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DEFINICIÓN DE FAMILIA.
A pesar de las evidencias persuasivas de que los hombres gay y las lesbianas
mantienen relaciones comprometidas, frecuentemente se expresan tres preocupaciones
sobre las parejas del mismo sexo.
1. Formadas por un hombre y una mujer, dos hombres o dos mujeres sin vínculo
matrimonial.
6.Familias reconstituidas de hombre y mujer, dos hombres o dos mujeres sin vínculo
matrimonial con hijos no comunes sino de relaciones anteriores, puede aportar hijos
uno/a o ambos convivientes.
8. Familias de dos hombres con hijos adoptado por uno de ellos pero constante la
pareja.
9. Familias de dos hombres con hijos biológicos de uno de ellos, pero no de
relaciones
anteriores sino por madre de alquiler en el extranjero.
Según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística sobre los cambios en
la composición de los hogares entre 1991 y 2001, la familia de corte tradicional con
tres hijos o más, ha descendido un 41,7%. Las parejas de hecho se han incrementado
en un 155%.
Sin embargo si nos situamos en 1981 y la reforma del Código civil que entre
otros, introdujo el divorcio en el ordenamiento jurídico, ya no es tan claro que la
aceptación social fuera mayoritaria. Seguramente en aquel momento fue por delante el
legislador a la sociedad.
Claro está, que en aquel momento las fuerzas políticas que componían el
Parlamento, dieron ejemplo de clarividencia y responsabilidad colectiva.
Artículo 10
Artículo 14
Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación
alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquiera otra
condición o circunstancia personal o social.
Artículo 32
Artículo 39
3. Los padres deben prestar asistencia de todo orden a los hijos habidos dentro o
fuera del matrimonio, durante su minoría de edad y en los demás casos que
legalmente proceda.
Cuando nuestra Constitución proclama que los poderes públicos han de asegurar la
protección social, económica o jurídica de la familia no constriñe este concepto, en
términos exclusivos y excluyentes, a la fundada en el matrimonio, debiendo
subsumirse también en el mismo la familia de origen no matrimonial (Sentencias
Tribunal Constitucional 74/1997, de 21 de abril y 116/1999 de 31 de mayo).
Las uniones libres aunque están carentes de precisa normativa, no por eso son
totalmente desconocidas por nuestro ordenamiento jurídico. La Constitución no las
prevé, pero tampoco expresamente las interdicta y rechaza y así se desprende de la
lectura de su artículo 32 en relación al artículo 39, que se proyecta a la protección de
la familia en forma genérica, es decir, como núcleo creado por el matrimonio, como
por la unión de hecho (Sentencia Tribunal Supremo Sala 1ª, de 18 de mayo de
1992).
Dos son las cuestiones clave que suponen un avance de nuestra sociedad: no
se exige estar en pareja ya sea ésta matrimonial o de hecho, pero heterosexual (en
otros países de nuestro entorno esto sí se exige, no se permite la reproducción
individual) y no se exige esterilidad o infertilidad para poder hacer uso de dichas
técnicas.
Será la ley que desarrolle este derecho, dentro del margen de opciones abierto
por la Constitución, la que, en cada momento histórico y de acuerdo con sus valores
dominantes, determinará la capacidad exigida para contraer matrimonio, así como su
contenido y régimen Jurídico. La regulación del matrimonio en el derecho civil
contemporáneo ha reflejado los modelos y valores dominantes en las sociedades
europeas y occidentales.
La ley permite que el matrimonio sea celebrado entre personas del mismo o
distinto sexo, con plenitud e igualdad de derechos y obligaciones cualquiera que sea
su composición. En consecuencia, los efectos del matrimonio, que se mantienen en su
integridad respetando la configuración objetiva de la institución, serán únicos en todos
los ámbitos con independencia del sexo de los contrayentes; entre otros, tanto los
referidos a derechos y prestaciones sociales como la posibilidad de ser parte en
procedimientos de adopción.
Nuevas perspectivas.
Mandato a las comunidades autónomas para que establezcan una carta de derecho y
garantías de los adoptantes, profesionalización y objetivización de los baremos.
<<Parece que todos los partidos, incluso el conservador, aunque no en otros muchos
países, admiten que puedan formar pareja>>.
