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avons want SOCIEDAD ANDRES MARTINEZ CORZOS B ADOLESCENCIA Revision de ERIK H. ERIKSON vm 1 siglo veintiuno editores, sa Dx oe siglo veintiumo de espana editores, sca DRISSRESE wn siglo veintiuno argentina editores, sa AsSenos nines, ancenmin siule Sat eieones, 2 © Dordaine para "Sows, auobiogriticas sobre Less juventad ad, aa Tere ey a Moncut oo vats a general pelotos “twobingrapaie Sacntof eantemportry vow. ton santhes Ontogeny of ritwatization INDICE Nots intoductoria, por Andrés Martines Corzos 1] Notas autabiogritieas sobre ta evisis de identiclad 2] La ontogénesis de Ia vieualizacion 8] Reflexiones sobre el disentimiento de ta juventuct contempordner 4] Memorandum sobre ta juventud [vn] NOTA INTRODUGTORIA 14 obra de Erik H. Erikson ha ejercido, durante {os tiltimos afios, una marcada influencia en el desarrollo del psicoanilisis, especialmente en los Estados Unidos. Desde su clisico Infancia y socie, dad (1950) hasta Gandhi's Truth (Premio Poli, fer y National Book Award, 1970) sus conceptos han ido ganando Ia aceptacién no sélo de los psie comnalistas sino de otros investigadores en el chon Po de las ciencias sociales. Hida es el desarrolo del yo, q sicas vicisitudes de In libido sefialadas por Preud, pero que contintia mas alli de éstas y abarca [a totalidad de la vida humana. En cada uno de los ocho estadios diferenciados por Erikson, et yo debe resolver tareas especificas, con repercusio. Res Psicolégicas universales, antes de proseguir a la siguiente ctapa. Estas crisis deben ser resueltas dfentro de una polaridad determinada: 1) primers Infancia (confianza Désiea vs. desconfiatea) 2) fos affos (autonoméa vs. vergitenza y duda) + de les 1 a NOTA INTRODUG! tres a tos cinco ios (nicativa vs. culpa): 4) etm ne ahaha Gndustria vs. inferioridad); 9) ado- Bcinciay javencod Gdemtidad ws. difsion de Is x 16) a intimidad y solida- ‘entidad); 6) adultez joven. ( , Megha ce sistamtentoy? 7) adultez. (eneratividad Ter eancamieno)y 8) madurce. Gegrided vs Wchkttsclany. seas entlios se articulan al me: seers gue infuye, en wn forzaa peculiae para ore atociedd, bre la resolucton individal de 1a rea coresporsionte ee oy eps anes sefiladss Erikson se i oct as copecistmnsnte de la adolescencia, ya que con cane iret ton problemas de Ja identidad, por 10 ere a tados Unids, han adquitido wh sg: ergesan epidemfologiea comparable a 18 de 0s ardomas secuales en Ia época de Freud, Son sus eeeree gabe Ta evisis de identidad los que, en cme cnn ona germsnica, han Jograclo rebaser Ws Gehan Pieneificos ylegar al gran. pablico Con ellos ha seanrado ana poricin singular den trode fn acta hac de generacones a ser edo coud por ambos contendientes, llegando eh Frere, Ponaeute na especie de intérprete theergoneractonal Preenerse ensayos de este volumen aparece ronahass por primera vez para sw. publicacién wee alga mencionar su publicacion org sent aver tas claro el context, explicto € mal Jiu, deraro del cual se mueve el autor. Nota se ataficas wobre ta crisis de fdentidad apate cee etntua en wn. imnero dedicado a com Se ee oeecaddores dentro de la Ciencia moderns NOTA INTRODUGTORIA 3 examinados a través de las autobiografias de los hombres que los originaron. Ahi, al lado de in- adores como Linus Pauling y Talcott Parsons ¥ junto a descubrimientos como el pa, Erikson examina algunos aspectos de su vida que culmi- naron en su concepto de Ia crisis de identidad, en. tun ensayo escrito (vale la pena subrayarlo) casi a Ja misma edad en que Freud escribiera su Auto- biografia, La ontogénesis de la vitualizacién aparecié en un volumen de ensayos en honor de Heinz Hart. mann, pionero de la Hamada “psicologia del yo” Reflexiones sobre el disentimiento de la juventud contempordnea fue una contribucién al andlisis de las crisis recientes y futuras de las universida- des norteamericanas, El ensayo final, Memordndum sobre la juven- tud, aparecié en un célebre niimero de Daedalus que reunié las contribuciones de los cientificos integrantes «le la Comisisn del afio 2000, un in- tento sin precedentes para anticipar, seleccionar y favorecer el mejor de los futuros probables. Los cuatro ensayos abarcan, a escala veducida, las preo- cupaciones presentes en el autor durante mis de cuatro décadas y sefialan la necesidad que tiene el psicoandlisis de enfocar scbre si mismo sus propios sstrumentos, y los de otras disciplina: rar su actual crisis, esperamos, de cr anpriis MARTINEZ conzos 1 NOTAS AUTOBIOGRAFICAS SOBRE LA CRISIS DE IDENTIDAD | Se me ha alentado a colocar el concepto de “erisis de identidad” en el certro de un ensayo autobio- gnifico. Esto, precisamente, plantea la cuestién respecto a qué clase de identidad puede reclamar este concepto en una discusién sobre las ideas que han transformado la ciencia moderna. El que la crisis de identidad constituya 0 no una de tales ideas dentro de mi propio campo, el psicoandlisis, fs diffcil de determinar en ausencia de un repre. sentante de mi profesién que bien podria afirmar que el concepto no ¢s, estrictamente hablando, psicoanalitico, porque se refiere a cuestiones de- masiado cercanas a la “superficie social” como para poder conservar la esencia de la psicologia pro- funda. Yo, en cualquier caso, preferiria Ta supo- sicién mas modesta de que he sido invitado a es- cribir este ensayo debido a que Daedalus, con base en algunos pasados simposios relacionadas,’ da por sentado que cl problema de la identidad psicoso- 1 Erik H. Erikson, On the nature of clinical evidence, en Daedalus, otorio de 1988, pp. 65.87, revisado en Insight fd responsibitity: lectures om the ethical implications. of bochounalysis, Nueva York, W. W. Natron, 1964. (rad spe La naturatesa de las pruebas ctinicuy en Btice 9 pat coandtisy, Buenos Aires, Hormé): The mature of piycho- hdorical evidences in search of Gandhi, en Dacdaty, vex rhino de 1968: ‘Teflesiones sobre el isentimiente de Ta jnmientud contempordnes, cap. 8 de ete volumen, fi 8 causis DE IENTIDAD cial es pertinente a la naturaleza motivacional de la innovacin y establece un puente entre el en foque psicoanalitico y otros enfoques. El haber intentado demostrar este puente en dos estudios relativos a Ia interaccion de la vida y del periodo hist6rico de grandes innovadores * también parece sugerirles a algunos que yo deberia estar dispuesto a confesar algunas de las posibles razo- nes del haber sido Ia persona que en un deter- minado momento de su vida y de la historia del psicoandilisis Hegé a observar y a dar nombre a algo tan evidente ahora por si mismo como la cri sis de identidad y a explicar, de hecho, por qué parece ahora tan evidente por si misma. Y es que los conceptos de identidad se han ganado en forma inmediata, si no el claro status de innovacién cien- Lifica, si el peso de una cierta novedad en el pen- samiento 0, de cualquier forma, el vocabularie de una amplia variedad de personas en muchos pai- ses. En mi reciente coleccién de ensayos sobre el tema® informé conmovido que hace poco una or- ganizacién juvenil catélica de Harvard anunci¢ en el periédico que “auspiciaria una crisis de identidad” en un lugar determinado, en una cier- ta noche, a las 8 p.m, en punto. Mas reciente- mente, se anuncié que el yerno del presidente 2 Erikson, Young man Luther: a study in psychoanalysis and history, Austen’ Riggs Center Monograph, 4, Nueva York, W. W. Norton, 1968; Gandhi's sh, Nueva York, W. W. Norton, 1969, 3 Erikson, Zdentity: youth and crisis, Nueva York, W. W. Norton, 1068, CRISIS DE IDENTIDAD 9 Nixon, que es también nieto del presidente Bisen- hower, por esa razdn sentia avecinarse una crisis de identidad, de ahi que consuleara a su suegro, quien a su vez pidié a un pastor que tratara la cuestién en un sermén dominical en Ia Casa Blan ca. Finalmente, para continuar a este elevado ni- vel, el Papa en un reciente discurso recomendé la imagen de un espafiol de ascendencia judia del siglo xvr, recientemente canonizado, a los sacerdo- es jévencs de nuestro tiempo —“tiempo en el que se dice que el propio clero sufre,.. una crisis de identidad’”. Los diversos usos del eérmino natu ralmente sugieren a muchos investigadores serios una popularizacién del mismo més alld de toda redencidn, mientras que yo, por supuesto, conti mijo insistiendo en que el término y lo que verda- deramente representa est4 firmemente anclado cn necesidades concepiuales. En busca de alguna con: firmaci6n, puedo sefialar que las entradas “iden. tidad psicosocial” y “ciclo vital humano” han apa recido en la edicién mas reciente de la Encyclo pedia of the social sciences . Pero respecto a Ia sugerencia de que deberta ic mis lejos y demostrar de qué manera emplearia yo mis propios instrumentos en un intento de exa- minar mi propia vida, permitaseme decir desde el principio que no me siento obligado a ser tan cfusivo en mis autorrevelaciones como lo fueron 4 Erikson, The human life eyele, en International ency- clopedia of the social sciences, Nueva York, Crowell Callice 1968: Poychosocial identity, en International encyclopedia Of the social sciences, Nueva York, Crowell. Collier, 1908. 10. GRISIS DE EDENTIDAD los dos activistas religiosos protagonistas de mis (Studios psicoanalitios. Elles, por su. propia vo- Tumtad, dejaron apasionadas contesiones tas de si y tats cn apariencie como parte de lo que ellos Jonsideraban su mision principal. Sus confesiones dle sobrecogedoras experiencias y de usurpaciones Singulares “reclaman” la luz de la interpretacion cae gemeraciones sutsecuentes. Nosotros, por ott Darts, nos hemos preparado para tal tarea some- Rendones a psicoanilisis didacticos que enfriaron fhucatro fervor autorrevelador y que nos hicieron Vor que tora confedon voluntaria puede también seri nt de genio encrimient cme, opaganda dlesarmmante:,eualquier confesion, “at Rintice” nipidamense conduce a 10 indecible] Mi posicldn, por tante, parece encontrarse a medio Riming cre los efusivor personajes de mis tr bajor Diograticos y Tos representantes de las cien eat atmates en ste volumen, que se muestran fenuentes a emplesr oraciones qe empiecen con EI'pronombre personal "Yo". Mi objetivo es sim- Pldnente presenta: algunas dimensiones motiva- Fignufes ef la situacién vital total de_un indivi uo que Tlega a fermular algo “nuevo”. Permftaseme presentar en este momento una es- de glosario que si no definiraé por lo menos ‘delimitard qué es una crisis de identidad. En esto me siento respaldado por Stuart Hampshire, quien afirma en forma aprobatoria que yo “dejo cRISIS DE IDENTIDAD un sin definir mi concepto del que tanto se ha abu- sado" porque primordialmente “sirve para agra: par una variedad de fenémenos que provechosa- mente podrian ser investigados en conjunto” Comprendié él, segtin parece, las dificultades que plantea determinar Ia naturales y posicion de algo que es psico y social. Y es que todavia no poseemos una ciencia social comparable a la vac riedad natural. En cada una de las ciencias, de hecho, los efectos de la identidad aparecen dentro de contextos de diferente verificabilidad. Decir entonces quella crisis de identidad es pico y 30- cial] significa, en _un enfoque psicoanalitico, que su aspecto [psico"y 1)[es parclalmente consciente y parcialmente in- consciente. Es un sentido de continuidad © igual- dad personal, pero es también una cualidad del vivir no-consciente-desi-mismo,jcomo puede ser en espléndidamente manifieso cn un joven que se ha encontrado a si mismo a medida que ha encon- wado su dimension comunitaris] [En él vemos sur- sSrna wniicrcion Se aqueio deen form ines versible (es decir, somatotipo y temperamento, talento y vulnerabilidad, modelos infantiles y pre- juicios enraizados) con elecciones que se le han proporcionado (roles disponibles, posibilidades acupacionales, valores ofrecidos, amistades hechas, encuentros sexuales) y todo esto dentro de pautas culturiles © histéricas ya sean tradicionales 0 de 8 Seuart Hampshire, The London Observer, 18 de ciembre de 1968, 12 eRISIS DE IDENTIDAD, B) est acosado por la dindmica del conflicto, y especialmente en. su climax puede conducir a es- tados mentales contradictorios tales como un sen- tido de vulnerabilidad exacerbado y, alternativa. mente, otro de grandes perspectivas individuaies; 3] posee su propio periodo evolutivo, antes del cual no podria Negara una orisis, ya que las pre condiciones somiticas, cognoscitivas y sociales no estan atin dadas; y mis alla del cual no debe xeza- garse, debido a que todos los desarrollos inmedia- tos y futuros dependen de lj Este periodo del desarrollo es, por supuesto, la adolescencia y ju ventud, lo que también significa que la crisis de identidad depende parcialmente de factores psico- bioldgicos, que ascguran la base somitica a un sentido coherente de mismidad vital de un orga 4] se extiende tanto al pasado como al futuro; esta enraizado en las etapas de Ja infancia y de- penderd para su preservacidn y renovacién de cada tina de las etapas evolutivas subsecuentes.) EL aspecto ‘fgocial'} de la identidad, por otra par- te, debe ser (explicado dentro de esa dimension comunitaria en la que un individuo debe cncon- trarse a st mism Ningtin yo constituye una isla para sf mismo, A lo largo de la vida el estableci miento y mantenimiento de esa fuerza que puede reconciliar discontinuidades y ambigiiedades de- pende del apoyo, primero, de modelos parentales y, después, de modelos comunitarios. [La juven: tud, en particular, depende de la coherencia ideo- Idgica del mundo del que se supone debe hacerse crisis DE meNTwAD, 18 cargo, y en consecuencia se da perfecta cuenta de si el sistema es lo suficientemente fuerte en $0 forma adieional como para ser~"confirmads” por et proceso de identidad 0 esté 1o sulicientemente dlcbilitado como para sugerir su renovecton, relor- ma 0 revolucign. La identidad psicosocial, entor Ces, posce tambign un aspecto psiconistérice]y las Diogratias estén inextricablemente entrete}idas con Ja historia. py ‘Todo esto’ suena bastante probable y, especial mente cuando se lo despoja des dimension in Consciente, parece ser ampli y popularmente acep- table en nuestros dias. Las complejidades incon: cientes_generalmente ignoradas estin. subrayadas en mf ardculo para Ia encilopedia, del cal pe. rafraseo lo siguiente: 1] La crisis en ocasiones es escatamente percep-s Lible yen ocasiones lo es miuy marcadamente: en algunos jovenes, en algunas clases, en algunos pe- HHodos de Ia historia, Ia crisis de identidad se pre- Sentara sm ningtin ruido: en otras personas, clases y periodos, In crisis estand claramente, sefalaca fomo un perfodo critico, una especie de “segundo hacimiento”, instiucionalizado mediante ceremo. has, o intensifiendo mediante la disputa colectiva Ol conflicto individual. “+ 2] La formacién de la identidad, por norma, posce un aspecto negativo que, a lo largo de la Vida, puede permanccer como un aspecto rebelde de Ia identidad total. La identidad negative es la suma de todas aquellas identificaciones y fragmen- tos de identidad que el individuo tuvo que su “4 crisis bE IDENTIDAD mergir en su interior como indeseables o irrecon- ciliables 0 mediante los cuales se hace sentir como “diferentes” a individuos atipicos 0 a Giertas mi- norias especificas, En el caso de las crisis exacer- badas, un individuo (0 incluso un grupo) puede perder Ia esperanza en su capacidad para conte- her a estos elementos dentro de una identidad po- sitiva, Puede despertarse una ira especifica ahi donde el desarrollo de Ia identidad pierda la pers pectiva de una integridad adicionalmente garan- tizada: asf, un delincuente atin no comprometido puede volverse un criminal. Tal ira potencial es también facilmente explotada por Mderes psicpa- tas, que se vuelven los modelos predestinados para una stibita rendiciéa ante doctrinas y dogmas to- talitarios en los que la identidad negativa se vuel: ve Ia dominante: los nazis cultivaban aquello que el Occidente victorioso al igual que los alemanes refinados habian Hegado a desacreditar como “ti picamente alemsn". La ira despertada por Ia pér- dida de identidad amenazada puede explotar en la destructividad arbitraria del populacho, 0 puede servir a Ia eficiente violencia de las maquinarias de Ia destruccién organizada, 8] La naturaleza del conflicto de identidad de- pende a menudo de. panico latente infiltrado den- tro de un periodo Listérico., Algunos periodos en Ia historia se vuelven vacios de identidad a causa de tres formas bisicas de Ia aprensién humana: miedos despertados por hechos nuevos, tales como descubrimientos ¢ inventos (incluyendo armas) que cambian y expanden en forma radical Ia to- cnisis DE 1DENTIDAD is talidad de Ja imgaen del mundo; ansigdades des pertadas por peligros simbélicos percibidos vaga- mente como ha consecuencia de la desinteglleidn de las ideologias existentes; y el temor de un abis- mo existencial desprovisto de significado espiritual. Pero, epor qué se originarfan cn el psicoandlisis algunos de estos insights decisivos en relacién con estos problemas universales? El hecho es que el psicoandlisis como ciencia clinica descubre nuevos aspectos de Ia naturaleza humana al tratar de cu- rar padecimientos anteriormente oscuros que, en un tiempo determinado, parecieron adquirir re- pentinamente una significacién epidemiolégica como ocurrié con In histeria en Ia juventud de Freud, En nuestro tiempo un estado de confusion en la identidad, no anormal en s{ mismo, parece a menudo estar acompafialo por todas los sinto- J}mas neuréticos o casi psicéticos a los que la per- sona es propensa con base en su constitucion, expe- riencias tempranas y circunstancias malignas, De hecho, los individuos jévenes que pasan por tal confusién estin sujetos a un padecimiento. més no del que pudiera kaberse manifestado du: rante el resto de sus vidas, debido a que es una Caractertstica del proceso adolescente que el indi- vicluo ceda semideliberadamente a algunas de sus tendencias mas regresivas 9 reprimidas para, por asf decirlo, poder Hegar de ese modo hasta el fon- do y recobrar algunas de sus fortalezas infantiles aun sin desarrollar. Clinicamente hablando, © importante reconocer que se ha juzgado en el pasado que muchos jévenes adolecian de un pa- 16 crisis DE IDENTIDAD decimiento crémico en que era de sefialarse una crisis cn el desarrollo, mientras que las variacio- nes epidemioldgicas de tales crisis a lo largo de las décadas sugieren fnertemente alguna relacion con los cambios histéricos. Esto es, pues, el anclaje clinico para el concepto de una crisis de identidad. Para hacer plausible Ia aparicién de este concepto en términos histéricos y autoblografics debo aho- ra dar razén de mi entrenamiento clinico, y pos- teriormente de los afios de infancia y juventud que lo precedieron. r Soy aproximadamente dos afios més joven que el siglo veinte, y puedo por lo tanto hablar sobre las décadas de mi vida como coincidentes con las del calendario, Me gradué en el Instituto Psicoana- litico de Viena al principio de Ia tercera década de mi vida (y del siglo) . El inicio mismo de mi carrera me sefiala como a uno de aquellos profesionistas en mi campo con origenes profesionales bastante heterogénees. Yo era un artista antes de estudiar psicoanilisis, y puedo hacer ostentacién tan slo de un diploma Montessori, De hecho, si William James podia decir que Ia primera clase de psicologia a la que asistié fue la primera que dio, debo admitir que el primer curso de psicologia que tomé fue tam- bién el primero y el wltimo en que fracasé, Pero, por razones que daré en seguida, pareci aceptable al Instituto Psicoanalitico de Viena, brazo edu. | caisis DE IDENTIDAD W cativo de una sociedad privada conectada —y a menudo opuesta y combatida por ellos— con los departamentos académicos y las organizaciones pro- fesionales. Aunque Sigmund Freud era médico y catedratico de Ia facultad de Medicina, habia to- mado sobre sus hombros seleccionar al circulo original de hombres y mujeres (ya fuera con una, carrera médica, como en el caso de la mayorla, 0 no) que estavieran dispuestos a aprender sus mé todos de acuerdo con su formula. Para esto tenian que estar dotados con un cierto don de percepeién para lo inracional y ser al mismo tiempo tanco cuerdos como un poco locos, lo suficiente como para querer estudiarlo. Para ellos, Freud eres si- multineamente un instituto, una clientela, una editorial y, por supuesto, una nueva identidad profesional, La orientacion cientifica y terapéutica auténti- camente transformadora creada por Freud se ba- saba en un cambio radical en el papel del doctor, al igual que en el del paciente, y por lo tanto en la naturaleza del laboratorio clinico. Silos pacientes histéricos “‘clisicos", como habia