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23 de diciembre de 2008

LA NUEVA REALIDAD DE LAS ESTRUCTURAS


FAMILIARES.
El modelo de familia tradicional es mayoritario en nuestra sociedad, pero ya no es el
único con legitimidad social y reconocimiento legal.

DEFINICIÓN DE FAMILIA.

Unión de personas que comparten un proyecto vital de existencia que se desea


duradero, en el que se genera fuertes sentimientos de pertenencia a dicho grupo, existe
un compromiso personal entre sus miembros, y se establecen intensas relaciones de
intimidad, reciprocidad y dependencia (Jesús Palacios y María José Rodrigo, 1998).

American Psychological Association APA, Julio 2004. RESOLUCIÓN SOBRE


ORIENTACIÓN SEXUAL Y MATRIMONIO Adoptada por el Consejo de
Representantes de la Asociación Americana de Psicología.

La investigación indica que muchos hombres gay y lesbianas desean y


mantienen relaciones comprometidas. Por ejemplo, los datos de encuestas indican que
entre 40% y 60% de hombres gay y entre 45% y 80% de lesbianas están actualmente
involucrados en una relación romántica.

A pesar de las evidencias persuasivas de que los hombres gay y las lesbianas
mantienen relaciones comprometidas, frecuentemente se expresan tres preocupaciones
sobre las parejas del mismo sexo.

Una primera preocupación es que las relaciones de hombres gay y lesbianas


son disfuncionales e infelices. Al contrario, estudios que comparaban parejas del
mismo sexo con las de heterosexuales en áreas estandardizados de relaciones de
calidad (tales como la satisfacción y el compromiso) han encontrado que los
integrantes de las parejas del mismo sexo y las parejas heterosexuales son
equivalentes (véase las revisiones de Peplau & Beals, 2004; Peplau & Spalding,
2000).

Una segunda preocupación es que las relaciones de hombres gay y de


lesbianas son inestables. Sin embargo, la investigación indica que, a pesar de un clima
algo hostil que se desarrolla en las relaciones del mismo sexo, muchas lesbianas y
hombres gay han formado relaciones duraderas. Por ejemplo, los datos de encuesta
indican que entre 18% y 28% de parejas gay y entre 8% y 21% de parejas lesbianas
han vivido juntos 10 o más años (por ejemplo, Blumstein & Schwartz, 1983; Bryant
& Demian, 1994; Falkner & Garber, 2002; Kurdek, 2003). Los investigadores (por
ejemplo, Kurdek, en prensa) también han especulado que la estabilidad de parejas del
mismo sexo aumentaría si sus integrantes disfrutaran del mismo nivel de apoyo social
y reconocimiento público de sus relaciones que los de las parejas heterosexuales.

Una tercera preocupación es que los procesos que influyen en el bienestar y la


permanencia de las relaciones de personas gay y lesbianas son diferentes a los que
afectan a las relaciones de personas heterosexuales. De hecho, la investigación ha
encontrado que los factores que predicen satisfacción en la relación, compromiso en
la relación y estabilidad en la relación son notablemente semejantes entre las parejas
del mismo sexo que cohabitan y las parejas casadas heterosexuales (Kurdek, 2001, en
prensa).

TIPOS DE FAMILIA NUCLEAR.

Familias sin hijos:

1. Formadas por un hombre y una mujer, dos hombres o dos mujeres sin vínculo
matrimonial.

2. Formadas por un hombre y una mujer con vínculo matrimonial.

Familias con hijos:

1. Familias monoparentales, formadas por padre o madre viudos, separados o


divorciados e hijos/as.

2. Familias monoparentales formadas por mujeres que han emprendido la maternidad


en
solitario, biológica o adoptiva.

3. Familias monoparentales por padres que han emprendido la paternidad en solitario


mediante una madre de alquiler en el extranjero o adoptiva.

4. Familias de hombre y mujer con vínculo matrimonial y sus hijos comunes.

5. Familias de hombre y mujer sin vínculo matrimonial y sus hijos comunes.

6.Familias reconstituidas de hombre y mujer, dos hombres o dos mujeres sin vínculo
matrimonial con hijos no comunes sino de relaciones anteriores, puede aportar hijos
uno/a o ambos convivientes.

7. Familias reconstituidas con nuevo vínculo matrimonial de un hombre y una mujer


con
hijos no comunes sino de relaciones anteriores, puede aportar hijos uno/a o ambos
convivientes.

8. Familias de dos hombres con hijos adoptado por uno de ellos pero constante la
pareja.
9. Familias de dos hombres con hijos biológicos de uno de ellos, pero no de
relaciones
anteriores sino por madre de alquiler en el extranjero.

10.Familias de dos mujeres con hijos biológicos, de una de ellas o de ambas


engendrados constante la pareja o con hijos/as adoptados individualmente por una o
ambas por separado.

Según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística sobre los cambios en
la composición de los hogares entre 1991 y 2001, la familia de corte tradicional con
tres hijos o más, ha descendido un 41,7%. Las parejas de hecho se han incrementado
en un 155%.

Los cambios jurídicos y su relación con los cambios


sociales.

Efectivamente el establecimiento de un estado de derecho que garantiza a sus


ciudadanos y ciudadanas, derechos y libertades, ha hecho avanzar a pasos agigantados
nuestro ordenamiento jurídico. Esto es obvio. Pero también ha hecho avanzar nuestro
modelo social. Se suele decir que el derecho va a remolque de la sociedad, que va por
detrás la norma del hecho. Esto no siempre es así. La realidad social y el derecho se
condicionan mutuamente, y a veces avanza más rápido la sociedad que el derecho
pero, a veces, también es al revés. Son vasos comunicantes y así debe ser. Cuando
entre sociedad y derecho se abre una brecha demasiado grande, se pone en riesgo la
paz social. Pero ciertamente, no suelen ir sincronizados en armonía.

En el momento actual, por ejemplo, seguramente ha ido por delante la


aceptación social mayoritaria del derecho al matrimonio entre personas del mismo
sexo o del divorcio sin previa separación, que el propio derecho. Así al menos lo han
avalado las encuestas del CIS. La sociedad ha avanzado en el ámbito civil y en los
valores de tolerancia y respeto, mucho más de lo que el legislador de estos años estaba
capacitado y dispuesto a asumir. Esto explica que las leyes en este momento sean
fruto de, más que una demanda, un clamor popular.

Sin embargo si nos situamos en 1981 y la reforma del Código civil que entre
otros, introdujo el divorcio en el ordenamiento jurídico, ya no es tan claro que la
aceptación social fuera mayoritaria. Seguramente en aquel momento fue por delante el
legislador a la sociedad.

Claro está, que en aquel momento las fuerzas políticas que componían el
Parlamento, dieron ejemplo de clarividencia y responsabilidad colectiva.

En resumen, resulta apasionante el momento actual porque los cambios


legislativos que se han puesto en marcha, van a producir una serie de cambios sociales
y a su vez otra serie de
reformas legales, que nos situarán a la vanguardia en cuanto a protección y extensión
de los
derechos civiles en el nivel internacional.

No existe en nuestro ordenamiento jurídico una ley que defina la familia.


Las definiciones de familia se dan en el ámbito de la sociología. Esto ha sido, es y va
a seguir siendo una ventaja a la hora de reivindicar la igualdad entre los modelos
familiares y la obligación de los poderes públicos de dar protección a todos ellos por
igual.

La Constitución Española de 1978.

Artículo 10

1. La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherente, el libre


desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás
son fundamento del orden político y de la paz social.

2. Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la


Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración
Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre
las mismas materias ratificados por España.

Artículo 14

Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación
alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquiera otra
condición o circunstancia personal o social.

Artículo 32

1. El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad


jurídica.

2. La ley regulará las formas de matrimonio, la edad y capacidad para contraerlo,


los derechos y deberes de los cónyuges, las causas de separación y disolución
y sus efectos.

Artículo 39

1. Los poderes públicos aseguran la protección social, económica y jurídica de la


familia.

2. Los poderes públicos aseguran, asimismo, la protección integral de los hijos,


iguales éstos ante la ley con independencia de su filiación y de las madres,
cualquiera que sea su estado civil. La ley posibilitará la investigación de la
paternidad.

