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Cuadernos del Seminario de Poética 9


César Gonz.i1ez Ochoa

n01718

Imagen y sentido
Elementos para una semiótica de los mensajes visuales
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INSTITUTO DE INVESTICACIONES FILOLÓGICAS UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO


México 1986
INTRODUCCIÓN

_EUratamiento_.~~ó!icC?_~e I~~_!!!_e!!s~~~_ ."isuales eJlcu_en!~ª ~n S!! ..fª-


mino, tarde o tempralll:ltJa_ IlOC~!!ACl.jt;:ºniSJllo IJIª.
~e ic~:mici~a.~,
puesfo--que este- tipo-de m~nsaj~~_~e.~n~tderan como p~ocesos icóni-
c~~~de-=-sii~ificación~ La bibliografía reciente se orienta, en general,
lÍacia la crítica de esta noción; es decir, se dirige hacia la puesta en
crisis de la concepción de iconicidad 19ún la cual los signos icónicos
son tales por tener la propiedad de semejanza o de analogía con res-
pecto a los objetos de los cuales son signos.
Los trabajos sobre este tipo de mensajes recurren permanente-
mente a términos tales como los de semejanza, analogía, parecido,
similitud, y otros del mismo campo semántico, pero cada uno de
éstos se define, ya sea en los diccionarios comunes como en los de la
literatura especializada, en función de alguno o algunos de los demás
mencionados. Esto constituye un indicio de que no contamos con
una teoría específica de lo icónico dentro de los distintos acerca-
mientos a la significación; es decir, que no contamos con un metalen-
guaje descriptivo y explicativo que dé cuenta de lo icónico conce-
bido como un concepto semiótico.
Un primer problema que se plantea es el de precisar si los men-
sajes visuales están sometidos a alguna codificación o, en otras pala-
bras, si son susceptibles de un tratamiento semiótico.
De acuerdo con uno de los teóricos que más influencia tienen en
este campo, "Iª_ iconicidad es la base de la imagen visual. rºº~rll0s
leer la imagen porque la reconocemos como una jInitªción de lª r~a­
lidad" (Gombrich, 1981:11). Aquí aparece otro de los términos de
uso corriente al menosdesde Platón y Aristóteles: el de imita~ión,
que más adelante se discutirá. Desde una postura diametralmente
opuesta, Greimas afirma que "reconocer que la semi.ótica visual es
una inmensa analogía del mundo natural es perderse en los laberintos
de los presupuestos pQsitivistas, confesar que sabemos lo que es la
'realidad', que conocemos los 'signos naturales' cuya imitación pro-
ducirá tal o cual semiótica, etcétera. Al mismo tiempo es negar la
semiótica visual en tanto que tal" (1979:177). Ante estas dos pos-
turas, lo que está en juego es la pertinencia de un tratamiento se-

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mlótico de los mensajes visuales en particular, y de lo icónico en la observación y la dete,?ción de regularidl!.~.e-ª. ~Í!lembargo, consi-
general. Un poco a la manera de los sofistas, Eco habla de la semió- -aéfár la representación como imitación de lo real es unil hipersiiñ~
tica como una disciplina "que estudia todo lo que puede usarse para plificación, pues los"seres humanos-,--en tarifo qúe seres s()ciales,
mentir" (1978:31); aparentemente, desde la perspectiva que encon- nunca estámos frente-a- lo real, frente a los hechos brutos, y no es
tramos en el ensayo d~__Q~.mbrich,.nQh.aYl!!g~p_lY".!lJll.~~i~t~ncia de necesario estudiar semiótica paiá-' cOI!1Probar~(). El hombre,dice-
una __~'!lJ~ti~!.g~JQ.(.m~n$ajes icónicos,p"~~tº.._que. podemos .ver la Durk.heim, no puede vivir en medio- de las cosas sin "formularse ideas
realidad y nue_s~Ea ~!si9!!..!l.2~n.Q.~. ~ga!\¡!t tal como lo sostiene una sobre ellas, ji "las cuitIes ajusta su conducta. ~s1as -ideas o nociones
de las vérdadés evidentes del sentido común. no son_!lustitutos legítimos de las cosas; productos de la experiencia
Este supuesto del sentido común se basa en que la fisiología vulgar, tienen por objeto, ante todo, armonizar nuestras acciones
del sistema de la visión no puede tener muchas diferencias entre indi- con el mU!1d_o que nos rodea; están estructuradas por la práctica y
viduos de diferentes sociedades o de diferentes épocas; en todos para ella; y no es a través de su elaboración como llegaremos a des-
ellos los objetos del mundo producen por reflexión una cierta distri- cubrir las leyes sobre la realidad. Por el contrario, son como un velo
bución de luz en el ojo; esta luz entra a través de la pupila, se nItra que se interpone entre el mundo Y..!!.o~()tro~, que nos disfraza las
por la lente del cristalino y se proyecta en la retina, localizada en la cosas tanto mejor cuanto más transpareIltc:ls las creemos. Dicho en
pared posterior. Allí, una red de fibras nerviosas pasa la luz -o otras palabras, de los hechos, eventSs, acontecimientos, objetos, el
más bien las diferencias de luminosidad, el gradiente de ilumina- mundo en general, tenemos acceso solamente a sus representaciones,
ción- a través de un sistema de células hasta los receptores, "conos" las cuales son siempre construcciones, pues no hay fenómenos natu-
y "bastoncillos", sensibles a la luz yal color, desde donde se condu- rales en estado bruto: como señala Lévi-Strauss, los fenómen()~
cen hasta el cerebro. Hasta este punto, el sistema deper~ep~iº!:l existen solamente conceptualizados y nItrados por normas lógicas
visual es relativamente uniforme para todos los se res_ hum~os; hasta y afectivas que participan de la cúltura (Lévi-Strauss, 1970). Cassi-
allí es un fenómeno natural, pero a partir de este punto se convierte rer, por su parte, habla de la existencia en el hombre -y sólo en él-
en un fenómeno cultural, es decir, en algo construid,q: el cerebro de un sistema, el simbólico, que transforma la totalidad de la vida
interpreta esos datos de luz y color de acuerdo con mecanismos humana y hace que su realidad no solamente sea cuantitativamente
aprendidos, por medio de los cuales selecciona los aspectos perti- inásamplia sino que, de hecho, habite en otra dimensión de la rea-
nentes de acuerdo con una serie de esquemas, categorías y hábitQl lidad. El lenguaje, el mito, el arte,entre otros sistemas, son los hilos
que dan a las complejas informaciones provenientes del ojo una~~­ que tejen la red simbólica, la urdimbre de la experiencia humana.
tructura y un significado. Según el mencionado filósofo alemán, el hombre no se enfrenta a
En otras palabras, la visión humana no es un simple reflejo neu- la realidad de modo directo e inmediato, no puede verla cara a cara;
rológico de una cadena causal que empieza con un haz de luz sobre en lugar de tratar con las cosas del mundo, está envuelto en formas
el ojo y termina en el córtex; aunque esta cadena sea una condición lingüísticas, imágenes artísticas, ritos religiosos, símbolos míticos, de
necesaria para la visión, la visión misma es una práctica humana: manera tal que no puede ver o conocer nada si no es por la inter-
vemos nosotros, no nuestros ojos, ni la porción visual del córtex, ni posición del aparato simbólico mediador formado por los sistemas
siquiera nuestro sistema neurológico completo; vemos nosotros, mencionados (Cassirer, 1979).
como seres humanos, como agentes cultural e históricamente des-
arrollados y diferenciados. La visión h!lmana es algo construido, es
el producto de nuestro propio hacer; es un artefacto histórico y
cultural, creado y transformado por nuestros propios m()dosde r~­
presentación. Tales modos de representación n~_s()n .fij()_s, sino his-
tóricamente variables, yson"los que transforman I~ base natur~ del
, Todos ~stos argumentos, que no constituyen ni pretenden ser
una lista exhaustiva, vienen a plantear uno de los aspectos mát pro-
fundos de la condición humana, que es el hecho de que no hay rela-
ción inmediata y directa entre hombre y mund9, o entre el hombre
y los demás hombres. A este aparato simbólico, que es específico del
ser humano, se le denomina lenguaje, el cual se puede definir como
MsteJIl8 de la visión en un art~Jacto. cultural. ",'. - una facultad, como una capacidad que es la de sinlbolizar, es decir, la
La representación, concebida como imitación de lo real, no pre- de poder representar los elementos de la realidad por medio de otro
senta ningún problem'a: el hombre, desde esta perspectiva, se encuen- tipo de elementos -los signos- y de entender éstos como represen-
tra inmerso en ún mundo de hechos brutos los cuales, para conocer, tantes de aquéllos (Benveniste, 1980); en otras palabras, la capacidad
solamente tiene que recurrir a ciertos procedimientos, tales como de establecer una relación de significación entre una cosa y algo dis-

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tinto. En estas condiciones, existirá una disciplina ampli~ que se coordina la esfera de lo visible y la de lo invisible es "la relativa indi-
ocupe de estudiar las propiedades y leyes de este aparat0!TIedia_dor, ferencia del hombre medieval ante la apariencia sensorial de un
en su generalidad, y esta disciplina es lo que conocemos como semió- obj~t9 cüando lo que él perseguía, fuera teólogo, artista o 'cient~­
tica generl!l, Pero además será necesario contar con disciplinas más fico', era comprender su naturaleza" QH4,..; l2} Estª teI14e.l!c!!
específicas que se ocupen de analizar la significación, o la interven-
ción del aparato simbólico del lenguaje, en un dóniiJÍlo parti<;ulai.
hacia
~n:jaíñleñio: _____o __
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la abstracción er!" tgualmen.~e _Pil!e.l1t ~n ~Larte COIl1O ~m. e.I
A reserva de argumentar sobre la tipología de los dominios esped Es discutible, incluso, hl!.blar. de una ~stéHcl!. mediev~~ puesto
, ficos, una semiótica de los mensajes visuales o icónicos constituye que la experiencia de la .b.elJ.eza no era un derivadQ de las impresiones
\, una especificación de la semiótica g~n~ral. ' de los sentidos: no era un valor autónomo, sino más bien el '~r!~
/ ' El estudio de los mensajes visuales, de las formas de representa- plañdo;(te 'lli verdad! el brWo qu~ despide la perfeccióflQlltO!ógiC!,
( ción en general, es especialmente importante en nuestra época yen yesa cualidad de las cosas ql-!~ indica, que tienen su origen en pio~:'
I nuestra cultura, la cual, como tqdas las culturas de occidente, es (Ihíd-::7(j):, Así, la representación e~tá unida con la luz, pues la luz
\ eminentemente visual. Al menos desde santo Tomás, l~ visión y la es ef más noble de los fenóIl!eI10~ n!!l1~~es, el menos. materilll, el
"',certidumbre están estrech~eflte relacioflad~_~; el vínculo entre ver que 'mas Se ,acerca a la fOrIlla-pura; es, además, t!Lprincip!0_2re~tivo
y creer se ha convertido en natural, Y- dicha naturalidad Se h-ªcOl!y.~~­ detorlas las, cosas, especialmente en'as esferas celestiales. ~.!.~or
tido en un a priori que predomina en todo el empirjsm,<;?, de~~~.F:~an~ de -C:adª~~osa se--determina P2r el grado en que participa _~e la luz:
cis Bacon hasta la ciencia experimental, y se funda sobrela existen- Úta es una idea neoplatónica, según la cual la l!Jz es una _realida~
cia de un supuesto sujeto~ell!~al~-§iri-prejuicios, que puedepéicibir, ÚasúndéiÚiu que_ engendra d univ!lr$Q,~ ilumina nu'~*ª int~!igencia
comparar y evaluar lo~ fel1óIl1enos q\.l\l.Q~l!rren en el mundo. exterior. l'8:i~.:guepúe~~per~ib!t:}ave_rdad. ~~. Agustín hizo suya esta con-
Foucault se ha encargado de recordarnos que este sujeto que observa cepció!!, y <te allí P!lSÓ al cristianisffiQ. Según el pens~iento medi~.
no es ni neutral ni natural, sino que en todo momento es una pro- vaCtodas las cosas han sido creadas según la ley de la analogía en
ducción histórica; fue necesario apelar -dice- a toda una serie de vIrtud- de la- C'u31-son manife~tªciofl~LdeQiº§, sol! __~us imágenes,
instituciones y de prácticas para llegar a esta especie de punto ideal vestigios o sombras: El grado-en que una cosa se asemeja'a Dios, en
a partir del cual los hombres podrán dirigir al mundo una mirada qlieé-sfe-se-l1illa:' presente en ella, determina su lugar e~)ajer_a.!quí~
de pura observación (Foucault, 1980: 154). del ulliverso. Pero de todas las cosas cre'íldas, la luz es la manife's-
Aunque es el siglo XIX el momento en que los ideales de exacta taciÓñ--másdirecta' de Dios: se concibe como l¡¡formá que tO.dªSJilS
y precisa observación alcanzan su grado más alto, tanto en las cien- cosas tienen en común, como el principio de simplicidad que impart~
cias como en las artes, de hecho este ideal comenzó en el Repaci- unidad al todo. En la pintura medieval la luz es un absoluto, es idén-
miento, cuando las artes y las ciencias se dieron por tarea reflejar tica ala esencia de las cosas: es uniforme, no tiene origen; es la for-
la naturaleza como un espejo, ya que, de manera consciente o no, ma misma de los objetos, es espacio y color: "la luz gótica es el brillo
artistas y científicos aceptaron la propuesta de Leonardo de consi- neoplatónico pues las cosas no existen a menos que participen de
derar el ojo como "juez universal de todos los cuerpos", tal como lo la luz del Uno, del resplandor del ser" (Sypher, 1974: 150).
postula en su Tratado de pintura. Ya en el siglo xvn, Lo(;ke col!- La incipiente participación de!a~i~ncia_ en el R~n~cimiento
firma y ratifica esta aseveración de Leonardo al decir que"comoJ-ª conduce il un resultªdo inli>or~aJ.1J~: el nacimiento de la,E.e~pt:ctjv~
vista es el más perfecto de nuestros sentidos, podemos concebir y, con ella, un nuevo cOflcepto dl,ll e,spacio. ~a pe~spectiv~Jnt[Aduce
el mundo más fielmente a través de la visión qUe por los deJUá~~en­ ef'punto d_i!vista._del 'obs~J:V_ªd-ºr. por lo cual se hace_nece~~i9Jll
iidos. Una razón para situar un inicio de la "era visual" en eIRenª~. aefe-iffitnación de la fuente luminosa. Leonardo dedica varios capí-
cimiento es que el paso de la Edad Media al Renacimiento constituy~ tulos de su Tratado al proble.ma de~ lu~ ~cíafoscuro, iuzproyecta-
una profunda ruptura de los marcos(epistémicos: ¡para el hombre da, el color, ángulo de iluminación-- y con ello la luz empieza a
medieval, el mundo físico, tal como lo entendel1los ahora, no tiene plantearse como problema, con lo cual se desplaza la concepción
realidad más que como símbolo; él símbolo es'~piua ellos la única de la luz universal y sin origen para dar paso a la consideración de
definición de la realidad objetiva (von Simson, 1980). El pensa- la presencia de la luz y de su situación física, cuyos rayos hacen cam-
miento medieval se preocupó por la naturaleza simbólica del mundo biar la apariencia de las cosas según,su intensidad y ángulo de inci-
de las apariencias: lo visible sólo es el reflejo de lo invisible; lo que
-dencia..Con.
el señalamiento preciso -de la fuente de luz y del punt~

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de vista del ob~e('Vaclor, la representación se convierte en algo~lls: por azar tuvo su máximo desarrollo durante el siglo del método.
~~ptible Ae" demo~trarse de manera exactayobjeth'ª: basta que se El novelista del siglo pasado, realista o naturalista, es el creador de
precisen ambos aspectos -lugar de la fuente y punto de vista- para un mundo que tiene que observarse desde un punto de vista, desde
que se obtenga una representación idéntica. una distancia científica; es decir, el escritor enunciaba los hechos
El Renacimiento introduce, por tanto, un método, el ~e obser: de una manera tal que los viera cualquier espectador que asumiera
vación; pero fue hasta el siglo XIX cuando se crearon métodos para el mismo punto de vista; para ello era necesario proceder de acuerdo
todo, desde las ciencias hasta las artes; existieron métodos como el con lo que se denominaba el método científico con el fin de garan-
histórico, el naturalista, el positivista; la medida y la exactitud se tizar la validez de la verdad.
vuelven obsesiones, y ciencias y artes se llegaron a considerar como Al asumir una posición de espectador, el pintor, el científico
modos de explicación que formalizaban experiencias, mediante re- o el novelista creaban un ángulo artificial y una distancia entre obra
presentaciones tan precisas que parecían verdader"l.l~, El mundo y productor y, por consiguiente, entre obra y lector. Es sintomático
de la ciencia y del arte era un mundo construido visualmente; de que los teóricos de la novela usen el témlino "punto de vista", que
allí la obsesión por la exactitud, pues sólo era posible lograr esta deriva de la perspectiva ortogonal e in~ica hasta qué punto la novela
exactitud por medio de la medición, y CQmo ésta era principa.lmente es un género eminentemente visual.l'Io obstante, al influjo de los
una graduación óptica, los hechos parecían más verdaderos c;ullndo adelantos científicos (en particular del descubrimiento de las geo-
resultaban. precisos al ser considerados a partir del senHdo 4e la vista. metrías no euclidianas, de la teoría de la relatividad y del principio
Es verdad que la vi~tªes un sentido privilegiado, que do!a al de incertidumbre), la noción de punto de vista fijo y de ángulo de
mundo de una especie de estructura que hace inteligibleª la~ 9º~as, observación predeterminado empieza a perder fuerza: errl'pieza a
que las coloca en su lugar; pero también es cierto que asumir un pun- cuestionarse la invariabilidad del punto de vista y se descubre como
tóde vista "es tomar una posición, y con la asignación de posiciones resultado la posibilidad de multiplicar las "voces" de la novela, así
se cae en una cierta falsificación, pues el observador se sabe alejado como la certidumbre de la imposibilidad de unificarlas, ya que el
de lo que observa, ajeno a ello; el mundo se convierte en un mundo problema no reside en el hecho o proceso observado, sino en cómo
creado desde el punto de vista del observador, y éste sabe que no y desde dónde se observa. Observar es participar: éste es uno qe
sólo está fuera, sino también en una posición fija. El privilegio del los corolarios obtenidos: la presencia del observador modifica el
sentido de la vista da por resultado el alejamiento del hombre del comportamiento del proceso observado; al mismo tiempo, la ob-
mundo y de su conversión en espectador. En esto hay también dife- servación depende, tanto en el ángulo como en la intensidad, del
rencias entre las formas de representación medieval y renacentista: grado de participación. .
la representación renacentista se consideró como una ventana abierta Robbe-Grillet en su libro Por una nueva novela, habla de cIer-
hacia el mundo y estaba orientada hacia un punto de vista externo tos ele~entos que' funcionan como marcas de escritura realista y que
y ajeno; la posición del observador era la de no participante del se utilizan para hacer parecer verdad, para obtener una verosimilitud.
mundo representado. La representación medieval, por el contrario, No obstante, dicha escritura realista, con sus pretensiones de obje-
se orientaba primariamente hacia un punto de vista interno, es decir, tividad, es de hecho un puro artificio, una combinación de elemen-
hacia el punto de vista de un observador implícito en el mundo re- tos que la hacen artificial. La escritura realista se asemeja a la ciencia
presentado y, en consecuencia, de cara al observador del cuadro; de su tiempo en el hecho de que ambas pretenden ser un modo de
así, el pintor se colocaba en el centro del mundo que deseaba repre- explicación que forma la experiencia por medio de representadiones
sentar y, con ello, asumía un punto de vista divino (Uspenskij, 1978: cada vez más exactas, más cercanas a la verdad. Pero, como dice
540). Una prueba de este argumento es la definición de los ladós Barthes, la propia noción de verdad es un artificio y la más neutral
izquierdo y derecho, donde el derecho "es izquierdo para el obser- observación es una convención (Barthes, 1981: 64).
vador, y viceversa; éllo explica la costumbre de la pintura medieval La nociÓn de verdad como algo intemporal está en relación con
de representar al "buen ladrón" a la izqu~,rda de Jesús en los cua- la existencia de un sujeto dado de manera definitiva, el~el cual se
dros de la crucifixión, y no a la diestra, como dicen las Escrituras. depositan o se inscriben el conjunto de condiciones o de determi- •
El mundo visual del siglo XIX no sólo es representado por las naciones económicas o políticas; sin embargo, estas mismas condi-
artes visuales o plásticas en general, sino también por la literatura. ciones y las prácticas que generan, producen dominios del saber
La forma literaria más ligada a la observación es la novela, que no que no sólo hacen aparecer nuevos objetos, conceptos y técnicas,

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sino también nuevas formas de sujetos de conocimiento. Así como 1~~_s!gI!OS ic6nicos como liquellos que pos~en una o algun~s del~s
el sujeto tiene una historia, así también la tiene la relación de éste propiedades. del objeto repre_se~tado, el bIsonte de Altamlfa sen~
con el objeto de conocimiento; en otras palabras, "la verdad misma un signo icónico (y de hecho lo es, pero tal vez por otras razones),
tiene una historia" (Foucault, 1980: 14). sin embargo, este dibujo no comparte propiedades con el ente ex-
El sentido de la vista y la noción de verdad no están en una rel~­ trasemi6tico, pues lo más que hace es estimular una estructura ~er­
ción de implicación necesaria puesto que, así como la segunda es ceptiva semejante a la que produce el bisonte real; se trata más bIen,
relativa, el ver es convencional, cultural, construido, y los modos de de un "estímulo subrogado que, en el marco de una representación
ver son resultado de lo social, son prácticas sociales. La capacidad convencional, contribuye a la significación" (Eco, 1978 :329). Si
d.e entender una línea o un esbozo como el perfil de un animal, por todavía pensamos que comparten alguna propiedad, otras no se
ejemplo, parece una habilidad natural, pero en realidad se trata de comparten, como el caso del volumen y la textura; p~r tanto, la
una habilidad adquirida, es un~ convención. Gombrich no admite utilizaci6n del término "semejanza" se refiere a la seleccl6n cultural
totalmente esta naturaleza convencional cuando sefiala: "se ha dicho de algunos elementos en el mensaje icónico y no a una relación
que el esbozo es una convención porque los objetos de nuestro natural; el juicio de semejanza se establece a partir de criterios de
entorno no están limitados por líneas. No hay duda que es verdad pertinencia basados en convencione!il, un bonsa; es semejante a un
y que cualquier fotografía muestra que los contornos pueden evi- árbol de la misma especie y forma, sólo difiere en el tamafio; en este
tarse en tanto haya un gradiente suficiente en la distribución de luz caso, la decisión de dejar por un lado el tamafio para conside.rar
para indicar la terminación de las cosas individuales en el espacio. ambos como semejantes no se sostiene sobre bases naturales SIDO
y aun así, la visión tradicional del contorno como convención se sobre convenciones -y, por tanto, es una decisión que reqtliere un
basa en una sobresimplificación: las cosas de nuestro ento~~' 'e"stán cierto aprendizaje. En conclusión, la semejanza es producida y tiene
claranlente separadas de su fondo, al menos s~ destacan tan pronto que aprenderse ya que se basa en convenciones a partir ~e las cuales
c?~O nos m~vemos. El contorno es el equivalente de esta experien- se consideran pertinentes algunos de los elementos del objeto y otros
cIa (Gombnch, 1981: 11). Tomemos como ejemplo el dibujo de no. O, como dice Eco, "la línea que traza el perfil de una m~o
, , contorno del bisonte, visto de perfil, tal como aparece en Altamira. sobre una hoja de papel representa la institución de una relacIQn
Este dibujo tiene una sola propiedad que, como dice Eco, es la única de semejanza mediante la correspondencia transformada punto a
~ ¡ que no posee el bisonte real: una línea continua trazada en una su- punto entre un modelo visual abstracto de la mano humana y. la
perficie de dos dimensiones, línea que separa dos espacios en el imagen dibujada. La imagen está motivada por la representacló~
dibujo, el ex terior y el interior; la entidad real, por su parte, cons- abstracta de la mano, pero al mismo tiempo es efecto de una deCI-
tituye un volumen perfilado sobre el espacio tridimensional circnn-
dan te, pero sin límites precisos. En estas circunstancias, la lírie-a
del dibujo constituye una simplificación de un proceso complejo,
la cual es convencional. Si esto es así, puede decirse que, opuesta-
mente a la opinión de Combrich, la línea de contorno no es natural '1
\I sión cultural y como tal requiere una percepción adiestrada para
que se ~_~~~?!~~~~~.!I10 image!1_ dct~jchQ,ob~eto.'~-(l~íd.: 336)... _. .." '1
~Í1 resumen las imágenes, los mensajes ICÓruCOS en general, se I
\ aprenden a leer; ieer una imagen es poner en acción una seri~ de ope- I
\ raciones diversas, ~~ya ~e1lliza<:¡ón _q~!~rmina ~f~.n!º-~ mv~l~~
.. . . de \
no existe en la naturaleza, sino que es un artefacto de representa~ I •. comprensión{Sin embargo, la complejIdad del proc~so enmascara
ción; aunque las cosas tengan formas delimitadas, no hay líneas; ! las condiciones de su realización de tal manera que la rrnagen parece
I~ l~nea es una construcción. En la naturaleza hay fronteras,' bordes, revelar directamente su sentido. La capacidad de relacionar uha re-
!Jnutes, que representamos convencionalmente por medio de líneas. presentación y el objeto representado, es decir, ~e manifestar una
La visión no traza, el ojo no es un lápiz que se mueve en forma sensibilidad a lo similar, si se ve como una capaCidad es, de hecho,
lineal sobre el perímetro de una forma, sino que hemos apre~dido la facultad de lenguaje a la cual nos hemos referido antes, pero como
a ab.straer el contorno lineal de las formas, y lo hemos hedlo- por puesta en práctica aparece en estadios temprano~ de la ~mez; en
• medIO de la representación de tales formjs por medio de ~º.~~to~ opinión de Bresson, desde los primeros meses de VIda el nmo es ca-
o esbozos. El artista del Neolítico creó la habilidad visual para paz de "responder a la similaridad de una misma forma física cuand~
percibir esas líneas en la naturaleza: el bisonte no teníacontorrlO se aprehende por canales sensori~les distintos. ,El nmo p~ede aSI
hasta que lo inventaron los pintores de las cavernas. ." reconocer el mismo ritmo por la vIsta o por el oldo, o la mIsma for-
(Desde el punto de vista simplificador de Morris, quien define ma tridimensional por el tacto (en la boca) o por la vista" (Bresson,

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1981: 186). No obstante, la respuesta a la similitud es una condición L ción llamado realista. y se postuló como universal. pero de hecho
necesaria pero no suficiente de la capacidad de leer iníágenes en J este modo es también producto de una convención.
general, pues éstas manifiestan de manera muy vaga los marcos y Una manera en que se relaciona la representación; sobre todo la
las inferencias necesarias para construir una representación semán- I realista. con los aspectos económicos es la seí'ialada por Berger,
ticª.Qe lo representado. cuando dice que la manera de ver introducida por la pintura al óleo
r-- Por lo tanto, si la lectura de imágenes o de mensajes visuales
¡es algo que requiere vn aprendizaje; si la visión humana tiene una
en el Renacimiento se determinó por las nuevas actitudes hacia la
propiedad y lfcia el cambio. y que las cualidades especiales de este
, r historia que se desarrolla en relación con las formas de representa- tipo de pintura se prestaba· al sistema de convenciones utilizadas

~
ión, éstas siempre culturales; si la comprensión de lo visual se basa para representar con verosimilitud. Berger aí'iade que generalmente
en convenciones históricas y socialmente variables, tendremos enton- se habla de la pintura al óleo como si ésta fuera una ventana abierta
c. es que plantear el problema de la existencia de códigos en los men- al mundo: ésta es la imagen -dice- "que la tradición tiene de sí
sajes icónicos. En otras palabras, tenemos que tratar el asunto de misma, por encima de todos los cambios estilísticos que tuvieron
a existencia de una semiótica cuyo objeto de estudio sea lo icónico, lugar durante cuatro siglos"; sin embargo, si se estudia la cultura
los mensajes visuales. Para ello, será preciso analizar los conceptos pictórica europea de una manera glo~ y se dejan de lado sus pre-
y la producción de éstos en la disciplina general del lenguaje, es tensiones, "la imagen más adecuada no es la de una enmarcada ven-
decir, en la semiótica general, para después ver la posibilidad de espe- tana que se abre al mundo, sino la de una caja fuerte empotrada
cificar ésta para un dominio particular, en este caso el de los mensa- en el muro, una caja fuerte en que se ha depositado lo '{.isible"
jes icónicos. Así podremos analizar, primero, el concepto de código (19 O~122). J
en sentido amplio para pasar después al de los códigos particula- La construcción de objetos visuales se basa en convenciones, y
res; en cualquiera de los casos, como veremos, los códigos aparecerán las convenciones son modos de hacer que son productos de la acción
como conjuntos de reglas o de normas, como sistemas de convencio- umana y no de leyes naturales. Dentro de las convenciones de
nes que pertenecen a una cultura dada. Si los códigos están insertos la r presefilactón gráfica está en primer lugar la perspectiva, regla de
en una cultura, estarán también situados tanto geográfica como representación establecida culturalrnente también durante el Renaci-
~ocial e históricamente; los estudios de la escuela soviética sobre miento. Según Leonardo, el plano de la perspectiva resulta de la'
semiótica de la cultura han insistido suficientemente en este aspecto. intersección plana de la pirámide visual: perspectiva, dice, "no es
En el caso de los mensajes icónicos, lo importante sería determinar otra cosa que ver un sitio detrás de un vidrio plano y bien transpa-
de qué manera pueden caracterizarse sus códigos; es decir, verificar rente, sobre la superficie del cual se habrán trazado todas las cosas
si una imagen está en correlación con su contenido de la misma ma- que están detrás de ese vidrio, las cuales se pueden conducir por
nera que los elementos de un enunciado lingüístico lo están con su . pirámide al punto del ojo, y dichas pirámides se recortan sobre dicho
propio sentido; y si no es así, determinar cómo. vidrio" (Tratado de pintura). Panofski, quien estudió a fondo esta
Volviendo al asunto de la visión, podemos considerar que si forma de representación considera la perspectiva como "una audaz
el sentido de la vist¡¡ y la noción de verJad no mantienen entre ellos abstracción de la realidad", y la describe de la siguiente manera:
una relación necesaria, si el ver es producto de aprendizaje, de con- I "me represento el cuadro [ ... ] como una intersección plana de la
venciones; si, como dice Baxandall, un cuadro pictórico es un regis- 'pirámide visual' que se forma por el hecho de considerar el cenfro
tro de la actividad visual que "hay que aprender a leer, tal como hay visual como un punto, punto que conecto con los diferentes y ca-
que aprender a leer un texto de una cultura distinta, incluso cuando I racterísticos puntos de la forma espacial que quiero obtener" (Pa-
uno conoce el idioma: tanto el idioma como la representación pic- I nofski. 1983:7-8). Esta consideración de la perspectiva como una
tórica son actividades convencionales" (1978: 187); si todo ello es forma simbólica por parte del autor se basa en dos argumentos:
cierto, entonces tendremos que cuestionar los presupuestos del primero, que el centro de la perspectiva, en cuanto que presupone
realismo, las nociones de mimesis, de....{eflejo. y otras similares, para una mirada fija, es una elección convencional que hace convencional
considerar los modos de representacit)n como prácticas sociales y, I todo el sistema; segundo, que el uso de un sistema basado sólo en
por tanto. como afectadas por las demás prácticas en que partici- I la recta, origina un espacio artificial que se opone a la perspectiva
pamos. por ejemplo, las económicas o de cualquier otro tipo. Desde natural, la cual se basa en curvas.
el Renacimiento se escogió como canónico el modo de representa- Las reglas de la perspectiva, por lo tanto, no sólo introducen

16 17
una manera de representar escena" ,ino también una manera de ver para la representación, y estos códigos inventan una nueva manera
taje. representaciones. La representación en perspectiva introduce de ver.
convenciones en nuestra visión de imágenes, las cuales es necesario El desarrollo de las formas de representación en la pintura, el
aprender para decodificar formas y tamaños representados. Y esta cine, la fotografía, etcétera, han producido maneras de representar
convención, como todas las demás, no puede separarse de las I)ormas que forman parte de nuestra historia cultural; por ello la práctica
de la sociedad en que surge y se utiliza; esta forma de representación, de representación no está aislada, pues las necesidades, valores, pro-
originaria del Alto Renacimiento, organiza el campo visual como si pósitos, intereses, conflictos y problemas de la vida social encuentran
el ideal fuera verlo todo; por ello propone al espectador como centro su expresión en lo que seleccionamos para representar y en las ma-
del mundo y considera alojo como el "haz luminoso de un faro, neras como lo. hacemos. Vemos siempre a través de los modelos pro-
sólo que en lugar de luz emitida hacia afuera, tenemos apariencias porcionados por las formas de representación, y estos modelos tie-
que se desplazan hacia dentro" (Berger, 1980:23). Por consenso se nen una historia y están afectados por las condiciones políticas y
denomina "la realidad" a tales apariencias; el ojo es, gracias a la pers· económicas, entre otras. El modo realista, por ejemplo, se ha consti-
pectiva, "el centro del mundo visible; todo converge hacia él como tuido como universal, pero ya hemos insistido en que no es ni uni-
si fuera el punto de fuga del infmito. El mundo visible estaba arde· versal ni natural, sino que también esií basado en códigos: por razo-
nado en función del espectador del mismo modo que el universo nes tanto técnicas'y científicas como ideológicas y políticas, se ha
estaba ordenado en función de Dios" (Ibíd.). Con el abandono de impuesto en la pintura, la fotografía, el cine, la literatura, etcétera.
los supuestos teológicos presentes en la visión medieval, la pers- En todas ellas aparecen ciertos procedimientos que producen un
pectiva prepara el camino para una visión donde interviene la razón, efecto de sentido determinado: el efecto de realidad, que ¿reimas
racionalismo que llegará con Descartes y a su formalización con la llama "ilusión referencial" y que "aparece como un desdoblamiento
teoría kantiana. Con la introducción de la perspectiva, no solamente condicionado por la concepción culturalmente variable de la 'reali-
el arte se convierte en ciencia, sino que "la impresión visual subje- dad' y por la ideología realista asumida por los productores y los
tiva había sido racionalizada hasta tal punto que podría servir de usuarios" (1979: 178). La realidad es, pues, un efecto de sentido
fundamento para la construcción de un mundo empírico sólida- producido, relacionado con otro efecto de sentido, el de verdad. El
mente fundado y, en un sentido totalmente moderno, 'infinito' análisis de estos efectos de sentido producidos por los discursos ocu-
[... ] Se había logrado la transición de un espacio psicofisiológico pa un lugar importante en la semiótica, sobre todo en la narrativa,
a un espacio matemático, con otras palabras: la objetivación del como se verá más adelante.
subjetivismo" (Panofski, 1983 :49). La búsqueda de los elementos pertinentes para el estudio de los
Un último ejemplo de convención con respecto a la visión es el mensajes visuales nos conduce necesariamente hacia conceptos como
introducido por la pintura al óleo, que más que una técnica es una el de iconismo y, de allí, a la investigación de las teorías del signo
forma artística; como técnica, la mezcla de pigmentos con aceite en general, a tomar en consideración la historia de los distintos en-
se conocía desde la Antigüedad, pero como forma artística, nació foques de la significación, a revisar la formación de los conceptos
hasta que por medio de ella se expresó una visión del mundo y de de los sistemas conceptuales que giran alrededor del sentido. Este es
la vida para la cual otras técnicas eran inadecuadas. Fue hasta el siglo un aspecto al que este trabajo quiere enfrentarse en un primer mo-
XVI cuando la pintura al óleo estableció sus propias normas e impuso mento; una segunda tarea es la de bugcar en estas teorías, per!ij>ec-
sus modos de ver, detenninados ambos por nuevas actitudes hacia tivas, enfoques, etcétera, la especificación para el tratamiento teó-
la propiedad y hacia el cambio. Lo que distingue a la pintura al óleo, rico de lo que hemos denominado aquí, sin defmir,lo icónico, y por
según Berger, es "su pericia para representar la tangibilidad, la tex- allí, la dilucidación de las nociones de analogía, semejanza, similitud,
tura, el lustre y la solidez de lo descrito. Define lo real como aquello parecido, verosimilitud, etcétera. Es decirL~!U~!ªnLq~_e.S1ablecer
que uno podría tener entre las manos. Aunque las imágenes pinta- la diferenci~~p~~fii~~_-=,si la hay- de 10~,~ignos icónicos, con respec·
das son bidimensionales, su potencia ilusior(Ísta es mucho mayor 1:0if0ffas"Clases de signos. En esta segunda-iáfea~aigunos-delos te-
que la de la escultura, pues sugiere objetos con color, textura y tem- mas-ésfirafi'eri relación o harán referencia a los tópicos sefialados en
peratura que llenan un espacio y, por implicación, llenan el mundo esta introducción, tales como el de realismo, efecto de realidad, ilu-
entero" (1980:99). Estas cualidades de la forma artística que es la sión referencial, etcétera.
pintura al óleo se prestan a un sistema de convenciones -a códigos- Es un lugar común hablar de las dos grandes corrientes fundado-

18 19
ras de la teoría del signo: la que proviene de Peirce y la que tiene
como nombre fundador el de Saussure. Si hablamos de dos corrien-
tes es porque sus campos de intervención más o menos coinciden,
aunque sus supuestos y marcos de referencia son muy distintos:
Peirce es un heredero de toda la tradición ftlosófica, que posee, ade-
más, todo el instrumental de la lógica, disciplina desde la cuaLenun-
cia sus conceptos. Saussure, por su parte, es un lingüista, sus afir- SOBRE EL SENTIDO: CONSIDERACIONES
maciones parten de la lingüística y van hacia ella; desconoce, por HISTÚRICAS
otra parte, la historia del pensamiento filosófico y, por tanto, los
hallazgos realizados en este dominio del conoeimiento con respecto
al signo. En este trabajo vamos a examinar estas dós grandes corrien- Las reflexiones sobre el signo se remontan a la Antigüedad, so-
tes y el orden será como sigue: en primer lugar, veremos a grandes bre todo en lo que toca al signo lingüístico y lo que éste designa:
rasgos algunas de las ideas presupuestas en el pensamiento de Peirce; ello da lugar a la oposición clásica entre la remisión natural a la reali-
después, la parte medular del sistema conceptual de éste, para pasar dad y la remisión convencional. El choque entre estas dos posiciones
al examensuscinto de los presupuestos de partida de Saussure, su aparece claramente desde tiempos~e Heráclito, quien defiende la
sistema conceptual y algunos de sus desarrollos importantes, como tesis de la "naturalidad" y, con eIJá, la postura de que la tarea del
son la se1!)ióti<;:jl..narra!~y la .semiótica de la cultura. Sin embargo, len~uaje es adecuar~e a lo re,~ y nombrarlo, aunque esto no quiera
como tóda ciencia, la semiótica tiene también una historia previa a deCIr que para él eXIsta una exacta correspondencia entre un nom-
su consecución del estatuto teórico formal de ciencia; por lo tanto, bre y una cosa, sino más bien una relación entre la globalidad del
será necesario revisar brevetnente esta historia y analizar la forma- discurso y la estructura del ser en general" (Casetti, 1980:30). Des-
ción de sus conceptos fundamentales; las páginas que siguen preten- ~e este ~un~o de vista, el lenguaje, por ser un espejo de la realidad,
den dar algunas de las ideas que conduzcan a dicha historia. En la tiene mas bIen una función cognoscitiva que una función indicativa.
última parte se discutirán los asuntos relacionados con la semiótica Parménides, por el contrario, niega al lenguaje todo valor de
visual, incluyendo los conceptos tratados en esta introducción, pero conocimiento ya que juzga la palabra como falsa, como impuesta pQr
ahora a la luz de todo lo anterior. una convención con el propósito de nombrar la realidad que sólo
e~ aparen~e. Desde su posición, el lenguaje es un engaño, una aplica-
cIón de etIquetas a cosas que son ilüsorias.
. Por otra parte, es también en Heráclito donde encontramos por
~nmera vez una palabra que contiene el morfema or¡I-I-, que "no es
SImplemente un término, sino un concepto seminal" (Romeo, 1976:
79). La palabra que contiene este morfema se encuentra en uno de
los fragmentos, en aquel que dice: "A menos que esperes lo inespe-
rado, nunca lo encontrarás. Porque es duro descubrir y difícil. Una
armonía escondida es mejor que una aparente. A la naturaleza le
gusta esconder. El señor, cuyo oráculo está en Delfos, ni habla ni
oculta, pero da un signo [o significa]". Si Heráclito usa la palabra
"signo" no para nombrar lo que podemos llamar "signos externos",
como el humo, entonces tenemos aquí, en germen, una teoría se-
miótica; si hay un origen en la historia de la semiótica; concluye
Romeo, éste estará en Heráclito y en su oráculo délfico.
Tenemos, pues, planteada la oposición inaugural: por un lado,
las palabras corresponden a las cosas por naturaleza: que es algo debi-
do a la physis, la cual se ~epresenta en lagos, en palabra que refleja la
naturaleza de lo real. En estas líneas están los pitagóricos: para ellos,
la naturaleza de las cosas está en los números, medidas o formas,
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•• superiores a ellas; los nombres son semejantes. Se trata -dice Beu-
, obras divinas ya que puede tanto colmar el miedo como quitar la
pena y engendrar el gozo y acrecentar la misericordia" (Gorgias,
chot- "de una palabra natural, de un lagos que expresa la physis
p. 12). Esta visión de la palabra hace que la atención pase ahora al
por ser un nombre confonne a la razón" (Beuchot, 1981 :47). La
funcionamiento del lenguaje en una situación dada.
otra parte postula entre las palabras y las cosas una relación de ca-
. A partir de Platón entra en juego otro elemento, el concepto,
rácter arbitrario, confonne a una ley: es por medio del nomos (ley
lo cual hace que la estructura total del signo se modifique. En Pla-
arbitrio, convención, institución o inlposición) que el lagos puede re:
tón está presente la oposición básica con respecto al lenguaje: en el
presentar a la physis (lbíd.).
diálogo donde toca este tema, el "Cratilo", Hennógenes pide a Só-
Esta oposición inaugural se retoma por los sofistas, quienes
crates que intervenga en una discusión entre él y Cratilo; éste sos-
llevan hasta sus últimas consecuencias el postulado de la arbitrarie-
tiene que "Hermógenes" no es realmente su nombre (hijo de Her-
dad. Su posición con respecto al signo tiene que examinarse dentro
mes), aunque sea llamado así por todos. Se le pide además a Sócrates
del contexto de la sociedad en la que les tocó vivir: ellos asisten a
la s~stitución de una cIase dirigente por otra y pueden advertir el su opinión sobre la corrección de los nombres o, en otras palabras,
sentIdo del proceso político, por lo cual se dedican a dar a quien lo sobre el origen del lenguaje y las formas lingüísticas. En el diálogo,
Hermógenes sostiene la postura que el lenguaje es puramente materia
~equiere (a cambio de un número elevado de "minas": Isócrates) los
mstrumentos p~a dest~car en esa sociedad basada en la palabra, en de convención. Co~tra .esto, Sócr~es argumenta que dar nombres,
la que el lenguaJe es un mstrumento indispensable para triunfar; y los como todo arte o CIenCIa, demanda un conocimiento técnico, y que
sofistas en este contexto son los maestros de retórica, los expertos en los nombres, si son correctos deben haber sido dados por quienes po-
el arte de la persuasión por medio del discurso. Dice Beuchot que, seen tal conocimiento. La mayoría de los nombres o palabra~se for-
man por derivación o por composición a partir de otros, y Sócrates
para los sofistas, el punto de vista se hace antropocéntrico: "el
hombre estatuye los nombres confonne a la ley porque él mismo da muchos ejemplos de tales procedimientos. A medida que la discu-
es la ley o. medida de todas las cosas" (Beuchot, 1981 a:48). sión progresa, se desarrolla la idea que los que dieron los nombres
GorgJas (c. 48~ a. C.-380 a. C.) plantea la relación entre pala- originales creían, como Heráclito, que todas las cosas están en per-
bras y cosas al declf que la palabra es el medio por el cual nos expre- petuo flujo y encerraron esa creencia en las palabras primarias.
samos, pero no es el objeto: "la palabra (AÓ-YOt;) es con lo que decIa- Se concluye, por medio de una comparación con las pinturas, que
ram~s,. pero la palabra no es sustancia ni seres, sino la palabra, que
los nombres son imitaciones de las realidades nombradas. Pero urt
examen más detallado muestra que estos resultados no son satisfac-
e~ dlstmt~ de las sustancias" (Gorgias, 1980:5); la palabra, conti-
torios. En este punto, Cratilo toma el lugar de Hermógenes como
nua GorgJas, no es el objeto, la realidad existente que revelamos
interlocutor y es forzado a admitir que la costumbre o la convención
a nuestro vecino sino sólo la palabra. Beuchot menciona que el hom-
desempeña una parte importante en la formación de las palabras.
bre domina las cosas mediante las palabras, pero que, a través de
En la visi6n de Hermógenes, el significado propio de una palabra es
ellas, domina el ánimo de los oyentes con respecto a las cosas' y
el que determina su uso; dice: "los nombres son convencionales
este dominio "tiene carácter de ley, de nomos, que pesa sobre' la
y representan cosas a aquellos que establecieron la convención y
physis a través del lagos o razón de los que escuchan sus discursos"
sabían las cosas de antemano, y esa convención es el único principio
(Beuchot, 1981a:48).
de corrección ... " (Platón, 1970: 169). Para Cratilú en cambio
Desde esta perspectiva no puede utilizarse el lenguaje para al-
"la representación por semejanza con la cosa represedtada es ooso:
canzar el conocimiento de lo real, pues al liberarse de todo nexo con
luta y completamente superior a la representación por signos al azar"
l~ real, el lenguaje encuentra en sí mismo su consistencia y sus pro-
(ibídem). Sócrates patece favorecer una solución ,intermedia de
pIas leyes. Esto, que en otra parte se consideraría un límite se in-
acuerdo con la cual lo estrictamente necesario para la significación
vierte en los sofistas; con ellos, "el poder de la palabra se acr~cienta
es el uso convencional, aunque algunos sonidos sean naturalmente
por el descubrimiento de su autonomía ya que ésta puede garantizar
más apropiados para dar ciertos significados. Sócrates considera el
la co~tinua posibilidad de nuevos usos" (Casotti, 1980:31). Enton-
lenguaje con un criterio funcional: para él, las palabras son herra-
c~s'. SI las ~alabras no tienen un solo sigJ1ificado, se podrán elaborar
dIstIntos dISCUrsOS, todos correctos, sobre la misma realidad. La pala- mientas para distinguir aquello de lo cual se está tratando; si no tu-
bra -dice Gorgias en su Encomio a Helena- "es un gran poten- viéramos lenguaje, habría que sustituir su función por medio de ges-
tado que, con muy pequeño e imperceptible cuerpo, lleva a cabo tos imitativos. Entonces, parece natural suponer que las partes del

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discurso sean gestos imitados por la voz: un nombre "es una imi- bargo, Todorov atirma que "apenas podemos hablar de una. concep-
tación vocal de eso que se imita y quien imita con su voz nombra ción semiótica: el símbolo está claramente como más ampbo que la
lo que imita" (Ibíd.: 137). Pero lo que imitamos en el lenguaje no palabra, pero no parece que Aristóteles haya considerado seriamente
son las propiedades sensibles y evidentes, sino su esencia. Cada cosa la cuestión de los símbolos no lingüísticos, ni que haya procurado
tiene una naturaleza esencial; "si alguien puede imitar esta naturaleza describir la variedad de los símbolos lingüísticos" (Todorov, 1981:
esencial de cada cosa por medio de letras y sílabas, mostrará, lo que 19). Sin embargo, a pesar de que los signos no lingüísticos "no están
es realmente cada cosa" (Ibíd.). considerados seriamente", sí podemos encontrar algunas referencias
El "Cratilo" sostiene la postura -o al menos se inclina hacia a éstos, como es el caso de los signos visuales, en Analitica primera
eUo- de que el discurso es una forma de imitación que se desarrolla 70a, b.
en el lenguaje articulado por medio de la unión en sílabas de los ges- En la Poética (1457a) establece una relación entre lo que él
tos vocales imitativos, que corresponden a las "sílabas" de la reali- llama "estado del alma" y la significación al defmir el nombre como
dad. Pero también sostiene que, para distinguir los objetos -propó- un compuesto de sonidos con significación. Pero el pasaje más cono-
sito esencial del discurso- basta la convención (Crombie, 1979). cido es el' que dice que "las palabras son símbolos o signos de las
Platón se centra en los nombres, pues es en ellos donde se manifiesta afecciones o impresiones del alma; las palabras escritas son signos de
más estrechamente la relación con las cosas; pero, ¿qué hace que los las palabras habladas. Al igual qu~la escritura tampoco el lenguaje
nombres sean apropiados a las cosas? Ninguna cosa lleva el nombre es el mismo para todas las razas de hombres. Pero las afecciones men-
en sí misma, pues si así fuera el nombre sería natural. Pero aun así, tales en sí mismas, de las que estas palabras son primariamente sig-
el nombre conduce a la cosa: al oír el nombre nos formamos la ima- nos, son las mismas para toda la humanidad, como lo son también
gen o la idea de la cosa, y esta imagen o idea ya no es convencional los objetos, de los que esas afecciones son representaciones, seme-
sino natural; esto hace que Beuchot se pregunte justamente cómo lo janza, imágenes o copias" (De la interpretación, 16a). Veamos, pues,
convencional puede conducir a lo natural. La respuesta es que el en este pasaje, que aunque la referencia final de las palabras sean
asignar nombres no depende del capricho individual, pues no todo las cosas de la realidad, son signos de las afecciones de la mente pues
hombre puede hacerlo sino sólo los que conocen la naturaleza de las la realidad se da siempre mediatizada. La relación entre el concepto
cosas, es decir, los ftlósofos: "el ftlósofo tiende a la verdadera natu- (afección del alma) y la cosa es natural (Del alma, 431b), pero entte
raleza de las cosas, y uno de sus instrumentos es el lenguaje, la mani- el signo y la cosa tenemos una relación convencional ya que está
festación de la idea" (Beuchot, 1981a:49). Desde la perspectiva de siempre mediada por el concepto.
Platón, el ftlósofo es semejante al pintor, pues el nombre, como la En el pasaje señalado (De la interpretación, 16a), J. Pépin afirma
pintura, imita la realidad de las cosas. que Aristóteles define cuatro órdenes de realidades, cuatro niveles
En resumen, Platón hace en este diálogo una síntesis de la natu- ligados por tres tipos de relaciones: "primero, están las cosas reales
ralidad y la convencionalidad: los nombres son en parte naturales (prágmata); inmediatamente después, en una relación de similitud
y en parte convencionales; son naturales porque son imágenes de la con ellas, están las afecciones del alma, que probablemente se identi-
naturaleza de las cosas, pero son convencionales porque están suje- fican con los conceptos; el nivel siguiente es el de las palabras sono-
tos a la institución y al uso; esta síntesis "esclarece que la naturali- ras, símbolos (symbola) o signos (semeia) de las afecciones del alm~;
dad y la convencionalidad intervienen parcialmente en el dinamismo finalmente los símbolos de las palabras sonoras, las palabras escn-
del lenguaje, pero se nota un marcado predominio de la naturalidad" tas" (Pépin, 1982:36). Llamar símbolos a las palabras hablad'as y
(Ibíd.). escritas y subrayar que ni unas ni otras son las mismas en todos los
Si Platón se inclina hacia la tesis naturalista, Aristóteles lo hará hombres es acentuar el carácter convencional del lenguaje. Es aquí
hacia la convencionalista: para éste, el lenguaje es interpretación o donde Aristóteles se aleja de Platón. La fmalidad del lenguaje es la
expresión del pensamiento, es decir, tiene primordialmente una fina- comunicación y, como tal, no es natural, pues, aun cuando el hom-
lidad comunicativa. Pero si el lenguaje y la cO).l1unicación son con- bre tiene diversos sistemas naturales, como el digestivo, el respira-
vencionales, el tener lenguaje, la facultad de comunicar, es natural. torio, etcétera, no posee un sistema lingüístico (Del alma, 413a, b).
Veamos con más detalle estos aspectos. En ocasiones se tiende a in- Las palabras, aunque remiten a las cosas, son principalmente
cluir a Aristóteles en el terreno de investigación semiótica, lo cual signos de las afecciones del alma, pues "las afecciones del alma son
parece justo por sus reflexiones sobre el signo en general; sin em- las mismas para todos los hombres". Por lo tanto, entre las cosas

