquellas
personas que hablan la mayor parte del tiempo
en la lengua nativa guaraní tienen el doble de
probabilidades (2 veces más) de ser pobres que
las personas que hablan solamente español.
El sexo no resulta ser un factor adscripto muy
importante para la generación de pobreza en Pa-
26
raguay, ya que las mujeres tienen solamente un
10% mayor de probabilidades de ser pobres con
respecto a los hombres.
La edad que tengan las personas influye tam-
bién en cierta medida para la generación de la
pobreza, ya que las personas que tienen entre 16
a 29 años tienen 1,5 más de probabilidades de
ser pobres, las personas que tienen entre 30 a
45 años tienen 1,4 más de probabilidades de ser
pobres, y las personas que tienen entre 46 a 65
años tienen un 13% mayor de probabilidades de
ser pobres con respecto a las personas que tienen
más de 66 años.
En relación al estado civil de las personas po-
demos observar que tanto las personas que tiene
una relación o bien sean solteras tienen 1,2 más
de probabilidades de ser pobres con respecto a
las personas separadas.
Dimensiones territoriales: área de
residencia
El hecho de pertenecer al área rural signifi-
ca un 39% mayor de probabilidad para que las
personas sean pobres en el Paraguay. De esta
manera sigue vigente la problemática rural y la
estigmatización de estos espacios como aque-
llos territorios más atrasados y en los cuales se
propicia la generación de la pobreza con mayor
fuerza que en los territorios urbanos.
Conclusiones
Tratamos de responder a la pregunta ¿cuáles
son las características que favorecen que una
persona sea pobre? A partir del análisis estadís-
tico podemos observar que las causas que ex-
plican la pobreza principalmente son factores
relacionados con aspectos de derechos político-
sociales y territoriales de la población.
El factor determinante de la pobreza en Pa-
raguay constituye los años de estudio que tienen
las personas, a los que se suman con menor in-
tensidad el idioma y el lugar de residencia de las
personas.
El perfil de la persona que tiene mayor proba-
bilidad de ser pobre en Paraguay se corresponde

con una que tiene pocos años de estudio, que no
posee un seguro médico (dimensión sectorial),
que vive en un área rural (dimensión territorial),
habla en idioma guaraní, que es mujer, con una
edad correspondiente a la joven y adulta, y que o
bien está soltero o cuenta con una pareja.
Identificamos que aquellas personas que in-
vierten más años de estudios obtienen una espe-
cie de protección para no ser pobres, o en senti-
do diferente aquellas personas que tienen pocos
años estudios tienen hasta 18 y 11 veces más de
probabilidades de ser pobres que aquellas perso-
nas que tienen más de 16 años de estudio.
Este aspecto no puede dejar de ser analizado
desde la óptica de la injusticia, ya que el poseer
mayores años de estudio o el ser un analfabeto
no puede ser responsabilidad de los individuos
sino de las prácticas gubernamentales del Para-
guay. La mayoría de las reivindicaciones que se
realizan desde distintos sectores sociales hacia el
Estado tienen como ejes prioritarios la exigencia
de la salud y la educación4. El Estado paraguayo
a lo largo de las últimas décadas brindó la salud
y educaciónde manera selectiva, por tanto injus-
ta, a través de prebendas, con fines electorales y
partidarios, estando de esta manera muy alejado
de brindar estos derechos políticos a toda la po-
blación.
Además el hecho de pertenecer al área rural
aumenta la probabilidad de ser pobres respecto
a aquellas personas que viven en áreas urbanas.
Esto se traduce en territorios que se encuentran
alejados de otras comunidades e incomunicados
con otras ciudades. En fin se trata de territorios
que se encuentran excluidos social, económica
y políticamente.
Analizados de manera conjunta y en líneas
generales esto nos indica que el Estado paragua-
yo tiene una gran responsabilidad en la genera-
ción de la pobreza al no garantizar los derechos
y servicios públicos de educación y salud, y al
existir diferencias estructurales en términos te-
rritoriales que provocan áreas más desarrolladas
que otras.
Los factores adscritos sin embargo son cua-
lidades que las personas adquieren por el hecho
Nº 339 - Octubre 2013
actualidad
de nacer y vivir de una manera, y que en el caso
de la pobreza no explica mucho, y por lo tanto
el Estado no tiene mucho que hacer al respecto.
El hecho que las personas no tengan la capa-
cidad de contar con los recursos necesarios para
satisfacer sus necesidades básicas de alimenta-
ción y de consumo en general de por sí en el
caso paraguayo se convierte en un círculo vicio-
so y contraproducente, ya que al no poseer los
recursos económicos por tanto tampoco pueden
acceder a la educación y a la salud, ni movili-
zarse a áreas más desarrolladas, con lo cual se
genera mayor probabilidad de continuar en la
pobreza y reproducir a nivel familiar la situación
de pobreza.
El Estado paraguayo es responsable de la si-
tuación actual de la precaria educación y la falta
de acceso a la salud, factores éstos que generan
la pobreza, y por tanto tiene la obligación de
revertir esta situación y mejorar los niveles de
acceso a estos derechos.
Bibliografía
Arriagada, Irma (2003): Dimensiones de la pobreza y políticas
desde una perspectiva de género, Santiago: CEPAL.
Dirección General de Estadísticas, Encuestas y Censos (2011):
Encuesta Permanente de Hogares 2011, San Lorenzo: DGEEC.
Fogel, Ramón (2002): Pobreza y exclusión social en Paraguay,
Asunción: Centro de Estudios Rurales Interdisciplinarios.
Unidad Técnica del Gabinete Social del Paraguay, (en línea).
www.gabinetesocial.gob.py, acceso 3 de mayo de 2013.
1 Para el año 2011, el 32,5% de la población paraguaya se en-
contraba en situación de pobreza absoluta(DGEEC, 2011).
2 Con el programa estadístico informático SPSS realizamos un
análisis de regresión logística binaria, en la que la variable
dependiente pobreza adquiere el valor de 0 para la pobla-
ción no pobre y el valor 1 para la población pobre. El mode-
lo utilizado es significativo con R2 de 0,23 y que predice el
22,5% de las personas pobres. Salvo un rango de edad (46 a
65 años) todos los indicadores son significativos al 99%.
3 Si bien hoy día en Paraguay los estudios primarios corres-
ponden hasta el 9º grado, se consideran como estudios pri-
marios hasta el 6º grado ya que muchas de las personas de
la muestra de esta encuesta se corresponden con el sistema
educativo anterior a la reforma educativa.
4 A modo de ilustración: para el año 2011 el 74% de la pobla-
ción paraguaya no tenía ningún tipo de seguro médico, y
solamente el 32,5% de la población paraguaya tenía más de
9 años de estudio (3,5% sin ninguna instrucción, 15% de 1 a
3 años de estudio, 36% de 4 a 6 años de estudio, y 13% de 7
a 9 años de estudio).