3. Los padres deben prestar asistencia de todo orden a los hijos habidos dentro o
fuera del matrimonio, durante su minoría de edad y en los demás casos que
legalmente proceda.

4. Los niños gozarán de la protección prevista en los acuerdos internacionales que


velan por sus derechos.
De los artículos citados cabe destacar lo siguiente. En el artículo 32 no hay
una definición de matrimonio, ni hay una definición de familia en el artículo 39. Esto
no es casualidad. El constituyente no quiso encorsetar un realidad que intuía
cambiante y prefirió una formula de marco en el que cupieran realidades más
diversas. Otro acierto de gran valor es el establecimiento del matrimonio como
derecho de configuración legal, de suerte que el actual cambio legislativo para
posibilitar los matrimonios entre personas del mismo sexo encaja perfectamente en el
actual marco constitucional, por cuanto el matrimonio no se define ni por el
diccionario, ni por la etimología, ni por la tradición, ni por la doctrina, ni por la
jurisprudencia, es la ley la que dice quién puede casarse y en qué condiciones, muy a
pesar de los detractores del actual proyecto de ley para igualar los derechos de gays y
lesbianas en lo referente a la posibilidad de contraer matrimonio.

El artículo 39 además de establecer la obligación de los poderes públicos a


proteger la familia, elimina las hasta entonces discriminaciones por razón de filiación,
establece la protección de los hijos y de las madres. De esta manera protege la
realidad que hoy conocemos como familias monoparentales que en su gran mayoría
entonces y hoy están compuestas por mujeres y sus hijos/as y que entonces se
denominaban madres solteras.

Asimismo, otorgando a los menores los derechos de los tratados


internacionales – en ese momento no hay tratados específicos- el texto constitucional
se adelanta a lo que será la Convención de Derechos del Niño de 1989 de las
Naciones Unidas, que vio la luz diez años después del Año Internacional del Niño,
que consagra el principio general del bien superior del menor que posteriormente ha
informado todo el ordenamiento jurídico, concretamente las normas que versan sobre
la protección de la infancia.

Por lo tanto, en muchos sentidos la Constitución se avanza a su tiempo, razón


por la cual en estos temas, es perfectamente actual y moderna.

La jurisprudencia constitucional también ha confirmado la interpretación


amplia de familia, frente a un único modelo tradicional. Así citamos:

Cuando nuestra Constitución proclama que los poderes públicos han de asegurar la
protección social, económica o jurídica de la familia no constriñe este concepto, en
términos exclusivos y excluyentes, a la fundada en el matrimonio, debiendo
subsumirse también en el mismo la familia de origen no matrimonial (Sentencias
Tribunal Constitucional 74/1997, de 21 de abril y 116/1999 de 31 de mayo).

El concepto constitucional de familia también incluye, como es obvio, relaciones sin


descendencia (Sentencias Tribunal Constitucional 222/1992 de 11 de diciembre y
116/1999 de 17 de junio).

Las uniones libres aunque están carentes de precisa normativa, no por eso son
totalmente desconocidas por nuestro ordenamiento jurídico. La Constitución no las
prevé, pero tampoco expresamente las interdicta y rechaza y así se desprende de la
lectura de su artículo 32 en relación al artículo 39, que se proyecta a la protección de
la familia en forma genérica, es decir, como núcleo creado por el matrimonio, como
por la unión de hecho (Sentencia Tribunal Supremo Sala 1ª, de 18 de mayo de
1992).

Asimismo la jurisprudencia tanto del Tribunal Constitucional como del


Tribunal Supremo ha consagrado la legitimidad de otorgar consecuencias jurídicas
diferentes a supuestos fácticos de naturaleza distinta, sin que esto constituya
discriminación, refiriéndose a las uniones matrimoniales en comparación con las de
mero hecho. Este argumento ha venido a reforzar la idea de la necesidad de ampliar el
derecho al matrimonio a dos personas del mismo sexo, so pena de producir en caso
contrario la discriminación proscrita por nuestro ordenamiento jurídico.

Las leyes de ámbito estatal.

Ley 30/1981 de 7 de julio, por la que se modifica la


regulación del matrimonio en el Código civil y se determina
el procedimiento a seguir en las causas de nulidad,
separación y divorcio.

Ley 21/1987 de modificación de determinados artículos del


Código civil y de la Ley de enjuiciamiento civil en materia
de adopción.

Esta ley modernizó la vieja institución de la adopción adaptándola a las nuevas


doctrinas internacionales, regulando la adopción no como un derecho del adoptante
sino del adoptando, y estableciendo por encima de cualquier otra consideración el
bien superior del menor, sobre lo cual volveremos más adelante. Por otro lado,
permitió la adopción individual, o en pareja matrimonial o no matrimonial, pero
formada por hombre y mujer (Disposición adicional 3ª de la Ley). Si bien el
legislador no quiso permitir la adopción en pareja por homosexuales, manteniendo así
la discriminación secular por razón de orientación sexual, la posibilidad de adopción
individual abría la puerta a adopciones por un solo miembro de la pareja, pero que en
la práctica se conformaba como una familia homoparental. De esta manera, se ha
producido una gran escisión entre la realidad social y la realidad jurídica que se ha
mantenido hasta nuestros días. A su vez ha provocado un silencio sobre las situaciones
familiares reales, de modo que hoy en día ni siquiera disponemos de datos
sociológicos sobre la incidencia homoparental. Esto, sin entrar a evaluar lo que
conlleva de obstáculo al libre desarrollo de la personalidad, a optar en libertad por la
familia que se desea y elige, a mostrar públicamente el propio modo de vida y sentirse
orgulloso de él, etc. Esta situación ha sido un gran obstáculo para la visibilidad y en
consecuencia para la aceptación social de las familias homoparentales. Pero lo más
negativo de esta discriminación es la situación de desamparo en que quedan los
menores al no establecerse ningún vínculo jurídico con la parte de la pareja no
adoptante, que, si bien ejerce las funciones de progenitor/a, en caso de incapacidad o
fallecimiento del adoptante, al menor se le niega el derecho a dicho vínculo,
vulnerando así el interés superior del menor.

Ley 35/1988 de 22 de noviembre sobre Técnicas de


Reproducción Humana Asistida.

Dos son las cuestiones clave que suponen un avance de nuestra sociedad: no
se exige estar en pareja ya sea ésta matrimonial o de hecho, pero heterosexual (en
otros países de nuestro entorno esto sí se exige, no se permite la reproducción
individual) y no se exige esterilidad o infertilidad para poder hacer uso de dichas
técnicas.

Al igual que en el caso anterior, si bien no se permite tratándose de parejas del


mismo sexo, en este caso hablamos necesariamente de parejas de mujeres -dado que
nuestra legislación no permite la posibilidad de las madres de alquiler someterse a
estas técnicas como pareja con todas las consecuencias de filiación compartida del
hijo/a, lo cual sí se permite a parejas heterosexuales, la opción individual ha sido
nuevamente la vía utilizada para hacer realidad los anhelos de maternidad y de
ampliar la familia. Al igual que en el caso anterior una reproducción asistida a una de
las componentes de la pareja no impide que ambas sean las progenitoras funcionales
del menor. Sin embargo, como en el caso de la adopción individual se condena a una
situación de desprotección y desamparo al menor en el caso de fallecimiento o
incapacidad de la madre biológica y a perder en el mismo momento a ambas madres.
Esto no ocurre así en el caso de las parejas heterosexuales, en las que aunque uno de
los dos no sea el progenitor biológico (piénsese en la esterilidad masculina, por
ejemplo) sin embargo la filiación es compartida desde el principio de manera que el
menor está protegido ante la situación de desaparición del progenitor biológico.

Las leyes de ámbito autonómico.

Sólo cuatro Comunidades Autónomas permiten la adopción en pareja por


personas del mismo sexo. Todas ellas tienen derecho foral lógicamente. Son: Euskadi,
Navarra, Aragón y Cataluña, incorporada recientemente al marco jurídico no
homofóbico con la Ley 3/2005 de 8 de abril (BOE 10 de mayo de 2005).

Las leyes de ámbito internacional.

