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ESTUDIOS

SOBRE

INMIGRACIÓN Y COLONIZACIÓN

POR

J. da C. FORTINHO

MONTEVIDEO

Imp. de El Telégrafo Marítimo.

1877.
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En épocas diferentes, tomando por tema la


Inmigración y Colonización he escrito en el
diario que redacto, El Telégrafo Marítimo,
largas series de artículos, demostrando la
urgencia y conveniencia de que se atienda
seriamente a poblar los desiertos é incultos
campos de la República del Uruguay,
indicando las medidas que la experiencia
aconseja como precisas al emprendimiento
de tan provechosa tarea, para que los
esfuerzos de los Gobiernos puedan ser
debidamente secundados por los de la
iniciativa particular.
Pero a todos esos escritos, por causas ajenas
a mi voluntad, les ha faltado el método en el
orden de su publicación: han sido dados a la
publicidad bajo la forma rigurosa de artículos
de diario, dividiendo las materias como lo
exigen otros trabajos del momento, interrum-
piendo por meses y hasta algunas veces por
años el orden de las exposiciones que
constituyen parte integrante de un estudio,
4

cuya falta de continuidad inmediata deja a


los lectores sin poderformar acertado y
completo juicio sobre las conclusiones a que
he pretendido llegar.
Así, pues, lo que hasta ahora ofrecí a la
publicidad no han sido sino apuntes sobre
una cuestión tan importante como es la
Inmigración y Colonización.
Utilizando esos apuntes, ampliándolos,
modificándolos y alterándolos según el caso,
siempre en armonía con nuevos y sub-
siguientes estudios que hice de la materia
que me propongo a tratar, he resuelto coor-
dinarlo todo de modo que ofrezca alguna
utilidad práctica para los que siendo
verdaderos amigos del progreso de este país
se dedican a fundar empresas de
colonización.
En estos momentos en que la esperanza de
organizar el país en condiciones estables y
duraderas alienta a todos los que sin mas
preocupación que el interés general observan
los movimientos de nuestra sociedad, quizá
sea la mejor oportunidad de emprender esta
tarea.
Al someter al público un largo y detenido
estudio sobre inmigración y colonización, no
tengo ninguna pretensión respecto de su
mérito: emprendiendo esa tarea no hago mas
5

que cumplir un deber como escritor y como


miembro de esta colectividad social.
Quizá el único mérito del trabajo que
emprendí se revele por el conocimiento
práctico de estos países, que visité por
primera vez hace 28 años y donde cuento de
estos 18 de permanencia efectiva, siempre
mas ó menos dedicado al estudio teórico-
práctico de los fenómenos económicos
producidos en estas regiones, y a sus compa-
raciones con el movimiento de las sociedades
que forman en la vanguardia de la
civilización.

J. da C. FORTINHO

Montevideo, Agosto de 1877


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I.
Las ciencias morales tienen, como las
ciencias positivas, reglas de mecánica á que
subordinarse; aquellas están igualmente
sujetas á las leyes del equilibrio y del
movimiento, de tal modo, que para alcanzar
un resultado en cualquier ramo de esas
ciencias, se necesita que sean utilizadas
diversas fuerzas, par que imprimiendo cada
cual su peculiar impulso, produzcan la
marcha armónica y normal que les es
conveniente.
Acatando estos preceptos de la ciencia y
aleccionados por la experiencia de los
errores cometidos donde la cuestión de la
Inmigración y Colonización ha sido poco
estudiada, al entrar en la discusión de tan
importante materia supusimos indispensable
empezar por enumerar las cuestiones á que
los Gobiernos deben atender en la esfera de
sus atribuciones oficiales y que son
preliminares y á la vez bases fundamentales
de la organización de un provechoso sistema
de Inmigración y Colonización.
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Para señalar los puntos donde es


indispensable que según vemos por
documentos oficiales de algunos Estados sud-
americanos, los fracasos de sus primeros
ensayos de Colonización han sido
ocasionados porque en aquellas naciones
nada se había preparado para recibir la
Inmigración que llegara á sus puertas.
Fueron allí olvidados los trabajos que debían
preparar el hospedaje de los inmigrantes, y
no se tuvo en vista tomar providencias que
asegurasen su bienestar, dirigiendo á la
Inmigración á tomar interés por su nueva
patria, é incitándola á que confiadamente se
dedicase al engrandecimiento de la
producción.
En casi todas las jóvenes sociedades del
Nuevo Mundo, al tratarse de Inmigración se
cometió el error de juzgar que bastaría la
importación de inmigrantes para que el
progreso de la industria fuese rápido; que
una vez llegados los inmigrantes, en vista de
las crecientes necesidades de los elementos
de trabajo regular que produjese inmediata
influencia en el desarrollo de la producción y
por tanto en el de la riqueza general de cada
país donde los colonos eran hospedados.
Los Estados-Unidos fueron una excepción de
esa regla general. Allí todo lo dispusieron
aquellos ilustrados Gobiernos para desde
9

luego sacar de los inmigrantes todas las


provechosas ventajas que podían ofrecer por
su actividad industrial.
Estudiándose los sucesos históricos de los
países donde los bien redactados informes de
sus respetivos Gobiernos denuncian los
errores que hicieron fracasar sus empresas de
inmigración; así mismo, utilizando en lo
posible las prácticas norte-americanas y lo
que aquí la experiencia no ha demostrado en
lo poco que hasta ahora se emprendió
relativamente á la inmigración; y en fin,
apreciándose debidamente nuestra actual
organización administrativa y social; sobre
semejantes bases, la importantísima cuestión
de inmigración puede resolverse de la
manera mas satisfactoria, atendiéndose como
es indispensable á la reforma ó modificación
de las leyes que tengan influencia para el
mejor éxito de tan productiva empresa como
el la de atraer al país un fuerte aumento de
población.
Si comparamos la riqueza del suelo uruguayo
y lo templado de su clima con otras regiones
ardientes ó frígidas, algunas menos fértiles ó
poco salubres y otras siempre expuestas á las
correrías y depredaciones de los bárbaros
indios, y que sin embargo constantemente
reciben para el trabajo de su industria
numerosas legiones de obreros, debemos
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convencernos de que si á esta República no


vienen los brazos que necesitan sus desiertas
campiñas, es porque las leyes ordinarias
adolecen de imperfecciones, pues no ofrecen
a los inmigrantes la misma protección y
ventajas que encuentran en otros países que
son menos ricos ó situados en climas poco
amenos.
Corregir los errores que actualmente nos
privan de una fuerte corriente de inmigra-
ción, es á lo que los legisladores de este país
deben atender con preferente urgencia.

II.

Del estudio analítico de las actuales


condiciones administrativas y económicas en
que se encuentra este país, se reconocerá
que para que la inmigración se aclimate aquí
con facilidad, prosperando y sirviendo de
estímulo a una segura y fuerte corriente de
inmigrantes, se necesitan indispensablemente
algunas nuevas leyes, modificación de otras,
y fundación de ciertas instituciones auxiliares
de la industria.
Como actos de promulgación de los poderes
públicos para beneficiar las condiciones de
los inmigrantes, indicaremos los siguientes:
11

Deslinde y afirmación de la propiedad


pública y particular;
Nueva organización del a policía civil de la
República;
Organización municipal;
Organización del plan de las vías de
comunicación y su desarrollo.
Organización del Cuerpo consular;
Reglamentación sobre el trasporte de
inmigrantes;
Reforma de la Oficina de Inmigración,
Y reforma de la tarifa aduanera.
Como actos de la iniciativa particular,
mencionaremos también los que siguen:
Organización del crédito hipotecario rural,
Y organización del crédito agro-pecuario.
Por la justificación especial de cada uno de
los puntos indicados, se podrá comprender
bien que lo difícil en materia de inmigración
es preparar el terreno para que los nuevos
huéspedes encuentren garantías civiles y
seguridad de que por su trabajo conseguirán
un próspero porvenir.
En países en las condiciones de la República
Uruguaya, la tarea de conseguir una corriente
espontánea de numerosos braceros y
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artesanos es cosa muy fácil, en lo que


estrictamente se refiere a su importación.
Apenas el terreno esté preparado en el
sentido que indicamos, los inmigrantes ya
avecindados en el país serán los mas activos
agentes de Inmigración, porque disponen de
medios especiales para satisfacer las aspira-
ciones de los recién llegados.
La Inmigración portuguesa en el Brasil es un
ejemplo elocuente de lo que pueden hacer
los inmigrantes ya avecindados en un país
para promover la venida de sus parientes y
amigos. Toda la Inmigración portuguesa que
recibe el Brasil, llega hoy allí sin auxilio ni
iniciativa de aquel Gobierno.
Por lo que hemos leído en el Diario Oficial
de Imperio brasileiro de 13 de octubre de
1873, donde se publica una consulta del
Consejo de Estado sobre un proyecto de dos
empresarios que se proponían importar gran
números de inmigrantes, nos convenciendo
mas de que la gran cuestión de la
Inmigración sólo se resuelve bien tomando
providencias sobre la inmediata instalación
de los inmigrantes en trabajos productivos.
El Consejo de Estado brasilero, que se
compone de los hombres mas eminentes de
aquel país, dice en su dictamen sobre la
propuesta arriba indicada:
13

“Los proponentes empiezan exponiendo en


claridad y exactitud causas que han contribuido
para el malogro de los esfuerzos y grandes
gastos que hizo el Gobierno principal para atraer
una corriente espontánea de Inmigración, cuando
afirman:

“Há veinte años que las arcas del Tesoro nacional


se agotan con el intento siempre inútil de atraer
al país una fuerte corriente espontánea de
Inmigración.
“La instabilidad de los Gobiernos; las ideas
muchas veces contrarias que dominaron en los
ciudadanos llamados á dirigir los negocios
públicos; las vistas diferentes de cada uno de los
Gobiernos; la imposibilidad en que éstos se
encuentran de fijar exclusivamente su atención
hacia un punto único de la administración,
distraídos, como lo son, por tantos otros que
creen de mas perentoria solución; en fin, la falta
de unidad de pensamiento en la ejecución de los
planes y medidas iniciadas; todo eso produjo lo
que no podía dejar de producir: descalabro
completo en las esperanzas fundadas en la acción
gubernamental y una enorme pérdida de dineros
públicos.
“Está reconocido que únicamente de las
condiciones características de una iniciativa que
suele presentar firmeza de vistas; ejecución
perseverante del plan trazado; preocupación
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incesante incitada por el amor a la gloria y del


interés; facilidad dificultantes que surgen á cada
momento; en fin, todo eso unido
sistemáticamente á los poderosos recursos de
que dispone el Tesoro nacional, es como se podrá
llegar á obtener un resultado seguro y
satisfactorio.”

“La sección del Consejo de Estado concuerda con


esta exposición de razones y añade que también
ha impedido el desarrollo de la Inmigración
espontánea la falta de las leyes y providencias
gubernativas que forman el estado civil de las
familias y les aseguran todos sus derechos.”

Sólo después de la discusión de cada uno de


los puntos enumerados como preliminares y
bases fundamentales para la instalación
conveniente de los inmigrantes, convendrá
presentar la forma que suponemos preferible
emplear para atraer al país la tan deseada
corriente de inmigración, así como también
las disposiciones que deben tornar para que
dichos inmigrantes encuentren en el trabajo
agrícola el preferente medio de satisfacer sus
aspiraciones con incalculable provecho de
los intereses generales de la República.
15

Empezaremos a tratar en capítulos especiales


cada uno de los puntos ya enumerados como
medios de asegurar la útil instalación de los
inmigrantes.

III.

Bajo diferentes puntos de vista se puede


considerar de elevada importancia el deslinde
y afirmación de las propiedades rústicas de la
República.
Las circunstancias financieras del Tesoro
nacional san bien poco satisfactorias en el
momento; por eso convendrá que nuestros
legisladores subordinen todas sus resolu-
ciones al principio de que el país se
comprometió a solventar una fuerte Deuda
pública, y que sin satisfacer dicho compro-
miso no conseguirá levantar el crédito
nacional á la altura que le corresponde.
Todos sabemos que los actuales
compromisos de la República Uruguaya son
la liquidación de los gastos de las luchas
civiles y el resultado de las impensadas
operaciones de crédito que practicaron los
administradores públicos de este país.
Cuando una nación carga sobre sus
industrias los pesados sacrificios de hacerles
16

pagar gastos tan improductivos, la moralidad


exige que se tenga doble atención en la
gestión futura de los negocios del Estado.
El deslinde y afirmación de la propiedad es
sin disputa un acto de justicia que se debe
practicar, para que en provecho común de la
sociedad el Estado recaude por inventario
todos los bienes que pertenecen a la nación,
y para que después se haga de ellos la
enajenación ó reparto que mas convenga á
los intereses generales.
Para alcanzar el deslinde y afirmación de las
propiedades rurales se tiene necesariamente
que recurrir a la organización del catastro
general de la República. Sus resultados serán
importantísimos. Por medio del catastro se
demarcarán los limites de cada depar-
tamento, y en estos de cada municipio; así
también se reconocerán cuales son las
propiedades del dominio de los particulares.
Por el deslinde de las propiedades que se
reconozcan pertenecer al Estado se
constituirán los patrimonios de cada distrito
municipal. Por el deslinde de las propiedades
particulares se reconocerá á quien el Estado
puede conferir el título de dominio que
afirme el derecho de propiedad en forma tal,
que imposibilite el que sigan promoviéndose
los interminables litigios de la actualidad
17

sobre el reconocimiento efectivo é


incontestable de su poseedor.
Para los dueños de campo un título de
propiedad que haga imposible los reclamos á
que hoy están expuestos, será satisfacerles su
mayor aspiración, puesto que la fe del
dominio es el documento que les habilita á
conseguir el adelanto de dineros que
necesiten sobre la valiosa garantía de la
tierra, así como el medio único de serles fácil
la transmisión de sus bienes.

IV

La necesidad de la propiedad pública y


particular con relación á la Inmigración es tal,
que sin libertar las tierras de las enojosas
cuestiones de derecho, no hay posibilidad de
que los inmigrantes conserven con
tranquilidad los bienes en cuya posesión
entran y donde fundan todas las esperanzas
de su porvenir.
El desalojo de in inmigrante á consecuencia
de la contestación de derechos sobre la
propiedad que ocupó, produce él desánimo
en todos cuantos tienen conocimiento del
hecho.
18

En todos los países donde la Inmigración está


llamada a hacer el fomento de su industria
rural, la cuestión de deslinde de la propiedad
rústica demostró la ineludible necesidad de
que se redactasen leyes que pusiesen a los
inmigrantes á cubierto de la persecución de
los ambiciosos.
En el informe que el ministro de Relaciones
Exteriores de Chile pasó al Congreso en 1872
respecto al deslinde de la propiedad, se dice:
“Empero, la medida que mas urgentemente
conviene adoptar, es aquella que tenga por
objeto definir y deslindar entre el Fisco y los
particulares los derechos que ambos á la vez
pretenden sobre determinados terrenos. Son
tantas y tan complicadas las cuestiones que
surgen de la actual situación, que no es
posible sin graves peligros sujetarlas a la
acción ordinaria de la autoridad y de la ley
común.
“Liquidados los derechos de todos; otorgados
los competentes títulos a los que se declaren
con el mejor derecho: regularizando en fin el
curso de las transacciones, la tranquilidad
volvería a los que ahora
Los estadistas sud-americanos que han
tratado de Inmigración designan el deslinde y
afirmación de la propiedad pública y
particular como una importante cuestión
previa, de gran influencia para el buen éxito
19

al llaman á sus respetivos países una fuerte


corriente de Inmigración.
En los Estados-Unidos, donde se atendió con
particular cuidado a todos los asuntos que
relacionan con el bienestar de los inmi-
grantes, su catastro ha sido metódicamente
hecho y va ampliándose a proporción que
los inmigrantes se extienden por aquellos
dilatados terrenos.
No será preciso adelantar mas considera-
ciones para demostrar los beneficios que
reportará la organización del catastro general
de la República: este servicio se podrá
practicar sin erogaciones de las rentas del
Estado.
Se puede autorizar la formación del catastro a
una empresa particular, la cual a la vez de
hacerse cargo de los gastos de ese servicio é
interés de su capital social, vendrá a dar al
Estado un nuevo medio de renta.
En fin, como ya en otra ocasión dijimos:

“El catastro es el gran libro de la historia


física de un pueblo; el registro general de
todas sus riquezas; el cuadro representativo
de la íntima estructura de su ser material; el
monumento fehaciente, en suma, de su
progreso y civilización.
20

“La reforma social moderna coloca el


catastro a la vanguardia de sus mas preciosos
adelantos: por su intermedio, además de los
servicios importantes que le son inherentes,
se obtiene el punto de partida y base segura
para la formación de la estadística.
“Sin el catastro la estadística no puede existir
mas que de una manera imperfecta,
incompleta; apenas sirve para relatar, los
hechos, y no puede irradiar de por si el brillo
de la verdad que aquel le trasmite como vivo
foco de luz, en torno del cual debe tener su
acción natural de gravitación.”

V.

Para que los inmigrantes se afinquen


convenientemente en cualquier país, es nece-
sario que se les ofrezca bastante seguridad
para sus vidas y para los bienes que
constituyen el patrimonio de sus familias.
Si bien el actual Gobierno Provisional de la
República ha dado una preferente atención a
los que se relaciona con garantías hacia los
honrados y pacíficos habitantes de los
distritos rurales, y obtenido que agricultores
ganaderos se viesen libres de la constante
amenaza de los salteadores, que casi cada día
hacían desaparecer los instrumentos y
21

productos de su trabajo agrícola y les sa-


queaban sus rebaños; sin embargo, para que
se normalice completamente el sistema de
policía en la campaña conviene darle una
mejor organización, mas estable, mas apro-
piada, mas provechosa a las exigencias de
todos los que están avecindados en extensos
desiertos del interior de la República.
Con esta buena organización, nunca los
gobiernos de la República, cualesquiera que
ellos fuesen, hallarían los miles de
dificultades para asegurar las deseadas
garantías donde la acción oficial no puede
llegar inmediatamente a consecuencia de la
distancia que separa muchos centros de
población de la capital.
Al aprender emplear los medios de atraes la
país la Inmigración que mas conviene, es
indispensable que se organice un sistema de
policía que sepa, sin depender de ordenes
especiales para cada caso, prestar los
servicios que tienen derecho de recibir todos
los vecinos honrados y laboriosos.
Cualquiera que sea el motivo que provoque
un hecho de inseguridad a la Inmigración, es
el mas terrible enemigo que el país pude
tener, la causa que mas impedirá la venida
de nuevos huéspedes y aun la que mas
puede contribuir para la huida de los que ya
se hallen aquí avecindados.
22

Esto tiene especialmente aplicación con


referencia a la Inmigración agrícola; la que
viene la país formando familias completas;
esa Inmigración que mas utilidad nos reporta
y que mas promete, no sólo permaneciendo
definitivamente aquí, sino dando ciudadanos
a la patria que a sus padres dio abrigo y feliz
abundancia para las necesidades y goces de
la vida.
La policía que ofrecerá garantías a los
inmigrantes será la que organice bajo la
forma de Guardia civil general de la Repú-
blica, una fuerza compuesta de infantería y
caballería que tenga en su especial regla-
mento determinada su misión de vigilar por
la vida y la propiedad de los habitantes, y a
la cual se le prohíba bajo la pena de severos
castigos que sirva de ciegos instrumentos a
los caprichos de las influencias departa-
mentales; que no sea policía permanente;
pero si en destacamentos móviles según
orden del P. E. y comunicándose el
respectivo comandante de cada destacamento
con su jefe residente en la capital: en fin, una
policía que no tenga ligaciones con la
política de partidos, ni tampoco preste
obediencia a los terratenientes.
En el sistema de organización de la Guardia
civil en España se hallará donde estudiar la
materia con incontestable provecho.
23

VI.

Es una trascendental cuestión para los países


como este, cuyo engrandecimiento depende
de la Inmigración, el determinar que los
extranjeros tomen activa parte en la
administración municipal.
Las familias en condiciones morales que se
deciden a abandonar su tierra natal, buscan
preferentemente asilo en los Estados donde
no se les prive de ejercer todos sus derechos
de participación colectiva ante el municipio
en que se van a avecindar.
Todos los habitantes del viejo mundo,
inclusive los mas ignorantes, han oído contar
desde sus primeros años los tradicionales
beneficios de las instituciones municipales;
así es que no creen posible su feliz existencia
sin la protección de ese gran baluarte del
pueblo que no es político.
Esa justa aspiración se combinaría
perfectamente con los intereses del país si los
legisladores atendiesen a sacar de la
Inmigración todas las ventajas que ofrece,
desde que se la dirigiese con particular
cuidado.
24

Al inmigrante puede y debe dejársele todos


los sentimientos de su nacionalidad, pero sus
hijos nacidos en el suelo de la República
necesitan ser educados para su patria, a fin
de contribuir a su prosperidad y a su defensa
cuando peligre la independencia del Estado.
Los hijos del inmigrante han menester cono-
cer la historia y leyes de su país; ser
educados para poder tomar parte en todos
los movimientos de la sociedad de que son
activos miembros; en fin, deben tener las
legítimas aspiraciones de buenos ciudadanos.
Los inmigrantes y sus hijos, desde la mas
remota antigüedad son llamados a fundar y
engrandecer los nuevos Estados. Así sucedió
en Europa, donde tribus nómadas fueron
origen de las sociedades hoy numerosas y
progresistas que forman a vanguardia de la
civilización.
El cultivo de la tierra ha sido allí lo que
provocó a la primera inmigración a estable-
cerse en los desiertos de Occidente.
La organización de las municipalidades que
aquí creen ahora indispensables para el
progreso moral y material de nuestras
jóvenes sociedades, ya fueron durante el
tiempo romano y después en la península
ibérica en lejana época las instituciones que
mas protegieron a las clases laboriosas en
25

aquellas regiones, cuando estuvieron en su


primer período de formación regular ó social.
Según afirman los historiadores mas autori-
zados, en los tiempos de la conquista en el
viejo mundo y de los graduados derechos del
hombre, la clase propiamente dicha pueblo,
la que estaba entre los diferentes rangos de
nobles y la condenada a la esclavitud, sólo
tuvo durante eses eras, para ampararse con
algunos pocos derechos sociales, el Muni-
cipio, el cual protegía los hombres ligados a
un lado a la propiedad y al otro impuesto.
Aunque el pesado yugo del despotismo en el
viejo mundo oprimiese a aquellos que con su
sudor y sus brazos mas contribuyeron para
los gastos de la opulencia de sus opresores,
no por eso, en vista de las garantías de
Municipio, fue posible impedir que los
gremios populares sin ninguna otra especie
de protección formasen las asociaciones
burguesas, que de tal manera adelantaron las
ideas de libertad que mas tarde constituyeron
la clase media y después fueron las que
mayores servicios prestaron para funda las
libres instituciones que en la actualidad rigen
las sociedades democráticas.
Si desde muchos siglos la historia de la
humanidad nos enseña que el Municipio
debe proteger las clases proletarias y concu-
rrir a la moralizadora trasformación política a
26

que han llegado los pueblos progresistas, no


podrá dudarse aquí de los benéficos efectos
del Municipio sobre la inmigración.
El Municipio servirá de valioso intermediario
de las relaciones entre los extranjeros y los
mas altos poderes del Estado. A esa institui-
ción confiará el país con seguridad de éxito
la educación de nuevos ciudadanos que sean
la prole de los huéspedes que vengan a
cobijarse bajo el pabellón de la nación
uruguaya.

VII.

Buscar el medio de que no se repitan los


ejemplos que infelizmente ya son conocidos
en el país, de que hubiese núcleos de
población que bien se podrán llamar Estados
extranjeros internandos en el territorio de la
República, es un asunto que debe merecer la
particular atención de los estadistas
uruguayos.
Con la precisa confianza sólo podemos
aconsejar para impedir la repetición de esos
hechos, la fundación de municipios en todos
los pueblos de la República. Entonces cuan-
do los extranjeros se agrupen constituyendo
las especiales poblaciones denominadas
colonias, no habrá ningún pretexto que
27

autorice los sucesos que hemos de narrar con


referencia a las colonias Suiza y Piamontesa.
Desde que el extranjero, satisfaciendo la
disposiciones de la ley, pueda elegir y ser
elegido para los cargos municipales en cual-
quier punto donde los intereses constituyan
sus núcleos de población especial, estarán
bajo el imperio de las leyes generales de la
nación, y sus hijos, los nuevos ciudadanos de
la República, podrán ser educados según lo
determinen los poderes competentes.
Todos los favores especiales a la inmigración
puede legítimamente aspirar, los conseguirá
por la autonomía municipal, con la ventaja
de ser por un derecho igual para todos los
pueblos de la República.
Hasta ahora se pedían ciertas exenciones
para formar colonias, porque existía la
organización municipal; una vez determinada
su formación, la autoridad de la ley llevará a
cualquier ayuntamiento, sin ningún inconve-
niente, la prescripción de las reglas mas
útiles al progreso moral y material de las
nuevas poblaciones de la República.
En las propias colonias los inmigrantes
elegirán entre si su Consejo municipal y
harán la recaduación de los impuestos y
gastos públicos, conservando la autonomía
que juzguen necesaria para ir progresando.
28

En las escuelas de instrucción primaria de las


colonias, el Consejo municipal tendrá la
intervención que determine la ley: los hijos
de los inmigrantes serán entonces educados
según el régimen que se establezca para
todas las escuelas de la Nación.
Allí irán los hijos de los inmigrantes a
aprender el idioma patrio, la historia y las
leyes de su país; y en los días de elección
municipal, a comprender que las sociedades
libres son regidas por el voto popular.
Cuando en otra parte trataremos de la
fundación de colonias en la República,
mostraremos las demás ventajas importantes
a que aspiran los inmigrantes con la
organización municipal.

VIII.

Los inconvenientes de no existir en la


República la organización municipal en el
seno de nuestras colonias, ya infelizmente se
han tocado.
Las colonias Suiza y Piamontesa nos sirven
de mas elocuente ejemplo para afirmar las
ventajas de que el régimen municipal debe
ponerse en vigor entre esos núcleos de
población que se formen en lo futuro.
29

La primera de estas colonias fundose en


1861, en una extensión de cuatro leguas de
campo de propiedad de la empresa.
Escuelas, policía, judicatura, religión
protestante, todo en fin pagó y administró el
directorio de la colonia, sin ninguna
ingerencia de la autoridad nacional.
Doce años después de la instalación de dicha
colonia, liquidóse la Sociedad y quedó sin
directorio. Empezaron entonces las
dificultades y hasta las resistencias contra la
autoridad nacional. Allí no se hablaba mas
idioma que el alemán, por ser que en las
escuelas de la colonia era el único que se
enseñaba. La enseñanza del idioma nacional
sólo ha venido a darse muy tarde y
alternando con la de alemán.
Los hijos de los inmigrantes nacidos en el
territorio de la República no han recibido,
pues, la educación conveniente para habili-
tarlos a ser buenos ciudadanos uruguayos.
El desorden administrativo de este país ha
sido la causa de que se dejase en el
abandono la educación de esa juventud y
que dentro del territorio del Estado se
creasen poblaciones compuestas en parte de
nacionales, que no presentan la homo-
geneidad social que se encuentra en todos
los países que gozan de una perfecta
30

independencia y es natural a todas las


sociedades libres y civilizadas.
Sin privar, pues, a las colonias de su mas
completa libertad, por una sabia organización
municipal se podrá conseguir que las colo-
nias existan y prosperen bajo el régimen de
las leyes nacionales, y educando a los
jóvenes para que sean ciudadanos útiles a su
patria.

IX.

Para que la inmigración a su llegada al país


pueda calcular los elementos de transporte
con que debe contar para sus relaciones con
los mercados consumidores é intermediarios
de la exportación, el Gobierno debe
organizar el plan de vías de comunicación de
la República y anunciar el trazado de los
grandes caminos, con designación aproxi-
mativa del tiempo en que cada vía quedará
en circunstancia de ofrecer tránsito a los
pasajeros y mercaderías.
Conocido el plan y sabido el tiempo en que
para cada punto se acortarán las distancias,
facilitando el trasporte de gente y carga, las
empresas de colonización ó sean los inmi-
grantes, pueden acertadamente calcular en
31

qué localidad del interior convendrá mejor


establecerse.
Aquellos que se dedican a trabajos de rápida
producción y mas difícil trasporte buscarán,
por cierto, afincarse en tierras donde primero
se les faciliten los prontos medios de remitir
sus frutos. Los que deseen con preferencia
fundar establecimientos de mas tardía
producción ó cuya industria sea la de ciertas
especies sobre que influye poco el costo de
los trasportes, se irán a establecer mas al
centro del país.
Tanto a unos como a otros ramos de
industria, en todo caso le conviene saber
cierta y previamente la línea que recorrerán
los ferro-carriles, como también conocer el
trazado de los caminos vecinales.
Las diferencias que anotamos entre las
especialidades industriales que con mas
apremio necesitan de fáciles vías de
comunicación y las a las cuales le es menos
sensible su falta ó que pueden pasar mas
tiempo sin esa útil mejora no pueden
autorizar de manera alguna el suponer que
desconocemos para la industria, de cualquier
naturaleza que ella sea, la elevada
importancia de que existan en la República
los mas acelerados medios de conducción.
Las distinciones que establecemos prueban
que calculamos los recursos del Tesoro
32

público, y que siendo imposible a la vez


abrir todos los caminos que se necesitan, lo
mas acertado para los intereses generales de
la nación será instigar a que los inmigrantes
se vayan preferentemente decidiendo a
poblar primero donde tengan a su disposi-
ción los mejores medios de establecer las
permutas con los frutos de su producción.
Ese movimiento de permutas acompañando
los progresos de apertura de nuevos
caminos, a la par que satisface las necesida-
des del productor, este hace que la empresa
que abrió la vía de comunicación tenga
desde luego quien vaya concurriendo para la
renta del capital que en eso se inmovilizó, lo
que importa decir también que la garantía del
Estado, cuando se trata de ferrocarriles, no
tendrá razón de hacerse efectiva.
En los países poco poblados como este, son
los ferro-carriles los que designan los puntos
donde deben fundarse en el interior los
nuevos centros de producción. Por eso,
siendo que aquí todo está por crearse, sería
conveniente que se redactase primero el plan
de vías de comunicación para que mas tarde
no aconteciera lo que en otros Estados sud-
americanos, que para satisfacer las exigencias
de poblaciones ya fundadas hubo que llevar
las líneas férreas por rumbos que costaron
pesados sacrificios.
33

El plan de las vías de comunicación de la


República ofrecerá, pues, simultáneas venta-
jas al Tesoro y a los inmigrantes.
Felizmente, a pesar de poseer la República
una extensa zona, los ríos navegables que
atraviesan nuestro territorio ahorran
inmensos gastos permitiendo que desde
luego se pueda a la vez em-prender trabajos
en diferentes direcciones. Estudiar que se
aproveche cuanto es posible la vía fluvial
que la naturaleza nos concedió, es no sólo
un principio económico, sino que también el
medio de satisfacer las justas aspiraciones de
todos los avecindados de la República;
porque así se auxiliará el sistema de
descentralización, dando a los departamentos
los elementos de poseer recursos para que su
autonomía sea una realidad.
Para que el plan de vías de comunicación
venga a responder a la idea de poner la
capital de la República en fáciles relaciones
con todos los departamentos, tanto vale que
de los puertos de litoral empiecen algunos
trabajos de ferro-carriles, como que todos
ellos se realicen partiendo de Montevideo. Lo
trazado se completará del mismo modo
satisfaciendo al objeto siempre anhelado de
ser económico, lo que no priva de hacerlo
también estratégico para ser utilizado en la
defensa del país cuando fuere preciso.
34

Como se ve, aconsejamos que la conquista al


interior de la República se haga por líneas
férreas que empiecen sus trabajos en los
puertos del litoral. Muchas pequeñas exten-
siones de caminos por la veloz locomotora
exigirían menos sacrificios del Tesoro
público, dando mayor provecho a la industria
nacional, que una sola larguísima línea de
ferro-carril que pusiera en relaciones el
interior de la República con un solo mercado
consumidor y exportador, puesto que apenas
serían participes de esa mejora los avecin-
dados en determinada zona territorial.
Basta hacer un simple estudio sobre el mapa
de la República, para reconocer las ventajas
que indicamos en utilizar la disposición
topográfica de su territorio.
También ese orden de trabajos responde
satisfactoriamente a los principios generales a
que obedece esta materia. Por el modo indi-
cado, el movimiento de los productos entre
los centros productores y puertos de
exportación se hará dentro de un radio
menos extenso.
El gran mal que hoy tanto flagela a la
industria, haciendo que pague caro lo que
recibe y venda barato lo que produce, tiene
su causa en los gastos actuales de la
conducción, que son doblemente recargados
al productor.
35

En fin, combinado con el plan de vías de


comunicación, hay un servicio urgente que
se puede y debe realizar lo mas pronto
posible e3n toda la República: ese servicio es
el de establecer puentes sobre todos los ríos
y riachuelos que la presente nos hacen
repetidamente tener interrumpidas las
relaciones de la capital y ciudades del litoral
con gran parte de la campaña.
Sin puentes, cualquiera que sea la industria a
que se dediquen los inmigrantes en el
interior de la República, tendrán que sufrir
las constantes pérdidas que ocasionan las
crecientes de los ríos, y justificado motivo es
ese para que el desánimo les persiga en sus
tareas.

X.

