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Tú conoces mi corazón
y conoces las heridas de mi historia.
Hoy, Padre,
te pido que por el amor
que le tienes a tu hijo Jesucristo,
derrames tu Santo Espíritu sobre mí,
Para que el calor de su amor sanador,
penetre en lo más íntimo de mi corazón.
Haz brotar en mi
los frutos de tu presencia.
Dame el fruto de tu Espíritu
que es amor, paz, alegría.
Padre
EmilianoTardif.
Después de laprueba
Señor Jesús:
Claudio de la Colombiere
Dios mío, estoy tan persuadido de que veláis sobre todos los
que en Vos esperan y de que nada puede faltar a quien de Vos
aguarda toda las cosas, que he resuelto vivir en adelante sin
cuidado alguno, descargando sobre Vos todas mis inquietudes.
Mas yo dormiré en paz y descansaré; porque Tú ¡Oh Señor! Y
sólo Tú, has asegurado mi esperanza.
Los hombres pueden despojarme de los bienes y de la reputación; las enfermedades
pueden quitarme las fuerzas y los medios de serviros; yo mismo puedo perder
vuestra gracia por el pecado; pero no perderé mi esperanza; la conservaré hasta el
último instante de mi vida y serán inútiles todos los esfuerzos de los demonios del
infierno para arrancármela. Dormiré y descansaré en paz.
Que otros esperen su felicidad de su riqueza o de sus talentos; que se apoyen sobre
la inocencia de su vida, o sobre el rigor de su penitencia, o sobre el número de sus
buenas obras, o sobre el fervor de sus oraciones. En cuanto a mí, Señor, toda mi
confianza es mi confianza misma. Porque Tú, Señor, solo Tú, has asegurado mi
esperanza.
A nadie engañó esta confianza. Ninguno de los que han esperado en el Señor ha
quedado frustrado en su confianza.
Por tanto, estoy seguro de que seré eternamente feliz, porque firmemente espero
serlo y porque de Vos ¡oh Dios mío! Es de Quien lo espero. En Ti esperé , Señor, y
jamás seré confundido.
Bien conozco ¡ah! Demasiado lo conozco, que soy frágil e inconstante; sé cuanto
pueden las tentaciones contra la virtud más firme; he visto caer los astros del cielo y
las columnas del firmamento; pero nada de esto puede aterrarme. Mientras
mantenga firme mi esperanza, me conservaré a cubierto de todas las calamidades; y
estoy seguro de esperar siempre, porque espero igualmente esta invariable
esperanza.
En fin, estoy seguro de que no puedo esperar con exceso de Vos y de que conseguiré
todo lo que hubiere esperado de Vos. Así, espero que me sostendréis en las más
rápidas y resbaladizas pendientes, que me fortaleceréis contra los más violentos
asaltos y que haréis triunfar mi flaqueza sobre mis más formidables enemigos.
Espero que me amaréis siempre y que yo os amaré sin interrupción ; y para llevar de
una vez toda mi esperanza tan lejos como puedo llevarla, os espero a Vos mismo de
Vos mismo ¡oh Creador mío! Para el tiempo y para la eternidad. Así sea.
La penitencia es una virtud que nos lleva a trabajar por eliminar de nuestra
vida todo aquello que nos separa del amor de Dios y del amor al prójimo. No
es un sentimiento, una experiencia emocional, sino mas bien un acto de la voluntad.
Muchos confunden la penitencia exclusivamente con actos externos de expiación, sin
embargo es toda una actitud interior.
Jesús, Tú eres el Amigo único y verdadero; no sólo compartes cada uno de mis
padecimientos, sino que lo tomas sobre Ti y conoces el secreto de transformármelo
en gozo. Me escuchas con bondad y, cuando te cuento mis amarguras, me las
suavizas.
Te encuentro en todo lugar, jamás te alejas y, si me veo obligado a cambiar de
residencia, te encuentro allí donde voy. Nunca te hartas de escucharme;, jamás te
cansas de hacerme bien. Si te amo, estoy seguro de ser correspondido; no tienes
necesidad de lo mío ni te empobreces al otorgarme tus dones. No obstante que soy
un hombre pobre, nadie (sea noble, inteligente o santo) podrá robarme tu amistad.
La misma muerte que separa a los amigos todos, me reunirá contigo.
