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Volumen 8 de la colección Más Cuentos de la Mitología Griega. Adaptaciones de mitos de la literatura griega, realizadas por Graciela Montes y publicadas con ilustraciones de Liliana Mendez. La edición es de 1997 y fue por Odo/Gramón Colihue y Página 12. La colección "Más Cuentos de la Mitología Griega" incluye los siguientes volúmenes: Orfeo, el que volvió del infierno / El rey Midas / El rapto de Perséfone / Pigmalión y la mujer estatua / Circe, la hechicera / Los amores de Zeus / Monstruos / Narciso
Volumen 8 de la colección Más Cuentos de la Mitología Griega. Adaptaciones de mitos de la literatura griega, realizadas por Graciela Montes y publicadas con ilustraciones de Liliana Mendez. La edición es de 1997 y fue por Odo/Gramón Colihue y Página 12. La colección "Más Cuentos de la Mitología Griega" incluye los siguientes volúmenes: Orfeo, el que volvió del infierno / El rey Midas / El rapto de Perséfone / Pigmalión y la mujer estatua / Circe, la hechicera / Los amores de Zeus / Monstruos / Narciso
Volumen 8 de la colección Más Cuentos de la Mitología Griega. Adaptaciones de mitos de la literatura griega, realizadas por Graciela Montes y publicadas con ilustraciones de Liliana Mendez. La edición es de 1997 y fue por Odo/Gramón Colihue y Página 12. La colección "Más Cuentos de la Mitología Griega" incluye los siguientes volúmenes: Orfeo, el que volvió del infierno / El rey Midas / El rapto de Perséfone / Pigmalión y la mujer estatua / Circe, la hechicera / Los amores de Zeus / Monstruos / Narciso
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(altos de Gracie Moses Dias de Lilian etnies)
‘Mis cumos ne La wrrovocia enuec
(ot Gs Meas be Ma)
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(laos de Grail Mons. ibs de ia Menénder)
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(ets de Grail Montes. Dijon Se Osa Rost)
(Canautenos ne La Mesa ReoNDA
(Retuos de Gracia Mone Dios de Ox Res)
Los cuesras ne Prana
(rac de Graciela Mantes Dib de Se)
Avoanaas oe Juan nt Zonno
(Reta Homo Clement, Dit de Taba)
Los vases ne Guuver
(Aapacon de RogeaC Pardes Dio de Sa)
Fiputas pe Esoro
(esa de Heber Cardoso Dior de Mar Gt)
2
les
‘isrbuidor exclusive: Edisons Cathe, Din Vals $125, (1406),
‘eens Are ena Tain (9888448
See ea Pagina/12La Mak DE CUENTos Més cuentos de la Mitologia Griega
NARCISO
Relatos de
GRACIELA MONTES
Dibujos de,
LILIANA MENENDEZ,‘Liss griegos desconfiaban de los espejos.
Decian que encontrarse con el doble podta
ser muy peligroso. Tal vez, cuando decfan
eso, pensaban en Narciso.
Narciso era hermoso. Siempre, desde
nifio, lo habfa sido. Cuando su padre, el dios-
1fo Ceftio lo llevaba en andas hasta la orilla
del mar, 0 cuando su madre, la ninfa
Leirfope, lo Hevaba a recoger castafias al
‘monte, provocaba la admiracién de todos
‘cuantos se cruzaban con ellos por el cami-
no, Tenfa los cabellos dorados, unos gran-
des y profundos ojos verdes y un rostro de-
licado y perfecto, Todo era armonioso en 1,
cada trozo de su cuerpo, cada movimiento,
cada gesto,
Ay, hijo mfo ~decia Leirfope~ je6mo
puede ser que seas tan hermoso?Leirfope tenia miedo de tanta belleza. Sa-
bia que la mucha belleza o la mucha destre-
za a veces ponfa celosos a los dioses del
Olimpo. La pobre Aracne se habfa vanaglo-
riado de tejer mejor que Atenea y habia ter-
‘minado convertida en arafia. Niobe estaba
demasiado orgullosa de sus siete hijos y sus
siete hijas y Latona, la madre de Apolo y
Artemisa, se los habfa arrebatado todos, uno
auno,
Fue a ver a Tiresias. Tiresias era un adivi-
no ciego. No vefa lo que otros vefan, ni la
luz del sol, nila hierba del prado, ni el vue-
lo de los pajaros en el cielo. Pero tenfa bien
abiertos otros ojos més secretos, y con ellos
vefa el destino, eso para lo que todos los
demés eran ciegos. Se decfa que era espe-
cialmente sabio porque habia sido hombre,
mujer y luego hombre de nuevo, razén por
Ja cual era capaz. de penetrar en todos los
misterios. Todos en Grecia, hasta los olim-
picos, lo consultaban.
