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Oriente - Occidente

Conferencia impartida por el maestro Dokushô Villalba durante el Congreso "Tercer


Milenio: ¿El retorno de la utopía?" que tuvo lugar en el Palau de la Música dela ciudad de
Valencia, entre el 28 y el 30 de mayo 2000, organizado por la Fundación Valencia III
Milenio.

1º. ¿Qué entendemos por “Oriente” y por “Occidente”?

Según el D.R.A.E.:

Oriente: Del lat. oriens, -entis, p. a. de oriri, aparecer, nacer.

1. m. Nacimiento de una cosa.

2. n. p. m. Punto cardinal del horizonte, por donde nace o aparece el Sol en los
equinoccios.

3. m. Lugar de la Tierra o de la esfera celeste que, respecto de otro con el cual se


compara, cae hacia donde sale el Sol.

4. Asia y las regiones inmediatas a ella de Europa y África.

Occidente: Del lat. occidens, -entis, p. a. de occidere, caer.

1. n. p. m. Punto cardinal del horizonte por donde se pone el Sol en los días
equinocciales.

2. fig. Conjunto de naciones de la parte occidental de Europa.

3. m. Lugar de la esfera celeste o región de la Tierra que, respecto de otro con el cual se
compara, cae hacia donde se pone el Sol.

4. fig. Conjunto de países de varios continentes, cuyas lenguas y culturas tienen su origen
principal en Europa.

La aserción que mas nos interesa para el tema que nos reúne hoy aquí parece ser la
cuarta, según la cual, entendemos por “Occidente” un conjunto de países, cuyas lenguas,
culturas y religiones tienen su origen principal en Europa”, y por “Oriente” un conjunto de
países, cuyas lenguas, culturas y religiones tienen su origen en Asia”.

No obstante, esta definición no deja de ser engañosa. En primer lugar porque,


remontándonos a la antigüedad, podemos constatar que muchas culturas y lenguas
occidentales y orientales tienen un origen común, como por ejemplo la civilización aria de
los indoeuropeos, que se extendió desde el Norte de India hasta Gran Bretaña y desde
las llanuras siberianas hasta el Mediterráneo.

En segundo lugar porque tanto la “etiqueta” ‘Occidente’ como la que designamos como
‘Oriente’ incluyen culturas, lenguas y religiones muy diversas entre sí y, en muchos casos,
algunas de estas culturas, lenguas o religiones proceden de lugares geográficos o de
ámbitos culturales distintos a los aceptados como “Occidente” u “Oriente”. Tomemos el
caso de la cultura occidental en España: culturas celtas e iberas, fenicia (procedente de
Asia Menor), cartaginesa (procedente del Norte de África), griega (procedente del oriente
de occidente), religión cristiana (procedente de Oriente Medio), visigoda (procedente del
Norte de Europa), religión y cultura musulmana (procedente tanto del Norte de África
como de Oriente Medio), culturas nativas americanas (procedentes del occidente
Occidental), materialismo capitalista made in USA (procedente del occidente Occidental
también) etc.

Por su parte, lo que llamamos “Oriente” es al mismo tiempo, un conjunto muy variado de
civilizaciones y culturas, las cuales son a veces tan diferentes entre sí, (aunque hayan
interactuado históricamente), como puedan ser las llamadas genéricamente culturales
occidentales y orientales.

Como casi siempre, las etiquetas “Oriente” y “Occidente” no definen nada. No obstante,
puesto que tenemos que hablar de Occidente y de Oriente, permítaseme hacer mi propia
definición de ambos términos.

Defino “Occidente” como un conjunto de culturas que han estado y están marcadas por
las siguientes influencias:

- Religiones y culturas pre-cristianas de carácter mágico-animista.

- Civilización griega.

- Civilización romana.

- Cristianismo.

- Racionalismo (positivismo, ciencias)

- Ideales de la Revolución Francesa.

- Desarrollo tecnológico basado en las ciencias.

- Desarrollo político basado en los Derechos Humanos Individuales.

