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Edición con fines académicos
Fuente: http://www.idepe.org/pdf/arti_rafael_consideraciones.pdf
Consideraciones para reflexionar acerca de la Seguridad
Nacional Sudamericana a inicios del siglo XXI1
Rafael Castillo Alfaro2
Así, con esta tarea pendiente, introducimos dos directrices básicas para el inicio
de una deliberación teórica sobre la seguridad nacional en Sudamérica. La
primera directriz nos plantea brevemente cómo la modernidad,
específicamente un producto de ella: el Estado nación, se establece en la
región, qué características resultan pertinentes para evaluar nuestra propia
modernidad, y de qué manera éstas configuran la idea de seguridad nacional
en las repúblicas del sur de América.
1
Esta presentación es parte de un estudio sobre la relación entre la idea de seguridad nacional que se maneja en Sudamérica y las políticas de
adquisición de tecnología militar en la cuenca del Pacífico Sur, donde se analiza específicamente los casos de Perú y Chile. Referida
investigación será difundida en la próxima publicación del Instituto de Estudios Políticos y Estratégicos.
2
Estudiante de la Escuela Académico Profesional de Sociología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú), asistente de
investigación del Instituto de Estudios Políticos y Estratégicos.
Cabe resaltar, que ambas directrices se encuentran íntimamente relacionadas,
ya que, apuntan a sugerir el inicio de un debate sobre la manera apropiada de
pensar la seguridad nacional en zonas diferentes a la europea occidental, en
donde la modernidad logró imponerse a la tradición y donde la posterior
decepción generada por el fracaso del proyecto moderno occidental, incapaz
de generar el progreso de la humanidad occidental guiado por la razón,
menguó la confianza en las instituciones modernas por parte de las sociedades
científicas de occidente a finales del siglo pasado.
2
Estado basaba en la participación, aunque elitista, de los ciudadanos en el
orden político. Esto se logra al iniciarse el proceso de cambio antes
mencionado: se abandona paulatinamente una estructura de poder
personalizado, basada en el derecho divino de gobernar, para adoptar una
organización de poder impersonal, con suprema jurisdicción sobre el territorio
y fundamentada en la representatividad política de perspectivas e intereses de
sus ciudadanos; aunque, en este último punto, es preciso señalar que la
representatividad nunca llegó a sacudirse de las pretensiones de grupos
minoritarios en desmedro de la mayoría.
3
HELD, David. La democracia y el orden Global: del Estado Moderno al Gobierno Cosmopolita. Editorial Paidós, Barcelona, 1997, p. 77.
3
No obstante, en esta etapa pre-moderna la competencia se matizaba por “la
misma estructura del sistema internacional: los Estados individuales, para
garantizar su propia seguridad, debían preparase para la guerra, un proceso
que bastaba para generar inseguridad en los demás Estados y los llevaba a
responder con la misma moneda (...) Este círculo vicioso de inseguridad mutua
se conoce como “el dilema de seguridad” del Estado”4. En consecuencia, las
acciones militares a gran escala necesitaban de un volumen considerable de
recursos (hombres, armas, víveres, etc.) De esta manera, el Estado veía la
carencia de tales recursos como una vía rápida a su sometimiento comercial,
político o militar.
Este hecho fue aprovechado por los súbditos para lograr un tipo de
recompensa política, presionando a los monarcas a establecer estructuras
burocráticas y coercitivas para controlar a los futuros ciudadanos.
4
Ibid., p. 78.
5
Ibid., p. 78. Las cursivas son nuestras.
4
Entonces, se origina una relación estrecha entre la construcción del Estado
moderno y el hambre de seguridad nacional por parte de sus gobernantes y
ciudadanos, con el fin de lograr el progreso constante garantizado por las
luminarias que la razón otorgue a los hombres de ciencia europeos.
El siglo XIX proporcionó a América del Sur la coyuntura necesaria a favor del
establecimiento de la institución moderna por excelencia: el Estado nación. El
rompimiento tanto espacial como temporal de la modernidad sudamericana
con respecto al proceso europeo, hace imperiosa la alternativa de una lectura
no lineal de la historia; reconociendo que, si bien algunas de las concepciones
e instituciones modernas pueden instaurarse sin mayor problema, éstas
adquieren connotaciones específicas en cada parte de la región, como
resultado de las diferencias en los procesos históricos.
Por ello, el papel de la tradición en América del Sur nos lleva a pensar en un
proceso histórico esencialmente diferente, que debe de ser respetado por toda
pretensión seria que intente un análisis de la realidad sudamericana y sus
6
Castillo Ochoa, Manuel y Carranza, Víctor Editores. Desencantados y Fascinados. La Postmodernidad desde el Perú. Instituto de Ciencia y
Tecnología de la Universidad Ricardo Palma, Lima, 2002.
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componentes, uno de los cuales es la idea de seguridad en esta parte del
continente.