conclii- do Freud, estaban lejos de ser los degencrados quc decian sus contemporineos médicos, tan sélo podia concluir que Ios métodos autoritarios empleados para curarlos violaban, de hecho, aquello que puc- de liberar a un hombre de la esclavitud interna, es decir, la aceptacién consciente de ciertas verda des respecto de si mismo y de los dems. Insistia en que el propio psicoanalista se sometiese a tra. lamiento como forma de hacer las paces con st Is cxISIS DE IDENTIDAD propio inconsciente y para adquirir 1a capacidad de explicar y de no evadir © condenar. A la vez al paciente se le pedia verbalizar todos los procesos conscientes de su pensamiento, y por lo tanto vol verse coobservador a la vez que clientes mientras que el analista, como observador, continuaba ob- servindose a si mismo a la vez que observaba la orientacién de los pensamientos del paciente. De: Dian, por lo tanto, volverse colaboradores de la tarea de hacerse comcientes (y de clasifiearlo) de ese depésito de afectos e imigenes inconscientes que pronto demostraron no sélo estar ulcerados en los pacientes individuales, sino también haber es tado reprimidos a lo largo de la historia de la to- talidad de In especie —a excepcidn de ciertos pro- fetas y videntes ocasionales, de fildsofos y escritores creadores. La atmésera asi creada en el circulo de Viena era de una intensa lealtad mutua y de una devocién profunda hacia una idea genuina mente liberadora, aunque también con frecuen- cia de ambivalencias mérbidas y de trastornos men: tales profundos e impredecibles. Aqui hay mucho material fascinante en espera del historiador que logre convertirse en historiador de las ideas y que resista a la tentacién de aplicar en st. contra el psi coanilisis en sus inieios, sin ir mds allé Mi propio andlisis didactico fue Anna Freud, que me acept como candidato becario, y esto en base al hecho de que ella y sus amistades habian presenciado con satisfaccién mi trabajo con nifios, tanto en calidad de mentor particular como de profesor en una pequefia escucia priva enisis DE ENTIDAD 19 da, Anna Freud habia funcado la version vienesa de la subespecialidad del andlisis infantil, y yo. también, debia primordialmente ser entrenado como analista de nifios, aunque el programa ge- neral de cntrenamiento incluia el tratamicnto de pacientes adolescentes y adultos, Apreciard el lee- tor los complejos sentimientos despertados por el hecho de que mi analista era Ia hija del entonces ya mitico fundador del psicoandiisis, que a menu- do aparecia en la puerta de Ia sala de espera com- partida por ambos, para invitar a su paciente a pasar a stt estudio, Pero éta es tan s6lo una cir- cunstancia dentro de los peculiares vinculos y car gas de un andlisis didictico, Aunque tal prepara Cin es csencial en este tipo de trabajo, y aunque esta esencia hasta cierto punto puede quedar com- prendida dentro de una forma sistematica y disci plinada, parece evidente que la sucesién genera cional de maestros, tan importante en todos los campos, seguird siendo una carga especial en la vida de cualquier psicoanalista en formacién ¢ in- cluso en la del ya entrenado, carga que se extiende incluso hasta aquellos conceptos que mis adelante puede sentirse Hamado a ratificar 0 a rectificar. ‘Aun el analista didietico més venerable es (y debe de ser) a la vez bienvenido como agente li- berador y resistide como indoctrinador en poten- cia, al mismo tiempo aceptado y rechazado como modelo de identidad: y es que, en todas Jas em- presis que intentan ganar una posicién racional en Ja ommipresente irracionalidad del hombre, los insights retienen una participacién inconsciente 20 cuusis DE IENTIDAD que sélo puede quedar clarificada por 1a madura- cién a Jo largo de Ia vida. Al mismo tiempo, sin embargo, tan s6lo la relaci6n clinica sistematica con el inconsciente puede comunicar una conti- nua sorpresa ante el orden creativo que gobierna afectos nunca antes encarados y una cierta sensa- cin de cordura liberada, precisamente a causa del caos enfrentado. Probablemente esto es dificil de comprender, a no ser a través de la experiencia misma; y sin embargo algo de esto debe ser visible en cl impacto del psicoanslisis sobre otros cam: pos y en el creciente acceso que ha proporcionado a una inmensidad de datos no vislumbrados pre- viamente 0 no apreciados en su interrelacién, Gonsiderando la total novedad de tales datos, no debe cansar sorpresa que sean necesarias muchas generaciones para encontrar formas de verifica- cién y métodos de aplicacin adecuados; mientras tanto puede ser también posible establecer ana- logias entre esta novedosa situacién didictica, ex trema en aquello que podriamos Mamar una sub- jetividad disciplinada, y factores latentes en pro- gramas de estudio mis objetivos Deberia afiadir aqui que durante los afios de mi entrenamiento Frend ya no ensefiaba y no aparecia nunca en reuniones piiblicas. Ocasional mente lo encontraba en su casa o en la casa o el jardin de los Burlingham, pero munca le divi la palabra, no slo por timidez sino a causa del dolor que todo intento de hablar podia causarle. Se encontraba en el inicio de sus setenta; una operacién radical en la mandibula superior habia onisis DE ipENTIDAD 21 climinado aftos antes un padecimiento canceroso, pero la “prétesis infernal” que cubria el velo del paladar Mevaba a repetidos recrudecimientos y a evas operaciones. Su hija era también su en- fermera y secretaria particular, su acompafiante y embajadora tanto para la vieja guardia del movi- miento psicoanalitico como para el ptiblico dus rante raras ocasiones ceremoniales. Algunos de los cscritos que Freud publics durante estos afios eran de una marcada inclinacién filosdfica, 0 lo que los alemanes Haman weltanschaulich. En su Auto- biografia,® que escribié a los sesenta y ocho afios, él mismo adjudicé esta tendencia a “una fase vegresiva en su evolucién" hacia sus intereses an- teriores a la medicina, intereses adolescentes en Jos problemas de la cultura o mas bien Kultur. ‘Teéricamente, todo culminé en el concepto del instinto de muerte —una grandiosa contradic en los términos, Mientras tanto, nuestro entrenamiento conti- nuaba imprimiendo en nosotros, con toda sti pro- ximidad clinica, las cinco concepciones que Freud en la misma autobiografia habia Namado “los ele- mentos principales del psicoanslisis”. Estos han seguido siendo fundamentals para las modifica- ciones de la técnica psicoanalitica y para su aplic © Sigmund Freud, nm autobiographical study, en The complete works of Sigmund Fred, Londres, Hogarth, 103%, ‘x40. ‘Originalmente. aparecio en 1025, en un. volumen Sole 1 entito de la medicina viseo.traves de Jas auto Viogratins de sus principates exponentes: (Fvade esp ie obiogratia, em Obras completas, Madvid, Biblioteee, Nee var Buenos Altes, Santiago, Rueda) 22, CRISIS DE. 1DENTIDAD cacién a otros campos en el transcurso di siglo, El mas fundamental es “la resistencia na”, término que nunca intenté ser valorativo sino fisicalista; toda materia ofrece resistencia a la energia que pasa a wavés de ella. Y asi, los recucr- dos y pensamientos son resistidos incluso por aquel que quiere recuperarlos, ya sea por desesperacion © por cutriosidad. De esa resistencia interna Freud yesponsabilizaba a la “represién”, una cualidad defensiva y anticonsciente de la mente que cuali- fica al “inconsciente" como mucho mis que Io no consciente, Sus pulsiones y deseos, recuerdos y fantasias, sin embergo, reafirman su derecho al reconocimiento y a la resolucién, aunque tan slo en formas indirecms: en el disfraz simbélico de los suefios y ensuefis diurnos, en sintomas de co- misién (actos ajenos al actor o sin_previsién de sus consecuencias) y en sintomas de omision (inhi. biciones, evitaciones, etc.) Si Freud, con base en sus datos victorianos, encontré en Ia resistencia y represiones especiales de sus pacientes lo que él Hamaba “la significacién etiolgica de la vida sexual” —es decir, el poder patégeno de los im: pulsos sexuales rezrimidos— amd, por supues- to, sexual a una emplia variedad de impulsos y afectos nunca incluides con anterioridad en esa definicién, Constizuyé Ia carga de la teoria de la libido demostrar qué tanto de la vida esté code- terminado por derivados de la anteriormente ne gada sexualidad in‘antil. Freud. por lo tanto, con- sideré Ia atencién sistemdtica a “Ia importancia de las experiencias infantiles” como parte intrinseca eRists PE EDENTIDAD 23 de su método y de su teoria: y sabemos en qué forma los primeros y crudos hallazgos de él y de Karl Abraham abrieron una visién completamen- te nueva de Jas etapas de la vida. Yo afiadiria a estos cinco puntos la importancia primordial de lo que Freud Hama “transferencia” —es decir, una tendencia universal a experimentar a otra persona (inconscientemente, por supues- to) come comparable a una figura importante del pasado preadulto. Tal transferencia sirve a la reac- tivacién inadvertida de deseos y temores, de espe ranzas y aprensiones infantiles y juveniles; y esto siempre con una desconcertance “ambivalencia” es decir, una proporcién de tendencias de amor y odio que bajo clertas circunstancias coinciden peligrosamente o alternan en forma radical. La transferencia, por supuesto, desempefia un papel singularmente importante en el encuentro dlinico; pero debe quedar claro que todas estas tendencias interpersonales, que dentro del and- lisis diddetico y del trabsjo clinico se desplazan hacia el centro de la atencién, existen también en la vida diaria, y especialmente ahi donde la situa cién de wabajo es la base de experiencias intensas de Hiderazgos © partidarismos y de vivalidades fra- ternas. La cuestién respecto a cuando y cémo tales tensiones apoyan u obstaculizan la inventiva, so- lidaridad y altruismo exigidos a los cientificos ha sido formulada repetidamente en estas discusio- nes. La respuesta es que Is implicacién emocional mutua, aun del tipo Hamado tansferencia, puede promover, bajo condiciones favorables, capacida- 24 ‘eRusis BE IDENTIDAD des de lealtad filial y agudizar cvestiones de am bivalencia, y puede por lo tanto apoyar el creci miento personal y Ia innovacion cresdora. Si el Peicoandlis emplea este poder (que David Me- Gichand categéricamente Nama Yeligioso) con fi hes terapéutieos, tan s6lo utiliza en forma siste- mdtica agquelle que Mircea Eliade” ha descrito en ioe primitives que buscam cl renacimiento ata én de un regreso a los origenest y Eliade recona- correctamente tun paratelismo’con la fe (com frecuencia bastante nituativada) sobre Ta que fue fumdada la psicoterapin moderna, eto, sin embargo, no justifica ia suposicién fre cuente de que el peicomnilisis cr primerdialmente Guracién por medio de la fe. Para Freud y ss Seguidores cl consultorio del plicoanalises_siem pre ha sido no solo la cuevn del cumandero, sino Eimbién el labentorio del peloblogo. Lo que fue tal obeervade.tuvo que encontrar unn clasificn: Sion, una. terminologia. y sna metodologia que hhiciere cada ver mis adecundas Ine técnican tera: pénticas para enirentarte con una creclente varie- faa de condiciones patologicar y que ayudara formular un cuerpo de insights equivalente a un “campo” comunimable. ‘Que en algunos de los mls dotadey de los segidores de Frewd los dones falosinerdsieos al igual que las predilecciones jdeo- Togicas a menudo pavecioren' oscarecer al. plan basco de cuyo desarrollo él pensarla ser el nico 7 Mircea Eliade, The myth of the eternal seturn, Bollin gon Series XLVI, Nueva York, Pantheon Books, 1954 (trad fesp.t El mito del eterno retorno, Buenos Axes, Emecé) cuisis DE wENTIDAD 25 poseedor de Ia yerdadera clave, esto ciertamente no es sorprendente. Un estudio auténticamente trico de estos desarrollos esti probablemente muy lejos de haberse logrado, pero podria brin- dar mucha luz sobre Ja influencia de las pasiones personales y de la patologia residual, despertados cuando las motivaciones centrales del hombre son sometidas a la observacién y a la conceptualiza- cin, Sin embargo, en ocasiones parece ser que ales pasiones no estén nunca totalmente ausentes ni siquiera cn el trabajo de laboratorio més con- trolado, y todavia menos cuando las suposiciones que han contribuido a la estabilidad de una ima. gen chisica del mundo estén siendo cuestionadas y cuando la necesidad de transformar ideas se vuel- ye materia de competencia entve individuos y es. cuelas. En aquel tiempo, en Viena, todo el entrenamien- to tedrico tenfa lugar en las noches, en Io que hoy podria ser Namado algo asi como una universidad psiquideica libre, Nuevamente, tan s6lo aquellos que han asistide a grupos de estudio igualmente independientes, de hombres y mujeres al servicio de lo que es vivide como una idea auténticamente transformadora —y haciéndolo con sacrificio de Jos ingresos, status profesional y tranquilidad men- fal, sabrin de la atmésfera de devocisn en la que (come todo lector de Ia obra de Freud sabe) nin- gin detalle clinico era demasiado pequefio y 26 CRISIS DE IDENTIAD ningiin insight tedrico demasiado grande como para no ameritar una presentacion y debate in- Los escritos psicoanalitices no siempre reflejan el clevado grado de humor compasivo y de sentido commin cientifice y médico que impregnaba el es tudio mismo de los tratamientos en desarrollo. El laboratorio clinico incluye In comparacién cons tance y exhaustiva de Jas historias de los tratamien- tos. Las conferencias clinicas, cercanas a los datos, son el corazén del asunto. El método de Freud, de hecho, forz6 a los clinicos a intentar “localizar”” cualqnier observacién clinica determinada dentro de una serie de coordenadas que él Hamaba “pun- tos de vista”. He discutido éstos en detalle en mi trabajo sobre las pruebas clinicas.* Aqui puedo tan s6lo indicar que estos puntos de vista inclu yen uno “estructural”, que ubicaria un determi- nado detalle dentro de wn modelo de la mente, cu: yos principales compartimientos son el “ello” (un caldero de pulsiones primitivas y deseos primarios), el “yo” (la organicacién de fanciones mediadoras entre el ello y el mundo exterior) y el “superys” (la internalizacién de normas que protegen la me- diacién del yo). Hay también un punto de vista “dinimico”, que Ja cuenta de la tensién y con flicto entre estos dominios internos. Un punto de vista “econémico”, por su parte, trata de concep: tualizar la distribucién de energia en el precario equilibrio interne del hombre. Por tiltimo, el © Erikson, On the nature of clinical evidence. ISIS DE IDENTIDAD 27 punto de vista “genético” permite Ja reconstruc: Gin del origen y desarrollo de todas estas estruc tras, funciones y energias ‘Aunque Freud lamé a estos puntos de vista su “metapsicologia”, y les asigné un grado de abstrac cién inaccesible a la observacién directa, ¢s diffcil superar Ia impresion de que estos puntos de vista actuaron como el piiente por el que Freud, inves- tigador médico dedicada y minucioso antes de convertirse en cl primer psicoanalista, podia apli- car sts formas de pensammiento anatémicas, fisiol’- gicas, patologicas y evolutivas al funcionamiento de la mente. No me refiero aqui a los primeros intentos de Freud, en concordancia con la neuro- Jogia dominante en su época en la escuela de Medicina, de vincular las asociaciones mentales a procesos concretos en el sistema nervioso, Estas Observaciones s6lo sirvieron para abrirle amplias promesas de do clinico una aproximacién a los secretos mi mos de la naturaleza conflictiva del hombre —y de hacer accesibles estos secretos a la ciencia. Pero como si el alcance elemental de los descubrimien- tos resultantes hubiese despertado una si de hibris en el investigador médico, éste parece haberse resuelto, con si metapsicologia, a reco- nectar sus vastos hallazgos con las disciplinadas pautas de pensimiento que en su juventad habfan conquistado su fidelidad y le hablan ayudady a establecer su identidad profesional. A menudo se pasa por alto que un - Preacupacién respecto a Dna Hbide omespresente se relacionaba con un, contar mediante un nuevo méto- icin 28 crisis DE ENTIDAD compromiso cientifico de pensar en términos de energias “iguales en dignidad” a las fuerzas en- contradas en Ia fisica y en la quimica, En su suelo native neurolégico, sin embargo, tales formas de pensamiento se habian basado en hechos visibles, observables y verificables, mientras que en el estudio de la mente tarde 0 temprano sirvieron, especialmente en manos de seguidores dogmati- cos, como aserciones no verificadas —como si la “libido” 0 el “yo", después de todo, se hubieran vuelto entidades observables. El ambiente intelectual que reinaba en las mu- chas noches pasadas en seminarios reducides ¢ in- tensivos y en las discusiones de “casos continua- dos” (y algunos eran tan reducides que podiamos reunirnos cémodamente en las casas de nuestros maestros) queda mejor definido dando una lista de estos maestros. Todos, excepto los dos prime- ros, vinieron més tarde a los Estados Unidos a presidir el extrafio destino de un psicoanslisis in- fluyente en Ja educacién médica, lucrative en la practica y popularizado en los medios de comu- nicacién. Mi entrenamiento en el andlisis de nifios se Hevé a cabo en el famoso Kinderseminar condu- ¢ido por Anna Freud, que en cl natamiento de los trastornos juveniles (inchuyendo la delincucn- cia) estaba dirigido por August Aichhorn, Heinz Havtmann era el principal tedrico, y su pensa miento, que pesoriormente culming en su mono- gafia sobre la funcion ateptaciva del yo, intlayé en mi profundamente. 14 Alseuta tedrica, bisie cuisis DE ieNTIDAD 29 «a en aquel tiempo gitaba en tomo a la clavifca- Gién de Anna Freud le los mecaufsnos defenshice empleados por cl yo en contra de Ise pulsionee ot una parte, y las exploraciones Ge Plasthiana de Ia respuesta adaptative del yo al mediovamnbion, fe por la otra Uno de los amis eseuros sin cenhargo fascinantes maestros era Paul Feder fe muy posible que en su seminacio eactichace yo or primera ver el térinino identidad menciane, dio en una de ous primenas acepeiones, Ia preoees paciin por el yo estaba remplazanda ehtomces aquella anterior atencion pansexual hacks el clio basada en la determinacion original de Freud de encontrar Ta amplitid del eselavizamicnta del hombre a la sexualidad, Lo que sobrevivio ae exe primer perfodo fue tna veneracign de Bros exten Famente ascética, una bacanal totalmente intelen, tal. ‘Nada parecta estar mi lejos de Ia mente de aquellos primeros investignlores (nt siguiente los seguidones de Wilhelm Reich) que el psleounalign algsin dia pudiera ser usndo como angumento pars la libertad sexual fuera de las regs de tna bon vencién burguesa o, incluso, proletaia, “Panto # Reich como # Slegiried Bemtelds como wit 4 Anna Freud, The ego anid the mechoniems of defense, Nueva York, Tnernationat Universities Press, 146 fred ep BI 90"y los mecansimor de defense, Buses, Sk Pads 3» Hsing Hartmann, fo poychology and the problem of ‘daptation, Nueva. York, Taternational Universes, bog, 1958 (rad. exp: La prscologia del yo'y ef problsvia dete sWtaptoctin. Mieulgon Pax) 30 cnisis DE IDENTIDAD tante, que estaba pofundamente envuelto en pro- blemas de la juventud, los recuerdo como maes- tos muy inspiraderes, ya entonces Ilevados hacia un cierto aislamiento tragico por su creencia de que la “libido” freudiana, que sonaba tan tangi- blemente cuantitativa, tendria que ser descubierta y aislada fisicamente. De hecho, cl estudiante no podia evitar percitir en el ambiente didéctico un conservadurismo reciente y_ especialmente extas orientaciones inverdiccién omnipresence de c de pensamiento. Misto se relacionaba principal fmente con cualquier idea que pudiesn. recordar Ins desviaciones perpetiadas por aquellos primeros y mas. brillates colaboradores de Frewd. (ales Zomo Rank, Adier y Jung) que se separaron del movimiento ya desde antes de Ia. primera guerra mundial. En otra: palabras, el movimiento psico nalltico se encontraba ya laborando, bajo el im: pacto de su propia tranma historic, de #4 propia Fobeli6m en contra del tndadon, EL estuinnte ho poala juzgar les méritos posibles y los deme: tos Wlccsivos de aujucllas dlewvisciones. Debo 2 mnitir que, despues de un entremamiento tn tenso bajo condiciones van complejs, Ia idea de mudarse 9 trabajar en forma independiente pare Sia revigorizante., Viena, en aquel momento, el fd no anticipar a disgregacion total que pronto SCpararia. las regiones de Europa, paraino Bablar de la vieja nacion y el Nuevo Mundo Sirahora indicaa en forma sucines Ia incert dumbre y curiosidad que Hlevé conmigo cuando mi graduacidn coincidé. con mi emigracion de nists DE wDENTIDAD au Europa, lo simplificaria de la manera siguies EI psicoandlisis habia explorade mucho de lo que