Estaba sentado a la entrada de una gruta.
Los ojos sin pupila, blancos, extraordinaria-
mente quietos, y sin embargo saludé a
Leirfope por su nombre y respondié asu pre-
gunta antes de que ella la formulara.
Tu hijo, Leirfope ~le dijo a la madre-nin-fa preocupada-, ser muy amado, de eso
estoy bien seguro.
“iY seré feliz? -pregunt6 la madre, te-
merosa siempre del castigo de los dioses,
Hubo un silencio.
~{Feliz? —repiti6 Tiresias-. Sf, también
serd feli
=LY su vida serd larga?
El adivino parecié ensombrecerse.
=No lo sé, puede que sf, puede que no.
Puede vivir muchos afios siempre y cuando...
{Siempre y cuando....? repiti6 Leirfope.
Siempre y cuando no se ande mirando
enel espejo.
Leirfope habfa sentido miedo por un mo-
‘mento, pero enseguida recuperé Ia calma.
Narciso viva en el bosque. Seria cazador y
‘miraba en el espejo. Los humanos buscaban
| ver su propia imagen, pero las ninfas y los
faunos y los dioses, no, nunca los habfan
necesitado.
Y asi fue. Narciso se cri6 en el bosque,
F aprendié a usar el arco y la flecha y se hizo
cazador. ¥ ningtin dios, al parecer, se sinti6.
agredido por su belleza. Es més, hasta tenia
sus madrinas en el Olimpo: Artemisa y
Afrodita, las dos buenas cazadoras, que lo
protegian y le seftalaban las presas.Pero Narciso seguia siendo bello, bellfsi-
mo, demasiado bello. Bastaba verlo para
‘enamorarse de él sin remedio.
Las j6venes ninfas del bosque comenza-
ron a perseguirlo.
Loespiaban por entre las hojas de los sau-
ces cuando lo vefan pasar, y luego escapa-
ban riendo.
10
Las mas audaces se le acercaban y le pro-
‘metian su amor. Otras le arrebataban el car-
caj para obligarlo a correr tras ellas. O lo
acariciaban a hurtadillas con sus cabellos
hiimedos. Lo llamaban con mil nombres y
Ie deslizaban palabras de amor en el ofdo.
auPero hubo una que lo amé més que nadie.
Se amaba Eco y era suave y timida, con
‘una dulce voz. Amé en silencio al cazador
durante muchos dias. Lo segufa como una
sombra, Si Narciso tensaba el arco, ella gra-
baba en su memoria la curva de sus hom-
bros. Si corria bajo los Srboles, admiraba la
fuerza de sus muslos, la agilidad de su talle.
Se extasiaba en los labios y en el modo en
‘que se entreabrian en una sonrisa cuando la
flecha daba en el blanco. De noche, cuando
Narciso no estaba, pasaba las horas evocan-
do el tono de su piel, 1a forma en que los
rizos cafan sobre la frente. Imaginaba que
el cazador la persegufa por el hosque como
hacia con los ciervos y que ella se dejaba
atrapar y envolver con fuerza entre los bra-
208.
Un dfa cobré énimos y lo llamé. Le dijo:
~iNarciso!
Narciso se dio vuelta:
=i Quién me Hama?
Eco tuvo miedo y se escondi6.
Narciso volvi6 a su tarea. Estaba tallando
flechas a la orilla de un arroyo que bajaba
vertiginoso de la montafia pero Iuego se
amansaba al llegar al bosque. Era su sitio
favorito, umbroso y amable. Con el tiempo
12el agua habia ido cavando un lecho no de-
masiado ancho pero sf profundo, y avanza-
ba serena por entre los gruesos troncos de
sauces y castaiios,
En las estrechas orillas, hechas de un limo
muy blando, crecfan algunos juncos.
Narciso levanté los ojos de su tarea y los
fij6 en el agua. Se sentia bien solo. Por al-
gin motivo, que no sabfa bien cual era, no
habfa buscado nunca la compaiifa de las nin-
fas, Se daba cuenta de que eran hermosas,
pero él no las necesitaba.
~iNarciso! —volvi6 a lamar Eco desde su
escondite.
Narciso no respondi6, pero se puso de pie
y parecia enojado.