Cualquiera que sea el sistema que se adopte


para promover la inmigración hacia este país,
será indispensable el servicio de los agentes
consulares en el exterior.
Los cónsules son los agentes naturales de la
inmigración, cuando son funcionarios
destinados exclusivamente al ejercicio de sus
cargos. Ellos hacen publicar en los diarios de
su distrito cuantas noticias deben ser
conocidas referentes al país que representan,
36

y prestan los informes que desean las


personas que se proponen correr aventuras
en busca de los medios de conseguir fortuna
en el Nuevo Mundo.
Si son importantes los servicios que los
cónsules prestan en el exterior a los
inmigrantes, no son menos aquellos con que
contribuyen a favor de los mismos después
de avecindados en el país, remitiéndoles
cuantos datos pueden conseguir sobre el
progreso de la industria.
Los informes anuales que hoy los cónsules
de todos los países están obligados a remitir
a sus Gobiernos, constituyen los mejores y
mas interesantes libros auxiliares de la
industria y del comercio.
En esos documentos noticiosos y estadísticos
se encuentran cuantos informes pueden
necesitar los industriales para instruirse y los
comerciantes para emprender ventajosas
especulaciones.
Para que un país cuente en el exterior con
un personal competente para desempeñar las
funciones de agentes comerciales, debe orga-
nizar convenientemente su Cuerpo consular.
Solamente de funcionarios del Estado se
puede exigir el exacto cumplimiento de su
cometido. Mientras tengamos cónsules
gratuitos en esos grandes centros de industria
37

y en los distritos de donde nos conviene


recibir inmigración, no obtendremos los
minuciosos informes que tanto pueden
contribuir para el adelanto de nuestra
industria, y quien promueva la venida de
inmigrantes.
Los gastos de honorarios a los cónsules de la
República residentes en el exterior, no
pasarán sobre el presupuesto de la Nación,
porque los servicios de esos agentes oficiales
reportan importantísimas ventajas al país.
En una Memoria del ministro de Relaciones
Exteriores de Chile presentada al Congreso,
se dice: “que el desempeño de las funciones
de agentes consulares ejercidas por negoci-
antes, si bien son servicios gratuitos, ellos no
satisfacen los deberes de tan importante
misión.”
Hoy todos los países que dan preferente
atención al empleo de medios que
contribuyan a la importación de inmigrantes,
como también a promover el desarrollo de su
industria y comercio, han tratado de
organizar su Cuerpo consular.
38

XI.

Los reconocido inconvenientes de la


importación de un gran número de inmigran-
tes inútiles por faltarles el vigor para el
trabajo a consecuencia de las enfermedades
que sufrieron y sufren, han llamado en todas
las nuevas sociedades la preferente atención
de sus Gobiernos.
El Gobierno de los Estados-Unidos, cuando
se apercibió de que un gran número de
indigentes embarazaban las calles de sus
ciudades y allí empezaba a nacer el cáncer
del pauperismo, ordenó que sus buques de
guerra los trasportasen nuevamente a Europa,
de donde habían salido.
Aquel Gobierno, a pesar de los inmensos
gastos que hizo para el regreso de esa clase
de inmigrantes que después de inútiles
habían allí arribado, supuso tomar un
ventajoso y económico expediente.
En seguida de ese hecho trató de reglamentar
el trasporte de inmigrantes, haciéndoles
responsables a los capitanes de buques por
los individuos que condujesen en
condiciones que no les permitiesen por
medio del trabajo adquirir su manutención.
Si bien se afirma haber esa resolución produ-
cido la disminución de la importación de
39

inmigrantes inútiles, todavía el Gobierno de


la Unión Americana se propuso obtener algo
mas.
El Gobierno norte-americano mandó a
Europa comisionados para estudiar la
cuestión de inmigración.
A esos agentes oficiales, entre otras medidas
recomendó el Congreso Nacional lo
siguiente:
“Negociar tratados entre los Estados-Unidos y las
principales naciones extranjeras, en virtud de los
cuales se instituyan los cargos de inspectores
internacionales de inmigración, determinándose
que a bordo de todos los buques que conduzcan
inmigrantes se embarque uno de esos
inspectores, el cual será el intermediario oficial
entre el capitán y los inmigrantes durante el
viaje.”
Por este medio la fiscalización de las
disposiciones de las leyes americanas se
podrá extender hasta a bordo de los buques
extranjeros sobre el trasporte de inmigrantes,
sin que dé motivo a reclamaciones interna-
cionales por efectos del derecho de
jurisdicción.
Ya el Gobierno uruguayo no puede redactar
sus leyes sobre Inmigración con el
perfeccionamiento con que lo hicieron los
Estados-Unidos, porque no dispone de sus
40

inmensos recursos, algo debe hacer en el


sentido de que la Inmigración inútil no venga
aquí a llenar los asilos y hospitales de
Caridad.
En nuestras actuales condiciones, toda la
reglamentación tiene que concretarse al
desembarco de los inmigrantes en los
puertos de la República.
La ley, pues, que regula esta materia, debe
en resumen determinar:
1º Queda lo prohibido á los capitanes de
buques trasportar para la República Uruguaya
extranjeros locos, idiotas, sordos, mudos y
ciegos, así como también paralíticos ó
personas afectadas de enfermedades crónicas
que necesiten especiales cuidados, cuando
esas personas no vengan acompañadas por
parientes ú otros que se hallen en
circunstancias de proveer a la subsistencia de
aquellos y aseguren prestarles cualquier
socorro que necesiten. El capitán nauta que
falte al cumplimiento de esa disposición
sufrirá una multa del doble del precio del
pasaje, cuando en el acto de su salida no
reconduzca dicho ó dichos pasajeros y que
durante su estadía en el puerto no haya
abonado los gastos de manutención de las
personas a quienes la ley les niega su
admisión en la República.
41

2º Los buques que trasporten pasajeros, en el


acto de la llegada serán visitados por un
agente de la Oficina de Inmigración, el cual
en compañía del médico de Sanidad del
puerto, y en vista de la lista nominal de los
pasajeros que aquel reciba del capitán,
pasará visita individual a cada pasajero, para
así fiscalizar las disposiciones de la ley de
Inmigración. En la lista nominal que el
capitán presente, debe estar designada la
edad de cada pasajero, su nacionalidad,
procedencia, profesión, y también la clase de
alojo en que hizo el viaje y qué personas de
familia lo acompañan.
3º El agente de la Oficina de Inmigración
dará a cada pasajero de segunda y tercera
clase un pequeño e noticioso folleto, escrito
por un lado en español y por el otro en el
idioma natal de la persona á quien fuese
entregado, el cual contendrá todos los datos
que puedan esclarecer al nuevo huésped,
inclusive la declaración donde funciona la
Oficina de Inmigración.
4º Cuando la policía de sanidad haya
impuesto cuarentenas a buques que traspor-
ten pasajeros, la visita del agente oficial de
Inmigración se hará de la misma manera,
pero sin la presencia del médico de Sanidad
del puerto; debiendo entonces en el caso
que dicho agente juzgue deber someter a
42

algún examen médico a cualquier pasajero,


servirse del médico del lazareto. Cuando la
visita del delegado de la Oficina de Inmigra-
ción se haga a buques sujetos a cuarentena,
ese agente oficial acompañará hasta el
lazareto a los cuarentenarios y quedará allí
también impedido por el tiempo que dure la
observación.
5º Los agentes de la Oficina de Inmigración
que acompañen a los pasajeros destinados al
lazareto, continuarán allí con el encargo de
agentes oficiales de dicha oficina, a la cual
comunicarán todo lo ocurrido: y de a bordo
para el lazareto serán dichos agentes los
encargados de dirigir el trasporte de los
pasajeros y bagajes de cuantos estén en las
condiciones de inmigrantes.
6º Durante la permanencia en le lazareto, el
agente de la Oficina de Inmigración
procederá a una minuciosa averiguación de
las circunstancias en que se hallen los
inmigrantes, para saber los que podrán pagar
los correspondientes gastos, ya con recursos
propios ó ha porque tengan parientes ó
amigos que les abonen las cantidades
precisas para satisfacer ele compromiso.
A los inmigrantes que no dispongan de
recursos para esos gastos los serán abonados
por cuenta del Estado en forma de adelanto,
que constará por documento redactado en la
43

Oficina de Inmigración y firmado por el


deudor. Ese documento además de declarar
la importancia de la deuda, hará mención de
una multa que el deudor se obliga a pagar
cuando se le justifique que tenga recursos
para satisfacer ese pago ó que después de
adquirirlos no se decida a solventar su
compromiso antes de la intimación de la
Oficina de Inmigración.
Estarán exceptuadas del pago de gastos de
lazareto las familias de los inmigrantes que
visiten por primera vez el país y que se
compongan de tres ó mas personas.
7º El reglamento sobre la Inmigración debe
ser notificado a todos los agentes de la
compañías de vapores, remitiéndoles algunos
ejemplares escritos en el idioma de la
empresa que estos aquí representen.
También se encargarán de la distribución de
los ejemplares de dicho reglamento los
cónsules de la República residentes en el
exterior. La imposición de multas a los
capitanes de buques no deberá hacerse
efectiva hasta los 60 días después de
sancionada la ley, a fin de que haya tiempo
de que sus disposiciones lleguen al
conocimiento de los interesados.
La obligación que se impone a los capitanes
de vigilar sobre los pasajeros que reciben
con destino a la República es tan justa, que
44

esas empresas de navegación no pueden


creerse oneradas por semejantes disposi-
ciones de ley.
Además, como esta medida es complemento
de otras que el Estado tratará de promulgar
para que la inmigración encuentre aquí
fáciles medios de trabajo, en el resultado
final de la regularización de todo el servicio
de inmigrantes, las empresas de paquetes
hallarán lucrativa compensación por el
aumento de pasajeros que se les proporciona
para trasportar.
Si la República contase con una marina
mercante como los Estados-Unidos, que
pudiese hacer concurrencia al trasporte de
inmigrantes, la reglamentación sobre Inmigra-
ción se podría extender hasta al modo de
tratar los inmigrantes durante el viaje; pero
en las condiciones de este país tomar el
trabajo de redactar tales leyes ó tener la
pretensión de entrar en negociaciones de
tratados á semejante respecto, sería apenas
mostrar buenos deseos de perfeccionamiento
en materia de Inmigración.
Buscando el medio de hacer cuanto el
posible lo menos oneroso al Estado los
gastos de las cuarentenas, es por qué
aconsejamos que ese pago se haga en forma
de adelanto. Encargada la Oficina de
Inmigración de dicha cobranza suponemos
45

que el Estado obtendría el reembolso de una


gran pare de esas deudas.
El actual gerente de la Oficina de
Inmigración ya nos dijo repetidas veces que
de sus recursos particulares ha abonado
pequeñas cantidades á inmigrantes recién
llegados, porque se habían lamentado de sus
apremiantes circunstancias; y a pesar de no
haber ejercido sobre ellos ninguna especie
de presión, ni haberles exigido documento
alguno, sin embargo los inmigrantes han ido
a dicha oficina á solventar su compromiso.
El inmigrante recién llegado, de lo que
muchas veces ha menester es de un adelanto
y no de regalos, puesto que fácilmente con
su trabajo él puede hacer el reembolso de la
cantidad que recibió.
Aconsejamos una excepción, respecto a los
gastos de lazareto, a favor de los inmigrantes
que vengan al país formando familias;
porque entendemos que de debe aplicar
todos los medios para estimular que
preferentemente sea esa la Inmigración que
mas procure venir a establecerse en la
República.
46

XII.

La actual Oficina de Inmigración, por falta de


recursos y de mas amplia esfera de atribui-
ciones, poca o mas influencia ha podido
ejercer que la de una Agencia oficial de
conchavos, donde el gerente toma la tarea de
buscar trabajo para los inmigrantes y vigilar
que los contratos entre éstos y los
empresarios de colonias ú otros, sean
redactados en condiciones equitativas para
ambas partes. Sin despreciar el valores de
tales servicios como principio de fundación
de una institución destinada a proteger la
Inmigración, creemos que su reforma será
indispensable para que responda
satisfactoriamente a las necesidades de ésta.
En nuestro entender, para que esta Oficina
nacional se habilite a tener la importancia
que debe asumir para que con facilidad
pueda resolver los múltiples asuntos que se
relacionan con la Inmigración, convendrá
que pase a ser una sección del departamento
de Relaciones Exteriores.
Así lo hizo Chile con incontestable provecho,
como se ve en las Memorias anuales que el
Ministerio de Relaciones Exteriores de aquel
país elevó al Congreso chileno.
47

Todos los servicios de la Oficina de Inmigra-


ción se relacionan con extranjeros; así, todas
las dependencias que en el exterior pueden
auxiliar la corriente de Inmigración, deberán
estar a cargo de los cónsules de la República
residentes en Europa.
Para cualquiera de los casos serán indispen-
sables ordenes y providencias del ministro de
Relaciones Exteriores; por eso nada mas
coherente y conveniente que la Oficina de
Inmigración sea una sección de dicho
Ministerio.
Además, el gerente de la Oficina de
Inmigración teniendo por su jefe inmediato a
uno de los ministros, las constantes y prontas
resoluciones que tantas veces para la rápida
marcha de los negocios de Inmigración se
necesitan del P. E., vendrán así a ser mejor
conseguidas que estando la referida oficina,
como lo está hoy, subordinada á una
Comisión de ciudadanos, que por cierto no
se podrán reunir todos los momentos que el
servicio público lo exija, y que tienen que
recabar con mas pérdida de tiempo cualquier
medida que dependa de la superior
administración del Estado.
En fin, cuando la Oficina de Inmigración se
establezca en forma de sección del
departamento de Relaciones Exteriores por la
mas inmediata relación con el ministro
48

respectivo, no acontecerá como hasta ahora,


que el P. E. tan poco atiende a las nece-
sidades de esa Oficina.
Desde que se establezca una fuerte corriente
de inmigración, la Oficina a cuyo cargo está
el recibir los inmigrantes y auxiliarlos en
cualquier contrato y dirección de sus
destinos, ó bien protegiéndolos ante las
autoridades públicas; esa Oficina tendrá,
además de los pesados cargos a que atender,
la necesidad de ocurrir repetidamente a pedir
providencias a las secciones dependientes ó
inmediatas en relación con el P. E.
Estando, pues, la referida oficina, como
dijimos, bajo la jurisdicción inmediata de un
ministro, todos los expedientes se facilitarán
en sus trámites. El director de la Oficina de
Inmigración, después de pedir verbalmente
ordenes al ministro, su jefe, podrá dirigirse
en nombre de él a las direcciones de las
empresas de ferro-carriles, de la navegación
trasatlántica y fluvial, ó bien á cualesquiera
otras entidades en carácter oficial.
Para los informes que hacia este ramo de
servicio convenga obtener de los cónsules
residentes en el exterior, la jurisdicción del
ministro de Relaciones Exteriores ofrecerá la
mayor prontitud y el mejor éxito.
En fin, la Oficina de Inmigración, siendo una
sección del Departamento de Relaciones
49

Exteriores, quedará colocada donde por


todos conceptos mejor se atenderá a los
cargos de ese importante servicio público.

XIII.

Por el estudio que hicimos de la cuestión de


la inmigración, no convencemos de la
trascendental importancia de preparar conve-
nientemente la recepción de los inmigrantes
que lleguen a nuestros puertos con el
propósito de avecindarse en la República.
No es tanto por el efecto que produce al
propio inmigrante el hospedaje que recibe,
sino por el que causará a los pariente y
amigos a quienes él escribe sus primeras
impresiones. Esa correspondencia va a circu-
lar de mano en mano en la villa ó aldea a
donde es dirigida, y por ella se produce allí
una favorable ó desfavorable opinión de
estos países, según la forma con que se
expresa el nuevo habitante.
Las primeras cartas de los inmigrantes recién
llegados son siempre las mas detalladas y a la
vez las que en su tierra natal se acogen con
mas alegría y curiosidad.
En todos los pequeños pueblos en Europa,
hay oficiosos procuradores que discuten y
50

resuelven todas las cuestiones del hogar. Si


ellos consiguen noticias desfavorables de los
inmigrantes que se destinan a la América,
mucha es la gritería que levantan contra el
país de donde partió la correspondencia que
constituye el punto de sus discusiones. Los
oyentes, que son todos los avecindados en la
aldea, en vista de tales sermones no podrán,
por cierto, aceptar fácilmente cualquier
invitación para venir al país donde sus con-
terráneos anuncian que fueron mal acogidos.
Como tuvimos ocasión de decir al tratar del
trasporte de inmigrantes, éstos no necesitan
que el Estado les haga regalos á su llegada al
país, pero sí que muchas veces les
proporcione los medios de que sin vejamen
puedan atender a los primeros gastos. De
esto, lo urgente es siempre la instalación en
un hotel en tanto no encuentran trabajo ó no
pueden seguir viaje para los puntos del inte-
rior, si ya partieron de su tierra con este
destino.
El hotel de inmigrantes es hoy una necesidad
indispensable para todos los países cuyo
engrandecimiento depende de la importación
de obreros de todas clases.
Ya el Brasil, Chile y Buenos Aires son países
que con mas ó menos comodidad ponen a
disposición de los inmigrantes recién llega-
dos ese recurso. Entre nosotros también la
51

Oficina de Inmigración algo ha hecho en ese


sentido. Pero una medida parcial tomada a
favor de este ó aquel inmigrante, no produce
el deseado resultado. Además, dicha oficina
sólo concede hospedaje a los inmigrantes
que se encuentran en las condiciones de bus-
car el pan de cada día mendigando por las
calles. Los inmigrantes que poseen algunos
pocos reales se van a hospedar en ciertas
fondas, donde dejan hasta el último centé-
simo y no pocas veces su mismo equipaje.
En esta ó en otra forma los huéspedes no
reciben aquí una acogida que les inspire
ocasión de enviar a sus paisanos agradables
noticias del país a donde han llegado.
Hemos opinado siempre por que el Estado
funde un hotel de Inmigración en los
alredores de Montevideo, para donde haya ó
pueda haber fácil comunicación, a fin de que
aquellos pudiesen ser visitados por cuantos
necesiten de sus servicios ó tengan algún
negocio de que tratar.
El hotel de inmigrantes deberá ser un edificio
de la mas sencilla arquitectura, pero
espacioso y con todas las condiciones
higiénicas que la ciencia aconseja. Además
de contener los aposentos de los inmigrantes,
comedor y oficinas del servicio ordinario del
establecimiento, convendría que allí hubiese
también un vasto salón donde viesen los
52

mapas topográficos de los departamentos de


la República, muestras de frutos del país,
algunos libros elementales y, en fin, todo lo
que pudiese ofrecer informes respecto al país
donde vienen a permanecer.
No sería difícil hallar cerca de Montevideo un
propietario que hiciera donación del terreno
necesario para fundar el hotel de inmigran-
tes, y aun por ciertas condiciones obtener
algunas cuadras mas junto a dicho edificio,
donde se estableciera una pequeña granja.
Esta daría a los huéspedes que allí fuesen,
una halagüeña idea de la fertilidad del suelo
uruguayo. El espíritu siempre vacilante del
neófito operario al llegar a tierra extranjera, a
ser así hospedado no podría menos que
inspirarse en el sentido de que las primeras
noticias a sus conterráneos sirviesen de útil
propaganda a favor del país que lo recibió.
El reglamento del hotel determinaría la roma
del pago por que los inmigrantes podrían
satisfacer los gastos de manutención. Cree-
mos que lo mas conveniente cuando los
inmigrantes no pueden satisfacer sus gastos
al contado, sería adoptar el mismo sistema
que indicamos sobre el pago de los gastos en
las cuarentenas, en uno de los anteriores
capítulos.
Para que el hotel de inmigrantes no servise
de pretexto a abusos en cuanto a su
53

sostenimiento, éste podría hacerse por una


empresa particular que se llamará a licitación
pública. Y para que la fiscalización de todo
servicio de los inmigrantes dentro del hotel
fuese rigurosa, el Gobierno podría hacer ese
encargo a una Comisión especial que eligiera
anualmente.
Además de los importantes resultados que
reporta al país la fundación de un hotel de
inmigrantes, el Tesoro público no sería obli-
gado a otra erogación que la del gasto del
edificio. Desde que sobre el costo positivo de
la manutención de cada inmigrante se
determine que ellos paguen una mínima
cantidad mas, como siendo lo correspon-
diente a un módico alquiler del edificio, esa
diferencia llegaría para cubrir los gastos de
reparaciones, así como las faltas que
ocasionare la cobranza de los que deseasen
de satisfacer los compromisos del hospedaje
que allí recibieran.
La permanencia de los inmigrantes recién
llegados en el centro de la ciudad, hace que
unas veces sena inducidos por miles de
falsedades a desistir de dedicarse a la agri-
cultura de nuestros campos y otras a preferir
seguir viaje para la República Argentina.
La Oficina de Inmigración sería la encargada
del desembarco de los inmigrantes y así
mismo de autorizar su entrada en el hotel,
54

donde completaría su servicio de tomar


informes sobre la aptitud de cada inmigrante
y sus aspiraciones y los recursos de que cada
uno de ellos puede disponer.
Los funcionarios de esa Oficina se encarga-
rían de buscar trabajo para los inmigrantes,
así como de redactar sus contratos en forma
de impedir que se abuse de la inexperiencia
de los nuevos huéspedes.
Una vez establecido un orden regalar en la
recepción de los inmigrantes, las noticias
enviadas a los parientes y amigos que espe-
ran al otro lado del Atlántico conocer la
suerte de los conterráneos que se
embarcaron para este país, vendrían a influir
sobre el aumento de una corriente de
inmigración estimulada indirectamente.

XIV.

Para justificar la imprescindible necesidad de


reformar nuestra tarifa aduanera, no será
preciso discutir los principios económicos
que juzgamos mas adaptables a las circuns-
tancias de la República. Concretaremos, pues,
nuestras breves consideraciones a los errores
que privan el desarrollo de las industrias
nacionales é influyen contra el bienestar de
la Inmigración.
55

Por la simple observación de las prescrip-


ciones determinadas en nuestra tarifa, se ve
que no precedió a su confección ningún
principio económico ni tampoco la debida
atención a los intereses agrícolas y manu-
factureros de la República.
Según la tasa de impuestos que designa la
tarifa aduanera sobre algunos artículos,
podría creerse que el Estado adoptara el
sistema norte-americano de buscar por un
medio de esos impuestos el proteger las
industrias nacionales; pero en el análisis res-
pectivo bien pronto se reconoce la ineficacia
de semejante protección, puesto que las
materias primas indispensables al fomento de
la industria nacional, que no pueden produ-
cirse en el país, así como las herramientas y
otros útiles agrícolas, son también recargadas
en la tarifa de tal modo, que ese desorden
ocasiona el que se destruya la protección que
parecían anunciar los impuestos que
primeramente fueron mencionados.
En resumen, la tarifa aduanera de la
República no protege la industria agrícola ni
la industria manufacturera; obliga al oneroso
consumo de todos los productos extranjeros,
al mismo tiempo que hace extraordi-
nariamente pesados los gastos de la vida
ordinaria de la población de la República.
56

Para que el país reciba la Inmigración que


mas le conviene, constituyendo familias,
hácese indispensable que aquí puedan existir
variados ramos de industria donde se utilicen
todas las inteligencias y actividades.
Actualmente, a las mujeres, por ejemplo, no
tenemos servicio bastante ú ocupación que
darles, puesto que todo lo recibimos ya
manufacturado del extranjero.
Todos están de acuerdo en que se necesita
promover la venida de inmigrantes que
vengan componiendo familias; sin embargo,
no hemos pensado aun prepararnos para dar
trabajo a todos los miembros de una de éstas.
Entre la buena Inmigración suelen venir
familias cuyos jefes aspiran a que sus mujeres
é hijas sólo se dediquen a los trabajos que se
pueden realizar dentro del propio hogar.
Para éstas, en tanto se vigorice la actual
tarifa, no habrá servicios en que se puedan
ocupar, visto que protegida como lo es la
industria extranjera, déjase sin empleo la acti-
vidad de los que reclaman el trabajo que en
todas las sociedades se reparte entre las fami-
lias que sirven retiradas de la tranquilidad del
hogar.
Esta reducción de trabajo importa obligar a
que los jefes de familia carguen a costa de
sus esfuerzos con todos los gastos de la ma-
nutención. Eso no es siempre posible reali-
57

zarse sin fuertes privaciones, si la familia es


numerosa ó las rentas de la profesión que su
jefe ejerce no son correspondientes para
satisfacer las necesidades de cuantos en él
descansan.
Por otra parte, siendo como lo es, tan
limitado el número de los ramos de industria
que actualmente se pueden con provecho
plantear en el país, ¿cómo podrá venir la
buena Inmigración, si muchos operarios de
diferentes artes y oficios aquí no encontrarían
en qué emplear su actividad y aptitudes?
Hoy que todos los Estados del Nuevo Mundo
establecieron entre sí una fuerte concurrencia
No basta tener buenos deseos para conseguir
una fuerte é inteligente corriente de
Inmigración: es preciso que se haga todo lo
posible por estimularla con los medios que le
aseguran útil provecho. En fin, es preciso
preparar el terreno para que se utilice el
empleo de las múltiples disposiciones que
ofrecen los inmigrantes.
Cuando así no se proceda, el país no debe
esperar mejor inmigración que aquella que
actualmente recibe.
58

XV.

Tratándose de un país como este, que


dispone de vastas y fértiles campiñas, sin
población que exija del suelo los beneficios
que él brinda a cuantos se dediquen con
inteligencia al cultivo de las tierras, desde
que se trate de mejorar las condiciones de los
inmigrantes, se reconocerá la urgencia de
proporcionarle esa poderosa palanca del
progreso que se llama el Crédito.
Este requisito indispensable al desarrollo de
toda la industria, para que sea bien utilizado
por esas legiones de obreros que se dedican
al cultivo de las tierras, es preciso organizarlo
en condiciones especiales. Todos los
capitales adelantados a la industria rural
sobre el valor del suelo, tienen forzosamente
que ser inmovilizados. Esa forma de empleo
del capital, si bien produce una valiosa renta,
no permite devolverlo al prestamista sino por
medio de un reembolso lento: el que
corresponde al interés del capital recibido y á
una cuota de amortización anual.
El problema, pues, por resolver para que la
Inmigración, dedicándose a la agricultura,
pueda desahogadamente conseguir recom-
pensa de sus tareas y a la vez aumentar el
valor del inventario general de la Nación con
la mayor cantidad de productos ofrecidos al
59

consumo, es: combinar la manera adecuada


de organizar instituciones de Crédito
Hipotecario, que hagan adelantos a largo
plazo y por módico interés, así como
también que acepten una acomodada forma
de amortizaciones de los préstamos que
reciban los propietarios rurales.
En tomar por base los progresos de la
industria rural, es en lo que la República
debe basar todos los cálculos de su presente
y futuro engrandecimiento. La tierra, el
manantial de todas las riquezas, el depósito
de todas las materias primas, dará en este
pródigo suelo una generosa recompensa a
los operarios que se dediquen a los trabajos
agrícolas, y los elementos que se precisan
para fundar las segundas clases de industria,
aquellas que recibiendo los frutos arrancados
del suelo en su estado natural, los benefician
de manera que satisfagan las necesidades y
regalos de la vida.
Tratar de la organización de instituciones de
Crédito Hipotecario rural, será promover el
bienestar de la inmigración y el desarrollo de
la riqueza nacional.
Bajo cualquiera que sea la forma por que los
propietarios de tierras en la República se
propongan dar participación a los inmigran-
tes en las tareas agrícolas, no será posible el
engrandecimiento de esa industria sin que a
60

unos directa y a los otros indirectamente se


les suministren los capitales que necesitan en
condiciones conveni-entes a su movimiento
industrial. En tanto así no se proceda, todos
los resultados de los trabajos agrícolas serán
inciertos y morosos.
Tratar de establecer sobre bases sólidas la
organización del Crédito Hipotecario rural,
será, pues, promover que la Inmigración
obtenga halagüeñas utilidades y que el país
pueda aumentar rápidamente su producción.

XVI.

Combinar la manera mas garantida de


realizar los préstamos y a la vez que el
reembolso respectivo se efectúe bajo una
forma cómoda para los deudores, es lo que
nos parece indispensable para que las
transacciones reporten mutuo provecho al
prestamista y a aquel que acepta el adelanto.
A la buena alianza de los intereses que
concurran a la explotación y producción del
suelo, es a lo que se debe atender en la
combinación económica en que se busque el
aunamiento de las fuerzas que multiplican la
riqueza general de las poblaciones.
61

La tierra representa el inmueble eternamente


duradero para ofrecer sus inmensas produc-
ciones; por lo tanto, asegura la mas
indestructible garantía que al Crédito siempre
se dará en caución del goce temporario de
los capitales.
De las excepcionales condiciones de valor y
seguridad de la tierra, proviene que al crédito
concedido sobre su garantía se le llame
CRÉDITO REAL.
Así una tan poderosa garantía no podría
menos de satisfacer a la combinación de
préstamos a largo plazo, permitiendo que su
reembolso se haga por pequeñas anuali-
dades, y asimismo, que amortizada parte de
las deudas, se haga sobre la misma garantía
una renovación de contrato que produzca
cuanto menos elevar otra vez el adelanto a la
cantidad de la primitiva transacción.
Como la caución representa siempre la mas
sólida garantía, el capital empleado en la
operación conserva en todos los casos su
deseada seguridad.
Como el interés del capital en las
transacciones se establece proporcionalmente
a las condiciones de su garantía, los empleos
de aquellos en el Crédito Real son en
relación módicos, comparados al interés
exigido a todas las otras seguridades.
62

Aceptando el práctico sistema de emitir


títulos que representen el valor de los
préstamos garantidos por el suelo, exami-
nemos dónde se encontrarán tomadores a
esas promesas de pago que reciben el interés
correspondiente a la valiosa seguridad de la
hipoteca.

XVII.

Los capitales disponibles representan la


acumulación de largas economías del trabajo
de los pueblos. Entre nosotros, que consti-
tuimos una sociedad nueva, si bien pose-
yendo abundantes riquezas pero no explo-
tadas, estando además sujetas al movi-miento
de una Inmigración que en gran parte, hasta
ahora, no se ha domiciliado por completo en
el país; entre nosotros, decimos, es fácil
comprender no haber conseguido todavía
Para que haya seguridad de obtener capitales
á módico interés y con lenta amortización de
largo plazo, será preciso recurrir a los
grandes mercados monetarios donde existe
fuerte cantidad de economías acumuladas
que se prestan a aceptar dichas condiciones.
Estudiar el modo para que los prestamistas
extranjeros se animen a adelantar los capi-
tales de que necesita el Crédito Hipotecario
63

rural de la República, es el punto funda-


mental de la cuestión, puesto que será sobre
esta base cómo muy útilmente se podrá
realizar dichas operaciones.
Para facilitar la importación de capitales
extranjeros las garantías de nuestro suelo
ofrecen mejor seguridad que las hipotecas de
la misma naturaleza dadas en fianza al otro
lado del Atlántico.
Hemos dicho mejor garantía, porque la tierra
aquí se cotiza a un precio que asegura subir
de valor; no necesita como allí de tan
dispendiosos abonos, y, en fin, su renta aquí
es siempre elevada por la fertilidad del suelo
y relativo costo de la propiedad rústica.

XVIII.

Una vez combinada la forma de adquirir la


importación de capitales extranjeros para el
servicio de la industria rural, creemos que
esas instituciones de Crédito Hipotecario se
deben fundar obedeciendo a las siguientes
disposiciones:
1º. Crear establecimientos de Crédito con
suficiente capital en relación a la
circunscripción territorial a quienes aquellos
sirvan de intermediarios.
64

2º. Que el sistema de préstamos sea el de


largo plazo y su reembolso se efectúe por
anualidades iguales hasta la completa
extinción de la deuda.
3º. Que el interés que se pague por el alqui-
ler de los capitales sea el mas módico
posible.
4º. Que los préstamos del Crédito Hipote-
cario se realicen únicamente sobre tierras é
inmuebles accesorios de las fincas, y que
dichas hipotecas no excedan de un 50 % del
valor de los inmuebles dados en garantía del
préstamo.
5º. Que se admitan renovaciones de contra-
tos, siempre que los mutuarios hayan pagado
la mitad del valor del préstamo primitivo.
6º. Que las instituciones del crédito
hipotecario establezcan sus intereses
recibiendo una cantidad fija por la comisión
de su servicio y garantía de su capital social.
7º. Que los préstamos se hagan representar
por emisión de obligaciones hipotecarias, y
que el total de eses títulos no exceda nunca
el valor de los préstamos hipotecarios ni al
décuplo del capital social.
8º. Que los títulos de las obligaciones hipote-
carias tengan una circulación mixta; esto es:
que puedan ser negociadas tanto en este
65

mercado como en cualquiera de los


mercados monetarios de Europa.
9º. Que el pago de interés y reembolso del
capital respectivo sea realizado en todos los
mercados donde sus títulos tengan
circulación.
10º. Que se adopte el sistema de sorteos para
designar la cantidad del capital que se debe
amortizar semestralmente.
11º. Que el fondo destinado a cada semestre
para amortización, sea igual a las cuotas de
pago que corresponden a ese mismo fin, de
manera que los títulos de circulación
representen siempre el valor de las deudas
que los mutuarios tengan que solventar.
12º. Que, finalmente, todas las operaciones
de esas instituciones sean rigurosamente
fiscalizadas y a sus balances se les dé la
mayor publicidad.
Como los problemas económicos no se
resuelven por caprichosas invenciones, en las
bases de instituciones de Crédito Hipote-
cario-rural que acabamos de presentar no
hicimos otra cosa que sujetar dicha combina-
ción a las condiciones especiales del país,
siguiendo las reglas mejor establecidas para
las instituciones de este orden.
Emprender operaciones económicas preten-
diendo solución diversa, sería desconocer los
66

principios rudimentales de la ciencia ó, mejor


dicho, desear lo imposible, perdiendo el
tiempo en desastrosas é inútiles tentativas.
Cuando tratemos del Crédito Agro-pecuario,.
mejor aun se encontrará la justificación de las
disposiciones que introducimos en las bases
sobre las cuales suponemos que se debe
fundar el Crédito Hipotecario-rural, para que
responda satisfactoriamente a las exigencias
de esta joven sociedad.

XIX.