habia sido negado © descuidado totalmente en to- dos los anteriores modelos del hombre: se habia dirigido hacia dentro para abrir el mundo interno del hombre al estudio sistemitico; habia buscado hacia atrds, hacia los origenes ontogenéticos de la miente y sus alteraciones, y 2resionaba hacia abajo al interior de aquellas tendencias instintivas que el hombre pensaba haber superado cuando habia reprimido o negado la infancia de los individuos y Ia evolucién de la especie. ‘Todo exo (como también descubriera Darwir) era el territorio que debia ser conquistado, los origenes que debian ser reconocidos. Pero los conquistadores se extravian tin faécilmente en los descubrimientos del nuevo teritorio; cémo volverlos a asimilar a lo que ya es conocido es el trabajo de la segunda etapa. Me asediaba oscuramente la pregunta de si una ima- gen del hombre reconstruida con hase en Ia obser- vacién en el laboratorio el’nico no careceria de aquello que, en Ia totalidad de st existencia, le conduce hacia afuera, desde el egocentrismo hasta la mutualidad del amor y el espfritu comunitario, hacia adelante desde el pasido esclavizador hasta la anticipacién uedpica de nuevas potencialidades, y hacia arriba desde el inconsciente hasta el enigma ‘le la conciencia. Todo esto, sin embargo, me parecia siempre implicito en los propios escritos de Freud: sino en el contenido que inflexible- mente segutia, si en el gran estilo de esta bisque da, estilo por el cual, en esos mismos dias, recibié 3g RISIS DE IDENTIDAD 61 Premio Goethe como el mejor escritor cientifi- co en lengua alemans, Para Freud, la va regia hacia Ia vida mental habia sido el eueho. ‘Para tal, el juego infantil ae volvié In primera ia regia hacia ana comprensién de los conflictos y eriunfos del hombre en crecimiento, ai. translaboracién [working through) vepeditiva del pasade y sa frenovacidn crestiva en momentos awténticamente Hidicos. ‘Me idenufiqué con Freud, por lo tanto, hho como el anterior investigador de laboratorie que insisda en tna. terminologia hecha para. In Ghrervacién de cantidades transfortiables de. pil como el agudo discernidor de configuraciones ver- bles y visuales que revelaban lo que estaba cla- Tamente sugeride 0 flagrantementeomisido, que Gueria decir lo que decia o queria decir lo opus: th. Para poneria Timaments, Hermpre he sospecha do (tl ver porque verdaderamente no comprendo estas coms) que lo que sonaba ms cientitico en paicomndlisit en términes del Esiclisme dels flo ix ern mis clentificlimo gue ciencia, aun uando comprendia yo que la pslcologia y Ia clen tocia, al crtar de liberarse de la Elosofia y Ia teologia, no tuvieron otto camino que intention, durante algin tiempo, pensar en los modelos clen tific de mu sigie, Pero In aproximmacion fenome: holdgica y literatia de Freud, que parecta reflejar in creativided misma det inconsciente, mantenta dentro de sf una promes sin la cual ln teoria pei Coanaliticn habrin tenido..escaso significado para eta puede ter una de ine razones por Tas que, exists DE IDENTIDAD 3 en afios posteriores, demostré mi ineptitud en la discusién tedrica y descuidé lamentablemente la obra de mis colegas, y no solo alli donde parecian tomar a Freud en su sentido mds atomista y me- einico 0 alli donde se volvieron neofreudianos, ‘Todo esto bien pudiera estar matizado por una wansferencia particular hacia Freud. Pero enton. ces él era el padre de todo aquello, hecho que probablemente traté de objetivar en mis estudios Posteriores sobre grandes hombres, al igual que en algunos ensayos sobre el propio Freud. Pero antes de esquematizar la direceién de mi propia obra que, en una nueva era y en un nuevo continente, me condujo a conceptos tales como la “crisis de identidad”, daré cuenta brevemente de aquellos aspectos de mi infancia y juventud que me habjan Nevado a Viena y que ids tarde me siguieron a este pais En Ja Europa de mi juventud la eleceién de la identidad profesional de “artista” significaba, para muchos, una forma de vida mis que una manera de ganarse Ia vida; y, al igual que hoy, podia si nificar primordialmente una forma de vida anti. 21 Erikson, Freud's “The origins of frsychoanalysie”, en International Journal of Prychoanalysin, 86 (1059) 1h The first poychoanalyst, en Yale Review. 46. (956), 10.68 revitndo en Insight and responsibility. (cad. e9pt Bl prom faicoanatista, en Etica 'y pricoondlisi)s erluke deh tite, Thomar Woodrow Wilson, by Sigmund Frewd asd Willen, © Bult, en The New York Review of Books 8 (iouh a4 cnisis DE IDENTIDAD Establishment. Excepto que ¢l Establishment eu- ropeo habia crealo un nicho social bien institu- cionalizado para tales necesidades idiosincrisicas. Una cierta carencia de recursos neurética y adoles- cente podia quecar incluida en la prictica de la Wanderschaft; y si el individuo tenia algunas do- tes al respecto, podia convencerse a s{ mismo y a Jos dems de que deberia dérsele una oportunidad para demostrar que podia poseer una brizna de genialidad, Exisiian, por supuesto, movimientos juveniles para aquellos que deseaban entregarse a alguna utopia colectiva; pero mucho de lo que los jovenes de hoy exhiben en grupos enajenados y ‘comprometidos era entonces mas comiinmente ex- perimentado en un aislamiento compartido tan solo con unos cuantos amigos igualmente especi Jes. El ser un artista, por tanto, significaba tener por Jo menos una identidad transitoria, y yo tenia el suficiente talento para considerarla por algin tiempo como una identidad profesional. El pro- blema era que yo tenfa una especie de indisposi- cién para el trabajo y necesitaba tiempo. Wander- schaft bajo esas condiciones significaba una im- pulsividad neurdtica al igual que una biisqueda deliberada, lo mismo que salirse del sistema, hoy en dia, puede ser la ocasién de sintonizarse 0 de un negativisrio carente de objetivo: Pero de alguna manera, cuando no trabajdbamos, tenia- mos una telacién profunda y confiada (a menudo Mamada “romantica” hoy en dia) con Io que atin era una naturaleza pastoral, nos mantenfamos fisicamente en forma mediante interminables ca- CRISIS DE 1ENTIDAD 85 minatas; entrenibamos nuestros sentides en pers- pectivas cambiantes, y nuestros pensamientos en pasajes destilados de, digamos, Angelus Silesius y Laotsé, Niewsche y Schopenhaner, a quienes le vibamos en nuestras mochilas. No describiré el lado patolégico de mi confusién de identidad que especialmente en sus aspec:os psicosexuales inchusa alteraciones para las que el psicoandlisis posteri mente parecis, por cierto, el tratamiento de elec~ cidn, aunque sin duda asuméa en ocasiones lo que algunos Hamariamos hoy un caricter borderline —es decir, limitrofe entre ia neurosis y la psicosi Pero es exactamente a este tipo de diagnéstico al que posteriormente me propuse darle una pers: pectiva evolutiva. Y ciertamente, algunos de mis amigos insistiran en que yo necesitaba darle nom- bre a esta crisis y verla en todos los dems para He gar a aceptarla en m{ mismo. ¥ podrian citar toda una lista de problemas relacionados con mi iden- tidad personal, Esté ante todo la cuestién del origen, que a me- lo predomina en Ia meate de personas que es tin impulsadas a ser originales. Creci en Karls ruhe en Baden como el hijo de un pediatra, el Dr. ‘Theodor Homburger, y su esposa Karla, naci- da Abrahamsen, nativa de Copenhague, Dinamar- ca. Durante toda mi primera infancia me ocul- taron el hecho de que mi madre habia estado casada anteriormente y de que yo era hijo de un danés que la habja abandonado antes de mi na- cimiento. Ellos aparentemente pensaban que tal reserva no s6lo era posible (debido a que entonces — 38 cuisis BE IENTIDAD madera de gran tamafio: el grabar imagenes auste- ras de Ia naturaleza, en este material primitivo, trasmitia un sentido elemental tanto del arte como de la artesania. Y en aquellos afios todo extraiio que se respetara a sf mismo dentro de su propia cultura (nérdica) tarde o temprano se desplazaba a Taalia, en donde el tiempo era empleado en ab- sorber él sol del sur y las omnipresentes vistas con su grandiosa mezcla de srteficio y naturalers. Pero si ésta era una “moratoria”, ciertamente era tam- ign un periodo de desinterés total hacia los desas- tres militares, politicos y econémicos que asolaban entonces 2 1a humanidad; mientras pudiese uno esperar algtin apoyo econémico desde casa, y no se perdiese repentinamente en algiin cataclismo, uno vivia (0 ast lo pensaba) a escala de siglos, no de décadas. Semejante narcicismo evidentemente po- ir la ruina de un joven, a menos que ralorada y el vigor para ia con: encontrase una idea sobs wabajar por lla, Fue mi amigo Peter Blos (hoy en dia psico- analista en Nueva York, més conocido por sus clisicos escritas sobre la adolescencia) ** quien acu- 4i6 a mi rescate, Durante el final de nuestra in. fancia en Karlsruhe habia compartide conmigo a su padre, un doctor tanto profético como exeén: rico (@ fue el primero en hablarnas sobre Gan. Ghi), y babfamos sido amigos en Florencia. Ahora me invitaba, con Ia aprobacién de la fundadora, 22 Peter Bos, On adolescence, Nueva York, The Free Pres of Glencoe, 1052 (urd. ep: Pricoandlsis de ta odor Tescencia, Joaquin Mort, 1971) conists DE ADENTIDAD 39 Dorothy Burlingham, 2 unirme a 61 en em peque fa escuela en Viena. ‘Gon su ayadn aprend a are bajar en horasios regulares y conoct af efrculo que rodeaba a Freud, Ahora debe ser mds evidente lo que Freud sig: nilicd para mil, aunque no habria yo tenido pala bras para expresatlo en aquel tiempo, Aqul tab una figura mien y un gran docu que se habia rebelado en contra de la profesion medien: Agu siaba también um efrewlo que me admitia us entrenamiento que se acerenba al papel den doctor de niffs tanto como era posible sin aseis ale escuela de Medicina. ‘Lo que en mt respomdia ante esta situaciém erm, creo, tina identificacton tmnbivalente con mi padrastro, et pediaern, men ‘lada com una busqueda de i! propio padre mé: leo Ys ae prego en que eptnseepré mi det cheuto freuiano, puedo tan solo suponed (ao sin embarazo) que crn una especie de sdentided de hijstrofavorecido Ia que me hacia dar por seh tado que deberia ser aceptado alii Gonde 0 pe. tenecla plenamente, Por lo mismo, sin embaeo, yo tenia que cultivar el nopertenecer y manta Derme en contacto con el aris denteo dem itentidad pstcoanaliis por tanto no qucd com: pletamente extableca hasta mucho despise, ct fo com la ayuda de mi expose norteamerietes te lenguaje que no habia sido cl mio. Tm cualquier caso, pude emperir a pagar mi deuda com Tos Freud, también, slo en'mi propia moneda 36 nists bE IDENTIDAD, se suponia que los nifios no deberfan saber lo que no se les aabia dicho) sino también aconscjable de maner: que me sintiese como en casa, en st casa. Como hacen los nifios, le hice el juego a esto y mis o menos olvidé el periodo anterior a mis tres aos, en que mi madre y yo vivimos solos. Entonces, sus amigos habian sido artistas que trabajaban dentro del estilo tradicional de Hans Thama de la Selva Negra. Ellos, creo, me proporcionaron mi primer troquelado masculine antes de que hubiese yo acabado de aceptar a ese intruso, el doctor barbado, con su amor reparador y sus insoumentos misteriosos. Mls tarde, me complacia en oscilar entre los estudios de los pin- tores ¥ nuestra casa, cuyo primer piso, en las tar. des, estabs repleto de madres y nifios ansiosos y confiados. Mi sensacién de ser “diferente” se re- fugié (como ocurre aun en nifios sin problemas vitales tan agudes) en fantasias de cémo yo, el hijo de padres muy superiores, habja resultado un nifio abandonado, Mientras tanto, sin embargo, mi padre adoptivo era tode menos el. proverbial padrastro. Me habia dado su apellido (el que he conservade como primer apellido) y esperaba que me conviriera en doctor como él. Los problemas de identidad se agudizan con ese cambio durante la pubertad, cuando se vuelven inevitables las imagenes de roles fururos. Mi pa- Grastro era el tinico profesionisia (por lo demas altamente resperado) en una pequefia familia bur gues intensimente judia, mientras que yo (te- niendo unos antecedentes escandinavos racialmen- caisis DE jENTIDAD 37 te mixtos) era rubio y de ojos azules, y creci flax grantemente alto. Al poco tiempo, asi, adquiri el apodo “Goy” en el templo de mi padrastro; mien- tas que para mis condiscipulos yo era un “judio" Aunque habia tratado desesperadamente de ser un buen chauvinista alemin, me volvi un “danés” cuando Dinamarca permanecié neutral durante la primera guerra mundial, La atmésfera general era la de la antigua capital de un principado luterano (nosotros viviamos en la plaza del castillo) con una considerable poblacién catélica. No recuerdo ha- ber estado interesado en el vieja Lutero de la iglesia estatal, ni siquiea en el joven; y sin embargo afios mis tarde iba yo a elegir al joven Lutero como una cuestiéa de hecho para Ia pre- sentacién de algunas perspectivas sobre la juven- tad, Ia historia y la cristiandad primitiva. En ese tiempo, al igual que otres jévenes con aspiracio- nes literarias © artisticas, me volvi intensamente enajenado de todo lo que mi familia burguesa representaba. En ese momento queria ser diferen- te. Después de graduarme en el tipo de escuela superior lamada gimnasio humanista (en donde entonces se adquiria una Bildung clisica y un sen- tido de los idiomas), asisti a la escuela de arte pero siempre parti de nueva cuenta para set un artista errante, como ya he descrito, Ahora com: sidero aquelios afios como una parte importante de mi entrenamiento, El hacer bosquejos (como Jo experiments inclusive alguien come William James) puede ser un buen ejercicio en el trazo de impresiones. Y¥ disfrutaba haciendo grabados en 40 oRISIS DE IDENTIDAD ISIS DE. IDENTIDAD 41 seria y metodolégica hacia las condiciones sociales ¥ potiticas y —posiblemente inspirado por mi gran compatriota Kierkegaard— hacia actnalizadores re- ligiosos tales como Gandhi, un hombre carente casi en su totalidad de Ia dimensién estética, Eso en relacién con las circunstancias de mi vida. Si parece evidente que semejante vida pre- dispondria a una persona a una severa crisis de identidad, ello es sélo parcialmente cierto; y es que en mi caso los conflictas de identidad mis ‘obvios se relacionaban con mi identidad personal y con elecciones psicosociales que estaban delinea das de manera relativamente clara. Si la maligni- dad de la crisis de identidad esti determinada tanto por Ios defectos en las primeras relaciones de una persona con su madre como por In incom- patibilidad o irrelevancia de los valores disponi- bles en la adolescencia, debo decir que fui afor: tamado en ambos respectos. Aun cuando recuerdo a la madre de mis primeros afios como. profun- damente triste, también la veo. profundamente inmersa en Ia lectura (la que, como averigiié posteriormente, consistia en autores como Bran- des, Kierkegaard, Emerson) y nunca pude dudar de que sus ambiciones respecto a m{ trascendian las convenciones a las que ella, sin embargo, servia obedientemente. Por otra parte, ella y mi padras- tro tuvieron la fortaleza de permitirme encontrar mi camino en una forma pausada dentro de un mundo que, con todos les afios de guerra y revo Iucién, atin parecia orientado hacia alternativas tradicionales, de manera que los cataclismos ame- a cRISIS DE ENTIDAD nazadores todavia podian ser adjudicados a hom: bres criminales_y a naciones o clases malévolas. Lo que eventualmeate legué a describir como for- mas ins malignas de la crisis de identidad tanto en grupos como en individuos era probablemente de un orden muy diferente de lo que entonces experimentébamos. Todas las ideologias en pugna de nuestros afios jévenes albergaban algiin plan salvador que dominaria para siempre después de tan sélo otra guerra, tan s6lo otra revolucién, tan sélo otro new deal. Unicamente en nuestra época Ia fe en el cambic ha sido remplazada gradual- mente por un difuso temor al cambio mismo, y a un recelo de la propia fe. Los problemas de identidad ¢ incluso los sfntomas de confusién en la identidad probablemente han cambiado en for- ma similar. En curlquier caso, el estudio compa- rativo de la naturaleza de las crisis de identidad en diferentes perfodos de la historia (y en dife- rentes grupos durante el misino periodo) bien pu diera resultar un instrumento histérico al igual que clinico, con ta. que los usos del propio con- jo histérico. cepto sean sometidos al escru La direccién de la obra de un hombre, por con: siguiente, proviene siempre tanto de la historia como de su biografis. E] holocausto alemdn abrié otros paises a la ersigracién de analistas que no s6lo sobrevivieron sino que, de hecho, lograron establecer esferas de poder en las ciudades de su crisis DE IDENTIMAD 49 cleceién, Al adaptarse a nuevos tipos de pacien- tes dentro de una variedid de ambientes naci nales y culturales (y también al reflexionar sobre su propio destino y sobre el de aquellos que ha- bian perecido) , algunos psicoanalistas encontraron obligatorio revisar su modelo del funcionamiento humane, Mi andlisis didictico babia concluide cusndo conoct y me casé con Joan Serson, entonces baila- rina y macstra, posteriormente también artista y escritora; ella, también, era miembro de nuestra pequena escuela. En la época en que Hitler llegé al poder en Alemania me gradué y abandonamos Viena con nuestros dos pequefios hijos. Primero intenté volver a obtener mi cindadania danesa y ayudar a establecer un centro de entrenamiento psicoanalitico en Copenhague. Como esto resul- tara irrealizable emigrames a los Estados Unidos Y nos establecimos en Boston, donde el afio an- terior habja sido fundada una sociedad psicoana: litica, Dado que mi graduacién me habia hecho miembro de la Asociacién Psicoanalitica Interna- cional, fui igualmente aceptado en la Asociacién Norteamericana. Aunque ka profesionalizacion del psicoanslisis en los Estados Unidos conduciria en poco tiempo a la exelusién de Ia asocincién nacio- nal de otros analistas no médicos, yo permanect como uno de sus escasos iniembros no médicos, confiado en que sus calladas aportaciones impre- sionarfan tarde o temprano a los analistas norte americanos, haciéndoles ver Jo sabio de la convic- cin de Freud de que este campo no deberia estar 44 causis BE ENTIDAD completamente subordinado al profesionalismo médico. Personalmente yo estaba, por supuesto, dispuesto a aceptar las precanciones médicas y le: gales necesarias en el abajo terapéutico: y no puedo decir que el hecho de no haber sido médico haya interferido alguna vez en mi abajo. De hecho, para un inmigrante con una espe- cialidad (y l término inmigrante no habia sido remplazado atin por el de refugiado) este pai demostré ser, en verdad, una tierra de posibilida- des ilimitadas, Harvard y ms tarde Yale no va- cilaron en otorgarme nombramientos en la escuc- Ia de medicina, y con ello una experiencia clinica mayor. En Harvard estaba también la clinica psi- colégica de Harry Murray, donde el estudio in- tensivo de los estudiantes results ser una valiosa guia para descubrir las caracteristicas y valores de Ja juventud académica nortcamcricana, micntras que el estilo de pensamiento de Murray trasmitia algo de la gran tradicién de William James. Se dio all{ un florecimiento de grupos interdisciplinarios, guiados y financiados por hombres con imagina- ¢ién como Lawrence K, Frank de la General Education Board y Frank FreemontSmith de la Josiah Macy Jr. Foundation, ¢ inspirado vigoro- Samente por investigadores de Ia talla de Marga- ret Mead y Kurt Lewin. De cada participante se esperaba que se hiciese entender en estas rennio- nes reducidas © intensas, y pienso que esto me ensefié también (a medida que aprendia lenta- mente a hablar y escribir en inglés) a escribir para un pliblico interdisciplinario, esfuerzo que, crisis bE IDENTIDAD 45 a su vez, puede haber tenido alguna influencia en la eleccién de mis conceptos. Después de la segunda guerra mundial, establecimos nuevamen- te contacto con colegas receptivos de toda Europa en el Child Study Group de la Organizacién Mun- dial de Ia Salud. Las conferenecias de la American Academy of Arts and Sciences desde entonces han adquiride en mi vida profesional el importante Papel de encuentros interdisciplinarios. Hacia 1930 yo era antes que nada un psicoana- lista en ejercicio, primordialmente con nifios, ha- ciendo excursiones frecuentes a conferencias cli- nicas en el drea médica de Harvard. Simultinca- mente hice algunos estadios de grado en psicolo- sia, pero cuando la Facultad de Medicina de Yale me otorgé un nombramiento de investigador de tiempo completo, decid{ enfrentarme al futuro sin grados tardios. Fl Yale Institute of Human Relations me ofrecié entonces un notable estimulo