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Parte de la idea del artículo es enunciar tres cosas que funcionan mal en México, y por
tal motivo son parte del enorme fenómeno que representa la democracia
contemporánea. La cual tiene toda una serie de representantes en diferentes ámbitos,
desde los transicionistas en México, los neoliberales, los “progresistas”, etc.… hay
tantos grupos de intelectuales y gente involucrada que lo hacen un fenómeno aun más
complejo. Y lo es en dos sentidos, tanto en el local o intrínseco, propio de una nación
y del proceso histórico que ha sufrido (en este caso México) y otras sociedades con
semejanzas; y por otro lado tenemos el momento histórico mundial que podríamos
entender como un factor extrínseco y que afecta en determinada medida a todos.
Ambas cosas actúan sobre democracia y la entrevelada cultura política que aquí se
quiere hacer mención y de antemano sabemos que la mexicana es precaria y poco
ilustrada en los términos de las democracias desarrolladas, cosa que no deja de hacerla
interesante y pertinente de ser estudiada.
Sin embargo el señor Aguayo pone sobre la mesa tres aspectos que a él lo tienen muy
molesto, le incomodan pues, son tres factores que lo inquietan: Felipe Calderón, La
triada partidista y la Iglesia Católica. Enemigos del libre pensar y se entiende aquí
enemigos de la democracia. Considero que en efecto son enemigos de la democracia,
pero no por los motivos que el autor menciona.
Antes de continuar quiero hacer una anotación que puede ayudar a la reflexión del
tema. En México la maduración y aun la formación de la sociedad civil no se ha
desarrollado, aun es endeble y no termina por cuajar, no sabemos bien como
interpretar eso que llamamos “sociedad civil” es un conjunto bastante amplio de
individuos, grupos e intereses que están en juego y por ningún motivo existe una
homogeneidad, ni gozan de capital, oportunidades, educación, ni recursos
intelectuales o culturales semejantes o equilibrados. Las sociedades latinoamericanas
son inmaduras, en particular la mexicana es muy distinta históricamente y socialmente
de las demás, es un caso particular, no es adecuado entenderla en los términos que a
las otras. La sociedad mexicana esta muy estratificada, lo cual conduce ya de por si a
una transición accidentada, difícil o a un entendimiento precario de lo que la
democracia es y representa. La lucha por el dominio y control del aparato estatal, ha
conducido a una lucha exacerbada por el monopolio de la violencia legitima, lo cual
deja a las formas y procedimientos democráticos en una etapa muy endeble y
posiblemente fugaz.
El autor nos habla del trabajo de Miguel Bazañes que dirige el Instituto de Cambio
Cultural en la Universidad de Tufts en Boston. Lo cual no esta lejos de lo que en la
década de los 50´s y 60´s hacían Almond y Verba; su obra más reconocida llamada
Civic Culture, que después conoceríamos aquí con el mote de cultura política y que
trae consigo todas estas teorías sobre la hechura, aplicación y desarrollo de políticas
publicas, una respuesta que intentaba ser la alternativa a las tesis marxistas y pretendía
explicar científicamente el sistema de valores que compartían las sociedades, la
estima, el conocimiento y las expectativas de los ciudadanos sobre su sistema político
y la democracia. En ese estudio por motivos de presupuesto estuvo incluido México,
como parte de los países que se usaron como muestra: Estados Unidos, Inglaterra,
Italia y Alemania. Sin embargo y por razones que desconozco no esta incluido
México en el trabajo que realiza el señor Bazañes con su idea de que la “cultura
importa” (Culture Matters). El argumento es que en las culturas existen dos sistemas
de valores ideales. Uno los valores que propician la democracia y dos, los que no lo
hacen. Con esto Aguayo intenta explicarse por qué la transición a la democracia no se
ha concretado en México.
De 25 factores que componen el trabajo que viene realizando Bazañes, Aguayo toma
3, los que según el explican la carencia de una cultura que propicie la democracia en
México. He de hacer notar que existe un abanico enorme de factores que actúan en
contra de la democracia en mayor o menor medida y estos son matizados por las
sociedades, la cultura y los procesos históricos que han vivido; y que en general la
democracia en el mundo se encuentra sostenida bajo una muy delgada y tenue línea.
Es decir no existe una democracia real en el mundo, son patrones de conducta,
procedimientos y formas, conjuntos de valores sostenidos en periodos de tiempo
considerables los cuales otorgan o posibilitan condiciones de vida apegadas a lo que
entendemos por democráticos, en todo caso hay poliarquías –consultar a Robert Dhal-
, pero bueno, no nos desviemos del tema.
Dentro de los tres factores que ayudan a Aguayo a sostener su hipótesis se encuentra
en primer lugar: La inpuntualidad, él dice que los mexicanos carecemos de
puntualidad y los aspectos de tiempos y horarios fijados, no nos ajustamos a ellos,
cosa que se puede ver reflejado en las acciones –pone él como ejemplo- de los
perredistas y su impuntualidad en más de una ocasión y asunto. Si el propósito aquí es
el de tener humor, bueno, su ejemplo es graciosito e irónico. Si de otro modo tiene un
matiz de seriedad y cientificidad pues creo que nos hace falta una explicación más
sustancial. La impuntualidad y los fenómenos del tiempo y la sociedad son complejos,
pero amalgamándolo con su segundo punto, los tiempos y la puntualidad son parte de
un sistema económico que compone procesos de distintas índoles, mientras más
sofisticados, rigurosos o exactos tengan que ser, esos procesos impactaran las
actividades y la cotidianeidad de la sociedad civil, es decir afectara su cultura en la
manera como se relacionan los individuos entre ellos mismos y con las cosas.
Aun si fuese el tema de la competencia por el lado económico yo diría que esto esta
lejos de ser así; en los Estados Unidos la competencia ni es perfecta, ni todos los
competidores gozan de la misma información y oportunidades, no existe un libre
mercado, ni es en los términos como la tecnocracia y sus cuestionables doctrinas lo
quieren hacer ver. Por ejemplo no nos hemos dado cuenta que las doctrinas
neoliberales desde 1982 no nos condujeron a la riqueza y al crecimiento económico
que prometían los desarrollistas en todo el mundo y que la clase política mexicana se
tatúo tales doctrinas ¿no ha sido desde entonces el periodo de tiempo con más crisis y
devaluaciones que ha sufrido el país y la calidad de vida de los mexicanos? Tal vez
algunos bendecidos y buenos protestantes trabajadores que prosperaron y obtuvieron
la buena venia de Dios puedan atacarme con furia y me gane su odio, pero ¿en
términos generales no tenemos a más de la mitad de la población del país jodida o
como les gustan llamar en los noticieros “en algún nivel de pobreza”? Ojo, la
competitividad en estos términos no ayudará a la democracia, habría que hablar en
qué sentido debe haber competitividad y qué podemos entender por tal cosa.
Pero tampoco podemos descartar que existan experiencias que propicien lo contrario.
Es un aspecto que habría que revisar con detenimiento. En centro America existen
muchas experiencias distintas tanto religiosas como políticas en este sentido.
Finalmente no hay que olvidar que la iglesia es una sociedad civil dentro de una
sociedad civil, la religión es una expresión política sustancial e intrínseca de toda
sociedad desarrollada o no.
Me parece que los elementos que el señor Aguayo anota en su columna del periódico
Reforma deben ser explicados con más detenimiento. Pues leídos de ese modo sólo
conducen a conjeturas simplistas y peligrosas.
INKEN DEAN
(DAHC)
Invierno de 2009