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ignorancia
Entre los habituales "gazapos" que se cuelan en la prensa de nuestro país aparecen,
demasiado a menudo, errores únicamente achacables a la falta de preparación del
periodista o a un profundo desconocimiento de la materia tratada.
No es que uno coleccione "gazapos" o "pifias" de la prensa. Creo que ya hay algún libro
que trata sobre el tema, y además uno ya ha asumido que, salvo honrosas pero escasas
excepciones, el nivel de preparación de los profesionales encargados de mantenernos
informados (ya no digamos de contribuir a elevar el nivel de la cultura española) está
bajo mínimos. Pero tengo la costumbre de apuntar en un papelito algunas de las más
escandalosas, es una costumbre de la que no consigo zafarme. Y la cuestión es que,
incluso sin examinar con lupa lo que uno lee o escucha, en cuestión de un mes uno
puede llenar perfectamente un par de folios. De todos los errores que se cometen en los
medios de difusión, posiblemente sean los de la prensa escrita los más injustificables. Y
no es que quiera disculpar los fallos que se cometen en radio, televisión o incluso en
Internet. Creo que en estos medios la inmediatez al transmitir la noticia puede disculpar,
hasta cierto punto, algunos errores, siempre que no sean garrafales. Ahora bien, lo que
no me acaba de entrar en la cabeza es que en un medio como la prensa escrita, con
tiradas de decenas de miles de ejemplares, se "cuelen" incorrecciones como para llenar
libros. Además, en pleno siglo XXI, en una época en la que los niños hacen sus trabajos
escolares con un simple "copia y pega" y quedan como señores, con una ingente
cantidad de información disponible sin que sea necesario ni despegar el trasero de la
silla, la verdad es que no me explico los variados disparates y desatinos que uno tiene
que leer casi a diario.
El pasado martes, 8 de Septiembre cayó en mis manos un ejemplar del diario gratuito
Què! Uno pensaba que la gratuidad de un diario no tiene por qué ir en detrimento del
rigor informativo. Ni siquiera el formato del diario, con un desarrollo de las noticias
menor que el de los diarios "de pago", justifica una información inexacta. Vamos, que
se puede informar con brevedad pero dignamente. Pues bien, en la página 14, articulillo
sobre los Beatles, a cuenta de la remasterización de su discografía. Leo un párrafo
encabezado por el siguiente titular: "Del "riffle" al pop pasando por el pop y las
baladas". Me quedé, como vulgarmente se suele decir, "de pasta de boniato". ¿Riffle?
¿Habían llegado los Beatles a tocar con Charlton Heston? ¿No se habría confundido el
autor del artículo con "skiffle", un tipo de música folk que muchos grupos británicos de
los años 60 tocaron en sus comienzos? Y eso no es una errata, porque el autor del
"rifflazo" se reafirma una línea más abajo: "Aunque se formaron tocando "riffle"..."
Y surge la pregunta, espontánea y bulliciosa: si al periodista le sonaba que los Beatles
tocaban algo acabado en "iffle", ¿no era mejor investigar un poco y no hacer tan
espantoso ridículo? Simplemente con acudir a la socorrida Wikipedia y teclear
"Beatles" el hombre habría podido salir airoso del tema, y no provocar la carcajada de
los miles de aficionados a los Beatles que han leído su ¿noticia? Claro que, ya puestos,
me gustaría conocer la opinión de esos aficionados a los Beatles ante esta perla:
"Aunque se formaron tocando "riffle", The Beatles ahondaron en el pop, probaron el
fok, el country... En 1965 apostaron por las baladas y la música más clásica".
Sensacional.
Y lo del "riffle" solamente es una pequeña muestra de las barbaridades que uno tiene
que leer cada día en la prensa, perpetradas por "profesionales" que, presuntamente,
deberían documentarse antes de escribir sus artículos. Es raro el día que uno abre el
diario y no encuentra una de estas muestras de desidia o desinformación, cuando no de
una preocupante ignorancia, incluso en temas de "culturilla general". Titulares confusos,
enmarañadas construcciones gramaticales, palabras inventadas, la lista es tan amplia
como deprimente. En fin, les dejo con algunas de las "perlas" que he recopilado durante
estos últimos meses. Unas podrían pasar por "gazapos", pero otras evidencian algo más
inquietante: falta de profesionalidad.
"Higuaín, con tanta estrella al lado, puede dar el salto definitivo a la primera
línea de playa del fútbol mundial." Hombre, la verdad es que como no acabe
fichando por el Barça o el Valencia, el hombre lo tiene un poco crudo para
acabar en la primera línea de playa del fútbol. ¿Se habrá cruzado el artículo con
alguna información sobre Marina d'Or?
• "Pues resulta que fue cazado ‘in fraganti’ besando más que cariñosamente a la
conocida presentadora y modelo holandesa Yolanthe Cabau van Kasbergen en
un parking, que a su vez es esposa de Jan Smit, famoso cantante holandés.
Un parking, ¿esposa de un cantante holandes? ¿ Un parking transexual?
Impresionante
• " Capdevila, jugador de club por excelencia, le dio al Villarreal una vidilla a
en la Champions que a punto estuvo de privarle un fallo arbitral que había
concedido un gol en fuera de juego de Higuaín. Señores, aquí tenemos la frase
que hubiera salido de un hipotético encuentro a tres bandas entre Groucho Marx,
Cantinflas y José Luis Ozores.
• " Los bomberos incluso tuvieron que mover el vehículo para conseguir
rescatar dos de los cadáveres que se encontraban totalmente inmovilizados
en el interior." Claro, es que hay cadáveres que no paran quietos y resulta
dificilísimo rescatarlos.
• La policía mexicana halla 14 cadáveres en una "narcofosa". Si es que estaba
claro. Después de los "narcocorridos", las "narcofosas". Después vendrán los
"narcoparaguas", los "narcopantalones" y las "narcopalomitas" para ir al
"narcocine".
• " Hace tres días, en otra publicación rumanesa, 'Adevarul'...". Aquí tenemos al
periodista que se hace un lío entre el castellano y el catalán. En catalán,
"rumana" se dice "romanesa". El autor ha encontrado una manera de quedar bien
con todos los lectores. Rumanesa, y a otra cosa.
• Falsos dentistas en hamacas de playa. Este titular me desconcertó. ¿Se trataba
de un reportaje sobre las vacaciones en un "resort" de falsos dentistas? ¿Una
surrealista serie de fotografías sobre falsos dentistas apalancados en una playa de
la Costa del Sol? Pues no, resulta que dentistas sin titulación "acomodaban" a
sus pacientes en hamacas de playa, entre otras lindezas.
• " Lo que ha hecho el Real Madrid es una buena proeza...". Muy bien
aclarado. Es que hay buenas proezas y proezas malas, sobre todo que quede bien
clarito.
• "Un año y medio después, Milito sigue trabajando denostadamente para
volver". A ver, a ver si lo entiendo. Si, según el diccionario de la RAE, denostar
significa "Injuriar gravemente, infamar de palabra", trabajar denostadamente,
¿qué significa? ¿trabajar injuriando a los fisioterapeutas? ¿Acordarse de las
palabritas de Valdano, ya que del bueno de Gabriel Milito se trata? Es posible,
solamente posible, que el periodista quisiera decir "denodadamente", pero en el
surrealista mundo del periodismo deportivo todo es posible.
• " esta profesora se ve obligada "a dar una información de temática religiosa" que
a ella no le pertoca..." Aquí tenemos otro flagrante caso de confusión entre
español y catalán. "Pertocar", en catalán, significa "corresponder alguna cosa a
alguien en un reparto". "Corresponder" sería la palabra adecuada, pero... ¿y lo
bonita que es "pertocar"?
En fin, ésta es solamente una pequeña muestra de los desatinos que, cada vez con más
frecuencia, nos cuelan "de matute" algunos de los responsables de ofrecernos "la
información nuestra de cada día". Me viene ahora a la memoria una sección de una
revista que daba dos noticias distintas, una llamada "Para reír" y otra "Para llorar". A la
vista de estos presuntos "gazapos", la verdad es que un servidor ya no sabe por qué
opción optar. ¿Y ustedes?
Pompeya, año 79: el río de de fuego
hirviente que congeló la Historia
Los aficionados a la Historia de Roma tienen su particular Meca, un destino que
visitar aunque sólo sea una vez en la vida: Pompeya, la desgraciada ciudad
sepultada hace casi 2.000 años por la furia destructiva del Vesubio, el volcán que
los pompeyanos creían un monte benefactor y que destruyó la ciudad, acabando de
forma horrible con la vida de muchos de sus habitantes.
Pompeya, como cualquiera de los enclaves históricos de visita obligada para amantes de
la Historia de Roma, de la Historia en general o, como sucede comúnmente, de viajeros
atraídos por la leyenda, es terreno abonado para los tópicos. Tanto se ha hablado y
escrito sobre ella que resulta difícil referirse a la desdichada ciudad sin caer en alguno
de los lugares comunes que han revoloteado traviesos por libros, artículos o ensayos
históricos. Resultaría presuntuoso por mi parte pensar que voy a poder sustraerme a la
tentación de dejar caer alguna sobada y rimbombante frase, siendo como soy un mero
estudioso de "andar por casa". Así pues, ruego disculpas al hipotético lector si alguna de
esas coletillas se desliza, puñetera ella, por este artículo. Bastante tengo con intentar
condensar en unos pocos párrafos, sin dejarme llevar por las emociones, los terribles
acontecimientos que se produjeron durante dos fatídicos días del mes de Agosto de 79,
en los cuales la incandescente furia del Vesubio se abatió inmisericorde sobre los
desprevenidos habitantes de la joya de la Campania.
No es difícil emocionarse paseando por Pompeya. Y si el visitante tiene cierta
querencia por el legado romano, la violenta turbación del espíritu (perdonen ustedes por
la cursilería) está más que garantizada. En mi caso, sentí como si hubiera ingerido un
hipotético cocktail "sentimental" en el que se agitaban entremezclados el entusiasmo
por cumplir un sueño, la aflicción por el trágico final de los miles de pompeyanos que
no pudieron escapar de la ardiente violencia del volcán, estupor ante los detalles de la
vida cotidiana de la ciudad que surgían por doquier, y vergüenza por sentirme, en
muchas ocasiones, como un intruso en casa ajena, husmeando sin permiso de los
habitantes por casas, bodegas, e incluso lupanares. Cuando Mario, mi hijo, me llamaba
a gritos, entusiasmado desde el interior de una casa, tenía que reprimir la tentación de
regañarle: "¡sal de ahí, que como vuelvan los dueños te vas a enterar, qué es eso de
entrar en las casas sin permiso! La sensación de intromisión, de violación de la
intimidad ajena me atenazaba por momentos mientras recorría las casas abandonadas
precipitadamente hace casi 2000 años, o convertidas en las tumbas de sus propietarios.
Pompeya quedó paradójicamente congelada por el fuego calcinador del Vesubio, que el
día 24 de agosto de 79 se sacudió de encima las viñas y los árboles frutales de sus
laderas para abandonar durante dos días su papel de monte benefactor. Pompeya,
Herculano, Stabia y otras poblaciones sufrieron durante casi dos días lo que podríamos
llamar el ataque de una especie de bomba atómica de la Antigüedad, pero solamente
unos pocos tuvieron la "suerte" de morir instantáneamente.
Los cerca de 20.000 habitantes de Pompeya, al igual que los de las otras poblaciones de
la bahía de Nápoles, se incorporaron perezosamente a sus actividades diarias el 24 de
agosto de 79. El Imperio gozaba de un período de estabilidad. Tras la sangrienta lucha
de poder por el trono, tras la muerte del "zumbado" de Nerón, Vespasiano se había
hecho con las riendas de Roma, y tras él su hijo Tito, el victorioso general que había
aplastado la rebelión de los judíos, gobernaba Roma desde hacía poco más de un mes.
Durante los días anteriores habían tenido lugar pequeños temblores de tierra, pero los
habitantes de Pompeya no les daban importancia, o habían aprendido a convivir con
ellos. Ya habían padecido un gran terremoto, en el año 62, que había destrozado
parcialmente la ciudad. De hecho, todavía había edificaciones dañadas que se estaban
restaurando. En todo caso, no tenían ni idea de que esos temblores fueran el preludio de
la catástrofe que sepultaría su ciudad, y a muchos de ellos, durante siglos. La mañana
transcurrió con normalidad hasta que, sobre la una del mediodía, la montaña benéfica,
aquella en cuyo suelo arraigaban árboles frutales, viñas y cultivos de todo tipo, extendió
la muerte por las poblaciones de la bahía de Nápoles.
No sabían los infelices habitantes de Pompeya que bajo ese monte bondadoso se había
acumulado un depósito de magma de unos 3,5 kilómetros cúbicos de volumen. A
primera hora de la mañana, mientras los pompeyanos se desperezaban lentamente, el
magma de ese depósito ascendía hacia la cima del Vesubio a una velocidad aproximada
de unos 0,2 metros por segundo. Por fin, poco antes del mediodía, un tremendo estallido
sobresaltó a todos los habitantes de la bahía. La cima del Vesubio se había desgajado y
el magma, sometido a una terrible presión, escapó a una velocidad de aproximadamente
1400 kilómetros por hora. Se produjo una impresionante columna de piedra pómez y
gases ardientes de unos 30 kilómetros de altura. Los habitantes de Pompeya observaron
atónicos cómo una lluvia de piedras se abatía sobre la ciudad. Eran trozos de piedra
pómez, extremadamente ligeros, hasta el punto de que flotaban en el agua, pero que
comenzaron a acumularse sobre los tejados de la ciudad. Algunos pompeyanos huyeron,
otros se quedaron para proteger sus bienes, o porque pensaron que sus casas les
ofrecerían refugio ante la lluvia de piedra y ceniza. Se equivocaron. Lo peor estaba por
llegar.
• Existen estudios que afirman que la energía térmica liberada durante la erupción
del Vesubio en el año 70 podría haber sido aproximadamente de unas 100.000
veces la de la bomba atómica que se lanzó sobre Hiroshima en el año 1945.
• No se sabe a ciencia cierta cuántas personas murieron durante la erupción, pero
la cifra podría estar entre 2.000 y 3.000.
• La erupción cambió el curso del río Sarno e hizo desaparecer la playa.
• Los terribles hechos tuvieron un testigo de excepción. Nada más y nada menos
que el naturalista, escritor, científico e historiador, entre otras muchas cosas,
Plinio el Viejo. Éste era, en el momento de los hechos, prefecto de la flota
romana de Misenum. Emocionado ante la magnitud de la erupción, quiso
observar de cerca el fenómeno, a la par que socorrer a algunos de sus amigos. La
furia del volcán le obligó a amarrar sus barcos en Stabia, donde acabó muriendo,
víctima de la nube tóxica, al querer observar el fenómeno de cerca. Conocemos
estos hechos por su sobrino, conocido como Plinio el Joven, quien los relató
posteriormente en unas cartas remitidas al historiador Tácito.
• Los primeros trabajos arqueológicos comenzaron en Pompeya a instancias del
rey Carlos VII de Nápoles, que posteriormente fue rey de España con el nombre
de Carlos III. El director de los trabajos fue el ingeniero militar, y también
español, Roque Joaquín de Alcubierre.
• Las excavaciones han revelado muchísimos pormenores, aparentemente
insignificantes, que nos dan idea de la vida cotidiana en la ciudad. Por ejemplo,
se han conservado pintadas de carácter político e incluso pornográfico, carteles
advirtiendo de la presencia de un perro guardián especialmente agresivo, cientos
de tabernas y casas de comida rápida donde los pompeyanos hacían un alto para
tomar un bocado.
• Los estamentos científicos llevan tiempo advirtiendo de la "segunda destrucción
de Pompeya", esta vez víctima de la desidia institucional y del vandalismo de
algunos visitantes. Frescos de más de 2.000 años de antigüedad con pintadas,
basura arrojada dentro de las casas, toda una agresión que ha llevado al gobierno
italiano a cerrar gran parte de las casas y a establecer planes de control de las
excavaciones.
• Pompeya recibe anualmente unos 2.500.000 de turistas.
• El grupo británico Pink Floyd grabó algunas canciones en el anfiteatro de
Pompeya durante el año 1972.
• Existen muchísimos documentales y filmes sobre Pompeya. Uno de los más
recomendables es "Pompeya: el último día". Producido por la BBC
(nuevamente, gracias) combina magistralmente ficción y documental para
hacernos comprender los terribles momentos por los que pasaron los habitantes
de la ciudad.
En efecto, a finales del año 376 una enorme masa de godos, guerreros, civiles, mujeres,
niños y ancianos, comenzaron a concentrarse en la orilla del Danubio, frontera natural
del Imperio Romano de Oriente, frente a los puestos de guardia romanos. Huían de unos
enemigos sanguinarios, que habían irrumpido a sangre y fuego desde las estepas de
Asia, matando, masacrando, incendiando y saqueando todo lo que encontraban a su
paso. Eran unos guerreros implacables y crueles, que prácticamente vivían a caballo y
que en los próximos años serían fuente inagotable de quebraderos de cabeza para los
dirigentes romanos: los hunos. Los godos les habían plantado cara, pero habían sido
arrasados sin piedad, y ahora miles de refugiados se agolpaban en la frontera romana, al
otro lado del Danubio, solicitando asilo en territorio romano, horrorizados ante el
avance de las hordas hunas. En aquellos tiempos las comunicaciones eran lentas, y la
petición de los godos tardó varias semanas en llegar a manos del emperador Valente, en
la lejana Antioquía.
El enorme convoy avanzaba con dificultad, formado por miles de carros arrastrados por
bueyes cargando con familias enteras, vigilados constantemente por los soldados
romanos. Los días se sucedían mientras el convoy avanzaba penosamente por los
campos de Tracia. Por fin avistaron una ciudad, Marcianópolis, y el ánimo de los godos
se vió fortalecido ante la perspectiva de obtener alojamiento y comida. Nada más lejos
de la realidad. Los habitantes de la ciudad, al ver tal marea de bárbaros acercarse,
cerraron las puertas a cal y canto y no permitieron la entrada a los refugiados. Fue la
gota que colmó el vaso. Comenzaron los disturbios y los soldados romanos se vieron
impotentes para controlar a los enfurecidos godos. Fueron vencidos y muertos. Los
godos les quitaron las armaduras y las armas. La rebelión había comenzado. Mientras
tanto, dentro de la ciudad se celebraba un gran banquete. Lucipino, el gobernador
militar, compadreaba con los principales jefes godos, de entre los cuales había
sobresalido por méritos propios Fritigerno, el futuro líder godo en la guerra contra los
romanos. Las noticias de la matanza de soldados romanos llegó a oídos de los oficiales
que se hallaban dentro de la ciudad, los cuales reaccionaron matando a los guardias de
los caudillos godos invitados al festín. Cuando estaban a punto de eliminar también a
los jefes, y dejar así descabezado el motín, éstos escucharon los gritos de sus hombres
tras las murallas. Con gran sangre fría, se excusaron ante los romanos, les dijeron que
seguramente sus hombres pensaban que algo malo les había sucedido y que irían a
calmarlos. Salieron tranquilamente, ante la estupefacción de Lucipino y los jerifaltes
romanos, y cuando vieron la situación, no les quedó más remedio que sumarse a la
rebelión, declarando la guerra a los romanos.
A partir de ese momento, los godos comenzaron a saquear los campos aledaños, llenos
de rabia y sed de venganza. Lucipino consiguió reunir un ejército, pero fue derrotado y
nuevamente las armaduras y armas de los romanos muertos sirvieron para fortalecer a
las bandas godas capitaneadas por Fritigerno. Los godos eran, por el momento, amos de
Tracia. Durante largos meses se dedicaron a saquear la campiña tracia, guiados en
ocasiones por esclavos godos, y reforzándose con nuevos contingentes que cruzaban el
Danubio, casi totalmente desprotegido. El emperador Valente, que se hallaba en
Antioquía preparando la enésima campaña contra los persas, no tuvo más remedio que
firmar una paz apresurada y ponerse en marcha al frente de su ejército para pacificar la
campiña tracia asolada por las hordas godas. El día 8 de agosto de 378 el emperador
Valente y sus tropas salieron de las afueras de Adrianópolis y marcharon durante horas.
El emperador, mal aconsejado, no quiso esperar a los refuerzos que venían de
Occidente, comandados por su sobrino Graciano. Valente, casi cincuentón, no quería
compartir la gloria de la derrota goda con un jovenzuelo apenas veinteañero, y decidió
marchar sólo al frente de sus tropas. Era un verano asfixiante. Marchaban sobre un
terreno yermo sobre el cual el sol caía inmisericorde, entre inmensas nubes de polvo
levantadas por miles de soldados caminando. Avistaron el campamento de los godos
entre la una y las dos de la tarde. Los campamentos godos consistían en enormes
círculos de carros, al estilo de los que vemos en algunas películas del Oeste. Ambos
ejércitos se miraban frente a frente. Los godos insultaban y provocaban a los romanos.
Éstos golpeaban sus lanzas contra los escudos. Finalmente, ante una provocación de la
caballería romana, los godos entraron en combate y se desencadenó la carnicería. Sobre
el papel, el ejército romano era más potente, poderoso y mejor organizado, pero
justamente al comienzo de la batalla hubo un factor que contribuyó a su derrota: en esos
momentos apareció el grueso de la caballería goda, que se había alejado hacía unos días
para buscar provisiones. Los jinetes se abalanzaron sobre la caballería romana. Aunque
los romanos resistieron cerrando filas y cubriéndose con sus escudos, la caballería fue
derrotada y la infantería quedó, nunca mejor dicho, a los pies de los caballos. Lo que
siguió fue una carnicería. Los godos masacraron a los romanos mientras quedó algo de
luz. Los pocos que sobrevivieron pudieron escapar gracias a que cayó una noche
cerrada, sin luna. No obstante, dos tercios del ejército de Valente, veteranos curtidos en
cien batallas, murieron en Adrianópolis. Del emperador Valente nunca más se supo. Lo
más probable es que muriera en la batalla, pero hay una versión según la cual se refugió
junto a sus escoltas en una granja. Los godos la rodearon, pero Valente se negó a
rendirse, y entonces los bárbaros prendieron fuego a la granja, quemando vivo al
emperador. Pero eso nunca lo sabremos.
Pero se equivocaba. Fue uno de los primeros errores de los alemanes. Inglaterra estaba
reservando muchos de sus aparatos. Resistiría a toda costa. Al mismo tiempo, Lord
Beaverbrook, Ministro de Producción Aeronáutica, intensificaba la producción de
aparatos. Las fábricas trabajaban las 24 horas del día, se usaban piezas de aparatos
derribados para la construcción de nuevos y se iniciaba una campaña de recogida de
aluminio para seguir fabricando aviones de combate. Los altos mandos ingleses "leían"
perfectamente el desarrollo de los acontecimientos, adaptando sus tácticas al curso de
los acontecimientos y a sus propias capacidades operativas.
Por fin los alemanes, confiados en su fácil dominio sobre el Canal de la Mancha y
pensando que el rival no tenía capacidad de respuesta, comenzaron los bombardeos
sobre Inglaterra el 15 de Agosto de 1940. Los cazas y bombarderos de la Luftwaffe
lanzaron oleadas de ataques sobre los aeródromos y fábricas aeronáuticas del Sur y del
Sudeste del país. A pesar de sus esfuerzos, la RAF se tambaleaba. Más de 1500 aparatos
dejaban caer su destructiva carga sobre fábricas e instalaciones. Los ingleses siguieron
aguantando, y la RAF enviaba pequeños pero heroicos grupos de aviones para atacar los
bombarderos alemanes, sin buscar el enfrentamiento directo con los cazas, más rápidos
y difíciles de abatir. Pero no eran suficientes. La RAF agonizaba. Las tropas alemanas
estacionadas al otro lado del canal aguardaban la orden para la invasión. La bota
alemana proyectaba su sombra sobre la orgullosa Inglaterra. Pero un error, un despiste,
un hecho casi irrelevante, cambiaría el curso de la batalla, de la guerra y de la historia.
Pero la decisión de Hitler, aún provocando miles de muertos entre la población civil
inglesa, había resultado errónea. Su cambió de táctica dio un respiro a los mandos de la
RAF. Se reconstruyeron aeródromos y se restablecieron comunicaciones interrumpidas
por los bombardeos. La producción de aviones continuó sin descanso, dando como
resultado más de 140 cazas nuevos por semana. El radar continuaba alertando de los
ataques enemigos, que cada vez tenían más respuesta por parte de los Spitfire y
Hurricanes ingleses. Los ingleses estaban en posición de dar una respuesta contundente
a los alemanes.
Y esa respuesta, tan dura como inesperada, llegó el 15 de Septiembre de 1940, el Día de
la Victoria. Más de 300 aparatos ingleses atacaron súbitamente a los emjambres de
bombarderos y cazas de la Luftwaffe que se dirigían desprevenidos hacia Londres.
Derribaron más de 60 aparatos. El mando alemán se quedó anonadado. El paseo militar
no sería posible. Dos días después del descalabro de la Luftwaffe la operación León
Marino se aplazaba. Los bombardeos continuaban, pero ahora la RAF luchaba en
igualdad de condiciones sobre suelo propio. La Luftwaffe volvió a cambiar de táctica,
intentando, ahora sí, evitar que los radares ingleses localizaran sus aviones. Pero todo
fue inútil. La moral inglesa estaba por las nubes (nunca mejor dicho) y los pilotos de la
RAF derribaban el doble de aviones enemigos que los alemanes. Las bombas siguieron
cayendo hasta finales de año, y seguirían cayendo incluso hasta el final de la guerra (con
los lanzamientos de las mortíferas V-1 y V-2) pero la Batalla de Inglaterra estaba,
definitivamente, perdida para los alemanes. A partir de ese momento, quien iba a recibir
los golpes sería el propio régimen nazi, hasta su definitiva liquidación en 1945.
Desdichas y tribulaciones de un ex
acumulador compulsivo
Objetos. Cientos de objetos. Libros, revistas, discos, vídeos, fotografías, fetiches
acumulados durante años y años de los cuales me siento incapaz de desprenderme.
¿Qué acabará pasando con ellos?
Tío Creepy, te fui fiel hasta el final...
sEl "bajonazo" (no sé si llegó a ser ataque de ansiedad, pero poco me faltó) me
sobrevino hace un par de días. Me encontraba llenando bolsas de basura con mis viejos
vídeos VHS, que llevaban años languideciendo en sus estanterías. Cada vídeo que
introducía en la bolsa era como un pinchazo en el corazón. "Blade Runner", "Cayo
Largo", "La vida de Brian", "El exorcista"... todos iban desapareciendo en lo que para
mí eran negras profundidades abisales de donde nunca regresarían. Exactamente igual
que cuando tuve que deshacerme de mi no tan amplia, pero no por eso menos querida,
colección de vídeos Beta. Cada semana tiro una bolsa al contenedor (debería haber un
contenedor especial para sueños y emociones, pienso siempre que me arrastro
penosamente con mi bolsa hacia esos enormes cubículos de colores) y se me llena el
corazón de congoja cuando la veo desaparecer irremisiblemente entre desechos
evidentemente menos honorables que esas cintas que tan buenos momentos me han
hecho pasar.
Y es que soy un acumulador. Así, en plan "terapia de grupo". Y, como decía la canción,
"me estoy quitando", supongo que porque ahora que me veo haciendo equilibrios más o
menos por la mitad de la cuerda de la vida (y ustedes perdonen esta rebuscada metáfora)
cada vez más me encuentro haciéndome una pregunta angustiosa: ¿qué pasará con todo
esto cuando yo no esté? Y es entonces cuando paseo mi angustia por las dos
habitaciones que guardan mis preciados tesoros, me veo a mí mismo en un futuro más o
menos lejano convenientemente esparcido a partes iguales por las viñas de mi amado
Penedés y por las aguas de mi adorado Mediterráneo, y acto seguido vislumbro a mis
herederos evaluando mis posesiones, soltando alguna lagrimita, pero pensando: "cuando
tire toda esta basura me voy a montar aquí una sala de billar que se va a cagar la perra".
Y los veo llamando a una de esas empresas que te colocan un enorme saco en tu puerta
para que lo llenes de runas y porquería, y una vez rebosante de desechos retirarlo con
una grúa y volcarlos de manera inmisericorde en cualquier anónimo vertedero. Algo
quedará, como curiosidad, como recuerdo o porque todavía cumpla alguna función más
o menos útil, pero cientos, miles de objetos, seguirán el camino de los vídeos de los
cuales ahora me deshago con tanta pena.
Al contrario que algunos que afirman no saber cuando empezaron a beber, o a fumar, o
a drogarse, yo tengo una fecha clave como inicio de mi afán acumulativo. Fue en mayo
de 1981. Por aquel entonces era bastante fan de la Orquesta Mondragón. Pasé por un
quiosco y vi una caricatura divertidísima de Javier Gurruchaga en una revista. Me hizo
gracia y la compré. Se llamaba "El Jueves". Me reí tanto con ella que no quise tirarla.
La guardé. La de la siguiente semana, también. Y así hasta ahora. En total, 1512 revistas
guardadas en cajas de cartón que se acumulan y acumulan encima de otras. Luego
comencé a comprar revistas de terror, ciencia-ficción y cómics en general. "Creepy",
"Zona 84", "El Víbora", "Makoki", etc. No tenía narices para tirar ninguna, y se iban
acumulando en pilas inacabables en mi pequeña habitación del cuarto de mis padres.
También los libros comenzaron a reclamar su espacio en mi claustrofóbica habitación.
A todo esto, estalló definitivamente mi pasión por la música, y a las revistas y libros se
sumaron los discos, que al principio compraba muy de tarde en tarde, ahorrando como
una hormiguita, pero que luego, cuando comencé a trabajar, "caían" cada vez con más
frecuencia. Todavía siguen en mis estanterías, y aunque dispongo de versión en CD, o
incluso en esas carpetitas amarillas que tanta rabia le dan a Ramoncín y al antiguo
cantante de Los Canarios, conservaré aunque ya no los surque aguja alguna y hallan
pasado décadas desde su última vuelta en un plato. Por cierto, el del vídeo que coloco a
continuación no soy yo (lamentablemente).
No sé cómo he tenido valor para deshacerme de los VHS. Quizás anide en mí cierta idea
de justicia, puesto que ellos también desplazaron de manera inmisericorde a los ya
antediluvianos Beta o Video 2000. Lo que creo poder asegurar con certeza es que será la
última "limpieza" de objetos acumulados que haga. No tengo valor para más. No podría
deshacerme de mis libros, de mis revistas, de mi pequeña colección de relojes o de
mecheros "Zippo", de las entradas de conciertos, incluso de las fotos de alguna antigua
novia que amarillean en el fondo de una caja de cartón, ajados testimonios de lejanos y
dolorosos fracasos... Dejaré que sean otros los que descuelguen de la pared el cuadro
con los "Set List" originales de dos de los conciertos de Radio Birdman en España
(conseguidos con sangre, sudor y lágrimas a base de pelotear descaradamente a los de
seguridad), los miren con una leve curiosidad y luego los tiren a la basura, donde se
encontrarán con los discos autografiados por los Dictators, o con mi "Madelman"
submarinista, o con mi radio-cassete imitación de Juke-Box de los años 50, o con tantos
otros objetos. Más o menos como diría el rubiales aquel, "Todos esos objetos se
perderán... en el tiempo, como lágrimas...en la lluvia".
