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Al encuentro de la Palabra
La parte de la Biblia que para los cristianos es el AT es libro sagrado tambin para los
judas. Pero tanto los judos como las Iglesias Protestantes admiten como libros
sagrados solamente los que se conservan en lengua hebrea y aramea.
El NT fue escrito y se conserva en su totalidad en lengua griega. Es admitido como
libro sagrado, con todos sus libros, tanto por catlicos como por protestantes.
En Ex. 34, 27-28, Dios ordena a Moiss que ponga por escrito los mandamientos
que acaba de darle.
En Deut. 4, 13 dice que Dios revel su alianza al pueblo escribindola l mismo
en las dos tablas de piedra.
Moiss escribe por orden de Dios otra clase de datos (Ex. 17, 14; Nm. 33,2), y
tambin se dice que escribe sin mencionar ningn mandato divino (Ex. 24,4).
Tambin entre los profetas figuran testimonios de que lo que escriben en los libros
responde a un mandato explcito de Dios, como en Isaas y Jeremas (Is. 30,8; Jr. 36, 12.28.32) a quienes Dios manda poner por escrito lo que l les va revelando.
En el NT se cita el AT, dando por supuesto su origen divino. El mismo Jess lo cita
como una fuente inapelable, en Mt. 21,42; 22, 31-32; Lc. 24,27.
Dos textos del NT hablan expresamente del origen divino de las Escrituras:
Pero tengan presente, ante todo, que nadie puede interpretar por cuenta propia
una profeca de la Escritura. Porque ninguna profeca ha sido anunciada por
voluntad humana, sino que los hombres han hablado de parte de Dios,
impulsados por el Espritu Santo. (2 Pe. 1, 20-21)
Este texto dice que las profecas tienen origen divino, porque los Profetas fueron
movidos por el Espritu Santo para que hablaran de parte de Dios. No se dice todava
que hay un impulso divino sobre el escritor, pero se dice que lo que se ha escrito est
en un plano superior.
Toda la Escritura est inspirada por Dios, y es til para ensear y para argir,
para corregir y para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto y est preparado para hacer siempre el bien. (2 Tim. 3, 16-17)
Este texto describe el origen divino de la Sagrada Escritura llamndola inspirada por
Dios. A lo largo de la historia el Magisterio de la Iglesia siempre tuvo que ir afirmando
esta doctrina y se fue desarrollando a lo largo de la historia en los distintos concilios.
Cfr. Dei Verbum 11 del Concilio Vaticano II.
corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto
y equipado para toda obra buena" (2 Tim., 3,16-17).