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reales y los conceptos las relaciones son de similaridad, es decir, de los ftlósofos estoicos para refutarlos, y la síntesis de la doct~a
naturales, pero entre los signos y las cosas las relaciones son conven- presentada por Diógimes Laercio. De acuerdo ~on Marc B~atm,
cionales ya que entre ellos están los conceptos. Tenemos, pues, en el resumen del segundo parece fiel, pues se abstiene de toda m~er­
Aristóteles, el germen de la estructura ternaria del signo, la cual re- vención personal, pero que, precisamente "al ~ar una impresión
aparece a lo largo de la historia hasta llegar a nuestro siglo con los de exactitud del antiguo estoicismo, ello permtte comprender el
triángulos de Ullman y de Ogden y Richards; los tres componentes rechazo del cual esta ftlosofía ha sido objeto" (Baratin, 1982:9).
en Aristóteles son: las "símbolos" gráficos o fónicos, los "afectos Dice Diógenes Laercio que los estoicos. di,~iden la .ftlosof~a. en
del alma" y las "cosas". En términos de Aristóteles, tenemos pri- tres partes: "natural, moral y racional o lógica., .es declf, en .fl~lc~,
mero el semainon, o sea el signo en sentido propio, pero como enti- ética y lógica. "La parte lógica o racional se diVide en dos diSCipli-
dad física; el semainomenon, que es lo que se dice del signo, el sen- nas que son retórica y dialéctica [ ... ] La dialéctica se divide en dos
tido; y el pragma, el objeto al cual se refiere el signo, y que es un lugares a saber: en el lugar de las cosas que se significan, y en el de
acontecimiento o una acción. Casetti señala dos implicaciones de la vozi. ,,]; el lugar de las cosas que se significan .se divide en lugar
este modelo: en primer lugar, la distinta posición atribuida a los sig- de las farÚasias o imágenes en lugar de las cosas dtrnanadas de ellas,
nificantes gráfico y fónico -los segundos remiten a las afecciones del expuestas por palabras, por axiom~, y otras perfecci~nadas por sí
alma, mientras que los primeros remiten a los segundos- lo cual mismas, por predicamentos y semejantes rectos y paSIVOS, géneros
muestra un privilegio de lo fónico y relega la escritura a un papel y especies; y el lugar que trata de las oraciones, de los,!ropos, de l.os
secundario, como lo ha señalado Derrida; en segundo lugar se obser- silogismos y de los sofismas nacidos de voces y cosas (D. Laerc~o,
va una asimetría en los constituyentes del signo: en una lengua y otra 1950:112-113). Más adelante dice: "La dialéctica es, COI1l? dlc~ "
los significantes difieren, pero los elementos a los cuales se refieren Posidonio ciencia de cosas verdaderas, falsas y neutras. Segun Cn-
dichos significantes, es decir, las afecciones del alma o conceptos, sipo versa'acerca de significantes y significa~os" (lbíd.: 118). Tal vez
son los mismos. Hay, entonces, lo antes señalado: convencionalidad sea ésta la primera vez que aparece la pareja de conceptos retomada
entre significantes y conceptos, pero naturalidad, relación de seme- por Saussure veinte siglos más tarde, concepto.s que so~ ~bsoluta.
janza entre conceptos y cosas; con ello se deja atrás el radical con- mente paralelos en griego yen español: lO semamo~ (e.1 slg~~cante)
vencionalismo de los sofistas, pues ahora los "símbolos" son dis- es el participio activo sustantivado del verbo ~e~~mem. (slgnlficar~,
tintos de lengua a lengua, pero no por eso son inmotivados. Si lo y lO semainomenon (el significado) es el participio pasIvo sustant'í-
arbitrario está en la relación entre significante y concepto, y no en vado del mismo verbo.
los mecanismos reguladores de la constitución del signo, esto da lu- Según Sexto Empirico, "los ftlósofos per~enecientes. a ~a Stoa
gar a que Aristóteles deje abierta la posibilidad de una "gramática dicen que tres elementos están ligados: el sigJllficado, el slgmficante
válida universalmente, que refleje en las leyes lingüísticas el orden y la cosa. De estos elementos, el significante es la voz [... ]; en cam-
del pensamiento y el orden de la realidad" (Casetti, 1980:71). bio llanlan significado a lo que se manifiesta por la voz y que apre-
La reflexión de los estoicos vuelve a tomar en consideración he~demos como algo que subsiste como dependiente de nuestro
la misma oposición entre convencional y natural para inclinarse hacia pensamiento [ ... ]. La cosa es lo que existe en el exterior. Dos de
el naturalismo. Para ellos, el lenguaje, mediado por el pensamiento, estos elementos son corpóreos: la voz y la cosa, mientras que la cosa
está en relación natural con las cosas. sigtúficada, es decir, el leklon, es incorpórea" (Sexto Empirico 1,
La reflexión estoica, que con justicia podemos considerar como VIII, pp. 11-12). \
una de las piedras angulares del edificio semiótico contemporáneo, Veamos estos elementos con más detalle. El significante puede
ha sido, sin embargo, objeto de represión, probablemente por el i tener tres realizaciones: el significante vocal (phoné) que no es
predominio del pensamiento aristotélico en todos los ámbitos del articulado ni es portador de significación: el significante pro~u~·
conocimiento. Por ejemplo, Crisipo (c. 280-c. 205 a. C.), que fue la ciado (lexis) que es articulado pero no es a priori portado~ de Signi-
cabeza de la escuela estoica, sucesor de Zenón ~ Citium y de Clean- ficación; y el significante enunciado (logos) que e.s ~tlculado y
to, escribió según dice Diógenes Laercio algunostentenares de obras, comporta una significación. Los est?ic?s llam~ slgmficante (se-
pero ninguna ha llegado a nosotros. Lo que se sabe ahora de la Stoa mainon) a la noción abstracta, es declf, mdep~ndlente~e~te de sus
proviene de dos fuentes que podemos ver como marginales: la obra realizaciones (Baratin, 1982: 10). Para estudiar el slgmficado es
del escéptico Sexto Empirico, quien cita abundantemente las obras necesario considerar los contenidos del pensamiento, pero éstos no

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son significados hasta que se incorporan en un significante: en otras no tienen una relación de conformidad con llls cosas, y por eso no
palabras, independientemente de su incorporación en el marco de son indicativas de tales cosas a las cuales son atribuidas; de allí
u~a lengua, los contenidos son sólo enunciables, son el contenido que se pueda atribuir a una cosa un nombre que no es el suyo; por
Virtual de los enunciados: "según el punto de vista, los estoicos otra parte, un enunciado puede enunciar lo verdadero, pero también
hablan de contenido de pensamiento (pragma) cuando éste se consi- lo no verdadero, y en consecuencia el enunciado no es verdadero
dera ind~pendientemente de su incorporación en un significante, por su sola constitución; es decir, que un enunciado, para Platón,
de enunclab~e (Ie~ton) en tanto que ese contenido de pensamiento no puede tenerse por válido considerando únicamente sus condicio-
es el ~ontefl1do virtual del enunciado, y, finalmente, de significado nes de enunciación. Para Aristóteles, en cambio, no se trata de esta-
(semamomenon) cuando el contenido de pensamiento se realiza en blecer una relación entre palabras y cosas, sino entre significados y
un significante" (Ibíd.: 11). El/ekton es el elemento clave de la teo- referentes: una palabra puede tener varios significados, pero cada
ria estoica del significado; según Todorov, es la capacidad de un significado corresponde a un solo referente. Por lo tanto, es por
elemento para designar a otro; "el lektofl depende del pensamiento medio de la disociación de la forma de los signos y lo que significan
pero. no se con~unde con él;.no es un concepto ni menos aún [... ] como podemos "hacer la teoría de la relación de la lengua y de las
u~a Ide,~ platóruca: es más bien aquello sobre lo cual obra el pensa- cosas, y así dar al discurso científico, en tanto que significado espe-
nuento (Todorov, 1981:21). El/ektofl, dice Beuchot por su parte cífico, los medios de garantizar su validez con respecto a las cosas
"es algo que trasciende el concepto, pero es captado por él" (Beu~ que descubre" (Baratin, 1982:12). Esto lleva a Aristóteles a aislar
chot, 1981a: 52); y es precisamente aquí donde se hace evidente los significantes de los significados, y a clasificar los significados y
la posición natvralista de los estoicos: "las expresiones natural- analizar sus relaciones, lo cual permite la profundización de-la ló-
mente están vinculadas con las cosas porque los significados (Iekta) gica y la silogística, es decir, la verificación de la validez de los enun-
que son captados por los conceptos o pensamientos, dirigen a la ciados como organización específica de los significados.
mente de modo natural hacia las cosas designadas, hacia la realidad". Los estoicos difieren de Aristóteles en que, al dividir el signo
Pef(~ ~I lektoll no se reduce a ser sólo un concepto, pues el concepto en sus dos aspectos, significante y significado, su intención no es
es ufl1c~mente. la mru:era como se capta: los significados (lekta) aislarlos sino más bien destacar su carácter asociado; ambos ele-
s?n ,~nttd~des mmatenales que existen por sí mismas, y su existen- mentos son objeto de análisis, pero cada uno en función del otro: •
cia consiste en ser capaces de producir una representación mental el significante se analiza en tanto que es portador de un significado.
por la cual se vincula al signo lingüístico con la cosa designada" Por lo tanto, es el enunciado el lugar de unión entre ambos aspec-
(Ibfd.). tos; la palabra es sólo un elemento de la secuencia más amplia, y
En la teoría del significado de los estoicos se definen los dos en sí misma no es portadora de significación. Esta concepción del
aspectos que Leibniz denominará extensión e intensión: la cosa enunciado como punto de unión entre significante y significado
correspondería a lo que hoy denominamos extensión en el sentido permite entender la teoría estoica del signo, así como precisar las
de referencia concreta de un complejo de signos, e~ tanto que el relaciones entre pensamiento y habla. Hasta ese momento (hasta
I~ktol/ correspondería a la intensión, es decir, al concepto que el la época de los estOicos) el signo era sólo un elemento mediador que
discurso expresa.
permitía el conocimiento de otro elemento. Por ejemplo, en una
Hay un aspecto más en la perspectiva de los estoicos que vale situación donde hay humo y hay fuego: los estoicos no consideran
la pena destacar, y es su concepto de enunciado. Los estoicos basan que el humo por sí solo sea un signo; para que sea signo de fuego
su análisis en la división del signo en significante y significado se requiere que ambos -humo y fuego- sean objetos de pensa-
pero según una visión muy distinta de la de Aristóteles. Para aclara; miento; "es por el camino de su representación, es decir, de la huella
esto es necesario revisar una tendencia muy marcada en toda la mo- que producen en el espuitu de quien lo percibe, que el humo puede
sofía griega, que es la interrogación sobre la posibilidad y la validez constituir, en asociación con la representación del fuego, el índice
de la cie~~ia; es decir, si un e?unciado aparee§:"como una cierta re- de que hay fuego" (Ibíd.: 17). Hay, sin embargo, una mediación
presentaclOn. del mundo, ¿que garantiza su validez con respecto a lingüística: como no hay pensamiento sin palabra, el contenido
lo que descnbe? A esta pregunta sobre si un enunciado tiene en sí del pensamiento que es objeto de la representación es verbalizado
mismo la garantía de validez de lo que enuncia, Platón y Aristóte- por el hecho mismo de serlo; para los estoicos sólo hay representa-
les dan respuestas distintas: para Platón, por una parte, las palabras ción verbalizada, y es esta representación lo que puede constituir
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un signo: la representación del humo será un enunciado del tipo 624-625). En resumen, están los objetos que sirven también par~
"hay humo"; este enunciado es solamente la forma lingüística que significar otra cosa y los objetos que no sirven para esta finah-
corresponde a la representación del hecho de que hay humo. Según dad. Con esta distinción se pone en operación la categoría de uso, lo
Sexto Empirico, los estoicos definen el signo como sigue: "Un signo cual "añade al valor pragmático una justificación social (el uso debe
indicativo es un juicio antecedente, en un silogismo hipotético, que ser estable y reconocido como tal) y una dimensión intencional
sirve para revelar el consecuente" (Sexto Empirico 11, 1DI, p. 215); (el uso depende de un querer expresarse) (Casetti, 1980). Todorov
así, en el silogismo hipotético "si hay humo, hay fuego", erantece- también destaca la dimensión comunicativa en san Agustín, dimen-
dente (la cláusula "si") revela (o es signo de) el juicio consecuente sión que "estaba ausente en los estoicos, que hacían una pura teoría
"hay fuego". de la significación, y aparecía mucho menos confirmada en Aristó-
Podemos concluir este espacio dedicado·a los estoicos diciendo teles, que si bien se refería a los 'estados del alma', por consiguiente,
que, a pesar de la constante intervención de lo lingüístico, la consi- a los hablantes, dejaba de lado por completo ese contexto de comu-
deración del enunciado· de la manera expuesta hace que se empiece nicación" (Todorov, 1981:42).
a poner atención a partir de los estoicos en los signos no lingüísticos. Agustín es el primero que define la palabra como signo; y el
Otro momento importante en el desarrolllo de la semiótica es signo aquí se define como dualidad, como combinación de un sig-
el que está representado por san Agustín. Todorov menciona dos nificante y un significado; por otro lado, hace también la distinción
componentes necesarios para el establecimiento de una ciencia de entre significado y referente; por último, integra el signo lingüís-
los signos: primero, que se trate de un discurso cuyo objetivo es el tico en una teoría general que abarca todas las cosas: desde su
conocimiento (y no la belleza o la especulación), y segundo, que punto de vista "el mundo en su totalidad está constituido por"signos
su objeto esté formado por signos de distintos tipos (y no sólo por (signa) y las cosas significadas (significabi/ia). Entre signa y signifi-
palabras). "Creo -dice Todorov- que es san Agustín quien por pri- cabi/ia la oposición no es ontológica ni metafísica, sino funcional
mera vez llena por completo esas condiciones" (Todorov, 1981: 15). y dialéctica. Todo objeto (res), todo significabile, puede ser signum
Agustín retoma y sintetiza los conceptos provenientes de Aris- en tanto que es portador de una significación y transmisor de una
tóteles y los estoicos; para él, el signo verbal (verbum) no designa ni idea, lo mismo que todo signum, siendo un objeto (res) por ~atura­
el objeto en sí (res), que queda siempre fuera de la comunicación, leza, puede ser objeto significado (significabile) por otros signos 'i
ni el concepto en sí (notio), sino la idea que nos hacemos a pro- analizado en términos metalingüísticos" (Wald, 1979:569).
pósito de un objeto, la manera en que se refleja en nuestro espíritu; De doctrina christiana, la primera obra semiótica según Todo-
a esto le llama dicibile, que, en forma sonora, se convierte en dictio, rov, trata del descubrimiento y la expresión del verdadero sentido
que es, según la terminología de los estoicos, el significante asociado de las Escrituras; muestra allí que, para descubrir el significado, de-
a un significado. La primera distinción que hace Agustín es entre bemos atender tanto a las cosas como a los signos. El Libro 1 trata
las cosas que no son signos y las que, siendo cosas, son también sig- de las cosas, que divide en tres clases: cosas para ser disfrutadas,
nos: "Toda instrucción es o acerca de las cosas o acerca de los signos; cosas para ser usadas y cosas que se usan y disfrutan. El Libro 11 se
pero las cosas se aprenden por medio de signos. Uso la palabra ocupa de los signos; define primero lo que es un signo: "Un signo
'cosa' en sentido estricto para significar lo que nunca se emplea es una cosa que, por encima de la impresión que produce en los sen--
como signo de otra cosa: por ejemplo, madera, piedra, ganado, y tidos, hace que otra cosa venga a la mente como una consecue(lcia
otras cosas de esa especie. Sin embargo, no la madera que usó Moi- de sí misma: cuando vemos una huella, concluimos que un animal
sés para endulzar las aguas, ni la piedra que usó Jacob como almo- cuya huella es ésta ha pasado por allí; y cuando vemos humo sabe-
hada, ni el carnero que usó Abraham en lugar de su hijo; éstas, aun- mos que hay fuego cerca ... " (De doctrina christiana n, 1, p. 636-7).
que son cosas, son también signos de otras cosas. Son signos de Después de definirlo, muestra que hay dos clases de signos, los natu-
especie diferente a los que nunca se emplean, excepto como signos: rales y los convencionales. Los signos convencionales (única clase
por ejemplo, las palabras. Nadie usa las palab?s excepto como sig- que describe) son los más numerosos e importantes y son los que
nos de otras cosas; de aquí puede entenderse que llamo signos a conciernen al intérprete de las Escrituras. Los signos naturales son
aquellas cosas que se usan para indicar otra cosa. Consecuentemente, aquellos que, sin intención ni deseo de significar, hacen conocer
cada signo es también una cosa porque lo que no es una cosa no es otra cosa además de aquella que son: es así que el humo significa
nada. Pero no toda cosa, sin embargo, es signo" (san Agustín: fuego, "que to viene de ninguna intención ~e hacer de él un signo,

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sino por experiencia sabemos que hay fuego, aun cuando sólo pueda Umberto Eco- atribuyan a Peirce la definición de signos como
verse el humo" (Ibíd.: 637). Los signos convencionales son aquellos "algo que está por otra cosa", con lo cual regresan a la posición sus-
que "los seres vivos se intercambian mutuamente con el propósito titutiva ya dejada atrás por Agustín. Veremos estas críticas más
de mostrar, tanto como puedan, los sentimientos de sus mentes o adelante.
sus percepciones, o sus pensamientos"; es decir, lo que sienten /10 Al defmir la palabra como signo, Agustín posibilita concebir
que piensan. Nuestra razón de significar o de producir signos es el la relación entre palabra y cosa como una relación de implicación:
deseo de "dibujar y transmitir a la mente de otro lo que lleva en su el humo es signo de fuego, o sea, implica el fuego; de la misma ma-
p.ropia mente quien produce los signos" (Ibíd.). Los signos conven- nera, la palabra implica la cosa de la cual es signo. En consecuencia,
clOnales se diferencian según sean visibles (como los gestos o el uso en lugar de una relación de sustitución tenemos una relación entre
de banderas) o audibles como en el caso de las palabras. La escritura objetos coexistentes, por más que esos objetos sean objetos de pensa-
será, en consecuencia, un conjunto de signos convencionales visibles. miento. Se trata, pues, de la misma idea estoica reseñada anterior-
como son los gestos, pero son signos convencionales visibles de sig- mente.
nos convencionales audibles, de las palabras. - El acento en la dimensión comunicativa lleva a Agustín a plan-
El proyecto de Agustín es encontrar respuesta a la pregunta vi- tearse problemas que conciernen a la recepción; en De Trinitate
gente desde la Antigüedad acerca de la relación entre los enunciados señala que "para que una cosa funcione como signo, es necesario
y el mundo del cual son representantes; en esta perspectiva Agustín que el intérprete sepa que ella es un signo" (cit. en Casetti, 1980).
ha tratado de "fundar racionalmente la verdad de los enunciados so- Esta consideración del receptor está más desarrollada en Del maes-
bre un análisis de las propiedades del lenguaje" (Baratin/Desbordes, tro, donde insiste en que el estudio del lenguaje debe servir para ela-
1982:76). Sus primeros trabajos tienen una fuerte influencia de los borar una teoría del conocimiento, o, más exactamente, "una teoría
estoicos: en De dialectica defme la tarea de la' dialéctica como el de la comunicación del conocimiento, en la medida en que el pro-
exame~ ,de I~s palabras, en tanto que éstas son el material de la argu- blema central de la infonnación es el de su aptitud para ser perci-
mentaclOn; sm embargo, su dialéctica considera también elementos bida" (Baratin/Desbordes, 1982:82). De allí que el lenguaje ya no
no estoicos, con lo cual sus conclusiones son distintas. Pero donde se considere en relación directa con el mundo sino en una relación
hay un cambio radical con respecto a las posiciones estoicas es en que toma en cuenta la interpretación del oyente, ya que un signo
que para éstos la unidad del lenguaje es el enunciado, punto de unión no es en sí mismo y por si mismo el signo de una cosa, sino que lo
entre un ~ignificante y un significado, mientras que Agustín, siguien- es por mediación del locutor. Agustín llega así a la idea de que las
do más bIen a los gramáticos alejandrinos, reinterpreta la unión del palabras no son los signos de las cosas más que si éstas son concebi-
significante y del significado que ahora se realiza en la palabra. Esta das por un sujeto particular; es decir, que las palabras no son tanto
vuelta a la palabra conduce a Agustín a la oposición platónica entre . los signos de l¡ts, cosas como los signos de un pensamiento de las
palabra y cosa, aunque ahora, con el instrumental estoico -princi- cosas. Lo que se comunica no son las cosas, sino un conocimiento
palmente con la dualidad significante/significado- la oposición entre o un punto de vista sobre las cosas; es eso lo que expresa en De
estos dos ténninos se concibe como una relación de significación: doctrina christiana cuando define los signos convencionales (los que
la palabra es un signo en sí misma, el signo de la cosa, y el habla se los seres humanos intercambian para mostrar los movimientos de
concibe como producción de signos. De dialectica constituye enton- su estado de ánimo, lo que sienten y piensan); esta sería, a fIP de
ces, "el primer texto que presenta al lenguaje, intrínseca y e~clusiva­ cuentas, la razón de la falta de correspondencia fija entre palabras
mente, como un sistema de signos, y toda palabra como un signo" y cosas, la no identidad entre significado y referente, que se desarro-
(Ibíd.: 78). lla en este mismo libro al diferenciar lo propio de lo figUTado en el
La concepción de la palabra como signo da la posibilidad de Libro m.
superar defmitivamente las viejas concepciones, como la presente Una última reflexión con respecto a san Agustín es que su teo-
en el Cratilo, donde la relación entre palabra y'~osa se concibe como ría de los signos no Se refiere solamente a los signos lingüísticos sino
relación de sustitución: la palabra sustituye a 'la cosa, y todo el pro- que la ex tiende a todo el dominio semiótico. La lengua ya no es una
blema .consiste en buscar el origen de esta relación o su legitimidad, clase especial dentro del dominio de los signos puesto que ciertos
es decIT, el grado de confonnidad o adecuación de la palabra a la signos lingÜí.~ticos están en la misma categoría que los signos no lin-
cosa. Es notablel'sin embargo, que muchos investigadores -como güísticos (lar expresiones indirectas, por ejemplo); y esta oposición,

32 33
es el resultado de la integración de la filosofía aristotélica en la teo-
según señala Todorov, "basada en la forma y no en la sustancia"
logía católica .
es la adquisición teórica de la semiótica agustiniana. ' Desde el siglo Xli existieron estudios fllosóficos relativos a la
•La primera pregunta que debe hacerse toda semiótica es conti- gramática, conocidos como los tratados de los modos de significar,
núa Todorov, sobre el lugar que ocupan los signos lingüísticos 'dentro realizados por los llamados modistae. Sus análisis trataban de los
d.e la totalidad de los signos; y esa pregunta no puede responderse modos de significar de las partes de la oración y de las condiciones
SI permanecemos dentro de una teoría del lenguaje: a medida que se
para una correcta combinación. Estos estudios se constituyeron
rompa el marco lingüístico, la reflexión podrá denominarse semió- como la gramática especulativa y estuvieron "sobrecargados de es-
tica: "Y este es precisamente el gesto inaugural de san Agustín: peculaciones metafísicas que desviaban la atención de la fono a
desplazar todo lo que se deCÍa de las palabras en el marco de una lógico-gramatical" (Beuchot, 1981 b: 168). El auge de esta corriente
retórica o de una semántica, hacia el plano de los signos, donde las llegó en el siglo XIV con la obra de Thomas de Erfurt escrita en 1350
palabras ocupan un lugar entre otros" (Todorov, 1981 :68). y conocida como Gramatica speculativa, concebida bajo el influjo
El siguiente momento importante en el desarrollo de una teoría
del sign~ lo encontramos aproximadamente en el siglo XII, ya que del nominalismo.
La autonomía del enfoque lingüístijo se m~ifiesta en .el con-
toda la lflvestigación lingüística en la Edad Media estuvo dominada cepto de modus significandi; "un elemento gramatical (por ejemplo,
p~r los comentarios de los gramáticos latinos. Las disputas prove- una parte del discurso) no debe definirse por su significado, sino
mentes de la Antigüedad con respecto a la gramática entre los por la manera en que es encarado ese significado, por el tipo de rela-
anomalistas (escuela de Pérgamo) y los analogistas (escu~la de Ale- ción instituida entre palabras y cosas. Una teoría gramatical es,
jandría), que aparentemente se centraban en un problema lingüístico pues, ante todo, un inventario detallado y una clasificación de esos
(¿obedece el lenguaje a un sistema de leyes racionales, universales modos posibles de acceso a las cosas" (Ducrot/Todorov, 1974:63).
y estables?): en realidad era en el fondo un problema ontológico, Todas las características gramaticales de una palabra son, para
pues supoOla una relación entre lenguaje, pensalJliento Y realidad. los modistas, modos de significar, maneras particulares como una pa-
La visión analógica fue la más fructífera, pues permitió la construc- labra significa la cosa, son formas específicas de la significación.
ción de teorías racionales del lenguaje: desde Dionisio el Tracio Una cosa puede ser aprehendida de diversas maneras, las cuales cp-
(I?O. a. C.), pasando por Varrón (siglo I d. C.). Donato (siglo IV) y rresponden a sus distintas propiedades: "en tanto que esas propie-
Pnsclano, hasta Pedro Elfas (siglo XII) se establecieron los modelos dades existen 'fuera del intelecto', son los modi essendi o modos de
gram~ticos vigentes hasta nuestros días (Eco, 1976: 118). A partir ser. En tanto que esas propiedades son concebidas, 'inteligidas',
del Siglo X encontramos dos cambios importantes en la gramática: son los modi intel/igendi, modos de inteligir. En tanto que son signi-
por un lado, "la voluntad de construir una teoría general del len- ficadas por la 'voz' (vox) son los modi significandi, modos de signi-
guaje, independiente de tal o cual lengua particular y sobre todo
ficar" (Rosier, 1982:118).
del latín" (Ducrot/Todorov, 1974:62); por otro lad;, se observa un Los tres modos son sustancialmente iguales ya que son una
acer~amiento entre gramátic~ y lógica, disciplina ésta que tiende a misma propiedad de la cosa, pero son distintas en el nivel de la for-
rnaOlfestarse corno el instruinento universal de todo pensamiento. ma "los modi essendi, los modi intel/igendi Y los modi significandi
En este periodo destacan Abelardo, San Anselmo, d' Aurillac y Pedro difieren formalmente puesto que están en diferentes niveles, pero
Elfas. son los mismos materialmente puesto que todos se relaciona\1 con
Pero el desarrollo más interesante y significativo -al menos las propiedades de las cosas, como son entendidas por la ment.e,
así lo califican Robbins y Ducrot/Todorov- es el dominado por la y como se expresan en el lenguaje" (Robbins, 1968:79). Si son diS-
escuela llamada modista durante el periodo de la filosofía escolás- tintos es porque designan la propiedad como provista de formas
tica. Los n,t0distas también se proponen construir una teoría general distintas o rationes: el modus essendi es la propiedad de la cosa en
del lenguaje, pero creen en la total autonomía, de la gramática con tanto que posee una ratio essendi, que es pura esencia; el mod~s
respecto a la lógica. Se trata de una gramática- especulativa, "pro- intel/igendi es la propiedad de la cosa en tanto que posee una ratIO
ducto de la integración de la descripción gramatical del latín, tal intel/igendi; el modus significandi es la propiedad en tanto que tiene
como fue formulada por Prisciano y Donato, en el sistema de la una ratio significandi. y para que esa propiedad pueda existir, es
filosofía escolástica" (Robbins, 1968 :74). La escolástica, a su vez, necesario que alguna otra tenga la propiedad de comprenderla y
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significarla: el intelecto, gracias a la ratio inte/ligendi, puede com- dad lingüística completa, ya que se compone de un soporte mate-
prender la propiedad de la cosa, y la voz gracias a la ratio signifi- rial, de un significado y de los modos de significar que lo carac-
candi, puede significar esa propiedad. terizan gramaticalmente. Estos modos de significar son para los mo-
"La ratio inte/ligendi -dice uno de los modistas- es a la vez distas principios de construcción los cuales deben considerarse te-
lo que hace inteligible la propiedad de la cosa, y lo que hace al in- leológicamente, ya que sólo se reconocen como modos de significar
telecto capaz de materializar esta intelección. Lo mismo, es la ratio los que requieren para el funcionamiento de la sintaxis. El modo de
significandi lo que hace significable las propiedades de la cosa, y significar tiene siempre por origen la propiedad de la cosa, el modus
la voz capaz de significarla" (Thomas de Erfurt, cit. en Rosier, essendi, pues el intelecto "no puede ponerse en movimiento más
1982). Por lo tanto, las rationes tienen dos caras, una activa (poten- que si alguna cosa del exterior lo provoca: no puede pensar más que
ci:Jjdad de comprender/de significar) y otra pasiva (potencialidad si existe algo pensable; no puede significar más que si existe
d ser comprendido/de ser significado). Esto origina los siguientes algo significable" (Rosier, 1982: 122). El objetivo es hacer corres-
minos: el modus intelligendi passivus, propiedad de la cosa en ponder el campo de los signos con la realidad; esta búsqueda de co-
nto que es aprehendida por el intelecto; este modus es sustancial- rrespondencias con algo natural y real se ve en el hecho de que las
Plente igual al modus essendi, y sólo se distingue formalmente por categorías sintácticas corresponden a categorías ontológicas. Se
la ratio que lo hace inteligible; el modus intelligendi activus, que asigna a la categoría sintáctica una correspondencia con la realidad
es la propiedad que tiene el intelecto de comprender la propiedad de a través de una detem1inación significativa por la cual, al relacionarse
la cosa; el modus significandi passivus, que es la propiedad de la cosa con otras categorías sintácticas, obtiene un significado que es preci-
en tanto que es significada por la voz; también es sustancialmente samente el modus significandi; éste corresponde a un modus ilite-
igual al modus essendis del cual sólo se distingue formalmente por lligendi del pensamiento, que a su vez corresponde a un modus
la ratio que lo hace significable; y el modus significandi activus, que essendi de lo existente.
es la propiedad que tiene la voz de significar la propiedad de la cosa Los modistas concluyen que el significado y los modos de sig-
(Robbins, 1968:78 y Rosier, 1982: 119). La conjunción de una pro- nificar de una palabra no son necesariamente dependientes; es decir,
piedad de la cosa potencialmente significable y de una voz poten- que las características gramaticales de una palabra no tienen por
cialmente significativa es lo que permite la formación de un signo, "causa" su significado; con ello, al rechazar toda una tradición que
1: o más bien, como veremos, de un "consigno" (consignum). Hay que enlaza forma y significado, fundan la autonomía de la gramática y
:1
aclarar que para los modistas también hay signos no verbales, aun- justifican una postura que sostiene una teoría sintagmática del sig-
l. que, como seJ\a1a Martin de Dacia, la voz es "el mejor signo posible". nificado, que descansa en una teoría semántica particular, la de la
j;,
,.
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Los términos lingüísticos tienen significación y consignificación: consignificación.
la significación es la posesión de un sentido sintáctico elemental, la En la Edad Media pueden encontrarse· señalamientos referentes
con significación es la posesión de un sentido sintáctico determinado al signo, pero no ya desde un enfoque globalizante sino como una
dentro de la estructura de la oración. "Aunque la significación es serie de tópicos aislados. Santo Tomás de Aquino defme el signo
algo indispensable, los modi significandi surgen de la consignifica- como aquello que en sí mismo nos manifiesta otra cosa, a la cual
ción [... ]. Puede decirse que la consignificación es la significación no conocemos directamente, pero a cuyo conocimiento nos con-
que adquieren los términos según sus diferentes modalidades ... " duce. Llama "término" al signo verbal porque es el fin en el que,
(Beuchot,1981b:169). acaba la intelección y con el cual apunta a las cosas (Tomás de
La relación con la cosa o con su propiedad se produce por un Aquino, De Vehtate, cit. en Beuchot, 1981 b). Los términos se for-
acto subjetivo de significación: es el intelecto agente lo que da a la man como voces por convención; la convención es una imposición
voz la potencialidad de significar y de consignificar; como decía de voces a las cosas: las voces significativas pueden ser simples (como
otro de los modistas, Rodulfus Brito, "la voz es formalmente el signo las ocho partes de la oración, que no pueden ser ni verdaderas ni
de la cosa y el consigno de su propiedad" (cit.-ppr Rosier, 1982). falsas) o complejas (como las proposiciones, que pueden ser verda-
El concepto de con significación parece tener siempre una orienta- deras o falsas). Las proposiciones tienen como términos principales
ción sintáctica y designa un tipo de significación que depende no los nombres y los verbos, los cuales son términos categoremáticos
del significatum, o sea, de la relación con la cosa, sino de la relación o que significan Ror sí mismos (los otros, los que sólo significan en
con las demás partes del discurso. El consigno es, entonces, una uni- unión con los ante"riores, son los términos sincategoremáticos).

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del predicado; es decir, trata sobre la extensión de los predicados.
La palabra hablada (vox) es signo del concepto o de las pasiones
Por ello puede decirse que la distinción significatio-suppositio
del alma y éstas son signos de las cosas. Entre las voces significati- anticipa la que existe entre intensión y extensión, aunque la teoría
vas, unas lo son de manera natural y otras de manera convencional;
de la suppositio, a pesar de tener características de una semántica
las segundas son resultado de la imposición: son las palabras. Los extensional, se presenta como más compleja por incluir argumentos
términos, en general, tienen significación; dentro de la proposición, tanto de carácter lógico como metafísico (Scabia, 1976: 28).
los nombres tienen suposición y los adjetivos copulación. La supo- Occam, por su parte, ya en el siglo XIV, pasa del intensionalis-
sición de los nombres es la relación que mantienen con las realida-
mo de sus predecesores a un extensionalismo con su teoría de la
des que designan; la copulación de los adjetivos es su capacidad de suppositio. Occam habla de signo en dos sentidos, uno amplio que
ser predicados. Esto en cuanto términos, es decir, como signos que se refiere al signo en general, y otro más restringido que se refiere
usa el hombre para dar a conocer sus pensamientos y emociones; al signo lingüístico. El primero se define a la manera clásica
con ellos significa las cosas, pero de manera mediada por el con- como algo que al ser aprehendido trae a la mente una cosa distint~
cepto. Para significar un estado de cosas verdadero o falso, la unidad
de él mismo; el segundo, que es el que más le interesa a Occam, trae
es la proposición, concebida como una relación entre dos categorías:
algo a la mente o puede ser añadido a otro signo en una proposición,
sujeto y predicado; se trata de una relación de predicación. y aquí
o p~ede estar compuesto de signos categoremáticos o sincategore-
entramos en el terreno de la lógica.
~áhCOS (como en el caso de la proposición). Según este sentido, el
Contemporáneo de santo Tomás, Pedro Hispano tuvo una gran
Slgno no es natural sino convencional, y la significación lingüística
influencia en la escolástica, aunque su visión del signo estuvo más
e.st~ orientada hacia la suposición porque tiene una tendencia propo-
orientada hacia la lógica; de allí su interés en el signo lingüístico y
SICIOnal; en otras palabras, "el signo lingüístico, que es el término,
su uso de los elementos dados por Tomás de Aquino: voces signi-
está llamado a formar proposiciones, y en ellas adquiere su función
ficativas naturales y convencionales, además de usar otros términos
plena d~ significación al tener suposición" (Beuchot, 1981 b: 141).
que provienen desde Aristóteles. Por ser voz significativa, dice Pedro i!
Segun Occam, la unidad mínima de significación es la propo- !
Hispano, el término posee significación, pero además, en el contexto
sición; el término es sólo un componente de la proposición: está I
de la proposición adquiere otras propiedades, como son la suposi- I
! :
subordinado a ella y sólo en ella adquiere significación. Distingue,
ción, la copulación y la apelación. A todas las clases de términos
además, tres tipos de términos: escrito, oral y conceptual; los dos
les pertenece la propiedad de significación, que es "la representa-
primeros son físicos, el último es "una intención o impresión del
ción de las cosas por la voz según convención" (P. Hispano, Sum- i
alma que significa o consignifica algo naturalmente y es capaz de ¡
mule logicales, cit. por Beuchot, 1981 b: 125). Esta definición, según
ser una parte de la proposición mental y de suponer en dicha propo-
Beuchot, es ambigua, puesto que puede referirse a una forma uni-
sición por la cosa significada" (Summa logicae). Los ténninos orales I
versal y abstracta o a un individuo singular y concreto.
y ~scrito~ corresponden ~ los términos conceptuales; sin embargo,
A semejanza de Tomás de Aquino, Pedro Hispano relaciona la
la mtenclón de los térmmos orales y escritos es significar las cosas
suposición con el sustantivo y la copulación con el adjetivo. Pero
externas y no primariamente los conceptos; tanto los conceptuales
lo interesante es la relaciónlmtre significación y suposición. Signi- como aquéllos tienden hacia lo mismo, hacia las cosas reales, lo úni-
ficatio -dice Robbins -es el significado de la palabra, definido como co que los diferencia es que los conceptuales tienen el carácter de
la relación entre el signo o la palabra y lo que significa. En virtud signos naturales, mientras que los otros son convencionales. Estamos
de esta relación de significado, un signo dado puede actuar como pues, en el mismo espacio abierto por Aristóteles y continuado poi
-o ser aceptado en lugar de- una cosa, persona, evento, etcétera, san Agustín.
dado, o un conjunto de tales cosas; con nombres, ésta es la relacióJl Occam también habla de tres propiedades de los términos: sig-
de suppositio (Robbins, 1968:77): La significación es la imposi- nificación, suposición y apelación, pero esta última es menos im-
ción de una voz a algo para que lo signifique; es decir, "presupone la portante. La primera se presenta como capacidad de suposición:
voz que se va a imponer para que represent~)a cosa" (Beuchot, los términos mentales y los físicos, es decir, los naturales y los con-
1981 b: 128). La suposición requiere la voz dotada ya de significa-
vencionales, tienen necesidad de la significación para tener suposición
ción, es decir, el sustantivo. La significación es anterior, por tanto, a
la cual consiste en estar en la proposición en lugar de la cosa, de allí
la suposición; aunque ésta es una propiedad del sustantivo tomado
que un término .rueda tener significación sólo cuando sea parte de
como sujeto, tiene el papel de determinar el dominio de aplicación
39
38
una proposición. La suposición, por su parte, "es una propiedad tratado sistemático de la significación (el Tractatus de signis) escrito •
del término, pero sólo cuando éste se encuentra en una proposición" en 1632 por Poisont (Juan de Santo Tomás), donde por primera vez
(Occam). Decir que un término "supone por" una cosa es lo mismo se rechaza la definición de signo de Agustín, que pasará ahora a
que decir que e~tá en la proposición en lugar de ella, por tanto, un tener un fundamento lógico y cuya exposición estará en el Ensayo
nombre puede suponer cosas distintas según lo asevere la proposi- sobre el entendimiento humano (1690) de Locke, 'en el cual se
ción, o, en términos de Occam, "un término, al menos cuando es subsumen "los medios internos del conocer ("ideas") y los medios
tomado significativamente, nunca supone en una proposición por externos de la comunicación ("palabras". "gestos", etcétera) bajo
una cosa, a menos que pueda ser predicado con verdad de esa cosa". la perspe~tiva simple de la significación en una doctrina signorum"
Con esto, Occam hace una innovación respecto a los demás trata- (Ibíd.: 203). Pero vayamos por partes.
distas, pues éstos no insistieron en que la suposición es una propie- Luigi Romeo, en un artículo de 1979, habla del libro de Pedro
dad del término, pero del término dentro de la proposición. Puede de Fonseca llamado /nstitutionum dialecticarum /ibri octo, de 1564,
pensarse que Occam la ve como una propiedad inherente al tér- libro que es de "importancia básica para todos los interesados en
mino, pero éste sólo la posee por estar incluido en una proposición. lógica, lingüística, semiótica y otras disciplinas", y que contiene
Para nuestros propósitos -la arqueología de los conceptos de en el libro 1 "cinco capítulos que son los cimientos de la última se-
una teoría de la significación- bastan estas breves indicaciones sobre miótica peirciana" (Romeo, 1979: 190). Algunos de estos capítulos
Occam; sus trabajos se desarrollan más hacia la línea de la lógica, y son traducidos por Romeo y reproducidos en el ensayo mencionado;
por otro lado el análisis de su postura nominalista ante el problema tomo de allí su concepción del signo. Para Fonseca, "significar"
de los universales escapa a los límites de este trabajo. Su presencia quiere decir representar algo a un ser capaz de conocer; "todo lo q\!e
en estas páginas importa como parte de un capítulo de la historia representa algo es un signo de lo que es representado, de aquí
de la semiótica, el de la escolástica, que tiene como antecedente el que cualquier cosa que represente algo sea al mismo tiempo un sig-
capítulo formado por la teoría estoica, unida -pero separada- de no" (lbíd.: 194). Fonseca divide los signos en dos tipos, uno que in-
la de san Agustín, y que desemboca en el tercer gran momento, cluye los signos formales y los instrumentales, y el otro que inclu-
el representado por John Locke, con dos antecedentes poco cono- ye los signos naturales y los convencionales. Los signos formales
1:
cidos pero de gran importancia: Pedro da Fonseca y John Poinsot son similitudes o imágenes particulares de cosas significadas que
(o Jóao de Sao Tomás o Juan de Santo Tomás). Antes de describir existen en los seres cognoscentes, a través de los cuales se aprehen- I
11

sus aportaciones a la teoría de los signos, es necesario hacer un pe- den esas cosas significadas. "De esta naturaleza es la similitud que se
queflo rodeo. imprime sobre el ojo humano de las montal'las situadas frente a él
Recordemos que es en san Agustín donde podemos decir que [... ]. Estos signos se designan como formales porque dan una forma
empieza a utilizarse un punto de vista semiótico, es decir, el trata- y, en cierta medida, una figura a un ser cognoscente" (Ibíd,). Los
miento de las cosas en términos de su función significante. Agustín signos instrumentales, por su parte, son indicadores que, al presen-
introduce una serie de distinciones que cubren el dominio de los tarse a las potencias cognoscitivas, conducen al conocimiento de otra
fenómenos semióticos: signos naturales contra signos artificiales, cosa. "A este grupo pertenecen la huella de la pata de un animal en
signos que funcionan para el conocimiento animal contra signos el lodo, el humo, una estatua y objetos de naturaleza semejante".
que funcionan para el conocimiento humano, palabras y gemidos, Llama instrumentales a estos signos porque al usarlos como instru-
banderas, etcétera, pero distingue todos estos fenómenos sólo para mentos "significamos a otros nuestros conceptos" o porque, así \
excluirlos posteriormente ya que no eran afines a su propósito in- como el artesano necesita un instrumento para trabajar su material,
mediato: el conocimiento y la interpretación de las Escrituras. lis los seres cognoscentes, para aprender algo por medio de signos,
distinciones propuestas por Agustín que establecen el punto de vista primero tienen que percibirlos. La distinción entre ambos tipos de
semiótico tienen el solo propósito de "identificar estrechamente el signos es que los primeros no tienen que percibirse para llegar al
caso específico de los signos convencionales inslj~uidos por Dios: conocimiento de la cosa significada, mientras que los instrumentales,
Las palabras de las Escrituras y los sacramentos d~ hi Iglesia" (Dee- si no se perciben, no generan conocimiento.
ley, 1981:200). Cuando Boecio traduce las Categorias de Aristó- El segundo grupo de signos según Fonseca contiene a los signos
teles, se plantea los términos de la controversia con esta autoridad, naturales y a los convencionales; "los signos naturales son aquellos
lo cual da como resultado, en el ámbito de la mosofía, el primer que significan la wisma cosa para todos, aquellos que por natura-

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una proposición. La suposición, por su parte, "es una propiedad tratado sistemático de la significación (el Tractatus de signis) escrito •
del término, pero sólo cuando éste se encuentra en una proposición" en 1632 por Poisont (Juan de Santo Tomás), donde por primera vez
(Occam). Decir que un término "supone por" una cosa es lo mismo se rechaza la definición de signo de Agustín, que pasará ahora a
que decir que e~tá en la proposición en lugar de ella, por tanto, un tener un fundamento lógico y cuya exposición estará en el Ensayo
nombre puede suponer cosas distintas según lo asevere la proposi- sobre el entendimiento humano (1690) de Locke, 'en el cual se
ción, o, en términos de Occam, "un término, al menos cuando es subsumen "los medios internos del conocer ("ideas") y los medios
tomado significativamente. nunca supone en una proposición por externos de la comunicación ("palabras", "gestos", etcétera) bajo
una cosa, a menos que pueda ser predicado con verdad de esa cosa". la perspe~tiva simple de la significación en una doctrina signorum"
Con esto, Occam hace una innovación respecto a los demás trata- (lbíd.: 203). Pero vayamos por partes.
distas, pues éstos no insistieron en que la suposición es una propie- Luigi Romeo, en un artículo de 1979, habla del libro de Pedro
dad del término, pero del término dentro de la proposición. Puede de Fonseca llamado /nstitutionum dialecticarum /ibri octo, de 1564,
pensarse que Occam la ve como una propiedad inherente al tér- libro que es de "importancia básica para todos los interesados en
mino, pero éste sólo la posee por estar incluido en una proposición. lógica, lingüística, semiótica y otras disciplinas", y que contiene
Para nuestros propósitos -la arqueología de los conceptos de en el libro 1 "cinco capítulos que son los cimientos de la última se-
una teoría de la significación- bastan estas breves indicaciones sobre miótica peirciana" (Romeo, 1979: 190). Algunos de estos capítulos
Occam; sus trabajos se desarrollan más hacia la línea de la lógica, y son traducidos por Romeo y reproducidos en el ensayo mencionado;
por otro lado el análisis de su postura nominalista ante el problema tomo de allí su concepción del signo. Para Fonseca, "significar"
de los universales escapa a los límites de este trabajo. Su presencia quiere decir representar algo a un ser capaz de conocer; "todo lo q\1e
en estas páginas importa como parte de un capítulo de la historia representa algo es un signo de lo que es representado, de aquí
de la semiótica, el de la escolástica, que tiene como antecedente el que cualquier cosa que represente algo sea al mismo tiempo un sig-
capítulo formado por la teoría estoica, unida -pero separada- de no" (lbíd.: 194). Fonseca divide los signos en dos tipos, uno que in-
la de san Agustín, y que desemboca en el tercer gran momento, cluye los signos formales y los instrumentales, y el otro que inclu-
el representado por J ohn Locke, con dos antecedentes poco cono- ye los signos naturales y los convencionales. Los signos formales
1:
cidos pero de gran importancia: Pedro da Fonseca y John Poinsot son similitudes o imágenes particulares de cosas significadas que
(o Jóao de Sao Tomás o Juan de Santo Tomás). Antes de describir existen en los seres cognoscentes, a través de los cuales se aprehen- 1I
1 ;

sus aportaciones a la teoría de los signos, es necesario hacer un pe- den esas cosas significadas. "De esta naturaleza es la similitud que se
queno rodeo. imprime sobre el ojo humano de las montal'las situadas frente a él
Recordemos que es en san Agustín donde podemos decir que [... 1. Estos signos se designan como formales porque dan una forma
empieza a utilizarse un punto de vista semiótico, es decir, el trata- y, en cierta medida, una figura a un ser cognoscente" (Ibíd.). Los
miento de las cosas en términos de su función significante. Agustín signos instrumentales, por su parte, son indicadores que, al presen-
introduce una serie de distinciones que cubren el dominio de los tarse a las potencias cognoscitivas, conducen al conocimiento de otra
fenómenos semióticos: signos naturales contra signos artificiales, cosa. "A este grupo pertenecen la huella de la pata de un animal en
signos que funcionan para el conocimiento animal contra signos el lodo, el humo, una estatua y objetos de naturaleza semejante".
que funcionan para el conocimiento humano, palabras y gemidos, Llama instrumentales a estos signos porque al usarlos como instru-
banderas, etcétera, pero distingue todos estos fenómenos sólo para mentos "significamos a otros nuestros conceptos" o porque, así,
excluirlos posteriormente ya que no eran afines a su propósito in- como el artesano necesita un instrumento para trabajar su material,
mediato: el conocimiento y la interpretación de las Escrituras. Lis los seres cognoscentes, para aprender algo por medio de signos,
distinciones propuestas por Agustín que establecen el punto de vista primero tienen que percibirlos, La distinción entre ambos tipos de
semiótico tienen el solo propósito de "identificar estrechamente el signos es que los primeros no tienen que percibirse para llegar al
caso específico de los signos convencionales inslj~uidos por Dios: conocimiento de la cosa significada, mientras que los instrumentales,
Las palabras de las Escrituras y los sacramentos d~ la: Iglesia" (Dee- si no se perciben, no generan conocimiento.
ley, 1981: 200). Cuando Boecio traduce las Categor{as de Aristó- El segundo grupo de signos según Fonseca contiene a los signos
teles, se plantea los términos de la controversia con esta autoridad, naturales y a los convencionales; "los signos naturales son aquellos
lo cual da como resultado, en el ámbito de la mosofía, el primer que significan la wisma cosa para todos, aquellos que por natura-

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leza tienen la propiedad de significar algo. Entonces, un gemido es
signo de sí mismo: "un signo es un signo sólo si es signo de algo al
signo de dolor, como la risa es signo de alegría. Los signos conven-
menos modalmente distinto" (Ibíd.: 237). Poinsot toma la concep-
cionales son aquellos que significan de acuerdo con la voluntad de
ción tradicional de los gramáticos latinos, en la cual hay tres ele-
los hombres, como si fuera por acuerdo. Son de dos tipos: en la
mentos básicos: el fundamento, es decir, alguna característica de
práctica algunos significan por imposición, como lo hacen los sím-
un individuo (elemento al que Peirce denominará d~ la ~is~~ ma-
bolos vocales con los que los humanos se comunican, así como lo
nera: ground); la relación misma, que es supra o mtermdlVldualj
hace la escritura por medio de la cual los hombres a distancia' unos
y el terminus de la relación, es decir, aque~o a lo .que la cosa .est,a
de otros pueden corresponderse entre ellos; otros significan por me-
relacionada por medio del fundamento. Pomsot dice que la. ~Igfll­
dio de la tradición: la mercancía desplegada en las ventanas de las ficación es el segundo elemento, la relación. La representaclOn es
tiendas se significa a sí misma para la venta" (Fonseca, 1564; en Ro- el fundamento de la relación de significación. Con esto, "Poinsot
meo, 1979). Si recordamos la definición de signo que da Agustín establece una distinción sistemática entre significación y representa-
en De doctrina christiana ("un signo es algo que, al ser percibido, ción en la cual el papel de la representación se aísla y se identifica
trae algo a la conciencia diferente de él mismo"), vemos que obvia- dent~o de la significación. Todos los signos, ento?ces, involu~ran l~
mente esta defmición se aplica a los signos instrumentales, es decir, representación, pero no todas las representaciones son signos
a las realidades perceptibles por los sentidos que funcionan como (Ibíd.). Defme el signo como "aquello que representa a la f~cultad
signos. En consecuencia, si ésta es la defmición general del signo, cognoscitiva algo diferente de sí mismo" (Lógica 1, 1,.2; Clt. ~or
automáticamente se excluye la posibilidad de tratar las ideas en una Beuchot, 1979), definición general que puede abarcar van~s espe~les.
perspectiva semiótica.
En esta definición hay dos aspectos fundamentales: el pnmer~ tl~ne
La visión de Fonseca del concepto tiene un origen aristoté- que ver con el hecho de que se trata de una representación; el
lico: los conceptos, dice, son signos formales, y las palabras son segundo toca a la relación, que es doble: por un lado, respecto a la
instrumentales. Los conceptos tienen cierta similitud con las cosas cosa representada, que es distinta del signo; por otro lado, respecto a
de las cuales son el significado, pero las palabras (hablada y escrita) la facultad cognoscitiva, ante la cual representa aqu~~a cosa. Por
son signos externos que "si no se abren a los seres cognoscentes, ello, la representación que hace el signo es u~a relaClOn tanto con
no proporcionan conocimiento a nadie"; los conceptos son signos respecto al significado como con respecto a dicha f~culta~ cognos-
naturales, mientras que las palabras son convencionales.
citiva. Este carácter doble sirve de base para su ttpologla de los
El fllósofo hispano-lusitano Juan de Santo Tomás fue discí-
signos, que es similar a la de Fonseca. ..
pulo de Fonseca en la Universidad de Coinlbra. En 1632 publicó
Si tomamos la relación respecto a la facultad cognosclhva, re-
su Tractatus de signis, en donde continúa la crítica del signo según
sultan dos clases de signos, el formal y el instrumental. El signo for-
Aristóteles. La base de esta crítica, dice Deeley, es la visión de que
mal es la imagen, imitación o reproducción de otra ~osa de manera
lo que es esencial en nuestra experiencia del ser y del funciona-
intrínseca' es una representación que sirve 'como mediO para conocer
miento del signo no es que sea algo percibido, sino que trae a la con-
lo signific~do; y este significado se da a co.noce.r m~?iante un cono-
ciencia algo distinto de sí mismo, lo cual es exactamente como las
cimiento anterior. Lo que entendemos por 1ffiagmaclOn y los con~ep­
ideas que funcionan en la mente; traen a la conciencia algo diferente
tos del entendimiento son ejemplos de signos formales. El signo
a ellas; la conciencia de esto "es que los signO$ formales e instrumen-
instrumental es la imagen, forma o representación de otra cos~, pero
tales, precisamente como signos, son de hechos unívocos en su ma-
'de manera extrínseca, en virtud de una relación prestab.leclda; e~
nera de ser y son por tanto verdaderamente signos" (Deeley, 1981:
236). otras palabras, es una representación que sirve com? medIO a p~hr
del cual se conoce lo significado; requiere ser conocido como objeto
Poinsot (nombre con el que se conoce a Juan de Santo Tomás) y como signo para poder remitir a lo que significa. Una est~tua es
difiere de Fonseca en que, para él, representación y significación
un signo instrumental a partir del cual se conoce un personaje; una
son diferentes: un objeto puede representar otro distinto de él mis-
palabra es un signo instrumental a partir del cual se conoce la cosa
mo y ser, entonces, un signo, pero un objeto p~de también repre-
tal como se concibe por el intelecto.
sentarse a sí mismo. Esto es importante aclararlo cuando se estudian Si tomamos la relación del signo con respecto a lo significado,
semióticas no verbales, como 10 veremos más adelante. Sin em- encontramos los signos naturales y los signos artificiales. El signo
bargo, también dice que es contradictorio hablar de un signo como
natural es el ql\S manifiesta lo significado por un valor natural; la
42
43
relación de significación tiene un fundamento en la realidad; es tante y rápida, que éstos se inclinan a suponer que existe una co-
la naturaleza la que ha instituido que el humo sea signo de fuego, nexión natural entre unas y otras. Pero que sólo signifiquen las ideas
o que un gemido sea signo de dolor. Un signo artificial es el que ma- particulares de los hombres, y ello por una imposición totalmente
nifiesta lo significado por medio de un valor que se le ha conferido arbitraria, resulta evidentemente por el hecho de que con frecuencia
por artificio; su relación no tiene fundamento real sino "funda- las palabras dejan de provocar en otros (incluso en aqueJlos que em-
mento de razón"; es decir, ha sido instituido por la convención por plean el mismo lenguaje) las mismas ideas que habríamos tomado
la costumbre. Esto último da lugar a la subdivisión del signo artifi- por signos" (Ibíd., m, ii, §8, p. 614).
cial eil convencional y consuetudinario: las palabras de la lengua Según Umberto Eco, Locke podría considerarse como el padre
son ejemplos del primero; el impermeable como signo de lluvia es de la semiótica moderna "al menos porque afirmó la existencia de
un ejemplo del segundo (Beuchot, 1979:277-281). esta disciplina y la identidad práctica de la misma con la lógica"
El Libro 1II del Ensayo sobre el entendimiento humano (1690), (Eco, 1976:129); aunque habría que añadir que no solamente por
de Locke, está dedicado al lenguaje o, más exactamente, a las pala- esas razones. La justificación que da Locke de la propuesta de esta
bras. El motivo de esa atención al lenguaje está en las últimas líneas disciplina es la siguiente: como todo puede caer en la competencia
del segundo libro: podría parecer, dice Locke, que, una vez analiza- del entendimiento humano, y como dentro de ese "todo" cabe "pri-
das las ideas en sus más diversos aspectos, tendríamos que estudiar mero la naturaleza de las cosas tal como son en sí mismas, sus rela-
el conocimiento como campo de uso de tales ideas; pero, "mirando ciones y sus maneras de operar; o, segundo, aquello que el hombre
las cosas más de cerca, encuentro que hay una conexión tan estrecha mismo debe hacer, como un agente raCional y voluntario, para alcan-
entre ideas y palabras, que nuestras ideas abstractas y los términos zar cualquier finalidad y especialmente su felicidad; o, tercero,'la
generales guardan entre sí una relación tan constante, que es impo- manera y medios a través de los cuales el conocimiento de uno y
sible hablar con claridad y distinción de nuestro conocimiento, todo otro aspecto se adquiere y se comunica, pienso que la ciencia se pue-
lo cual consta de proposiciones, sin considerar primero la naturaleza, de dividir propiamente en estas tres clases" (Locke, IV, xxi, § 1,
uso y significación del lenguaje" (Locke, 1980, m, xxxiii § 19, p. . p. 1 067): primero la física o mosofía natural, cuyo fin es la pura
590). verdad especulativa "y todo lo que puede enriquecer a la mente hu-
Para Locke, las palabras hacen referencia, en primer lugar, a las mana en cualquier sentido"; en segundo lugar está la ética, que se
ideas que están en la mente de los demás; pues, "aun cuando las pa- ocupa de descubrir las reglas y medidas de las acciones humanas
labras ( ... ] sólo pueden significar propia e inmediatamente las "que llevan a la felicidad"; y en tercer lugar la semiótica o doctrina
las ideas que están en la mente del hablante (... ] son también seña- dé los signos, también llamada lógica. Su objetivo es el estudio de
les de las ideas en las mentes de otros hombres con los que se comu- "la naturaleza de los signos que la mente usa para la comprensión
nican, porque de lo contrario se expresarían en vano y no podrían de las cosas, o para comunicar su conocimiento a los demás" (Ibíd.:
hacerse comprender" (Ibíd., 111, Ü, 4, p. 612). La plimera relación 1068). Como entre las cosas que la mente contempla no hay nin-
es la existente entre sonidos e ideas, pero la idea está también en guna, además de ella misma, que esté presente, es necesario que otra
relación con algo, con la cosa, y ésta es una relación determinada cosa actúe como signo o representación de la cosa que se considera,
por la experiencia de cada individuo. En el triángulo sonido-idea- éstas son las ideas.
cosa, lo que cuenta es la relación sonido-idea, y esta relación, aunque La división del conocirÍliento propuesta por Locke recuerda la,
consumada individualmente, está motivada por la naturaleza social división de Aristóteles, que sería más o menos como se muestra en
del lenguaje. el cuadro de la página siguiente.
El análisis de los usos del lenguaje permite a Locke criticar el Las dos primeras ramas de la clasificación de Locke repiten la
sustancialismo: las palabras no expresan las cosas, pues éstas sólo aristotélica, pero cuando llega a la semiótica "nos enfreI1tamos a
se conocen por medio de la construcción de ideas; las palabras se la propuesta de estudiar en una forma sistemática y unificada las
refieren a las ideas como a su significado másj¡unediato. De allí formas y medios como se adquieren el conocimiento especulativo
lo arbitrario de la relación entre palabras y coslís: la significación y el práctico, cómo se desarrollan y comunican (... ] con la tercera
de las palabras es arbitraria y no es consecuencia de una conexión división de Locke se nos da una distinción que (une ambos tipos de
natural; "las palabras, debido al uso prolongado y natural [... ] conocimiento]: d~tingue los diferentes órdenes sólo para mostrar
llegan a provocar en los hombres ciertas ideas de manera tan cons- cómo se reúnen en el signo" (Deeley, 1981 :239). Lo que aquí se