Hemos ofrecido la forma de pedir capital al


Crédito, basando su garantía en el suelo;
pero no hemos todavía dispuesto de otros
grandes medios de la industria rural, los
cuales aunque se ligan tácitamente a la tierra
sirven todavía eficazmente para ser utilizados
con ventaja en operaciones de crédito de
otra especie y a corto plazo.
Si bien son los frutos sacados de la tierra los
que pagan sus compromisos, no es menos
verdadero que en este fertilísimo suelo las
producciones agrícolas y su especial industria
— la ganadería — presentan importante exceso
de valor y seguridad para una segunda
operación de Crédito.
67

Si separamos completamente en nuestra


forma de caución del suelo y accesorios
permanentes de las fincas de otros valores, es
porque teniendo la idea de que la garantía
de la tierra sea llevada hasta los mercados de
Europa para atraer capitales á precio módico,
debería ésta separarse de los demás valores
accesorios agrícolas, aunque importantes,
pero no de la misma naturaleza de seguridad.
Por esa misma restricción en la combinación
de Crédito Real, suponemos que se
encontrará mayor facilidad de conseguir
alguna otra forma de Crédito de que también
carece la industria rural, como el la del
Crédito Agro-pecuario.
La agricultura y creación de ganados ejerce
en el orden social una importancia inmensa,
para que puedan bien esas industrias
representarse por sí solas en las transacciones
del Crédito.
El capital obtenido en la forma ya dicha por
el Crédito Real, atentas sus condiciones de
largo plazo y forma de reembolso, servirá
para constituir beneficios de inmovilización,
por ejemplo: construcción de talleres, compra
de maquinarias y otras herramientas indis-
pensables a las granjas, además de los gastos
de canales de irrigación, puentes y
cualesquiera otros de orden permanente,
necesarios en las propiedades rurales.
68

El capital pedido al Crédito Agro-pecuario


servirá como capital auxiliar; como medio de
mejor movimiento económico de las granjas.
Es indudable que ya sea la creación de
ganados, ya sean las producciones agrícolas,
una y otra industria en repetidos casos, aun
después de favorecidas por adelantos sobre
el valor de la tierra, necesitan tempora-
riamente que se les facilite mas capital.
En la ganadería ese Crédito se aplicará a
mejoras en los rebaños y a impedir las
circunstancias apremiantes, que fuerzan
tantas veces a los productos como lanas,
cueros, carnes y grasas a estar estrictamente
sujetos a las maniobras de la especulación
del mercado ó sea subordinar la entrega de
sus frutos al primer precio de la demanda,
único medio que hoy poseen nuestros
industriales de satisfacer a tiempo los
compromisos anteriormente contraídos.
Así también acontece en la industria agrícola
en relación a sus cosechas, que se entregan
repetidas veces al comercio especulativo, no
por cotización correspondiente a su valor,
sino como recurso necesario para satisfacer
los gastos ordinarios de los trabajos de esa
industria.
Sin Crédito Agro-pecuario los industriales
agrícolas están obligados a aceptar que el
intermediario de la venta de sus productos
69

acumulativamente, haga también de


banquero, haciéndoles adelantos.
Esos préstamos en general son onerosos,
porque el intermediario los recibe igualmente
de terceros, y sobre el interés que se obligó a
pagar, aun saca del productor la respectiva
comisión. El productor paga, pues, dos
comisiones a su intermediario: comisión
sobre el adelanto y comisión sobre la venta,
y no consigue todavía por ese medio impedir
siempre que la realización de una transacción
deje de serle prejudicial.
Cuando el productor coloque bajo la
dependencia del comisionado la venta de sus
frutos, éste, en propio provecho, no olvidará
de apreciar su posición. Aun mismo sin
malicia el intermediario que pone en juego
su Crédito a favor de un productor, la
cuestión de mas ó menos centésimos de su
comisión naturalmente no influye tanto en su
espíritu como el deseo de liquidar el
compromiso por una venta pronta de los
frutos que le fueron consignados.
A los productores industriales conviéneles
que sus operaciones de crédito se hagan
independientemente de las otras transac-
ciones: que sólo van a buscar el Crédito en
los establecimientos que hacen por único
comercio préstamos de capital.
70

La buena economía de la industria aconseja


igualmente que los géneros precisos al con-
sumo de las granjas sólo se compren al
contado.
El productor que subdivide su crédito entre
todos con quienes se relaciona comer-
cialmente, no puede menos que elevar sus
gastos ordinarios con el inmenso aumento de
las diferencias de costo que tanto se cargan
sobre las ventas á plazo.
Estos detalles inmensamente prácticos, sirven
de punto de apoyo, para consignar la utilidad
de las grandes sociedades de Crédito, para
los propietarios rurales, que en la actualidad
tanto desvían sus réditos del engrande-
cimiento de sus granjas, á consecuencia de la
falta de esos centros promotores del Crédito
y distribuidores de capital.
Suponemos que apenas sea fundado el
Crédito Real, fácilmente se podrán organizar
establecimientos de Crédito Agro-pecuario.
El primer servirá de base segura para que el
segundo funcione con utilidad mutua de los
capitales y de la industria.
Como la ganadería ni los frutos producidos
por la tierra conservan una relación directa
de su valor con la seguridad siempre deseada
por los prestamistas de capital, para que
estos lo adelanten a interés mas moderado y
71

sin plazo apremiante, convendrá reforzar la


transacción con la garantía de la segunda
hipoteca de los inmuebles caucionados al
Crédito Real. El sobrante de dicha caución
representará un valor importante para influir
sobre el tipo de interés de los préstamos del
segundo Crédito: el Agro pecuario.
Como hemos dicho, sobre la garantía de la
tierra y accesorios inmuebles de dichas
propiedades no se debe adelantar mas que el
50% de su respectivo valor; luego no admite
discusión, según lo creemos, la influencia
benéfica que sobre el interés del capital
ofrecido por el Crédito Agro-pecuario podrá
ejercer la segunda hipoteca de los inmuebles
que se le adjunte para su mayor garantía.
La combinación que aquí presentaremos,
también como la otra nada tiene de notable:
redúcese a que la industria rural consiga el
goce temporario de capitales, por una forma
en que ella ceda de sus beneficios la menor
parte posible, y aquellos tengan el máximo
de la garantía a que pueden prestarse las
operaciones de este orden.

XX.

Después de lo que respecto del Crédito


Agro-pecuario hemos dicho en el capítulo
72

anterior, cúmplenos aun dar una idea


completa de la formación de estas institu-
ciones, presentando las bases sobre que
deben regir, que son las siguientes:
1ª. Las sociedades de Crédito Agro-pecuario
funcionarán con un capital realizado
proporcional a satisfacer las necesidades de
la industria rural a la que sirvan de interme-
diario en la circunscripción territorial de sus
operaciones.
2ª. Sus transacciones serán exclusivamente de
préstamos sobre los muebles de la industria
rural.
3ª. Los préstamos sobre la ganadería no
podrán ser hechos por mayores plazos de
dos años, ni por cantidad superior al 25% del
valor de los ganados, cuando sus
propietarios tengan hipotecada la tierra que
sirva de pastoreo a los rebaños ó aquellas no
sean de su pertenencia.
4ª. Los adelantos sobre futuras cosechas
agrícolas tan sólo serán hechos por siete
meses y por el 20% del valor que se calcule
deberán producir.
5ª. Las renovaciones de contratos al fin de los
plazos ya indicados, solo se harán por un
año y nunca por mayor, cantidad que un
50% del valor primitivo de los adelantos.
73

6ª. El reembolso de los préstamos sobre la


ganadería, tanto podrá ser hecho subdivi-
diéndolo en dos anualidades iguales, como al
fin del plazo convenido.
7ª. Los intereses de todos los préstamos serán
pagados por los mutuarios semestralmente.
8ª. Las sociedades prestarán también sobre
los frutos ya depositados y por el plazo de 90
días, y hasta un 75% del valor por que se
coticen en el mercado. Cuando el mismo
industrial rural haya caucionado a la Socie-
dad el producto de sus futuras cosechas, la
Sociedad podrá hacer nuevo préstamo sobre
los frutos ya depositados, calculando el
descuento del valor del compromiso
anteriormente contraído con la misma
Sociedad.
9ª. Los adelantos hechos sobre la caución de
los ganados y frutos de futuras cosechas
tendrán como refuerzo de garantía la
segunda hipoteca de los inmuebles.
10ª. Las sociedades de Crédito Agro-pecuario
podrán emitir obligaciones por el valor de las
respectivas cauciones que recibiesen de los
mutuarios, pero estas emisiones jamás
excederán del quíntuplo de su capital social
realizado y plazo correspondiente a las
operaciones cuyo valor representen.
74

11ª. Las obligaciones emitidas vencerán


intereses semestrales, siendo de largo plazo:
y el sorteo determinará el reembolso de las
series que se amorticen por anualidades
iguales: y las emisiones de 90 días serán
pagadas con el respectivo interés al mismo
plazo de la fecha en que se vence el
compromiso.
12ª. Los mutuarios recibirán los préstamos en
dinero ó en obligaciones de la Sociedad.
13ª. Los frutos depositados en garantía de
adelantos serán asegurados contra incendios.
14ª. La Sociedad percibirá una comisión fija
por su garantía.

XXI.

Hemos entrado en minuciosos detalles sobre


la forma de instituciones de Crédito Agro-
pecuario, por ser estas instituciones como
conocidas y para ser así mejor comprendida
la idea que preside a la combinación de
crédito de creemos podrá funcionar con mas
provechos a favor de nuestra industria rural.
Siempre que hemos discutido los intereses de
la industria rural, dos puntos particularmente
han llamado nuestra atención en las combi-
naciones económicas que puedan producir
75

ventajas al desarrollo de esa fuente de la


riqueza particular y pública de la Nación.
El primero es la adquisición de capital
suficiente a su engrandecimiento; y el según-
do, una forma de conseguir que la industria
pague un interés moderado.
Ya dijimos en otro capítulo que la reserva de
capitales disponibles entre nosotros era de
limitado valor comparándola con nuestras
necesidades, por lo cual aconsejamos que se
vayan a buscar fondos sobre la garantía de
nuestro fértil suelo a los grandes mercados
monetarios. Allí, por cierto, se obtendrán por
módico alquiler. Así es que economizando
los que poseemos se reunirá aquí la cantidad
precisa a disposición de los otros elementos
de Crédito no menos convenientes y útiles,
como es el Crédito Agro-pecuario.
También creemos que no se deben buscar
abundantísimos capitales para la industria
rural, pero sí los necesarios a sus tareas y
que éstos se obtengan por el precio mas
módico que sea posible conseguir. El criador
de ganados y el agricultor, ó sea todo
hombre industrial, necesita crear costumbres
económicas, que no existirían cuando se les
halagase con abundantes medios en un tiem-
po y que serían después el flagelo de toda su
existencia.
76

La importante industria rural, como fuente


primordial de todas las necesidades y goces
de la sociedad, tiene de regirse de manera
que no corra los riesgos de las crisis. Los
desórdenes económicos de la agricultura son
inmensamente mas perjudiciales a la socie-
dad que las crisis económicas de otras proce-
dencias. Los males de la industria rural
afectan todos los intereses; ella representa el
órgano mas importante de la vida social de
los pueblos.
Las calculadas restricciones mencionadas, al
Crédito Agro-pecuario, tienen por objeto
proporcionar que los compromisos de largo
plazo sobre la hipoteca del suelo puedan ser
desahogadamente cumplidos; y aun porque
los segundos adelantos solo deben conside-
rarse como capitales de movimiento, jamás
convendrá destinarlos a empleo de
inmovilización.
El gran porvenir de la República depende de
su industria rural, e el desarrollo de ésta de la
manera que se le suministren adelantos de
capital.
Sin que los agricultores y ganadores paguen
desahogadamente los gastos de su industria,
ellos no podrán fundar el patrimonio de sus
familias, ni garantir la tranquilidad de su
existencia en el invierno de la vida, única
recompensa que encontrarán nuestros
77

hombres de la campaña al tiempo consumido


en tan arduas tareas y al aislamiento a que
están condenados.

______________________________________________
__________________________________
78

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

I.

Consultando la historia de la humanidad se


sabe que desde los mas remotos tiempos de
la antigüedad fue la Inmigración lo que dio
principio a que los desiertos llegasen a ser
centros de población y que éstos se
trasformasen en ciudades industriales que
creciendo en importancia logra sen constituir
nuevos Estados y elevarnos al rango de
naciones fuertes y progresistas.
En Europa, los primeros pobladores de esas
hoy tan admiradas sociedades que poseen en
su seno el mayor número de ilustraciones del
universo; donde el arte y el saber humano en
todas sus variadas y múltiples manifesta-
ciones llegaría a satisfacer las fantasías de
todo cuanto sabia entonces pudiera idearse
de bello y grandioso, tienen su origen en
errantes tribus de nómadas; en grandes
desbordamientos de pueblos que sin mas
patria que sus carros ni mas Dios que su
espada, impulsados por la inquietud se
79

lanzaron a correrías embriagados por la


ambición de conquistar el desconocido.
Después que allí se verificaron grandes inva-
siones de Oriente hacia Occidente y que un
laborioso y largo período de siglos fue lenta-
mente consiguiendo el transformar aquella
vida de aventuras en vida moderna; cuando
ya las sociedades europeas tenían exactas
nociones sobre el progreso de muchas
ciencias, organización estable y regular, los
reyes de Portugal y España, aunando sus
deseos de servir a la religión y al engran-
decimiento de sus Estados, emprendieron los
descubrimientos y conquistas del Nuevo
Mundo.
Inauguradas por los portugueses las grandes
empresas marítimas seguidas por los
españoles y mas tarde por los holandeses é
ingleses, este extenso continente que tuvo
por descubridores á Colon y a Cabral, fue al
gran teatro de aquella época para los
ambiciosos de gloria y de riquezas.
En el primer período del descubrimiento y
conquista de América, los comandantes de
las expediciones españolas y portuguesas
que acometieron sus empresas, y aun los que
les siguieron después, estableciendo la ocu-
pación de los nuevos dominios no hicieron
sino cumplir el mandato de garantir los
derechos de sus reyes del modo que lo
80

creyeron mas seguro y ventajoso, y de sacar


cuantas riquezas podían conseguir para ates-
tiguar prácticamente y con provecho propio
las inmensas utilidades que prometían pro-
ducir las nuevas comarcas con que eran
engrandecidas las naciones en cuyo servicio
habían sido mandadas tan arrojadas
expediciones.
Las invasiones practicadas por los ingleses en
el Nuevo Mundo no tuvieron en su primera
época el carácter político de las empresas
españolas y portuguesas: esas invasiones
fueron preparadas bajo el punto de vista
mercantil, a costa de empresas particulares.
Los que en ellas tomaron parte no eran
funcionarios militares ni civiles de los reyes
de Inglaterra como aconteció con las arma-
das que España y Portugal hicieron venir á
estas regiones. Las empresas inglesas que se
dirigieron a tierras de este continente se com-
ponían de los Puritanos; de los que huyendo
de la intolerancia religiosa de la madre patria
se decidieron a salvar el Océano y a esta-
blecerse por su propia cuenta, riesgo y ven-
tura, sin renegar de su carácter de ingleses.
Nada mas ajeno; nada mas extraño a la
invasión americana que los gobiernos de
Inglaterra, que todo lo dejaron en la primera
época a las compañías que se formaron en
Londres y Plimouth.
81

Anotamos estas diferencias, porque las cree-


mos importantes para cuando lleguemos á
discutir los sistemas diferentes bajo los cuales
se organizaron las sociedades norte y sud-
americanas.
En el primer período de la ocupación espa-
ñola y portuguesa en estos territorios nada se
fundó de estable ó permanente; todo tenía el
carácter transitorio, que se media por el pla-
zo preciso para hacer nuevos y mayores
descubrimientos que se anunciaban por los
vigías desde lo alto de los masteleros de las
naves de aquellos Estados, con la simbólica
expresión:
Tierra por Castilla!
Tierra por Portugal!
Y los que hacían parte de las expediciones
de desembarco ó fuese propiamente
ocupación del territorio conquistado, emplea-
ban todo su tiempo en perseguir a las tribus
conquistadas, en preparar puntos de defensa
y, finalmente, en adquirir las riquezas con
que este suelo brindaba á sus conquistadores
y con que la mayor parte de ellos debían
regresar allende el Atlántico a gozar todas las
comodidades de una vida feliz y tranquila.
Los invasores y conquistadores ingleses,
desde el primer día que pisaron suelo
americano tuvieron desde luego la decisión
82

de plantear una organización de carácter


permanente; a pesar de haber huido de la
intolerancia religiosa de la madre patria, sus
ardientes deseos fueron que por la autoridad
del monarca se reconociesen los nuevos
dominios como soberanía de la Inglaterra,
para que los perseguidos inmigrantes que se
estableciesen en aquellas nuevas comarcas
no perdieran sus derechos de ingleses.
Apenas la Inglaterra reconoció su dominio en
aquellas nuevas y remotas tierras, lo que
costó a los inmigrantes ingleses diez años de
constantes súplicas; el primer cuidado de los
inmigrantes fue limitar la autoridad de las
compañías que habían sufragado los gastos
de la invasión americana, y organizar institu-
ciones como Consejos locales, su Congreso;
en fin, hacer todo lo que podría asegurar el
orden, la paz y la prosperidad, según el
sistema inglés, en aquellas nacientes
sociedades.
Después del descubrimiento, de hecha la
conquista en condiciones aseguradas por el
derecho de ocupación, este vasto continente
americano estuvo dividido en colonias de las
monarquías europeas. Entre ellas se disputa-
ron por repetidas veces cual sería la que
alcanzara mayores extensiones de territorio
en el mundo de Colon y de Cabral.
83

II.

Después que pasó el período de descu-


brimiento y conquistas de aquende el
Atlántico y que las ideas de organización
social en estas nuevas comarcas empezaron a
ser una preocupación de los Gobiernos
españoles y portugueses, como medio eficaz
de asegurar mejor la soberanía de los reyes
que habían obtenido de Papado que se
conviniese en trazar del cielo al mar
profundo y de polo á polo la célebre línea
que sirviera para determinar los dominios de
Portugal y España; la preocupación de
organización, decimos, motivó que aquellos
Gobiernos dictasen una serie de leyes y
providencias que no satisfacían la necesidad
de acelerar la provechosa formación regular
de estas nacientes sociedades.
La falta de conocimiento de estas regiones en
los que allí estaban autorizados a dictar las
leyes, y lo incompetente de los informes que
suministraban las autoridades aquí domicilia-
das y nombradas por los reyes de España y
Portugal, no podían menos que dar el
resultado de embarazar la prosperidad de
estas comarcas.
Si a lo incompleto de las disposiciones
oficiales se agrega, que su ejecución estaba
siempre dependiente de la buena ó mala
84

voluntad de los vireyes, gobernadores y de-


más autoridades coloniales que debían darles
cumplimiento, se hará una idea acabada de
lo que serían estas comarcas en materia de
administración y organización social.
Aquellos que, como nosotros, han visitado y
permanecido en los tiempos modernos en las
colonias aun poseen los monarcas de la
península Ibérica, no vacilan en opinar que
por ningún título pueden merecer los pue-
blos descubridores y primeros conquista-
dores de la América el calificativo de
organizadores. Todo por aquí en los tiempos
coloniales estuvo en absoluto dependiente
de los hombres a quienes las dos metrópolis
confinaban el mando de las tierras aquende
el Océano.
No aconteció lo mismo en las comarcas
inglesas del Nuevo Mundo. Consejos
municipales; el Tribunal de jurados; un
Congreso; todo, en fin, a lo que puede
aspirar una sociedad bien organizada,
establecieron en los nuevos dominios de los
reyes de Inglaterra los peregrinos que huían
de la intolerancia religiosa y que se vinieron
a domiciliar en este continente, amparados
por las disposiciones de la Carta-Magna, que
les permitía vivir tranquilos y felices sin
renegar su nacionalidad.
85

Aunque los colonos ingleses fuesen súbditos


de los reyes de Inglaterra, ellos gozaban de
tales franquicias políticas, de tales derechos
autonómicos, que comparando su situación
con cualquier otra sociedad, las comarcas
inglesas en América eran por cierto las
sociedades mas afortunadas de su época.
La Inglaterra, como se ve, hizo abandono de
la cuestión política en sus comarcas de la
Nueva Inglaterra, así como de todas las
cargas administrativas, pero reservó para sí
todas las utilidades mercantiles del negocio.
Se declaró única competente en legislar
sobre materia comercial respecto de aquellos
países, a fin de satisfacer las exigencias de
los mercaderes ingleses y para servir mejor
los intereses generales de la metrópoli.
Aunque fuesen pesadas las cargas que les
imponia el monopolio del comercio inglés,
los colonos americanos resignáronse a
soportarlas en cambio de las garantías de su
autonomía, y porque a sus incipientes indus-
trias ese monopolio les ofrecía algunas pocas
compensaciones que minoraban en parte los
malos efectos de semejante resolución.
Empero, vino después la restauración de los
Estuardos a ocasionar que tomasen gran
pujanza en la metrópoli las ideas centra-
lizadoras y los principios realistas.
86

El predominio de esa nueva organización


política no podía servir a los colonos de
América, que eran ingleses educados en las
ideas adelantadas del siglo XVII, amigos de la
libertad por temperamento, y estaban
acostumbrados a mirar las franquicias políti-
cas de que gozaban como un interés
personal. Eran ingleses de la época en que se
planteara la lucha de la Monarquía y el
Parlamento; en que moría en el patíbulo un
rey: Milton escribía en defensa de la repú-
blica y corrían los comentarios de la Carta-
Magna y de la Petición de derecho. Además,
los colonos eran, ó peregrinos, ó desterrados,
ó perseguidos ya acostumbrados al sufri--
miento: todos de una raza y con iguales
inclinaciones a la libertad.
Cuando las exigencias de la metrópoli se
hacían sentir sin ninguna especie de
compensaciones en aquellas nuevas
comarcas de la Inglaterra; que del derecho
de legislar en materia comercial se afirmaba
el monopolio de los mercaderes ingleses de
un modo explícito, los colonos de la Nueva
Inglaterra usando del derecho de petición
dirigíase al rey:
“No queremos ni debemos — decían los
colonos de Virginia al rey Carlos II, protes-
tando contra algunas medidas atentatorias
contra á las libertades coloniales —
87

someternos a aquellos a quienes V. M., mal


informado, ha concedido la supremacía sobre
nosotros; que con alegría á V. M. pagamos
mas de lo que para nosotros reservamos por
nuestro trabajo.”
Poco después también los colonos de
Massachussets también decían en una
solicitud al rey:
“Las franquicias de la Nueva Inglaterra son
una parte de la herencia de nuestros padres:
¿renunciaremos a ella? Se nos dice que nos
exponemos a grandes sufrimientos…. Antes
sufrir que pecar. Vale mas poner la confianza
en Dios que en los príncipes. Si sufrimos
porque no nos acomodamos a la voluntad de
los hombres contra la voluntad de Dios,
sufriremos por la buena causa y seremos
tenidos por mártires por la generación
venidera, y en el gran día del juicio…”
A pesar de las súplicas elevadas ante el
supremo poder metropolitano y que emi-
nentes hombres de Estado en el palacio de
Westminster elevasen veces elocuentes a
favor de los colonos americanos, éstos no
consiguieron que le Gobierno les concedería
iguales derechos a los que usufructuaban los
súbditos ingleses domiciliados en la metró-
poli. No se revocaran las Actas de Comercio
que consagraron a favor de la marina inglesa
88

el monopolio den comercio americano en


sus colonias; no se derogaron las leyes que
establecieron que los productos coloniales
sólo podrían ser trasportados a los puertos
ingleses y en buques nacionales, ni tampoco
las disposiciones de que todas las impor-
taciones de géneros en las colonias tuviesen
que arrancar de puertos en la metrópoli y
fuesen trasportados en buques ingleses.
Las prohibiciones llegaron al extremo de
impedir que en las colonias se fabricasen
aquellos objetos que pudieran hacer
competencia a la producción de la metrópoli.
Los privilegios concedidos por la Inglaterra
llegaron hasta al punto de fijar cuáles serían
los importadores de ciertos y determinados
artículos.
Como un espécimen de la legislación inglesa
de aquella época citaremos la siguiente
disposición:
“Ninguna lana ni objeto fabricado ó mezcla-
do con lana producido ó manufacturado en
cualquiera de las plantaciones americanas
podrá ser cargado, bajo pretexto alguno, en
barco, carreta ú otro vehículo para ser
trasportado fuera de las plantaciones.”
Privar a la industria y al comercio coloniales
de hacer operaciones de permutas sin que de
intermediaros les sirviese alguno de los
89

mercados británicos, eran las exigencias de la


metrópoli, además de prohibir la circulación
de ciertos productos internos.
Todos esos atropellos contra los intereses de
los colonos ingleses no fueron todavía
suficientes hechos para decidirlos a
manifestar deseos de renegar su patria.
Eran ingleses. Sólo de ellos después de
tantos sufrimientos y de la pertinacia del
Gobierno de la metrópoli en desconsi-
derarlos por todos los medios, podía salir
esta acentuada declaración del Congreso de
las provincias americanas:
“Nadie puede suponernos la menor idea de
hacernos independientes de la Gra Bretaña:
tan lejos se halla esto de la verdad, que
creemos que las colonias recusarían la
separación si les fuera ofrecida y la mirarían
como la mayor de las desgracias si se viesen
forzadas a aceptarla.”
Habiéndose ya empleado todos los medios
pacíficos y persuasivos para conciliar los bien
entendidos intereses de la metrópoli con los
de los colonos de la Nueva Inglaterra, fue
cuando estos se resolvieron a levantar el
grito:
“Libertad con Inglaterra ó sin Inglaterra.”
Creemos dejar justificado que la principal
causa que contribuyó al movimiento
90

separatista de las trece provincias que funda-


ron la nación Estados-Unidos, fue un pensa-
miento económico: el de emanciparse estas
nuevas sociedades del pasado yugo de la
metrópoli, que les impedía de producir e
permutar con arreglo a las conveniencias de
la colectividad colonial.
Ahora pasaremos a hacer un abreviado
estudio de las causas del movimiento de
emancipación en los Estados hispano-
americanos y portugueses.

III.

En los últimos períodos coloniales ya las


comarcas hispano-americanas habían obteni-
do el carácter de sociedades regulares a
consecuencia de los numerosos inmigrantes
que se habían afincado en esos países con la
firme resolución de permanecer en ellos,
donde construyeron familias y se dedicaron a
honrosas tareas industriales.
La juventud que entonces nació, se crió y
educó en estas regiones, como era natural
fue tomando amor a la tierra donde primero
vio la luz del día.
El santo nombre de patria tuvo entonces en
estas regiones quien pudiera comprenderlo y
91

proferirlo con el respeto profundo que él


inspira a cuantos están dotados de nobles
sentimientos.
Por una parte los que habían nacido en estas
regiones, y por otra los colonos que aquí
habían constituido un hogar, una familia,
legando sus nombres a la juventud que en
estas tierras naciera y a las que los segundos
se reconocían gratos por las recompensas
que obtuvieron de su trabajo, ofendidos por
las injusticias y los gravámenes que les
imponían las leyes de la metrópoli y mas aun
los abusos cometidos por los que al nombre
de los reyes de España a este lado del
Atlántico poseían el omnímodo derecho de la
fuerza para hacerlo todo según sus caprichos
y antojos; todo esto motivó que los criollos y
sus padres inaugurasen su emancipación
operando un movimiento de ideas
reaccionarias contra el Gobierno de España.
Ese movimiento en la ideas de los habitantes
de las extensas comarcas hispano-americanas
llegó al conocimiento del gobierno
metropolitano, señalando las causas que
ocasionaban el descontento de estas
nacientes sociedades.
Los realistas metropolitanos no compren-
dieron la importancia de ese movimiento de
opinión colonial: educados en el predominio
del absolutismo; enorgullecidos por hechos
92

de la historia de sus conquistas; políticos pur


sang; esto es, hombres que se suponían
privilegiados para dictar leyes y para hacerlas
ciegamente respetar; refractarios a todo
pensamiento que anunciara reformas
radicales ó, mejor dicho, el advenimiento de
una nueva época en los anales de la historia
de la humanidad, ellos no podían ni sabían
aceptar la situación colonial de manera que
promoviese la armonía de los intereses me-
tropolitanos con los de aquellos que estaban
domiciliados con carácter permanente, por
razones de nacimiento, de familia y de
fortuna, en el suelo hispano-americano.
La primitiva idea de que las colonias se
debían considerar como tierras de
explotación en poder de España, no sufrió la
modificación que era conveniente y se debía
esperar en semejante caso.
Los hidalgos españoles entendieron que todo
que lo debían donar en beneficio de los
habitantes de las comarcas hispano-
americanas, eran algunas franquías comer-
ciales, como admitir en los puertos
americanos el comercio extranjero; empero,
sobre el predominio político-administrativo
nada concedieron: la deseada igualdad a los
habitantes de la metrópoli, aspiración
ardiente de los que vivían en estas regiones,
no mereció ninguna consideración.
93

Los criollos quedarán sin esperanzas de


poder aspirar en su país al desempeño de los
puestos públicos y de emanciparse de la
tutela de aquellos que a sueldo de los reyes
de España venían aquí en calidades de
interventores a dirigir los destinos de estas
jóvenes sociedades.
Ni ante los espectáculos que ofrecía la
Francia en su cruzada por la libertad de las
clases oprimidas, ni aun después ante las
dificultades graves y serias por la invasión en
la Península de las armas de Napoleón, los
estadistas españoles creyeron necesario, ó el
orgullo nacional les dejó ver que el mo-
vimiento de opinión en las comarcas his-
pano-americanas tenía un carácter político de
trascendental alcance; que la distancia que
separaba las colonias de la metrópoli, los re-
cursos de que éstas disponían dada esa
circunstancia, y, mas que todo, que hombres
acostumbrados a privaciones de toda especie,
corriendo por sus venas la sangre ardiente de
ibéricos, no bajarían la cabeza desde el pri-
mer momento que se hubieran decidido a
levantar sus protestas con las armas en la
mano.
El opresivo sistema de centralización en
todos los ramos de la administración
colonial, y el monopolio del funcionalismo
público confiado exclusivamente a los que
94

siendo hijos de la Península logaran merecer


la gracia especial de los cortesanos españoles
para ser elegidos a ejercer en el Nuevo
Mundo los cargos de mandarines, eran las
causas verdaderas ó positivas que debían
impedir, como impidieron, resoluciones
justas y equitativas.
La corte de España pudo decir a los comer-
ciantes de Cádiz que les anulaba sus
privilegios de exclusivo monopolio de traficar
con las comarcas aquende el Atlántico; pero
al tomar la determinación de que se implan-
tase un nuevo sistema de administración,
consistiendo que el pueblo colonial participa-
se en la dirección de los negocios público de
su país, les pareció a los políticos españoles
un acto de humildad y que se rebajaría la
dignidad del rey, además de convencerse de
que por ese echo desaparecerían los empleos
lucrativos que las influencias metropolitanas
tan generosamente distribuyan entre sus
parientes y allegados.
La acción del poder metropolitano se hacía
sentir en las comarcas hispano-americanas
por medio de los vireyes, capitanes gen-
erales, Audiencias, oficinas de la Real
Hacienda, Adelantados, alcaldes mayores,
corregidores, etc.
Como se ve, el mecanismo político-
administrativo daba ancho lugar a la
95

distribución de buenos empleos a las influen-


cias que predominaban en la metrópoli.
En cuanto a las atribuciones de esos
funcionarios metropolitanos, no podían ser
mas extensas.
El virey tenía por encargo: “todo lo que
conviniera al sosiego, quietud y ennoble-
cimiento de la tierra; pudiendo hacer en
todas las cosas, casos y negocios lo que
pareciera y viese que convenía, proveyendo
todo aquello que el rey mismo pudiera hacer
y proveer, de cualquier calidad y condición
que fuese, en las provincias de su cargo
donde por la propia persona del rey
gobernaba.”
Las exposiciones que a nombre del pueblo
americano se presentaban en la metrópoli
eran desatendidas, y los liberales españoles
que abogaban por que se hiciera a los
criollos eran reputados como enemigos del
rey y de la patria.
Conservar el statu quo en América era la
opinión de Lardizábal, el encargado de los
Negocios ultramarinos.
Ante semejante resistencia de la metrópoli,
los criollos educados en los libros de la
Revolución francesa y en el influjo general de
las ideas liberales de Norte-América, donde
ya se había constituido la primera nacio-
96

nalidad en este continente, juzgaron que ante


sus opresores sólo tenían el recurso de las
armas.
Prepararon el movimiento separatista contan-
do mas con la santidad de su causa que con
los recursos de que disponían, a pesar de
que, sea dicho en honor de la verdad, un
gran número de españoles propietarios,
industriales y comerciantes, representantes de
intereses arraigados en estos países, concur-
rieron con su apoyo moral y el sus personas
y fortunas para la cruzada de la emanci-
pación de los países hispano-americanos.
Llegado el momento de reunir al medio
extremo de las armas, el grito que los
patriotas que habían organizado la
revolución contra la metrópoli hicieron oír
desde luego en todas las provincias hispano-
americanas, fue de el emancipación; de de
completa independencia y autonomía.
Bajo la base de emancipación de los
prohombres de la revolución hispano-
americana llegaron a proponer el hacer la
paz, eligiendo tres infantes de la casa del rey
de España para fundar tres monarquías en
sustitución de los tres vireinatos en que se
hablaban a la sazón divididos por la
metrópoli los dominios americanos.
97

Ni esta posición se les aceptó, aunque la


revolución en esa fecha ya daba indicios de
triunfar.
El día 9 de diciembre de 1824, con la batalla
de Ayacucho terminó la dominación
española en este continente.
Creemos dejar justificado que la causa
especial que promovió la revolución
hispano-americana fue un pensamiento
político: el de emancipar estos nuevos países
del predominio de la metrópoli, que impedía
satisfacer a sus legítimos hijos las
aspiraciones de participar de la dirección de
los negocios públicos.
La independencia sin rey fue lo que al final
de una prolongada y sangrienta lucha quedó
decidido.

IV.