27
Un par
incompatible:
pobreza y derechos
humanos
Clyde Soto*
La pobreza y las violaciones a los derechos
humanos se retroalimentan. Son dos monstruos
que se sostienen mutuamente. Por una
parte, hay una pobreza que no existiría si no
sucedieran permanentes violaciones a los
derechos humanos y, por otra, cuando las
personas caen en la pobreza ven amenazados
–y posiblemente vulnerados– todos sus
derechos humanos.
Tan importante como reconocer los dere-
chos humanos y acordar cuáles son es identifi-
car aquellos factores que atentan en contra de
su realización, pues de no hacerlo simplemente
estos acuerdos serían palabras sin sustento en la
realidad. Y dichas incongruencias terminarían
por negar el valor de las palabras y los com-
promisos. Este artículo se referirá a la pobreza
como impedimento para la vigencia efectiva de
los derechos humanos, con la intención de mos-
trar la incompatibilidad entre la idea de estos
derechos y la realidad de la pobreza. Si nuestra
sociedad acordara que los derechos humanos
son irrenunciables como aspiración colectiva y
como atribuciones de cada ser humano, no de-
bería admitir que haya gente con hambre, que
mueran personas que no acceden a la salud, que
haya desnutrición infantil o que una gran can-
tidad de niñas y niños no terminen siquiera la
educación escolar básica, por citar sólo algunos
* Investigadora del Centro de Documentación y Estudios
(CDE), feminista y activista de derechos humanos.
28
de los síntomas más amargos de una sociedad
enferma de pobreza.
Cuando se habla de derechos humanos, si
bien hay discusiones profundas que brindan ri-
cos matices al concepto, hay un relativo consen-
so internacional en cuanto a qué estamos refi-
riéndonos. Los derechos humanos parten de una
idea fuerza: que todos los seres humanos tene-
mos atribuciones (potestades, libertades, capaci-
dades) que nos corresponden por el solo hecho
de ser personas. Puesto que nacemos iguales en
dignidad, poseemos por igual estos derechos a
lo largo del trayecto de nuestras vidas, que no
perdemos bajo ninguna circunstancia, y para
ello no se precisa de otro requisito o justifica-
ción que precisamente el hecho de caber en la
categoría de seres humanos. Esto, que parece
quizás tan sencillo, es un consenso relativamen-
te reciente para la humanidad, considerando el
largo plazo. Y aunque dicho consenso parezca
haberse extendido, el mundo todavía no funcio-
na de manera tal que la realidad se corresponda
con lo declarativo. Y es que a la declaración le
siguen numerosas explicitaciones acerca de qué
debe ser considerado como parte de los derechos

humanos y qué no, y sobre cómo se traduce esto
en la práctica.
Pero la cuestión es que, pese a los disensos,
hay acuerdos muy concretos en torno a los de-
rechos humanos, que figuran en instrumentos
internacionales, que son básicamente exposicio-
nes escritas acerca de cuáles son estos derechos,
y que se completan con interpretaciones sobre
cómo deben entenderse y aplicarse en el ámbito
de las normativas nacionales. La vigencia real
de los derechos humanos, finalmente, depende
de que los estados se apropien de estas decla-
raciones y las incorporen a su legislación y sus
políticas públicas, al tiempo que las personas se
consideren titulares de esos derechos y tengan
capacidad para exigirlos y demandar su pleno
respeto.
Se reconoce a los derechos humanos como
una idea en permanente evolución, traducida a
través de un conjunto de acuerdos, y se afirma su
progresividad como parte del pacto: una vez que
reconocemos los derechos, nos comprometemos
a no volver atrás. Es por ello que el campo de
trabajo de los derechos humanos constituye una
arena de debates cruzados por ideologías, cos-
Nº 339 - Octubre 2013
actualidad
movisiones, religiones, costumbres y también
intereses. Y también es por eso que los derechos
humanos constituyen un horizonte tan potente
para la humanidad: suponen un punto de en-
cuentro del cual nadie debe quedar afuera, unos
mínimos con vocación de aumento progresivo,
la posibilidad de poner la mirada sobre máximos
que quizás mañana puedan formar parte de los
acuerdos compartidos y ser reconocidos como
aquellos derechos que ya no deberían ser pues-
tos en duda, sino sobre todo garantizados, respe-
tados, protegidos y realizados.
A pesar del señalado consenso, claro que aún
hay quienes refutan la idea misma de los dere-
chos humanos; por ejemplo, con esa frecuente
afirmación de que las personas que delinquen no
merecerían gozar de ellos, o con frases de re-
miniscencias dictatoriales como “los derechos
humanos son para los humanos derechos”, que
todavía se escucha esgrimir a quienes pretenden
negar el carácter más básico y principal de estos
derechos: o son para todas las personas o no me-
recen llamarse derechos humanos.
En cambio, con la pobreza las cosas cambian
un poco. Posiblemente el único consenso am-
plio con respecto a ella sea que es indeseable.
La lucha contra la pobreza hoy forma parte de
cualquier programa de gobierno, hasta de los
más mediocres, y no encontraremos fácilmente
literatura que defienda la necesidad de que per-
sista la pobreza. Pero cuando se intenta pasar a
las definiciones y a su visualización a través de
indicadores que permitan usar un lenguaje co-
mún y establecer con una cierta claridad de qué
manera erradicarla –pues estamos casi de acuer-
do en que es indeseable–, empiezan las diferen-
cias, a veces irreconciliables.
Si básicamente la idea de pobreza apela a
la falta de acceso a recursos suficientes para el
desarrollo de la vida en condiciones dignas, las
cuestiones implícitas en esta definición –y sobre
las que no hay acuerdos tan explícitos como en
el caso de los derechos humanos– son múltiples.
Las líneas de ingresos mínimos para medir la
pobreza enfrentan muchas limitaciones, debidas
al contexto cultural, a las condiciones asociadas
al concepto de una vida digna, a las necesidades
29
específicas de las personas o a condiciones par-
ticulares –vinculadas a su vez a aspectos cultu-
rales y sociales–, como la autonomía para dispo-
ner efectivamente de los recursos. Igualmente,
los caminos o recetas que ayuden a superar o
erradicar la pobreza son diversos y, sobre todo,
frecuentemente son apenas paliativos para los
casos ubicados en el extremo, que son los que
en ocasiones conmueven de alguna manera el
conjunto social.
Un camino de doble vía
Sin embargo, aun con las diferencias señala-
das entre ambos conceptos, se reconoce que hay
una incompatibilidad básica entre pobreza y vi-
gencia de los derechos humanos. Se trata de un
camino de doble vía, pues la pobreza impide la
realización de los derechos humanos en prácti-
camente todos los planos que puedan ser imagi-
nados y –a su vez– la violación de los derechos
humanos deriva en pobreza.