interdisciplinario bajo Ia direccién de John Dol. lard; y gracias a mi trabajo pude hacer mi primera investigacion de campo (junto a Scudder Me- Keel) con los indios sioux en Dakota del Sur, De 1940 a 1950 estuve en California, habiendo sido invitado a resumir las investigaciones que se es faban Hevando a cabo cn un estudio longitudinal (conducido por Jean Macfarlane) de un corte transversal de nifios de Berkeley. Desde ahf parti 4 mi segundo estudio de campo (con Alfred Kroe- ber) con los indios yurok en California. Mas tar- de, habiendo sido nombrado analista didictico, volvi al ejercicio privado en San Francisco, pero 46 GRISIS DE sDENTIDAD continué actumndo como consejero en varias eat fas publica, incluyendo una clinica de rehabilita tion de yetertnos al final de la segunda, guerta mundial. Mi primera ‘citedra, en Berkeley, fue de corta duracién, debido a Ia’ controversia sobre el juramento de leallad durante ia era de MeCar. thy. “Fut despedido antes de conchuir el primer aio y después de ser reivindicado como ‘politi Camente seguro Fenuncié a causa del despide de otros que no “ucron clasificados ast. Al Feflexio. har ahora sobre aqulla controversia, pienso que sta fe ta prueba de mi identidad nortentner tana; porque suando n nosotros, extranjetey Ike Sidos entre los no firmantes, se nos dijo que "os volvidramos al lugar de donde habiamos venido”, Fepentinamente nos sentimos muy seguroy de que hnuesha aparente deslealtad hacia, los soldados en Coren era, en realidad, congruente con aquello por To que declan estar peleando. Creo que ya he dicho lo suficiente respecto a mi como para Hegar a la cuestién de eémo surgieron los conceptos de “‘identidad” y “crisis de identi- dad” de mis observaciones personales, clinicas y antropoldgicas durante los afios treinta y cuaren- ta, No recuerdo cuindo empecé a emplear estos términos; parecian apoyarse en forma natural en Ja experiencia Je la inmigracién y la norteameri- canizacién. Como lo resum{ en mi primer libro que aparecis en 1950: cuisis pn wENTIDAD a7 Emperamos a conceptualitar las enestiones de ta ict cn el nomen am de is Mori fine se Yuclven um problems, Es ue 1o hacemos en En pais que ineenta crear una superidentidad de to- ds las idemtidadtesimportadas por fos emigrances que To integran; y lo haceinos en wim momento en que la ndustralizacin en rapido incremenco.amenaeh por iguat a todas eptay ientsdades csencialmente 9gr- Thy astocrdticas em ss lugares de origen- Waste estudio de Ia identidad se voce tam extra tagieo en nuestro tempo como ct estudio de In se Statldad to fue en tiempos de Freud. Tal selativ Gad hitrica ene desarola de um cape, sn mrgo, no. parece rental, la consistencia de wn plan Ihtskce yde tna proximidad continua a los hechos bbservables, Los hallargos de Freud en relaciém con ta etiologiasexval de un pacecimiento mental 30m tan Gerton para nuestros patientes como Io fueron para tos de ely mientras que el peso de la pérdida de iden- tidad que resulta en naestre comsideraeiones proba: blemente atormentaba a lon pacientes de Freud al Tmual que los nuestros, como To demostrarfan ue ‘Eehtepretaciones. Asly los diferentes periodos nos permiten, ver con temporal exageracton_aspectos Fontes de un todo esenclaimente inseparable: Los problemas de identidad estuvieron en el bagaje mental de generaciones de nucvos norte- americanos que abandonaron sus patrias maternas y paternas tras de si para fundir sus identidades hereditarias en la identidad comin de self made 29 Erikson, Childhood and society, Nueva York, W. W. Norton, 1996, pp. 2423 erad. exp. Infancia y sociedad, Buenos Aires, Hormé) 48 CRISIS DE IDENTIPAD bRISIS DE IDENTIDAD 49 men. La emigracion puede ser dura y cruel, en oria de este pais el destino habia escogide desta- términos de lo que se abandona en Ja vieja patvia jar las cutestiones de identidad junto con un estilo y de lo que se usurpa en Ja nueva. La migracién le adultex extraiamente adolescente es. decir, también significa una supervivencia cruel en tér- juedando expansivamente abierta para nuevos To- minos de identidad, y es que los mismos cataclis- 2s y posiciones— en lo que en aquel tiempo era mos en los que perecen millones abren nuevas |amado un “cardcter nacional’. Esto, incidental- formas de identidad a los sobrevivientes. “En bre: no se ve contradicho por et hecho de que época de Roosevelt, los inmigrantes podfamos de- loy en dia algunos jovenes adultos estén cuestio cimnos a nosotros mismos que los Fstados Unidos indo poderosamenie a la nacién respecto a lo estaban ayudando nuevamente a salvar de Ia tira-jue generaciones de norteamericanos han, cierta- nia al mundo Atiintico: y, gacaso no nos esfor- zibamos al trabajar como miembros de una pro: fesién asistencial que —mds alla de los niveles de vida a los que nos acostumbré— contribuys a ilustracin transformadora capaz de disminuir tan- to Ia opresin interna como Ia externa de la hu: manidad? Sin embargo, lo que ahora reclama ser conceptualizado requeria toda una nueva orienta cién que fundiese una imagen nueva del mundo (y, de hecho, una imagen del Nuevo Mundo) con supuestos tedricos tradicionales. No podia ya con: siderar Ios problemas de mis pacientes en (aque- No que posteriormente Hegné a Hamar) términos “originolégicos” —es decir, sobre la base de dénde, cuindo y cémo “habia empezado todo”, La cues: tién también era hacia dénde se dirigian desde donde ahora se encontraban y quién iba con ellos. Y si algo semejante a una crisis de identidad apa- recla gradualmente como un problema normative en Ia adolescencia y la juventud, también parecia haber lo suficiente de adolescente dentro de cada norteamericano como para sugerir que en la his, iente, hecho de si mismos al proclamar en Forma in irreverente el haberse hecho a si mismos, y de pave han hecho de tu continente, de wu tecne gia y del mundo bajo su influencia, Pero esto pmbién significa que los problemas de identidad fF vuelven urgentes dondequiera que lega Ia nor kamericanizacién, y que algunos de los jévenes, ferme de paises norteamericanizados, cm: jezan a tomar en serio no sélo la postura de los lif made men, sino también la cuestién de la hose principalmente, como un preocuparse de \quello que esté siendo adoptado en el estableci- niento de una identidad industrial. En cualquier caso, la variedad de mis observa: i clinicas y “aplicadas” me ayudé a yer un exo entre individuo ¢ historia al igual que entre ado y futuro: los nifios de Berkeley, en el me- to particular de la californizacién de sus padres, dian ser vistos acercindose a una crisis de iden= idad especial y a la vez también normativa, como Lestuviera prefigurada dentro del plan vital hu hano. Una version diferente de esa crisis podia 50 apreciarse en los indios norteamericanos, cuya cos thee “reeducaciéz" tan slo. 108, hizo. fatalmente Comcientes de que se les negabs tanto el derecho Si seguir sinde ellos misinos como el de unizse & tos Estados Unidos. Aprenct a vor etisis de iden tidad taumdtieamence venowadas en aquellos ve temo de Ta segunda gue mundial que se De biau derrumbade con lo se alterativamente se Tinmé sintomas de cheque'o de fatiga o de inferio dnd constituclonal ye shnulaciin de enferme: ad. Mirando hacia atrés, por entonees habia yo Seconoeido un problema de ientidad nacional en Innis rodeads de. ls gtnndes naciones euro: pear Is Alemania una ver vencida y bumillads Rignotieada ahom por un. Hider mareadamente ilotescente que prometia un mileno de superiden tidad inexpugmable. ¥ pude posteriormente, de SShte lor atos cincuenta, verificar los sintomas de Gna confusion de identided aguda y agravada den tio de mi tersiorio clinico, es decin, en 108 pe Gentes jovenes del Austen Rigs Center en los Herkshives, hacia donde me habia divigide des pags del iaeaso en ta Universidad de California. Ait tambien encontré a mi crtico y amigo Davie Rapaport, quien vela un sitio para mis conceptos Gant 4 ion de Heinz Hlartinann) en et edifieo dein pstcologta ssicoanalitioa del 702 pero no sin sihadie a tos pumeos de vista genético, econémico ciel ydindmaico un panto de vista "adapta tivo", teluclonando e} yo con el medio ambiente 24 Merton M. Gill, ed, The collected papers of David Rapaport, Nueva York, Basie Books, 1907, crisis DE IDENTipAD 51 En Jos afios sesenta suspend temporalmente mi «abajo clinico para aprendes Ia forma de ensefiar toda mi concepcidn del ciclo vital —incluyendo la crisis de identidad— a personas que normativa- mente la estaban atravesindo: los estudiantes de Harvard. Pero esto es otro capitulo, como Io es Ia investigacion mas sistemétics de problemas psico- historicos mia y de mis colegas durante esta déca- da. En este ensayo me limitaré al surgimiento de los conceptos sobre Ia identidad, La verificacion clinica, como he indicado, es siempre esencial en cualquier desplazamiento con- ceptual en psicoandilisis, debido a que confirma que (y por qué) un sindrome como el de Ia “con- fusién de identidad” no es slo cuestién de auto- imigenes 0 aspiraciones, roles y oportunidades con. tradictorias, sino un padecimiento central peligro- so para Ia totalidad de la interaccién ecolégica de un organise mental con su “medio ambiente"; cl medio ambiente del hombre, después de todo, ¢s el universo social compartdo. Los sintomas de Ja confusidn de Ia identidad, por tanto, podian ser encontrados en la esfera psicosomitica al igual que cn Ia psicosocial, en el tiempo al igual que en el individuo. La identidad psicosocial demostré estar “localizada” en tres Srdenes en los que el hombre vive en todo tiempo: I))el orden somético, por el cual un organismo, (como lo ba subrayado René Dubos en nuestras discusiones) busca mantener su identidad en una renovacién constante de la mutua adaptaciéin del milieu intérieur y el medio ambiente; 52 nists DE ENTIDAD, gh el onden yoico, es decis, Ia integracion de la experiencia condita personales “BV cr onden social mantenide Unido por or sstios yoicor que companten wn ubicacton Disto- Teogeogratica esektres Grdenes, sin eimbargo, propenden ponte thunuamente en peligto, sacluso en Ta me: Beha en que se relacionast entre sl Gran parte de elo creadora del houbye al igual que de #8 ve Mice debitieador se originam eh esta incomps (fhiltaad. es que estos Grdenes parecen apoyarse seiGunente tan solo en proyectos utopicns, (¥e TUNE hombre el impetn vsionasio para coresit der Bl unow Ion remultontes peligros para Ta sald, facandura o el orden social También, dentro de we Eanteato, se vuelve estratégico el estadio de Sissi de identiad domme Ia adolescence Miao a que durante esa etapa de la vida el ong veo dencuentra en ol climax de su vitalidad fe vegan Forinas nie poten 4 que el yo debe intesr ree cepertencia intensiva ya que el orden soci Webs proporcionar una identidad renovada. pars St vmevos miembros, para ast_poder reafirmar M8 fenovar sw identidad cotectiva reeMlon a cue punto, debe texuttar bastante opvictoor qué el concepto de crisis de identidad ote hy mambign a reconecer Ie fancion trans Formaors de sin Sure de in historia, Como fo expose ea mat bo Siise et joven Lutevo: profunds 7 pacologicamen ehtacrad, pero poseido tanto por la vision de wegen mrndiatmueve. (o renovado) y Ia nec “gxan hombre” en un determinado eRISIS DE IDENTIDAD 58. sidad (y el talento) para tansformar a masas de hombres, un hombre asi hace de su “condicién- de-paciente” una condicidn representativa de una universal, y promete “solucionar para todos aque Ho que no habria podido resolver s6lo para st” Finalmente, tras todos los nuevos insights que el totalitarismo, la guerra nuclear y Ja comunica- cién de masas nos han forzado a enfrentar, “no puede ya pasarnos desipercibido que durante todo su pasado cl hombre ha basado mucho de su iden- tidad en identidades grupales mutuamente exclu- yentes en la forma de tribus, naciones, castas, re- ligiones, etc. Nosotros realmente sufrimos de un problema de identidad evolutivo: ges el hombre luna especie, © esti destinado a permanecer divi dido en aquello que he llamado “seudoespecies’ siempre actuando una version (necesariamente in: completa) de la humanidad en contra de las de- mis hasta que, en la apoteosis de Ia era nuclear, una version tenga el poder y Ia suerte para des- truir a todas las demas, momentos antes de perecer cella misma? r Si en un campo determinado el enfoque “clésico” identificado totalmente con un hombre, parece logico que durante su vida © justo después de su muerte incluso las transformaciones conceptuales huis necesarias se asocien con emociones de lealtad sacrificial 0, en verdad, de parricidio. Asi, a me nudo en contraste con los propios inicios irreve- bt nisis BE 1DENTIDAD rentes del fundador, el pensamiento de los segui- Mores queda bajo la sombra de la cnestién de lo que “él” habria aprobado 0 desconocido, como si dun el mas grande de los hombres pudiese (si en Verdad lo quisiese) garantizar la pureza de su creacién una vez que ésta penetra en el ambito de la historicicad. Incidentalmente, decidir qué es lo que verdaderamente implica Ja palabra “cla sico” en todas sus ramificaciones logicas y emocio- nnales seria digno de algiin estudio psicohistorice. En cualquier periode histérico determinado debe cxistir una asimilacién mutua de todos los con ceptos considerados clisicos dentro de los diferen- tes campos; ya que, mientras cl yo individual in- tenta mantene> una orientacién habitable en me- dio de la multplicidad de Ia experiencia, en igual forma una civilizacién debe tender a recibir ¢ in- tegrar todas las ideas transformadoras dentro de un universo coherente. Este proceso es ms cvi- dente, por supuesto, en empresas religioso-ideols- gicas y médico-humanitarias debido a que ambas simplifican y anifican con cl fin de tranquilizer, curar y ensefier. Pero aun dentro de Ja sacralizada objetividad de la ciencia, las ideas auténticamente transformadoras parecen tener un destino que no slo Heva de la incredulidad cientifica a la veri- ‘cién, sino también de la repugnancia filosé- fica hacia una nueva sensacién de coherencia li sica mostranco una vez mas que “Dios no jucga ‘alos dados con la humanidad’. Y gquién podria ser mas grande, incluso si tan solo es comprendido muy parcialmente, que el cientifico modesto que RIsIs BE IDENTIAD BB ss ate a arojor nna min avd y mses ms Dios tabe logue hace? es De tmas ave YY siendo yo una especie de experto en el juego, debe afaciy que, aunque gencruimente revords- mor aloe granides hombres como austenos creado~ tes es en elioeen lon que el expiritu lidico divino no dismiauye cn aa copecdad para trascencer en fénmtlas necvas algunas de las discrepanciag tr matics de los tiempos, Para in, eu habla ue fro en forma tan eficaz con tantos tipos de con fcptualizcion. (deste la flosotla naturalista hasta iaveconomis) que no podia yo ver en qué ota forma puido” él considerarse@ s{ mismo ‘excepto como un hombre que tenia que freer lat pautas de pensamiento de tos milenies hasta et momen- to de la introspeccin cientifica mientras emplen- tin Tor méiodes, hipoceiticos de observation que {© hablan suclto parce de ru identidad médien, Tal ver lao grandes ideas tmansformadoras conte: nen slempre tan slo tin niimero litado de st Povcione aéicmente verity, sun te pata establecer algunas raices permanentes. en is abservactn,s Ia vex que fe ramifiean en nuevas imagenes del mundo, ‘A cata de lor marcados aspectos ideoldgico- Inmanitasios del psconnilisis, el desnvrlle desde tn enfoque revolucionario hacia tno eldsico ¢ ine cliso hadia uno artodono 7 hacia las herent e- tullantes tod poco tiempo, Xo, por To menos, pride presenciatla en el espacio de tna vida! nun: gue debo admitie que mi interés primordial en 56 cqaisis DE ADENTIDAD el fluir de tos fenémenos evitaba cualquier inten- to de encontrar seguridad dentro de la ortodoxia 0 de escapar hacia la herejia. ‘Como se indies, Freud, segin mi modo de vei habia transferido los métodos de investigacién mi dica ala psicologia a medida que aprendia a “lo- ‘alizar” traumas psiquicos tempranos de una ma era andioga a la investigacién de lesiones cere bbrales, Semejante traslado de imagenes concep- tuales probablemente podria ser demostrado en la obra de otros creadores de ideas innovadoras y encontrar que eta altamente productivo si estaba ‘equilibrado y contrabalanceado por otros métodos de pensimiento, presentes en la identidad total Gel pensador. En el caso de Freud existia, sin. ‘duda, una continua lucha entre el rol de doctor y fragmentos de identidad tan poderosos como los de libertador, erudito y escritor. Se permitia cul tivarlos solo fragalmente, porque era, por encima de todo, un médico que curaria al hombre de Ia maldicién del pasado ya fuera que se originase en la evolucion, en la historia primitiva o en Ta vida temprana, tres aspectos de la vida del hombre Gescubiertos cn el propio siglo de Freud por los anwinistas, los arquedlogos y antropélogos ¥ por €i mismo. Sus muchas analogias entre los estratos ide Ia mente y la investigacién arqueolégica vienen fla mente aqui. La preocupacién antiteleolégica Ge Freud por el pasado encapsulado y sepultado fen Ta mente ha conducido, tanto en la préctica como en la teoria, a descubrimientos sorprenden: tes: y sis cierto que el estado de dnimo de este tipo de dominio det pasado semejaba en algo a ln resturacion ritual de los origenes, (la ereaeion Ia primavera, el macimiento), entoncespaecenfa plausible qu el prcoandliss atrajera sobre todo 2 personas que hubleran perdide sus origenes en ti suelo, el Htual y la cradicion, Pero com hemor visto, no sori suliciente explicar los fendmenos humanos por sts orgenes ch la infancie sin pre gune pot que y de ob moo el edo Sc inicta, refueran y agravaconflictosinfantles espe: tific, y hace de tu retulado una parte de tos tragmentor de identidadpostivosy megativos que pugnatin entre x durante la adolascencia. A te és de-un acento exclusive en tos orlgenes, el pst Coandliis de hecho ha contrbuido tna imagen del mundo carscteizada por un nuevo sentidorde predestinacin, que, como ocurte a menudo, pe. de ser mitigada alo por una fe rligio en el ps cosmo por To tenn en Yorba he * combinacién en Ta concepcién freudiana del pricoandliss de lor eafoquee Tetreopectiva@ in: Erospectivo es mencionadan menudo como st “te talismo"s por otra parte, soy demasiado consent de que conceptos posteriores como Tos mios son recibidos por muchos como una promesa mas “op. tims” de oportumidades vitaes no condenadss gor a experienc nin. Pero fos concepts de entidad tan soto ponen de relieve para una et dela vida To que cr cierto para todas, eto es que tes periodos de ripido eretimiento y de tne sme pllacién ceciente de la cognicion permiten, en ee A eR EE RE eam 58 cusis pe wENTIDAD interaccién con instituciones vivientes, una reno. vaciOn de antiguas fuerzas al igual que una ini- ciacién de nuevas. Eso, sin embargo, no propor- ciona en s: una perspectiva mas benigna. Mas bien exige nuevas e incesantes penetraciones en el funcionamiento de una sociedad y esto especial- mente en un mundo de cambio ripide e impre- decible. Son, por tanto, conceptos como Ia crisis de iden- tidad iniamente simples adiciones al esquema clisico, 0 zequieren de una transformacién en la perspectiva clinica y teériea? Puedo intro- ducir esta pregunta solamente concluyenda con unas cuants notas sobre lo que, a través de los afios, he encontrado como diferencias teéricas sig- nificativas entre Iz perspectiva psicoanalitica cld- sica y perspectivas mis nuevas como la mia, Estas diferencias destacarin lo que quise decir cunndo, anteriormeate en este trabajo, suger! que hacia atrds » hacia adelante, hacia adentro y hacia afue- ra, hacia abajo y hacia arriba pueden todas ser dimensiones a considerar en el destrrotlo de un modelo psicoanalitico de la existencia humana. 