El período colonial del Brasil defiere de lo


que describimos con referencia a las colonias
hispano-americanas durante el predominio
de los reyes de España, excepto en su última
parte, que a consecuencia de un
acontecimiento inesperado hizo cambiar la
suerte de aquel importante Estado portugués
en América.
98

Fuese por las ideas de aquella época, ó fuese


porque los magnates portugueses, como los
españoles, necesitaban tener donde ocupar a
los desocupados de aquel reino, parientes y
allegados, el opresor principio de centra-
lización administrativa negando ascenso en
los puestos públicos a los que nacieran en
América, ha sido también allí el sistema
preferido y adoptado.
Los poderes conferidos a los vireyes,
gobernadores y demás Estado Mayor de la
corte de Lisboa eran ilimitados, por ser que
gobernaban a nombre y representando la
persona del rey.
En cuanto al sistema económico, se prefirió
el hacer que la colonia brasileña fuera
tributaria de la navegación y comercio
portugués; esto es, que los artículos de
importación tuviesen su puerto de salida en
los de la metrópoli, y que la exportaciones
sólo se hiciesen para los mismos y también
en buques portugueses.
Cuando empezó a cambiar el sistema
colonial implantado en el Brasil por la
metrópoli, fue después de la llegada allí del
rey D. Juan VI.
Los motivos que determinaron el viaje de D.
Juan al Brasil no son plausibles ni menos aun
honorables.
99

Ante la aparición de la armada de Napoleón


al mando de Junot en territorio portugués,
aquel pusilánime rey resolvió huir para la
América dejando la metrópoli entregada a
una regencia.
A ese hecho vergonzoso en los anales de un
país que posee tantos títulos de conside-
ración en la historia de la humanidad, debe
el Brasil hacer conseguido su emancipación
sin resistencias como las que sufrieron las
provincias hispano-americanas.
Instalado el rey de Portugal y su corte en
tierras de América, el Brasil recibió un nuevo
aliento, rompiendo las ligaduras que lo
esclavizaban.
Las primeras y mas importantes medidas
decretadas por el rey fueron: apertura de los
puertos del Brasil al comercio de todas las
naciones amigas de Portugal; determinación
de la libertad de industria; organización de
un Supremo Tribunal de Justicia; fundación
de un diario oficial; inauguración de escuelas
superiores; establecimiento de una biblioteca
pública; introducción de la vacuna en la
capital y provincias; en fin, todo lo que podía
elevar la colonia a la categoría de una
sociedad completamente organizada, se hizo
entonces por el honor de haber recibido la
visita del rey y su corte!
100

Durante el largo período de tiempo que Río


Janeiro estuvo siendo la metrópoli de los
Estados portugueses, el Brasil pudo progresar
y preparar cómodamente su emancipación.
Llamado a Portugal el rey D. Juan VI,
después de triunfante la revolución que allí
proclamó la monarquía constitucional y dio
en tierra con la presión que ejercía la
Inglaterra como consecuencia de su
protectorado en la época de invasión del
ejército francés, aquella importante colonia
quedó confiada a la dirección de don Pedro,
hijo primogénito de don Juan VI.
El pueblo brasileño, que se había enaltecido
gozando de todos los fueros de súbditos
portugueses, ejerciendo algunos naturales a
la par de los hijos de la metrópoli hasta la
dirección superior de los mas arduos
negocios públicos, no podía ya admitir el
retroceso a la vida colonial.
La favorable circunstancia de que fuera un
príncipe de la casa de Braganza (el hijo
primogénito del rey de Portugal) quien
llevaba el supremo mando en el grande
Estado portugués en América, facilitó que las
ideas de libertad é independencia en ebulli-
ción se tradujesen en un hecho práctico; que
el Brasil, de colonias se trasformase en un
imperio, proclamado para su Defensor
Perpetuo y emperador al príncipe D. Pedro.
101

La independencia del Brasil, por las circuns-


tancias excepcionales que la favoreció, no
dejó saber si en caso idéntico a los demás
Estados americanos predominaría allí mas la
influencia de un pensamiento político a el de
ideas económicas; sin embargo nuestra
creencia es que teniendo en vista el carácter
de los inmigrantes que aquel país se
afincaran la cuestión económica, en cualquier
situación, debía ejercer poderosa influencia
en los destinos de dicha colonia.
Al objeto de nuestro estudio creemos
suficientes las « Consideraciones Preliminares
» que ya hemos presentado, como también el
breve resumen « Antecedentes Históricos » de
las colonias americanas que acabamos de
terminar.
Ambos datos nos servirán en el epílogo
como justificación a las indicaciones ya
hechas sobre Inmigración y Colonización y
las que aun nos proponemos hacer:
estudiando como la República Uruguaya
puede entrar ventajosamente en competencia
con los demás Estados americanos en el
pedido de inmigrantes, teniendo en cuenta
por una parte su situación económico-
financiera y por otra la benignidad de su
clima y la fertilidad de su privilegiado suelo.
102

INMIGRACIÓN.

Las ventajas políticas é industriales que se


obtienen por la Inmigración son tan
importantes, que hoy en las jóvenes
sociedades el gran problema que sus
estadistas mas meditadamente buscan
resolver, es el de la mayor adquisición de
obreros para las oficinas de los variados
trabajos donde se elabora la producción que
satisface las necesidades y los goces de la
vida.
Los esfuerzos que hoy emplean todos los
países en las condiciones de la República
Uruguaya para llamar a su territorio la mejor
Inmigración, hacen que de hechos esté
establecida la concurrencia en la demanda de
obreros de las sociedades donde haya
excesiva población.
103

Elegir parte del mundo de donde conviene


atraer Inmigración, no es un asunto de
discusión para las sociedades que aspiran a
un alto progreso moral.
Es sobre Europa, sin notable distinción de
nacionalidades, donde todos los nuevos Esta-
dos sud-americanos deben lanzar sus vistas
para conseguir la laboriosa corriente de Inmi-
gración que a este lado del Atlántico se nece-
sita como elemento de su progreso social.
Aceptando que es la Inmigración europea la
única que conviene llamar a esta República,
el punto de estudio será, pues, si debe
preferirse que venga espontáneamente ó que
se estimule directa ó indirectamente.
Empecemos nuestra averiguación por la
Inmigración espontánea.
Según dicen los informes publicados en los
Estados-Unidos y las diferentes medidas
tomadas por aquel Gobierno, la Inmigración
espontánea no satisface las necesidades de
aquella sociedad; antes bien, presenta en la
práctica serios y graves inconvenientes.
La Inmigración espontánea llevó a la Unión
Americana un crecido número de inválidos y
de hombres corrompidos: por los vicios, que
nada produjeron, al mismo tiempo que
sacaron al consumo general, sin ninguna
104

compensación, una parte de lo que las clases


laboriosas producían.
Por repetidas veces el Gobierno norte-
americano hizo reexportar por cuenta del
Estado inmigrantes inválidos que vivían a
expensas de la caridad pública, asilándose en
los haraganes que daban motivo a que los
guardas de seguridad los tomasen repetida-
mente para entregarlos en las cárceles.
Como primera medida para impedir la
importación de inmigrantes inútiles,
redactáronse reglamentos donde se establecía
cuáles eran los inmigrantes que podrían
trasportar para los Estados-Unidos los buques
que hacían ese tráfico.
Esa medida no respondió completamente al
fin que la hiciera dictar; apenas contribuyó
para disminuir la importación de inválidos a
ese país, donde anualmente se reciben
muchos miles de inmigrantes.
El expediente de reexportar inmigrantes
inútiles hubo de ponerse en práctica aun
después de estar en vigor las disposiciones
de los reglamentos del Gobierno sobre su
trasporte.
Los estadistas norte-americanos, con el
decidido ahínco que tratan todo lo que se
refiere a Inmigración, mandaron a Europa
una comisión especial para que estudiase
105

esta cuestión y diese su informe sobre el


particular. Como dijimos en otro capítulo,
entre otras disposiciones, los agentes oficiales
encargados de dicha misión recomendaron al
Congreso nacional negociar tratados entre los
Estados-Unidos y las principales naciones
europeas en virtud de los cuales se instituían
los cargos de inspectores internacionales de
Inmigración.
Era preciso que se diese gran importancia a
los inconvenientes de la importación de
personas inútiles ó enfermas de males
crónicos, para presentarse la idea de negociar
tratados internacionales sobre el trasporte de
inmigrantes.
Si bien por esos tratados se obtendrá que los
agentes de aquel gobierno ejerzan severa
fiscalización en el embarque de los
inmigrantes, por otra parte a va á dar ocasión
a que no sea fácil algunos países embarcarse
con destino a los Estados-Unidos los jóvenes
que estuvieren sujetos al sorteo del servicio
militar de mar y tierra, sin que los
comprendidos en las disposiciones de tales
leyes presten una fianza ó presenten las
personas que deben sustituirlos para obtener
excepción del servicio activo en el ejército ó
armada de su país.
Debe suponerse que una comisión
expresamente nombrada por el Gobierno
106

Norte-americano para estudiar la cuestión de


Inmigración, no se decidiría a aconsejar la
negociación de tratados internacionales sin
que antes pesase las ventajas é
inconvenientes que aquel medio produciría.
Ya por toda esa reglamentación oficial, que
anuncia extenderse hasta promover acuerdos
internacionales, se ve que la Inmigración
propiamente espontánea no merece de los
gobiernos Norte-americanos su apoyo. Y
cuando se analicen los favores especiales que
las leyes de aquel país conceden a los
inmigrantes, mas aun se conocerá que
aquellos ilustrados gobiernos entienden que
la Inmigración necesita ser estimulada.
Si buscamos estudiar en los hechos de este
país los resultados de la Inmigración
espontánea (verdaderamente espontánea),
nadie por cierto dará su voto para que
semejante sistema siga siendo el preferido.
Una gran parte de la Inmigración que hasta
ahora hemos recibido se compone de arte-
sanos, auxiliares de comercio y servicio
doméstico; en fin, personas todas acostum-
bradas a la vida de las ciudades; y tan
acostumbradas, que prefieren aglomerarse
aquí en perjuicio propio a internarse en la
campaña, donde, especialmente en las tareas
agrícolas, obtendrían justa compensación de
los trabajos que emprendiesen.
107

En la Inmigración espontánea que aquí se


recibe, vienen en gran minoría las personas
de las clases que este país necesita para su
industria rural.
No sólo es notable el número de los pocos
labradores y familias rurales que suelen venir
en la Inmigración que aquí nos llega de
Europa, sino que también son pocos los
hombres de labor para ferro carriles.
En cuanto a inválidos y afectados de enfer-
medades crónicas, la Inmigración espontánea
nos hace tributarios en los alimentos de un
crecido número de personas ordinarias de la
vida con el producto de su trabajo.
Por la experiencia venimos, pues, apren-
diendo que la Inmigración espontánea nos
ofrece un copioso personal para las ciudades
y otro muy reducido para las tareas rurales;
asimismo, que importamos un crecido núme-
ro de inmigrantes inútiles que vienen a
mendigar por nuestras calles y no por poco
tiempo a tener su domicilio en los hospitales
de Caridad.

II.

Entendemos por Inmigración directamente


estimulada, el enganche de inmigrantes. Este
108

sistema de obtener inmigrantes, no nos


consta que diese en parte alguna favorables
resultados, además de exigir grandes gastos.
Las noticias que tenemos sobre el sistema de
enganchar (1) inmigrantes, es que se
cometen constantes abusos. Unas veces
porque está en los intereses de los agentes
de Inmigración atender con preferencia a
conseguir un crecido número de
enganchados, porque el pago de su comisión
se cuenta sobre cada uno de los inmigrantes
embarcados para el país que les encargó ese
cometido; otras veces, como los agentes
necesitan de auxiliares para la tarea de los
enganchamientos, son esos auxiliares los que
hacen contratar inmigrantes en pésimas
condiciones morales y físicas, eludiendo a los
propios agentes oficiales con la afirmación de
que los inválidos pertenecen a algunas de las
familias que en ese momento se presentan
como determinadas a hacer parte de la
expedición.
_________________
(1) Aunque la acepción que damos á este
término no parezca la mas apropiada, sin
embargo creemos que es la mas aplicable a
nuestro objeto.
109

Hay también ejemplos de que los propios


gobiernos de los países donde se procede al
enganchamiento de los inmigrantes, ordenan
a sus empleados en la policía secreta,
busquen todos los medios de promover el
enganche de cuantos haraganes allí existan
conocidos por incorregibles.
Al terminar la colosal lucha civil entre los
Estados de la Unión-Americana, el gobierno
brasileño aceptó la propuesta de una Em-
presa particular que se obligó a trasportar
para el Brasil numerosas familias que,
habiendo sus jefes tomado armas a favor de
la causa del Sud, querían expandirse para no
soportar el dominio de sus vencedores.
La idea tuvo la mejor acogida. El momento
parecía oportuno para atraer al imperio una
Inmigración activa y laboriosa, como era la
de los habitantes de los Estados-Unidos.
El gobierno brasileño autorizó los gastos que
se le reclamaron, y a su tiempo llegaron a
Rio Janeiro los buques que trasportaron
inmigrantes norte-americanos.
La decepción fue mas completa. El desem-
barco de los nuevos huéspedes ocasionó que
desde luego la policía tuviese que activar su
vigilancia, puesto que los derrumbamientos
de puertas y los robos, especialmente
110

durante la noche, eran casos que se repetían


con extraordinaria frecuencia.
Hechas algunas averiguaciones sobre las
condiciones de los inmigrantes allí recibidos
de Norte-América, se supo que una gran
parte eran hombres tan incorregibles, que la
misma policía de aquella República facilitó su
exportación.
Los pocos habitantes de los Estados del Sud
que se decidieron en esa época a inmigrar
para el Brasil no hicieron parte de semejantes
expediciones. Esa inmigración útil que
entonces vino al imperio, lo hizo por su
cuenta. Primero vinieron los hombres
comprometidos en la política de su país y
después mandaron venir sus familias.
Como lo afirmó bien el Consejo de Estado
del Brasil en uno de sus dictámenes sobre
inmigración, ya citado en otro capítulo el
sistema de enganchamiento de inmigrantes
exige enormes gastos sin producir los
resultados convenientes.
Si recordamos el trafico de colís (chinos) que
durante un cuarto de siglo se está haciendo
del Celeste Imperio para Cuba, Méjico y otros
países, mas condenable aun se hará el
sistema de enganchar inmigrantes.
Los medios que los reclutadores emplean
para seducir la mejor Inmigración, hacen que
111

los inmigrantes a su llegada aquí no


encuentren cuanto en su tierra natal les fuera
prometido. esa decepción en el espíritu de
los infelices labriegos, produce un terrible
efecto moral. Inmigrantes que no han sido
invitados por los reclutadores para que en el
honrado y asiduo trabajo adquirir aquí
abundante subsistencia y un sobrante anual
de economías, llegan a suponer que en la
América todo lo conseguirían sin costo de su
labor en las tareas agrícolas, manufactureras
y cuales quiera otras donde es preciso
emplear la inteligencia y fuerza humanas.
Si consideramos también los efectos de la
oposición que sufre en los Estados europeos
el enganchamiento de buenos inmigrantes,
sería materia, de la imposibilidad en que está
este país de conseguir la Inmigración que se
desea con semejante sistema.
Algunos estadistas europeos, invocando
mentidos principios de humanidad, han
promulgado leyes que dificultan cuanto lo es
posible la expatriación de sus conterráneos.
Como las disposiciones sobre el servicio
militar no bastasen para dificultar el embar-
que de la juventud que se decide a buscar un
asilo en estas regiones; desde el momento
que en cualquier aldea ó ciudad se descubre
haber allí reclutadores de inmigrantes, la
autoridad pública obliga a que los contratos
112

de enganchamientos sean redactados de


conformidad con lo que dispusiera la ley
sobre el particular. Y si el representante del
país para donde se proponen embarcar los
enganchados no tiene influencia para abogar
por los intereses de aquellos, nunca faltarán
trabas oficiales para impedirles que sigan su
destino.
En Alemania, que ha sido quizá donde
menos el gobierno se ha preocupado de
dificultar la emigración, últimamente, según
correspondencias de Berlín, las autoridades
de aquel país perseguían con severidad a los
reclutadores de inmigrantes para algunos
Estados de este continente.
Si la Inmigración espontánea no produce las
ventajas a que el país debe aspirar, aun
menos se podrán conseguir esas ventajas por
la Inmigración enganchada.
Las grandes corrientes de Inmigración provo-
cadas por los reclutadores están en gran
parte compuestas de criminales, de enfermos
y de viejos que aumentan el consumo sin
producir nada; que hacen mayor gasto en la
vigilancia policial, multiplican el movimiento
de los hospitales de Caridad, y vienen, en
una palabra, a crear el cáncer social llamado
pauperismo.
Impedir cuanto antes el acceso en la
República de personas inútiles ó viciadas en
113

el crimen, es asunto que debe merecer la


particular atención del Gobierno.

III.

Creemos que el medio único que conviene


para atraer a las jóvenes sociedades ame-
ricanas una corriente útil de nuevos
pobladores, será aceptando el sistema de
estimular indirectamente la Inmigración.
Los estímulos indirectos que se empleen para
provocar la Inmigración, deben ser la pu-
blicación de pequeños folletos noticiadores,
donde se narre con veracidad las riquezas de
este suelo; las costumbres de sus habitantes;
las condiciones de nuestro clima y, en fin,
todo lo que pueda interesar a los habitantes
de Europa, incluyendo los favores ó servicios
que el Estado promete hacer a sus nuevos
huéspedes.
Con semejante propaganda nadie se conside-
rará seducido por halagadoras promesas,
como las que suelen hacer los reclutadores
de inmigrantes al tratar de decir a los
aldeanos a que se embarquen para el Nuevo
Mundo. El modo indicado para estimular la
Inmigración parécenos el mas admisible para
no dejar que sea espontáneo el acto de la
expatriación.
114

Amantes de la libertad en todas sus


manifestaciones morales, en todo lo que
dimana de la ley natural, entendemos por
eso que la independencia del hombre debe
ser completa en el supremo instante de
tomar una deliberación que ha de decidir de
su porvenir: creemos, y lo repetimos, que
este acto debe ser espontáneo.
El hombre honrado que se decide a dejar su
tierra natal, las caricias de sus parientes y
amigos, los lugares, en fin, que encierran
todos los recuerdos de los primeros siempre
floridos años de la vida; el hombre,
repetimos, que tal hace, tiene para ello
fuertes razones: el deseo unas veces de salir
del círculo estrecho que le impide realizar
sus aspiraciones, hijas de la ambición de
conseguir una existencia mas cómoda y el
descanso futuro; la laudable intención otras
veces de proporcionar mayores recursos a las
familias que de él dependen, y muchas
veces, por último, disgustos particulares de
índole diferente que le aconsejan é impulsan
a separarse del lugar donde sen cesar se
aumentan los quebrantos de su espíritu.
Consideramos únicamente ventajosa la Inmi-
gración bajo el punto de vista moral, no bajo
el punto de vista numérico. Así que sólo
juzgamos útil la Inmigración voluntaria que
viene por resolución propia ó a invitación de
115

sus parientes y paisanos amigos aquí avecin-


dados. Esa Inmigración, casi excepción se
dedica inmediatamente al trabajo, se aclima-
ta, crea familia en el país y une por fin su
suerte a la de esta desde luego, su patria
adoptiva.
Si también consideramos que en el país
existen ya fuertes núcleos de población
extranjera perteneciente a diferentes naciona-
lidades, fácil es comprender que poseemos
aquí mismo los agentes naturales ara
emplearse en el servicio de atraer una fuerte
corriente de Inmigración. Los inmigrantes ya
avecindados en el país y que han sacado
beneficioso fruto de su trabajo, son los
mejores agentes de Inmigración, puesto que
su conducta asegura que no buscarán invitar
a hombres corrompidos por los vicios; son,
en fin, los mejores intermediarios para la
Inmigración, por sus conterráneos a quienes
hacen conocer el éxito aquí obtenido por la
dedicación a las útiles tareas de la industria.
Hasta ahora múltiples ocurrencias han
motivado que los inmigrantes no pudiesen
contar con bastante seguridad para sus vidas
y propiedades fuera de los grandes centros
de población. Desde que se establezca esa
indispensable garantía en forma estable, los
inmigrantes ya avecindados en el país
empezarán ejerciendo voluntariamente las
116

funciones de agentes de Inmigración,


mandando venir a sus parientes.
Los inmigrantes recién llegados darían no-
ticias del hospedaje que recibieran, a
aquellos que a su partida de su partida de
Europa les hubiesen mostrado deseos de em-
prender un viaje a estas regiones y por el
continuado movimiento de la corriente de
Inmigración se iría aumentando el número de
los agentes naturales que mejor pueden
estimularla.
Suponer que semejante medio sea
insuficiente, será desconocer los hechos de la
historia de la Inmigración en algunos países.
Lo que ya dejamos sentado en otro capítulo
respecto de la Inmigración portuguesa que
afluye al Brasil, bastará para justificar la
afirmación de lo que acabamos de decir.
Establecer una forma bien combinada y
completa para que se consigan todos los
resultados que ofrece la Inmigración
estimulada por medios pasivos, es el punto
verdaderamente grave de esta cuestión.
Por eso que, conociendo toda la importancia
de la armonía que debe existir en los resortes
administrativos del país, hemos empezado
este estudio tratando de pedir una organi-
zación mas apropiada a ciertos ramos del
servicio público, así como también indicamos
algunas nuevas instituciones que suponemos
117

indispensables para que no fracase la


empresa de atraer al país una fuerte y útil
corriente de Inmigración.
En fin, si hemos tratado en capítulos
especiales de los asuntos que mas influencia
pueden ejercer sobre la Inmigración, fue
porque nos parece que de este modo nuest-
ras ideas quedarán mejor acentuadas y el
orden de este estudio será mas fácil para
servir de base a la redacción de las leyes y
reglamentos que sean convenientes sobre el
particular.
Siempre que se pretenda suscitar la
Inmigración sin antes preparar el país para
recibirla, no se hará otra cosa que perder el
tiempo en inútiles tentativas. Después de
cualquier fracaso en la tarea de promover la
Inmigración, aseguran los informes oficiales
de Chile y del Brasil que hasta disminuye la
afluencia de ella.
Estas consideraciones deben tenerlas
presentes todos los que se ocupen de
estudiar y resolver este importante asunto.

IV.

Al declararnos partidarios del sistema de


promover la venida de inmigrantes por
118

medios persuasivos no tuvimos sólo en vista


la posibilidad de conseguirse así una
corriente de Inmigración en condiciones
ventajosas para el país; hemos también
buscado hacer indicaciones que no
encontrasen tropiezos en la práctica.
Ya dijimos antes que le Gobierno de Berlín
se preocupaba de dificultar a la salida de
inmigrantes enganchados; y ahora debido a
la obsequiosa bondad del Sr. D. Juan G.
Corta, vemos por dos cartas que se dignó
remitirnos, que en Portugal el asunto de
inmigración ha merecido ser estudiado con
particular cuidado.
El presidente de la Asociación Agrícola de
Lisboa dirigió circulares, pidiendo las
opiniones particulares de los hombres mas
eminentes de aquel país, para llevar sobre
esa base al Gobierno portugués la
reclamación que el gremio agrícola juzgase
conveniente para impedir la salida de
inmigrantes para el Brasil.
A este respecto respondió el notable
historiador portugués D. Alejandro Herculano
con las cartas cuya traducción nos facilitó el
Sr. Corta.
Fuénos inmensamente agradable que las
opiniones de aquel ilustrado escritor puedan
autorizar lo que por diferentes ocasiones
hemos dicho con respecto a Inmigración.
119

En el sentido, pues, hacer conocer cómo se


piensa en Europa con referencia a la
Inmigración, nos permitimos trascribir
íntegramente las interesantes contestaciones
dadas por el Sr. Herculano a la Asociación
Agrícola de Lisboa en las cartas que siguen:

Excmo. Sr.

Mi amigo: Recibí el día 9 del presente una


carta de V. E. acompañando el interrogatorio
que el día 18 debe servir de base en los
debates de la Asociación Agrícola de Lisboa.
En esa carta me pide V. E. mi opinión
respecto las cuestiones especificadas en aquel
papel. Son ellas de dos especies: unas relativas
a hechos, otras a doctrinas. En cuanto a las
primeras, sobre la mayor parte, las nociones
que tengo son incompletas y poco seguras;
respecto a las doctrinas y aun, a la de hechos
en que me reputo mejor informado, un voto
fundado sobre tan espinosas y complejas
cuestiones exigiría un libro que mal cabria
en volumen razonable. Delinearlo y escribirlo
en una semana excedería los limites de lo
imposible, no digo para mi capacidad, sino
también para la mas elevada capacidad del
mundo. Es verdad que V. E. apenas me pide
reflexiones al correr de la pluma; pero en
asuntos tan serios, basta el amor propio para
120

inducirnos a ser circunspectos, y la


conciencia nos fuerza a serlo cuando nuestra
opinión, por ser nuestra, como V. E. tan
benévola como incesantemente lo piensa
respecto a mí, puede ejercer cierta influencia
en otros espíritus. Así pues, deseando por una
parte cumplir los preceptos de V. E. y por otra
evitar en cuanto fuese posible una grave
responsabilidad, diré sucesivamente lo que
me ocurriese sobre las diversas cuestiones del
interrogatorio, si es cuando otras ocupaciones
que no sufren demora me permitan lugar á
eso, y V. E. tuviese ánimo para malbaratar
algunos minutos en descifrar mis garabatos.
La premura del tiempo apenas me consiente
hacer en esta carta algunas reflexiones a
éstas respecta, espero que ni V. E. ni otra
persona alguna, dé a la idea, tan mal
elaborada, mas valor que el que en la
exactitud tiene.
Resulta del preámbulo del interrogatorio, que
el debate que se va a abrir la anunciada
reunión, tiene por objeto principal considerar
el asunto de la inmigración para América a
la luz de la conexión que este hecho pueda
tener con los intereses agrícolas.
Parece darse por probado que las dificultades
mas ó menos graves de nuestra agricultura,
proceden únicamente de la falta de brazos y
de los elevados salarios, elevación que se
presupone derivada exclusivamente de esa
121

falta y no esta de la insuficiencia de brazos


en relación a una demanda creciente, sino
de su disminución por efecto de la
emigración que se sucedía, talvez por
oscuridad de redacción, como vulgar en todo
el reino. La discusión tendrá, pues, por fin
averiguar los medios de evitar la emigración
del hombre de trabajo para fuera del reino, y
de hacer que el torrente de ella se dirija de las
provincias mas populosas para las menos
pobladas, sobre todo para las soledades del
Alentejo.
Estoy plenamente de acuerdo en que se
empleen todos los medios razonables y
liberales para promover un movimiento de la
población del Norte para las provincias del
Sud, especialmente para el Alentejo, y para
retener en la patria las clases trabajadoras de
los distritos insulares. Pero lo que no puedo es
sentir esa repugnancia absoluta, esos terrores
profundos, ilimitados, de la emigración y el
deseo de impedirla sólo para obtener salarios
baratos para la agricultura.
La emigración es un fenómeno complexo en
sus causas, condición y resultados.
Emigraran unos por cálculos y previsiones, ó
propios ó de los que los dirigen, por la
esperanza bien ó mal fundada de volver
algún día ricos ó con un pasar a su aldea
natal; emigran, porque no pudiesen vivir
trabajando (vida modesta y tranquila entre
122

los suyos), sino porque aspiran a mas elevada


fortuna. Otros hay que emigran violentados, ó
antes que emigrar, san expulsados por la
miseria; que no calculan, ni esperan, ni
deliberan; que solamente se resignan. Entre
estas dos situaciones hay, a mi ver, un
abismo; confundir cuando se tratase de
anular la última en beneficio de las victimas
y no en provecho de éstos ó de aquellos,
conduciría probablemente a grandes
desaciertos; confundirlas para destruirlas con
la mira de sacar ventajas para cierta clase ó
cierta industria, paréceme aun peor.
Hágase todo para suprimir la emigración
forzada; pero evítese también todo lo que
pueda imponer, directa ó indirectamente, a
aquel que siente en sí ambición y audacia, a
matar los impulsos de su propia actividad;
evítese que la sociedad ponga de cualquier
modo su voto (sin abdicar su derecho de
inspección) á que la afección paterna ó
providencia tutelar, busquen dentro ó fuera
del reino mejorar la suerte futura de aquel
que la naturaleza ó la ley confió a su
cuidado.
En las cuestiones de interés privado, ó en los
negocios de la vida civil, estoy
incomparablemente mejor por los resultados
de la sagacidad del libre albedrío de los
individuos, que por los de la intervención del
Estado.
123

Hubo así porque del preámbulo del


interrogatorio, veo que también se quiere
oponerse a los impulsos de los que a los
modestos lucros obtenidos en la patria
prefieren las riquezas que les promete la
América y que, según se afirma, raras veces
se realizan. ¿Es esto exacto? Parece que los
hechos afirman claramente lo contrario. No
poseo aquí libros, documentos oficiales ó
informes particulares sobre la situación
económica de nuestros compatriotas
residentes en el Brasil; pero he oído calcular a
personas que considero competentes, el valor
medio anual de los ingresos monetarios que
nos trae el reflujo de la emigración
portuguesa en América en mas de 3.000
cuentos de reis (tres millones de pesos). No sé
si es verdad; lo que sé es una cosa para si no
pertenece a la estadística económica,
pertenece a la estadística moral y que no es
menos elocuente que los guarismos: un hecho
de suprema notoriedad. La denominación de
brasilero adquirió para nosotros una
significación singular y desconocida para el
resto del mundo. (1)

______________
(1) En España se da el título de indianos a
los españoles enriquecidos en América.
124

En Portugal la primera idea que talvez


suscita este vocablo es la de un individuo
cuyos rasgos característicos principales y casi
exclusivos, son vivir con mas ó menos
profusión y no haber nacido en el Brasil; un
hombre que salió de Portugal en su niñez ó
en la juventud, mas ó menos pobre, y que
años después volvió mas ó menos rico. Esta
noción vulgar de la palabra brasilero no
surgió sin motivo entre el pueblo. Es que
millones de millares de hechos grabaron en el
espíritu. El minero del siglo pasado se
convirtió en el brasilero de nuestros días. Son
la primera y la última palabra de la historia
de una evolución política y económica
altamente instructiva, que podría acaso
resumirse en el siguiente aserto: “Nuestra
mejor colonia es el Brasil después de que
dejó de ser colonia nuestra.”
Aplaudo, mi amigo, el interrogatorio, porque
los estudios que promueve pueden ser
grandemente proficuos al mejoramiento de
nuestras condiciones sociales. Lo que no
puedo aplaudir son sus causas finales; es el
modo como se presentan. Hallo muy
inconveniente confundir la emigración
espontánea con la emigración forzada; es
infelicísima la idea de combatir igualmente
una y otra, a fin de obtener salarios baratos
para la agricultura. Por vía de regla el
emigrado espontáneo, aquel que la miseria lo
125

arrastra ciega y brutalmente á abandonar la


patria, sabe lo que quiere; sabe cómo va y
para donde va. Cuenta con el pariente, con el
amigo de la familia, con el protector que le ha
de dar las recomendaciones que lleva. Es
pobre, pero no desvalido. Le imponen los
suyos, ó se impone a su mismo años y años de
laboriosidad, de sacrificios, de abstinencia;
pero mas allá de esos años, en los horizontes
de la vida elevase una luz, una esperanza
que lo ilumina y fortifica. Esta luz y esta
esperanza le enseñan la norma de su
proceder, y su conducta redundará, no diré
en toda especie de provechos, pero de cierto en
provecho económico de él y de la tierra que lo
vio nacer y por la cual va a redoblar su afecto
el grande incentivo de la ausencia.
V. E. sabe perfectamente cuáles son las
aplicaciones posibles del producto líquido del
trabajo humano. O se destina a satisfacer las
necesidades, las comodidades ó los apetitos
del productor, ó a acumularse y a convertirse
en capital reproductivo, ó finalmente a
dividirse entre estas dos aplicaciones. Ambas
influyen en la riqueza pública, pero con
diverso grado de intensidad. La satisfacción
de nuestra posición ó de nuestra propensión a
gozar, tiende a mantener prósperas centenas
de industrias, pero la acumulación del
capital cuando éste llega a convertirse en
instrumento de producción, tiene una
126

influencia sin comparación mas enérgica en


el progreso de la riqueza social. Son verdades
triviales estas; fuera inútil insistir en ellas.
¿Cuál es sin embargo, el terror de la vida en
general del portugués en el Brasil, del futuro
brasilero de Portugal? Es el forcejar incesante,
pertinaz, por acumular capitales, reduciendo
a lo estrictamente necesario la satisfacción de
sus necesidades. Dedica a la prosperidad de
la industria, de la agricultura ó del comercio
de aquellas regiones, la menor parte que
puede del fruto de su trabajo. Su idea
constante, inflexible, tenaz, es volver rico ó
por lo menos con un pasar. Y vuelve. Si
cansado de sacrificios y trabajos quiere
gozar, es a la industria, la cultivo y al
comercio de su país a lo que arroja a manos
llenas el oro que reunió. Si la sed de
ganancia no se extinguió en él, ese oro se
convertirá en capital productivo. Y nosotros,
nosotros que predicamos a los operarios la
abstinencia, el ahorro de sus tan modestas
sobras, para acumularlas en las cajas
económicas, ¿hemos de combatir la
emigración voluntaria para el Brasil,
emigración que representa una caja
económica opulentísima, la cual, por mas
que se hiciese, todas las otras juntas no la
podrían igualar?
En el preámbulo del interrogatorio se alude a
las esperanzas burladas de muchos
127

emigrados voluntarios, y a las ilusiones


evaporadas, lo que exageradamente se
presupone ser al regla general. De cierto, la
América engaña y a hasta devora muchos de
esos que creen encontrar en ella un próspero
futuro.
Pero entonces ¿por qué solicitan, por el favor
directo de providencias especiales, al hombre
de trabajo a buscar fortuna en la minería, en
la marina mercante ó en la explotación de
nuestras colonias de África? Las mismas, el
Océano y el África también engañan;
también devoran. En vez de solicitar, repeled.
Abriréis nuevos manantiales de trabajo
barato para la agricultura nacional.
Dije a V. E. que no aplaudo las causas finales
del interrogatorio. Digo mas: las deploro. San
ellas las que dan origen a la confusión del
acto espontáneo con el forzado, con la
emigración que proviene de la mayor de las
tiranías, la tiranía de la miseria. En la
emigración voluntaria hay uso de plenitud de
nuestra libertad, y por eso la responsabilidad
de la suerte futura del individuo recae entera
sobre él mismo.
El progreso social no parece consistir sobre
todo en la ampliación de la responsabilidad
individual derivando de la libertad. El
absolutismo no es mas que la tutela pública
en su manifestación extrema. En la
emigración forzada, sería injusto y cruel
128

atribuir al emigrado que abandona su país


sin norte, sin rumbo cierto y muchas veces sin
la menor esperanza, la responsabilidad de un
hecho que en rigor no es suyo. La sociedad
tiene que aceptarlo. Esa secreción de
desgraciados que el cuerpo político arroja de
sí, es anormal. Hay aquí ó allí en su
estructura un vicio de conformación, ó un
estado patológico que produce el fenómeno.
La miseria de uno ú otro individuo puede
derivar de su propia culpa; la que expulsa
una parte notable de la población de un país,
donde está considerada colectivamente, está
lejos de superabundar; es siempre resultado
de un defecto de una perturbación en los
órganos de la sociedad.
Me afligiría profundamente que el autor ó
autores del interrogatorio y de su preámbulo
imaginasen que yo dudaba en un solo ápice,
de la pureza de sus intenciones, de su
humanidad, de su justicia, de su patriotismo.
Lo que simplemente me parece el problema se
instaló mal. Se supone la agricultura del Sud,
sobre todo la del Alentejo, colocada en
dificultades que amenazan su existencia. Se
supone que estas dificultades extremas
provienen de una causa cívica (la elevación
de los salarios agrícolas) y que esa elevación
nace exclusivamente de la falta de brazos. En
tal caso la respuesta al quid faciendum es
simple. Promuévase la baja de los salarios por
129

la multiplicidad de los brazos y


multiplíquense los brazos combatiendo
indistintamente toda especie de emigración:
la emigración moral es económicamente
nociva y la emigración socialmente legítima
es económicamente buena. La cuestión se
reduce a hallar el modo de retener dentro del
país, por todos los medios que se reputan
lícitos, trabajadores rurales.
Supongamos, sin embargo, que los debates a
que el asunto va a dar vasto campo,
muestran patentemente que ni los embarazos
de la agricultura son tan graves como se
pintan, ni esas dificultades, mayores ó
menores, nacen exclusiva y ni siquiera
principales de la elevación de los salarios, ni
esta deriva de la disminución de brazos.
Pregunto: ¿en tal hipótesis, que no es mas
gratuita qua la del preámbulo; en esta
hipótesis, digo, se dejará de atender a la
dolorosa cuestión de la emigración por la
miseria?
No. El deber común es, no diré resolverla,
porque no sé si atinaremos con los específicos,
sino emular los mayores esfuerzos para
destruir el mal.

