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Reg Nº: 19
Chehin Alvarado, Elvis Rene Siesquen Samillan y Ronald Veliz Chuica por
considerarlos prima facie autores penalmente responsables del delito de tenencia
de estupefacientes con fines de comercialización (art. 5º, inciso “c” de la ley
23.737) con la circunstancia agravante por el número de personas que prevé el
artículo 11 inciso “c” de la misma ley.
II. En el recurso la defensa impugnó las tareas de prospección
realizadas por la prevención. Denunció una contradicción entre las versiones de
los distintos preventores plasmadas en las actas que fueron agregadas al
expediente. En relación con Chehin Alvarado señaló que las indicaciones de los
preventores eran tendenciosas, ya que no se encontraba acreditado que su
identidad se correspondiera con la de los individuos visualizados durante las
tareas desarrolladas en las inmediaciones del local “Las tres niñas”. Por lo tanto,
de acuerdo con lo señalado no estaría justificada en esas pruebas la imputación
que pesaba sobre el nombrado, como así tampoco la agravante del artículo 11
inciso “c” de la ley 23.737 impuesta a los imputados. En cuanto a Siesquen
Samillan y Veliz Chuica cuestionó las conclusiones que se desprendieron de las
circunstancias de los allanamientos del local y su domicilio, de sus respectivas
detenciones así como los dichos de los preventores respecto a los consumidores
que habrían visto salir del restaurant.
Con fecha 7 de enero de 2009 la defensa se presentó ante el
Tribunal en los términos del artículo 454 del CPPN e informó en forma oral. En
el informe desarrolló los agravios expresados en el recurso de apelación. En este
sentido, cuestionó la identificación del imputado Chehin Alvarado. Señaló que
su individualización como el sujeto que tenía “pelo largo” no se correspondía
con la realidad, puesto que, como refirió el letrado, Alvarado tiene pelo corto. A
tal efecto se remitió a la fotografía del nombrado obrante a fs. 287 de las
actuaciones principales. Además, agregó que la identificación de Alvarado,
realizada en sede judicial por el preventor Banaclocha (fs. 398 de las actuaciones
principales), fue inducida por el magistrado a quo de manera tendenciosa.
También cuestionó las pruebas derivadas de las actuaciones
que fueron acumuladas a las presentes, es decir, aquellas en las que fueron
detenidos diferentes individuos en las inmediaciones del restaurant en posesión
de sustancias estupefacientes (en este contexto hizo referencia a las causas
caratuladas “Larluz” y “Treibas”). Señaló que de ellas no se desprendía que los
sujetos aprehendidos tuvieran una relación previa con el local “Las tres niñas”.
El letrado, a su vez, denunció de falso testimonio a los preventores que
estuvieron a cargo de las tareas de prospección. En apoyo de ello, y en dirección
a desacreditar las pruebas emergentes de las tareas de prospección, señaló que
tanto el preventor Banaclocha (a fs. 394 de las actuaciones principales) como el
preventor Espinoza (a fs. 359 de las actuaciones principales) dieron cuenta
paralelamente de la detención de un individuo de nombre Pagoto que habría
ingresado al restaurant investigado y a quien, a su egreso, le secuestraron droga
en el mismo día y con una diferencia horaria de quince minutos. Señaló, además,
que los efectivos brindaron referencias contrapuestas sobre las circunstancias de
modo, tiempo y lugar en las que el individuo en cuestión fue visto entrar y salir
del local. El letrado puso en tela de juicio las versiones de los preventores con
base en la imposibilidad de que ambos pudieran haber llevado a cabo la
detención del mismo individuo, en el mismo día, con una diferencia horaria de
quince minutos –en efecto, se preguntó si hubo dos detenciones-, así como
también, en las diferencias detectadas en ambas declaraciones respecto a las
circunstancias que rodearon la detención.
Por último, al finalizar su alegato, el letrado se refirió al
imputado Alvarado –quien se encontraba presente en aquel momento de la
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audiencia- y refirió que aquél era el individuo sindicado por la prevención como
el de “tez trigueña”.
III. En las presentes actuaciones se investigó el restaurant
peruano ubicado en la calle Agüero 317 de esta ciudad de nombre “Las tres
niñas” donde, de acuerdo a las constancias de autos, se habrían comercializado
sustancias estupefacientes.
Durante la instrucción y, luego de que el Agente Fiscal diera
impulso a la presente investigación (v. fs. 16 de las actuaciones principales), el
magistrado a quo encomendó a la División de Operaciones Metropolitanas,
Superintendencia de Drogas Peligrosas, tareas de prospección sobre el restaurant
denunciado. Como consecuencia de estas medidas se detectó que en el local se
llevaban a cabo actividades compatibles con el comercio de estupefacientes y, en
ese contexto, fueron individualizados por sus características físicas, entre otros,
USO OFICIAL
nombrado Alvarado.