44 45
~. I
Conocimiento
ción de la Grammaire. . encontramos una toma de posición semió-
~~ tica: "Hablar es explicar sus pensamientos por medio de signos que
los hombres han inventado para ese fin" (Arnauld y Lancelot, 1660).
Especulativo Práctico
La lengua hablada es signo del pensamiento, y la lengua escrita es
~l~
Flsic. o
filosoflll
Matemática Metafísica Art~ ~Ca(la
ciencia del ciencia de la
signo de la lengua hablada. Esto concierne no sólo a la relación en-
tre pensamiento y lengua, sino a la articulación de dos niveles: el
pensamiento está formado de contenidos mentales que son las ideas,
fIItufll hacer cosas; regulación y la lengua hablada, signo del pensamiento, está formada de palabras,
(comprensión cualquier normativa que son los signos de las ideas.
filosófica producción) de la acción Es importante señalar que aunque el concepto de signo se utilice
del universo humana) desde el inicio de este tratado, no se encuentra ninguna formulación
tlsico) de lo que se entiende por este término. Sin embargo, en la Logi·,
que de 1662 (Arnauld y Nicole, 1662), encontramos pasajes donde
dibuja, por Locke y sus antecesores Poinsot y Fonseca es una nueva se estudia la naturaleza del signo. Según los autores de la Lógica, Ar·
línea: tradicionalmente, lo que importa son las cosas como son, nauld y Nicole, el signo debe considerarse en el contexto de una
independientemente del hombre; con la semiótica, el interés sigue relación de representación: un objeto, concebido como representa-
en las cosas, pero tanto si dependen como si no dependen de la ac- ción de otro, es entonces el signo de ese otro objeto. Pero el término
ción humana; ahora la pregunta" ¿qué es?" "se circunscribe no por "signo" no sólo se aplica a ese primer objeto, sino también a la iaea
una línea fija, sino móvil, cuyos desplazamientos se determinan de este objeto y a la generada por el objeto representado: "el signo
precisamente por la interacción entre los dos órdenes del ser a través encierra dos ideas, una de la cosa que representa, la otra de la cosa
de la función del signo, a través de la semiosis. El estudio de esa representada; y su naturaleza consiste en generar la segunda por la
realidad que se desplaza, de esa línea móvil, es la semiótica" (Ibíd.). primera" (Arnauld y Nicole, 1, iv, p. 62, vol. 2). Esto es lo mismo que
También en esta línea nominalista, pero ya sin referencia inme- decir que el objeto a es signo del objeto b, pero no puede funcionar
diata a una teoría del signo, puede mencionarse a Berkeley y Hume. como signo más que si la idea a' que tenemos del objeto a suscita
En ellos se acentúa la idea de que la cosa no tiene cabida en lo que la idea b' de un objeto b representado por a. En sentido estricto, el
toca al cono¿imiento; para Berkeley, lo que conocemos son percep- objeto a es el signo de b, pero a' y b' son componentes esenciales
ciones individuales, ideas particulares: "si queremos dar un signifi- de la semiosis (Swiggers, 1981: 265). Tenemos, pues, cuatro compo-
cado a nuestras palabras y hablar sól9 de lo que podemos compren- nentes esenciales de la semiosis.
der, creo que podemos reconocer que una idea que en si misma se También para los "señores de Port Royal" las ideas no son arbi-
considera como particular, se convierte en general cuando se la hace trarias y no son tan reales como los objetos materiales; los sonidos
representar y se la hace estar por todas las demás ideas particulares no representan la realidad sino las ideas que tenemos de esa realidad.
de la misma especie" (Berke'ley, cit. por Eco, 1976: 131). Eco co- Como la relación semiótica se considera en el contexto de la repre-
menta que Berkeley define el sign:) en este pasaje como algo que está sentación (por la derivación de las ideas), la realidad puede ser ex-
por otra cosa, definición que será hasta cierto punto retomada por cluida (Ibíd.: 271). Como todas las demás teorías del signo, la de,
Peirce más tarde. Hume, por su lado, afirma que una idea se asume Port Royal tiene como antecedente la concepción estoica, aunque
como signo de otra, pero que esta asociación es válida si hay una la visión estoica del signo es, como ya lo hemos visto, ternaria: la
fuerza que instituya la correspondencia; esta fuerza es para él la cos- lexis tiene una cierta significación (semainomenon) que remite a un
tumbre. Pero ya sea la costumbre, el uso social, el hábito o la con- objeto, o, como lo dice Sexto Empírico, "los estoicos dicen que tres
vención (términos que serán utilizados en la ;t:miótica de Peirce), cosas están ligadas: lo que se significa, el significado y el objeto".
los signos ya no se refieren a las cosas sino a bIs ideas, que a su vez Pero la teoría de Port Royal difiere de la estoica en que en aquélla
son también signos. Aquí está el origen de la teoría de los interpre- el lekton se desdobla en dos ideas (recordemos que por lekton en-
tan tes y de la idea de semiosis infinita. tienden una significación nocional, una especificación del selllaino-
Podemos encontrar algunos elementos para la elaboración de menoll): la idea cj,$ la cosa que representa y la idea de la cosa repre-
una teoría del signo en la escuela de Port Royal. Ya en la introduc- sentada. Este desdoblamiento puede ser debido, en la opinión de

46 47
Swiggers, a la influencia de la concepción agustiniana, que, a su vez, las palabras "no vienen determinadas por una necesidad natural, mas,
es una variante de la semiótica estoica, como se ha señalado antes, sin embargo, no deja de estarlo por razones naturales, en las que el
aunque más bien podríamos considerarla como protoestoica, pues no azar tiene su parte, o morales, en las que interviene la elección"
considera el lekton; como consecuencia de esto, la combinación de (Leibniz, 1977:327). Otra precisión que hace a Locke es que el acer-
la semi~tica agustiniana, que insiste en la impresión que producen camiento de éste al lenguaje es atomista, y sus principios de clasifi-
las palabras en nuestros sentidos, con la doctrina estoica que ha ela- cación lingüística son relaciones de similaridad y de contigüidad arbi-
borado la teoría del/ekton nocional, "conduce a una teoría sémió- trariamente seleccionadas (Holenstein, 1980:45); Leibniz va más
tica cuaternaria, donde la palabra se distingue de la impresión que allá de este atomismo y su atención ya no se centra en esos tipos de
I
produce en nuestros sentidos_ Tenemos así cuatro etapas: la palabra relaciones entre ideas individuales, sino que más bien su interés es
(como emisión sonora), la impresión sobre los sentidos, la idea del j "en lo figurativo o metafórico o, para usar la tenninología de Peirce,
objeto representado y el objeto representado" (Ibíd.: 272). Pero ¡ en la interpretación icónica o diagramática y la evaluación de las
esta teoría de Port Royal también es heredera de algunas ideas de relaciones sistemáticas entre las ideas" (Ibíd.: 46). Una represen-
los ftJósofos ingleses, particularmente de Hobbes. La definición que tación de este tipo no sólo comprende los conocimientos que condu-
da Hobbes de signo recuerda la definición estoica: para él, "un signo cen a su construcción, sino que también posibilita la producción de
es el evento antecedente cuando ya antes han sido observadas las otros nuevos.
consecuencias similares" (Hobbes, 1979: 132). Según Hobbes, el Desde Leibniz hasta Husserl y Peirce, el álgebra se consideró
discurso mental es anterior al discurso verbal y el uso de la palabra como la mejor ilustración de las características figurativas y se con-
consiste en la transformación del primero en el segundo. El lenguaje sideró a la ecuación algebraica como icónica ya que descubr~ rela-
tiene dos finalidades: la primera de ellas es registrar las consecuen- ciones entre las cantidades representadas por signos_ Lambert, en
cias de nuestros pensamientos, los cuales "propensos a deslizarse 1764, en la misma línea, consideró los sistemas numéricos como sig-
fuera de la memoria y forzarnos a un nuevo trabajo, pueden así nos figurativos, pero fue Husserl, en 1891, "quien ofreció la más
recordarse gracias a las palabras con las cuales se troquelaron". Este profunda discusión de la estructura semiótica de los sistemas numé-
primer uso es servir como marco de recordación. La segunda finali- ricos tal como la desarrolló Lambert en la línea de Leibniz estimu-
dad es "indicar (por su conexión y orden) lo que unos y otros conci- lada por Locke" (Holenstein, 1980:47). Importa situar a Lambert
ben o piensan de cada asunto, y también lo que desean, temen o es en esta línea pues su atención a los signos no es puramente acciden-
objeto de alguna otra pasión suya. y para este uso los nombres se tal sino que su interés es muy amplio y no se limita a los signos ver-
denominan signos" (Ibíd.: 140). Las palabras, en tanto que signos, bales -aunque les reconozca el predLminio- sino que insiste en la
sirven para el diálogo, tienen una función comunicativa. importancia de los gestos, de las figuras v dibujos; analiza el funcio-
De estas dos finalidades" la noción de marca no existe en Port namiento de la música en cuanto lengua).!, de las fórmulas químicas
Royal, pero sí la función comunicativa, que tiene aquí gran impor- y matemáticas, así como de las relaciones de parentesco, la carto-
tancia. Por último, hay varios pasajes, tanto en la Grammaire . .. grafía, la heráldica y la numeración (Steiner/V olek, 1980: 207).
como en la Logique . .. referentes al carácter arbitrario del signo; En su Neues Organon (Semiotik oder Lehre von der Bezeichnung
por ejemplo, en la segunda dicen que los signos se dividen en natura- der Gedanken und dinge) no sólo utiliza el término "semiótica",
les, que no dependen de la fantasía de los hombres, y en aquellos sino que le dedica una sección; reconoce allí una gradación en el me-
"que no son más que de institución y de establecimiento, ya sea que canismo del iconismo para distinguir entre imitación y reproducc\ón
tengan alguna relación alejada con la cosa figurada, ya sea que y entre alegoría y metáfora.
no tengan nada" (Arnauld y Nicole, 1662,1, iv, p. 65). En esta misma perspectiva no puede dejar de mencionarse a Bol-
Leibniz critica a Locke muchas de sus afirmaciones, entre ellas zano, quien publicó en 1837 los cuatro volúmenes de su Wissenschaft-
la que concierne a la arbitrariedad de los signos. En sus Nuevos ensa- lehre, en los que explora la lÓgica del pensamiento científico, y
yos sobre el entendimiento humano -libro e(érito en 1704 (catorce que lo condujo a lo que él llamó la Zeichenlehre o Semiotik; en el
años después del de Locke) pero publicado hasta 1765, escrito en tercer volumen de su obra, definió algunos conceptos semióticos bá-
fomla de diálogo en el cual uno de los participantes asume lo dicho sicos, como el de signo, que es "un objeto [ ... ] por medio de cuya
por Locke en sus Ellsayos . .. - responde a la afirmación de Locke representación queremos ver renovada en un ser pensante otra repre-
sobre el carácter arbitrario que es verdad que las significaciones de sentación vineulada con la primera" (Jakobson, 1979:6). Bolzano,

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, -'
','l.
como lógico, se interesaba en la estabilidad del significado de los sig-
nos; de alli que tratara de liberarlo de todo lo fenoménico y de ca-
racterizarlo como una "idea objetiva cuya correspondiente idea
subjetiva se supone que es estimulada por la idea de signo" (Bolza-
no, Wissellsc}¡ujile}¡re. cit. por Steiner/V olek, 1980). La tipología
de los signos elaborada por Bolzano es un conjunto de oposiciones
binarias de acuerdo con su capacidad de compartirse, según su modo
de si.gnificación y según el modo de recepción. Según la primera,
UN MAESTRO SIN DISclpULOS: PEIRCE
los signos "universalmente válidos" son los que se usan por toda la
gente para designar una idea; aquí entran los lenguajes nacionales
que, sin embargo, son convencionales porque son usados por grupo~
La teoría de los signos desarrollada por Charles Sanders Peirce,
cuyos inicios se remontan a la séptima década del siglo pasado, cons-
de personas. Si un objeto se asocia con una idea por medio de algún
tituye en la actualidad el enfoque semiótico más citado, pero tam-
rasgo compartido por todas las personas, se trata de un signo "natu-
bién el menos comprendido, pues siempre se califica como una teo-
ral"; de otra manera es "accidental". Según el modo de significación
ría oscura y caótica. La oscuridad y el caos se deben, entre otras
si un signo accidental se origina en un acto intencional y no ha;
razones, al difícil estilo del autor, a la dispersión de los tópicos se-
otra razón para asociarlo con la idea, el signo entonces es "arbitra-
mióticos a lo largo de su vasta obra, a lo fragmentario e inacabado
rio"; y en términos del modo de percepción, los signos pueden ser
de ésta, pero, sobre todo, a algo de lo cual no puede culparse a Pe ir-
visuales o auditivos (Bolzano, cit. por Steiner/Volek, 1980:209).
ce: al aislamiento que se hace de esta teoría del o de los marcos mo-
sóficos en los cuales se produjeron sus conceptos básicos, al desco-
Podemos terminar aquí este resumen histórico del desarrollo de
nocimiento de las posturas mosóficas con las que la obra de Peirce
los conceptos que dibujan el telón de fondo de la semiótica. Es
dialoga o contra las cuales se edifica. Sin la exploración de estos
muy probable que no se hayan mencionado los nombres de todos
marcos, la semiótica peirciana será solamente el origen de algunos
los que han reflexionado sobre los signos, y que los mencionados
conceptos aislados, como aquellos que forman la famosa tricotomía
no se haran tratado con suficiente profundidad. De cualquier ma-
de índice-icono-símbolo, o de otros conceptos que, carentes de una
nera, estan presentes los modelos, las instancias, las obsesiones en
coherencia interna, son fácilmente impugnables. Dentro de estos
las que se inserta la semiótica actual. El propósito de esta reseña era
marcos, es especialmente importante el epistemológico, ya que la
individualizar los problemas que, más adelante, en el marco de una
teoría de los signos desarrollada por Peirce se plantea de entrada
semiótica con más cuerpo, se convierten en temas de trabajo. Se
como una teoría del "conocer". La semiótica de Peirce es, pues, una
trata no de ofrecer un esbozo coherente y completo, sino de recu-
semiótica cognoscitiva ya que se funda sobre una teoría del conoci-
perar algunos hitos de algo que hoy tiene su propio terreno: la se-
miento la cual a su vez contribuye a verificar. El principio cardinal
miótica, en cuyos inicios -no ya como telón de fondo- hay dos
de esta postura consiste en una concepción "radicalmente nueva
nombres imprescindibles: Peirce y Saussure
respecto a la tradición, sea racionalista o empirista, de la relación
entre representación conocedora y objetividad conocida" (Bonfan-
tini, 1980:xxü). '
Desde el punto de vista de Peirce, todo lo que conocemos o pen-
samos es conocido o pensado a través de signos; nuestro conocimiento
mismo es un signo. El signo es la unidad básica del acto de conocer
y, por tanto, una teoría del signo será "una disciplina fJlosófica ca-
paz de explicar e interpretar el domino total del conocer humano"
(Buczynska, 1978:3). Esta concepción del signo es producto de una
postura fJlosófica anticartesiana pues, mientras que para Descartes
el conocim!ento se basa en la intuición que es una verdad evidente
por sí misfua que no necesita probarse puesto que su garantía es

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.1.
como lógico, se interesaba en la estabilidad del significado de los sig-
nos; de alli que tratara de liberarlo de todo lo fenoménico y de ca-
racterizarlo como una "idea objetiva cuya correspondiente idea
subjetiva se supone que es estimulada por la idea de signo" (Bolza-
no, Wissellsc}¡ajile}¡re. cit. por Steiner/V olek, 1980). La tipología
de los signos elaborada por Bolzano es un conjunto de oposici'ones
binarias de acuerdo con su capacidad de compartirse, según su modo
de si.gnificación y según el modo de recepción. Según la primera,
UN MAESTRO SIN DIScípULOS: PEIRCE
los sIgnos "universalmente válidos" son los que se usan por toda la
gente para designar una idea; aquí entran los lenguajes nacionales
que, sin embargo, son convencionales porque son usados por grupo~
La teoría de los signos desarrollada por Charles Sanders Peirce,
cuyos inicios se remontan a la séptima década del siglo pasado, cons-
de personas. Si un objeto se asocia con una idea por medio de algún
tituye en la actualidad el enfoque semiótico más citado, pero tam-
rasgo compartido por todas las personas, se trata de un signo "natu-
bién el menos comprendido, pues siempre se califica como una teo-
ral"; de otra manera es "accidental". Según el modo de significación
ría oscura y caótica. La oscuridad y el caos se deben, entre otras
si un signo accidental se origina en un acto intencional y no ha;
razones, al difícil estilo del autor, a la dispersión de los tópicos se-
otra razón para asociarlo con la idea, el signo entonces es "arbitra-
mióticos a lo largo de su vasta obra, a lo fragmentario e inacabado
rio"; y en términos del modo de percepción, los signos pueden ser
de ésta, pero, sobre todo, a algo de lo cual no puede culparse a Peir-
visuales o auditivos (Bolzano, cit. por Steiner/Volek, 1980:209).
ce: al aislamiento que se hace de esta teoría del o de los marcos mo-
sóficos en los cuales se produjeron sus conceptos básicos, al desco-
Podemos terminar aquí este resumen histórico del desarrollo de
nocimiento de las posturas mosóficas con las que la obra de Peirce
los conceptos que dibujan el telón de fondo de la semiótica. Es
dialoga o contra las cuales se edifica. Sin la exploración de estos
muy probable que no se hayan mencionado los nombres de todos
marcos, la semiótica peirciana será solamente el origen de algunos
los que han reflexionado sobre los signos, y que los mencionados
conceptos aislados, como aquellos que forman la famosa tricotomía
no se hayan tratado con suficIente profundidad. De cualquier ma-
de índice-icono-símbolo, o de otros conceptos que, carentes de una
nera, están presentes los modelos, las instancias, las obsesiones en
coherencia interna, son fácilmente impugnables. Dentro de estos
las que se inserta la semiótica actual. El propósito de esta reseña era
marcos, es especialmente importante el epistemológico, ya que la
individualizar los problemas que, más adelante, en el marco de una
teoría de los signos desarrollada por Peirce se plantea de entrada
semiótica con más cuerpo, se convierten en temas de trabajo. Se
como una teoría del "conocer". La semiótica de Peirce es, pues, una
trata no de ofrecer un esbozo coherente y completo, sino de recu-
semiótica cognoscitiva ya que se funda sobre una teoría del conoci·
perar algunos hitos de algo que hoy tiene su propio terreno: la se-
miento la cual a su vez contribuye a verificar. El principio cardinal
miótica, en cuyos inicios -no ya como telón de fondo- hay dos
de esta postura consiste en una concepción "radicalmente nueva
nombres imprescindibles: Peirce y Saussure
respecto a la tradición, sea racionalista o empirista, de la relación
entre representación conocedora y objetividad conocida" (Bonfan-
tini, 1980:xxü). '
Desde el punto de vista de Peirce, todo lo que conocemos o pen-
samos es conocido o pensado a través de signos; nuestro conocimiento
mismo es un signo. El signo es la unidad básica del acto de conocer
y, por tanto, una teoría del signo será "una disciplina fLIosófica ca-
paz de explicar e interpretar el domino total del conocer humano"
(Buczynska, 1978:3). Esta concepción del signo es producto de una
postura mosófica anticartesiana pues, mientras que para Descartes
el conocim!ento se basa en la intuición que es una verdad evidente
por sí misfua que no necesita probarse puesto que su garantía es

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que se trata siempre de una relación simple y directa entre dos tér- raleza una inferencia; es decir, da por supuesto un pensamiento
minos: la mente que conoce y la verdad o hecho conocido; es decir, previo.
ntientras que el conocimiento para Descartes es producto de una Todo pensamiento es siempre realizado con signos (5.253,
relación entre dos ténuinos, para Peirce el conocimiento es siempre 6.338); ningún pensamiento puede considerarse como autosuficiente
una relación entre tres témúnos ya que siempre está presente un o autoconfirmatorio sino que "necesariamente requiere de otros pen-
elemento mediador, lo cual se sustenta en el supuesto de que toda samientos para aclararlo, y éstos, a su vez, requieren otros" (Merrell,
observación es una interpretación. El acto de conocinliento de una 1979: 150). Por otro lado, el conocimiento es producto del pensa-
cosa se constituye en signo de ésta, pues "predicar una cosa de otra miento, y como éste se realiza con signos que se relacionan unos con
es equivalente a establecer que la primera es un signo de la segun- otros sin existir una referencia absoluta, entonces el conocimiento
da" (5.321).* En otras palabras, un signo es un signo si y sólo si es no puede tener un fundamento firme: "contra la creencia cartesiana
interpretable; por lo tanto, la interpretación de todo signo es su tra- de que el conocimiento se basa en un conjunto de intuiciones pri-
ducción a otro signo, el cual puede corregir o ampliar al primero. mitivas, de axiomas simples, Peirce nos dice que no hay conocimien-
A partir de la duda, Descartes toma la intuición como una ver- to que no esté mediado por un conocimiento previo" (Ibíd.). La
dad, evidente por sí misma, establecida como relación directa entre existencia de la intuición primera es una tesis "que al parecer ya no
mente y mundo. Según Jean Wahl, en el cogito, ergo sum hay si- puede apelar a ningún ejemplo evidente: la forma del juicio aparen-
multaneidad entre la percepción de nuestro pensamiento y la percep- temente más directo de la conciencia de sí y de la percepción se
ción de nuestro ser; la intuición es el principio y el fin del proceso demuestra que es inferencial más que intuitivo [... ] Si las intuicio-
cartesiano. Cuando no podemos tener una verdadera intuición recu- nes no son reconocibles y discriminables de los demás conot:imien-
rrimos, según Descartes, a la ~educción, que es como una intuición tos, su eventual existencia queda heurísticamente inerte" (Bonfan-
relajada por medio de la cual el espíritu trata de comprimir en un tini, 1980:xxiv). Todo conocimiento es, pues, inferencia y hace uso
solo momento todo un proceso. Peirce rechaza la noción de intui- de lo que Peirce llama abducción.
ción cartesiana como fundamento del conocimiento, así como tam- La ciencia posee cuatro instrumentos fundamentales: inducción,
bién rechaza "cualquier realidad 'nouménica' kantiana que exista deducción, abducción y experimento, este último como mediador
más allá de los límites del conocimiento" (Sullivan, 1982: 183), entre la abducción y la generalización inductiva. El único instru-
pues, según Pierce todo lo real es susceptible de conocerse, y este mento de avance efectivo del conocimiento es la abducción; por
proceso de conocer se funda de manera semiótica, no intuitiva. tanto, la inferencia, la producción de nuevos conocimientos, no es
Además de tomar distancia con respecto a estas posturas filosó- inductiva ni deductiva; la inducción es sólo "una ciega tentativa de
ficas contra las cuales se construye el edificio peirciano, hay en la ensayo y error con pocas posibilidades para la adquisición de nuevos
semiótica de Pierce otro elemento que ya estaba presente en Locke: conocimientos" (Merrell, 1979: ISO), sólo puede dar un crecinliento
la idea de que el pensamiento es un signo. Esta idea es también anti- repetitivo y cuantitativo del conocimiento; la deducción, por su par-
cartesiana ya que se opone a la noción de comienzo absoluto: fue te, "no comporta un aumento, siquiera cuantitativo del saber, sino
Descartes quien postuló la idea,.a través de la concepción de la duda sólo una necesaria y rigurosa explicitación del contenido dado"
metódica, de un punto de partida absoluto del conocer, así como (Bonfantini, 1980:xxvii); la deducción es, según Peirce, analítica y
también de un punto fmal, que es cuando se logra un conocimiento no se obtiene ninguna nueva información a través de su uso. Deduc-
absolutamente seguro que deja a un lado cualquier posibilidad de tivismo e inductivismo son los únicos instrumentos que cono¿e el
duda. Peirce sostiene que "no podemos partir de la duda total" apriorismo intuicionista, ya sea racionalista o empirista, pero, en
(5.265) pues cada conocinliento está fundamentado en un conoci- realidad, son solamente medios auxiliares para la ciencia pues, como
miento anterior. Sólo la intuición no tiene o no requiere un conoci- añade Peirce, "no producen ninguna idea". Pero las ciencias sí pro-
miento previo; pero la intuición no es un signo, por lo tanto no es ducen nuevas ideas, nuevos conocimientos; esta profundización in-
un conocer genuino; todo pensamiento, al ser si§Po, es por na tu- tensiva se desarrolla a través del experimento, que está dotado de
nuevos modos de ver las cosas; y ello es producto de la abducción.
• Las obras de Peirce se citan según la manera convencional: el primer nú- La abducción es "la forma más iruuediata y aleatoria del razona-
mero corresponde al volumen; la cifra después del punto corresponde al pará- miento inferente; es una hipótesis construida sobre la base de pre-
grafo. Para la edición citada, consultar bibliografla. misas inciertá, que exige que sea comprobada por medio de induc-

52 53
clones sucesivas y de controles deductivos; pero se postula ya como quier tipo de explicación en términos de actos fisiológicos, cerebra-
rasgo revelador y contiene virtualmente en germen sus desarrollos les, etcétera. En segundo lugar, sus objetivos son descubrir los rasgos
propios" (Eco, 1976: 132-133). Mediante esta hipótesis construida generales de cada una de las clases de elementos presentes en la ex-
"concluimos la existencia de un hecho completamente diferente de periencia,. ~ostrar que cada clase o categoría, aunque distinta, no
cualquiera de los observados" (2.636). Peirce da como ejemplo puede eXistIr separadamente, y demostrar que una lista de tales cla-
dc tales procesos los siguientes: razonamiento inductivo: "estos fri- ses es necesaria para establecer una lógica que supere los análisis
joles, que proceden de este saco, son blancos; tal vez todos los frijo- mediatizados por la filosofía anterior" (Tordera, 1978:80).
les de este saco son blancos"; razonamiento deductivo: "todos los . Peirce asigna dos tareas a la faneroscopía: la primera es analí-
frijoles de este saco son blancos; estos frijoles son de este saco; por tIca y produce elementos formales; la segunda es taxonómica. Ambas
lo tanto son blancos"; inferencia abductiva: "todos los frijoles de tareas, dice. en 1.286, están tan mezcladas que es imposible separarlas;
este saco son blancos; estos frijoles son blancos, probablemente y esto sugiere que habrá una tercera tarea, la de síntesis, que sería
proceden de este saco". La abducción produce algo así como chis- "mostr~~ precis~ente cómo los elementos formales obtenidos por
pazos de percepción; a partir de ellos, la inducción y la deducción el anáhS1S y venficados por la taxonomfa se combinan en el fenó-
sirven para probarlos. En otras palabras, la abducción pertenece a meno" ~Marty, 1982: 169). Esta tarea le toca a la semiótica, que es
la lógica del descubrimiento, mientras que la inducción y la deduc- la que tIene que establecer las leyes que regulan la combinación de
ción -es decir, el desarrollo de un argumento por medio de inferen- las distintas clases de signos, y mostrar cómo esos signos se combi-
cias a partir de premisas explícitas- son parte de una lógica de la nan para producir fenómenos. Con ello, Peirce retoma la intuición
prueba. de Locke de que el objetivo de la lógica o semiótica es el estudio de
Toda abducción o inferencia hipotética, aun cuando sea veri- "la naturaleza de los signos que la mente usa para la compr~nsión
ficada experimentalmente, siempre permanece como un conoci- de las cosas, o para comunicar su conocimiento a los demás" (Locke
miento aproximado y falible del mundo, susceptible de corregirse y 1980:1068). '
reformularse (1.404). Es decir, como el conocimiento es un pro- Los elementos formales del fenómeno pueden considerarse
ceso, las abducciones no conducen a verdades absolutas sino sólo como los términos o relatos de una relación, pues la unidad del fenó-
a aproximaciones de la verdad. Por ello el conocer es un sistema meno implica que sus elementos constitutivos están relacionados.,
abierto, sin principio ni fm. Además, si el proceso es continuo, de En uno de sus primeros ensayos donde trata estos temas -On a new
un signo a otro, si no hay una referencia absoluta y firme, entonces lis~ o[ categories, de 1867 (1.545-1.549), que puede verse como el
Pcirce rechaza la "cosa en sí" kantiana; no niega que haya objetos pnmer enfoque de su tcofÍa de los signos- Peirce propone la exis-
reales y externos, pero sí la posibilidad de que existan objetos que tencia de tres categorías fundamentales del ser, que más tarde lla-
no sean "relativos a la mente" (5.311), pues los objetos que no sean mará Primeridad, Segundidad y Terceridad. Estas categorías, descri-
relativos a la mente no pueden tener significado; por lo tanto, no tas como "modos del ser", se definen como sigue: Primeridad es el
puede decirse que sean reales. Las relaciones entre ser y ser conocido "ser de la posibilidad cualitativa y positiva"; Segundidad es el "ser
son, por tanto, muy estrechas. del hecho real", y Terceridad es el "ser de la ley que rige los hechos
Todo lo que puede ser "relativo a la mente" es lo que Peirce en el futuro" (1.23). Estas tres categorías son necesarias para produ-
llama el "fanerón": "por fanerón entiendo el total colectivo de todo cir una descripción semiótica. Pero Peirce nos dice que no son sola-
lo que está en cualquier manera o en cualquier sentido presente a mente necesarias, sino que también son suficientes. Cuando ha~la
la mente, sin importar si corresponde o no a cualquier cosa real" de sus "grafos existenciales" dice: "Mientras que un grafo con tres
(1.284). La afumación del fanerón como real es equivalente a su extremidades no puede construirse con grafos de una o dos (... ]
afirmación como representación (como signo). A la descripción de serán suficientes combinaciones de grafos de tres ex tremidades para
todo fenómeno o fanerón, Peirce la denomina "faneroscopía", la construir grafos con un número mayor. El análisis mostrará que cada
cual es otro nombre para la fenomenología. Como características de relación tetrádica, pentádica, o de un número mayor de correlatos,
la faneroscopía tenemos las siguientes: en primedúgar, "intenta evi- no es otra cosa que un compuesto de relaciones triádicas" (1.347).
lar cualquier tipo de explicación hipotética, describiendo sólo las Además de este fragmento, Peirce señala en 1.298 y 1.363 que en
apariencias directas, pero al mismo tiempo no es una actividad psico- una formulación recursiva elemental, cualquier relación entre n rela-
lógica, sino un análisis lógico de la experiencia, que renuncia a cual- tos, don<1! n> 3, puede describirse como una combinación de rela-

54 55
, ,
clones triádicas. Por lo tanto, la división de un fanerón en elementos entre primeridad y segundidad" (lbíd.: 30). Veamos estas categorías
fonnales puede siempre describirse como una combinación de tria- con mayor detalle.
das; en resumen, son suficientes y necesarias tres categorías para Peirce se refiere a la pregunta planteada por Kant acerca de la
clasificar los elementos fonnales de un fanerón dado. Primeridad, posibilidad de los juicios sintéticos a priori; por juicios sintéticos
Segundidad y Terceridad "no son el resultado de alguna elección Kant entiende los asertos sobre hechos positivos, los juicios que pro-
arbitraria inspirada por una obsesión por el número tres, sino la con- ducen el razonamiento sintético; por juicios a priori entiende las pro-
secuencia de una necesidad lógica de la lógica de relaciOnes" (Marty, posiciones que no pueden inferirse· de la experiencia. Peirce, sin
1982:171). embargo, sostiene que "antes de hacer esa pregunta, debía hacerse
En ese ensayo de 1867 está contenida la primera versión de una una más fundanlental: "¿Cómo son posibles los juicios sintéticos?
teorCa de la representación. El concepto de representación es capital, ¿Cómo es que un hombre puede observar un hecho y hacer inme-
pues para Peirce no existe ningún conocimiento inmediato, sino diatamente un juicio que concierne a otro hecho diferente que no
siempre a través de su mediación. El concepto de r~presentación está incluido en el primero?" (2.690). Es decir, ¿cómo reducir lo
-del cual encontramos en Peirce algunos ejemplos, pero no defini- múltiple a la unidad? Según David Savan, se trata de una cuestión
ciones- es básico para la explicación de los signos como instrumen- que se remonta hasta Platón y que ha tomado muchas formas, en-
tos del conocimiento. Para entender este concepto es necesario ver tre las que se cuentan: "¿Cómo podemos reunir numerosas cosas
con más detalle las categorías del ser llamadas por Peirce "catego- hasta que formen una nueva? ¿Cómo un predicado está unido a un
rías cenopitagóricas". La primera categoría es la cualidad: "la cua- sujeto? ¿Cómo pueden organizarse numerosas ideas en una estruc-
lidad es, en un sentido amplio, la primera concepción en el paso del tura? ¿Cómo se encuentra el conocimiento ligado a su obj¡lto?"
ser a la sustancia" (1.551). La segunda es "la referencia a un corre- (Savan, 1980: ll). Para Peirce, la síntesis es posible solamente por
lato", que es segunda respecto a una primera; es lo que existe en la representación ya que para él, tanto ser como devenir es ser re-
relación, o por reacción, a una fuerza, independiente de la ley o la presentable.
razón (1.427). Pero toda comparación requiere, además de la cosa El problema de la unidad se ha tratado desde Platón (en "Par-
comparada y su correlato, una representación mediadora común ménides"): no hay nada que exista que pueda decirse que es una
a los dos ténninos (mediación a la que Peirce denomina interpre- unidad simple; para predicar cualquier cosa de algo, hay que dividir,
tante, como veremos más adelante). Esta categoría, que es la tercera, ese algo en dos, en sujeto y predicado. Pero tampoco se gana mucho
está separada del universo de las cualidades y del universo de los al suponer dos unidades, pues si nada es verdadero de una y de otra
hechos; pertenece a un universo distinto: el de la representación tomadas por separado, su diferencia no existe. Por eso Peirce no em-
(1.430). Esta tercera categoría es un "principio de inteligibilidad del pieza por un uno sino por un primero, es decir, no por los cardina-
mundo" y se circunscribe "al área en la cual la acción bruta se hace les sino por los ordinales, por el orden, pues la representación es
conducta, hábito, ley" (Tordera, 1978:85). Es, por tanto, análoga siempre una sucesión ordenada (Ibíd.). Sin embargo, en una serie,
al pensamiento puesto que puede desarrollarse, puede comunicarse cualquiera de sus elementos podría considerarse como el primer
y es general. Según Pignatari, I~ primeridad, "referida a un sentido término, pues el primero es libre e indeterminado. De allí que la
o cualidad o a una idea de sentimiento, sería un estado de concien- categoría de la Primeridad sea la del comienzo, de la novedad, de
cia sobre el cual poco puede afJl1llarse, a no ser en términos nega- la libertad, de la posibilidad y de la indeterminación. La Primeridad,
tivos: es incomparable, no relacional indiferenciado, impertur- dice Peirce, es el ser, en sentido mosófico, de todo lo que es, erlla
bable, inanalizable, inexplicable, indescriptible, no intelectual e irra- inmediatez de su ser (sin referencia a un segundo o a un tercero);
cional. Tratándose de conciencia espontánea, es cognoscitivo, origi- es el uno en tanto que tal; es lo vivido más que lo sentido (que pro-
nal, espontáneo; es un simple sentido de cualidad -en el sentido de vendría de la percepción); la Primeridad son las cualidades, pero las
cualidad de un color, por ejemplo. Ya la segundidad es una idea cualidades del sentimiento; no las del sentido de la experiencia que
de hecho, de lucha, de resistencia, de poder, de voj.i<;ión, de esfuerzo. produce esas cualidades, sino las cualidades mismas, que son sim-
Se realiza o es percibida en los estados de 'choque"', sorpresa, acción ples "tal vez" no necesariamente realizados; la Primeridad es el
o percepción" (Pignatari, 1974:29). La terceridad por su parte, "no choque del nacimiento; es el orden de la pura posibilidad (1.302-
es apenas la conciencia de algo, sino también su fuerza o capacidad 1.306). En una carta a Lady Welby habla del escarlata de las libreas
sancionadora [... ] Siendo cognoscitiva, hace posible la mediación reales, cqano cualidad pura, independientemente de que sea percibida

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• clones triádicas. Por lo tanto, la división de un fanerón en elementos
formales puede siempre describirse como una combinación de tria-
entre primeridad y segundidad" (lbíd.: 30). Veamos estas categorías
con mayor detalle.
das; en resumen, son suficientes y necesarias tres categorías para Peirce se refiere a la pregunta planteada por Kant acerca de la
clasificar los elementos formales de un fanerón dado. Primeridad, posibilidad de los juicios sintéticos a priori; por juicios sintéticos
Segundidad y Terceridad "no son el resultado de alguna elección Kant entiende los asertos sobre hechos positivos, los juicios que pro-
arbitraria inspirada por una obsesión por el número tres, sino la con- ducen el razonamiento sintético; por juicios a priori entiende las pro-
secuencia de una necesidad lógica de la lógica de relaciones" (Marty, posiciones que no pueden inferirse· de la experiencia. Peirce, sin
1982: 171). embargo, sostiene que "antes de hacer esa pregunta, debía hacerse
En ese ensayo de 1867 está contenida la primera versión de una una más fundanlental: "¿Cómo son posibles los juicios sintéticos?
teoría de la representación. El concepto de representación es capital, ¿Cómo es que un hombre puede observar un hecho y hacer inme-
pues para Peirce no existe ningún conocimiento inmediato, sino diatamente un juicio que concierne a otro hecho diferente que no
siempre a través de su mediación. El concepto de r«<presentación está incluido en el primero?" (2.690). Es decir, ¿cómo reducir lo
-del cual encontramos en Peirce algunos ejemplos, pero no defini- múltiple a la unidad? Según David Savan, se trata de una cuestión
ciones- es básico para la explicación de los signos como instrumen- que se remonta hasta Platón y que ha tomado muchas formas, en-
tos del conocimiento. Para entender este concepto es necesario ver tre las que se cuentan: "¿Cómo podemos reunir numerosas cosas
con más detalle las categorías del ser llamadas por Peirce "catego- hasta que formen una nueva? ¿Cómo un predicado está unido a un
rías cenopitagóricas". La primera categoría es la cualidad: "la cua- sujeto? ¿Cómo pueden organizarse numerosas ideas en una estruc-
lidad es, en un sentido amplio, la primera concepción en el paso del tura? ¿Cómo se encuentra el conocimiento ligado a su obj.eto?"
ser a la sustancia" (1.551). La segunda es "la referencia a un corre- (Savan, 1980: 11). Para Peirce, la síntesis es posible solamente por
lato", que es segunda respecto a una primera; es lo que existe en la representación ya que para él, tanto ser como devenir es ser re-
relación, o por reacción, a una fuerza, independiente de la ley o la presentable.
razón (1.427). Pero toda comparación requiere, además de la cosa El problema de la unidad se ha tratado desde Platón (en "Par-
comparada y su correlato, una representación mediadora común ménides"): no hay nada que exista que pueda decirse que es una
a los dos términos (mediación a la que Peirce denomina interpre- unidad simple; para predicar cualquier cosa de algo, hay que dividir
tante, como veremos más adelante). Esta categoría, que es la tercera, ese algo en dos, en sujeto y predicado. Pero tampoco se gana mucho'
está separada del universo de las cualidades y del universo de los al suponer dos unidades, pues si nada es verdadero de una y de otra
hechos; pertenece a un universo distinto: el de la representación tomadas por separado, su diferencia no existe. Por eso Peirce no em-
(1.430). Esta tercera categoría es un "principio de inteligibilidad del pieza por un uno sino por un primero, es decir, no por los cardina-
mundo" y se circunscribe "al área en la cual la acción bruta se hace les sino por los ordinales, por el orden, pues la representación es
conducta, hábito, ley" (Tordera, 1978:85). Es, por tanto, análoga siempre una sucesión ordenada (Ibíd.). Sin embargo, en una serie,
al pensamiento puesto que puede desarrollarse, puede comunicarse cualquiera de sus elementos podría considerarse como el primer
y es general_ Según Pignatari, l~ primeridad, "referida a un sentido término, pues el primero es libre e indeterminado. De allí que la
o cualidad o a una idea de sentimiento, sería un estado de concien- categoría de la Primeridad sea la del comienzo, de la novedad, de
cia sobre el cual poco puede afmnarse, a no ser en términos nega- la libertad, de la posibilidad y de la indeterminación. La Primeridad,
tivos: es incomparable, no relacional indiferenciado, impertur- dice Peirce, es el ser, en sentido ftIosófico, de todo lo que es, erl la
bable, inanalizable, inexplicable, indescriptible, no intelectual e irra- irunediatez de su ser (sin referencia a un segundo o a un tercero);
cional. Tratándose de conciencia espontánea, es cognoscitivo, origi- es el uno en tanto que tal; es lo vivido más que lo sentido (que pro-
nal, espontáneo; es un simple sentido de cualidad -en el sentido de vendría de la percepción); la Primeridad son las cualidades, pero las
cualidad de un color, por ejemplo. Ya la segundidad es una idea cualidades del sentimiento; no las del sentido de la experiencia que
de hecho, de lucha, de resistencia, de poder, de voji<;ión, de esfuerzo. produce esas cualidades, sino las cualidades mismas, que son sim-
Se realiza o es percibida en los estados de 'choque", sorpresa, acción ples "tal vez" no necesariamente realizados; la Primeridad es el
o percepción" (Pignatari, 1974:29). La terceridad por su parte, "no choque del nacimiento; es el orden de la pura posibilidad (1.302-
es apenas la conciencia de algo, sino también su fuerza o capacidad 1.306). En una carta a Lady Welby habla del escarlata de las libreas
sancionadora [... ] Siendo cognoscitiva, hace posible la mediación reales, c~o cualidad pura, independientemente de que sea percibida

56 57
o recordada, como ejemplo de Primeridad (8.329). Esa cualidad Terceridad. "Si se analiza la relación que hay en 'A da B a C', ¿qué
puede percibirse y recordarse, pero eso no pertenece a la cualidad. es dar? No consiste en que A retira B de sí mismo y subsecuente-
Esa cualidad de rojo "no se piensa como que le pertenece a usted mente C toma B [... ] Consiste en que A hace a C el poseedor de B
-escribe Peirce a L. W.- o que esté asociado a las libreas. Es simple~ de acuerdo con la ley. Debe haber alguna clase de ley antes que pue-
mente una posibilidad positiva peculiar, sin importar otra cosa" da haber alguna donación, aunque sea la ley del más fuerte" (8.331).
(8.329). La Terceridad es, pues, la categoría de la síntesis, de la mediación.
El segundo miembro de una serie limita al primero, pone una Todo aquello que es intermediario entre dos cosas y que las reúne
frontera. El primero, por sí solo, no es más que la posibilidad de una es un tercero. Los hábitos, las leyes, el lenguaje, son ejemplos de
serie; el segundo es el que la actualiza, el que introduce la existen- terceros.
cia. Dice Peirce que sólo hay dos maneras de describir la misma Otra formulación de las categorías de Peirce es la siguiente:
experiencia, pues la conciencia tiene dos variedades: "la acción, "Lo primero es eso cuyo ser está simplemente en sí mismo, que no
donde nuestra modificación de las otras cosas es más prominente se refiere a algo ni reposa sobre algo. Lo segundo es lo que es por la
que su reacción sobre nosotros, y la percepción, cuando su efecto fuerza de algo respecto al cual es segundo. Lo tercero e~ eso cuyo
sobre nosotros es mayor que nuestro efecto sobre ellas. Y esta no- ser lo debe a las cosas entre las cuales media y pone en relación una
ción, de ser tal como las otras cosas nos hacen, es tan importante con otra" (1.356). Primero y segundo son las categorías que hacen
en nuestra vida que sabemos que las otras cosas existen en virtud posible describir los hechos de la experiencia; lo tercero es lo que sir-
de su reacción con los demás. La idea de otro, de no, se convierte ve de puente entre ambos y los pone en relación. Lo primero com-
en verdadero pivote del pensamiento. A este elemento le doy el nom- prende las cualidades de los fenómenos (rojo, duro, agrio, te<iioso,
bre de Segundidad" (1.324). La Segundidad es, entonces, la cate- noble, son algunos de los ejemplos de Peirce); donde hay fenómenos
goría de la existencia de todo lo que es, es "el elemento de lucha", hay cualidad. Lo segundo comprende los hechos reales, pues las cua-
porque ésta supone una resistencia, por lo tanto, un límite. La Se- lidades, al ser generales, son algo vago y potencial; pero una ocu-
gundidad es la acción en estado bruto, no reflexionada sino vivida rrencia es individual, ocurre aquí y ahora. Lo tercero consiste en
como tal; es el hecho; es lo concreto, no la idea (1.322-1.336). Si lo que llamamos leyes cuando las contemplamos desde el exterior,
se analiza el ser solamente en términos de Primeridad y de Segundi- pero que cuando vemos ambos lados las llamamos pensamientos.
dad, no existirían ni la ley ni la regularidad; el segundo sería arbi- Los pensamientos no son ni cualidades ni hechos; un pensamiento es •
trario e imprevisible; "una serie elemental de dos miembros es una general porque se refiere a todas las cosas posibles y no sólo a aque-
serie de azares. La Segundidad es entonces la categoría de la exis- llas que ocurre que existen. Un hecho o colección de hechos no cons-
tencia, de las fronteras, de la limitación y de lo arbitrario" (Savan, tituye una ley, pues una ley va más allá de cualquier hecho realizado;
1980: 11). una ley determina cómo pueden caracterizarse los hechos que no
Si se anade a la serie un tercer término, se introduce con ello la han ocurrido pero que pueden ocurrir (1.418-1.420).
posibilidad de una progresión regular; es decir, se introduce una ley. Por tanto, la Terceridad es general y real, pero no existe, pues
Esta ley introducida por el tercer término sirve de enlace entre el para Peirce existencia y realidad son dos cosas distintas, son dos ma-
primero y el segundo, y entre el segundo y el tercero. "Por tercero neras de ser. La diferenciación entre ambas importa para la descrip-
entiendo el medio o el enlace conector entre el absoluto primero ción de los signos. Los signos existen exclusivamente por sus répli-
y el último. El principio es primero, el fin segundo, y el medio ter- cas, es decir, por sus concreciones en sonidos, rasgos gráficos o co\TI-
cero" (1.337). El tercero es un principio de síntesis puesto que uni- portamientos; desde este ángulo los signos son objetos existentes,
fica la serie; y esto por tres razones: prinlero, porque representa la individuales. Pero esta manera de ser del signo se deriva de que es
relación entre el primero y el segundo; segundo, porque representa un objeto general: "un signo es una especie de objeto ideal; es gene-
el hecho de que la relación entre el primero y el segundo es la misma ral, intemporal e independiente del pensamiento subjetivo. Peirce
que entre el segundo y el tercero. Por ello "el teq::er término intro- adscribe a la generalidad el modo real de ser [... ] La generalidad,
duce una relación triádica genuina puesto que cfda uno de los tres para él, tiene su propia manera de ser, diferente e independiente del
términos está representado por los otros dos" (Ibíd.: 12). ser de todas las especies de objetos individuales. La generalidad cons-
En cualquier relación triádica, dice Pe ir ce en una carta a Lady tituye ese nivel especial de ser que llama Terceridad" (Buczynska,
Welby, siempre encontramos un elemento mental, que involucra la 1978:6) . .s;sto quiere decir que nada que pertenezca a la Terceridad

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o recordada, como ejemplo de Primeridad (8.329). Esa cualidad Terceridad. "Si se analiza la relación que hay en 'A da B a C', ¿qué
puede percibirse y recordarse, pero eso no pertenece a la cualidad. es dar? No consiste en que A retira B de sí mismo y subsecuente-
Esa cualidad de rojo "no se piensa como que le pertenece a usted mente C toma B [... ] Consiste en que A hace a C el poseedor de B
-escribe Peirce a L. W.- o que esté asociado a las libreas. Es simple: de acuerdo con la ley. Debe haber alguna clase de ley antes que pue-
mente una posibilidad positiva peculiar, sin importar otra cosa" da haber alguna donación, aunque sea la ley del más fuerte" (8.331).
(8.329). La Terceridad es, pues, la categoría de la síntesis, de la mediación.
El segundo miembro de una serie limita al primero, pone una Todo aquello que es intermediario entre dos cosas y que las reúne
frontera. El primero, por sí solo, no es más que la posibilidad de una es un tercero. Los hábitos, las leyes, el lenguaje, son ejemplos de
serie; el segundo es el que la actualiza, el que introduce la existen- terceros.
cia. Dice Peirce que sólo hay dos maneras de describir la misma Otra formulación de las categorías de Peirce es la siguiente:
experiencia, pues la conciencia tiene dos variedades: "la acción, "Lo primero es eso cuyo ser está simplemente en sí mismo, que no
donde nuestra modificación de las otras cosas es más prominente se refiere a algo ni reposa sobre algo. Lo segundo es lo que es por la
que su reacción sobre nosotros, y la percepción, cuando su efecto fuerza de algo respecto al cual es segundo. Lo tercero e~ eso cuyo
sobre nosotros es mayor que nuestro efecto sobre ellas. Y esta no- ser lo debe a las cosas entre las cuales media y pone en relación una
ción, de ser tal como las otras cosas nos hacen, es tan importante con otra" (1.356). Primero y segundo son las categorías que hacen
en nuestra vida que sabemos que las otras cosas existen en virtud posible describir los hechos de la experiencia; lo tercero es lo que sir-
de su reacción con los demás. La idea de otro, de no, se convierte ve de puente entre ambos y los pone en relación. Lo primero com-
en verdadero pivote del pensamiento. A este elemento le doy el nom- prende las cualidades de los fenómenos (rojo, duro, agrio, te<iioso,
bre de Segundidad" (1.324). La Segundidad es, entonces, la cate- noble, son algunos de los ejemplos de Peirce); donde hay fenómenos
goría de la existencia de todo lo que es, es "el elemento de lucha", hay cualidad. Lo segundo comprende los hechos reales, pues las cua-
porque ésta supone una resistencia, por lo tanto, un límite. La Se- lidades, al ser generales, son algo vago y potencial; pero una ocu-
gundidad es la acción en estado bruto, no reflexionada sino vivida rrencia es individual, ocurre aquí y ahora. Lo tercero consiste en
como tal; es el hecho; es lo concreto, no la idea (1.322-1.336). Si lo que llamamos leyes cuando las contemplamos desde el exterior,
se analiza el ser solamente en términos de Primeridad y de Segundi- pero que cuando vemos ambos lados las llamamos pensamientos.
dad, no existirían ni la ley ni la regularidad; el segundo sería arbi- Los pensamientos no son ni cualidades ni hechos; un pensamiento es •
trario e imprevisible; "una serie elemental de dos miembros es una general porque se refiere a todas las cosas posibles y no sólo a aque-
serie de azares. La Segundidad es entonces la categoría de la exis- llas que ocurre que existen. Un hecho o colección de hechos no cons-
tencia, de las fronteras, de la limitación y de lo arbitrario" (Savan, tituye una ley, pues una ley va más allá de cualquier hecho realizado;
1980: 11). una ley determina cómo pueden caracterizarse los hechos que no
Si se añade a la serie un tercer término, se introduce con ello la han ocurrido pero que pueden ocurrir (1.418-1.420).
posibilidad de una progresión regular; es decir, se introduce una ley. Por tanto, la Terceridad es general y real, pero no existe, pues
Esta ley introducida por el tercer término sirve de enlace entre el para Peirce existencia y realidad son dos cosas distintas, son dos ma-
primero y el segundo, y entre el segundo y el tercero. "Por tercero neras de ser. La diferenciación entre ambas importa para la descrip-
entiendo el medio o el enlace conector entre el absoluto primero ción de los signos. Los signos existen exclusivamente por sus répli-
y el último. El principio es primero, el fin segundo, y el medio ter- cas, es decir, por sus concreciones en sonidos, rasgos gráficos o co\11-
cero" (1.337). El tercero es un principio de síntesis puesto que uni- portamientos; desde este ángulo los signos son objetos existentes,
fica la serie; y esto por tres razones: primero, porque representa la individuales. Pero esta manera de ser del signo se deriva de que es
relación entre el primero y el segundo; segundo, porque representa un objeto general: "un signo es una especie de objeto ideal; es gene-
el hecho de que la relación entre el primero y el segundo es la misITla ral, intemporal e independiente del pensamiento subjetivo. Peirce
que entre el segundo y el tercero. Por ello "el terFer término intro- adscribe a la generalidad el modo real de ser [... ] La generalidad,
duce una relación triádica genuina puesto que cfda uno de los tres para él, tiene su propia manera de ser, diferente e independiente del
términos está representado por los otros dos" (Ibíd.: 12). ser de todas las especies de objetos individuales. La generalidad cons-
En cualquier relación triádica, dice Pe ir ce en una carta a Lady tituye ese nivel especial de ser que llama Terceridad" (Buczynska,
Welby, siempre encontramos un elemento mental, que involucra la 1978:6). ~sto quiere decir que nada que pertenezca a la Terceridad