<<Pero algún partido pone condiciones. Pueden formar pareja, aseguran, pero no ser
matrimonio, porque “el matrimonio es una unión entre un hombre y una mujer”. No
encuentro sólido este argumento. La verdad es que es un tema discutible. Pero nos
parece que esta postura es más bien una expresión de una resistencia: la incapacidad
para admitir que pueden formar parejas con los mismos derechos y obligaciones que
los demás. En definitiva, es como si se pensara:
Que para los obispos esta lucha sea más importante que la pobreza, la guerra,
la libertad de expresión…, no nos deja lugar a dudas de que se trata de una resistencia
homofóbica, por más que su rechazo, en este caso, sea congruente con la doctrina
Sea por lo que sea, lo cierto es que, por ejemplo, en el cine, el tema de “las
otras familias” ha constituido casi un subgénero característico de los años 90 y cada
vez llega con más fuerza a las pantallas. Desde todos los puntos del planeta llegan
películas cuyos protagonistas son padres gays, madres lesbianas, parejas
heterogéneas, etc. Y, a menudo, estas películas son grandes éxitos de taquilla. En
1994, el festival de Berlín otorgó el oso de oro a “El banquete de bodas”, de Ang Lee,
que planteaba la existencia de parejas gays con hijos. En Francia, “Felpudo maldito”,
de Josiane Balasko, hacía lo mismo con las lesbianas y batía récords de taquilla. Esta
misma película también en España alcanzó un éxito de público insospechado para una
producción francesa.
Así, poco a poco fueron llegando películas como “Algo más que amigos”, de
Nicholas Hytner, que también trataba la variedad de familias que existen en nuestra
sociedad; “Tras el silencio”, de Ángela Pope, que denunciaba como los tribunales
pueden preferir otorgar la custodia de un hijo a un padrastro con antecedentes de
malos tratos que a un padre gay (hecho constatado numerosas veces en diversos
países); “Violet’s visit”, de Richard Turner en la que una adolescente descubre que
prefiere vivir con su padre y la pareja masculina de éste que con su madre y el marido
de ésta; en “El lenguaje perdido de las grúas”, de Nigel Finch, un joven gay descubre
que también su padre lo es; “La increíble y verdadera historia de dos mujeres
enamoradas”, de María Maggeti, presenta a una adolescente hija de dos lesbianas; o el
documental “It’s elementary”, de Debra Chasnof, en el que se repasan una serie de
experiencias que se están llevando a cabo en distintos lugares de los Estados Unidos
para mostrar a los escolares la diversidad de familias existentes y así, entre otras
cosas, evitar las posibles discriminaciones a los hijos de esas familias diversas; el
nuevo documental de esta misma directora se titula “It’s a family” y en él muestra a
madres y padres que rompen los prototipos de las familias convencionales; este año se
ha estrenado en Estados Unidos una película protagonizada por Brooke Shields que
tiene el significativo título de “What makes a family” (“Lo que hace una familia”) y
que cuenta la batalla legal de la pareja de una madre biológica que al morir ésta lucha
por la custodia legal de una niña con la que ha mantenido una relación maternofilial
durante años; también analiza la problemática de la maternidad lésbica la película
para televisión por cable “Si las paredes hablaran-2”, protagonizada por Sharon Stone;
y uno de los fenómenos de la BBC de esta temporada ha sido la emisión de la película
producida por la propia cadena “Casualty”, en la que se mostraba una boda gay… La
variedad de películas es tan grande que los festivales de cine gay y lésbico de
Barcelona y Madrid del año 2000 han elegido el tema de la familia como eje central
de los certámenes.
En la prensa escrita, las familias de lesbianas y gays con hijos han tenido en
los últimos meses una atención especial. “Newsweek” abrió el tema en 1996 al traer a
portada el “lesbian babyboom”.
“El País”57 mencionaba el caso de unas gemelas adoptadas en EEUU por una
pareja de lesbianas al ser rechazadas por la pareja (heterosexual) que las encargó,
7 57 “El País”, 9 de mayo del 2000.
mientras que “El Mundo” publicaba: “Dos lesbianas compran semen por Internet”
para inseminarse”58.
Y así, podríamos seguir citando prensa de todo el mundo. Sin mencionar que
en el último año prácticamente todas las revistas de información para el mundo gay y
lésbico (“Odisea”, “Zero”, “Nosotras”60, “Xti”, “Triángulo”, “Outline”, “Gay times”,
etc., etc.) han sacado en portada el tema de las familias de lesbianas y gays con hijos.
