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Señor
Nabor García García
Embajador de España en el Perú
Lima.-
Como es de público conocimiento, desde hace algún tiempo, el gobierno español, al que
usted representa, está empeñado en preparar la "celebración" del quinto centenario del
descubrimiento de América, al que en un primer momento se le denominó "encuentro de dos
culturas", para luego cambiarle por el "encuentro de dos mundos", cuando fue obvio que el
rótulo anterior era del todo desvergonzado. De todos modos, el año fue el inicio de un
prolongado desencuentro de nuestros mundos y culturas.
Dr. Carlos Lazo García (Director de la Escuela de Historia de la U.N.M. de San Marcas)
Dr. Hernán Amat Olazabal (Ex Rector de la U.N. Santiago Antúnez de Mayolo de Ancash)
Dra. Nadeira Barahona (Ex Decano de la Facultad de Educación de la U.N.M. de San Marcos)
La Comisión, constituida del modo que hemos anotado, deberá emprender acciones
reinvidicativas de carácter histórico en torno de los puntos de ella determine, como resultado de
sus propias investigaciones, sin que para ello precise de mandatos del CEN del CEP., porque a
partir del presente su desenvolvimiento no será dependiente de sus propósitos y de la decisión de
sus propios integrantes. No obstante, el Comité Permanente de Reclamaciones Históricas del
Período Colonial, tiene nuestro encargo de plantearle al gobierno de España cuatro
reclamaciones de carácter histórico, que son las siguientes:
Ahora bien, para establecer el valor del rescate pagado por Atahuallpa, el CEN de la Orden
Profesional de los economistas solicitó al Dr. Carlos Lazo García, Director de la Escuela
Académico-Profesional de Historia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos que nos
diera razón sobre el punto, a partir de su formación altamente especializada. Respondiendo a
nuestro requerimiento, el Dr. Lazo García nos informó literalmente que:
"El monto que este rescate ascendió en cifras oficiales a 1.326,530 pesos de buen oro de cuenta -
pesos de oro de 22 y 1/2 quilates y 450 maravedis de valor. Pesos de 937.5 milésimos"
"En plata el rescate alcanzó los 51119 marcos de "plata blanca o de ley" marcos de 11 dineros 4
gramos y 2210 maravedis de valor - Marcos de 930.5 milésimos"
Los valores que el Dr. Lazo García nos alcanzó son los que oficialmente le fueron
alcanzados al rey de España, y que sirvieron para que pudiera fijarse la quinta parte que le
correspondió del rescate al soberano peninsular. Es sabido que los de Pizarro falsearon las
cifras -rebajándolas- para beneficiarse más todavía con partes mayores del tesoro atahuallpista,
por la vía del fraude, como lo dejaron sentado por escrito personas que estuvieron presentes
tanto en el recuento como en la fundición de las piezas entregadas por las autoridades
tawantinsuyanas; pero el Dr. Lazo ha preferido pasar por alto esas subvaluaciones para no dejar
margen a debates que podrían distraer la atención que debe centrarse en el pago del adeudo
español; esa es la causa por la que ha optado por la valuación oficial. De nuestra parte, hemos
tenido que resistirnos a nuestros deseos de valorizar los objetos entregados como obras de arte, o
como medios de observación científica o como objetos ceremoniales, debido a que eso habría
dado lugar a que el gobierno peninsular optara por distraer la atención pública, por el camino de
ponerse a discutir la validez de nuestras estimaciones, así es que hemos asumido los cálculos del
maestro san marquino, aunque por ello el valor del rescate resulte siendo enormemente menor
que el registrado oficialmente por los contadores reales de España.
Una vez que asumimos las cifras del Dr. Lazo García, procedimos a pedirles a los economistas
Aurelio Váldez Caro (Con registro No. 2825 del CEL. Colegio de Economistas de Lima) y
Gustavo Chávez Villacorta (con registro No. 3034 del CEL), para que calcularan en dólares
norteamericanos actuales el valor del rescate del Inca, lo que efectivamente hicieron, mediante
el procedimiento que sigue:
4to. De 1824 al presente le aplicaron el tipo de interés preferencial más bajo que emplea el
Fondo Monetario Internacional (4 por ciento de interés compuesto) y;
5to. Finalmente, se tuvo el valor, tanto del principal como de los intereses de adeudo español.