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puede existir, pues sólo los individuos existen; po~ lo. ~anto, ~ada
de él mismo (el objeto), y por otro lado, determina a ~u interpre-
r6plica o cada ocurrencia, como objeto te~poral ~ mdlV1du~l, tJe~e
tan te (8.177). "El signo crea algo en la mente del ü:;érprete, y ese
que derivarse de un signo general; las réplicas no tienen subsistencia
algo que ha sido así creado por el signo, también ha sido creado, de
por sí mismas. Y a la inversa, un signo es autónomo re~pecto a sus
una manera inmediata y relativa, por el objeto del signo, aunque el
r~plicas; las determina y no es determinado por. ellas .. Sm emb~rgo,
objeto es esencialmente distinto al signo. Y esta creatura del signo
las necesita para poder alcanzar un nivel de eXistenCia. Los slg~os
se llama el interpretan te. Es creado por el signo, pero no por el sig-
pertenecen al universo de la Terceridad. .
no en cuanto miembro de lo que sea del universo al que pertenece,
Tenemos ahora los elementos necesarios para entender una pn-
sino que ha sido creado por el signo en su capacidad de transportar
mera definición de signo. Dice Peirce que "un signo, o representa-
la determinación por el objeto. Es creado en una mente" (8.179).
men, es un primero que está en una relación triádica genuina. tal
El interpretante es un acontecimiento mental -imagen o idea- que
respecto a un segundo, llamado su objeto, que es capaz de dete~mar
un tercero llamado su interpretante, de manera que asuma la misma suscita la presencia de otro signo; para ello se requiere le interven-
relación trládica con su objeto que la que él mantiene con el mismo ción de una conciencia inteligente en el proceso de semiosis; "este
objeto" (2.274). Una definición semeja~te es ~~ ~ue postula que "un acontecimiento mental, o interpretante, en cuanto que también re-
representamen es un sujeto de una relaCión tnadlca res?ecto a un se- presenta, puede a su vez convertirse en signo. Por tanto, la función
gundo, llamado su objeto, para un tercero, llamado su mterpretante, principal del signo es representar" (Beuchot, 1979b: 142).
siendo esta relación triádica de tal forma que el representamen de- Tenemos hasta ahora tres elementos involucrados en la defini-
termina que su interpretante esté en la misma relación triádica con ción de signo: representamen, objeto e interpretante (hay que acla-
el mismo objeto para algún interpretante" (1.541). Se trata, pues, rar, sin embargo, que Peirce usa la palabra "signo" tanto para d~sig­
de un representamen -primero- que remite a un objeto -segundo- nar la triada completa -representamen-objeto-interpretante_ como
por mediación de un interpretante -tercero-o El proceso que cons- para el representamen solamente, lo cual genera no pocas confusio-
tituye esta relación triádica es de tal naturaleza que ~l represe~~a­ nes). Otra definición ofrece cuatro elementos: "Un signo o repre-
men determina que el interpretante mantenga la misma relaclOn sentamen es algo que sustituye a algo en algún aspecto o capacidad.
triádica con el mismo objeto: Se dirige a alguien, esto es, crea en la mente de esa persona un signo •
equivalente, o tal vez un signo más desarrollado. Ese signo creado
lo llamo el interpretante del primer signo. El signo sustituye a algo,
.
R (que mantiene relaCIOnes con O) determina , que 1 ( que m an - a su objeto. Sustituye ese objeto no en todos los aspectos, sino en
tiene relaciones con O'), haga que O =O'. referencia a una especie de idea, que algunas veces llamo el funda-
mento [ground] del representamen" (2.228). Tenemos en esta defi-
Este proceso es el proceso de semiosis, y no exist~ ningún signo nición los siguientes elementos: representamen, objeto, interpretan te
si este proceso no se realiza. Lo más import~nte del slgn~ es que no y fundamento. Este último elemento es el punto de vista o carác-
puede existir aisladamente; cad~ signo necesita de o~ros.sl~nos. AI~o ter particular en función del cual el signo se interpreta como signo
puede ser un signo si se interpreta como tal, es decir, SI hen.~ un ~~­ de su objeto. El fundamento no es el signo (es decir, no es el repre-
terpretante. El interpretante es el tercer eleme.nto de la relaclO~, tna- sentamen), pues éste posee muchos rasgos que no son pertinentes.
dica llamada representación. Sin él no hay signo. Pero tamblen el Savan da un ejemplo que ayuda a comprender este concepto: "Pu~
interpretante es un signo y, por lo mismo, requiere otro signo como do utilizar una muestra de color como signo del color de la pintura
su propio interpretante. . .
Los signos no se definen sólo porque sustJtu.ye~ cosas, ~mo que
• que deseo comprar. Esta muestra puede ser cuadrada o redonda, en
papel o en plástico; todo esto no es pertinente respecto a la función
funcionan como factores en un proceso de mediaCión, pomendo al de la muestra en el signo. Sólo el color constituye el fundamento,
mundo exterior al alcance de los intérprete~dTorder~: 1978: puesto que el color es el punto de vista en virtud del cual la muestra
10l). Esa función mediadora es el interpr~tan.te! La relaclOn ~ntre puede interpretarse como signo del color de la pintura" (1980: 13).
interpretante e intérprete puede aclararse SI ent~ndem~s a lo~ mtér- En la relación triádica que es el signo, el fundamento es el tér-
pretes como portadores de interpretantes. Un signo, dIce Pel~c~, es mino primero, el objeto es el segundo y el interpretante es el tercero.
un cognoscible que, por un lado, está determinado por algo dlstmto En tanto <¡pe tercero, el interpretante es el término que introduce
la regla o trrincipio general que enlaza todos los términos. Es el in-
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terpretante un mediador entre el fundamento y su objeto ya que es do, un agente, un vic~rio, ~n diagrama, un síntoma, una descripción,
gracias a él que están en una relación semiótica. Hay que hacer notar un concepto, un testunomo, todos representan, en sus distintas ma-
que los tres elementos del signo -representamen, objeto e interpre- neras, algo más a las mentes.que así lo consideran" (2.273). El repre-
tante- están todos presentes en la mente; por tanto, son fanerones. se¡ltamen es e~ que realiza la acción de representar; el acto mismo es
Pero no están presentes separadamente, sino que son los correlatos la rep~esentacló? Por tanto, el representamen no es la reproducción
de una relación triádica. Así, un signo es una relación entre tres sensonal del objeto que representa, sino que toma el lugar de la cosa
fanerones; pero el signo en sí mismo no es un fanerón, sino una tria- así co~o "un .em?~jador toma el lugar de su país, lo representa e~
un pals extranjero (Ibíd.: 197). El concepto de representación será
da de fanerones. Sin embargo, un signo en la mente de alguien sí
el ~roceso, la semiosis, la acción del signo: "Una representación es el
es un fanerón, pero entonces, en lugar de signo, estamos hablando
caracter de una cosa en virtud del cual, para la producción de un
del representamen (Marty, 1982: 176). Aquí aparece otra vez la con-
cierto efecto mentaJ, puede colocarse en lugar de otra cosa. La cosa
fusión entre todo y sus partes, entre signo y representamen. Peirce
que tiene este carácter la llamo un representamen, al efecto mentaJ
trata en ocasiones de evitarla, pero la diferencia no es muy clara.
o pensamiento, su interpretante, la cosa por la cual está, su objeto':
Dice, por ejemplo: "limito la palabra representación a la operación
(1.564). También en 7.355 dice: "una cosa que está en lugar de otra
de un signo o su relación al objeto para el intérprete de la represen-
cosa es una representación o signo". No hay duda que para Peirce
tación. El sujeto concreto que representa, lo llamo signo o represen-
tanlen. Uso estas dos palabras, signo y representamen, de manera la función principaJ de un signo es interpretar y ser interpretado si-
diferente. Por signo entiendo cualquier cosa que comunica cualquier multaneamente: un signo interpreta otro signo, y es interpretado
noción defmida de un objeto en cualquier manera [... ] y defmo al por un tercero. Pero esta interpretación no es la actividad de" una
representamen como cualquier cosa a la que se aplica el análisis [as mente individual o de un yo trascendental, sino que es una función
being IV/¡atever that analysis applies to]. Si cometo un error en mi ~uramente ob~etiva: ~o es una operación exterior al signo sino que es
análisis, parte de lo que digo sobre los signos será falso. Por ello en mhere~te ~ sIgno mIsmo. Es, además, el momento indispensable de
ese caso un signo no puede ser un representamen. El análisis es ver- cualqu~er sIgno en cuanto proceso (semiosis): nada es un signo si
dadero respecto al representamen porque eso es todo lo que esa pala- no es mterpretado como tal, es decir, no es signo en sí mismo por-
bra significa [... ] Todos los signos transportan nociones a las mentes que .ot~a. cosa lo descifra como signo. La interpretación da al signo'
humanas, pero no hay ninguna razón por la que cada representamen un slgmfIcado y lo refiera a un objeto (Buczynska, 1978 :8).
deba hacerlo" (1.540). Este pasaje de Peirce no aclara la distinción; Esto conduce a la concepción del significado no como un resul-
para tener una visión más comprensible, hay que acudir a uno de los tado de un acto subjetivo ni como un elemento del mundo natural
especialistas de la obra de Peirce, a Gérard Deledalle: según él, Peirce sino como un producto de la interpretación: el significado es el in:
usa la palabra signo en dos acepciones: como signo acción (es la se- terpretante del signo, que a su vez es otro signo. La interpretación
miosis) y como signo objeto (representamen). La semiosis es un pro- es una relación entre los signos mismos.
ceso, es la acción del signo; "Nra que haya semiosis, es necesario que Como hemos visto, toda triada es una mediación; como el sig-
un acontecimiento A (el signo objeto o representamen: la orden no es una triada, lo central del signo es que es una mediación. Una
dada por un oficial al pelotón que manda) produzca un segundo de las primeras definiciones de Peirce incluye tanto el término me-
acontecimiento B (el interpretante: resultado significado del signo diación como el de representación: dice en 1.553 que se requie(e
objeto o representamen) como medio de producir un tercer aconteci- "una representación mediadora la cual representa el relato que sería
miento e (el objeto: ejecución por los soldados de la orden dada por una representación del mismo correlato que esta representación me-
el oficial -siendo la ejecución u objeto la causa del signo objeto o diadora en sí misma representa. TaJ representación mediadora puede
representamen [codificación] y para el soldado su efecto [decodifi- llamarse un interpretante". Esto conduce a postular que la relación
entre el signo y el objeto nunca es directa, sino que se establece siem-
cación])" (Deledalle, 1981: 195). ,_'-'.,
Todo signo es un representamen, pero 10:Jcontrano no nece- pre a .través de un interpretante, es decir, del significado, es decir, de
otr~ ~I~no. ~ste principio es, tal vez, la condición de posibilidad de la
sariamente es verdad. La noción de representación puede aclarar
s~mlOtJca. mIsma: entre el individuo y el mundo no hay una relación
este postulado. Representar es, para Peirce, "estar en una relación
tal con otro que para un cierto propósito es tratado por alguna men- dlfecta, s~o que siempre está presente la representación; lo real no
te como si fuera ese otro. Así, un portavoz, un diputado, un aboga-

62 63
'1
actualidad.y necesidad. Todo objeto dinámico puede pertenecer a
puede aprehenderse directamente porque el signo nos da acceso a
los ,tres. umver~os, d~ allí la posibilidad de tener tres clases de signos
otros signos. segun .SI su obJe~o d1l1ámico pertenece a uno u otro universo. El pri-
Esta razón es la que lleva a Peirce a hablar de dos tipos de obje-
~er tIpo de objeto es un posible, que es una propiedad o un con-
tos: "un signo tiene dos objetos, su óbjeto como es representado
Junto de propiedades; el segundo tipo es un acontecimiento ocu-
y su objeto en sí mismo" (8.333). Este objeto en sí mismo es el que
rrente o una entidad espacio-temporal real; el tercero puede ser una
no puede aprehenderse por medio del signo, pues "lo que se apre-
ley, u~ hábito, una convención o un principio.
hende por medio de él es sólo el objeto inmediato, constituido por
. SI un objeto dinámico es una cualidad posible y está unido al
la representación" (Buczynska, 1978: 10). signo p~r una relación de similaridad cualitativa o semejanza; enton-
Que haya dos objetos en la concepción de Peirce es más o
ces, el signo cuyo lazo con el objeto es de esta naturaleza es un ico-
menos previsible, considerando que el objeto es el segundo término
de la relación signo; la categoría de Segundidad sugiere que este tér-
no. Pe!rce de.fi~e ~l icono :'como un signo que está determinado por
su objeto d1l1amlCO en vutud de su propia naturaleza interna"
mino de la relación es doble. El objeto externo, independiente del
(8.336). Una muestra de tela es un icono, también una pintura es
objeto tal como existe en el fundamento del signo se llama objeto un icono.
dinámico; el otro es el objeto inmediato. Dice Peirce: "Respecto al U~ objeto dinámico perteneciente al universo segundo, es decir,
objeto, puede significar el objeto reconocido en el signo y, por lo tan- u~ obJ.eto ocurrente concreto, está unido a un signo por alguna ac-
to, una idea, o puede ser el objeto como es, sin importar cualquier cJOn drrecta o alguna reacción, como la acción del viento sobre una
aspecto particular de él [ ... ] Al primero lo llamo el objeto inme- veleta: en este caso el signo es un fndice. Peirce define eL índice
diato, al segundo el objeto dinámico, porque éste es el objeto que "como un signo determinado por su objeto dinámico en virtud de
la ciencia dinámica (o lo que sería la ciencia "objetiva") puede in- estar en una relación real con él [... ] tal es la ocurrencia del sín-
vestigar [ ... ] Así, el 'sol' puede significar la ocasión de sensaciones toma de una enfermedad" (8.336).
soleadas, y éste es el objeto inmediato, o puede significar nuestra En tercer lugar, un objeto dinámico del universo tercero, como
interpretación usual de tales sensaciones en términos de lugar, de una ley, una regla o un hábito, se relaciona con el signo en el sentido
masa, etcétera, cuando es el objeto dinámico" (8.183). En otro lugar de que sólo así sería interpretado; en este caso se úata de un sim-
define el objeto inmediato como "el objeto tal como el signo lo re- b%: "la unión con el objeto por el camino del interpretante es u~
presenta", y el objeto dinámico como "el objeto realmente eficiente elemento esencial para la definición ·del símbolo" (Savan, 1980: 17).
pero no inmediatamente presente" (8.343). De acuerdo con Beu-
E~ resume.n, Peirce concluye que "con respecto a su objeto diná-
chot, el objeto inmediato es "el objeto según la representación que
miCO, un signo puede ser un signo de una cualidad, de un existente
de él hace el signo. El objeto dinámico es la realidad misma, que
o de una ley" (8.336).
determina de alguna manera al signo en su representación" (l979b:
También el fundamento puede considerarse desde el punto de
141). vista del universo al que pertenezca. Por lo tanto, habrá también
La relación entre el objeto dinámico y el signo es una relación
t~es clas~s .de signos según el tipo de fundamento, y éstas son cuali-
semiótica. Podemos clasificar los signos de tres maneras distintas,
signo, s1l1slgno. y legisi~no. Cuando una cualidad, es decir, un ele-
según la fonna que tome la relación entre estos dos términos. La cla-
~e.nto del u~lverso pmnero, es un signo que se trata de copiar,
sificación que resulta constituye la más célebre de las tricotomías
rrfllt~r o reflejar,. esta ~ualidad es un cualisigno. Un cualisigno e~ sig-
propuestas por Peirce: la de icono, índice y símbolo. Para estudiarla
no solo por cualidad, 1I1dependientemente de sus relaciones espacia-
tenemos que retomar las tres categorías: Primeridad, como posibili-
les y temporales con su objeto; este es el caso de la muestra de color
dad cualitativa positiva; Segundidad, como el hecho real; y Terce-
que es un sign? 'pues es s,uficiente para identificar el color de la pin:
ridad, como la ley que gobierna los hechos futuros. Es decir, tene-
tura. Los cualtslgnos estan en el origen de la metáfora, de la seme-
mos tres universos: "1) el universo de las ideas o posibles, que no
janza y de la analogía.
tiene que estar sometido a ninguna ley [.. T~) el universo de las
En segundo lugar, cuando el signo es un objeto individual o un
cosas o existentes y de los hechos que conciernen a estas cosas;
evento se trata de un sillSigno. Es decir, si consideramos la relación
y 3) el universo de los necesitantes; esto es, el hábito, ley o cual-
d.el signo con un fundamento del universo segundo, tenemos un sin-
quier cosa expresable por una proposición universal" (Marty, 1982:
signo (.aionde el prefijo "sin" significa "ser una sola vez", 2.246).
172). En resumen, tenemos siempre tres modos del ser: posibilidad,
65
64
'. Savan da un ejemplo de sinsigno en el disparo repentino que da la
señal de partida de una carrera. En este caso, el olor de la pólvpra
aunque esta capacidad sea previa a su interpretación; el interpre-
tante dinámico es "el hecho de la interpretación, o lo que de hecho
no es pertinente con respecto al fundamento, sino que solamente se interpreta en el signo por el intérprete, lo que es experimentado
importa la brusca ruptura del silencio en el momento en que elofi- en cada acto de interpretación y difiere de lo experimentado en
cial tira (Savan, 1980: 14). otros actos", es decir, es el efecto real producido por el signo en el
Si el fundamento corresponde al universo tercero, el signo es un intérprete. El interpretante final es "el resultado final y hasta ideal
legisigno: un legisigno es un signo cuyo fundamento es una ley, una al que está destinado y tiende a producir el signo en el intérprete,
regla, una convención o un, hábito. En palabras de Peirce, "un legi- de modo que representaría de la mejor manera su objeto si contara
signo es una ley. Esta ley se establece por los hombres. Cada signo con las condiciones ideales para manifestar con plenitud su efecto
convencional es un legisigno (pero no inversamente l. No se trata de (Beuchot, 1979b:141-142).
un objeto simple, sino de un tipo general" (2.246). Esto quiere decir En otras palabras, el interpretante inmediato es la "cualidad
que tanto el lenguaje como todos los demás sistemas culturales son de impresión que el signo es capaz de producir" (8.315); la signifi-
esencialmente sistemas de legisignos. Los enunciados lingüísticos, cación del fundamento puede leerse directamente en el signo; es,
así como las actualizaciones de todo sistema de signos son también como dice Tordera, "el interpretante que se revela en el correcto
signos porque son muestras de un tipo, son réplicas de una regla. entendimiento del signo en sí mismo" (Tordera, 1978: 146). Es
Si no hay ley, cada una de estas realizaciones no tendría sentido. "todo lo que está explícito en el signo independientemente de su
Legisigno y cualisigno se asemejan en que ninguno de los dos contexto y de las circunstancias" (5.473). El interpretante dinámico
son existentes, es decir, no constituyen cosas individuales y concre- es el efecto que produce el signo, "el efecto real (efectivo) que el
tas; sin embargo, hay entre ellos algunas diferencias: "el legisigno signo, en cuanto tal, determina" (4.536). La existencia de estos in-
tiene una identidad definida, aunque usualmente admita una gran terpretantes es real e independiente, y sus efectos son semióticos
variedad de apariencias [... ] El cualisigno, por otro lado, no tiene y no psíquicos. El interpretante final o normal o fatal o último (to-
identidad. Es la simple cualidad de una apariencia y no es igual exac- dos estos nombres son de Peirce) es "el efecto que se producirá
tamente en una segunda" (8.334). en la mente por el signo después de un suficiente desarrollo del pen-
Hasta ahora he revisado algunos de los tipos de signos, una tria- samiento" (8.343). El interpretante fmal es la ley, el efecto defmi-
da en función del fundamento y otra en función del objeto. Falta tivo que se produce en el futuro. Peirce lo llama final porque es posi-
considerar el tercer factor de la relación, que es el más importante: ble que quiera que se tomo¡ en la acepción aristotélica de causa final.
el interpretante, que es "lo que el signo produce en la casi mente No sólo todo interpretante es traducible, sino que es, eventual-
que es el intérprete" (4.356). Sabemos que en la relación triádi- mente, traducido, pues ningún signo existe si no es interpretado.
ca que constituye el signo, el fundamento es el término primero, el "El interpretante final de cualquier signo es este hábito final y nor-
objeto es el segundo y el interpreta/He el tercero. De allí que el inter- mativo de interpretar que se esperaría si el signo se interpretara se-
pretante sea el término que introduce la regla que eslabona los tres gún un procedimiento científico" (Savan, 1980:20). Un signo, dice.
términos. Si es tercero, ello sugiere la presencia de tres clases de in- Eco, produce series de respuestas y poco a poco va estableciendo
terpretante; como lo señala Pei'rce, "también para el interpretante, un hábito, es decir, una regularidad de comportamiento en su in-
esto es, la 'significación', o más bien la 'interpretación', debemos térprete (Eco, 1981 :63). Por hábito, Peirce entiende "una tendencia
distinguir uno inmediato y uno dinámico, como para los objetos. (... 1 a actuar de manera similar en circunstancias futura~ simila-
Pero debemos también notar que hay ciertamente una tercera clase res" (5.487); el interpretante final de un signo es ese hábito. Es esto
de interpretan te, a la cual llamo interpretante final, porque es lo lo que lleva a Eliseo Verón a ver que, en Peirce, lo social "aparece
que finalmente decidirá la verdadera interpretación si la considera- como el fundamento último de la realidad", pues entiende el hábi-
ción del asunto se llevara tan lejos que se alcanzara una última opi- to como la acción social; existe el hábito porque hay sociedad; ésta
nión" (8.184). O bien, como los describe en 8.333.;/ :'su interpretante sería entonces la caución y fuente de legitimidad de lo real y de lo
representado y significado para ser entendido, suinterpretante como verdadero (Verón, 1980:73).
es producido, y su interpretante en sí mismo". Según la interpreta- En una carta a William James de 1903, Peirce da un ejemplo de
ción de Beuchot el interpretante inmediato es "la posibilidad que las tres clases de interpretantes (y de las dos de objeto). Dice allí:
tiene el signo de ser adecuadamente comprendido o interpretado", "S~ongamos que despierto en la mañana antes que mi esposa, y

66 67
11 11 '11
después ella despierta y me pregunta: '¿qué clase de día es?' Este presentamen, objeto e interpretan te; por su número, ofrecen rela-
es un signo, cuyo objeto es el tiempo, pero cuyo objeto dinámico es ciones triádicas que pueden ser de tres tipos: relaciones triádicas de
la impresión que presumiblemente he derivado al observar por entre comparación, que se fundan en las posibilidades lógicas de signifi-
las cortinas. Su interpretan te es la cualidad del tiempo, pero su in- cación; relaciones triádicas de funcionamiento, que se fundan en
terpretante dinámico es mi respuesta a su pregunta. Pero más allá los hechos reales; y relaciones triádicas de pensamiento, que se fun-
hay un tercer interpretante. El interpretan te inmediato es lo que dan en leyes (2.243-2.263). Estos tres tipos de relaciones triádicas
la cuestión expresa, todo lo que es inmediatamente expresado [.. ,] dan por resultado las tricotomías antes mencionadas: la que se funda
El interpretante dinámico es el efecto real que tiene sobre mí, su en el carácter material del signo (cualisigno-sinsigno-Iegisigno); la
intérprete. Pero su significancia, el interpretante último o final es que se funda en las relaciones del signo con el objeto (icono-índice-
su propósito de preguntarlo, el efecto que tendrá mi respuesta en símbolo), y la que se funda en las relaciones entre el signo y el in-
sus planes para el día. Su'pongamos que contesto: 'es un día de tor- terpretante (rema-dicente-argumento). Según Beuchot (1979b: 151),
menta'. Aquí está otro signo. Su objeto inmediato es la noción del la última tricotomía corresponde a la división tradicional de tér-
tiempo presente en tanto que es común a su mente y a la mía. El mino, proposición y argumentación, cuyos primeros dos conceptos
objeto dinámico es la identidad de las condiciones meteorológicas ya han sido revisados en este escrito en la parte histórica donde se
reales en el momento. El interpretante inmediato es el esquema en habla de Occam.
su imaginación, esto es, la inlagen vaga o lo que hay en común a las La clasificación que propone Peirce de los signos es, como he-
diferentes imágenes de un día tonnentoso. El interpretante diná- mos podido ver, bastante compleja. Hemos visto tres tricotomías
mico es la descripción o cualquiera que sea el efecto real sobre ella. (aunque en 1.291 y en 4.530 dirá que pueden encontrarsl! diez tri-
El interpretante final es la suma de las lecciones de las respuestas cotomías), las cuales se basan en lo siguiente: la primera (cualisigno,
morales científicas, etcétera" (8.314). sinsigno, legisigno) es posible según si el signo en si mismo -es decir,
Después de describir los distintos tipos de interpretante, vemos según si el fundamento es una mera cualidad, un existente real o
que también es posible clasificar los signos en función del universo una ley general; en otras palabras, si corresponde a una de las tres
al cual pertenezca dicho interpretan te. Por tanto, tendremos también categorías fundamentales del ser. La segunda (icono, índice, sím-
tres clases de signos desde este punto de vista: rema, dicente y argu- bolo) se realiza según si la relación del signo con su objeto consiste
mento. Un rema es un signo de posibilidad cualitativa; es decir, "re- en si el signo tiene un carácter en sí mismo, o en alguna rela«;ión
presenta tal y cual especie de objeto posible" (2.250). Un rema es existencial con ese objeto, o en su relación con un interpretante;
un signo que aparece independientemente y no es verdadero ni falso; otra vez tenemos las tres categorías: cualidad, relación y represen-
por ejemplo, la fonna general de una proposición como "x es un nú- tación. La tercera tricotomía (rema, dicente, argumento) se realiza
mero par", que sólo puede ser verdadera o falsa cuando se asigna según si el interpretan te del signo lo representa como un signo de
un valor a x, es un signo remático. Un signo dicente o dicisigno posibilidad, como un signo de hecho o como un signo de razón.
es un signo "que, para su interpretante, es un signo de existencia Peirce habla de "diez instancias en que pueden dividirse los
real" (2.251), representa un objeto real, como es el caso de un signo signos:
que es capaz de recibir una afinnación o una refutación; es decir,
de un signo que designa un estado de cosas. Por último, un argumen- l. De acuerdo con el modo de aprehensión del signo mismo.
to es un signo que, para su interpretan te, es un signo de ley; todo 2. De acuerdo con el modo de representación del obj~to in-
conjunto regulado de expresiones o frases, como por ejemplo una mediato.
3. De acuerdo con el modo de ser del objeto dinámico.
fonna de silogismo o una demostración, considerada como signo,
4. De acuerdo con la relación entre el signo y el objeto di-
es un argumento (Bense, 1972: 155-157). En síntesis, un rema es námico.
un signo que representa su objeto sinlplemente en sus caracteres; un 5. De acuerdo con el modo de presentación del interpretante
dicisigno es un signo que representa su objeto 00; respecto a su inmediato.
existencia real; y un argumento es un signo que representa su ob- 6. De acuerdo con el modo de ser del interpretante dinámico.
jeto en su carácter como signo (2.252). Las tricotomías fundamen- 7. De acuerdo con la relación entre el signo y el interpretante
tales de Peirce que acabamos de señalar, pueden verse desde otras dinámico.
perspectivas. Hemos visto que los elementos del signo son tres: re- liB. De acuerdo con la naturaleza del interpretante normal.

68 69
, •
____

9. legisigno simbólico dicente.


9. De acuerdo con la relación entre el signo y el interpretante
10. legisigno sim bólico argumental.
normal.
10. De acuerdo con la relación triádica entre el signo, su objeto
dinámico y su interpretante normal" (8.344). Estas clases son descritas por Peirce en los complejos parágrafos
que van de 2.254 a 2.263 de la manera siguiente:
Es decir, una con respecto al fundamento, tres con respecto al
objeto, y seis con respecto al interpretan te. Esto significa que n0
todas las combinaciones posibles son válidas, sino que dependen l. Cualisigno (por ejemplo, la percepción de "rojo") es cual-
quier cualidad en la medida en que es un signo. Como cuali-
del estatuto de sus correlatos, del universo al que pertenezcan: por
dad puede denotar un objeto sólo si tiene con él algo en
ejemplo, sr el tercer correlato pertenece al universo de la posibilidad común, por una similitud; por lo tanto, es siempre icónico.
(en otras palabras, si el signo, con respecto a su interpretante, es ~demás, como la cualidad es una posibilidad lógica, puede
un rema), el resultado de ello son seis clases de signos, que serían mterpretarse como un rema; es decir, los tres correlatos
los siguientes casos: son solamente posibilidad.
2. Sinsigno icónico (como un diagrama concreto) "es cual-
Primer correlato 20. correlato 3er. correlato quier objeto de la experiencia en la medida en que alguna
cualidad en él hace que determine la idea de un objeto"
posibilidad posibilidad (2.255). Al ser icónico, por tanto, similar a su objeto, pue-
1. posibilidad
posibilidad posibilidad de interpretarse como signo de esencia, es dec~, como
2. existente
existente posibilidad remático. Corresponde a la instancia existente-posibilidad-
3. existente
posibilidad posibilidad posibilidad.
4. ley
existente posibilidad 3. Sinsigno remático indicial (como un grito espontáneo) es
5. ley
ley posibilidad "cualquier objeto de la experiencia directa en la medida
6. ley
en que dirige la atención a un objeto por el cual es causada
Si el segundo correlato es un existente, s610 hay dos posibles su presencia" (2.256). Involucra necesariamente un sinsigno
clases de signos: icónico, pero es distinto de él, pues éste atrae la atención
hacia sí mismo, mientras que el indicial la atrae hacia el
existente existente objeto. Corresponde a la tricotomía existente-existente-
7. existente
existente existente posibilidad.
8. ley
4. Legisigno icónico (como un diagrama no concreto sino ge-
Finalmente, si el primer correlato es una ley, tendremos las últi· neral) es "cualquier ley o tipo general en la medida en que
requiere de cada una de sus instancias que encarne a una
mas dos clases de signos, que son: cualidad definida que lo convierta en apto para evocar en
existente la mente la idea de un objeto semejante" (2.258). Como es
9. ley ley icónico, el tercer correlato debe ser sólo posibilidad (re-
10. ley ley ley
mático). Respecto al primero, es una ley, por lo tanto, rige
las réplicas que resultan de su concreción, que son sins~nos
clases que, traducidas a los ténninos específicos de la teoría de icónicos. Corresponde a la tricotom la ley-posibilidad-po-
Peirce, dan por resultado lo siguiente: sibilidad.
5. Legisigno indicial remático (como un pronombre demostra-
1. cualisigno icónico remático. tivo) es "cualquier tipo o ley general [ ... ] que requiere de
cada una de sus instancias que esté realmente afectada por
2. sinsigno icónico remático.
su objeto, de modo que atraiga la atención sobre dicho ob-
3. sinsigno indicial remático.
jeto" (2.259), Cada una de sus réplicas será un sinsigno
4. legisigno icónico remático
indicial remático. Corresponde a la tricotomía ley-existente-
5.
6.
7.
8.
legisigno indicial remático.
legisigno simbólico remático.
sinsigno indicial dicente.
legisigno indicial dicente.
6. posibilidad.
Simbolo remático (como un nombre común o un concepto
general) es "un signo conectado con su objeto por una aso-

71
70
11~11~ 11~- ()Jlr-!
I

ciación de ideas generales de manera tal que su réplica evoca la relación que mantiene con su interpretan te. Finalmente, estable-
ció las bases para una rigurosa defmición, si no del signo, sí de las
en la mente una imagen, la cual, debido a ciertos hábitos
[... ] tiende a producir un concepto general" (2.261).
Como es de naturaleza general, es un legisigno; su réplica
, condiciones necesarias y suficientes para que algo -cualquier cosa
que sea- sea considerado como un signo.
será un sinsigno remático indicial; corresponde a la tricoto-
mía ley-ley-posibilidad.
7. Sinsigno dicen te (como ulla veleta) es "cualquier objeto
de la experiencia directa en la medida en que es un signo.y,
como tal, da información sobre su objeto" (2.257). Puede
dar información sólo si es realmente afectado por su objeto;
por ello es un índice. Corresponde a la instancia de todos
los correlatos existentes.
8. Legisigllo indicia/ dicente (como un grito en la calle, una
señal de ¡Alto!) es "cualquier tipo o ley general [ ... ] que
requiere de cada una de sus instancias que esté realmente
afectada por su objeto de manera que pueda dar informa-
ción precisa con respecto a dicho objeto" (2.260). Cada
una de sus réplicas será un sin signo dicente. Corresponde
a la tricotomía ley-existente-existente.
9. Simbolo dicente (como una proposición) es "un signo que
está conectado con su objeto mediante una asociación de
ideas generales" (2.262). Es también necesariamente un
legisigno, por lo que corresponde a la tricotomía ley-Iey-
existente.
10. Un argumen to (un razonamiento, un silogismo) es "un sig-
no cuyo interpretante representa a su objeto considerán-
dolo como un signo ulterior a través de una ley, esto es,
la ley de que el paso desde esas premisas a esa conclusión
tiende a la verdad" (2.263). Su objeto debe ser general,
por tanto el argumento es un símbolo; como símbolo debe
ser un legisigno, su réplica será un dicente, es decir, una pro-
posición individual y concreta. Corresponde a la última ins-
tancia en la cual todos los correlatos tienen el estatuto de
ley.

Estas serían las diez clases de signos que Peirce propone. No es


posible ir más lejos en su argumentación, pues se trata ahora sólo
de exponer sus ideas respecto a una semiótica general. Habría que
estudiar con más detalle algunas de estas clases al estudiar los signos
visuales. Podría resumirse que el aporte de Peirce a la ciencia de los
signos fue, por un lado, definir su condición de posibilidad, es decir,
la postulación de una necesaria relación de representación -de me-
diación- entre el hombre y el mundo; por otro'ado, la considera-
ción de esta relación como un proceso, el proceso de semiosis. En
tercer lugar, el estudio y clasificación de los signos desde tres pers-
pectivas: desde el ángulo del signo en sí mismo -de su fundamen-
to-, desde el ángulo de su relación con el objeto y con respecto a
73
72
EMERGENCIA DE LA TEORíA SAUSSURIANA

La postura de Peirce con respecto al signo parte, como hemos


visto, de un postulado metodológico muy general que consiste en
un rechazo radical del intuicionismo. Dicho postulado desempe-
ña un papel muy importante en la concepción peirciana, pues cons-
tituye un marco para el análisis de los procesos semióticos, y su
visión de la semiótica como una disciplina autónoma y rigurosa tiene
como condición de posibilidad la reflexión epistemológica y el mar-
co ftlosófico que la sustentan. •
La postura de Saussure con respecto a la teoría de los signos
no es tampoco ajena a las consideraciones epistemológicas, ya que
en su formulación ocupan un lugar fundamental los aspectos que
conciernen al estatuto teórico de la disciplina particular en la que él
trabaja: la lingüística, considerada como una de las ramas de la teo-
ría general de los signos. Saussure inscribe la lingüística dentro de •
una clase más amplia, es decir, dentro de una ciencia que agrupa
",
todas las ciencias que tratan con sistemas de signos; esta ciencia ten-
drá por objetivo "el estudio de los signos en el seno de la vida social"
y llevará el nombre de "semiología", término que parece ser neolo-
gismo, ya que no se encuentran antecedentes de su uso (no así el
término "semiótica", utilizado desde Hipócrates y Galeno para deno-
minar el conjunto de síntomas de una enfermedad, y posteriormente
utilizado por Locke en sus Ensayos sobre el entendimiento humano,
de 1690). En el proyecto saussuriano parece que el lugar de la se:
miología está delimitada de antemano al determinarse su objeto
de estudio: el signo. Sin embargo, como veremos más adelante, \tI
observarse con más detalle se advierte que, para Saussure, siempre
que se habla de un signo, éste se encuentra regido por un sistema:
desde las primeras páginas del Curso de lingüística general el objeto
de la lingüística se halla definido como el sistema de signos lingüís-
ticos, es decir, la lengua.
Para comenzar a estudiar la teoría del signo según Saussure,
es útil recordar una de sus distinciones más importantes: la que esta-
blece entre "lenguaje" y "lengua". ¿Qué es la lengua?, se pregunta
Saussure ....Para nosotros no se confunde con el lenguaje; no es más

75
que una parte determinada, aunque esencial. Es a la vez un producto restringida" que la de Peirce; y la razón de esto, según el mismo la-
social de la facultad de lenguaje y un conjunto de convenciones ne- kobson es que "su actitud hacia la ciencia de los signos, y el nombre
cesarias, adoptadas por el cuerpo social para permitir el ejercicio de de 'semiología' [... ] que le impuso, quedan por lo que parece ente-
esta facultad en los individuos" (Saussure, 1979:25). Es decir, la ramente fuera de la gran corriente indicada por los nombres de Loc-
relación que hay entre lenguaje y lengua es la que existe entre una ke, Lambert, Bolzano, Peirce, Husserl. Se puede dudar, incluso, que
capacidad 'o facultad de realizar algo y el producto de esta capaci- haya conocido sus investigaciones" (Jakobson, 1979: 10). Es muy
dad. Este realizar, es decir, este hacer real no produce, com'o sería posible que no haya conocido esta corriente, pues de otra manera,
de esperar, algo concreto e individual, sino que produce un sistema, insiste Tullio de Mauro, "no podríamos explicar de otra manera su
que es una virtualidad, pero no por ello es menos real; se trata de forma de atribuir 'a los filósofos' sin otras determinaciones las ideas
un grado intermedio entre la concreción de la realización fónica aristotélicas, port-royalistas, racionalistas. Parece más probable que
(que equivaldría al "habla") y la abstracción más profunda (equi- haya asimilado la 'savia' a través del conocimiento de las ideas de
valente al "lenguaje"). En suma, el lenguaje es la capacidad o, como Kruszewski" (De Mauro, 1979:381). Parece importante señalar este
precisa Benveniste, facultad de simbolización o de significación, hecho pues, si la reflexión de Peirce se apoya en un profundo cono-
capacidad de utilizar signos; es decir, "de representar lo real por un cimiento de toda la tradición filosófica, particularmente la medieval
signo y de comprender el signo como representante de lo real" y la empirista, en cambio, la postura saussuriana parte desde dentro
(Benveniste, 1980:27). El lenguaje, dice Benveniste, es una facultad de la lingüística y se proyecta hacia las demás ciencias del signo.
exclusivamente humana, "característica universal e inmutable del Pero, si Saussure puede plantear desde la lingüística una teoría
hombre, [que] es otra cosa que las lenguas, siempre particulares de los signos, es porque rompe con los marcos epistémicos en )os
y variables en las cuales se realiza. Es de las lenguas de lo que se ocu- que esta ciencia se estudiaba; esta ruptura se manifiesta claramente
pa el lingüista, y la lingüística es ante todo la teoría de las lenguas" cuando expresa que la tarea de la lingüística debe definirse con rela-
(Ibíd.: 20-21). ción a la semiología, es decir, en precisar lo que hace de la lengua
Esta separación entre el lenguaje, como capacidad de signifi- un sistema especial en el conjunto de los hechos semiológicos. Este
cación, y de las lenguas, como una de las fonnas de realización de punto de partida es esencial para Saussure en la constitución del ob-
esta capacidad -separación propuesta por Saussure y retomada por jeto de la lingüística ya que, "si por primera vez hemos podido asig-
Benveniste- puede considerarse como la condición de posibilidad nar a la lingüística un lugar entre las ciencias es porque la hemos
de una teoría general de los signos: como el lenguaje se puede rea- hecho depender de la semiología". Para nosotros, continúa, "el pro-
lizar no sólo en la o las lenguas, sino en múltiples sistemas signifi- blema lingüístico es ante todo semiológico, y todos nuestros desa-
cantes, habría entonces una disciplina encargada de estudiar lo que rrollos toman su significación de ese hecho importante. Si queremos
tienen de general todos estos sistemas que realizan el lenguaje; y descubrir la verdadera naturaleza de la lengua, hay que considerarla,
ella sería la semiología. Hay, sin embargo, un obstáculo pues, anlbos, primero, en )0 que tiene en común con todos los demás sistemas
Saussure y Benveniste después de abrir la perspectiva, reducen el de) mismo orden; y los factores lingüísticos que aparecen como im-
lenguaje a su dinlensión lingüística únicamente: Saussure la define portantes a primera vista (por ejemplo, el juego del aparato vocal)
como el conjunto formado por la lengua (sistema de signos lingüís- no deben considerarse más que en segundo plano si no sirven para
ticos) y el habla (conjunto de realizaciones fónicas de dicho siste- distinguir la lengua de los demás sistemas" (Saussure, 1979:34-35).,
ma); para Benveniste la lingüística es "ciencia del lenguaje y ciencia En consecuencia, si Saussure llega a establecer una teoría general
de las lenguas", y estas oscilaciones en la definición del lenguaje de los signos a partir del estudio lingüístico, importa, entonces, ver
han sido, en buena medida, el origen de muchas confusiones y de cómo se constituye su teoría de la lengua, sobre qué terreno, a partir
obstáculos en la producción de los conceptos semiológicos. de cuáles discursos, con qué marcos epistémicos rompe y cuáles
Saussure no desarrolló una teoría de los signos completa y cohe- nuevos propone; es decir, se trataría de "comprender la complejidad
rente, puesto que a él le interesaba solament~.uno de los sistemas y la ambigüedad del discurso dado en función de sus condiciones
semiológicos (el de la lengua); no obstante, sus reflexiones han sido de producción, y tratar de obtener también los efectos históricos"
el punto de partida para la teoría general. De allí que parezca injusta (Normand, 1978 :67). '
la apreciación de J akobson de que la contribución de Saussure a la No se trata, obviamente, de hacer una historia de la formación
teoría de los sistemas de signos es "evidentemente más modesta y de los con~ptos lingüísticos -algo que, por otra parte, es necesa-

76 77
rio realizar, pues no es común entre los lingüistas la reflexión epis- se desarrollan, envejecen y mueren de acuerdo con leyes precisas.
temológica- sino de repasar los conceptos fundamentales del Curso En un libro publicado en 1863 dice que "las lenguas son organismos
de Saussure y su campo de intervención en la lingüística. naturales que han nacido y han crecido según leyes determinadas,
Para la comprensión de los marcos en los que se edifican las teo- y se desarrollan para envejecer y perecer sin recibir la menor de,ermi-
rías saussurianas importan, sobre todo, los conceptos desarrollados nación de la voluntad humana; las lenguas reivindican esa serie de
en el siglo XIX ya, que, como resume Benveniste, des de "1 o~. p.reso-
fenómenos que llamamos habitualmente con el término 'vida'. La
cráticos a los estoicos y alejandrinos, y luego en el renacuntento glótica, ciencia del lenguaje, es así una ciencia natural y su método
aristotélico, que prolongó el pensamiento griego hasta el fm de la es esencialmente el mismo que para las otras ciencias de la natura-
Edad Media, la lengua no es objeto de observación, sólo de especu- leza (Die Darwin 'sehe Theorie und die Sprachwissensehaft, cit. en
lación: las lenguas no se estudiaban ni se describían tal como son en Caussat, 1978:24). Esta introducción en la ciencia del lenguaje de
sí mismas' tampoco se trataba de verificar si las categorías fundadas la metáfora de la vida ha marcado una etapa importante para el des-
en la gnu~ática griega y latina tenían validez general" (B~nveniste, arrollo de la lingüística ya que trajo consigo un gran rigor y preci-
1980:21). Esta actitud permaneció vigente hasta fmes del slgl.o ~VlII, sión, lo cual dio por resultado un abandono de las anteriores preocu-
puesto que el descubrimiento del sánscrito, a principios del SIguiente paciones románticas acerca de la pureza de la lengua primitiva.
siglo abrió una nueva fase al establecer una relación de parentesco Entre el primer comparatismo, "elaborado alrededor de la noción
entr~ todas las lenguas llamadas de allí en adelante indoeuropeas. de parentesco (y ligado más o menos directamente a la historia natu-
En el siglo XIX, la lingüística "se convierte en una genética de ~as ral de Cuvier)" y el segundo, que introduce, bajo la fufluencia de
lenguas cuya tarea era el estudio de la evolución de las formas lin- Darwin, "la dimensión histórica al hacer de la genealogía la fmaMad
güísticas". (Ibíd.). . ~e la comparación" (Normand, 1976:77), hay muchas diferencias;
En 1808, Schlegel señalaba que el punto de vista ~ue esclarece- S1l1 embargo ambos momentos del comparatismo pertenecen a la
ría la relación entre el sánscrito y las otras lenguas era la estructura miSlTIa perspectiva epistémica: la que Foucault denomina "la vida
interna de las lenguas o la vergleichende Grarnrnatik, que nos dará como modo fundamental del saber" (Foucault, 1981); es decir, la
informaciones enteramente nuevas sobre la genealogía del lenguaje, consideración del organismo como un conjunto de elementos inter- •
así como la anatomía comparada ha alumbrado la historia natural" depend!entes que, por el carácter de ser vivo que se le atribuye, tiene
(Schlegel, Uber die Sprache und Weisheit der Inder, ~it. en Leroy, la propiedad de pasar por estadios diferentes.
1969). El término clave, el de parentesco, fue introdUCido por Bopp, Entre los puntos importantes de la propuesta de Schleicher
quien reunió las pruebas de la relación de parentesco entre las len- están: 1).da a la ciencia del lenguaje un objeto real (las lenguas), con
guas y con ello fundó la gramática comparada, claramente dem~­ el cual tIene una relación inmediata; 2) hace de esta ciencia una
cada de la filología. Bopp encarna la primera época ?~l comparatIs- lingüística general; 3) se prohíbe hacer una ciencia histórica, aunque
mo la cual enteramente sumergida en el romantIcismo alemán, r~con~ce etapas naturales en la evolución; por lo tanto, integra la
se ¿rientó h~cia la reconstrucción de una supuesta lengua primitiva. hlstona (aunque transfonnándola), por lo que puede reconocerse en
Tal vez el nombre más,importante en la segunda época del. co~­ Schleicher "la tendencia general de la lingüística al historicismo"
paratismo sea el de Schleicher, quien trat~ .de promover u~a ciencia (Medina, 1978: 7), por la vía del evolucionismo. Esta inclusión de la
nueva, la glótica, que se opone a la gramatIca o a la f~olo~~a puest~ historia en la ciencia del lenguaje sigue un camino erróneo, pue!\,
que, para él,' el estudioso de la glótica es un natur~sta que est,a como afirma Saussure, al considerar la lengua "como un cuarto reino
con las lenguas casi en la misma relación que el estudioso de la bota-
de la naturaleza" (1979:17) esta corriente comete el error de "ser
nica con las plantas: éste debe abarcar todos los organis~os ~egetales
exclusivamente comparatista en lugar de ser histórica" (Ibíd.: 16).
y debe defuúr las leyes de su estructura y su desarrollo (DIe De~ts­
La metáfora del organismo se comporta en la lingüística como
che Sprache, cit. en Normand, 1976:76); el jar~inero sería ~ás bien
un obstáculo epistemológico, y su denuncia más sistemática y conse-
como el filólogo ya que aquél cuida sólo d~ Ciertas esp~cles, apr~­
cuente se encuentra en los neogramáticos y en Whitney. Los neo-
ciables por su uso práctico o por su valor estético. ~ch~elcher, bota-
gramáticos se opusieron a la concepción de la lengua como organis-
nico de fonnación, inmerso en los métodos de las ciencias naturales,
mo natural; ellos pensaron la lengua como un producto colectivo
fue un apasionado por los esquemas linneanos; su originalidad fue
de los grupos humanos. Los comparatistas tuvieron el mérito de la
considerar las lenguas como organismos naturales, que nacen, crecen,
visión histilrica, aunque, "en oposición a la tradición de la 'gramá-

78 79


tica general', no comprendían por ciencia del lenguaje más que el elementos de la civilización" (The Life and Growth of Language,
estudio de la evolución y de la comparación de las lenguas, sin que cit. en Hombert, 1978: 115). La institución es una creación cultural,
la descripción de los hechos históricos tuviera, a sus ojos, más que colectiva, que responde a las necesidades de la comunicación. La len-
mero valor práctico y pedagógico" (Leroy, 1969:80). La obra de gua como institución implica en el origen un contrato, lo cual trae
los neogramáticos fue, según Saussure, "colocar en la perspectiva como consecuencia una "toma de posición convencionalista de Whlt-
histórica todos los resultados de la comparación y, de allí, en~adenar ney. A ese convencionalismo está ligada la afirmación de lo arbi-
los hechos en su orden natural. Gracias a ellos no vemos más en la trario del signo lingüístico, que no es una adquisición saussuriana,
lengua un organismo que se desarrolla por sí mismo, sino un pro- sino que el debate entre arbitrario y motivación data de la antigüe-
ducto del espíritu colectivo de los grupos lingüísticos" (Saussure, dad" {lbíd.: 116). Este asunto del contrato remite a un problema de
1979: 18-19). En la hlstoria de la lingüística del siglo XIX, los neo- fondo que es el del origen del lenguaje, y por allí mismo, al del
gramáticos introducen una discontinuidad: cambian el objeto de origen del hombre.
investigación y el método. No se' trata ya de construir una archilen- Saussure tomó algunos de los conceptos de Whitney, aunque
gua, sino de partir de la realidad, de lo conocido: de la lengua efec- desde una perspectiva distinta, como veremos. En 1894 escribe:
tivamente hablada y no del documento escrito de la filología com- "entre las diferentes tentativas que por primera vez tendían, entre
parativa, para llegar a lo no conocido, que es el pasado de la lengua. los años 1860 y 1870, a desprender, de la suma de los resultados
"Esta prioridad acordada al estado actual de la lengua, la búsqueda acumulados por la gramática comparada, algo general sobre el len-
de leyes sistemáticas [... ] prefiguran, en cierto sentido, algunas de guaje, todas eran abortadas o sin valor de conjunto, excepto la de
las grandes orientaciones saussurianas" (Chiss, 1978:97). Sin em- Whltney, que de buenas a primeras estaba en la dirección justa"
bargo, el trabajo de los neogramáticos se enmarca en el mismo obje- (cit. en Jakobson, 1976:289). Y precisamente, esa necesidad de bus-
tivo de comparar las lenguas entre sí, sin un objeto de conocimiento car "algo general sobre el lenguaje", es decir, de una teoría general,
definido. Si las adquisiciones de los neogramáticos permiten dejar se advierte en esta segunda mitad del siglo XIX. Esto se ve claramente
de considerar el lenguaje solamente en función de sus propias leyes sobre todo en Kruszewski, quien, en 1881, declaró que la tarea prin-
evolutivas; es decir, si demostraron que la lengua no tiene en sí mis- cipal de la lingüística no era "reconstruir el cuadro del pasado de la
ma su propia naturaleza, la búsqueda tenía que desplazarse a otro lengua, sino descubrir las leyes de los fenómenos lingüísticos (Ibíd.: •
lugar. Esto dio origen a dos direcciones en la investigación: por un 251). Baudouin de Courtenay, miembro de la escuela de Kazan igual
lado el psicologismo como el de Wundt, por otro lado el sociolo· que Kruszewski, afirmaba en ese mismo año que la tarea de la lino
gismo, cuyo representante más conocido es Meillet. güística, como la de toda ciencia, consiste en liberar el objeto de
Paralelamente a los neogramáticos, los trabajos de Whitney per- análisis de todo carácter casual y arbitrario en el establecimiento
miten superar la metáfora organicista a través de la cual se considera . de una regularidad y de una legitimidad" (lbíd.). Saussure debe ha-
la lengua (paradójicamente, uno de sus libros fundamentales en don- ber tomado de Baudouin y Kruszewsld (este último fue su alumno
de se refuta la consideración de la lengua como organismo, tiene el en París) la conciencia de no ser el único en sentir la importancia
título de The Life and Growrll of Language, 1875). Whitney define la de una teoría general de la lengua. De acuerdo con las notas biográ-
lengua como una institución social, es decir la define como instru- ficas sobre Saussure elaboradas por Tullio de Mauro, aquél se refuió
mento de comunicación, como uso y como historia (Hombert, 1978: en sus cuadernos de 1891 y 1908 a los mencionados lingüistas pola-
113·114), aunque privilegia este último aspecto: la lengua historia. cos y a su importancia por haber elaborado una "visión teórica,l de
Desde el punto de vista epistemológico, éste es un cambio impor- conjunto. Kruszewski, por otro lado, es también importante por ha-
tante, pues de esta forola la lingüística pasa del dominio de las cien- ber sido "el eslabón que une la concepción estructural de Saussure
cias naturales, donde la habían situado los comparatistas, al de las y las grandes concepciones lingüísticas de la filosofía europea ante-
ciencias históricas. La lengua es un producto histórico: ésta es una rior a Kant" (De Mauro, 1979:340). También Jakobson señala el
de las adquisiciones importantes de Whitn!l-~; y dicha historicidad gran aporte de los polacos a la lingüística general y a Saussure en
queda englobada bajo el concepto de insfftución. Por institución particular: "la fune convicción de que 'la lengua representa un todo
Whitney entiende "esos productos acumulados de las facultades armónico', los esfuerzos continuos por descubrir la ley interna en
humanas que se ejercen y se desarrollan, productos que crecen, que lo que Kruszewsld defmía como un 'sistema estructural' de la len-
cambian de día a día, [y que] es lo que llamamos instituciones, los ...
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gua" (J~kobs~n, 1976:,253), da al trabajo del lingüista polaco un diaria la vida de los signos "en el seno de la vida social". ciencia que
lugar pnmordlal en la busqueda de una teoría científica de la lengua. formaría parte de la psicología social, pero que, a su vez, englob~­
Éste seda el estado de la lingüística a finales del siglo XIX, ría a la lingüística. Como se ha mencionado antes, Saussurre enuncia
al menos con respecto a la lingüística general. Se advierte allí una sus proposiciones desde y hacia la lingüística; de allí la necesidad de
m~rcada referencia al punto de vista histórico y social, el cual per- decir algunas palabras sobre ella, El nombre oe lingüística pu~de
nute replantear algunos problemas tradicionales, aunque no resol- designar varias cosas: por un lado, el estudio de una lengu~, particu-
verlos, como por ejemplo el del origen del lenguaje: con respecto lar; por ello habrá tantas lingüísticas como lengu~s. Tamblen se ~a-_
a. este pro~lema, l.as respuestas que proporcionan el nuevo punto de bla de lingüística románica, germánica, eslava. etcetera, en la medida
vl~ta permIten ~eJar de lado las especulaciones genealógicas en tér- en que las familias de lenguas poseen características ~omunes ~us~~p­
mlflos de orgamsmo, para pasar a tratar el asunto en términos de tibIes de estudiarse en conjunto. Pero también eXiste una lmgulS-
convención y de institución: con ello se hace evidente allOra el ca- tica que estudia los mecanismos generales, las reglas y princi~ios
rácter social del lenguaje. Sin embargo, el uso de las metáforas de comunes a todas las lenguas. Es en este último campo donde se ms-
la her~ncia. del contrato, del lazo colectivo. hace aparecer a la len- cribe el trabajo de Saussure que aquí nos interesa destacar; sus
gua.. vIsta como convención o institución como una parte de obli- aspectos principales para nuestros propósitos son:
gacIOnes ex.teriores al individuo. lo cual parece una etapa importante
e.n el cammo de la formulación saussuriana de la lengua como Saussure se dio cuenta que la lengua sólo puede producir
SIstema, pero. al mismo tiempo. la concepción dominante de la sentido con la conúición de operar sobre un material dado
historia. que es una historia de hechos particulares. contingentes, según ciertas reglas, y que esta operación consiste en un~
que no pueden sistematizarse en leyes. hace que "la definición del organización formal de determinados elementos -:-fos son~­
objeto y de! método de la lingüística como ciencia permanezca muy dos en el caso de la lengua hablada, Si se combman som-
confusa" (Normand, 1978:68). dos' según ciertas reglas es posible formar palabras; si éstas
En el Curso de lingiiistica gene~'al está patente la necesidad de se combinan según reglas de otro tipo, pueden formar f~a­
construir una ciencia que vaya más allá de las particularidades; con ses y discursos. Con esta comprobación, Saussure exphca
el sistema de la lengua al definir la naturaleza de las reglas
ello retoma la, tradición de la gramática general de Port Royal, a
que constituyen su estructura. .'.
la cual se habla reprochado ser una construcción a priori, fundada Desde la perspectiva de Saussure, lengua y lenguaJe. ~onstl­
sobre la lógica, pero, como dice Saussure, "su base es menos criti- tuyen un fenómeno social. La lengua es una convenClOn por-
cable y su objeto mejor definido. lo que /lO es el caso para la lin- que sólo en la medida en que cada hablante asume su~ re-
güística inaugurada por Bopp" (Saussure, 1979: 1 18). Esta defensa glas y se pliega a ellas. puede integrarse en una comumdad
de la gramática de Port Royal reintroduce el punto de vista sincró- lingUística. Significar. producir sentido, es por lo tanto un
nico en una época en que lo diacrónico, era dominante. Con ello, acto social.
es~e. concepto de lo sincrónico, al igual que otros conceptos claves Si la lengua está regida por reglas propias, si es una conve~­
utilizados en el Curso, no con conceptos "descubiertos" por Saussure ción. será por tanto un producto histórico, ~s. decir. condi-
cionado históricamente. En la lengua se manifiestan efectos
o utilizados por éJ:por primera vez, sino que más bien tenemos que
de la evolución histórica de una formación social, aunque
considerados como resultado de un trabajo de transformación de un esta manifestación no es inmediata ni automática.
material previamente elaborado. Tales conceptos en Saussure se pro- El Curso de lingiiútica general no es sólo, en consecu~,ncia,
ducen a través de una ruptura con los marcos de pensanliento del una base teórica de la lingüística, sino que es tamblen la
siglo XIX; Y solamente al anunciar en forma de tesis las condiciones base de la reflexión sobre los mecanismos fundamentales
para romper con úichos marcos epistémicos pueden precisarse los de la significación en general. De allí la previsión de una
mencionados conceptos básicos de la lingüística saussuriana. A conti- ciencia de todos los sistemas de signos que funcionan en
nuación haremos un breve esbozo de los conterüdos del Olrso y de la vida social.
la postura saussuriana con respecto a la ciencí;¡¡'de la lengua, para
examinar después. con más detalle. algunos de los conceptos funda- Saussure considera el sistema de la lengua como el "más com-
mentales y su importancia para la ciencia general de los signos. pleto y extendido de todos los si~~emas d~ expreSión": y ello le per-
Saussure propone llamar "semiología" a la ciencia que estu- mite verlo como susceptible de convertIrse en patron general de
¡,