En EEUU, incluso existen revistas dedicadas monográficamente al tema de la
paternidad lésbica o gay: “Gay Parenting Magazine” o “Alternative Family
Magazine”, por ejemplo61.
Otra revista, que nada tiene que ver con el mundo homosexual, también
incluyó en portada esta cuestión. “Planeta Humano”, mensual dedicado a ONG’s y
cuestiones humanitarias sacó en portada un reportaje titulado “Familias de
Homosexuales”62. El editorial también estaba dedicado a la cuestión y afirmaba:
“¿Con qué derecho se puede prohibir a 600 millones de personas que puedan
formar familias?
Creo que las parejas homosexuales deben poder adoptar niños con los mismos
requisitos legales y acceder a la inseminación libremente, por lo mismo que a los
heterosexuales no se les exige carnet para ser padres, lo que quizá no sería una
tontería…”
“Cuando a Mary Ford (alcaldesa) otros alcaldes le preguntan cómo lleva “el
problema” de las familias homoparentales responde: “Los expertos aseguran que un
10% de la población es gay o lesbiana. ¿Cómo es que en tu ciudad la gente anda
escondida? Tú eres el que tiene un problema con tanta gente asustada de integrarse”.
Muy recientemente ha saltado a los medios, como vemos, ávidos de este tipo
de noticias y reportajes, la información de que en un futuro no muy lejano dos
hombres podrán unir su material genético en un mismo óvulo cambiando el ADN de
éste por el de uno de los hombres y fecundándolo con el semen del otro. El diario “El
Mundo”65 titulaba así esta posibilidad:
“Cambio 16”66 titulaba un reportaje sobre esta misma cuestión “Papás sin
mamás” y avanzaba que “científicos de la Universidad de Edimburgo están trabajando
en el desarrollo de un avanzado experimento genético que permitirá a las parejas gays
tener descendencia”. De este modo, la prensa certifica algo que pretende quedar claro
en este dossier, que la legislación está yendo a remolque de la realidad social. Y que
esta falta de reflejos por parte de los legisladores está causando daño a muchos niños
y a sus familias.
Noticias que son representativas de una situación emergente pero que no dejan
de crear una cierta confusión ante un colectivo, el homosexual, que espera con
ansiedad la normalización que lo saque de la marginalidad.
También otros titulares nos cuentan que “Elda pide el derecho al matrimonio
homosexual”, o que “Senadoras del PP se comprometen a impulsar una ley de
parejas”, o que “El Consejo de la Juventud de Barcelona pide en su informe anual
mejor protección a todo tipo de familias”. Tras la votación del 19 de septiembre en el
Congreso de los Diputados, en la el PP se opuso a las cuatro proposiciones de ley
presentadas, el Consejo de la Juventud de España criticó duramente la actitud del
Gobierno, calificándola de “un engaño a la sociedad”. Todo un goteo de peticiones, de
pequeños actos simbólicos que intentan confluir en un fin que termina chocando con
los intereses de un único partido político.
Por lo que respecta a la opinión pública, las pocas encuestas realizadas a este
respecto también se muestran favorables a la regulación de las parejas de un mismo
sexo y a la adopción por estas mismas: según una realizada por el Instituto Andaluz de
la Juventud, el 60% de los jóvenes andaluces considera que la homosexualidad es tan
respetable como la heterosexualidad, y el 46 % opina que sí se debería permitir a las
parejas homosexuales la adopción de niños, frente a un 15% que cree que no (al resto
le es indiferente); algo similar salía en otra encuesta, esta vez de la revista67
universitaria “Menos 25”, llevada a cabo entre 1518 estudiantes de las universidades
públicas de Madrid: el 46’6 % ve perfectamente normal que los homosexuales
adopten hijos mientras que al 23’8 % le parece mal. Aunque no preguntaba
exactamente lo mismo, la “Encuesta Europea de Valores en Catalunya”, realizada por
el Gobierno Catalán, mostraba que los homosexuales sólo cuentan con la oposición
del 11% de los catalanes.