Convención de Derechos del Niño de 1989 de Naciones Unidas a la que ya


hemos hecho mención con anterioridad y el Convenio de La Haya de 29 de mayo de
1993, ratificado por España en fecha 27 de marzo de 1995 y en vigor desde el 1 de
noviembre del mismo año, inspirado en el Convenio de la Naciones Unidas.

El Tratado por el que se establece una Constitución para Europa ratificado


recientemente por el parlamento español, en el que explícitamente se prohíbe la
discriminación por razón de orientación sexual.

La Reforma del Código Civil en materia de derecho


a contraer Matrimonio.

En enero de 2005 el gobierno presentó al Congreso de los Diputados un


proyecto de ley en materia de derecho a contraer matrimonio en el cual se reconocía a
personas del mismo sexo el derecho y la capacidad de contraer matrimonio entre si. El
cambio legislativo para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo es,
aunque no lo parezca, un cambio simple. Ha bastado la modificación de unos pocos
preceptos del Código Civil. A pesar de los detractores del proyecto no hay obstáculo
para el encaje constitucional de la reforma. El hecho de que el artículo 32 de la
Constitución hable del hombre y la mujer, tienen su razón de ser en que el
constituyente quería consagrar la igualdad entre ambos sexos, también en el seno del
matrimonio, como proscripción definitiva de las normas del antiguo régimen, que
dejaban en minoría de edad permanente a las mujeres casadas.

El matrimonio entre personas del mismo sexo no estaba prohibido en nuestro


ordenamiento jurídico, cuestión que fue esgrimida en los recursos a la Dirección
General de Registros y Notariado, que presentamos contra los autos denegatorios de
matrimonio, cuando hace aproximadamente un año y medio dos parejas, una de
mujeres y otra de hombres en Madrid y Valencia pretendieron contraer matrimonio, al
amparo de los derechos fundamentales que se han expuesto al principio (artículos 10
y 14 de la Constitución Española). En aquellos recursos nuestra tesis fue, que el
matrimonio entre personas del mismo sexo era legal si se realizaba una interpretación
constitucional de los preceptos del Código Civil.

Preámbulo del proyecto de ley referido:

“La relación y convivencia de pareja, basada en el afecto, es


expresión genuina de la naturaleza humana y constituye cauce
destacado para el desarrollo de la personalidad, que nuestra
Constitución establece como uno de los fundamentos del orden
político y la paz social. En consonancia con ello, una manifestación
señalada de esta relación, como es el matrimonio, viene a ser
recogida por la Constitución, en su artículo 32, y considerada, en
términos de nuestra jurisprudencia constitucional, como una
institución jurídica de relevancia social que permite realizar la vida
en común de la pareja.

Esta garantía constitucional del matrimonio tiene como consecuencia que el


legislador no podrá desconocer la institución, ni dejar de regularla de conformidad
con los valores superiores del ordenamiento jurídico, y con su carácter de derecho de
la persona con base en la Constitución.

Será la ley que desarrolle este derecho, dentro del margen de opciones abierto
por la Constitución, la que, en cada momento histórico y de acuerdo con sus valores
dominantes, determinará la capacidad exigida para contraer matrimonio, así como su
contenido y régimen Jurídico. La regulación del matrimonio en el derecho civil
contemporáneo ha reflejado los modelos y valores dominantes en las sociedades
europeas y occidentales.

La sociedad evoluciona en el modo de conformar y reconocer los diversos


modelos de convivencia, y que, por ello, el legislador puede, incluso debe, actuar en
consecuencia, y evitar toda quiebra entre el Derecho y los valores de la sociedad
cuyas relaciones ha de regular. Se admite hoy sin dificultad que esta convivencia en
pareja es un medio a través del cual se desarrolla la personalidad de un amplio
número de personas, convivencia mediante la cual se prestan entre sí apoyo
emocional y económico, sin más trascendencia que la que tiene lugar en una estricta
relación privada, dada su, hasta ahora, falta de reconocimiento formal por el Derecho.

Esta percepción no sólo se produce en la sociedad española, sino también en


ámbitos más amplios, como se refleja en la Resolución del Parlamento Europeo, de
8 de febrero de 1994, en la que expresamente se pide a la Comisión Europea que
presente una propuesta de recomendación a los efectos de poner fin a la prohibición
de contraer matrimonio a las parejas del mismo sexo, y garantizarles los plenos
derechos y beneficios del matrimonio.

La opción reflejada en esta ley tiene unos fundamentos constitucionales que


deben ser tenidos en cuenta por el legislador. Así, la promoción de la igualdad efectiva
de los ciudadanos en el libre desarrollo de su personalidad (artículos 9.2 y 10.1 de la
Constitución), la preservación de la libertad en lo que a las formas de convivencia se
refiere (artículo 1.1 de la Constitución) y la instauración de un marco de igualdad real
en el disfrute de los derechos sin discriminación alguna por razón de sexo, opinión o
cualquier otra condición personal o social (artículo 14 de la Constitución) son valores
consagrados constitucionalmente cuya plasmación debe reflejarse en la regulación de
las normas que delimitan el estatus del ciudadano, en una sociedad libre, pluralista y
abierta.

La ley permite que el matrimonio sea celebrado entre personas del mismo o
distinto sexo, con plenitud e igualdad de derechos y obligaciones cualquiera que sea
su composición. En consecuencia, los efectos del matrimonio, que se mantienen en su
integridad respetando la configuración objetiva de la institución, serán únicos en todos
los ámbitos con independencia del sexo de los contrayentes; entre otros, tanto los
referidos a derechos y prestaciones sociales como la posibilidad de ser parte en
procedimientos de adopción.

Las referencias al marido y a la mujer se han sustituido por la mención a los


cónyuges o a los consortes. En virtud de la nueva redacción del artículo 44 del Código
Civil, la acepción jurídica de cónyuge o de consorte será la de persona casada con
otra, con independencia de que ambas sean del mismo o de distinto sexo.

Subsiste no obstante la referencia al binomio formado por el marido y la mujer


en los artículos 116, 117 y 118 del Código, dado que los supuestos de hecho a que se
refieren estos artículos sólo pueden producirse en el caso de matrimonios
heterosexuales.

Por otra parte, y como resultado de la disposición adicional única de la


presente ley, todas las referencias al matrimonio que se contienen en nuestro
ordenamiento jurídico han de entenderse aplicables tanto al matrimonio de dos
personas del mismo sexo como al integrado por dos personas de distinto sexo.”

Nuevas perspectivas.

Principio del fin de la discriminación jurídica por razón de orientación sexual.

Extensión de la proscripción de la discriminación por razón de nacimiento,


equiparando los derechos de los hijos/as independientemente de su filiación de los
hijos de las familias homoparentales con el resto de niños/as.

Mayor protección de los menores de las familias homoparentales a través de la


posibilidad de contraer matrimonio y la adopción conjunta.
Posibilidad de regularizar las situaciones ya existentes de familias homoparentales,
mediante la adopción del hijo de la pareja, después de contraer matrimonio.

Promulgación de normas que acaben con la dispersión normativa y la inseguridad


jurídica.

Respeto social a través de la normativización. Si es ley es normal.

Mayor visibilidad y fiabilidad de datos sociológicos.

Probablemente mejores posibilidades para los adoptados.

Evidentemente quedarán pendientes otras reformas:

La necesidad de una ley estatal de uniones de hecho, que ya ha sido anunciada, y


que acabe con la dispersión y las situaciones de desigualdad, que permita el acceso a
la adopción conjunta de pajeras homosexuales.

Mandato a las comunidades autónomas para que establezcan una carta de derecho y
garantías de los adoptantes, profesionalización y objetivización de los baremos.

Modificación de la ley de reproducción asistida de manera que en el caso de


matrimonio o pareja de hecho homosexual se requiera la autorización del cónyuge o
conviviente, compartiendo la filiación, independientemente del hecho biológico.

Introducción en el ordenamiento jurídico de una regulación que contemple la


realidad de las familias reconstituidas.

Félix López Sánchez1.

<<Parece que todos los partidos, incluso el conservador, aunque no en otros muchos
países, admiten que puedan formar pareja>>.

