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Finalmente, en la maana del 29 de junio de 1823 pronunci la frase "Si mil vidas
tuviera gustoso las dara por mi patria" y luego fue fusilado en el pasaje de la Plaza de
Armas de Lima que ahora tiene su nombre:Pasaje Olaya.
Seguramente fue el ejemplo del esposo y sus hijos lo que impuls a Mara a
trabajar tambin por la causa libertadora. Como ella no saba escribir, le dictaba a un
amigo de confianza llamado Matas Madrid, las cartas que remita a su marido con la
finalidad de informarles de los movimientos y los planes del enemigo; informacin que
Mariano comunicaba de inmediato al patriota Quiroz. As, por ejemplo, los patriotas
pudieron abandonar el pueblo de Quilcamachay, el 29 de marzo de 1822; al da siguiente
el pueblo fue ocupado por los realistas, y all se encontr una de esas misivas, olvidada
por descuido en la chamarra de un guerrillero. Descubierta entonces, Mara fue apresada
el 30 de marzo en Huamanga y conminada a delatar a sus colaboradores. Pero ella se
mantuvo en heroico silencio. Finalmente, Carratal orden su fusilamiento.
Custodiada por fuerzas de la guarnicin realista, Mara fue llevada en procesin en
torno a la plaza huamanguina y en cada esquina un oficial ley el bando de la sentencia
dictada por Carratal, justificando su accin para escarmiento y ejemplo de los
posteriores por haberse rebelado contra el rey y seor del Per. Luego fue conducida a la
pampa o plazuela del Arco donde le esperaba el pelotn de fusilamiento. Despus de ser
amonestada por ltima vez, para que revelara el secreto, prometindosele la vida,
rechaz la proposicin sin vacilar. Y resignada a sufrir el ltimo suplicio, se arrodill y
esper la muerte con la mirada dirigida al cielo.
Se cuenta que su cadver fue sepultado de limosna por los frailesmercedarios en
su templo, a pocas cuadras del lugar de fusilamiento, mientras sus hijas quedaron
abandonadas a su suerte y hallaron refugio en una iglesia. Luego surgieron varias
versiones confusas sobre su familia. Lo nico verificable es que Simn Bolvar estableci
una pensin de gracia para las hijas sobrevivientes de la herona, pero no sabemos la
suerte que corrieron su esposo y sus hijos que participaban en las montoneras.
Micaela Bastidas: