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Los pobres y los enfermos estarn siempre con ustedes, ensea Jess, (cfr. Mt 26,11) y la Iglesia
continuamente los encuentra por su camino, considerando a las personas enfermas como un camino
privilegiado para encontrar a Cristo, para acogerlo y para servirlo. Curar a un enfermo, acogerlo, servirlo, es
servir a Cristo: el enfermo es la carne de Cristo.
Esto sucede tambin en nuestros tiempos, cuando no obstante los mltiples progresos de la ciencia, el
sufrimiento interior y fsico de las personas suscita fuertes interrogantes acerca del sentido de la enfermedad
y del dolor y sobre el porqu de la muerte. Se trata de preguntas esenciales, a las cuales la accin pastoral de
la Iglesia debe responder a la luz de la fe, teniendo ante los ojos el Crucifijo, en el cual aparece todo el misterio
salvfico de Dios Padre, que por amor de los hombres no ha ahorrado a su propio hijo (cfr. Rm 8, 32).
Por lo tanto, cada uno de nosotros est llamado a llevar la luz de la Palabra de Dios y la fuerza de la gracia a
aquellos que sufren y a cuantos los asisten, familiares, mdicos, enfermeros, para que el servicio al enfermo
se cumpla cada vez con ms humanidad, con dedicacin generosa, con amor evanglico, con ternura. La
Iglesia madre, a travs de nuestras manos, acaricia nuestros sufrimientos y cura nuestras heridas, y lo hace
con ternura de madre.
Recemos a Mara, Salud de los enfermos, para que toda persona en la enfermedad pueda experimentar,
gracias a la atencin de quien le est cerca, la potencia del amor de Dios y la consolacin de su ternura materna.
(Traduccin del italiano: Mara Cecilia Mutual )
Despus del ngelus:
Hoy memoria litrgica de Santa Josefina Bakhita, la religiosa africana que cuando era nia sufri la dramtica
experiencia de ser vctima de la trata, las Uniones de las Superioras y de los Superiores Generales de los
Institutos religiosos han promovido la Jornada de Oracin y de Reflexin contra la trata de personas.
Aliento a cuantos estn comprometidos en ayudar a hombres, mujeres y nios esclavizados, explotados,
abusados como instrumentos de trabajo o de placer y a menudo torturados y mutilados.
Deseo que cuantos tienen responsabilidades de gobierno se esmerencon decisin en erradicar las causas de
esta vergonzosa plaga, indigna de una sociedad civil.
Cada uno de nosotros de sienta comprometido en ser voz de nuestros hermanos y hermanas, humillados en su
dignidad.
Oremos por ellos y sus familiares!