<<Pero algún partido pone condiciones. Pueden formar pareja, aseguran, pero no ser
matrimonio, porque “el matrimonio es una unión entre un hombre y una mujer”. No
encuentro sólido este argumento. La verdad es que es un tema discutible. Pero nos
parece que esta postura es más bien una expresión de una resistencia: la incapacidad
para admitir que pueden formar parejas con los mismos derechos y obligaciones que
los demás. En definitiva, es como si se pensara:

Los homosexuales son personas especiales, distintas, ¿con ciertos


problemas?, a los que en estos tiempos no podemos negarles que formen parejas (lo
han conseguido, como otras muchas parejas, de hecho, por las bravas, ésa es la
verdad), pero no podemos consentir que sean iguales a las otras parejas, las
verdaderas, las correctas, las matrimoniales.

Que para los obispos esta lucha sea más importante que la pobreza, la guerra,
la libertad de expresión…, no nos deja lugar a dudas de que se trata de una resistencia
homofóbica, por más que su rechazo, en este caso, sea congruente con la doctrina

1 Homosexualidad y familia, páginas 115-117, editorial Grao, Barcelona, 2006.


sexual que mantienen. Aún así, su beligerancia huele a homofobia, no sólo a
coherencia con una doctrina religiosa sobre los fines de la sexualidad.>>

<<[…] Cualquier dificultad añadida a este colectivo es discriminatoria, injusta y, si he


entendido bien, la Constitución es anticonstitucional; porque ésta no admite
discriminación en razón del sexo, etnia, etc.>>

Sobre el interés social.

El creciente interés de los medios de comunicación por el tema de las familias


de homosexuales, ya sea enfocado a través del debate sobre la adopción o como
reportaje de actualidad sobre modos de vida diferentes a los de la mayoría, demuestra
dos aspectos de este mundo cambiante en el que vivimos: por un lado, que existe una
demanda social que quiere oír hablar de este tema; por otro, que existe una buena
parte de la población que necesita aflorar a la “existencia pública” para poder así
acabar con una situación de silencio y de ocultación que no se sabe muy bien a quién
favorece.

Sea por lo que sea, lo cierto es que, por ejemplo, en el cine, el tema de “las
otras familias” ha constituido casi un subgénero característico de los años 90 y cada
vez llega con más fuerza a las pantallas. Desde todos los puntos del planeta llegan
películas cuyos protagonistas son padres gays, madres lesbianas, parejas
heterogéneas, etc. Y, a menudo, estas películas son grandes éxitos de taquilla. En
1994, el festival de Berlín otorgó el oso de oro a “El banquete de bodas”, de Ang Lee,
que planteaba la existencia de parejas gays con hijos. En Francia, “Felpudo maldito”,
de Josiane Balasko, hacía lo mismo con las lesbianas y batía récords de taquilla. Esta
misma película también en España alcanzó un éxito de público insospechado para una
producción francesa.

Así, poco a poco fueron llegando películas como “Algo más que amigos”, de
Nicholas Hytner, que también trataba la variedad de familias que existen en nuestra
sociedad; “Tras el silencio”, de Ángela Pope, que denunciaba como los tribunales
pueden preferir otorgar la custodia de un hijo a un padrastro con antecedentes de
malos tratos que a un padre gay (hecho constatado numerosas veces en diversos
países); “Violet’s visit”, de Richard Turner en la que una adolescente descubre que
prefiere vivir con su padre y la pareja masculina de éste que con su madre y el marido
de ésta; en “El lenguaje perdido de las grúas”, de Nigel Finch, un joven gay descubre
que también su padre lo es; “La increíble y verdadera historia de dos mujeres
enamoradas”, de María Maggeti, presenta a una adolescente hija de dos lesbianas; o el
documental “It’s elementary”, de Debra Chasnof, en el que se repasan una serie de
experiencias que se están llevando a cabo en distintos lugares de los Estados Unidos
para mostrar a los escolares la diversidad de familias existentes y así, entre otras
cosas, evitar las posibles discriminaciones a los hijos de esas familias diversas; el
nuevo documental de esta misma directora se titula “It’s a family” y en él muestra a
madres y padres que rompen los prototipos de las familias convencionales; este año se
ha estrenado en Estados Unidos una película protagonizada por Brooke Shields que
tiene el significativo título de “What makes a family” (“Lo que hace una familia”) y
que cuenta la batalla legal de la pareja de una madre biológica que al morir ésta lucha
por la custodia legal de una niña con la que ha mantenido una relación maternofilial
durante años; también analiza la problemática de la maternidad lésbica la película
para televisión por cable “Si las paredes hablaran-2”, protagonizada por Sharon Stone;
y uno de los fenómenos de la BBC de esta temporada ha sido la emisión de la película
producida por la propia cadena “Casualty”, en la que se mostraba una boda gay… La
variedad de películas es tan grande que los festivales de cine gay y lésbico de
Barcelona y Madrid del año 2000 han elegido el tema de la familia como eje central
de los certámenes.

También la televisión en España ha dado muestras en el último año de lo


caliente que está el asunto, especialmente el de la adopción y educación de niños por
parte de las parejas de gays y lesbianas. Series de máxima audiencia, como
“Periodistas” o “Raquel busca su sitio” han tratado de modo favorable la posibilidad
de esa modalidad de adopción. En el gran éxito norteamericano “Friends”, una de las
protagonistas educa a su hijo junto a su pareja femenina. En “Ellen”, serie
protagonizada por una lesbiana, el concepto de familia de lesbianas entra dentro de la
más absoluta normalidad. Algo parecido sucede en “Felicity”, donde la única pareja
estable es la formada por los personajes gays, pero uno de ellos está a punto de
casarse con la protagonista para poder tener los papeles en regla; papeles que su
pareja auténtica no le puede aportar. Estas series y algunas otras se han emitido y se
siguen emitiendo no sólo en horarios de máxima audiencia, lo que se conoce como
“prime-time”, sino incluso, en el caso de “Felicity” o “Ellen” en horarios de tarde, con
audiencias juveniles o incluso infantiles.

Junto a las series, los espacios documentales. “Tiempos Modernos” ha emitido


en agosto el documental “Padres rosas”, sobre diferentes parejas de padres gays y
madres lesbianas que han accedido a la paternidad por diferentes medios, mientras
que el equipo de “Abierto en canal”, de Canal plus, realizó el sumamente informativo
programa “Somos homosexuales y tenemos hijos”.

“Línea 900” también ha dedicado uno de sus espacios de investigación a la


discriminación que viven las familias homosexuales, al igual que hizo la Noche
Temática de La 2 con el reportaje “Amor sin derechos”. Hace algunos años, también
“Documentos TV” ofreció el testimonio de algunos jóvenes que se han educado en
familias formadas por gays o lesbianas. Y, ¿cómo no?, los reality-shows o espacios de
tertulias de la mañana, tarde y noche. Raro es el programa de estas características que
no ha tratado el tema de las lesbianas y gays con hijos, a pesar de lo verdaderamente
difícil que resulta que estos padres y madres se presten a salir en los medios de
comunicación.

En la prensa escrita, las familias de lesbianas y gays con hijos han tenido en
los últimos meses una atención especial. “Newsweek” abrió el tema en 1996 al traer a
portada el “lesbian babyboom”.

Ampliamente tratado en los medios de todo el mundo ha sido el caso de la


pareja británica formada por Tony Barlow y Barry Drewit. Estos han tenido una
pareja de gemelos mediante la inseminación, con el semen de ambos, de una madre de
alquiler. Recientemente se ha publicado que están en espera de un tercer hijo.

“El País”57 mencionaba el caso de unas gemelas adoptadas en EEUU por una
pareja de lesbianas al ser rechazadas por la pareja (heterosexual) que las encargó,
7 57 “El País”, 9 de mayo del 2000.
mientras que “El Mundo” publicaba: “Dos lesbianas compran semen por Internet”
para inseminarse”58.

“El Periódico”59, en su amplio reportaje titulado “La familia y uno menos”


incluía la historia de Gemma y Ángeles, una pareja de Barcelona con tres hijas
biológicas de una de ellas. Las tres llaman a las dos “mamá”.

A su vez, “Interviú” hablaba del caso de una pareja de hombres mallorquines


que acogió a un niño marroquí enfermo terminal para aliviarle el sufrimiento de los
últimos meses de su vida.