\Otra vez las ninfas! ~protest6, buscan-
do.con los ojos entre el follaje-. jFuera! ;No
quiero verlas! ;Yame tienen cansado! ;Quie-
ro que se vayan y me dejen tranquilo, eso
quiero!Eco deseaba decirle que ella lo amaba, que
Jo amarfa siempre, que no era una ninfa bur-
Iona, Pero no pudo. Fue tanta Ia angustia
que sintié al ver a su amor asf, furioso, que
s6lo atin6 a repetir:
~i-..quiero!
~gPor qué serén tan tontas estas ninfas?
Eco suspiré:
=... ninfas.
~Y ésta, la més tonta de todas.
... todas —repiti6 Eco, y se puso a llorar
ensilencio,
Se daba cuenta de que habia perdido sus
palabras para siempre, y que, de entonces
en més, s6lo podfa recoger las migajas de
las palabras de otros.
Narciso se volvi6 a sentar a la orilla del
arroyo y siguié tallando sus flechas.
Al rato volvi6 a levantar la vista del tra-
bajo y una vez més fij6 los ojos en el agua.
uvFlufa mansa con s6lo algunas hojitas secas
‘como barquitos floténdole encima. Dejé la
flecha en el suelo y se inclin6 sobre ella, para
lumbrar el fondo. Vio un rostro hermosi-
simo. Mucho més hermoso del que hubiera
‘visto nunca, Mas hermoso que el de su ma-
dre, que era hermosa. Mas hermoso que el
de cualquiera de las ninfas que lo persegufan.
~iCuéinta belleza! -suspir6, deslumbrado.
Y luego, enardecido, se dirigié al joven
del agua. Dijo:
iNo puedo dejar de mirarte, bellisimo
amigo! ;Quiero conocerte! ;Tocarte!
Hablaba con una vehemencia nueva en él,
olvidado por completo de sus flechas.
EL joven del arroyo movia los labios tam-
bién, pero el agua acaflaba sus palabras.
Entonces Narciso se acereé atin més y
srité:
{Te quiero, te quiero, te quiero!
Eco repetfa desde detras del tronco de un
gran castaf
quiero... quiero... quiero...
Narciso, en su emocién, crey6 tal vez que
era la voz del joven atravesando el ahogo
del agua.
En ese instante asom6 entre el follaje una
corzuela, brincando sobre las hojas y sedien-
19ta seguramente, porque corria hacia el arro-
yo. Pasé sin temor junto a Eco, que se afe-
traba a su Arbol y parecia formar parte del
tronco. Pero se sobresalté al toparse con el
cazador que, olvidado de su carcaj, su arco
y sus flechas, grité una vez més “Te quie-
rol”, acercando sus labios al agua. Sintié
miedo, interrumpié su carrera y se detuvo
con brusquedad en Ia orilla. Luego pegs
media vuelta en el aire y sali6 disparada de
‘nuevo hacia la espesura del bosque. Fue un
instante apenas, pero se conmovis la esce-
na, Los cascos de la corzuela, al golpear
contra la tierra blanda de la orilla, salpica-
ron barro, hojas y pequeiias piedras sobre la
corriente.
El agua del arroyo se agit6, perdi su bri-
Io, y el bello joven desapareci6 de la vista.
20~iAy, se ha ido! ~suspiré Narciso-, Se ha
ido sin hablarme siquiera. ;Ay, qué desgra-
ciado soy, se ha ido.
YY, mientras también él se alejaba, apena-
do, pensando en el bello desconocido, Eco
Jo seguia de lejos con la mirada, y repetfa,
2
en su delicada voz. de ninfa, cada vez mas
triste y més leve:
=... ido... ido... ido.
Leirfope encontré a su hijo demasiado
pensativo.
{Qué te pasa, hijo mfo? {El bosque ya
no te alegra?
~Sfque me alegra. jLo amo! Amo el bos-
que mas que nada porque en el bosque hay
alguien de rostro tan bello, pero tan bello
que ya nunca podré olvidarlo,
Leirfope se sonri6, pensando que alguna
linda ninfa habfa atravesado por fin el cora-
z6n solitario de su hijo Narciso.-Entonces tendrés que volver maiiana
para buscar a ese alguien que tu corazén
afiora -le dijo.
Narciso volvi6, y se sent6 una vez més a
laorilla del arroyo. En el mismo recodo, jun-
to al tronco del mismo Arbol. Pero esta vez
no se puso a tallar flechas sino que de inme-
diato se acereé al agua.
Elsol iba subiendo y la superficie del arro-
yo se vefa luminosa y quieta.
Se inclin6 un poco més, miré hacia el fon-
do, y ahi estaba el joven otra vez, el bello de
toda belleza.