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no están orientados a un verdadero progreso que la modernidad ofreció. Así
mismo, en la actualidad, y dentro del marco mundial, se han enterrado viejos
enemigos para la seguridad y, sin embargo han brotado otros nuevos, tales
como el narcotráfico, terrorismo, etc. Esta situación nos lleva a pensar en la
perfecta inserción de algunos países latinoamericanos como Colombia, Bolivia
y Perú dentro del punto de vista que pondera los nuevos peligros en el ámbito
mundial, sobre los antiguos peligros. Pero ¿De qué viejos peligros estamos
hablando en el ámbito sudamericano? ¿Sudamérica ha logrado enterrarlos? ¿Es
correcto tratar de aplicar la percepción de amenazas de un grupo de países
desarrollados al resto de las naciones? ¿Es éste acaso un efecto del proceso
denominado Globalización o de la hegemonía imperante?
Es por ello que se despliega una propuesta teórica dúctil a esta radicalización
de las características de la modernidad, aquí partimos de una especificación del
significado denotativo que encierra la terminología preparada para esta
presentación. Así, definiremos visión, noción y perspectiva para obtener
herramientas de trabajo adecuadas en función de constituir un cuerpo teórico
que responda a los referidos cambios constantes e impredecibles que el
mundo actual presenta, y así tener la capacidad de corregir futuros desfases en
los contextos utilizados para el estudio de una determinada duración histórica,
ya sea larga, mediana o corta.
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acciones, permite discernir categorías de diferente rango o nivel acerca de los
elementos que se manejan con respecto a la totalidad. A referidas categorías
las denominamos: visión, noción y perspectiva.
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requerimientos básicos- al conjunto único y complejo que es la realidad,
adquiere la categoría de perspectiva. En consecuencia, una perspectiva es la
forma en que nos representamos las cosas, especialmente las esperanzas y las
contingencias que se prevén para el futuro, dentro de un contexto histórico sin
cambios significativos. Así, una perspectiva de seguridad nacional es
correspondiente con lo que denominaremos estabilidad de las relaciones entre
los actores Estatales, en una determinada etapa histórica.
8
Desde esta visión se desprendió una perspectiva tradicional de seguridad nacional, que se consolidó como una manera de adecuarse al
requerimiento de una etapa específica de la historia del S. XIX: La guerra fría. Así, mencionada perspectiva se materializó en las Políticas de
Seguridad Nacional llevadas a cabo por los diferentes Gobiernos. Cabe aclarar al lector, que generalmente esta diferenciación se toma como
tácita, cosa que dificulta o descarrila una percepción correcta del tema, llegando a confundir indistintamente una perspectiva con la visión de
seguridad del Estado nacional. Según la Doctora María C. Rosas, la Concepción Tradicional de Seguridad Nacional corresponde a una
definición basándose en términos netamente militares, que obedece a la lógica según la cual un mayor número de armas con respecto al resto
de países garantiza la seguridad de éste al menos dentro de su región. Rosas María, Cristina. Las Amenazas a la Seguridad Canadiense y los
Límites de la Política Exterior de Ottawa en la Post-Guerra Fría. Revista Mexicana de Estudios Canadienses, Septiembre de 1999. Páginas
31-35.
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plataforma para una tolerancia entre países. Finalmente, estamos convencidos
que este nivel de relación entre Estados permitiría una convivencia regional
apuntalada al progreso en bloque; en definitiva, Sudamérica estaría dando un
gran paso hacia un desarrollo autónomo.
Conclusiones
9
HELD, David. Ibid., pp. 78-79.
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seguridad, no es posible dejar parcialmente de lado la visión
correspondiente a la seguridad nacional; ya que, en Sudamérica el riesgo
verdadero -aun en la etapa más álgida de la llamada “guerra fría”- no era un
posible avance del pensamiento ideológico proveniente de Europa Oriental
o de Asia, ni siquiera la instauración de gobiernos socialistas por la vía
democrática o de regímenes dictatoriales de corte militar que soslayasen la
práctica democrática y los derechos humanos; el verdadero riesgo se erigía
sobre un potencial conflicto armado que llegase a determinar poderosos
parámetros de influencia en los procesos de construcción de una identidad
nacional y en la consolidación como Estado-nación, como caracterizó el
enfrentamiento decimonónico entre el Estado peruano y el chileno.
5) En la actualidad no se puede hablar de una perspectiva de seguridad en
Sudamérica. Creemos que tanto el rol de esta región dentro del contexto,
así como el contexto mismo que nos presenta el inicio del presente siglo, no
permite asumir la categoría de perspectiva para la idea de seguridad que
maneja esta parte del continente. Esto, debido a los escasos estudios que
permitan visualizar, entre las nociones de cada país, una perspectiva
regional de seguridad nacional; y al tiempo histórico donde destacan la
globalización y la hegemonía como factores imperantes en el ámbito
mundial, en donde predomina un capitalismo degenerador de las ideas
liberales postuladas por la economía política clásica, paradójicamente
llamado “capitalismo neoliberal”.
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