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tod~ la semiología, por más que la lengua sea tan solo un sistema Saussure entiende una entidad de dos caras, una sensible, el signi-
partIcular ficante, y otra inteligible, el significado. Al retomar la postura es-
h "de ésta" (Saussure '1979'101)
" Est e pasaje
' h a provocado
:nu~ a~ d/,scusJO~es sobre I,a contradicción que en él se advierte: toica, Saussure rechaza la concepción del signo como algo percep-
a ,gu[~t/ca -dIce, al mIsmo tiempo que está subordinada a la tible que representa a la cosa. El significante no es el sonido real y
seml?logla: es el ~odelo de ésta, Esto condujo a Barthes a postular concreto, como acontecinliento físico; el significado no es la cosa
una mV,ers/óll: segun él, lo no lingüístico -objetos imágenes com- real; tanto uno como el otro son entidades mentales, y su unión
portarfilentos- significan, pero no de manera autó~oma, sino 'Única- constituye el signo. El significante no se define más que por su rela-
I~ent,e a través del lenguaje verbal; "parece -dice- cada vez más ción con el significado, y viceversa, pero esta relación es convencio-
~Ifíc¡) concebir ~n, sistema de imágenes o de objetos cuyos signifi- nal o, más bien, es arbitraria: ninguna propiedad del significado se
c~d~s puedan eXlstH fuera del lenguaje ; percibir lo que una sustancia origina en las del significante, ni refleja tales propiedades, El proceso
slgn~fica, es fatalmente recurrir al recorte de la lengua: no hay otro que origina el signo, el que une los dos aspectos, es la significación;
sentido que el nombrado ' y el mundo de Ios Slgfll "fiIca d os no es esta asociación es válida para un grupo o para una comunidad lin-
otro que el del lenguaje" (Barthes, 1973:80), Desde esta perspectiva güística. De allí que sea necesario añadir que el signo es instituido,
en la c,ual ha~ q~~ ~ntender lenguaje verbal donde dice simplement~ que no existe fuera de la sociedad.
lenguaje, la lingUIstica no sería parte de la semiología sino a la in- Un problema que se plantea al hablar de los signos es el de su
versa; ~sta postura, ~i~ embargo, no puede sostenerse ya que limita delimitación: el de la determinación de las unidades de la lengua,
el sentido a sus condicIones de aparición, Saussure rechaza la coincidencia entre signo y palabra puesto que
~na afirmación de Saussure que conviene destacar es aquella existen muchas palabras en las que está contenido más de .un con-
que dIce que la leng,u~ ,es una fomla y no una sustancia; a partir de cepto. Como a la observación sólo le son dados los datos del habla,
ella tenemos ,la posIbilidad de desvincular el fenómeno lingüístico no los signos o las unidades de la lengua, es decir, sólo se observan
de lo sust~n~I~, de lo meramente accidental, lo cual equivale a pos- las sustancias que se manifiestan a través del habla, no es posible
tular la ,slgfllflcación como no natural, como convencional. Otro determinar tales unidades sobre dicha base sustancial. Tanto la sus-
aspecto unportante es la distinción entre lenguaje y lengua; Saussure tancia fónica del significante como la sustancia "psíquica" del sig-
sep~a estos conceptos l?orque para él es inaceptable tomar al len-
nificado son masas anlOrfas cuya segmentación no tiene nada de lin-
g~aJe, humano en su globalidad como objeto de estudio de la lin- güístico, Ambas masas amorfas solamente se segmentan al asodar
gue,stlca, ya que es de naturaleza "heteróclita y multiforme", es una en signos ciertas porciones de la masa sonora con ciertas porciones
lI~ezcla de cosas heterogéneas que admite tratamientos desde ciencias de la masa de pensamiento, y con estos segmentos la lengua crea
j, diversas, tales como ,la psicología, la fonología, la sociología, etcé- una forma y no una sustancia. En consecuencia, las unidade~ lin-
güísticas no pueden determinarse ni mediante conceptos fundados
I
I
tera, Por ello se requIere encontrar un punto de vista a partir del cual
s~ ponga un, orden e~ este caos y que, al mismo tiempo permita filosól1ca, sociológica o psicológicamente, o de cualquier otra ma-
31s!ar un objeto propIO de la lingüística y solamente de ~lla, Este nera extralingüística, ni por referencia a su sustrato material. Sólo
obJ~to es la. lengua. La lengl.la, conjunto de convenciones, insti- queda la posibilidad de determinarlas desde sus propio sistema, es
t~c/6n, no tJene que ver con el aspecto individual pues el indi- decir, por su posición. Saussure recurre a una analogía con el ajedrez
Viduo por sí s~lo no puede crearla ni modificarla; la lengua es un y se pregunta por qué una pieza dada, un caballo, por ejemplo, es,
contrato col~ctJvo, e~ la parte social del lenguaje. y si la lengua es lo que es: no es por su materia, ni por su figura concreta, sin~ que
la parte SOCIal, requIere remitir a otro lugar la parte individual a solamente importan sus relaciones con las demás piezas; es decir,
lo q.ue Saussure denomina el habla, que es la realización individ~al interesa sólo su valor. Este concepto de valor determina que una
partlc~lar. Esta noción se defme desde una perspectiva doble: tanto unidad lingüística exista únicamente en y a través del sistema que
la accIón de comunicar como su resultado, Por otro lado, la lengua forma con las demás unidades,
n,o es el resultado del habla sino su supuesto: sint~a existencia de un El concepto de valor está ligado al carácter arbitrario del signo
sistema de regla~ n~ es posible la acción, La relaCión entre lengua y ya que, si éste es arbitrario en sus dos componentes, entonces la
habla es de reallZaclón: la lengua, que es virtual, se realiza en el ha- única razón que determina la configuración particular de un signi-
bla, que es su concreción y materialización. ficante o de un significado es que los demás significantes o signifi-
La lengua también se define como sistema de signos, y por signo cados~oexisten en el mismo sistema lo delimitan de esa manera y

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no de otra. El valor de un signo depende exclusivamente del sistema La primera distinción es la que hay entre lenguaje y lengua, ya
donde funciona como signo y, más allá, depende la sociedad que da mencionada anteriormente: a partir de una opción teórica ("es el
vida a tal sistema. punto de vista el que crea el objeto"), postula el objeto de la lin-
Tenemos, pues, dos relaciones que no pueden confundirse: por güística. Como el término "lenguaje" recubre siempre una dualidad
un lado la relación de significación, interna al signo y que une sig- de nociones (pensamiento/sonido, social/individual, etcétera), ade-
nificante y significado; por otro lado, la relación entre un signo y más de que se presta a múltiples puntos de vista (psicológico, antro-
los demás signos del sistema, que es el valor. El valor proviené de pológico, etcétera), Saussure propone "colocarse primero que nada
la posición recíproca de los elementos del sistema; no es absoluto sobre el terreno de la lengua y tomarla como norma para las demás
sino que está determinado por relaciones. Como dice Saussure, la manifestaciones del lenguaje. [... ) Sólo la lengua parece ser suscep-
lengua es "un sistema cuyos términos son solidarios y [ ... ] el valor tible de una defi~ción autónoma" (Saussure, 1979:25). La lengua
de cada uno es el resultado de la presencia simultánea de los demás"; es, en primer lugar, un "producto social de la facultad de lenguaje
en otras palabras, en la lengua no hay más que diferencias y sus uni- y un conjunto de convenciones necesarias, adoptadas por el cuerpo
dades son puramente diferenciales u oposicionales: su caracterís- social para permitir el ejercicio de esta facultad en los individuos"
tica es la de ser lo que las demás no son. Tanto desde el punto de (Ibíd.). Es decir, la lengua es una institución; con ello se pon~ de
vista del significante como del significado, la lengua no comporta manifiesto su carácter social que opta por una posición sociohistó-
ni ideas ni sonidos prexistentes al sistema, sino sólo diferencias rica contra la naturalista. Pero, de la misma manera que Aristóteles,
conceptuales y diferencias fónicas surgidas del sistema. Por ello es Saussure integra los dos criterios presentes en el "Cratilo"; "no es
necesario insistir en que este sistema de valores no está formado el lenguaje hablado -dice- lo que es natural en el hombre, "Sino la
por sustancias o materias fónico-acústicas, por un lado, y lógico- facultad de constituir una lengua, es decir, un sistema de signos dis-
psicológicas por otro, sino que transforma tales materiales en confi- tintos que corresponden a ideas distintas" (Ibíd.: 26); la lengua es
guraciones diferenciales. Es en este sentido que habría que entender convencional, el lenguaje, como facultad, es natural. Pero esta natu-
la propuesta de la lengua como algo formal y no sustancial. raleza no corresponde a algo físico o biológico, sino que se trata
Las relaciones que unen los términos del sistema puede desarro- de una naturaleza humana, ligada a la sociedad y a la historia.
llarse sobre dos ejes, sintagmático y paradigmático, y cada uno en- En segundo lugar, la lengua es un sistema de signos; es el con-
gendra sus propios valores. En la cadena de signos que es el sintagma, cepto de sistema lo que le permite a Saussure dejar definitivamente'
los signos contraen relaciones por su encadenamiento; alH el valor de la metáfora del organismo: en las notas de Riedlinger, uno de sus
un signo se adquiere por oposición respecto a los otros términos estudiantes, esto se dice explícitamente: "se han hecho objeciones
de la cadena. Por su parte, fuera del discurso, los términos se agrupan al empleo del término 'organismo': la lengua no puede ser compa-
según propiedades comunes y forman paradigmas. Las relaciones rada. a un ser vivo, es en todo momento el producto de aquellos de
paradigmáticas unen los términos en ausencia, y el valor de cada quienes depende. No obstante, puede emplearsc esa palabra sin decir
término se obtiene por oposición respecto a los demás miembros que la lengua es ser aparte, que existe fuera del espíritu, indepen-
del mismo paradigma. diente. [Si se prefiere) puede hablarse de sistema en lugar de ha-
A grandes rasgos, ésta sería la visión saussuriana de la teoría blarse de organismo" (nota de De Mauro, en Saussure, 1979:438).
del signo lingüístico, la cual es posible extender o especificar para En tercer lugar, la lengua es una institución, pero de un ca-
otros tipos de signos. Para ello es necesario discutir rápidamente rácter distinto al de las demás instituciones. Dice Saussure que "para
algunos de sus conceptos más importantes y revisar en cad á uno de Whitney, quien asimila la lengua a una institución social al mismo
ellos las posibilidades de esta extensión. título que las demás, es por azar, por simples razones de comodidad,
El primero es el del objeto, pues sabemos que una ciencia no que usamos el aparato vocal como instrumento de la lengua [.. ·1
adquiere su derecho a la autonomía más que por la definición de Sin duda esta tesis es demasiado absoluta; la lengua no es una insti-
un objeto específico; en el caso de la Iingüístio~' se trataba de pen- tución social semejante en todos los aspectos a las demás". (Sau-
sar en el concepto que la distinguiría de los enfoques previos. De allí ssure, 1979: 26). Para comprender su naturaleza especial -conti-
que la primera tarea de Saussure haya sido demostrar la imposibili- núa- "hay que hacer intervenir un nuevo orden de hechos" (Ibíd.:
dad de constituir una ciencia lingüística sin una distinción previa 33). Este nuevo orden de hechos es el semiológico, puesto que "la
entre la dimensión histórica y la del sistema. lengua~s un sistema de signos que expresan ideas y, por ello, com-

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I'a I I
parable a la escritura, a los ritos simbólicos, a las formas de corte- de lengua, y con ello pretende erigirse como científica, pero vuelve
sía, a las s~ñales militares, etcétera. Es solamente el más importante a introducir el sujeto a través de la noción del habla), es importante,
de es~os sls.temas [... ] Podemos entonces concebir una ciencia que pues es la que permite la constitución de un objeto de estudio de la
e~tudle la vIda de los signos en el seno de la vida social; ella forma- lingüística al sustraerse a un acercamiento subjetivo al lenguaje:
na parte de la psicología social, y en consecuencia, de la psicología la lengua se define como exterior al individuo; éste no puede modifi-
general; la llamaremos semiología (del griego semeion, "signo"). carla. Por medio del concepto de lengua, "al plantear un tipo de rea-
Nos enseñaría en qué consisten los signos y cuáles leyes lo~ rigen" lidad (concreta) que no proviene de lo que es directamente visible
(Ibíd.). Para nosotros, dice Saussure, "el problema lingüístico es y/o vivido por un sujeto, plantea, aun cuando de manera no explí-
ante todo semiológico", y "si queremos descubrir la verdadera na tu- cita, que el dato es construido. El principio general de determina-
r~eza de la lengua, hay que tomarla primero en~o que tiene en co- ción de este objeto, el criterio a priori de la lingüística, está dado
mun con los otros sistemas de signos" (Ibíd.: 35). en la definición: la lengua es un sistema de signos" (Normand,
Es decir, existe un cambio en las pusiciones de Saussure con res- 1978:75).
pecto a las de Wlútney: en uno de sus manuscritos de 1884 en El concepto de lengua ha recibido un desarrollo posterior por
d.ond.e estudia la concepción de este último del lenguaje como 'ins- Hjelmslev, quien lo considera desde tres ángulos: a) como forma
tItucIón descubre un defecto en ellas, y propone corregirla como pura, definida independientemente de su realización social y de su
sigue: el lenguaje es una institución, pero "una institución humana manifestación natural; se trata del esquema; b) como forma mate-
sin análogo" (en Jakobson, 1976:292). Se trata de una institución rial, definida por una realización social pero independiente de la
s~miológica o, más bien, de un sistema semíológico, es decir, forma, manifestación; ésta es la norma; y e) como simple conjunto. de há-
Sistema formal (por lo tanto, opuesto a sustantivo). Este punto bitos adoptados por una sociedad dada y definidos por las manifes-
de vista semiológico, que es algo distinto al convencionalismo per- taciones; éste es el uso. De las tres acepciones, la del esquema es la
mite, ".al. tratar la lengua como un sistema formal, escapar ta~to al que más se acerca a la definición de Saussure porque "es la única que
sustanclalismo como a la obsesión genealógica" (Normand, 1978: quita a la lengua todo carácter material (fónico, p.e.) y sirve para
80). La perspectiva semiológica, ajena a cualquier consideración filo- separar lo esencial de lo accesorio" (Hjehnslev, 1977:221). Es decir,
sófica acerca del origen, o a cualquier consideración fisiológica sobre es la que se encuentra detrás del axioma saussuriano fundamental
el a~arato ~~natorio, le permite considerar la lengua desde un punto de que la lengua es forma y no sustancia. La lengua, en cuanto esque-
de vIsta onglllal y con ello, al mismo tiempo, afirma su carácter de ma, puede desde esta perspectiva usarse para denominar cualquier
producto social. La semiología se convierte así en su fundamento sistema semiológico. Es esto lo que conduce a Claudine Normand a
(Puech/Radzynski, 1978:36).
preguntarse si la dicotomía lengua/habla no ha fundado más bien
Si la lengua es la parte social, su correJ¡lto, el habla, corresponde la semiología como ciencia que la lingüística (Nonnand, 1978:84).
a .Ia realización individual. Pero esta pareja lengua-habla no es, por Otro concepto in1portante de la lingüística saussuriana es el de
nl/lgún ~specto, original del pensamiento saussuriano. Ya en 1870, lengua como hecho social. Desde antes de Saussure se asignaba un
Baudoul/l de Courtenay había dado particular atención a dos aspec- carácter social al lenguaje, pero por social no se entendía una "ca-
tos del lenguaje, ligados entte sí y mutuamente implicados. Al pri- racterística de la lengua, que daría cuenta de su funcionamiento
mero, es decir, "al lenguaje en cuanto complejo riguroso de consti- interno y autónomo en el conjunto de las estructuras sociales de una
tuyentes y de categorías dadas, complejo que no existe sino en po- época", sino que con ese concepto se designaba el conjunto de las
~~nCiQ",. lo llamó simpleme~te "lenguaje"; al segundo aspecto, al condiciones sociales en sentido amplio, que no tiene mucho que
lenguaje en cuanto susceptible de ser repetido al infinito", lo llamó ver con lo puramente lingüístico, pero que sí son detenninan.tes en
"habla" (rel:) ("Lección inaugural", 1870 en Jakobson, 1976:230). el cambio lingüístico (Puech/Radzynski, 1978:48). Lo SOCIal es,
También Hermann Paul, uno de los integrantes del grupo de los pues, antes de Saussure, un carácter exogeno y determinante -y
neogramáticos, habla en sus Prinzipien der SprfJchgesehiehte (I880) esto es particularmente claro en Meillet- lo cual hace poner en duda
de la distinción entre el "patrimonio colectivo'" y la utilización in- la especificidad de la lingüística y delega a otros dominios la teori-
dividual de este patrimonio (De Mauro, 1979:382). La distinción zación sobre su objeto. Es como si "la caracteristica social fuera
lengua/habla, a pesar de todas las críticas que se le han hecho (por el único medio por el que la lengua accediera a un estatuto de reali-
ejemplo, que elimina la subjetividad al utilizar la noción o concepto dad" {.!.bíd.: 52). En Meillet se observa esta postura; para él, lo que
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la t~orfa lingüfstica tiene que hacer es "determinar a qué estructura El concepto de lengua como hecho social se ha relacionado con
SOCial responde una estructura lingüística dada y cómo, de una ma- el concepto de Durkheim,de hecho social, pues para éste un hecho
nera general, se traducen los cambios de estructura social en cam- es una actuación con capacidad de ejercer sobre el individuo una
bios lin?üísticos" (Meillet, "Observations générales sur le langage", presión exterior (Durkheinl, 1982). Si~ embargo, h~y algunas di-
1906, Clt. en Pu~ch/Radzynski, 1978: 58). Para Saussure, en .cambio, ferencias. En primer lugar, para DurkhelIn el hecho es IInpuesto des-
la naturaleza social de la lengua es una de sus características internas' de el exterior; para Saussure se clasifica a priori como social, ~n
e~te carácter social es para él la única manera de precisar el punto d; contra de las reglas de Durkheim; en segundo lugar, en DurkhelIn
Vista, de construir el objeto de la lingüística. La afirmación de lo lo social es un promedio estadístico de los casos individuales; para
social trae como consecuencia la postulación de una autonomía Saussure la lengua no es la resultante de los actos individuales (como
así como un cambio de paradigma (en el sentido de Kuhn): de I~ lo sería para los neogramáticos) sino su condición .. Por lo t~nt~,
soc!ológico a lo semiológico, es decir, a "un álgebra de los signos para Durkheim lo individual no es la huella de lo s~clal en I~s mdl-
sociales que no debe nada a las ciencias sociales" (Ibíd.: 58). viduos. Por último, para Durkheim los hechos socJales son Ideas y
El carácter social de la lengua está subordinado a lo arbitrario normas colectivas que regulan la actuación de los miembros d~ una
de los signos que la constituyen en cuanto sistema' por ello Saussure comunidad, mientras que para Saussure la lengua no es el conjunto
utiliza el término de institución, tomado de Whitney. Afirmar el de normas que rigen los actos de habla; en todo caso, lo que la len-
carácter institucional de la lengua es "sustraerla en parte al debate gua regula sería la estructura gramatical de las manifestaciones en
filosófico que opone naturaleza y convención, es simplemente des- el habla. En síntesis, Saussure no ha tomado sus ideas sobre la len-
plazar el naturalismo de su terreno cratiliano, el de la relación entre gua de la sociología de Durkheim, aunque tal vez sí particif'la del
las palabras y las cosas, al de la relación significante/significado; mismo marco en el cual éste desarrolló sus conceptos.
es hacer de esta relación el producto de un consenso" (Ibíd.: 60). La arbitrariedad del signo es una de las tesis centrales de la
Pero este consenso, que es el fundamento de todas las concepciones teoría saussuriana: para él el carácter arbitrario del signo es el prin-
convencionalistas desde Aristóteles, tiene un límite en el hecho de cipio fundamental de toda realidad lingüística. Este principio esta-
que la lengua se concibe como una nomenclatura; es decir, "engloba blece que la lengua es un conjunto de articulaciones, de límites:
como parte esencial 'significados' que coinciden con las 'cosas' que hacen discontinua la masa de realizaciones fónicas ~ la masa d~
por lo que los primeros son hechos preconstituidos" (De Mauro' significados; por medio de la lengua "el locutor categonza una enti-
en "Introdu~ción" a Saussure, 1979:xiii); el mundo de los signifi~ dad perceptiva o conceptiva como talo cual entidad significada"
cados preexiste a lo real. En Whitney, el término arbitrario está (De Mauro, 1979:365); en esta operación no hay ninguna razón in-
asociado con el de convencional, pero en Saussure no encontramos trínseca a la naturaleza de las sustancias acústica o conceptual. Es
este último: en su cuaderno de 1894 señala que la convencionalidad decir, no hay ninguna razón natural que ligue el lado sensible del
implica necesariamente una concepción del significado y del signi- signo con su lado inteligible, sino que esa relación es arbitraria. Este

,
I
ficante como dos hechos sobre los cuales opera secundariamente la concepto de arbitrario "no debe dar la idea de que el significante
convención humana para asociarlos (De Mauro, 1979 :442).
I En resumen, si la lengua es un hecho social es porque es una
depende de la libre elección del sujeto hablante (no está en poder
del individuo cambiar un signo una vez establecido en un grupo lin-
institución; pero esta noción no tiene el mismo sentido que en Whit- güístico); queremos decir que es inmotivado, es decir, arbitrario con
n.ey. sino que se considera ahora una institución porque está ya ins- respecto al significado, con el cual no hay ninguna unión nattiral
titUida, porque ha entrado en lo que Saussure llama "su vida semio- en la realidad" (Saussure, 1979: 101).
lógica". Instituida quiere decir que "no puede ser asimilada a un Se ha discutido este principio desde una perspectiva que cambia
contrato puro y simple" (Saussure, 1979: 104), sino que es siempre la intención de Saussure, pues se ha comprendido como una conti-
heredada: "ninguna sociedad conoce o ha conocido las lenguas de nuación del convencionalismo platónico, que postula que, por medio
otra manera que como un producto heredaclO.. de las generaciones de una convención, se une una significación preexistente y una ex-
precedentes y la ha tomado tal cual. Éste e~{1 porqué la cuestión presión detenninada (Stetter, 1979: 14); con ello se reduce el con-
del origen del lenguaje no tiene la importancia que generalmente cepto total de signo a una de sus partes, el significante. Benven~ste,
se le atribuye" (Ibíd.: 105). Esta concepción de la_ lengua como por su parte, no admite que la relación interior al signo sea arbitra-
instituida es correlativa a la concepción de lo arbitrario. ria, sinw "necesaria". Lo que es arbitrario, dice, es que "tal signo
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:,JI 11- 11 . '
y no tal otro, sea aplicado a tal elemento de la realidad, y no a tal
mente relacionado con el concepto de valor, pues si el signo es
otro" (Benveniste, 1980:52), Saussure plantea como consecuencia
arbitrario en sus dos componentes, entonces la única razón que
del carácter arbitrario el hecho que una lengua se modifique y que,
determina la configuración particular de un significado o de un sig-
además, pennanezca inmutable. A esto dice Benveniste que "no es
nificante es "el hecho que los demás significados o significantes
entre significante y significado donde la relación al mismo tiempo se
que coexisten con él en el mismo sistema lo delimitan así y n~ de
modifica y pemlanece inmutable, sino entre signo y objeto" (Ibíd.: otra manera" (Ibíd.: 451); es decir, que todo el valor de un signo
53). J akobson, por su parte, habla también de relación obligatoria depende del sistema y, más allá, de la sociedad que da vida a tal
entre las dos caras del signo, y califica el término de arbitrario como sistema. Por ello, el valor es radicalmente social e histórico. Esta afir-
una "elección desafortunada" de Saussure; "la relación entre un mación proviene de Saussure, pues para él lo arbitrario del signo hace
signans y un signatum, que Saussure arbitrariamente describió como comprender por qué el hecho social puede crear un sistema de
arbitraria, es en realidad una contigüidad habitual, aprendida, que
signos; "la colectividad es necesaria para establece~ I~s valores cuy,~
es obligatoria para todos los miembros de una comunidad de lengua
única razón de ser está en el uso y el consentlIlllento general
dada. Pero junto con esta contigüidad, el principio de similitud, la
ressel1lblance [... ) juega un papel enonne en el área de las deriva- (Saussure, 1979: 157). . ... .
Las páginas sobre el valor en el Curso de ImgulStlca general
ciones y de las familias de palabras, donde la similaridad entre pala-
constituyen el fundamento de una verdadera teoría de I?s sign~s,
bras de una raíz es decisiva, y donde es imposible hablar de la arbi-
trariedad" (Jakobson, 1980:33-34). pues es allí donde Saussure toma distancia del punto de vista S~CIO­
lógico pero sin dejar de referirse a lo social. El valor de los signos
Estas objeciones de Benveniste y de Jakobson son justas, pero
en el' sistema de la lengua -pero lo mismo podría decirse de los
sólo si limitamos concepto de arbitrariedad a lo descrito por Saus-
sure en las páginas que corresponden al parágrafo sobre arbitrarie- demás sistemas- y sus cambios dependen de la sociedad y no existen
dad, en el primer capítulo de la primera parte del CLC ("Naturaleza más que por ella. De allí que tanto la lengua como los demás siste-
del signo lingüístico"), donde lo arbitrario se entiende allí como mas de signos sean "instituciones semiológicas". Con el punto de
convencional (es decir, como una concepción del significado y del vista convencional estamos todavía dentro de una perspectiva socio-
significante como dos hechos que existen previamente a la conven- lógica; con la defm'ición saussuriana de signo por su modo de existen-
ción, y en la cual ésta opera a posteriori para aSOCiarlos). Pero en el cia social (es decir, que la existencia de valores implica la sociedad) •
resto del Cllrso, principalmente en el capítulo IV de la segunda se desecha la idea de un sentido que existe previamente, al mismo
parte, capítulo consagrado al valor lingüístico, está presente una tiempo que se sale del atolladero de una. ~elación mecáni~a entre
crítica al convencionalismo y a la concepción de la lengua como una lengua y sociedad para plantear una relaclOn entre lo SOCial y los
nomenclatura, que postula la imposibilidad de concebir un signifi- valores.
cado autónomo con respecto a los significantes. La noción de Un último concepto importante que es necesario tratar aquí
arbitrario que se desprende de las reflexiones sobre el valor la resume con respecto a la definición de la lingüística como estudio de un sis-
De Mauro como sigue: "El signo lingüístico es arbitrario porque es tema de signos, es el de sincronía, opuesto al de diacronía. Esta
una combinación (arbitraria, pero esto ya no tiene interés destacarlo) pareja de conceptos constituye una necesidad "práctica" "p~a .. l~s
de dos caras, significante y significado, que son arbitrarias en la ciencias que trabajan con valores", y particulannente para la Imguls-
medida en que unifican (y descriminan) arbitrarianlente, sin consi- tica una necesidad "absoluta" (Saussure, 1979: 115). Esto ha co~­
derar motivaciones de orden lógico o natural, sentidos dispares y ducido a algunos autores a proponer esta pareja como ~undadora
tipos de realizaciones fónicas" (De Mauro, 1979:365). del proyecto saussuriano, y no a la de lengua/habla (ChISS, 1978:
101). Asociada con la noción de sincronía está la de estado de len-
Saussure habla de dos propiedades del signo lingüístico y las
sitúa en un plano jerárquico similar: el carácter arbitrario, por un gua, y para describirla Saussure recurre al símil del ~j~?rez donde
lado, y el carácter lineal del significante. No <1p.stante, mientras que "el valor respectivo de las piezas depende de su pOSlClOn sobre el
la segunda concierne solamente al significanie~fónico o gráfico de tablero, así cómo en la lengua cada ténnino tiene su valor por opo-
los signos verbales, la primera propiedad es un principio semioló- sición con todos los demás términos". Pero este estado de lengua,
gico general, válido para cualquier tipo de signo, o más bien, para este corte sincrónico, es histórico, ya que "el sistema nunca es más
cualquier sistema de signos. Y este carácter arbitrario está íntima- que momentáneo; varía de una posición a·la otra" (Saussure, 1979:
126). Po~lo tanto, todo estado de lengua es histórico, pero no tanto
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~I I
y no tal otro, sea aplicado a tal elemento de la realidad, y no a tal
mente relacionado con el concepto de valor. pues si el signo es
otro" (Benveniste, 1980: 52). Saussure plantea como consecuencia
arbitrario en sus dos componentes, entonces la única razón que
del carácter arbitrario el hecho que una lengua se modifique y que,
determina la configuración particular de un significado o de un sig-
además, permanezca inmutable. A esto dice Benveniste que "no es
nificante es "el hecho que los demás significados o significantes
entre significante y significado donde la relación al mismo tiempo se
que coexisten con él en el mismo sistema lo delimitan así y n~ de
modifica y pernlanece inmutable, sino entre signo y objeto" (Ibíd.:
otra manera" (Ibíd.: 451); es decir, que todo el valor de un signo
53). Jakobson, por su parte, habla también de relación obligatoria
depende del sistema y, más allá, de la sociedad que da vida a tal
entre las dos caras del signo, y califica el término de arbitrario como
sistema. Por ello, el valor es radicalmente social e histórico. Esta afir-
una "elección desafortunada" de Saussure; "la relación entre un
mación proviene de Saussure, pues para él lo arbitrario del signo hace
signa/lS y un signatum, que Saussure arbitrariamente describió como
comprender por qué el hecho social puede crear un sistema de
arbitraria, es en realidad una contigüidad habitual, aprendida, que
signos; "la colectividad es necesaria para establecer los valores cuya
es obligatoria para todos los miembros de una comunidad de lengua
única razón' de ser está en el uso y el consentimiento general"
dada. Pero junto con esta contigüidad, el principio de similitud, la
ressemblance [... ] juega un papel enorme en el área de las deriva- (Saussure, 1979: 157). . ... .
Las páginas sobre el valor en el Curso de lt/~gulstlca ge.neral
ciones y de las familias de palabras, donde la similaridad entre pala.
bras de una raíz es decisiva, y donde es imposible hablar de la arbi- constituyen el fundamento de una verdadera teona de los signos,
trariedad" (Jakobson, 1980:33-34). pues es allí donde Saussure toma distancia del punto de vista s?cio-
Estas objeciones de I3enveniste y de Jakobson son justas, pero lógico, pero sin dejar de referirse a lo social. El v~or de. los signos
sólo si limitamos concepto de arbitrariedad a lo descrito por Saus- en el sistema de la lengua -pero lo mismo podna dec1fse de los
sure en las páginas que corresponden al parágrafo sobre arbitrarie- demás sistemas- y sus cambios dependen de la sociedad y no existen
dad, en el primer capítulo de la primera parte del CLG ("Naturaleza más que por ella. De allí que tanto la lengua como los demás siste-
del signo lingüístico"), donde lo arbitrario se entiende allí como mas de signos sean "instituciones semiológicas". Con el ~unto .de
convencional (es decir, como una concepción del significado y del vista convencional, estamos todavía dentro de una perspectiva ~OClO­
significante como dos hechos que existen previamente a la conven- lógica; con la defmición saussuriana de signo por su modo de eXisten-
ción, y en la cual ésta opera a posteriori para asociarlos). Pero en el cia social (es decir, que la existencia de valores implica la sociedad) •
resto del Curso, principalmente en el capítulo IV de la segunda se desecha la idea de un sentido que existe previamente, al mismo
parte, capítulo consagrado al valor lingüístico, está presente una tiempo que se sale del atolladero de una relación mecánica entre
crítica al convencionalismo y a la concepción de la lengua como una lengua y sociedad para plantear una relación entre lo social y los
nomenclatura, que postula la imposibilidad de concebir un signifi- valores.
cado autónomo con respecto a los significantes. La noción de Un último concepto importante que es necesario tratar aquí
arbitrario que se desprende de las reflexiones sobre el valor la resume con respecto a la definición de la lingüística como est~dio d~ un sis-
De Mauro como sigue: "El signo lingüístico es arbitrario porque es tema de signos, es el de sincronía, opuesto al de dlacroma. Esta
una combinación (arbitraria, pero esto ya no tiene interés destacarlo) pareja de conceptos constituye una nece.sidad "práctica" "p.ara.. l~s
de dos caras, significante y Significado, que son arbitrarias en la ciencias que trabajan con valores", y particularmente para la Imguls-
medida en que unifican (y descriminan) arbitrarianlCnte, sin consi- tica una necesidad "absoluta" (Saussure, 1979: 115). Esto ha cov-
derar motivaciones de orden lógico o natural, sentidos dispares y ducido a algunos autores a proponer esta pareja como ~undadora
tipos de realizaciones fónicas" (De Mauro, 1979: 365). del proyecto saussuriano, y no a la de lengua/habla (ChISS, 1978:
Saussure habla de dos propiedades del signo lingüístico y las 101). Asociada con la noción de sincronía está la de estado de len-
sitúa en un plano jerárquico similar: el carácter arbitrario, por un gua, y para describirla Saussure recurre al símil del ~j~drez donde
lado, y el carácter lineal del significante. No !fP.stante, mientras que "el valor respectivo de las piezas depende de su pOSICión sobre el
la segunda concierne solamente al significanie~fónico o gráfico de tablero, así cómo en la lengua cada término tiene su valor por opo-
los signos verbales, la primera propiedad es un principio semioló- sición con todos los demás términos". Pero este estado de lengua,
gico general, válido para cualquier tipo de signo, o más bien, para este corte sincrónico, es histórico, ya que "el sistema nunca es más
cualquier sistema de signos. Y este carácter arbitrario está íntima- que momentáneo; varía de una posición a·la otra" (Saussure, 1979:
126). Po~lo tanto, todo estado de lengua es histórico, pero no tanto
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porque se desarrolle en el tiempo, sino porque las motivaciones que
lo sostienen están socialmente determinadas, es decir, tienen un ca-
rácter contingente. Consecuentemente, ni absolutamente partidario
del punto de vista sincrónico (como los teóricos de las gramáticas
generales) ni del diacrónico (como los neogramáticos), Saussure
propone la diacronía como una sucesión de estados de lengua y la
sincronía como un momento de la historia. y esto es válido para
todo sistema de signos: sistema y proceso no son, entonces, opues- LOTMAN y LA SEMIÓTICA DE LA CULTURA
tos sino complementarios.
En síntesis, la postulación de los conceptos saussurianos funda-
dores: demarcación entre lenguaje y lengua, delimitación de la len- La llamada semiótica de la cultura abarca un amplio espectro den-
gua con respecto al habla, la postulación de la lengua como hecho tro de la semiótica general. En su base está el concepto mismo de
social, la postulación del carácter arbitrario del signo y su demarca- semiótica como una disciplina que trata de todos los sistemas de sig-
ción con respecto a lo convencional, la postura de hacer comple- nos que transmiten información dentro de los límites de una socie-
mentarias la diacronía y la sincronía, proponer una teoría del va- dad. Históricamente, la semiótica de la cultura es resultado de la
lor ... Todo ello conduce a sostener la tesis que considera que el confluencia de disciplinas tales como la lingüística, la lógica y la fi-
proyecto saussuriano desemboca menos en una teoría de la lengua losofía, aunque algunas de sus ideas más profundas surgen en ám-
que en una teoría general del lenguaje o, al menos, en una teoría bitos menos cercanos, por ejemplo, la concepción sociológica de las
general de los sistemas de signos. Es la semiología, versión saussu- normas, que provienen de Durkheim, o el teorema de Codel, cuyo
riana de la semiótica, la cual se presenta, de entrada, como una objeto es el fundamento de las matemáticas. Otro grupo de disci-
crítica a las concepciones tradicionales del signo. Con ello lleva a plinas que han aportado elementos a la semiótica de la cultura ha
cabo la tercera tarea asignada por Saussure a toda ciencia: deslin- sido ligado a dominios vecinos de la semiótica general, pero que es-
darse y definirse ella misma. Así, la semiología se acerca a la semió- tán dotadas de un cierto grado de especialización y formalización,
tica de Peirce en su función epistemológica (Stetter, 1978:12-13): tales como la teoría de la información, la informática, la teoría de
asume como tarea desarrollar principios que corrijan nuestros discur- los juegos. Por último ha sido también importante el empuje de los •
sos espontáneos sobre los signos al denominar las características prin- estudios sobre diversos campos de estudio circundantes, como el de
cipales de los signos en gt!neral y, con ello, permitirnos encontrar la teoría literaria, la poética, los estudios sobre el cine, la música, el
(o buscar, al menos) las diferencias sistemáticas de las especies de teatro, etcétera.
signos y de sus funciones. Si usamos la noción de paradigma propuesto por K uhn para
denominar así esas amplias constelaciones que afectan la forma en
que una comunidad percibe la realidad, y que cubren, por un lado,
creencias, valores y técnicas compartidas por una comunidad dada,
y, por otro, soluciones concretas que se usan como modelos en la
solución de problemas, entonces podríamos hablar de la semiótica
de la cultura como de un paradigma, unificado por términos ml1y
generales, pero segmentado por múltiples diferencias. Si esto es así,
es decir, si podemos hablar de una revolución científica (de un cam-
bio de paradigma), entonces tenemos que especificar cuál es el para-
digma que revoluciona, cuáles problemas resuelve y qué perspectivas
abre.
Como sabemos, uno de los puntos de partida de la lingüística
estructural fue la demarcación entre lo sincrónico y lo diacrónico;
en los primeros tiempos se manifestó de manera tan patente el recur-
so a lo ~crónico que casi no estuvo presente el acercamiento his-

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tórico. Por otro lado, este hecho se reforzó por la introducción a manencia de las estructuras por la de autonomía: toda estructura
los estudios lingüísticos de la teoría de la información de la traduc- posee elementos intrínsecos y elementos extrínsecos, y ambos están
ción automática y los trabajos científicos sobre la comunicación. dinámicamente interrelacionados en el proceso de cambio. Mientras
Este énfasis en lo ahistórico es una característica de la investigación que las relaciones intrínsecas dan cuenta de las características es-
en la porción occidental de Europa, sin embargo en la parte oriental pecíficas de cambios particulares, las extrínsecas dan cuenta de la
las cosas eran algo distintas: por un lado, los formalistas, por vivir dirección y velocidad de evolución. Estas ideas están en las Tesis
en un periodo de amplios canlbios sociales, tuvieron siempre en de 1929, pero de alguna manera estaban ya presentes en el mencio-
cuenta el dinamismo del cambio; la escuela de Praga, por otro, man- nado ensayo de Tynianov y J akobson.
tuvo una visión histórica en la fonología, y su postura funcional Los trabajos de Mukarovskl desde los años treinta, muestran
respecto a la lengua que mantuvo a salvo de los excesos del sincro- también interés por cuestiones del signo no únicamente lingüístico.
nismo puro. Que este sincronismo era una mera ilusión quedó de- Mukarovski, quien extendió su perspectiva a diversos campos de
mostrado desde el fundamental ensayo de J akobson y Tynianov la cultura, se ocupó, al referirse al arte verbal, de la evolución de las
de 1927, donde se establece que todo sistema no es más que un mo- estructuras, vista como un movimiento irúnterrumpido que, aunque
mento de la diacronía, por tanto, con un pasado y un futuro, ambos dirigido por leyes inmanentes, no ocurre de manera aislada del resto
elementos pertenecientes al mismo sistema; la diacronía, por otro de los fenómenos culturales, ya que tanto el arte verbal como los
lado, sólo puede verse como una suceción de tales momentos. demás fenómenos culturales son mutuamente dependientes. Su pun-
De cualquier manera, la concili¡¡ción entre sincronía y diacronía to de vista semiótico sobre el arte está expuesto en el ensayo "El
permaneció como un problema, y si' la semiótica de la cultura se pos- arte como hecho semiológico", de 1936. En este escrito, Mulcarovs-
tula como una revolución científica, entonces éste es, o debe ser, ki llega a la conclusión de que debe considerarse la obra de arte
uno de los problemas que ataque, y no solamente dentro de la len- como un signo que incluye una forma perceptible creada por el artis-
gua, sino en cómo se establece esta unidad. ta, una significación como objeto estético "registrada en la con-
Otro problema al que se tiene que enfrentar es investigar cómo ciencia colectiva", y una relación, que puede ser de tipo oblicuo o
se organizan internamente los sistemas culturales; cómo evolucionan metafórico o de cualquier otro, con el contexto social. "En el se-
y cómo se relacionan unos con otros; finalmente, investigar cuál gundo de estos constituyentes cae la estructura propia de la obra"
es la unidad significante de la cultura. (p. 6). Así la obra de arte se ve como un intermediario entre el crea-
Hasta cierto punto, estos problemas fueron considerados desde dor y la comunidad capaz de interpretar este artefacto. Si no se toma
la década de los treinta en las investigaciones del Círculo de Praga, en cuenta el carácter semiótico del arte, el estudio de la estructura
sobre todo por Mukarovski, cuando éste reflexiona sobre semió- es incompleto pues permanece como estudio formal, o como estudio
tica y estética en los diversos campos de la cultura. Posteriormente psicológico o como evidencia aéerca de condiciones ideológicas,
tales problemas se plantean en los trabajos de Bogatyrev sobre el económicas o sociales del medio. Gracias a su carácter semiótico,
folklore, pero es sólo hasta fmales de los años sesenta y principios la obra de arte está en una relación especial con su contexto social;
de los setenta cuando la semiótica de la cultura ha adquirido dere- "sólo el punto de vista semiótico permite al teórico reconocer la
chos como un dominio de estudio delimitado gracias a los trabajos existencia autónoma y el dinamismo esencial de la estructura artís-
de Lotman y el resto de los miembros de la escuela de Tartu-Moscú. tica, y enten<;ler la evolución del arte como un proceso inmanente,
Así, es obligado señalar como trasfondo de la semiótica de la pero en constante relación dialéctica con la evolución de otros do-
cultura a los estudios del Círculo de Praga el cual, bajo las influen- mirúos de la cultura" (p. 8).
cias de los escritos de Saussure, el fOffilalismo ruso, el formalismo Otra aportación de Mukarovskl en este sentido es la aplicación
checo, la Gestalt, la dialéctica hegeliana y la fenomenología de del concepto de poli o multifuncionalidad a todo tipo de compor-
Husserl, surgió en parte como oposición a la noción de sistema ce- tamiento, y el reconocimiento de la presencia de una función esté-
rrado y estático. Para ellos, pero sobre t~o para Mukarovski, lo tica en todo hecho cultural, la cual asume un papel que puede ser
sistémico está en todas partes y todos los sistemas están en mayor dominante o subsidiario, y tiene como característica básica la rup-
o menor grado interrelacionados. Ya que uno de sus puntos de par- tura de las normas. Este autor dio una gran importancia al estudio
tida fue postular la necesidad de una teoría que abarcara lo sincró- del papel de esta función, pero tuvo cuidado en señalar que no es
nico y lo diacrónico, entonces tuvo que sustituir la noción de in- sólo t;;} términos de función como hay que entender los sistemas de

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signos, sino también en relación con el valor y con las normas. En formes, debemos aprender a comprender estos objetos como signos
el primer caso, el valor tiene que ver con la medida en que un signo en la misma manera que aprendemos a comprender las diferentes
cumple su función de acuerdo con los agentes culturales que lo uti- palabras de un lenguaje" (Ibid.: 15).
lizan; en el segundo, las nonnas se refieren a las reglas que controlan Las reflexiones de Mukarovski y Bogatyrev no pertenecen pro-
tanto la producción como la recepción de mensajes; tales normas piamente a la semiótica de la cultura, aunque sí pueden considerarse
son similares al concepto saussuriano de lengua, es decir, constitu- como sus antecedentes directos. De hecho, esta corriente surge espe-
yen algo asi como una gramática del sistema de signos. cíficamente con el llamado grupo de Moscú-Tartu, que inició sus
Una de las primeras investigaciones que extienden la semiótica investigaciones analizando los sistemas artísticos, aunque paulatina-
más allá del dominio de la comunicación verbal es la de Bogatyrev, mente desplazaron su interés hacia otros sistemas culturales. El papel
quien mostró que el estudio funcional de un signo podía abrir nue- de Lotman en ese grupo ha sido fundamental, y su desarrollo par-
vas perspectivas para el estudio de la cultura en general. En un ensa- ticular muestra una tendencia bastante generalizada en los estudiosos
yo de 1936 sobre la canción folklórica, sugiere que la investigación contemporáneos: desde una postura historicista, cambia radical-
semiótica debe ser una tarea de la musicología para salir del impasse mente a un sincronismo -sobre todo en sus dos libros más conoci-
tIcl formalismo puro; según él, la canción folklórica representa un dos, las Lecciones de poética estnlctural y la Estnu:tura del texto
caso muy claro de polifuncionalidad semiótica, porque es posible artistico- para llegar a una síntesis de semiótica histórica. Lotman
estudiar la función estética en tensión jerárquica con otras funcio- es un historiador de la literatura, inserto en la tradición fIlológica
nes, como la mágica, ritual, religiosa o erótica, así como con las fun- rusa, lo cual autoriza a verlo como alguien que considera la literatura
ciones prácticas. "Las funciones de la canción folklórica no perma- sjempre en unión con las otras "series culturales" (como las llamaba
necen fijas, al igual que las funciones de otras actividades sociales; Tynianov) y con la historia social. Otras de las posturas básicas de
están en constante cambio. Funciones anteriormente dominantes se dicha tradición es considerar que el historiador de la literatura tiene
convierten en secundarias y pueden incluso desaparecer completa- por tarea también el análisis textual, y que toda obra literaria es por-
mente; algunas otras veces nuevas funciones aparecen" (Bogatyrev, tadora privilegiada de los valores culturales. Esto abre dos caminos,
1936a:30). que la semiótica de la cultura viene a sintetizar: por un lado, el del
En varios aspectos, la multifuncionalidad jerárquica de la can- texto, y el del lenguaje en el cual se constituye; por otro lado, el.
ción folklórica es paralela a la estructura funcional del vestido po- de la cultura en la cual dicho texto funciona como obra literaria.
pular; este hecho fue estudiado por el mismo Bogatyrev en un en- La visión estructuralista añade a Lotman un nuevo marco para
sayo también de 1936, "El vestido como signo". Allí se establece enfocar los problemas que le preocupan, y ello se manifiesta ya en
que "los estilos urbanos y rurales de vestir, usados corno vestidos su libro de 1964, Lecciones de poética estructural. Aquí, el concepto
nacionales, tienen muchas funciones: funciones práctica y estética, . central es el de oposición, relacionado con el de estructura, enten-
y a menudo, en asociación con la función estética, las funciones dida ésta como relación opositiva de elementos. La noción de opo-
erótica y mágica". Funciones, además, de indicador de edad, estado sjción, tomada de Trubetzkoi, subyace las tres partes fundamentales
civil; funciones festivas y pfofesionales, funciones que indican status de la obra: teoría del arte, teoría del lenguaje poético y teoría del
social, clase, religión, nacionalidad. En todos los casos, "el vestido contjlxto (cL ShukmaQ). ,1976 y Shukman, 1978). En ~a primera
es tanto objeto material como signo" (Bogatyrev, 1936b: 13). En parte, el arte se describe como un modelo de la realidad, modelo
este punto, el vestido difiere de la canción folklórica ya que ésta que se percibe en oposición al objeto real; su percepción es Una
no posee la misma dualidad. El autor muestra en este estudio la tran- relación de oposición entre ambos. En la segunda parte, Lotman
sición del vestido folklórico eslovaco a las ceremonias cotidianas, considera los procedimientos como creadores de repeticiones en los
a las fiestas y finalmente a los ritos, donde se manifiesta un cambio distintos niveles del lenguaje, los cuales, formados de elementos simi-
en la jerarquía de funciones, marcado por el debilitamiento de la laíes y disimilares, forman pares correlativos. Estas relaciones de
función práctica y el refuerzo de la funciól}d:stética asociada con oposición producen significados nuevos; los procedimientos poé-
otras. No hay una respuesta al problema de il relación entre signo y ticos hacen aumentar estas formas lingüísticas y, con ello, crean
objeto en estos ensayos, pero el análisis semiótico tanto del vestido nuevos valores semánticos. La última lección toca los conceptos de
como de otros hechos significantes encuentra allí un punto de par- texto y extratexto; este último es el contexto en el cual el texto
tida: "para comprender las funciones sociales de los vestidos y uni- aparece~y está formado por la tradición literaria en la que el poeta

98 99
escribe, su situación histórica y su ideología, así como por las ex- "El papel de la semiótica en el estudio cibernético del hombre",
pectativas y conocimientos del lector. En cualquier caso, la relación Ivanov establece que, desde el punto de vista de la cibernética y
de oposición es determinante en toda estructura, y, aunque no uti- la semiótica contemporáneas, "el hombre puede describirse como un
liza este término, su modo de pensar relacional liga a Lotman (en mecanismo que realiza operaciones entre signos y secuencias de sig-
este libro) a la corriente estructuralista. Ello hace que entienda tanto nos" (lvanov, 1965: 28), pero se diferencia de otros mecanismos
la percepción artística, el lenguaje poético, el texto, el contexto, que 4san sistemas de signos como son las computadoras o los ani-
etcétera, en términos no históricos, sino abstractos, intemporales y males. Los rasgos específicamente humanos se definen en ténninos
relacionales. de sistemas de signos "que permiten al hombre formar parte de una
Su segundo libro, Estrnctura del texto artístico, consolida este colectividad" (Ibíd.: 29). Según Ivanov, una colectividad puede eva-
modo de pensamiento sincrónico (o, más bien, acrónico). Lotman luarse describiendo todos los sistemas de signos que utiliza y sus
se ocupa aquí del arte como lenguaje, del problema del texto y sus diferentes niveles: lenguas culturales, lenguas artificiales, lenguajes de
ejes estructurales, de su composición y sus relaciones extra textuales.
gestos, etiqueta, señales en las calles, anuncios, lenguajes científi-
En esta obra es central la noción de sistema: la comunicación sólo cos, ceremonias religiosas, ropas. En la evaluación de la colectividad
es posible a través del sistema y, si el arte es estructurado, si comu- "es importante buscar la posesión de un máximo número de siste-
nica, es por tanto sistémico. Además de sistémico, el arte es .un mas en diferentes niveles, del más simple al más complejo, y tam-
mecanismo portador de información, la cual preserva y transmIte; bién su difusión en la colectividad" (Ibíd.: 33).
en este sentido el arte es un lenguaje, y el texto es un mensaje par- Un aspecto importante señalado por Ivanov es la función básica
ticular. Dentro de esta perspectiva, es posible hablar del lenguaje de todo sistema semiótico: modelar el mundo. El autor, apoyado
poético y analizarlo en términos de eje sintagmático y paradigmá- en el fisiólogo Bernstejn, añade que "cada modelo semiótico del
tico. Con ello, Lotman reformula y da un fundamento a la postura mundo puede considerarse como un programa para el comporta-
de J ak.obson -que la función poética proyecta el principio de equi- miento individual y colectivo" ,(Ibíd.: 36). El modelo del mundo
valencia del eje de selección sobre el eje de combinación- de manera construido por un sistema de signos específicos es común a una co-
que ahora el lenguaje poético resulta de la comparación y contraste lectividad completa y es introducido en cada individuo que se con- •
de elementos equivalentes repetitivos y de la comparación y con- vierte en miembro de dicha colectividad.
traste de elementos contiguos. Si fuera necesario dar una fecha para la emergencia del para-
No es posible sintetizar un libro de esta riqueza en unas líneas, digma de la semiótica de la cultura, ésta sería el año de 1970, cuando
ni tampoco señalar sus carencias -ya mencionadas por muchos crí- en el Cuarto Taller de Verano sobre sistemas modelizantes secunda-
ticos como la ausencia de un punto de vista preciso tanto sobre el rios, en Tartu, Estonia, se propuso un programa que abarcaba, entre
leng~aje como sobre la indefinición del concepto de información otros, los siguientes puntos:
(si es la entidad cuantificable de la teoría de la información o si es
un valor semántico); y sobre la indefinición del concepto de texto La premisa inicial es que toda actividad humana relacionada
(si es realización de un sistema, si es un sistema o un conjunto de con la producción, intercam bio y almacenamiento de infor-
sistemas), etcétera. Lo que sí habría que mencionar es que, para él, mación a través de signos posee una cierta unidad. Los
la comprensión de las obras artísticas se relaciona con variables sistemas individuales de signos, aunque puedan presentar
determinadas histórica y culturalmente, lo cual lo lleva a reconocer estructuras organizadas de forma inmanente, funcion~n
que los conceptos de código y mensaje (o los de sistema y proceso) sólo en conjunto. Ningún sistema de signos posee un meca-
son relativos desde un punto de vista histórico, así como también nismo que le asegure su funcionamiento aislado. De allí
lo son las reglas y restricciones y los ejes sintagmático y paradig- que, además de considerar la construcción de las ciencias
mático. Desafortunadamente, estos aspectos no se desarrollan ya que relativamente autónomas del ciclo semiótico, sea posible
están limitados por el acercamiento abstraa'sp y sincrónico que pre- otro acercamiento: que todas ellas consideran aspectos
particulares de la semiótica de la cultura, y que ésta es la
side el libro (cf. Lotman, 1978). ciencia que concierne a la correlación funcional de varios
La semiótica de la cultura ha recibido influencias notables de sistemas de signos.
otras ciencias, como la cibernética, sobre todo en sus primeros Así, las cuestiones sobre la estructura jerárquica de los len-
años. En un ensayo publicado en 1965, cuyo título es precisamente ,uajes de la cultura, la distribución de las áreas entre ellos,

