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El documento discute el conflicto armado interno en Colombia y el sufrimiento de las víctimas. Explica que el conflicto se ha prolongado por décadas y ha dividido a la sociedad entre aquellos que viven en las zonas urbanas y no sufren directamente la guerra, y aquellos en la periferia que constantemente la padecen. Además, señala que la frecuencia de la violencia ha llevado a una pasividad generalizada hacia el sufrimiento de las víctimas, quienes a menudo se sienten abandonadas
Originalbeschreibung:
Critica a los posibles tratados de paz que se hablan en la habana entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC
El documento discute el conflicto armado interno en Colombia y el sufrimiento de las víctimas. Explica que el conflicto se ha prolongado por décadas y ha dividido a la sociedad entre aquellos que viven en las zonas urbanas y no sufren directamente la guerra, y aquellos en la periferia que constantemente la padecen. Además, señala que la frecuencia de la violencia ha llevado a una pasividad generalizada hacia el sufrimiento de las víctimas, quienes a menudo se sienten abandonadas
El documento discute el conflicto armado interno en Colombia y el sufrimiento de las víctimas. Explica que el conflicto se ha prolongado por décadas y ha dividido a la sociedad entre aquellos que viven en las zonas urbanas y no sufren directamente la guerra, y aquellos en la periferia que constantemente la padecen. Además, señala que la frecuencia de la violencia ha llevado a una pasividad generalizada hacia el sufrimiento de las víctimas, quienes a menudo se sienten abandonadas
En Colombia ha existido conflicto armado incluso desde antes de la independencia. Nos hemos acostumbrado a vivir en medio de la guerra, de los conflictos como este, en el que nadie gana y todos pierden. A continuacin, expondr algunas consideraciones acerca del actual conflicto armado interno colombiano, y en especial, sobre el papel de las vctimas en l. En los inicios del conflicto, por all cerca de la dcada de 1960, existan razones suficientes para creer que la lucha armada era el camino para defenderse de los crmenes de Estado, para exigir la justa participacin en poltica de todos los sectores sociales, y sobre todo, para lograr una reparticin de las tierras productivas de la nacin de manera justa, y que considerara, especialmente, a los ms necesitados. Eso por una parte. Por la otra, se justificaba combatir legtimamente a quienes por vas armadas pretendan atentar contra el ordenamiento jurdico y la integridad nacional. Sin embargo, esas consideraciones no tienen ningn fundamento, pues debe ser la guerra la ltima opcin, y aqu, no exista. Pero, tampoco exista la gran guerrilla capaz militarmente de tomarse el poder, por lo que segn el Informe Nacional de Desarrollo Humano (2003) ir a la guerra era una opcin injustificada desde todos los puntos de vista. Adems, no siendo esta una guerra injustificada, su extensin en el tiempo ha provocado, segn el INDH (2003) una guerra de perdedores, donde ni unos ni otros logran la victoria, y en consecuencia, conforme pasan los das, meses, y aos, se van perdiendo cada vez ms los objetivos y las lgicas (econmicas, sociales y polticas) sobre las que una vez creyeron se justificaba la confrontacin armada. En otras palabras, conforme pasa el tiempo la guerra se degrada, y en ese proceso los ms afectados son las vctimas. Tambin establece dicho documento que el pas se ha desarrollado histricamente principalmente en los centros urbanos, en las grandes urbes, lo que lo ha dividido en dos tipos de realidades: la que viven los habitantes del centro o las urbes y la que viven los ciudadanos de la periferia, siendo esta ltima donde se desarrolla el conflicto, y por ende, donde ms se padece. Esa divisin social-geografica provoca que se tenga una apreciacin de dos Colombias diferentes, la del centro prspero y la perifrica del suntuoso caos. Lo que ha hecho que a nivel nacional e internacional se invisibilise la guerra que se da en la periferia y con ella su degradacin y sobre todo sus vctimas. Lo anterior, plantea una idea de sociedad dividida, para quienes viven en las urbes el conflicto armado es un fenmeno con el cual han aprendido a vivir, sobre todo porque no lo padecen y mucho menos las consecuencias de su degradacin, es
FELIPE TRUJILLLO 12220050
decir, que desplacen 1000 o 2000 campesinos es un hecho que se resume
inhumanamente al boletn noticioso de la tarde. A casi nadie le preocupa el bienestar o la posibilidad de desarrollo humano que pierden esas personas al perder sus medios de subsistencia, y no es una cuestin de lstima, que es muchas veces a lo que los citadinos resumen dichas barbaries de la guerra, es una cuestin de solidaridad con el padecimiento de esas personas. Miedo, dolor, odio, rabia y sufrimiento, eso es lo que llevan a cuestas las vctimas en medio de un silencio sepulcral casi cmplice de su desdicha, un silencio proveniente de toda la sociedad, del Estado, de todos, a quien le puede importar un puado de campesinos, indgenas o negros que vagan por ah con su dolor. Es ms, tan poco nos importan que constantemente son sometidos a circunstancias de revictimizacin, muestra de eso es el documental Impunity de Hollman Morris en donde se muestran como las miles de vctimas de los paramilitares tienen que mendigar por verdad y suplicar por justicia ante la ley de justicia y paz. A quien le importa?, a nadie, solo a ellos y a un puado de personas que anan esfuerzos por brindar alguna ayuda, generalmente bajo el auspicio de algunas ONG. En conclusin, planteo, que Colombia padece una guerra degradada, entre otras, por su prolongacin en el tiempo, y que las principales vctimas de esa guerra y esa degradacin son los habitantes de la periferia geogrfica del pas. Tambin, que la razn principal para que esas vctimas se desconozcan es la divisin de la sociedad entre quienes viven en zonas urbanas y en su mayora no padecen el conflicto y quienes viven en la periferia y lo padecen constantemente. Adems, la frecuencia de los actos violentos degradantes ha ocasionado una terrible pasividad en todo aquel que no sea vctima directa de estos, en otras palabras, los citadinos hemos normalizado las informaciones acerca de actos violentos, en gran medida gracias a que no padecemos la guerra, y esto ha llevado a que no tengamos en cuenta o invisibilizar las vctimas, dejndolas solas con su dolor