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socializacin como las discotecas, los videojuegos, los restaurantes de comida rpida,
los recitales. Esa cultura es, da a da, ms fuerte y, por ende, ms difcil de olvidar
(Margulis, 1993; Sarlo, 1994). Quizs estamos asistiendo a una poca donde las
identidades sociales -que se han fragmentado y diversificado- articulan la
identidad escolar y no viceversa. Quizs la conexin de la tarea pedaggica tenga como requisito la consideracin no slo de las complejidades psicolgicas y las
demandas sociales, sino tambin la revisin del lugar de alumno, que no es un
lugar de ausencia de cultura, de vaco de contenidos.
La escuela no debe renunciara proyectos de transformacin. Qui zs de esta crisis
devenga algo positivo: la crtica a la omnipotencia anterior. En el acto en que la
modernidad le dio a la escuela la tarea de borrar lo anterior, hacer tabula rasa del
pasado y crear identidades completamente nuevas, le estaba dando un gran poder
pero tambin una gran carga. Esta nueva modestia de la escuela, obligada por los
medios, los cambios en las familias, en las nociones de independen cia, ms que
verse como una desgracia antieducativa puede ser la base de una accin ms realista y
menos moralista que construya otros sujetos. La sociedad contempornea nos demanda
sujetos que no se congelen, con capacidad de conocer y de conocer contra lo conocido,
con la capacidad de resolver problemas, pero tambin de hacerse preguntas nuevas. El
desafo es ver si la escuela puede proveer, y proveerse, de experiencias que habiliten
para la constitucin de estos sujetos.