Con un ejemplo se puede ilustrar estas afir-
maciones. Un derecho humano ampliamente re-
conocido es el derecho a la igualdad y a la no
discriminación. Esta es entendida, justamente,
como una acción u omisión que, partiendo de
alguna característica específica de determinados
seres humanos, impide el ejercicio de derechos
disponibles para el resto de las personas. En el
Paraguay el monolingüismo guaraní es sinó-
nimo de pobreza. Una persona que habla sólo
guaraní tendrá menores oportunidades que las
demás de acceder a la educación, o podrá hacer-
lo sólo hasta un punto limitado, lo que le restará
posibilidades de desempeñar trabajos califica-
dos y de mejor remuneración. Su acceso a es-
pacios de decisión política también será menor,
y todo su trato con el Estado se verá afectado
por este aspecto básico de su cultura e identidad,
que es la lengua. Todos los trámites ante el Es-
tado están pensados y escritos básicamente en
español, por lo que si se ve en problemas con la
justicia, el proceso será manejado y documen-
tado en la lengua dominante: esta persona ni si-
quiera podrá leer su expediente por sí misma,
y posiblemente no pueda responder fluidamente
ante los requerimientos que se le hagan, porque
30
serán dichos en español. Sus posibilidades de
acceso a cargos públicos de decisión también se
verán afectadas y, si eventualmente esta persona
que sólo habla en guaraní accede, su desempeño
se verá ensombrecido en comparación al de las
personas bilingües o monolingües en español.
Así, la discriminación al guaraní, heredera de un
largo coloniaje y tramo final del cuasi extermi-
nio del mundo indígena, derivará posiblemente
en pobreza y en limitaciones a otros derechos
considerados como derechos humanos.
La pobreza, entonces, pasará a ser considera-
da casi como un atributo naturalizado de las per-
sonas monolingües guaraní, aun cuando esta po-
breza derive precisamente de la discriminación
lingüística, naturalizada e invisible para la po-
blación. La persona que se expresa con dificul-
tades en español, por ser este idioma su segunda
lengua, será (es) estigmatizada como ignorante
o limitada. Las nuevas generaciones no desearán
repetir la historia y se irá perdiendo la riqueza de
tener dos lenguas, una de ellas resistente a la co-
lonización, si no se toman medidas para revertir
este largo proceso de exclusiones.
Y existen numerosos otros ejemplos sobre
cómo la discriminación está en el origen de la
pobreza. Cuando se niega el derecho a estudiar a
una niña embarazada, o cuando padres y madres
echan de sus casas a hijos o hijos por no acep-
tar su orientación sexual, cuando una empresa
obliga a las mujeres a hacerse test de embarazos
antes de contratarlas, y muchas otras situaciones
ampliamente repetidas y conocidas.
Además, la pobreza genera nuevas viola-
ciones a los derechos humanos en cadena, pues
limita las oportunidades de acceso a todos los
bienes materiales y simbólicos que circulan y
están disponibles en el sistema social. Y deja a
las personas en la indefensión ante toda agresión
o irrespeto a sus derechos que pueda provenir de
otras personas o de agentes del Estado. Basta re-
cordar el caso Curuguaty, con su perverso juicio
a campesinas y campesinos pobres, sin mayores
pruebas que haber estado en la ocupación de las
tierras de Marina Kue, donde todo el proceso
está dirigido a dejar en firme una sentencia que
tiene toda la apariencia de haber sido ya emitida.

Pero el patrón de discriminaciones que está
en el origen del problema pocas veces será re-
cordado, o se lo verá ya tan lejos y difuminado
que las medidas para el famoso “combate a la
pobreza” se limitarán a paliar sus efectos más
perversos y dramáticos, en los mejores casos,
sin actuar sobre la multiplicidad de situaciones
injustas que están en la raíz de la cuestión. Y si
bien las políticas y programas que actúan para
ofrecer a la población en extrema pobreza mí-
nimos monetarios pueden ser útiles, y hasta po-
drían brindar un piso por sobre el cual construir
otras opciones, lo cierto es que existen situacio-
nes destinadas a seguir produciendo pobres.
La pobreza deriva de violaciones a los dere-
chos humanos: de una desigualdad social y eco-
nómica injusta, que concentra dinero y acceso a
beneficios en pocas personas, restándolos a las
demás. Y, nuevamente, esto genera más viola-
ciones de derechos y más pobreza. Se trata de
un círculo vicioso, de hecho reconocido en los
Principios Rectores sobre la extrema pobreza y
los derechos humanos, aprobados por el Conse-
jo de Derechos Humanos de las Naciones Uni-
das en su 21º periodo de sesiones, en septiembre
de 2012.
Modelos de generación de pobreza
En la base de la pobreza existen además mo-
delos de relacionamiento humano y de configu-
ración de las sociedades, en todos los aspectos
de la vida. Un ejemplo: en el Paraguay la pobre-
za urbana deriva principalmente de un modelo
productivo extensivo e intensivo, principalmen-
te sojero, que expulsa a la población campesina
hacia las periferias de ciudades donde, perdidos
los modos de producción y trabajo tradicionales,
así como las referencias territoriales y culturales,
se debe sobrevivir por vía de trabajos informales
y precarios, al margen de un sistema de seguri-
dad social pensado bajo otras premisas, las del
trabajo remunerado en situación de dependen-
cia. Otro ejemplo, que es más bien una cadena
de pobreza: las mujeres que más se reproducen
son las que menos educación poseen, y es alta-
mente probable que el tiempo y esfuerzo que de-
ben dedicar a la crianza quite a muchas jóvenes
Nº 339 - Octubre 2013
actualidad
la posibilidad de seguir estudiando y, por tanto,
de mejorar sus condiciones de empleo. El traba-
jo doméstico remunerado se convierte en una de
las pocas salidas laborales para muchas mujeres
jóvenes, quienes dejan a sus propios hijos e hi-
jas al cuidado de otros parientes (otras mujeres)
para ir a trabajar. Pero se trata de un trabajo le-
galmente discriminado, donde por ley se le pa-
gará apenas el 40 por ciento del salario mínimo
vigente. Con ello, se asegura la reproducción de
la pobreza, porque, ¿quién podría vivir digna-
mente con ese mínimo dinero?
Se trata de trampas de pobreza, donde la agen-
cia individual se ve restringida por condiciones
que sólo por excepción pueden ser superadas. De
otra manera, no se explica que en el Paraguay
casi la mitad de la población esté ubicada en el
rango de la pobreza, sin movimientos relevan-
tes en las cifras, pese al crecimiento económico
notorio y señalado con orgullo por quienes se
han sucedido en el gobierno en los últimos años.
Estas trampas de pobreza no pueden ser desacti-
vadas tan solo con mayor inversión, más infraes-
tructura y más negocios: se precisa un cambio
de paradigma que recoloque las prioridades en
torno a objetivos de justicia social y a la gente,
con sus necesidades y derechos como centro.
Pero estos modelos no sólo generan pobreza,
y pobreza extrema, sino que además representan
privilegios para algunas personas y facilitan la
extrema riqueza de quienes se ubican en los es-
labones privilegiados del sistema. Un ejemplo
son los mínimos aportes impositivos que obli-
gan a los grandes productores agropecuarios, lo
que, sin dudas, hace más apetecible la dedica-
ción a este tipo de negocio, cuya generación de
dinero tiene escaso retorno para la sociedad en
su conjunto y alta rentabilidad para quienes po-
seen los medios de producción.