Y así, podríamos seguir citando prensa de todo el mundo. Sin mencionar que
en el último año prácticamente todas las revistas de información para el mundo gay y
lésbico (“Odisea”, “Zero”, “Nosotras”60, “Xti”, “Triángulo”, “Outline”, “Gay times”,
etc., etc.) han sacado en portada el tema de las familias de lesbianas y gays con hijos.
En EEUU, incluso existen revistas dedicadas monográficamente al tema de la
paternidad lésbica o gay: “Gay Parenting Magazine” o “Alternative Family
Magazine”, por ejemplo61.

Otra revista, que nada tiene que ver con el mundo homosexual, también
incluyó en portada esta cuestión. “Planeta Humano”, mensual dedicado a ONG’s y
cuestiones humanitarias sacó en portada un reportaje titulado “Familias de
Homosexuales”62. El editorial también estaba dedicado a la cuestión y afirmaba:

“¿Con qué derecho se puede prohibir a 600 millones de personas que puedan
formar familias?

Lo único que va a pasar con los hijos de homosexuales responsables es que lo


van a tener ningún prejuicio respecto a la homosexualidad, pero seguirán – y de hecho
siguen- su propia tendencia sexual. Para mí lo importante es el balance final en la vida
de los hijos y no creo que haya nada que asegure que ese balance va a ser mejor sólo
porque los padres sean heterosexuales.

Creo que las parejas homosexuales deben poder adoptar niños con los mismos
requisitos legales y acceder a la inseminación libremente, por lo mismo que a los
heterosexuales no se les exige carnet para ser padres, lo que quizá no sería una
tontería…”

8 58 “El Mundo”, 11 de julio de 1998.


9 59 “El Periódico”, 2 de julio del 2000.
0 60 En el nº, de octubre-noviembre de 1999, tras mostrarse los casos de numerosos
niños y niñas que están siendo educados por parejas de lesbianas sin sufrir ningún
problema ni en la escuela, ni entre sus amigos, vecinos, etc., se terminaba con una
pregunta que, en el fondo, puede resumir la esencia del problema: “¿Cómo una
comunidad que presume de ser de las más generosas moralmente se empeña en negar
algo tan esencial para el ser humano?”
1 61 También disponibles en Internet: ver anexo de páginas Web.62 “Planeta
Humano”, nº 19, septiembre 1999.63 “El Mundo”, 8 de octubre de 2000.64 “El Mundo”,
19 de noviembre de 2000.65 “El Mundo”, 26 de septiembre de 2000.66 “Cambio 16”, nº
1505, 9 octubre de 2000, Pág. 29.
El extenso reportaje sobre “Homofamilias” dedicaba una buena parte de su
atención a un pueblo estadounidense, Northampton, donde están contabilizadas unas
600 familias de homosexuales. Según se explica, no es que la comunidad homosexual
sea mayoritaria, tan sólo es que todo el pueblo lo ve como algo normal y ninguna
familia de gays o lesbianas se ve obligada a esconderse. Un párrafo de este artículo
puede ilustrar perfectamente el espíritu de Northampton:

“Cuando a Mary Ford (alcaldesa) otros alcaldes le preguntan cómo lleva “el
problema” de las familias homoparentales responde: “Los expertos aseguran que un
10% de la población es gay o lesbiana. ¿Cómo es que en tu ciudad la gente anda
escondida? Tú eres el que tiene un problema con tanta gente asustada de integrarse”.

El diario “El Mundo” ha sacado muy recientemente dos artículos contando


casos concretos de maternidades y paternidades lésbicas y gays. El primero en
aparecer, “Jorge está muy orgulloso de sus dos mamás”63 cuenta el caso de Jorge, un
niño que es feliz con sus dos madres mientras a su alrededor la sociedad debate si se
debería permitir o no la realidad en la que él lleva viviendo desde hace años. En el
segundo64, “Dos papás, dos mamás”, se describen numerosos casos de diversidad
familiar de California, todos ellos pruebas humanas de que las diferencias familiares
no crean conflicto en los integrantes de dichas familias.

Muy recientemente ha saltado a los medios, como vemos, ávidos de este tipo
de noticias y reportajes, la información de que en un futuro no muy lejano dos
hombres podrán unir su material genético en un mismo óvulo cambiando el ADN de
éste por el de uno de los hombres y fecundándolo con el semen del otro. El diario “El
Mundo”65 titulaba así esta posibilidad:

“Las parejas “gays” podrían tener hijos gracias a la genética”.

“Cambio 16”66 titulaba un reportaje sobre esta misma cuestión “Papás sin
mamás” y avanzaba que “científicos de la Universidad de Edimburgo están trabajando
en el desarrollo de un avanzado experimento genético que permitirá a las parejas gays
tener descendencia”. De este modo, la prensa certifica algo que pretende quedar claro
en este dossier, que la legislación está yendo a remolque de la realidad social. Y que
esta falta de reflejos por parte de los legisladores está causando daño a muchos niños
y a sus familias.

En cuanto a que hay un importante sector de población que se encuentra


esperando que su situación de pareja sea reconocida legal y socialmente, también hay
numerosas pruebas de ello. En Barcelona, por ejemplo, ya ha nacido una empresa que
organiza bodas para parejas homosexuales y diseña a medida los detalles que las
parejas soliciten para su ceremonia nupcial. Según las creadoras de dicha empresa,
ésta surgió ante “el incremento de parejas estables del mismo sexo”.

En los restaurantes de ambiente más o menos gay también es normal encontrar


celebraciones de parejas de gays o lesbianas que o bien han pasado por el registro de
parejas o bien han inventado su propia ceremonia con la que simbolizan su
compromiso social de convivencia.

Los medios de comunicación también están testimoniando esta creciente


apertura de las parejas de lesbianas y gays al reconocimiento social. Así, podemos
encontrar en la prensa titulares como: “Cristina y Francisca se casan”, “Badalona
acoge la primera boda de mujeres”, “Un concejal de IU ofició la ceremonia en un café
de Oviedo”, “Un juzgado concede a dos gays los derechos de un matrimonio”, “Sí,
quiero”, “Boda lesbiana”, etc., etc.

Noticias que son representativas de una situación emergente pero que no dejan
de crear una cierta confusión ante un colectivo, el homosexual, que espera con
ansiedad la normalización que lo saque de la marginalidad.

También otros titulares nos cuentan que “Elda pide el derecho al matrimonio
homosexual”, o que “Senadoras del PP se comprometen a impulsar una ley de
parejas”, o que “El Consejo de la Juventud de Barcelona pide en su informe anual
mejor protección a todo tipo de familias”. Tras la votación del 19 de septiembre en el
Congreso de los Diputados, en la el PP se opuso a las cuatro proposiciones de ley
presentadas, el Consejo de la Juventud de España criticó duramente la actitud del
Gobierno, calificándola de “un engaño a la sociedad”. Todo un goteo de peticiones, de
pequeños actos simbólicos que intentan confluir en un fin que termina chocando con
los intereses de un único partido político.

Una buena parte de la prensa nacional reclama desde sus editoriales la


regulación de las relaciones homosexuales y, en concreto, El País, el periódico de
mayor tirada de España, tras pedir que se cumpla el precepto constitucional que
prohíbe discriminar por motivos de sexo, escribía lo siguiente:

“Hace mal el PP al frenar estas reformas. Noruega en 1993, Suecia en 1995,


Francia hace un año y Bélgica en los últimos meses han regulado las relaciones de
parejas homosexuales de forma análoga al modelo danés.

Pero es ya evidente que el rumbo final de prácticamente todos los países de


nuestro entorno se dirigirá hacia medidas semejantes a las que acaba de aprobar
Holanda”67.

Por lo que respecta a la opinión pública, las pocas encuestas realizadas a este
respecto también se muestran favorables a la regulación de las parejas de un mismo
sexo y a la adopción por estas mismas: según una realizada por el Instituto Andaluz de
la Juventud, el 60% de los jóvenes andaluces considera que la homosexualidad es tan
respetable como la heterosexualidad, y el 46 % opina que sí se debería permitir a las
parejas homosexuales la adopción de niños, frente a un 15% que cree que no (al resto
le es indiferente); algo similar salía en otra encuesta, esta vez de la revista67
universitaria “Menos 25”, llevada a cabo entre 1518 estudiantes de las universidades
públicas de Madrid: el 46’6 % ve perfectamente normal que los homosexuales
adopten hijos mientras que al 23’8 % le parece mal. Aunque no preguntaba
exactamente lo mismo, la “Encuesta Europea de Valores en Catalunya”, realizada por
el Gobierno Catalán, mostraba que los homosexuales sólo cuentan con la oposición
del 11% de los catalanes.

