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El movimiento estudiantil en la Universidad de Sonora de 1970-1974: Un enfoque socio-histórico a partir del testimonio oral
El movimiento estudiantil en la Universidad de Sonora de 1970-1974: Un enfoque socio-histórico a partir del testimonio oral
El movimiento estudiantil en la Universidad de Sonora de 1970-1974: Un enfoque socio-histórico a partir del testimonio oral
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El movimiento estudiantil en la Universidad de Sonora de 1970-1974: Un enfoque socio-histórico a partir del testimonio oral

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A partir del testimonio oral de los testigos, se presenta una reconstrucción sociohistórica del movimiento estudiantil de 1970 a 1974 en la Universidad de Sonora. Se revisa el ambiente en el cual se originaron y desarrollaron los actores de dicho movimiento: dirigentes y líderes estudiantiles, maestros y funcionarios, periodistas y estudiosos de lo
LanguageEspañol
Release dateFeb 14, 2020
El movimiento estudiantil en la Universidad de Sonora de 1970-1974: Un enfoque socio-histórico a partir del testimonio oral

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    El movimiento estudiantil en la Universidad de Sonora de 1970-1974 - Joel Alfonso Verdugo Córdova

    Página legal

    ISBN: 978-607-8576-16-6 (Epub)

    El Colegio de Sonora

    Rectora: Catalina A. Denman

    Edición:

    Inés Martínez de Castro

    Diseño de portada:

    Guadalupe Zúñiga Elizalde

    Formación:

    Orfilia Arvizu Trujillo

    ISBN: 968-6755-45-4

    D.R. © 2004

    El Colegio de Sonora

    Obregón 54, Centro

    Hermosillo, Sonora, México

    C. P. 83000

    http://www.colson.edu.mx

    publicaciones@colson.edu.mx

    Edición en formato digital:

    Ave Editorial (www.aveeditorial.com)

    Hecho en México / Made in Mexico

    Introducción

    El presente trabajo tiene como objetivo la reconstrucción sociohistórica del movimiento estudiantil de 1970-1974 en la Universidad de Sonora a partir del testimonio oral de los testigos-protagonistas, así como revisar el ambiente cultural en el cual se originaron y desarrollaron los actores que participaron en dicho movimiento.

    Entendemos por reconstrucción sociohistórica aquella que indaga en la historia reciente (historia inmediata o contemporánea), sin la polémica generada por los historiadores puristas que ubican a la historia contemporánea en el terreno de la sociología. Dicha controversia no esta cerrada aún —como lo sostiene Martínez Assad—; la historia ha sido social desde su origen, pero ahora es una historia de actores y de movimientos sociales según los conceptos difundidos por la sociología.

    Es preciso advertir al lector que este trabajo no tiene pretensiones exhaustivas ni necesariamente interpretativas desde la óptica de la teoría social. Sólo pretende, modestamente, lograr una reconstrucción de los procesos y los sucesos, destacando el decir y el hacer de los actores, de un periodo álgido de la historia reciente de la Universidad de Sonora y de la región, donde la acción colectiva —entendida como conductas conflictivas fundamentales de un sistema social (Melucci, cit. por Guadarrama, 1992:412)—puso en disputa el control de los recursos materiales, la distribución de los papeles sociales y la hegemonía del orden político regional.

    Por otro lado, cuando hablamos de ambientación cultural, abordamos una definición de cultura más bien laxa o genérica, que tiene que ver con las creencias, los ideales, las normas y las tradiciones que colorean de manera particular y dan significado a la vida en ciertos contextos (Bobbio et al., 1994:415). Sin embargo, en este trabajo nos referimos en mayor medida a aquellas prácticas culturales que muchos autores definen como contracultura, esto es, aquellas creencias, normas, ideales, etcétera, que se opusieron a las dominantes en las décadas de los sesenta y setenta.

    Para la elaboración de este trabajo se contó con la colaboración y el testimonio oral¹ de dirigentes y líderes estudiantiles, maestros y funcionarios, periodistas y estudiosos de los movimientos sociales que vivieron como actores estos acontecimientos; además de la revisión, clasificación y análisis de otros documentos de la época y de estudios más recientes.

    En el aspecto metodológico, se recurrió a la entrevista de historia oral, ya que ésta, como herramienta de la investigación social, pretende, a través de la recolección de un universo de saberes privados, la construcción del sentido social de la conducta individual o del grupo de referencia de ese individuo (Delgado, 1994:228).