Ninguna de las adversidades de la edad o del azar lograrán jamás alejarme de ti;
más bien, por el contrario, nunca gozaré con tanta plenitud de tu presencia ni jamás
me estarás tan cercano, cuanto en el momento en que todo parecerá conspirar
contra mi.
Sólo Tú aciertas a soportar mis defectos con extremada paciencia. Incluso mis
infidelidades e ingratitudes, aunque te ofenden, no te impiden estar siempre
dispuesto a concederme tu gracia y tu amor, si yo las deseo.
JESÚS, MI FUERZA
El octavo día de los Ejercicios Espirituales hechos en Londres en 1677, escribe que ha descubierto un
gran tesoro: una confianza ilimitada en Dios; y termina con esta oración (O.C. VI, pág. 113).
Esta certeza me basta para disipar en un momento mis angustias, y hacer frente a
ciertos sobresaltos de la naturaleza que, a veces, se despierta con tanto ardor que
no puedo menos de temer por mi perseverancia y asustarme ante la perfección a
que Tú, Señor me has llamado.
SEGUIRÉ ESPERANDO EN TI
Aunque resulte sorprendente, esta oración está contenida en la Carta 96 (O.C. VI, pág. 542) a su
Diré a todos que tu misericordia está muy por encima de cualquier malicia humana y
que ninguna maldad tendrá poder de cansarla; que ninguna recaída, por vergonzosa
y grave que sea, deberá llevar al pecador a desesperar de tu perdón.
Tu enemigo y enemigo mío cada día me tiende nuevos lazos; podrá llevarme a
perderlo todo, pero no la esperanza en tu misericordia. Aunque recayera cien veces y
mis culpas fuesen cien veces más terribles de lo que son, seguiría esperando en Ti.
HÁGASE TU VOLUNTAD
La santidad consiste en adecuarse a la voluntad del Señor, escribe en otro lugar. (Reflexiones cristianas
O.C. V, p. 4 01); al final de la disertación sobre este tema, invita a sus oyentes a besar las manos de
Jesús crucificado y meditar en las palabras que El dirigió al Padre en su agonía cruel en el huerto de
los Olivos: "No se haga mi voluntad sino la tuya" (Lc 22,42).
Acepto de buen grado esta adversidad en sí misma y en todas sus circunstancias. Así
que no me lamento del mal que habré de soportar ni de las personas que lo causan,
ni del modo en que me ha llegado, ni de la coyuntura de tiempo y lugar en que me
ha sobrevenido.
Porque estoy convencido de que Tú has querido estas circunstancias y prefiero morir
antes que oponerme en nada a tu querer.
SÍ, Dios mío, hágase tu voluntad en mí y en todos los hombres, hoy y en todo
momento, en el cielo y en la tierra. Cúmplase en la tierra como en el cielo. Amén.
DAME TU CORAZÓN
Esta oración concluye la disertación sobre el Corpus (Sermón 20º O.C. 11, p. 24). Anteriormente ha
dicho que el hombre está rodeado y asediado por los beneficios de Dios. Cada día el Señor enciende
nuevas brasas en torno a nuestro corazón para inflamarlo; no obstante esto, sigue frío para la
Eucaristía.
¿Qué harás, Señor, para vencer la obstinada indiferencia de los hombres? Te has
agotado en este misterio de amor; has ido tan lejos que, como comentan los Santos
Padres, has llegado hasta donde podía llegar tu Poder.
Si los contactos divinos con tu sagrada Carne no consiguen destruir este hechizo que
me seduce, en vano podré esperar en otro remedio de mayor fuerza.
A tan grande calamidad, sólo una salida encuentro: que me des otro corazón, un
corazón dócil, un corazón sensible, un corazón que no sea de mármol ni de bronce;
es menester que me concedas tu mismo Corazón.
Dios mío, ama a Jesús que está en mí en la medida en que me has amado a mí en
El. Haz que ya no viva sino por El para llegar a vivir eternamente con El en el cielo.
Amén.
Con la mayor sinceridad (al menos así lo espero) desde este momento deseo
olvidarme de mí mismo y de cuanto pueda tener relación conmigo, para eliminar
todo obstáculo que pueda impedirme entrar en tu Corazón divino que has tenido la
bondad de abrirme y en el que ansío entrar junto
con tus servidores más fieles, para vivir y morir invadido e inflamado por tu amor...
entrar en Ti. Y puesto que cuanto haré en adelante será tuyo, haz que no realice
nunca nada que no sea digno de Ti.
