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le produjeron los encuentros con Cristo, la continuar despus en sus largos ratos de oracin y
nos la dejar como modelo del trato del alma con l.
en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir. Es ayuda y da esfuerzo; nunca falta, es amigo
verdadero (V 22, 6).
La cruz de cada uno, en el ejercicio de la oracin o en el compromiso de la caridad es la cruz de
l. Sufrindola, se le ayuda en su Pasin. Esto es la amistad: compartir, hacer nuestro el
sufrimiento del amigo. Por eso deca a sus monjas: abrazaos con la cruz que vuestro Esposo
llev sobre s y entended que sta ha de ser vuestra empresalo dems es cosa accesoria (2 M
1,7).
Para Santa Teresa, amar es servir, es crucificarse, hacindose esclavo de los otros, como ensea
en su libro Camino de Perfeccin. La cruz es el costo del amor. Cristo crucificado es el hombre
del amor, de un amor hasta el extremo que se pierde a s mismo en servicio a los hermanos. La
existencia de Cristo, como la existencia de quienes quieran vivir en comunin con l, es una
existencia para amar y servir, es una existencia crucificada.
La comunin con Cristo es, pues, comunin en la cruz. Hay que crucificarse, entrar en el
misterio de la muerte a s mismo para poder gozarle en la resurreccin al final de la vida. Vivir
aqu segn la existencia terrena de Jess desemboca en la participacin de su gloria. Ah est el
final de una vida de oracin.
De aqu en adelante hago un resumen de la exposicin de Maximiliano Herriz, en el captulo 3 del libro La
oracin, historia de amistad. Editorial de Espiritualidad. Madrid 2003.
2
o.c. La oracin, historia de amistad. p.110, en nota.