Siguiendo los pasos que se indican, los miembros de nuestra Orden a quienes solicitamos su
colaboración, fijaron la deuda que por concepto del rescate de Atahuallpa tiene el gobierno
español en el Perú, al 24 de octubre de 1991, en USA $599,407'539,429.95 (QUINIENTOS
NOVENTA Y NUEVE MIL CUATROCIENTOS SIETE MILLONES QUINIENTOS
TREINTA Y NUEVE MIL CUATROCIENTOS VEINTINUEVE 95/100 DÓLARES DE LOS
EE.UU.)
Los antecedentes de esta reclamación se entroncan con el hecho de que hacia 1771, el
rey Carlos III de España mandó rebajar el contenido metálico tanto de los reales como de los
escudos acuñados en la Ceca limeña, orden real que volvió a repetirse en 1786, con la expresa
indicación de que toda esa inmensa falsificación fuera realizada con el pueblo peruano, que
debió adquirir una moneda intrínsecamente subvaluada, pero que era manejada en su valor
nominal. Como la operación fue dolosa, ella no puede inscribirse entre las obligaciones
tributarias de nuestra población, y por tanto, es una deuda pendiente de pago por la corona
española, en beneficio del Perú.
El importe del falsificación dispuesta por el rey español, ha sido calculado también por el DR.
Lazo García quien lo consigna en su informe, literalmente, de modo que sigue:
"En plata el monto de esa exacción secreta llegó a 361,166 marcos de dinero 20 gramos (902.7
milésimos).
"En el caso de los escudos de oro la primera rebaja produjo una cuota extraordinaria de 1104
marcos de 22 quilates de 2 y 1/2 gramos; mientras que la segunda rebaja dio origen a una cuota
de 6163 marcos de 21 quilates.
Al final obtuvieron la cifra total de este adeudo (principal más intereses) al 24 de octubre de
1991, montante a U.S. $ 38,568.783,428.26 (TREINTA Y OCHO MIL QUINIENTOS
SESENTA Y OCHO MILLONES SETECIENTOS OCHENTA Y TRES MIL CUATRO
CIENTOS VEINTIOCHO 26/100 DÓLARES DE LOS ESTADOS UNIDOS).
Como en el caso anterior, le pedimos formalmente que la cifra anterior la haga de conocimiento
de su gobierno, para que disponga lo que corresponda para que se pague al Perú mencionada
cantidad, en cancelación de esta deuda pendiente, con la misma presteza con que el FMI exige a
los países pobres paguen a las regiones industrializadas del planeta.
"Un millón de pesos de 8 reales (de ley 11 dineros y 1/68 de talla) equivalen a 24,808.936
kilogramos de plata pura..."
Teniendo en mano estas cifras primordiales, los economistas Váldez Caro y Chávez
Villacorta procedieron a calcular el valor de esta deuda y de sus interés sumados, de la
misma manera que en los dos casos anteriores, lo que les permitió establecer el adeudo
actual en dólares de la corona española a las comunidades indígenas peruanas, al 24 de
octubre de 1991, que llega al monto de USA$ 9 098,276,909.73 (NUEVE MIL NOVENTA
Y OCHO MILLONES DOSCIENTOS SETENTA Y SEIS MIL NOVECIENTOS NOVENTA
73/100 DÓLARES DE LOS ESTADOS UNIDOS).
Para este caso, también solicitamos formalmente que haga saber a su gobierno la cifra anterior,
para que proceda a pagar a las comunidades indígenas por concepto de los fondos que les fueron
tomados a sus antiguas cajas comunales, a título de préstamos oficiales, los cuales nunca les
fueron ni siquiera amortizados. La relación de las comunidades a las que deberá efectuárseles el
correspondiente pago va como un anexo que acompaña esta comunicación.
Es del todo meridiano que las nuevas rutas marítimas ampliaron las perspectivas de las
culturas que se habían ido desarrollando en ámbitos únicamente continentales, y que a partir de
comienzos del siglo XVI pudieron desenvolverse en un escenario universal. Este paso, que
debió constituir un puente de aproximación entre todos los pueblos de la tierra, se convirtió no
obstante en una agresión brutal, que degeneró en un maestros universitarios en ejercicio: el Dr.
Hernán Amat Olazábal, arqueólogo de una ejecutoria relevante que ejerció con gran lucimiento
el rectorado de la Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo de Huaráz y que hoy
dirige el ordenamiento del material bibliográfico de las especialidades sociológicas de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y el Dr. Alberto Bueno Mendoza, arqueólogo
también muy destacado que hoy dirige la Escuela A.P. de Arqueología de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos.