Enséñame qué debo hacer para llegar a la pureza de tu amor, del que me has
infundido tan gran deseo. Experimento una gran voluntad de complacerte, pero al
mismo tiempo me veo en la imposibilidad de realizarlo sin tu luz especial y tu ayuda.
Hazme inquebrantable ante todas las tentaciones, inexpugnable a todos los asaltos
de mis enemigos. Apriétame a Ti con lazos indisolubles; une mi voluntad a la tuya
con tanta fuerza que resulten una sola voluntad, de modo que la mía sea recta,
santa y sobre todo constante e inmutable como la tuya.
Y como no puedo vivir sino a través de Ti, haz que viva únicamente para Ti. Y, en
fin, alcánzame morir en tu alabanza y tu amor y, si es posible, de amor a Ti. Amen.
NOVENA DE LA CONFIANZA
Nuestro Señor Jesucristo sea nuestra fuerza y nuestra alegría, posea todo
su corazón y sea su único consuelo.
DÍA PRIMERO
Acto de confianza: Estoy tan convencido , Dios mío, de que velas sobre todos los que
esperan en Ti, y de que no puede faltar cosa alguna a quien aguarda de Ti todas las
cosas, que he determinado vivir de ahora en adelante sin ningún cuidado,
descargándome en Ti de todas mis solicitudes. "En paz me duermo y al punto
descanso, porque tu, Señor, me has afirmado singularmente en la esperanza" (Sal
4,10).
Lectura: He resuelto estudiar los medios para hacer recaer la conversación sobre
cosas que puedan edificar, sea quien sea aquel con quien me encuentre; de tal
modo, que nadie se separe de mi sin tener más conocimiento de Dios que cuando
llegó, y, si es posible, con mayor deseo de su salvación.
DÍA SEGUNDO
DÍA TERCERO
Acto de confianza: Que otros esperen la dicha de sus riquezas o de sus talentos, que
descansen otros en la inocencia de su vida, o en la aspereza de su penitencia, o en la
multitud de sus buenas obras, o en el fervor de sus oraciones; en cuanto a mi toda
mi confianza se funda en mi misma confianza: "Tu, Señor, me has afirmado
singularmente en la esperanza" (Salmo 4,10).
Propósito: "Si tu ojo fuere sencillo, todo tu cuerpo será claro" (Mt. 6,22).
No buscar sino a Dios, ni siquiera buscar sus bienes, sus gracias, las ventajas que en
su servicio se encuentran como la paz, la alegría, etc., sino a El.
DÍA CUARTO
Acto de confianza: Confianza semejante jamás salió fallida a nadie. "Nadie esperó en
el Señor y quedó confundido" (Ecles 2,11).
DÍA QUINTO
Lectura: No quiero temer ya ni las ilusiones, ni los artificios del demonio, ni mi propia
debilidad, ni mis indiscreciones, ni aun siquiera mi desconfianza; porque Vos debéis
ser mi fortaleza en todas mis cruces, y me prometisteis serio a proporción de mi
confianza. "Todo lo puedo en Aquel que me conforta" (Flp 4,13). Vos en todas partes
estáis en mi y yo en Vos; luego en cualquier parte que me encuentre, ante cualquier
peligro, cualquier enemigo que me amenace, tengo mi fuerza conmigo.
Propósito: Me promete Dios ser mi fortaleza, según la confianza que tenga en El. Por
esto he resuelto no poner límites a esta confianza y extenderla a todo. Me parece
que en lo sucesivo debo servirme de nuestro Señor como de un escudo que me
rodea, y que opondré a todos los dardos de mis enemigos.
DÍA SEXTO
Acto de confianza: Conocer, demasiado conozco que por mi soy frágil y mudable; sé
cuanto pueden las tentaciones contra las virtudes más robustas, he visto caer las
estrellas del cielo y las columnas del firmamento; pero nada de eso logra
acobardarme.
Lectura: Lo cierto es que, de todas las confianzas, la que más honra al Señor es la
de un pecador insigne que está tan persuadido de la misericordia infinita de Dios,
que todos sus pecados le parezcan como un átomo en presencia de esa misericordia.