A. Herculano.
130

He aquí la segunda carta:

Amigo y señor: Si, como se dice en el


preámbulo del interrogatorio, la elevación de
los salarios se reputa efecto exclusivo de la
falta de brazos producida por la emigración,
amenaza ya la existencia de la agricultura
del Alentejo, de nuestro granero de cereales, y
coloca a los cultivadores en todo el reino en
circunstancias tan difíciles que los
arrendatarios van abandonando las tierras,
es claro que el mal gana intensidad y
extensión asustadoras, y el país esencialmente
agrícola, camina rápidamente a una
profunda decadencia. Supuesta, sin mas
examen, esta situación, ¿habrá calma
bastante para ultrapasar los medios indirectos
de obstar el mal? ¿No ocurrirá fácilmente la
idea de la compulsión, de restricciones é
impedimentos a la libertad? El fatal mote
Salus populi, ¿no vendrá aun otra vez a ser el
pretexto de coerciones mas ó menos
deplorables?
Felizmente, lo que se presenta como cierto no
pasador ahora de hipótesis — hipótesis en
cuanto al hecho é hipótesis en cuanto a la
causa. — A mi ver, la primera cuestión del
interrogatorio debería consistir en averiguar
hasta que punto es real la existencia de la
enfermedad y su verdadera correlación con el
motivo a que se atribuye. Como adición a esta
131

especie de cuestión preliminar, quisiera yo,


sin embargo, que se incluyese otra.
Suponiendo conocido el término medio de los
salarios rurales, lo que no es fácil, se
necesitaría examinar si ese término medio
será suficiente para que el proletario pueda
satisfacer las mas urgentes necesidades de la
vida, el alimento, el vestido y la habitación de
la familia, aun admitiendo que el trabajo de
ésta pueda aumentar los recursos domésticos.
Si hallásemos que la retribución del
asalariado, aun así acrecentada, no alcanza
a llena su objeto, es evidente que a las
dificultades con que se probase que la
agricultura sufre, habían de buscarse
remedios diversos de cualquier reducción
artificial de salarios.
La sociedad no puede lícitamente sacrificar
una clase ó otra clase y sobre todo sacrificar
al pobre, muchas veces falto de lo necesario,
al comparativamente rico, a quien, aun en
situación mas ó menos precaria, será raro
que le falte enteramente lo superfluo.
Nos hallamos así, tal vez sin pensarlo, en el
terreno de las discusiones ardientes que
perturban profundamente las sociedades
modernas. Nos encontramos cara á cara con
el socialismo. Era inevitable. Desde que se
afirma que existe en este ó en aquel punto, en
esta ó en aquella industria, una
desproporción mas ó menos entre el precio del
132

trabajo y el valor del producto, se afirma en el


estado económico actual una desarmonía,
una lucha grave entre el obrero y el
industrial. Buscar temperamentos a la
colisión es entrar forzosamente en el campo
de esas discusiones de ordinario tan
apasionadas. No lo reputo gran mal en el
caso presente. Hasta podría ser un bien si
tuviésemos fuerza para subyugar lo que
hubiere excesivo aferrado al propio interés; si
debatiésemos con placidez, con la luz de la
imparcialidad y de la justicia que una
conciencia recta y sincera no dejará de
suministrarnos, el asunto complejo de
producción agrícola y de trabajo rural,
buscando ahí remedio a la emigración
moralmente forzada.
En las declamaciones mas doloridas, mas
irritadas contra el socialismo, paréceme que
hay a veces algo como el lamento de la mujer
que se rebela contra la supresión de algunos
adornos, ó como el rezongar colérico del
antiguo fraile al hablarle el guardián de la
reducción de la pitanza para aumentar el
caldo de la portería.
El socialismo es un peligro serio: pera el
hombre debe conducirse ante los peligros con
cordura y fortaleza; debe mirarlos fijamente
en vez de ponerse a derramar lágrimas ó
vociferar improperios. Donde cuando el
socialismo con la enseña del comunismo, del
133

internacionalismo ú otro cualquier letrero,


recurriese a la violencia. Son negocios que
tienen que resolver entre sí el petróleo y la
metralla.
Los incendios no se discuten; se apagan.
Pero donde y cuando el socialismo nos
agrediere con las armas de la razón,
oigámoslo. Si la razón estuviese de su parte,
démosela. Démosela sin embargo, no con una
confesión estéril, sino con actos eficaces.
Así me parece que él ha de retrogradar,
enflaquecerse, desaparecer como
desaparecieran las cruzadas ó las
inquisiciones; como desaparecieron todos los
desvaríos epidémicos de que adolece de siglos
en siglos el espíritu humano.
De contrario, si de acuerdo con el doctor
Pangloss estableciéramos que hemos llegado a
la mejor de las sociedades posibles, no me
atrevo a profetizar la suerte que la
Providencia prepara a las viejas naciones de
Europa.
Mi amigo, en el amago de los grandes
extravíos de las multitudes de que la historia
nos suministra terribles ejemplos, hay casi
siempre una idea justa que las pasiones
viciaron. Las resistencias a esos extravíos no
escapan tampoco de igual mancha.
134

En el ardor del combate la idea justa se


oscurece envuelta en la proscripción de las
doctrinas obscuras y de las aplicaciones
temerarias. Así es como ninguna de las
grandes luchas entre las ortodoxias y las
heterodoxias deja de presentarnos ese triste
espectáculo. En el socialismo hay dos cosas
bien distintas: las afirmaciones y las
negaciones. Las mas de las veces sus doctrinas
constituyentes, sus sistemas de reforma social,
se me figuran abstrusos, infundados,
inasequibles y no raramente inicuos, y las
apologías de las quince ó veinte escuelas en
que se divide y muchas veces se contradice,
frecuentemente faltas de condescendencia
para con el sentido común, lo que me parece
poco democrático. De sus quejas contra la
sociedad actual me sería difícil decir otro
tanto. En eso es donde me persuado de que su
idea es justa. En medio de las exageraciones,
de las amplificaciones, de cierto lirismo
tétrico, la crítica socialista tiene a veces razón
de sobra. De esto es de lo que me temo. Dejen
al socialismo la legitimidad moral que le
proviene de la existencia de ciertos hechos, y
quéjense después del resultado definitivo de la
contienda.
Las circunstancias difíciles en que se dice
hallarse la agricultura, merecen dudoso
crédito a los desinteresados en tanto un
135

conjunto de pruebas seguras no nos trae la


existencia del hecho.
Las afirmaciones valdrán poco, si indicios
que todos puedan apreciar les fueren
adversos. Aumenta gradual y casi
constantemente la exportación de productos
agrícolas del país; la población rural crece
con mas rapidez que nunca; rotúranse todos
los años nuevos terrenos; las aldeas dilatan;
las habitaciones de los agricultores revisten
cada vez mas el aspecto del aseo y de las
comodidades; el tránsito y el trasporte por los
caminos de fierro, y el movimiento de
nuestros puertos elevase de año en año de
una manera inesperada.
Todas las apariencias, en suma, convergen
para persuadirnos de que estamos mas ricos
de lo que éramos ahora cuarenta ó cincuenta
años. Si esa riqueza es real, ¿cómo explicarla
en la hipótesis de una decadencia profunda
en la principal industria del reino? Parece
altamente improbable. Al menos cumple
esperar las pruebas claras y precisas de esa
contradicción económica.
No debo acreditar que la afirmativa de una
elevación anormal de los salarios asiente en
irreflexivas comparaciones cronológicas. En
la sucesión de los tiempos el mismo precio del
trabajo puede ser exprimido por guarismos
diversos. Depende todo de las oscilaciones del
valor de la moneda en consecuencia de la
136

disminución ó acrecentamiento de los metales


preciosos y por tanto de su valor. No me
persuado de que haya quien ignore la
abundancia siempre creciente de esos metales
en el curso del presente siglo. Así el guarismo
15 puede por ejemplo representar
rigurosamente el mismo precio de un día de
trabajo que el guarismo 10 representaba ha
treinta ó cuarenta años.
La proporción entre el valor venal del
producto y el salario del trabajo quedará
siendo siempre la misma, porque la
depreciación de la moneda irá a manifestarse
de igual modo en el guarismo de ese valor, si
causas extrañas, con las cuales el obrero
nada tiene que ver, no vinieren a influir en
la carestía ó baratura de todo producto.
Pero aun evitando ese error grosero, en que
aun parece que nadie caería, no por eso
queda removido el peligro de engañarnos en
relación a los salarios rurales. Repugna a la
razón y a la conciencia que se consideren
éstos en general como susceptibles de
reducción ilimitada. El obrero es por vía de
regla el jefe ó el sustentáculo de una familia.
Comprendiendo al padre ó al soldado
segregados de ella y célibes, no se comprende
cómo podría ser la clase de los trabajadores,
que constituyen tres cuartos ó mas de la
población, sin que esta menguase
gradualmente hasta llegar a extinguirse. La
137

familia del obrero es inevitable, y por eso es


inevitable que la reducción de los salarios no
lo haga imposible. Toda industria en que el
lucro ó retribución del industrial no pueda,
en absoluto, conciliarse con esta condición
indeclinable, es una industria condenada
fatalmente a perecer mas tarde ó mas
temprano, sean cuales fueren los arbitrios a
que se recurra para darle vida. En Portugal,
como en cualquier otro país, concíbese la
desaparición de esta ó aquella industria
agrícola. Entre los dos términos inmutables,
inexorables como el destino: existencia de la
agricultura y suficiencia del salario, tiene la
sociedad necesariamente que buscar la
solución de cualesquiera dificultades
económicas que puedan comprometer
nuestra, no diré casi única, pero si
capitalísima industria. Proponer que se
reduzca indefinidamente el precio de trabajo,
sin indagar hasta dónde esa reducción podrá
conciliarse en cada distrito ó provincia con la
existencia de la familia del obrero, será la
disolución: es que de cierto solución no es.
Soy cultivador, vivo en el campo en medio de
otros cultivadores y oigo frecuentemente las
quejas contra la elevación siempre creciente
de los salarios. He pensado en una cuestión
que me toca también. Sé cuán difícil á veces
es saldar los gastos de producción con el valor
mensual del producto por un saldo positivo;
138

pero de esos gastos los que el labrador tiene


siempre presentes ante la vista por su
permanencia son los de los salarios y jornales.
Son los salarios y jornales los que le obligan
mas veces a realizar en circunstancias
inoportunas el valor de los productos.
No sabiendo en general distinguir con
exactitud los gastos productivos de los impro-
ductivos, los excusados de los inevitables,
avalúa su índole apenas por los guarismos
que los representan, por los obstáculos que le
suscitan y por los apuros en que lo colocan.
Los mayores y mas frecuentes son los peores.
Ved en resumen su criterio. Para él el ideal de
lo improductivo es el impuesto, y no
encuentro imposible que hasta cierto punto
tenga razón. Sin embargo, el impuesto, que
en su espíritu se confunde con la extorsión,
con la expoliación, lo irrita, pero lo irrita una
vez al año. El salario ó jornal es la espina que
lo pincha unas veces mas, otras menos, en la
alza ó en la baja; pero de continuo es el
manantial perenne de cuidados, de
repugnancias, de cóleras, de debates. Las
causas que mas concurren para atenuar y
aun para invertir la proporción entre el
importe del artículo y el valor del producto,
tanto las que puedan provenir de su
abandono, de su imprevisión, de sus pocas
luces, de sus preocupaciones tradicionales ó
de la laxitud de sus hábitos, como las que
139

provengan de los vicios de las instituciones,


de las leyes, de los reglamentos que directa ó
indirectamente tropiezan con la agricultura y
hasta las que derivan de la perversión de las
costumbres públicas, raras veces las considera
y aprecia en sus relaciones exclusivamente
agrícolas. Los efectos de esas causas no se
exprimen en reis, no se especifican en el
diario, supuesto que se dé el caso de tener él
algún simulacro de contabilidad, aun
cuando sea asaz simple para serle posible.
Quisiera yo que se aplicase a cosas tan
variadas y complejas el discámetro de la
economía rural, para avaluar con justicia é
imparcialidad la parte que les corresponde y
lo que pertenece al salario en las dificultades
en que se dice laborar la agricultura y que no
dudo se den en ciertos casos. Si hubiésemos de
seguir este camino, me parece que sería un
poco extenso el suplemente a las cuestiones
del interrogatorio que V. E. tuvo la bondad de
remitirme.
Mas si envuelto en la acusación contra
causas deprimentes de la agricultura, el
salario rural tuviese que sentarse a su lado en
le banco de los reos, es necesario que no le
pongan máscara; que lo lleven allí con su
verdadero aspecto. No es sólo en sus
exageraciones transitorias como él debe ser
considerado. La índole del salario agrícola es
diversa de la índole del salario fabril.
140

El fabricante, bajo el techo de su fábrica


abrigada detrás del paredón proteccionista,
produce para un mercado que no suple
completamente y cuyos vacíos debe venir a
llenar, saltando por encima del paredón, el
producto similar extranjero.
Los efectos de eso, sobre todo en un país
pequeño, los conoce de cierto V. E.
Que el motor y los mecanismos funcionasen
bien; que la mala administración no
comprometa la fábrica y el operario fabril que
cumpliere con su deber podrá contar con un
salario mas ó menos elevado, pero regular en
todo el curso del año. Las oscilaciones son
aquí pequeñas, y raras las interrupciones del
trabajo.
Son otras las condiciones del asalariado
rural.
Es verdad que el salario del criado por año,
tiene hasta cierto punto analogía con la
retribución de la labor fabril, porque asegura
poco mas ó menos al criado la habitación, el
vestido y el alimento para todo el año.
Pero por la naturaleza de las cosas, por
motivos que fuera demasiado largo
enumerar, el criado está siempre expuesto a
pasar a la situación de jornalero.
141

Con relación a esto es en lo que es grave la


cuestión. En el jornal las variaciones son
repentinas, violentas, desordenadas.
En estos sitios donde vivo, la constitución de
la propiedad rústica y de la industria agrícola
se aproximan bastante al tipo ideal (ideal al
menos para mí) de la buena organización de
la agricultura.
La población aquí no es excesiva, pero es
bastante numerosa: las aldeas crecen y hacen
crecer; los arenales huyen para el horizonte
ante el brillo del pico y de la azada. Y toda
vía, cuántas veces en un domingo, después de
misa, en la playa el labrador, el gerente ó el
capataz se ve forzado a pagar el vicio para el
jornal de 340 á 360 reis durante la semana y
al domingo siguiente hace el favor de pagar
de 140 a 160 reis! De cierto, aquel jornal de
340 a 360 reis, asociado al producto del
trabajo de la familia y al producto líquido del
arrendamiento (courella) de la viña y de
fuero (foro) que por vía de regla el jornalero
posee (no sé si V. E. conoce bien la entidad
foro: el foro es el grande movilizador de los
campos, el suplente eficaz del párroco y del
maestro de escuela, mitos que la poesía
política inventó para entretenimiento de los
parlamentos y de las secretarías); aquel
jornal, digo, excede lo indispensable para
satisfacer las precisiones, por otra parte tan
limitadas, de la familia rústica.
142

¿Pero puede decirse lo mismo del jornal de


140 a 160 reis, ó irán los temas económicos
de los días felices á suplir las faltas del
insuficiente salario, y sobre todo a su
carencia absoluta en los días, las semanas y
hasta los meses de lluvias pertinaces, en que
la tierra empapada en agua se rehúsa al
consorcio con el trabajo de mano? Los
jornales de 340 a 360 reis son la excepción:
los vulgares son 140 a 160 y los que oscilan
entre estos guarismos y el de 240 son bastante
raros, fuera de los que se exprimen por caros.
Coinciden las alzas excesivas, repentinas, con
las siegas, con las cavas y rellenos, con las
podas, etc. Sin embargo, es necesario atender
al período de su duración.
La naturaleza no se dobla a los caprichos y a
los cálculos, á veces ineptos, del hombre: el
cultivador que tiene aquellos ó yerra estos, lo
paga. Los trabajos han de hacerse a tiempo,
de lo contrario ahí está el producto con el
látigo en la mano para castigar al reo. Son
cuestiones de tres, de cuatro ó de seis
semanas. Ahora bien: por aquí el calendario
se empeña en afirmar que el año se dilata por
52 de estos período semanales; la aritmética
protesta que 35 ó 40 son guarismos superiores
a 12 ó 15, y la fisiología y la higiene mas
rudimentales, continúan impasibles
mostrando que la familia del obrero ha de
comer y vestirse todos los días y abrigarse de
143

noche de las injurias de la atmosfera; hechos


indispensables, fatales, en tanto que la
ciencia no mande lo contrario.
A vista de esto y del interrogatorio que V. E.
me remitió, estuve tentado a indagar si una
porción de nuestros trabajadores, al
aproximarse la época de esos trabajos,
acostumbran ir a contemplas las florestas
vírgenes de la América y volver al despeñarse
el salario de las alturas de lo excesivo a los
limites melancólicos de lo insuficiente.
Obstaba la distancia; no tuve remedio sino
absolver al Brasil, al menos en relación a mi
localidad, de la elevación desordenada del
salario.
Desconfío de que empiezo a ser importuno
con esta carta, ya en demasía larga. Es vasto
el asunto. Pida V. E. a Dios que la
multiplicidad de mis ocupaciones no me
permita volver a importunarlo tan pronto.
De V. E. amigo y servidor.

A. Herculano.

V.
144

Las cartas del señor don Alejandro Herculano


que transcribimos en el capítulo anterior,
confirman que sólo debemos aspirar a
promover una corriente de Inmigración
estimulada por medios indirectos. Este siste-
ma se armoniza completamente con los
intereses del país, puesto que así promoverá
la venida de la Inmigración en mejores
condiciones de aclimatarse aquí y obteniendo
que desde su llegada a la República se
entregue confiadamente el trabajo de la
industria, que aumenta el inventario general
de la riqueza de la nación por los productos
que ofrece al consumo y a la exportación.
Buscar el bienestar de la Inmigración que
venga a domiciliarse en el país, será el medio
mas eficaz de estimularla.
Ningún escrito ejerce tanta influencia sobre
sus conterráneos, como las cartas que los
inmigrantes dirigen a sus parientes y amigos
que residen en el otro lado del Atlántico.
Para que esas cartas se escriban en el sentido
de dar buenas noticias de este país, será
preciso que los nuevos huéspedes gocen de
una segura tranquilidad en su hogar,
encuentre garantías en sus derechos
autonómicos y, en fin, no tengan tropiezos
que les impidan utilizar todos sus esfuerzos
en los trabajos de la industria a que se
dedican.
145

Reconociendo la necesidad de preparar el


terreno para la Inmigración, resolvimos en la
primera parte de este estudio, bajo el título
“Consideraciones preliminares”, pedir como
puntos de arranque las leyes que deben
hacer efectivas las mejoras siguientes:
. El deslinde y la afirmación de la propiedad
rural, porque la Inmigración no se podrá
dedicar con ahínco a formar un patrimonio
para su familia mientras el derecho sobre sus
bienes territoriales o sea indestructible.
. La organización de la policía civil, porque la
Inmigración necesita mas aun que los hijos
del país la protección de la autoridad pública
a favor de las garantías que la Constitución le
concede.
. La organización municipal, porque la
Inmigración debe poseer todos los derechos
inherentes a los avecindados en una locali-
dad, para defender con eficacia los intereses
de sus capitales; porque los inmigrantes en la
calidad de tutores de sus hijos menores que
son ciudadanos de la República no pueden
estar apartados de todo el movimiento políti-
co sin perjudicar los intereses que tienen el
deber de defender durante la menor edad de
sus dichos tutelados; y porque, en fin, los
inmigrantes que tanto contribuyen al
engrandecimiento del país, no deben tener
146

una existencia comparable a la de los simples


forasteros.
. La organización del plan de vías de
comunicación y su desarrollo, porque la
Inmigración que viene a establecerse en el
país para permanecer en él debe saber los
medios de movilidad con que cuenta para el
servicio de su industria.
. El reglamento sobre el trasporte de
inmigrantes, porque la Inmigración necesita a
su llegada a los puertos de la República
encontrar un agente oficial que la proteja en
sus primeros pasos en tierra extraña.
. La reforma de la Oficina de Inmigración,
porque la Inmigración precisa al contraer
cualquier compromiso, la presencia de una
autoridad pública que impida el que sean
agredidos los nuevos huéspedes.
. La reforma de la tarifa aduanera, porque la
Inmigración necesita que no se le graven con
fuertes derechos de importación los artículos
ó herramientas que mas sirvan como
auxiliares a los ramos de industria que se
propone fundar en el país.
. La organización del crédito hipotecario-rural
y agro-pecuario, porque la Inmigración no
podrá tener halagüeñas esperanzas del
resultado de sus tareas agrícolas, en tanto no
existan en el país instituciones que presten
147

ese instrumento vivificador de la industria


llamado capital, y éste en condiciones de ser
ventajosamente utilizado.
Como se ve, la Inmigración no exige mas
sino que el país se constituya en condiciones
de un orden completamente normal. Todo lo
que se reclama a favor de la Inmigración, es
lo que vienen desde largo tiempo pidiendo,
especialmente, los avecindados en nuestra
campaña.

VI.

Analizaremos en este capítulo, de los


habitantes de Europa cuáles son aquellos que
mas conviene atraer al país.
Creemos que no admite controversia que de
todos los pueblos del viejo mundo la
Inmigración que preferentemente debemos
esforzarnos en recibir es la de las Provincias
Vascongadas de España. Los habitantes de
aquella parte de la península española son
activos, inteligentes, laboriosos, moderados
en sus costumbres, pacíficos y de afable
carácter. Después del vasco, el gallego, el
asturiano; todos los habitantes, en fin, de la
costa cantábrica son apreciables por sus
prendas, buenos agricultores y ganaderos.
148

Los vascos franceses, los portugueses de las


provincias del Minho y Douro, los insulares
de Azores, Madera, y los españoles de las
Canarias y Baleares, son también inmigrantes
de provecho para el país y prácticos en
varios cultivos adaptables al suelo de la
República.
La alta Italia y la central poseen también
abundante población agrícola que podrá
venir con poco esfuerzo a sacar utilidad de
nuestros campos; y la Inmigración suiza, la
alemana, la belga y de la Alsacia-Lorena, con
su personal a mas de agricultores, artesanos
familiarizados en diversos géneros de
industria tan comunes en sus respectivos
países, y muchos que todavía tienen su
asiento en el mismo hogar de la familia y aun
en la cabaña del pastor. Daríamos así
nacimiento a nuestra industria manufacturera,
para la que contamos con tantas materias y
que hoy se exportan en bruto para sernos
importadas con un aumento de valor
considerable.
No falta, pues, de donde traer Inmigración
conveniente, lo que se logrará tan luego
como haya voluntad decidida de hacerla
venir ocupándonos de los medios hábiles
para conseguirlo
149

VII.

Después de promulgadas las leyes y


reglamentos que deben hacer efectivo el plan
de reformas que indicamos en la primera
parte de este estudio, la cuestión práctica de
estimular la Inmigración se reduce a bien
poco trabajo.
En el exterior no necesitará el país otros
agentes que sus cónsules, y éstos tendrán
apenas la misión de hacer circular pequeños
folletos que narren con veracidad todas las
noticias que puedan interesar a los inmi-
grantes, así como hacer publicar en los
diarios de su distrito consular los datos
estadísticos mas recientes que muestren el
progreso de nuestra industria, y prestar
cualquier informe que deseen conocer todos
los avecindados en la localidad donde exista
un consulado de esta República.
Aquí la Oficina de Inmigración tendrá el
encargo de recibir los inmigrantes, alojarlos
en el hotel para ellos destinado, buscarles
empleo, dar aviso público de que está
autorizado a adelantar el pasaje de las fami-
lias que ofrezcan garantías de moralidad y
cuyos parientes ó amigos ya aquí avecin-
dados, vayan allí a declarar que desean
hacerlos venir para la República; vigilar sobre
el bienestar de los inmigrantes
150

cuarentenarios, y, en fin, redactar cualquier


contrato de aparcerías ú otros en que tomen
parte los inmigrantes, y proporcionarles a
todos, los medios de trasporte para cualquier
punto del interior ó litoral del país.
Para disponer de los pasajes, bastará dar aquí
una orden a los agentes de los vapores que
hacen la carrera de Europa, designándose
desde luego el número y nombre de las
familias de los inmigrantes a quienes el Esta-
do garante su trasporte. El pago se realizará
en el acto de llegar aquí los inmigrantes.
Para que haya seguridad de que sean
avisadas a tiempo las familias invitadas por
sus parientes ó amigos para venir aquí a
establecerse, se pedirá a éstos una segunda
vía de sus cartas de aviso, y junto con la lista
de los pasajes que el Estado autorizó, se
mandarán a los cónsules para que las hagan
entregar a los interesados.
Si los recursos que el Estado tiene a su
disposición alcanzan para hacer adelantos a
un número mayor de familias de inmigrantes,
se podrá autorizar a los agentes de las com-
pañías de vapores para que en cada viajen
reciban bajo la garantía que no puedan
cometerse abusos en el trasporte de los
inmigrantes que en Europa se embarquen en
virtud de la autorización dada a los agentes
de las compañías, éstos se constituirán
151

obligados a reexportar y pagar cualquier


gasto que hagan las familias que ellos allá
contrajeron la responsabilidad de admitir a
bordo de sus vapores sin que estuviesen en
las condiciones exigidas por la ley especial
de Inmigración.
Los pasajes que el Estado tiene a su
disposición en cada viaje de los vapores con
prerrogativas de paquete, deberán ser
ofrecidos a los inmigrantes que desean ir a
Europa en busca de sus familias y aun a
promover la venida de sus compatriotas.
Suponemos que el Estado podrá obtener una
rebaja en el precio de los pasajes que el
gobierno autorice, desde que el número de
esos pasajes se eleve a cierta cantidad.
No aconsejamos que el adelanto del pago de
pasajes por cuenta del Tesoro nacional se
conceda mas que a las familias, puesto que
son éstas las que mas garantías ofrecen de
permanecer en el país.
Entendemos que el Estado debe limitarse a
hacer los adelantos de los pasajes, porque los
inmigrantes que vengan a dedicarse al trabajo
de nuestra industria, fácilmente conseguirán
reunir economías con que reembolsar ese
gasto, y también porque el hombre de
trabajo se deshonraría al recibir una limosna,
bajo cualquier forma que se le ofreciese.
152

Respecto de los gastos en las cuarentenas,


suponemos justo que a lo menos a los
inmigrantes que vengan constituyendo fami-
lias se les dispense de semejante pago. Ese
gasto proviene de una necesidad pública, por
el cual no es muy justo responsabilizar a los
inmigrantes durante los días que se les priva
de ganar su salario.

VIII.

Hemos subordinado este estudio sobre


inmigración a todas las conveniencias,
inclusa la de atender a las circunstancias del
Tesoro nacional.
Los gastos que indicamos del Estado se
reducen a lo menos que es posible; como
ser:
. La fundación de un edificio que sirva para
hotel de inmigrantes.
. En los casos precisos pagar el costo de
alimentos de cuarentenarios que vengan a
domiciliarse en el país, y siendo inmigrantes
que se acompañen de sus mujeres é hijos.
Al compararse el valor de esos gastos con los
beneficios que la Inmigración reporta a la
riqueza general del país, se encontrará un
inmenso saldo a favor directo del Tesoro
153

público y aun mayor en el inventario general


de los bienes sociales.
Los yankees dicen que cada inmigrante que
se establece en su país enriquece en 800
dollars el inventario general de la nación. Sin
embargo, no son pocos los gastos y favores
que el gobierno norte-americano prodiga a la
Inmigración.
La Unión Americana posee «Casas de trabajo
continuo», donde los inmigrantes apenas
llegados tienen desde luego quien les pro-
porcione los medios de emplear su actividad,
y donde los Estados disponen a favor de la
colonización de inmensidad de campos
nacionales. Y en las aduanas está autorizada
la libre entrada de derechos a cierta cantidad
de útiles que presente cada inmigrante.
A pesar de todo eso, en el año 1873 el
gobierno norte-americano pidió al Congreso
nuevas medidas, conducentes al mayor
desarrollo de su fabulosa corriente de
Inmigración.
Entre otras medidas se indicó que el trasporte
de los inmigrantes, ya hecho gratis por los
ferro-carriles, se hiciese siempre en trenes
como los ordinarios para pasajeros. Asimismo
que las compañías de railways de los Estado-
Unidos pagasen una indemnización de 5,00
dollars a la familia de todo inmigrante que
154

fuese muerto por algún accidente en el


tránsito de sus líneas.
Los gastos destinados a la Inmigración son
efectivamente gastos reproductivos. En las
sociedades nuevas, el promover de
Inmigración no es hacer sacrificios, aun
cuando se tenga que pedir capitales sobre el
crédito nacional para la introducción de
brazos. En el aumento de la producción
encuentra el país un aumento de riqueza y
las rentas del Estado mayores utilidades.
Sólo la producción es riqueza, y ésta no pue-
de obtenerse sin sus naturales agentes de
trabajo, como lo son esas numerosas legiones
de obreros que vienen a poblar el Nuevo
Mundo.

IX.

En la concurrencia con los demás Estados de


este vasto continente sobre los incentivos
para los inmigrantes, este país ofrece algunas
ventajas importantes. La fertilidad de nuestro
suelo reunida a la amenidad del clima, son
condiciones que el inmigrante no encontrará
mejore en ningún otro punto de América.
Es cierto que el Estado no puede disponer de
vastas extensiones de terrenos a favor de la
155

inmigración; pero no será eso un gran


inconveniente, desde que los particulares los
ofrecen a precios módicos.
Aquí no tenemos, felizmente, al bárbaro
indio poniendo en amenaza constante la vida
y la fortuna de los inmigrantes que van a
establecerse en los puntos mas extremos de
nuestro territorio.
Aquí sólo necesitamos que los poderes
públicos se decidan a prestar preferente
atención al aumento de Inmigración, por su
importancia bajo el punto de vista político,
financiero y económico.
Como importancia política, la inmigración
vendrá a hacer que la República adquiera la
fuerza que da el número de sus habitantes y
el aumento de sus nuevos ciudadanos con
los descendientes de los huéspedes que se
cobijen bajo el pabellón nacional.
Como importancia financiera, la Inmigración
vendrá a desarrollar la producción, elevando
por ese hecho las rentas del Estado; ese
aumento natural de rentas que el país nece-
sita para solventar sus pesados compromisos
de la actualidad y colocar el crédito nacional
a la altura que le corresponde.
Como importancia económica, la Inmigración
promoverá el desarrollo de nuestra actual
industria y hará fundar otras especies de ella
156

que nos den el derecho de tener un puesto


distinguido entre la comunidad de las
naciones progresistas.
La Inmigración es, pues, el molde de ese
bello poema llamado producción: ella es la
que pone de manifiesto ese inagotable
venero de riqueza — la tierra -: cábele a ella
en todos los tiempos la gloria de inaugurar
los beneficios de la gran mina que sigue en
el trascurso de los siglos sirviendo a las
generaciones venideras.
Los inmigrantes son los agentes de la
civilización que fomentan la fortuna positiva
de las nuevas sociedades. En fin, el trabajo
del hombre es un elemento indispensable
para la creación de todo cuanto satisface las
necesidades y los goces de la vida humana.
157

COLONIZACIÓN.