En relación con la identificación en sede judicial realizada por
el inspector Banaclocha debe atenderse al agravio de la defensa.
En este sentido, al observar la declaración de fs. 398 de las
actuaciones principales, se desprende que el preventor procedió al
reconocimiento de Alvarado, tras que le fuera mostrada sólo una fotografía (la
fotografía obrante a fs. 287 de las actuaciones principales) y se le haya requerido
que dijera si lo reconocía como el masculino de contextura robusta gruesa, de
cabellos largos oscuros. Bajo tales circunstancias el reconocimiento practicado
no puede tenerse como válidamente efectuado y contraviene los preceptos del
Código Procesal Penal de la Nación que establece que el reconocimiento de un
individuo debe practicarse poniendo a la vista de quien haya de verificar, la
fotografía de la persona que deba ser identificada junto a la de otras dos o más
USO OFICIAL
personas (v. art. 274 del CPPN). En este sentido, la finalidad del reconocimiento
no es sugerir una respuesta, por el contrario, lo que la ley exige es que el testigo,
mediante el procedimiento psíquico basado en la percepción y en la memoria,
por una operación lógica deduzca lo que no puede saber a través de lo que ve
(Daray, R y Navarro, G., Código Procesal Penal de la Nación, Ed. Hammurabi,
Bs. As., p.664). Por lo tanto, el reconocimiento practicado en autos al soslayar
los requisitos formales prescriptos no puede ser valorado en contra del imputado
para concluir en una decisión judicial que lo perjudique (cfr. Maier, J., Derecho
Procesal Penal, T. I, Ed. Del puerto, Bs. As., 1999, p. 700) y debe ser anulado
(cfr. arts. 174, 166 y ccdtes. Del CPPN).
Ahora bien, analizados los agravios de la defensa no cabe sino
concluir que el temperamento del magistrado, de acuerdo con las constancias de
la causa, resulta acertado.
Así, en lo que respecta a la situación procesal de Veliz
Chuica y de Siesquen Samillán los elementos valorados resultan apropiados para
afirmar provisionalmente la vinculación de los imputados con los hechos
investigados. En este sentido, debe mencionarse que se acreditó que los
nombrados se desempeñaban laboralmente en el restaurant (encargado en el caso
del primero y mesero en el caso del segundo) y que tenían como residencia el
domicilio de la calle Sarmiento allanado, donde se secuestraron sustancias
estupefacientes y otros elementos afines con su distribución y fraccionamiento.
Además, los resultados de las tareas de prospección dieron cuenta de las
frecuentes visitas de individuos por un breve lapso de tiempo en el interior del
local –oportunidad en la que intercambiaron pequeños elementos con los
imputados-, las que resultan incompatibles con el consumo propio de los clientes
de un restaurant. Estas circunstancias fueron corroboradas por las impresiones
fílmicas obtenidas, así como por las detenciones practicadas en las
inmediaciones del local.
En el caso de Alvarado, la nulidad de su reconocimiento en
sede judicial no alcanza a echar por tierra su identificación ni el resto de pruebas
de cargo en su contra. Ello se debe a que el reconocimiento efectuado por el
preventor Banaclocha constituye un elemento probatorio independiente y
estanco, por lo que su nulidad no acarrea la de otras pruebas obtenidas por vías
disímiles, tales como, las tareas de prospección y las impresiones fílmicas
agregadas al legajo (Fallos: 308:733).
En este sentido, es posible confirmar la intervención de
Alvarado en la maniobra investigada, a partir de las versiones de los preventores
y de los videos producidos, en donde aparece el nombrado y se vislumbra la
concurrencia al local de varios individuos que permanecen allí por un breve
lapso de tiempo (v. impresiones fílmicas del DVD agregado a fs. 395 de las
actuaciones principales). Por otra parte, a los elementos de cargo señalados
respecto de sus consortes de causa, debe sumarse que se constató que Alvarado
se desempeñaba como cocinero y que dentro del local la ubicación de la cocina
se encontraba próxima a un mostrador donde durante el allanamiento fue
secuestrada parte del material estupefaciente y elementos relacionados con su
fraccionamiento (en particular, se secuestró cocaína sobre la cocina, debajo de un
ladrillo refractario en la cocina, de la heladera, debajo del mostrador y elementos
relacionados con su fraccionamiento en una riñonera sobre la barra del local, ver
acta de fs. 412 de las actuaciones principales).
En virtud de lo expuesto, la decisión del magistrado en cuanto
tiene por acreditado prima facie la tenencia del material estupefaciente con fines
de comercialización, así como la intervención en aquella actividad de tres
personas, resulta acertada.
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