~iAy, qué hermoso es, qué hermoso!
iQuiero estar con él! {Quiero estar con él
Eco, trepada a un sauce, confundiendo sus
largos cabellos plateados con las linguidas
amas, extendfa sus brazos hacia el vacfo y
Tepetia:
=... Vida... vida... vida...
Narciso no la escuchaba, o confundia su
voz con susurro de la brisa contra las ho-
jas, con el rodar del agua sobre las piedras.
25Sélo_pensaba en el joven, sélo él lo con- co suspiraba:
movia =... imo... amo... amo,
Quiso tocar ese rostro que lo seduefa sin Narciso se aproximé aun mds a la super-
remedio, y hundié su mano en el agua. ficie del agua diciendo:
La superficie se agit6, pero al momento
recuper6 su calma, Entonces pudo ver que
también el otro extendfa su mano para to-
carlo. {Qué emocién tan intensa!
También é1 me quiere! ;Y sabe que lo
=..,juntos... juntos... juntos...
Los labios del joven del agua afloraron
casi hasta Hegar a la superfice. Bastaba in-
clinarse apenas un poco més y los labios se
juntarfan,
Y Narciso se incliné.
De repente sintié el frfo del agua en el
‘mentén y retrocedié sobresaltado. Pero el
26 Abello rostro estaba siempre ahi, de algdn
modo lo Hamaba
~iVoy! ~dijo, como respondiendo al Ila-
mado-. No nos separaremos nunca...
Y hundié su rostro en el agua del arroyo.
Eco quiso salvarlo, Hamarlo por su nom-
bre. Pero ya no tenfa fuerza ni palabras.
Confundida con el follaje del sauce, sélo
atinaba a repetir:
~...munea.... nunca... nunca... “con una
‘voz que ya casi no era voz, sino puro viento,
Por un momento Narciso crey6 sentir en
28
su piel la piel del otro y en sus labios el beso
més bello y més deseado.
Fue un instante apenas. Luego el cuerpo
entero, entregado, se deslizé hacia el agua.
‘No hubo ninguna agitacién, ningiin chapo-
teo. Sélo el agua profunda que devoraba al
enamorado y ya comenzaba a llevarlo len-
tamente rio abajo, mucho més allé del bos-
que, rumbo al mar por parajes desconoci-
dos.
Eco lloré amargamente en la orilla. Cuan-do algunas horas después Leiriope legé
hasta el sitio, alarmada por la ausencia del
hijo, segufa llorando sin consuelo.
~{Dénde esté mi hijo? ~pregunt6 la ma-
dre, con la certeza de una desgracia,
Y Eco repiti
= «hijo... hijo... hijo.
La joven ninfa estaba arrodillada en la
orilla, y con los largos cabellos acariciaba
elagua.
Leirfope se incliné también sobre el es-
pejo del agua, comprendié el misterio de esa
muerte prematura y también ella se eché a
Morar sin consuelo,
Las légrimas de Eco y de Leiriope cafan
sobre el limo blando de las orillas donde
segufan estando el arco y el carcaj lleno de
flechas de Narciso,
Sucedié algo extraiio. Al dia siguiente
comenzaron a crecer allf unas flores nunca
antes vistas. Eran amarillas y muy bellas.
Brotaban muy cerca del agua y, cuando la
brisa las agitaba, se bamboleaban amorosas
sobre el agua. La corola, muy delicada y de
color azafranado, recordaba unos labios en-
treabiertos.
31En todas ls librerias
La Mar de Cuentos
Un viaje alos mundos imaginarios
ss espléndidos de la humanidad
Cunnros pe a naroLocta camca
(Relate de Grails Mone, ibe de iam Menénd2)
‘Mis cumros oe La srrovocts omic
ie Cs Me gs dein Mei)
‘Cursos oe 4s Ma v Una Nocues
(Relate de Grace Monies, Dito de ian Menéaden)
Hisrontat pe LA BELA
(Reltos de Gri Montes Dios de Oca Rous)
‘Canatenos De LA Misa RxponDs
(Relate de Gracil Montes, Dib de Ona ej)
Los comeras ne Pensaut
(xascdn de Gris Montes Dibsjos Sa)
Annas ve Juan. ZorKo
(Retaog de onc Clemente. Dib de Tabs)
Los vans pe Geuiven
‘natacin de Rogelio C. Pees. Dib de Sat
FisuLas ve Esoro
(ern de Heber Caos Dies de Mart ia)
rami Caine oe
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(25) Boece Are Arn, Tv 988-4191 418