Para emprender con proficuo resultado la


grande obra de colonizar nuestras desiertas
campiñas se hace indispensable que los
poderes públicos tomen en consideración lo
que decimos en los anteriores capítulos bajo
el título “Consideraciones preliminares”.
Sin la promulgación de leyes que aseguren el
bienestar de los colonos en el sentido mas
amplio, el pretender colonizar, en lo que
significa racionalmente organizar colonias
que contribuyan por el aumento de la
producción al mayor enriquecimiento de la
fortuna social, será una ridícula pretensión,
sino algo mas; como eludir a los colonos que
158

se dedican a aceptar las engañosas promesas


que tantas veces ofrecen los iniciadores de
tales empresas con perjuicio de los intereses
generales, porque los desengaños vienen
después en descrédito del país donde han
venido a asilarse aquellos.
No nos expresamos de este modo dando una
simple opinión particular. Son hechos cono-
cidos de todos los que han estudiado esta
materia, las tristes consecuencias que resulta-
ron de pretender colonizar los desiertos
territorios sud-americanos suponiendo que
los colonos eran una mercadería de la misma
especie y naturaleza de los artículos de
consumo que se piden a los mercados
exportadores de Europa.
Oigase lo que en 1872 decía el Sr. D. Adolfo
Ibañez en su Memoria sobre Colonización
presentada al Congreso de Chile:

Es bien sabido que el descrédito de nuestros


primeros ensayos coloniales, provino de la
falta de preparación conveniente para recibir
é instalar a los colonos. No se habían medido
ni acequiado las tierras destinadas a este
objeto.
Después de llegados los primeros colonos á
la provincia de Valdivia, resultó que no había
aun terrenos fiscales á propósito para
159

repartirles. Estas contrariedades unidas a las


del clima, no podían dejar de producir una
mala impresión en el colono a mas de desa-
lentarlo. Como era evidente, este des-
conocimiento debía naturalmente reflejarse
en la patria originaria de que procedían; esto
fue lo que sucedió con gran descrédito
nuestro, pues el eco de sus quejas repercutió
con doble acento a medida que eran mas
grandes las distancias que tenía que recorrer.
Esto es y será siempre el efecto de un mal
comienzo. Aleccionados ahora por la
experiencia, debemos principiar por preparar
los terrenos colonizables, de manera que a su
llegada el colono pueda entrar inmedia-
tamente en posesión de él sin pérdida de
tiempo proceder a sus trabajos, y que una
vez instalado, no sufra molestias ni
interrupción en sus tareas, ya por disputas,
ya por embarazos que le susciten los demás
vecinos ó las autoridades; es preciso que
desde el primer día el colono se considere
como dueño pacífico y tranquilo poseedor
de la tierra que va a cultivar y sobre la cual
funda todo su orgullo y expectativa.
Mientras no se renuevan estos impedimentos,
la obra de Colonización habrá de paralizarse
forzosamente, ó al menos marchar con tales
tropiezos, que sería muy aventurado dor
principio a ella, cuando podíamos compro-
160

meter su éxito, exponiéndose a un fracaso de


irreparables consecuencias.
Efectivamente, el emprendimiento de obtener
Colonización, sólo dará buenos é inmediatos
resultados cuando los Poderes públicos
hayan tomado todas las providencias que
puedan ofrecer a los nuevos huéspedes
garantías de toda especie para seguridad de
su presente y futuro.

II

Una prolija y bien meditada ley sobre


Colonización, es el acto legislativo que debe
preceder a las medidas administrativas que
fueron indicadas cuando discutimos la
cuestión “Inmigración .”
Dicha ley servirá de regulador al proceder de
los empresarios que se decidan a fundar
colonias en cualquier punto de la República,
y de protección a los colonos contra los
especuladores de mala ley que por modos
diversos acostumbrados rebajar a la condi-
ción de humilde siervo ó esclavo a los
braceros que contratan para el servicio
agrícola.
Aquí, como en casi todo el Sud-América, los
inmigrantes demuestran gran repugnancia en
161

aceptar las invitaciones de domiciliarse en el


interior de estos países; porque entre otras
causas, son muchos los abusos que se han
cometido contra los braceros que para allí
van, según cualquier forma de contrato, a
empeñarse a trabajar bajo la dirección de
ciertos influyentes personajes que poseen
toda la autoridad de dominio en una larga
extensión de territorio.
Cualquiera que sea la forma por que un
particular ó los empresarios de colonias
contraten el servicio de sus trabajadores, la
autoridad pública ejecutora de las
disposiciones de la ley que se cometan los
abusos de faltar al pago de salarios ganados
honrada y costosamente por arduos
esfuerzos de energía física é intelectual.
Promulgar una ley que imponga severas
penas a los abusos de la posición de los
colonos, será el medio eficaz de conseguir
que desaparezca entre los inmigrantes la justa
repugnancia de dedicarse a los trabajos
agrícolas en el interior de la República.
En el seno de las colonias regularmente
organizadas, fácil será evitar cualquier abuso
cuando, como ya dijimos, una sabia ley las
reglamente y la justicia pública haga castigar
los crímenes que se le denuncien.
Desde que el colono para con los empre-
sarios de las colonias no pierda ninguno de
162

sus derechos individuales, que la ley lo


considere allí en el mismo caso de cualquier
habitante de una ciudad ó villa de la
República, difícil será haber motivo para
abusos de autoridad por parte de los
gerentes de las colonias.
Para seguridad de los capitales empleados en
empresas coloniales bastará que se autorice
que las cuestiones referentes al cumplimiento
de contratos de los colonos de decidan bajo
una forma especial de juicio arbitral.
Extendiendo la organización municipal, co-
mo lo creemos conveniente, hasta los
agrupamientos de población llamados
colonias, mas independiente y libre será la
posición del colono; él tendrá entonces una
parte directa ó indirecta en las cuestiones de
administración pública dentro de la misma
colonia.
El sistema de fundar colonias subordinadas al
egoísta principio de sólo valorizar terrenos
incultos, para así fácilmente encontrar quien
se los pague al especulador y después de
obtenido ese resultado negar a los colonos el
derecho de servirse de los montes y aguadas
que antes se les había prometido para poder
usufructuar todos los avecindados en la
colonia, es hecho que no se repetirá mas
desde que se reglamenten las colonias y
cuando en dichos núcleos de población se
163

organicen municipalidades con las atri-


buciones generales que se fijen para todos
los poderes locales del mismo orden.
Dar al colono toda fuerza moral de que el
hombre libre necesita en su vida social, es el
medio de conseguir buena Colonización. El
colono en el mismo hogar de la familia tiene
una misión social importante que desem-
peñar. Esa misión es la educación de sus
hijos, que un día tienen como ciudadanos el
deber y derecho de dar su voto en todas las
cuestiones políticas, y algunos de ellos que
desempeñar delicados cargos en el
funcionalismo público.
Esto no es una simple suposición; es un
hecho que cuenta en la historia de las
naciones del Nuevo Mundo repetidos
ejemplos. Y en la misma Europa ¿cuántos
hombres nacidos en humilde cuna no
llegaron a ser distinguidos por sus
conciudadanos con el honroso título de
glorias nacionales?
El tan renombrado Shakespeare, era hijo de
un carnicero.
El popular Beranger, ni de sus padres recibió
el pan del espíritu: debió su educación a su
abuelo, un pobre sastre.
Si nos apartamos de los grandes genios de la
poesía y la literatura y buscamos grandes
164

hombres entre los mas celebres fundadores


de nuevas industrias, y de un origen
humilde, encontramos:
Que el celebre fabricante de porcelana
Bernardo Palissy era hijo de un oficial de
vidriero y tan pobre que ni educación escolar
recibió. Y por eso Palissy decía: “El único
libro que tuve fue el cielo y la tierra, que a
todos los hombres está concedido conocer y
leer.”
En las ciencias deslumbra el nombre de
Guillermo Herchel, hijo de un pobre músico
alemán.
En fin, en nuestros días hemos visto que al
alto puesto de primer magistrado de la
primera nación americana subió Abrahan
Lincoln, que pasó sus primeros años en la
soledad de los bosques cortando y aserrando
maderas para los cercados de las haciendas
del Illinois.
Sería preciso escribir un grueso volumen para
decir cuántos hombres célebres descienden
de familias en condiciones de pobreza.
El vicio, la virtud, la imbecilidad y el talento
son atributos de la naturaleza que germinan
en las facultades humanas entre los hombres
que habitan la cabaña del pastor en los
desiertos, como entre los que nacen en los
165

palacios de los reyes en el centro de las


grandes capitales.
Si así no fuera, nunca se habría conseguido
proclamar el santo principio de igualdad
entre los hombres, ni tampoco los títulos de
mérito se podrían dar a todos los que han
contribuido a los progresos de la humanidad.
En sociedades jóvenes como esta, cuya
población nativa crece ó se multiplica en su
mayor parte descendiendo de la corriente de
inmigración que se recibe casi diariamente, el
hospedaje ofrecido a los colonos debe ser
semejante al cuidado que merece al
agricultor la semilla que emplea para hacer
productiva la tierra que cultiva.
Preferimos hacer esta imagen de positivismo y
conveniencias, a hablar de los deberes de
humanidad y de los tan pregonados derechos
del hombre al tratar de los colonos; porque
los sermones en este tono no alcanzarían a
penetrar en el entendimiento de la gran secta
de positivistas, que nada conceden sin recibir
en cambio algún provecho. Para los hombres
de corazón y verdaderamente liberales, sobre
este punto bastará recordarles la urgencia de
hacer prácticos los principios de su credo
religioso y político.
Reconocida la tierra como el manantial de
todas las riquezas, y como dice Rousseau, “la
primera, la mas honesta y noble ocupación
166

del hombre”, negar a los que se emplean en


su cultivo igual consideración, iguales goces
de libertad que a otras clases, llega a ser la
mas flagrante de las injusticias.
Entre los trabajos que se ejercen en las
grandes oficinas manufactureras y los que se
ejecutan en las granjas, no hay diferencia
esencial. En ambas especies de oficinas se
necesita a la vez para la producción el
conocimiento de ciertos ramos de ciencias y
artes.
La agricultura es además la madre de todas
las industrias y la que constituye la mayor
riqueza de las sociedades laboriosas.

III.

La tierra sin producción no representa á sus


dueños un capital lucrativo, ni tampoco el
mismo valor estimativo que irá a darle la
instalación de un vecindario dedicado a la
labor de la industria agrícola.
Además, a nuestra razón no se oculta que
hay justificable necesidad de que los
gobiernos de la República, cualquiera que
ellos sean, se limiten a gestionar los grandes
negocios del Estado.
167

Para el desarrollo de las empresas útiles a


nuestro progreso social bastará conseguir que
los gobiernos no entorpezcan su marcha ni
les preparen directa ó indirectamente los
obstáculos que comprometan sus intereses,
en el presente y porvenir.
A pesar de las mil fracasadas empresas que
han hecho tímidos a los hombres
acaudalados en nuestra sociedad para
emprender nuevos proyectos, el deseo que
hoy todos tienen de valorizar sus fortunas les
llevará por cierto a emplear una parte de sus
capitales disponibles en aquellas empresas
que preparadas con elementos sólidos les
aseguren un éxito favorable.
Esperar de la iniciativa particular la fundación
de colonias agrícola-industriales, no es una
simple aspiración de buenos deseos, sino
una prueba de buen sentido; es el medio de
organizar mejor nuestro sistema de
producción; el único medio de empujar al
país a su enriquecimiento para poder realizar
muchas de las liquidaciones que en la
actualidad exigirían de otro modo
incalculables pérdidas.
Vamos, pues, al fondo de la cuestión,
discutiendo la fundación de colonias
agrícola-industriales fundadas por la iniciativa
de capitales particulares.
168

IV.

Los detenidos estudios teórico-prácticos que


ya se han hecho sobre los variados sistemas
de organizar colonias, demuestran que la
formación de estas pequeñas sociedades
exige un mecanismo casi tan completo como
el de un Estado para que sus resultados
respondan a un pensamiento económico.
En los países sud-americanos es preciso
tomar como base de la industria de las
colonias el trabajo agrícola, pero a la vez
ejercer otros ramos de la actividad humana
distintos de los de contribuir exclusivamente
a la producción de la tierra.
En suponer lo contrario existiría un grave
error. Sería considerar que en una colonia no
estaría domiciliada una población con todas
las costumbres mas ó menos perfeccionadas
de las modernas sociedades.
Desde que no sean hombres en su estado de
completa ignorancia de los usos de la
civilización los que constituyan las colonias
que estamos empeñados en estudiar,
juzgamos indispensable que se les prepare
allí los medios de adquirir con facilidad todos
los recursos para satisfacer el mayor número
posible de sus necesidades y modestas
aspiraciones.
169

Además, como principio económico, la


producción agrícola, como en general todas
las producciones, exige que una parte de su
consumo sea inmediato para facilitar el
comercio de permutas en su movimiento
interno.
Y si nos fijamos en las conveniencias
generales de la producción agrícola, la
historia nos ofrece larga copia de ejemplos
de que la fundación de algunos ramos de
industria manufacturera en los centros de los
distritos agrícolas han dado los asombrosos
resultados de hacer allí mas lucrativos
servicios de la agricultura, a la vez de garantir
un gran vuelo a esa industria que beneficia
las materias primeras que el suelo produce.
Constituir bien organizadas colonias no es ni
será nunca la simple tarea de obtener brazos
que cultiven la tierra, dejando en olvido
todas las necesidades del agricultor. La tierra
no les producirá inmensas ventajas sin que
las otras fuerzas mecánicas de ciencias y artes
den a una parte de las materias primeras
obtenidas del suelo una forma de utilidad ó
aplicación inmediata.
En la localidad donde no se obtengan mas
productos que los directamente arrancados
de la tierra, y los que a la vez ofrezcan
simultáneamente los especiales auxiliares del
agricultor (el ganado),. allí las familias de
170

aquel conseguirán por cierto gran abun-


dancia de artículos de alimentación, pero
todas las otras necesidades de la vida les
serán costosas. En el tráfico de permutas que
establezcan con los mercados con que la
colonia se relacione tendrán muchas veces
que comprar los mismos productos que
hubiesen vendido, después de ser bene-
ficiados en las poblaciones ya instruidas en el
adelanto de los varios ramos de la industria
manufacturera.
El comercio de permutas establecido sobre
semejantes bases, jamás ofrecerá seguras
ventajas para nadie que allí emplee su capital
como multiplicador pasivo de la riqueza, ni
tampoco re-
compensará el trabajo como multiplicador
activo y fuerza viva.
En el movimiento interior de una colonia
agrícola, para que esta pueda prosperar se
exige la coexistencia de cierto tráfico
manufacturero que evite las pérdidas de
fuerzas muy importantes; tan importantes,
que deciden de la suerte de las empresas
coloniales.
171

V.

En relación al movimiento general del


comercio de permutas entre una colonia y
los mercados consumidores, debe hacer tal
facilidad de comunicaciones, que los
productos coloniales puedan con ventaja ser
ofrecidos en concurrencia con sus similares
de otras procedencias.
Siempre que para la venta de artículos de
cualquier industria se sacrifique una fuerte
parte de su valor para los gastos de trasporte,
la especulación será ruinosa para el
productor, puesto que en los similares de
otras procedencias cuyos gastos fuesen
menos onerosos, encontraría una invencible
competencia.
Para que cualquier industrial se habilite a
producir en condiciones ventajosas se deben
estudiar los precios que a sus competidores
les costará el artículo que piensan exponer a
la venta en los mercados de consumo ó
exportadores.
Así es que, fluviales ó terrestres, los medio de
trasporte que se encarguen de acortar las
distancias entre las colonias y los mercados
de consumo, ellos tienen una decidida
influencia sobre el progreso de aquellas.
172

Cuando se trata de fundar una colonia


agrícola, la idea preconcebida es
necesariamente la
de hacer producir una cierta parte del suelo.
Desde que se activa la producción hay
necesidad de consumo para que se complete
la operación mercantil; y aun mas: siendo la
producción en su legítima significación
económica dar valor al trabajo, ese valor
dejaría de formarse desde que los gastos en
la elaboración de producir y en el trasporte a
los mercados de consumo fuesen iguales ó
mayores que el resultado obtenido por el
productor en la liquidación por efecto de la
venta.
En el estudio de la institución de colonias,
para que sus resultados respondan a los fines
naturales de tales empresas, deben los
especuladores fundarlas obedeciendo las
reglas prescritas para que la producción
pueda ofrecer ventajas a los a que a ella
dediquen su tiempo y su capital activo y
pasivo.

VI.

Partiendo de la base de que se prefirió una


localidad a propósito para la fundación de
una colonia, esto es, una localidad que
173

ofrezca fáciles medios de trasportes para


algún mercado consumidor ó exportador y
donde existan montes y aguadas, entraremos
en el estudio de las demás necesidades de
una colonia.
Los especuladores que se dedican a este
orden de empresas, para que no hagan
cálculos alegres en cuanto á beneficios
inmediatos, deben tener presente que toda
industria y muy especialmente la agrícola
exige la inmovilización de un fuerte capital
en calidad de instrumento de producción.
En las empresas de colonias sería ilusorio
pro-meterse una pronta devolución a sus
dueños de los capitales en ellas invertidos.
La tierra auxiliada por la inteligencia y
actividad humanas, produce inmensas
riquezas; pero sólo lentamente permite el
reembolso de los capitales disponibles que se
destinan a su explotación.
Además del capital-suelo, el servicio de los
establecimientos agrícolas reclama para el
bienestar de los braceros y facilitar la
producción lo siguiente: casas para residencia
de los colonos; una múltiple cantidad de
valiosos instrumentos agrarios; oficinas,
depósitos, etc., etc. Se podrá decir sin temor
de errar, que los accesorios inmuebles de
una colonia constarán por lo menos una
exigencia de capital disponible para
174

inmovilizar una cantidad igual y hasta dos


veces mayor que el valor de la tierra donde
se funda dicha empresa.
Y si contamos otros gastos como los de
instalación, en que durante los primeros
meses hasta la manutención se deberá
abonar al colono como adelanto, y las
precisas existencias en depósito de diferentes
artículos de consumo ordinario de la colonia,
mejor se explica que además del valor en
tierras, haya que contar con una cantidad en
capital disponible igual ó doble del valor
territorial. En fin, incluyendo el capital que se
aplicará también a la organización de algunos
talleres de industria manufacturera, que
vendrán a dar y recibir auxilio de la misma
industria agrícola, se justifica aun mas que los
capitales invertidos en colonias no pueden
ofrecer pronta devolución a sus dueños y sí
únicamente el interés que les corresponde
con mas una cuota destinada para
amortización de los mismos.
La cuestión de fijar el capital de cualquier
empresa, especialmente de colonización,
tiene en la práctica trascendental importancia.
Los dueños de capitales disponibles, al
decidirse a tomar parte en cualquier
especulación ambicionan siempre tener
motivos de confianza en los cálculos y
promesas de los iniciadores de la empresa. Si
175

esa confianza no se justifica por los hechos ó


marcha de los negocios de dicha empresa,
con la mayor facilidad disminuye el
entusiasmo en una gran mayoría de los que
hayan tomado parte en la especulación.
En los negocios no hay mas elocuencia que
el positivismo de los números. Si a un
capitalista se le pide, por ejemplo, 10.000
pesos para realizar una especulación que
promete tal ó cual resultado y al cabo de días
ó meses se le dice haber necesidad de una
nueva entrada de capital para liquidar la
transacción, los iniciadores de la empresa
han perdido gran parte de la confianza de
aquel, aunque demuestren que la nueva
entrada de capital les ofrece multiplicar el
valor de los intereses que antes fueron
prometidos.
El capitalista, como todo hombre de negocio
que sabe como debe poner en juego su
fortuna, la reparte del modo que entiende
mas conveniente. Ese reparto quiere decir
que en una especulación compromete diez y
en otras veinte ó treinta, pero su limite no se
excede nunca con buena voluntad; y algunas
veces puede ser hasta imposible hacer una
nueva entrada cuando se le solicita.
Y dígase la verdad: los hombres de negocio
que aceptan esta regla como invariable en el
giro de sus capitales no podrán jamás
176

encontrar muy peligrosos resultados en sus


negocios.
Por cada vez que los iniciadores de cualquier
empresa decidan al capitalista a comprometer
en una especulación mayor suma que la que
él destinó en el acto de suscribirse a un
contrato y alcance feliz éxito, habrá veinte
sino cien en que ese proceder le ofrecerá
enormes pérdidas.
Las empresas que suelen fundarse con menos
capital que el necesario a sus elementos de
progreso y después van a pedir nuevas
entradas de capital suplementario, aun la
mejor dirigidas, sufren pérdidas en su
crédito, que mas ó menos les entorpecen su
marcha regular.
El simple hecho del pedido de capital
suplementario en sociedades anónimas ó en
comandita, decide a muchos de los primeros
asociados a proceder a la enajenación de sus
acciones en la empresa. Para que en un
mercado esos hechos produzcan malos
efectos poco importa saber que esas ventas
sean voluntarias ó forzadas. El conocimiento
de ellas en el mercado basta para influir en el
demérito de todas las acciones de la
empresa.
Y si supo en el mercado que alguno de los
vendedores de dichas acciones era persona
influyente entre el gremio de los capitalistas,
177

y que antes había sido un de los mas


entusiastas en el resultado de la
especulación, los efectos de semejante venta
son incalculables como perjuicio para la
empresa.
Hasta puede acontecer, y ha acontecido mas
de una vez, que el hecho referido y
practicado antes de una nueva emisión de
acciones, imposibilita la empresa de
encontrar nuevos asociados. El peligro de
calcular mal el fondo social de las empresas
en el acto de presentar su respectivo
prospecto ha ocasionado el fracaso de
muchas, obligándolas a precarias
liquidaciones.
Al estudiar la fundación de una empresa, sus
iniciadores deben, pues, tener la mayor
prudencia en el valor del capital que fijan.
Valdrá mas siempre para el crédito de ella no
pedir la realización de todas las entradas de
capital, a verse en la dolorosa necesidad de
hacer emisiones suplementares de nuevas
acciones.

VII.

Bajo otra faz es preciso aun estudiar las


conveniencias de las empresas llamadas
colonias, cuando sus iniciadores se
178

propongan el fin moral y material de


constituir asociaciones que sean dignas del
respeto y de la consideración de un pueblo
progresista.
Para que en el seno de las colonias se forme
una sociedad activa, moral y dedicada al
progreso de la industria, que sirva a las justas
aspiraciones de todos los asociados y además
pueda educarse en los deberes del hombre
ante la colectividad social, es indispensable
que su régimen interno no destruya el
principio teórico-práctico de las asociaciones:
el que estableció la razón natural para todas
las modernas y civilizadas sociedades.
Para que las asociaciones industriales tengan
su completa formación se reclama el
aunamiento de los tres grandes elementos de
la producción:
Capital,
Trabajo
Y talento.
Cada uno de estos elementos en la
distribución de los intereses de una empresa
recibe una parte, lo mas proporcional que
sea posible a su mérito ó valoración, de los
esfuerzos con que contribuye para las
utilidades de la especulación.
179

Siempre que se comete el error de que los


propietarios del capital saquen para sí alguna
parte de los intereses que pertenecen por el
orden natural al trabajo, ó vice-versa, el
trabajo desapropia el capital de alguna parte
de su renta; ese desequilibrio en las
compensaciones ocasiona crisis de terribles
consecuencias.
Y si una y otra de las fuerzas productoras
(capital y trabajo) niegan al talento su
modesta retribución, la riqueza social
disminuye y el trabajo tendrá que emplear
mayores esfuerzos sin los correspondientes
resultados.
La teoría del socialismo, sin la mezcla de su
degeneración en comunismo, es la doctrina
mas verdaderamente natural y lógica que el
ingenio humano combinó para la felicidad y
progreso de los pueblos.
La asociación empieza por la familia,
fortificase, con su participación en los
intereses colectivos del Municipio y
completase por la reunión de una
multiplicidad de fuerzas que constituyen lo
que se reconoce como Estados libres é
independientes.
En la estructura íntima de las asociaciones
industriales su mecanismo no debe ser
menos completo que en las asociaciones
político-sociales, cuando se pretende utilizar
180

moral y materialmente todos los legítimos


fines de su bien combinado sistema de
organización.
Y tratándose de colonias agrícola-industriales
en el Nuevo Mundo, donde el elemento
Trabajo lo vendrán aquí a ofrecer esas
legiones de obreros de la civilización — los
inmigrantes —, mas conveniente será respetar
los sanos principios del reparto de intereses
con esos legionarios de la industria moderna,
que miden su audacia con la de los antiguos
guerreros, porque no hay promontorio que
no perforen, río que no hagan navegable,
laguna que no aprovechen y terreno que
dejen permanecer improductivo.
Todo cuanto existe en el universo de
heroico, admirable y grandioso se ofrece en
la carrera industrial por el aunamiento de
estas fuerzas: capital, trabajo y talento.
Por los frutos de la industria se ennobleció la
modesta blusa del operario, elevando por sus
merecimientos a muchos de ellos al rango de
los prohombres que adquirieron glorias para
su patria y llegaron imperecederos beneficios
a la humanidad.
Si concordamos que la industria agrícola
sirve de base a la formación de la industria
manufacturera y ésta de cimiento a la
pirámide social, negar, pues, al trabajo
agrícola su justa recompensa, sería en todo
181

sentido un abuso de incalculable egoísmo y


un error de peligrosas consecuencias.
En nuestras especiales y favorables
condiciones sociales sería un doble error
emprender la resolución del problema de
Colonización bajo otra forma de la que
venimos aconsejando. Robar al trabajo la
parte que legítimamente le pertenece, sería lo
mismo que declarar a la Inmigración que
buscase otros países donde ofrecer su
actividad. Arrebatar al capital el interés que le
corresponde, sería forzarlo a no cooperar en
la gran obra de nuestra civilización.
En las explotaciones de empresas donde se
reparten mal ó injustamente los intereses que
ellas producen, desde luego se denuncia que
en su composición hubo el espíritu egoísta
de cínicos especuladores.
Que sea el usurero quien explota el trabajo,
humano por la fuerza del poder de su
dinero, ó que sea el desnaturalizado hombre
de blusa, con ó sin petróleo, quien encendía
ó arruina los talleres que el capital erige para
interés general de la comunidad, es cosa que
poco importa a la sociedad para condenar
esos propósitos miserables, fruto de
aberraciones del ser humano, calificando a
sus autores de monstruosos de la naturaleza.
Colonizar, a los ojos de nuestro
entendimiento debe significar constituir
182

sociedades dignas del progreso político-


económico de nuestro siglo.

VIII.

Si hay un lugar donde las sanas teorías de


asociación se pueden llevar fácilmente a la
práctica, es aquí en este extenso continente
americano. Aquí, donde todo está por hacer
y según la dirección que le den los
iniciadores de las empresas.
Aquí dispónese de tan vasta extensión de
territorio, que con mano pródiga se pueden
repartir varias zonas de él a los millares de
huéspedes que vengan a dedicarse a la noble
y proficua labor de la agricultura.
Y como el mayor y mejor incentivo para el
incremento de la producción es hacer dueño
del suelo aquel que lo labra, nada mas
racional que dar posesión al colono, con
todos los derechos de propietario, de la tierra
de que él se compromete a sacar las
utilidades que constituyen sus aspiraciones.
Confiar al colono, una casa para residir y un
terreno para trabajar, importa decirle: “ahí
tienes tu patrimonio y garantido el porvenir
de tu familia.”
183

Al hombre que confía en Dios al abandonar


su patria y viene a estas lejanas tierras a
ofrecer su trabajo, ¿qué mejor hospedaje se le
podrá dar que hacerlo agricultor-propietario?
Para los desposeidos de la fortuna en su
tierra natal ¿qué sublime poema no será el
Nuevo Mundo, donde a su llegada se les da
la posesión de una casa, de un terreno para
cultivar, instrumentos agrarios y manutención
durante los meses que la tierra exige que se
le concedan de plazo para la germinación de
las semillas que se depositan en su seno!
¿Qué efectos no producirán sobre la futura
corriente de Inmigración las noticias que a
sus conciudadanos envíen los nuevos
huéspedes acerca del país que les ofrezca
tales favores y comodidades?
Por mas ruda que fuese la inteligencia del
campesino que así se hospedase en el Nuevo
Mundo, sus votos de reconocimiento por una
hospitalidad semejante hablarían mas
eficazmente a los corazones no pervertidos,
que la dialéctica de grades sabios.
En la secreta formación del ser humano nada
ejerce mas influencia que la expresión del
agradecimiento de una conciencia que se
expande bajo la impresión de un natural
sentimentalismo.
184

La palabra del inmigrante en la aldea donde


habitan sus conterráneos posee mayor
autoridad que la circulación de miles de
noticiadores folletos redactados con la
elegancia de estilo en que hablan los mas
correctos escritores.
Cuando se desciende hasta analizar todos los
efectos de los deberes del hombre para con
la sociedad, cualquiera que sea el camino
que se tome, en ello venimos a encontrar
inmensos provechos que resultan de la
armonía entre sus intereses morales y
materiales.
La codicia, la avaricia y otras ruindades del
espíritu humano, sólo representan dolencias
semejantes a la peste y a la lepra; y como
estas enfermedades, también tienen su virus
que se propaga en las sociedades con la
misma fuerza de intensidad que dichos
mortíferos padecimientos físicos.
El estado natural del hombre no debe admitir
esas asquerosas corrupciones morales,
porque si así fuera, el hombre no se elevaría
sobre todos los seres por los sentimientos
que le comunica el destello divino llamado
alma.

IX.
185

Opinamos con la profunda convicción que


ofrece el estudio meditado, que el mejor
medio de organizar colonias será el dar
derecho de propietario a los que se encargan
directamente de la producción agrícola. Pero
de manera alguna aconsejaremos que se
regale a los colonos la tierra de que ellos
tomen posesión, ni tampoco todos los demás
valores que reciban para constituir el hogar
de la familia, si bien se les dé los
instrumentos del servicio de su industria y la
manutención de los primeros meses en que
empiecen sus tareas agrícolas.
El hombre que ofrece su trabajo no puede ni
debe igualarse al holgazán que vive a costa
de los esfuerzos ajenos, ni al limosnero que
implora la caridad porque sus enfermedades
le imposibilitan de ganar su manutención. El
inmigrante debe tomar un puesto en la
colonia del mismo modo que el artesano
tiene entrada en la fábrica.
La diferencia esencial del trabajo agrícola
comparado con el del artesano en la fábrica,
es que al primero le dan derecho sus
especiales tareas a aspirar a los favores del
crédito. El artesano encuentra para que su
trabajo produzca en el acto, un capital
invertido en instrumentos tan perfeccionados
y completos, que le dicen el valor de su
actividad en las horas que empleó. El
186

agricultor, aunque tenga a su disposición los


mas perfeccionados instrumentos no recoge
el producto de su diligencia sin esperar que
el tiempo haga su providencial elaboración
en el seno de la tierra.
Para el agricultor el uso del crédito es tan
legítimo y necesario como al comerciante en
el tráfico de multiplicar el movimiento de las
permutas. Y si se establecen comparaciones
entre uno y otro para avaluar hasta dónde se
les puede dispensar la influencia del crédito,
veremos que el colono-agricultor, por la
naturaleza de su trabajo, no oculta ni podría
ocultar las garantías de su labor al que le
favoreciese con algún adelanto, porque su
laboriosidad dirá a los peritos que la
examinen, el número de días, semanas ó
meses que allí existan de servicio acumulado.
Para el comerciante, en los favores del
crédito individual no hay mas base que una
suposición de buenas costumbres, autorizada
por hechos de su larga carrera mercantil, y el
capital probable que sirve de asiento a sus
operaciones.
En la cuestión de crédito a los inmigrantes
que van a poblar una colonia, siéndoles
dicho crédito suministrado directa ó
indirectamente por los empresarios de la
misma, el hecho de la garantía toma
condiciones muy favorables para el acreedor,
187

por el caso especial de este orden de


empresas.
Las tierras que se destinan para colonias han
estado incultas, y, cuando mucho, a sus
propietarios en este país no les producían
mas renta que la proveniente de un corto
alquiler para el pastoreo de ganados. En
proporción, pues, a la renta, dichas tierras no
representan como capital el valor que les
corresponde.
La Colonización ó mas bien el trabajo de ésta
es el hecho que valoriza los terrenos donde
ella se radica. El colono tomando posesión
de la parte del suelo que se le confía y de los
correspondientes instrumentos agrícolas,
empieza desde luego sus tareas. Sus trabajos,
cuando menos representan un valor igual al
costo de la manutención que los empresarios
de la colonia le adelantan ó garanten en los
primeros meses de su instalación.
Dándose, pues, la peor hipótesis de que una
familia agrícola abandone el campo que se
comprometió a cultivar, los empresarios de la
colonia bien poco ó nada perderán, porque
con facilidad han de encontrar quien por el
costo actual de dicha propiedad se proponga
aceptar la responsabilidad del colono
saliente, y porque el suelo ya preparado para
la producción ofrece mayores beneficios que
el que nunca hubiese sido labrado.
188

Desde que presida a la aceptación de familias


agrícolas donde se constituya una colonia, la
prudencia necesaria en la dirección de los
negocios de este orden, raros y muy raros
serán los ejemplos de que los colonos
abandonen sus hogares.
El colono agricultor elevado a la categoría de
propietario del suelo en países como este,
donde el trabajo ofrece larga recompensa, no
podrá menos que considerarse feliz y poseer
la esperanza de fundar un patrimonio
correspondiente a sus legítimas aspiraciones.
En el interior del Brasil existen muchos
ejemplos de colonos que empezaron sus
tareas pagando el alto interés de 15 y 18 por
ciento sobre el valor de los créditos que se
les hicieron representando tierras y
accesorios agrícolas, y a pesar de eso
consiguieron al cabo de pocos años solventar
sus compromisos y llegar después a ser tan
grandes propietarios, que fueron
considerados en algunas localidades los
primeros entre los numerosos del gremio de
los agricultores.
En Sud-América, donde la tierra es
relativamente barata y donde por una larga
serie de años no exige los gastos de costosos
abonos para facilitar la germinación de las
plantas, el trabajo agrícola el y será por
mucho tiempo entre todas las industrias el
189

mas productivo, desde que los gobiernos se


decidan a hacer efectivas las garantías de la
propiedad en la campaña y la iniciativa
particular facilita a la agricultura los medios
de crédito compatibles con las exigencias
naturales de esta industria.

