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Borges: Te veo muy contento, hoy, Ludwig.

Mises: Se nota, ¿no? Es que acabo de terminar de descubrir una


razón objetiva para defender el libre mercado.

Borges: ¿Objetiva?

Mises: Sí; quiero decir, sin juicios de valor.

B: Ah, ¿sí? ¿Y cómo puede ser posible? ¡Contáme, che! Me interesa.

M: Bueno, me llevaría algún tiempo explicarte toda mi teoría. La


podés leer en mi libro Acción Humana. Pero en pocas palabras te
puedo decir que he logrado demostrar que el sistema de mercado es el más
eficiente.

B: Y, con eso, ¿qué? ¿Vos pensás que la eficiencia te salva de la


necesidad de hacer un juicio de valor? (sonrisa irónica y
respetuosa).

M: Claro. Podemos defender al liberalismo porque es eficiente. Da la


casualidad que además es un sistema donde se respetan los derechos
de las personas. Pero aún para aquellos que no les interesa el aspecto
legal, moral, ético, encontré un argumento neutral, sin juicios de
valor: la eficiencia... ¿Qué pasa? ¿No lo entendés, bobo?
(Verstehen Sie nicht, $%&$%!!!?) ¡Es muy fácil!

B: (apenado) No, Ludwig, no es eso. Sí te entiendo, pero...

M: (impaciente) ¡Está bien, te lo explico más! ¡El sistema de


mercado es el más eficiente, porque es aquel en el cual la sociedad produce
más riqueza, abundancia de bienes, salud, satisfacción de
necesidades, ...! ¿Entendés?

B: (muy apenado) Sí, pero...

M: (más impaciente) ¡Me parece que no entendés! Ya sé, te lo


explico así, para que lo puedas ver, quiero decir,... comprender: En un
sistema de mercado se satisfacen las necesidades más urgentes,
antes que las menos urgentes. El problema de nosotros los humanos es que
los recursos son escasos, ¿entendés? Y en el sistema de libre
mercado, esos recursos escasos se asignan a las necesidades más
urgentes. ¿Ahora entendés?

B: (triste) Ludwig, Ludwig... ¿Cómo explicártelo? No existe:

- lo eficiente
- la riqueza
- la abundancia
- la salud
- la satisfacción de necesidades
- lo urgente
- ...

M: (furioso) Pero, ¿estás loco?!! ¿Qué decís????

B: (compasivo) No, te hablo en serio. Escuchá: no existe todo eso.


Son sólo abstracciones, para facilitar nuestro lenguaje y nuestra
comprensión. Pero son falsos, ... Son ilusiones, no existen.

M: .... (pensativo)

B: No existe "la eficiencia", o "un sistema eficiente". Las cosas no


son "eficientes" o "no eficientes", así, en general, objetivamente
y sin más explicación. Cualquier cosa, incluyendo un sistema
económico, es "eficiente para" alguien, o "no eficiente para" alguien.
A veces, para acortar, damos por sentado que algo "es eficiente", sin más
explicaciones, porque todos los que participan en la conversación
comparten determinados valores, intereses, objetivos, o están
ligados por algún acuerdo o contrato, y es innecesario y tedioso enunciar
todas los detalles por los cuales todo el grupo coincidirá en
evaluar tal o cual cosa como "eficiente". Pero las cosas sólo pueden ser
eficientes en función del observador que las observa. Por ejemplo,
para un tipo que vive de asesinar por encargo, es más eficiente un
sistema en el que el asesinato no esté penado, o tenga penas leves,
porque así puede obtener beneficios con costos más bajos. "Para
él", es eficiente. "Para" un pseudo-empresario de la recolección de
basura, es más eficiente un sistema en el cual se le otorgue una
zona exclusiva para que el trabaje, que un sistema en el que tiene que
asumir riesgos y competir. A él no le importa "la" eficiencia, le
importa "su" eficiencia. Y no existe tal cosa como "la" eficiencia
sin juicios de valor, porque al dejar de lado todo tipo de juicios
de valor, se abre la puerta para permitir situaciones en las que "mi"
eficiencia se logra a expensas de "tu" eficiencia. Al dejar de lado
los juicios de valor (porque esa fue tu premisa inicial), más
eficiencia para algunos implicará menos eficiencia para otros, como
en la ley de la jungla. Y no puede hablarse entonces de "la"
eficiencia, como algo general y "bueno" para todos.

M: ... Bueno, pero, ¿y qué hay de la riqueza, la abundancia, la


salud? Es un hecho concreto, histórico que la mayoría de las
personas prefieren la salud a la enfermedad, la riqueza a la pobreza, la
abundancia a la escasez, la satisfacción de las necesidades... Todo
eso se logra con el libre mercado.

B: Pero, ¿vos no eras el precursor del análisis de la economía a


partir de la acción humana individual? ¿De qué salud, riqueza,
abundancia me hablás? Lo que es un hecho concreto e histórico, es
que cada persona actúa para lograr "su" salud, "su" riqueza, "su"
abundancia, y la satisfacción de "sus" necesidades (que puede
incluir, en el caso de aquellas personas generosas, la satisfacción
de las necesidades de otras personas); pero no se trata de "la"
salud, "la" riqueza, "la" abundancia, y "la"satisfacción de
necesidades. No existe "la" salud. Es una superstición, una
ilusión, una abstracción, para facilitar nuestro pobre entendimiento. Lo que
sí existe es tu salud, la mía, la de él. Lo mismo con la riqueza,
la abundancia y la satisfacción de las necesidades.

M: ...