Y así, en una forma rigurosa, el Dr. Amat nos muestra una conducta constante del
invasor, consistente en la búsqueda del dominio sobre el poblador americano, para que lo que
nos trepidan en recurrir al trato brutal y genocida. Así se comportaron en América los agresores
hispanos y así lo hicieron también en el Perú, según nos lo dice, a su turno, el Director de la
E.A. Profesional de Arqueología de la Universidad Mayor de San Marcos, Dr. Alberto Bueno
Mendoza, quien a nuestro requerimiento nos ha alcanzado un informe ("Exterminio de la
Población en el Perú durante la invasión Española) en el que luego de revisar los estudios que
existen sobre la cuestión del aniquilamiento de nuestra población por invasores extranjeros, nos
dice resumidamente lo que sigue:
Es realidad evidente durante el siglo XVI que la población autóctona del Tawantinsuyo
disminuyó de manera significativa, igual que en los otros territorios americanos. Hacia 1570 la
población andina quedó reducida a cerca de 1'300,000 habitantes y quizás a unos 2.000,000 en
ámbito sudamericano hacia 1580-1600, es decir a menos del 15% de la cantidad que había sido
sólo medio siglo antes. La despoblación de la costa alcanzó ribetes dramáticos y para 1560 no
llega ni al 5% de la que habría sido anteriormente para estos años la costa central alberga solo al
4.5% de la población que había tenido en 1520 y la costa sur incluso quedó reducida a un
porcentaje menor".
Le hemos hecho al anterior exposición, señor embajador, para puntualizar un hecho que
en nuestro concepto es inconmovible, que es el siguiente: los invasores hispanos vinieron a estas
tierras, en donde fueron acogidos de una forma excepcionalmente especial, y en respuesta a esta
desmesurada cordialidad, nuestro abuelos fueron agredidos a traición y nuestra población fue
sometida a un feroz genocidio, motivada tanto por la codicia más primitiva y ruin, como por un
desmesurado afán de dominio. Durante la colonia, el maltrato de nuestra población continuó,
hasta el punto que sus efectos siguieron, a pesar que los administradores peninsulares ya no
vienen a nuestras tierras. Los males son del pasado, pero no han muerto del todo. Para que esto
ocurra es preciso una reparación de parte de su gobierno, la que debe consistir en que la corona
española pida un humilde y auténtico perdón por los agravios, penalidades y sufrimientos que
hizo padecer a nuestros mayores; perdón, sobre todo, por los muertos que ya no están con
nosotros, pero que son nuestros venerables antepasados.
La historia es una inagotable fuente de enseñanza que nos señala los orígenes de muchos
logros que debemos preservar, pero también de grandes males, muchos de los cuales han abierto
profundas heridas que debemos cerrar, en nombre de una dignidad propia de los pueblos
grandes. Cerrar muchas heridas aun abiertas en los costados del Perú es una obligación de la
corona peninsular, porque nos las fueron inferidas para beneficiar (tanto a sus ejecutores como)
al rey español. Un buen momento para que eso ocurra es, obviamente, el quinto centenario de
la venida de las primeras unidades navales ibéricas a las tierras americanas, que será
rememorada el próximo año de 1992.
Este pedido de perdón del rey de España no es nada nuevo para él, que ya pidió perdón
al gobierno de Holanda por las tropelías cometidas el siglo XVI por los tercios españoles en los
Países Bajos, y que volvió a hacerlo ante los representantes de los pueblos árabe y judío, cuando
se realizo en el país ibérico la reunión de delegados de árabes, judíos y españoles, en
conmemoración de la expulsión de los musulmanes y los israelitas que vivían desde siglos atrás
en las tierras hispánicas y que fueron echados por la intolerancia de los reyes castellanos, en el
tan memorable Siglo XVI. El pueblo peruano merece un pedido de perdón no menor al que su
monarca les pidió a los pueblos árabe, holandés y judío, no solo porque el Perú es un país digno
como todos los demás, sino también porque las tropelías acá devinieron en genocidios, los que a
su turno sobrepasan inconmesuráblemente a las padecidas por los holandeses en el pasado y,
obviamente a la expulsión de los árabes y judíos de las tierras ibéricas.
Para terminar, señor embajador de España en el Perú, vamos a concretar resumidamente las
reclamaciones que le formulamos, son éstas:
A. Reclamaciones Pecuniarias:
B. Reclamación Moral:
Ella se contrae a una exigencia de perdón humilde y auténtico del mismo rey Español a
todo el pueblo peruano, por los genocidios, las tropelías, maltratos, vejaciones y abusos
sinfín cometidos por los invasores hispanos contra nuestro gran pueblo.