X.

Como medio de habilitarnos


convenientemente para el presente estudio
de colonización, además del lo que
prácticamente conocemos y de los libros,
folletos y memorias que consultamos, hemos
delineado la formación de una colonia,
tomando para eso datos é informes de los
hombres mas inteligentes y prácticos en este
orden de establecimientos agrícolas.
En dicho estudio encontramos los resultados
siguientes:
En la instalación de cada familia agrícola
(cinco personas) en una colonia,
ofreciéndosele un área de 20 a 30 cuadras de
terreno, casa para residencia, todos los
instrumentos necesarios y la manutención
durante los primeros nueve meses de su
instalación, todo eso se elevará al costo de
ochocientos a mil pesos nacionales, cuya
cantidad podrá desahogadamente el colono
190

reembolsar a la empresa en el plazo máximo


de seis años, pagando los correspondientes
intereses sobre el capital de su débito,
especialmente cuando exista en el país el
poderoso auxiliar Crédito hipotecario rural.
Y cuanto a los resultados obtenidos por una
empresa de colonización bien dirigida,
encontramos que podrá hacer su completa
liquidación al cabo de 10 a 12 años,
habiendo desde los primeros tres años
empezado a repartir dividendos en calidad
de interés de capital, y después de esa fecha,
también dividendos y cuenta de amortización
del capital social.
En fin, por nuestros cálculos hallamos como
resultado que una empresa colonial con el
capital de medio millón de pesos en tierras y
capital disponible, teniendo en vista las
reglas a que deben obedecer este orden de
empresas, conseguirá su liquidación en 12
años, un interés sobre el capital, término
medio, de 12 por ciento anual y mas una
garantía de tres veces el valor del capital
social con que ella se estableció.
Además de tan admirables resultados,
hicimos entrar en nuestros cálculos que la
empresa se debería obligar a entregar
gratuitamente al Municipio de la localidad
donde se fundase la colonia, y al cuarto año
de su instalación, los bienes siguientes:
191

Dos edificios para escuelas de instrucción


primaria;
Una iglesia con sus reparticiones;
Un pequeño hospital, farmacia y todas las
correspondientes pertenencias;
Un edificio para las sesiones del Consejo
municipal;
Un edificio para cuartel de la policía y cárcel;
Un cementerio
Y un corral de abasto.
Estas propiedades las hemos calculado en un
costo de $40.000, sin incluir el valor de los
terrenos ocupados por dichos edificios, pero
contando que para que todas esas obras
tuviesen la debida importancia también los
vecinos de la colonia concurrirían dos veces
al mes con su trabajo personal.
Calculamos además que la empresa
fundadora de la colonia regalaría a la
Municipalidad 8 cuadras de terrenos en el
ejido del pueblo para jardines públicos y
edificación de mercados ó para cualquier
otro destino de utilidad local. Finalmente, en
la división de los terrenos de la colonia que
estudiamos organizar, para, como ya dijimos,
expresarnos mejor sobre el asunto de que
tratamos, que la empresa desista
gratuitamente de todos sus derechos hacia
192

los terrenos destinados a calles en el ejido


del pueblo y caminos vecinales ó generales
en toda la circunscripción territorial de la
colonia.
Para los que tienen aquí conocimientos
especiales de estas empresas bastará a fin de
justificar los resultados que indicamos,
recordarles el precio que en pocos años
obtuvieron en Fray-Bentos, Nueva Palmira y
otros puntos los terrenos situados en el ejido
del pueblo.
Una empresa de ese orden dirigida con la
precisa inteligencia, sabría destinar para el
ejido del futuro pueblo los terrenos junto a la
orilla del río donde fuese el mas ventajoso
ancladero de los buques que allí se dirigiesen
a realizar el tráfico de las permutas. Dicha
área en el ejido del pueblo, tomaría desde la
instalación de los colonos en los
establecimientos agrícolas un progresivo
aumento de valor.
Después de los primeros años de la
fundación de la colonia los mismos sobrantes
de terrenos apropiados para la agricultura y
linderos con los establecimientos de colonos
serían vendidos a buen precio, porque la
protección que ofrece una localidad donde
existe una fuerte agrupación de familias
agrícolas incita a los pequeños capitalistas
193

agricultores a tomas allí terrenos y utilizarlos


convenientemente.
En todos los Estados de Nuevo Mundo, la
valorización de los terrenos por la ocupación
próxima de la colonia ha dado a los dueños
de las propiedades rústicas el mas asombroso
aumento de sus fortunas.
Si la empresa fundadora de una colonia
comprende todos sus intereses, debe regalar
terrenos a los que se destinan a fundar
algunos ramos de industria fabril junto a los
establecimientos agrícolas, para así conseguir
un aumento mayor de población y por efecto
de él mas rápida subida en el valor de los
terrenos que aun posea para enajenar.
Además de esa ventaja irá indirectamente a
proteger sus intereses facilitando el consumo
mas inmediato de las producciones agrícolas
cuyos productores ó colonos tendrán, pues,
compromisos que satisfacerle.
Y cuando no consiga por el aliciente de
donar terrenos la fundación de fábricas en el
seno de la colonia, después de los primeros
años, la empresa en vez de repartir grandes
dividendos con aplicación a la amortización
de su capital social, debe preferir destinar
una parte de éstos a la fundación de talleres
industriales como elemento valioso al
progreso de la colonia y como un medio
eficacísimo, aunque indirecto, de activar la
194

producción agrícola y a la vez de valorizar


los terrenos que aun no hubiesen sido
vendidos.

XI.

El mejor medio de organizar una colonia


será, como ya dijimos, elevar a la condición
de propietarios las familias agrícolas que allí
se van a avecindar ó sea a tomar
participación en dicha empresa.
La posesión de la propiedad de la tierra, casa
y accesorios agrícolas, debe ser asegurada a
los colonos por una solemne escritura
pública. Y como en ese acto el colono no
pagará los bienes que recibe, ni los adelantos
de manutención que se le ofrecen para los
primeros meses de su instalación en la
colonia, la empresa para garantir sus
intereses hará extender con las mismas
solemnidades de la escritura de venta, la de
hipoteca que el colono hará a la empresa,
de conformidad con las expresas
determinaciones de los estatutos de la
Sociedad, base fundamental de todos los
contratos entre ésta y los colonos.
Una vez que en los estatutos de la empresa y
en la escritura de hipoteca se haya
establecido la facultad de admitirse que
195

llegado el caso de ser trasferida dicha


hipoteca a un Banco de crédito hipotecario,
el saldo en débito que resulte aun en contra
del colono será considerado como garantido
por una segunda hipoteca, podrán en
provecho mutuo la empresa y los colonos
utilizarse de los beneficios del crédito
hipotecario.
Para la empresa la trasferencia al Banco
hipotecario de una parte de las deudas de los
colonos le ofrecerá un fácil medio de
conseguir capital disponible, ya sea para
emplearlo en nuevos servicios de la misma
colonia ó ya para destinarlo a la amortización
del capital de la Sociedad.
En cuanto al colono, la trasferencia de la
hipoteca es también lo que mas le conviene,
porque teniendo su principal acreedor un
Banco hipotecario, amortizará su
compromiso en un largo plazo y pagando un
módico interés. Y una vez que el colono
llegue a amortizar un 25 % del valor total de
sus bienes, podrá hacer un nuevo préstamo,
obteniendo una parte mas de capital
disponible, que le servirá para mejoras de
reproducción en su establecimiento agrícola.
El engrandecimiento de una empresa colonial
aumenta el inventario de la riqueza social,
porque la circulación de mayor cantidad de
productos en el movimiento general del país,
196

reparte entre el comercio sus ventajas y


produce al Estado un proporcional aumento
en sus rentas.
Siempre que se trata de establecer la armonía
de los intereses verdaderamente legítimos y
morales de una empresa, se encuentra como
resultado que todos sus provechos se
distribuyen equitativamente entre los que han
participado de tales trabajos, y que asimismo
sus beneficiosos efectos se extienden a hacer
partícipe a toda una comunidad social.
Establecimientos agrícolas como los que
estamos estudiando serán también las
verdaderas granjas-modelo que en nuestras
circunstancias se pueden e deben fundar
primero.
En vez de la pronunciada monomanía de
pretender imitar imperfectamente todos los
adelantos de las naciones a la vanguardia del
progreso humano, sin ningún estudio ni
meditación sobre lo que podemos hacer
práctico, mucho mas valdría limitar tan
exageradas pretensiones y tratar del aumento
de la producción que nos ofrece este rico
suelo, que no exige todavía tan
perfeccionados conocimientos como los que
se estudian en las granjas-modelo. Que por
los recursos de la producción se fueran
mejorando las necesidades de nuestra
197

industria, sería el mejor modo de proceder


sin el riesgo de inminentes peligros.
En agricultura, como en casi todo, podemos
decir que apenas ahora estamos aprendiendo
las primeras reglas rudimentales: ¿por qué
razón, pues, se ha pretendido la fundación
de perfeccionadas granjas-modelo, que son
verdaderas academias agrícolas?
En las condiciones excepcionales en que se
encuentran las nuevas sociedades sud-
americanas, sus problemas económicos sólo
deben resolverse por la aplicación de bien
combinados estudios y en armonía con la
conveniencia de nuestras escasas economías
disponibles.
Un pueblo nacido ayer, no está habilitado
para poseer todos los perfeccionados
elementos de progreso de que disponen los
grandes centros de civilización que cuentan
largos siglos de existencia y la dedicación
inteligente y patriótica de millares de
hombres ilustrados en todos los ramos de las
ciencias y artes.
Bastará por el entre tanto acompañar con
meditada lectura de la discusión de los
nuevos y grandes progresos humanos, para
saber lo que podremos aplicar como mejoras
de economía, de tiempo y de capital en
nuestra incipiente industria a fin de que la
198

producción dé el resultado de mayores


utilidades.
En estas jóvenes sociedades no hubo aun
tiempo de acumular fuertes economías, y por
eso conviene no olvidar en cualquier
combinación la rigurosa economía del capital
disponible.
Los problemas económicos de un país no se
resuelven según las teorías inventadas por
ciertos soñadores, ni tampoco pretendiendo
hacer exactas copias ó imitaciones de lo que
otras sociedades completamente organizadas
creyeron útil para sí, porque ellas ya se
hallaron robustecidas con los abundantes
recursos de fuertes economías disponibles
que allí requieren muy módica retribución.
La naturaleza puso a disposición de los
habitantes de este país grandes veneros de
riqueza; pero desde que no poseemos todos
los elementos de trabajo y de capital
disponible para explotar nuestras minas,
debemos ser prudentes y muy prudentes en
el modo de servirnos de los escasos recursos
de nuestro presupuesto corriente.
Evitar en todo lo posible las crisis que suelen
manifestarse a consecuencia del malo é
imprudente empleo de los capitales es una
necesidad práctica para impedir el fracaso de
grandes empresas y las pérdidas que
199

ocasiona la urgencia de reparar los estragos


de aquellas.
No abusar de los elementos que tenemos a
nuestra disposición, será el medio mas
seguro de adelantar en civilización y
progreso.
La primera colonia agrícola-industrial bien
organizada, sabia y prudentemente dirigida,
sustituirá la falta de una grande y
perfeccionada granja-modelo, sin ofrecer
ninguna especie de peligro en sus resultados.

XII.

La dirección de una empresa de Colonización


a la altura de su comedido debe comprender
que después de los primeros tres años de la
instalación de las familias agrícolas cuando
muchos de sus trabajos pasaron al dominio
del Consejo Municipal de la colonia, estará
en sus intereses promover directa é
indirectamente la creación de algunos ramos
de la industria fabril, especialmente de
aquellas especies que los establecimientos de
los colonos ofrezcan materias primas.
La formación de un segundo núcleo de
población, el fabril, dentro de la colonia, a la
vez que protegerá los establecimientos
200

agrícolas y allí fundados, recibirá de éstos


fuertes recursos para su desarrollo. La
industria agrícola y la fabril tienen entre sí
tan naturales relaciones, que unirlas será
siempre organizar una combinación
económica de mutuo provecho a ambas
industrias.
Como consecuencia inmediata y constante de
la reunión de las fuerzas agrícolas a las
fuerzas fabriles, nacerá en la colonia un
tercer fuerte gremio — el comercio — que
activará las permutas con todos los puntos
del interior de la República y las relaciones
con los grandes mercados extranjeros.
El movimiento progresivo de la colonia
producirá el aumento de las rentas
municipales y el refuerzo de este elemento
nuevas mejoras de comodidad é instrucción
para los avecindados en la localidad. Se
establecerían en ciertas épocas del año las
ferias, esas primeras y populares
exposiciones de la industria, que tan
incalculables resultados han producido para
el progreso de los pueblos.
Por una forma regular de aplicación de
capitales se han llevado a cabo grandes
empresas sin peligros, sin gran costo de
vencer dificultades, y consiguiendo sus
autores imperecedera gloria.
201

Por la fuerza del capital disponible, del


trabajo é inteligencia y de la natural
elaboración del tiempo, se hicieron muchas
de las grandes y asombrosas obras que
enorgullecen a la humanidad.

XIII.

Llenadas todas las exigencias indicadas con


referencia a la Inmigración, los poderes
públicos de la República con respecto a la
Colonización deberían promulgar una ley en
que se concediesen a las empresas de
colonización los favores siguientes:
1º Exención durante los dos primeros años
de la fundación de la colonia de
contribuciones de cualquier especie sobre
todos los artículos que las empresas de
colonización hayan de importar y despachar
en las aduanas de la República para consumo
de las colonias.
2º Excepción de todos los impuestos locales
durante el mismo plazo, con exclusión de la
contribución de trabajo personal para obras
municipales dentro de las mismas colonias.
3º Después de los primeros dos años de la
fundación de cualquier colonia, las
exenciones de que trata el artículo 2º se
202

limitarán por tres años mas al libre despacho


de las materias primas necesarias a la
edificación de casas ú oficinas y a
instrumentos que faciliten la producción y
reproducción de los establecimientos
agrícola-industriales.
4º Establecer la formación de tribunales
especiales de arbitraje, que entiendan en
todas las cuestiones que susciten entre la
empresa y los colonos.
5º Determinar por último que las
disposiciones contenidas en los artículos
anteriores sólo serán aplicables a las
empresas que hagan a los colonos
propietarios de los terrenos que ellos cultiven
y les adelanten los medios que necesiten
para habilitarlos en sus tareas agrícolas.
No aconsejamos después de los primeros
años exenciones de contribución directa ó
cualquier otro impuesto de la misma
naturaleza, porque nuestras opiniones en
materia de contribuciones para el Estado ya
fueron largamente discutidas en dos de los
libros que publicamos con el título de La
Descentralización Administrativa, donde
abogamos por que el Estado forme su
presupuesto de las rentas siguientes:
Impuestos aduaneros;
El de sellos y timbres;
203

El de Correos.
Y las tasas en las Capitanías de los puertos.
Así, pues, los impuestos municipales que se
establezcan en las colonias después del
primer período de su fundación, y tengan,
como deberán tener, aplicación a mejoras
locales, no podrán sino influir a favor del
bienestar de aquellas, por cuyo motivo sería
un error desear también su exención.
Creemos ser bien poco lo que se aconseja
como protección especial de la Colonización
y de las empresas que funden las colonias, y
por lo tanto que este será el medio mas
rápido de concurrir a nuestro progreso
agrícola y al aumento de la población
nacional. Y sin valor ó pérdida para el Estado
ó para la comunidad se podrán considerar
tales exenciones, recordando que en pocos
años serán largamente compensadas con el
aumento de productos que en el país se
crearán destinados al consumo interno y a la
exportación.
Aceptando como axioma de que sólo la
producción es riqueza, y asimismo que los
Estados sólo deben recibir sus rentas
proporcionalmente a la totalidad de la
producción general, en los favores
excepcionales que se piden no hay, pues,
mas que un convenio de mutuo interés entre
las empresas coloniales y la nación, por el
204

que se buscan los efectos de armonías


económicas.
205

CONSIDERACIONES FINALES

I.

Emprendimos este estudio empezando por


indicar los trabajos previos ó sean las
providencias gubernativas que se deben
tomar para que se estimule indirectamente la
venida de inmigrantes al país y para que
ellos hallen aquí el hospedaje que pueda
llenar sus aspiraciones.
En seguida hicimos un breve bosquejo
histórico de las invasiones y conquistas en el
Nuevo Mundo, discutiendo la formación de
estas nuevas sociedades y las causas
diferentes que concurrieron para la
emancipación de cada una de ellas, llegando
en nuestro análisis histórico hasta la época
en que las colonias de los reyes de Inglaterra,
España y Portugal, en este extenso
206

continente, se libertaron del predominio de


sus respectivas metrópolis y asumieron un
puesto en el concierto de los pueblos libres é
independientes.
Luego en fin, entramos en el estudio de los
puntos fundamentales — Inmigración y
Colonización — indicando lo que hemos
creído mas conveniente para producir
beneficiosos resultados en todo lo que
dependiese de la acción oficial y de la
iniciativa particular.
Justificar en concreto cuanto nos permitimos
aconsejar en esta larga cuestión, es todavía lo
que nos queda por hacer en la tarea que
emprendimos.

II.

Los lectores que nos hayan acompañado en


este estudio recordarán que justificamos ser
un pensamiento económico lo que
contribuyó como causa principal al
movimiento separatista de las trece
provincias inglesas que fundaron la nación
Estados-Unidos.
También, por cierto, recordarán que hemos
justificado que la causa especial que
promovió la emancipación de las colonias
207

hispano-americanas fue un pensamiento de


carácter esencialmente político; y que en el
Brasil, a pesar de las excepcionales
circunstancias que favorecieron a un príncipe
de la familia real de Portugal para hacerse
elegir emperador de aquel rico país, el
pensamiento predominante en la
emancipación de su pueblo presentó el
carácter de un movimiento político-
económico.
En las causas que originaron la emancipación
de las colonias inglesas, españolas y
portuguesas, hallamos nosotros y hallarán
todos los que estudien este asunto,
elocuentemente explicado lo que en éstas ha
ocurrido en el trascurso de los largos años
que cuentan de existencia autonómica.
Esperamos que por una breve reseña de
hachos que pertenecen a la moderna historia
americana y que no admiten controversia,
llegaremos a conclusiones que comprueban
la urgencia imprescindible de adoptar aquí
las medidas que oportunamente indicamos,
como el único medio de corregir los errores
del pasado y promover el seguro adelanto de
un país excepcionalmente favorecido por la
Providencia en su clima, condiciones de su
suelo y su situación geográfica.

III.
208

El pueblo norte-americano, conjuntamente al


hecho de su emancipación, al de su entrada
en el círculo de las grandes personalidades
políticas, a su aparición como nación libre é
independiente, inició un nuevo régimen
social, lo mas democrático, lo mas
positivamente útil a las aspiraciones de
aquella joven sociedad y de todas las de este
gran continente.
Estableció para su régimen social una
doctrina trascendental: la división y
separación de los poderes públicos
armonizados en la unidad del Estado y bajo
la soberanía nacional. Dio a la vida municipal
la mas completa autonomía; eligió de entre
los sistemas económicos el proteccionismo
como reacción contra el monopolio de la
industria inglesa y como medio de levantar la
industria nacional.
En el camino de la industria depositaron los
yankees todas las esperanzas de su grandioso
porvenir, desde el primer día en que el sol
de la libertad iluminó el suelo de su patria.
La larga guerra de la independencia, donde
tantas veces la suerte de las armas les fue
contraria, sirvió para templar aquellos
espíritus en los golpes de la adversidad y
para fortalecerlos mas en todas sus atrevidas
empresas.
209

Apenas los patriotas libertaron aquel extenso


territorio del pesado yugo inglés, todo su
gran cuidado y particular atención se
desplegó en organizar el país de manera que
permitiese el desarrollo de su naciente
industria y el planteamiento de todo nuevo
trabajo que pudiese crear nuevas fuentes de
riqueza social.
El axioma «Sólo la producción es riqueza»
nadie lo comprendió mejor que el pueblo
norte-americano.
A pesar de que fuesen apenas tres millones
de habitantes los pobladores de entonces en
tan extensos territorios, la vida pastoril, el
aprovechamiento de todas las riquezas de sus
vírgenes montes, ni la exploración del suelo,
no constituyeron allí una preferente y
exclusiva industria.
Hombres educados en la vida político-social
del nuevo derecho, se creerían rebajados al
nivel de los pueblos primitivos y a las tribus
en condiciones semi-bárbaras, si no aspirasen
a satisfacer el cumplimiento de sus
necesidades y goces por medio del
inteligente trabajo de la industria
manufacturera; si no tuviesen el
preconcebido propósito de alistarse entre los
que mas trabajasen para los adelantos de
todos los ramos del progreso humano.
210

En la guerra de la independencia de los trece


Estados que constituyeron la América del
Norte, no se tuvo en vista exclusivamente un
movimiento separatista que diese por único
resultado su emancipación de la metrópoli:
un sin número de hechos elocuentes
aseguran que los colonos norte-americanos
tomaron esa resolución como el último
recurso que les quedaba para el triunfo del
gran pensamiento de llevar a cabo sus
aspiraciones de progreso industrial.
Así lo han comprendido, aunque tarde,
hombres de la talla de lord John Russell, se
siendo ministro, en pleno parlamento dijo:
“Viniendo al origen de aquella fatal guerra
con comarcas que luego han llegado a ser
Estados-Unidos, no puedo menos de creer
que no fue el resultado de un simple error,
de una simple falta, sí que de una serie
repetida de faltas y errores, de una política
de concesiones tardías y exigencias
inoportunas.”
El espíritu americano, saturado en los goces
de todas las libertades municipales,
acostumbrado a conocer todas las
necesidades, deberes y derechos de la
colectividad, allí donde los ciudadanos y los
vecinos domiciliados en cada localidad eran
llamados a estudiar, discutir y resolver todos
los asuntos íntimamente ligados a su
211

bienestar, y cuando además de todo


predominaba en ellos ese profundo amor
patrio inglés, ese orgullo, digámoslo así, de
que desde John Bull hasta sus descendientes
hace una fuerte parte de su felicidad íntima;
no se habría lanzado a las contingencias de
una lucha desigual en que ellos lo
arriesgaron todo, si la causa que pleitearon
no tuviera mas bandera que su emancipación
de la metrópoli.
Los patriarcas de la independencia norte-
americana, autores y directores de la larga
cruzada contra el sistema prohibitivo de la
Inglaterra, conocedores de todos los detalles
de la historia de su país, elegidos para
organizarlo, tenían que obedecer, como
obedecieron, a las aspiraciones del pueblo,
dando forma legal a todo lo que antes de la
emancipación del pueblo había pretendido y
le fuera negado.
Los Washington y los Franklin, con la vista
fija en el horizonte y el alma henchida de
esperanza, supieron trazar desde luego el
gran plan del grandioso porvenir del pueblo
que por su instrucción política, su
incomparable audacia y su decidida y
probada voluntad de amor al trabajo,
necesitaba salir del estrecho círculo en que
manos poderosas lo encerraran.
212

Aquellos gran genios sabían que su cometido


era dirigir los pioners del Derecho, los
precursores de la civilización; que su plan, a
pesar de ser grandioso, contaba con
ejecutores, con espíritus alentados, cuyo lema
era: “Hallaré camino ó me abriré uno.”
Sacar ventajas de todas las actividades; dar a
todos empleo en el honrado trabajo de la
elaboración de los productos, eran las
aspiraciones de los yankees y fue lo que allí
se estableció desde el primer día en que se
construyó la autonomía de aquella joven
sociedad.
La tarifa aduanera redactóse de manera que
los artículos manufacturados de procedencia
extranjera pagasen un impuesto tal, que
evitase peligrosa concurrencia a la industria
nacional. A la vez determinose también que
las materias primas que no se produjesen en
el país y sirviesen como auxiliares a la
industria nacional fuesen libres ó casi libres
de contribuciones para su introducción, para
que así la industria nacional pudiese
fácilmente prosperar.
En materia de privilegios no se concedió
derecho a ellos sino cuando representasen el
mérito de un nuevo invento.
Bajo los auspicios de tan sencillas reglas, la
industria norte-americana tomó el vuelo
asombroso que hoy todos admiran.
213

La Inmigración fue otro asunto mas que


mereció la preferente atención de los
ilustrados gobiernos de aquella gran
República.
Todo lo establecieron de modo que una
fuerte corriente de Inmigración fuese allí a
poblar, con provecho propio y del país,
aquellos extensos y desiertos territorios.
Como allí había empleo para todos por la
creación de múltiples ramos de industria, la
corriente de Inmigración tomó el mas
asombroso empuje.
Una nación que en el día de proclamar su
independencia (1776) contaba apenas
3.000.000 de habitantes, consigue en la fiesta
de su primer centenario (1876) anunciar al
mundo que su población ya se elevaba a
38.555.583 almas; que los trece Estados que
firmaron el acta de la independencia se
habían convertido en TREINTA Y OCHO!

IV.

Los norte-americanos aceptando para forma


de Gobierno el régimen de la democracia,
entendieron que respetar la autoridad de las
masas populares y prestarles voluntaria
obediencia era un deber que se imponían
214

todos los hombres que en aquella nación


tomasen puestos en el funcionalismo
público.
No fue una forma de gobierno republicana
como las que hubo en la antigua Roma y
Grecia, el régimen que Franklin planteó en la
América, en que no reconoció otro principio
que el de la razón natural y del bien de la
colectividad social.
Hacer nacer del sufragio popular todas las
autoridades públicas que hubiesen de
resolver todos los negocios de la nación, así
como los particulares de cada Estado y aun
los mas íntimamente ligados a los intereses
especiales de cada localidad, he aquí la
fórmula política que se adoptó como la mas
armónica para que la libertad fuese venerada
en toda su beneficiosa influencia sobre los
destinos de un pueblo progresista.
Subdividir todas las atribuciones de los
administradores públicos y eligir por sufragio
popular los mandatarios que debían
desempeñar todos los primeros cargos del
funcionalismo público, entendieron los
yankees ser el medio mas eficaz para que la
fuerza colectiva de la sociedad se mantuviese
a la altura del respeto que le deben sus
respectivos gobernantes.
Desde que el pueblo es el que otorga a las
autoridades la sagrada investidura del cargo
215

de redactar las leyes y hacerlas ejecutar, sus


apoderados tienen que escuchar
respetuosamente los votos de la opinión
pública en todas las cuestiones llevadas al
tapete de la discusión.
Mantener en el debido respeto la opinión
pública es y será siempre el freno que
impedirá la existencia de Gobiernos
revolucionarios, el mas terrible flagelo de la
humanidad.
Donde los Poderes públicos no pueden
hacerse jueces arbitrarios de sus voluntades y
caprichos, no existen peligros para la
libertad. Allí es donde todos los derechos del
hombre social son respetados y donde el
colono encuentra un asilo seguro para
robustecer su amor al trabajo y decidida
confianza sobre la realización de sus
aspiraciones.
Si las instituciones políticas de los Estados
Unidos ofrecen las mas seguras garantías del
bienestar de los colonos que allí van a
hospedar-se, las oficinas de toda especie de
ciencias, artes y oficios, dan también
seguridades de que en aquella sociedad hay
empleo para todos los talentos y actividades.
Por lo bien combinado de sus leyes, en los
Estados-Unidos hay trabajo para repartir entre
todos los huéspedes que se presentan
ofreciendo útiles servicios.
216

Sin el sistema de racional proteccionismo a la


industria, en el sentido razonable como lo
plantearon los particulares de la
independencia de aquella gran República, y
hasta hoy se sostiene, ¿cómo sería posible
que la Inmigración europea encontrase allí
desde su desembarco empleos
correspondientes a las aptitudes de cada uno
de los nuevos huéspedes?
En el estudio de la organización
administrativa de cualquier país, lo que
primero debe examinarse son sus
necesidades y el modo mas práctico de
satisfacerlas con proficuo resultado de los
intereses generales de la comunidad.
Los estadistas norte-americanos
comprendieron desde los primeros días de su
emancipación política que poseyendo una
vastísima extensión de territorio no podrían
constituirse en nación poderosa, asegurando
su paz interna y el respeto de todas las
naciones, sin que pusiesen grandes esfuerzos
al servicio de conseguir población para sus
desiertos.
Para adquirir ese elemento de fuerza y
engrandecimiento nacional por el
establecimiento de una fuerte corriente de
Inmigración, estudiáronse con ahínco y
patriótica dedicación todos los medios que se
debían poner en juego para recibir é instalar
217

con la posible comodidad las legiones de


obreros de la civilización que se pedían a las
sociedades del viejo mundo, donde existía
exceso de población y genios aventureros
que aspirasen a esas empresas hacia donde
consiguiesen mejorar su posición y fortuna.
Desde que por la organización de su régimen
gubernativo y costumbres eran respetados en
Norte-América los derechos individuales y de
propiedad de todos los habitantes, y las
prerrogativas de ciudadano se ofrecían sin el
peligro de otros países, a los que aspirasen a
poseer un voto en las cuestiones políticas,
todo lo que hicieron aquellos sabios y
prácticos gobiernos para conseguir
Inmigración, fue apenas seguir el glorioso
programa de los fundadores de su
nacionalidad.
En el territorio americano donde se levantó el
primer altar al dogma de la democracia,
planteando instituciones verdaderamente
liberales, las diferencias de nacionalidades é
idiomas no podían influir (como así sucedió)
en contra de que los extranjeros se recibiesen
en aquella sociedad como compañeros en la
grande obra de la civilización humana.
Empero, la actividad incomparable de los
yankees no paró en el hospedaje y en el
ofrecimiento de trabajo; fueron después mas
adelante. Prepararon y trataron por la misma
218

prensa europea y por agentes expresamente


enviados al otro lado del Atlántico, de
estimular el arribo de inmigrantes para los
Estados-Unidos.
No satisfechos con esos medios, ofrecieron
primas a las empresas de navegación que
llevasen inmigrantes; y últimamente hasta se
propusieron reglamentar el trasporte de
inmigrantes para impedir muchos de los
abusos que se practicaron en ese tráfico.
Puede decirse sin temor de errar, que desde
la independencia de los Estados de la Unión
Americana hasta el presente no trascurrió un
solo año sin que los Poderes legislativos ó
ejecutivos de ese país promulgasen alguna
ley ó medida gubernativa referente a mejorar
su sistema de obtener Inmigración y
Colonización; y como es consiguiente,
destinaron fuertes recursos de la nación para
gastos de aquellos perfeccionamientos.
El orden, el método, la seguridad de la paz
con todas sus garantías y libertades, y, en fin,
un bien preconcebido y mejor ejecutado
plan, a la vez que político, económico y
financiero, fue lo que elevó a los Estados-
Unidos a ser hoy una nación de las primeras
entre las mas fuertes y progresistas en el
sentido mas amplio y completo de la
expresión.
219

V.