DÍA SÉPTIMO
Lectura: No dude de que Dios le ha de dar por si, o por ese confesor, todo lo que le
sea necesario, ni de que nunca dejará perecer un alma que preferirla morir antes
que desagradarle. Le confieso que no pueda perdonar ni un instante de inquietud a
una sierva de Jesucristo. Es una gran injuria a su Señor, que soporta, conserva y
coima de bienes a sus mayores enemigos; piense si querrá perder a los que no
sueñan sino en servirle.
Propósito: Es necesario ser paciente con buena fe, y dulce como Jesucristo hasta el
fondo del alma. le recomiendo esta virtud sobre todas las cosas, es preciosa a los
ojos de Dios. Es dulce hablar de lo que se ama, pero más todavía con Jesucristo
dentro de su corazón.
DÍA OCTAVO
Acto de confianza: En fin, para mi es seguro que nunca será demasiado lo que
espere de Ti, y que nunca tendré menos de lo que hubiere esperado. Por tanto,
espero que me sostendrás firme en los riesgos más inminentes y me defenderás en
medio de los ataques más furiosos, y harás que mí flaqueza triunfe de los más
espantosos enemigos.
Lectura: Teme usted que Dios le mande pruebas que no pueda soportar; es un
pensamiento que le pasa por la imaginación, porque sí creyera que así lo siente no le
perdonaría esa desconfianza y el ultraje que haría a la sabiduría y a la bondad de
nuestro Señor. No llega a entender todavía que es El principalmente quien lo hace
todo en nosotros,, excepto los pecados, y que no debemos considerar ni nuestras
faltas ni nuestra debilidad, sino esperarlo todo de El.
Propósito: Bien se yo que sé Puede comulgar de tal forma que no se saque ningún
fruto; pero sostengo que eso no puede ser consecuencia de acercarse demasiado
frecuentemente. Creo que los que comulgan cada ocho días sin ser por eso mejores,
serían peores si comulgasen más de tarde en tarde; que ninguna indisposición,
exceptuando el pecado mortal, puede impedir el efecto del sacramento que es el de
santificar el alma, de darle fuerzas y vigor para hacer el bien y resistir al mal; que
como cada vez que se comulga se recibe un aumento de mérito y de gracia habitual,
es necesario que una comunión nos disponga para aprovecharnos de otra; y, por
consiguiente, cuantas más comuniones se hacen, más se está en disposición de
aprovechar de las que se deben hacer.
DÍA NOVENO
ANTES DE DORMIR
`Oh, Jesús, Vos conocíais mi miseria antes de fijar en mí Vuestros ojos, y ella, lejos
de hacéroslos apartar, ha hecho que me amaseis con tanta ternura y delicadeza. Os
pido perdón de lo mal que he correspondido hoy a Vuestro amor, y Os suplico me
perdonéis y purifiquéis mis acciones en Vuestra Sangre Divina´.
`Me pesa haberos ofendido porque sois infinitamente santo. Me arrepiento con toda
mi alma y prometo hacer cuanto me sea posible para no caer más en las mismas
faltas”.
JACULATORIA
A LA SAGRADA FAMILIA
Súplicas que pueden ser utilizadas privadamente por los fieles en la lucha
contra el poder de las tinieblas
Oraciones
2. Dios todopoderoso,
que das cobijo a los afligidos en tu casa
y conduces a los cautivos a la prosperidad,
mira mi aflicción
y ven en mi auxilio;
derrota al enemigo malvado,
para que, una vez vencida la acción del adversario,
la libertad me conduzca a la paz,
de modo que restablecido en la piedad serena,
proclame que eres admirable
Tú que diste fuerza a tu pueblo.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amen
Invocaciones a la Trinidad
b)
Letanías
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros / por mí.
San Miguel, ruega por nosotros / por mí.
San Gabriel, ruega por nosotros / por- mí.
San Rafael, ruega por nosotros / por mí.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros / por mí.
San Juan Bautista, ruega por nosotros / por mí.
San José, ruega por nosotros / por mí.
San Pedro, ruega por nosotros / por mí.
San Pablo, ruega por nosotros / por mí.
San Juan, ruega por nosotros / por mí.
Todos los santos Apóstoles, rogad por nosotros / por mí.
Santa María Magdalena, ruega por nosotros / por mí.
LA ORACIÓN DE LA MAÑANA
PARA OBTENER LA AYUDA DEL SEÑOR
Audencia General, Juan Pablo II, 30 de mayo de 2001
A ti te suplico, Señor:
por la mañana escucharás mi voz,
por la mañana te expongo mi causa,
y me quedo aguardando.
