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acuerdo: "Para las mujeres el mejor afrodisiaco son las palabras, el punto g
est en los odos, el que busque ms abajo est perdiendo el tiempo". Podemos
tropezarnos en la vida con amantes muy maosos que como no hayan
calentado el terreno anteriormente la cosa resultar sosa y aburrida. Del
mismo modo, los hay que preparan el campo de batalla tan descriptiva y
osadamente que muchas huyen despavoridas.
La tradicin de las serenatas imagino que procede del poder que tiene la
msica para amansar a las fieras y ablandar el corazn de la novia ms terca;
los sonetos y las cursiladas espantosas que se nos ocurren cuando nos
cegamos de amor no son ms que una artimaa de nuestro cerebro, ese
estratega silencioso, para ayudarnos a conquistar lo ms alto de la ms alta
torre. Es decir, a esas personas que por miedo o pereza, desisten vivir la vida y
se agazapan, se ocultan, huyen cuando alguien les propone salir de su cmoda
existencia en el cascarn.
Por mucho que nuestra argucia, nuestra voz, por mucho que la magia de las
palabras nos ayude, existe un terrible obstculo, a veces insalvable. Vivimos en
la era de la imagen y esta prevalece por encima de todas las cosas. Es el
imperio del fsico, de la belleza, de la perfeccin y los humanos --cara a cara y
de cerca--estamos lejos de ser ideales. Los conquistadores lo tienen chungo y
los candidatos a ser rescatados de la alta torre an ms. Pasar de la
bidimensionalidad de la pantalla a la realidad es, a veces, incluso traumtico.
Vivimos inmersos en el lquido amnitico de nuestro plasma y nos agarramos a
ello como una tabla de salvacin.
Los sexlogos lo explicaran mejor que yo. El cuerpo recibe unos estmulos y
reacciona. A muchos les encantar que su "partenaire" amoroso subraye con
gemidos, e incluso alaridos, la buena marcha del coito (los primates necesitan
los chillidos de sus hembras para poder eyacular); a otros le desconcentrar y
los hay que echan mano de frases estrambticas cuando estn en la cama Y
por qu no?