El CIS preguntó en una encuesta de 1994 si “los homosexuales que viven


juntos de forma estable deberían o no tener los mismos derechos legales, sociales y
7 67 Editorial de “El País”, domingo 17 de septiembre de 2000.
económicos que las parejas heterosexuales casadas”. El 53’4% contestó “sí, deberían
tener los mismos derechos”, frente a un 34’6% del no. A principios de 1997 se volvió
a plantear la cuestión y el sí obtuvo el 57’4% frente a un 33% del no. De este 57’4%,
el 84’6% creía que deberían tener derecho a contraer matrimonio civil y un 59%
pensaba que también deberían tener derecho a la adopción de hijos, frente a un 28’5%
que consideraba que no. Desde entonces, no se sabe el motivo, no se ha vuelto a
efectuar la pregunta. Y lo cierto es que han pasado más de tres años en los que el
debate social y la reflexión sobre el tema han aumentado más que notablemente. Si de
1994 a 1997 la aprobación social de los derechos de las parejas de lesbianas y gays
aumentó un 3%, tomando diversos indicadores del aumento de la tolerancia y de la
normalización del hecho homosexual, no sería descabellado pensar que en los años
transcurridos hasta el 2000, el aumento puede haber sido mayor.

Y a la hora de analizar estos datos, conviene tener en cuenta que la pregunta,


por ejemplo, podría formularse: los homosexuales pueden legalmente adoptar niños,
¿le parece que deberían tener derecho a hacerlo en pareja?, ¿y a adoptar a los hijos de
sus parejas? Probablemente los resultados de las encuestas diferirían bastante.

Incluso desde el terreno político, se escucha un clamor que pide la regulación


de un modo u otro de la convivencia y los lazos de afectividad de las parejas
homosexuales, con o sin hijos. En el Congreso de los Diputados han sido rechazados
4 proyectos de ley presentados por otros tantos partidos. En realidad, todos los
partidos están a favor de resolver los problemas que la falta de legislación provoca en
millares de parejas, con la excepción del PP.

En un dossier publicado en la revista “Nosotras”68 8 con motivo de las últimas


6

elecciones, portavoces de varios partidos políticos con representación parlamentaria


hablaban de las propuestas de sus partidos para sacar adelante una ley de parejas de
hecho (CIU, PSOE, IU, BNG, EH, EA, PNV) y el matrimonio homosexual (PSOE,
IU, BNG, EH, ERC). Margarita Uría, del PNV, se mostraba personalmente de acuerdo
con el matrimonio y la adopción, aunque reconocía que en su partido convivían
distintas posturas y Ángel Terrón, de EA, también apoyaba el matrimonio homosexual
pero desconocía si su partido tiene una posición oficial. La representante del PP, la
senadora Rosa Vindel no parecía estar avalada por su partido en este tema, porque
aunque se mostraba personalmente muy favorable, e incluso añadía que el grupo
popular del Senado había pedido una ley de parejas de hecho, no concretaba ninguna
propuesta del partido. Como ya ha sido mencionado, el 19 de septiembre se votaron
las proposiciones de ley presentadas por cuatro partidos políticos: PSOE, CIU, IU e
IC.

Realmente, se puede hablar de clamor político. Si bien entre todos los partidos
mencionados no tienen mayoría parlamentaria, sí tienen una mayoría social. Sobre
todo si añadimos que dentro del PP, o en agrupaciones próximas (Nuevas
Generaciones y la Plataforma Popular Gay han pedido el derecho al matrimonio para
lesbianas y gays) también se pide la regulación de una vez por todas de este tema.

Una buena prueba ha dado recientemente la concejala de Bienestar Social en


el Ayuntamiento de Málaga y secretaria general del PP de la provincia, María Victoria
Romero, al apoyar claramente el derecho de las parejas de gays y lesbianas a la
8 68 Revista “Nosotras” nº 6, Especial Elecciones 2000. Bilbao, marzo 2000.
adopción con los siguientes argumentos:

“No puedes volver la espalda a esa realidad social, y la persona o el


responsable político que lo hace, no obrará bien, y es que hay muchas parejas de
homosexuales que quieren adoptar y muchos niños en casas de acogida que no son
adoptados”.

A esto, añadió que las parejas heterosexuales “piden niños a la carta”,


generalmente bebés, por lo que se preguntó “por qué los homosexuales no pueden
adoptar a niños de 10 años que se encuentran en casas de acogida” Y terminó, más
tajantemente, recordando que “muchos de los niños que están en centros de acogida,
lo están por conflictos entre las parejas heterosexuales”.

Hacer oídos sordos tozudamente a todas estas voces entra dentro de la


intransigencia y del rodillo más duro. Las razones que se escucharon el día 19 de
septiembre del 2000 en el Congreso de los Diputados son difíciles de mantener: una
de ellas, para no aceptar la adopción por parte de parejas homosexuales, era que no
existe información a este respecto. La información no es precisamente lo que falta. Tal
vez la voluntad…

El derecho de la comunidad LGTB a tener hijos.

Vías legales:

1. Vía biológica: como consecuencia de una relación de pareja heterosexual anterior;


las mujeres lesbianas, en pareja o no, pueden utilizar técnicas de reproducción
asistida; las mujeres lesbianas pueden tener una relación sexual puntual con un
hombre con objeto de quedar embarazada.
1. Vía jurídica: cualquier miembro de la comunidad LGTB puede adoptar
individualmente, aunque se esté en pareja, sólo que si se trata de una solicitud
individual el otro miembro de la pareja no tendrá ninguna vinculación legal con el
niño. Para que se pueda realizar la adopción conjunta, es requisito imprescindible
estar casado civilmente.

Por tanto, no se puede impedir que lesbianas y gays formen familias, ni


tampoco se puede impedir que nuestros hijos se eduquen en un hogar homoparental,
que se vinculen afectivamente con los dos padres/madres ni que éstos ejerzan un
papel educativo y de socialización para con ellos.

La orientación sexual de los padres no puede ser motivo de discriminación a la


hora de adoptar conjuntamente o ejercer la paternidad compartida. Así opinan los
gobiernos y algunos tribunales de España, Suecia, Holanda, Inglaterra, Gales, EEUU
(excepto Florida), República Sudafricana, Islandia, Dinamarca, Noruega y varios
estados de Canadá.

Regular jurídicamente las familias homoparentales ha supuesto garantizar el


interés superior del menor, porque implica aplicar a esas relaciones familiares las
mismas normas que ya existen para las familias heteroparentales.

El vacío legal anterior a la aprobación de la Ley 13/2005, de 1 de julio, por la


que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio,
deslegitimaba socialmente a la familia LGTB y la dejaba indefensa jurídicamente. El
vacío legal impedía que los hijos de parejas del mismo sexo se beneficiaran de la
protección jurídica, económica y social que se deriva del hecho de tener legalmente
dos padres o dos madres, lesionando por tanto su interés y derechos. El vacío legal
también lesionaba los derechos del padre o madre sin vínculo legal con el niño,
impidiéndole ejercer sus funciones tanto dentro de la familia en relación con el niño y
con la sociedad (por ejemplo, la escuela), como cuando su relación de pareja se ha
roto.

Todas las familias tienen derecho a la misma protección social, económica y


jurídica por parte de los poderes públicos, tal y como señala el punto 1 del artículo 39
de la Constitución Española: <<Los poderes públicos aseguran la protección social,
económica y jurídica de la familia.>>

Todas las familias tienen derecho al reconocimiento y consideración positiva


por parte de la sociedad. No hay familias mejores ni peores que otras, socialmente
hablando: son distintas, con diferentes circunstancias y capacidades. Reconocer
jurídicamente nuestras familias, como se hizo en su día con las familias
monoparentales (madres solteras), significa promover su aceptación social. Todo niño
tiene derecho a nacer y crecer en una familia que sea considerada positivamente por
parte de la sociedad.