"Nadie, salvo la Iglesia, posee esa confianza" (san Jerónimo, Tractatus LIX in psalmos, 5, 27: PL
26, 829). Y san Agustín, refiriéndose al título que se halla al inicio del salmo, un título que en su
versión latina reza: "Para aquella que recibe la herencia", explica: "Se trata, por consiguiente, de
la Iglesia, que recibe en herencia la vida eterna por medio de nuestro Señor Jesucristo, de modo
que posee a Dios mismo, se adhiere a él, y encuentra en él su felicidad, de acuerdo con lo que
está escrito: "Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra" (Mt 5, 4)"
Enarrationes in Psalmos, 5: CCL 38, 1, 2-3).
2. Como acontece a menudo en los salmos de súplica dirigidos al Señor para que libre a los
fieles del mal, son tres los personajes que entran en escena en este salmo. El primero es Dios
(v. 2-7), el Tú por excelencia del salmo, al que el orante se dirige con confianza. Frente a las
pesadillas de una jornada dura y tal vez peligrosa, destaca una certeza. El Señor es un Dios
coherente, riguroso en lo que respecta a la injusticia y ajeno a cualquier componenda con el
mal: "Tú no eres un Dios que ame la maldad" (v. 5).
Una larga lista de personas malas -el malvado, el arrogante, el malhechor, el mentiroso, el
sanguinario y el traicionero- desfila ante la mirada del Señor. Él es el Dios santo y justo, y está
siempre de parte de quienes siguen los caminos de la verdad y del amor, mientras que se opone
a quienes escogen "los senderos que llevan al reino de las sombras" (cf. Pr 2, 18). Por eso el fiel
no se siente solo y abandonado al afrontar la ciudad, penetrando en la sociedad y en el torbellino
de las vicisitudes diarias.
La oración matutina en el templo proporciona al fiel una fortaleza interior que le permite afrontar
un mundo a menudo hostil. El Señor mismo lo tomará de la mano y lo guiará por las sendas de la
ciudad, más aún, le "allanará el camino", como dice el salmista con una imagen sencilla pero
sugestiva. En el original hebreo, esta serena confianza se funda en dos términos (hésed y
sedaqáh): "misericordia o fidelidad", por una parte, y "justicia o salvación", por otra. Son las
palabras típicas para celebrar la alianza que une al Señor con su pueblo y con cada uno de sus
fieles.
4. Por último, se perfila en el horizonte la oscura figura del tercer actor de este drama diario: son
los enemigos, los malvados, que ya se habían insinuado en los versículos anteriores. Después
del "Tú" de Dios y del "Yo" del orante, viene ahora un "Ellos" que alude a una masa hostil,
símbolo del mal del mundo (vv. 10 y 11). Su fisonomía se presenta sobre la base de un elemento
fundamental en la comunicación social: la palabra. Cuatro elementos -boca, corazón, garganta y
lengua- expresan la radicalidad de la malicia que encierran sus opciones. En su boca no hay
sinceridad, su corazón es siempre perverso, su garganta es un sepulcro abierto, que sólo quiere
la muerte, y su lengua es seductora, pero "está llena de veneno mortífero" (St 3, 8).
5. Después de este retrato crudo y realista del perverso que atenta contra el justo, el salmista
invoca la condena divina en un versículo (v. 11), que la liturgia cristiana omite, queriendo así
conformarse a la revelación neotestamentaria del amor misericordioso, el cual ofrece incluso al
malvado la posibilidad de conversión.
La oración del salmista culmina en un final lleno de luz y de paz (v. 12-13), después del oscuro
perfil del pecador que acaba de dibujar. Una gran serenidad y alegría embarga a quien es fiel al
Señor. La jornada que se abre ahora ante el creyente, aun en medio de fatigas y ansias,
resplandecerá siempre con el sol de la bendición divina. Al salmista, que conoce a fondo el
corazón y el estilo de Dios, no le cabe la menor duda: "Tú, Señor, bendices al justo y como un
escudo lo cubre tu favor" (v. 13).
PLEGARIAS DE LIBERACIÓN
Plegaria de Liberación
Oh, Señor, tú eres grande, tú eres Dios, tú eres Padre, nosotros te rogamos, por la
intercesión y con la ayuda de los arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel, que nuestros
hermanos y hermanas sean liberados del maligno que los ha esclavizado.