Realmente, se puede hablar de clamor político. Si bien entre todos los partidos
mencionados no tienen mayoría parlamentaria, sí tienen una mayoría social. Sobre
todo si añadimos que dentro del PP, o en agrupaciones próximas (Nuevas
Generaciones y la Plataforma Popular Gay han pedido el derecho al matrimonio para
lesbianas y gays) también se pide la regulación de una vez por todas de este tema.
Vías legales:
La regulación del matrimonio civil entre personas del mismo sexo significa
también:
Reconocer la capacidad de cualquiera de los padres / madres a actuar conjunta o
individualmente en representación y defensa de los derechos e interés de los menores
y de la familia.
Responsabilizar legalmente a ambos padres / madres de la crianza, educación y
sostenimiento del niño.
En caso de separación o divorcio de los padres / madres, garantizar el derecho del
niño a una pensión de alimentos y garantizar el derecho del niño a mantener su
vínculo afectivo con ambos mediante un régimen de visitas..
En caso de fallecimiento de cualquiera de sus padres / madres, ser heredero de su
patrimonio sin merma del mismo (como no ocurre ahora con aquél / aquella que no
está reconocido legalmente.
El interés superior del menor no es un hecho objetivo y universal. Es un
principio rector en la protección y defensa de la infancia que se tiene que concretar en
cada caso: con cada menor y con cada familia. Ningún sector social, religioso, político
o profesional puede monopolizar este principio. Y en todo caso, no puede convertir en
discrecionalidad. Lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, también están
defendiendo el interés superior del menor, el bien de los hijos. Apoyar el matrimonio
civil entre personas del mismo sexo y, por tanto, la homoparentalidad es defender el
interés superior del menor.
Estos estudios han servido para que se hayan declarado oficial y públicamente
a favor de la homoparentalidad las organizaciones profesionales americanas más
importantes en el campo de la salud mental, la familia y la infancia, como son la
Academia Americana de Psiquiatría Infantil y del Adolescente (1999), la Academia
Americana de Médicos de Familia (2002), la Academia Americana de Pediatría
(2002), la Asociación Americana de Abogados (2003, 1999 y 1995), la Asociación
Americana de Medicina (2004), la Asociación Americana de Psiquiatría (2002, 1997,
2000), la Asociación Americana de Psicoanálisis (1997 y 2002), la Asociación
Americana de Psicología (1976, 1998 y 2004), la Liga Americana por el Bienestar
Infantil (1988), la Asociación Nacional de Trabajadores Sociales (2002) y el Consejo
Norteamericana de Niños Adoptables (1998).
La APA apoya las iniciativas que permiten a las parejas del mismo sexo
adoptar y ejercer la coparen talidad de niños, y apoya todos los derechos legales,
beneficios y responsabilidades asociados que surgen de tales iniciativas.”
La APA cree que los niños criados por parejas del mismo sexo se benefician de
los lazos legales con cada padre.
Sin embargo, otras formas de familia presentes en nuestra sociedad siguen estando
proscritas y rechazadas, careciendo todavía del menor reconocimiento social. A
nuestro juicio, este es el caso de las familias que hoy nos ocupan, las integradas por
padres gays o madres lesbianas y sus hijos. No figuran en las estadísticas oficiales del
I.N.E., no son contempladas en ninguno de los tratados recientes acerca de la realidad
española, ni en los escritos con óptica sociológica, ni en los escritos desde el ámbito
de la psicología, la pediatría u otras disciplinas relacionadas. De hecho, y éste es un
indicador muy significativo a nuestro juicio, resulta difícil aún encontrar en nuestra
sociedad una denominación para ellas, hecho que no nos parece casual, porque el
nombre confiere entidad e identidad, y supone, por tanto, un reconocimiento explícito.
Hemos optado por una de las denominaciones que ha comenzado a utilizarse en
ámbitos académicos y en los propios colectivos de lesbianas o gays: FAMILIAS
HOMOPARENTALES.
Cuando se habla del tema de las familias homoparentales como algo que acaba de
saltar a los medios de comunicación, no se tiene en cuenta que existen desde hace
tanto como las mismas relaciones homo eróticas - desde siempre -. John Boswell en
su libro Las bodas de la semejanza nos muestra cómo desde la antigüedad se han
dado casos de matrimonios homosexuales. En Grecia y en Roma esta era una forma
de legalizar a la pareja y asegurarse así la transmisión del patrimonio. Incluso en las
ceremonias paleocristianas de “hermanamiento” se unía a dos personas del mismo
sexo mediante un rito que equivalía al de los matrimonios heterosexuales.