1] Superys ¢ identidad En su contribucién a este volumen, Talcott Par- sons * expene su significativa integracién del pen- samiento freudiano y Ia sociologia moderna, Hace + En ef mismo volumen de Daedalus cnisis DE wweweipan, 59 hhincapié en Ia utilidad que el concepto freudiano de superyS (como “Ia internalizacién de las es. tructuras sociales”) hha tenido para sus intentos de vincular Ta vida interna del hombre con su mun- Go social. Permftaseme, por lo tanto, comparar el supery6 como un concepto anterior —tanto en el sentido de que el concepto fue creado antes en ta historia del psicoandlisis como en el sentido de que el superyé se origina anteriormente en Ia vida— com el concepta de identidad. EI nifio internaliza dentro del superyé més que nada las prohibiciones que emanan de la estruc tra social —prohibiciones, es mis, que son perci- didas y aceptadas con los limitados medios cognos citivos de la infancia temprana y preservadas a 10 largo de Ja vida con un sadomasoquismo primiti- vo inherente a las propensiones moralistas innatas del hombre, (Bstas se ven agravadas, por supuesto, en culturas que se apeyan marcadamente en la culpa como control intemo.) Asi el moralismo in- fantil internalizado queda aislado de la experien- Gia posterior, de akf que el hombre esté siempre presto para regresar y volver a caer en una acti tud punitiva que no sélo Io ayuda a re-reprimiz sus propias pulsiones sino que también lo alienta a tratar a los demas con un desprecio leno de rec- titad y a menudo feroz, bastante desfasado en rela cién con sus ands avanzados insights. El hombre no podria volverse 0 seguir siendo moral sin una tendencia moralista semejante; sin embargo, sin un desarrollo mayor de inclinaciones anténtica mente dlicas, es decir, una subordinacién de ss eee reer 60 cqnisis DE IDENTIDAD moratismo la afirmacién compartida de valores, CU hombre munca, podria, edificar ay estructuras Sociales que definen sus obligaciones y privlesios saultos Tse desrrollo posterior, xin embargo, es descui- dado por el punto de visa “estruceural de Freud, til primordialmene en el andlisis del grado en fue tuna persona ae ha veleo ua sistema para sl thisma, ineapacitada para adapase y crecer‘con el provenie real Drevemente he explcado a forma En que una tcorla paicoocial puede explicsr por Gu Tos adolescents deben pueden (lo que no Sucede con tos nifios) unstse entre st en pequetios Circules y “subeultuas™ y eventualmente Vinet Tarse a tendencias ideologicas en gran excala, del ado o del presente, mientras que unos poron Eneierran dentro de estados enfermizos de aisle fmlento individual igualmente desconocidos en su ida posida, Aqut Ir fuerza del yo patece depen ter so solo de ta experiencia preadolescente del Individeo(Gncluyendo lor contenidon del sper 70). tino tambign del apoyo que recibe de tub: Tilloras adoleenter y del proceso hisrico en dearrollo Pero en el psicoandlisis To que hasta ahora ha side descubierto especto a clapas posterior de Ta vida debe siempre volver ser aplieado a ob- Kevaciones anteriores sobre etapas ¥ alteraciones meas tempranas. Se vuelve evidente, entonces, qe desde el principio dela vida existe una ineincada felacin entre el desarollo interno. (cognoscitivo Y emocional) yun medio ambiente extimulante J ‘exists DE IDENTIDAD a alentador, de manera que ninguna etapa ni nin- guna crisis podrian ser formuladas sin una carac- terizacidn del mutuo acoplamiento de la capacidad, del individuo para relacionarse con un espacio vital cada vez mayor de personas e institucfones, por una parte, y, por la otra, Ia disposicién de estas personas ¢ instituciones para hacerle partici- pe de una preocupaciéa cultural presente, Todo esto, de hecho, determina la naturaleza de la crisis, de identidad que, a su vez, determina lo que su- cede a los remanentes del superyé, en Ia misma forma que posteriores crisis decidivin el destino Ailtimo en la identidad. 2] La realidad clinica y actwal El tratamiento psicoanalitico revelaré mucho de la “economia de la escasex” de una condicién em- pobrecida, en la que gran parte de la energia disponible ha sido disigida hacia adentro a me- dida que la ansiedad se difundia y la ansicipacién quedaba inhibida. Pero justamente debido a que fl punto de vista “econémica” fue inventado para dar razén de tales crcunstancias simplificadas —simplifieadas por Ja estereotipia de la conducts sintomatica— son de menor utilidad para com- prender el intercambio de energias y, tambien, es ‘multiplicacién de energias compartida con un mi- mero creciente de individuos ¢ instituciones, dic- tadas por la vida en desarrollo a lo largo de sus etapa, Lo que aqui se encuentra en juego es nuda Wee ee ee SRR ORR nc tl 6 ‘cxisis DE IDENTIDAD mis y nada menos que la “realidad” psicolégica. La visién clinica del mundo toma acertadamente la regresion y la represion como sus normas y ob- Jerivos para rellenar los puntos ciegos. corregir las distorsiones y eliminar las ilusiones causadas por Sijaciones irfantiles. Y, ciertamente, al eliminar rodas éstas, la terapia crea una condicién minima para enfrentarse al mundo “como es”. Pero, al hacerlo, el terapeuta debe dar por sentado que su propia funddn dentro del orden establecido esti “orientada hacia In realidad” En ausensia de tcorfas que incluyan tales preo: cupaciones comunitarias, y en lugares urbanos predispuestos culturalmente a buscar raices y apro- bacién en explicaciones intelectuales, algunos cfreulos pueden Megara cultivar una “realidad” y una “normalidad” orientadas hacia una utopia psicoanalitica, Tales consideraciones nos advier- ten que una ciencia tan préxima a cuestiones de salud y ética debe incluir métodos para observar su propio funcionamiento dentro del proceso his- térico-cultural y su influencia (intencionada o no) sobre él. Porque la humanidad siempre tatari de absorber los insights dentro de su inconsciente en la misma forma que absorbe otras verdades estre~ mecedoras, es decir, con una adaptacién que com- bina Ia aceptacién extrema con una resistencia subyacente, Siempre en peligra de volverse parte de Ia enfermedad que se propuso curar, un mé- todo empeliado en ser honesto debe tam manecer lo muficientemente vigilante para buscar el remedio contra nuevos disfraces. La vigilancia caisis DE EwTDAD 63 aqui sefialada se refiere al dilema intrinseco a toda Investigacion relacionada con los motivos huma- nos: aqui las presuposiciones explicativas se mucs- wan especialmente propensas a volverse no silo reduccionistas sino también acusatorias, al igual que excusatorias, como si lo que resultara ser cier- to aumentara Ia culpa de algunos y absolviese a La experiencia de Ja crisis de identidad, como, ya he indicado, se presenta cuando el mundo de Ja infancia da paso al de un umiverso ideoldgico que coexiste durante algim tiempo con el cono« miento acumulativo de la “realidad”. Cierto, la javentud gradualmente lega a estar dotada con todas las funciones cognoscitivas que el hombre adulto dice poscer. ¥ sin embargo, a menudo se enyuelve de manera radical en visiones del mundo que hacen del “enfrentamiento a la realidad” an criterio peligroso de la imaginacién creadora, Para dar a toda esta cuestién ota dimension, he insis- tido en que el alemin Wirklichkeit de hecho com: bina “realidad” con “actualidad”, es decir, un mundo de hechos consensualmente validade’ con tuna activacién mutua entre personas de pensa- miento similar Aun entre los hombres més in teligentes ¢ informados existe siempre una bits. queda de comunalidad con aquellos que no s6lo piensan en forma parecida sino que también se hacen sentir mutuamente activos y_auténomos. Gon frecuencia es evidente en Ja ideologia adoles- 1 Erikson, fnsight and responsibility, p. 159. 64 ‘cuusis BE IDENTIDAD conte y adulta cémo las mentes mis dotadas deben renunciar a su objetividad ante el sentido de mu: tua actualizcién que resulta de compartir una imagen unificada del mundo. 3] El mundo interno y externa La técnica psicoanalitica clisica fue también et laboratorio de investigacién original; la forma en. que funciona en cl exterior Ia naturaleza humana cera, por necesidad, una cuestién de la apticacién especulativa de los hallazgos elinicos al “mundo de fuera”. Pero el psicoanailisis, como cualquier otto campo, puede renovarse a si mismo un s6lo obteniendo insight respecto a la naturaleza de st medio de observacion. Las ciencias naturales han debido tomar en cuenta el hecho de que m0 s6lo la antigua ccuacién personal sino también los detalles de las disposiciones del Iaboratorio pro- penden a volverse inseparables del fragmento de naturaleza aistado para su observacién. En el psi- coandlisis, sin embargo, atin se pretende que sélo Ja situacidn clinica proporciona la ubicacién que puede revelar el funcionamiento verdadero, inclu: so de la mente “normal. La autoridad con fre- cuencia citada en este contexto es la afirmacién de Freud de que sélo un cristal roto revela su estructura, invisible en su estado intacto. Peto wn fonganismo yoico viviente no es un cristal, y en la misma forma en que la anatomia y la patologia dcben someterse a la fisiologia y Ia bioquimica en nists DE ENTDAD 65 vun intento de reconstruir el funcionamiento in ‘acto, el psicoandlisis debe complementar sts des: cubrimientos clinicos con el estudio del funciona. miento psicosocial, Es cierto, por supuesto, que ninguna situacién proporcionan mejor acceso al funcionamiento det inconsciente que la psicoanalitica. Sin em. bargo, la mayor dificultad en el camino del psico sdlisis como pricologia general probablemente consiste en los remanentes d le su conceptualizacion primera del medio ambiente. Para un paciente bajo observacidn el “mundo” que registra (y muy frecuentememte del que se queja) ficilmente se vuelve un medio hostil, “externa” en cuanto se re. fiere a sus deseos mis idiosinexdsicos y “fuera” de su relacién con el terapeuta, Esto dice mucho respecto de él y respect del hombre, pero parece Gitiei! de explicr Ia natoralem del labomeonia dlinico si la navuratess del ambience humane. ne sti incluida dentro de la teoria que orienta cttido tarde o tempeano conduce a la adopetén te al mundo en gencral como el “mundo externa fuera del psicoandlisis” expertmenté un. extrem cimiento conceptual = Ia ver que filostice, Por. ‘que aunque cr cierto que, por detinicign, "cl mundo” debe siempre reristir al insight pacoanse cio, la aceptacton y el estudio de tl ressencts en sas disfraces histinicos pertencce a in ctentia ae fs empresa pricoanalitica, assis 66 crisis DE IDENTIDAD Un problema relacionado es la aplicacion de to que'te ha observado en el encuentro de tere ppucta y paciente a otras formas de relaciones, En Te sewacion psiconnalfes, ts primeran'y ma feme panes relaclones con pevionas significtivas por teriormente son siempre transicridas y revivida, mrucvamente perdidas y Tenovadie, 7 crt (parece probable) por lo menos parcialmente a crue del Sispositive teenico de la ubicacion del divin, me ‘iante el cual el observador y el obsereado no # sero Yenesecer oe saree ira y por To ene etn by frac mn tis temnprana y perdurable: aquella mediante la ‘sta, Aqui, nuevamente, lo que es producida dene nreral, Pero presents tna repeticin parcialmente inducida de lo que en teorfa peicoanalitcaet mene Gionatdo come la bdsqueda de “objeto”, implicando tan el apego libidinal primatio a Ja madre como fina percha total, como ta eapacidad cognoscitiva para forinarse una tmagen de ella (Jieralment®) fomo una totalidad, Esto es cleramente basco ro. pareceria prudente aplicar estar imégenes eobjetalee” con 'precaucion' al bebe en su vida dias, al igual que a cualquier otm persona fuer Gel cqutiverio clinica, expecialmente también al joven cuyas nccesidades durante la crisis de iden- ad exigen. (ademas de algnon “sustitios pe fentales") un vigoroso grupo de igeales, sm uni terso KdeolGpicamente integrado yin experiencia de una rmutualidad cicogida con personas yg pos enconcrador por primera Vea exists DE IneNTIDAD 67 Un estudio minucioso de la instrumentacién clinica original como laboratorio revelarfa, por lo denis, también el hecho de que por lo menos un aspecto vital de Ia existencia —me refiero a la vio~ encia— escapé sistemdticamente a Ja situacion te- rapéutica, como si el individuo participara en cualquiera de las formas de Ja violencia directa (desde el motin carente de propésito hasta la fuer za armada) sélo cuando es absorbido dentro de ja masa ignorante y primitiva que constituye el “mundo extcmo”. Pero, como ya he sefalado, el laboratorio clinico canaliza toda impulso a ace tuar hacia la imrospeccién, de manera que el aciente curado puede estar preparacio para la ace ion racional. De este modo, el terapeuta aprende mucho mas respecto a la naturaleza de la accién inhibida y sintomitica que respecto a Ja accion planeada en 12 actualidad, con todas sus arracio- nalidades comunes, 4] Bl yoy el “Vor Un problema metodolégico final puede quiet apuntar més allé del psicoanilisis. La puritana autonegacin de Frend como observador prejuicis ala larga el acto mismo de observar. Freud, es cierto, fue mis lejos que ningiin hombre antes que él al revelar piiblicamente el papel que de- + Aqui el autor cantrapone ef yo (Ego en el original), decir, la jostancia del sparate inivapuiquice 9 el oe ombre’ personal "Yo" [T.} 68 ‘enisis DE IDRNTIDAD sempeflatan sus propios conflictos no s6lo en sus suefios sino también en las relaciones con sus pa- Gientes. Pero al hacerlo dejé de analizar el papel del observador que elige estudiar el conflicto en 1 mismo al igual que en los demés. £1 concep- tualizé e, yo como una parte psicolégica de la estructura interna inconsciente del hombre, pero no exam:né al "Yo", el micleo de Ia conciencia. 2Quién eancrola esta conciencia, tan ampliamente refinada como arma € instrumento cn los tratos con el inconsciente? Al emplear la palabra pari tana, quise implicar que la autorrestriccion de Freud a este respecto, aunque podria ser expre: sada en términos antirreligiosos, era en su natu: raleza profundamente religiosa: el hombre ya ha bia habledo lo suficiente sobre su alma, y durante demasiado tiempo se habia gloriado de ser “la medida”, 0 el “centro” consciente del_universo, Si un hombre como Kierkegaard podia escribir sobre el salto de Ia fe, un médico y cientifico sslo podia, austera y racionalmente, describir con los medios y métodos que le fueron dados lo que mu chos de los hombres mas sublimes, al igual que los ms depravacos, se habjan negado anterior- Sin embargo, una cosa es cultivar la orgulloss racionalidad de la Tlustracién de la que Freud era probablemence el iiltimo gran representante, y @ a cual coroné al insistir en que {a irracionalidad ¥ el inemsciente quedardn comprendidos dentro de la esiera de lo racionalmente comprensible, y otra cos es derivar de tales inquisiciones sobre los caisis DE IDENTIDAD 69 conflictos del hombre un modelo de éste, En cual- quicr caso, me he encontado a mi mismo estu diando en Ia vida de los innovadores religiosos esa area limitrofe donde se encuentran el conflicto neurético y el existencial y donde el "Yo" Tucha por una concienciacién sin obsticulos, Y nueva- mente, zno es acaso en Ia experiencia adolescente donde el "Yo" puede percibirse a si mismo como separado por primera ver? Asi lo hace, a medida que se va encontrands a si mismo tanto partici ante como enajenado dentro de estados peculia- Yes que trascienden on téminos psicosociales Ta crisis de identidad, desido a que representan no sdlo el miedo a la otsedad y la ansiedad de la mismidad, sino tambien el temor de Ja existencia individual limitada por la muerte. ‘Todo esto, por supuesto, es ripidamente olvidado cuando el. jo- ven adulto asume sus responsabilidades y cuando es formdo a participar en las jerarquias de su so- ciedad, con sus creencias organizadas y sus irra. Clonalidades convincentemente ocultadas. Pero a la larga, el “Yo” trasciende su superdefinide yo y; tarde o temprano, encara el dilema de Ia exis tencia versus la politica que he tratado de enfocar en mi obra sobre Ja versién gandhiana de lz verdad, Detris de todo esto bien puede haber otra y mis amplin crisis de identidad. El psicoaniilisis, en linea con Ta Tlustracién, ha destronado Ta ereen- cia (y la necesidad de creer) en una deidad. Ha sugerido que la imagen divina refleja lidad” Ia imagen infentil del padre, 170 nists DE wENTIDAD verdad, sucede en variaciones culturales transpa- rentes, Por otta parte, puede ser que por buenas vazones filogenéticas el padre ontogenético esté superdotado con un temor reverencial que puede posteriormente ser compartido en creencias comu- hes en imdgenes divinas y Mderes semidivinos Porque una comunidad de “Yos" bien puede ser ‘eapaz de creer en un fondo de gracia comin slo en la medida en que todos reconozean un super- "Yo", Es éste un problema de una magnitud cal que Ia simple negacién intelectual apenas si lea a rozarlo, mucho menos si esta nezacion esti acom- pafiada por un desplazamiento de la divinidad a Ifderes “inmortales". Ante los ojos de los jove nes, el desencanto practicado por generaciones de hombres que se hicieron a si mismos y de incré dulos sélo ha sellado la degradacién y abrogacion de los padres. Los jévenes, por tanto, sienten que debe haber una biisqueda planeada (aunque en ocasiones Iidicamente andrquica) de nuevos vincw: los que aprovisionardn a la persona moderna con un nuevo sentido de comunalidad y actualidad. En cualquier caso, que la religién Hama gracia y pecado trasciende la comodidad de la adaptacion y el manejo de la culps. Todo esto nos conduce mis allé de Ia crisis de identidad en sus determinantes evolutivas y psico- sociales, Pero esta crisis es (y tiene sentido) s610 una dentro de una serie de crisis durante Ia vida {Qué ex Jo que sucede, podriamos preguntar en conclusiém, 2 los adultos que han “encontrado su identidad” dentro de Ia consolidacién culeural de su tiempo? La mayoria de los adultos, es cierto, dan Ia espalda a las cuestiones de identidad y atienden a Ia eaverna interna de sus preocupacio- nes familiares, acupacionales y civieas. Pero esto no puede tomarse como garantia de que o ya han ascendido 0 han olvidado verdaderamente lo que tuna vez anticiparon en las correrias de su juven- ud, La cuestidn es: equé es lo que han hecho con. ello, y qué tan dispuestos esti 2 responder a las necesidades de identidad de las generaciones siguientes dentro de Ja crisis universal de Ia fe y el poder? AI final, parece, el psicoandlisis no pue de pretender haber agotado su inquisicién sobre fl inconsciente del hombre sin preguntar cual podria ser la detencidm interna caracteristica de Ja adultez, no simplemente como un resultado de las obras de Ja inmadurez infantil, sino como una consecuencia de la condicién adula como tal. Porque es demasiado obvio que, respecte al desarrollo total del hombre, adultez y_madurez xara ver han sido sindnimos. El estudio de las Grisis de identidad, por lo tanto, se blemente condiciones y conflictos debidos a aque- las especializaciones del hambre que To hacen efi- ciente en una decerminada etapa de la economia y la cultura a expensas de In negacién de aspectos importantes de Ia existencia. Habiéndose iniciado como una ciencia y arte clinico, el psicoandlisis no pnede evadir fa pregunta de qué hay de “equi- vocado”, desde el punto de vista de una raza hu- mana indivisa, en la “normalidad” lograda por grupos de hombres bajo las condiciones de la bennett R crusts DE IENFIDAD sendoespeciacién, {No incluye acaso deletéreas re- 2 twogresiones grupales que no pueden ser colocadas bbajo las categorias de regresiones neurdticas, sino LA ONTOGENESIS DE LA que més bien representan una fijacién comin a RI TTALIARCION formulas histérieas que ponen en peligro una adap- tacién mayor? Pero 1e prometida Hevar la cuestidm de Ja “erie sis de identidad” hasta donde lo permitieran las considenciones autobiogrificas. Al mismo tiempo he recapitulado mi linaje conceptual en tanto tic he su otigen en el psicoanilisis, para poder sefialar que el psicoandlisis representa una mezcla muy especial de condiciones de “laboratorio”, clima meiodoligico e implicacion personal ¢ ideologica. Otros campos pucden reclamar estar gobernados por meiclas radicalmente diferentes y ciertamente por tipos de evidencia mucho menos subjetivos Pero me pregunto si es que podrian insistir, en todo momento, en una ausencia total de cualquie- za de las ingredientes aqui descritos. Este trabajo esti basado en una comunicacién, La oniogenia de la ritualizacién on el hombre, pre sentada a la Royal Society en junio de 1965 como tuna contribucién a un simposio sobre La rituali- tacién en los animales 9 en el hombre. La tota- dad del simposio en su forma original aparecers oportunamente en los Proceedings of the Royal Society. ‘Tratar epigenéticamente un tema significa dex cribir los pasos, construide cada uno sobre los an- teriores, que son esenciales para su desarrollo a través del ciclo vital del individuo. Para hacerlo con la “situalizacién” (colocada aqui entre comi: las hasts que podamos libsrarla de ellas) debe- mos primero separar tres connotaciones del térmi no ahora dominantes, Una, la mds antigua, e+ ls antropoldgica, que Ia relaciona con ritos y ritua- les ejecutados por comunidades de adultos (y en cocasiones presenciados por nifios © con la parci- cipacién de jovenes) para seflalar acontecimientos recurrentes, tales como las fases del aio o las eta pas de la vida, Intentaré rastrear algunas de las raices ontogenéticas de toda ejecucion de un ri sual, pero no hablaré del ritual adulto como tal ‘Una connotacién de “ritualizacién” mis