Oh, santos, venid todos en nuestra ayuda.
Oh, Señor, que dijiste “la paz os dejo, mi paz os doy”, por la intercesión de la Virgen
María concédenos ser librados de toda maldición y gozar siempre de tu paz. Por
Cristo Nuestro Señor. ¡Amén!
ORACION DE LIBERACION
Monseñor Morales
Señor nuestro Jesucristo te adoro, te alabo, te bendigo, gracias por tu infinito amor
por el que te has hecho uno de nosotros naciendo de la Virgen María y por el que
subiste a la Cruz para dar tu vida por nosotros.
Con tu sangre preciosísima brotada de tus pies y de tus manos traspasados por los
clavos: cúbrenos, séllanos, lávanos, purifícanos, libéranos, destruye en nosotros todo
pecado, toda iniquidad, todo poder maligno, todo poder satánico.
Con tu sangre preciosísima brotada de todo tu cuerpo llagado por los azotes:
cúbrenos, séllanos, lávanos, purifícanos, libéranos, destruye en nosotros todo
pecado, toda iniquidad, todo poder maligno, todo poder satánico.
Palabra de Dios...
(La siguiente oración puede rezarse dividida en partes como esta indicado)
Padre o Madre:
Dios de compasión y amor paciente, acompaña todos los que tienen miedo y dales el
valor de vivir el Evangelio de Vida.
Acompaña Señor todas las madres, especialmente aquellas que son jóvenes, las que
están solas, golpeadas o son victimas de la adicción: sana las heridas de sus
corazones, transfórmalas y séllalas con tu amor.
Acompaña Señor todos los niños, aquellos que están por nacer, los que son mas
pequeños y frágiles: arrúllalos con tu amor.
Padre o Madre:
Acompaña Señor todos los padres, especialmente aquellos que son jóvenes, los que
están confundidos, los que sienten miedo o tienen resentimientos. Dales Señor tu
fuerza y tu sabiduría y la gracia de abrazar con generosidad el llamado a la
paternidad.
Oremos...
Padre o Madre:
Desde el principio, Señor, tu has bendecido a la creación con vida abundante.
Derrama sobre nuestra familia esas mismas bendiciones, que unidos en mutuo amor,
santidad y compromiso del uno con el otro, podamos proclamar el Evangelio de Vida
en todo lo que somos y todo lo que hagamos. Te pedimos esto por Jesucristo
Nuestro Señor.
Todos: Amen
Los padres bendicen a cada niño haciendo la señal de la Cruz en la frente. (Se recomienda usar agua
bendita.)
ORACIONES BÁSICAS
ACTO DE CONTRICCION | ACTO PENITENCIAL | ANGELUS | AVE MARIA |
CREDO
DOXOLOGIA (Gloria) | MAGNIFICAT | PADRE NUESTRO | ROSARIO |
SALVE | SEÑAL DE LA CRUZ
merecí
y por el cielo que perdí; San Cipriano sobre el Padre
pero mucho mas me pesa porque Nuestro
pecando ofendí un Dios tan Juan Pablo II sobre el Padre
bueno y tan grande como vos; Nuestro
antes querría haber muerto que Padre Nuestro en arameo
haberle ofendido, (lengua de Jesús)
y propongo firmemente ayudado Padre Nuestro en mas de
por tu divina gracia, 100 idiomas
no pecar mas y evitar las
ocasiones próximas de pecado.
Amen SEÑAL DE LA CRUZ
signo de la redención
Explicación
ACTO PENITENCIAL
Por la señal de la Santa
Yo confieso ante Dios Cruz,
Todopoderoso de nuestros enemigos,
y ante ustedes, hermanos, líbranos Señor Dios nuestro.
que he pecado mucho En el nombre del Padre
de pensamiento, palabra, obra y y del Hijo y del Espíritu
omisión: Santo.
EL CREDO
Contiene las verdades y misterios de nuestra Fe católica
Comparación del contenido de los dos credos
Credo de los Apóstoles Credo de Nicea-
explicación Constantinopla
Padre Dios Todopoderoso, fuente de la salud y del consuelo, que has dicho
"Yo soy el que te da la salud" (Exodo 15,26). Acudimos a ti en este
momento en el que por la enfermedad experimentamos la fragilidad de
nuestros cuerpos. Ten piedad Señor de los que estamos sin fuerza (cf Salmo
6), "devuélvenos la salud y quedaremos sanos" (Jer 17,14). Has efectivos
los tratamientos médicos (cf Ec 38, 1-15). Líbranos de los efectos
secundarios de la medicina y haz lo que la medicina no puede hacer.