Si en el Paraguay se quiere trabajar seriamen-
te para erradicar la pobreza, es preciso que se re-
vise todo este sistema, a más de generar políticas
que atiendan de manera multidimensional tanto
las raíces como las manifestaciones finales de la
pobreza. Se trata de un imperativo vinculado in-
defectiblemente con los derechos humanos.
31
ENTREVISTA EXCLUSIVA AL PAPA
FRANCISCO*
“Busquemos ser una
Iglesia que encuentra
caminos nuevos”
Antonio Spadaro, sj**
“Tenemos que encontrar un nuevo equilibrio,
porque de otra manera el edificio moral de la
Iglesia corre peligro de caer como un castillo de
naipes, de perder la frescura y el perfume del
Evangelio. La propuesta evangélica debe ser
más sencilla, más profunda e irradiante”.
Hablar con el papa Francisco es una especie
de flujo volcánico de ideas que se engarzan unas
con otras. Incluso el acto de tomar apuntes me
produce la desagradable sensación de estar in-
terrumpiendo un diálogo espontáneo. Es obvio
que el papa Francisco está más acostumbrado a
la conversación que a la cátedra.
¿Quién es Jorge Mario Bergoglio?
Tengo una pregunta preparada, pero decido
no seguir el esquema prefijado y la formulo un
poco a quemarropa: “¿Quién es Jorge Mario
Bergoglio?”. Se me queda mirando en silencio.
Le pregunto si es lícito hacerle esta pregunta…
Hace un gesto de aceptación y me dice: “No sé
cuál puede ser la respuesta exacta… Yo soy un
pecador. Esta es la definición más exacta. Y no
se trata de un modo de hablar o un género litera-
rio. Soy un pecador”.
* La versión completa en #HablaFranciscoEtiquetas:papa fran-
ciscobergoglioantonio spadaroentrevistahablafrancisco
** Director de La Civiltà Cattolica.Traducción: Luis López-Yarto, sj
32
El Papa sigue reflexionando, concentrado,
como si no se hubiese esperado esta pregunta,
como si fuese necesario pensarla más. “Bueno,
quizá podría decir que soy despierto, que sé mo-
verme, pero que, al mismo tiempo, soy bastante
ingenuo. Pero la síntesis mejor, la que me sale
más desde dentro y siento más verdadera es esta:
“Soy un pecador en quien el Señor ha puesto los
ojos”. Y repite: “Soy alguien que ha sido mirado
por el Señor. Mi lema, ‘Miserando atque eligen-
do’, es algo que, en mi caso, he sentido siempre
muy verdadero”.
El papa Francisco ha tomado este lema de
las homilías de san Beda el Venerable que, co-
mentando el pasaje evangélico de la vocación de
san Mateo, escribe: “Jesús vio un publicano y,
mirándolo con amor y eligiéndolo, le dijo: Sí-
gueme”.
Añade: “El gerundio latino  miserando me
parece intraducible tanto en italiano como en es-
pañol. A mí me gusta traducirlo con otro gerun-
dio que no existe: misericordiando”.
“Ese dedo de Jesús, apuntando así… a Mateo.
Así estoy yo. Así me siento. Como Mateo”. Y en
este momento el Papa se decide, como si hubie-
se captado la imagen de sí mismo que andaba
buscando: “Me impresiona el gesto de Mateo. Se
aferra a su dinero, como diciendo: ‘¡No, no a mí!

No, ¡este dinero es mío!’. Esto es lo que yo soy:
un pecador al que el Señor ha dirigido su mira-
da… Y esto es lo que dije cuando me pregunta-
ron si aceptaba la elección de Pontífice”. Y mur-
mura: “Peccator sum, sed super misericordia el
infinita patientia Domini nostri Jesu Christi con-
fisus et in spiritu penitentiae accepto”.
¿Por qué se hizo jesuita?
Me hago cargo de que esta fórmula de acep-
tación es para el papa Francisco una tarjeta de
identidad. Nada más que añadir. Y continúo con
la que llevaba preparada como primera pregunta:
“Santo Padre, ¿qué le movió a tomar la decisión
de entrar en la Compañía de Jesús? ¿Qué le lla-
maba la atención en la Orden de los jesuitas?”.
“Quería algo más. Pero no sabía qué era.
Había entrado en el seminario. Me atraían los
dominicos y tenía amigos dominicos. Pero al fin
he elegido la Compañía, que llegué a conocer
bien, al estar nuestro seminario confiado a los
jesuitas. De la Compañía me impresionaron tres
cosas: su carácter misionero, la comunidad y la
disciplina. Y esto es curioso, porque yo soy un
indisciplinado nato, nato, nato. Pero su discipli-
na, su modo de ordenar el tiempo, me ha impre-
sionado mucho”.
Nº 339 - Octubre 2013
internacionales
“Y, después, hay algo fundamental para mí:
la comunidad. Había buscado desde siempre
una comunidad. No me veía sacerdote solo: ten-
go necesidad de comunidad. (…) y yo, la ver-
dad, sin gente no puedo vivir. Necesito vivir mi
vida junto a los demás”.
Y para un jesuita, ¿qué significa ser Papa?
Quiero seguir en esta línea, y lanzo al Papa
una pregunta que parte del hecho de que él es el
primer jesuita elegido Obispo de Roma: “¿Cómo
entiende el servicio a la Iglesia universal, que
Ud. ha sido llamado a desempeñar, a la luz de la
espiritualidad ignaciana? ¿Qué significa para un
jesuita haber sido elegido Papa? ¿Qué aspecto
de la espiritualidad ignaciana le ayuda más a vi-
vir su ministerio?”.
“Un discernimiento de este tipo requiere
tiempo. Son muchos, por poner un ejemplo, los
que creen que los cambios y las reformas pue-
den llegar en un tiempo breve. Yo soy de la opi-
nión de que se necesita tiempo para poner las
bases de un cambio verdadero y eficaz. Se trata
del tiempo del discernimiento. Y a veces, por el
contrario, el discernimiento nos empuja a hacer
ya lo que inicialmente pensábamos dejar para
más adelante. Es lo que me ha sucedido a mí
en estos meses. Y el discernimiento se realiza
siempre en presencia del Señor, sin perder de
vista los signos, escuchando lo que sucede, el
sentir de la gente, sobre todo de los pobres. Mis
decisiones, incluso las que tienen que ver con la
vida normal, como el usar un coche modesto,
van ligadas a un discernimiento espiritual que
responde a exigencias que nacen de las cosas,
de la gente, de la lectura de los signos de los
tiempos. El discernimiento en el Señor me guía
en mi modo de gobernar”.
  
¿Es la iglesia un hospital de campaña?
El papa Benedicto XVI, al anunciar su re-
nuncia al pontificado, describía un mundo ac-
tual sometido a rápidos cambios y agitado por
unas cuestiones de enorme importancia para la
vida de fe, que reclaman gran vigor de cuerpo
y alma. Pregunto al Papa, también a la luz de
33
lo que acaba de decir: “¿De qué tiene la Iglesia
mayor necesidad en este momento histórico?
¿Hacen falta reformas? ¿Cuáles serían sus de-
seos para la Iglesia de los próximos años? ¿Qué
Iglesia ‘sueña’?”.