La regulación del matrimonio civil entre personas del mismo sexo significa
también:
Reconocer la capacidad de cualquiera de los padres / madres a actuar conjunta o
individualmente en representación y defensa de los derechos e interés de los menores
y de la familia.
Responsabilizar legalmente a ambos padres / madres de la crianza, educación y
sostenimiento del niño.
En caso de separación o divorcio de los padres / madres, garantizar el derecho del
niño a una pensión de alimentos y garantizar el derecho del niño a mantener su
vínculo afectivo con ambos mediante un régimen de visitas..
En caso de fallecimiento de cualquiera de sus padres / madres, ser heredero de su
patrimonio sin merma del mismo (como no ocurre ahora con aquél / aquella que no
está reconocido legalmente.
El interés superior del menor no es un hecho objetivo y universal. Es un
principio rector en la protección y defensa de la infancia que se tiene que concretar en
cada caso: con cada menor y con cada familia. Ningún sector social, religioso, político
o profesional puede monopolizar este principio. Y en todo caso, no puede convertir en
discrecionalidad. Lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, también están
defendiendo el interés superior del menor, el bien de los hijos. Apoyar el matrimonio
civil entre personas del mismo sexo y, por tanto, la homoparentalidad es defender el
interés superior del menor.

Investigación científica de la homoparentalidad.

Desde hace más de 20 años se han realizado, especialmente en EEUU, más de


100 estudios, entre investigaciones directas y revisiones, sobre la homoparentalidad.
Los estudios abordan temas diversos como: las actitudes, comportamiento,
personalidad y ajuste de los padres gays y lesbianas, el desarrollo psicosexual de los
hijos en relación a la orientación sexual de los padres, y el desarrollo intelectual,
emocional y social de los niños.

En general, las conclusiones de estos trabajos coinciden en que el desarrollo


psicológico, sexual, social de los hijos de lesbianas y gays no se ve afectado
negativamente por la orientación sexual de sus padres / madres. Las familias
homoparentales están tan capacitadas como las heteroparentales para proporcionar un
ambiente sano y positivo para la crianza y educación de sus hijos.

Estos estudios han servido para que se hayan declarado oficial y públicamente
a favor de la homoparentalidad las organizaciones profesionales americanas más
importantes en el campo de la salud mental, la familia y la infancia, como son la
Academia Americana de Psiquiatría Infantil y del Adolescente (1999), la Academia
Americana de Médicos de Familia (2002), la Academia Americana de Pediatría
(2002), la Asociación Americana de Abogados (2003, 1999 y 1995), la Asociación
Americana de Medicina (2004), la Asociación Americana de Psiquiatría (2002, 1997,
2000), la Asociación Americana de Psicoanálisis (1997 y 2002), la Asociación
Americana de Psicología (1976, 1998 y 2004), la Liga Americana por el Bienestar
Infantil (1988), la Asociación Nacional de Trabajadores Sociales (2002) y el Consejo
Norteamericana de Niños Adoptables (1998).

Estas organizaciones han manifestado que la orientación sexual de los padres


no puede ser motivo de discriminación a la hora de adoptar conjuntamente o ejercer la
paternidad compartida.

Según el informe de Ellen C. Perrin, que sirvió para que la academia


Americana de Pediatría se manifestara en 2002 a favor de la homoparentalidad, “el
peso de la evidencia recogida durante varias décadas utilizando muestras y
metodologías diversas es convincente al demostrar que no hay ninguna diferencia
sistemática entre padres gay y no gay en salud emocional, habilidades como padres y
actitudes hacia la crianza de niños. No hay datos que indiquen riesgo para los niños
como resultado de crecer en una familia de 1 o más padres gay” y todo ello porque “el
desarrollo óptimo de los niños parece ser influido más por la naturaleza de las
relaciones e interacciones dentro de la unidad familias que por la forma estructural
particular que toma”.

Según la revisión de estudios realizada Charlotte J. Patterson (1995) para la


Asociación Americana de Psicología “no hay evidencias como para sugerir que
lesbianas y hombres gays sean inadecuados como padres o que el desarrollo
psicosocial de los hijos de lesbianas y gays esté en peligro. Ni un solo estudio ha
encontrado que los hijos de padres gays y lesbianas estén en desventaja en ningún
aspecto significativo… Es más, la evidencia proporcionada por los datos sugiere que
el ambiente hogareño que proporcionan los padres gays y lesbianas es similar al
proporcionado por los padres heterosexuales para permitir y apoyar el desarrollo
psicosocial de sus hijos”.

Según la Asociación Psiquiátrica Americana (Resolución sobre Adopción de


niños y coparentalidad por parejas del mismo sexo, de noviembre 2002), las
investigaciones de los últimos 30 años han demostrado consistentemente que los
niños criados por padres gays y lesbianas manifiestan el mismo nivel de
funcionamiento emocional, cognitivo, social y sexual que los niños criados por padres
heterosexuales. Las investigaciones también indican que el desarrollo óptimo de los
niños no se basa en la orientación sexual de los padres, sino en los vínculos estables
que establecen con adultos responsables y cariñosos.

La APA apoya las iniciativas que permiten a las parejas del mismo sexo
adoptar y ejercer la coparen talidad de niños, y apoya todos los derechos legales,
beneficios y responsabilidades asociados que surgen de tales iniciativas.”

Según la Asociación Americana de Psicología (Resolución sobre Orientación


Sexual, Padres y Niños, de Julio 2004), no hay base científica para concluir que las
madres lesbianas o los padres gays son padres inadecuados a causa de su orientación
sexual. Al contrario, los resultados de la investigación sugieren que los padres y
madres homosexuales son tan capaces como los heterosexuales de proporcionar un
ambiente sano y de apoyo para sus hijos.

Los resultados de la investigación sugieren que el desarrollo, el ajuste y el


bienestar de los hijos de padres lesbianas y gay no se diferencian marcadamente de los
niños con padres heterosexuales.

La APA se opone a cualquier discriminación basada en la orientación sexual


en asuntos de adopción, custodia de los hijos, régimen de visitas, familias acogedoras
y servicios de salud reproductiva.

La APA cree que los niños criados por parejas del mismo sexo se benefician de
los lazos legales con cada padre.

La APA apoya la protección de las relaciones entre padres e hijos a través de la


legalización de la adopción en común y la adopción por segundos padres de niños
criados por parejas del mismo sexo.

Según la Asamblea de Estados Miembros del Consejo de Europa, en su


informe sobre la “Situación de las lesbianas y los gays en los Estados miembros del
Consejo de Europa”, punto 48:
Han tenido lugar multitud de estudios en este sentido en los últimos veinticinco años
(véase, por ejemplo, <<Lesbian and Gay Parenting. Summary of Research
findings>>, Patterson, C.J. (1995)). Ninguno ha podido determinar que el hecho de
ser educado por padres homosexuales perjudique a esos niños ni que los padres
homosexuales serían peores padres que los padres heterosexuales, ni que estos niños
se ven expuestos a su vez a ser homosexuales.

II JORNADAS SOBRE FAMILIAS DIVERSAS: LESBIANAS,


GAYS, TRANSEXUALES Y BISEXUALES CREANDO FAMILIAS.
2 y 3 de diciembre 2008.

Antonio Poveda, Presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays,


Transexuales y Bisexuales, en su ponencia “El papel del movimiento LGTB en la
visión de las familias homoparentales y retos pendientes”, reconoce una diversidad en
el marco de la familia que la sociedad ha comenzado a aceptar y reconocer, diversidad
que hace años atrás era rechazada y condenada. Este proceso de reconocimiento y
aceptación han comenzado a experimentar las familias monoparentales, tanto las
formadas tras divorcio como, en menor medida, las que configuran una madre soltera
y su hijo o hija, o las familias “combinadas”, las formadas a partir de uniones
anteriores.