Defino “Oriente” como un conjunto de culturas que han estado y están marcadas por las
siguientes influencias:

- Religiones y culturas de carácter mágico-animista.

- Tantrismo pre-ario.

- Hinduismo (del que surge el Budismo, el Jainismo y el Yoga Vedanta).

- Civilización china antigua (de la que surge el Confucionismo y el Taoísmo)

Entre ambos extremos, encontramos otras culturas medio-orientales y/o medio-


occidentales que participan tanto de ciertos aspectos de las culturas occidentales como
de las orientales, como puede ser el caso del Judaísmo, del Zoroastrismo y del Islam.

Aún así, no hay que considerar a estos dos bloques como culturas estancas y
nítidamente diferenciadas, pues a lo largo de la historia ha habido innumerables
contactos e influencias mutuas entre todas ellas, desde el corredor Occidente-Oriente
creado por Alejandro Magno, hasta la transfusión cultural mutua que tuvo lugar con las
grandes colonizaciones de los siglos XVII, XVIII y XIX, pasando por el canal creado por
Marco Polo, sin olvidar la famosa Ruta de la Seda.

A pesar de que la influencia mutua Occidente-Oriente ha sido constante a lo largo de la


historia, hasta el siglo XX, esta influencia ha estado marcada por un sentido dominante en
la dirección Occidente hacia Oriente, al menos en el terreno filosófico y espiritual, tal vez
debido a la compulsión de dominación colonial que la civilización europea experimentó
desde el siglo XV.

Ha sido sólo en el siglo XX cuando el Occidente cristiano, científico y tecnológico ha


comenzado a recibir de forma socialmente amplia las influencias filosóficas, religiosas,
espirituales y artísticas de Oriente. Antes de pasar a analizar los principales puntos de
influencia actual entre Oriente y Occidente, me gustaría acudir a un mito lakota que,
desde mi punto de vista, ilustra de una forma amplia el sentido y el porqué de este
intercambio.

2º. El mito lakota de las Cuatro Flechas.

Según este mito, que me contó mi amigo y hermano espiritual Aurelio Díaz Tekpankalli,
jefe espiritual de la Iglesia Nativa Americana de Itzachilatlan, hace mucho mucho tiempo,
la humanidad entera era una sola y misma familia, unida por una conciencia común. Los
jefes espirituales tuvieron una visión según la cual la humanidad tenía que dividirse en
cuatro partes con el fin de que cada una de ella explorase un determinado aspecto de la
condición humana. Así, fueron lanzadas cuatro flechas mágicas hacia las cuatro
direcciones cardinales y la gente, dividida en cuatro familias, recibió el encargo de ir a
buscar esas flechas y de volver al centro común. Los que siguieran la flecha lanzada
hacia el Norte deberían explorar y desarrollar la inteligencia racional, los que siguieran la
flecha lanzada hacia el Sur, deberían explorar y desarrollar la conciencia corporal, los que
siguieran la flecha lanzada hacia el Este, deberían explorar y desarrollar la conexión con
el Espíritu, los que siguieran la flecha lanzada hacia el Oeste, deberían explorar y
desarrollar el Corazón o los vínculos emocionales entre todos los seres. La visión incluía
una profecía: la nueva Humanidad surgiría cuando las cuatro familias volvieran a unirse
para poner en común el fruto de su exploración y de su desarrollo. Para los jefes
espirituales lakotas de la actualidad, el siglo XXI es el momento histórico en el que la
profecía va a realizarse.

Un mito es un mito, ya lo sabemos. Carece de valor científico e histórico y no debe ser


juzgado con los criterios de la mente racional. No obstante, el mito moviliza en nosotros
un impulso y proporciona una comprensión íntima que la mente racional es incapaz de
generar.