Para los que conocen la estructura íntima de


la sociedad norte-americana no existe allí
nada de mágico ni sobrenatural. Su
extraordinario progreso es una consecuencia
lógica y legítima de un bien combinado
sistema administrativo y económico, base
reguladora de todas sus leyes. Es el colorarlo
del grandioso y bien concebido plan que
trazaron los patriarcas de la independencia
norte-americana, que ha sido admirablemente
ejecutado y mejorado, según las
circunstancias, en el larguísimo periodo de
un siglo.
Jamás un pueblo supo cumplir mas fielmente
las reglas económicas prescritas por sus
primeros administradores, que el norte-
americano.
Así lo piensa también D. Francisco G.
Errázuriz, distinguido diplómata chileno, que
dijo:
“Los primeros patriotas de la gran nación
americana fueron verdaderos economistas,
como Franklin, que predicaba siempre la
independencia manufacturera y ensalzaba la
división de las operaciones.”
“Washington daba valor también a esta idea,
presentándose al primer Congreso
220

enteramente vestido de paños tejidos en


América. Desde entonces casi todos los
estadistas han sido proteccionistas en
economía, enemigos de la doctrina laissez
faire.”
…………………………………………………
“Altas tarifas han regido en casi todos los
períodos de la historia norte-americana. Es
derecho de internación ha variado
generalmente entre un 40 por ciento ad
valorem y un 25 desde 1820 especialmente.
“Aquí se ha creído SIEMPRE que la industria
es la principal fuente, no solo de la
prosperidad material de un país, sino del
interés común en la CONSERVACIÓN DE LA
PAZ.
…………………………………………………
“Al presenciar el celo que este país ha
desplegado para crearse su industria y el
fruto de que es coronado, no puede menos
de celebrarse el que Chile siga un camino
semejante. Allí van naciendo otras industrias
y no domina exclusivamente la agraria. Lo
que conviene es la diversidad en los trabajos
para que todos puedan elegir uno
conveniente a sus facultades; la diferencia en
los empleos para que haya verdadero cambio
dentro del mismo país y circulación, que es
riqueza.”
221

Activar por todos los medios la producción,


de manera que satisfaga en cuanto sea
posible las necesidades del consumo con
recursos sacados de la industria nacional y
asimismo producir para la exportación,
teniendo en vista que del tráfico de permutas
con el exterior resultase un saldo para las
crecientes exigencias de inmovilización de
capitales — elemento indispensable al
incremento de la reproducción — esta fue la
doctrina económica de la sociedad norte-
americana aceptó y puso durante una larga
serie de años en práctica con admirable
provecho de su asombroso progreso.
Los yankees nunca supusieron que su credo
democrático y su orgullo de ciudadanos de
un país libre que desde el día de su
emancipación política aspiraba a tener el
primer puesto en la comunidad de las
naciones, se menospreciaría porque eligiesen
como su sistema económico el
proteccionismo.
Los yankees heredaron de los bretones el
buen sentido práctico de que la sociedad
inglesa supo siempre para sí hacer particular
uso. Sobre la conveniencia de los variados
sistemas económicos prefirieron el que mas
se adaptaba a sus condiciones especiales, sin
que por eso dejasen de explicarlo con el
222

patriotismo con que sabe hablar el orgulloso


ciudadano de Norte-América.
La cuestión de proteccionismo fue tratada allí
bajo el punto de vista de los grandes
intereses sociales de aquel país. Entendióse,
y entendióse bien, que una nación no puede
ni debe limitar su industria a los productos
que le ofrece su suelo mas rico que sea, ni
tampoco hacerse tributaria ad perpetum de
las muchas de las manufacturas extranjeras
que constituyen una necesidad de primer
orden en el consumo ordinario de su
población.
La educación yankee ha sido dirigida desde
los primeros días de su constitución social
independiente, a enseñarles que sería
preferible el uso de los productos de su
industria nacional a la triste supeditación de
esperar las modas que les enviasen del
extranjero.
Hicieron mas: tomaron en muchos ramos de
industria, la patente de autoridad para llevar
sus modas la terreno de plantearlas en los
mercados del exterior.
La idea predominante de crear el mayor
número posible de ramos de industria da a
los norte-americanos el recurso de que allí
los inmigrantes encuentren, cualesquiera que
sean sus aptitudes y talentos, donde ejercer
el trabajo que mas le convenga.
223

Los yankees comprendieron que el laissez


faire era para ellos una teoría que obligaría a
aquella sociedad a retardar por largo tiempo
su progreso; que las conveniencias sociales
tienen el carácter de deberes de patriotismo;
en fin, que en el cumplimiento de sus
deberes no podían en lo mas mínimo dejar
de respetar los santos principios de la
libertad.
En la buena escuela democrática lo que se
enseña es amar la libertad en todas las
manifestaciones que dan al ciudadano
deberes y derechos en su calidad de
miembro de una colectividad social. Aplicar
ciertos derechos de libertad la hombre
individual, separándolo por completo de sus
afinidades con el gremio social de que hace
parte, es una pretensión tan ridícula que solo
los soñadores de nuevas teorías asumen la
responsabilidad de defender: es mas que una
pretensión ridícula, porque sus resultados
han sido y serán siempre los de provocar la
constante perturbación de la paz, del orden y
del progreso en general.
Los Estados-Unidos registran en los anales de
su historia una serie de revoluciones con
fines político-personales como se cuentan en
los Estados hispano-americanos desde su
fundación como naciones independientes;
porque los norte-americanos no crearon el
224

cáncer del mandarinato, bajo la forma de


centralización administrativa; no
desatendieron las necesidades del consumo;
no concibieron la ilusión de que sería posible
contar con el poderoso elemento de la paz y
aspirar al progreso confiándolo todo a la
gobernación superior de la República y
limitando su industria a poco mas que a
trabajos pastoriles, como de hecho todo eso
hicieron los que han dirigido muchas de las
sociedades sud-americanas.
En los Estados-Unidos lo que se pretendió
desde el primer día de su emancipación, fue
hacer fecundo el pensamiento que motivó la
guerra de independencia contra la Inglaterra.
En armonía con ese pensamiento, los norte-
americanos, apoyados en la fuerza de la
opinión pública dirigieron las miradas hacia
el porvenir, tratando de llamar al país la
corriente de inmigración que podía constituir
su fuerza como Estado independiente, de
organizar múltiples ramos de industria y de
dar los elementos de engrandecimiento a un
pueblo progresista.
El hospedaje que se les preparó a los
inmigrantes desde su llegada hasta su
instalación en aquel país, fue mas cómodo y
feliz a que podían aspirar los obreros que
llegasen a los puertos americanos.
225

La influencia del hospedaje de los


inmigrantes por la buena organización
político-económica de los Estados-Unidos la
atestiguan tan elocuentemente los números,
que son innecesarios nuevos comentarios.
De 1872 a 1873 el número de inmigrantes
entrados en territorio americano según datos
oficiales, alcanzó a 460.000!
En ese corto período, como se ve, recibió la
Unión Americana igual número de población
a la que posee en su totalidad este país,
después de contar cerca de medio siglo de
existencia autonómica!

VI.

El carácter exclusivamente político que


predominó en el acto de la insurrección de
las colonias hispano-americanas contra su
metrópoli, ha venido, después de la
emancipación de estas jóvenes sociedades, a
producir sus tristes consecuencias.
A los ojos del entendimiento de cuantos
analizan desapasionadamente los hechos
ocurridos en el período del medio siglo de
independencia y autonomía en los pueblos
americanos de origen español, se les
confirma en cuanto a lo que dependió de la
226

acción oficial de los gobiernos, que nada


consiguieron sino un cambio de influencias
personales.
En la época colonial todo en estas regiones
dependió siempre de la voluntad ó
intenciones, buenas ó malas, de los vireyes,
capitanes generales, gobernadores y otros
mandarines, a quienes los reyes de España
daban el cometido de dirigir la suerte de los
habitantes de estos países.
Después de la emancipación, en general todo
ha estado aquí dependiente siempre del
arbitrio de los dictadores, presidentes de
repúblicas, gobernadores, jefes políticos y
otros sátrapas, a quienes las revoluciones y
las intrigas políticas dieron autorización para
dirigir la suerte de estas libres y constituidas
sociedades.
La proclamación del predominio de
influencias personales bajo la mentida forma
de constitucionalismo y de régimen
republicano-democrático, es lo que de hecho
se estableció como sistema gubernamental de
las repúblicas hispano-americanas.
Muy pocos han sido los momentos de
excepciones a esta regla en las repúblicas de
Sud-América: en que no se les haya
conservado el statu quo de los tiempos
coloniales; en que no estuviese en auge el
predominio de las influencias personales; en
227

que no reinase el omnímodo sistema


centralizador; en que dejase de manifestarse
el menosprecio por las clases no políticas,
aquellas que activan la producción y el
comercio de permutas.
Nada se planteó después de la emancipación
que ofreciese reaccionar contra el pasado. El
pueblo hispano-americano, en la acepción
exacta y vulgar de esta palabra, no obtuvo
mas que, como decimos, conocer un cambio
en sus señores!
Abranse las páginas de la historia hispano-
americana, y allí se encontrarán los detalles
de la embriaguez política con que todo en
estas regiones lo ha resuelto el mandarinato
republicano por la fuerza de las
revoluciones, de las intrigas y hasta por la
propaganda de mentidos principios
democráticos.
Después de medio siglo de independencia,
en que errores de toda especie han
ocasionado largos días de duelo y angustia,
existen todavía círculos políticos que se
creen autorizados a dirigir los destinos de
estos países y a disputar entre sí el supremo
mando de ellos.
Estas verdades son tales, que amargan hasta
a aquellos que las pronuncian; pero es
preciso decirlas y repetirlas una y mil veces
para que se opere la reacción, para que sirva
228

de protesta contra los desvaríos y contra las


ambiciones de los mandarines que se han
creído ungidos con el divino óleo de la
gobernación pública, a fin de que la juventud
no contagiada todavía del virus político-
personal sepa precaverse contra ese mal y
conocer y señalar los autores de las gracias
de su patria.
Como se ve, no estamos de acuerdo con la
doctrina que hace pocos días aquí mereció
preferencia en el salón de las conferencias
pedagógicas, donde se dijo que no convenía
enseñas a los niños de la parte histórica sino
aquello que les haga saber las glorias de su
país.
No vemos en qué esté la conveniencia de
que se haga una calculada reserva en la
enseñanza pública sobre los males que han
flagelado a este pueblo.
Cualesquiera que sean las desgracias del
pasado, en el espíritu siempre noble y
generoso de la juventud las lecciones sobre
semejante tema le servirán para fortalecer su
ánimo en el amor a la patria, por lo mismo
que saben haber dichas desgracias
arrastrándola a tristes y pesados sufrimientos:
las secciones del pasado le servirán asimismo
para educarse en el propósito de evitar
siempre que llegue el caso, y cuando ya
tengan un voto en la cosa pública, la
229

repetición de los desmanes que avergüenzan


a una sociedad.
Si se hubiese tenido siempre presente que la
causa del movimiento separatista de las
colonias hispano-americanas ha sido un
pensamiento exclusivamente político, no
tendríamos hoy que señalar que se miró con
la mayor indiferencia para el acto de la
emancipación el elegir que los vireinatos
españoles de la América se constituyesen en
monarquías ó en repúblicas.
Si así no fuera, si los propósitos de la
emancipación hubieran llenado mayores
aspiraciones ó después los gobernantes de
estos ricos países hubiesen comprendido
mejor su elevada misión, en el largo período
va trascurrido de medio siglo de vida
autonómica no nos hallaríamos por cierto en
Sud-América en el caso de afirmar que el
régimen de la democracia no es todavía un
hecho real y positivo, a pesar del título de
repúblicas y las juradas constituciones que
son leyes fundamentales de estos nuevos
Estados.
La desarmonía con que lo han preparado
todo en las materias administrativa y
económica aquellos que han obtenido el
derecho de gobernar estos países, da sobrada
explicación de las causas de cambios rápidos
en los gobiernos, de los tan sentidos y
230

abrumadores desastres, de ensayos


peregrinos, de las utopías mas
incompresibles; todo eso lo dice, en fin, lo
instable, lo oscilante, lo excepcional y
contradictorio de cuanto ocasiona las grandes
desgracias de estas jóvenes sociedades.
La centralización, ese elemento despótico y
aniquilador de toda empresa progresista, ha
podido formar y sostener círculos políticos
que en vez de ideas ó principios sólo
representan intereses privados ó la
supremacía de determinadas personas; ha
hecho imposible el planteamiento de útiles
ramos de industria y que se afirme la paz, el
orden y la libertad.
La centralización, aquí como en todas partes
es y será el germen de las desconfianzas, de
las revoluciones, de la anarquía, y es lo que
promueve la mala aplicación de los dineros
públicos; pero ese germen de todas las
desgracias sociales ha sido lo que convenía a
cuantos hacen de la política un comercio que
les produce sus rentas a costa de grandes
sacrificios de los contribuyentes y en
perjuicio del crédito de la nación.

VII.
231

Como no es un largo curso de historia


hispano-americana lo que necesitamos al fin
de nuestro estudio sobre Inmigración y
Colonización, no ejemplificaremos con larga
copia de hechos históricos los errores que se
han cometido a sabiendas en las repúblicas
sud-americanas; errores que han ocasionado
miles de atentados a la libertad é
imposibilitando la rápida marcha del
progreso moral y material de estos países.
Para reconocer la imprescindible necesidad
de corregir con mano fuerte y resolución
inquebrantable los desvaríos del pasado no
se necesita por cierto redactar una revista
retrospectiva de todo lo ocurrido en el medio
siglo que trascurrió desde que los Estados
hispano-americanos tienen señalado su
puesto entre las grandes agrupaciones
políticas.
Sin salir de las regiones que baña el hermoso
Río de la Plata tenemos infelizmente
demasiados ejemplos para atestiguar las
amargas verdades que no hemos adelantado
a recordar a nuestros lectores.
Los veinte años de la dominación de Rosas
en la República Argentina y las luchas
fratricidas que se han seguido después, están
de tal modo grabadas en la memoria de
todos los que habitan estos países, que inútil
sería determinar la designación de hechos.
232

El sistema de federación republicana, de


imitación al régimen de los Estados-Unidos,
no produjo en el pueblo argentino los
mismos beneficios que en la gran República
norte-americana, porque los políticos
nuestros vecinos, unos consiente, otros
inconscientemente, ni aun después de la
caída de Rosas quisieron elevarse a la altura
de las necesidades públicas, de las
conveniencias sociales y del progreso de ese
extenso y rico país.
El superior gobierno de la nación, poniendo
siempre su fuerza y prestigio al servicio de
los partidos, ha intervenido a favor ó contra
los gobiernos provinciales, según lo exigía la
política de sus amigos y correligionarios.
Los gobiernos provinciales ante el superior
gobierno de la Confederación, también han
procedido como mas les ha convenido a su
círculo político y a sus intereses privados.
Y en el orden interno de la gobernación
provincial, con muy rarísimos intervalos, lo
que se ha conocido como leyes vigentes ha
sido la voluntad y los caprichos de los que
han tenido en sus manos la dirección de los
negocios públicos.
También allí los gobiernos provinciales son
centralizadores; todo lo asumen sus poderes
ejecutivos: las municipalidades no poseen
una corporación de existencia autonómica
233

con los debidos poderes para gestionar los


intereses de los avecindados en cada
localidad, pero se consideran como una de
las oficinas de los poderes ejecutivos
provinciales, haciendo éstos de los consejos
municipales hasta agentes de su política en
todos los actos electorales!
En la Confederación Argentina la
centralización es un hecho real y positivo, a
pesar de que allí se llenan con fórmulas
aparentes los principios en que se basa el
sistema de la descentralización.

VIII.

Visto que nuestro estudio se destina


especialmente a la República Uruguaya,
seamos permitido que con referencia a este
país y en justificación de lo que en términos
generales antes dijimos, tomemos para
comprobantes algunos pocos hechos que se
hallan en el registro de su historia nacional.
Y para que nadie ponga en duda la autoridad
del escritor a cuyo auxilio recurrimos, será
del primer volumen de la “Historia Política y
Militar de las repúblicas del Plata” que el
ciudadano D. Antonio Diaz acata de publicar,
de donde extractaremos algunos trozos que
234

nos parecen los mas adaptables al caso de


nuestra discusión.
Abriremos la citada obra “Historia Política y
Militar” en la página 304, y de allí en delante
seguiremos nuestro extracto.
Léase:
“Terminada la lucha con el imperio del Brasil, la
república naciente del Estado Oriental del
Uruguay debía consagrarse a la instalación de un
gobierno, basado en sólidas instituciones de que
carecía casi en absoluto, y ocuparse en la
importante tarea de una constitución política.
“El general Rondeau, jefe distinguido por sus
servicios a la independencia, había sido electo
Gobernador Provisorio del nuevo Estado.
Le acompañaron como secretarios de Estado
……………………………………….
“La Asamblea Nacional Constituyente se ocupó en
seguida de un proyecto de Constitución política
del Estado.
“Esto, sin embargo, levantaba alguna
resistencia, hasta en el mismo seno de la
asamblea. Se fundaba aquella en que estando
garantido el orden público por la protección que
acordaba el artículo 10º de la Convención al
gobierno legal del Estado, antes de jurarse la
Constitución y cinco años después, el país tenia el
tiempo suficiente para organizarse gradualmente,
235

sin atacar ni destruir de un golpe abusos


inveterados, desconociendo los intereses de
personas por los intereses generales.
Tales proposiciones no podían seducir, sin
embargo, a nadie que quisiera entrar de buena fé
en su examen.
………………………………………………………
“Entre tanto tratábase de la elección de un
diputado para el Congreso y ésta había recaído
en la persona de D. Santiago Vazquez, por los
departamentos de Montevideo y Maldonado. El
Sr. Vazquez era un hombre notable por su
ilustración y sus antecedentes cívicos. Con tal
motivo, se suscitó en la asamblea una discusión
agitada sobre la legalidad de los poderes. La
Comisión de peticiones los había rechazado
fundándose en que el elección era ilegal, atento
el texto de la ley elecciones que exigía la
residencia de la persona electa, agregando que el
Sr. Vazquez no poseía el capital determinado por
aquella ley. No era así, sin embargo. El Sr.
Vazquez era nacido y educado en el país. Era
propietario de terrenos en el territorio del Estado,
y su ausencia durante la época de la dominación
del imperio no podía despojarle del carácter de
residente habitual. Había abandonado a
Montevideo cuando las tropas del Brasil iban a
tomar posesión de la capital, después de haber
empleado su influjo para evitar al país aquella
humillación: y sólo cuando sus esfuerzos fueron
236

inútiles; cuando le era ya imprescindible evadir


de la responsabilidad de los compromisos que
había acarreado ante sus enemigos, se ausentó
de Montevideo para ir a Buenos Aires a fundar
publicaciones destinadas a fomentar el impulso
de los trabajos que dieron por resultado la
independencia del territorio del Uruguay.
………………………………………………………
“El nuevo representante, sin embargo, fue
rechazado por la asamblea que declaró nula su
elección.”
………………………………………………………
“Repentinamente empezó la Asamblea a dar
pruebas de la desinteligencia interna de que se
hallaba dominada y de su actitud intransigente
con el Gobierno Provisorio. Sus decisiones habían
empezado a tomar el carácter de ordenes
terminantes, y el ministerio era llamado con
repetición a dar cuenta de sus actos
exigiéndosele explicaciones inoportunas y acaso
indebidas, tendentes a desacreditar la autoridad
antes de probar el mérito para hacerlo.
………………………………………………………….. “En tales
emergencias la Constituyente debió conservar la
influencia que correspondía a su destino y no
establecer una hostilidad abierta con un gobierno
que por su carácter estaba muy lejos de
inspirarle ningún temor.
237

“El ministerio concurrió puntualmente, y a


nombre del P. E. manifestaba la sorpresa de que
se hallaba este dominado, al verse compelido a
dar cuenta como infractor de las leyes: que al
recorrer los actos de su administración no
encontraba datos que justificasen el proceder de
la Constituyente, reprochando con ese motivo la
conducta de los señores diputados, que no
procedían con la rectitud y madurez que
reclamaba tan elevado carácter. Pero la
extrañeza del ministerio crecía mas, desde que
por varias veces los diputados interpelantes se
reducían a un estricto silencio, después de los
descargos de los miembros del
gobierno…………………………………………………………………
…………………………………
“Finalmente, la oposición dio por tierra con el
ministerio que presentó su renuncia el 26 de
agosto,
(1829)……………………………………………………………………
…………………………………
“El brigadier general D. Fructuoso Riviera asumió
entonces tolas las carteras.
“En este nombramiento el Gobierno cedía
indirectamente a las exigencias de una
importante fracción parlamentaria.
“El brigadier general D. Juan A. Lavalleja ocupó
en el Estado Mayor el puesto que dejaba el
general Rivera
238

……………………………………………………………………..
desembarazar al gobierno de las cargas que le
abrumaba y no le permitían dar un solo paso
hacia la organización de la hacienda pública, tales
eran las necesidades que sentía el Gobierno, y
tales los términos en que se presentó a la
Asamblea constituyente, pidiéndole una
inmediata sanción.
La Asamblea aplazó indefinidamente este
importante asunto (los proyectos del Gobierno).
“Contrariado, pues, el Gobierno y ceñido a un
tutelaje que lo inhabilitaba para trazarse una
marcha organizadora, se limitó por entonces a
una acción pasiva y a dar cumplimiento bien ó
mal, según las exigencias de su estado
estacionario a las disposiciones de la Asamblea,
que persistía en gobernar soberana y
absolutamente sobre todos los poderes creados.
“En tal estado de cosas el Ejecutivo debía
necesariamente encontrarse desprestigiado; la
indisciplina se apoderó del ejército permanente
impago, y el 15 de diciembre la población fue
sorprendida con la sublevación del regimiento
número 2 de caballería de línea, y expuesta a ser
envuelta en los horrores de la licencia
desenfrenada de una tropa que había roto
repentinamente los lazos de la subordinación.
………………………………………………………
239

“El 20 surgió del seno de la Asamblea una moción


para que se residenciara al P. E. en razón de
haber tomado providencias para las que no tenía
autorización …….. Se hacían cargos severos
contra el ministerio. Se avanzaron ideas
desdorosas sobre la integridad de su marcha; se
habló de la confabulación
“En tales circunstancias apareció un nuevo
periódico titulado El Paquete Oriental, sin otro
programa que aceptar todos los artículos que se
llevasen con tal que fuesen garantidos y pagados,
eludiendo la parte editorial. El carácter de este
periódico causó alguna sensación por la violencia
de los artículos que publicaba, mas propios para
producir un incendio en las pasiones agitadas ya
por otros escritores, cuyo concurso a la
organización nacional no era el que mas debía
propender a su complemento.
………………………………………………………
“Entre tanto el estado del país estaba muy lejos
de poder llevarse favorable a la tranquilidad de
los departamentos. Las partidas de ladrones
habían tomado proporciones alarmantes. En el
departamento de Cerro-Largo particularmente se
paseaban cuadrillas de asesinos y cuatreros.
“Las poblaciones del departamento habían sido
asaltadas, robadas y asesinadas varias personas.
“Tal situación requería la eficacia de medidas
enérgicas y el señor brigadier general Rivera,
240

según lo dispuso la Constituyente, marchó a


campaña dejando las carteras de su cargo al
ministro de Relaciones Exteriores D. Juan A.
Lavalleja, que asumió por este hecho el
ministerio general.
………………………………………………………
“Entre el Gobierno Provisorio y la Constituyente
surgió una desinteligencia, que ocasionó la caída
del Gobierno.
………………………………………………………
La extensión de los documentos que explican
la renuncia del general Rondeau y su interina
sustitución por el general Lavalleja, así como
la protesta del primero, nos privan de hacer
su íntegra transcripción, a pesar de que por
su importancia merecen ser conocidos de los
que estudian las causas de la agitada vida de
esta joven sociedad.
Hecha esta breve observación seguiremos en
nuestra tarea de trascribir algo mas de lo que
contiene el registro de la historia nacional.
“Apenas en posesión del mando provisorio el
Gobierno del general Lavalleja, el general D.
Fructuoso Rivera, comandante de armas de la
República y que había estado tratando de sacar a
todo trance el batallón 2º de línea, presentó al
mismo Gobierno una representación suscrita por
300 firmas entre las cuales figuraban algunos
habitantes del departamento de San José,
241

pidiendo que las cuestiones suscitadas entre los


altos poderes de la República, se decidiesen de
un modo decoroso y legal y que entre tanto no se
diese curso a ninguna providencia tendente a
sostener lo hecho en un sentido contrario, y
mucho menos aquellas que de suyo hiciesen
recaer en las armas las resoluciones que Dios y la
razón han confiado a la justicia. Tan laudables
deseos, sin embargo de la extraña y conminatoria
recomendación que los autorizaba, quedaron por
entonces defraudados.
“Tal presentación, que mas bien podía
considerarse una amenaza, se hacía a todas luces
imposible; volver sobre los serios
acontecimientos, remover tan delicadas
cuestiones, hubiera sido dar entrada a
intervenciones de otro orden, y mayor peligro
para la paz pública, la que muy bien podía ser un
cassus belli en la representación apoyada por el
general Rivera.
“Por otra parte, los hechos se habían comunicado
sin violencia desde que le general Rondeau tuvo a
bien devolver el poder con que había sido
investido, limitándose la Constituyente a aceptar
su renuncia. Pero estaba resuelto que estos
sucesos debían tomar el carácter de una
gravedad tal, que obligasen al gobierno provisorio
a dar una exposición al país declarando al general
D. Fructuoso Rivera: Rebelde a la autoridad
pública ………………………………………………………
242

“El general Rivera se encontraba en el


departamento de San José, pero reunió algunas
fuerzas y se acercó a la capital, situándose ya en
abierta rebeldía en el Peñarol.
“En tal estado permanecían las cosas, cuando el
general Rivera reaccionando políticamente,
solicitó una entrevista con el general Lavalleja, a
fin de cortar la desinteligencia que mediaba entre
ambos jefes y evitar por medio de una
transacción las consecuencias de una lucha que
podía ser funesta.”
Lo que acabamos de trascribir comprueba lo
que antes dijimos con referencia a la
consecuencia de haberse promovido la
emancipación de los Estados sud-americanos
con fines exclusivamente políticos, y que las
tradicionales influencias personales del
tiempo colonial tomaron aquí carta de
ciudadanía, ó mas bien, la tradición de las
prácticas coloniales después de la
emancipación se erigió en dogma político de
los partidos.
Las fórmulas legales de gobernación pública,
en la práctica no han ofrecido motivo a
preferencias según se ha visto por sus
resultados. Entre el sistema federal y el
unitario, en Sud-América no se les reconoce
diferencia esencial por lo imperfecto del
planteamiento de ambos sistemas y porque
las leyes han tenido como infractores de ellas
243

a aquellos mismos que estaban encargados


de hacerlas cumplir y respetar.
Como lo dice la historia, desde los primeros
días de la emancipación esta sociedad, la
confusión de atribuciones de los altos
poderes del Estado, las ambiciones
personales, los caprichos, las provocaciones
de la prensa; todo eso aunado es el origen
de la serie de escándalos, atentados y
desgracias que se vienen produciendo desde
entonces.

IX.

Después de jurada la Constitución de la


República y consolidada la independencia
por el acto político de su aprobación y
reconocimiento de todas las naciones, el
pueblo uruguayo no ha podido durante un
larguísimo período de años dedicarse a los
útiles y beneficiosos trabajos de su progreso,
porque los partidos en representación de
ambiciones personales con fines mas ó
menos mezquinos han provocado constantes
revoluciones, sin significación ni casi siempre
razón de ser, y luchas sangrientas en que los
gritos de guerra y de exterminio se hicieron
oír por todas partes: en fin, la verdad es que
244

la guerra civil ha sido el estado normal de


este país.
Con excepción del tiempo de D. Bernardo
Berro y últimamente durante el actual
Gobierno Provisorio, a las necesidades
sociales nunca se les dio importancia; nunca
se estudiaron con ánimo de arribar a algo de
interés general.
La política personal representante de
intereses privados, es la que mereció en casi
todas las épocas una atención preferente y la
que se ha impuesto a los espíritus apocados,
incultos y tímidos para que sus autores
alcanzasen el triunfo de sus desmandes y
caprichosas pretensiones.
Todo eso es obra de la centralización
administrativa: solo estando en vigencia el
reprobado sistema que pone en manos de los
partidos el poder de hacer y deshacerlo todo
a su antojo, sería aun posible la permanencia
de la pasada y turbulenta larga vida de este
pueblo.
La plaga de la empleomanía es otra de las
consecuencias de la centralización; uno de
los medios que se ponen al servicio de las
revoluciones.
Para haber algo de estable y duradero es
indispensable cambiar de sistema
administrativo. Pensándolo así es la causa
245

por que hemos escrito largamente sobre


Descentralización Administrativa y por que al
estudiar la interesante cuestión de
Inmigración y Colonización, aconsejamos
que para asegurar el fácil acomodo de los
inmigrantes se deben fundar los consejos
municipales, esas populares instituciones
cuyo cometido es el de afianzar el bienestar
de los vecinos de cada localidad.
Para no acabar como se empezó y se ha
vivido largo tiempo, es indispensable
reaccionar contra las prácticas del pasado,
reconocidas como origen de todos los
grandes males que han flagelado a esta
sociedad.
Ahora que se ha conseguido la tan deseada
tranquilidad pública, que existen positivas
garantías en nuestros desiertos del interior de
la República, que renace la confianza hasta el
punto de que grandes y pequeños
propietarios rurales se han resuelto a llenar
de ganados sus campos; hoy, en fin, que se
puede vivir en los establecimientos rurales
sin temor de asaltos de las gavillas de
matreros que antes lo saqueaban todo, es el
momento oportuno de emprender con firme
resolución y con acertadas medidas la
productiva obra de Inmigración y
Colonización para que este país tome el
vuelo que le permiten las favorables
246

condiciones de su suelo y su privilegiado


clima.
Oportunidades como la actual, pocas veces
se ofrecen en la vida de los pueblos; y
perder una oportunidad en política es un
crimen.
Esta sociedad, fatigada y empobrecida por
sus continuas luchas civiles, como lo
atestigua un sinnúmero de hechos, está
resuelta a no dar mas fuerza a las ambiciones
personales para emprender nuevamente las
correrías que han motivado todas sus grandes
desgracias.
La acción pasiva pero importante de las
clases no políticas, como lo que han
demostrado por hechos significativos, ya
halla en su apoyo la influencia de hombres
que, antes intransigentes y al frente de los
partidos, todo lo impedían para que llegase
la hora de la reconstrucción del país.
La embriaguez política que acometió a todos
sin excepción los que una vez tomaron parte
en la cosa pública, es una enfermedad de
que están felizmente curados algunos de los
mejores ciudadanos; un buen número de
aquellos que mejores y mayores servicios
pueden prestar a su patria.
Con la esperanza de que esta sociedad se
reorganizará obedeciendo a un plan
247

completo de sanas ideas político-económicas,


hemos emprendido la tarea de estudiar y
discutir la cuestión de Inmigración y
Colonización.
Los miembros de una sociedad que como
nosotros no se alistan en los partidos de la
política militante, y que sus atenciones como
parte de la colectividad social se dirigen al
fin de contribuir a la regeneración del país,
creen y entienden que los estudios de este
orden se deben preparar y redactar a tiempo
de poder servir de antecedentes a
disposiciones gubernativas.
A pesar de que ya no estamos en la edad
florida de las ilusiones y que muchas han
sido las decepciones sufridas en nuestra vida,
no desesperamos todavía de que la reacción
vendrá a manifestarse con intensidad igual a
los males que crearon la presente situación.
Son muchas las sociedades que han
atravesado largas horas de angustia y que
han conseguido al cabo de desesperados
sufrimientos vencer todos los obstáculos y
levantar después el pendón sacrosanto de la
libertad y del progreso.

X.
248

Habríamos dado por terminado en el capítulo


anterior nuestro breve estudio sobre
Inmigración y Colonización, si no
considerásemos oportuno decir algo con
relación a la población nacional que vive
errante en los extensos desiertos del interior
de la República, casi de todos olvidada.
Con esos ciudadanos vulgarmente conocidos
por el apodo de gauchos se ha pretendido
imitar por modos diferentes el proceder de
los primeros conquistadores del suelo
americano, que al metido nombre de
civilización declararon a los indios legítimos
dueños de este territorio, una guerra de
exterminio.
Condenar a los hijos de este país al
ostracismo ó sea a ignorar las aspiraciones
del progreso, no ha servido ni nunca servirá
mas que a la conservación de elementos
perturbadores del orden público.
Si todavía hoy los gauchos no poseen la
educación precisa para ser útiles ciudadanos,
los responsables de su estado de ignorancia
no son ellos y sí los gobiernos que han
dirigido a su talante los destinos de esta
sociedad.
Necesitamos de inmigración que venga aquí
a utilizar los grandes beneficios con que a
todos brinda este feracísimo suelo; pero esa
importación de obreros no se opone de
249

ningún modo a que se acepte a la vez el


trabajo de aquellos que desde la cuna se
cobijan bajo el pabellón de la nación
uruguaya.
Es un deber de moralidad el reparar las
injustificables faltas que se han cometido
para con esos ciudadanos que en el país se
llaman gauchos.
No pinamos por la formación de colonias
militares ó sin serlo que se compongan de
gauchos, porque suponemos que tales
colonias bien pronto se trasformarían de
elemento de producción en elemento de
partidos. Además, sería una ilusión esperar
que hombres acostumbrados toda su vida a
aventuras y correrías pudieran emplearse en
la ardua y monótona labor agrícola.
Búsquense otros mas adecuados medios de
llamar a esos ciudadanos a concurrir con su
parte a activar la producción nacional.
La industria manufacturera no ofrece los
peligros de la colonización, porque se ejerce
junto ó en los grandes centros de población
donde la policía pública puede fácilmente
evitar actos de rebelión; y además no está en
el caso del trabajo agrícola.
La industria manufacturera ofrece cierto
atractivo a los hombres que no están
avezados desde su juventud a las pesadas
250

tareas del trabajo de los campos. El artesano


ve al cabo de cada día el fruto de su labor.
Al agricultor no le acontece lo mismo; la
semilla que él deposita en el seno de la tierra
exige tiempo y favorables condiciones
atmosféricas para su germinación y
reproducción. El agricultor no ve, pues,
nunca la recompensa de su trabajo sino
después de un plazo relativamente largo
comparado a las tareas de los obreros en las
fábricas.
En sustitución a la idea de formar colonias
con el elemento gaucho, proponemos que el
Gobierno encargue a las municipalidades en
la capital de cada departamento de la
República el fundar talleres de determinadas
industrias, y que el Estado subvencione esos
establecimientos durante algunos años,
imponiendo la condición de que allí no se
reciba sino a hijos del país, con excepción de
los maestros y primeros oficiales que se
encarguen de la educación industrial de
aquellos.
Esos talleres serán verdaderas escuelas de
artes y oficios, en donde irán a recibir muy
útil instrucción aquellos que hoy viven como
nómades.
Aquí, donde no tenemos industrias
manufactureras y nos sobran materias primas,
la fundación de talleres ó escuelas
251

industriales que nos permitimos aconsejar


daría en todo sentido grandes é
importantísimos resultados.
Con la fundación de dichos talleres los
gauchos recibirían el bautismo de la
civilización: la producción del país
aumentaría y en su proporción directa las
rentas públicas.
Además de todo lo que venimos indicando,
pueden y deben concederse favores
especiales a los hijos del país que tomen un
puesto en el seno de cualquier colonias
agrícolas.
Haciendo algunas economías en gastos
improductivos del Estado se conseguirán
anualmente recursos para establecer primas a
favor de los hijos del país que ingresen en tal
carácter en las colonias ante dichas ó que se
alisten como obreros en cualquier taller de
los que el Gobierno no subvencione.
Búsquese, en fin, por todos los medios
llamar al trabajo activo de la producción a
todos los ciudadanos que, por censurables
faltas de los gobiernos de la República, hasta
hoy no se hallaron en las condiciones de
apreciar debidamente las ventajas de
constituir el hogar de la familia y de conocer
los goces de la civilización.
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