He decidido "echar el freno". Intento pasar de puntillas por librerías, quioscos, tiendas
de fetiches musicales. Temo que este afán "acumulativo" me lleve sin solución de
continuidad al más puro y duro "Síndrome de Diógenes". A veces mi mujer me arrastra
fuera de una tienda mientras contemplo arrobado una caja con las figuritas de los
miembros de Kiss, o un tebeo de zombis, o una gorra con el "logo" de los Misfits, y me
dejo llevar como un corderito, consciente como un yonqui arrepentido de mis excesos
"acumulativos". De toda aquella fiebre solamente me he permitido seguir fiel a mi cita
semanal con "El Jueves", y hace unos meses he vuelto a retomar con cariño la lectura
mensual del "Ruta 66" (otro vicio de juventud). Intentaré no seguir acumulando objetos,
consciente como soy del triste final que les espera a la mayoría, el fuego, el vertedero o,
en el mejor de los casos, la vil y mercenaria venta.
PD: Mis disculpas a Mauro Entrialgo por mi descarada utilización del término
"acumulador", evidentemente sacada de sus geniales viñetas "Drugos, el acumulador",
cuya lectura recomiendo encarecidamente a todos aquellos interesados en la lamentable
y desdichada vida de los coleccionistas compulsivos de objetos.
Pienso a menudo en el libro "El Gatopardo". Cada vez que veo cómo el enésimo
salvador de la patria y defensor del pueblo alienta a las masas para que mueran en las
calles por el "cambio definitivo" y veo a hombres, mujeres, niños y ancianos tropezando
una y otra vez con las mismas mentiras, la misma demagogia y las mismas promesas
incumplidas, acude a mi mente la sentencia que sobrevuela ominosa la obra de
Lampedusa: "algo tendrá que cambiar para que nada cambie". Fuegos de artificio,
disparos sueltos, guerra de opereta, algunos muertos, nuevas banderas, nuevos lemas y
savia nueva para seguir manteniendo la esencia del sistema. Es entonces cuando la
terrible y angustiosa lucidez del libro de Lampedusa hace aflorar a mis labios una triste
sonrisa de desencanto, y me invade la angustiosa certeza de que, en efecto, la mayoría
de los cambios políticos, económicos y sociales tienen lugar para que "todo siga igual,
pese a que todo haya cambiado".
A Giuseppe Tomasi di Lampedusa le bastó con un solo libro para pasar a la historia de
la Literatura, aunque no vivió para ver su obra publicada. Su obra fue rechazada por
importantes editoriales. Como John Kennedy Toole con su "La conjura de los necios",
este rechazó le provocó una profunda amargura, aunque su desilusión no le llevó, como
al norteamericano, al extremo del suicidio. Lampedusa murió de cáncer poco tiempo
antes de que su libro se convirtiera en una de las obras cumbres de la literatura italiana
del siglo XX y fuera llevado al cine de manera magistral por Luchino Visconti.
"El Gatopardo" narra las vivencias de don Fabrizio Corbera, príncipe de Salina, cabeza
visible de una aristocrática y decadente familia siciliana. El libro se inicia con el
desembarco de las tropas de Garibaldi en la isla, en 1860, en pleno proceso de la
unificación italiana. El príncipe encarna al Antiguo Régimen, cuyos últimos vestigios,
anquilosados e inmovilistas, se ven brutalmente superados por el empuje de la
ambiciosa y pujante burguesía. De manera lúcida e irónica, don Fabrizio comprende que
los nuevos "chacales" que encarnan los nuevos tiempos tienen el dinero y la ambición
necesaria para acceder al poder al poder, pero también aspiran a revestirse con la capa
de honorabilidad y prestigio social de la antigua nobleza. El príncipe ve cómo su
protegido, su sobrino Tancredi, un joven aristócrata sin más patrimonio que su título y
su hambre de poder, colabora a que "todo cambie para que todo siga igual", luchando
primero en las filas garibaldinas y casándose posteriormente con la hija de un próspero
y vulgar burgués, don Calogero Sedara, alcalde de la localidad de Donnafugata,
localidad de veraneo del príncipe y su familia. Don Calogero pondrá el dinero y los
recursos necesarios para hacer realidad las ambiciones políticas del joven, y obtendrá a
cambio el barniz de honorabilidad y abolengo que desea desesperadamente para
disimular sus oscuros orígenes.
Don Fabrizio asiste a todas estas maniobras y acontecimientos y los alienta, incluso en
contra de la felicidad de su propia hija, pues comprende que es inútil resistir al embate
de los aspirantes al poder que una aristocracia decadente y exangüe se ve incapaz de
mantener. Desencantado, mordaz e irónico, el príncipe comprende que el mundo que él
representa se apaga inexorablemente, que de la todopoderosa aristocracia que ha sido su
mundo y el de sus antepasados solamente quedan fuegos de artificio, ridículas
pretensiones de grandeza y vacío oropel, encarnado por el fastuoso baile al que asiste la
familia Salina, por donde pululan nobles decadentes, engallados militares y arribistas de
todo pelaje.
Es "El Gatopardo", en definitiva, un clarividente y lúcido retrato del fin del poder
aristocrático visto desde la nobleza misma, imprescindible para comprender la esencia
de los cambios que encumbraron en el poder a la nueva y potente burguesía. Una obra
maestra que bastó para que el nombre de Giuseppe Tomasi di Lampedusa fuera
conocido mundialmente. Por si la repercusión de su libro no fuera suficiente, en 1963
"El Gatopardo" fue llevada al cine por Luchino Visconti. El genial toque del director y
las maravillosas interpretaciones de Burt Lancaster, Alain Delon y Claudia Cardinale
convirtieron la película en una obra maestra que no desmerece en absoluto a la obra de
Lampedusa.
Leí el articulito hace unos días en la edición digital de "El Periódico". Mis sensaciones
durante la lectura de los cuatro párrafos oscilaban entre la incredulidad, la indignación y
el puro y simple (con perdón) descojone. He dejado madurar el artículo en los
marcadores de mi navegador, porque tengo que reconocer que este sofocante calor
(incluso en el pequeño pueblecito donde vivo, situado a unos 325 metros sobre el nivel
del mar) me pone de mala leche, ofusca mis sentidos y nubla mi entendimiento. Pensé:
"déjalo estar, Andrés, que igual el artículo está escrito con una ironía sutil, con una leve
sorna que a ti se te está escapando entre ventiladores, abanicos y cervecitas frescas.
Vuelve a leerlo de aquí a un par de días, cuando estés un poco más espabilado, y la cosa
cambiará. Seguro que entonces la mordacidad y el sarcasmo se harán patentes y te reirás
con ganas". Y como casi siempre me hago caso a mí mismo (y así me va), dejé el tema,
fui a buscar otra cervecita y me dejé llevar por la abulia veraniega.
Pues bien, esta mañana, fresco como una rosa, he vuelto a leer el artículo de marras. Y
sigo sin ver ni ironías, ni sarcasmos, ni sornas... ni nada. Solamente me viene a la
cabeza una palabra: "papanatismo". Bueno, también la expresión "vergüenza ajena"
sería adecuada. Y aquí quiero hacer un inciso. Que conste que no tengo nada en contra
del señor Adriá ni de la incontenida admiración que suscita en el mundo entero. No
tengo ni repajolera idea de gastronomía, y menos de alta cocina, y ya no digamos de la
cocina "sensorial", "artística" o como queramos llamarla. Pero tampoco voy a caer en la
tentación de usar los manidos y catetos argumentos del tipo: "pues donde se pongan las
migas de mi madre, que se quite el Adriá y sus chuminadas de tortillas deconstruídas,
nitrógeno y espumas varias". En este mundo cada uno disfruta como puede, quiere y le
dejan. Lo que a usted le divierte, a un servidor le aburre, y viceversa. Nunca me he
levantado a las cuatro de la mañana para ver correr a Fernando Alonso, ni ver jugar a
Rafa Nadal, y nunca me dejaría un céntimo para ir a ver una carrera de motos, pero
entiendo que haya (muchas) personas a las que estos eventos le entusiasmen. De la
misma manera, entiendo perfectamente que quien quiera y pueda permitírselo se deje
"caer" por "El Bulli" para entrar en ese túnel de sensaciones del que todo el mundo
habla. Que lo disfruten y que les aproveche.
Pero es que una parte significativa de los medios periodísticos están perdiendo el
oremus a la par que todo atisbo de objetividad a la hora de hablar del señor Adriá y de
su negocio. Parece que hay un afán generalizado por subirse al carro de la pleitesía
generalizada que se le rinde al señor Adriá, al que no se le escatima la coba, el halago
desmedido ni el agasajo sonrojante. No bastan los extensísimos artículos sobre su vida,
obra y milagros en la prensa, ni los dominicales de los diarios que loan a intervalos cada
vez más cortos sus maravillosas innovaciones en el arte de la gastronomía, ni los
programas de televisión, que a veces más parecen un publireportaje pagado con fondos
públicos que un documental sobre el nunca suficientemente agasajado cocinero. No,
nada de eso basta. Nada es suficiente cuando se trata de dar coba a nuestro más ilustre
cocinero. ¿Y qué sucede cuándo el también cocinero Santi Santamaría osa cuestionar en
un libro los métodos del señor Adrià y otros adalides de la "cocina tecnoemocional?
Pues que un diario salta, como diría un buen amigo, "más rápido que una alarma en
unas maracas", y dedica una portada a desacreditar al amotinado cocinero, amén del
inmenso clamor de los cocineros "de élite" españoles contra el "revoltoso", que se llevó
más collejas que el abuelete aquél que salía en los "gags" de Benny Hill.
Y llega el momento. Tras el "mar de sensaciones de los 30 platos" llega el arcón de los
postres. "Junto a los dulces de Albert Adrià emergió el anillo". Rodillazo del guiri
en tierra, aplausos del personal y ya tenemos una escenita que podría parecer sacada de
una de esas tontorronas comedias románticas protagonizadas por Sandra Bullock o Julia
Roberts en sus buenos tiempos. Declaraciones impresionantes de los tortolitos: "El
Bulli es el mejor restaurante y Hey Won la mejor mujer que he conocido".
"Quiero ser madre de un niño". No tengo palabras ante estas declaraciones de la
novia, "que no dejaba de contemplar el anillo que le había regalado. Algunos
expertos calculan su precio en unos 110.000 euros". Es de suponer que algunos de
los asistentes al emocionante festín, joyeros de profesión, valoraron el "pedrusco" in situ
y filtraron al periodista el valor del mismo, a no ser que, a posteriori, la feliz novia
hiciera una no muy discreta tasación del mismo para saber cuánto se había gastado el
enamorado "broker" en el anillete de marras.
Y, para acabar con esta dulce y tierna historia de amor, el periodista cree conveniente
ilustrarnos con algunos de los platos que se metieron entre pecho y espalda los felices
tortolitos, divinos platillos que, "entre otros, condujeron al éxtasis nupcial de una
pareja moderna llegada de Nueva York". Total, que es posible que sean felices, pero
desde luego, siendo tan modernos y de Nueva York, han sustituído las perdices por el
"aire de helado parmesano con muesli". Que les aproveche. Por lo que a mi respecta, no
me interesa saber qué comieron de postre. Ya estoy suficientemente empalagado.
Mientras el resto de los mortales nos conformamos con el tráiler oficial de "Ágora",
unos pocos privilegiados pudieron ver la nueva cinta de Amenábar, la quinta de su
filmografía, durante el pasado festival de cine de Cannes. Y, la verdad sea dicha, un
cierto desasosiego me invade. Ante los comentarios generalizados que expresan la
"buena acogida" de la película, algunas voces disienten de la unánime complacencia
ante el filme. ¿Estaremos ante un nuevo "Gladiator", o sea, espectáculo en detrimento
del rigor histórico? ¿Es verdad que Amenábar ha puesto a Hypatia al frente de una
Biblioteca de Alejandría que había desaparecido hacía muchos años? Con un
presupuesto de 50 millones de euros, "Ágora" parece ser la apuesta más arriesgada de
Amenábar. Ni terror más o menos accesible, ni fantasías oníricas, ni dramas. El director
español (ya dicen por ahí, con bastante malicia, que si fracasa "Ágora" pasará a ser
chileno) ha puesto su indiscutible talento al servicio de la legendaria Hypatia de
Alejandría, cuya singular personalidad dentro de la durísima época en la que tuvo que
vivir y, sobre todo, su terrible final, han hecho que su figura se haya analizado desde
múltiples perspectivas.
Porque la bellísima (a decir de sus contemporáneos) Hypatia ha sido reivindicada por
científicos, feministas, librepensadores, ateos, racionalistas, etc... Se la ha considerado
como mártir de la Ciencia, se ha querido ver en su brusco y horrendo final el último
suspiro del Mundo Clásico, el funesto final de la época de la búsqueda de la sabiduría y
el conocimiento y el paso a un largo reinado de superstición y oscurantismo. Ha sido
considerada por los movimientos feministas como ejemplo de mujer liberada, y por el
mundo científico como paradigma de científica inquieta y ávida de conocimientos.
Todos han intentado apropiarse de Hypatia, como vulgarmente se dice "arrimando el
agua a su molino", ideológico en este caso. ¿Qué harás tú con Hypatia, Alejandro? Un
servidor, bibliotecas aparte, tiene confianza en el director, y se hará presente en el mejor
cine donde estrenen "Ágora" el próximo mes de Septiembre. De todas maneras, si
Alejandrito se merece un buen collejón tras el estreno, hagámoslo con conocimiento de
causa. Echémosle un vistazo a la historia de nuestra heroína, esperando que el día del
estreno nuestras manos solamente sirvan para aplaudir, y no para impactar (aunque sea
simbólicamente) en la nuca de nuestro premiado director.
Hypatia nació en Alejandría en un año sobre el que existen serias discrepancias. Unos
dicen que en 355 y otros que en 370, no sabemos si este desacuerdo se debe a falta de
información histórica o a que nuestra heroína también fue una precursora de nuestras
más avezadas folclóricas en el arte de quitarse años. Sea como fuere, Hypatia, como
hemos dicho, nació en Alejandría, ciudad egipcia de singulares características. Había
sido fundada por Alejandro Magno en el año 332 a. C. dentro de su espectacular
"tournée" conquistadora, que le proporcionó un imperio tan amplio como efímero. De
todas maneras, el gran Alejandro sólo retornaría a Alejandría como cadáver. A su
muerte, sus generales se enzarzaron en disputas para hacerse con las tierras
conquistadas por Alejandro. Todos acabaron "palmando", menos Ptolomeo, que logró
afianzar su poder sobre Egipto y murió de muerte natural con 82 años, siendo el único
diádoco de Alejandro que no murió asesinado. Con él nacía la dinastía Ptolemaica, que
perduraría durante casi 300 años, hasta la muerte de su última representante, la
archiconocida Cleopatra. Pero ésa es otra historia.
Alejandría estaba en territorio egipcio, pero en realidad poco tenía que ver con el resto
del país. Era, en realidad, una ciudad fuertemente helenizada, extraordinariamente rica
gracias al comercio (Egipto era el granero de Roma, con capacidad para hacer pasar
hambre a los orgullosos romanos simplemente "cortando el grifo" de los envíos de
grano) y que, gracias a los buenos oficios de los gobernantes, se convirtió también en
uno de los principales focos de cultura y sabiduría del Mediterráneo. Ptolomeo había
adoptado la iconografía tradicional de los faraones en gran parte del país, pero
Alejandría era la "niña de sus ojos", la puerta por donde introduciría la cultura helénica
en el país. El experimento le dio resultado, por lo menos más que a sus "coleguillas" de
generalato, y greco-macedonios, egipcios y judíos convirtieron a Alejandría en uno de
los puntales económicos y culturales del mundo pre-romano.
A la muerte de Cleopatra Egipto pasa a ser una provincia romana bajo mando directo
del emperador, dada su importancia estratégica y económica. Los romanos intentaron
conservar la majestuosa Biblioteca, incluso abriéndola al público en general, pero para
la época que nos ocupa, esto es, finales del siglo IV y principios del siglo V, tanto la
Biblioteca original como su "biblioteca hija", el Serapeo, habían sido destruidas. No se
sabe demasiado sobre cómo desapareció la Biblioteca original, pero sí se conocen las
causas del fin de la "biblioteca hija". En 391 el patriarca de Alejandría, Teófilo, asalta el
Serapeo al frente de una violenta turbamulta de fanáticos cristianos, lo arrasan y
demuelen piedra por piedra, edificando en su lugar una Iglesia.
Así estaban las cosas en la época en la que vivió Hypatia de Alejandría. No sabemos
quién fue su madre, pero sí quién fue su padre, Teón de Alejandría, matemático, filósofo
y astrónomo de vasta cultura, de gran prestigio en el mundo cultural alejandrino. Teón
proporcionó a su hija una educación completa, tanto física como cultural. Hypatia viajó
a Roma y Atenas para completar su educación. En Atenas logró la corona de laurel que
solamente se otorgaba a los estudiantes más destacados. Ya de vuelta en su terruño,
Hypatia superó la fama de su padre. Cual precursora de Leonardo da Vinci, destacó en
varios campos del saber, Enseñó filosofía, convirtiéndose en la autoridad más destacada
de la Escuela Neoplatónica. También enseñó matemáticas, y escribió tratados sobre
Álgebra, Astronomía y Geometría, que desgraciadamente no han llegado hasta nosotros.
Destacó también en la mecánica, inventando o perfeccionando diversos aparatos de
medición. Entre sus alumnos figuraban cristianos, paganos y judíos. Dicen que se
mantuvo virgen, aunque algunas fuentes mencionan que fue esposa de un tal Isidoro, el
Filósofo (lo cual nos lleva a pensar que, o nos mienten sobre su virginidad, o su amor
era meramente... neoplatónico).
Hemos mencionado anteriormente que la situación en Alejandría era complicada. La
ciudad era un polvorín ideológico a punto de estallar, y a esto hay que sumarle el
tradicional carácter "broncas" de los alejandrinos, que se echaban a la calle a las
primeras de cambio arramblando con todo lo que encontraban. Eran célebres las
rebeliones espontáneas, que dejaban las celebraciones del Barça en Canaletas a la altura
del betún. Sus linchamientos salvajes eran célebres en la Antigüedad. Hasta 412 el
patriarca de Alejandría era Teófilo, que había obtenido del emperador Teodosio la
autorización para demoler los templos paganos de la ciudad, no dejando piedra sobre
piedra. Si el amigo Teófilo era un fanático, su sucesor tras su muerte, Cirilo, superó
ampliamente su intransigencia. El hombre fue rápidamente a por faena, y en un tiempo
récord expulsó a los judíos, arrasó sus sinagogas y construyó iglesias sobre sus restos,
acabando abruptamente con cientos de años de convivencia más o menos pacífica. Estos
hechos le enfrentaron con el gobernador imperial, el prefecto Orestes, amigo y alumno
de Hypatia, el cual intentó sin éxito la caída del futuro San Cirilo, granjeándose el
"cariño" eterno del rencoroso patriarca.
A partir de este hecho, Cirilo creó un ambiente de animadversión hacia Hypatia, a quien
acusaba de influir en el prefecto Orestes para intentar provocar su caída. Durante la
celebración de la Cuaresma del año 415. Hypatia fue arrancada de su carruaje por una
horda enfurecida dirigida por un tal Pedro el Lector (evidentemente, no de las obras de
Hypatia). La desnudaron, la golpearon, la arrastraron por toda la ciudad hasta llegar a
una iglesia. Allí intentaron que Hypatia renegara del paganismo y besara la cruz. Se
negó. La descuartizaron con conchas marinas, arrancaron sus miembros, pasearon sus
restos por la ciudad y acabaron su hazaña quemándolos en un crematorio. No se sabe si
los responsables fueron los habitantes de Alejandría (de natural propensión a este tipo
de descontroles, como ya se ha mencionado) o los llamados monjes nitrianos, una
especie de guardia pretoriana de Cirilo. Los intentos de investigar el crimen fueron
abortados por el propio Cirilo, el cual echó tierra sobre el asunto hasta el crimen quedó
finalmente impune.
El horrendo final de Hypatia quedó como un hito simbólico, el violento y convulso final
de la Edad Clásica. Como decía al principio, cada cual se apropió del mito de Hypatia,
simpatizantes y detractores. Mujer de ciencia o bruja, primera feminista o hechicera
diabólica, adalid del libre pensamiento o arpía intrigante. Alejandro... ¿qué vas a hacer
tú con Hypatia?
Roma. Un imperio que duró más de 1000 años y que, alrededor de un Mar Mediterráneo
convertido en "Mare Nostrum", unió a cientos de pueblos bajo unas mismas leyes, una
misma cultura, una misma lengua, en definitiva, una misma civilización. A mediados
del siglo V el Imperio Romano de Occidente sucumbió bajo el empuje de los pueblos
godos y germánicos que llevaban muchos años hostigando al cada vez más debilitado
Imperio. Mientras la parte oriental sobrevivía bajo el nombre de Imperio Bizantino
hasta mediados del siglo XV, Occidente entraba en una época de oscurantismo,
fanatismo religioso y retroceso cultural, la Edad Media. Pero ninguna de las
civilizaciones posteriores que se asentaron sobre los antiguos territorios romanos
logró borrar el ingente legado de aquel pueblo que, partiendo de una simple
aldeúcha, hizo avanzar a sus legiones hasta convertir el Mar Mediterráneo en un lago
interno de Roma.
El problema (bendito problema) llega cuando uno se dice: "quiero saber más". La
cantidad de bibliografía que aborda el tema es ingente, colosal, casi inabarcable.
¿Por dónde empiezo? Es mi intención recomendar algunas lecturas que pueden sernos
de gran utilidad para, si no convertirnos en expertos en la Historia de Roma, sí
proporcionarnos una buena visión de conjunto de la evolución del Imperio Romano. No
pretendo convenceros de que estos libros son los mejores, en todo caso son los que yo
he leído, como ya he dicho antes la bibliografía es inmensa y seguro que se me
escaparan títulos fundamentales, pero creo que, por lo menos para empezar, estos
libracos os ayudarán.
Para hacerse una idea general de la evolución de Roma a lo largo de los siglos, yo os
recomendaría encarecidamente un pequeño clásico, la "Historia de Roma" de Indro
Montanelli, que se "ventila" el tema en 356 páginas. Ameno, escrito de manera
coloquial, es el libro perfecto para abordar la Historia de Roma de forma ligera
pero rigurosa. Un libro imprescindible. También tenemos, dentro de la Historia
Universal Asimov, "La República Romana" y "El Imperio Romano", escritos por el
gran divulgador científico con un estilo similar al de Montanelli, ameno e instructivo a
la vez. También de lectura amena es "Roma. La novela de la Antigua Roma", de Steven
Saylor, una novela histórica que acaba con el advenimiento de Octavio al trono. El
fascinante personaje de Marco Antonio es tratado por Allan Massie en "Marco Antonio.
El triunviro", una novela que nos pondrá al cabo de la historia del desgraciado general,
de sus amores con Cleopatra y de su triste fin ante el empuje del ambicioso Octaviano.
Y de un emperador sabio al "zumbado" que le sucedió, ni más ni menos que Nerón, por
todos conocido. Para conocer mejor al orate de la lira, un librito de Philipp Vandenberg,
"Nerón. Emperador y Dios, Artista y Loco". Nos puede ayudar a comprender mejor la
evolución de un emperador al que el cine convirtió en un estereotipo de gobernante
salvaje, loco y sediento de sangre. Puede que, tras la lectura del libro, nos llevemos
algunas sorpresas.
Siguiendo con los emperadores, una pequeña debilidad personal. Juliano el Apóstata
solamente reinó durante dos años, 361-363, pero pasará a la Historia como el emperador
que intentó hacer "marcha atrás" en el imparable proceso de cristianización del Imperio
iniciado por Constantino. Un intento romántico, pero condenado al fracaso, que
Gore Vidal plasmó magistralmente en su novela "Juliano el apóstata". Un libro que
nos ilustrará sobre la evolución del Imperio y su estado en las postrimería del siglo IV.
24 de Agosto del año 79. El volcán Vesubio entra en erupción y sepulta las ciudades de
Pompeya, Herculano y Stabia. La ceniza conserva las ciudades y el descubrimiento de
sus restos a mediados del siglo XVIII mostraron con detalles sorprendentes cómo era la
vida cotidiana en una ciudad del Imperio durante el siglo I. Mucho se ha escrito sobre la
ciudad sepultada, para "desengrasar" un poco yo os recomiendo "Pompeya", de Robert
Harris, una novela histórica cuya trama se desarrolla durante los dos días anteriores a la
erupción del volcán. Muy entretenido.
También podemos leer el libro de Alessandro Barbero, "El día de los bárbaros", sobre la
batalla de Adrianópolis del 9 de Agosto de 378, en el que el ejército romano de Oriente
sucumbió ante el empuje de los godos, en lo que a juicio de los expertos supuso un
punto de inflexión, el comienzo del fin del Imperio Romano. Muy bien documentado y
narrado, el autor analiza de manera brillante la crisis que los godos generaron en el
Imperio Romano. También se encarga del tema Peter Heather, en su "La caída del
Imperio Romano", aunque tengo que reconocer que es un poco "tocho", pero que resulta
un ensayo brillante sobre las posibles causas que precipitaron el fin del Imperio de
Occidente.
¿Cómo vivían los romanos, qué comían, cómo se entretenían, en qué creían, cómo
viajaban? El amigo Ludwig Friedlander responde a todas estas preguntas (y a algunas
otras más) en su esencial "La sociedad romana". Y si queréis sorprender a vuestras
amistades con una comida típicamente romana, os recomiendo el libro de recetas de
Marco Gavinio Apicio, "El arte de cocinar", aunque ya os advierto sobre la dificultad de
localizar ciertos ingredientes.
Y, por fin, recomendaros tres estupendas sagas de novelas cuya acción se desarrolla en
Roma. Comenzamos por el ciclo de novelas de Colleen McCullough (sí, la de "El
pájaro espino") siete tremendos tochazos que se leen en un suspiro. La autora se nos
muestra como una auténtica erudita en la Historia de Roma, y el lector devora
literalmente las páginas de una saga que comienza con Sila y acaba con la triste historia
de Marco Antonio y Cleopatra.
Entramos en terrenos detectivescos, con la saga de novelas de Steven Saylor (el mismo
que escribió "Roma") que nos muestra a un investigador, Gordiano, que se mueve por
los sórdidos ambientes de la Roma de mediados del siglo I ac. Nos divertiremos con las
peripecias de Gordi y, sin darnos cuenta, aprenderemos algo de los entresijos de la
época. Marco Didio Falco también es investigador privado, pero bastante más caústico
y cínico que el buenazo de Gordiano. Falco hace sus pesquisas en la época del
emperador Vespasiano, arriesgando el pellejo por las insalubres calles de la Roma
imperial. La autora es Lindsay Davis.
Y con esto finalizo. Respecto a esta particular bibliografía, recurro al viejo y manido
tópico de "no están todos los que son, pero son todos los que están". Creo sinceramente
que la lectura de estos libracos tan queridos por mí os ayudará a comprender los
entresijos de la historia de la civilización que, posiblemente, más huella haya dejado
entre nosotros, tanto en lo político como en lo social, cultural, artístico, etc. También os
aviso una cosa: la Historia de Roma es adictiva. Si os dejáis atrapar, es posible que
acabéis babeando ante el Anfiteatro Flavio, o vagando emocionados por las calles de
Pompeya y Herculano. De todas maneras, será emocionante, ¿no?
Hace unos días leía una noticia sobre el lanzamiento de un disco por parte de Juan
Ramón Viles. La leí con cierta indolencia, hasta que en la noticia surgió el nombre de
Duncan Dhu. Entonces me dije: ¡Sapristi, es verdad, si es el primer batería de Duncan
Dhu! Tras reconvenirme mentalmente por usar una expresión tan cursi, recordé que,
efectivamente, el amigo Viles formó parte del grupo vasco hasta 1989, año en el que
abandonó el grupo (por discrepancias con los otros dos miembros) y pasó al anonimato
más absoluto. Una cosa llevó a la otra, y acabé pensando en algunos miembros de
grupos que los abandonaron justo cuando comenzaba el despegue rumbo a la
fama, el dinero y el reconocimiento masivo.
Realmente no sé por qué vino a mi memoria la imagen de un tipo barbudo, vestido con
un traje similar al de Escarlata en "Lo que el viento se llevó", y bailando con un señor
elegantemente trajeado. ¡Cáspita, el tercer "Martes y 13! En efecto, Fernando Conde,
miembro de los originales "Martes y 13", dejó a sus compañeros José María Yuste y
Millán Salcedo para emprender carrera en solitario como actor de teatro. Fernando se
fue justo antes de las "empanadillas de Móstoles", los especiales de Nochevieja y la
enorme popularidad de Millán y José María. Antes, tuvo tiempo de rodar con sus
compinches tres películas, "Sentados al borde de la mañana con los pies colgando", "Ni
te cases ni te embarques" y "La loca historia de los Tres Mosqueteros", igual de
"memorables" que el resto de la filmografía (afortunadamente exigua) del popular dúo
humorístico.
Son diversos los motivos por los cuales alguien abandona un proyecto (ya sea
humorístico, musical o de otro tipo) en los comienzos del mismo. Hastío, discrepancias
artísticas, celos, envidias, problemas monetarios, drogas, alcohol, egos zaheridos, la
llamada del amor, o simplemente la intuición de que el grupo no va a ningún lado. Esto
debieron pensar los miembros de Supertramp, a excepción de Roger Hodgson y Rick
Davies, tras ver las pobres ventas de su segundo álbum, "Indelibly Stamped". Hicieron
mutis por el foro en 1971 y dejaron a Hodgson y Davies más solos que la una. Los dos
coleguillas, en lugar de unirse al "Hasta luego, Lucas" de sus compañeros,
recompusieron el grupo y grabaron "Crime of the Century" en 1974. ¿Resultado? Éxito
total de ventas y lanzamiento definitivo del grupo al Olimpo del Rock.
Otros fueron los motivos que indujeron a Brian Eno a abandonar a unos primerizos
Roxy Music en 1973, tras la grabación de sus dos primeros discos. En este caso fueron
discrepancias artísticas con el glamouroso Brian Ferry las que llevaron a Eno a largarse
con viento fresco y comenzar una exitosa y respetada carrera como músico
"multimedia", productor y letrista.
También discrepancias, artísticas y de todo tipo, fueron las que indujeron a Sabino
Méndez, letrista y compositor de la mayoría de los temas de los exitosos cinco primeros
discos de Loquillo y Trogloditas, a abandonar el grupo justo cuando éste estaba en la
cresta de la ola, dando conciertos multitudinarios y preparando la grabación del
inevitable LP en directo. Desde 1989 hasta hace unos años, Sabino mantuvo una
enemistad con el "Loco" que fue incluso aireada en un libro, "Corre, rocker (Crónica
personal de los 80)", en el que Sabino pone a caldo a su antaño coleguita Loquillo. Éste
tampoco se quedó atrás y lo puso como un trapo, aireando los problemas de Sabino con
el "bebercio" y estupefacientes varios.
Los Beatles también tuvieron dos bajas en los comienzos de su carrera. La primera
corresponde a Stuart Sutcliffe, primer bajista del grupo, que se quedó en Hamburgo tras
la segunda gira alemana de los de Liverpool, en 1961. Stuart se había enamorado de una
fotógrafa alemana, Astrid Kirchnerr, la inspiradora del célebre peinado de los Beatles en
sus primeros tiempos. Stuart Sutcliffe murió a consecuencia de una hemorragia cerebral,
con 21 años, unos pocos días después del lanzamiento del single "Love Me Do".
Tampoco cosecharía las mieles del increíble éxito de los Beatles su primer batería, Pete
Best, despedido de la banda el 16 de Agosto de 1962 por presiones de George Martin, el
eterno productor de los de Liverpool. Que si no me gusta como toca la batería, que si no
se integra en el grupo, que si no acepta el peinado "oficial" Beatle, que si falta a
conciertos... vamos, que a la puñetera calle. Lo reemplazó un tal Ringo Starr. Lo
demás... es leyenda.