Sin embargo, otras formas de familia presentes en nuestra sociedad siguen estando
proscritas y rechazadas, careciendo todavía del menor reconocimiento social. A
nuestro juicio, este es el caso de las familias que hoy nos ocupan, las integradas por
padres gays o madres lesbianas y sus hijos. No figuran en las estadísticas oficiales del
I.N.E., no son contempladas en ninguno de los tratados recientes acerca de la realidad
española, ni en los escritos con óptica sociológica, ni en los escritos desde el ámbito
de la psicología, la pediatría u otras disciplinas relacionadas. De hecho, y éste es un
indicador muy significativo a nuestro juicio, resulta difícil aún encontrar en nuestra
sociedad una denominación para ellas, hecho que no nos parece casual, porque el
nombre confiere entidad e identidad, y supone, por tanto, un reconocimiento explícito.
Hemos optado por una de las denominaciones que ha comenzado a utilizarse en
ámbitos académicos y en los propios colectivos de lesbianas o gays: FAMILIAS
HOMOPARENTALES.

Cuando se habla del tema de las familias homoparentales como algo que acaba de
saltar a los medios de comunicación, no se tiene en cuenta que existen desde hace
tanto como las mismas relaciones homo eróticas - desde siempre -. John Boswell en
su libro Las bodas de la semejanza nos muestra cómo desde la antigüedad se han
dado casos de matrimonios homosexuales. En Grecia y en Roma esta era una forma
de legalizar a la pareja y asegurarse así la transmisión del patrimonio. Incluso en las
ceremonias paleocristianas de “hermanamiento” se unía a dos personas del mismo
sexo mediante un rito que equivalía al de los matrimonios heterosexuales.

Igualmente, el separar la orientación homosexual con el deseo de ser padres es un


error que se comete con frecuencia, como si ambos no pudieran formar parte la misma
persona. La categorización que se hace al centrar la orientación homosexual de gays y
lesbianas en el terreno sexual, casi genital, hace que en el estereotipo común se les
nieguen otros aspectos de su vida. Se trata de una forma de discriminación. […]

Al pedir que no solamente la madre o el padre biológico tengan derechos y


obligaciones con los niños, sino también las parejas de éstos, no sólo se busca que los
niños estén más protegidos, sino cubrir legalmente una realidad afectiva: no es padre
o madre sólo el biológico, sino también aquel que cría y da cariño.

La presunción de que las lesbianas o los gays no tienen hijos está especialmente
errada en el caso de las lesbianas. Aunque es de esperar que según se vayan
ampliando las posibilidades para los gays (adopción, madres de alquiler, etc.) éstos
vayan accediendo en cada vez mayor número a la paternidad, hoy por hoy la cuestión
de los hijos de homosexuales es, fundamentalmente, una cuestión de mujeres. De
hecho, hasta el 95 % de las nuevas familias homosexuales están encabezadas por
lesbianas.

Alfredo Oliva, Doctor en psicología por la Universidad de Sevilla y profesor de


psicología evolutiva en dicha universidad, explicó en las II Jornadas sobre Familias
diversas los resultados del estudio “Evaluación de las nuevas estructuras familiares
como contextos de crianza potenciadores del desarrollo psicológico infantil”, llevado
a cabo por las Universidades del País Vasco y Sevilla, con la financiación de la
Fundación BBVA, y con el objetivo de analizar las características de diversas
estructuras familiares desde el punto de vista de su idoneidad para facilitar un sano
desarrollo psicológico de hijos e hijas.

Los resultados indicaron que fueron las familias homoparentales las que mostraron
menos factores de riesgo y las que alcanzaron una puntuación más alta desde el punto
de vista de la calidad del contexto familiar para la promoción del desarrollo infantil.
En estos hogares se encontraron ambientes muy estimulantes, estilos parentales de
crianza muy adecuados y escasa conflictividad marital; en fin, todo lo que un niño
necesita para crecer sano y feliz. Por ello, no resultó sorprendente que fueran
precisamente los niños de familias homoparentales los que mostraron menos
problemas emocionales y conductuales, según la valoración parental. La valoración
realizada por los profesores no estableció diferencias significativas.

José Luis Linaza, Catedrático del Departamento de Psicología Evolutiva y de la


Educación UAM, en su ponencia “INFANCIA Y FAMILIAS
HOMOPARENTALES“, concluye que la infancia en las familias homoparentales será
tan satisfactoria, compleja y conflictiva como la de las familias heteroparentales.

Y dependerá, como en el pasado, de las relaciones concretas que establezcan padres e


hijos. Aunque asimétricas en su inicio los hijos no son nunca meros sujetos pasivos. Y
a los padres nos hacen, en parte, nuestros hijos. Como a los profesores nos hacen, en
parte, nuestros alumnos.

Marissol Galobardes, de la Asociación de Familias Lesbianas i Gais (FLG,


www.familieslg.org), opina que hace falta una mayor visibilidad de la familia
homoparental. Por otro lado, tanto en ámbito judicial como el social, sería
recomendable una equiparación real con las familias heterosexuales. Citando a María
del Mar González, investigadora de la Universidad de Sevilla, dijo: <<Los niños
educados en el seno de una familia homoparental son más flexibles y tolerantes>>.
Uno de los mayores temores de los padres o madres de familias homoparentales es el
rechazo social materializado en la homofobia.
Concluye diciendo que hace falta un trabajo de base: cambiar el lenguaje, y, en el
ámbito educativo, todos debemos implicarnos en la sensibilización y la visibilidad de
la familia homoparental.

La FELGTB ofrece en su web todo un dispositivo documental basado en criterios


científicos y en la experiencia de trabajo de su Área de Familia:

http://www.felgt.org/temas/familias;

http://www.felgt.org/temas/voluntariado/i/50724/237/documentacion-de-las-ii-
jornadas-de-familias-diversas-lesbianas-gays-transexuales-y-bisexuales-creando-
familias?smid=45
En el Diario de Mallorca, en su edición digital con fecha 18 de octubre de 2008,
publicó la siguiente noticia:

“Los niños criados por padres gays tienen una mente más abierta y
empatizan mejor”

Una experta en familia presenta en Palma su estudio sobre hombres homosexuales y


sus hijos

M.FERRAGUT. PALMA. ¿Hay diferencias entre los niños criados por hombres
homosexuales y por heterosexuales? Esa es la pregunta que motivó a las
investigadoras inglesas Helen Barret y Fiona Tasker a estudiar dicho campo,
entrevistando a hijos a cargo de padres gays -la mayoría fruto de un matrimonio roto;
una minoría adoptados- y a niños cuidados por heterosexuales solteros.

La conclusión a la que llegaron tras tres años de investigación y casi 150 entrevistas a
jóvenes de entre 11 y 24 años es que la única diferencia entre unos y otros es que los
niños criados por progenitores homosexuales están "mejor preparados" para entender
las diferentes opciones sexuales y "empatizar mejor" con el otro.

Así lo indicó ayer Helen Barret a este diario, precisando que detectaron una
proporción similar de homosexuales entre los hijos criados por unos y otros; es decir,
contradiciendo a aquellos que sostienen que los niños educados por gays tienen más
tendencia a ser homosexuales.

Barret imparte hoy la conferencia ´A study of gay fathers and their children´ en el
marco de las IX Jornadas de Apego y Salud Mental organizadas por la Universitat de
les Illes Balears en colaboración con la International Attachment Network
Iberoamericana y tituladas ´Nuevas Formas de Parentalidad´.

Barret explicó que los padres que tienen niños en un matrimonio heterosexual y
rompen al aceptar o descubrir su auténtica orientación sexual -también detectaron
casos de padres que conscientemente se casaron con una mujer para tener hijos-,
pasan después por un difícil proceso interior que les empuja "a buscar ayuda, ir a
terapia, acudir a otras personas".

Todo ese proceso "se refleja en un cambio de comportamiento que al final puede
suponer una mejora de las relaciones con los hijos", apuntó Barrett, presidenta de
Inernational Attachment Network y miembro de la Family and Parenting Institute de
Reino Unido. Explicó que algunos se sienten "muy culpables" sobre el efecto que
puede tener sobre sus hijos la ruptura del matrimonio y la noticia de su auténtica
orientación sexual.

Esta investigadora señaló que "no hay una edad ideal" para comunicárselo al crío;
según precisó, importa más la forma de decírselo. En cualquier caso, suele resultar
más beneficioso para el niño poder contar con el apoyo de su madre en todo el
proceso y que ambos progenitores se mantengan en contacto, y, si llega el momento
en que encuentren nuevas parejas, mantener una buena relación y comunicación
también con éstas.

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