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escribe, su situación histórica y su ideología, así como por las ex- "El papel de la semiótica en el estudio cibernético del hombre",
pectativas y conocimientos del lector. En cualquier caso, la relación Ivanov establece que, desde el punto de vista de la cibernética y
de oposición es determinante en toda estructura, y, aunque no uti- la semiótica contemporáneas, "el hombre puede describirse como un
liza este término, su modo de pensar relacional liga a Lotman (en mecanismo que realiza operaciones entre signos y secuencias de sig-
este libro) a la corriente estructuralista. Ello hace que entienda tanto nos" (lvanov, 1965:28), pero se diferencia de otros mecanismos
la percepción artística, el lenguaje poético, el texto, el contexto, que llsan sistemas de signos como son las computadoras o los ani-
etcétera, en términos no históricos, sino abstractos, intemporales y males. Los rasgos específicamente humanos se definen en ténninos
relacionales. de sistemas de signos "que permiten al hombre formar parte de una
Su segundo libro, Estnlctura del texto artístico, consolida este colectividad" (lbíd.: 29). Según Ivanov, una colectividad puede eva-
modo de pensamiento sincrónico (o, más bien, acrónico). Lotman luarse describiendo todos los sistemas de signos que utiliza y sus
se ocupa aquí del arte como lenguaje, del problema del texto y sus diferentes niveles: lenguas culturales, lenguas artificiales, lenguajes de
ejes estructurales, de su composición y sus relaciones extra textuales. gestos, etiqueta, señales en las calles, anuncios, lenguajes científi-
En esta obra es central la noción de sistema: la comunicación sólo cos, ceremonias religiosas, ropas. En la evaluación de la colectividad
es posible a través del sistema y, si el arte es estructurado, si comu- "es importante buscar la posesión de un máximo número de siste-
nica, es por tanto sistémico. Además de sistémico, el arte es .un mas en diferentes niveles, del más simple al más complejo, y tam-
mecanismo portador de información, la cual preserva y transmIte; bién su difusión en la colectividad" (lbíd.: 33).
en este sentido el arte es un lenguaje, y el texto es un mensaje par- Un aspecto importante sei'lalado por Ivanov es la función básica
ticular. Dentro de esta perspectiva, es posible hablar del lenguaje de todo sistema semiótico: modelar el mundo. El autor, apoyado
poético y analizarlo en términos de eje sintagmático y paradigmá- en el fisiólogo Bernstejn, añade que "cada modelo semiótico del
tico. Con ello, Lotman reformula y da un fundamento a la postura mundo puede considerarse como un programa para el comporta-
de Jakobson -que la función poética proyecta el principio de equi- miento individual y colectivo" ,(Ibíd.: 36). El modelo del mundo
valencia del eje de selección sobre el eje de combinación- de manera construido por un sistema de signos específicos es común a una co-
que ahora el lenguaje poético resulta de la comparación y contraste lectividad completa y es introducido en cada individuo que se con- •
de elementos equivalentes repetitivos y de la comparación y con- vierte en miembro de dicha colectividad.
traste de elementos contiguos. Si fuera necesario dar una fecha para la emergencia del para-
No es posible sintetizar un libro de esta riqueza en unas líneas, digma de la semiótica de la cultura, ésta seria el año de 1970, cuando
ni tampoco señalar sus carencias -ya mencionadas por muchos crí- en el Cuarto Taller de Verano sobre sistemas modelizantes secunda-
ticos como la ausencia de un punto de vista preciso tanto sobre el rios, en Tartu, Estonia, se propuso un programa que abarcaba, entre
leng~aje como sobre la indefinición del concepto de información otros, los siguientes puntos:
(si es la entidad cuantificable de la teoría de la información o si es
un valor semántico); y sobre la indefinición del concepto de texto La premisa inicial es que toda actividad humana relacionada
(si es realización de un sistema, si es un sistema o un conjunto de con la producción, intercambio y almacenamiento de infor-
sistemas), etcétera. Lo que sí habría que mencionar es que, para él, mación a través de signos posee una cierta unidad. Los
la comprensión de las obras artísticas se relaciona con variables sistemas individuales de signos, aunque puedan presentar
determinadas histórica y culturalmente, lo cual lo lleva a reconocer estructuras organizadas de forma inmanente, funcion~n
que los conceptos de código y mensaje (o los de sistema y proceso) sólo en conjunto. Ningún sistema de signos posee un meca-
son relativos desde un punto de vista histórico, así como también nismo que le asegure su funcionamiento aislado. De allí
lo son las reglas y restricciones y los ejes sintagmático y paradig- que, además de considerar la construcción de las ciencias
mático. Desafortunadamente, estos aspectos no se desarrollan ya que relativamente autónomas del ciclo semiótico, sea posible
están limitados por el acercamiento abstraaJP y sincrónico que pre- otro acercamiento: que todas ellas consideran aspectos
particulares de la semiótica de la cultura, y que ésta es la
side el libro (cf. Lotman, 1978). ciencia que concierne a la correlación funcional de varios
La semiótica de la cultura ha recibido influencias notables de sistemas de signos.
otras ciencias, como la cibernética, sobre todo en sus primeros Así, las cuestiones sobre la estructura jerárquica de los len-
años. En un ensayo publicado en 1965, cuyo título es precisamente ,uajes de la cultura, la distribución de las áreas entre ellos,

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y las instancias en las que estas áreas se sobreponen, adquie- se opone a la no cultura, y ésta es algo así como su reserva estruc-
ren significado especial. Es necesario considerar las condi- tural; la cultura posee un dinamismo evolutivo y puede estudiarse
ciones extrasistémicas sin las cuales un sistema no puede
funcionar. tipológicamente de acuerdo con varios criterios. En oposición a la
La determinación del conjunto mínimo de sistemas de sig- no cultura, la cultura posee los rasgos de organizada, sistemática y
nos -de lenguajes culturales- esenciales para el funciona- portadora de información; funciona como la memoria colectiva.
miento de la cultura como un todo, y construcción de un El concepto de cultura había sido estudiado al menos desde
modelo de las relaciones más elementales entre ellas; es 1967, en el ensayo "Problemas en la tipología de la cultura", en el
decir, un modelo de la cultura. cual Lotman define ésta, como la "totalidad de la información no
Una atención especial se reserva a la correlación entre hereditaria adquirida, preservada y transmitida por los diversos gru- .
lenguajes culturales primarios y secundarios; en este punto pos de la sociedad humana" (Lotman, 1967:213). Básicamente,
se requiere investigar la necesidad de esta distinción, los
considera la cultura como información y ello precondiciona los mé-
atributos que debe poseer un sistema para realizar la fun-
ción de primario o de secundario. todos de investigación, puesto que permite analizar tanto periodos
Otro aspecto que requiere investigarse es el lugar que ocupa culturales como el campo total de los hechos históricos y culturales
un sistema semiótico particular en la totalidad; la influencia como textos; con esto se hace posible la aplicación de los métodos
de un sistema sobre los demás; la distribución desigual de de la lingüística estructural en su estudio. Lotman utiliza la dicoto-
la organización interna de la cultura; el lugar del arte dentro mía código/mensaje como modelo para distinguir el contenido de
del sistema de la cultura; la dominancia de varios tipos de lo~ textos culturales y la estructura de su "lenguaje"; es decir, e~a­
arte. mma los hechos de la cul,tura desde dos perspectivas: "como infor-
Otro asunto de principal interés es el problema de la tipo- mación significante y conjo sistema de códigos sociales que p~tmite
logía de la cultura y los métodos de descripción tipoló- la expresión de esta información con signos para convertirla en
gica. Asociados con ellos, están los problemas de las relacio- patrimonio de la colectividad humana" (Ibíd.: 214).
nes de la cultura con el signo y con el texto, y la conside-
Este segundo aspecto de la cultura, como jerarquía de códigos
¡I!I!
ración de la semiosis como base para la caracterización
desarrollados en el curso de la historia, es de gran interés para la
¡,¡:I
tipológica. El conjunto mínimo de textos y el conjunto mí- Ir: l !
nimo de funciones en el concepto de cultura. tipología de la cultura ya que cada tipo de codificación de informa- 'i
Necesidad de estudiar las relaciones entre cultura y no cul- ción histórica y cultural está unida con formas de conciencia social
tura. Ello plantea aspectos como el de la cultura como me- de organización colectiva y de autoorganización de los individuos:
moria de la colectividad; el de pensar la continuidad de la La hipótesis de Lotman es que el número de códigos culturales
cultura como lo que da a la colectividad la conciencia de su fundamentales es relativamente pequeño y que la diversidad de las
existencia; otro es la posibilidad de explorar la cultura culturas resulta de las combinaciones complejas de este pequeño
como memoria organizada. número de tipos simples. Sin embargo, el estudio de los códigos
Un último aspecto que puede señalarse en el problema de
la evolución de la cultura; allí hay que preguntar qué ori- culturales no es fácil puesto que éstos son estructuras complejas
gina la necesidad de cambio en los lenguajes de la cultura; respecto de los lenguajes naturales sobre los cuales estos sistemas
cómo se construye la dinámica de un sistema semiótico. culturales se construyen. Los sistemas culturales son secundarios
Estas preguntas conducen a plantear la cultura como cate- respecto a los lenguajes naturales, que son primarios. \
goría histórica y a buscar los límites de las culturas indivi- Una de las razones de la complejidad de un código cultural es
duales. Finalmente a estudiar la cultura como esfera del que cualquier texto puede verse ya sea como un texto único con un
conflicto social, y a individualizar los conceptos de normas código único o como un conjunto de textbs con un conjunto de có-
y reglas de la cultura (Lotman, 1976b: 216-218). digos relativos. Además, este con.Juñio de textos puede consistir en
una pluralidad que no puede descifrarse por un código común, o
La pregunta acerca de cómo existe un sistéÍÍna semiótico particu- puede incluir textos que en un nivel requieren distintos códigos pero
lar, por ejemplo, el de la literatura, la responde Lotman: dentro de que en otro nivel basta un solo sistema de signos para entenderlos.
una cultura, y los temas del programa anterior nos indican algunos Otro aspecto importante señalado en este ensayo es que cada
aspectos sobre cómo entiende el concepto de cultura: unidad com- tipo de cultura representa una compleja jerarquía de códigos, y que
puesta de varios sistemas, ordenados jerárquicamente. La cultura un mismo !ex to puede dar informaciones distintas a distintos lecto-
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y las instancias en las que estas áreas se sobreponen, adquie- se opone a la no cultura, y ésta es algo así como su reserva estruc-
ren significado especial. Es necesario considerar las condi- tural; la cultura posee un dinamismo evolutivo y puede estudiarse
ciones extrasistémicas sin las cuales un sistema no puede
funcionar. tipológicamente de acuerdo con varios criterios. En oposición a la
La determinación del conjunto mínimo de sistemas de sig- no cultura, la cultura posee los rasgos de organizada, sistemática y
nos -de lenguajes culturales- esenciales para el funciona- portadora de información; funciona como la memoria colectiva.
miento de la cultura como un todo, y construcción de un El concepto de cultura había sido estudiado al menos desde
modelo de las relaciones más elementales entre ellas; es 1967, en el ensayo "Problemas en la tipología de la cultura", en el
decir, un modelo de la cultura. cual Lotman define ésta, como la "totalidad de la información no
Una atención especial se reserva a la correlación entre hereditaria adquirida, preservada y transmitida por los diversos gru- .
lenguajes culturales primarios y secundarios; en este punto pos de la sociedad humana" (Lotman, 1967:213). Básicamente,
se requiere investigar la necesidad de esta distinción, los
considera la cultura como información y ello precondiciona los mé-
atributos que debe poseer un sistema para realizar la fun-
ción de primario o de secundario. todos de investigación, puesto que permite analizar tanto periodos
Otro aspecto que requiere investigarse es el lugar que ocupa culturales como el campo total de los hechos históricos y culturales
un sistema semiótico particular en la totalidad; la influencia como textos; con esto se hace posible la aplicación de los métodos
de un sistema sobre los demás; la distribución desigual de de la lingüística estructural en su estudio. Lotman utiliza la dicoto-
la organización interna de la cultura; el lugar del arte dentro mía código/mensaje como modelo para distinguir el contenido tie
del sistema de la cultura; la dominancia de varios tipos de lo~ textos culturales y la estructura de su "lenguaje"; es decir, e~a­
arte. mma los hechos de la cul,tura desde dos perspectivas: "como infor-
Otro asunto de principal interés es el problema de la tipo- mación significante y conjo sistema de códigos sociales que p~tmite
logía de la cultura y los métodos de descripción tipoló- la expresión de esta información con signos para convertirla en
gica. Asociados con ellos, están los problemas de las relacio- patrimonio de la colectividad humana" (lbíd.: 214).
nes de la cultura con el signo y con el texto, y la conside- ¡III!
Este segundo aspecto de la cultura, como jerarquía de códigos
ración de la semiosis como base para la caracterización
desarrollados en el curso de la historia, es de gran interés para la
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tipológica. El conjunto mínimo de textos y el conjunto mí- I ~:I !
nimo de funciones en el concepto de cultura. tipología de la cultura ya que cada tipo de codificación de informa-
Necesidad de estudiar las relaciones entre cultura y no cul- ción histórica y cultural está unida con formas de conciencia social
tura. Ello plantea aspectos como el de la cultura como me- de organización colectiva y de autoorganización de los individuos:
moria de la colectividad; el de pensar la continuidad de la La hipótesis de Lotman es que el número de códigos culturales
cultura como lo que da a la colectividad la conciencia de su fundamentales es relativamente pequeño y que la diversidad de las
existencia; otro es la posibilidad de explorar la cultura culturas resulta de las combinaciones complejas de este pequeño
como memoria organizada. número de tipos simples. Sin embargo, el estudio de los códigos
Un último aspecto que puede señalarse en el problema de
la evolución de la cultura; allí hay que preguntar qué ori- culturales no es fácil puesto que éstos son estructuras complejas
gina la necesidad de cambio en los lenguajes de la cultura; respecto de los lenguajes naturales sobre los cuales estos sistemas
cómo se construye la dinámica de un sistema semiótico. culturales se construyen. Los sistemas culturales son secundarios
Estas preguntas conducen a plantear la cultura como cate- respecto a los lenguajes naturales, que son primarios. \
goría histórica y a buscar los límites de las culturas indivi- Una de las razones de la complejidad de un código cultural es
duales. Finalmente a estudiar la cultura como esfera del que cualquier texto puede verse ya sea como un texto único con un
conflicto social, y a individualizar los conceptos de normas código único o como un conjunto de textbs con un conjunto de có-
y reglas de la cultura (Lotman, 1976b: 216-218). digos relativos. Además, este conjunfo de textos puede consistir en
una pluralidad que no puede descifrarse por un código común, o
La pregunta acerca de cómo existe un sistliína semiótico particu- puede incluir textos que en un nivel requieren distintos códigos pero
lar, por ejemplo, el de la literatura, la responde Lotman: dentro de que en otro nivel basta un solo sistema de signos para entenderlos.
una cultura, y los temas del programa anterior nos indican algunos Otro aspecto importante señalado en este ensayo es que cada
aspectos sobre cómo entiende el concepto de cultura: unidad com- tipo de cultura representa una compleja jerarquía de códigos, y que
puesta de varios sistemas, ordenados jerárquicamente. La cultura un mismo !ex to puede dar informaciones distintas a distintos lecto-
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res. Una de las causas de esta movilidad es que "la jerarquía total las costumbres del grupo en que vive, y los productos de las activi-
de códigos que constituye este o ese tipo de cultura puede desci- dades humanas en la medida en que se ven determinadas por dichas
frarse ya sea con la ayuda de una estructura idéntica de códigos, o costumbres". Esta definición, que data de 1930 y que aparece en
con la ayuda de una estructura de otro tipo de códigos que se in ter- la defmición de "Antropología" en la Enciclopedia de las ciencias
secta sólo parcialmente con la usada por los creadores del texto o sociales, mantiene la propuesta de Tylor, pero en un contexto dis-
que es completamente ajena a él". Por tanto, un lector actual de un tinto; Tylor, desde el evolucionismo, considera la cultura como
texto religioso medieval recurre para descifrarlo a códigos distintos sujeta a un desarrollo lineal con etapas definidas e iguales para todos
de los que usó el productor; de hecho, cambia el tipo de texto, pues, los pueblos, aunque con distintos ritmos; Boas, por su parte, junto
en el sistema del productor, ese texto está en el grupo de los textos con Kroeber, critica la evolución lineal y afirma la pluralidad de cul-
sagrados, mientras que, en el del lector, puede estar en el de los tex- turas; ellos explican las analogías entre manifestaciones de diversos
tos artísticos (Ibíd.: 215-216). pueblos no por referencias a esquemas comunes, sino por el contacto
La concepción de cultura de Lotman -del grupo de Tartu- y difusión entre sociedades distintas. Además del contexto, hay otra
Moscú en general- no es una visión aislada, sino que es corolario diferencia notable: Tylor ve la cultura como virtualidad, con carác-
de los estudios etnológicos y antropológicos sobre este tema. Im- ter sistémico, como condición de posibilidad de productos y com-
porta, por lo tanto, hacer una descripción de la historia de este portamientos; Boas incluye tales productos y comportamientos en
concepto para dar a la visión de la escuela rusa su lugar en este la definición, por lo que ésta incluye tanto virtualidades como con-
desarrollo. creciones.
La idea de cultura se empieza a constituir como autónoma desde En la misma Enciclopedia de las ciencias sociales, Malinowski
el siglo de las luces y gira alrededor de la idea de patrimonio cul- es el encargado de elaborar la entrada "cultura"; ésta se ve allí
tural, como acervo de obras reconocidas como valiosas desde un cier- como una unidad organizada, funcional, activa y eficiente, cuyo
to punto de vista (estético, espiritual, científico, etcétera). La cul- análisis debe realizarse de acuerdo con las instituciones que la inte-
11111
tura se concibe como un patrimonio. El siglo XIX desarrolla sistemas gran, en sus relaciones recíprocas, de acuerdo con las necesidades del I
de referencias para fijar y jerarquizar los valores culturales, sistemas organismo humano y con el medio ambiente. La cultura, para él,
cuyo modelo es la herencia europea y cuyos valores provienen tanto es un todo funcionalmente integrado de acuerdo con la manera I 'PI
11 1

de la antigüedad clásica como de la tradición cristiana. Con estos como satisface necesidades; en su definición incluye "los artefactos, i ;¡
I
I, 1.
sistemas de referencias se legitima como cultura solamente la de los bienes, procedimientos técnicos, ideas, hábitos y valores heredados".
estratos dominantes, lo cual origina una visión etnocéntrica que Es decir, las virtualidades; pero también, "los pertrechos materiales
califica como cultura la que se ajusta a valores predeterminados. del hombre: sus artefactos, sus edificios, sus embarcaciones, sus ins-
La antropología del siglo XIX da el primer paso en contra de trumentos y sus armas, la parafernalia litúrgica de su magia y reli-
esta visión etnocéntrica, parcial y elitista de cultura, y la sustituye gión". Todo ello, que él llama "cultura material", es complementario
con una concepción basada en la universalidad: no hay pueblos sin del "sistema de valores morales, espirituales, económicos, la organi-
cultura ni culturas superiores 6 inferiores. Un cambio de paradigma zación social y el lenguaje". Malinowsk.i parte, por lo tanto, de la ,
ocurre en 1871, cuando Edward Tylor publica Primitive culture, concepción de Tylor pero su marco es el funcionalismo, y, por ello, 1 I
1
donde postula que "cultura o civilización, en sentido etnográfico es crítico tanto del evolucionismo como del difusionismo; desde esta "

amplio, es aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las perspectiva, la cultura es el conjunto de respuestas institucionaliza- \
creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera das a las necesidades primarias (las que remiten al sustrato bioló-
otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto gico) y a las derivadas del grupo, resultantes de las respuestas a las
nuembro de la sociedad" (Tylor, 1871:29). Esta definición tiene la primarias. La cultura es, así, un sistema cerrado de instituciones
característica de que no establece una jerarquía entre componentes funcionalmente relacionadas.
materiales y espirituales de la cultura; otro as~:pto notorio es que El enfoque sobre los aspectos sistémicos de la cultura fue
ve la cultura como conjunto de capacidades aClquiiidas. Ya en el desarrollado por los sostenedores de la llamada teoría de las formas
siglo XX, Franz Boas define la cultura como algo que "incluye todas culturales. Kroeber y Kluckhohn, en su reseña crítica publicada en
las manifestaciones de los hábitos sociales de una comunidad, las 1952, ven la cultura como "formas de comportamiento, explícitas
reacciones del individuo en la medida en que se ven afectadas por o implícitas,"adquiridas y transmitidas mediante símbolos y que

104 105
:1
constituye el patJlllllJllio singularizador de los seres humanos, in- cosas, y a la arma en que este otorgamiento es captado y apreciado.
cluida su plasmacion en objetos; el núcleo esencial de la cultura son El lenguaje rticulado es la forma más característica de simboliza-
las ideas tradicionales (históricamente generadas y seleccionadas) y, ción, pero s una forma entre otras: "una palabra, un hacha de pie-
especialmente, los valores vinculadas con ellas. Los sistemas de la dra, un fe ¡che, el evitar la madre de la esposa, la repugnancia de la
cultura pueden considerarse, por una parte, como productos de leche, la isopación de agua bendita, un cuenco de porcelana, decir
la acción y, por otra, como elementos condicionantes de la acción una ora ón, elegir por medio de un voto, la santificación del sab-
futura". Esta teoría, como se ve, da mayor importancia al estudio bath, y toda clase de capacidades y hábitos y cosas adquiridas por
de los modelos, formas, estructura y organización cultural que a el hom re en tanto que miembro de una sociedad; todas ellas son lo
sus elementos y contenidos. La cultura se ve como creación de indi- que s n: hechos y cosas que dependen del simbolizar" (W~~te,
viduos y grupos con los cuales interactúa, además de con el medio; 1959: 34). Las cosas y acontecimientos de la cultura se mamfles-
el desarrollo cultural, por otro lado, es un proceso histórico inte- tan e acial y temporalmente de tres maneras: "a) en los organismos
grado por elementos que proceden de distintas fuentes y que se unen hum os en forma de creencias, conceptos, emociones, actitudes;
en una configuración histórica. El resultado de este proceso en un b) e el ~roceso de interacción social entre los seres humanos; y c)
momento determinado es una serie de formas relacionadas, un precio en 1 s objetos materiales (hachas, fábricas, ferrocarriles, cuencos
pitado de la historia de un grupo particular; la cultura es este precipi- de erámica) que rodean a los organismos humanos integrados en
tado que está presente en las personas, en las que "configura su las autas de interacción social" (lbíd.: 140).
percepción de los acontecinlientos, de las otras personas y de la En innegable que los productos materiales, los comportamientos
situación que las rodea" (Kroeber y Kluckhohn, 1952: 186). Un ob rvables los textos son manifestaciones de la cultura, concre-
aspecto importante de esta perspectiva es su tendencia a evitar las cio es de I¿s conjuntos' de virtualidades que componen una cultura,
hipótesis causales, pues postula que la cultura es tan intrincada y pe o que ellos mismos no pueden estar incluidos en el propio con-
múltiple que parece inútil buscar leyes generales. ce to de cultura. Esto lo destaca Goodenough (1964), quien consi-
La llamada escuela culturalista de Ruth Benedict, Margaret de a que la cultura no es un fenómeno material; "no consiste en
Mead, Unton y Herskovíts, se caracteriza por acentuar la dimen- co as, gente, conductas o emociones, sino que es más bien la orga-
sión normativa sin abandonar la propuesta de Tylor. Para ellos, la ni ación de esas cosas; es la forma de las cosas en la mente del pue-
cultura abarca "todos los esquemas de vida producidos histórica- bl su modelo para percibirlas, relacionarlas o interpretarlas"
mente, explícitos o implícitos, racionales, irracionales o no raciona· (lQ64:36). Lo externo y lo observable, lo que la gente dice y hace,
les, que existen en un determinado momento como guías potenciales sus\asuntos y relaciones sociales, todo ello es producto de la cultura
del comportamiento humano". El carácter estructurado y jerarqui· en ¿uanto que la gente aplica su cultura a la tarea de percibir y en-
" '
zado de una cultura, es decir, su carácter sistémico, se advierte por frentar sus circunstancias. Desde esta perspectiva, la cultura sería
la presencia de un conjunto de valores compartidos por los miembros el conjunto de conceptos y modelos con los cuales los miembros
de un grupo social, el cual es subyacente a los comportamientos de una comunidad perciben e interpretan sus experiencias; tales
observables. Tal sistema de. valores funciona para reconocer la conceptos y modelos son aprendidos, y su aprendizaje se logra
existencia de culturas distintas en una sociedad así como la articu- "cuando aprendemos el sistema de significados que representan sus
lación de una cultura en subculturas, cada una con sus propios formas lingüísticas" (Ibíd.: 39). Los objetos, las conductas, las rela-
rasgos. Desde esta perspectiva, la cultura se adquiere mediante ciones sociales observadas pueden proporcionar los datos brutos \
aprendizaje; los modelos culturales son inculcados y sancionados para el estudio de la cultura, pero no son sus elementos co~sti!U­
socialmente. En esta línea se inscribe la célebre definición de Untan tivos· éstos serían más bien los modelos, reglas, normas y cntenos
según la cual "una cultura es una configuración de los comporta- implícitos en las conductas, objetos y relaciones sociales; son los
mientos aprendidos y de sus resultados, cuyos elementos son como sistemas de significados, de valores, de convenciones tácitas; son
partidos y transn;it~dos por los miembros de unlW)ociedad". las estructuras cognoscitivas que pueden advertirse en cualquier
La caractenstIca de los elementos culturales de ser transmiti- sociedad, que generan diversos grados de conciencia y formulación
dos por medio de símbolos es central en los escritos de Leslie White: verbal (Goodenough, 1971: 190). : ;
para él, la cultura es "la clase de cosas que dependen del simbolizar", Un último nombre entre los antropólogos que importa señalar ., I
,
y por "simbolizar" entiende otorgar un sentido a les hechos o a las es el de l.J¡vi-Strauss. En el contexto estructural en el cual escribe,

106 107
está también vigente el esquema normativo: la cultura como sistema da. Esta doble violación de la homeostasis es producto de la edu-
de reglas; y son estas reglas las que separan la naturaleza de la cultu- cación, es decir, de la socialización, y de la inventiva, cada una in-
ra. La oposición naturaleza/cultura es fundamental no sólo en el versa de la otra y ambas opuestas a la herencia genética.
nivel de la descripción sino también en el de la existencia real del En la concepción de Lévi-Strauss el lenguaje tiene un papel
hombre y de la sociedad; se trata de una oposición que se realiza constitutivo. Al examinar la correlación entre un lenguaje y una
y se manifiesta en todos los niveles de la organización social y. de cultura, o entre lenguaje y cultura en general, concluye que, en pri-
los productos del espíritu humano. Para los propósitos de este tra- mer lugar, "el lenguaje es susceptible de ser tratado como un 'pro-
í bajo, la diferencia entre naturaleza y cultura está en la organización ducto' de la cultura: una lengua, usada en una sociedad, refleja la
I definida de la segunda, su carácter organizado, la presencia de un cultura general de la población. Pero, en otro sentido, el lenguaje
l'
L sistema de reglas institucionales que la determinan y la constituyen. es una 'parte' de la cultura; constituye uno de sus elementos entre
No es que la naturaleza no esté organizada, pero las reglas del mundo otros [... ] Pero eso no es todo; se puede considerar el lenguaje como
natural son de orden biológico. La cultura, en cambio, es un fenó- una 'condición' de la cultura, y eIJo en un doble sentido: diacró-
meno determinado por el papel de las tradiciones y por el modo nico, puesto que el individuo adquiere la cultura de su grupo por
no hereditario de conservación, organización y transmisión de la medio del lenguaje; se instruye y se educa al niño mediante el habla;
información. se lo reprende y se lo halaga con palabras. Desde un punto de vista
La oposición entre naturaleza y cultura puede desglosarse en más teórico, el lenguaje aparece también como condición de la cul-
tres pares de oposiciones. En primer lugar, universalidad de la natu- tura en la medida en que ésta posee una arquitectura similar a la
raleza frente a la particularidad de la cultura; en segundo, unidad de del lenguaje. Una y otra se edifican por medio de oposiciones y ea-
las leyes de funcionamiento de la naturaleza, frente a la relatividad rrelaciones, es decir, de relaciones lógicas. De tal manera que el
de la esfera de aplicación de las leyes en la cultura. En tercero, la lenguaje puede ser considerado como los cimientos destinados a
espontaneidad en la naturaleza frente a la regulación en la cultura. recibir las estructuras que corresponden a la cultura en sus distintos ! 1I
Todo lo universal en el hombre está vinculado con su esencia bioló- aspectos, estructuras más complejas a veces, pero del mismo tipo
gica e indica que él pertenece a un dominio de la naturaleza. Ésta que las del lenguaje" (1970: 63).
i, 1
¡ 1/
se caracteriza por la espontaneidad, por la ausencia de regulaciones, Describir una cultura, desde esta perspectiva, significa describir
por el carácter probabilístico de su funcionamiento. En cambio, sincrónicamente las instituciones y su interrelación funcional, poner
todo lo vinculado con las normas apunta a las leyes de la cultura y de manifiesto la dinámica de los procesos de interacción entre el
se caracteriza por las particularidades de funcionamiento de sus individuo y la colectividad. La atención se dirige básicamente a la
leyes y la relatividad de sus aplicaciones. distinción y descripción del sistema de códigos que determinan
La naturaleza tiene una autonomía relativa; de allí la universa- las estructuras mentales. Revelar el sistema de códigos (social, cos-
lidad como su característica tipológica; la cultura es dependiente, mológico, etcétera), el establecimiento de la posibilidad de recodifi-
está sujeta, pues no se puede definir sin una definición previa de caciones y equivalencias entre ellos, el descubrimiento de la dife-
aquélla y sin el establecimiento ,de una correlación con ella. De allí rencia entre naturaleza y cultura, que se manifiesta de manera dis-
que la particularidad sea una característica tipológica de la cultura. tinta en cada cultura y en los diversos códigos de una misma cultura.
En resumen, los tres pares de opuestos que definen naturaleza y Esta descripción estructural no se plantea el estudio de la sustancia
cultura son: universalidad vs. particularidad; espontaneidad vs. nor- material ni el modo de manifestación de los fenómenos culturales,'
mas; no relatividad vs. relatividad (cf. Lévi-Strauss, 1970, 1979). sino solamente el aislamiento de los universales de la cultura, que
El problema del tránsito de la naturaleza a la cultura se resuelve existen en el nivel de la estructura.
por la indicación de dos tipos de mecanismos que determinan el La concepción de cultura de Lotman y los demás estudiosos
funcionamiento y, por consiguiente, la existencia de cada miembro de la misma escuela toma en cuenta todos los conceptos revisados
de la pareja: La naturaleza se caracteriza por proc...e90s cíclicos, repe- (Lotman cita explícitamente a Kroeber y Kluck.hohn, Ruth Bene-
titivos: da sólo lo recibido, porque intervienen las regulaciones de dict, M. Mauss, Lévi-Strauss y otros). Lotman parte de la conside-
la constancia y la continuidad de la herencia genética. La cultura ración de que hay muchas definiciones de cultura y que las diferen-
se caracteriza por procesos de acumulación y de condensación, en cias provienen de que el propio valor de este término es un derivado
los que el individuo da más de lo que recibe y recibe más de lo que del tipo ds.-cultura en que surja: "toda cultura determinada histó-

108 109
I
/
/
ricamente genera un detenninado modelo' cultural propio" (Lot- menos culturales se definen como sistemas secundarios con respecto
man/Uspenskij, 1971:67). En el estudio de la cultura -dicen las a las lenguas naturales, sistemas primarios. En su funcionamiento
tesis- la premisa es que "toda la actividad humana relacionada con histórico real, lenguas y culturas son indivisibles; como abstracción,
el procesamiento, intercambio y almacenamiento de infonnación el lenguaje puede figurar como un fenómeno en sí mismo, pero
posee una cierta unidad" (Lotman et. al., 1973: 1). La cultura apa- en funcionamiento, siempre está integrado en un sistema más am-
rece así como una esfera delimitada que se opone a la "historia, plio, que es el de la cultura.
experiencia o actividad humana exteriores a ella" (Ibíd.); es decir, Si la cultura tiene por función, según Lotman, "organizar es-
el concepto de cultura está unido de manera inseparable con la "no tructuralmente el mundo que rodea al hombre"; si es un generador
cultura". En otro lugar, define la cultura como el "conjunto de la de estructuralidad, necesita, entonces, poseer un dispositivo que
información no genética, como la memoria común de la humanidad proporcione a los miembros del grupo social el sentido de esta es-
o de colectivos más restringidos nacionales o sociales" (en Lotman, tructuralidad; éste es el lenguaje, que, "con su sistematicidad evi-
1979:41). De la multiplicidad de las definiciones de cultura, Lotman dente (por lo menos en los niveles más bajos), con su transformación
y Uspenskij señalan dos características comunes: primero, que la del mundo 'abierto' de los realia en el mundo 'cerrado' de los nom-
cultura posee rasgos distintivos y, segundo, que tiene un carácter bres, obliga a los hombres a interpretar como estructuras fenómenos
sígnico. Del primer aspecto se deriva que la cultura no es un con- cuya estructuralidad, en el mejor de los casos, no es evidente"
junto universal, sino un subconjunto organizado; es decir, no engloba (Lotman y Uspenskij, 1971:70). Aquí el problema consiste en en-
todo sino que es solamente una porción que se destaca sobre el fon- tender el concepto de estructura, la noción de asignación de estruc-
do de la no cultura. La variedad de las demarcaciones entre cultura tura. Describir algo estructuralmente consistiría en especificar lrls
y no cultura se reduce a que, "sobre el fondo de la no cultura, la elementos invariantes del objeto que se describe; a estos elementos,
cultura interviene como un sistema de signos" (Lotman y Uspenkij, que se consideran sistémicos, se les oponen los elementos inesta-
1971 :68). bles o irregulares, extrasistémicos, que no participan de la des-
La definición de cultura como la esfera de la organización, en cripción. Lotman advierte una dificultad, pues si la descripción, 1I
la sociedad humana y su opuesto como desorganización, es una defi- que elimina del objeto todo lo que es extrasistémico, se justifica ¡I
nición dada desde el interior del objeto descrito. Desde otra pers- en la construcción de modelos estáticos, en el caso de los modelos :I
pectiva, la oposición naturaleza/cultura se convierte en una inter- dinámicos, una fuente del dinamismo de las estructuras semióticas
pretación particular, condicionada históricamente, de la antítesis es la atracción que sufren ciertos elementos ex trasistémicos hacia
exclusión/inclusión. Desde un punto de vista externo, tanto cultura el interior, así como el rechazo de ciertos clcmentos sistémicos
como no cultura aparecen como esferas mutuamente condicionadas hacia el exterior. Si no se describe lo extrasistémico, el efecto será
e interdependientes, y el mecanismo de la cultura como un sistema presentar el sistema estudiado bajo un aspecto que excluye todo
que transforma lo externo en lo interno: el caos en orden, la entro- juego entre sistema y evolución, entre sincronía y diacronía.
pía en información. La cultura, lo interno, no sólo vive de la opo- La exigencia de describir lo extrasistémico trae dificultades
sición de las dos esferas sino d~l movimiento de una o la otra (Lot- de método, pues, "por un lado, lo extrasistémico se sustrae, en prin-
man, et. al., 1973:2). Cada tipo de cultura tiene su tipo correspon- cipio, al pensamiento analítico; por otro, el mismo proceso de des-
diente de no cultura; esta no cultura, espacio exterior respecto a cripción lo transforma necesariamente en hecho del sistema". Pa-
aquélla, tiene un papel fundamental en su mecanismo, al grado que rece que querer incluir en la descripción estructural el material \
en ocasiones se asocia la fuente generadora con la esfera no organi- externo es algo imposible; pero si se añade que extrasistémico y
zada. Entonces, "desde la posición de un observador exterior, la caótico no son ténninos sinónimos sino que el primero es el com-
cultura representaría no un mecanismo inmóvil, sincrónicamente plementario de sistémico, entonces también lo ex terno está orga-
balanceado, sino un sistema dicotómico, cuyo 'trabajo' se realiza nizado, aunque con otro tipo de organización. Cada uno de los tér-
como la agresión de la regularidad contra la esfe,¡¡~de lo no regulado minos del par sistémico-extrasistémico "no reviste la totalidad de
y, en la dirección opuesta, como la intrusión dé"lo no regulado en sus significados salvo en una correspondencia mutua con el otro,
la esfera de la organización" (Ibíd.: 6). y nunca como dato aislado" (Lotman, 1974:81). Si la descripción
En la concepción de cultura propuesta por la escuela de Tartu- implica elevar la organización del sistema, entonces la descripción
Moscú, el lenguaje es un componente esencial, pues todos los fenó- de un siste~,a semiótico por sí mismo es un medio de autoorgani-

110 111
zarse. En el seno de una lengua o de una cultura puede aparecer un mar textos en el sentido amplio de la palabra" (Zaliznjak, et. al.,
subsistema que se considera un metalenguaje para su propia descrip-
1962 ;49). Tales textos se distinguen de acuerdo con el aspecto sig-
ción. El efecto de este proceso de autoorganización es sacar del nificante de los signos de los cuales están construidos, el cual puede
sistema elementos que ya no son objeto de la descripción; así, si se ser lenguaje oral o escrito, representación gráfica, pictórica, escul-
eleva el grado de organización de un sistema, si el metalenguaje tórica, arquitectónica; frases musicales o vocales; gestos, formas
se hace más poderoso, puede llegar al extremo de perder contacto especiales de comportamiento humano, tales como el suei'lo y el
con los propios elementos del sistema que pretende describir. En éxtasis; formas ordinarias de comportamiento, como el consumo
otros casos, lo extrasistémico puede provenir de un sistema dife- de comida; artículos de uso diario que están involucrados en el do-
rente y, en estas circunstancias, "puesto que se examinan el objeto minio de la cultura (Ibíd.).
a describir y su entorno extrasistémico como fenómenos, cierta- Un aspecto importante del texto, ya presente en este mencio-
mente alejados el uno del otro, pero estructurales, es indispensable nado ensayo y que concierne a la construcción, es que el texto puede
para describirlo disponer de un metalenguaje bastante distante para ser homogéneo o heterogéneo, aunque en general es lo segundo por
hacerlos homogéneos" (Ibíd.: 83-84). El ejemplo más obvio del pri- el hecho de que en él aparecen elementos de más de un sistema.
mer caso, donde los elementos del metalenguaje se extraen del pro- Así, habrá niveles de complejidad en los textos según el número
pio lenguaje objeto, es el de la lingüística; ejemplo del segundo caso de sistemas o de niveles usados en su construcción (Ibíd.: 52).
es una semiótica de los mensajes visuales, donde los elementos meta- Lotman se ocupa específicamente del concepto de texto en un
lingüísticos pertenecen a otro sistema, el de alguna lengua natural. ensayo de 1966; allí dice que texto es un mensaje separado qu~ se
Lotman menciona otra posibilidad de acercarse a la cultura: percibe como diferente del no texto; además, no toda acumulación
como memoria no hereditaria de la colectividad, la cual se expresa
de signos es texto pues para ello se requiere que éste tenga un prirt-
en un sistema de prohibiciones y prescripciones. Esta definición
cipio, un fm y una organización interna (Lotman, 1966: 119).
plantea el problema del sistema de reglas semióticas según el cual
Los textos pueden clasificarse de acuerdo con varios criterios
la experiencia vivida de la colectividad se transforma en cultura, y
tipológicos, aunque el aspecto sintáctico y semántico no bastan
este sistema puede tratarse como un programa: "la existencia mis-
para determinar tal clasificación; sin embargo, estos aspectos sí
ma de la cultura sobreentiende la construcción de un sistema de
proporcionan una base sobre la cual se identifica el carácter funcio- •
reglas para la traducción de la experiencia inmediata en texto"
nal de un texto. La función social de un texto es la que determina
(Lotman y Uspenskij, 1971 :72). Este concepto, el de texto, es una
su clasificación tipológica (Ibi<l.: 120).
de las partes fundamentales de la teoría semiótica de la cultura.
Pero, por otro lado, un texto puede tener varias funciones
El texto es considerado como "el elemento primario (unidad
puesto que el productor de éste :lUede interpretarlo de acuerdo con
básica) de la cultura" (Lotman et. al., 1973 :6); de hecho, una cul-
ciertas categorías tipológicas funcionales, mientras que quien lo per-
tura en sí misma es un texto, o, más bien, un macrotexto compuesto
cibe puede interpretarlo según otras. El resultado es que ocurre
de textos. Este concepto fue definido o anticipado desde 1962 por
una reinterpretación general del texto "en la cual diferentes unidades
Pjatigorskij como una varied,ad de señales que componen un todo semánticas y sintácticas se convierten en estructuralmente signifi-
autónomo delimitado, el cual se caracteriza en tres esferas: a) des- cantes" (Ibíd.). Desde este punto de vista, una primera tipología de
de el punto de vista sintáctico, el texto debe tener una manera de los textos los divide en textos de acuerdo con el productor o tran~
fijarse (óptica, acústicamente, etcétera) de manera tal que se sienta fiÚsor, y tex tos según el receptor.
intuitivanlente como distinto del no texto; b) desde un punto de Otro ensayo de Lotman de 1968 (en colaboración con Pjati-
vista pragmático, esta fijación espacial no es un medio accidental gorskij) relaciona texto y cultura. Allí se define la función de un tex-
sino necesario para su transmisión, y e) semánticamente, un texto to como su papel social, como su habilidad para satisfacer ciertas
debe tener como atributo la comprensibilidad. Otro antecedente del necesidades de la comunidad que lo ha creado; es decir, se considera
concepto de texto data también del año 196.2·.y es de los investi- la función como una interacción mutua entre el sistema, su reali-
gadores Zaliznjak, Ivanov y Toporov. Aquí yít se menciona como zación y el destinador-destinatario.
texto no sólo el construido verbalmente sobre la base de un texto El concepto de texto según este enfoque difiere obviamente del
dado, también "los sistemas religioso y mitológico pueden construirse usado en lingüística, pues el primero se origina cuando la expresivi-
sobre la base de hechos directamente observados que podemos lla- dad lingül%tica deja de percibirse como suficiente para que un enun-
112 113
ciado se transfonne en un texto (Lotman y Pjatigorskij, 1968:125). tarse como literario" (Lotman, 1976a:340); en segundo, el receptor
En algunas culturas, lo escrito recibe un significado cultural especial del texto debe saber que éste se considera como literario; es decir,
y, por ello mismo, adquiere el estatuto de texto. Pero en las cultu- "el texto debe estar semánticamente organizado en alguna manera
ras que no tienen lenguaje escrito, el estatuto de texto lo da una defmida y debe contener señales que dirijan la atención hacia esta
organización lingüística suplementaria en el nivel de la expresión, organización. Esto significa que el texto literario puede describirse
sobre todo en ciertos pasajes orales que concentran infonnaciones no sólo como funcionando de cierta manera dentro del sistema gene-
sobre. astronomía, agricultura, etcétera, en fonna de proverbios o ral de textos pertenecientes a la cultura en cuestión, sino también
aforismos con rasgos estructurales definidos. La sabiduría es sola- como dispuesto en una manera particular. En la primera instancia
mente posible en forma de texto, y un texto implica siempre una estamos tratando con las estructuras de la cultura, en la segunda,
organización definida; en tales sociedades orales, la verdad se dis- con las estructuras del texto" (Ibíd.: 341-342).
tingue de la no verdad sobre la base de la organización supralingüís- Aunque los textos, como la cultura, se basen en última instancia
tica de una expresión o de un enunciado (lb íd.). en universales psicobiológicos, se interpretan contextualmente. Así,
En las "Tesis sobre la semiótica de la cultura" (1973), el texto los textos son relativos, dependen de un contexto y de un punto
se define como algo que tiene un significado integral y Una función de vista. Un mensaje puede ser un texto en una cultura pero no nece-
integral; su relación con la totalidad de la cultura y con sus sistemas sariamente en otra; su carácter de texto depende de cómo se percibe.
de códigos se muestra porque "diferentes niveles del mismo mensaje Las fronteras del texto también se interpretan en un marco relati-
pueden aparecer como un texto, como parte de un texto o como vista, de manera que un mismo mensaje puede verse como parte de
un conjunto completo de textos" (Lotman, et. al., 1973 :6). Aquí un texto, como un texto completo o como un conjunto de thtos,
el concepto de texto se aplica a cualquier portador de significado según el punto de vista utilizado.
integral, como una ceremonia, una obra de bellas artes o una pieza Una constante en los trabajos de la escuela de la semiótica de
musical. Por ello, los textos de la cultura pueden ser tanto mensajes la cultura es la incorporación de la historia dentro del ámbito de sus
en lengua natural como en otro tipo de lenguaje; la condición es preocupaciones. Lotman considera que, dentro del estudio de una
que, además de poseer un significado completo, cumplan una fun- cultura anterior, para no sustituir el sentido originario de una situa-
ción común. En este mismo ensayo, la cultura se entiende en tres ción por otro tomado de nuestro modelo del mundo, el análisis,
niveles: como una jerarquía de sistemas semióticos particulares, semiótico debe preceder al análisis histórico. El proceso histórico,
como la suma de textos y el conjunto de funciones correlacionados desde una perspectiva semiótica, se representa como "un proceso
con ellos, y como un mecanismo generador de textos (Ibíd.: 17). de comunicación durante el cual la afluencia de infonnación nueva
Otra aclaración pertinente es que, para que exista una cultura, se no cesa de condicionar reacciones-respuestas en un destinatario so-
requiere un mecanismo mínimo de al menos un par de sistemas se- cial (el socius) (Uspenskij, 1974:209). En este proceso, el código
núóticos correlacionados, pues un sistema aislado, por más orga- es una "lengua" que determina una cierta percepción de los hechos,
nizado que se encuentre, no puede constituir una cultura: "el texto tanto reales como potenciales en el contexto en que funciona asig-
en un lenguaje natural y la pintura muestran el sistema más usual nando un sentido a tales hechos y que puede ser leído por la colec-
de dos lenguajes constituyentes del mecanismo de la cultur~. La tividad. Hechos objetivamente iguales se pueden interpretar de ma-
búsqueda de la heterogeneidad de los lenguajes es un rasgo caracte- nera distinta en lenguas diferentes, especialmente lo significativo
rístico de la cultura" (Ibíd.: 20). en una época o área histórico-social, que puede no serlo según o\ro
Lotman, historiador de la literatura, se interesa por prinCipio sistema de representaciones. El sistema de representaciones del so-
en el sistema literario, que es un sistema fonnado de textos, que a cius, que desempeña el papel de destinatario, es el que "detennina
su vez fonna parte del sistema general de la cultura. Si existen tex- el mecanismo directo del curso de los acontecimientos, es decir, del ,
tos literarios es porque éstos pueden diferenciarse de textos no proceso histórico como tal" (Ibíd.: 210). .
literarios, y porque, además, el grupo humanor.í\le los usa posee la El ensayo de Uspenskij muestra una preocupación general de
habilidad para distinguirlos. Hay dos maneras de diferenciar las obras la semiótica de la cultura que es utilizar los conceptos y métodos
literarias de las obras no consideradas como literarias: en primer de la teoría de los signos en problemas que sólo eran susceptibles de
lugar, "cualquier texto verbal que es capaz, dentro de los límites un tratamiento diacrónico. Este es el criterio seguido en otros tra-
de la cultura en cuestión, de realizar una función estética puede con- bajos, 6Umo el de Averincev sobre la Alta Edad Media, donde estudia

114 115
se esconde el diablo, mientras que detrás del derecho está el ángel
la supervivencia del Imperio Romano no como una sociedad real de la guarda; también la regla de que los botones van a la derecha
sino como símbolo: "la ciudad devastada de Roma se convirtió, para en los vestidos masculinos, pero que, una vez muertos, sus ropas se
Occidente, en el signo de los signos: y su nombre, la insignia más . abotonan en sentido inverso; ello muestra otra correlación: derecha:
preciosa de los papas y los emperadores medievales" (Averincev, izquierda::vivo:muerto (Tolstol, 1974: 196).
1974: 146). En Oriente, el Imperio sobrevivió como imperio bizan- Existen muchos análisis de fenómenos significantes sobre este
tino, y en esta supervivencia la operación semiótica de renomina- tipo de oposiciones binarias de nociones fundamentales en muy dis-
ción tuvo un papel fundamental: Bizancio era una antigua ciudad tintas culturas. Rasgos distintivos del tipo superior/inferior, izquier-
griega, a la cual se asignó por convención el año 330 como su fecha do/derecho, oscuro/claro, blanco/negro, etcétera, son elementos de
de fundación; con ello se le quita su propia identidad para identifi- análisis susceptibles de usarse en el estudio de las culturas puesto
carla con Roma: pierde un nombre, pero gana un título. "Orgullosos que "pueden considerarse como una manifestación de tendencias
de ser los depositarios de la tradición estatal imperial, los griegos arcaizantes que imponen sobre [los textos) del lenguaje objeto cate-
y los otros pueblos meridionales cambiaron su nombre por el de 'ro- gorías metalingüisticas más características de sistemas arcaicos de
manos'." (Ibid.: 146). clasificación simbólica binaria (o de tipos mitológicos rituales)"
Esta premisa está presente en el análisis de obras culturales de (Lotman, et. al., 1973:8). Otras categorías utilizadas son: visible/
otras épocas, como el de los iconos rusos medievales; éstos no pue- invisible, principio/fin, miedo/vergüenza, mitológico/no mitológico,
den ser leidos o evaluados de acuerdo con los principios de la esté- etcétera, todas ellas productoras de particularidades en las distintas
tica actual, o posterior al Renacimiento; el icono es, de hecho, culturas.
Es claro que la idea central de la semiótica de la culturll sigue
totalmente opuesto a la obra renacentista, "y no sólo como un ob-
jeto de culto, que presupone un lazo ontológico entre el prototipo siendo la de oposición, y la concepción más general del análisis es
y el signo, sino también porque está basado en una estética prerre- considerar una estructura mínima compuesta de los dos elementos
nacentista, estética que no trata de imponer una percepción per- distinguidos. Esta es una de las escasas orientaciones metodológicas
sonal subjetiva, sino dar una representación objetiva de la realidad" que la semiótica de la cultura aporta al análisis de la significación;
(Uspenskij, 1978:540). La representación renacentista es como·una sin embargo, si su debilidad metodológica es evidente, es muy pode-
ventana abierta al mundo y se orienta hacia un punto de vista ex- rosa como marco para la reflexión, como base para la consideración
terno; la posición del observador es la del no participante del mundo de los fenómenos culturales en su relación con los demás.
representado. La representación medieval se orienta hacia un punto
de vista interno, de un observador implícito en el mundo represen-
tado, de frente al observador del cuadro, de manera que la mano iz-
quierda de éste corresponde a la derecha del primero.
El carácter simbólico de los lados izquierdo y derecho ha des-
empeflado funciones específicas en las distintas culturas a lo largo
de la historia y ello ha sid() tratado por algunos estudiosos rusos
desde la perspectiva semiótica; en los distintos pueblos donde esto
ocurre, por lo general se asocia el lado izquierdo con lo femenino;
algunos antropólogos que han dado cuenta de esta asociación, como
Leroi-Gourhan, sostienen la hipótesis que las imágenes de la mano
izquierda en los dibujos paleolíticos equivalen a signos femeninos
del sexo (Ivanov, 1973:155). En la oposición izquierda/derecha, la
derecha tiene una función positiva; tal vez, según el mismo autor,
esta oposición sea una de las primeras que di'Sllnguieron el modelo
del mundo del Homo sapiens entre los sistemas de comportamiento
signico (Ibid.: 160). Como manifestación de este modelo está, por
ejemplo, el hecho de que es en el lado izquierdo donde están los
pecadores a la espera del juicio final; que tras el hombro izquierdo 117
116
SEMIÓTICA NARRATIVA: LA ESCUELA DE PARís