El recuerdo me lleva ahora a volver a nuestra baqueteada piel de toro para rememorar la
primera formación de Radio Futura. En la portada de su primer LP, "Música Moderna",
algo chirriaba. Entre cuatro jovenzuelos (bueno, algunos no tanto) que posaban con
pinta chulesca y arrogante se colaba un treintañero con chaqueta y corbata roja, gafas y
una importante alopecia que sonreía simpaticón. Era Herminio Molero, y en realidad él
había sido el fundador de Radio Futura. Molero, artista multidisciplinar (¡toma ya!)
había aglutinado a su alrededor a los hermanos Auserón, Javier Pérez (aka Javier Furia)
y Enrique Sierra, entre otros .
Pues ahí se quedaron, desaparecidos de formaciones que luego "se lo comieron todo",
como vulgarmente se dice. Algunos desertaron voluntariamente, otros fueron
amablemente puestos de patitas en la calle con las más peregrinas excusas. Algunos se
supieron buscar las habichuelas y seguir en el ajo, y otros volvieron a un anonimato
cruel e inmisericorde. Sirva este pequeño y en absoluto exhaustivo articulillo como
recuerdo a los que no quisieron, o no pudieron, apurar la copa de la fama hasta las
heces.
PD: cuando acabo de escribir estas líneas me llega la noticia de la muerte de Jay Bennet,
ex miembro de Wilco, que abandonó el grupo en 2001 por diferencias artísticas con Jeff
Tweedy. Jay tenía 45 años.
No obstante, a pesar de mi fatalista y prematura aceptación del vacío con el que los
medios "tradicionales" condenarán mi hallazgo, creo que tengo la obligación moral de
darlo a conocer al mundo, y para que quede constancia del mismo he decidido
divulgarlo a través del ciberespacio, dejándolo suspendido e hibernado, como un insecto
conservado en ámbar, a la espera de que alguien lo sepa valorar en su justa medida. Me
adhiero simbólicamente a la amplia nómina de descubridores que, incomprendidos y
sometidos a mofa, befa y escarnio en su tiempo, obtuvieron posteriormente el
reconocimiento y admiración del mundo científico. Precursores y pioneros de las más
avanzadas ideas, no obtuvieron de sus contemporáneos más que humillaciones y
comentarios hirientes, pero sus logros acabaron por convertirlos en inmortales, mientras
que a sus mediocres antagonistas fueron arrumbados por la Historia, y sus nombres
disueltos en el polvo de los tiempos.
Pero no quiero abusar más de la paciencia de los (supongo que pocos) lectores que
hayan llegado hasta aquí. Su perseverancia e indulgencia merecen que, por fin, explique
cómo he podido descubrir yo solito el eslabón perdido, y además sin despegar mis
posaderas de la baqueteada silla que las soporta estoicamente desde hace ya unos
cuantos años. Espero que seáis indulgentes con mi jactancia y falta de humildad, pero
comprended que un humilde empleado de almacén debe exprimir los cinco minutos de
gloria que a todo hijo de vecino le llegan al menos una vez en la vida, si hemos de hacer
caso al amigo Warhol. Vayamos, sin más dilación, al tema.
Leí la noticia, tan típica y tópica como cabría esperar de un hecho tantas veces repetido,
cuando de pronto lo vi. Era el cuarto comentario de los lectores y lo firmaba un tal Jose.
Cuando acabé de leerlo permanecí varios minutos mirando la pantalla con la boca
abierta, mientras un reguerillo de café caía sobre el teclado desde mis dos fosas nasales
(sí, me había atragantado de mala manera al leer el comentario de marras). ¡Eureka!,
grité, sin importarme el lamentable aspecto que el teclado estaba adquiriendo. ¡Había
encontrado el eslabón perdido, y además estaba vivo! De todas maneras, simulando un
rigor científico que, para qué nos vamos a engañar, nunca he tenido, intenté barajar
otras alternativas, pero todas me llevaban a la misma conclusión: el amigo Jose era, por
lo menos, el "recontratatarabuelo" de Ida. Pero voy a dejar de marear la perdiz y
transcribir esas tres líneas y media que, en un utópico mundo perfecto, deberían
hacerme pasar a la Historia. Vamos allá: "Pues eso viene bien para la industria
pesquera, las ballenas realmente no sirven para nada por más que el amigo ZP y
sus amigos ecologistas se empeñen en preservarlas, la verdad que todo iría mejor
sin ellas y cazarlas a todas puede ser un buen negocio, pero claro, ZP prefiere crisis
a ballenas muertas".
Amigos y amigas, espero que, tras la lectura de estas 54 palabras, estéis de acuerdo
conmigo en que éste, y no esa especie de monilla llamada Ida (que, por cierto, pasó a
mejor vida en una postura que recuerda vagamente al inefable Chiquito de la Calzada),
es el auténtico, genuino e inimitable eslabón perdido, el puente entre los primigenios
mamíferos y la Humanidad. Como he dicho antes, barajé de forma no demasiado
rigurosa otras hipótesis. Primero pensé que se trataba de uno de esos coléricos
opositores al Gobierno (cualquiera que sea su pelaje ideológico) que basan su discurso
en echarle al mismo la culpa de absolutamente todos los males habidos y por haber,
pero creo que ni el más furibundo y exasperado de los seguidores del amigo Losantos
se atrevería acusar a Zapatero de no exterminar a todas las ballenas para acabar con la
crisis. Luego pensé que se trataba, simplemente, de un imbécil, un mentecato, un
zoquete, un botarate, un memo, un lerdo, un necio, un estúpido, un lelo, un cretino
(¡opsss, se acabarón los sinónimos en el diccionario!) pero tuve que reconocer que el
texto no parecía escrito por un zote, no había demasiadas faltas (alguna hay, pero
comparado con lo que se ve por ahí esto es una obra maestra de la literatura) y el breve
discurso estaba bien hilvanado (en su demencial y surrealista estilo, claro está).
También descarté la hipótesis de que el tal Jose fuera un canalla, un miserable, un
granuja, un desaprensivo, una sabandija vil y rastrera (¿qué haríamos los articulistas
mediocres sin un buen diccionario de sinónimos?), pero de la enésima lectura del
comentario colegí que el mismo estaba inspirado por una buena intención (la solución a
la crisis). Para un servidor, la conclusión era inevitable: Jose es el eslabón perdido entre
los antediluvianos primates y el Hombre (y la Mujer, claro, señora Aído).
No quiero extenderme más. Supongo que, a estas alturas del artículo, un alto porcentaje
de mis hipotéticos lectores se habrá quedado dormido sobre el teclado (incluso yo
mismo echaría alguna cabezadita si no fuera porque mi teclado está pegajoso de café
derramado). Tengo la certeza de que, aunque mis contemporáneos pasen por alto mi
descubrimento, las generaciones venideras sabrán valorar convenientemente estas 54
mágicas palabras que descubrí por azar y que (lo siento, sesudos paleontólogos) dejará
el descubrimiento de Ida a la altura del más negro de los betunes. ¡He dicho!
¿Cómo llegué a formar parte del abominable clan de los "talibanes ortográficos"?
Supongo que la culpa es mía, y solamente mía, pero no puedo dejar de mencionar en
este artículo la nefasta influencia que ejercieron, en mi ya lejana infancia, los profesores
de Lengua Española que tuve la desgracia de padecer. Figuraos que los muy insidiosos
suspendían a los pobres niños que cometían faltas ortográficas en exámenes y
redacciones. Y eso a la tierna edad de 11 ó 12 años. Vamos, que no solamente
pretendían que supiéramos las respuestas del examen, o que la redacción fuera
imaginativa y bien elaborada, sino que encima exigían que no hubiera faltas
ortográficas. En cambio, ahora, en la Facultad de Periodismo, puedes entregar un
examen con 4 faltas y no pasa nada. También teníamos unos horribles libros de texto de
Lengua, elaborados por el más peligroso de todos los talibanes ortográficos, ni más ni
menos que Fernando Lázaro Carreter, el auténtico "Padrino" de esta especie de mafia
lingüística, que no dejaba pasar ni una, el tío. Incluso llegó a escribir libros en los que se
recopilaban sus furiosas diatribas ("dardos", los llamaba él) contra los "maltratadores
del lenguaje" de nuestros tiempos. Menudo elemento.
No faltaron, por parte de aquellos malintencionados profesores, ejemplos con los que
romper mi débil resistencia ante sus ideas extremistas. Que si la herencia de nuestros
antepasados, que si normas unificadoras para que esto no sea "la casa de tócame
Roque", que si las faltas son como la droga, que una lleva a la otra y al final se escribe y
habla como Paco Martínez Soria en sus películas de catetos... Podéis comprender la
presión a la que me vi sometido durante mi infancia, la época en la que una persona es
más vulnerable a estos malévolos ataques.
Ni la ilusión por el ansiado y cada vez más cercano "triplete", ni el recuerdo de la lejana
final del 84, la de las "galletas", la del triste final de la etapa de Maradona en el Barça,
ni el reto de ser el indiscutible "Rey de Copas", consiguen anular completamente una
sensación de "abusaenanos" mientras contemplo cómo el Athletic de Bilbao, perdiendo
por 4 a 1, es animado de forma incansable por una afición que ha dado toda una lección
de fidelidad, de entusiasmo y de deportividad.
Uno atesoraba cierto rencor desde aquel ya lejano 1984. Una derrota y una tángana
brutal entre los jugadores de los dos equipos. 25 años esperando la revancha, y cuando
ésta se hace realidad resulta que ni he levantado el puño cuando Xavi ha marcado el
cuarto gol del Barça. Esperaba un encuentro más igualado, evidentemente con la
victoria del Barça como resultado final, pero sufriendo como perros ante esos bravos
leones que se han plantado en la final superando las limitaciones de su romántica
política deportiva en estos tiempos en los que se pagan sin pestañear decenas de
millones de euros por jugadores mediocres.Tengo que ser sincero: no he disfrutado con
el "baño". Veo a Puyol recoger la copa y sigo escuchando ¡Athletic, Athletic!, y en el
fondo me sabe mal que la gabarra siga varada durante quién sabe cuánto tiempo más.
No hace falta que esperes a ser multimillonario para convertirte en "turista espacial" y
experimentar las sensaciones de la ingravidez. Puedes sentir una sensación similar por
apenas 60 euros: lo que cuesta, más o menos, un "bautizo" de buceo en cualquiera
de los numerosos centros de nuestro país.
Estás nervioso, algo incómodo con tanto trasto. El traje, el chaleco, los plomos, la
máscara, las aletas... te sientes apretado y patoso. Encima te han colocado una pesada
botella en la espalda, y apenas te puedes mover. Te ajustas la máscara, te colocas el
regulador en la boca... y saltas al agua. Se acabó la incomodidad. Estás flotando.
Cuando estás listo, sueltas aire y comienzas la inmersión. La sensación de agobio
desaparece.
Estás flotando, ingrávido, bajas lentamente mientras el fondo marino se acerca. Silencio
absoluto, solamente roto por el sonido de las burbujas que ascienden a superficie. Te
reúnes con tus compañeros, compruebas tu equipo. Todo está bien. Tienes por delante
una hora para pasearte tranquilamente por las profundidades marinas. Los peces te
miran, entre curiosos y sorprendidos. Una morena asoma sus amenazadoras fauces entre
las rocas. Un pulpo enorme se asusta y sale zumbando ante tu presencia. Enfocas con tu
linterna a una estrella de mar, y su luz te muestra una explosión de color rojo. Tras la
inmersión, asciendes de nuevo, emocionado y en paz, deseoso de subir al barco para
comentar con tus compañeros lo que has visto.
Es el maravilloso mundo del buceo. Aunque, con la implantación de los trajes "secos"
que no dejan entrar ni una gota de agua, se bucea durante todo el año, es en estas fechas
de "calorcillo" y vacaciones cuando nuestras costas se llenan de buceadores en busca de
los mejores fondos marinos. Amigos, esto es adictivo. La increíble sensación de
avanzar flotando en el líquido que le da vida a nuestro planeta (¡qué injusticia que
se llame Tierra!) te hará desear volver al agua cuando todavía no se acaba de secar
tu bañador. A mucha gente le gustaría experimentar esa sensación, pero piensan que es
complicado, caro, elitista, peligroso... Nada más lejos de la realidad. Intentaré, en la
medida de mis modestas posibilidades, orientaros un poco a aquellos de vosotros que
deseáis iniciaros en el maravilloso mundo del submarinismo. Ahí van unas cuantas
preguntas... y unas cuantas respuestas.
Estas son algunas de las preguntas básicas que nos podemos hacer si nos planteamos
aprender a bucear. Evidentemente, hay muchas más. Para obtener respuestas a esas
preguntas podemos acudir a la página de la Federación Española de Actividades
Acuáticas (FEDAS), a la de Professional Association of Diving Instructors (PADI).
También podemos acudir a alguna de las páginas sobre buceo que proliferan por
Internet. Yo te recomiendo Forobuceo, Bajoelagua, o Sensaciones, aunque hay muchos
más.
Como decía la canción, "la vida te da sorpresas, sorpresas te de la vida". Hace apenas
unos días este buen vecino y seguro servidor de ustedes escribía un pequeño articulillo
sobre sus recuerdos del Día de Sant Jordi como trabajador de una céntrica librería de
Barcelona, y hoy me desayuno con la noticia del cierre de las librerías Crisol, vamos, de
las últimas que quedaban en Madrid. Y lo de las sorpresas de la vida viene a cuento
porque la librería donde un servidor trabajaba era... Crisol. O sea, que este capítulo bien
se podría titular "Nuevas batallitas del abuelo Cebolleta", o algo por el estilo. Por lo que
he podido leer durante el día de hoy sobre el cierre de Crisol, no hay mucha diferencia
de estilo y forma usados en el cierre de hoy con los procedimientos usados hace 8 años
para cerrar una de las dos librerías Crisol que había en Barcelona.
Corría el año 1994 cuando Crisol desembarcó en lo que, hasta entonces, había sido la
Librería Toc's de Barcelona. Toc's había sido uno de los buques insignia de la pasión
por el diseño que inundó Barcelona en los años pre-olímpicos. La ciudad derrochaba
optimismo y autocomplacencia. No se habían escatimado en gastos para montar una
librería espectacular, cita ineludible de la "gente guapa" de Barcelona, donde uno se
podía encontrar a Narcís Serra comprando libros, o a la infanta Cristina adquiriendo un
CD. Todo era "de diseño", hasta los uniformes de los empleados podían servir
perfectamente para salir a tomar unas copas por la noche en los locales mas "in" de
Barcelona. El dinero fluía sin problemas y los saraos con personalidades del mundo de
la cultura, la política y la literatura eran continuos... hasta que se cerró el grifo del
dinero. Los propietarios se cansaron del caprichito y ahí es donde entró Crisol. Cuando
el Grupo Santillana, perteneciente al Grupo Prisa, adquirió el céntrico y enorme local
donde había estado ubicada la librería Toc's, ya existía una librería Crisol en Barcelona.
Concretamente en Rambla Catalunya, cerca de donde se abriría el nuevo centro. Les
funcionaba bien, gracias al continuo flujo de gente que transitaba por la Rambla y a que
cerraban tarde.
Las mentes pensantes del Grupo Prisa pensaron que podían repetir la jugada con la
antigua sede de Toc's, y aparecieron de la noche a la mañana. Se nos convocó a una
reunión de la que recuerdo, sobre todo, las exageradas garantías de que todo el personal
seguiría, y algunas pintorescas afirmaciones de que se "preservaría la catalanidad del
establecimiento" (cosa que a muchos de los que allí nos encontrábamos nos importaba
un bledo, más preocupados por saber si los nuevos propietarios nos iban a echar a la
puñetera calle). La verdad es que se supieron vender bastante bien, que si su modelo de
gestión era fantabuloso, que si las cosas se iban a hacer con racionalidad, que si Crisol
Barcelona prosperaría, etc.
Efectivamente, las cosas cambiaron. Y qué cambio. Del más insoportable esnobismo
cultureta pasamos a convertirnos en una especie de "bazar chino" de la cultura. Un
cierto aire rancio y casposo lo inundó todo. Efectivamente, no echaron a nadie... porque
la gente se fue, más o menos voluntariamente. La nueva dirección se apresuró a saldar
la sección de Electrónica. No era viable. Poco tardaron en hacer lo mismo con la
sección de Fotografía, que sus responsables habían convertido en uno de los referentes
ineludibles del mundillo fotográfico barcelonés. Creo que nada ilustra mejor la forma de
proceder de los jerifaltes de Crisol que la forma que tuvieron acabar con la sección.
Primero intentaron saldar, de manera ruinosa, todo el material que había en la tienda.
Un buen día, el gerente de la tienda recibió una oferta de un mayorista de fotografía
para llevarse todo el material que quedaba. Se autoriza la operación desde Madrid, viene
el mayorista, carga un camión, se lleva el género... y al día siguiente la operación se
"desautoriza". Llamada al mayorista, y vuelta del camión, sospechosamente más vacío
que cuando se llevó el género. Todo el material al almacén... y a pudrirse de asco.
Punto y aparte era la gestión del departamento de música, que pasó a convertirse en una
especie de subsede de los Cuarenta Principales. Teníamos al lado un gran tienda de
discos que nos hacía la competencia. Hasta que entró Crisol habíamos podido mantener
unos precios similares los suyos, pero de pronto empezaron a llegar compactos
marcados a precios mucho más altos que la tienda de al lado. Cuando lo comentamos a
los mandamases (que venían regularmente para inspeccionar el chiringuito y, de paso,
atizarse pantagruélicas comidas en uno de los mejores restaurantes franceses de la zona)
nos decían que el precio era el mismo para toda la cadena y que no se podía modificar.
¡Toma flexibilidad y reflejos empresariales! Los de la tienda de al lado se partían de risa
chuleándonos descaradamente la clientela.
Por fin, en 2001, nos comunicaron que se cerraba la tienda. El estilo del que hizo gala el
Grupo Prisa para ponernos a todos en la calle fue chulesco, barriobajero y traidor. Nos
informaron del cierre a comienzos de verano, cuando muchos empleados ya estaban
disfrutando sus vacaciones. Contrataron a gente de ETT's para devolver libros a
mansalva, trabajando junto con los empleados que se iban a la calle. Se iniciaron las
negociaciones en Madrid, ya que en la capital también cerraban algunas tiendas.
Todavía recuerdo la imagen de los delegados sindicales y representantes del sindicato
(cuya actuación en las negociaciones merecería un artículo aparte) sentados en una sala
de reuniones de un céntrico hotel de Madrid, mientras los abogados de la compañía nos
abrumaban con datos económicos, cifras de ventas, porcentajes, proyecciones de
gráficos, etc. Uno de los grupos más poderosos de España regateándole cuatro duros a
unos pobres diablos que, en pleno verano, se veían en la calle. Aquellos impecables
abogados llegaron a decirnos que teníamos que separar a Santillana, propietaria de
Crisol, del Grupo Prisa, en una especie de burla a nuestra inteligencia. Estuvieron
mareándonos, más o menos, un mes, en un tenso tira y afloja que culminó con la
sospechosamente precipitada firma de un acuerdo que no llegaba, ni de lejos, a nuestras
pretensiones, y a finales del verano ya estábamos todos intentando buscarnos la vida. De
las cláusulas de recolocación, de la bolsa de trabajo, de las promesas que figuraban en el
pacto, nunca jamás se supo.
La otra tienda de Barcelona, la primera en abrir, todavía aguantó unos años, pero acabó
igualmente sucumbiendo, y ahora los últimos restos de Crisol se hunden
definitivamente. 65 familias a la calle, y la crisis como cansina y reiterada justificación
para echar el cierre. Leo la noticia y retrocedo en el tiempo y, a tenor de las noticias que
me llegan, de la misma manera que la gestión de las librerías no mejoró, tampoco han
mejorado los métodos del Grupo Prisa, el presunto bastión del progresismo español, a la
hora de poner a sus empleados de patitas en la calle.
No es que uno no escarmiente, no. Ya sabe perfectamente lo que compra. Pero, como
diría mi amigo Juan, "está la cosa muy malita". Es por eso que no suelo dudar mucho
cuando hago mis compras mensuales en el supermercado de turno y cojo, con aire
resignado, esas bandejas de plástico retractiladas que contienen 6 ó 7 tomates. Muchas
veces no hay tiempo, o no hay dinero, para comprar algo mejor. Y uno llega a casa,
rasga el retractilado y se acerca un tomate a la nariz para intentar solazarse con el olor y
desperezar viejos recuerdos de paseos por una plantación de Valencia, caminando con
mi padre y arrancando a las tomateras unos frutos de un rojo intenso, jugosos y llenos
de sabor, que comíamos mientras paseábamos entre árboles cuajados de fruta. No hay
manera. No hay olor. Lo muerdo, e instintivamente tuerzo el gesto. Una textura gomosa,
artificial, y la práctica ausencia de ese jugo que uno sorbía antaño con deleite, sin
importarle que resbalara por la cara. Son tristes sucedáneos, cultivados en invernaderos,
acelerado su crecimiento por métodos incomprensibles, y conservados en cámaras
frigoríficas que acaban matando su ya exiguo sabor. Frutos sin sabor, penoso remedo de
tomates para la tropa. Los otros, los buenos, hay que pagarlos a precio de oro.
Hay varias razones para revisitar la película. Para un servidor, una de las principales es
la emotiva y estremecedora actuación del gran Edward G. Robinson, el mítico iactor
que quedará para siempre en la memoria del cinéfilo como el prototipo de gángster frío
y calculador que popularizó, sobre todo, durante los años 30 y 40. Edward G. Robinson
moriría dos meses después de rodar la película, y dos meses antes de recibir un Oscar
honorífico por el conjunto de su carrera. Su conmovedora interpretación del ayudante de
Heston consigue poner un nudo en la garganta del espectador más avezado. También
asistimos a una buena interpretación del ex presidente de la Asociación Nacional del
Rifle, el señor Charlton Heston, que por aquel entonces le daba al "alpiste" de mala
manera y que, al parecer, le había cogido el gusto al tema "apocalíptico", completando
una especie de "tetralogía del mal rollo" que comprendería "El planeta de los Simios"
(1968), "Regreso al Planeta de los Simios" (1970), "El último hombre vivo" (1971) y la
película que nos ocupa. Asimismo, la película contiene escenas fuertemente
impactantes, como la disolución de una manifestación de ciudadanos enloquecidos por
el expeditivo método de atacarlos con excavadoras que los levantan y machacan sin
contemplaciones, o las escenas de la gente durmiendo hacinada en las escaleras de los
edificios, en medio de un sofocante calor.
Y es que en el Nueva York del año 2000 la cosa no está para demasiadas tonterías. En
la ciudad se hacinan 40.000.000 de personas, la mayoría de ellas sin trabajo ni techo. La
brutal contaminación, el agotamiento de los recursos naturales y la superpoblación
hacen que la mayoría de ellas vivan la más absoluta de las miserias, en contraposición a
una élite aislada en lujosos edificios (que disponen incluso de chicas que, cual
mobiliario, forman parte de los apartamentos) y que todavía puede acceder a lujos como
piezas de carne o verdura. La masa se alimenta de una especie de galletas fabricadas por
la corporación Soylent. galletas de distintos colores hechas con "plancton de los
océanos". Robert Thorn, el policía poco escrupuloso interpretado por Heston, investiga
el crimen de un capitoste de Soylent con la ayuda de Sol Roth, (¡qué grande eras,
Edward G. Robinson!), el cual le guiará de manera sorprendente a la resolución del caso
y a una aterradora conclusión. Y, como diría cualquiera de los presentadores del mítico
concurso "Un, dos, tres... responda otra vez", hasta aquí puedo leer.
Creo que voy a hacer un esfuerzo y comprar tomates "de verdad", por caros que sean,
antes de que sea demasiado tarde. Porque tengo la impresión de que, ahora sí, el Destino
nos está alcanzando.
Y hasta aquí llegan las buenas noticias para Ciudadanos. Tras la inaudita ascensión,
llegó una vertiginosa caída que puede culminar en un espectacular batacazo en las
próximas elecciones al Parlamento Europeo. Ciudadanos se presenta a las elecciones
municipales de 2007 con candidatos carentes de experiencia previa. En Catalunya
obtiene 67315 votos y 13 concejales. Vamos, que no es para tirar cohetes. Tras las
elecciones se celebra el Segundo Congreso Nacional. Aquí es donde comienza el
despelote de verdad. El partido, que hasta entonces se había manifestado ajeno a
cualquier corriente ideológica, ve como se aprueba la "Enmienda Carreras" que ubica al
partido dentro de una indefinida posición de "centro-izquierda". Se produce una
desbandada general de los militantes más situados a la derecha, más otros disconformes
con la evolución del partido. Muchos de ellos acaban en el partido de Rosa Díez, Unión
Progreso y Democracia. El partido pierde a una tercera parte de la militancia.Tras la
sangría, las Elecciones Generales de 2008 suponen un nuevo batacazo para Ciudadanos.
45750 votos en toda España, y 27408 en Catalunya. El partido de Rosa Díez, más o
menos afín ideológicamente a Ciudadanos, rechazó coaligarse con el partido de Rivera,
una negativa que escoció lo suyo. Por otra parte el PP ofreció a Ciudadanos la
posibilidad de presentar listas conjuuntas en Valencia, Catalunya y Madrid, posibilidad
que rechazó Ciudadanos.
No obstante, ha sido hace pocas fechas cuando Ciudadanos ha dado la impresión de una
importante "pérdida de papeles" política. Hace poco comenzaba el despelote de verdad,
el que ha dejado el de Rivera en las elecciones de 2006 a la altura del betún: Ciudadanos
se presenta a las Elecciones Europeas y su candidato es... Miguel Durán, ex presidente
de la ONCE y de Telecinco, recién absuelto por la Audiencia Nacional de delitos
fiscales y de falsedad que le imputaba la Fiscalía por supuestas irregularidades cuando
encabezaba la gestión de la cadena de las Mama-Chicho. No contentos con eso se alían,
vía Durán, con Libertas, una confusa organización paneuropea creada por el millonario
irlandés Declan Ganley que ha captado para su confusa causa, aparte de a Ciudadanos, a
partidos como la ultranacionalista y xenófoba Liga de las Familias Polacas, el
Movimiento por Francia de Phillipe de Villiers, colega ideológico de Le Pen, La Destra
italiana y otros pintorescos partidos del mismo jaez. En España también se han cogido
de la mano del Partido Socialdemócrata Español, en el que milita el legendario
tránsfuga Eduardo Tamayo , al que uno imaginaba escondido en algún rincón tras su
vergonzosa actuación política.
¿El resultado? Pues la sensación de que Ciudadanos, en una especie de absurda "huida
hacia adelante", se va a suicidar políticamente con unas alianzas políticas que casi nadie
comprende. Dos de sus tres diputados al Parlament, Antonio Robles y José Domingo, ya
se han manifestado en contra del acuerdo, aprobado con 36 votos a favor, 24 en contra y
2 abstenciones. Antonio Robles ha sido invitado a marcharse de Ciudadanos, y su
escaño lo ocupará Carmen de Rivera. José Domingo también ha "rajado" y es posible
que abandone próximamente el partido. También se han desmarcado de esta "aventura"
de Ciudadanos los intelectuales firmantes del Manifiesto que comenzó la andadura del
partido, como Arcadi Espada. En definitiva, el desmoronamiento de un partido que se
ha escorado de manera peligrosa a la derecha en busca de un rumbo que parece
definitivamente perdido.
Me resulta raro estar escribiendo estas líneas en casa, tomando café, fumando un
cigarrillo y escuchando a Neil Young, mientras el centro de Barcelona hierve de
tenderetes de libros y rosas y una multitud deambula apretujada intentando dar con un
libro que resulte interesante para la persona a la que se le va a regalar. Y digo que me
resulta raro estar aquí porque, hasta hace unos años, un servidor formaba humilde parte
de esa especie de circo que se monta en Catalunya cada 23 de Abril. Trabajar durante 15
años en una librería del centro de Barcelona me hizo contemplar el espectáculo en
primera fila. En una agotadora primera fila, he de decir. A fuer de ser sinceros, me
sentía como los "machacas" que recogen y ordenan el escenario en una actuación, esto
es, formando parte de la función, pero sin disfrutarla. Una agotadora jornada que
comenzaba a las 7 de la mañana y terminaba, con suerte, a las 11 de la noche, una
verdadera locura de nervios, prisas, gritos y tensión que parecía no tener fin.
Y es que esta especie de "espejismo cultural" que es el Día de Sant Jordi en Catalunya
no se limita al día de marras. Resulta triste, pero las ventas de Sant Jordi son vitales para
la mayoría de las librerías catalanas. Se prevé que se ingresen unos 20 millones de euros
por la venta de libros, cifra que representa aproximadamente el 10% de facturación
anual de las librerías de nuestra comunidad. Y el grueso de esas ventas se produce en el
mismo día de Sant Jordi, dado que muchas librerías ofrecen a los compradores
descuentos sobre el precio de venta normal del libro. ¿Resultado?: el centro de
Barcelona totalmente colapsado por gente que camina a pasitos cortos (no hay espacio
para más), en su mayoría totalmente abrumados por la inmensa oferta que se vuelca en
los puestos durante el día. Y ya no digamos si Sant Jordi cae en fin de semana, entonces
deberíamos acudir a la película "Marabunta" para hacernos una idea de lo que supone
pasear por la Ciudad Condal.
Para los libreros, el día de Sant Jordi comienza mucho antes del 23 de Abril. A finales
de febrero y principios de Marzo, los almacenes de las librerías se colapsan con los
envíos de las diferentes editoriales y distribuidoras. Organizar los envíos, etiquetar los
libros, organizar las firmas de los autores, coordinar horarios, etc, convierten el proceso
en una tensa cuenta atrás que deja a los trabajadores de las librerías completamente
agotados y a los pies de los caballos cuando llega Sant Jorxi. Pero no se acaba aquí el
trabajo. El día 24 de Abril, con el personal reventado tras más de 16 horas de
vertiginoso deambular por la librería y/o el tenderete de la calle, llega la tarea de
devolver los cientos de ejemplares que no se han vendido. O sea, que el trabajo que
supone Sant Jordi para los libreros abarca, más o menos, dos meses de penosa tarea.
No voy a seguir explicando las penalidades que hacen que ahora uno se pasee con una
sonrisa de oreja a oreja husmeando tranquilamente por los puestos mientras recuerda los
nervios de aquellas fechas ya lejanas, ni hacer un sesudo análisis sobre los hábitos de
lectura del personal. Solamente pretendo rememorar algunas anécdotas de aquellos
días, cual abuelo Cebolleta de las librerías. Como aquellas abuelitas que, con más de 20
personas reclamando tu atención para pagarte el libro o preguntarte algo, se empeñaban
en explicarte el argumento "que le sonaba" de una novela que querían regalar, con datos
tan generales que se podrían aplicar al 90% de la literatura. O los coleccionistas de
puntos para libros, inmersos en un frenético periplo por los puestos pidiendo puntos
gratis. O el tipo desesperado que golpeaba frenéticamente las puertas de la librería ya
cerrada a las once y media de la noche para comprar un libro. O esa señora que pedía un
libro de un determinado color para que le hiciera juego con las estanterías...