Realiza un milagro de tu amor y concédenos la salud del cuerpo, la paz en
el alma, para que libres de toda enfermedad y recobradas las fuerzas,
podamos servirte mejor a ti y a nuestros hermanos (cf Lucas 4, 38-39). Lo
pedimos en el nombre de tu Hijo Jesucristo, con la Virgen María nuestra
madre, orando en la fuerza del Espíritu Santo, a ti que vives y reinas por los
siglos de los siglos. Amén.
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el
fuego de tu amor. Envía Señor tu Espíritu y danos nueva vida. Y renueva la
faz de la tierra. Dígnate escuchar mis súplicas, y envianos tus dones, como
los enviaste sobre los Apóstoles el día de Pentecostés.
Espíritu Sempiterno, te ruego me llenes del don de Ciencia, y así vivir para
los valores eternos.
LLAMADA DE EMERGENCIA
AMEN.
El día que mi padre se enteró que tenía cáncer vi por primera vez en mi
vida su rostro resquebrajarse de miedo y de dolor. Pasé la noche con
el y antes de que mi hermano y mi madre se fueran me dijo: "Mi Reina,
yo no sé rezar." Yo le contesté que si sabía, que rezar era muy
sencillo, que era simplemente como quien habla con su padre como yo
lo había hecho muchas veces con el. Le dije, "cuando yo hablo con
usted me dirijo a usted con mucho cariño y le digo Papi, así pues usted
diríjase a su Padre Celestial con amor, dígale Querido Padre o
Santísimo Señor, algo bonito que le diga cuanto usted lo ama. Dele
después las gracias por la vida plena que le ha concedido, por su
esposa, sus hijos, sus logros y todo lo que ha aprendido, y luego pídale
de corazón lo que usted desee. Finalmente pídale que le perdone
cualquier ofensa y pídaselo todo en nombre de su Hijo Jesús, pues
Este nos prometió que cualesquiera cosa que le pidiéramos al Padre de
corazón, en nombre del Hijo, nos será concedido." Mi padre me miró
con lágrimas en sus ojos azules y me pidió que yo dijera la oración por
el. Así lo hice, y pedí que Dios le concediera a mi padre las fuerzas
para luchar contra esta terrible enfermedad y vencerla. Cuando acabé
mi padre agregó a la oración "Dios mío, por favor ayúdame a guiar bien
a mis hijos en el corto tiempo que me queda, a dejar mis asuntos en
orden para que sobre ellos no caiga ningún problema por mi cuenta.
Cuando yo falte ilumínalos tu Señor. Ellos, los seis, y sus hijos, y esta
mujer, mi esposa (mi madre), son la razón de mi vida, de mi ser. Si ya
no tengo fuerzas para darles dales Tu Señor todo el amor que tengo
para todos ellos." Mi padre murió siete semanas después en mis
brazos, rodeado de su madre, su esposa y sus hijos. Yo cerré sus ojos
y momentos antes de morir aquella agonizante muerte le susurre en el
oído "Váyase tranquilo y descanse, deje de sufrir que Dios ha
escuchado su plegaria y aquí todos estamos bien y llevaremos siempre
el gran amor eterno del mejor padre terrenal que Dios nos pudo dar."
Mi padre murió el 25 de Enero de 1999 y no hay día de Dios que no
viva su amor en mi. Gracias Papi.
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las pala
nuestro
Tí.
Bendic
para qu
espíritu
Bendic
porque
Señor q
en tu m
en nues
PLEGARIA MATINAL
Señor, bendice la tierra que se despierta;
bendice a la ciudad y a los suburbios;
a los ricos,
para que piensen en los otros...
a los pobres,
para que se amen y se esfuercen por superarse.
ORACIÓN
Padre, te pido que bendigas a mis amigos que leen esto ahora
mismo, les reveles nuevamente Tu amor y Tu poder.
que por él te alcancen la gloria y el poder en el Espíritu Santo, ahora y por los siglos de los siglos.
Amén
Del Eucologio de Serapión
de compasión y sacrificio,
Amén.