La presunción de que las lesbianas o los gays no tienen hijos está especialmente
errada en el caso de las lesbianas. Aunque es de esperar que según se vayan
ampliando las posibilidades para los gays (adopción, madres de alquiler, etc.) éstos
vayan accediendo en cada vez mayor número a la paternidad, hoy por hoy la cuestión
de los hijos de homosexuales es, fundamentalmente, una cuestión de mujeres. De
hecho, hasta el 95 % de las nuevas familias homosexuales están encabezadas por
lesbianas.
Los resultados indicaron que fueron las familias homoparentales las que mostraron
menos factores de riesgo y las que alcanzaron una puntuación más alta desde el punto
de vista de la calidad del contexto familiar para la promoción del desarrollo infantil.
En estos hogares se encontraron ambientes muy estimulantes, estilos parentales de
crianza muy adecuados y escasa conflictividad marital; en fin, todo lo que un niño
necesita para crecer sano y feliz. Por ello, no resultó sorprendente que fueran
precisamente los niños de familias homoparentales los que mostraron menos
problemas emocionales y conductuales, según la valoración parental. La valoración
realizada por los profesores no estableció diferencias significativas.
http://www.felgt.org/temas/familias;
http://www.felgt.org/temas/voluntariado/i/50724/237/documentacion-de-las-ii-
jornadas-de-familias-diversas-lesbianas-gays-transexuales-y-bisexuales-creando-
familias?smid=45
En el Diario de Mallorca, en su edición digital con fecha 18 de octubre de 2008,
publicó la siguiente noticia:
“Los niños criados por padres gays tienen una mente más abierta y
empatizan mejor”
M.FERRAGUT. PALMA. ¿Hay diferencias entre los niños criados por hombres
homosexuales y por heterosexuales? Esa es la pregunta que motivó a las
investigadoras inglesas Helen Barret y Fiona Tasker a estudiar dicho campo,
entrevistando a hijos a cargo de padres gays -la mayoría fruto de un matrimonio roto;
una minoría adoptados- y a niños cuidados por heterosexuales solteros.
La conclusión a la que llegaron tras tres años de investigación y casi 150 entrevistas a
jóvenes de entre 11 y 24 años es que la única diferencia entre unos y otros es que los
niños criados por progenitores homosexuales están "mejor preparados" para entender
las diferentes opciones sexuales y "empatizar mejor" con el otro.
Así lo indicó ayer Helen Barret a este diario, precisando que detectaron una
proporción similar de homosexuales entre los hijos criados por unos y otros; es decir,
contradiciendo a aquellos que sostienen que los niños educados por gays tienen más
tendencia a ser homosexuales.
Barret imparte hoy la conferencia ´A study of gay fathers and their children´ en el
marco de las IX Jornadas de Apego y Salud Mental organizadas por la Universitat de
les Illes Balears en colaboración con la International Attachment Network
Iberoamericana y tituladas ´Nuevas Formas de Parentalidad´.
Barret explicó que los padres que tienen niños en un matrimonio heterosexual y
rompen al aceptar o descubrir su auténtica orientación sexual -también detectaron
casos de padres que conscientemente se casaron con una mujer para tener hijos-,
pasan después por un difícil proceso interior que les empuja "a buscar ayuda, ir a
terapia, acudir a otras personas".
Todo ese proceso "se refleja en un cambio de comportamiento que al final puede
suponer una mejora de las relaciones con los hijos", apuntó Barrett, presidenta de
Inernational Attachment Network y miembro de la Family and Parenting Institute de
Reino Unido. Explicó que algunos se sienten "muy culpables" sobre el efecto que
puede tener sobre sus hijos la ruptura del matrimonio y la noticia de su auténtica
orientación sexual.
Esta investigadora señaló que "no hay una edad ideal" para comunicárselo al crío;
según precisó, importa más la forma de decírselo. En cualquier caso, suele resultar
más beneficioso para el niño poder contar con el apoyo de su madre en todo el
proceso y que ambos progenitores se mantengan en contacto, y, si llega el momento
en que encuentren nuevas parejas, mantener una buena relación y comunicación
también con éstas.