Caso aparte son los escritores que, en un vertiginoso peregrinaje por los puestos de las
librerías más importantes, acababan con la mano dolorida de firmar y dedicar
ejemplares y la mente abotargada de escuchar agradecimientos y el espíritu quebrantado
tras aguantar compadreos, palmaditas, abrazos y efusiones varias. Eso en el caso de los
escritores famosos, que realmente son los menos. Unos, resignados ante la avalancha,
tiran de buen humor y capean el temporal lo mejor que pueden. Aún recuerdo la cara
que me puso Forges cuando, momentáneamente "escaqueado" de mis labores, le
presenté a la firma un libro ajado y hecho polvo que databa de... 1971. Cuando alzó la
vista pensaba que me lo tiraba a la cabeza, pero me sonrió y me hizo un dibujo y una
dedicatoria entrañable. ¡Gracias, maestro! Otros pasean su mala baba y su altanería por
los distintos puestos, agobiando a las personas que las editoriales ponen a su disposición
con quejas, broncas y peticiones dignas de una "rock'n'roll star", como la de una célebre
escritora deslenguada y procaz que exigía que le abrieran las latas de refresco y le
movieran el azúcar en el café.
Y, como trasfondo, la lucha encarnizada por el triunfo final entre los "escritores serios"
y los "mediáticos". Ahí los tenemos cada año, comandados por el imbatible Andreu
Buenafuente: cocineros, meteorólogos, sexólogos, economistas, humoristas, jardineros,
árbitros, presentadores, todo un elenco de famosos y famosillos de la tele o la radio con
libro que se hinchan a firmar ejemplares mientras son contemplados por los autores
"ortodoxos" con una mezcla de desprecio y odio sin límites. Supongo que debe ser duro
estar meses, o años, escribiendo un libro, y ver cómo te sobrepasa en ventas y
popularidad el libro de monólogos de un graciosete que además es posible que haya
seguido el celebérrimo "método Ana Rosa Quintana" de escritura. A veces pensaba
que de un momento a otro perderían su forzada compostura, se abalanzarían sobre el
"mediático" de turno y acabarían con su vida clavándole su pluma en el cuello.
El libro no era de 1971, era de 1972, proclamo. Y gracias por lo de 'maestro', afirmo.
Gracias por el piroperío.
forges ”
nº 1 por Anónimo el 23/04/09 a las 21:04
Caso José Luis Moreno: alumnos
aventajados de Poncio Pilatos
El delirante asunto de la puesta en libertad de dos miembros de la banda criminal
responsable del asalto al chalet del empresario y ex ventrílocuo José Luis Moreno
vuelve a poner de actualidad el espinoso asunto de la descoordinación entre la
Judicatura y los Cuerpos de Seguridad del Estado.
No hace ni cinco meses que el Ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, recibió
en la sede del Ministerio, en compañía de altos cargos policiales de la lucha contra el
crimen organizado, al empresario del espectáculo, productor de televisión y ex
ventrílocuo José Luis Moreno.El amigo Moreno había acudido a agradecer el empeño
mostrado por la Policía Nacional y la Guardia Civil en la detención de los miembros de
la banda albanokosovar que habían asaltado su chalet, dejando al papá de Monchito y el
cuervo Rockefeller hecho un ecce homo. Concretamente, el asalto se produjo el día 20
de Noviembre de 2007. Apenas un año después, el 14 de Noviembre de 2008, se
produce la detención de los miembros de la peligrosa banda, y el 21 de Noviembre del
mismo año se produce la visita de José Luis Moreno a Rubalcaba.
Menos de cinco meses después, dos miembros de la banda han sido puestos en libertad
gracias a graves errores que nadie quiere reconocer. Si en el caso de Alejandro Fred
Deda el asunto se pudo solucionar con su detención tres días después de su errónea
liberación, el jefe de la banda y agresor de José Luis Moreno, el peligrosísimo Astrid
Bushi, sigue en libertad. Bushi fue liberado por la Policía Nacional tras prestar
declaración en un juzgado de Alcobendas. El episodio de la liberación de Bushi,
buscado por la INTERPOL por asesinato, tráfico de drogas, tenencia de armas y
explosivos, entre otras "travesuras", es delirantemente rocambolesco, digno de un un
sainete o de un corto de cine cómico. Rebuscando por los vericuetos de mi memoria
solamente he podido encontrar algo que pudiera compararse a este lance: el 27 de
Octubre de 1988 el empresario jerezano José María Ruiz-Mateos se fugó de la
Audiencia Nacional disfrazado con una peluca, gafas oscuras y gabardina sin que
ninguno de los agentes que lo custodiaban se percatara del mutis por el foro del ya
mítico "Supermán" hispano.
A Bushi no le ha hecho falta ningún tipo de disfraz para "darse el piro". Los mismos
agentes que lo "custodiaban" le quitaron las esposas y amablemente le abrieron la puerta
de los juzgados para que el criminal (al que supongo intentando poner cara de póker
para no descojonarse vivo allí mismo) se marchara lindamente a seguir repartiendo
alegría por el mundo. Intentaré resumir brevemente la cuestión, aunque en mi pequeña
investigación he topado con distintas versiones del caso, a cual más pintoresca. El caso
es que la Guardia Civil custodió a Bushi el día 31 de Marzo desde una cárcel de Cádiz
para asistir a un juicio en Alcobendas por una causa distinta a la del chalet de Moreno.
Primero conducen a Bushi a un juzgado de Plaza de Castilla, y luego se dirigen con el
preso a la localidad de Alcobendas. Allí lo entregan a la Policía Nacional. Bien
esposadito, lo juzgan por un asalto a un chalet de La Moraleja. El juez considera que la
participación de Bushi en el citado asalto no está comprobada, y ordena su puesta en
libertad. Sin que nadie se pare a comprobar si el albanokosovar estaba pendiente de
juicio por otras causas, allí mismo lo liberan y un (supongo) estupefacto Bushi se larga
tan contento, igual a tiempo para hacer el aperitivo.
Hay artículos que uno escribe porque el tema le parece interesante, curioso o de
relevancia. Comienza entonces la tarea de documentarse convenientemente, analizar y
contrastar datos, recabar información de varias fuentes, y por fin condensar y sintetizar
toda esa información para destilar una crónica que no se convierta en un suplicio para el
hipotético lector. Uno, aunque el tema le parezca suficientemente sugestivo como para
escribir sobre él, mantiene cierta distancia, una especie de frialdad analítica que
simplemente pretende informar al lector sin irse demasiado por los cerros de Úbeda.
Sin embargo, a veces encuentro un tema (o sospecho que el tema acaba encontrándome
a mí) que me precipita en un pozo de sensaciones y recuerdos, que me atañe tan
directamente que casi no necesito información para escribir sobre él. Me quedo con
cuatro datos. Para el resto, cierro los ojos y busco en los rincones de mi mente donde
yacen, como atrapados en ámbar, los recuerdos de mis 42 años de existencia. Es lo que
estoy haciendo para escribir este artículo. Caminar por los pasillos de mi mente, pasar
ante puertas que ya no sé cómo abrir, o que no deseo abrir, y pararme ante la que pone
"Cine Pisa". Es una de las más antiguas, puesto que tiene mis mismos años. La abro, y
un inconfundible olor a palomitas recién hechas, a gominolas, pipas, a refrescos ya
desaparecidos, invade mi nariz.
Todo está ahí. La excitación de la primera vez que fui al cine con mis amigos, las
sesiones dobles (una de kung-fú y otra de tiros), el sonido de mis pisadas amortiguado
por la alfombra roja que cubría los pasillos, las risas nerviosas siguiendo la luz de la
linterna del acomodador, las ostias y mamporros de Bud Spencer y Terence Hill, lo
guapa que era la princesa Leia y lo mal que nos caía el cabronazo de Darth Vader, la
sudorosa indecisión antes de dejar caer de manera estudiadamente descuidada mi brazo
sobre los hombros de la chica a la que por fin me había atrevido a invitar a ver una peli,
las carreras de Rocky por Philadelphia, los primeros latigazos del profesor Jones, la
envidia que nos daban los afortunados que tenían dinero para ver la película desde
Platea (asientos cómodos y acolchados en el piso de abajo) mientras nosotros nos
teníamos que conformar con el gallinero de General (asientos de madera en el piso de
arriba), diferencias sociales que a veces solventábamos con variados lanzamientos de
objetos (y cosas que no voy a mencionar) a los privilegiados de la Platea.
Sí, todo está ahí. Mis amigos y yo saliendo en tromba y montando coreografías de
pseudo-artes marciales después de ver a los monjes de Shaolin repartiendo estopa de la
buena, los gritos de ánimo de los (muchos) quinquis del barrio cuando el Torete salía
zumbando en su 1430 escapando de la pasma, el característico sonido de las cortinas
abriéndose momentos antes de empezar los anuncios de comercios del barrio ("los
mejores muebles, Muebles Benítez") la enorme pantalla entrevista a través de una
rendija en la mano que tapaba la cara mientras Jason hacía de las suyas con los
adolescentes de Crystal Lake, las hormonas adolescentes a punto de salir disparadas
ante el mítico revolcón de Jack Nicholson y Jessica Lange, las broncas y expulsiones
del acomodador...
El Cine Pisa ya no es el cine de sala única que yo conocí. Tuvo que adaptarse a los
tiempos y convertirse en multi-sala (maldita palabra) pero siguió dándole mil vueltas a
esos infectos cuchitriles de centro comercial que han hecho a tantos aficionados
volcarse en televisores de gran tamaño y aparatos de sonido de calidad para poder ver
una película decentemente. La última vez que estuve, sonreí ante los detalles que
todavía quedaban, ante los recuerdos que revoloteaban por la sala antes de empezar la
peli, parte de mi vida impregnando la mullida alfombra y los sedosos recubrimientos de
las paredes. Ahora se planea su demolición. No es rentable. El Ayuntamiento de
Cornellá lo compró al enterarse de que los propietarios del cine lo vendían por ser
deficitario. Quieren destinarlo a fines todavía inconcretos, zona verde, viviendas,
equipamientos sociales... En cualquier caso, el viejo coloso peligra. Antes ya cayeron
los otros cines de Cornellá. El Avenida fue derruido para construir en su lugar un
espantoso micro-centro comercial que es una de las vergüenzas de la ciudad, también
cayó el Sandor, donde iban los abueletes a alegrarse las pajarillas viendo comedias de
sal gruesa, teta y muslamen en los tiempos gloriosos del cine de destape. Cayó el
Edison, cayó el Titán, cayó el Cornellá y algún otro que me dejo en el tintero.
Región de la Provenza, Francia. Año 1863. Entre los viticultores de la región comienza
a extenderse un rumor: una extraña enfermedad está atacando las viñas del Chateau
d'Aguillon. Poco podían imaginar que en menos de 15 años la plaga se extendería por
52 departamentos franceses, afectando a 1.200.000 hectáreas de viñedo, y que a finales
del siglo XIX prácticamente toda Europa estaría afectada. Tampoco podían imaginar
que la plaga obligaría a los viticultores europeos a comenzar una titánica lucha por la
supervivencia de sus viñas y de una actividad que se remontaba a miles de años atrás.
En realidad, hay varias palabras que podríamos relacionar con esta dañina plaga,
palabras como desesperación, lucha, coraje, ingenio, solidaridad, esperanza y
resurgimiento. En efecto, esta historia tiene final feliz, y tras la ruina y la destrucción
que trajo la filoxera, el cultivo de la vid en Europa renación con más fuerza e ímpetu.
Pero el parásito pasaría al continente, concretamente a Francia, y ahí las cosas cambian.
Los acontecimientos se precipitan. En 1868 la Sociedad de Agricultura del Hérault
designa una comisión para su estudio. En 1871 se constata que el insecto que destruye
las raíces de la viña europea es el mismo que se encuentra en las raíces de viña
americanas. La propagación de la filoxera era imparable, y los países europeos vieron,
tarde o temprano, sus viñas arrasadas por la letal plaga. En 1868 afecta a Portugal. En
1875, aparece en Alemania. En 1879 irrumpe en Italia. No solamente resultó afectada
Europa. En 1875 la filoxera aparece en Australia, en 1880 en Sudáfrica y en 1888 en
Perú.
En Catalunya sucedió algo similar. Mientras los viñedos no se vieron afectados por la
plaga, los viticultores catalanes suministraron vino a los compradores franceses. Ya en
1867, el Instituto Agrícola Catalán de San Isidro alertaba de la enfermedad de la vid. La
plaga avanza implacable. En 1879 se detecta en el Empordà, en 1887 llega a la comarca
del Penedés y en 1892 el 90% de la vid está afectada. La mayoría de los productores se
arruinan. La situación se complica con la existencia del peculiar contrato de la "rabassa
morta" (cepa muerta), una especie de alquiler de los campos para cultivar viñas que se
considera automáticamente anulado si mueren dos tercios de las primeras cepas
plantadas. La caótica situación hace a muchos grandes propietarios plantearse el
abandono del cultivo de la vid y sustituirlo por el cultivo de almendros o tabaco.
Afortunadamente, los viticultores de la zona decidieron luchar. No se dejaron llevar por
el desánimo y afrontaron la crisis bajo el liderazgo de siete propietarios locales, los
conocidos como "Siete sabios de Grecia", que buscaron sin descanso soluciones a la
devastadora plaga. Tras unos años especialmente duros como el 1889, en el que se
perdió la totalidad de la cosecha, se vislumbró una esperanza. La salvación venía,
paradójicamente, del mismo sitio de donde había venido la ruina y el desastre. De
América. Los científicos de que las vides susceptibles de ser contaminadas por la
filoxera eran plantaciones de vid europea en pie franco, o sea, que cnservaba sus propias
raíces. Al mismo tiempo, habían observado que había pies de especies americanas
extremadamente resistentes al insecto. ¿La solución? Injertar pies de vid americana en
vides europeas. La plaga no desaparecía, pero las vides aguantaron. Lenta pero
progresivamente, los viticultores de todo el mundo comenzaron a aumentar su
producción gracias a los injertos importados de América. En Catalunya, a finales de
siglo el problema estaba prácticamente controlado. El resurgimiento de la vid catalana
y, concretamente, de la vid del Penedés, coincidió con el "boom" del cava catalán.
Manuel Raventós pone en marcha un concurso de carteles en el que participan los más
reputados pintores catalanes del momento. Surgen cavas con la impronta inimitable de
arquitectos como Gaudí, Domènech i Montaner o Puig i Cadafalch. La crisis se había
superado con brillantez y una nueva era comenzaba para la viña catalana.
Y estos acontecimientos son los que se celebran en Sant Sadurní d'Anonia a principios
de septiembre. Es la Fiesta de la Filoxera. Toda una serie de escenificaciones y bailes
alegóricos que representan la dura y titánica lucha de aquellos lejanos años. Gigantes,
fuego, petardos, bailes, la sustitución del tradicional dragón por una filoxera gigante,
todo encaminado a recordar los angustiosos años en los que la viña estuvo a punto de
desaparecer de la comarca, y a los hombres y mujeres que arrimaron el hombro para
que, en la actualidad, el cultivo de la vid sea el motor económico de la comarca y los
vinos y cavas de la zona reconocidos mundialmente.
Charles Lynch fue un revolucionario americano que luchó contra los ingleses a finales
del siglo XVIII. Durante la Guerra de Independencia americana formó una especie de
"tribunal popular" que, sin formación de causa, ahorcaba a cuanto sospechoso de
colaborar con los ingleses encontraban. De su apellido viene la palabra "linchamiento",
o sea, "Ejecutar sin proceso y tumultuariamente a un sospechoso o a un reo." En otras
palabras, la muerte de un sospechoso de un crimen o, simplemente, por motivos
racistas, políticos o religiosos por parte de una turba sedienta de venganza y sangre.
Precisamente por lo abominable del delito resulta más fácil crear un estado de pánico
colectivo en la sociedad. Casi todo el mundo contesta lo mismo cuando le preguntan
sobre los crímenes que le parecen más repudiables. Maltratos y abusos a la infancia. Y
no hay día en el que no salga a la luz un nuevo caso de presunta pederastia, pornografía
infantil y abusos sexuales a niños. ¿Cuál es el resultado? Supongo que los perpetradores
de semejantes despliegues de medios se justificarán con aquello de que "se crea una
conciencia entre la población que ayudará a descubrir a los culpables". En fin, casi todo
es susceptible de ser justificado (hasta Mercedes Milá intentó colocarnos el basurero
humano de "Gran Hermano" como "experimento sociológico"), pero creo que también
es cierto que todo esta brutal atención de los medios está convirtiendo a la población en
vigilantes de presuntas conductas delictivas hacia los niños, en inquisidores siempre ojo
avizor, investigadores de pacotilla atentos a una caricia sospechosa, valorando si el
azote de un padre a su hijo entra dentro "de la normalidad" o están ante un "maltratador
infantil", levantando la ceja ante una muestra de cariño "demasiado afectuosa" de un
abuelete hacia una niña.
Un par de ejemplos. Hace ya unos años, en Gran Bretaña, un diario hizo pública una
lista de pederastas condenados por la justicia. La histeria colectiva llegó a tal punto que
una prestigiosa doctora tuvo que abandonar temporalmente su domicilio tras aparecer
pintadas en la fachada de su casa acusándola de "pederasta". ¿El motivo? Los autores de
las pintadas habían leído la placa profesional que habían en la puerta y habían
confundido la palabra "pediatra" con "pederasta".
Otro ejemplo. Hace un par de años, una amiga mía llevó a su hijo, de unos cuatro años
de edad, a una farmacia. Le habían salido unas marcas rojas en las manos y mi amiga le
preguntó a la farmacéutica por alguna crema para curarlas. En un momento dado, mi
amiga comentó: "parece cómo si se hubiera quemado con un cigarro, o algo parecido".
¿Contestación de la farmaceútica, delante de todo el mundo?: "usted sabrá cómo se ha
hecho el niño esas quemaduras, señora". Mi amiga salió de la farmacia, sin capacidad de
reacción, abochornada ante la mirada inquisitiva y reprobatoria de la licenciada y su
distinguida clientela.
Hace una semana leía una noticia sobre un caso que sucedió en El Prat de Llobregat, en
un colegio público. Durante el fin de semana una niña de 6 años comentó a sus padres
que ella y otras dos niñas de la misma edad, íntimas amigas suyas, habían sufrido
abusos por parte de un profesor suplente de 25 años. Al día siguiente, unos familiares de
la niña se presentaron en el colegio y agredieron al profesor, el cual tuvo que ser
trasladado al Hospital de Bellvitge. Posteriormente, al denunciar los hechos, el profesor
fue detenido por miembros de la policía autonómica, al comprobar éstos que había una
denuncia contra el profesor por los presuntos abusos. A partir de ahí, aparecen pancartas
frente al colegio reclamando justicia para los menores. El colegio cierra las puertas. Los
familiares de la niña montan guardia frente al colegio y los juzgados, amenazando con
"tomarse la justicia por su mano" si el presunto abusador sale a la calle. Finalmente, el
juez decreta libertad provisional con cargos para el profesor, lo que provoca una
manifestación de 300 personas por las calles de El Prat reclamando "justicia", "cadena
perpetua" y protestando la decisión del juez. El colegio volvió a abrir sus puertas el
pasado día 23 de marzo.
¿Dónde está el derecho a la presunción de inocencia? ¿Quienes son los culpables de esta
psicosis colectiva, de esta paranoia, de esta especie de inquisición popular que, sin más,
concede todo el crédito del mundo al comentario de una niña de 6 años, manipulable e
influenciable? La simple acusación, aunque se demuestre infundada, será como una losa
en la vida personal y profesional de este hombre, al cual perseguirá para siempre la
sombra de la duda. ¿Tendremos que lamentar algún día la muerte de algún inocente a
manos de una turbamulta enfurecida, sin la menor oportunidad de explicarse y
defenderse ante un tribunal?
Emilio, el estafador nigeriano que robó
248 millones de euros.
Me encontraba ayer plácidamente sentado a la mesa en casa de mis padres, en una de
mis esporádicas incursiones en territorio paterno, rememorando los apacibles y
sosegados días de mi ¡ay! ya lejana niñez, dispuesto a hincarle el diente a un exquisito
guisote de pollo con patatas y pensando al mismo tiempo si podría con el peso de las
bolsas de comida que mi madre me estaba preparando con todo tipo de sabrosos
contenidos.
Pensé que había sido un lapsus, un error involuntario de la persona que había tecleado el
artículo. Seguí leyendo la noticia, por otra parte muy interesante, sobre las mafias,
mayoritariamente nigerianas, que estafan a incautos de todo el mundo mediante el envío
masivo de correos electrónicos engañosos. Había ya dado por buena la involuntariedad
del "emilio" de marras cuando, casi al final del artículo, leo una presunta transcripción
textual de la opinión de un experto en la materia: "Cada banda envía 15.000 emilios
diarios en los que se informa a los destinatarios de que han sido agraciados con el
premio gordo".
Es posible que un servidor, a estas alturas, se haya vuelto un tanto puntilloso con el
tema de la buena o mala utilización del lenguaje en prensa. Uno se pone a despotricar y
se acaba viendo como una especie de cruce entre el Cicerón de las "Filípicas" y el
abuelo Cebolleta. Que si la preparación de los periodistas, que si el control de los
supervisores, que si la degradación del lenguaje... Por eso decidí ver el lado
humorístico del asunto, resignarme a la posible implantación del "chiquitistaní" como
idioma oficial de la prensa española y rememorar otro caso de "licencia periodística"
que hizo saltar chispas hace algunos años, provocando incluso el despido fulminante del
autor. En otro diario de difusión nacional, un becario tituló así una breve reseña sobre la
emisión de un documental que trataba unos presuntos casos de pederastia en el barrio de
El Raval de Barcelona: "Si vives en El Raval, vigila tu trasero, chaval".
Ceterum censeo Carthaginem esse delendam ("es más, creo que Cartago debe ser
destruida"). Así acababa sus discursos Catón el Viejo. Nada importaba el tema sobre el
que se discutía, sanidad pública, seguridad, agricultura, etc. la frase final era siempre la
misma: Cartago debía ser destruida. Catón el Viejo era, para entendernos, un
cascarrabias, el representante del ala más dura y conservadora del Senado, y un firme
defensor de los viejos valores romanos, de la austeridad, frugalidad y dureza de los
antiguos campesinos-soldados, frente a lo que él consideraba corrupción de esos
valores. La aristocracia se estaba relajando, se entregaba al cultivo de la oratoria,
apreciaba el arte, el teatro, se estaba "afeminando", según sus propias palabras.
Influencias de los griegos, decía él. El viejo Catón se desesperaba ante la relajación de
las antaño rígidas costumbres romanas, se paseaba por el Foro desaliñado, como un
campesino, y hacía gala de una inusual austeridad y rigidez moral.
Tras la Segunda Guerra Púnica, concluida con la mítica batalla de Zama, en la que
Publio Cornelio Escipión le dio una somanta de palos al no menos mítico Aníbal, Roma
impuso unas condiciones draconianas. Su ejército quedaba prácticamente eliminado, así
como su flota naval. Cualquier litigio con un pueblo extranjero tenía que ser dirimido
con la mediación de Roma, y además Cartago estaba obligada al pago de unas ingentes
indemnizaciones de guerra. Cartago se veía así reducida a una situación similar a la de
Alemania tras la Primera Guerra Mundial. Con lo que no contaban los romanos era con
la industriosidad del pueblo cartaginense. Apenas treinta años después de la derrota,
Cartago estaba parcialmente recuperada. Era un pueblo laborioso, y con setecientos
años de experiencia en el comercio con los pueblos del Mediterráneo. La ciudad de
Cartago resplandecía de nuevo, en contraposición a la estrecha, desordenada y
maloliente Roma. Liquidaron anticipadamente las indemnizaciones impuestas por Roma
y comenzaron a levantar, sin prisa pero sin pausa, su antaño poderoso imperio.
Catón había estado en Cartago, junto a otros senadores, en un misión de arbitrio entre
los cartagineses y los númidas, que a la sazón venían tocándoles las narices a los
cartagineses desde hacía tiempo, chulerías que éstos no podían devolver
convenientemente por mor de la supervisión obligatoria de sus asuntos externos por
parte de los romanos, que ejercían de "Primo de Zumosol" más o menos
disimuladamente. Cuando el pulguillas de Catón vuelve a Roma, escamado por el
esplendor que había observado en la ciudad, comienza una campaña machacona y
chinchorrera para que Roma vaya nuevamente a la guerra con Cartago. Frente al sector
"broncas" comandado por Catón, un grupo de senadores moderados abogaban por la
paz, considerando que Cartago era un contrapeso al poder de Roma en el Mediterráneo
y evitaría que ésta se hiciera demasiado poderosa y cayera en la avaricia, perdiendo así
sus ancestrales virtudes. Catón les respondía que Cartago se estaba rearmando, que se
estaba haciendo demasiado poderosa y que sus habitantes eran unos degenerados
orientales que sacrificaban vivos a los niños en honor a sus dioses malvados y terribles.
Al final, los "halcones" partidarios de la guerra ganaron. Ahora tenían que encontrar un
pretexto, un "casus belli" que les permitiera ir a la guerra con una justificación moral. Y
aquí es donde aparece una nueva similitud con nuestros "tiempos modernos y
civilizados". Una comisión de senadores informa de que ha visto "indicios de la
existencia de materiales para construir una flota mucho más potente de lo que
establecían los tratados suscritos tras la Segunda Guerra Púnica". Vamos, armas de
destrucción masiva. Cartago acabó de hacerles el caldo gordo a los romanos yendo a la
guerra con los númidas sin el correspondiente permiso romano. Catón había vencido,
aunque murió antes de ver el triste triunfo de las armas romanas, empujadas a la guerra
por su fanatismo.
En marzo de 146 A.C. las tropas romanas estaban listas para asaltar la ciudad. No fue
una batalla, sino una carnicería salvaje y brutal, una lucha encarnizada casa por casa,
prácticamente como la lucha por Stalingrado en la Segunda Guerra Mundial. Los
romanos avanzaron por tres calles, matando a todo aquel que encontraban a su paso
mientras los cartagineses les lanzaban tejas y piedras desde los tejados. Los legionarios
subieron a los tejados y mataron a los defensores, tendiendo puentes de tablas entre las
casas. Los cuerpos se apilaban en las calles, impidiendo el paso a las cohortes de la
infantería y la caballería. Brigadas de "limpieza" arrastraban con ganchos a muertos y
heridos y los arrojaban a fosas comunes, para despejar el camino. Los caballos
pisoteaban miembros mutilados y cabezas seccionadas en su avance. Ríos de sangre
corrían por las calles de Cartago. Las tropas romanas se alternaban para evitar la
indisciplina y la locura mientras avanzaban matando y mutilando.
Al séptimo día, 50.000 cartagineses se postraron ante los romanos suplicando
clemencia. Todos, sin excepción, serían vendidos como esclavos. Jamás volverían a su
ciudad, porque Roma no dejaría ciudad a la que volver. Quedaba un último foco de
resistencia, en la colina de Byrsa, donde resistía el general Asdrúbal y 900 defensores.
Los romanos sitiaron la colina y los cartagineses resistieron en los tejados del templo de
Eshmún. Todo acabó cuando Asdrúbal desertó y suplicó cobardemente por su vida ante
Emiliano. Su mujer, avergonzada, gritó "Vosotros, que nos habéis destruido a fuego, a
fuego también seréis destruidos" y se lanzó a las llamas abrazada a sus hijos, como el
resto de los defensores. El general Emiliano lloró aquella noche ante el historiador
Polibio, impresionado por la devastación que había causado en la ciudad.
Pero aún había más. Diez comisionados de Roma llegaron a Cartago con una orden: no
debía quedar ni rastro de la ciudad. Cartago debía ser demolida hasta los cimientos y
borrada completamente del mapa. Durante seis días Cartago ardió. Luego, los
legionarios romanos se emplearon concienzudamente en la tarea de destruir la ciudad.
Se arrasaron monumentos, las bibliotecas ardieron, se machacaron las construcciones
piedra por piedra, ladrillo por ladrillo. Cuando nada quedó de la antaño orgullosa
Cartago, se sembró el solar donde se había alzado la ciudad con sal, para que nada
creciera allí. Fue un destrucción sistemática y planificada, no solamente de una ciudad,
sino de una cultura, una civilización, que durante 700 años había dominado el
Mediterráneo. A partir de esa fecha Roma era dueña y señora de la cuenca mediterránea.
El Mar Mediterráneo iba camino de convertirse en un lago romano, el "Mare Nostrum".
Bajo la actual ciudad de Túnez quedan los siniestros vestigios del horrible destino que
tuvo que afrontar el pueblo que se atrevió a discutirle a Roma la primacía en el
Mediterráneo.
Sigo con mi pequeño experimento, tecleo "Fernando Fernán Gómez" y las dos primeras
entradas nos muestran el episodio en el que el desaparecido actor y escritor envía a la
mierda a un admirador, en uno de sus célebres ataques de mal humor. En total, 242.539
reproducciones. La tercera entrada es una ¿entrevista? del graciosillo Pablo Carbonell
para el desaparecido "Caiga quien caiga", en la que el ex cantante de "Toreros Muertos"
le busca las vueltas al actor provocando una airada contestación, con 143.413
reproducciones. La cuarta entrada es la noticia sobre su muerte y una breve semblanza
sobre el, entre otras cosas, actor, escritor y académico de la Real Academia Española de
la Lengua. La noticia ha sido vista por 4.773 internautas. A continuación tenemos una
reproducción de Fernando Fernán Gómez gritando airado: "¡No lo sé!". Un segundo de
vídeo visto por 83.429 personas. Nos tenemos que ir a la octava entrada para encontrar
un fragmento de la genial "La silla de Fernando", el film documental de Luis Alegre y
David Trueba donde Fernando Fernán Gómez repasa, poco antes de su muerte, sus 86
años de vida y carrera, un estremecedor y entrañable documento sobre el añorado actor.
8803 reproducciones.
Y ya, para acabar, tecleo en el youtube de marras "Pepe Rubianes". La primera entrada
corresponde al pequeño homenaje que Andreu Buenafuente hace en su programa al
actor. Ha sido visto por 30.886 personas. La segunda entrada corresponde a un
fragmento de su hilarante espectáculo "Rubianes solamente", y tiene 101.933
reproducciones. Y la tercera y cuarta entrada corresponden al tan traído, llevado y
trajinado episodio de los presuntos insultos de Rubianes a España. Suman un total de
346.450 reproducciones.
No quiero darle a estos datos una fiabilidad total y absoluta. Evidentemente, en el tema
del cómputo de las reproducciones influye el tiempo que llevan "colgados" los vídeos,
cómo se efectúa la búsqueda, etc. Simplemente he elegido estos tres nombres porque
creo que simbolizan de manera perfecta esa especie de "cultura de la anécdota" que
barniza de banalidad y chascarrillo lo que de verdad importa, la esencia. Está claro que
desechar esa envoltura baladí e insustancial deviene en agotadora tarea en estos tiempos
de gárrula modernidad, de exaltación del artificio y de triunfo de la nadería total y
absoluta.
¿Cómo se puede despachar a Fernán Gómez, actor, novelista, poeta, ensayista, director,
intelectual, con el topicazo del "¡a la mierda!" y poca cosa más? ¿Cómo ignorar, entre
otras, su estremecedora interpretación de un cómico de la legua superado por los nuevos
tiempos en la soberbia "Viaje a ninguna parte"? ¿Cómo podemos dejar que el autor de
"Las bicicletas son para el verano" pase a la posteridad con un exabrupto tapando su
ingente producción artística? ¿Cómo se puede tolerar en un país culto que un magistral
autor, ensayista y articulista como Umbral sea recordado como un egoísta y maleducado
pesetero por mor de su intervención en el programita de la basurera Milá? Estamos
hablando del autor de "Mortal y rosa", el conmovedor homenaje de Umbral a su hijo
muerto de leucemia con 6 años, del autor fecundo que imprimió en sus obras un
lenguaje original, renovador e innovador al mismo tiempo, de quien dijo Delibes que "
es el escritor más renovador y original de la prosa hispánica actual".