Mi interpretación de este mito es la siguiente: A pesar de las aparentes diferencias, todas


las culturas no son más que diferentes aspectos de una misma Humanidad, es decir, de
la condición humana. Ninguna cultura puede pretender poseer la Verdad Absoluta, así
como ninguna religión ni filosofía ni ideología puede autoproclamarse como representante
de la Única Verdad. Atendiendo al mito lakota, y aún corriendo el riesgo de una excesiva
simplificación, podemos observar, en efecto, que la raza blanca (procedente del Norte) ha
desarrollado enormemente la percepción racionalista de la realidad, lo que ha dado lugar
al desarrollo de las ciencias, y de sus aplicaciones tecnológicas. Al mismo tiempo, parece
ser que la raza negra (situada en el Sur) es la que conserva la mayor fortaleza biológica,
la mayor conciencia corporal. Así mismo, podríamos decir que las culturas situadas en el
Oriente son las que han desarrollados la más sofisticada y avanzada tecnología interior
gracias a la cual es posible la conexión con el Espíritu. Y por último, es conocida la
sensibilidad que los nativos americanos han desarrollado en su relación con el resto de
los seres vivos que conformaron sus nichos ecológicos.

Tal vez haya llegado el momento, propiciado por la velocidad y la calidad de los sistemas
de comunicación, en el que las distintas familias que conforman la Humanidad pongamos
en común los logros alcanzados y limemos los excesos cometidos. Siento que la relación
Oriente-Occidente debería ser concebida desde esta óptica.

3º. Siglo XXI: Oriente en Occidente, Occidente en Oriente.

En el siglo XX, Oriente llegó por fin a Occidente. No es mi intención entrar en detalles
sobre porqué y cómo, dado que no soy ni sociólogo, ni historiador. Sólo quiero señalar
que la irrupción socialmente amplia de las filosofías orientales en Occidente tuvo lugar en
los años sesentas, gracias al movimiento hippie. Sería un interesante tema de estudio y
disertación la reflexión acerca de porqué fue el movimiento hippie la puerta de entrada de
las filosofías orientales en Occidente (primero en USA, después en Europa). Pero esto
quedará para otra ocasión.

Desde mi punto de vista, el hecho es el siguiente: Las vías espirituales orientales han
llegado a Occidente y han venido para quedarse. Las preguntas pueden ser las
siguientes?:

A) ¿Qué están aportando las tradiciones espirituales orientales a Occidente?

Aspectos positivos:

1. Recuperación de la conciencia corporal. El cuerpo como templo del espíritu.


Espiritualización del cuerpo y corporeización del espíritu. Sacralización de la sexualidad
(Yoga, meditaciones corporales diversas, taichi, chikung, medicina tradicional china,
tantrismo).

2. Una nueva intelectualidad basada en la relativización de las categorías intelectuales


(Principio de la Interdependencia). (Doctrinas budistas, taoístas, hinduistas de la no-
dualidad, Dialéctica de la Vacuidad de Nagarjuna, doctrina advaita (no-dual) del Vedanta,
etc.

3. Métodos psicosomáticos que permiten la trascendencia de la mente conceptual-


analítica-dualista, al mismo tiempo que permiten experimentar la naturaleza espiritual no-
dual de la realidad. (experiencia versus creencia). Ejemplos: técnicas yógicas, técnicas de
meditación budista, taoísta, hinduistas, etc.

Aspectos negativos:

1. Modelos de relaciones humanas medievales (patriarcalismo, marginación de la mujer,


feudalismo espiritual).

2. Superstición y creencias mágicas pre-racionales, elevadas al rango de verdades


trascendentales.

3. Pasividad ante la injusticia social, desinterés por el “imperativo histórico” (Ortega y


Gasset) entendido como compromiso con la realidad histórica, en aras de una falsa
trascendencia de lo inmanente.

Peligros.
1. Fascinación por los aspectos más superficiales y pre-racionales de la espiritualidad
oriental (exotismo, etnicismo, superstición).

2. Narcisismo espiritual. Pasividad narcisista ante el compromiso social.

3. Superficialidad y evasión. Cambiar un envoltorio por otro sin profundizar en lo esencial.

B) ¿Qué está portando la tradición socio-cultural-espiritual occidental a Oriente?

Aspectos positivos.

1. Racionalidad y aplicación del pensamiento racional a los niveles básicos de la vida


humana: ciencia (exactas, físicas, sociología, economía) aplicaciones tecnológicas,
sicología profunda (dinámica del inconsciente).