    Además, la entrevista de historia oral, en tanto conversación entre dos personas (constructo comunicativo), favorece la producción de un discurso conversacional, continuo y con una cierta línea argumental, que nos puede ser de utilidad para la reconstrucción de acciones pasadas, ya que brinda la posibilidad de recoger y analizar saberes sociales cristalizados en discursos que han sido construidos por la práctica directa y no mediada de los sujetos protagonistas de la acción (ibid.: 228-229).

    Los testimonios orales recogen los recuerdos de los protagonistas y ayudan al investigador a vislumbrar el mundo de la experiencia individual y colectiva en el pasado. Sin embargo, la información recabada debe ser considerada como un documento o una fuente que tiene que complementarse y cotejarse con otras que permitan situarla y criticarla. El problema que se plantea nos remite a la verificación, a la comparación con otras fuentes, al análisis crítico de otros documentos (tanto escritos como visuales y auditivos).

    Pudieran utilizarse otros métodos de investigación (análisis del discurso, de contenido, de la imagen, etcétera). No se emplearon en este trabajo, pero que seguramente pueden ser de gran utilidad en investigaciones posteriores sobre el tema.

    Si bien es cierto que el presente libro no pretende ni logra una visión interpretativa a la luz de las teorías sociológicas sobre los movimientos sociales del asunto en cuestión, consideramos importante utilizar parte de esta introducción para analizar someramente —a manera de información contextual— las distintas argumentaciones teóricas sobre el problema en cuestión: los movimientos sociales.

    Los movimientos estudiantiles como movimientos sociales pueden entenderse como un intento colectivo de promover un interés común, o de asegurar un objeto compartido, mediante la acción colectiva en el exterior de la esfera de las instituciones establecidas (Giddens, 1993:659-660). En la década de los sesenta y a principios de los setenta, los movimientos juveniles y principalmente los estudiantiles se dieron en casi todos los rincones del mundo.

    La reflexión teórica sobre los movimientos sociales —afirma Melucci (1999:25-54)— es mucho más pobre que la de los actores políticos. Sostiene que tal impasse de la teoría puede ser ejemplificado refiriéndose a dos tradiciones teóricas, el marxismo y la sociología estadounidense de inspiración funcionalista.

    La reflexión marxista, mediante la individualización de las contradicciones del sistema capitalista, ha buscado definir las condiciones para una transformación revolucionaria. Sin embargo, lo ha hecho ignorando los procesos de formación de las acciones colectivas, la completa articulación interna de los movimientos y la multiplicidad de posibles transformaciones de una protesta inmediata a un movimiento de clase (ibid.:25).

    Por otro lado, en la sociología estadounidense el análisis de los movimientos pasó por medio de los estudios del comportamiento colectivo, esto es, de fenómenos que van del pánico a las modas; del comportamiento de las multitudes hasta los movimientos revolucionarios (ibid.:26).

    Melucci sostiene que la referencia de sociólogos clásicos como Weber y Durkheim a los movimientos sociales es sólo indirecta, pese a la importancia de los planteamientos teóricos de tales autores. Es prioritario señalar en Weber la distinción entre carisma y estructura burocrática en la contraposición entre relaciones sociales con una estructura regulada por un sistema racional de normas, y relaciones donde prevalece el impulso emocional, la ruptura de las reglas cotidianas y la identificación efectiva con la acción (ibid.:26-27). También afirma que Durkheim nos habla de ‘estados de gran densidad moral’, de momentos de entusiasmo colectivo en los cuales el individuo se identifica con la sociedad y se eleva a un nivel superior de vida adhiriéndose a ideales generales (ibid.:27). Es en estos momentos cuando se dan —según Melucci— las grandes transformaciones sociales.

    Melucci resalta las aportaciones de teóricos del funcionalismo como Parson, Merton y Smelser, quienes contribuyeron a conceptualizar, desde su propia óptica, el comportamiento colectivo. De Smelser resalta (ibid.:28-33), entre otras aportaciones, lo referido las condiciones necesarias que originan la acción colectiva.

    Para Smelser son seis las condiciones que originan la acción colectiva y los movimientos sociales: la conductividad estructural (las condiciones sociales generales que promueven o inhiben la formación de los movimientos sociales); las tensiones estructurales (las tensiones o contradicciones que producen los intereses en conflicto dentro de las sociedades); la difusión de creencias generalizadas (la existencia de ideologías definidas); los factores precipitantes (los incidentes que disparan la acción directa de quienes llegan a estar involucrados en el movimiento); un grupo coordinado (que promueva la movilización); y el funcionamiento del control social (la búsqueda de consensos o uso de la fuerza de parte de las autoridades).