Otorga la ayuda de tu bondad, Oh Dios, a nuestros hermanos enfermos, pues tu único Hijo, al
obedecer a tu voluntad de amor, quiso cargar con el peso de nuestra enfermedad y de nuestra
debilidad. Haz que gocen del consuelo prometido a los afligidos que unen su propio padecer con el de
Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Plegaria cristiana
Por la curación
Cúrame, Señor.
Cúrame el cuerpo,
cúrame el corazón,
cúrame el alma.
Dame la vida, la vida en abundancia.
Te lo pido por la intercesión
de María Santísima, tu madre,
la virgen de los dolores,
que se postró a los pies de la cruz;
que fue la primera en contemplar tus llagas santas
y que nos diste por madre.
Si buscas milagros, mira, la muerte, el error, la miseria, la lepra, el demonio, todos huyen; mira, los
enfermos se curan.
El mar se calma, las cadenas se rompen; jóvenes y viejos piden y recuperan los miembros y las cosas
perdidas.
Desaparecen los peligros, cesa la necesidad; habla quien ha sido auxiliado, hablan los paduanos.
El mar se calma, las cadenas se rompen; jóvenes y viejos piden y recuperan los miembros y las cosas
perdidas.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, así como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos
de los siglos. Amén.
Ruega por nosotros, oh beato Antonio, para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
De la devoción popular
Budismo
Cúranos, Señor, y estaremos curados; sálvanos, y seremos salvos; por eso a Ti te alabamos. Envía
alivio y curación para nuestras enfermedades, sufrimientos y heridas, pues Tú eres sanador
misericordioso y fiel. Bendito seas, Señor, que curas al enfermo.
Concede, Señor,
a todos los que sufren,
tu espíritu de sanación,
tu espíritu de vida,
tu espíritu de paz y de esperanza,
de valor y paciencia.
Extirpa de ellos
el espíritu de ansiedad y temor;
concédeles perfecta confianza y esperanza en Ti,
que en tu luz puedan ver la luz,
por Jesucristo Nuestro Señor.
Anónimo
Etta Gullick
Señor, Dios de misericordia, dígnate a extender tus manos para curar a todos los enfermos; hazlos
dignos de la salud; libéralos de la enfermedad. Que sean curados en nombre de tu único Hijo; que
este santo nombre sea el remedio que les salve y santifique. Que por él te alcancen la gloria y el
poder, en el Espíritu Santo, ahora y por los siglos de los siglos.
Amén.
Glorioso San Cayetano, aclamado por todos los pueblos padre de providencia porque socorres con
grandes milagros a cuantos te invocan en sus necesidades: acudo a tu altar, suplicando que
presentes al Señor los deseos que confiadamente deposito en tus manos.
Haz que estas gracias, que ahora te pido, me ayuden a buscar siempre el Reino de Dios y su Justicia,
que viste de hermosura las flores del campo y alimenta con largueza las aves del cielo me dará las
demás cosas por añadidura.
Amén.
Bendice mi Trabajo
“Te doy gracias, Señor,
porque puedo trabajar.
Bendice mis labores y las de
mis compañeros.
Danos la gracia de conocerte a través
del trabajo de todos los días.
Ayúdanos a ser servidores
incansables de los demás.
Ayúdanos a hacer de nuestro
trabajo una oración.
Ayúdanos a descubrir en el trabajo
una posibilidad de construir
un mundo mejor.
Maestro, como el único que puede
saciar nuestra sed de justicia,
concédenos la gracia de liberarnos
de toda vanidad y de ser humildes.
Te doy gracias, Señor,
porque puedo trabajar. Amén."
Ayúdanos, Señor:
Ya que nuestra salvación sólo puede venir de hombres honestos y buenos,
Infunde en el corazón de nuestros prójimos
El sentido de la justicia, de la honestidad,
y de la Caridad.
Amén.
SALMO 23
EL SEÑOR ES MI PASTOR
SALMO 91 (90)
ORACIÓN DE PROTECCION
Oración del creyente que repite su certeza: Dios protege al que confía en él. "A mis
ovejas les doy la vida eterna; nadie las arrancará de la mano de mi padre"
SALMO 41 (40)
ORACION DE UN ENFERMO ABANDONADO.
Enfermo, burlado, traicionado: así es el que dice esta oración. Tal vez lo conozcamos
y esté a nuestro lado esperando consuelo.