"Puesto que estamos en el mundo, estamos condenados al sen-


tido", dice Merleau-Ponty en su Fenomenología de la percepción.
y la corriente semiótica llamada Escuela de París, reunida alrededor
de Greimas -que tiene como punto de partida las propuestas de Sau-
ssure a través de la conceptualización rigurosa de Hjelmslev- consti-
tuye una profunda reflexión sobre las condiciones necesarias para la
manifestación del sentido.
De la pareja de conceptos plano del contenido/plano de la ex-
presión, propuesta por Hjelmslev para remplazar la de significado/
significante, Greimas se ocupa básicamente del plano del contenido,
pues el centro de su estudio es la significación; el motivo de esta
opción es que, para él, el mundo humano es el mundo de la signi-
ficación, y todas las ciencias del hombre tienen en el sentido su
denominador común.
Lo primero que puede decirse con respecto al sentido es que
tiene un carácter omnipresente y multiforme; pero si partimos oe
esta premisa de omnipresencia, entonces el estudio de! sentido -o
la semiótica- puede confundirse con una teoría del conocimiento.
Greimas toma de Hjelmslev la propuesta de que, para evitar o reducir
este riesgo, el estudio del sentido tenga el menor número posible
de presupuestos epistemológicos, y que éstos sean de la mayor
generalidad posible. Pensar las condiciones de manifestación del sen-
tido es lo mismo que explicitar y manipular "todos los conceptos
que encontramos en la base de las diferentes teorías del conoci-
miento" (Greimas, 1970: 10).
El sentido se nos presenta siempre como un dato inmebiato,
que no se plantea como problema; vivimos en un mundo significante
y no necesitamos preguntarnos sobre este carácter para vivir en él.
El sentido se impone como una evidencia, y el mismo Greimas lo
, postula como indefinible: es lo que fundamenta toda actividad hu-
mana en tanto que hay intención y fmalidad. Para decir algo con
respecto al sentido, es necesario que se manifieste; es decir, sólo
puede definirse en cuanto que es significación pues "antes de su
manifestación en forma de significación articulada" no se puede
...
119
·1 • • 11
afmnar nada sobre él "a menos que se hicieran intervenir presu- manera formal, como todo sistema de significación, que no es una
puestos metaf{sicos de graves consecuencias" (Greimas, 1982:372- defmición programática como la de semiología por parte de Sau-
373). Sentido es, pues, lo que es anterior a la producción semió- ssure, sino que es consecuencia del aparato conceptual utilizado,
tica; por tanto, no podrá hablarse de producción de sentido más en el cual el esquema de la lengua es una totalidad relacional que
que si nos referirnos a la transformación de un sentido ya dado, se manifiesta a través de los sonidos, pero cualquier materia puede
y en este caso, se trata más bien de producción de sigrúficación. La servir para la manifestación de dicha totalidad. Si la sustancia no de-
significación es, en consecuencia, sentido articulado. termina la forma sino al contrario, entonces es posible postular una
Greimu propone considerar la percepción como el lugar donde teoría formal que cumpla con las condiciones que impone este
se ,itúa Ja aprehensión de la significación; si las significaciones se acercamiento, es decir, es posible una teoría general de la signifi-
J
localizan al nivel de la percepción, entonces el análisis del plano del
contenido se circunscribe al estudio del mundo del sentido común
• cación; en otras palabras, una teoría general de la estructuración
del universo semántico, independientemente de la materia en que se
o del mundo sensible; en otras palabras, se trata de una descripción manifieste.
de las cualidades sensible~. Desde esta perspectíva, el significante se En su ensayo "Hacia una semántica estructural" (1957), Hjelms-
redefme como el elemento o conjunto de elementos que hacen lev postula que sólo se puede elaborar una descripción estructural si
posible la aparición de la significación al nivel perceptivo, y que se se reducen las clases abiertas a clases cerradas; esto se ha logrado
reconocen como exteriores al hombre; significado será la signifi- en el plano de la expresión al concebir que los signos están com-
cación o significaciones recubiertas por el significante y mani- puestos de elementos, reducidos en número, para los que, basta un
festadas por éste. Entre ambos conceptos, significante y significado, inventario para realizar la descripción. El plano del contenido Ruede
existe una relación de presuposición recíproca. descubrirse mediante un procedimiento análogo, aunque e,s una tarea
El plano' del significante o de la expresión no es pertinente para más compleja pues se trataría de reducir el número ilimitado de ele-
el estudio del sentido; un argumento para esta postura es el siguien- mentos de contenido a un número reducido de unidades mínimas.
te: los significantes se perciben como no pertenecientes al mundo Hay en este argumento una petición de principio, que es aceptar
humano, se manifiestan sensiblemente, por lo cual pueden clasifi- que los contenidos de los textos, por más diversos que sean, pueden
carse según el orden sensorial, es decir, en visuales, auditivos, tácti- conformarse a partir de la combinación de un conjunto reducido
les, etcétera. Pero no es posible hacer una división paralela en el nivel de unidades que se desprenden del análisis y se conforman en estruc-
de los significados pues varios significantes pueden confluir en un turas articuladas jerárquicamente; con ello se reduce el potencial- •
sólo proceso de significación o viceversa; de allí que la significación mente infinito universo de manifestaciones de la significación a
sea independiente de la naturaleza del significante en que se mani- una combinatoria de unidades, que son las que Greimas llamará
fiesta; "las significaciones son simplemente humanas" (Greimas, estructuras elementales de la significación.
1971: 17). Una teoría del sentido no puede contentarse con el aná- Según Greimas, en el estado actual del problema, la única ma-
lisis de los significantes para describir un conjunto significante. En nera de abordar el problema de la significación es "afirmar la exis-
el caso de las lenguas naturales, su descripción es en términos del tencia de discontinuidades, en el plano de la percepción, y la de
mismo conjunto significante; es decir, el estudio del sentido de una separaciones diferenciales [... ], creadoras de significación, sin pre-
lengua tiene como lenguaje objetQ y como metalenguaje la lengua ocuparnos de la naturaleza de las diferencias percibidas" (1971 :28).
misma. Pero, sea en el caso de lenguas naturales o conjuntos signi- Percibir una diferencia es, por otro lado, captar al menos dos térmi-
ficantes distintos, es decir, cualquiera que sea la naturaleza de los nos presentes en forma simultánea, y captar la relación que existe
significantes, el estudio de la significación se sitúa siempre en un entre ellos. De aquí tenemos dos consecuencias importantes: en pri-
nivel metalingüístico con respecto al conjunto estudiado. El meta- mer lugar, un solo término no puede ser portador de significación;
lenguaje que se elabore para describir la significación tendrá que ser en segundo, es una condición para la aparición de sentido que exista
útil para estudiar cualquier lenguaje objeto; es mási será indiferente una relación entre ambos términos. El concepto de relación es básico
a la lengua natural que se utilice para denominar 'tDs términos meta- en la teoría de Greimas, quien lo toma de Hjelmslev; la relación es
lingüísticos. una actividad, de tipo cognoscitivo, "que establece la identidad y
La postura de Greimas, como se ha dicho, es resultante de la la alteridad de dos o más magnitudes, o como el resultado de este
conceptualización de Hjelmslev, quien definió la semiótica de una acto" (1982:339).
t.'
120 121
·1 • UI
La relación es, pues, un asunto de identidad y alteridad: para en presencia, es la del eje sintagmático; por otro lado, la disyunción,
que dos términos puedan percibirse es necesario que posean algo en que es una relación "o" de términos en ausencia, es la de eje para-
común pero también algo que los distinga; en otros términos, la rela- digmático. Pero no sólo el sistema de la lengua puede analizarse
ción es al mismo tiempo conjunción y disyunción, y una relación desde esta perspectiva; la lengua es un objeto social, informado de
de este tipo es una estructura elementaL Una red de relaciones con- significación, tal vez el más importante de todos los sistemas, pero
forma una estructura, que será elemental si dicha red consiste de no el único, puesto que las demás son también susceptibles de anali-
una sola relación; es en el nivel de las estructuras donde tenemos zarse por los mismos procedimientos que los que se usan para el estu-
que buscar las unidades significativas y no en el de los elemen- dio de las lenguas naturales. Esta posibilidad es también una conse-
tos que, sean signos u otras cosas, siempre son secundarios. De esto cuencia de la teoría de Hjelmslev, cuya visión del lenguaje es "de
se obtiene una consecuencia primordial y es que la lengua o cual- hecho, una teoría del conocimiento científico de los objetos de
quier otro conjunto significante no es un sistema de signos sino un todos los órdenes denominados 'lenguajes' (y no sólo de las 'lenguas
sistema de estructuras significantes. naturales')" (Greimas, 1970: 20).
Cada término de la estructura elemental, al igual que todos los La condición de posibilidad de la semiótica general, entendida
objetos del mundo, sólo puede reconocerse por medio de sus deter- como la teoría de los sistemas de significación, es considerar el
minaciones o sus propiedades; éstas, a su vez, se reconocen sólo mundo extralingüístico no como un referente absoluto, sino como
relativamente como valores. En consecuencia, es la relación la que el lugar de manifestación de lo sensible y "susceptible de conver-
instituye las propiedades. Puede, entonces, definirse la relación como tirse en la manifestación del sentido humano, es decir, de la signi-
la que establece la diferencia entre los valores, pero esta diferencia ficación para el hombre" (Ibíd.: 52). Tanto el mundo (llamado
existe si hay una semejanza que sitúe los valores en relación mutua. natural) como las lenguas son consideradas por Greimas con un esta-
La estructura elemental es entonces un concepto que reúne las con- tuto particular: las llama semióticas naturales. Estos conjuntos de
diciones mínimas para la producción y/o aprehensión de la signi- sistemas significantes son naturales porque preceden al hombre,
ficación. ! "que los padece pero no los construye": el hombre "se inscribe
La significación sólo puede hacerse presente en el mundo si se desde su nacimiento -y se integra progresivamente con el apren-
manifiesta en el interior de la "sustancia" que engloba al hombre;
en esas condiciones, "el mundo llamado sensible se convierte así en
I
I
dizaje- en un mundo significante hecho, a la vez, de 'naturaleza'
y de 'cultura'" (1982:270-271). Desde esta perspectiva, la naturalez"a
el objeto, en su totalidad, de la búsqueda de la significación; se .~ no es nunca un dato primigenio y originario, anterior al hombre,
presenta, en su conjunto y en sus articulaciones, como una virtua- sino que se trata de una naturaleza ya informada por la cultura.
lidad de sentido por poco que esté sometido a una forma. La ~i.Bni­ En este aspecto, la visión de Greimas difiere de la de Hjelms-
!i~ación puede esco~~erse.J>.~io--.!~.das las aparieE.Ei.~sensiOíeS; está lev, quien considera a las lenguas naturales como semióticas seme-
detrás' d(los so:nidos, pero tambiéf!~~.!!1s..!!!l~lI~Il~Sl!~s. olores. ~ los jantes a las demás; para Greimas, las lenguas naturales y el mundo
sa~oE¡:s, sin estar, no obstante, en los sonidos o en las imágenes natural son amplias reservas de signos, lugares en los cuales se mani-
(éomo percepciones)" (Greimas, 1970:49). Todas las manifesta- fiestan numerosas semióticas. El mundo natural es, por tanto, un
ciones. de los sistemas de significaC:~~!!_~2.!1~.fii~y.~E:~~:C~~iiri.~. de objeto semiótico; sus elementos poseen el estatuto de signos; no
estudio de la semiótica. obstante, "sólo los acontecimientos del mundo sensible cuyo sujeto
De acuerdo con Hjelmslev, la semiótica es una jerarquía, una en el hombre forman parte de una semiótica tal, y no los aco\1teci-
red de relaciones ordenadas jerárquicamente; el hecho de que este i mientos naturales" (Greimas, 1970:67).
sistema de relaciones sea indiferente a la naturaleza de sus términos 'f El carácter cerrado del universo semántico P!.9.p~r(;i()Jlª.argu­
simplifica el problema de su descripción, pues ésta es la construc- mentOspiii¡l-eV!!ái liji<iCióñ--:-de::referente::.Q.Jechaz.aLJ;uru.quier.pro-
ción de tal red de relaciones. . puesta de defini!Jª.~¡gp.ificªciº!l.~ºmQ n~la¡::jº!1entn:..sjgnosycosas,
La estructura elemental, vista como Ullil relación entre dos püe's'Oerreterirse a las cosas para la explicación de los signos quiere
variables, aparece como una conjunción a la ~z que como una dis- decir intentar una trasposición de las significaciones contenidas en
yunción. Es decir, la relación que sirve de fundamento a la estruc- lenguas naturales a conjuntos significantes no lingüísticos (1971 : 20).
tura elemental también permite definir los dos ejes del lenguaje: Universo semántico será entonces el conjunto que agrupa l~ ~otali­
por un lado, la conjunción, que es una relación "y" de dos términos dli-ª~ile lasSlg1fifiCaciciiÜ:s:-ijero
__ • _ , _ • • _ . _ •• _~._ _."_ _
anfes'
ae'~'uaiticulaCi6rí:' "es .et 'hªy
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122 123
sentido', es decir, toda semiótica anterior a su descripción" (1982:
222). Dicho universo está dotado de una existencia semiótica (para ti do o sememas, que son unidades del plano del contenido, aunque
este concepto de existencia, cf. abajo), es decir, implica su inscrip- estas unidades no tengan una correspondencia con los signos mí-
ción en una estructura que lo une con un sujeto que conoce; en nimos, es decir, aunque no estén delimitados por las dimensiones de
otras palabras, el universo es un objeto de conocimiento. éstos. El semema "no puede ser considerado como una colección
La aprehensión de la significación (y su conceptualización) se de semas, producto de una pura combinatoria", sino que se presenta
realiza de dos maneras: como inmanencia y como manifestación, como una organización sintáctica de semas (1982:359). En conse-
que son sus dos modos de existencia. Las estructuras de la signifi- cuencia, si el sema es elemento tanto del lexema como del semema,
cación se manifiestan -se ofrecen al sujeto 'durante 'el p,rº~eso de estará por tanto relacionado con los dos universos que configuran
percel'lción.:::'en-la
...--'__L:.:'_
'comunicación, -que
- '-'cr;----- .. --, .. ,
es enli: to "donde se reúnen
....,- ...-.-_.---.. ---... ,-...._.- .....---. ,..
los dos modos de existencia de la significaCión: el universo de la
slgni~can.t~y. signÍl~cado, lo cual hace aparecer las unidades del inmanencia y el.universo de la manifestación. La relación entre am-
discurso: el fonema y erIexema. Sin embargo, para que un fonema bos universos es de presuposición recíproca puesto que la signifi-
se reconozca como unidad del significante, es necesario que se reco- cación sólo puede manifestarse si está articulada en estructuras
nozca como parte de una oposición creadora de sentido; en otras elementales, pero nada puede decirse de ella más que si se mani-
palabras, no podemos analizar el significante sin hacer referencia fiesta (1971: 159). Ambos universos, con este vínculo de presuposi-
al significado, por lo que ya puede establecerse que las unidades son ción recíproca, constituyen el universo semántico.
inconmensurables: un fonema no corresponde a un lexema, sino que El objetivo sería analizar este universo semántico; pero, dada
éste es una reunión de aquéllos. Greimas propone realizar el análi- su magnitud, el análisis total constituirá una empresa interminable
sis de los dos planos, expresión y contenido, por separado, para ya que será equivalente a analizar una lengua y, junto con "ella, el
llegar a establecer sus unidades mínimas: el fema y el sema respec- todo de una cultura; de allí que Greimas prefiera utilizar el concepto
tivamente. Si se concibe el plano del contenido como una realiza- de microuniverso semántico, que es una porción del universo total,
ción del universo semántico en unidades mínimas de significación, cuyas manifestaciones corresponden a corpus limitados; cada una de
o semas, que corresponden a los rasgos distintivos del plano de la estas porciones es articulable en su base por una categoría semántica.
expresión, o femas, es porque existe previamente la postulación del Este concepto se considera como englobante y productor de una
isomorfismo entre ambos planos. clase de discursos (1982:266, 427).
Las unidades de ambos planos están conformadas en categorías La estructura semántica aparece, entonces, como una combina·
binarias; por tanto, para el plano del contenido los semas pueden toria virtual de categorías sémicas, mientras que los usos correspon-
considerarse como elementos de significación "en la medida en que den a las manifestaciones, que son particulares a cada individuo y
formen parte de categorías sémicas y, por consiguiente, en la medida a cada cultura. Habrá, por tanto, dos acercamientos posibles: "a)
en que se dispongan en estructuras elementales de significación" una exploración de los universos semánticos virtuales y abiertos,
(1971: 159). Los semas son propiedades o elementos de los térmi- considerados como las posibilidades creativas del hombre; b) una
nos; un término, que se defm~ como una colección de semas, es un descripción de universos semánticos, pasados o presentes, pero res·
lexema y pertenece a la lengua objeto; los lexemas se realizan en el tringidos y realizados, que recubren el conjunto de las dimensiones
discurso y, por ello son unidades lingüísticas que no participan de históricas y tipológicas de la humanidad" (1970:41). La dicotomía
la estructura elemental de la significación; ésta se caracteriza por la hjelmsJeviana de proceso y sistema permite entender de tres mU{leras
presencia de una relación entre dos semas. La naturaleza de estas la descripción del universo o de los microuniversos semánticos: en
unidades llamadas semas es únicamente relacional no sustancial primer lugar como sistema virtual, lógicamente anterior al proceso;
y pueden defmirse como puntos de intersección' de rela~iones' en segundo, como su combinatoria manifiesta, como un proceso,
como resultado de la relación instaurada y/o aprehendida con aÍ es decir, como un programa orientado, de carácter algorítmico;
menos otro elemento de la misma red relacional ..,., finalmente, como discurso. Manifestación y discurso son, entonces,
El lexema es una unidad de manifestación:1>unto de encuentro dos fases reconocibles en el paso de la inmanencia a su realización.
de semas que provienen de categorías sémicas distintas, y que man- Dentro de esta concepción semiótica, para llegar a la construc-
tienen entre sí relaciones jerárquicas. Una vez que forma parte de ción de cualquier objeto cultural (mítico, liter.lrio, pictórico, etcé-
un enunciado, el lexema puede producir uno o más efectos de sen- tera): se parte de elementos simples en el nivel de la inmanencia

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125

{
y, por medio de un complejo recorrido, se alcanza el nivel de la más bien de una regla de construcción. Dicha estructura elemental
manifestación. Este recorrido tiene tres etapas principales, que son: puede articularse por medio del llamado cuadrado semiótico, lo cual
le da un estatuto lógico y lo hace operatorio. El cuadrado semió-
- las estructuras profundas, que definen la manera de ser tico es la representación gráfica de la articulación lógica de una cate-
fundame~t.al de un individuo o de una sociedad, y, por ello, goría sémica.
las condIcIOnes de existencia de los objetos semióticos Como se ha visto una categoría sémica es una articulación dife-
[... ] Los constituyentes elementales de las estructuras rencial de sernas o rasgos elementales de sentido. Todo análisis sé-
profundas tienen un estatuto lógico definible; mico pretende reducir las significaciones a rasgos sémicos. Los se-
las ~~t~cturas superficiales, que constituyen una gramática memas, unidades de significación percibidas, corresponden a los
semlO!lca que ordena en formas discursivas los contenidos efectos de sentido; éstos son reuniones de sernas, y es precisamente
su~c~ptibles .de manifestación. Los productos de esta gra-
~a!lca son mdependientes de la expresión que los mani-
gracias a la presencia de sernas semejantes o diferentes que los ele-
Ílesta, por lo que pueden aparecer teóricamente en cual- mentos de una lengua pueden establecer relaciones entre sí. La
quier sustancia [... ]; función del serna es diferencial, gracias a ella se producen las dife-
la.s estruct~ra~ ?e la manifestación [que] producen y orga- rencias de sentido; en otras palabras, la significación se produce por
mz~n los slgmÍlcantes. Aunque puedan comprender cuasi- medio de la red de diferencias. Como tales semas están articulados
umv~rsales, son p.articulares a tal o cual lengua (o, más y se aprehenden en su función diferencial, el análisis sémico tiene
preCIsamente, defme las particularidades de las lenguas) por tarea dar cuenta de la forma de articulación, es decir, de la
a tal o cual materia. Se estudian por las estilísticas super:
ficiales de los lexemas, de las formas, de los colores etcé- estructura.
Definir una estructura elemental es lo mismo que especificar
tera." (1970: 135-136). '
las formas de articulación de las diferencias. Como un tém1Íno único
carece de se~tido, la estructura será no sólo. diferencial sino también
Según esto, Greimas concibe la teoría semiótica de manera tal opositiva; en consecuencia, la estructura elemental de la significa-
que, entre las instancias fundamentales -ab quo, como él las lla· ción será una relación de dos términos, de un par de sernas. El esta-
ma.- que es donde. la sustancia semántica recibe sus primeras articu- blecimiento de este par de sernas se basa en la existencia de algo·
laCIOnes y se constItuye en forma Significante, y las instancias donde
común entre ellos, es decir, de un fondo sobre el cual se destacan.
se manifiesta la significación -las instancias ad quem- existe un es-
Por ejemplo, la pareja de opuestos blanco y negro tiene en común el
pacio suficiente. para .ciertas etapas de mediación, que son las que
eje semántico del color en el cual destacan las diferencias. Este fon-
elaboran las artIculaCIOnes complementarias de los contenidos. En
do, sin embargo, sirve para destacar sólo ciertas diferencias, es decir,
las instancias ab quo se encuentran la gramática y la semántica fun-
lo que cada uno tiene de distinto. Si el par de sernas son s, y S2,
damental pues "la teoría semiótica no será satisfactoria más que si
englobadas por el eje semántico S, tenemos para empezar dos tipos
hay en ella lugar para una semántica y una gramática fundamentales'"
de relaciones: una relación de oposición entre s, y S2, Y una rela-
(~970: 160); ambas constituyen la llamada estructura profunda o el
ción jerárquica entre serna y eje s, y S, ~ y S. Estas relaciones
ruvel profundo de la estructura semiótica narrativa.
pueden definirse por medio de un modelo lógico que dé cuenta de la
La sem~.tica fundamental está relacionada con la explicitación red de relaciones y de la forma de articulación de las diferencias, y
de las condICIOnes de aprehensión del sentido y con la estructura este modelo que representa las relaciones principales entre \ las
elemental de la significación. Esta semántica tiene un carácter abs- unidades significantes para producir un microuniverso (o un uni-
tracto, pues corresponde a la instancia ab quo del recorrido genera- verso) semántico capaz de ser manifestado en el cuadrado semiótico
tiv~, y está representada. por la estructura elemental de la signifi-
caCIón, que puede conSIderarse como un modelo constitucional. o modelo constitucional.
El cuadrado semiótico es un modelo constitucional conside-
Como ~a se ~recisó, esta estructura es el desar¡pllo lógico de una rado desde dos perspectivas: como modelo de organización de la
categona sémlca que, considerada en sí misma: 'ruera de todo con- significación y como modelo de producción (Greirnas, 1982: 159);
texto significante, es binaria, pero este rasgo, como señala Greimas es la forma que se utiliza para "la articulación de la sustancia semán-
n~ es "por r~o~e~ teóric~s sino por consenso"; es decir, no pro: tica de un microuniverso" (1970:161). Este modelo es de una gran
vIene de un pnnclpIO que nJa su modo de existencia sino que se trata simplicidad y, según Ricoeur, lo "genial" '" Greimas es haber bus-
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y, por medio de un complejo recorrido, se alcanza el nivel de la más bien de una regla de construcción. Dicha estructura elemental
manifestación. Este recorrido tiene tres etapas principales, que son: puede articularse por medio del llamado cuadrado semiótico, lo cual
le da un estatuto lógico y lo hace operatorio. El cuadrado semió-
- las estructuras profundas, que definen la manera de ser tico es la representación gráfica de la articulación lógica de una cate-
fundame~t.al de un individuo o de una sociedad, y, por ello, goría sémica.
las condiciOnes de existencia de los objetos semióticos Como se ha visto una categoría sémica es una articulación dife-
[... ] Los constituyentes elementales de las estructuras rencial de sernas o rasgos elementales de sentido. Todo análisis sé-
profundas tienen un estatuto lógico definible; mico pretende reducir las significaciones a rasgos sémicos. Los se-
las ~~t~ucturas superficiales, que constituyen una gramática memas, unidades de significación percibidas, corresponden a los
semlOtlca que ordena en formas discursivas los contenidos efectos de sentido; éstos son reuniones de sernas, y es precisamente
su~c.eptibles .de manifestación. Los productos de esta gra-
gracias a la presencia de sernas semejantes o diferentes que los ele-
~atlca son mdependientes de la expresión que los mani-
besta, por lo que pueden aparecer teóricamente en cual- mentos de una lengua pueden establecer relaciones entre sí. La
quier sustancia [... ]; función del serna es diferencial, gracias a ella se producen las dife-
la.s estruct~ras. ?e la manifestación [que] producen y orga- rencias de sentido; en otras palabras, la significación se produce por
fl1z~n los slgfl1ÍJcantes. Aunque puedan comprender cuasi- medio de la red de diferencias. Como tales semas están articulados
ufl1v~rsales, son p.articulares a tal o cual lengua (o, más y se aprehenden en su función diferencial, el análisis sémico tiene
precisamente, defme las particularidades de las lenguas) por tarea dar cuenta de la forma de articulación, es decir, de la
a talo cual materia. Se estudian por las estilísticas super:
ficiales de los lexemas, de las formas, de los colores etcé- estructura.
Defmir una estructura elemental es lo mismo que especificar
tera." (1970: 135-136). '
las formas de articulación de las diferencias. Como un témlino único
carece de sentido, la estructura será no sólo. diferencial sino también
Según esto, Greimas concibe la teoría semiótica de manera tal opositiva; eh consecuencia, la estructura elemental de la significa-
que, entre las instancias fundamentales -ab qua, como él las lla- ción será una relación de dos términos, de un par de sernas. El esta-
ma.- que es donde. la sustancia semántica recibe sus primeras articu- blecimiento de este par de sernas se basa en la existencia de algo·
laCIOnes y se constituye en forma significante, y las instancias donde
común entre ellos, es decir, de un fondo sobre el cual se destacan.
se ~anifies~a la significación -las instancias ad quem- existe un es-
Por ejemplo, la pareja de opuestos blanco y negro tiene en común el
pacIO suficiente. para .ciertas etapas de mediación, que son las que
eje semántico del color en el cual destacan las diferencias. Este fon-
elaboran las articulaCiOnes complementarias de los contenidos. En
do, sin embargo, sirve para destacar sólo ciertas diferencias, es decir,
las instancias ab qua se encuentran la gramática y la semántica fun-
lo que cada uno tiene de distinto. Si el par de sernas son SI y S2,
danlental pues "la teoría semiótica no será satisfactoria más que si
englobadas por el eje semántico S, tenemos para empezar dos tipos
hay en ella lugar para una semántica y una gramática fundamentales"· de relaciones: una relación de oposición entre s) y S2, Y una rela-
(~970: 160); ambas constituyen la llamada estructura profunda o el
ción jerárquica entre serna y eje s) y S, S:z Y S. Estas relaciones
ruvel profundo de la estructura semiótica narrativa.
pueden definirse por medio de un modelo lógico que dé cuenta de la
La sem~.tica fundamental está relacionada con la explicitación red de relaciones y de la forma de articulación de las diferencias, y
de las condiCiones de aprehensión del sentido y con la estructura este modelo que representa las relaciones principales entre \ las
elemental de la significación. Esta semántica tiene un carácter abs- ,.. unidades significantes para producir un microuniverso (o un uni-
tracto, pues corresponde a la instancia ab qua del recorrido genera- verso) semántico capaz de ser manifestado en el cuadrado semiótico
tiv~, y está representada. por la estructura elemental de la signifi-
caCión, que puede considerarse como un modelo constitucional. o modelo constitucional.
El cuadrado semiótico es un modelo constitucional conside-
Como ~a se ~recisó, esta estructura es el desar¡pUo lógico de una rado desde dos perspectivas: como modelo de organización de la
categona sémlca que, considerada en sí misma: ruera de todo con- significación y como modelo de producción (Greimas, 1982: 159);
texto significante, es binaria, pero este rasgo, como señala Greimas es la forma que se utiliza para "la articulación de la sustancia semán-
n~ es "por r~o~e~ teóric~s sino por consenso"; es decir, no pro~ tica de un microuniverso" (1970:161). Este modelo es de una gran
viene de un pnnclplo que nJa su modo de existencia sino que se trata ~ simplicidad y, según Ricoeur, lo "genial" c.' Greimas es haber bus-
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·:11
entre 51 Y ~ hay una relación similar a la existe{lte entre
cado este carácter ya articulado en una estructura lógica simple que
e~ l~ estructura elemental de la significaci6n, que proviene de las' con- SI y ~; en la relación de contrariedad.
el eje S engloba los EOS términos contrarios ~ se l~ llama
dICIOnes de ~pre~e~si6n del sentido. Si algo significa, "no es porque eje de lo complejo; S engloba las negaciones SI Y Sz, Y se
tengam~s la rntulcl6n de que significa, sino porque se puede desple- llama eje de lo neutro respecto a S¡ Y Sz, pues se define
gar u~ s~stema elemental de relaciones de la manera siguiente: blan- como SI/\ Sz. Entre S y s existe una relación de contra-
co slgfi1fic~ ~orque puedo articular tres relaciones: una. relación riedad.
de contradIccIón: blanco-no blanco; de contrariedad: blanco-negro' la relación entre los contradictorios se llama esquema: ten-
y de presuposición: no blanco-negro. (Ricoeur, 1980:7). ' dremos entonces dos esquemas, uno para SI-81 y otro para
Las. re~aciones que pueden establecerse entre un par de sernas ~-~.
los términos en relación de presuposición configuran las
son las sIgUIentes de acuerdo con el diagrama:
deixis; hay una positiva, SI-8:1, y otra negativa, Sz-SI'
S
SI
contrariedad
-----=~~~~~--~l
t--------- ~ Lo que esto demuestra es que, desde el punto de vista de Grei-
mas, el sentido es producto de la relación; es una de las premisas

Sl~.1
de la semiótica narrativa. Otra es que, para el análisis del sentido,
presuposición presuposición es fundamental el descubrimiento de la unidad mínima de significa-
ción puesto que, a partir de eUa, es posible Uegar a descubrir-con-
juntos significantes cada vez mayores. Pero antes de entrar a estos
conjuntos, que presuponen un conocimiento de las distintas etapas
SI del recorrido generativo, es necesario descubrir el otro componente
S de la estructura profunda: la sintaxis fundamental, que se concibe
en,tre. SI y ~ o entre ~ y S, es decir, entre serna y eje se- como un conjunto de operaciones lógicas que se realizan en el marco
m~ntlCE, eXIste una relación hiponímica. Igual entre SI y S de su microuniverso establecido. La sintaxis trata con operaciones.
o ~ y S. o transformaciones, Y son de dos tipos: negación y aserción. Para-
entre SI y SI o entre ~ y Sl la relación es de tal naturaleza digmáticamente, la aserción se defrne como contradictoria a la nega-
q~e sólo es posible tener uno de sus elementos; es decir, SI ción; ésta se presenta como la operación que establece la relación
v SI o ~ V Sl; como cada pareja cubre todo el universo de contradicción entre dos términos, de los cuales el primero, pre-
semántico, entonces no hay otra posibilidad. Se trata de
viamente planteado, se convierte en ausente mediante esta opera-
una relación de contradicción. .
ción, mientras que el segundo, su contradictorio, adquiere gracias
SI Y ~ mantie.nen, de entrada, una relación de oposición;
SI es rncompa.tlble en el discurso con ~, pero uno no pue-
a ella una existencia in praesentia (Greimas, 1982: 87, 281). En el
de p~nsarse .srn el, otro. Los dos se oponen, pero su apre- par mencionado antes, blanco-negro, el término blanco y su con-
henSlOn es SImultanea: SI implica ~ y ~ implica s . Esta tradictorio no blanco mantienen una relación que se caracteriza
relación de implicación doble es la relación de contrariedad. por la oposición resultante de la presencia y de la ausencia de un ras-
A diferencia de la de constradicción, los términos contra- go; dicha relación se defrne por la imposibilidad de estar preserttes
rios no se oponen como únicos en una alternativa, sino que ambos a la vez. En la oposición binaria blanco-negro, sin embargo,
pueden tenerse o~ro~, como. son su conjunció,E SI/\ ~ el mismo rasgo se manifiesta en ambos elementos pero bajo formas
~qu: es el eje semantlco S) y la negación de S, S, que es distintas; se trata, como hemos visto, de la relación de contrariedad
SI v ~. (De acuerdo con el teorema de Morgan, S1V S1 = y que es la relación constitutiva de la categoría semántica. Dos tér-
Sl/\ ~ =s). _ ...... minos sólo pueden ser contrarios si "el término contradictorio de
- entre SI y ~ o entre ~ y SI existé' una relación de presu- .,
cada uno de ellos implica el término contrario del otro" (lbíd.:
posición o de imp.licación. Es decir, la negación, al anular
uno de los contranos, hace posible la aserción del otro. En 87-88); es decir, si no blanco implica negro o no negro implica blan-
otros términos, la negación de un término es un punto de co. Esta operación de implicación establecida es de hecho una rela-
paso de su contrario: SI ---->- SI ---->- ~. ción de complementaridad la cual es, junto con la de contradicción
129
128
y la de ,contrariedad, necesaria "para la elaboración de una estruc- dio de la operación de negación, y pasar de allí al contrario por
tura elemental de la significación"; todas ellas, además, "son inde- medio de la presuposición (en el caso del ejemplo mencionado, para
pendientes de las operaciones de transformación, que aseguran el ir de blanco a negro, se requiere negar blanco, es decir, establecer
paso de una estructura de relación a la otra" (Coquet, 1982:25). el término no blanco, y de allí, pasar a negro (no blanco - negro)
Todos estos elementos que mantienen entre sí las ya mencio- por medio de la presuposición). Como se trata de una presuposición
nadas relaciones de contradicción, contrariedad y presuposición, unilateral se puede denominar esta operación con el nombre pro-
así como los sistemas de ejes, esquemas y deixis, forman parte de la puesto por Hjelmslev: selección. Por tanto, en realidad las dos ope-
estructura profunda de la gramática semiótica; estructura, como he- raciones fundamentales son la negación y la selección.
mos visto, que es una instancia "capaz de describir la producción, De acuerdo con Greimas, la generaci6n de la significación no
el funcionamiento y la aprehensión de las organizaciones sintagmá- se realiza únicamente en la producción de enunciados y en su combi-
ticas llamadas discursos que dependen de las semióticas tanto lin- nación de discursos, sino que en los niveles fundamentales, en las
güistas como no lingüísticas. Representan, pues, la instancia ab quo estructuras narrativas; son estas estructuras las que producen el
del recorrido generativo de esos discursos" (Greimas, 1982:386). discurso articulado en enunciados (1970:159). Lo que se llama.na-
El cuadrado semiótico representa, en resumen, un sistema de natividad forma Wte del nivel fundame!!1.l!U!LIlLQ1.g~llCiº!l
relaciones binarias, y este rasgo de binaridad, como se mencionó, lfíscursiva, y puede reconocerse en toda manifestación del sentido,
no significa que las cosas del mundo posean este atributo, sino que no sólo en los que se realizan por medio de las lenguas naturales,
se trata más bien de una regla de construcción de las unidades de sen- sino por medio de otros sistemas ~i~!fiE.!.!!!~~!L.c.~mo.~ cin~~ la ~­
tido: lo que está en relación binaria son los rasgos elementales del tura, etcétera. La narratividad es "la forma g,ene!al ~!!.!lcüla~lQp_
sentido, que son construidos. Por tanto, el cuadrado semiótico es déCOñteniOOsc@e~~T~~i9.m!!?.ntLJ...~l.I.~Uª.kiQn..JW­
Wl conjunto organizado de relaciones capaz de dar cuenta de las gu1stica o no lingúistlca ('1976b:94). En el Diccionario considera
articulaciones de la significación; por medio de este mecanismo lasestruc1ürasilátrativas profundas como "la instancia apta para
podemos ordenar los elementos cuyas relaciones rigen la manifes- explicar el surgimiento y la elaboración de toda significación (y no
tación del sentido de un discurso particular. Por otro lado, las rela- solamente la verbal)". Estas estructuras semióticas narrativas, o se-
ciones manifestadas en el cuadrado clasifican los rasgos mínimos mionarrativas, son, entonces, el depósito de las formas significant~s
del universo semántico del discurso; sus términos sólo tienen valor fundamentales; por tanto, desde esta perspectiva, la narratividad
por la existencia de dichas relaciones. Es, pues, un modelo taxonó- será el principio organizador de todo discurso, y las estructuras
mico si lo vemos estáticamente. narrativas "pueden definirse como constitutivas del nivel profundo
Sin embargo, un discurso no solamente es una articulación de del proceso semiótico" (1982:274). La narratividad viene a ser como
relaciones; no sólo es una clasificación de valores, sino también es la forma de expre~lón h~~anaJ~_'!~m~JltaI.y, al mism01iempo, la
una red de operaciones en la cual estos valores están en con tinua más natural porque permite al hombre pensarse y pensar el mun-
transformación. Para dar cuenta de ello es necesario sobrepasar la do. Este concepto permite postular la tarea de la semiótica: tomando
dimensión estática y considerar el cuadrado como un modelo que como punto de partida todas las formas discursivas posibles (relatos
regula las operaciones. Por tanto, la sintaxis fundamen tal descubre orales o escritos, películas, mitos, etcétera), la semiótica trata de
a la vez el modo de existencia y el modo de funcionamiento de la "determinar el conjunto de leyes que dan cuenta en parte de ese
significación. Tenemos, según Greimas, dos operaciones sintácticas elemento central en nuestra vida cotidiana, que es el hecho de ·con-
fundamentales o transformaciones: la negación y la aserción: "si la tar'" (Courtés, 1980:36).
negación sirve, esencialmente, para producir los términos contra- El acento en el aspecto narrativo hace que a este enfoque se
dictorios, la aserción reúne los términos situados en los ejes de los le conozca como gramática narrativa, cuyo objetivo es "componer
contrarios y los subcontrarios" (1982:386). No obstante, si toma- paso a paso las condiciones de la narratividad a partir de un modelo
mos en cue.n ta estas dos. ?peraciones, no habrá una correspon<!¡ncia tan poco complejo como es posible y que no comporta inicialmente
entre relaCión y operaclOn, pues, aunque la negación corresponde ningún carácter cronológico (Ricoeur, 1980:5). Pero la narratividad
a la contradicción, la aserción no tiene homólogo. El paso de un tér- no sólo está presente en el nivel fundamental, ya que en este modelo
mino del cuadrado al término contrario no es una operación simple, pueden distinguirse cuatro distintos momentos de su presencia: en
sino que consta de dos partes: establecer su contradictorio por me- la gramática fundamental, primero; en segundo lugar, en el paso a la
130 131
media entre el nivel profundo, plano francamente conceptual, y las
gramática narrativa de superficie, cuando se introduce la noción estructuras discursivas, plano francamente figurativo, en el cual apa-
de enunciado narrativo; en tercero, en ese mismo nivel, cuando se recen actores que sufren pruebas, realizan tareas y alcanzan fines.
introduce el factor polémico, el cual condiciona la performance; La combinación de las sintaxis y la semántica narrativa se llama
fmalmente, en el mismo nivel, cuando la estructura de intercambio gramática narrativa de superficie; es un nivel antropomorfo, es decir,
proporciona una representación topológica (Ricoeur, 1980: 5-6). un nivel necesario para que, de la gramática fundamental, de corte
Según las premisas de la semiótica narrativa, pueden distinguirse conceptual, se puedan producir relatos manifestados bajo una for-
dos lugares distintos donde se articula la significación: las estruc- ma figurativa. El papel de esta gramática narrativa es dar a los pro-
turas semionarrativas y las estructuras discursivas. Las primeras, ductos de la gramática fundamental una representación antropo-
que constituyen el nivel más abstracto, comprenden dos componen- morfa, aunqut todavía no figurativa (Greimas, 1970: 166).
tes, sintáctico y semántico, y dos niveles de profundidad: el profun- La sintaxis 'narrativa de superficie constituye "una instancia
do (sintaxis y se~~~ fundameE.tale~.~_q~!LY!,.~!!lQ§. re'!'..~sado) y del recorrido generativo, obtenida, con ayuda de un conjunto de
el sUpeI'flcíaIl'Sintaxis y semántica narrativas de superficie). Las procedimientos (formulables en reglas), a partir de la sintaxis funda-
estructuras discursivas, por su parte, se encargan de dar cuenta de mental" (1982:387). Si ésta comprende un conjunto de operaciones
las estructuras de superficie y de ponerlas en discurso al hacerlas que se efectúan sobre los términos, la sintaxis narrativa consiste en
pasar por la instancia de la enunciación; comprende una sintaxis una serie de operaciones sobre los enunciados. Este último concepto
discursiva, encargada de la discursivización, y una semántica discur- requiere una consideración ya que no coincide con la defmición tra-
siva. Con la producción de discursos, el recorrido generativo alcanza dicional que habla del enunciado como una estructura binaria. com-
las estructuras ad quemo En síntesis, el diagrama del recorrido gene- puesta de sujeto y predicado; Greimas, siguiendo a Hjelmslev, pro-
rativo es el siguiente (Greimas, 1982:195-197): pone una concepción relacional del enunciado, como una función
entre lo que él denomina actantes. Todo discurso puede descompo-
11 nerse en una serie de enunciados elementales, y el enunciado narra-
I
RECORRIDO GENERATIVO tivo elemental se define "como una relación-función entre, al menos,
'1 dos actantes" (Ibíd.). Actante, por otro lado, es una unidad sintác..
tica, de carácter formal, no investida semánticamente.
Esto permite llegar al principio en el que se basa la conversión
Comp. sintáctico Comp. semántico de la sintaxis fundamental a la sintaxis narrativa: es el paso de la
operación (concepto de base del nivel profundo) al hacer. El enun-
Nivel Sintaxis Semántica ciado narrativo elemental toma la forma EN = F(A), donde "el ha-
Estructuras profundo fundamental fundamental cer, en tanto que proceso de actualización, se denomina función
h semionarra- (F) y donde el sujeto de hacer, en tanto que potencialidad del pro-
.,'1 tivas ceso, se designa como actante (A)" (1970: 168). El hacer, como acti-
Nivel Sintaxis Semántica
.," vidad, implica siempre un sujeto humano o antropomorfo (de allí
superficial narrativa narrativa
de superficie de superficie la aplicación de este calificativo al nivel narrativo). Si en el nivel
profundo tenemos relaciones y operaciones, en el superficial tetle-
mas de manera correspondiente los "estados" y los "haceres", for-
Estructuras Sintaxis discursiva Semántica mulados en enunciados de estado y enunciados de hacer (1982:387).
discursivas discursiva El hacer, en cuanto función de este último enunciado, debe consi-
derarse como "la conversión de la relación de transformación en un
. .J lenguaje sintáctico de carácter antropomorfo" (1982: 204). Este
concepto de hacer desempeña un papel capital en la semiótica na-
Según el diagrama, el escalón posterior de las estructuras semio- rrativa, y se relaciona, como veremos, con el acto y con la acción;
narrativas es el del nivel superficial, donde encontramos los com- por medio de su uso tenemos la posibilidad de "leer todo discurso
ponentes narrativas: sintaxis y semántica. Este nivel no es, estricta- narrativo como una búsqueda del sentido o de la significación atri-
mente hablando, de superficie, sino que constituye una etapa inter-
133
132
Por estas razones no tiene sentido hablar de objetos en sí, pues el
buible a la acción humana; [con ello] el esquema narrativo se nos objeto es un concepto sintáctico, y sólo su "puesta en escena" pue-
aparece entonces como la articulación organizadora de la actividad
de dar cuenta, del encuentro entre el objeto y los valores en él
humana que erige a ésta en significación" (Greimas, 1980:10).
investidos. El objeto será, entonces, un término de nuestra relación
El discurso narrativo puede considerarse como una serie de esta-
con el mundo y, en tanto que el objeto es elemento del enunciado
dos precedidos y/o seguidos de transformación; esto es lo mismo
elemental, éste es "un simulacro semiótico que representa bajo la
que decir que consta de dos tipos de enunciados elementales: los
forma de un espectáculo, esta relación con el mundo" (Ibíd.: 16).
enunciados de estado, que corresponden a las funciones entre los ac-
Sin embargo, la aprehensión del sentido no se encuentra nunca con
tantes: sujeto Y objeto, y los enunciados de hacer, que expresan
el objeto mismo, sino solamente con los valores que la determinan.
las transformaciones, el paso de un estado a otro. El análisis narra-
tivo se fundamenta en la distinción entre estados, dependientes del Por otro lado, por ser actantes, los objetos son posiciones va-
ser, y transformaciones, que dependen del hacer. Dicho análisis cías, susceptibles de ser llenadas ya sea por los proyectos de los suje-
consiste, en principio, en clasificar los enunciados. Es necesario pre- tos (yen este caso se trata de objetos de hacer) o por sus determina-
cisar que estos tipos de enunciados no son los mismos que encontra- ciones (en el caso de los objetos de estado). Si se trata del proyecto
mos en el nivel de la manifestación del discurso, sino que son ele- de un sujeto, no puede reconocerse más que por los valores que lo
mentos de un plano teórico no dado sino construido. manifiestan: el reconocimiento de un valor permite presuponer al
Los enunciados de estado se defmen por la relación entre los objeto, en tanto que lugar sintáctico de su manifestación. En conse-
actantes sujeto y objeto. La concepción semiótica de objeto está cuencia, el objeto (objeto de valor) se definirá como el lugar de
en concordancia con su concepción epistemológica; según ésta se- manifestación de los valores con los que el sujeto está en cQnjun-
ría lo pensado o percibido en tanto que se distingue de quien lo ción o en disyunción (Greimas, 1982:289).
piensa o percibe, de manera que puede establecerse que es la relación Conjunción y disyunción son los dos tipos de relación, los cua-
entre ambos la que los constituye como existentes y distintos. Tan- les, a su vez, son los términos contrarios de la categoría "unión".
to el objeto como el sujeto son, desde la perspectiva semiótica, ac- Estos tipos de relación engendran las dos clases de enunciados de
tantes sintácticos, es decir, no corresponden a personajes Y cosas estado: los conjuntivos (S /\ O) y los disyuntivos (S v O). Como el
sino que definen posiciones; el objeto, dice Greimas, es una posición sujeto está determinado por la naturaleza de la función constitutiva
formal reconocible sólo por sus determinaciones, las cuales también del enunciado, tampoco el sujeto puede definirse por sí mismo:'
tienen una naturaleza relacional, "pues se construye por el estable- éste aparece también como un actante cuya naturaleza depende de
cimiento de las relaciones entre: a) él y los otros objetos, b) él, dicha función; así, "en la medida en que el enunciado elemental
considerado como un todo, y sus partes, y e) las partes, y el conjun- puede definirse como relación orientada que engendra sus dos tér-
to de relaciones establecidas precedentemente. Resultado de la cons- minos relacionantes: el sujeto y el objeto; el valor que se inviste en
trucción efectuada por el sujeto cognoscente, el objeto semióticó el objeto considerado semantiza de alguna manera el enunciado
se reduce [... ] a puntos de interacción de esos conjuntos de rela- completo y se convierte de golpe en el valor del sujeto que lo en-
ciones" (1982: 289). La definición del actante objeto parte de las cuentra apuntando al objeto, y el sujeto se encuentra determinado
en su existencia semántica por su relación con el valor" (Greimas,
hipótesis siguientes:
1973b: 16). Esto conduce a pensar que sólo la inscripción del valor
a) un objeto no es cognoscible más que por sus determina- en un enunciado de estado, cuya función establece la relación Ide
ciones; unión (conjunción o disyunción) entre el sujeto y el objeto, per-
b) esas determinaciones no pueden ser aprehendidas más que mite considerar a éstos como semióticamente existentes.
como diferencias que se manifiestan en el objeto; tal carác- El asunto de la existen"cia semiótica requiere una discusión.
ter diferencial le confiere el estatuto de valor; En la postura saussuriana se reconocen dos modos de existencia: la
e) el objeto, aun cuando permanezca incognoscible en tanto virtual, característica del eje paradigmático, y la actual, del eje sin-
que tal, se presupone como una éjpecie de soporte para la
tagmático, que es la que ofrecen los objetos in praesentia; el paso
existencia de los valores.
de la virtualidad a la actualización es el paso del sistema al proceso.
Greimas añade una precisión a esta perspectiva y propone un tercer
Así, el objeto aparece como un espacio de fij~ción, como lugar
modo de existencia semiótica, el de la existencia realizada. Como ya
de reunión de las determinaciones-valores (Grelillas, 1973b: 15).
135
134


'. '1
se ha visto, un sujeto semiótico existe COij1O tal cuando se le puede a otro. El encadenamiento de conjunciones y disyunciones que es
reconocer al menos una determinación, es decir, cuando está en rela- la narración pone en acción, para cada operación, a dos sujetos
ción con un objeto de valor; de igual manera, un objeto es tal sólo orientados hacia un mismo objeto; es ésta una situación típica de
si está en relación con un sujeto, o, como dice Greimas, cuando es todo relato, que cumple la hipótesis de la inexistencia de valores
"pretendido" por un sujeto. De aquí que la función sea "la condi- perdidos o encontrados: un sujeto en disyunción con el objeto no
ción necesaria para la existencia de los sujetos, así como de los puede ser considerado como sujeto virtual más que si dicho objeto
objetos". Antes de entrar en relación, "los sujetos y los objetos son está ya en conjunción con otro sujeto; en otras palabras, el sujeto
llamados virtuales, y la función es la que los actualiza" (1982:168). sólo atribuye valor a un objeto si éste ya pertenece a alguien. Así, el
Hasta aquí, todo es similar a la concepción saussuriana; pero dicha enunciado S IV 01\ Sl representa un estado narrativo complejo que
actualización se realiza tomando en cuenta el tipo de relación esta- hace intervenir dos sujetos frente a un objeto. Además de los dos
blecida por la función: es actualización cuando aquélla es de disyun- sujetos SI y Sl no hay que olvidar la presencia de un hacer trans-
ción, y es de realización cuando es de conjunción. formador que tiene la misión de hacer cambiar de estado; este hacer
Así, el paso de un enunciado de estado disyuntivo a otro con- requiere de un sujeto como soporte, que es metatActico con respecto
juntivo es una realización; pero para que esta transformación ocurra al enunciado de estado (Ibíd.: 25). Si denominamos como S3 este
se requiere la presencia de otro tipo de sujeto; más apropiadamente, sujeto de hacer, y si pensamos que S3 puede coincidir o estar en sin-
de un metasujeto operador, cuyo estatuto formal no puede expli- cretismo con los sujetos de los enunciados de estado, entonces pue-
carse dentro del marco de los enunciados de estado sino en el de den darse dos posibilidades: o bien, el sujeto transformador se
los enunciados de hacer. Esta transformación se representa como identifica con el sujeto virtual, en disyunción con el objeto de valor,
(S v O) ----+ (S 1\ O). Por otro lado, es posible también la transfor- o bien se identifica con el sujeto realizado, en conjunciólt con el
mación inversa, es decir, (SI\O)----+(SvO), que es desunir los ele- objeto.
mentos. Esta disyunción no es la abolición de la conjunción entre En ambos casos, la transformación "tendrá por resultado la
1/I
dos actantes, sino su denegación; la abolición de toda relación sería inversión de la función del enunciado de estado: paralelamente,
~ la pérdida de existencia semiótica, lo cual remitiría las partes al el sujeto virtual se unirá con su objeto, y el sujeto real se hará vir-
caos; la denegación las mantiene en existencia latente, que es otro tual" (Ibíd.: 26); en uno y otro caso desde el ángulo del objeto se
modo de existir: virtualiza la relación, la mantiene como posibilidad trata de una operación de transferencia de valores; desde la perspec-
de conjunción. tiva de los sujetos, donde el hacer de uno afecta a otro sujeto, -se
Estas reflexiones llevan a la conclusión de que no puede haber trata de un acto de comunicación.
disyunción sin haber estado antes en conjunción, ni conjunción sin Ambas transformaciones pueden ser reflexivas o transitivas; en
existir antes como posibilidad, como conjunción virtual, es decir, el caso de la conjunción, de la adquisición del objeto, si es reflexiva
como disyunción. No obstante, en apariencia, sí es posible cuando se trata de una apropiación; si es transitiva de una atribución. En el
un sujeto encuentra o pierde un objeto, que serían formas extremas caso de la transformación disyuntiva, si es reflexiva se trata de una
de conjunción y disyunpión; parece que "encontrar un objeto es renuncia y si es transitiva es un despojo. Greimas denomina "prue-
aprehenderlo como valor que viene de ninguna parte y establecer ba" a la transformación que origina una apropiación (y, consecuen-
una relación primera entre él y el sujeto. Perder un objeto, por acci- temente, un despojo), y "don" a la que produce una atribución (y
dente, destrucción u olvido, no es sólo desunirse de él [sino que] su concomitante renunCia). Con esto se obtienen las figuras ~rinci­
es abolir toda relación con él, destruyendo al mismo tiempo al sujeto pales a través de las cuales se manifiesta la comunicación de valores.
en su estatuto de ser semiótico". Pero hay siempre una lógica en la Una serie de dos renuncias que impliquen dos atribuciones recí-
sociedad según la cual el encontrar presupone un perder que postula procas de un mismo objeto que compromete a dos sujetos "puede
un sujeto distinto en disyunción con lo perdido, lo cual niega la apa- designarse como don recíproco: don y contradón ,onstituyen, así,
rición ex nihi/o de valores: "la pérdida ~~ J!xplica por la transgre- dos transformaciones, de las cuales la segunda anula los efectos de
sión de una prohibición y aparece como-iLUna disyunción operada la primera y restablece el equilibrio anterior" (1982:133). El don
poi un sujeto implícito distinto, situado como guardián de la ley" recíproco se distingue del intercambio porque éste requiere de dos
(Greimas, 1973b:21). Se trata, pues, de un universo axiológico objetos considerados como equivalentes. El establecimiento de esta
cerrado donde los valores, aceptados por todos, circulan de un sujeto equivalencia presupone que existe un saber previo con respecto al