¿Y cómo podemos dejar que Rubianes, actor de teatro con varios premios en su haber,
que ha representado obras con las compañías Dagoll Dagom y Els Joglars, que ha
interpretadosus monólogos con éxito en España y Sudamérica, sea recordado como un
malnacido y mal patriota por una opinión (que, por cierto, luego matizó) expresada con
su clásico estilo arrabalero y procaz que, entre otras cosas, es parte fundamental de su
éxito? ¿Pueden esos segundos valerle insultos incluso después de muerto? Se ha
obviado toda su carrera como actor para centrar el discurso en unos segundos de
televisión. Como Umbral y Fernán Gómez, sobre su fecunda carrera se ha vertido la
inmunda cubierta de la anécdota banal e irrelevante. ¿Qué clase de tiempos vivimos, en
los que patanes iletrados se permiten opinar sobre escritores y artistas armados
solamente con las patéticas armas de la anécdota televisiva? ¿Que dicen por la tele que
Cela fue censor? Bueno, pues sin haber leído ni "La Colmena", ni "La familia de
Pascual Duarte", ni "Viaje a la Alcarria", nos lo ventilamos con un "sí, el gordo facha
que absorbía agua por el culo" o cualquier otro tópico al uso. Suerte tiene Picasso de
haberla palmado antes de estos tiempos de vacío e insustancialidad. Vistas las
relaciones del pintor con sus mujeres, en "Espejo Público" hubieran acabado con su
prestigio en medio programa.
Caldos catalanes: ¿la otra batalla del
vino?
En la localidad riojana de Haro se celebra cada año la conocidísima Batalla del Vino. En
Catalunya están dispuestos a plantar otro tipo de batalla, una lucha para conseguir que
los catalanes consuman vino de su propia tierra.
¿Ustedes gustan?
Está claro que Catalunya no puede competir con la imagen que, por ejemplo, La Rioja
ha sabido proyectar. Ellos tienen una "cultura del vino" que han sabido cuidar, mimar y
exportar. En pocas palabras, lo beben y lo viven. Ninguna campaña publicitaria puede
competir con esa cuadrilla de amigos que charlan al mediodía acodados en la barra de
un bar en un pueblo riojano mientras se echan al coleto unos vinitos. En ese sentido, los
riojanos hicieron los deberes hace muchísimos años. No obstante, Catalunya también
produce vinos de calidad excepcional, premiados cada año en certámenes de todo el
mundo. ¿Qué sucede? ¿Por qué el vino catalán es más apreciado fuera de nuestras
fronteras que en su propia zona de producción?
Buscar las causas de esta situación anómala e intentar revertirla ha sido el objetivo que
se ha marcado el Instituto Catalán de la Viña y el Vino (INCAVI) con la creación de
Debatdevi (debate de vino) un proceso que se inició hace 9 meses y que ha contado con
5 jornadas de debate presencial, 45 ponentes y expertos, 300 asistentes presenciales y
más de 600 usuarios de la página web www.debatdevi.cat. El consejero de agricultura,
Alimentación y Acción Rural, Joaquim Llena, presidió el pasado 25 de febrero la
presentación de las "Ideas, sugerencias y propuestas" de este movimiento de debate y
reflexión en torno al vino catalán. Según el señor Llena, el objetivo del debate está
claro: liderar el mercado doméstico y potenciar el vino catalán por todo el mundo.
Según el señor Llena, "tenemos un gran producto, prescriptores de lujo e importantes
distribuidores, pero la cadena está desestructurada: tenemos problemas para dirigirnos al
consumidor y el productor está falto de elementos de estabilidad".
El debate sigue abierto. Que nadie se llame a engaño pensando que se quiere suprimir o
arrinconar a los extraordinarios vinos de La Rioja, de Ribera, de Somontano, de Cigales,
de Yecla, etc. Simplemente se trata de algo tan sencillo como que comensales y
consumidores catalanes valoremos la calidad de nuestros vinos y que no nos suceda lo
que a un servidor, que pidió en un bar del centro de Barcelona una copita de buen vino y
le respondieron: "Hombre, vino bueno, bueno, solamente tengo esta botellita de
riojita..."
Uno da por supuesto que cualquier persona con unas mínimas inquietudes musicales
que viviera durante los ¿felices? años 80 sabe quien es Sabino Méndez. Para un
servidor, uno de los mejores letristas de rock en castellano, artífice de los mejores
discos de Loquillo, al que le "fabricó" un puñado de éxitos que, mal que le pese,
conforman lo más popular de la carrera del "Loco". Compuso una serie de temas
coreados hasta la saturación durante los 80 y buena parte de los 90. Sabino es el chico
con cara de timidillo y buena persona que figura siempre en un segundo plano (¡cómo
no!) tras la omnipresente figura del ínclito Loquillo. Suyos son casi todos los temas que
forman parte de los mejores discos del amigo Sanz, como "El ritmo del garage", "el
Mini-LP "¿Dónde estabas tú en el 77?, "Mis problemas con las mujeres" y "Morir en
primavera". Aunque para un servidor Sabino estaría un peldaño por detrás de mis
letristas favoritos (ojo, esto es una opinión totalmente subjetiva y discutible hasta la
saciedad), Jaime Urrutia, Josele Santiago y Jorge Martínez, no puedo negar que un buen
puñado de canciones compuestas por Sabino han formado parte de la banda sonora de
mi vida (y ustedes perdonen por el topicazo) y le tengo un cariño especial a Sabinete,
qué leches.
A finales de los 80, todavía como miembro del grupo, Sabino se había matriculado en
Filología Hispánica en la Universidad de Barcelona, comenzando con un vertiginoso
ritmo de vida en el que se superponen giras, éxamentes, lecturas, grabaciones, picos,
todo en confuso revoltillo. Fruto de su talento innato y de sus sesudos estudios
literarios, en el año 2000 publica "Corre, rocker. Crónica personal de los 80", debut de
nuestro amiguete como escritor. Es un buen libro, aunque en mi modesto entender es
como si Sabino pretendiera concentrar y verter del tirón en el libro todas sus
experiencias, todas sus emociones y todos sus aprendizajes como escritor, no en plan
"Mira qué inteligente soy y qué bien escribo", sino más bien como explosión creativa
final después de un largo periodo de aprendizaje y lecturas, casi como el parto de un
retoño literario tras años y años de embarazo. El hombre ajusta cuentas con los 80, con
su pasado, con Loquillo (a quien pone a caer de un burro y de quien nos muestra
algunas miserias en un ejercicio de rencor mal curado) con las drogas, con la
creatividad, con e mundo del rock, en fin, que se queda descansando. No es, desde
luego, un libro recomendable para quien busque la típica "biografía rockera" con
detalles escabrosos (que los hay, pero que en ningún momento son el punto central del
libro), pero resulta un debut altamente prometedor. Como puntos débiles, pues un
servidor apuntaría un puntito de "pretenciosidad intelectual" que puede resultar por
momentos cargante y farragoso, pero creo que, en general, el libro rezuma honestidad y
sinceridad.
Tras leer este "Corre, rocker", un servidor abordó acto seguido "Hotel Tierra",
saltándose a la torera "Limuninas y estrellas", un recorrido de Sabino por la historia del
Rock'n'Roll que no pude localizar en su momento. "Hotel Tierra" es también un
recorrido por la trayectoria personal del autor, pero que no se detiene con su salida del
grupo Loquillo y los Trogloditas, sino que llega hasta casi nuestros mismos días,
finalizando con la implicación del autor en el proyecto Ciudadanos por Cataluña y sus
polémicas y peloteras con el nacionalismo catalán. Escrito en forma de dietario,
nuevamente Sabino se nos despelota (espiritualmente hablando, se entiende) y vuelca en
el libro sus querencias, odios, miedos y contradicciones. Se nos muestra como un
animal literario, una persona que, incluso en medio de una gravísima enfermedad que
casi arrambla con nuestro frágil Sabino, encuentra fuerzas para vivir y, sobre todo, para
escribir. No me parece, personalmente, un caso de optimismo, sino de curiosidad, de
inquietud, de hiperactividad creativa. En definitiva, un libro más "reposado", ya sin la
necesidad de demostrar nada a sus lectores, sin la intención de ajustar cuentas con nadie.
Un Sabino que, por lo menos a juicio de un servidor, nos deparará todavía grandes
libros, si la salud le acompaña. Una sorpresa para cuarentones nostálgicos que se hayan
aproximado a la obra literaria del autor todavía con los últimos compases de "Cadillac
solitario" resonando en los oídos, y un grato descubrimiento para los no conocedores de
las canciones de Sabino, que lo hayan leído como a cualquier otro autor novel. Yo, por
mi parte, voy a ver si localizo "Historias del hambre y la sed", su último parto literario.
Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco. Ése era el impresionante nombre que, en
tiempos hace 2000 años tenía la ciudad de Tarragona, una ciudad que, durante
demasiado tiempo, le dió la espalda a su glorioso pasado romano, a los tiempos en los
que Tarraco albergó durante dos años al mismísimo Augusto, el primero de los
emperadores romanos. Fue en 1999 cuando se crearon las Jornadas Internacionales e
Divulgación Histórica Tàrraco Viva. La verdad es que el nombre no causa, a priori,
demasiado entusiasmo. Suena a sesudas y plomizas conferencias, a arqueólogos e
historiadores debatiendo complicadísimos y puntuales aspectos de la cultura clásica.
Nada más lejos de la realidad. Lo que podremos ver en Tarragona entre el 18 y el 31 de
Mayo de este año es más, mucho más. Es el momento en el que Tarragona recupera,
orgullosa, su pasado romano, y lo hace a pie de calle, involucrando a su población y
ofreciendo a los visitantes un espectáculo inolvidable.
Durante las Jornadas, toda Tarragona se muestra orgullosa de su pasado. Los museos
son gratuitos, podemos pasear por sus murallas, un maravillosa excursión por un
recorrido desde el cual divisar la ciudad. Estatuas, fuentes, los antiquísimos restos de la
muralla, nos acompañarán durante la caminata. Pero, desde luego, hay más. Talleres de
todo tipo, para niños y mayores, donde nos enseñarán juegos de la época romana,
caligrafía y actividades manuales diversas. Podemos asistir a representaciones de obras
de teatro clásico en las murallas, bajo la luz de la luna. Podemos acudir al Circo
Romano y, en una de sus galerías, asistir a la escenificación de la ceremonia de mayoría
de edad de un chico romano. Hay un impresionante mercadillo donde podemos comprar
desde lámparas hasta botellas romanas hechas a mano, o un casco, o unas caligae
(sandalias). Hay que decir que no todo es Roma durante estas jornadas. También
podemos encontrar grupos de reconstrucción de la época celtíbera y griega. Los niños
pueden hacerse fotos con los soldados, que les prestan sus vistosos cascos para la
instantánea. Podemos cruzarnos con una pareja romana, él ataviado con su majestuosa
túnica, y ella con un complicado peinado, y adornos de plata y oro. Hay artesanos
trabajando, herreros aporreando el metal incandescente para forjar espadas y
herramientas, mujeres tejiendo, y escenas de la vida cotidiana de la ciudad que acogió al
emperador Augusto.
Seguro que me dejo algo en el tintero. Es tal la oferta, en cantidad y calidad, que se hace
prácticamente imposible abarcarlo todo. Si os animáis os recomiendo que visitéis la
página de Tarraco Viva, donde os explicarán cómo funciona el tema de las entradas (la
inmensa mayoría de los espectáculos son gratuitos, pero conviene reservar con bastante
antelación, os aviso de que el personal arrasa). Por último, me comprometo a invitar a
una copa de riquísimo vino Priorato a todo aquel que encuentre el error histórico que he
dejado caer, a propósito, en este artículo. Eso sí: ¡quedamos en Tarragona!
Sin embargo, uno de esos toros tiene el triste honor de haber sido el que más agresiones
ha padecido durante su existencia. Se trata del único toro que resistía ubicado en
Catalunya, situado en la autovía A-2 a la altura de El Bruc. El sufrido astado ha sido
objeto de actos vandálicos desde hace mucho tiempo. El 12 de Octubre de 2002 lo
tiraron por primera vez. Después, cortarle la cabeza, pintarlo como una vaca, colocarle
pintadas y gamberradas varias ha sido uno de los pasatiempos favoritos de varios grupos
independentistas y nacionalistas catalanes. Tanto es así, que en 2003 Osborne decidió
no repararlo. En 2007 se reconsidera la decisión y el toro es restaurado. Poco duró el
vejado cornúpeta en volver a ir al suelo. En Julio de 2007 un grupo autodenominado
"Hermandad Catalana Bandera Negra", nombre de oscuras resonancias arcanas y
mistéricas, reivindica la osada acción, argumentando que se trata de "limpiar la silueta
de la sagrada montaña de Montserrat de la inmundicia cornuda española que
pretendía ensuciarla". Cerrando los ojos, casi podríamos ver a los valerosos comandos
arrodillados ante nuestra querida Virgen de Montserrat, solicitando protección ante la
intrépida y arriesgada acción que se disponían a protagonizar. En mayo de 2008 un
herrero de la cercana ciudad de Masquefa, ayudado por diez personas más en una
insólita iniciativa privada (que, no obstante, al final acabó contando con ayuda de la
bodega propietaria del metálico astado) volvió a levantar al vapuleado cornúpeta, que a
estas alturas, si los dioses le hubieran favorecido con el don del entendimiento, estaría
ya pensando aquello de "Virgencita, que me quede como estoy"
Sin embargo, no habían acabado aquí las desdichas del metálico bovino. En Julio de
2008, dos jóvenes pertenecientes a la organización independentista Maulets intentaron
tirar de nuevo el toro, provocándole desperfectos por los que acaban de ser condenados
a una multa de 192 euros. Los dos jóvenes independentistas anunciaban tras conocer la
sentencia que no pensaban abonar la multa, y para el próximo 7 de Marzo se había
convocado una marcha reivindicativa en el municipio del Bruc por parte de Maulets y
CUP (Candidatura de Unidad Popular).
Macuto al hombro, Cela sale de Madrid rumbo a Guadalajara, y durante nueve días,
recorre las rutas de La Alcarria sin rumbo fijo, moviéndose de un pueblo a otro según su
instinto. mezclándose con sus gentes, agricultores, carreteros, vagabundos, médicos,
curas, alcaldes, posaderos, y anotando sus impresiones en su inseparable cuaderno.
Entre fatigosas caminatas, anécdotas triviales pero entrañables, Cela se deja llevar por el
camino, y queda atrapado por la belleza de la zona y el carácter simple pero puro de sus
habitantes. A la manera de los escritores de la Generación del 98, Cela vuelve la vista
hacia la España rural, miserable, exhausta pero laboriosa y terca en su empeño de
subsistencia. Es el campo, en definitiva, el último bastión que resiste orgulloso y
empecinado ante el violento avance de la civilización que avanza como una violenta e
imparable ola.
Durante su recorrido por La Alcarria Cela queda fascinado por la tenacidad de los
alcarreños en su lucha por subsistir en una España todavía extenuada y arrasada por la
devastación de la Guerra Civil. Estamos en 1946, con el franquismo afianzando su
régimen con puño de hierro, y el país sufriendo un bloqueo internacional a causa de sus
simpatíasy apoyos a los regímenes fascistas que hacía un año acababan de perder la
Segunda Guerra Mundial. Son los tiempos del hambre, del estraperlo, de las Cartillas de
Racionamiento y del intervencionismo y proteccionismo que ahogaba la economía
española. Cela recorre pueblos pobres, devastados, y se cruza con guardias civiles que
intentan controlar a los estraperlistas. La mirada de Cela, aunque intenta parecer neutra
y descriptiva, no puede evitar destilar la admiración, incluso la piedad, que siente por
las personas con las que se cruza. Son episodios que ponen un nudo en la garganta del
lector, como el del pobre mendigo al que abofetean sin piedad en una estación de tren, o
el del niño "baldado" que contempla inmóvil el mundo desde su portal, o el del viejo
vagabundo que comparte parte del trayecto con Cela y que, sin más compañía que su
burro "Gorrión", le ha hecho coser un papel en la albarda que dice "Cógeme, que mi
amo ha muerto".
• Cela, apartándose un poco del estilo clásico del "libro de viajes", escribe el Viaje
a la Alcarria en tercera persona, refiriéndose a sí mismo como "el viajero". Su
nombre solamente aparece en un poemilla: "Dice llamarse Camilo y ser su
pueblo Padrón".
• Aunque de la lectura del libro se infiere que Camilo José Cela viaja solo, no es
cierto. Durante partes del trayecto, le acompañaron el fotógrafo Karl Wlasak y
su amiga Conchita Stichaner, que hicieron fotos en varios pueblos.
• "Viaje a La Alcarria" puede presumir de ser el primer libro del mundo que ha
tenido un museo, en la localidad de Torija, donde se exhiben objetos personales
utilizados por el escritor durante su periplo alcarreño, así como fotografías y
toda clase de objetos de la época del viaje.
• Durante su visita a Pareja, Cela conoce a dos posaderas a las que toma por
hermanas. Tras un confuso malentendido con una de ellas, es expulsado de la
posada de malas maneras. Una de ellas fue objeto de un artículo en el año 2006.
En el mismo, aclara que no eran hermanas, y además acusa al autor de
perjudicarla al inventarle un novio. También le acusa de inventar un diálogo
imposible con su hermano pequeño, paralítico cerebral. María dice que, en su
segundo viaje a La Alcarria, Cela le pidió disculpas.
• Aunque éste punto merecería de por sí un artículo independiente y más extenso,
no puedo dejar de referirme al segundo viaje de Camilo José Cela a La Alcarria.
Entre el 5 y el 14 de junio de 1985, Cela repitió su periplo por tierras alcarreñas,
aunque en circunstancias muy distintas: "Con estos años y estas arrobas a
cuestas, o a rastras, el paseo no he de repetirlo a mero pinrel, como cabe
pensar, sino en más reconfortadora, saludable y placentera circunstancia: en
Rolls, que es automóvil sólido y de fundamento, y con Oteliña al volante..." En
efecto, Cela vuelve a recorrer La Alcarria a bordo de un flamante Rolls
conducido por una choferesa negra, Viviana Gordon, a la que el autor llama
cariñosamente Oteliña, en honor al personaje de Shakespeare. También le
acompañan dos juglares que interpretan para el autor diversos romances y
coplillas durante el camino. Al contrario que en su periplo del 46, Cela es
extremadamente popular, se le recibe en olor de multitudes, se le agasaja
espléndidamente, se le requiere como jurado de certámenes literarios y se le
obsequia con opíparos banquetes ("En el patio de la bodega se está fresquito y,
a la caída de la tarde, los amos regalan al viajero con unos tacos de jamón y
unos tarazones de chorizo curado que le sujetan el ánimo, que, dicho sea de
pasada, tampoco enseñaba mayores síntomas de que fuera a desprenderse")
que nuestro héroe afronta con su legendario "buen saque". Poblaciones enteras
esperan al escritor que puso a la Alcarria, no solamente en el mapa, sino en la
mente y el corazón de millones de lectores de todo el mundo.Tras el viaje, Cela
escribe el "Nuevo viaje a La Alcarria", un libro que destila ironía, sarcasmo y
cierta mala baba, aunque también cierto sentimiento de añoranza por los paisajes
que recorrió en su juventud y el lamento por la pérdida de las personas a las que
trató: "El viajero sabe que el uso que tiene el género humano de desaparecer
es ley de vida a la que no cabe substraerse pero, pese a todo, no se acostumbra
a sembrar de amigos difuntos el recuerdo". A mediados de la década de los 90,
e inspirado en este nuevo periplo, Cela protagonizó un conocido e inolvidable
anuncio de la Guía Campsa en el que aceptaba con su legendario "¡Venga!" las
viandas que los habitantes de los pueblos le ofrecían.
Con demasiada frecuencia escuchamos tópicos sobre el cava que hacen daño a los
entendidos o a los simples aficionados que descubren poco a poco los maravillosos
secretos de este néctar de dioses. "No, no me pongas más que un dedito, si es solamente
para brindar". "No, no, el cava es solamente para el postre". "Prefiero un mal
champagne que un buen cava". Son opiniones fácilmente rebatibles, pero a la vez
profundamente arraigadas en nuestro país. ¿Cómo hemos llegado a dar por buenas estas
afirmaciones? Pues bien, en mi modesta opinión, gran parte de la culpa la tienen
precisamente, los productores de cava, o mejor dicho, los grandes productores de cava.
A nadie se le escapa que el cotarro del cava lo dominan, a día de hoy, dos grandes
productores, Freixenet y Codorníu. Sin ir más lejos, Freixenet acapara entre el 60% y el
65% e las ventas en el mercado nacional y entre el 80% y el 85 % de las ventas de
exportación, facturando más de 500 millones de euros al año, mientras que Codorníu
factura algo más de 200 millones. Los demás se reparten las migajas como buenamente
pueden, migajas más o menos grandes, pero migajas al fin y al cabo. Basta una visita a
las bodegas de los dos monstruos del cava para hacerse una idea de la magnitud de su
grandeza. Aparte, ambos grupos controlan otras bodegas y productores de vino y cava.
En el caso de Freixenet, su dominio se extiende a bodegas tan conocidas como René
Barbier, Segura Viudas, Castellblanch y otras muchas, mientras que Codorníu controla
bodegas como Raimat, Bodegas Bilbaínas (en Haro, La Rioja), Rondel, Bach, etc.
Estas dos marcas han inundado el mercado de sus cavas más "industriales", por así
llamarlos. Cavas de calidad "media-baja" que han ayudado a perpetuar los tópicos sobre
los que hablaba al principio, esto es, el cava como un producto solamente apto para
brindar y consumir tras la comida, cuanto más frío mejor. Es una estrategia de mercado
que, obviamente, les reporta pingües beneficios. Codorníu y Freixenet compran la
mayor parte de la producción de la uva de la zona, a precios bajos, y cada una "de su
madre y de su padre", transportada en remolques (lo que facilita que la uva que soporta
el peso se estropee) y recogida por medios mecanizados. ¿Qué se ha conseguido? Pues
un producto que, efectivamente, no puede faltar en una celebración que se precie (de eso
se ha encargado sobre todo Freixenet con sus carísimas campañas navideñas) pero que
se acaba convirtiendo en una especie de "adorno" de la mesa, que pierde interés al
mismo ritmo que se agotan las burbujas.
Un buen cava es un regalo de los dioses, un delicioso néctar que nos reconcilia con
nuestra tierra, con nuestro mundo mediterráneo. Vertemos el cava en la copa (copa de
tulipa, con cuerpo alto y boca estrecha, o la tradicional copa aflautada) y durante unos
instantes liberamos nuestros sentidos para que se impregnen de aroma, color y sabor.
Color, brillo, transparencia, burbujas, frutas, flores, hierbas, cremosidad, suavidad,
cuerpo, equilibro... Todo esto a nuestra disposición. Y lo podemos consumir en los
postres, evidentemente, pero también resulta perfecto como aperitivo y para consumir
en la comida, acompañando pescados, mariscos, e incluso carnes rojas y guisos.
Solamente tenemos que buscar un poco, y encontraremos el maridaje perfecto para
cualquier tipo de cava.
Y, tras estas pequeñas y particulares reflexiones sobre el mundo del cava, me permito
recomendaros cinco joyitas con las que un servidor ha tenido, como decía aquél, "una
experiencia religiosa". No son extraordinariamente caros, solamente en un caso
sobrepasan levemente los 20 euros, y evidentemente es una lista que totalmente
rebatible y discutible, pero creo que son cavas idóneos para desterrar tópicos e ideas
preconcebidas. El orden de la lista es totalmente aleatorio. Allá van, ¡que os
aprovechen!
Ariadna Puig vive en Barcelona, y hace unos tres meses decidió que ya estaba harta de
sortear (en el mejor de los casos) o pisar (en el peor) los excrementos de los perros de su
barrio, que en un ejercicio de flagrante falta de civismo los dueños de los canes dejaban
abandonados en aceras, parques, plazas, etc. Elaboró unos cartelitos hechos a manos, los
enganchó en unos palitos de madera y dedicó parte de su tiempo a colocarlos en los
desagradables resultados de las deposiciones caninas que minaban su barrio, ante la
mirada atónita de sus conciudadanos. Los cartelitos llevaban un mensaje claro. En una
de sus caras: "BCMerda" (BCMierda) en clara alusión al lema municipal BCNeta
(BCLimpia). En la otra cara: "Hazlo cagar en tu cama". Sin comentarios.
A partir de aquí es difícil seguirle la pista a nuestro héroe. Al parecer, consiguió empleo
como lavaplatos en un restaurante de Nueva York, pero su situación de "sin papeles" le
impulsa a marchar a la Costa Oeste. Llega a Beverly Hills en 1950. Aquí difieren las
versiones. Unos dicen que se hace ciudadano americano y que el ejército lo llama a filas
para luchar en Corea. Otros, que se alista en el Ejército para ser ciudadano americano.
También cuentan las malas lenguas que Ceferino se escapó de varios campamentos de
instrucción para no entrar en combate. Sea como fuere, a los dos años de su
alistamiento, tenemos a Ceferino Carrión de vuelta en Beverly Hills, y además
transmutado en Jean Leon, nombre que le daba una pátina de elegancia y glamour.
La suerte comenzaba a cambiar para nuestro flamante Jean Leon. Encuentra trabajo
como camarero en Villa Capri, restaurante propiedad de Frank Sinatra y Joe DiMaggio,
estrella del beisbol y efímero segundo marido de Marilyn Monroe. Una noche, los dos
abren a patadas las puertas de un hotel, buscando a un supuesto amante de la actriz. La
actriz no estaba, pero parece ser que hubo intercambios de golpes con el hombre que
ocupaba la habitación. Este denunció a los dos gallitos, y Jean Leon se brindó a
proporcionarles una coartada, declarando que los dos habían estado en el restaurante
toda la noche. Parece ser que este turbio asunto le brindó la amistad eterna de "La
Voz" y le facilitó el acceso al mundo del más puro glamour hollywodiense.
Jean Leon hizo buenas migas con James Dean. Entre los dos planean abrir un
restaurante en Beverly Hills. James Dean aportaría el parné, y Jean Leon su experiencia
en el mundo de la hostelería. Unos días antes de la firma del contrato y de la apertura
del local, James Dean muere. Otro golpe, y otra demostración de empuje y
determinación de Jean Leon. Sigue adelante con el proyecto, pide dinero prestado, y en
abril de 1957 abre La Scala, en pleno centro de Beverly Hills. El restaurante pronto
se convierte, gracias al carácter jovial de Jean Leon y a sus contactos en el mundillo, en
punto de encuentro de los más conocidos actores de Hollywood. Protegida su intimidad
por el dueño, que no toleraba paparazzis ni periodistas en las puertas del local, y
admirados por la calidad de su comida, de tipo mediterráneo con marcada influencia
italiana, allí acuden Frank Sinatra, Dean Martin, Humphrey Bogart, Bette Davis, Natalie
Wood, Billy Wilder, Paul Newman, Lana Turner, Grace Kelly, y muchos otros. Como
curiosidad, Jean Leon llevó la cena a casa de Marilyn Monroe la noche antes de su
muerte, por lo que fue una de las últimas personas que la vió viva. También se dice que
muchas estrellas aceptaban comer en la cocina del restaurante si estaba demasiado
lleno, antes que marcharse a otro lugar.
Jean Leon había triunfado, pero el hombre seguía inquieto. No encontraba el vino
ideal para servir con sus platos, y decidió fabricárselo él mismo. La segunda parte
de la leyenda comienza aquí. Jean Leon viaja por Europa buscando el sitio idóneo para
montar una bodega que produjese un vino digno de sus clientes. Al final acaba en
Cataluña, en la localidad de Torrelavit, en el corazón del Penedés. Compra 150
hectáreas de terreno y hace algo que sorprende y escandaliza a los tradicionales
viticultores de la zona: arranca todas las cepas autóctonas. Acto seguido, viaja a Francia
y obtiene cepas de viña francesa de variedades no cultivadas en España (unos dicen que
pagándolas a precio de oro, pero en el documental "3055 Jean Leon" se habla de una
incursión nocturna en unas viñas francesas, en fin, otro asunto no muy aclarado).
Vuelve a Cataluña con las preciadas cepas de Cabernet Sauvignon, Chardonnay y
Merlot de prestigiosas bodegas francesas, y planta las nuevas vides. Finalmente, se
construye la bodega, se pone en manos de su compinche en temas vinícolas, el
prestigioso enólogo Jaume Rovira (recientemente jubilado, aunque todavía supervisa la
elaboración de los vinos) y en 1969 nace el primer Cabernet Savignon elaborado en
España. En 1993, la revista Wines elige su Cabernet como uno de los 10 mejores
vinos del mundo. El impulso definitivo a su vino se produce en 1981, cuando el
presidente electo Ronald Reagan elige vinos Jean Leon para ser servidos en los festejos
de su investidura.
Jean Leon murió de un cáncer de laringe en 1996. Apuró los últimos momentos de su
vida viajando con su barco por Tailandia, tras pedir que sus cenizas fueran esparcidas
por el Pacífico.
Ésta fue, a grandes rasgos, con algunos claroscuros y puntos turbios, la vida de Jean
Leon, soñador, seductor, amigo de las estrellas del cine y también amigo, a través de su
vino, de todos aquellos que en algún momento hemos alzado nuestra copa para
recrearnos con la calidad de sus maravillosos caldos. Hoy, aunque en manos de otro
gigante del vino, Miguel Torres, la leyenda de sus vinos continúa.
Para más información, se puede intentar conseguir el libro "Jean Leon. El Rey de
Beverly Hills", de Sebastián Moreno o el documental de Agustí Vila "3055. Jean Leon"
Lo confieso: una lagrimilla aflora a mis ojos mientras tecleo este artículo, mirando la
pantalla del ordenador a través de mis gafas de pasta negra, exactamente iguales a las de
Buddy Holly. La música de Buddy Holly ha sido, durante gran parte de mi vida,
una compañera fiel, un referente inexcusable en mi vida, y aunque hoy muchos
medios homenajean a su modo al gafoso tejano de Lubbock (también a Ritchie Valens y
al Big Bopper), casi todos emplean también la legendaria frase de la canción "American
Pie", de Don Mclean: "The day the music died", referida al fatídico día. Pero no
pretendo ser original, y me parece la frase más adecuada para titular mi artículo.
Otra confesión: me descojoné de la risa la primera vez que vi un póster con la cara de
Buddy Holly. Fue en unos grandes almacenes, en la sección de música. Con mi tupé
convenientemente engrasado, mi chaqueta de "high school" americana, cargado de
clichés sobre el rock'n'roll y con una cultura musical que no iba más allá de los "hits" de
Elvis Presley y Jerry Lee Lewis, me di de bruces con el careto de Buddy Holly. Un tipo
impecablemente vestido, con traje y corbata, gafas de pasta negras y cara de niño
bueno americano con una sonrisa "profidén", vamos, un tipo que transmitía menos
peligrosidad que Miliki en el Festival de la Infancia y la Juventid. Nada que ver con el
tremendo magnetismo sexual de Elvis, o con el salvajismo de Jerry Lee Lewis, o con la
pinta de rocker atormentado y vicioso de Gene Vincent, o ya no digamos con la locura y
la ambigüedad sexual de Little Richard, por nombrar algunos de sus contemporáneos
colegas que ejercieron de "pioneros" del rock'n'roll. No, nada de eso. Buddy Holly no
podía jugar esas bazas. Los intentos que se hicieron para "endurecer" su imagen
fueron patéticos. En una actuación, Buddy salió a tocar sin gafas ni lentillas. Mientras
tocaba, se le cayó una púa y se tuvo que interrumpir la actuación para localizar la púa,
porque Buddy no veía tres montados en un burro.