2. Derechos Humanos: Dignidad de la persona.

3. Compromiso social contra la desigualdad y la injusticia.

Aspectos negativos.

1. Dictadura racionalista: reducción de la complejidad humana a lógicas racionalistas.

2. Dominación colonial en los ámbitos social, económico, cultural y religioso.

3. Individualismo.

Peligros.

1. Imposición de una dictadura racionalista-economicista-individualista.

2. Globalización entendida como una imposición etnocéntrica occidental al resto de las


culturas del planeta.

3. En resumen, dominación y uniformalización de la riqueza cultural, social y espiritual de


las familias humanas por parte del modelo “occidental”.

4º. ¿Qué puede aportar el intercambio Oriente-Occidente a la utopía de un presente y de


un futuro mejor?

1º. Desde mi punto de vista, uno de los frutos más importantes de la interrelación
Occidente-Oriente es la concepción de un desarrollo espiritual (experiencia de la realidad
trascendente) sin negar el pensamiento racional (la ciencia) (la experiencia de la realidad
inmanente).

El pensamiento crítico, analítico, racional, histórico, está depurando a las tradiciones


espirituales orientales de cargas innecesarias tales como supersticiones, creencias pre-
racionales, etc.
A la inversa, la espiritualidad oriental, basada principalmente en la experiencia de estados
superiores de conciencia, está dando al pensamiento racional occidental la oportunidad
de trascenderse a sí mismo, sin negarse, permitiendo el acceso a estados superiores de
Conocimiento trans-racional.
El conflicto recurrente en Occidente entre Razón y Fe, queda superado en el encuentro
entre la Ciencia Occidental y la Espiritualidad Oriental, dado que ésta no basa su sistema
religioso en la fe ni en la creencia sino en la experiencia. Y, aunque ambas experiencias
no sean idénticas, básicamente no hay contradicción entre la experiencia de la realidad
de un científico y la experiencia de la realidad de un ser espiritualmente realizado, tal y
como se está poniendo de manifiesto en los múltiples encuentros que están manteniendo
científicos occidentales de primer orden con líderes espirituales orientales. Este
encuentro entre realidad trascendente y realidad inmanente no se está dando solamente
entre líderes religiosos orientales y científicos occidentales sino también entre muchos
occidentales y orientales comprometidos con el desarrollo espiritual al mismo tiempo que
con la realidad social.

2º. La superación del conflicto mente-cuerpo, o espíritu-materia, o cerebro-conciencia.

3º. La asunción definitiva de un paradigma basado en la interdependencia, como ley


fundamental de la existencia.

5º. ¿Es posible la utopía?

Según el Diccionario de la RAE: “Utopía: Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que
aparece como irrealizable en el momento de su formulación”.

Mi utopía es la perfecta integración de los cuatro niveles (corporal, emocional, mental y


espiritual) en cada ser humano. Esta integración supone una auténtica revolución interior
que debe ser experimentada por cada individuo. Esta revolución interior se manifestará
necesariamente como revolución exterior (social, política, económica), dentro de cada
cultura o sistema social. Lo cual, volviendo al mito lakota, favorecerá el encuentro de “las
cuatro flechas” y el nacimiento de una conciencia global en la familia humana.

El lema de esta utopía podría ser algo así como “Integración interior-integración exterior”
o “Integración individual-integración colectiva”.

Para que se produzca este integración cada familia humana tiene el deber y el derecho
moral de aportar sus mejores logros y de relativizar sus excesos a la luz de los logros de
las demás culturas. Creo que caminamos hacia una civilización planetaria, hacia un
mestizaje de culturas, cuyos primeros síntomas se observan ya de una forma
rudimentaria aún (y amenazada todavía por el peligro de la dominación etnocéntrica).
Desde este punto de vista la influencia mutua Oriente-Occidente (y también Norte-Sur) no
sólo es posible sino necesaria e imprescindible para que las cuatro flechas vuelvan a
unirse y dar paso a una sola Humanidad Integrada en un Planeta habitable para todos los
seres vivos.

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