recien- te es Ia clinica. Aqui es utilizdo el términa “ri- tual privado” para conceptualizar el comport miento obsetivo consistente en actos solitarios repetitivos con signiicados altamente idiosinerd sicos. Tal conducta es vagamente andloga a la conducta repetitiva carente de objetivo de los animales enjaulados, y parece proporcionar asi un exlabén “natural” con un posible origen filogené tico de Ja “‘ritualizacidn” en sus formas mis este- reotipadas y compulsivas, al 16 LA ONTOGENDSIS DE LA RITUALIZACION Parece importante separar esta connotacién elf- nica para poder considerar los insights mas recien- tes tanto en etologia como en psicoanalisis, Existe ahors una orientacién en Ia literatura etolégica (sintetizada recientemente por Lorenz, 1964) que cumple la sugerencia original de Sir Julian Hux. ey de utilizar la palabra ritualizacién, en este ceremoniales filogenéticamente preformados en los Hamados animates sociales. Podemos recordar aq el ceremonial de saludo con el que la recién na cida_oca Martina (un nombre tal vez tan signi ficativo en etologia como el de Anna O. en prico- patologia) insistfa en darle una leccién Konrad Lorenz. Parafraseindolo: cuando el ganso gris recién racide ha logrado salir de! cascarén y per mianece hecho un ovillo Iimedo con el cuello débilmente extendido, hay una reaccion que pue- de ser provocada répidamente. Si uno se inclina sobre él y emite algunos sonidos razonablemente reminiscentes de los de una madre oca, el pollue- lo levarta la cabeza, estiza el cuello y salnda all mundo a st alrededor con un sonido débil pero claramente reconocible, Asi, antes de poder minar, levantarse 0 comer, puede producir una primera forma de ese ritual de saludo del que el estudio comparative de la conducta ha mostrado que se Cesarrolla filogenéticamente a partir de ges tos de amenazs, La vida y crecimiento del nso recién nacido dependen de Ia adecuacién de esta que Ia madre (en Ia medida primera respuesta, y en que la provoca) responde normalmente a ella, LA ONTOGENESIS DE LA RITUALIZACION Te Asi, 1o que ha egado 2 ser Hamado “ritualiza- cidn’” en Ia filogénesis claramente se aleja de la patologia por el hecho de que revela el vinculo creado por el mensaje reciproco contenido en tal conducts. Esto también significa que las formas repetitivas de exhibicién 0 de adopcién de pos- turas 0 de signalizacion, por si mismas, no consti tuirfan genuinas “ritualiziciones” en todo et sen- tido de la palabra exceptc en contextos recfprocos filogenéticamente dados. La conducta humana, para poder ser Ilamada “ritualizacién”, tendria que ir mas alli de los simples métodos de forma. lizar, rutinizar 0 convencionalizar, para no hablar de la esterotipia patolégics, V et que, como Hartmann decia ya en I “no debemos tomar toda repeticién como una expresién de la compul- sidn a la repeticién” (p. 96)" y “las tendencias yoieas reguladas por Ja realidad... deben usar en Forma selectiva las tendencias de la compulsidn a la repeticidn” (p. 98). Para liberar a la palabra de la indignidad de las comillas, debexfamos, por consiguiente, empezar por poscular quella conduc ta que Iamaremos vitua‘jzacién, en el hombre, debe consistir en un interjuego acordado por 1o tuenos entre dos personas que to repitan a inter tives y dentro de contextos recurren- tes; y este interjuego debe poser un valor adap- 2A continuacién, excepto en donde se stale, todas tas citas son de la obra pionera de H. Hattman La‘ poicologia el yo 9 et problema ite ta adaplacion. Me be Teale 42 este trahnjo debide. al precy singulay hineapte en Is adaptaciin flogenética ¥ onogencticn. * 78 TA ONTOGENESIS DE LA RITUALIZACION tativo para los respectivos yos de ambos partici pantes., Yo sugeriria que estas condiciones, por ejemplo, son cumplidas plenamente en la forma en que una madre humana y su bebé se saludan el uno al otro por Is mafiana. “Al intentar anclar Is ritualizacién humana en la etapa mis temprana del ciclo de la vida y se: guirla hasta la madurez, me siento alentado (al igual que al enfrenear tareas similares [1966 a] por la defensa que Heinz Hartmann hizo, ya des de mis dias de excudiante, del estudio del “equipo primario” del hombre; del papel del yo dentro de csa “adaptacion tan crucial... a la estructura social’; y de la “participacién del yo en la edifi- cacién de la wadicién” (p. 30) ‘Trataré la rieualizacién, entonces, como una forma especial de la conducta cotidiana. El nifio vecién nacido al despertar trasmite un mensaje a su ma- dre ¢ inmediatamente estimula en ella todo un repertorio de conducta emotiva, verbal y manipu- latoria, Ella se le acerca con interés sonriente 0 preocupado, pronunciando un nombre de manera sgre o ansiosa y entra en accién: busca, palpa, olfatea, verifica posibles fuentes de malestar ¢ ini cia sus atenciones modificando Ia situacién det nifio, prepardndole el alimento, eargindolo, etc Si se le observa durante varios dias (y expecial- mente en un medio ajeno) se aprecia claramente LA ONTOGENESIS DE LA RITUALIZAGION 79 que este acontecimiento diario esti altamente for- malizado por el hecho de que Ia madre parece sentirse obligada (y no poco contenta) a repetir una actividad que despierta en el nifio respuestas predecibles, las cuales Ia alientan, a su vez, a se- guir adelante. Tal formalizacién, sin embargo, es lificil de describir. Es al mismo tiempo altamente individual (“tipica de cada madre") y también sincronizada con ese nifio en particular; y sin em- argo esti cambidn estereotipada bajo ineamnien- tos tradicionales, como podemos apreciarlo mejor en culeuras, clases o familias diferentes de la nsies- tra. Todo el procedimiento, evidentemente, esti superpuesto a la periodicidad de necesidades fis cas vitales: es una rutine acentuada que se man tiene préxima a los requisitos para la superviven- agones para acer, sin embargo, que es mucho mds que esto, y que come necesidad emocional al igual que préctice tanto para la madre como para el nifio puede ser eva Inada adecuadaments sélo como un pequefio pero resistente cslabén dentro de toda ia formidable secuencia de las generaciones. EI psicoanslisis re- vela Ia forma en que “el hombre vive, por asi decitlo, en generaciones pasadas, al igual que en Ja propia” (p. 30), y los procedimientos de una madre envuelven de inmediato al nifio en este proceso, Ella puede lamar al nifio por un apodo 0 por su nombre. El nombre puede haber sido cuida: dosamente seleccionado y certificado en algin ri tual de bautizo, sostenido como indispensable por 80. TA ONTOGENESIS DE LA RITU: 1s padres'y la comunidad. Cualquiera que sea la Ghat que haya dado asf significado al" nombre, ese hghificade ejerce ahora tn efecio decisive 50. thre au pronunctacion durante el procedimienco de saludo, uniéndose a otros acentos en la atencién dentro del cuidado materno que poseen una sig: nificacign muy especial para la madre y eventual mente peratal(aace’ xisten muchos datos que sugieren que el hou- bre nace con la necesidad de tal afirmicion y cer fificacién regular y mutua: sabemos que st ausen fia puede daar inreversiblemente aun nifio, al disminuir excinguir su biisqueda de las impre Siones que verificarin sus tentidos, Pero wna ver dlespertada, esta necesidad se Teafirmmard a sf mis ma cn cada etapa de la vida, como vm apetito de experiencias nuevas y ms ampliamente. compar. fidas que repitan ese “reconoctmienta” de la vor ‘el tostro experados , Sugeriria, por lo tanto, que esta mutualidad de reconocimiento, tnidla ¢ hecesidades de ia simple supervivencia, se vuelve tn maz ontogenética de un elemento omnipresence en la ritualizacion humana y, de hecho, en clr wal maduro. “Tales ritwalizaciones van desde os saludos diarios que afirman un fuerte vineulo emocional. pasando por encuentios singwlares de tina subita y mutua fusion en of amor 0 la inspi- = nigenes dela. Madowa-y- hifio y a Ja entrega de In masa ante el “cavisma” dle un lider. La primera afirmacién imprecisa se wuelve asf un elemento bisico en todo Hitual: yo no esti a las primeras n, al aura de las TA ONTOGENESIS DE LA. RITUALIZACION sl Jo Uamaria el elemento numinoso, la sensacién de una presencia sacralizada. Esta conclusion delata mi intencién de rastrear las ritualizaciones mas tempranas hasta los rituales dltimos; y cicrtame te, en las observancias religiosas el creyente con- fiesa mediante gestos de humildad su dependencia y su fe similar a Ja de un nifio y busca, mediante las ofrendas apropiadas, asegu de ver clevaclo hasta la deidad, que en la forma visible de una imagen puede parecer responder en forma complacida, tal vez con la débil sonrisa de un rostro inclinado, El efecto emocional es una sensacion de separacién tvascendida, y a la ver de distincién confirmada, He legado “hasta el final”, al ofrecer como in- tinsecamente relacionados dos conjuntos de fend- menos, esto es, la ritualizacién de la cuna (como una acentuacién, mediante la formalizacién lidica, de los procedimientos rutinarios que garantizan la simple supervivencia) y en los rituales religiosos (que proporcionan una reafirmacién periddica a una multitud de hombres), Este es mi primer ejemplo de una afinidad de temas, que parecen “pertenecer” a “campos” completamente diferen- tes pero que son reunidos necesariamente por el insight psicoanalitico. Al sugerir conexiones de tan largo alcance, sin embargo, no intento reduci el ritual formalizado a elementos infantiles, sino mils bien reconocer un indicio ontogenético que debe verse reintegrado en cada nivel superior det desarrollo. La relacién de Ia mis temprana ritua- lizacién y del ritual maduro es doble: asi como 82. LA ONTOCENESIS DE LA RITUALIZAGION el ritual aduito evo-a en sus participantes residuos de sus experiencias mas tempranas, también les presta apoyo (como veremos més adelante) en In tarea de ritualizar aspectos especificos de Ia vida de sus hijos, Asi, tanto Ia ritualizacién infantil como ¢] ritual adtto son partes de un todo fun- cional, de una areculacién (como David Rapa. port gustaba Hamarlo) de las generaciones, y de una version cultural de la existencia. humana, Como lo expresa Hartmann, “las religiones son el intento més obvio de enfrentarse tanto con estas instituciones mentales [internas] como con la adap: tacién social... mediante la sintesis” (p. 79). ‘Trataré ahora de resumir unos cuantos de los elementos bisicos de la ritualizacién que ya_po- demos reconocer en el primer contexto, el nimi, noso, Su mutualidad se basa en las necesidades reciprocas de dos organismos y mentes bastante desigwales; sin embargo, las une en una realidad practica al igual que en una actualidad simbélica, Es un asunto altmente personal, y sin embargo de cardcter grupat: de la misma manera intensi- fica una sensacién tanto de pertenencia como de distincién personal. Es liidico, y sin embargo for- matizado, y esto en los detalles al igual que en todo el procedimiento, Haciéndose familiar a tax vés de la repeticién renneva, sin embargo, la sor presa del reconociniento que proporciona una catarsis de los afectos. Y mientras que los etélogos nos dirin que la ritualizacién en el mundo am mal debe, por sobre todo, proporcionar um con- junto de sefiales dejinido con objeto de evitar un DALizacioN 88 ba owrookwxsis DE LA imatentendido fatal, sospectamos que en el hom- Dre hu superacidn de a ambivatencia es un obje- tho Importance de tal vitualzacion, es que 10 (que amamon 6 admiramos también amenazante, PSginiraclbn se vuelve espanto, y Ia benevolencia akon peliges de scr deverada por la ira. Por 10 tanto, In afiemacion vieuatizida, en. el prineipio Hidicamente inprovisada, se vuelve indispensable Como tint experiencia periécica y debe encontrar fnuevas formas en el contexte de revs aecaalida- diesel desnrrollo. Su perversion o ausencit, a la OG, deja un sentimiento de temor 0 de abandono, ‘huh la primera alirmacin pronto ae vuelve reair- taciinven vista del hecho de que las mistnas expe- Tenchs, mediante las que e! hombre obtiene Un otto de familfaridad, también To exponen a uma Sirie de extratamienios. Pl primero de 6x08 es conn scasscion de separacign por abandona al que Comesponde, por pate deh madre, uma _esealo- france rensielon de no ser necesitada: ambos de- ben ser evitados mediance Ia reafiamaciom persis- tute peridica de la famiiaridad y de Tt mw tualigdae “Tal. feafirmacién.constituye posterior- thente Ia funcion de lo numinoso, ya sea en una forma dominante como en el ritual eligioso, 0 ubniciatin como en todo otro ritual, Sumo pre Gere ver en ta veaffrmacién uo. elemento, de sraénva tn "esd narelsia primario”, de "ade- Eincign’ y de "fusién con el objeto”, Hartmann how recuerda que “incluso eta tendencia regresiva puede, bajo clertas condiciones, servir a ta adap- Eiisn” (ir 58), Ess “cieras condiciones", como 84 TA ONTOOINESIS DE LA RITUALIZACION ahora intentaré demostrar, incluyen todas las es tructuras institucionales 0 creativas en las que son mantenidas y acentuadas la integracién yoica y la solidaridad cultural En otro contexto (1964), he sugerido que la fuerza més bisica de la vida humana, la esperanza, surge integra de Ix primera famiharidad y matua- lidad y proporciona al hombre ese sentido de ade. cuacién (dentro de su medio ambiente personal y cultural) que el animal parece obtener (en su medio ambiente) por la adecuacién de sus instin: tos. La esperanza se ve alimentada posteriormente por todas aquellas ritualizaciones y rituales que combaten un sentimiento de abandono y desespe- ranza y que en su lugar prometen una mutualidad de reconocimiento, cara a cara, por toda la vida, hasta que Meguemos a “conocer como seamos co: nocidos". Antes de revisar otros estadios de Ia vida que apor- tan elementos epigenéticos a Ja ritualizacién hu- mana y reciben significado de ella, debo intro. ducir unas cuantas consideraciones teéricas de una naturaleza incompleta y atin sujeta a controversias. ‘Ya que la ritualizacién en los animales es en su mayor parte un fenémeno intraespecifico, debe tenerse constantemente en cuenta que el hombre ha evolucionade (por el tipo de evolucién que EA ONTOGENESIS DE LA. RITUALIZAGION 85, sea y por las razones adaptativas que fueren) en seudoespecies, es decir, tribus, clanes, clases, ete, que se comportan como si fueran especies separ das creacas en el inicio de los tiempos por yolun- tad sobrenatural, Ast, cada una desarralla no s6lo um sentido caracteristico de identidad, sino tam- bién una conviceion de poser la identidad hu- ‘mana, fortificada en conta de otras seudoespecies por prejuicios que los seialan como extraespecifi- cas y contrarias al proceder humano “genuino”. Paradéjicamente, sin embargo, el recién nacido humano es (empleando un término de Ernst Mayr [1964}) una criatura no especializada que podria incorporarse a cualquiera de las seudoespecies y debe, por tanto, volverse “especializado” durante tuna infancia prolongada, hecho. bisico, ciertame te, en la ontogénesis que es Hevado a cabo por la familiarizacién a través de Ia ritualizacién, Pero, gcudl es ef papel de los instintos en tal adaptacin? Dondequiera que empleemos la pala- bra instinto, es titil preguntarnos si el adjetivo co- rrespondiente seria "instintivo”, es decir, si inter tamos hacer hineapié en una pauta instintiva de conducta, 0 una energia o pulsién instintiva mas ‘© menos divorciada de patrones innatos de adap- tabilidad. Parecerfa, entonces, que generalmente queremos decir pulsiones instintivas, y esto con la connotacién de una medida cuantitativa mas o menos fuera de proporcién con la cualidad ins- tintiva, Ia pauta de adecuacién, dentro de la con- ducta descrita. ¥ es que, en el hombre, “hay un. gran paso del principio de placer al instinto de 86, LA ONTOGENESIS DE LA RITUALIZACION autopreservaci6n; las intenciones de los dos estin muy lejos de coincidir desde el principio” (Freud, 1983, p. 94). Hartmann ha proporcionado un fundamento adaptativo en relacién con aquello que podemos lamar un extrafiamiento de la ins tintividad: “Ninguna pulsién instintiva en el hom- bre garantiza la adaptacién en sf misma ni de misma; sin embargo en promedio el conjunto to- tal de pulsiones instintivas, fanciones del yo, apa- ratos yoicos y los principios de regulacién, en la medida que satisfacen las condiciones ambientales previsibles en promedio, paseen valor para Ia su pervivenecia” (p. 46). “Previsibles en promedio”, in embargo, tan sélo puede ser lo que ha evolu cionado como universal en todas las condiciones humanas, de tal forma que cualquier organismo, saludable, cualquier yo intacto y cualquier socie- dad adecuada pueda vivir por él, los tres en mutua adaptacién. Pero ninguna seudoespecie puede, por definicién, ser universal; de hecho, debe correr el riesgo de la adaptabilidad del hombre por la ra zén misma de que cada una tiende a sobreacentuar, selectivamente una combinacién tinica de elemen- tos humanos evolucionados, dando margen de juc- go a extremos instintivos y defensivos selecciona- dos y, al mismo tienpo, tratando de contenerlos en un estilo de adaptacién especifico. El que tal especializacién tiende a violar los Imites de lo “previsible en promedio”, exponiendo ast al hom- bre a Ia enfermedad, la neurosis y Ia anomi, esto, a fin de cuentas, es el meollo del descubrimiento de Freud. En cualquier caso, la fundamentacién LA ONTOGENESIS DE LA RETUALIZACION 87 evolutiva para una cantidad de instintividad libre mente disponible est en el hecho mismo de que cl hombre, el animal “no esperializado”, nace para investir puisiones relativamente inespecificas en uun universo cultural especializado, en el que las experiencias de Giales deben establecer, durante una larga infan- Gia, una combinacién especial de mutualidad, efi cacia (White, 1963) € identidad, apoyadas todas de la manera més alirmativa a través de las ritwa- lizaciones apropiadas. Digo de la “snanera mas afirmativa’” porque, como sabemos demasiado bien, Ja simple conten: cidn de la instintividad a través del acento nega- tivo de la prohibicién moral y de la inhibicién interna propende a ser tan excesivo y desadapta- tivo como las pulsiones a las que se supone debe oponerse. gPudiera ser, pues, que la auténtica ri tualizacién vepresente una formalizacién creadora que evita tanto el exceso impulsive como Ia auto- rrestriccién moralista? Si es asi, podsfamos apre- ciar por lo menos cuatro funciones vitales Meva- das 2 cabo por Ja ritualizicién més simple, digna de esa designacién: 1] Liga a Ia energia instintiva dentro de una pauta de mutualidad, que otorga una simplicidad convincente en asuntos peligrosamiente complejos. Al encontrarse madre y nifio en Ia primera ritua izacién descrita hasta aqui, el nifio aporta sus necesidades de biisqueda, sus pulsiones tal y como quedan comprendidas bajo el término “oralidad” y una capacidad interna para que experiencias dis prendlizaje y los encuentros so- 88. TA ONTOGENESIS DE LA RITUALIZAGION pares sean hechas coherentes mediante el cuidado materno adecuado, capacidad que bien podemos considerar la precondicién del yo, La madre en el posparto, sin embargo, tiene también necesi- dades complejas: no importa de qué conducta maternal instintiva pueda estar dotada y qué gra- tificacion instintiva pueda estar buscando en la maternidad, necesita ser una madre de un tipo especial y de una forma especial. Y en esto se con- vierte, no sin experimentar algo de una evasion Mena de ansiedad (algunas veces manifiestamente febica, a menudo profundamente supersticiosa) respecto de “otros” tipos y formas, caracteristicos de personas o grupos a Jos que en forma més o menos inconsciente detesta, desprecia o teme como malignos 0 atcos, enfermos o inmorales, y esto puede, por supuesto, haber Hegado a incluir (en el momento en que las generaciones mismas se vuelven seudoespecies) algunas de las costumbres de aquellas personas que, en algin tiempo, tm ron cuidados maternales hacia ella, 2] Permitiendo a la madre “ser ella misma” y al inismo tiempo ser un obediente representante del esos de un grupo, Ja ritualizacién la protege contra el peligro de Ia arbitrariedad instintiva y contra la carga de miles de pequefias decisiones Si, como en la formulacién chisica de Hartmann, “el yo normal debe ser capa: de controlar, pero también debe ser capaz de deber” (p, 94), enton- ces bien pucde uno ver que Ia ritualizacién ayuda a la madre a mantener esta combinacién, incluso con una sensacién de eleccién lidica. EA ONTOGENESIS DE LA RITUALIZAGION 89 3] AL establecer Ja mutualidad en ta prox dad de tas primeras necesades, In vitualizacién también prepara el terreno. para identificaciones tmutias perdurables entre el adulto y et nifio, de gencracion en generacion. Yes que la madre s¢ ve reafirmada en sti kdentificacién com aquellos {gue