¿Por qué, entonces, la memoria de Buddy Holly, un tipo que apenas disfrutó de tres
años (si llegan) de popularidad, es venerada y sus fans se cuentan por miles? ¿Por qué
tantos cantantes se han reconocido influenciados por él, tanto estética como
musicalmente? ¿Por qué hasta el mismísimo Paul McCartney organizó en Londres la
"Buddy Holly Week", con conciertos, exposiciones y debates sobre su figura? Son
preguntas difíciles de responder. Buddy Holly no fué un rocker al uso. lo que a veces
le ha granjeado el desprecio de los sectores más puristas. Como he dicho
anteriormente, su imagen no le ayudaba. Nada de contoneos pélvicos salvajes, aporreos
de piano con tupés vertiginosos. En sus canciones predominaba la melodía sobre el
ritmo. Comenzó haciendo un country bastante purista (aunque él bautizó su estilo como
"western and bop"), evolucionó hacia el rock'n'roll (influenciado por Elvis, hasta en eso
fué Buddy un tipo normal) y en sus últimos tiempos compuso y grabó una serie de
canciones en las que mostró su faceta más "crooner", edulcoradas composiciones de
amor con arreglos orquestales ampulosos y sofisticados. Quizás ha sido, aparte de la
evidente calidad de su música, su condición de involuntario mártir del rock'n'roll. Tenía
22 años cuando murió, un hijo en camino que no llegó a nacer, y un futuro musical
que, a tenor de su producción musical, se intuía más que brillante.
Quizás sea un poco tremendista decir que "la música murió el día que murió Buddy
Holly", aunque no cabe duda de que la frase resultó de lo más afortunada, pero es
evidente que la tragedia supuso una especie de "mayoría de edad" en el rock'n'roll.
La muerte de los tres "rockers" durante la demencial gira The Winter Dance Party, (24
conciertos en 3 semanas en pleno invierno y en un autobús sin calefacción) quedó
impresa en el imaginario cultural americano y forma ineludible parte de la historia del
rock'n'roll.
Como decía hace unas fechas el dibujante Furillo en la revista "El Jueves", "desde
siempre la gente se ha tomao sus cosicas". En efecto, esta brillante aseveración no
admite discusión alguna, se puede decir más alto, pero no más claro. Y es que el
personal, desde que el primer homínido engulló un hongo silvestre y comenzó a ver
colorines, lleva milenios metiéndose entre pecho y espalda todo tipo de sustancias
alucinógenas con las excusas más variopintas. Que si la comunión con los dioses, que si
la expansión del espíritu, que si la elevación a un nivel superior... Cualquier pretexto es
bueno para pillar un buen colocón y creerse, como el gran Fary, que uno es "Kung Fú"
al ritmo de "La mandanga".
Evidentemente, la droga no podía ser un tema ajeno al universo creativo de los autores e
intérpretes de Trash-Pop de nuestro país. Aunque es raro el artista o grupo que no ha
abordado el tema en alguna ocasión, son nuestros ídolos del Trash-Pop los que, como
siempre, han abordado el tema sin sutilezas ni correcciones políticas. Por razones
evidentes, ha sido la llamada "rumba taleguera" la que más se ha ocupado del tema,
abordándolo desde dos vertientes fundamentales: la del consumidor alegre,
despreocupado y apologético, y la del "arrepentido", un personaje al que la droga le ha
arruinado la vida, e intenta salir de ella, que nos advierte sobre lo chungo que es el
asunto de las jeringuillas. Historias trágicas de vidas destrozadas y alegres
consumidores que se ponen ciegos de todo. Ése es el espectro en el que, básicamente, se
mueven los intérpretes de mi lista de hoy. No puedo resistir la tentación de insertar este
vídeo en el que el gran Manolo Escobar, uno de nuestros héroes nacionales, le pega
unas caladas a un "cigarrito de la risa" (en una de sus películas, no penséis mal,
truhanes) y emprende un psicodélico viaje astral en el que se transmuta en "hippy"
desmelenado. Vivir para ver.
Después de este tremebundo vídeo del inmortal Manolo Escobar, aquí os dejo con
esta lista de grandes éxitos de la Musica Deteriorada en la que se aborda el tema de la
droga. Espero que os guste.
Según un persistente rumor del que se han hecho eco varios medios de comunicación,
Florentino Pérez, el ex-presidente del Real Madrid, podría estar preparando su
candidatura, que incluiría como directivos a Villar Mir, candidato a la presidencia del
club blanco en las últimas elecciones, y a José María Aznar, de todos conocido.
También incluiría a Zidane como director técnico o responsable del fútbol base.
Y para preparar dicho asalto, Florentino Pérez estaría dispuesto a contar con el
mismísimo José María Aznar, que aunque no posee los 10 años de antigüedad como
socio imprescindibles para presentarse como presidente, sí tiene los 5 que le permitirían
ser vicepresidente. El madridismo de José María Aznar (igual que el barcelonismo de
Rodríguez Zapatero) es de sobras conocido, y hace tiempo que su nombre suena como
futuro integrante de la junta directiva merengue.
Ahora solamente falta por ver si esa posibilidad tiene visos de realidad. En los
comentarios surgidos tras la publicación del rumor, diversidad de opiniones. Desde el
cachondeo puro y duro hasta amenazas de romper el carnet e incluso, ¡oh, herejía!,
hacerse del Barça. De todas maneras, la situación es interesante. Florentino Pérez, ex-
presidente de fútbol que llegó a sonar como recambio del mismísimo Aznar durante el
año 2002 y que fué candidato por el Partido Reformista en las elecciones de 1986, de
la mano de Aznar, ex-presidente del Gobierno y candidato a mandatario futbolero.
¡Cúantas vueltas da el fútbol!
Esta mañana, mientras llevaba a mi hijo al colegio, tras un fin de semana encerrado con
mi familia en casa, he podido observar la magnitud del vendaval que se abatió el sábado
sobre mi pequeño pueblo, Sant Quintí de Mediona, en la comarca de L'Alt Penedés.
Tejas esparcidas por el suelo, trozos de cristales por doquier, antenas parabólicas
arrancadas de cuajo junto con la piedra donde estaban encastradas, árboles literalmente
reventados, y sobre todo, el temor en la cara de mis vecinos. He llegado al colegio y los
tejados de las aulas que circundan el patio mostraban también los efectos de la furia del
viento, con decenas de tejas rotas en el patio, practicamente sin arena. He dejado ir a mi
hijo con cierto temor, no sin antes cerciorarme de que hoy los niños no saldrán al patio.
Los bomberos de Catalunya han realizado una extraordinaria labor durante los
momentos posteriores al vendaval, con más de 500 intervenciones, principalmente por
árboles caídos, antenas y otros elementos desprendidos a causa del viento. Los pinos de
más de cien años de edad de la Colonia Güell, obra del arquitecto Antonio Gaudí, han
dañado el techo de la cripta.
En general, la sensación es de alivio tras comprobar que lo peor puede haber pasado,
aunque nueve comarcas de la comunidad siguen en alerta, como mínimo, hasta las siete
de la tarde, ante la previsión de nuevas rachas de vientos huracanados de entre 90 y 126
kilómetros por hora. Mientras, en Sant Boi de Llobregat se han oficiado el funeral por
las cuatro víctimas del sábado, en medio de emotivas manifestaciones de dolor y
solidaridad. Al funeral han asistido diversas autoridades, como el Presidente de la
Generalitat José Montilla, la ministra de Defensa, Carme Chacón, y el conseller de
Interior de la Generalitat, Joan Saura.
Hoy, Catalunya intenta reparar los destrozos del vendaval, mientras llora por las siete
vidas que nos arrancó la tempestad.
En Cataluña, comunidad desde donde escribo, hemos sufrido cortes del suministro
eléctrico durante horas. Ya por la mañana, 40.000 personas no tenían suministro
eléctrico, cifra que se ha visto aumentada durante el día hasta alcanzar una cifra superior
a los 150.000 personas. Ha habido una interrupción de una hora y media en la línea del
AVE a causa de la caída de una plancha metálica en la vía, aparte de numerosas
incidencias e interrupciones en las líneas de cercanías y media distancia. Los bomberos
de la Generalitat han evacuado a un centenar de personas del cremallera de Núria a
causa de la caída de árboles en la vía. El funicular de Gelida, el aéreo entre Olesa y
Esparraguera y el funicular de Vallvidrera también han quedado fuera de servicio.
Sé que muchos de estos accidentes son inevitables, pero no puedo evitar preguntarme si
realmente estamos preparados para afrontar la más mínima alteración en nuestro clima,
habitualmente suave y amable. El miedo que durante unas horas hemos sentido en mi
familia mientras veíamos volar las tejas de nuestro tejado, o la valla de nuestra terraza,
cuando oíamos caer baldosas de la fachada, iluminados por la luz de una vela, con el
corazón en un puño por la tremenda desgracia del pabellón de Sant Boi, me ha hecho
reflexionar sobre lo que sucedería si se abatiera sobre nosotros una tempestad más
potente. Vemos por la televisión huracanes que arrasan países enteros, inundan ciudades
y dejan sin hogar a miles de personas, tsunamis que acaban con miles de vidas,
terremotos que provocan el caos y la destrucción en segundos, y nos estremecemos de
horror, pero en nuestro íntimo ser nos felicitamos secretamente de vivir en un país en el
que esas cosas no suceden. Solamente nos acercamos levemente al horror que han
padecido los países más vulnerables a la furia de la climatología cuando un leve seísmo,
o un temporal de intensidad media, nos demuestra lo frágiles que somos, y lo bajas que
están nuestras defensas ante los embates de la naturaleza.
No sé si se hubiera podido hacer más para evitar esas muertes y esos accidentes, algunos
de ellos totalmente impredecibles. Parece que, ante lo esporádico de estas violentas
manifestaciones de la naturaleza en nuestro país, solamente nos queda dar gracias por
vivir donde vivimos, solidarizarnos con las víctimas de la tempestad, y mirar al cielo
con temor y respeto.
Con el sobrecogedor relato de lo que sucedió a partir de esa llamada telefónica se inicia
el libro-blog "E-mails para Adrià". Es, en esencia, un libro-blog contra el olvido, el
valiente grito de una madre que no desea cubrir su dolor con el paño de la amnesia
voluntaria. Ella ha optado por recordar a su hijo, por hablarle, por escribirle una carta en
el día de su 21 cumpleaños, por atesorar y contestar los correos que le escriben a Adrià
sus amigos. A través del blog reivindica el derecho a seguir siendo la madre de Adrià, a
velar amorosamente porque el recuerdo de su hijo siga vivo y palpitante en el corazón
de aquellos que le quisieron.
No podemos evitar que, ante un golpe tan brutal, parte de nosotros muera. El abismo de
la desesperación está ahí, inmenso ante nosotros, pero personas como Francis se niegan
con valentía y rabia a caer en él. Ella, ante la opción de olvidar la muerte, ha encontrado
consuelo en recordar los 20 años de vida de Adrià, en compartir con el mundo las fotos
que hacía su hijo, la música que le gustaba. En definitiva, una celebración de la vida
para superar la muerte.
"Malviviendo" narra las "aventuras" de una serie de marginados sin oficio ni beneficio,
malviviendo a salto de mata, buscándose la vida por las calles, trapicheando, ejerciendo
de pequeños traficantes, "gorrillas" o cualquier otro trabajillo que les permita sacarse
unos eurillos sin dar palo al agua. Todo visto a través de los ojos del "Negro", canario y
presunto estudiante universitario que vive en una caravana y que ni se acuerda de por
dónde cae la Facultad ("es una carrera de tres años, pero le he cogido gusto al primer
curso")y que ejerce de "gorrilla aparcacoches" en las calles. Los secundarios de la serie
son impagables, como el Kaki, ex-militar y ex-presidiario violento que va en silla de
ruedas, o el Postilla, cleptómano narcoléptico que se queda dormido en sus huidas tras
robar, o El Zurdo, siempre vestido con camisetas de fútbol. También ha servido para dar
a conocer a "Chinitito", cuyo políticamente incorrecto tema "Chúpala" suena durante el
segundo capítulo.
No puedo evitarlo. Desde hace muchísimo tiempo me he sentido atraído por los ahora
denominados "freaks" de la música. Me paro a pensarlo y no sé dónde podría estar la
causa. Quizás en la colección de singles de mi tío, donde mezclados con los consabidos
disquillos de los Beatles se encontraban joyas como los discos de regalo de Mirinda
(fantabuloso y psicotrónico refresco muy popular en España en los años 70 y que ahora
se comercializa en países sudamericanos, asiáticos y árabes con sabores tan
descacharrantes como el narangótica que se distribuyó en México a raíz del estreno de
la película Batman Begins) o del coñac Fundador, recio brandy español que no podía
faltar en la mano de cualquier hombre que se tomara por tal. También había discos
sencillos de Johnny and Charley, autores de la inmortal "Yenka", el gran Fernando
Esteso, con su legendario hit trash-garrulo-pop "Bellotero Pop", los simpar Hermanos
Calatrava, con su demencial versión del "La, la, la" eurovisivo, la cantautora oficial de
la derechona española, la incomparable María Ostiz, con su exitazo "N'a veiriña do
mar", el macarrónico Manolo Otero y su balada cachondona "Todo el tiempo del
mundo", el ídolo del verano Georgie Dann, con su primigenio hit "Casatschok", el gran
(en todos los sentidos) Demis Roussos con su "We shall dance" (esas túnicas), los
ultrapopulares 3 Sudamericanos con otro gran éxito, "La chevecha", el Maestro Luis
Aguilé, auténcia máquina de vomitar trash-hits y que merecerá algún día un artículo
propio, el rey de la rumba-pop cañí, el único e inimitable Manolo Escobar, y muchos
otros que mi trastornada memoria rescata continuamente de su ¿merecido? olvido.
Los hay de todos los pelajes. Está el típico humorista chabacano que se dedica a grabar
sus gracias con más o menos fortuna, ya sea en forma de chistes, versionando temas de
éxito o interpretando temas originales, propios o compuestos para él. Aquí tendríamos a
los incomparables Hermanos Calatrava (al loro con esa versión del "Space Oddity" de
Bowie, algo inenarrable), a Fernando Esteso (la "Bellotero Pop", la "Ramona", los
"Desmenuzamientos filosóficos del fandango sentencioso"), al psicotrónico Emilio el
Moro (especializado en versiones chabacanas de hits del momento), a Andrés Pajares
(genial "Drácula Yé-Yé). Dentro de este subgrupo (mejor quedaría incluso decir
"infragrupo") también incluiríamos a los simples cuentachistes tipo Arévalo, Paco
Gandía, etc, con su amplio surtido de risas a costa de mariquitas, tartajas, cojos,
retrasados, etc. Una jartá de reír. También tenemos al personal ajeno al mundo de la
música al que se engaña (o que se deja engañar) para grabar unos temillas para gozo y
disfrute del personal. Actores, toreros, futbolistas, presentadores de televisión, muchos
de ellos han dejado plastificar su voz, la gran mayoría con horrendos resultados. Baste
recordar los engendros perpetrados por el gran boxeador Perico Fernández dándole al
ruackanroll más vasilón en "Fuera de combate", el patético intento de conversión del
cutre-torero Jesulín de Ubrique en estrella del pop melódico, los susurros eróticos-
discotequeros de Bibi Andersen, Susana Estrada y Sara Montiel, el desternillante
recitado de Fernando Fernán Gómez (¡usted también, maestro!), la marcheta pop de
Victoria Abril, y tantos otros de infausto recuerdo (para casi todo el mundo menos para
mí, of course). El mundo de la rumba y el flamenco también nos ha dejado hitos
incomparables en la historia de la trash-music. Animaladas machistas, defensa de los
malos tratos a la mujer, venganzas gitanas, chulería calorra, garruleo carcelario y demás
perlas trufan la triunfal carrera de elementos como El Payo Juan Manuel, El Pelos y los
Marus, Los Chorbos y demás kíes talegueros.
Y dejo para el final mis favoritos, o por lo menos a los que les tengo más cariño. Ellos
son los trash-singers convencidos de su bondad como artistas. Impávidos e
impertérritos, afrontando burlas, risas y el cachondeo generalizado, cual Eds Woods de
la canción, tienen un absoluto convencimiento de que, tarde o temprano, triunfarán. La
mayoría no saben tocar, no saben cantar, su look es aterrador, no parecen pertenecer a
este mundo, pero ellos siguen ahí, orgullosos de su arte, enarbolando altaneros sus
cassetes de gasolinera, actuando en infames discotequillas en medio del cachondeo
generalizado, y accediendo a una fama efímera e insólita hecha a base de risas a su
costa. Simplemente, los adoro. Ellos, y yo, sabemos que tarde o temprano triunfarán, y
el mundo reconocerá sus méritos. Ahí están Tamara, Luixy Toledo, Goyo Ramos,
Cecilio, el Alcalde Rockero (aunque sobre éste elemento podríamos discutir, dada su
dualidad político-artística) mi idolatrado Jorge Manuel y tantos otros cuyas carreras
comentaremos tarde o temprano (eso ha sonado a amenaza). Y no quiero acabar sin
mencionar a los futuros ídolos del trash-pop, gentuza ahora odiada pero que, tras su
inevitable caída, acabarán engrosando las cubetas de saldos en mercadillos de barrio o
las peceras de cristal de la sección de ofertas de los grandes almacenes o del chino de la
esquina. Elementos que ahora pasean de manera farruca y altanera por los escenarios en
medio del clamor popular, pronto serán pasto de coleccionistas de trash-pop. Tengo,
personalmente, grandes esperanzas en la simpar Rosa López, ex-Rosa de España, en el
tráshico Bustamante, en el "enrrollaete oficial" de Melendi y en tantos otros cuya
carrera musical revisitaré con gusto dentro de muchos años. No he pretendido con este
articulillo ahondar en explicaciones sesudas sobre la cultura basura, la psicotronía, el
feísmo y el kitsch, sino hacer una introducción generalista a este fascinante submundo y
a sus olvidadas "perlas musicales", que además amenazo con ampliar en próximas
entregas con jugosísimas revisitaciones de los legendarios éxitos del Spanish Trash Pop.
Y, para abrir boca, os dejo con una pequeña selección de éxitos cuya toxicidad musical
está debidamente contrastada.
Hace más o menos un año que por Internet corre insistentemente un rumor que, a los
seguidores de la serie "Roma", nos tiene intranquilos y expectantes. Según el rumor,
Bruno Heller, uno de los guionistas y productores ejecutivos de la serie, podría estar en
conversaciones con el objeto de adaptar a la pantalla la serie.
En cuanto a los actores, otro acierto. A pesar de ser relativamente desconocidos, uno no
puede por menos que aplaudir su interpretación. Aparte de la pareja protagonista, los
soldados Tito Pullo y Lucio Voreno (interpretados respectivamente por Ray Stevenson
y Kevin McKidd), dos caracteres opuestos condenados a entenderse y que acaban por
ser inseparables, sobresalen el trabajo interpretativo de Ciarán Hinds como Julio César.
El actor irlandés crea un magistral dictador, que nos permite ver los poliédricos matices
de su personalidad, valiente, intrigante, inteligente, sensible, calculador, clemente o
implacable según convenga. Después de ver la serie, para mí Julio César tendrá siempre
la cara de Ciarán. ¿Y que decir de James Purefoy? Brillantísima también su
interpretación de Marco Antonio, el lugarteniente de Julio César, cínico, valiente,
irresponsable, impetuoso, lúbrico, vicioso y arrogante. El elenco de secundarios nos
ofrece también agradabilímas sorpresas. La mala-malísima Atia (que al final logra caer
bien, la verdad, aunque sea solamente por el "corte" que le pega a la repelente Livia), la
rencorosa e intrigadora ex-amante de César, Servilia, la hija de Atia y hermana de
Augusto, Octavia, el inteligente y precoz Octavio, todos ellos fielmente retratados por
unos actores que ofrecen todos ellos unas brillantes interpretaciones.
La HBO dió por finalizada la serie en la segunda temporada, cuando ya los guionistas
tenían in mente nuevas aventuras en Oriente. La apresurada decisión hizo que la acción
se comprimiera en los capítulos finales, precipitando un final abrupto que dejó a la
numerosa legión (nunca mejor dicho) de seguidores con un amargo sabor de boca. ¿El
motivo de la interrupción de la serie?: los elevadísimos costes de producción. Ni el
unánime aplauso de la crítica, ni los premios logrados por la serie, ni el clamor de los
fans lograron que "Roma" siguiera. De todas maneras, por Internet se han filtrado
también el "arrepentimiento" de los responsables de la decisión, que son conscientes de
que se han "cargado" uno de las producciones más sobresalientes de la historia de la
televisión, comparable al éxito que tuvo en su día la también maravillosa "Yo, Claudio".
Ahora parece que le toca el turno al cine de terror español, un género que lleva unos
años resurgiendo con pequeñas joyitas que han hecho frotarse las manos a los
aficionados al género. Películas como "El Orfanato", "Los Otros", "El Espinazo del
Diablo", "El Laberinto del Fauno", por nombrar solamente las más conocidas, están
insuflando aire nuevo al cine de terror patrio, que parecía languidecer tras el esplendor
de la década de los 70, que nos deparó alnos títulos míticos para los aficionados al
género, como las obras maestras de Narciso Ibáñez Serrador, "La Residencia" y "¿Quién
puede matar a un niño?, la saga templaria de Amando de Ossorio, con títulos como "El
ataque de los muertos sin ojos" o "La noche de las gaviotas", la muy estimable "Pánico
en el Transiberiano", de Eugenio Martín, o la acertadísima versión patria del fenómeno
zombi, "No profanar el sueño de los muertos", de Jorge Grau.
Como decía. ahora le llega el turno a "Rec", la desasosegante película del director
español Jaume Balagueró, cuya carrera está evolucionando muy bien
(extraordinariamente bien, si recordamos que fue el director de la película sobre la gira
de los primeros concursantes de Operación Triunfo, que "manda huevos", como diría el
inefable Fede Trillo), tras la irregular "Darkness" y la muy interesante "Frágiles". Para
quien no haya visto "Rec", pues es una interesantísima y claustrofóbica película de
terror que se adhiere a lo que podríamos llamar "subgénero de películas de terror con
cámara al hombro", en la estela de la bestial "Holocausto Caníbal", del sinvergüenza de
Ruggero Deodato (solamente hay que repasar su filmografía para colocarle este
merecido, pero por otra parte cariñoso, calificativo), de "El proyecto de la Bruja de
Blair" (irregular pastiche que gracias a una inteligente campaña recaudó un pastizal en
su momento), o de la última y falida película de la saga zombi del maestro George A.
Romero, "El diario de los muertos", películas que han aprovechado un tono
"documental" del cámara que filma la acción para imbuir la misma de un tono lo más
aproximado a la realidad posible (recuerdo que la revista "Interviu" publicó un reportaje
con fotos de "Holocausto Caníbal" dando por hecho que las fotos pertenecían a un
documental real, en un patinazo histórico de la mítica revista de información y tetas). Es
un subgénero con el que resulta bastante fácil "patinar", ya que resulta difícilmente
creíble ver a un tipo que no suelta la cámara ni aunque le persigan hordas de zombis
hambrientos, como en el caso de la lamentable "The Zombie Diaries", pero con el que
Balagueró consiguió un excelente resultado haciendo un uso inteligente de este recurso
en su "Rec".
Un servidor aún no ha visto este "remake" de Rec, pero por lo que parece las
variaciones son pocas. Cambia la ciudad donde transcurre la acción (en este caso, Los
Ángeles) y los actores, entre los que sobresale Jennifer Carpenter, conocida sobre todo
por sus interpretación en "El exorcismo de Emily Rose" y la serie "Dexter". Los
primeros comentarios nos permiten deducir que se trata de un calco casi exacto de la
original (más o menos como en el caso de "Funny Games"), pero casi seguro que los
buenos aficionados al género acabarán "retratándose" en taquilla para ver qué han hecho
los americanos con "Rec". Creo, sin temor a equivocarme demasiado, que el autor
Jaume Balagueró permanecerá al margen de la polémica, inmerso en el rodaje de "Rec
2" y atento a las evoluciones de su hijo Teo, nacido el 31 de diciembre del pasado año,
según queda convenientemente constatado en su también novísimo blog. Pues nada,
felicidades, y que "Rec 2" no depare tan buenos (malos) momentos como la primera.
Sin entrar a valorar el sistema de selección del funcionariado español y sin ánimo de
generalizar, las peculiares características de este grupo, con puesto en propiedad y a
salvo de la precariedad laboral, favorecen que en su seno medren personajes cuya
máxima aspiración es la de no pegar sello a costa del ciudadano, derivar
responsabilidades y perfeccionar día a día el antiquísimo arte del escaqueo. Insisto,
todo mi respeto para el funcionario que trabaja eficientemente, al cual cíclicamente le
congelan el salario y que además tiene que aguantar las impertinencias de los
maleducados de siempre.
El autor nos ofrece alguna de las "perlas" que adornan su recopilatorio. Entre ellas, la
de un funcionario que pasó una nota por trabajar 25 horas en un día, ¡y la cobró!
por ser del partido del concejal que autorizó el pago. También está el caso del
funcionario que solicitó un permiso por la muerte de su padre. El caso es que dicha
muerte había sucedido un mes y medio antes y encima el funcionario no había ido al
funeral. También está el rocambolesco caso de detención de dos ladrones, que
confesaron que el botín estaba escondido en un bosque. Tras recuperar el botín,
volvieron al coche policial, pero éste se quedó sin gasolina. La surrealista historia acabó
en una gasolinera, con dos ladrones empujando el coche, encañonados por un agente,
mientras el otro conducía.
Un servidor tuvo un fugaz paso por la Administración Pública, contratado allá por el
año 1984 por una "acumulación de trabajo" en la sede de la Seguridad Social en
Barcelona. Decía antes que los 15 años del autor del libro en la Administración Pública
le darían para escribir varios libros, y lo afirmo porque yo tuve la oportunidad de
vivir historias insólitas, algunas sobrepasando ampliamente los límites del
surrealismo. Recuerdo especialmente un día en el que un compañero me comentó si me
interesaba comprarme una camisa. Ante mi cara de estupefacción, me dijo que en "en
los servicios de la planta tercera" las estaban vendiendo. Imagínense mi cara de
desconcierto cuando me aclaró que el vendedor era "un funcionario que las dejaba a
muy buen precio". Con el tiempo, vi que se montaban verdaderos "mercadillos" en los
servicios del edificio, donde uno podía comprar de todo.
También teníamos "el día de la bomba". Parece ser que había alguien (todo el mundo
decía que "de aquí dentro") que de tanto en tanto llamaba a la policía e informaba de
la colocación de una bomba en el edificio. Los novatos nos alarmamos la primera vez,
pero alucinamos cuando vimos la parsimonia de los veteranos cogiendo tabaco y dinero
para el bar y comentando "joder, éste ya estaba tardando". Todo el mundo a la calle,
registro policial del edificio, y una horita de descanso para el personal.
Caso aparte era el de los "funcionarios errantes". Eran funcionarios conscientes de sus
derechos, que sabían que era muy difícil echarlos. No pegaban ni brote, y cuando sus
jefes se hartaban de ellos, simplemente los cambiaban de sitio. Recuerdo el caso
especial de un funcionario de pelo largo y alpargatas, vamos, estilo "hippie", que se
paseaba por la sección hablando con todo el mundo y portando bajo el brazo una
carpeta en la que había escrito: "Carpeta Mía". Este hombre había ido rotando por
todos los departamentos habidos y por haber, y jamás le vi trabajando.
Era fácil contagiarse de cierta inercia general, máxime cuando los propios jefes te
sugerían "que te lo tomases con calma", y existía el habitual "paseo del folio", que
consistía en coger un folio en blanco e ir a "buscar datos" al edificio en el que estaban
situados los archivos. Tiempo medio de la gestión: 1 horita, más o menos, dependiendo
de los amiguetes con los que te encontraras por el camino.
Como colofón, para no cansar a los hipotéticos lectores, una anécdota que, a mi parecer,
revela la perfecta conjunción entre lo enrevesado de la burocracia y la desidia de
algunos (insisto, no todos) funcionarios. Cierto día comenté con un compañero que
había perdido mi cartilla de la Seguridad Social. Éste me dijo: "baja a la quinta planta y
que te hagan una". Fui al sitio indicado y allí le comenté mi caso al funcionario que
atendía la ventanilla. Me dijo: "coge un papel de ese montoncito, escribe tus datos y
ponle un sello". Le pregunté: "¿Cuándo paso a buscar la cartilla?" Me miró como si
estuviera loco y me dijo:
"No si eso ya es la cartilla, métela en una funda de plástico y ya está". O sea, un
trámite que para un ciudadano suponía varios días de espera, un servidor lo había
hecho en 2 minutos.
Espero que disfruten del libro. Aquí pueden leer parte del primer capítulo.
Año 2009. Todo el mundo está dominado por las religiones, las verdades incontestables,
las revelaciones y los dogmas de fe. ¿Todo? No, un pequeño grupo formado por
irreductibles ateos, agnósticos y apóstatas resiste , ahora y siempre, ante el avance de las
teocracias y la hipocresía de los gobiernos falsamente laicos. Y no se van a quedar
callados.
Sirva este pequeño homenaje a los maestros Albert Uderzo y René Goscinny como
introducción a la noticia de la llegada de la "Campaña del Bus Ateo" que tanto éxito
tuvo en Inglaterra de la mano de la British Humanist Association, respaldada a su vez
por el biólogo Richard Dawkins, conocido como el "rottweiller de Darwin" por su feroz
defensa de la teoría darwinista, y autor del ensayo "El espejismo de Dios", que ha
vendido cerca de 1,5 millones de ejemplares. La campaña inglesa, iniciada el 21 de
octubre de 2008, pretendía recaudar 5.500 libras (el importe necesario para pagar un
mes de anuncios en 30 autobuses) y logró el objetivo en dos horas. En dos días habían
conseguido 59.000 libras, y a finales de noviembre se llevaban recaudados cerca de
144.000 libras. En Estados Unidos se puso en marcha una campaña similar a cargo de la
American Humanist Association con la intención de insertar en 200 autobuses el lema:
"¿Por qué creer en un dios? Sé bueno por la propia bondad. En España se acaba de
poner en marcha una campaña, mucho más modesta, impulsada por la Unión de Ateos y
Librepensadores y Ateus de Catalunya, con pretensiones más modestas en cuanto a los
autobuses (dos) y duración de la campaña (dos semanas) pero con la misma intención de
calar entre la población y generar un debate, cosa que, a tenor de las distintas
informaciones contrastadas en prensa e Internet, ya ha conseguido.
Lo ha vuelto a hacer. Eduardo Mendoza ha vuelto con la fórmula que tantos éxitos le ha
dado, esto es, con un libro heredero directo del detective desquiciado protagonista de la
atrozmente hilarante "El misterio de la cripta embrujada" (por cierto, existe una
adaptación cinematográfica bastante buena con José Sacristán de protagonista), su no
menos divertida continuación, "El laberinto de las aceitunas" y la decepcionante (por lo
menos para un servidor) tercera parte, "La aventura del tocador de señoras". Un
involuntario detective de comportamiento extravagante obligado por las circunstancias a
intentar resolver un caso criminal, que en todo caso es lo de menos en la historia. Las
pesquisas del detective le llevan a conocer a una serie de pintorescos personajes no
menos estrafalarios que él. Todo esto, aderezado con el incomparable estilo del autor,
expresiones rimbombantes, palabras arcaicas y un tono paródico y caótico. Ésta es, a
grandes rasgos, la fórmula que empleó en esos tres libros. y que ahora parece continuar
con su "El asombroso viaje de Pomponio Flato".