“¿Cómo estamos tratando al pueblo de Dios?
Yo sueño con una Iglesia Madre y Pastora. Los
ministros de la Iglesia tienen que ser misericor-
diosos, hacerse cargo de las personas, acom-
pañándolas como el buen samaritano que lava,
limpia y consuela a su prójimo. Esto es Evan-
gelio puro. Dios es más grande que el pecado.
Las reformas organizativas y estructurales son
secundarias, es decir, vienen después. La pri-
mera reforma debe ser la de las actitudes. Los
ministros del Evangelio deben ser personas ca-
paces de caldear el corazón de las personas, de
caminar con ellas en la noche, de saber dialogar
e incluso descender a su noche y su oscuridad
sin perderse. El pueblo de Dios necesita pastores
y no funcionarios ‘clérigos de despacho’. Los
obispos, especialmente, han de ser hombres ca-
paces de apoyar con paciencia los pasos de Dios
en su pueblo, de modo que nadie quede atrás,
así como de acompañar al rebaño, con su olfato
para encontrar veredas nuevas”.
“En lugar de ser solamente una Iglesia que
acoge y recibe, manteniendo sus puertas abier-
tas, busquemos más bien ser una Iglesia que
encuentra caminos nuevos, capaz de salir de sí
misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia
el que se marchó de ella, hacia el indiferente.
El que abandonó la Iglesia a veces lo hizo por
razones que, si se entienden y valoran bien, pue-
den ser el inicio de un retorno. Pero es necesario
tener audacia y valor”.
Recojo lo que está diciendo el Santo Padre
para hablar de aquellos cristianos que viven
situaciones irregulares para la Iglesia, o diver-
sas situaciones complejas; cristianos que, de
un modo o de otro, mantienen heridas abiertas.
Pienso en los divorciados vueltos a casar, en pa-
rejas homosexuales y en otras situaciones difí-
ciles. ¿Cómo hacer pastoral misionera en estos
casos? ¿Dónde encontrar un punto de apoyo? El
Papa da a entender con un gesto que ha com-
prendido lo que quiero decirle y me responde.
34
“Tenemos que anunciar el Evangelio en todas
partes, predicando la buena noticia del Reino y
curando, también con nuestra predicación, todo
tipo de herida y cualquier enfermedad. En Bue-
nos Aires recibía cartas de personas homosexua-
les que son verdaderos ’heridos sociales‘, por-
que me dicen que sienten que la Iglesia siempre
les ha condenado. Pero la Iglesia no quiere hacer
eso. Durante el vuelo en que regresaba de Río
de Janeiro dije que si una persona homosexual
tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy
quién para juzgarla. Al decir esto he dicho lo que
dice el Catecismo. La religión tiene derecho de
expresar sus propias opiniones al servicio de las
personas, pero Dios en la creación nos ha he-
cho libres: no es posible una injerencia espiri-
tual en la vida personal. Una vez una persona,
para provocarme, me preguntó si yo aprobaba
la homosexualidad. Yo entonces le respondí con
otra pregunta: ‘Dime, Dios, cuando mira a una
persona homosexual, ¿aprueba su existencia con
afecto o la rechaza y la condena?’. Hay que te-
ner siempre en cuenta a la persona. Y aquí en-
tramos en el misterio del ser humano. En esta
vida Dios acompaña a las personas y es nuestro
deber acompañarlas a partir de su condición.
Hay que acompañar con misericordia. Cuando
sucede así, el Espíritu Santo inspira al sacerdote
la palabra oportuna”.
“Esta es la grandeza de la confesión: que se
evalúa caso a caso, que se puede discernir qué
es lo mejor para una persona que busca a Dios
y su gracia. El confesionario no es una sala de
tortura, sino aquel lugar de misericordia en el
que el Señor nos empuja a hacer lo mejor que
podamos. Estoy pensando en la situación de una
mujer que tiene a sus espaldas el fracaso de un
matrimonio en el que se dio también un abor-
to. Después de aquello esta mujer se ha vuelto
a casar y ahora vive en paz con cinco hijos. El
aborto le pesa enormemente y está sinceramente
arrepentida. Le encantaría retomar la vida cris-
tiana. ¿Qué hace el confesor?”.
“No podemos seguir insistiendo solo en
cuestiones referentes al aborto, al matrimonio
homosexual o al uso de anticonceptivos. Es im-
posible. Yo he hablado mucho de estas cuestio-

nes y he recibido reproches por ello. Pero si se
habla de estas cosas hay que hacerlo en un con-
texto. Por lo demás, ya conocemos la opinión
de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no
es necesario estar hablando de estas cosas sin
cesar”.
“Las enseñanzas de la Iglesia, sean dogmá-
ticas o morales, no son todas equivalentes. Una
pastoral misionera no se obsesiona por trans-
mitir de modo desestructurado un conjunto de
doctrinas para imponerlas insistentemente. El
anuncio misionero se concentra en lo esencial,
en lo necesario, que, por otra parte es lo que más
apasiona y atrae, es lo que hace arder el corazón,
como a los discípulos de Emaús”.
“Tenemos, por tanto, que encontrar un nue-
vo equilibrio, porque de otra manera el edificio
moral de la Iglesia corre peligro de caer como
un castillo de naipes, de perder la frescura y el
perfume del Evangelio. La propuesta evangélica
debe ser más sencilla, más profunda e irradiante.
Solo de esta propuesta surgen luego las conse-
cuencias morales”.
El primer papa religioso después de 182
años…
El papa Francisco es el primer Pontífice que
proviene de una orden religiosa después del 182
años. Así, pues, pregunto: “¿Qué puesto especí-
fico tienen hoy en la Iglesia los religiosos y las
religiosas?”.
“Los religiosos son profetas. Son los que eli-
gieron un modo de seguir a Jesús que imita su
vida con la obediencia al Padre, la pobreza, la
vida de comunidad y la castidad. En este senti-
do, los votos no pueden acabar convirtiéndose
en caricaturas, porque cuando así sucede, por
ejemplo, la vida de comunidad se vuelve un in-
fierno y la castidad una vida de solterones. El
voto de castidad debe ser un voto de fecundidad.
En la Iglesia los religiosos son llamados espe-
cialmente a ser profetas que dan testimonio de
cómo se vive a Jesús en este mundo, y que anun-
cian cómo será el Reino de Dios cuando llegue
a su perfección. Un religioso no debe jamás re-
nunciar a la profecía. Lo cual no significa actitud
Nº 339 - Octubre 2013
internacionales
de oposición a la parte jerárquica de la Iglesia,
aunque función profética y estructura jerárquica
no coinciden. Estoy hablando de una propuesta
positiva, que no debe realizarse con temor. Pen-
semos en lo que han hecho tantos grandes san-
tos de la vida monástica, religiosos y religiosas,
desde tiempos de san Antonio Abad. Ser profeta
implica, a veces, hacer ruido, no sé cómo de-
cir… La profecía crea alboroto, estruendo, al-
guno diría que crea ‘gran confusión’. Pero en
realidad su carisma es ser levadura: la profecía
anuncia el espíritu del Evangelio”. 
