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Retrocedamos en el tiempo para vivir de cerca como las aguas del Jordán se abrieron

para que los israelitas cruzaran sobre tierra seca. Al morir Moisés surge Josué como
nuevo jefe de los israelitas, el mismo que había librado batallas que finalmente
dieron a los descendientes de Abraham la anhelada Tierra Prometida. Vamos
directamente al suceso hermano lector, no se me duerma y sígame de cerca para ser
testigos de este gran milagro. Ahí estaba Josué recibiendo órdenes y consejos del
mismo Dios, me hubiera gustado estar en sus zapatos. Para los israelitas entrar a la
Tierra Prometida no era una invasión más, sino un regreso al hogar. Cada movimiento
era importante, no se podían cometer errores, las órdenes de Jehová tenían que
ejecutarse al dedillo. Un par de espías que habían estado escondidos en las montañas
occidentales de Jericó durante tres días regresaron al campamento.

Estos se reunieron a puerta cerrada con Josué replicando: “Rahab la prostituta nos
ayudó, ella nos informó que los habitantes están completamente atemorizados, nos
temen, ellos saben de cómo se dividió milagrosamente las aguas del Mar Rojo y la
bravura de nuestros guerreros. Luego de la conversación Josué reúne a todos sus
oficiales y les relató lo que los espías le habían informado, sus próximas palabras
fueron, llegó el momento de atacar. Vayan al campamento y díganles a todos que
preparen alimentos y que estén listos para marchar, porque dentro de tres días
vamos cruzar el Jordán. Me imagino, la sensación y la excitación que se produjo
cuando el pueblo escuchó las órdenes, este sencillamente era el momento que
habían esperado durante tanto tiempo.

Heyyyyyyyyy, hermanoooo lector estas ahí, prepárate para cruzar el Jordán y entrar
a la tierra que fluye leche y miel. Había solo un problema, el Jordán, como estaba
crecido, tenía más de un kilometro de ancho, incluyendo la marisma (pantano) de
cada lado. Como entonces Josué planeaba cruzar a un millón de personas,
construiría un puente, traería botes… ¿qué?. Llegó el momento de la verdad, todos
estaban felices, se prepararon los alimentos, se doblaron las tiendas, se empacó la
ropa y se cargaron los carros. Pero, no había señales de que se hubieran iniciado
ningún trabajo para construir un puente o botes. Se corrió la voz por el campamento
que todos debían observar a los levitas cuya actuación serviría como señal de
partida.

“CUANDO VEAIS EL ARCA DE LA ALIANZA DE JEHOVA VUESTRO DIOS, LLEVADA POR LOS
SACERDOTES, HIJOS DE LEVI, DIJO JOSUE, PARTIREIS DE ESTE LUGAR DONDE ESTAIS
ACAMPADOS Y OS PONDREIS EN MARCHA TRAS ELLA”.

Todos los ojos se volvieron hacia el centro del campamento, donde había estado el
tabernáculo durante las últimas semanas. Ya no estaba más allí puesto que habían
desmontado el armazón de madera recubierta de oro, se había doblado con cuidado
las hermosas cortinas y se habían cubierto reverentemente los muebles. Los levitas
estaban preparados esperando la orden seca de Josué para cargar la preciosa carga a
través del Jordán, ancho, torrentoso y profundo.

No te quedes hermano lector, únete al grupo y gózate de este gran privilegio porque
cuando cruces junto a los israelitas la mano de Dios obrara en tu vida. Habrá un
milagro en tu vida, se irá tu enfermedad, vendrá la provisión, tu carga se aliviará,
esa bendición que tanto esperas tocará a tu puerta, solo cree y el hará... bendito sea
del nombre de Jehová, que se haga su voluntad.
Era la última noche, antes de cruzar, hay silencio en el campamento, padres,
madres, niños y niñas, están orando pidiendo perdón por sus pecados.

Mientras escribo puedo ver esta escena, es grandiosa y significativa, hay que ver la
gran entrega de santificación, seamos parte de esto hermanos. Al amanecer comenzó
el movimiento y Josué reunió al pueblo y les replicó: “Acercaos y oíd las palabras de
Jehová, vuestro Dios, en esto vais a conocer que el Dios vivo esta en medio de
vosotros, el Arca de la Alianza del dueño de toda la tierra va a entrar delante de
vosotros en el Jordán y cuando los sacerdotes que llevan el Arca pongan la planta de
sus pies en la aguas del Jordán, estas se partirán y las que bajan de arriba se pararan
en montón”. El pueblo al oír estas palabras se emocionaron diciendo: “Vamos a
cruzar el Jordán en seco como nuestros padres cruzaron el Mar Rojo”.

Acto seguido los sacerdotes comienzan a moverse hacia el río, hay un silencio
profundo, cada vez más y más se van acercando, la corriente es fuerte, nada ocurre,
siguen caminando y finalmente sus pies tocan el agua. De repente el agua comienza
a retirase hasta separarse unos cien pies y formar un camino seco en el medio. Los
sacerdotes avanzan y a la orden de Josué se detienen en el medio del río, el pueblo
comienza a cruzar, crucemos con ellos hermano lector, no olvides ponerte en las
manos de Dios y que tu fe en este momento sea la llave de tu bendición.

De esta manera comenzó el desfile del pueblo de Israel a través de Jordán llevando
consigo su ganado y sus carros tan rápido como es posible. Hora tras hora
continuaron cruzando hasta pasar el último hombre, la última mujer, el último
muchachito y la última niñita y llegar a salvo hasta la otra orilla. Ahora Josué envía a
decir a los sacerdotes que sostienen el Arca en medio del río, salid del Jordán. Estos
comenzaron a salir y en cuanto llegaron a la orilla las aguas volvieron a fluir
cubriendo por completo el lugar donde ellos habían estado.

Todos estaban asombrados, un millón de personas habían cruzado sin valerse de un


puente ni un bote, ese era el prodigio que Dios había prometido obrar. Para
asegurarse de que el pueblo no iba a olvidarse jamás de ese milagro, antes de que
los sacerdotes abandonaran el lugar, Josué pidió a doce hombres, uno de cada tribu
que trajeran doce piedras y las amontonaran una encima de otra formando así un
monumento conmemorativo de este evento.

Cuando un día os pregunten vuestros hijos: que significan esas piedras, instruid a
vuestros hijos, diciendo: Israel paso este Jordán pie, porque Jehová, vuestro Dios,
seco delante de vosotros las aguas del Jordán, para que todos los pueblos de la tierra
sepan que es poderosa la mano de Jehová y vosotros conservéis siempre el temor de
Jehová, vuestro Dios. Aunque es triste decirlo el montón de piedras desapareció con
los años así como el recuerdo de lo que Dios había hecho.

EDWIN KAKO VAZQUEZ


ESCRITOR E HISTORIADOR

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