Vaya por delante que no me parece mal que un escritor busque lograr grandes ventas, o
que aspire a una luxación de muñeca a fuerza de firmar ejemplares en los puestos de
libros del Día de Sant Jordi. Tal y como está el patio cultural y visto el aterrador
panorama futuro, el hecho de ver a alguien enfrascado en un libro ya es suficiente
motivo de alborozo como para que encima nos pongamos tiquismiquis. Además, este
viaje de Pomponio Flato no está mal, sobre todo si no has leído los dos primeros
ejemplares de su "saga de detectives". El libro tiene momentos divertidos, el peculiar
estilo de Mendoza seduce fácilmente y, en definitiva, el libro contiene todos los
ingredientes para pasar un buen rato con una lectura amena y absorbente que hace que
el lector se "ventile" el libro en un suspiro.
¿Quejas sobre el libro? Bueno, pues aquí ya tengo que transmutarme en el viejo
seguidor de Mendoza que tenía que cerrar "El misterio de la cripta embrujada" o "El
laberinto de las aceitunas" en el Metro mientras intentaba infructuosamente sofocar las
carcajadas, que ha releído ambos libros varias veces y que devora ansioso los nuevos
libros del maestro, buscando la magia de los viejos tiempos. Sí, es posible que sea un
cascarrabias, pero creo que Eduardo Mendoza atraviesa una pequeña pájara (si se me
permite el símil ciclista).Igual todavía no le he perdonado la decepción que para mí
supuso "La aventura del tocador de señoras". Saltos dí cuando supe que Mendoza
retomaba a mi personaje preferido, el innombrado investigador orate y adicto a la Pepsi-
Cola de "El misterio..." y "El laberinto...", pero igual me creé demasiadas expectativas y
me acabó decepcionando profundamente. Tampoco me volvió loco "Mauricio o la
elecciones primarias", y éste "Asombroso viaje..." me ha dejado con la sensación de que
el autor ha buscado un éxito rápido y fácil, sumando a su exitosa fórmula la parodia de
la novela histórica, al enmarcar la historia en el Nazareth de principios del siglo I. Tras
un inicio prometedor, la historia me ha producido cierta sensación de "déjà vu". Si "El
asombroso viaje..." fuera un disco, podría decir que sus canciones suenan a descartes de
los primeros discos del autor. Creo que el libro adolece de una cierta falta de frescura,
cae en algún momento en un humor facilón y escatológico, y el juego que le da al autor
la coincidencia con unos tales Jesús, María José no termina de engancharme.
El korfbal es una deporte más o menos relacionado con el baloncesto. Se juega entre dos
equipos mixtos de cuatro hombres y cuatro mujeres que buscan introducir una pelota en
una especie de canasta o cesta. Proviene de Holanda y ésta, junto con Bélgica, han sido
los dominadores tradicionales de este minoritario deporte. En Catalunya tiene cierto
arraigo a partir de 1980. Hasta aquí nada anormal. Lo que levantó las sospechas del
diario "Avui" es el hecho de que el korfbal es uno de los 13 deportes que no tienen una
Federación a escala nacional. Las federaciones catalanas de estos deportes, entre los que
se encuentran algunos tan pintorescos como el icestock, el pitch & putt, el twirling o el
fútbol australiano, han aprovechado la ausencia de federaciones españolas de dichos
deportes para recibir el reconocimiento internacional que les permite participar como
selecciones nacionales catalanas en dichos deportes.
El anuncio publicado, junto a una presunta llamada recibida por el presidente de la
Federación Catalana de Korfball, en la que se le solicitaba información sobre los
procedimientos que se habían seguido para crear la Federación y ser posteriormente
admitidos a nivel internacional, hace creer a los responsables de la Plataforma Pro
Seleccions Esportives Catalanes y de la Federació Catalana de Korfbal la existencia de
un plan encaminado a crear una Federación Española de Korfbal que pueda poner trabas
al desarrollo de la Federación Catalana, ya que no existe ningún club registrado ni
ninguna asociación fuera de Catalunya.
Si tal sospecha fuera cierta, creo que no cabe duda de que los procedimientos utilizados
por los presuntos agentes solamente podría compararse a los de los míticos Mortadelo y
Filemón. Un anuncio gratuito insertado en una página de Internet y una llamada a la
Federación Catalana para pedirles información. Esto, a nivel de la Guerra Fría, más o
menos supondría que un agente norteamericano llamara a la Embajada de la URSS para
preguntarles dónde han puesto una nueva base de misiles, por ejemplo.
De todas maneras, las sospechas del diario catalán se inscriben dentro de una guerra
soterrada entre las Federaciones Catalanas y las Españolas por conseguir el
reconocimiento internacional que permita a las selecciones catalanas participar
legalmente como tales en las distintas competiciones a nivel mundial. El caso de korfbal
podría ser un capítulo más, una pequeña escaramuza en una guerra que ha tenido
momentos álgidos como la participación de la Selección Catalana de Hockey sobre
Patines en el Mundial B de Macao celebrado en 2004 y el posterior veto a dicha
selección en Fresno, o el veto del CSD a un Catalunya-España (aunque contaba con la
aquiescencia del Presidente de la Federación Española), o el juicio perdido
recientemente en París por la Federación Catalana de Rugby para recuperar su status de
miembro fundador, y por tanto de pleno derecho, de la antigua Federación Internacional
de Rugby (FIRA, actualmente FIRA-AER). En todo caso, parece que este
enfrentamiento va para largo y nos ofrecerá nuevos momentos de tensión entre
federaciones, y parece que día a día se establecen nuevos frentes de lucha.
Más o menos durante la segunda mitad de la década de los 90, Internet se convierte en
una herramienta de fácil acceso para un amplio segmento de la población. Aún recuerdo
como me maravillaba ante la cantidad ingente de información disponible, a pesar de la
lentitud de la conexión y del hecho de estar conectado a Internet calculando al mismo
tiempo el dinero que la broma me estaba costando. Confieso que pequé de ingenuo al
pensar que Internet podría suponer una revolución, tecnológica, sí, pero también
cultural, un nuevo renacimiento del pensamiento, un estallido de creatividad e
ilustración, y en el colmo del candor, el nacimiento de una verdadera cultura libre,
mediante la cual cualquier persona con inquietudes culturales podría expresarse sin
ataduras ni censuras de ningún tipo.
No creo equivocarme si afirmo que quienes más nos frotamos las manos ante la
imparable ascensión de Internet fueron (fuimos) los escritores aficionados, autores de
novelas, relatos, poesías, que hasta el momento languidecían en el fondo de cajones,
inéditos algunos, rechazados hasta el hastío los otros, compartiendo olvido con los
sueños de sus autores, aspirantes a la gloria literaria, al reconocimiento o a la simple
difusión de sus ideas y pensamientos. Hasta ese momento, amigos, parientes y
conocidos habían ejercido el papel de, en la mayoría de los casos, benévolos críticos de
nuestra modesta producción literaria. Los más osados enviaban su material a las
editoriales, entusiasmados e inasequibles al desánimo al principio, y resignados al final,
enviando el mismo paquete a editoriales cada vez más pequeñas, como nuestras
ilusiones.
Pero nuestro momento había llegado. De repente, teníamos en nuestras manos una
formidable herramienta. Nuestra obra rompería barreras, sería expuesta a la objetiva
crítica de un gigantesco número de potenciales lectores, y por fin tendríamos una idea
aproximada de nuestra valía como escritores. A eso contribuyó la aparentemente
inagotable efervescencia de aquellos principios. Todo podía suceder, cualquiera podía
montar su página web de manera relativamente sencilla, e Internet se vió inundada de
revistas literarias on-line, algunas creadas para dar rienda suelta a la obra literaria de sus
autores, otras como promoción de escritores noveles, y otras como la versión on-line de
editoriales "de papel" de toda la vida. Por fin nuestra valía resplandecería, y tarde o
temprano algún editor avispado y con vista caería embrujado ante nuestros relatos, o
nuestras poesías, o nuestros ensayos, y ya nos veiamos sentados en una gran librería,
con la muñeca cansada de firmar ejemplares y pidiendo café con gesto indolente al
solícito empleado de la editorial que se estaba forrando con nuestro libro.
Ahora, a punto de comenzar el año 2009, contemplo cómo gran parte de esos sueños se
esfumaron. Internet se ha mostrado como una gigantesca fuente de conocimiento y
difusión de las ideas, sí, pero también como una monstruosa máquina de fabricar
naderías, chascarrillos inocentes, tonterías repetidas y difundidas hasta la saciedad, una
gigantesca chirigota, cuando no una peligrosa difusora de extremismos varios,
pornografía accesible a todos o un medio más de engaño y estafa.
Incluso un servidor, que prácticamente no ve la tele (una de las pocas cosas buenas del
turno de noche, mientras duermes te ahorras ver mucha basura) y que, como decía la
canción, "me estoy quitando) ha tenido la oportunidad de escuchar la frasecita de
marras, o alguna de sus variantes: "España entera me debe una disculpa", "España
entera le debe una disculpa a a Lales". Son los aires de grandeza que se gastan los
participantes de los múltiples reality-show que contaminan la programación de
prácticamente todas las televisiones del país: analfabetos integrales que abandonaron el
colegio con 16 o 17 años, aspirantes a guarrillas y macarras de barrio que se aferran
desesperadamente al efímero esplendor de sus cuerpos y a su total falta de cultura y
vergüenza para escapar del despertador, el bocadillo envuelto en papel de aluminio, la
bronca del encargado y la paternidad a golpes de riñón en el asiento trasero de un Seat
León tuneado.
Sólo son unos pocos los elegidos para participar en los programas de marras. Y de esos
pocos, solamente un puñado se convertirá (por razones misteriosas que escapan a mi
voluntad) en acreedores de la "admiración" y el "respeto" de la horda de abotargados
televidentes que mantienen en pie a "Gran Hermano" y similares. Un comentario
gracioso, un gracejo excepcional, ser más tonta que un botijo, el más macarra del barrio
o la más ordinaria del pueblo, la masa los puede elegir por cualquier cosa. Y de golpe,
se ven propulsados, prácticamente sin solución de continuidad, desde el mostrador de la
pescadería o las estanterías asignadas para reponer las latas de piña en el supermercado
a un cómodo sillón en un programa de máxima audiencia. Saben que solamente tienen
que continuar con el paripé. Cualquier cosa antes que perder el favor o la atención del
público. Que me quieran, que me odien, que se rían de mí, que mi ignorancia sea
superior a la suya para constatar que su vida no es tan miserable.
Sí, son perfectamente conscientes de que el más mínimo resbalón les precipitará
nuevamente en el merecido olvido. Solamente tienen que fijarse en el ejemplo de sus
compañeros de programa con menos suerte, o en otros programas anulados antes de
tiempo por baja audiencia. ¿Alguien se acuerda de "El bus"? Era una especie de "Gran
Hermano", pero con los participantes viajando por toda España en un lujoso bus. Creo
que solamente llegó a completar, a duras penas, una temporada, por falta de audiencia.
Mi mujer fué hace tiempo a una discoteca a celebrar una despedida de soltera (algo
dantesco y merecedor de otro artículo) y la gerencia de la disco, con un exiguo
presupuesto para contratar algo de animación, se había agenciado por cuatro duros los
servicios de algunos participantes de "El Bus". ¿Nos conocéis?, gritaban desesperados.
¡Nooooooo!, contestaban los asistentes, que realmente no tenían ni idea de quienes eran
aquellos elementos que vendían por cuatro duros una fama que duró lo que decía la
canción, "lo que dura un corto Invierno".
No, los "elegidos" no quieren acabar así, Carecen de la cierta ingenuidad que
carecterizó a los primeros concursantes de "reality shows", y se las saben todas. Su
ejemplo, gente como Kiko, Aída y los más famosillos de "Gran Hermano": partir de la
nada y, con el lema de "todo vale", llegar a lo más alto, a esa cumbre soñada por el
lumpen del barrio, un Olimpo de fiestas, saraos, presentaciones y escándalos varios para
mantener el status. Están llegando a la cumbre, muy abajo quedaron la vergüenza, la
dignidad, la honradez y los escrúpulos, y se están dejando las uñas en el camino. De ahí
no los despegan ni a tiros. Y ahí están ellos, entregándose en cuerpo y alma a su papel.
Y, como los futbolistas, tienen sus tópicos, vomitivos a fuerza de oírlos repetidos una y
otra vez. Como apuntaba al comienzo del artículo, sienten una querencia especial por
involucrar a España entera de sus andanzas. Ayer escuchaba a un gañán,con todos sus
músculos de cuello para abajo perfectamente cincelados y cara de querubín (o más bien
de efebo tardío), proclamar: "porque yo no he venido al programa ni a engañar a
"ustés" y mucho menos a España, que nos está viendo a todos". Impresionante.
Guapos, jóvenes, enfocados por las cámaras, se deben sentir el centro del mundo. Toda
España está pendiente de sus aventuras amorosas, de sus engaños, de sus fingidos
arrepentimientos, de sus traiciones, de sus lagrimitas de cocodrilo. Toda España
paralizada para verlos. Cocineros, albañiles, políticos, abogados, músicos, todos
pendientes de la última declaración del patán o la pelandrusca de turno, todos anhelando
saber hasta el mínimo detalle sobre un personaje que solamente nos puede ofrecer lo
que enfoca la cámara. De todas maneras creo que sí, que "España entera les debe una
disculpa". Una disculpa por haber perpetrado un sistema que solamente deja el azar y la
falta de valores más absoluta como salidas para prosperar. Una disculpa por
convertirnos en cómplices de programadores sinvergüenzas y carentes de escrúpulos,
que con la excusa de "damos a la gente lo que la gente demanda" han convertido lo que
podría ser una herramenta de entretenimiento y cultura en un hediondo pozo de
inmundicia. Sí, España entera os debe una disculpa.
"Dragonball Evolution": Le está
cayendo "la del pulpo"
Tras aplazamientos varios, rodaje de nuevas escenas e intentos desesperados por capear
el temporal de críticas, parece ser que "Dragonball Evolution" se estrenará en abril del
año que viene.
Ésta es solamente una pequeña selección de los grandes batacazos en la historia del
cine. Pero hay algo que diferencia a estas películas de "Dragonball Evolution": Ninguna
hacía presagiar el tremendo varapalo económico y/o artístico que sufrirían después,
todas generaron unas expectativas que luego, por diversos motivos, no cumplieron. No
es el caso de "Dragonball Evolution". La película se iba a estrenar en agosto de este año,
pero la filtración de escenas de la película provocó una verdadera avalancha de
comentarios negativos en Internet. Los fans de Dragonball quedaron horrorizados ante
lo que creían una verdadera abominación: la película se pasaba por el forro el espíritu
origina de la serie y los efectos especiales dejaban mucho que desear. Los fans de
"Dragonball" se fueron calentando, y llegó a tal extremo la "ciberpresión", que los
directivos de la Fox decidieron aplazar el estreno de la película y rodar nuevas escenas a
partir del 30 de octubre de 2008, para intentar calmar la indignación del personal.
No parece que tales maniobras por parte de la Fox hayan calmado la indignación de los
fans de "Dragonball". Pocas veces una película ha nacido tan gafada como ésta versión
de las andanzas de Goku y compañía. 100 millones de dólares han sido,
aproximadamente, lo que ha costado la broma. Para más Inri, parece ser que la Fox
había concebido el proyecto como una trilogía, una máquina de hacer dinero al estilo de
"El Señor de los Anillos" y la última trilogía de "La Guerra de las Galaxias". No puedo
imaginarme la risilla que deben tener los responsables del proyecto ante la avalancha de
comentarios como los siguientes: "Menudo desproposito. Pero es que esto es indignante.
Por favor… Tengo ganar de vomitar", "No es cuestión de hacer una peli infantil, es
cuestión de hacerla digna. Ésta es, sencillamente, patética", "¿Adaptación? Esto es una
violación en toda regla al manga y al anime", "¡Eh eh!! Aún podemos hacer algo.
Quemar la película, el mundo o, al menos, todos los cines… Menudos cerdos, ¿cómo
pueden hacernos esto?".
Matanzas entre negros en un país pobre del África Central. ¿A quién le importaba?
Asuntos internos. La infame indiferencia de los organismos internacionales creados
presuntamente para salvaguardar la paz mundial llenó de vergüenza e indignación a
quienes confiaban en una rápida intervención de la ONU para parar las matanzas.
Mientras tanto, la radio "Des Mille Collines" lanzaba continuas proclamas racistas
instigando a "asesinar a los niños tutsis", se reinstauraban las tarjetas de identificación
étnica creadas por los belgas en los años 30 para identificar y asesinar más rápidamente
a los tutsis.
¿Y los ciudadanos? Mientras los tutsis y los hutus moderados caían a machetazos,
mientras las mujeres eran sistemáticamente violadas, mientras Ruanda se sumergía en
una espiral de horror sin límite, los ciudadanos del mundo contenían la respiración...
ante los lanzamientos de penaltis en la final del Mundial 94. ¿Y en España? Indignación
popular, peticiones de justicia por doquier... por el codazo del italiano Tassotti al
español Luis Enrique en un partido del Mundial 94. Todos miramos hacia otro lado, el
mundo siguió su curso, ajeno a la atroz barbarie que se estaba perpetrando en sus
narices.
A mediados del mes de julio de 1994 el Frente Patriótico Ruandés toma Kigali, la
capital, y fuerza al gobierno hutu radical a huir a Zaire, arrastrando a dos millones de
refugiados hutu y generando la "venganza tutsi" El papel de la comunidad internacional
tras la matanza se limitó a "buscar sobre el terreno pruebas fehacientes de que se había
cometido genocidio", llegando a la perspicaz conclusión, tras abrir fosas comunes con
cientos de cadáveres, de que "hay indicios evidentes de que han sido perpetrados
actos de genocidio contra el grupo tutsi por parte de elementos hutus, de manera
concertada, planificada, sistemática y metódica".
Por último, sólo me queda recomendaros una extraordinaria película sobre aquellos
terribles días del verano de 1994, "Hotel Rwanda", una película que no conseguí ver del
tirón, tal era el horror que sentí.
"Y si aún nos queda algo de tiempo, poner la cara al viento y aventurarnos a soñar"
No pretendo ser original. Mis recuerdos sobre Joan Baptista Humet se remontan al año
1980. Una canción, "Clara", perteneciente al álbum de Humet "Hay que vivir", sonaba
constantemente en todas las cadenas de éxitos de España. Con esa desquiciante
machaconería de las radiofórmulas, acabaron haciéndome odiar una preciosa e intimista
canción de Joan Baptista Humet. El cantautor, que hasta ese momento había obtenido
una moderada popularidad cantando en catalán y castellano, se vio desbordado por el
efímero pero incandescente éxito de ese tema, y de la noche a la mañana se vio
reconvertido de compositor de íntimas y personales cancioness a ídolo de fans, un
fenómeno que en aquellos años estaba en pleno apogeo.
A partir de "Hay que vivir", Joan Baptista Humet volvió a su antiguo status de, pido
perdón por el símil, gregario de lujo de la canción española. Lanzó un par de discos
más, "Amor de aficionado" y "Sólo soy un ser humano", que no llegaron a alcanzar ni
de lejos el éxito de "Hay que vivir". Tras "Sólo soy un ser humano", la absorción de su
compañía RCA por Ariola y la prioridad que ésta última otorga a sus propios artistas,
hacen que Joan Baptista Humet se retire del mundo de la música. Vuelve en 2004 con
un álbumo editado por su propio sello, titulado irónicamente "Sólo bajé a comprar
tabaco".
Hace poco leí que Joan Baptista Humet estaba gravemente enfermo. En la fotografía del
diario, un demacradísimo Humet miraba valiente a la cámara, consciente de su
inminente muerte, pero sonriendo cálidamente, rodeado de los suyos. A partir de esa
noticia se gestó un concierto de homenaje al cantautor, que éste agradeció con su
humildad habitual, pero le faltaron dos semanas para recibir el aplauso y el cariño de sus
compañeros de profesión. El 30 de noviembre Humet nos dejó.
El 12 de enero de 1959 Berry Gordy, hasta el momento solamente conocido por haber
escrito junto a sus hermanos el hit de Jackie Wilson "Reet Petite", funda en Detroit, la
Motor-City, el sello Tamla Records, que poco tiempo después fusionó con su segundo
proyecto, Motown, dando lugar a uno de los sellos míticos, junto al no menos
legendario Stax, de la música negra de todos los tiempos. No tardaría mucho tiempo en
llegar el primero de sus grandes éxitos. En 1960 llegó el primer número uno en el
Billboard R&B de la mano de The Miracles, y la canción «Shop around". The Miracles
había sido el primer fichaje del nuevo sello y su cantante, Smokey Robinson, era el
vicepresidente de la compañía. Era el comienzo de una imparable carrera trufada de
estrellas del soul y del Rhythm and blues, una sucesión de bombazos facturados por
estrellas del calibre de Commodores, Marvin Gaye, Martha Reeves & The Vandellas,
The Supremes, Stevie Wonder, The Temptations, Marvelettes, Lionel Richie y hasta un
grupo de "blanquitos", los Rare Earth, que grababan para el sello del mismo nombre
vinculado a Motown.
A lo largo de la década de los 60, Motown consigue colocar 110 canciones dentro del
Top 10, casi todos facturados por el trío compositor estrella de la casa, Holland-Dozier-
Holland. Fue la década dorada para Motown, tanto que a la discográfica se le comenzó a
llamar "El sonido de la América Joven". Y es que Motown soslayaba el aspecto más
combativo de la música negra, más presente en sellos como Stax, y se preocupaba más
de facturar pegadizos "hits" bailables o estremecedoras canciones de amor. Artistas no
le faltaban. A partir de los setenta el éxito del sello comenzó a decaer paulatinamente,
aunque siempre se ha mantenido como un firme baluarte de la música negra. En julio de
1988 Gordy vendió los expedientes de Motown a MCA por 61 millones de dólares, la
cual, a su vez, los traspasó a Polygram en 1993 por 325 millones de dólares.
El mundo parece ser ahora distinto de aquel lejano 1959 en el que se fundó Motown. La
sola posibilidad de un presidente negro hubiera hecho arder el país, y ahora es muy
posible que por los austeros e imponentes salones de la Casa Blanca resuene el genuino
sonido Motown de uno de los ídolos del presidente Obama, Stevie Wonder. Vienen
tiempos de celebraciones, se preparan recopilatorios, documentales, libros, dvd's y
demás parafernalia revivalista. Yo, humildemente, solamente quiero dejar una lista con
algunos de mis temas favoritos del sello Tamla-Motown. Espero que os guste.
¡Felicidades, Motown!
Llevaba Jordi escamado unos días. Demasiada euforia. En el trabajo, sus compañeros
culés como él disfrutaban mortificando sin piedad a los pocos merengues que se
atrevían a dar la cara y a pronosticar una victoria blanca, más por amor a los colores,
pasión madridista y aguantar el chaparrón que por otra cosa. En realidad, tras su
despliegue de conocimiento histórico de títulos madridistas y vacileos varios, se
traslucía su verdadero pensamiento: "Virgen de la Almudena, nos van a dar más collejas
que a Teddy Bautista en un Campus Party". Pero Jordi, más mosqueado que una gamba
en un cóctel, pertenece a esa generación de culés que han vendido miles de pieles de oso
mucho antes incluso de tener dinero ahorrado para pagar la escopeta. Se ha tenido que
tragar muchas fanfarronadas, y ha tenido que aguantar muchas bromitas del merengón
de Mariano los lunes por la mañana, bromitas casi siempre secundadas por el periquito
de Olivé, que se apunta a un bombardeo si de cachondearse de los culés se trata, Como
los antiguos augures romanos, Jordi había percibido durante la semana malas señales,
vibraciones negativas en el ambiente. Cambio de entrenador del Madrid, derrota culé
ante un equipo de nombre impronunciable, vacileo del equipo merengue a unos rusos
más ingenuos que Heidi en un festival porno... En las porras se ponían resultados
inverosímiles, aparecían seises, sietes, ochos e incluso, durante la cena de Navidad de la
empresa, Obiols, totalmente cocido de cava y ratafía, con su corbata azul y grana
anudada en la cabeza al más puro estilo Rambo, se jugaba 100 euracos con quien fuera a
que el Barça ganaba 14 a cero al Madrid, hasta que se lo llevaron en estado
semicomatoso mientras recitaba la alineación del 0-5 "gloriós".
En fin, que Jordi se sienta ante el televisor como si un ejército de hormigas se le hubiera
metido por los pantalones, con la fideuà con all-i-olli sobrante del mediodía que ha
cenado convertida en una bola atascada en mitad del esófago y las manos crispadas en
el sofá. Su mujer, Dolors, se ha acostado. Después de 30 años de matrimonio, sabe que
en estas ocasiones a Jordi hay que dejarlo solo, Como siempre, le reza a la Moreneta
para que gane el Barça, no porque sea extremadamente culé, sino porque sabe que el
señor Cantero, el vecino, merengue él de toda la vida, tiene preparado tu habitual
arsenal pirotécnico por si sonara la flauta y el Madrid ganara. Un sudor frío le recorre la
espalda a Dolors cuando recuerda el 4-1 del año pasado, y cómo al final Jordi salió en
calzoncillos al balcón, con una vena marcada en el cuello a punto de estallar,
desquicidado totalmente, a pedir silencio al vecino, "que hay gente que tiene que
madrugar para trabajar", mientras se oían las risotadas mal sofocadas del cabroncete del
Cantero. Así que Dolors vuelve a suplicar silenciosamente a la Moreneta, e intenta
conciliar el sueño.
Hay libros que, por pereza de leerlos, porque visualmente no me llaman la a tención, o
no sé bien por qué razón, languidecen en las estanterías de mi biblioteca sin que nunca
los escoja a ellos, sin que nunca les dé la oportunidad de explicarme sus historias. Con
la edad me estoy volviendo un poco paranoico, lo reconozco, y a veces, mientras recorre
visualmente los pocos ejemplares que componen mi humilde biblioteca, miro esos
libros olvidados y me recuerdan al último suplente de un equipo de fútbol, resignado a
ver los partidos de su equipo desde fuera, pero con un leve rescoldo de ilusión por algún
día pueda jugar y participar de la victoria del equipo. Hace poco mis ojos descansaron
sobre una modesta edición del libro que me ocupa, “Vida privada", de Josep Maria de
Sagarra, escritor catalán (1894-1961) que nació y murió en Barcelona (de pura chiripa,
porque mira que el hombre recorrió mundo durante su existencia) y decidí, por una
bendita inspirción, que por fin iba a jugar "de titular". ¿Resultado? Amor incondicional
desde la primera página, “enganchada” total, e inmersión total en la historia. Después de
tantos años de olvido, no me quedó otra opción que disculparme simbólicamente con el
libro.
“Vida privada” se nos descubre como un ácido y cruel (pero verídico) retrato de la
sociedad catalana durante el período de la dictadura de Primo de Rivera y los primeros
tiempos de la Segunda República. Sagarra nos descubre un deprimente mundo de
aristócratas venidos a menos que aún conservan trasnochadas pretensiones de grandeza,
arribistas sin escrúpulos, burgueses podridos de dinero presos de inconfesables vicios y
perversiones sexuales, putas y entretenidas de diverso pelaje, buscavidas que husmean
en la basura social del momento, todos moviéndose entre palacetes y casas de citas,
entre deslumbrantes fiestas y oscuros tugurios del Barrio Chino, entre el oropel y los
desperdicios, unos prosperando, otros decayendo sin remedio en una sociedad política y
socialmente convulsa. El hilo conductor del libro lo forma la familia Lloberola, antaño
rica y poderosa, y hogaño arruinada y hecha unos zorros. Han tenido que vender hasta
los tapices de las paredes e instalarse en un piso de Barcelona, donde intentan negar
obstinadamente el hecho de su propia ruina y llevar una vida de acuerdo con sus
antiguos medios, aferrándose patéticamente a sus aires de grandeza pero sin un triste
maravedí que llevarse a la boca. Sórdido mundo de letras de cambio vencidas, chantajes
sexuales, denigrantes maniobras para conseguir un duro que permita mantener cierta
apariencia de prosperidad, retratado con maestría por el amigo Sagarra. Particularmente
interesante me ha resultado la triste ironía con la que retrata el cambio de chaqueta de la
alta sociedad barcelonesa tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera y el
advenimiento de la República, evidente paso previo al no menos vertiginoso cambio de
chaqueta que se produce tras la caída de la República y el advenimiento de la dictadura
de Franco, cuyo último fin es no perder el negocio ni el palco con derecho a fulana en el
Liceo. En definitiva, una afilada y atinada descripción de la hipócrita y corrompida alta
sociedad catalana de principios de siglo. Ignoro si existe una edición en castellano, pero
en todo caso es un libro altamente recomendable de un gran escritor catalán.
Don Fernando intentó, lamentablemente sin éxito, hacer ver a los periodistas españoles,
tanto de prensa como de radio y televisión, los pullazos inmisericordes a que sometían a
la lengua española. Sus dos libros "El dardo en la palabra" y "Nuevo dardo en la
palabra" deberían ser de lectura obligatoria en todas las facultades de Periodismo.
Esté donde esté, maestro, lamento decirle que su amado idioma agoniza en manos de los
que teóricamente deberían mimarlo y cuidarlo más, esto es, los que tienen como oficio
informarnos de la actualidad y de los sucesos que acontecen en el mundo.
También creo que Don Fernando se atragantaría, como un servidor en la tarde de ayer,
si pudiera escuchar la presentación de la animosa presentadora de un programa de
sucesos. Según la presentadora, un equipo del programa, deseoso de mostrar al país el
método de trabajo de los forenses de la policía, se había "infiltrado" dentro de un
equipo de los citados especialistas. A continuación, se ve a un médico forense explicar
a la cámara su metodología de trabajo, las herramientas que usaban, los equipos de que
disponían, todo ante la atenta mirada de los "infiltrados", a los que supongo cámara en
ristre filmando todas las explicaciones. Corro al diccionario de la Real Academia de la
Lengua, escribo "infiltrado" y me sale ésto: "Introducirse en un partido, corporación,
medio social, etc., con propósito de espionaje, propaganda o sabotaje". O sea, que la
televisión envía a un equipo para espiar y/o sabotear el trabajo de los honrados
médicos forenses, que son tan tontos que no se dan cuenta de las auténticas intenciones
de los "infiltrados" y les muestran confiadamente sus secretillos.
Remito al amable e hipotético lector del presente artículo a los dos libros de don
Fernando anteriormente citados para maravillarse ante las múltiples agresiones al
lenguaje por parte de quienes deberían velar por él. Pero, no contentos con su propia
dejadez, ofrecen la formidable plataforma que supone la televisión para que
plumillas de la llamada "prensa rosa", ex-parejas de famosos, fulanas y macarras cuyo
único logro en la vida ha sido holgazanear durante semanas en una casa de mentira
espiados por millones de enfermos, hagan gala de su absoluta incapacidad para hilvanar
un discurso coherente de más de dos frases. Todo ello, por supuesto, subrayado por los
mensajitos trufados de faltas y palabras "abreviadas" que envía la gente desde sus casas
por teléfono móvil, jaleando al chulito o al pendón de turno, o saludando a su "churri":
"Soraya, t kro" o "Kiko valla sinberguenza", Todos contentos, los telespectadores
satisfechos de que durante unos segundos España entera haya visto lo burros que
son, y los directivos frotándose las manos mientras calculan la pasta que les dejan los
mensajitos de los catetos.
¡Quiero tu cerebro!
Llevo un mes inmovilizado en cama, recuperándome de una operación en una pierna.