le dispensiron. buenos cuidados maternos, fhieneras que su propia version de In materidad te ve Teafirmada como benévola mediante la. €o- Hrespondencia cadaver mayor del nifio. Este, a Riven dearrolla una autoimagen. (wn narcicistao enilicado, podsiamos dec) asada en el Teco. osimiento de un “Otro” ommipotente y en su mayor parte benévolo. (aunque en ocasfones sea experimentado como malévolo) f] Ads. la itualizicion proporciona también. um primer paso para ol desurrollo gradual de una iden tidad independiente, que en ba adelescencla quee dard sellada por rituales divertor de "confirma: tion” que representan un. “segundo nacimiento” LA PRIMERA INFANCIA ¥ LO JUICIOSO Cualquier discurso ontol6gico adolece del hecho de que debe empezar por enumerar sus princi pios guias en cl oscuro inicio, La plausibilidad de las generalizaciones primeras, por lo tanto, queda dependiente de la demostracién de su uti- Tidad explicativa en etapas posteriores, Las dimen- siones de Ia ritualizacion hasta aqui sugeridas de- 90 LA ONTOGENESIS DE LA RITUALIZACION hen ahora reaparecer en niveles superiores de mu- tualidad entre la persona en crecimiento y ese mi- mero creciente de adultos con los que queda listo para interactuar, En cada etapa del desarrollo, de- Demos ser capaces de ubicar Ja afirmacién de una nueva mutualidad mediante una nueva forma de rimalizacion, y esto al enfrentar un nuevo tipo de extrafiamiemo. Esta ritualizacién, a su vez, debe aportar un elemento esencial al ritwal adulto, El término mis adecuado para el segundo tipo de ritualizacién humana a discutirse parecerta ser judicial, debido a que combina jus y divere, “la Jey" y “In palabra”. En cualquier caso, el eérmino debe incluir métodos por los que queda ontolé- gicamente establecida la discriminacidn entre lo correcto y lo incorrecto. El origen omwoligico de este segundo clemento es Ja segunda etapa de la vida, la primera infancia, que se caracteriza por una creciente autonomia psicosocial y por avances ripidos en ef dearrollo general, Pero al igual que la locomocidn contribuye a la creciente autono- mia, también conduce a los mites de lo permi- sible; al agudizarse, la discriminacién también contribuye a la percepcién de la conducta como correcta” 0 no a tos ojos de los demxis; a la vez que el desarrolie del lenguaje (evidentemente uno de los vincules «nds fuertes de una seudoespecie) distingue con énfasis finito lo que tiene sentido en el mundo verbalizado y lo-que permanece fue ra, sin nombre, extratio, incorrecto, Todo esto recibe marcadas connoraciones de la instintividad anal y de su acento eliminatorio y retentive. Pero. LA onrocENEsIS DE LA RITUALIZACION a hay también un nuevo sentido de extratiamiento: al mantenerse erecto el nifio se da cuenta de que sultir Ia vergiienza y quedar mal, Delati- ojarse, se siente fur riosameate aislado, dindose cuenta de que puede ser hecho a un lado si no desecha parte de si mis- mo. Sus mayores, a su ve2, se sienten compelidos a utilizar y, por lo tanto, a agravar esta tendencia, ¥ sin embargo, gno es nmevamente en la ritwali- zacién de ln aprobacién y Ia detaprobacién, en. situaciones recurrentes de significado altamente simbélico, donde el adult habla como portavez de una correccidn supraincividual, condenando el acto pero no necesariamente al actor? Comparto, estoy seguro, con tados los antropé- logos (profesionales y amateurs) el asombro con. cl que encontramos “en el campo de trabajo” a ancianos que describen lo cue es apropiado dentro: de su cultura, con un sentido de correccién moral y estética incuestionablemente sancionada por el universo, He aqui un ejemplo de lo que escuché entre los indios yurok del norte de California, que dependian del salmén y sus costumbres poco co- nocidas (ocultos por mucho tiempo a Ja observa. ciém naturalista) de migracién y propagacién. Hace mucho tiempo, una comida Yurok era una auténtica ceremonia de dominio de s{ mismo... Se guardaba un estricto orden de colocacién y al nina te le ensefiaba a comer en ls formas prescritas; por ejemplo, a colocar sélo un poco de alimento en ta cuchara, a Hevérsela Ientamente a la boca, a bajarla 92 LA ONTOGENESIS DE LA RITUALIZAGION al masticar 1a comida y, sobre todo, a pensar en vol verse rico durante todo el proceso, Se suponia que dlebia haber silencio durante las comes, e mates 1 dinero y'el salmon, ‘Este comportamiento cevemo hisl bien pudo haber servide. para elevar al nivel dle una especie de alucinacion ‘ese nostilgien nce fldad de la incorporieidn que podvla abet sido’ pro vocnda por el temprano deste [bastante fuera de ie habitval entre tos indios norteamerieaies). Beate, Hormente... [en] Te "easn del sudor" el -muchacho mayor apronderfa Ia doble havana de penat en et dinero yide no pensar en tas mujeres, fy el adatto] yurok pod ebligaive a ver dinero eolgancio de log Arboles y salmén nadando en cl rio fuera de teniporg day y cteia que este pena Yveedores,[Erikion, 1903, p emo alucinatorio la accién de los Pro- Este estilo ceremonial invistié ritualizaciones si milares durante cl curso completo de la vida yu. rok, y es que jas culturas (podemos recordarnos a nosotros de paso) intentan proporcionar tina ele- vada coherencia y continuidad a la programacion total de la ritualizacién. Aunque el ejemplo es algo extremo, ya que proviene de una cultura con una elaboracién especial de potenciales éompulsi- Vos, se apreciard ficilmente que todas lag culturas Posen ritualizaciones informales a menudo di ficilmente reconocibles como tales que hacen es pecial hineapié a Ia correccin 0 incorfeccién y a las formas de anular ta incorreccién ys cometida, El elemento judicial de la ritualizagion queda LA ONTOGENESIS DE LA RITUALIZAGION wy diferenciado del primero. (el numinote)_primor- dialmente por ja insistencia en el libre albedrio del nto. En las ritualizaciones de la primera in- fancia ls evitaciones eran tarea y responsabilidad de la madre; ahora el propio nif es entrenado fs cvigilarse a st mismo". Para este fin los padres (y aqui ef padre y otros hombres aparecen signi Reativamente como jueces) lo comparan con 10 fque podria Megara ser si él (y ellos) mo estuviera igilando, Aqui, pues, se encuentra Ta fuente on- tonenétiea dela’ “identidad negativa” que es tn fsencial para el mantenimiento de wna sewdocs peeie, ya que abarea todo lo que supuestamente Tino no debe dar o demostrar ylo que uno poten: Cialmente cs. La identidad negativa propotciona Imégenes explicitas de seudoespecies reales 0 ima. inarias.(veeinos, enemigos, brajts, Fantasias) fos que uno no debe asemejarse, para asf poder tener la posibilidad de ser aceptado. por los suyos. Detris de lay cavacteristicas emidas frecuentemen fe se encuentran imagenes de lo que los propios padres estin tratando ce no ser y que por lo tanto femen por partida doble que el nifio se pudiera volte, y sa por consiguente ang potencales fie el nifio debe aprender a imaginar para a9 Poder ser eapar de evitarlos, La duda de st mismo Pla vergtienza ocatta unidas a la necesidad de Xetiminar’ parte de st_mismo, al fqual_que Ta supresion de los impulsos, crea en cl hombre una Ceres iva justa que puede enfrentar al padre com tim Ia made, al padre contra cl niio yal ito conta st mismo, of EA ONTOGENESIS DE LA RETUALIZAGION fista es una cuestidn siniestra debido a que cons- tituye el origen ontogenético de las especies dlivi- didas. La autodiscriminacién moral es agudizada por una indoctrinacién de odio en contra de 10s ‘otros malos, scbre los que el nitio pequeno puede proyectar lo que debe negar en si mismo, y en contra de quienes puede dirigir ese prejuicio mo- ralista y sidico que se ha vuelto el peligro mis grande del hombre genérico, El “prejuicio contra si mismo” no s6lo se encuentra en ef fondo de su propensién a Ins padecimientos compulsivos, obse- sivos y depresivos. El prejuicio irracional en con: tra de otros, s: se une al pinico de las masas, al liderazgo torpe y a los armamentos moderns, pue de incluso scfitlar el prematuro fin de una espe: cic que se encuentra justo en el umbral de Hegar a serlo verdaderamente. En cualquier caso, la verdadera vitwalizacién en el nivel de las seudoespecies parece ser nueva: mente una formalizacién supraindividual de re- glas de conducta que ayudan al adulto a minimi- var la expresién de la ambivalencia disfrazada de vectitud arbitraria, y ayndan al nifie a “aprender a deber” al someterlo a exigencias que puede com- prender y en situaciones que puede controlix. En su elaboracién adulta hacia wn procedimiento judi- cial, sin embargo, este elemento juicioso es reafir- mado en gran escala, haciendo completamente vi sible en el escenario piblico lo que se ha desarro- lado en cada individuo como proceso interno, La ley es incansatiemente vigilante como la es, por desgracia, nuestra conciencia, Localiza a un cule LA ONTOGENESIS DE LA RITUALIZAGION 95 pabie apropiado que, uns vez en el banquillo de los acusados, sirve como “ejemplo” al que una multifud puede proyectar su vergiienza interna a evidencia conflictiva que desfila frente al juez parental, al jurado fraterno y al coro de la opinién piiblica iguala la incesants rumiacién intexna con que nos vigilamos a nosotros mismos. El juicio, fi nalménte, es pronunciado ceremoniosamente como si se basira en un acnerdo santificado, més que en Ia afrenta pasajera o en In venganza personal; y ahi donde cl arrepentimiento no es lo suficien: femente fuerte como para solicitar castigo, cl vere- icto impondré penalidadss para el “propio bien” del culpable (K. Erikson, 1956) Contio que no seré necesario demostrar en de- talle que, tanto el establecimiento situalizado de limites entre lo bueno y lo malo en la infancia como cl ritual judiciario en el mundo adulto sa- tisfacen los criterios de los procedimientos ritua- lizados sugeridos anteriormente: Ia regularidad significativa; la atencién ceremonial al detalle y al procedimiento total; una sensacién de actuali- dad simbélica que tasciende Ia realidad de cada Participante y del propio zeto; una activacién mu- tua de todos los interesados (inclusive, 0 asi es de esperarse, del culpable confeso) y una sensa- ion dle indispensabilidad tan absohuta que la ne- cesidad de Ia ritualizacién en enestién parece ser “instintiva” en Ios hombres. Y, ciertamente, el elemento judicial se ha vuelto parte indispensable de ta adaptacién filogenética del hombre, al igual que de su desarrollo ontogenético, Es dificil pen- 96 LA ONTOGENESIS DE LA RITUALIZACION sir en un ritual que no incluya una discrimina- cidn judicial entre Io sancionado y lo fuera de los limites, lo sigrado y lo profano, los elegidos y los malditos —hasta el Juicio Final. Al ver en funcionamiento el elemento judicial, sin embargo, en piiblica y en privade, podemos también percibir dénde falla en su funcion adap- tativa esta forma de ritualizacién, y con esto me reliero a la trasmisién convincente de criterios de una generacién a otra. El fracaso queda sefialado: ahi donde Ia conformidad temerose remplaza al libre asentimiento de lo que es percibido como correcto; donde, por consiguiente, lo obsesivamen: te formalisia se vuelve dominante sobre lo «: vincentemente ceremonial, 0 donde el juicio me ditado se ve invadido por el exceso instintive y se vuelve sadismo moralista 0 veyeurisme sensaciona- lista. Todo esto auments el aislamiento desespe- ranzado del acusado y agrava una ira impotente que sélo puede hacerlo mas “desvergonzado”. Ast, la desintegri-ién o perversién del ritual munca crea s6lo una vacnidad indiferente, sino siempre un vaclo con posibilidades| explosivas, hecho. al que los tebricos del cambio \social tienen muchas razanes para prestar cuidadosa atencién, Pues ex plica por qué Ia gente “decente” que ha perdido el arte de impartir valores mediante Ja ritwaliza- cidn significativa puede tenes hijos que se vuel ven delincuentes juveniles: y, por qué naciones religiosas pero idedlégicamente\inconsistentes pue- den actuar en forma tal que despierten Ia sospe- cha de una Jinal y-explotadora, LA ONTOGENESIS DE LA RITUALIZAGION 97 Aqui, nuevamente, In psicopatologia del mal funcionamiento individual y de Ja anomia social nente relacionados, La desintegra- cin de la sensatez conduce a una alternancia de impulsividad y compulsividad, de exceso y auto- rrestriceién, de anarquia y autocracia. esti intima LA INFANCIA: LO DRAMATICO ¥ LO FORMAL He intentado ya aislar dos elementos en los ri- euales humanos que parecen estar firmemente ba sados en etapas ontogenéticas del desarrollo. Pa rece importante reiterar que no estoy sugiriendo na simple relacidn causal entre la etapa infantil y Ia institucién adulta, en el sentido de que los rituales adultos “slo” satisfacen necesidades in- fantiles persistentes disfrazadas; mais bien, apoyan (entre otras cosas) Jo que Hartmann ba Hamado la “adaptacion mediante una desviacién a waves de la regresion”. La imagen del Ancestro 0 del Dios buscada en un nivel mis maduro no es en ninguna forma “solo” una réplica del rostro ine clinado de Ja madre o del semblante imponente del padre; ni la idea de Ja Justicia es “silo” una externalizacién de una mala conciencia infantil. Mas bien, el desnrolio epigenético del hombre garantiza que cada una de sus diferentes y prolon- gadas etapas infantiles se especialice en uno de los elementos principales (¢s decir, lo numinoso, lo judicial) que mantienen unidas a las instituciones 98 LA ENTOGENESIS DE LA RITUALIZACION humanas, cada uno reuniendo un nuevo conjunto de pautas instintivas y de energias pulsionales, de capacidades mentales y sociales, para asi asegurar la continuidad de ese elemento, a lo largo de la vida del individuo y a través de la secuencia de las generaciones En todo el desarrollo epigené- tico, sin embargo, un elemento ritual, una ver evolucionado, debe ser reintegrado progresivamen- te on cada nivel superior, de manera que se vuel va parte esencia’ de todas las ctapas subsecuentes. E] clemento numinoso, por ejemplo, reaparece en las ritualizaciones judiciales y en los rituales judi- ciarios, como el aura que rodea a una imagen de la Justicia abstracta personificada, o a las per sonas coneretas que como jucces estin investidas del simbolismo y poder de'est imagen. Pero esto también significa que ni los elementos muminosos ni los judi pa particular o ana institucién particular, pueden “improvisar” ur. ritual por ellos mismos: siempre, el inventario completo debe estar presente. De este inventario debemos alin discutir los elementos (y las fuentes ontogenéticas) de la elaboracion dramiitica, de la eficacia en Ia efecucién y del com: promiso ideoldgico* El elemento dramdtico, creo yo, esti enraizado en los avances maduratives de la edad del juego, ales, aunque pueden dominar una eta- 2 Bn este punte e+ conveniente que el lector interesado eonsulte Ia grifier epigenéticn. Se lee de arriba abajo, Ssigna una etapa de eessrvollo psicosocial a cada elemen to de Ia vitualizacion y en Ia linea inferior hace el inven trio de lor elementos rituales discutidos en este trabajo La PNTOGENESIS DE LA RITUALIZACTON 99 lo mila Nice lad del Afotexencia 100 LA onrocixes DE LA RITUALIZACION que permite al nifio primero manipular los. ob- jetos © imagenes disponibles en un juego solita rio, y después unirse a sus compatieros en juegos que tienden a poseer un argumento coherente, gi- ros dramiéticos y una conclusidn climdtica. Aunque In segunda, Ia etapa “judicial”, fue ca racterizada por la internalizacion de la vor. paren- tal, Ia edad de los juegos ofrece al nifio wna mi- crorrealidad en Ia que puede eseapar a la vitua. Haacién adulta y preparar su papel como future ritualizador. En el juego puede ahora revivir, co- rregir y recrear experiencias pasdas y anticipar roles y acontecimientos futures con la espontanei- dad y repetitividad que son parte de toda rit Hzacién. Sus temas, sin embargo, a menuclo estin dominados por la usurpacién € imitacin de roles adultos; de ahi que el principal extrafiamiento interno que encuentra tanto exacerbacién como resolucién dentro del juego sea el sentimiento de culpa, Uno podria pensar que este sentimiento deberia quedar comprendido en la esfera judicial Sin embargo, Ia culpa es un sentimiento inevi- table de autocondenacién no limitado al grado de culpabilidad publica, Ni siquiera espera que el hecho fantaseado sea cometido en Ia realidad, 9, si es cometido, que sea conocido por los dems, 6, sii es conocido, que sea juzgndo por ellos. De hecho, como hemos aprendido en la “terapia de juego”, existe un aislamiento potencial en todo juego Solitario que, en consecuencia —con todo y su riqueza interior, no Hega a adquitir la calidad. de una verdadera ritualizacién en toda la exten A ONTOGENESIS DE LA RITUALIZAGION 101 sién de la palabra, excepto en la medida en que conduce a 1 comunicacisn Widica, a la ageupacion en Tos juegos y —finalmente— al trabajo del mi el aprendizaje. El teatro es, por supucsto, el “juego” * del hom- we adulto, y el tema de la autodesiruccion o del aislamiento total potencial dontina las grandes tra- uedias, De hecho, ef juego en el escenario de ju- gnete y las obras actuales en el drama oficial y el cercmonial miusico poseen cicrtos temas en comin, que a dar ad “coniplejo” dominate de la edad de los incgos el nombre de un héroe trigico: Edipo, Ese tema comtin es el conflicto entre 1a bibris Ia entpa, entve 1 parricidio y el autosacrificio, en- tre Ia libertad y el pecado, Asi, el teatro se_ha vuclto sede del ritual dramdtico: pero no podria lograrlo sin lo numinoso y lo judicial, al igual que ellos, en cualquier ritual, rito 0 ceremonia deter- minado, no pueden prescindir de lo dramatico. La psicopatologia de Ia edad del juego es el peso de Ia culpa excesiva en el individuo aisiado, a represién en cl pensamiento y su inhibicion cn [a accién, Esta patologia est dramsiticamente expresada en Hamlet, la tragedia del actor (en toda Ja amplitud de Ia palabra) que trata de so: lucionar sus escrtipulos inhibitorios mediante Ia invencién de un drama dentro de un drama, pero que slo consigne preparar su perdicién en él y a través de él ‘obablemente sirvieron para inducir a Freud # kn inglés play significa tanta juego coma obra tes tral. CF 102 LA ONTOGENESIS DE LA RITUALIZACION La edad escolar afade otro clemento a la ri. tualizacion, el de la perfeccién en la ejecucién Una disciplina -estrictiva debe apoyar a todos tos ‘otros elementos del ambiente ritual y del acto al hasta Ia disposicién y secnencia en detalle que son indispensables para Ja magia ceremonial. La capacidad mental y emocional para tal exc titud surge s6lo en la edad escolar; o mas bien, debido a que prede surgir entonces, los nifios son enviados a las “escuelas”. Ahi, con una bruscue- dad variante, el juego es transformado en eral el jugar en cooperacién y la libertad de imagina- cidn en el deber de prestar completa atencién a los detalles que integran una ejecucién satisface toria. La ritualizacién abarca aqué toda la estruc tra Hamada “escuela”, es decir, el ineerjuego so- cial y las areas prescritas estructuradas seguin la tecnologia dominante, Esto, sugiero, ¢s Ja fuente ontogenética de aquel aspecto formal de los ritua- les que es tan convincente para los sentidos y brin- da tanto apoyo a Ia tensidn activa del yo, debido a que es el orden percibido y sin embargo tam. bién participado. Pero también reconocemos den- tro de la perfeccién de lo formal el peligro de la sobreformalizacién y del ceremonialismo vacuo, la contraparte colectiva del “ritual” compuisivo del neurético, ya que ambos son aberraciones en las que se pierde la auténtica ritualizacién tal como In hemos cefinido. 