Intento captar cómo ve el Papa el futuro de
la unidad de la Iglesia. Me responde: “Tenemos
que caminar unidos en las diferencias: no existe
otro camino para unirnos. El camino de Jesús
es ese”.
¿Y el papel de la mujer en la Iglesia? El Papa
se ha referido más de una vez a este tema en oca-
siones diversas.¿Qué hacer hoy para darle una
mayor visibilidad?”.
“Es necesario ampliar los espacios para una
presencia femenina más incisiva en la Iglesia.
Temo la solución del ‘machismo con faldas’,
porque la mujer tiene una estructura diferen-
te del varón. Pero los discursos que oigo sobre
el rol de la mujer a menudo se inspiran en una
ideología machista. Las mujeres están formulan-
do cuestiones profundas que debemos afrontar.
La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer
y el papel que esta desempeña. La mujer es im-
prescindible para la Iglesia. María, una mujer, es
más importante que los obispos. Digo esto por-
que no hay que confundir la función con la dig-
nidad. Es preciso, por tanto, profundizar más en
la figura de la mujer en la Iglesia. Hay que tra-
bajar más hasta elaborar una teología profunda
de la mujer. Solo tras haberlo hecho podremos
reflexionar mejor sobre su función dentro de la
Iglesia. En los lugares donde se toman las deci-
siones importantes es necesario el genio feme-
nino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar
sobre el puesto específico de la mujer incluso
allí donde se ejercita la autoridad en los varios
ámbitos de la Iglesia”.  
35
¿Será posible
erradicar la
Pobreza?
Margot Bremer, rscj
Entra en la lógica de cualquier persona con
sentido común que cuando más crece la rique-
za y queda acumulada en manos de unos pocos,
más crece la pobreza en el resto de la población.
El nuevo presidente del Paraguay Horacio Car-
tes, uno de los cuatro más ricos del Paraguay,
prometió en su propaganda electoral, “erradicar
la pobreza”. Muchos pobres creían en su pala-
bra pensando que con él, siendo rico y poderoso,
sería posible sacarles de su pobreza, y por eso
le dieron a él su voto, muchas veces bien paga-
do. Sin embargo, ya las primeras acciones de su
gobierno indican que la dirección de su “nuevo
rumbo” no será el esperado.
No cabe duda que la pobreza tiene que ver
con la política de un gobierno. Es una cuestión
de modelo económico adecuado a la cultura y
el modo de producción de cada pueblo. Lo más
importante es la justa y honesta administración
de los bienes del país que son de todo el pueblo;
es el sentido de la palabra griega oikonomía: de
oikos = casa; nomos= ley, administración. Sin
embargo, el quehacer político en una sociedad
corrupta es muy difícil. Se necesita coraje, hon-
radez, entrega y amor al pueblo y a la patria, ya
que se trata de una sabia e inteligente adminis-
tración de los bienes del pueblo al pueblo, una
sabiduría que hoy está en estado de extermina-
ción. La “erradicación de la pobreza” en Para-
guay tiene que ver con esos saberes económicos
que muy pocos quieren adquirir y menos poner
en práctica. En estas circunstancias: ¿será posi-
ble refundar un Paraguay sin pobres? ¿Será po-
sible que los más ricos solucionen el problema
de los pobres?
36
El tema Pobreza en la Biblia
En la Biblia, encontramos –entre otros– la
memoria de un pueblo que optó a vivir como
pueblo independiente y soberano mediante los
valores de solidaridad y reciprocidad para llegar
juntos a la plenitud de vida. Tuvo aciertos y gran-
des errores, tentaciones y fracasos, abandonaba
su camino y volvía a recomenzar, siempre desde
los nuevos empobrecidos, los que creían en el
“Dios del Pueblo” quien quería un “Pueblo de
Dios”. La única forma de alcanzar este ideal vie-
ron en desarrollar y cultivar el sentido comuni-
tario-solidario que no excluyera a nadie evitando
que surjan pobres entre ellos (cf. Dtr 15,4).
Sin embargo la realidad ha sido totalmente
otra: “Nunca faltan pobres en esta tierra” (Dtr
15,11). También en el NT, Jesús afirma que “a
los pobres tendrán siempre con ustedes” (Mc
14,7; Mt 26,11; Jn 12,8). Llama la atención que
la Biblia no habla en abstracto de la pobreza
sino en concreto de sus compueblanos pobres.
Los profetas con una consciencia más desarro-
llada y con una gran pasión por su pueblo y su
proyecto de vida, consideraron la existencia de
tantos pobres en su pueblo como crimen y trai-
ción al proyecto fundacional. Ellos declararon
enemigos de su pueblo a los que quitaron con
maña la tierra al campesino, tratándole “como
estuvieran en guerra al que vive tranquilo” (Mi
2,8). Con la aparición de los pobres había en-
trado un desequilibrio de relaciones en la con-
vivencia igualitaria de aquel pueblo con conse-
cuencias económicas y políticas.
El tema de los pobres es uno de los principa-
les en la Biblia y siempre está unido al reclamo
de justicia y derecho. Para evitar la presencia de
pobres en el pueblo, al comienzo dieron privile-

gios a los más vulnerables a fin de salvaguardar
su dignidad, autogestión y autoestima, privile-
gios que más tarde fueron manipulados y ter-
giversados por los ricos y poderosos (cf. Lev
25,23-25; Dtr 2419; 25,4-10 con el libro Rut).
Comienzos
Un grupo de empobrecidos había huido de
Egipto por liberarse del sistema faraónico donde
vivían una miserable existencia de esclavos es-
tatales. Al buscar y soñar con una convivencia
alternativa, hicieron el éxodo de este sistema,
pasando primero por el desierto.
Teológicamente el “desierto” en la Biblia es
ambivalente: por una parte es lugar y tiempo de
“primer amor” (Jer 2,2) y por otra, lugar y tiem-
po de rebeldía. Se trata de un lento proceso de
descolonización y liberación interior ya que la
colonialidad les impedía asumir un rol protagó-
nico en el proceso de elaborar una alternativa.
Sin embargo, el paso del nomadismo en el
desierto con una cultura cazadora-recolectora
al sedentarismo con una cultura agrícola, signi-
ficaba un cambio muy profundo. Aún en pleno
proceso de conquistar su propia libertad, tenían
que dar el paso pascual de lo antiguo a lo nuevo,
de la muerte a una vida nueva, de la esclavitud a
la libertad, de la provisionalidad a la instalación.
Económicamente cambiaron del maná crecido
en el desierto por el pan elaborado con el fruto
de la tierra (Jos 5,10-12). Su importancia está
en el cambio del modo de producción que nece-
sitaba ser re-interpretado hacia un nuevo modo
de distribución a partir de su proyecto alterna-
tivo. Su paradigma era la experiencia del maná
en el desierto. Allí todos recolectaron, pero des-
Nº 339 - Octubre 2013
pensar y creer
pués lo pusieron en común y en la redistribución
“cada familia tenía lo necesario para su con-
sumo” (Ex 16-18). La alternativa estaba en la
organización para un modelo de economía soli-
daria, que posibilitaba construir y mantener una
convivencia en la cual todos tenían lo necesario
para vivir dignamente y en la cual cada uno/a se
sentía corresponsables por los demás.