    Melucci concluye definiendo los movimientos sociales como formas de acción colectiva que abarca las siguientes dimensiones a) está basada en la solidaridad, b) desarrolla un conflicto y c) rompe los límites del sistema en que ocurre la acción. Antes que todo, la acción colectiva debe contener solidaridad, es decir, capacidad de los actores de reconocerse a sí mismos y de ser reconocidos como miembros del mismo sistema de relaciones sociales. [También] el conflicto, es decir, una situación en la cual dos adversarios se encuentran en oposición sobre un objeto común, en un campo disputado por ambos [...]. La tercera dimensión es la ruptura de los límites de compatibilidad de un sistema al que los actores involucrados se refieren. [...] forzando al sistema a ir más allá del rango de variaciones que su estructura puede tolerar. (ibid.:46-47).

    Por su lado, Touraine subraya que los movimientos sociales no surgen sólo como respuestas irracionales a las divisiones o injusticias sociales, sino que se desarrollan con puntos de vista y estrategias sobre cómo pueden superar éstas. Distingue tres características de los movimientos sociales: es identificable un principio de identidad; la definición de un adversario preciso, y que los objetivos, peticiones y demandas, así como el nivel del discurso guarden proporción con la magnitud de la acción que ha sido desencadenada (Zermeño, 1978:24-26).

    Sobre los movimientos estudiantiles en particular, destaca cuatro elementos que los caracterizan: es un movimiento de sectores modernos; va dirigido contra la institución universitaria; está ligado al problema generacional; y es más que todo culturalista.

    Rocío Guadarrama Olivera (1999:19-29) subraya que en Europa el surgimiento de los nuevos movimientos sociales, a finales de los años sesenta (estudiantiles, de género, pacifistas y ambientalistas), dio lugar a un enfoque que vino a llenar los huecos olvidados por la tradición estadounidense. El mayor esfuerzo en esta dirección fue propuesta por los sociólogos Alain Touraine yAlberto Melucci, cuya virtud estriba en haber compendiado las aportaciones precedentes y haberlas juntado en una propuesta propia con clara influencia de las teorías mayores como el marxismo, el estructuralismo, la teoría de los valores y la sistémica social (ibid.:22).

    La doctora Guadarrama Olivera sostiene además que las propuestas de los dos sociólogos europeos constituyen una importante contribución de síntesis teórica, pero no son la última palabra en la materia. Afirma que, a partir de discusiones de otras teorías como la de los sujetos sociales, la de la identidad colectiva y la de la cultura política—así como de otras realidades distintas a la de los países llamados desarrollados—, se logra establecer nuevas y fructíferas síntesis teóricas más adecuadas a las distintas formas de los movimientos sociales (ibid.:23).

    Concluyo estas breves líneas sobre la reflexión teórica de los movimientos sociales, enfatizando que las aportaciones teóricas esquematizados líneas arriba pudieran servir de base para la interpretación sociológica del movimiento estudiantil de la Universidad de Sonora de 1970 a 1974, pero tal posibilidad rebasa el objetivo trazado para este trabajo, que intenta abrir una brecha por donde estudios posteriores profundicen.

    El trabajo está constituido por ocho capítulos, además de la introducción, las conclusiones, un epílogo, las fuentes y dos anexos. En el capítulo 1 ofrecemos a manera de antecedentes una panorámica del Hermosillo de los años sesenta y principios de los setenta, resaltando el movimiento contracultural de una parte de la juventud de aquel tiempo, constituido en lo que conocemos como los azules y orgánicamente en el grupo Germen.

    En los capítulos del 2 al 7 ensayamos nuestra propuesta de periodización del movimiento estudiantil propiamente dicho, resaltando lo que llamamos puntos de inflexión,² esto es, los hechos de importancia cualitativa que sirven de referencia base en la periodización propuesta. Los puntos de inflexión se relacionan directamente con el origen, desarrollo y ocaso de uno de los actores protagónicos de este estudio, los activistas.

    En el segundo capítulo abordamos la ruptura con los aguiluchos (actores protagónicos del movimiento popular estudiantil de 1967) y marcamos la génesis del activismo.

    En el capítulo 3 relatamos la conformación de una nueva FEUS como organización estudiantil y la proponemos como la constitución del activismo. En el 4, retomamos la formación de la Comisión Mixta y subrayamos el ascenso del activismo. En el siguiente capítulo, el 5, apuntamos la destitución del rector Federico Sotelo Ortiz como el auge del activismo.