1A ONTOGINESIS DE LA RITUALIZACION 108 EA ADOLESCENGIA Y MAS ALLA DE LA ADOLESCEN LO IEOLOGICO Y LO GENERAGIONAL, La revision anterior ha estado enfocada sobre al- gumos de los clementos de la ritualizacién “no oficial’ durante Ia infancia, De ahi se podria continuar en dos direeciones, en la de una mayor ritualizacion improvisada 0 en la del ritual pla- neado. Se podria seguir Ja posterior tendencia on. togenética de improvisaciones no oficiales median. fe Jas que los adolescertes ritualizan espontines. mente sus relaciones emre si y delimitan a su ge neracién como (ligera o decididamente) diferente tanto del séatus adulto como del infantil. Sin em. bargo, habiendo hecho hincapié todo el tiempo en os elementos aportados por las ritualizaciones an- teriores a los rituales y ritos formates de la adul- tez, deberfa ahora sefialar que dentro de los ritos formales de confirmacién, induccién, etc., es don. de el hombre adolescente es urgido por primera vex @ volverse miembro integro de si seudoespe- cic y a menudo de una élite especial dentro de ella. Todos los elementos desarrollados en la se- cuiencia ontogenética ya discutidos se vuelven abo. ra parte de ritos formals que afiaden al inven. tario existente el elemento idealdgico, es decir, el que proporciona una coherencia de ideas ¢ ideales, Sélo ahora puede Hamarse adulto al hombre en el sentido de que puede dedicarse a tareas rituales y puede confidrsele la de convertirse en eb rituali- zador cotidiano en la vida de sus hijos. Lo que los etélogos describen como tos meca- tot LA ONTOGENESIS DE LA RITUALIZACION niismos reciprovos por los que los animales adultos y jovenes completan el interjuego “‘instintivo” de suis respectivas pautas innatas puede decirse que encuentra un paralelo en el hombre nada menos que en todo el perfodo de la infancia y juventud hasta aqui esquematizado, Ester completamente desarroliado en el sentido humano significa a dis. posicion de unixse no sdlo a la tecnologia sino también a entablar ciertos compromisos irreve sibles con Ia propia seudoespecie; lo que también significa excluir (por el repudio moral, la rebe- idm fanitica o la lucha armada) identidades anta- gonicas e ideologias extranjeras. En una serie de publicaciones (1965a, 1966b) he intentado deli- near Ja emergencia en Ia juventud de un sentido de identidad psicosocial y Ia disposicién para el estilo ideoldgico que impregna las ritualizaciones de su cultura, Unicamente una integracién de estos clos procesos prepara a la juventud a incor- porar su nueva fuerza a la presérvacién 0 a la xe novacién de la sociedad. He llamado al extrafin- miento correspondiente confusién de la identidad. Clinicamente (es decir, en los asi predispuestos) » esto se expresa en el aislamiento o la deli tipo lobo solitario, aunque a menudo es de definicién psiquidtrica, politica y legal, si y dénde puede decirse que exista una psicosis bor- derline, criminalidad o un fanatismo peligroso. En cualquier caso, el papel de la ritualizacién es- “pontdnea en la juventud conformista al ignal que en la extremisia debe resular evidente. Gran parte de Ja “demoseracién” juvenil en piiblico 0 LA ONTOGENESIS DE LA RITUALIZAGION 105 en privado representa la dramatizacién de una buis- queda espontinea de nuevas formas de ritualiza- cidn estilistica 0 ideolégica inventada por o para la propia juventud. Desaliantes y burlonas, rara vex desenfrenadas y con frecuencia profundamen- te sinceras, esas nuevas ritualiziciones intentan contrarrestar (en ocasiones con una restauracién ronsintica de canciones y vestimentas pasadas) la carencia de significado de las convenciones exis. kentes —en nuestro tiempo, Ia impersonalidad de Ja produccién en masa, Ia vaguedad de los valores declarados y la intangibilidad de perspectivas para una existencia ya sea individualizada o auténi mente comunal. Pero sobre todo, muestran la niecesidad de encontrar formas completamente nmevas de significado ritual dentro de una tecno- fa tan ripidamente cambiante que el cambio mismo se vuelve el ethos de la época. ‘También hemos presenciado en nuestro tiem- po intentos totalitarios de involucrar a nuevas ge neraciones en rituales masives organizados que combinan lo numinoso y lo judicial, lo dramiti- co y lo preciso, en reuniones regimentadas en la avis amplia escala, Estas parecen. proporcionar a masas de individuos jévenes un compromiso ideo- légico que abarca ci cambio revolucionario per~ petuo y, de hecho, caracteriza a todos los valores tuadicionales (en el sentido de_prerrevoluciona- rios) ya sea como precursores dialécticos del fi euro o como aspectos de una identidad decidida- mente negativa, Sefialo todo esto dentro del presente context 106 LA ONTOGENESIS BE LA RITDALIZAGION primordialmente debido a un problema omnipre- sente en toda epigénesis: Ios pasos no sélo deben encajar entre si, también deben constituir una di- reecion y perspectiva definidas. ‘En la adolescen- cia, el desarrollo previo, Ia dircccién presente y la perspectiva futura dehen proporcionar en for ma conjunta un derallado plano ideoldgico en be- neficio del yo adolescente (incluso en su lucha con la sexualidad) a: igual que en el de la sociedad. Lo que se cuestiona es, al mismo tiempo, la co. herencia y continuidad necesarias entre la rituali- zacidn infantil y las deletéreas tendencias tecno logicas y politices, la integracién de un pasado humanista con lt era tecnoldgica que emerge a nivel mundial. Sumamos asi cl elemento ideoldgico a los ele- mentos numinoso y judicial, dramitico y formal del desarrollo ontogenético. No tengo ta seguri- dad, por supuesto, de que sea ésta tuna lista com. pleta: ésta corresponde a las etapas del desarrollo que he podido discernir. El desaffo de demostrar Ia presencia (0 de explicar su ausencia) dentro de cualquier ritual completo de todos estos ele- mentos deberd ser afrontado en otra ocasién, Pero queda una cuestién epigenética que debe encon- war por Io menos una respuesta tentativa en este trabajo. Los padres son los primeros ritualizado- res en las vidas de sus hijos; al mismo tiempo ellos son los consumidores de los rituales disponibles en los que las ritualizaciones de su infancia en- enentran wn eco y una reafirmacién, Cul es, pues, Ia principal contribuci jcuual achulto. EA ONTOGENESIS DE LA nITUALIZAcION 107 a la ontogénesis de Ia ritualizacién? Yo pienso ue es otorgar sancién a los adultos para voluerse ritualizadores, Los rituals mattimoniales, por ejemplo, pro- porcionan a adultos “extranos” la licencia para entrar en estas nucvas asociaciones familiares que trasmitirin la tradicién a la generacién siguiente. Nanraré aqui, como ilustracién final, una ceremo- nia de casamiento que se efectud no hace mucho en un pequefio pueblo de los alpes franceses; por. que la experiencia “extranjera” a menudo revela Ja naturaleza de lo familiar, Dos jévenes norte: americanos iban a contraer matrimonio. Se en. contraban frente al alealde; Ia banda. tricolor rodeaba su vientre (que pronto seria agasajado con champagia ceremonial). Por dletras y por en. cima de él, cl Général miraba en forma distante hacia una nueva grandeza desde una foto en color enmarcada; y sobre él un busto blanco de 'Empe- reur observaba ociosamente al futuro, Ja sien cu bierta de laurel; mientras que, més arriba, el sol vespertino se filtraba por una ventana. A’ su luz el alcalde leia frases de un eddigo, con las que la desposada norteamericana podia haber estado de acuerdo sélo con algunas reservas, si las hubiese comprendido plenamente, Sin embargo, nosotsos pocos, en una tierra extranjera, nos sentiamos bien atendidos, porque el mundo occidental comparte machos procedimientos y valores ceremoniales; y a pareja aceptd del alcalde un pequefio libro re- glimentario que serviria para el registro de. los hombres y fechas de nacimiento de una docena de 108 LA ONTOGENESIS DE LA RETuALIZAciON hhijos. Ya sea que las ceremonias de los adultos requieran de ancestros personales en el mis alli © de héroes culturales, de espiritus © dioses, de reyes o lideres 0, de hecho, de los creadores sobe- ranos de ideas nuevas (quienes son ceremoniosa- mente citados para justificar owas ain mis nuc- vas), ellas confirman al adult en su doble papel de agente de la ritualizacion diaria en Ia vida de la generacién siguiente y de consumidor, por asi decizio, de aquellos rituales formalizades que in- tegran sus propias ritualizaciones infantiles. He- mos sobrestimado, creo, el componente regresivo en tal participacién, es decir, la insistencia en el volver a ser nifios y hemos descuidado Ia impor. tancia para el yo adulto de (para emplear el tér- mino de Hartmann) una “desviacién a través de Jo arcaico” para poder reunir los elementos de una reprogresién hacia un nivel de integracién superior, frente al cual permanece siempre des- conocido. Las necesidades maduras del adulto in- cluyen una necesidad de ser reforzado en su papel de ritualizador, lo que significa nada més y nada menos que estar en disposicién de volverse un modelo numinoso (siempre amenazado por la am bivatencia) en Ia mente de sus hijos, en Ia de la generacidn siguiente y a actuar come juez y tras: misor de ideales tradicionales © de ideas innova. doras. A este tiltimo elemento cn Ia serie ontoge- nética Io Hamaria yo generacional, elemento que incluye los esfuerzos parentales ¢ instructivos, pro- ductivos, creadores y curativos. El terapeuta lo encuentra diariamente en forma de transferencia LA ONTOGENESIS DE EA RITUALIZAGION 109 concLustOn At enablecer una esplicacion_psicoanalitica para Givalor sdaputive de la ituallicion en el hom- tre correspondiente a st valor pave la super Conca en fos animales adquitimos demasiada Concieneia dela disminucion de Ta nual proveniente de los recutson cevemon tion emu que termina, 105 situates on decadenciay Sir oatatyo, puerien en esta situacton estar dando Inga situalfaciones de ua nuevo tipo, dietadas pe ncima de todo por nuevos metodos de” co- Penleacidn no siempre reconoctbles por la ak ‘Ruts excettvamente abiesada a Iijasse en This {Sina altunal del pasado, Cada época deserolla (Rha fonmas de sfeuaizacion —tecnologieas, mer Chutes, polltieas, profesionales © intlectosles— (Gu eatublecen una eurcola de sentidad, comteccion vNecendad apoytda mis en Ia nacionalizacton que Ta aazon, La emergente imagen del mundo se Ginntione ida por el ethos eentifco, los méto- on de comunieasion de masis y el remplazo de Surorkdades “consagnadae” por wa secucneta in- Getinida de expertos corrigiendose y complemen- thndone gnos g ouos, AIL yer el panorama to fal y al buscar las titmalizaciones emergentes, no dlebemos pasar por alto los inicios de wna nueva Sitstimcion profesional que el pcoaniss ha Creadlo en los umbrales del inconsciente nto para emetic de sus estdiosos como le sun pacientes "Tambien aq el autoanalisis puede conducte ha- Gia un nuevo insight 10 TA ONTOGENESIS DE EA RITUALEZAGION En el futuro, nuevas formas de afirmacién nu. minosa y judicial, al igual que de representacién dramatica’ y extética, provendrdn probablemente de un espiritu nuevo que incorpore una iden cacién de toda la especie humana consigo misma ¥ un sentido universal de responsabilidad frente a cada nifio plineado y nacido. Mientras tanto, la transicién brinda acomodo a nuestros extrafiamien- fos y es que, ¢no podria ser que mucho de la ri tualizacién diseutida en este trabajo deba su inevi tabilidad a un perfodo dentro de ta evolucién de la humanidad en el que predominé la seudo- especie? gEliminaré una identidad humana més amplia la necesidad de reforzar las identidades y Prejuicios de muchas seudoespecies, al igual que una ética nueva y mas tmiversal podria volver obsoletos Ios viejos moralismos? ® Aqui nuevamente debo rendir tributo a Hei Hartmann, quien vio hace décadas que el surgi- miento del psicoanilisis dentro de este periodo de Ia historia “hace posible una sintesis y un mayor desarrollo de las formas de adaptacién” (p, 70) y por Io tanto representa en si mismo un paso en la evolucién humana. Pero también advirtié que “en un determinado nivel del desarrollo la inteligen- cia se vuelve censciente de su propio papel como una funcién entre otras y ve su propia actividad on Ia perspectiva adecuada entre otras tendencias ® Para un ejemplo notable de rivwalizacién en la época ‘modems, remito ala téenics de la no violencia de Gandit (que posce analogs sorprendentes com la ritualizacion pa ‘atisee en los anitmiles sociales) «CL. Erikson. 1963). TA ONTOGENESIS DE LA RITeALIZAGON un mentales (p. 69). Por lo tanto, la racionalidad de conocer y dar apoyo a Ia razén como funcién organizadora no debe “conduciy a desatender la significacién de lo irracional" (p. 73), Esta sign nificacién, propondria yo para terminar, puede también ser vista en Ja forma arracional y prerra- cional en las que personas interdependientes crean ritualizaciones significativas. © De todos modos, no puede haber una receta para Ia ritualizacidn, ya que, lejos de ser simple mente repetitiva o familiar en el sentido de habi- tuacidn, cualquier ritualizacién auténtica esti on togenéticamente Fincada y a la vez impregnada por In espontaneidad de la sorpresa: es una renovacién, inesperada de un orden reconocible dentro de un caos potencial. Por Io tanto, depende de esa mez cla de sorpresa y reconocimiento que ¢5 el alma de la creatividad, renacida del abismo del desor- den instintivo, de la confusién de Ia identidad y de la anomia social. \ Erikson, E. H, [1963]: Childhood and society, 28 ed., Nueva York, W. W. Norton (trad. esp.: Infancia y sociedad, Buenos Aires, Hormé). —hig64}: Insight and responsibility, Nueva York, W. MW. Norton’ (trad. esp.: Etica y psicoandlisis, Bue. nos Aires, Hormé). —LigG3a]s The concept of identity in race relations, en Dazdalus, uz LA ONTOGENESIS DE LA RITUALIZACION —L1g6sb]: Peychoanalysis and ongoing history, en “in. J. Paychiat,, 128:241-50. —~[1966a): The Inman life cycle, en International encyclopedia of the social sciences, Nueva York, Crowell-Collier (en prensa) —L[1966b]: Zdeneity, psychosocial, en International eneyelopedia of the social sciences, Nueva York, Crowell Collier (en prensa). Erikson, K.T. [1966]: Wayward puritans, Nueva York, Wiley. Freud, S. [1gg3}: New introductory lectures on paycho. anaiysis, en S. £., 2923-182 (trad. esp.: Nuevas con- ferencias introductorias at psicoandlisis, Madvid, Biblioteca Nueva), Haranan, H. [1939]: £ge psychology and the problem of adaptation, Nueva York, we, 1958 (Wat. exp. La psicologia del yo y el problema de ta adapta. cidm, Pax) Lorent K. [1964]: Das sogenante Base, Viena, Bo- rotha Schoeler (trad. esp.: Sobre la agresidn, el Hamado mat, México, Siglo XX1), Mayr, E. [1964]: The determinants of evolution, on Proc. Nat. Acad, Sci., 54:834-4% White, R, W. [1963]: Zgo and reality im psychoanalisic theory, en Prychol. Issues, 11, 3 REELEXIONES SOBRE EL DISENTIMIENTO DE LA JUVENTUD CONTEMPORANEA No sin desconfianza acepta uno escribir otro ar- ticulo mas sobre la juventud. La literatura sobre Ia “inquietud” contemrordinea aumenta cada se- mana, cada dia, cada hora. Gran parte de ella refleja una profunda inquietud en los adultos, un estado traumatizado, de hecho, que busca Ia cae tusis en apresurados intentos de asegurar el con- trol intelectual sobre un sorprendente curso de acontecimientos. Las conchusiones aleanzadas, por lo tanto, tienden a volverse anticuadas durante el perfodo mismo de publicacién, En este punto, slo la doble promesa de alguna clarificacion sis tematiea sobre los divergentes fenémenos del di- sentimiento y de algin beneficio para la teorta del desarrollo Hega a justificar, si acaso, escribir respecto al disentimiento, Mis reflexiones se con- centrarin en aquello que hemos aprendido res. pecto al lugar y a la funcién de la juventud den- tro del ciclo de la vida humana en toda su relati- vidad historica y respecto al papel decisive de la infancia dentro el cambio hist6rico. Al escribir para una revista profesional pode. mos dar por sentaca 1a suposicién de que hay, de que debe haber, una penesrante complicacidn irra [cional en cualquier intento de Jos adultos de reo- basi 16 DISENTIMIENTO DE LA. JUVENTUD Fientarse a si mismos frente a los desafios juveni les: y es que la juventud, casi por definiciéa, tiene luna presencia que desafia al teorizar. Podemos suponer también admitido que una autacritica hhistovice del psicomndlisis, al igual que otros es. quemas det desarolio humano, debe incluir una iacion del papel que sus descubrimientos es ‘rin desemperiando dentro de las tensiones ideold- fgicas de nuestro tiempo. Si la juventud rebelde iad de este 2gitado siglo debe y trascender fos cambios revolucionarios de is primera, la insfluencia de los insights de Freud en Ia motivacida inconsciente forma ahora parte de esa carga, Ciertamente, algunos jvenes pueden aceptar ls nueva profundicad alo exhi- biéndota, en ocasiones apasionadamente, a menu do burlonamente, en la superficie misma, o dese fiéndola precipitadamente con experiencias indw cidas por drogas, como si la nttewa generacién hw biese ya enfrentado todos tos peligros tanto inter hos como externos. Pero si e¢ qule en ete exo como también en el de gran parte del drama y Ja Hiteracura modernos— descubrimos un intent de asimilar los insights del peicoandlisie mediance la actuacién manifiesta de impulsos anteriormen- te reprimidos, entonces el psicoandlisis encara nue- vas tareas hipocréticas Una de tales tareas esti definida por el hecho de que hoy en die no podemos ya, ni siquiera en la literatura clinica, escribir respecto a la juven- tad sin eseribir para Ja javentud. Y aunque una critica sistemstics del comportamiento contempo- Sl DISENTIMMENTO DE LA jUVENTUD a7 rinco ¥ polémico se ve siempre acasada por series problemas metadolégicas, no veo cémo podamor fomar en serio tanto nuestro campo de trabajo como a nuestros eseudiontes sin plantear qué ane to de projecie ¥ qué tanto de retrogresion somos paces de discernir con auestros métodos en las autas actuales de disentimiento. Con esto quiero ir que Ia ¢ javenil, ahi donde provoca ssabival rece siempre tanto profetic por el vigor de una hueva eri— como retrogresiva, en ia medida en que parece insistir en sim esgastadas y en jostrar regresiones sorprendentes. Estoy hablan- do, pues, ds In carga emocianal de ciertas pautas de disentimiento, no de sx ucilidad o nocividad politicas. EI joven lector de una exposicién, preo- cupado con ‘tales oscilzciones, se encontrard sin embargo respondienda siempre a indicaciones abjertas u ocultas de si el autor parece estar en pro o en contra de Jo que intenta clarificar; y si la metodologfa de la exposicién se basa en la aplica ion de la observacién clinica, toda referencia a la jacin © retrogresién en el desatrollo propende ‘ser entendida como una sugerencia de debili dad, de maldad o de pretensién mérbica, y por lo tanto a ser expresién de un prejuicio generacional © politico por parte del autor. Estas dificultades sin embargo, no pueden ser evitadas si nos ocupe mos de fendmenos contemporineas, canvencidos como estamos de que «] insight pricoanalitico tie ne un papel que cumplir en la critica de lo q hay de despilfarro en el cambio cultural histés nis DISENTINENTO DE LA JUVENTED rico, que Ia humanidad como un todo malamente puece permitirse, Pareceria, de hecho, que unos cuantos de los lideres revolucionarios jévenes de hoy son conscientes de alguna regresividad emo- ciomal en empresas radicales que estin ya marca- das yor In rerrogresién hist6riea. Al intentar clarificar las rafees emocionales del Gisentimiento juvenil, debemos conceder desde el principio que incluso el psicoandlisis —como otros ‘movimientos alguna ver revolucionarios— se ha dejado arrastrar a intentos modernos para neutra- lizar poderosis fuentes internas y externas hacien: do al hombre mas superficial y mecinicamente adapable. Algunas de las preocupaciones mas proféticas de la juventud de hoy pueden, de hecho, servir para renovar 0, en cualquier caso, para re. cordarnos una visién liberadora inherente # Tos inicios del psicoanalisi. Antes de seleccionar algunos fenémenos implici- tos en el disentimiento activo para el escrutinio psiccanalitico, también yo debo presentar algunas especulaciones sobre Ia ecologia cambiante de Ia juventud en Ia presente etapa de Ia historia, A Ja generacin anterior, por supuesta, el cambio histético y téenico le parece siempre una euestin de grado, hasta que muchas de Jas diferencias re- Jacionadas han Hlegado a ser el eq cambio aterrador en Ia calidad total DISENTINIENTO DE LA JUVENTUD 19 7 La adolescencia siempre ha sido vista como una apa incermedia entre ‘m sentido alternativamen- te vigorizante y desconcertante de un pasado de- finido en extremo que debe ser abandonado y de tun fururo atin por identificar, y con el cual iden- tificarse.' Incluso en un periodo de répido cambio. la adotescencia parece cumplir la funcién de con- fiar ala persona en crecimiento los logros posibles ¥ los ideales comprensibles de tna civilizacién en. existencia 0 en desurrol'o, En nuestra tiempo, las nuevas exigencias del trabajo disciplinado en equi po y de ls racionlidad propramada, dentro de or ganiziciones que viver en incvitable simbiosis con sistemas tecnoldgicos, parecen ofrecer patra muchos, si no para la mayoria, una satisfactoria y autocorrectiva imagen del mundo. La mayoria de Jos jdvenes, por Jo tanto, no ven raz6n para cues: tonar seriamente al “sistema”, acaso tan s6lo de bido s que nunca han visualizado otro. En cada individuo, sin embargo, y en cada ge- neracidn, existe un potencial para lo que pod ‘mos Hamar una adolescencia intensificada, es de | cin, una fase critica mazeada por Ia exasperacién reciproca del conflicto interno y Ia desorganiza-

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