Los diferentes grupos culturales se habían
unido en un proyecto común y alternativo a los
sistemas explotadores que les habían empobre-
cido. Para su elaboración necesitaban intercam-
biar sus diferentes experiencias y espiritualida-
des. Articulados en doce “tribus” con suficiente
autonomía cada una, tomaron sus decisiones en
asambleas regulares.
Desde los inaccesibles cerros de Judá co-
menzaron a extenderse paulatinamente en las
llanuras de Canáan. Intentaron vivir su ideal de
una sociedad sin pobres, empezando con el justo
reparto de las tierras. Experimentaron la ben-
dición de un Dios del Pueblo en este intento de
construir una comunidad fraterna en diversidad
frente a la homogeneidad y monoculturalidad
de los sistemas totalitarios. En un largo proceso
de descolonización crearon un nuevo sistema de
economía que debería ser inclusivo, sostenible
y solidario. Incluso comercializaron en sus pro-
ductos en otros países (Jue 5). Sin embargo, con
este contacto con otros sistemas económicos,
entró la atracción de lujo y ostentación que puso
en peligro su opción por una sociedad sin pobres
Traiciones
Con una paulatina acumulación de bienes
en manos de unos pocos, éstos adquirieron una
posición elevada, destruyendo la autonomía
popular y creando nuevas dependencias entre
ellos. Los enriquecidos consiguieron cambiar
el modelo político a causa de su nuevo modelo
económico que instalaron. Instalaron una mo-
narquía, copia alienante de los pueblos vecinos.
Este modelo privilegiaba a los ricos lo que pro-
dujo el aumento de empobrecidos, sin tierra y
con deudas. Paralelamente introdujeron el ga-
nado mayor, símbolo el buey1, cuya adquisición
era accesible solamente para unos poco. Era una
37
alarmante señal de crear urgentemente barre-
ras a la progresiva tendencia de acumulación.
Causa principal de esta nueva tendencia fue que
los enriqueciendos no hicieron relecturas ni se
preguntaron cómo integrar las innovaciones en
el proyecto de su pueblo sin perder su ideal de
vivir sin pobres.
Surgieron profetas, hombres del pueblo y de
Dios, que querían salvar el proyecto del pue-
blo. Acusaron a los acumuladores de traición
del proyecto alternativo que había generado
pobreza y hambre en su pueblo: “Ustedes des-
cueran vivos a los de mi pueblo y les arrancan
la carne de sus huesos. Se comen la carne de
mi pueblo y parten sus huesos y los echan a la
olla.” (Mi 3,2-3). A pesar de esta conscientiza-
ción profética a los causantes de tantos pobres,
no consiguieron mantener la justa distribución
de la tierra que causaba un sinfín de sintierras,
endeudados y nuevos esclavizados. Como me-
canismo de renovación y revitalización de su
proyecto alternativo, crearon la institución del
año sabático y año jubilar. La llegada de este día
provocaba cada vez diferentes reacciones en los
acumuladores y en los despojados. El profeta da
la bienvenida a este “Día del Señor” a través de
diferentes saludos. A los acumuladores les ani-
ma irónicamente: “Júntense, acumúlense, gente
sin vergüenza, para que puedan ser desparra-
mados como un montón de paja por el viento”
(Sof 2,1). Sin embargo, a los despojados, les ani-
ma: “Busquen a Dios todos ustedes los pobres
de la tierra, los que siguen viviendo los manda-
mientos (el proyecto alternativo)”. Explicita el
significado de buscar a Dios, como sinónimo a
buscar su proyecto, con las siguientes palabras:”
busquen la justicia, busquen la sobriedad” (aní
= pobreza, austeridad, sobriedad, cf. Sof 2,2).
Era el día más deseado por los pobres y más te-
mido por los ricos, día de renovación del pro-
yecto de una convivencia sin pobres.
El profeta Jeremías acusa a los responsables
de su pueblo que al cambiar su modelo econó-
mico, “no preguntaron más” que es sinónimo a
“no buscar más” el ideal, la utopía de conviven-
cia de su pueblo, pues la codicia y el individua-
lismo les han hecho indiferentes a los pobres y
al proyecto de su pueblo.
38
Conclusión
La Biblia nos presenta el paradigma de una
convivencia sin pobres, aunque el Pueblo de
Dios nunca llegó a vivirlo por completo. Pero
tenía esta utopía como norte en sus renovadas
búsquedas. Era el proyecto de vida de un pue-
blo convencido de vivir de esa manera el pro-
yecto de Dios. Experimentaron el fracaso de su
intento en momentos en que no ponían freno a la
desmedida acumulación de algunos compatrio-
tas. La tierra y sus bienes fueron considerados
como don de Dios a todo su pueblo, por eso los
profetas llamaron “ladrones” a aquellos que se
adueñaron de más que les correspondía, aunque
fuera el mismo rey (1 Re 21,19).
Los profetas veían la causa principal de la
existencia de tantos pobres en la indiferencia de
los ricos frente a los pobres (cf. Am 6,6). Pero
también el pueblo no luchó bastante por mante-
ner su utopía: no estaba alerta, no se renovaba,
no hizo relecturas en los cambios de un modelo
económico-político a otro, no puso límites a los
que acumularon tierras... Sin embargo no falta-
ron intentos como p.e. “el pueblo de la tierra”
que actuó con justicia y educó al joven rey Jo-
sías según el proyecto del pueblo. (2 Re 21,23-
26; 22,1-2) y la hermosa propuesta de la novela
Rut de recomenzar con la solidaridad entre los
pobres para refundar el pueblo..
Este recorrido por la primera parte de la
Biblia nos enseña que una “erradicación de la
pobreza”, normalmente no se realiza desde los
ricos, con honrosas excepciones, sino desde los
mismos empobrecidos que reclaman justicia
e igualdad al redescubrir su dignidad: “Somos
de la misma raza de nuestro hermanos” (Neh
5,3). La pobreza en la Biblia se erradica con la
e-RADICACIÓN de las raíces de la riqueza que
son, según los profetas, egoísmo, individualis-
mo, indiferencia y codicia. La Biblia no conde-
na sino invita a los ricos, si quieren pertenecer a
su pueblo, que vuelvan a una vida sobria sin lujo
y que se apasionen por la vida de su pueblo para
que todos tengan lo necesario para una vida tan
digna como ellos.
1 Esta innovación fue simbólicamente expresada con la idola-
tría del “becerro de oro” (Ex 32) en el desierto.

Pensando la
etnografía a través
de Ruiz de Montoya
Gloria Scappini
La obra “Etnografía Guaraní en el Tesoro de
Ruiz de Montoya”, trabajo de tesis doctoral de
Antonio Caballos Piñero recientemente publica-
do por el CEPAG y presentado inicialmente en
el Departamento de Antropología Social de la
Universidad de Granada, más que incitar a una
reseña que llame a su difusión para la consulta,
lectura y uso, nos invita a sumergirnos, a través
de una lectura etnográfica de la obra de Monto-
ya, en las facetas más íntimas de este.