B: ¡Y ese cuento de las necesidades más urgentes! En realidad, ...


no está mal expresado. Pero al decirlo así, sin más aclaraciones, nos
hace pensar que tal vez exista alguna jerarquía de valores
universal según la cual podríamos ordenar todas las urgencias de todas las
personas de una sociedad, y que lo que afirmamos es que se van a
satisfacer primero las que están primeras en esa lista. Nos hace
pensar, siguiendo a Maslow, por ejemplo, que primero se van a
satisfacer las necesidades de alimentación, después las de vestido,
vivienda, y mucho después las de recreación, vanidad o lujuria.
Pero si retomamos el análisis individual, lo que en realidad va a estar
pasando en un sistema de mercado libre, es que cada persona va a
estar, simultáneamente, tratando de realizar intercambios (o
actuar, que es lo mismo), para satisfacer "sus" necesidades más urgentes.
Imagináte un tipo muy, muy rico que realiza un intercambio con otro
muy, muy pobre. El primero tiene como objetivo último de este
intercambio poder satisfacer "su" necesidad más urgente de ese
momento, que tal vez sea mejorar su drive para poder pegar más de
300 yardas con madera 1, y con eso impresionar a una mina que se quiere
levantar, la cual a su vez está casada con su mejor amigo. En
cambio, el otro, está realizando ese mismo intercambio, para
satisfacer "su" necesidad más urgente de ese momento, que capaz es poder
conseguir
una miguita de pan para calmar el hambre de sus 7 hijos (el
intercambio consiste en que el pobre se metió descalzo en una
laguna inmunda y llena de vidrios y pirañas a buscar la pelotita del rico,
con la esperanza de una propina).

M: Bueno, claro, pero lo importante es que al rico no le queda más


remedio que ayudar al pobre a satisfacer sus necesidades más
urgentes para poder satisfacer las propias, y el pobre encuentra señales en
el mercado para saber cómo...

B: Sí, todo eso ya lo sé. Pero vos habías dicho que al afirmar
que "el sistema de libre mercado es el mejor porque en él los
recursos escasos se asignan a las necesidades más urgentes", habías
encontrado un argumento para defender el libre mercado sin hacer
juicios de valor, sin hablar de la moral, ética, etc. En realidad,
lo que ocurre en el libre mercado es que "cada" persona satisface o
intenta satisfacer, en cada momento, "su" necesidad más urgente..
Cada persona, en cada momento, destina "sus" recursos, y no "los"
recursos, a satisfacer "sus" necesidades más urgentes. Y aunque sea
verdad que simultáneamente todos nos ayudamos a satisfacer las
necesidades de los demás, no es cierto que primero se
satisfagan "las más urgentes". Se satisfacen las más urgentes de cada uno, pero
no
las más urgentes en general. No necesariamente se va a acabar
primero el hambre y después las necesidades más superfluas de la pirámide
de Maslow, en forma general. Mientras unos trabajen 16 hs. por día
para saciar su hambre, otros se estarán esforzando para comprarse una
nueva Ferrari, o lo que sea.

M: Por supuesto, así funciona el mercado.

B: Bueno, y entonces, ¿por qué tu afirmación sería un argumento


libre de juicios de valor? Cada persona trata de satisfacer sus
necesidades, no las necesidades en general. Entonces, no hay ningún
parámetro objetivo, universal y libre de juicios de valor en tu
afirmación sobre el libre mercado para poder defenderlo. Defender
el libre mercado no implica defender un sistema en el que se resuelven
las necesidades más urgentes, como si fuera algo general e
indiscutible. El mercado libre es un sistema en el que cada persona
trata de resolver "su" necesidad más urgente. Y frente al planteo
socialista de que las urgencias de algunos son más importantes que
las urgencias de otros, y deben resolverse primero, a costa de que
no se resuelvan o se posterguen las necesidades de otros, no hay
respuesta si nos empeñamos en no hacer juicios de valor. De una
forma o de otra, siempre desembocaremos en que la causa última de la
defensa del libre mercado es la convicción de que cada persona
tiene el derecho a disponer de "sus" recursos para intentar
resolver "sus" necesidades más urgentes, siempre y cuando respete los derechos
equivalentes del resto de las personas. Si la definición
de "mercado libre" es algo así como "aquel sistema en el cual cada persona
actúa para satisfacer sus necesidades más urgentes, sin coacción...
etc.", entonces no tiene sentido afirmar que el sistema de mercado libre
es el mejor porque en el mercado libre se satisfacen las necesidades
más urgentes. Sería como decir que el sistema en el que cada persona
satisface primero sus necesidades más urgentes es un sistema en el
que cada persona satisface sus necesidades más urgentes, y que por
eso es el mejor. ¡Eso es una tautología! ¡No es un argumento! Y
tampoco es casualidad que justamente sea el sistema "más
eficiente", si primero definiste "sistema eficiente" como aquel en el que cada
persona actúa libremente (es decir, satisface sus necesidades más
urgentes). Es sólo repetir más de los mismo.

M: ... (lágrimas)

B: ¡Vamos Ludwig! Vos, en realidad, defendés el sistema de mercado


libre, porque vos considerás que cada persona tiene derecho a que
se la respete, a que no se la use como un medio para alcanzar el fin
de otra u otro grupo de personas. ¿O no?

M: ...

B: (cómplice) No te preocupes, Ludwig. Nadie se va a dar cuenta.


Vos decíles a todos tu argumento. Nadie razona en términos de personas.
Ni siquiera los que leen tus libros. Todos van a seguir pensando
que existen los argentinos, los austríacos, los economistas, la
riqueza, la salud, las necesidades, la eficiencia ... así, como entes
genéricos y universales. La superstición no se va a terminar tan
rápido.

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