    En el sexto capítulo, analizamos la aprobación de la Ley Orgánica 103 y la relacionamos con la confrontación entre el activismo y el gobierno del estado. En el 7, revisamos la represión y desintegración del movimiento estudiantil como la debacle del activismo. Por último, en el capítulo 8, a manera de colofón, proponemos básicamente una tipología de los actores colectivos.

    Con respecto a dos anexos que acompañan la obra, si bien es cierto no es indispensable su lectura para la comprensión del asunto principal, si consideramos importante aportarlos como información contextual.

    En el anexo uno, Ambientación: el entorno cultural en los sesenta y principios de los setenta, abordamos la ambientación cultural imperante en esas décadas, tanto a nivel mundial como regional. Los movimientos juveniles que aparecen en esa época, contestatarios y contraculturales, tienen su repercusión en los jóvenes universitarios de Sonora y se reproducen con formas autóctonas de expresión. La sociedad de la opulencia en los países desarrollados generó en los jóvenes sesenteros formas inéditas de acción social que cuestionó al famoso establishment y produjo nuevas instituciones de significación imaginarias³ de la vida social.

    El mayo francés y el 2 de octubre mexicano, por citar sólo dos expresiones acabadas de movimientos juveniles-estudiantiles, así como el movimiento estudiantil de la Universidad de Sonora de principios de los setenta, apenas se logran entender si no comprendemos la tensión generacional y la producción conceptual que la llamada generación de la alineación (Heller, 1989:236-239) produjo.Además, se revisan la irrupción de los movimientos guerrilleros en casi toda América Latina y la influencia que tuvo el 68 entre los estudiantes mexicanos: el movimiento estudiantil en la Universidad Autónoma de Sinaloa, la aparición del movimiento enfermo y su influencia entre el estudiantado sonorense.

    En el anexo dos, Tipología de los actores colectivos, exponemos una tipología de los actores que participaron en los movimientos sociales y estudiantiles y que se ubicaban en las corrientes ideológicas en boga en la década de los setenta: la geometría política abría la gama de opciones donde izquierda, centro y derecha planteaban sus formas específicas y sus propios actores.

    Asimismo, quisiera proponer la creación y organización de un archivo público que contenga todos los documentos utilizados en la realización de este trabajo, así como los que se puedan ir anexando para completar tal archivo, y así facilitar las posteriores investigaciones de otras personas o instituciones que deseen indagar más puntualmente este periodo de la historia reciente de la Universidad de Sonora que tiene que ver con la historia de nuestro estado y de la región.

    Por último, agradezco infinitamente a mis amigos Armando Moreno Soto y Luis Rey Moreno Gil su desinteresada colaboración al poner a mi disposición sin condición alguna sus acervos particulares.

    J.V.

    Hermosillo, Sonora, mayo de 2003


    ¹ Se respetó lo más posible la declaración textual de los entrevistados.

    ² La propuesta de periodización se apoya en la identificación y ubicación de lo que llamo puntos de inflexión, esto es, los sucesos de importancia cualitativa que sirven de referencia base en la periodización utilizada en este trabajo. Reitero el carácter convencional de los puntos de inflexión, en el sentido de que son una construcción metodológica para guiar la explicación y el estudio del proceso histórico tema de interés del presente trabajo.

    ³ Frase de Cornelius Castoriadis cit. por Heller (1989:234).

    Reconstrucción sociohistórica

    del movimiento estudiantil de la

    Universidad de Sonora 1970-1974

    a partir de la historia oral

    En los siguientes capítulos proponemos una reconstrucción de los sucesos más importantes del movimiento estudiantil de 1970 a 1974 en la Universidad de Sonora, a partir de las entrevistas con los testigos y protagonistas de este hecho.

    Expondremos también los sucesos trascendentes, resaltando los puntos de inflexión, esto es, los hechos de importancia cualitativa que sirven de referencia base en la periodización propuesta en este trabajo. Además, los puntos de inflexión se relacionan directamente con el origen, desarrollo y ocaso de una parte de los actores protagónicos de este estudio, los activistas.

    También y a manera de antecedente, analizaremos la presencia de la contracultura en Sonora a finales de los sesenta y principios de los setenta; una parte de la juventud sonorense hizo eco de los movimientos juveniles que se presentaban en el mundo, utilizando formas propias de expresión. Finalmente, ensayaremos una tipología de los actores colectivos.

    Antes de entrar en materia, es importante subrayar lo que Rocío Guadarrama (1992) apunta sobre la conformación de los actores emergentes que irrumpieron en la década

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