En efecto, el surgimiento de esta peculiar
lectura nos recuerda, por un lado, la estrecha
relación que debe establecerse entre el observa-
dor de una cultura y los miembros interlocutores
de esta para poder establecer una comunicación
fructífera y, por el otro, el vínculo indisociable
entre lengua y cultura, solventado por esta mis-
ma comunicación.
Nos saldríamos de los límites de este artículo
si se trataría de resumir todos los aspectos de
la vida social Guaraní restituidos por el mismo
Montoya a lo largo de su extensa obra de colecta
etnolingüística, que, por el contexto psicosocial
de la época en que fue realizada, sorprende no
obstante por el gran desprendimiento etnocén-
trico que demuestra. A esto se suma el esfuerzo
puesto en compartir, a través de una traducción
y método comparativos, la esencia del pensa-
miento inherente a la lengua Guaraní a través de
la observación de la vida social, religiosa y po-
lítica de los Guaraníes, tanto en sus expresiones
individuales como colectivas.
Inspirada por el aporte que constituye esta
obra, no solo como relectura especializada –la
lectura etnográfica de una obra histórica– sino
como fuente organizada de información de antro-
pología Guaraní, me gustaría recordar los inicios
Nº 339 - Octubre 2013
arte y letras
del método etnográfico, así como los contextos
y paradigmas en los cuales tuvo con mucha difi-
cultad posicionarse en la historia de las ciencias
sociales, primero con respecto a la sociología,
luego dentro del campo de la etnología.
Esto no solo ayudará a valorar la función del
trabajo de Piñero en el contexto actual de las
producciones antropológicas que conciernen al
Paraguay, sino que tiene como objetivo recono-
cer a Antonio Ruiz de Montoya como el primer
etnógrafo del Paraguay y, a partir de ahí, incitar
a la reflexión sobre las condiciones de visibili-
dad de la etnografía y la etnología en el presente,
tanto en el contexto del trabajo sobre memoria
del patrimonio científico como en el de la pro-
ducción y formación académica actual, y si no
institucionalizada, sus expresiones informales
no menos importantes que son, por sobre todo,
manifestaciones de una singular configuración.
Provocamos así a la reflexión a partir de las
siguientes preguntas: Si la expresión máxima
del estudio histórico de la lengua Guaraní refleja
facetas de etnógrafo, ¿cuál es entonces la rela-
ción entre la lingüística y la antropología en el
Paraguay? ¿Es que Montoya, a través de la obra
de Piñero, nos introduce al estudio de la socie-
dad Guaraní?
Orden y clasificación en la aprensión de
la cultura
El estudio de la cultura no ha nunca sido ta-
rea fácil. Y usamos aquí la palabra “cultura” en
39
su acepción particularista, propia de la etnolo-
gía, y no en la acepción universalista (Cultura),
por más que sepamos que la humanidad refleja
su unidad a través de su diversidad.
Cabe destacar que en esto último justamente
radica la intención fundadora de Franz Boas, al
intentar, en el contexto de la sociología y la et-
nología europeas, afirmándose a principios del
siglo XIX tanto en Francia como en Alemania,
ubicar la investigación in situ y la observación
participante en las sociedades dichas “primiti-
vas” como indispensable en el desarrollo de las
disciplinas y como manera eficaz de romper de
una vez por todas con el pensamiento evolucio-
nista todavía vigente.
La etnografía se presenta así como la forma
de escribir la cultura, de escribirla en sus más
variados detalles, cuidando de no olvidar nin-
guno y de anotar hasta el más mínimo, ya que
en cada cosa observada existe la posibilidad de
interpretar y cada cosa habla, de alguna mane-
ra, de la totalidad que la contiene, aporta a su
conocimiento y multiplica los puntos de com-
paración con otras descripciones. Por lo tanto, si
la colecta etnográfica es densa, es importante or-
denar la información estableciendo categorías.
El arte clasificatorio del que es tributario el
método etnográfico acerca a la mente occidental
la multiplicidad de las creaciones humanas y so-
ciales. Así podemos recorrer en toda su extensión
los componentes de las actividades de subsisten-
cia, la cultura material que la acompaña, la forma
de designar el medio ambiente con el que es ne-
cesario interactuar, que a su vez se funde en las
creencias religiosas y que, encadenándose como
todo en algún momento, determinara la concep-
ción del ciclo vital del hombre y de la mujer.
La relación entre lingüística y etnografía
El trabajo de Piñero se presenta como una he-
rramienta sumamente útil para los investigado-
res de la cultura Guaraní histórica y contempo-
ránea, así como permite a los grupos militantes
de la lengua Guaraní en sus diferentes versio-
nes hacer el ejercicio todavía pendiente: pensar
lo Guaraní desde la etnografía, o sea desde la
información disponible que describe la cultura
40
Guaraní a través de las culturas Guaraníes, y
abandonar así la carga emotiva nacionalista que
caracteriza a la “militancia lingüística”, conven-
cida de que al normativizar la lengua Guaraní
paraguaya está por lo tanto automáticamente
trabajando en pos de la diversidad cultural de las
minorías indígenas u ocupándose de lo esencial
en la lucha contra la pérdida de la identidad…
Para sorpresa de muchos, la identidad de
una comunidad nacional es mucho más que su
lengua y las buenas intenciones aciertan mejor
cuando se comienza por cuestionar los funda-
mentos de esta identidad, cuando se deconstru-
yen los mitos nacionales y se llega a concebirla
como una ideología con objetivos y estrategias
claras y poco inocentes.
En el caso paraguayo, la identidad nacional
se basa sobre la idea de homogeneización de la
“raza” (la diferencia y la diversidad por lo tanto
serán perseguidas), en nombre de una supuesta
y celebrada “alianza hispano-guaraní” (el mito
nacional), en que la lengua guaraní será erigida
en símbolo de permanencia de este pacto. Aho-
ra bien, en esta lógica de legitimación nacional
está claro que no está presente la relación entre la
lengua y sus auténticos hablantes: los Guaraníes,
victimas del etnocidio que no ha terminado.
Por lo tanto, es mi augurio que la vena obser-
vadora antropológica de Montoya, a través del
trabajo de visibilización de Piñero, llegue a todo
el público posible, ya que el sentimiento identi-
tario sano es el que no excluye la información
cultural en detrimento del solo signo lingüísti-
co, que todos sabemos se define por reflejar un
pensamiento, pero en el caso de los Guaraníes
un pensamiento vivido, hoy con cada vez más
dificultad.
Que la etnografía pueda entonces ser reco-
nocida como la auténtica vía de información
lingüística y el dato lingüístico considerado solo
como el remanente de lo que hemos destruido y
que se ha desvirtuado a causa de nuestro empe-
cinamiento con el discurso, olvidándonos de la
observación tangible de las culturas cuyo pasa-
do desconocemos y cuyo presente nos negamos
a reconocer.