Normalmente no veo la televisión, además, trabajo de noche y, como los vampiros,
duermo durante el día. O sea, que mi experiencia como televidente se circunscribe a
algún telediario que veo somnoliento mientras como, o a los dibujos animados que ve
mi hijo al volver del colegio. O sea, que durante mi convalecencia permanezco en cama,
navegando por Internet con mi portátil. Pero de todo se cansa uno, y ayer le pedí a mi
padre, circunstancial enfermero, que me ayudara a bajar al comedor, "a ver la tele un
rato". ¡Hasta donde había llegado mi aburrimiento! Así que me instalé cómodamente en
el sofá, y mi padre puso la tele. ¡Craso error! Nada más encenderla, aparece Ana Rosa
Quintana, todo mohínes y caritas, rodeada de una serie de elementos que no sé si
calificar como periodistas, auxiliares, cotillas de panadería palomitas ávidas de recoger
las migajas que la todopoderosa Ana Rosa les iba echando para que se luciesen con sus
comentarios.
En menos de una hora pasaron por la pantalla una chica que padecía anorexia desde los
13 años, una reportera apostada en la puerta del colegio, junto con patrullas de la
Guardia Civil, esperando la entrada de un niño de 11 años que presuntamente había
abusado de dos de sus compañeras (había una cobertura informativa digna de la
detención de El Solitario), la nueva novia de Felipe González, mujeres maltratadas,
etc..., noticias todas que eran despachadas con más mohínes, caritas y entrevistas del
todo a cien por parte de Anita, y comentarios ambiguos y genéricos por parte de sus
adláteres. Especialmente gloriosa fue la entrevista a la chica anoréxica, cuyas respuestas
monosilábicas parecían irritar a AR, que intentaba exprimir a la chica buscando el
morbillo de sus intentos de suicidio, junto con experimentos de psicología barata: "Eres
muy guapa, por aquí me están diciendo que tienes unos ojos preciosos..." y otras joyitas,
La entrevista acabó, como siempre, con uno de esos legendarios llamamientos a la
autoridad pertinente para que solucione el problema. Y a otra cosa, mariposa.
Desde que iniciara su carrera como actor de cine (ya tenía experiencia como actor de
teatro y de doblaje) Landa se convirtió en uno de los rostros característicos de la
comedia española de los años 60 y 70. Junto a actores como José Luis López Vázquez,
Tony Leblanc, Gracita Morales, Concha Velasco, José Sacristán y otros muchos,
popularizó un tipo de comedia popular, accesible todos los públicos, en la que
normalmente Landa interpretaba al típico españolito machista y reprimido, pero noble y
de buenos sentimientos. Éstas comedias y esta recreación del españolito medio, tan
magistralmente interpretada por Landa, derivaron en lo que se conoció como el
“landismo” comedias en las que el carpetovetónico Landa bordeaba el infarto ante el
despliegue de suecas y guiris variadas ligeritas de ropa (todo lo ligeritas que la época,
principios de los 70, permitía) y pidiendo “guerra”, normalmente en contraposición a la
novia o esposa abnegada, fiel y sufrida, que asistía indignada a las maniobras de ligón
de playa del “echao p’adelante” Landa.
Y es que los políticos españoles no andan últimamente sobrados de motivos para sacar
pecho, y se aferran a lo que haga falta para demostrar lo bien que se hacen las cosas.
No, no tienen demasiados motivos. La crisis que hace unos meses negaban con
vehemencia se abate sobre el país de manera brutal, el delicado tema del apoyo a los
bancos, el paro desbordándose, la explosión de la burbuja inmobiliaria, han hecho que
el apoyo al gobierno haya descendido estrepitosamente y la intención de voto refleje un
empate técnico entre PSOE y PP. Y ya se sabe que cuando las cosas vienen mal dadas
hay que aferrarse a un clavo ardiendo para ofrecer una imagen de eficiencia y
preocupación por la ciudadanía. Y el señor don José Luis Moreno, empresario de éxito
del mundo audiovisual una vez jubilados definitivamente el pájaro Rockefeller,
Monchito y Macario, le ha dado un gratísimo momento de respiro al señor ministro.
Bueno, eso y la detención de Cheroki, aunque ya se sabe que la alegría por la detención
de los sucesivos jefes de ETA dura menos que un caramelo en la puerta de un colegio,
lamentablemente. En fin, a lo que vamos. Resulta que el famoso ex-ventrílocuo fue
asaltado en su choza de Boadilla del Monte por una banda de albano-kosovares que le
robaron joyas y objetos de valor, para endiñarle a continuación un golpe al amigo
Moreno que casi lo deja listo de papeles. Pues bien, con una celeridad inaudita, la
policía ha detenido a la banda durante este año, recuperando parte de los objetos
robados. ¿Y qué se le ocurre al amigo Moreno? Pues nada más y nada menos que
presentarse en el Ministerio para darle las gracias al ministro en persona. ¿Y que se le
ocurre al ministro? Pues recibirle y departir amigablemente con el ex-ventrílocuo en una
charla en la que, además, están presentes varios responsables policiales del más alto
rango. Además, comparecencia de José Luis Moreno en las escalinatas del Ministerio
ante un centenar de periodistas y una veintena de cámaras de televisión. Como diría
Rockefeller: ¡Toma Moreno!. No voy a ser yo quien critique esta reunión, hoy es
sábado y mi espíritu vaga por terrenos de ligereza y frivolidad. Solamente un par de
cuestiones que me intrigan un poco. Visto el "buenrrollismo" de la reunión, ¿por qué el
ministro no pone algo de picar en la mesa? Hombre, es que están todos allí sentados
alrededor de una mesa más vacía que el cerebro de Britney Spears. Unas banderillas,
unos cacahuetes, unos botellines de cerveza, leche, para un día que estamos de
celebración, un detallito. Y uno también ha echado de menos un detalle simpático por
parte del célebre ex-humorista. Hubiera estado muy bien sacar momentáneamente del
ostracismo a sus muñecos, a Macario, a Rockefeller o a Monchito, e improvisar un
pequeño número para agradecer con unos momentos de sano cachondeo los desvelos de
la policía por detener a sus asaltantes. Ya me puedo imaginar a Rockefeller haciendo un
ingeniosísimo chiste sobre los albano-kosovares, algo así como: "Albano, una cosa es
que te separes de Romina Power y la otra que te dediques a asaltar chalets. ¡Toma
policía". Seguro que tan entrañable reunión hubiera quedado mucho más lucida.
Aunque, para detalle humorístico, el del Ministro del Interior cuando soltó LA FRASE:
"En España, quien viene a robar acaba en la cárcel." Hummm, bueno, rectifico.
Igual sí que se tomaron alguna cervecilla
Porque el resto del artículo es bastante correcto, e incluso muy interesante. Pero esa
primera frase... esa primera frase me ha dejado completamente atónito, pasmado,
mirando con la boca abierta la pantalla de mi ordenador, y pensando que esta forzada
postración que me tiene durante todo el día cotilleando por Internet me está jugando
malas pasadas en forma de visiones extrañas. Pero no, me he calmado, he bebido unos
sorbos de agua, he apagado el portátil durante un rato, y lo he vuelto a encender con el
ánimo sosegado y la mente despejada. ¡Y ahí estaba de nuevo! ¡La frase, la frase, era
verdad, ni mi vista ni mi mente me engañaban!
El autor CREE realmente que cualquier chaval de España sabe quién era Nicolás
Copérnico. ¿Habrá hecho el autor algún estudio de campo para arrojarnos a la cara
semejante afirmación? En ese caso, ¿a qué instituto, escuela, universidad o desasnadero
habrá acudido? Porque un servidor contrasta esa afirmación con frases extraídas de otras
fuentes que dicen cosas como: “El nivel de lectura de los estudiantes españoles fue
en 2006 el cuarto peor de los países de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE) y el que mayor deterioro experimentó desde la
evaluación anterior, en 2000” o “El fracaso escolar alcanza al 30,8 por ciento de
los estudiantes, lo que se traduce en que cada año 135.000 jóvenes españoles no
alcanzan los objetivos educativos que les corresponden”, o incluso “Año 2006,
España, 29,9% de los jóvenes de 18-24 años no ha alcanzado el nivel de educación
secundaria” y me pregunto si, a fin de cuentas, son estas afirmaciones las erróneas, el
sistema educativo del país es extraordinario y, sí, cualquier chaval español está mucho
más familiarizado con Copérnico que con (por poner un ejemplo) Iker Casillas.
Aunque, ahora que lo pienso, igual hay una errata y después de la palabra “chaval”, en
el texto original figuraba un gentilicio. En tal caso, apostaría mi mano derecha a que
dicho gentilicio no era “español”
¡Ayyyyy, pillín, pillín!
En contadas ocasiones el fútbol, ese gigantesca amalgama de poder, dinero,
fanatismo y estupidez, nos hace añorar el significado de lo que fue hace muchísimo
tiempo: un juego
También recuerdo la legendaria jugada entre Michel, jugador del Madrid, y Valderrama,
delantero colombiano de exquisita técnica y rubio peinado afro que no llegó a triunfar
en España. Corría el año 1991, y el amigo Valderrama se quedo de pasta boniato
cuando, a la salida de un saque de esquina, el jugador del Madrid le comenzó a palpar
de manera evidente y reiterada los genitales. Es mítica la estampa de Valderrama, los
brazos en jarras, con cara de esto no me está pasando, mientras Michel mira al
tendido con su mano cubriendo ampliamente la entrepierna del colombiano. Según
reconoció posteriormente Valderrama, Michel consiguió desconcentrarle y hacerle
perder los papeles. Lógico
Aunque, para pillería, la del legendario Johan Cruyff lanzando una pena máxima en un
ya lejano Ajax-Helmond que se jugó en 1982 (5-0 para el Ajax). Cruyff se dispone a
lanzar, coloca la pelota, pero en lugar de tirar a portería, le pasa la pelota a un
compañero, Olsen, que se interna por la izquierda, dribla al portero y se la pasa a
Cruyff, quien marca a puerta vacía. Lo dicho, de patio de colegio.
O eso debieron pensar Pires y Henry, jugadores del Arsenal, cuando años más tarde
decidieron repetir dicha jugada. Se quedó en eso, en intento, bueno, y en una de las
jugadas más ridículas de la historia del fútbol. Pires casi ni golpea la pelota, Henry se
pasa de largo, los jugadores del Manchester City se la llevan y, como la pelota no había
dado una vuelta sobre sí misma, el árbitro para el show y pita libre directo a favor del
Manchester. Y es que ciertas travesuras solamente se las pueden permitir algunos
genios.
Sostenella y no enmendalla
Aún no repuestos del bochorno y la vergüenza ajena que una concejal del Ayuntamiento
de Santa Cruz de Tenerife provocó con su desconocimiento de lo que es una ONG,
asistimos estupefactos al contraataque de PP y PNC, acusando Guillermo Guigou, de
Ciudadanos, de "machista" y "maltratador psicológico". Toma ya.
Primero una concejal del PP, Sheila Trujillo, acusa al miembro de la oposición de
machismo, y declara sin rubor que "ante actitudes como ésta, las mujeres que
participamos activamente en la política no nos podemos quedar calladas". Sin
comentarios. Por otro lado la concejal Esther Sarrautte aparece en un programa de
televisión, dice que conoce perfectamente el significado de ONG (claro, lo aprendió
durante el pleno) y acusa a Guillermo Guigou, miembro de Ciudadanos que había
formulado la pregunta, de "maltratador psicológico", y anuncia futuras acciones
legales contra él.
Y ya está, señores, dos de las palabras que estigmatizan a una persona en estos tiempos
que corren, "maltratador" y "machista", usadas como arma en una lucha no ya
política, sino del sentido común contra la ignorancia de quien accede a un puesto
importante sin tener una mínima preparación, cobrando un pastón y representando a
unos miles de ciudadanos que confían en su gestión. La señora Sarrautte lleva cuatro
días sin dormir. Nosotros más, señora, nosotros más, pensando en la gente preparada
de verdad que está empaquetando sandalias o reponiendo mercancía en supermercados
porque les sobra lo que a usted le falta: vergüenza, amor propio y sentido del ridículo.
El pasaje del terror
La enésima muerte de un joven a manos de tres porteros de una discoteca en Madrid,
que acumula en su triste haber 41 denuncias y 10 inspecciones, vuelve a poner de
manifiesto la dejadez de las autoridades y la irresponsabilidad de los dueños, que lejos
de contratar a profesionales para velar por la seguridad, fichan a violentos chulos de
gimnasio de barrio. Otro muerto, otro joven reventado a golpes por tres gorilas.
Se llamaba Álvaro Ussía Caballero. Tenía 18 años. Había acudido a la discoteca Balcón
de Rosales, en Madrid, a pasar una noche divertida. Cometió la terrible imprudencia de
empujar fortuitamente a la novia de uno de los porteros de la discoteca. El cancerbero lo
sacó a la calle y allí comenzó el calvario de Álvaro. Otros dos porteros, de entre 25 y 32
años, violentos macarras de gimnasio de barrio, con licencia para golpear, se apuntaron
a la desigual pelea. No se contentaron con patearle. Le saltaron sobre el pecho, le
aplastaron las costillas y le rompieron el pericardio, lo que provocó su muerte. "No era
un chico violento. Los porteros se ensañaron con él y le patearon hasta dejarle
inconsciente. Ni pudo defenderse ni nos dejaron ayudarle". Son palabras de testigos
presenciales de la cobarde agresión. Todo por un empujón. Álvaro salió de fiesta y
acabó convertido en un saco de gimnasio, en un "punching ball" indefenso en manos de
los tres "valientes", que presuntamente estaban allí para velar por la seguridad de los
clientes que pagan por divertirse.
¿Y los politicos? Mirando para otro lado, como siempre. Lamentando los hechos, como
siempre. Derivando responsabilidades, como siempre. El presidente de la Asociación
Nacional de Porteros acusa al Ayuntamiento de Madrid, porque lleva la friolera de siete
años redactando un reglamento sobre la formación de profesionales de vigilancia. El
concejal Óscar Iglesias, del PSOE, denuncia que la discoteca Balcón de Rosales tiene
licencia para un café-teatro y un pasaje del terror. En esto último, en un horrible Pasaje
del Terror, devino la noche de diversión de Álvaro. Y no será la última muerte. Pasará
la indignación, igual que pasa la indignación hacia los dueños de máquinas de matar con
apariencia de perro que pasean sus "dóciles" chuchos por parques públicos, sin bozal,
sin correa ("tranquilo, tranquilo, si es muy tranquilo, no hace nada", te dice el menda de
turno cuando un perro que te llega a la cintura se te encara ladrando) cuando muere un
niño. Pasará, sí, lo olvidaremos, las autoridades lo olvidarán, y de aquí a unos meses
habrá otra muerte, otra vida joven truncada a patadas o a mordiscos. Álvaro, descansa
en paz.
Sí, amigos, ya hemos llegado al final del camino. Tantas elucubraciones, tantas
especulaciones, y de golpe nos hemos pegado el gran ostiazo con el futuro. Y resulta
que el futuro sí que es de colorines, y aunque no llevemos aquella especie de chándals
ajustados con los que siempre se retrataba al hombre y a la mujer de siglos venideros, la
alternativa ha sido mejor. Todos somos modernos. Todos somos divertidos y
vanguardistas, nadie quiere quedarse atrás en esta bonita competición por el look más
chispeante, competición a la que se apuntan sin rubor adolescentes, preadolescentes,
púberes, prepúberes, adultos, maduros, viejos, todo el espectro social quiere ser
partícipe de esta alucinante explosión de histrionismo. Es la apoteosis del piercing, de
los tatuajes, de los peinados imposibles, de la lucha por ver quién da más la nota e
impone moda. Y así nos encontramos en el metro viejas caras arrugadas, ahítas de
madrugones y cafés con leche para limpiar hasta la locura váteres ajenos, pero luciendo
con orgullo "el piercing de la modernidad" en la ceja o en la napia, proclamando su
modernidad a los cuatro vientos, aunque sigan limpiando la misma mierda que
limpiaron sus madres y limpiarán sus hijas. Y nos encontramos garrulillos jugando a ser
chicos malos, luciendo orgullosos tatuajes que les cubren medio cuerpo, paseando con
chulería en coches tuneados que les esclavizan todavía más a la fábrica, a la puta
miseria del despertador a las cuatro de la mañana, de la bulla del encargado, de las horas
extras. Porque debajo de toda esa quincalla, hirviendo en la piel bajo esos tatuajes, está
el horror de siempre, la miseria, la ignorancia, la testuz humillada, el horrísono caminar
de los obreros en el cambio de turno de "Metrópolis", la babeante felicidad del estúpido,
las invisibles ataduras que desde hace siglos nos mantienen uncidos al yugo, vociferante
pero inofensiva masa de carne de cañón para trabajar en fábricas, morir en guerras,
caminar sin meta, sin fin, sin preguntas. La misma mierda de siglos pasados se seguirá
volcando en siglos venideros, y seguiremos formando el glorioso ejército de moscas que
rezuma mierda y estupidez, revoloteando enloquecidos en torno a la luz. Sí, ya la puedo
diñar tranquilo. He llegado al futuro.
Recogida a domicilio
De cómo la empresas de recogida, reparto y mensajería variada poseen ideas propias
sobre los horarios para pasar por tu casa.
Trabajo de noche y tengo un hijo de corta edad. Su madre trabaja en Barcelona, a unos
50 kilómetros de nuestro pueblo. Se marcha a eso de las 7 de la mañana, media hora
después de llegar yo de trabajar. Así que tengo que esperar hasta las 10 de la mañana
para acostarme, después de llevar al fruto de mi lujuria al desasnadero municipal.
Jodido, pero es lo que hay. Por eso me alegré cuando, ingenuo de mí, la chica de la
agencia de mensajería UPS que me atendió me preguntó por la hora de recogida del
sobre que tenía que enviar a ING, el banco del Fresh Banking y de Matías Prats. Vaya,
un poco de eficiencia, para variar. Pues que se pasen a partir de las 5 de la tarde. Opsss,
problemas, me dijo la chica. No sé qué problemas de ruta y blablabla. Bueno, pues a
partir de las 3, ya pondré el despertador para estar atento. Muy bien, señor, pues a partir
de las tres pasaremos a recoger el sobre.
Esta mañana, tras intentar leer infructuosamente un par de páginas del libro que tengo
entre manos, he caído en un profundo coma. Normal, si llevas más de 24 horas sin
planchar la ojera. Súbitamente, un par de timbrazos, dos pulsaciones breves pero hechas
con un par, me arrancan de los atercipelados brazos de Morfeo (momento cursilete y
tópico, perdón) para transportarme sin solución de continuidad, esto es, sin esos
momentos en los que uno vaga plácidamente por tierra de nadie, ya no dormido pero
todavía no despierto, a la dura y puñetera realidad. En un estado similar al de los zombis
de George A. Romero, miro el despertador. Las 11,24 de la mañana. No pueden ser
ellos. España es un país moderno, la chica apuntó la hora, deben ser Testigos de Jehová,
algún político en campaña, un vendedor de enciclopedias, una promoción de una
empresa de meretrices a domicilio, un amigo al que llevo años sin ver.
Me levanto, a mis gayumbos verdes les falta un botón y, orgulloso, constato que a pesar
de mis 40 años todavía hay partes de mi que saludan a la mañana con alborozo y alegría.
A continuación, recuerdo y mosqueo inmenso: ¡En sueños estaba en plena faena con
Cristina Ricci! Voy a matar a cualquiera que esté tras la puerta (bueno, si es la de la
empresa de meretrices a domicilio igual miro cómo está la hucha de efectivo). Camino
hacia la ventana del comedor. La estampa es impactante. Un tipo sin afeitar, medio
dormido, con una camiseta verde desteñida y unos gayumbos también verdes por los
que asoma... bueno, dejémoslo ahí. Me asomo a la ventana, y... sí, el colega de UPS,
ocupando la estrecha calle con una enorme furgoneta y esperando con expresión
beatífica.
Supongo que, ante la visión del triste despojo humano que a duras penas se aguanta de
pie en el umbral de la puerta, siente un atisbo de compasión y musita a regañadientes un
"siento haberle despertado". Me extiende el recibo y me pregunta cómo salir de mi
pequeño callejón. Durante unos momentos valoro la posibilidad de decirle que siga todo
recto, a ver si hay suerte y encalla la furgoneta en la calle cuando ésta se estreche más
todavía, pero... sí, la puñetera educación. Le indico cómo salir del pueblo y vuelvo a
suplicarle a Morfeo que me acoja de nuevo entre sus brazos, pero me da por pensar en
uno de mis grupos más odiados, El Sueño de Morfeo, y pienso que ellos sí deberían
dormir hasta que el único elemento vivo sobre la tierra fueran las amebas, pero yo
mismo me doy cuenta de que estoy perdiendo los papeles, y me meto en la cama
musitando: ¿Por dónde íbamos, Cristina?
Leccion del maestro Puyal en el Camp
Nou
Joaquim Maria Puyal, el mítico locutor y presentador catalán, celebra este año el 35
aniversario de la retransmisión del primer partido de fútbol en catalán.
Hay cosas que parece que no cambiarán, que llevan toda la vida ahí y que seguirán más
o menos inmutables hasta el fin de los tiempos. En un mundo de cambios cuasi
vertiginosos, en el que la mutabilidad es una virtud y una constante, todavía siguen
quedando referentes estables, oasis de constancia y firmeza, estructuras que persisten
sólidas y consistente, ofreciéndonos un asidero y un referente a aquellos de nosotros que
comenzamos a marearnos con los cambios impetuosos de estos "tiempos modernos que
nos toca vivir", como decía La Mode allá por los 80. Para la inmensa mayoría de los
culés catalanes, uno de esos "tótems" inmutables es el locutor radiofónico Joaquim
Maria Puyal. En este año está de aniversario. Hace 35 años, en un ya lejano 1976, con el
país todavía asimilando que el Valle de los Caídos tenía un nuevo inquilino, el maestro
Puyal retransmitió el primer partido en catalán de la historia de la radio, un Barça-Las
Palmas que acabó 4-0 (buen comienzo, pardiez). Desde entonces, Puyal se ha
convertido en los ojos y el corazón de muchísimos barcelonistas sin más medios para
disfrutar o padecer a su equipo. Serio sin ser pelmazo, educado, culto, inquieto por
aprender, Puyal ha sido el creador de un estilo propio de hacer retransmisiones
deportivas, lejos de histerismos gratuitos, respetuoso con el rival, alejado de la actual
moda de convertir la retransmisión de un partido en una especie de gallinero donde
locutores graciosillos, colaboradores incultos y fanáticos, voceadores publicitarios y
demás, convierten la narración en una especie de caos inaudible. Y no quiero con esto
decir que Puyal es un tipo hierático y solemne. No, el amigo Quim tiene su corazón,
teñido de azul y grana, y se emociona y nos emociona cuando toca, cuando llega una de
esas "noches mágicas", y le grita a Pizzi: "¡Sos macanudo, qué bueno que viniste!", o a
Urruti: "¡Urruti, te quiero, Urruti, te quiero!". Y los culés que estamos lejos del Camp
Nou o de cualquier estadio donde en ese momento juegue nuestro Barça logramos,
gracias a la magia del maestro, sentirnos parte de la fiesta, o del coro de dolientes, si es
el caso. Pero no solamente es en los grandes partidos donde disfrutamos al maestro
Puyal. También en aburridísimos partidos de trámite de la Copa del Rey, con el equipo
dormido porque la eliminatoria ya está encarrilada, o contra rivales ultradefensivos que
ralentizan el juego, el maestro tira de recursos y nos sorprende con sesudas
disquisiciones sobre el uso correcto o incorrecto de un vocablo, la elaboración de un
combinado local que se sirve en el bar o cualquier otra cosa que sirva para amenizar el
partido. Recaba la colaboración del oyente sobre expresiones populares, y uno acaba
sonriendo beatíficamente, olvidándose completamente del tostonazo del partido y
disfrutando con el buen hacer de Puyal. Por eso, muchos culés ven el partido por la tele,
pero bajan el sonido al mínimo y siguen escuchando al maestro decir aquello de: "Bona
nit, som els de Catalunya Ràdio i aixó es Futbol en Catalá" (IBuenas noches, somos los
de Catalunya Radio y esto es Futbol en Catalán").
Tecno-pelmazos
Móviles con vídeo, una verdadera pesadilla
El arma del delito
Está ahí. En la cafetería de la empresa. Sentado con mis compañeros habituales del
cafelito previo al currelo. Esperando pacientemente una nueva víctima, mientras sorbe
su cortadito y le da caladas a un cigarrillo. Miro aterrado a mi alrededor, intentando
disimular, mientras el vaso de mi café comienza a temblar en su platito. No tengo
escapatoria. No puedo hacerles ese feo a mis amigos, y ni siquiera el hecho de sentarme
en otro sitio me garantiza la escapatoria. No es el único, hay más, acechando en todas
las mesas, o sea que intento armarme de paciencia y me siento, le endilgo al personal los
cuatro tópicos de rigor, y observo como el tecno-coñazo desenfunda entre risotadas su
móvil de ultimísima generación (conseguido gracias a su autoproclamada facilidad para
amenazar a las compañías con irse a la competencia) y comienza a buscar como un loco
por los menús. "¡Espera, espera, que te vas a descojonar!" Y uno espera, aferrando su
vaso de café mientras los nudillos se le ponen blancos. ¿Qué será esta vez? ¿El
ingeniosísimo doblaje de Franco? ¿Las vomitivas imágenes de la autopsia rusa? ¿Las
lesbianas coprófagas? ¿La voluntariosa actriz porno engullendo descomunales
miembros viriles con estoica resignación? Cualquier cosa, hermano. Cualquier cosa que
el cenutrio de turno encuentre divertida y digna de compartir con el resto de la
humanidad. Y no le digas que ya lo has visto, porque no parará, y además, luego, te
dirá: "Éste seguro que no lo has visto, mira, colega, qué fuerte" Y así, el ratillo de
agradable conversación que uno pensaba echar con sus compañeros, hablando de los
viejos y entrañables temas, el fútbol, lo cabrones que son los jefes, lo chivato y
arrastrado que es Martínez, y el legendario debate sobre si las perolas de la cocinera son
operadas o no, deviene en largos minutos de pesadilla, visionando vídeos de espantosa
calidad en el móvil del graciosillo. Vídeos que van de lo grotesco a lo repulsivo,
ejecuciones celebradas con risotadas, accidentes de coche, señoras con tetas enormes, y
todo coronado con la estocada final: "Espera, que te lo paso con el blutú". Y a uno no le
queda otro remedio que acabar de sorber su café mientras suena la sirena del cambio de
turno, trasladándose durante breves segundos a un mundo paralelo, en el que no es
delito alojar violentamente móviles de última generación en los rectos de los tecno-
pelmazos
Nostalgia.
La nostalgia se ha convertido en un producto más. Publicistas y vendedores de todo tipo
apelan a nuestros recuerdos de niñez y juventud para colocarnos sus productos.
Han visto el filón. Llevaba años gestándose, larvado, esperando su momento, y por fin
ha estallado, convirtiéndose en uno de los productos estrella de estos tiempos que nos
toca vivir. Me refiero a la nostalgia. Lo tienen claro, van a por nosotros, a por los
cuarentones, con nuestra hipoteca, nuestros hijos, nuestra vida confortable y
aburridamente estabilizada, y con algo de parné sobrante para darse algún que otro
caprichillo. Y ellos, los vendedores, de productos, de sueños, de cualquier cosa, ya nos
ven convenientemente blanditos como para apelar a uno de nuestros sentimientos más
básicos, a nuestros recuerdos, a nuestros anhelos, a nuestras ilusiones muertas, al
recuerdo de tiempos en los que nada nos dolía, nada nos preocupaba, y todo era posible
porque para todo había tiempo. Es el punto débil de un elevado porcentaje de
cuarentones, y por ahí nos han atacado. Tipos como castillos a los que se les cae la
lagrimilla cuando ven un madelman, madres de adolescentes que pegan un alarido
cuando ven la portada de un antiguo disco de Los Pecos... señores, aquí hay negocio.
¿Cómo puede uno emocionarse ante un anuncio de un refresco de cola? Pues sí, los muy
ladinos lo han conseguido... Cuatro iconos de los 80, cuatro recuerdos, doña Mayra
Gómez Kemp haciendo un cameo, ¡et voilá! Y no queda ahí la cosa. Viejos grupos de
nuestra juventud protagonizan regresos, que si bien en su vertiente artística son bastante
penosos, sirven para aflojar nuestros bolsillos. Se nos vende cualquier cosa, se apela a
los sentimientos, a los sabores, a los olores, y a los recuerdos de aquellos que encaramos
la segunda parte de nuestra vida, la de la incertidumbre, la de la preocupación, la de la
pérdida de aquellos a quienes creíamos inmortales, y nos provocan, los muy cabrones,
un nudo en la garganta recordándonos nuestro primer beso, la sensación del viento
mientras rodábamos en nuestro monopatín, y las primeras superostias de Mazinger Z.
Somos presa fácil, amigos, y ellos lo saben. Y ahora os dejo, acabo de ver en una página
un anuncio de un tipo que vende un madelman hombre-rana del 79 por sólo 234
eurillos, y no se me escapa ni loco.
"La Bodega", de Noah Gordon
Mi primera incursión en el mundo literario de Noah Gordon.
Hace unos días me prestaron el último libraco del escritor de superventas Noah Gordon,
del cual hasta ahora no había tenido el placer de leer nada, más que nada por el aspecto
intimidatorio que me ofrecían sus tochazos literarios. Tenía ganas de leer "La Bodega".
Ambientado en Catalunya, y más concretamente en la zona donde vivo, vamos, que
el imaginario pueblo de Santa Eulàlia podría ser el mío, y con una trama relacionada
con el mundo del vinacho, pues la verdad es que tenía todos los números para que me
gustara.
Y sí, me ha gustado, aunque tampoco ha sido como para salir a la terraza en pelotas a
tirar cohetes. El libro me lo he ventilado en cinco días, es entretenido, y emociona
cuando habla del vino, de las viñas, de las cepas, de los trabajos relacionados con la
elaboración de nuestra sangre mediterránea, pero la cosa pierde fuerza cuando nos
centramos en la historia y en los protagonistas. Personajes planos, con muy poco
desarrollo, una trama en la que casi nunca sucede nada, personajes que parece que van a
ser importantes y desaparecen sin más, y un final tipo "...y fueron felices y comieron
perdices".
¿El argumento? Bueno, es la historia de un tal Josep Alvarez que se ve obligado a huir
de España por un confuso atentado contra el general Prim dentro del marco de las
Guerras Carlistas. El hombre huye a Francia y, trabajando en los viñedos de un
simpático gabacho, aprende a elaborar vino. Vuelve a su pueblo tras conocer la muerte
de su padre, le compra el viñedo a su hermano mayor, y se dedica a elaborar un
tintorro más bebible que el calducho con el que se castigan los habitantes de Santa
Eulàlia. A partir de ahí, pues lo que decía antes, quien no sea aficionado al vino (dicen
que tiene que haber de todo en esta vida) pues asistirá a un despliegue de las pequeñas
peripecias cotidianas de nuestro héroe en busca del tintorro perdido.
Lástima, creo que la cosa podría haber dado para más, pero 250.000 ejemplares
vendidos parecen desmentir esta humilde crítica. De todas maneras, como de bien
nacidos es ser agradecidos, quisiera agradecerle al señor Gordon su esfuerzo por hacer
una novela digna sobre Catalunya y el vino, con todos sus defectos, pero que
parece honrada y honesta. Por lo menos a él le ha servido para hincharse a vender
libros y para pegarse unas incursiones "de investigación" por nuestras mejores bodegas
y catando nuestros caldos, jejeje, no sabes tú ná, Noah...