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u
se ha visto, un sujeto semiótico existe COIJ1O tal cuando se le puede a otro. El encadenamiento de conjunciones y disyunciones que es
reconocer al menos una determinación, es decir, cuando está en rela- la narración pone en acción, para cada operación, a dos sujetos
ción con un objeto de valor; de igual manera, un objeto es tal sólo orientados hacia un mismo objeto; es ésta una situación típica de
si está en relación con un sujeto, o, como dice Greimas, cuando es todo relato, que cumple la hipótesis de la inexistencia de valores
"pretendido" por un sujeto. De aquí que la función sea "la condi- perdidos o encontrados: un sujeto en disyunción con el objeto no
ción necesaria para la existencia de los sujetos, así como de los puede ser considerado como sujeto virtual más que si dicho objeto
objetos". Antes de entrar en relación, "los sujetos y los objetos son está ya en conjunción con otro sujeto; en otras palabras, el sujeto
llamados virtuales, y la función es la que los actualiza" (1982: 168). sólo atribuye valor a un objeto si éste ya pertenece a alguien. Así, el
Hasta aquí, todo es similar a la concepción saussuriana; pero dicha enunciado S 1V 0/\ Sl representa un estado narrativo complejo que
actualización se realiza tomando en cuenta el tipo de relación esta- hace intervenir dos sujetos frente a un objeto. Además de los dos
blecida por la función: es actualización cuando aquélla es de disyun- sujetos S1 y Sl no hay que olvidar la presencia de un hacer trans-
ción, y es de realización cuando es de conjunción. formador que tiene la misión de hacer cambiar de estado; este hacer
Así, el paso de un enunciado de estado disyuntivo a otro con- requiere de un sujeto como soporte, que es metatáctico con respecto
juntivo es una realización; pero para que esta transformación ocurra al enunciado de estado (Ibíd.: 25). Si denominamos como S3 este
se requiere la presencia de otro tipo de sujeto; más apropiadamente, sujeto de hacer, y si pensamos que S3 puede coincidir o estar en sin-
de un metasujeto operador, cuyo estatuto formal no puede expli- cretismo con los sujetos de los enunciados de estado, entonces pue-
carse dentro del marco de los enunciados de estado sino en el de den darse dos posibilidades: o bien, el sujeto transformador se
los enunciados de hacer. Esta transformación se representa como identifica con el sujeto virtual, en disyunción con el objeto de valor,
(S v O) _ _ (S /\ O). Por otro lado, es posible también la transfor- o bien se identifica con el sujeto realizado, en conjunciól\ con el
mación inversa, es decir, (S/\O)-(SvO), que es desunir los ele- objeto.
mentos. Esta disyunción no es la abolición de la conjunción entre En ambos casos, la transformación "tendrá por resultado la
1I
I dos actantes, sino su denegación; la abolición de toda relación sería inversión de la función del enunciado de estado: paralelamente,
~ la pérdida de existencia semiótica, lo cual remitiría las partes al el sujeto virtual se unirá con su objeto, y el sujeto real se hará vir-
caos; la denegación las mantiene en existencia latente, que es otro tual" (Ibíd.: 26); en uno y otro caso desde el ángulo del objeto se
modo de existir: virtualiza la relación, la mantiene como posibilidad trata de una operación de transferencia de valores; desde la perspec-
de conjunción. tiva de los sujetos, donde el hacer de uno afecta a otro sujeto,.se
Estas reflexiones llevan a la conclusión de que no puede haber trata de un acto de comunicación.
disyunción sin haber estado antes en conjunción, ni conjunción sin Ambas transformaciones pueden ser reflexivas o transitivas; en
existir antes como posibilidad, como conjunción virtual, es decir, el caso de la conjunción, de la adquisición del objeto, si es reflexiva
como disyunción. No obstante, en apariencia, sí es posible cuando se trata de una apropiación; si es transitiva de una atribución. En el
un sujeto encuentra o pierde un objeto, que serían formas extremas caso de la transformación disyuntiva, si es reflexiva se trata de una
.. de conjunción y disyun¡.:ión; parece que "encontrar un objeto es renuncia y si es transitiva es un despojo. Greimas denomina "prue-
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.~

aprehenderlo como valor que viene de ninguna parte y establecer ba" a la transformación que origina una apropiación (y, consecuen-
una relación primera entre él y el sujeto. Perder un objeto, por acci- temente, un despojo), y "don" a la que produce una atribución (y
dente, destrucción u olvido, no es sólo desunirse de él [sino que] su concomitante renuncia). Con esto se obtienen las figuras ~rinci­
es abolir toda relación con él, destruyendo al mismo tiempo al sujeto pales a través de las cuales se manifiesta la comunicación de valores.
en su estatuto de ser semiótico". Pero hay siempre una lógica en la Una serie de dos renuncias que impliquen dos atribuciones recí-
sociedad según la cual el encontrar presupone un perder que postula procas de un mismo objeto que compromete a dos sujetos "puede
un sujeto distinto en disyunción con lo perdido, lo cual niega la apa- designarse como don recíproco: don y contradón ~onstituyen, así,
rición ex nihilo de valores: "la pérdida s~ ,1!xplica por la transgre- dos transformaciones, de las cuales la segunda anula los efectos de
sión de una prohibición y aparece como~na disyunción operada la primera y restablece el equilibrio anterior" (I 982: 133). El don
poi un sujeto implícito distinto, situado como guardián de la ley" recíproco se distingue del intercambio porque éste requiere de dos
(Greimas, 1973b:21). Se trata, pues, de un universo axiológico objetos considerados como equivalentes. El establecimiento de esta
cerrado donde los valores, aceptados por todos, circulan de un sujeto equivalencia presupone que existe un saber previo con respecto al

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,1·1
tación de dos estados sucesivos de un sujeto, separado primero del
valor de dichos objetos, y el cambio descansa en la confianza recí- objeto y, después de la intervención de un hacer transformador ejer-
proca, es decir, en un contrato fiduciario, explícito o implícito, en- cido por otro sujeto, de hacer en este caso, en conjunción con el
tre los participantes del intercambio (1973b:32). objeto. El enunciado de hacer será, por tanto, un enunciado que rige
El esquema narrativo simple presupone, pues, dos sujetos en
otro enunciado: el de estado (I 980: 13).
confrontación, la cual puede ser polémica, y manifestarse en un La serie de estados y transformaciones encadenadas se deno-
combate, o transaccional, por medio de un intercambio. En cual- IlÚna programa narrativo (PN). Por otro lado, son los enunciados
quier caso, lo que la confrontación pone en juego es un obje.to de de uno y otro tipo lo que definen los actante s, aunque hay que re-
valor codiciado por los dos sujetos. El relato es, entonces, la circu- cordar que tanto el sujeto de estado como el de hacer no son actan-
lación de objetos en la cual cada transferencia constituye un pivote tes semióticos que participan directamente, sino actantes sintácticos
del esquema. Pero es necesario hacer una aclaración y recordar que o, como dice Greimas, una especie de "indicadores sintácticos de
estamos en el análisis de la sintaxis narrativa de superficie, en la cual los madi operandi el significandi, que permiten calcular las opera-
tenemos simples transferencias, pero "los desplazamientos de obje- ciones efectuadas por las diferentes actantes y medir su 'ser' en cons-
tos están recubiertos al mismo tiempo, a un nivel más superticial, tante aumento y/o disminución a lo largo del desarrollo del relato"
por configuraciones discursivas de todas clases (pruebas, raptos, esta- (1980: 14). De !lllí que los programas narrativos sean unidades narra-
fas, intercambios, dones y contradones) que los desarrollan de ma- tivas que dependen de una sintaxis actancial aplicable a toda clase
nera figurativa" (I 980: 12). Estos dos niveles se descubren por sepa- de discursos. Por tanto, la tarea del análisis narrativo es describir
rado puesto que, para dar cuenta del funcionamiento del relato se la organización de los PN, y. para ello es fundamental la noción de
requiere tanto el establecimiento de las reglas de circulación de los performance: como en todo PN hay estados y cambios de estado,
objetos, como la tipología de las configuraciones discursivas por se requiere una operación para realizar ese cambio, para pasar de un
las cuales se manifiestan esas transferencias. estado a otro; esta operación de hacer es la performance y presupone
Las configuraciones discursivas no recubren solamente las trans- un sujeto de hacer o sujeto operador.
ferencias de objetos, pues éstas no se realizan de manera mecánica, Para describir la performance, Greimas recurre a la noción de
sino que además aquellas tienen que ver con los actos de los sujetos acto. En lenguaje cotidiano, el acto se identifica con lo que hace
que realizan las transferencias; es decir, la circulación de objetos ser, y "corresponde al paso de la potencialidad a la existencia"
presupone que ya se saben los lugares de los sujetos que los mani- (1982:25). El actuar, concebido como un hacer ser, puede con9Í-
pulan dentro de la estructura de comunicación (Ibíd.). derarse como un enunciado compuesto por dos predicados en rela-
La proyección de lo discontinuo sobre lo continuo es la pri- ción hipotáctica: uno de hacer y otro de estado, donde el segundo
mera condición de la inteligibilidad del mundo; esa misma defmi- está en posición de objeto del primero. La realización de la trans-
ción puede darse para la narratividad. Esta irrupción de lo no conti- formación por el sujeto de hacer presupone que éste posee la capa-
nuo convierte la continuidad de la vida de un individuo o de una cidad para realizarlo, es decir, la competencia; dicha capacidad puede
I cultura en estados discretos entre los cuales se sitúan las transfor- definirse como el conjunto de condiciones necesarias para realizar
.,

maciones. Éstas, bajo la fom:ta de enunciados de hacer, tienen efec-
..o,
.,
lit
tos sobre los enunciados de estado, que son, según Greimas, "los
la performance. Así, si el actuar corresponde a la performance, el
acto será el paso de la competencia a la performance. En otras pala-
!Q garantes de la existencia semiótica de los sujetos en unión con los bras, si el acto es un hacer ser, "la competencia será aquello que
objetos investidos de valor". hace ser" (1980:16), conjunto de condiciones que hacen p6sible
Como se dijo antes, existen dos tipos de sujetos: los de estado la acción; es, pues, del orden \iel ser y no del hacer. Sin embargo,
y los de hacer; los primeros tienen razón de ser por sus uniones con como no se trata de un acto que efectivamente se realiza sino de un
los objetos, depositarios de los valores; los segundos son los sujetos acto relatado, Greimas prefiere considerar que "la fórmula en cues-
que operan las transformaciones. Los sujetos de estado se definen tión no representa el acto sino el programa narrativo que da cuenta
en su existencia semiótica por sus propiedades.i-~s decir, se reconocen de la organización sintáctica del acto" (Ibíd: 14). El PN, estructura
en la medida en que están en relación con 6ojetos de valor; éstos, constituida por un enunciado de hacer que rige un enunciado de es-
a su vez, sólo son reconocidos como valores si actúan como objetos tado, se considera como la unidad elemental de la sintaxis narrativa,
de deseo de los sujetos. El sujeto de hacer opera las transformacio- y puede interpretarse como un "hacer ser del sujeto, como la lla-
nes entre los estados; el enunciado S v O ----+ ~ Aa es la represen-
139
138
mada a la existencia semiótica de un nuevo 'estado de cosas', como
generación (aprehensible tanto al nivel de la producción como será un sujeto de estado; este sujeto se defme por sus propiedades
al de la lectura) de un nuevo 'ser semiótico'" (1982: 389). o por las restricciones que lo especifican, y que son las siguientes:
, Dos o más PN pueden estar unidos entre sí en una relación
hipotáctica; se hablará de un PN complejo cuando un PN exija la a) debe estar en posesión de un PN que eventualmente reali-
previa realización de otro u otros PN. En este caso, el PN principal zará; es decir, en cuanto al modo de existencia semiótica,
se llama de base y los previos son de uso. Si consideramos la perfor- es un PN actualizado;
mance como un PN principal, ello presupone otro PN, el de la com- b) este sujeto tiene que estar dotado de las marcas de reali-
zación de dicho PN, es decir, debe poseer un conjunto de
petencia, el cual, respecto al primero, es un PN de uso; en este caso,
modalidades: "en su calidad de sujeto de estado, el sujeto
el sujeto del hacer ser debe estar caracterizado como sujeto del que- competente debe en consecuencia estar en conjunción con
rer hacer, o del deber hacer o del poder hacer o del saber hacer, un objeto investido de un complejo de valores modales
es decir, debe estar modalizado. En otras palabras, la competencia (1980: 16-17). La distinción entre lo que es la competencia
"aparece como un programa de uso, caracterizado por el hecho de y lo de lo que se trata (su objeto) permite considerarla
que los valores buscados por él son de naturaleza modal" (I982: como una estructura modal "que puede describirse como
321). El encadenamiento lógico entre competencia y performance da una organización jerárquica de modalidades" (1982 :69).
origen a otra unidad sintáctica, con una jerarquía superior, que es el
recorrido narrativo. Como el actuar presupone la existencia de un No obstante, aunque la consideración de la competencia como
sujeto, el recorrido narrativo sólo puede corresponder a uno de los un estado permite describirla, ello no se hace cabalmente, ya que
sujetos. Es decir, los programas narrativos están constituidos por dos los enunciados que conforman este estado se interpretan 'tomo
tipos de actantes sintácticos, sujetos y objetos, pero solamente los productos de un hacer; es decir, como regidos por enunciados de
primeros están dotados de competencia, sólo ellos "hacen ser". . hacer cuya acción ha dado por resultado dicho estado. Dicho en
otras palabras, la existencia del sujeto competente está asociada
Pero si el hacer ser es la performance, ésta no agota la defini-
ción del acto, pues un acto no es el hacer ser sino "lo que hace con la búsqueda de los mecanismos de la adquisición de su compe-
ser", es decir, "todas las condiciones previas y los presupuestos que tencia. Los programas narrativos se hacen más complejos al recono-
posibilitan la acción" (1982:69); este "lo que ... " constituye de cer la existencia de tales enunciados modales que rigen a los enun-
cierta manera el ser del hacer, que puede formularse por medio de ciados de hacer; si el PN, como hacer ser del sujeto se considera'
otro enunciado de estado que da cuenta de la existencia virtual, como su performance, las modalidades -como querer hacer o poder
lógicamente presupuesta, de la instancia productora de ese hacer. hacer- aparecen como condiciones necesarias de la performance,
y este ser del hacer es la competencia (1976a:92-93). El concepto y constituyen la competencia modal del sujeto. Por tanto, así como
de competencia semiótica está en relación el de competencia lin- toda performance presupone una competencia, todo PN de hacer
gUistica: este concepto es parte de aquél: como sel\ala Greimas, presupone un PN modal, y el programa en su totalidad constituye
"en relación con la perform¡mce que es un hacer productor de enun- el recorrido narrativo del sujeto (1982:388).
ciados, la competencia es un saber hacer, 'ese algo' que posibilita El concepto de modalidad es muy complejo; para definirse pue-
el hacer. Además, ese saber hacer, en cuanto 'acto en potencia', de recurrirse a su concepción tradicional, entendido como modifi-
puede separarse del hacer al que se refiere: si existe un saber hacer cación del predicado de un enunciado. Como el conjunto de verpos
manipulador de las reglas de gramática, existe otro que manipula, llamados ¡¡odales es discutible y varía de una lengua a otra, Crei-
por ejemplo, las reglas de cortesía. Dicho de otro modo, la compe- mas prefiere iniciar la reflexión sobre los dos tipos de enunciados
tencia lingüística no es algo en sí, sino un caso particular de un fenó- elementales, de estado y de hacer, y pensar que ambos son "suscep-
meno mucho más amplio que, bajo la denominación genérica de tibles de encontrarse en la situación sintáctica de enunciados des-
competencia, forma parte de la problemática de la acción y consti- criptivos, o en la hiperotáctica de enunciados modales" (1982:262).
tuye al sujeto como actante (cualquiera que s¡;'l(el campo en que ella Si toda modificación de un predicado por otro predicado es su mo-
se ejerza)" (1982 :68). dalización, entonces, tanto la competencia como la performance
Al ser la competencia del orden del ser, el sujeto competente son estructuras modales, puesto que pueden obtenerse, la primera,
como el "ser" que modaliza al "hacer", y la segunda como el "ha-
cer" que modaliza al "ser". Si ello es así, dice Creimas, "nos damos
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nes (del hacer) que transforman los estados (el ser). En esta per-
cuenta que quedan otras dos combinaciones posibles: 'ser' modali-
formance lo principal es hacer ser algo; en la adquisición de la com-
zando a 'ser' y 'hacer' modalizando a 'hacer'" (1976:93). Estas dos
estructuras requieren dos instancias modalizadoras distintas y que petencia, lo principal es el hacer mismo, su producción por las moda-
el sujeto modalizador sea diferente al sujeto cuyo predicado es mo- lidades; la competencia es entonces equivalente al ser del hacer.
dalizado. Dicho de otra manera, "un enunciado modal de estado A partir de la performance principal puede llegarse a las causas del
que tenga por sujeto S 1 es susceptible de modificar cualquier otro actuar del sujeto operador; de allí que la performance que origina
enunciado producido y presentado por el sujeto S'l' Un esquema la adquisición de la competencia, es decir, de los valores modales,
tal presupone, cuando se trata de actos de lenguaje, la existencia se considere como un hacer hacer. Estas operaciones narrativas que,
de las instancias de enunciador y enunciatario, siendo este último efectuadas sobre el sujeto operador, le dan la capacidad de realizar
I
el sujeto modalizador que sanciona el enunciado producido por el la performance principal, son operaciones de persuasión: se trata
enunciador" (Ibíd.: 94). Cuapdo el ser modaliza al ser se trata de de acción de un sujeto sobre otro para hacerlo ejecutar un programa
la modalidad veridictoria, que es el caso anterior; cuando el hacer dado; difiere de la performance en que ésta es acción de un sujeto
modaliza al hacer se trata de la modalidad factitiva. sobre un objeto. Es decir, la primera es un hacer hacer y se llama
La modalidad factitiva se defme, en una primera aproximación, manipulación; la segunda es un hacer ser.
Hasta ahora hemos revisado tres fases del programa: manipula-
como un hacer hacer, es decir, "como una estructura modal cons-
ción, competencia y performance. Pero, después de efectuada la
tituida por dos enunciados en relación hipotáctica que cuentan con
performance principal, es decir, una vez que ocurre la transforma-
predicados idénticos pero con sujetos diferentes" (1982: 172). Esta
ción de estados por la intervención del sujeto de hacer, es necesario
relación factitiva se establece entre un sujeto y un objeto, pero este
evaluar el nuevo estado producido y sancionar la operación del su-
último es un enunciado de hacer; por ello es más bien una relación
jeto. Esta fase, en tanto que concierne a la evaluación del sujeto,
entre dos sujetos, jerárquicamente distintos, llamados sujeto modal
se llama sanción o reconocimiento, y trata del ser del ser. En resu-
y sujeto de hacer. men, tendremos cuatro distintas fases, aunque no siempre todas
Los análisis concretos han demostrado que hay ciertos valores
manifestadas:
modales que tienen un gran valor en la organización semiótica de
los discursos; éstos son los de deber, querer, poder y saber, los cua- Manipulación ---+ Competencia ---+ Performance ---+ Sanción o.
les son capaces de modalizar tanto el ser como el hacer. Greimas reconoci-
llama a estos valores "sobredeterminaciones modales", los cuales miento
"son susceptibles de modular el estado potencial llamado compe- (hacer hacer) (ser del hacer) (hacer ser) (serdelser)
tencia y de regir así los enunciados de hacer y los enunciado de
estado, modificando de cierta manera sus predicados" (l976a:97): Las cuatro fases pueden clasificarse según los tipos de hacer
En algunos discursos están explícitas las etapaS de adquisición que se realizan en ellas: las transformaciones de estados correspon-
de la competencia por el sujeto de hacer; en otros casos, se consi- den al hacer pragmático, mientras que lo que se realiza en las fases
dera que la competencia es un objeto, pero no el objeto buscado en de manipulación y sanción es un hacer cognoscitivo. El hacer tiene
la performance principal, sino que es más bien un objeto que repre- siempre un carácter modal: "se trate de un hacer operatorio (ha-
senta la condición para adquirir este otro objeto, que es el objeto cer ser) o manipulatorio (hacer hacer), de un hacer que constraye,
de valor, mientras que el primero es un objeto modal. Uno y otro transforma y destruye las cosas o de un hacer factitivo que mailipula
corresponden a dos tipos de transformación: la acción de la perfor- a los seres, el hacer aparece siempre como la función-predicado de
mance principal que transforma la relación del sujeto de estado con un enunciado modal que rige a otro enunciado" (1982:204). En to-
el objeto de valor, y la acción de la performance modal o de califi- dos los casos se trata de un hacer pragmático o cognoscitivo. La
cación, que transforma la relación del sujeW.de hacer con el objeto dimensión pragmática corresponde, en términos generales, a las des-
modal. La etapa de adquisición de la competencia o de los valores cripciones de los comportamientos, organizados en programas y
modales, corresponde, en el plano discursivo, a lo que se llama recibidos por el enunciatario como acontecimientos independientes
"prueba calificante", y puede considerarse como un PN de uso res- de su empleo a nivel de) saber. La dimensión cognoscitiva del discur-
pecto del PN de base que es la performance principal (1982:49). El so, jerárquicamente superior a la pragmática, se desarrolla en forma
PN complejo, en su totalidad, se organiza alrededor de las operacio-
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• nes (del hacer) que transforman los estados (el ser). En esta per-
cuenta que quedan otras dos combinaciones posibles: 'ser' modali-
zando a 'ser' y 'hacer' modalizando a 'hacer'" (1976:93). Estas dos formance lo principal es hacer ser algo; en la adquisición de la com-
estructuras requieren dos instancias modalizadoras distintas y que petencia, lo principal es el hacer mismo, su producción por las moda-
el sujeto modalizador sea diferente al sujeto cuyo predicado es mo- lidades; la competencia es entonces equivalente al ser del hacer.
dalizado. Dicho de otra manera, "un enunciado modal de estado A partir de la performance principal puede llegarse a las causas del
que tenga por sujeto S 1 es susceptible de modificar cualquier otro actuar del sujeto operador; de allí que la performance que origina
enunciado producido y presentado por el sujeto S2' Un esquema la adquisición de la competencia, es decir, de los valores modales,
tal presupone, cuando se trata de actos de lenguaje, la existencia se considere como un hacer hacer. Estas operaciones narrativas que,
de las instancias de enunciador y enunciatario, siendo este último efectuadas sobre el sujeto operador, le dan la capacidad de realizar
el sujeto modalizador que sanciona el enunciado producido por el la performance principal, son operaciones de persuasión: se trata
enunciador" (Ibíd.: 94). Cua,ndo el ser modaliza al ser se trata de de acción de un sujeto sobre otro para hacerlo ejecutar un programa
la modalidad veridictoria, que es el caso anterior; cuando el hacer dado; difiere de la performance en que ésta es acción de un sujeto
modaliza al hacer se trata de la modalidad factitiva. sobre un objeto. Es decir, la primera es un hacer hacer y se llama
La modalidad factitiva se defme, en una primera aproximación, manipulación; la segunda es un hacer ser.
como un hacer hacer, es decir, "como una estructura modal cons- Hasta ahora hemos revisado tres fases del programa: manipula-
tituida por dos enunciados en relación hipotáctica que cuentan con ción, competencia y performance. Pero, después de efectuada la
performance principal, es decir, una vez que ocurre la transforma-
predicados idénticos pero con sujetos diferentes" (1982: 172). Esta
relación factitiva se establece entre un sujeto y un objeto, pero este ción de estados por la intervención del sujeto de hacer, es necesario
evaluar el nuevo estado producido y sancionar la operación del su-
último es un enunciado de hacer; por ello es más bien una relación
jeto. Esta fase, en tanto que concierne a la evaluación del sujeto,
entre dos sujetos, jerárquicamente distintos, llamados sujeto modal
se llama sanción o reconocimiento, y trata del ser del ser. En resu-
y sujeto de hacer. men, tendremos cuatro distintas fases, aunque no siempre todas
Los análisis concretos han demostrado que hay ciertos valores
manifestadas:
modales que tienen un gran valor en la organización semiótica de
los discursos; éstos son los de deber, querer, poder y saber, los cua- Manipulación ----+ Competencia ----+ Performance ----+ Sanción o.
les son capaces de modalizar tanto el ser como el hacer. Greimas reconoci-
llama a estos valores "sobredeterminaciones modales", los cuales miento
"son susceptibles de modular el estado potencial llamado compe- (hacer hacer) (ser del hacer) (hacer ser) (ser del ser)
tencia y de regir así los enunciados de hacer y los enunciado de
estado modificando de cierta manera sus predicados" (1976a: 97). Las cuatro fases pueden clasificarse según los tipos de hacer
E~ algunos discursos están explIcitas las etapaS de adquisición" que se realizan en ellas: las transformaciones de estados correspon-
de la competencia por el sujeto de hacer; en otros casos, se consi- den al hacer pragmático, mientras que lo que se realiza en las fases
dera que la competencia es un objeto, pero no el objeto buscado en de manipulación y sanción es un hacer cognoscitivo. El hacer tiene
la performance principal, sino que es más bien un objeto que repre- siempre un carácter modal: "se trate de un hacer operatorio (ha-
senta la condición para adquirir este otro objeto, que es el objeto cer ser) o manipulatorio (hacer hacer), de un hacer que constraye,
de valor, mientras que el primero es un objeto modal. Uno y otro transforma y destruye las cosas o de un hacer factitivo que manipula
corresponden a dos tipos de transformación: la acción de la perfor- a los seres, el hacer aparece siempre como la función-predicado de
mance principal que transforma la relación del sujeto de estado con un enunciado modal que rige a otro enunciado" {l982:204). En to-
el objeto de valor, y la acción de la performance modal o de califi- dos los casos se trata de un hacer pragmático o cognoscitivo. La
cación, que transforma la relación del sujeW.de hacer con el objeto dimensión pragmática corresponde, en términos generales, a las des-
modal. La etapa de adquisición de la cornil'etencia o de los valores cripciones de los comportamientos, organizados en programas y
modales, corresponde, en el plano discursivo, a lo que se llama recibidos por el enunciatario como acontecimientos independientes
"prueba calificante", y puede considerarse como un PN de uso res- de su empleo a nivel del saber. La dimensión cognoscitiva del discur-
pecto del PN de base que es la performance principal (1982:49). El so, jerárquicamente superior a la pragmática, se desarrolla en forma
PN complejo, en su totalidad, se organiza alrededor de las operacio-
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paralela al incremento del saber atribuido a los sujetos. Una dife- la manipulación establece una jerarquía en el universo de
los valores, y la sanción o evaluación de la última etapa
rencia entre ambas dimensiones es que la pragmática no necesaria-
del programa se realiza de acuerdo con este universo de va-
mente requiere la cognoscitiva, mientras que ésta presupone siem- lores;
pre aquélla, pues se defme precisamente para tomar a cargo las accio- hacer admitir al destinatario su habilidad para ejecutar el
nes pragmáticas mediante el saber (l982:59). PN, y esto por medio ya sea de la provocación, al negar
Si el hacer cognoscitivo es una transformación que modifica la dicha competencia, o ya sea por medio de la seducción al
relación del sujeto y el objeto de conocimiento, los estados que se afirmarla.
obtienen se articulan según el cuadrado de las modalidades veri-
dictorias. En cuanto a la transmisión del objeto de saber, se puede La sanción, por su parte, es en principio la última etapa del
hablar de un hacer informativo, que aparecía co'mo hacer emisivo relato, y es una función del destinador: éste, después de haber ma-
y como hacer receptivo. Sin embargo, las cosas no son tan simples nipulado al sujeto operador para hacerlo ejecutar su recorrido na-
puesto que casi siempre la transferencia de saber está modalizada; rrativo, tiene que juzgar, por un lado, si se ha alcanzado el estado
así, con respecto al eje destinador/destinatario se tendrá un hacer final deseado, es decir, si el objeto de valor está efectivamente en
persuasivo y un hacer interpretativo (Ibíd.). En el programa narra- las manos del destinatario, y, por otro, recompensar o castigar al
tivo están presentes ambas dimensiones, pragmática y cognoscitiva, sujeto operador sobre la base de las performances realizadas. Según
las cuales se presuponen una a la otra, aunque pueden existir dife- Louis Panier, parece que todos los relatos nos conducen al "juicio
rencias de acento de un relato a otro: hay relatos donde es más im- fmal", puesto que en su forma constitutiva ya está inscrita la sanción
portante 10 concerniente a la realización de la performance y en del destinador, por la cual se evalúan en un juicio y se sancionan en
consecuencia, la presencia de las condiciones para esta realización; una retribución las acciones realizadas por el sujeto operador (pa-
en ellos predomina la dimensión pragmática. Hay otras en los que es nier, 1982:12).
mayor la insistencia en la persuasión y en la evaluación o interpre- Según Panier, la sanción es una operación esencialmente cog-
tación de los elementos' de la dimensión pragmática; en ellos predo- noscitiva, puesto que se trata de hacer saber; esta operación pone
mina la dimensión cognoscitiva. en escena al destinador que, como intérprete, es el primer receptor
Los dos tipos de hacer que comprende la dimensión cognosci- del saber, y debe realizar una evaluación epistémica sobre los obje- •
tiva, el persuasivo y el interpretativo, ocurren en dos fases bien de- tos de saber comunicados, Sin embargo, Greimas considera que la
finidas del programa narrativo: en cuanto que corresponde a la atri- sanción ocupa las dos dimensiones: la sanción pragmática es un jui-
bución del saber (hacer saber y hacer creer), el hacer persuasivo es cio epistémico del destinador sobre los comportamientos y del pro-
el propio de la fase de manipulación; en cuanto que corresponde granla narrativo del sujeto respecto al sistema axiológico implícito
al saber sobre el estado de un sujeto, el hacer interpretativo ocurre o explícito del contrato inicial. Desde el ¡unto de vista del desti-
en la fase de sanción. natario, la sanción pragmática corresponde a la retribución, que
La manipulación, como hemos visto, corresponde al hacer puede ser positiva (recompensa) o negativa (castigo). La sanción
hacer y es la actividad de un sujeto sobre el sujeto operador para que pragmática es, pues, un juicio sobre el hacer, y se opone a la sanción
ejecute un programa. El primer sujeto e~ lo que conocemos como cognoscitiva, juicio epistémico sobre el ser del sujeto y, más gene-
el destinador: según Greimas, el destinador es el que comunica al ralmente, sobre los enunciados de estado que éste rige. Desde el pun-
destinatario "no sólo los elementos de la competencia modal, sino to de vista del destinador, la sanción cognoscitiva equivale al re~o­
también el conjunto de los valores en juego; es también aquel a quien nocimiento del héroe, contrapartida de la prueba glorificante asu-
es comunicado el resultado de la performance [ ... ] que le corres- mida por el destinatario (Greimas, 1982:346).
ponde sancionar" (1982: 118). La acción del destinador sobre el Tenemos, en resumen, las siguientes operaciones en la sanción:
sujeto operador es un hacer persuasivo: hJ.~e saber o hace creer;
esta manipulación puede ser de dos tipos: ';:; 1, reconocimiento, por parte del destinatario, del valor del ob-
jeto transmitido;
hacer admitir al destinatario (sujeto operador) al valor de 2. juicio epistémico por parte del destinador, sobre la relación
los Objetos del PN, ya sea por medio de la tentación o de la constitutiva del enunciado de estado; evaluación, también
amenaza, Al persuadir a través del valor de los objetos,
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.1
por parte del destinador, de los valores asociados a los ob- enunciatario, por medio del hacer interpretativo. En esta tipología
jetos; pueden distirlguirse:
3. evaluación de la operación del sujeto de hacer de acuerdo
con el contrato que instaura al mismo sujeto operador.
a) l?s discur~os ~ue interpretan acontecimientos, las exége-
Si la sanción evalúa la acción del sujeto operador, entonces el SlS, la cri hca literaria o artística en general. Son los discur-
hacer puede integrarse "como elemento en un sistema de los haceres, sos ~terpretativos;
b) los d1~cursos co~o los de la política, la publicidad o la pe-
semantizados y articulados como comportamientos (cadenas de
dagog1a son los d1scursos persuasivos·
transformaciones o conductas programadas) que provienen de lo
e) los discursos .científicos "que se aplican sobre lo persuasivo
que puede llamarse una ideología". La sanción presupone un sis- ~con todo .el Juego de la demostración) y, a la vez, sobre lo
tema de performances sobre la que se encuentra una concepción L?terpretahvo (aprovechando los discursos anteriores con-
ideológica que convierte las operaciones en valores de comporta- slderados, entonces, como discursos referenciales), con el
mientos (Panier, 1982: 19). saber verdad como proyecto y objeto de valor propuesto"
Aun aceptando lo que dice Greimas que la sanción se inscribe (Greimas, 1982:61).
tanto en la dimensión cognoscitiva como en la pragmática, hay que
reconocer que el hacer fundamental de la sanción, que es el hacer Otro posible desarrollo de la investigación en esta dimensión
interpretativo, es un hacer cognoscitivo, lo mismo que el hacer per- cognoscitiva concierne a la tipología semiótica. Así, podrá hablarse
suasivo, parte de la manipulación. Ambos están vinculados a la de u~a semiótica de la manipulación, puesto que el hacer manipu-
instancia de la enunciación; el persuasivo consiste en "la convoca- latono ocupa un lugar importante en las relaciones humanas·.thm-
ción, por parte del anunciador, de todo tipo de modalidades para bién podrá h~bl.arse de una semiótica de la sanción, ambos ~pues­
hacer aceptar al enunciatario el contrato enunciativo propuesto tos a una sem1óhca de la acción.
y, de este modo, volver eficaz la comunicación" (1982:304). El ~anipulación y sanción son las fases extremas del programa
hacer interpretativo, por su lado, consiste "en la convocación que el narrahvo, s.on sus límites; la competencia y la performance aparecen
anunciatario hace de las modalidades necesarias para aceptar las c~mo e~cajonadas entre los otros dos, que son, según Panier, "ma-
proposiciones contractuales que recibe" (1982: 227). Es decir, el rufestaclOnes particulares de los sistemas que rigen el proceso".
hacer persuasivo puede contener instancias dirigidas al estableci- De acuerdo con este autor, hay dos puntos de paso entre sistema
miento de un contrato fiduciario que incluye la adhesión del inter- y ~roceso: e~ paso de sistema a proceso corresponde a la manipu-
locutor. Cuando el objeto del hacer persuasivo es la veridicción, lac1ón, y. el mverso corresponde a la sanción; "los puntos de paso
lo que se busca obtener es la confianza o el creer verdadero que el son parbcu~armen.te manife~tados por las operaciones cognosciti-
enunciatario atribuye al discurso enunciado. Este contrato fiducia- vas (persuas1vas o mterpretahvas) y por la instauración de relaciones
rio se llanla contrato enunciativo o de veridicción y recae "sobre ~duc!~rias (~ontrato en la manipulación, reconocimiento en la san-
el discurso enunciado en cuapto objeto de saber, valorizado a causa C1ón) (Pan1~r, 1982: 15). En las fases de competencia y perfor-
de su modalización" (Greimas, 1983 :206). Se llama contrato de m~nce, el sUjeto se defme por las relaciones que mantiene con el
veridicción porque establece una convención fiduciaria entre el enun- objeto de valor, y esta relación es afectada por las modalidades del
ciador y el enunciatario con respecto al estatuto veridictorio del hace.r (deber, querer, poder y saber hacer). La manipulación y 1
discurso enunciado; dicho contrato puede estar basado en una evi- sanc1ón d~ otra posibilidad de defmir al sujeto: por su relaciój
dencia (es decir, no exige un hacer interpretativo) o puede estar con el destmador: en el contrato fiduciario entre destinador y sujeto
precedido por un hacer creer, un hacer persuasivo del enunciador, operador donde éste se instaura; en la fase de sanción donde se re-
con el respectivo creer (hacer interpretativo) del enunciatario. c~noce. El contrato instaura al sujeto al fijarle un rol actancial deter-
Es muy importante para el desarrollo f.v,.Wro de la semiótica mmado en un pro~rama regido por un sistema de valores, y al darle
la investigación sobre la dimensión cognosclt·iva; de hecho, pode- un es.tatuto fig~rahvo de actor; es decir, después de la manipulación
mos ya tratar de establecer una tipología de los discursos cognosci- el sUjeto es sUjeto operador, pero también es "hijo", "pescador",
tivos tomando en cuenta la actividad cognoscitiva del enunciador, e.tcéte~a. El e~amen del estatuto de actor ya no forma parte de la
que puede especificarse por el hacer persuasivo, y la actividad del smt~ls ~arrahva de superficie sino de las estructuras discursivas. En
la smtax1s narrativa estamos en un plano abstracto, el de los actan-
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147
-, - ••
tes. Antes de pasar hacia aspectos concretos, es necesario decir unas ~ent~s de la estructura discursiva. En este nivel el recorrido genera-
palabras sobre la componente semántica del nivel narrativo. tIvo alcanza las estructuras ad quem" (1982: 196).
Dentro del recorrido generativo, la semántica narrativa es la Los. p~oc~dimientos de di~cur~ivización se dividen en tres tipos:
instancia donde se actualizan los valores pues, si en el nivel profundo l~ actof1aliZaCl~~, la temporalizaclón y la espacialización, los cuales
de la sintaxis y la semántica fundamentales se articula y se da forma tIenen por misión producir tanto los actores como los ámbitos
categorial al microuniverso capaz de producir las significaciones dis- temp~rales y es~aciales en los cuales se inscriben los programas
cursivas, el resultado es un conjunto de valores, que son virtuales narrativos proveruentes de las estructuras narrativas. Por su parte
mientras no se asuman por un sujeto. De allí que el paso de la se- la semántica discursiva tiene como subcomponentes la tematizació~
mántica fundamental a la semántica narrativa de superficie consista y la figurativización, cuyo fin es la producción de discursos abstrac-
en seleccionar los valores de los cuadrados y en act~alizarlos al unir- tos y figurativos. Veamos estos aspectos de los componentes de la
los con los sujetos de la sintaxis narrativa. En otras palabras, "mien- estructura discursiva.
tras que el nivel fundamental se presenta como un dispositivo axio- Tanto la temporalización, espacializaci6n y actorialización
16gico capaz de servir de base para generar un abanico tipológico de dependen ~e los mecanis~os de embrague y desembrague. La pri-
discursos posibles, el nivel narrativo de la semántica es el lugar mera co~slste en prodUClf un efecto de sentido de temporalidad
de las restricciones impuestas a la combinatoria y donde se decide, por mediO del cual una organización narrativa se convierte en "his-
en parte, el tipo de discurso a producir" (Greimas, 1982:357). Los toria" (1982:405). La espacialización comprende procedimientos
valores seleccionados cargan de contenido el esquema sintáctico del de localización espacial. que se interpretan como operaciones de em-
enunciado de estado. brague y ~esembrague realizadas por el enuncia dar para dar al discur-
El estudio del componente narrativo descubre la red de relacio- so enunCiado una organización espacial que sirva para inscrioir los
I
l .
nes y operaciones que produce la organizaci6n narrativa del discur-
so. Pero esta red sólo precisa los lugares que tienen que llenarse con
prog~amas narrativos (1985: 152). Finalmente, la actorialización
es un procedimiento que reúne los diferentes elementos "de los com,
contenidos, que varían con cada discurso. Para determinar tales ponentes sintáctico y semántico para establecer los actores del

)
.
I
!r
contenidqs, tenemos que pasar el siguiente escalón del recorrido
generativo, que son las estructuras discursivas.
Las estructuras discursivas, las menos profundas, se encargan
de poner en discurso las estructuras narrativas de superficie al ha-
~iscur~o" (1982:28). La tematización, procedimiento de la semán-
tica discursiva, es quien se encarga de los valores de la semántica
fundamental, unidos con los sujetos a través de la semántica narra-
ti~a, para "diseminarlos" de algún modo en los programas y reco-'
cerlas pasar por la instancia de enunciación. El estudio de estas es- r~dos na~ra~ivos. La tematización es un procedimiento de conver-
tructuras está menos desarrollado que el de las narrativas, por lo SIón semanhca que permite diversas formulaciones de un mismo
que su descripción será más suscinta. Si se reconocen dos tipos de. valor. .Greimas toma como ejemplo el valor "libertad": éste "puede
estructuras (semionarrativas, con sus dos niveles de profundidad, y tema~lza~se -según los procedimientos de espacializaci6n y de tem-
discursivas) las cuales rigen la organizaci6n del discurso antes de su p.or~hzacI6n de .l~ sintaxis discursiva- ya sea como "evasión espa-
manifestación, también se admite la presencia de ciertos procedi- Cial. (y figuratlVlz.ada. en un estado ulterior, como un embarque
mientos llamados de discursivización que pueden definirse como la haCia los mares leJanos), ya como 'evasión temporal' (con figuras
aplicación de las operaciones de desembrague y embrague y, por del pasado, de la infancia, etcétera)." (I982:405).
ello, de depender de la enunciación. El desembrague es una opera- ~upon~~os que tenemos al inicio de un discurso a un sujeto
ción por la cual la instancia de la enunciación se desliga de ciertos en dlsyunclOn con un objeto: SvO. Dicho objeto, que es un actarlte
términos vinculados a su estructura de base para constituir los ele- una posición sintáctica, se inviste con valor, como el de potencia:
mentos fundadores del enunciado discurso. El embrague es el efecto Entonces el programa narrativo consistirá en unir el sujeto con el
de retorno a· la enunciación; si la instancia de la enunciación se valor deseado; pero como existen muchas formas de obtener tal
concibe como un "yo-aquí-ahora", el dese!pbrague postula un suje- valor, se di~e. qu~ el discurso está figurativizado cÚando el objeto
to, un tiempo y un espacio distintos y los proyecta en el enunciado puede adqu1f1r cierta carga semántica que permita al enunciatario
(1982: 138). Los procedimientos de discursivización, que constitu- reconocerlo como una figura, como por ejemplo, un automóvil
yen la sintaxis discursiva, y la semántica discursiva, son los compo- (I 982: 177). Así, un discurso que cuente la adquisición del automó-

148 149
ti
vil, el ejercicio y el reconocimiento de la potencia es un discurso

ciales; el héroe, por ejemplo, se considera como tal sólo en ciertas
fl'

figurativo. posiciones del relato.


El concepto de figura es de fIliación hjelmsleviana: unidades Sabemos que, dentro del marco del enunciado, un lexema en
del plano de la expresión y del plano del contenido. En la semió- una organización sémica virtual que se realiza en el discurso ma-
tica de la lengua dichas figuras tienen un nombre: fonema y seme- nifestado, aunque siempre de manera parcial; "todo discurso desde
mas; en semiótica no lingüística asumen simplemente el nombre el momento que plantea su propia isotopía semántica, no es más que
de figura de la expresión y figuras del contenido. La seJllántica una explotación muy parcial de las virtualidades considerables
discursiva restringe el uso del concepto de figura: se llaman figuras que le abre el tesaurus lexemático" (1973a: 170). Si pasamos del
sólo las figuras del contenido que corresponden a las figuras de la marco del enunciado al del discurso, el conjunto de significaciones
expresión del mundo natural. susceptibles de realizarse en los recorridos figurativos constituye
La construcción de la significación se realiza a través de los suce- una configuración discursiva; es decir, este concepto implica la posi-
sivos efectos de sentido producidos en la lectura de un discurso. bilidad de varios recorridos figurativos, de los cuales sólo uno se rea-
Tales efectos de sentido son posibles gracias a dos hechos: por un liza en el discurso. Esta reducción se denomina rol temático; para
lado, la presencia de un esquema narrativo que regula las relaciones; entender este concepto, Greimas hace un símil: el lexema corres-
por otro, la organización de estas unidades de contenido llamadas ponde al semema en el marco del enunciado, como la configuración
figuras, las cuales conforman recorridos figurativos. Un recorrido discursiva al rol temático en el marco del discurso (1973a: 173);
figurativo es "un encadenamiento isótopo de figuras, correlativo a Rol temático se entiende como "la representación, en forma actan-
un tema dado" (1982: 178), es decir, correlativo a los valores actua- cial, de un tema o de un recorrido temático"; se obtiene ~'por la
lizados por la semántica narrativa, dispersos a lo largo de los progra- reducción de una configuración discursiva a un solo recorrido figu-
mas narrativos. El encadenamiento de figuras está basado en la aso- rativo (realizado o realizable en el discurso) e, incluso, a un agente
ciación propia de un universo cultural dado. competente que lo integra virtualmente" (1982:404). En estas cir-
Los relatos se conciben como recorridos narrativos generados cunstancias, el discurso aparece como un despliegue sintagmático
por la gramática narrativa con vistas a su manifestación. Estos reco- cargado de figuras polisémicas y de virtualidades, reunidas en confi-
rridos se defmen por una particular distribución de roles actanciales . guraciones discursivas; sólo algunas de estas figuras, susceptibles de
dotados de modalidades y determinados por sus posiciones en el tener roles actanciales, se encuentran erigidos en roles temáticos;
marco del programa narrativo. El relato, con su estructura grama- éstos son los actores (1973a:175). Este concepto de actor es funda-
tical definida, está investido de un contenido específico, y ello se mental en la estructura discursiva, pero sólo a partir de la mediación
realiza por la selección de los roles temáticos hecha por los roles del rol actancial puede iniciarse el proceso que conduce a la mani-
actanciales, y su manifestación como figuras que se prolongan en festación discursiva de la narratividad a través de la cristalización
configuraciones discursivas (Greimas, 1973a: 175). Aquí es neceo' de los actantes en actores. Un actor es el lugar de encuentro y de
sario aclarar algunos conceptos. conjunción de estructuras narrativas y de estructuras discursivas, en
Como se ha visto, en ,las estructuras narrativas el sujeto realiza sus dos componentes, puesto que "está cargado a la vez de al menos
un recorrido narrativo hecho de una sucesión de estados, cada uno un rol actancial y de al menos un rol temático que precisan su compe-
se diferencia del anterior por la presencia de transformaciones que tencia y los límites de su hacer o de su ser. Es al mismo tiempo el
lo anteceden. En este recorrido, los actante s pueden defmirse tanto lugar de investimiento de esos roles, pero también de su transfQrma-
por su posición sintagmática (su posición en el recorrido) como por ción, pues el hacer semiótico, operando en el marco de los objetos
el estatuto modal que lo caracteriza en cada etapa. En otras pala- narrativos, consiste esencialmente en el juego de adquisiciones y de
bras, una vez inscritos en el recorrido narrativo, los actantes sintác- pérdidas, de sustituciones y de intercambios de valores, modales o
ticos se defmen por su posición y por los valores modales que ad- ideológicos" {lb íd.). De esta manera, Greimas presenta el discurso
quieren en cada etapa. A esta doble defmici0,9- del actante se le llama como cubierto de una red de roles actanciales, manifestados por
rol actancial. Defmidos por su contenido modal y por la posición, actores, los cuales, por ello mismo, son elementos del discurso.
los roles actanciales dependen de la sintaxis narrativa de superficie. Si bien Greimas distingue tres campos autónomos donde se ar-
En el discurso narrativo, un actante puede asumir varios roles actan- ticula la significación: las estructuras semionarrativas (con sus dos
niveles de profundidad), las estructuras discursivas, y las estructuras

150 151
textuales, las dos primeras se sitúan en el recorrido generativo, pero siempre prácticamente, de una manera heterogénea (siendo suscep-
la tercera no, puesto que está inserta en una problemática diferen- tible de estudios diferentes según los puntos de vista que se adopten)
te: la textualización es 10 que da lugar al texto lineal (temporal o sino un plaÍlO homogéneo de significación (proyectado sobre lo dado
espacial, según la semiótica de que se trate), y puede intervenir en manifiesto), y solamente en relación con este último podrá juzgarse
todo momento del recorrido generativo: no sólo los discursos la adecuación del 'modelo en construcción' y efectuarse la verifica-
figurativos o no figurativos son textualizados, sino también los más ción del modelo" (Courtés, 1980:36).
abstractos se textualizan desde el momento en que se inscriben sobre
el papel (1982:195-196). El texto que se obtenga toma la forma de
una representación semántica del discurso. El texto se define con
respecto a la manifestación; no es la culminación del recorrido gene-
rativo, sino que es "una detención de este recorrido en un momento
cualquiera del proceso y su desviación hacia la manifestación"
(1982:411). En un ensayo muy anterior considera las estructuras
de la manifestación como las que producen y organizan las signifi-
cantes; tales estructuras, dice, son particulares a una lengua o a una
materia; por lo tanto, se estudian por las estilísticas superficiales
de los lexemas, formas, colores, etcétera (I 970: 136). En los ensa-
yos posteriores, este aspecto de la manifestación está casi, para
no decir totalmente ausente. Esto, como se verá posteriormente,
está en concordancia con los postulados de Hjelmslev. Courtés pone
esto de manera explícita cuando dice que lo que caracteriza al hacer
semiótico es el abandono parcial de las "formas lingüísticas" para
trabajar en el campo del significado; ello equivale a no tomar en
cuenta el estudio del nivel textual (Courtés, 1980:39). La concep-
ción de la forma de Courtés no concuerda, obviamente, con los su-
puestos de la semiótica narrativa.
Para concluir es necesario decir unas palabras sobre los obje-
tivos del análisis semiótico. En su análisis de un relato de Maupas-
sant, Greimas postula que la labor "consiste en partir de actores que
se manifiesten en cuanto sujetos discursivos, dotados de predicados,
para alcanzar a actantes, integrables en los enunciados narrativos bus-
cando así una organización parrativa subyacente a la manifestación
discursiva que permitiría dar cuenta de la articulación del texto en
su superficie" (Greimas, 1983:81). Si tenemos, por ejemplo, un
relato oral que queremos analizar: hay allí, una manifestación ver-
bal definida como la unión de una expresión (en una lengua natu-
ral) y de un contenido, parcialmente autónomo puesto que puede
asociarse a otra expresión (a otra lengua, o en imágenes, cine, etcé-
tera). Tal como aparece ante nosotros, dicho plano de manifestación
no constituye por sí solo un lugar para el ~álisis, ya que, según
Hjelmslev, el análisis es el conjunto de procedimientos utilizados
en la descripción de un objeto semiótico. En palabras de Courtés,
"el punto de partida no es un 'objeto' cualquiera (p. ej. relatos,
textos, imágenes, cuadros, publicidad, etcétera) que se manifiesta

152 153
textuales, las dos primeras se sitúan en el recorrido generativo, pero siempre prácticamente, de una manera heterogénea (siendo suscep-
la tercera no, puesto que está inserta en una problemática diferen- tible de estudios diferentes según los puntos de vista que se adopten)
te: la textualización es lo que da lugar al texto lineal (temporal o sino un plaóo homogéneo de significación (proyectado sobre lo dado
espacial, según la semiótica de que se trate), y puede intervenir en manifiesto), y solamente en relación con este último podrá juzgarse
todo momento del recorrido generativo: no sólo los discursos la adecuación del 'modelo en construcción' y efectuarse la verifica-
figurativos o no figurativos son textualizados, sino también los más ción del modelo" (Courtés, 1980:36).
abstractos se textualizan desde el momento en que se inscriben sobre
el papel (1982: 195-196). El texto que se obtenga tomaJa forma de
una representación semántica del discurso. El texto se define con
respecto a la manifestación; no es la culminación del recorrido gene-
rativo, sino que es "una detención de este recorrido en un momento
cualquiera del proceso y su desviación hacia la manifestación"
(1982:411). En un ensayo muy anterior considera las estructuras
de la manifestación como las que producen y organizan las signifi-
cantes; tales estructuras, dice, son particulares a una lengua o a una
materia; por lo tanto, se estudian por las estilísticas superficiales
de los lexemas, formas, colores, etcétera (I 970: 136). En los ensa-
yos posteriores, este aspecto de la manifestación está casi, para
no decir totalmente ausente. Esto, como se verá posteriormente,
está en concordancia con los postulados de HjelmsIev. Courtés pone
esto de manera explícita cuando dice que lo que caracteriza al hacer
semiótico es el abandono parcial de las "formas lingüísticas" para
trabajar en el campo del significado; ello equivale a no tomar en
cuenta el estudio del nivel textual (Courtés, 1980:39). La concep-
ción de la forma de Courtés no concuerda, obviamente, con los su-
puestos de la semiótica narrativa.
Para concluir es necesario decir unas palabras sobre los obje-
tivos del análisis semiótico. En su análisis de un relato de Maupas-
sant, Greimas postula que la labor "consiste en partir de actores que
se manifiesten en cuanto sujetos discursivos, dotados de predicados,
para alcanzar a actantes, integrables en los enunciados narrativos bus-
cando así una organización parrativa subyacente a la manifestación
discursiva que permitiría dar cuenta de la articulación del texto en
su superficie" (Greimas, 1983:81). Si tenemos, por ejemplo, un
relato oral que queremos analizar: hay allí, una manifestación ver·
bal ru:finida como la unión de una expresión (en una lengua natu-
ral) y de un contenido, parcialmente autónomo puesto que puede
asociarse a otra expresión (a otra lengua, o en imágenes, cine, etcé-
tera). Tal como aparece ante nosotros, dicho plano de manifestación
no constituye por sí solo un lugar para el ~álisis, ya que, según
HjelmsIev, el análisis es el conjunto de procedimientos utilizados
en la descripción de un objeto semiótico. En palabras de Courtés,
"el punto de partida no es un 'objeto' cualquiera (p. ej. relatos,
textos. imágenes, cuadros. publicidad, etcétera) que se manifiesta

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ALCANCES Y LíMITES DE LA PERSPECTIVA


SEMIÓTICA

A lo largo' de este recorrido por los distintos territorios de las teo-


rías del signo y de la significación -que por otro lado no son los
únicos- hemos podido comprobar que contamos con teorías relati-
vamente fuertes para tratar la significación (j la semiosis en términos
generales; hemos encontrado que, aunque existen incompatibili-
dades de naturaleza epistemológica entre ciertos aspectos de una
corriente teórica y otra, también es posible encontrar otros aspectos
en los cuales son complementarias, aunque su búsqueda sea todavía
un trabajo que se tiene que realizar. No obstante, el proble[l1a en
realidad reside en la especificación de la teoría semiótica a un domi-
nio particular, en la explicación de cómo una determinada sustancia
o materia es capaz de manifestar los sentido!. Tenemos los elementos
para concluir que ninguna sustancia es semántica en sí misma y por
sí misma, pero que toda sustancia es semantizable. Explicar cómo
ocurre este proceso, cuáles son sus instancias y sus agentes, ése es
el reto, y es allí donde se presentan obstáculos considerables. •
Si queremos entrar en algunos de los campos de la semiótica
-lo cual presupone haber resuelto' el problema de la tipología- ello
entraña, de una manera más o menos explícita, la discusión de los
fundamentos de todo el dominio de la semiótica y, necesariamente,
una toma de posición teórica que de entrada prescribe un método
y prohíbe otros. Si restringimos el campo de estudio al de los pro-
cesos significantes que no tienen primordialmente un desarrollo
temporal -como aquellos cuya materia es lingüística o musical-
sino que fundamentalmente son espaciales, tales como los textos
pictóricos, escultóricos, arquitectónicos, etcétera; si tomamos, en
cuenta solamente este campo de fenómenos, el problema no decrece,
puesto que hay varios obstáculos que salvar.
Tal vez el mayor de estos obstáculos sea la herencia de la semio-
logía de los años sesenta, que se presentaba como una extensión
de los conceptos de la lingüística a otros campos significantes. Sin
entrar a discutir estos aspectos, ya suficientemente impugnados des-
de varios ángulos, la perspectiva lingüística ha conducido a dos ato-
lladeros fundamentales: primero, que igual que en la lengua, todo
conjunto significante está compuesto por cierto número de unidades

155
" •• • • • • 1'
cepción, la noción de código está asociada con la idea de una colec-
mlmmas, discretas, señalables e identificables; segundo, que este
ción de unidades previamente existentes, cuya combinación da por
conjunto significante tiene siempre un carácter sistémico. Por otra
resultado los mensajes; también está asociada con la idea de un con-
parte, como señala Calabrese, los distintos acercamientos a la semió-
junto de reglas que penniten la combinación de tales unidades. De
tica de la pintura han producido dos actitudes igualmente improduc-
acuerdo con la noción de códigOz, este ténnino pierde su carácter
tivas: "por un lado tenemos una furia teorética que, sin un cuerpo de conjunto de reglas de transformación pero adquiere otro sentido:
de aplicaciones concretas, tennina por hacer estéril la investigación; su uso da un carácter sistémico o estructural a los conjuntos signi-
por el otro, tenemos un parasitismo metodológico, con técn1c¡ts pres-
ficantes a los cuales se aplica.
tadas y suficientes parámetros heterogéneos para conducir a la actual Un tercer uso del ténnino, el de código), se refiere al aspecto
confusión de las contribuciones, las cuales son recíprocamente social, institucional, de todo sistema significante; el. código sería
inconmensurables" (1980:6). Sin embargo, si el panorama fuera aquí una especie de bien común del cual participan todos los usua-
tan pobre como lo presenta la cita anterior -y pensamos que no es rios del sistema de signos. Si es un conjunto de reglas institucionales,
así- la culpa no sería de las posturas teóricas, puesto que como he- código sería el nombre del consenso social que hace posible la co-
mos visto en las páginas anteriores, las corrientes analizadas están
municación.
muy sólidamente construidas; por tanto, la esterilidad y confusión El uso de la primera acepción de código no es extraño en los
a las que Calabrese hace alusión no son tanto propiedad de las teo- campos de la lingüística o la semiótica. Un ejemplo es el de Jakob-
rías como de los que las utilizan. son, quien señala que "el sistema realizable de posibilidades prefa-
Los dos atolladeros mencionados antes conducen al examen del bricadas más o menos común al emisor y al receptor de un lenguaje
concepto de signo y, asociado con éste, el de código, como los pri- verbal" o, en otros términos, que "el conjunto de posibifidades
meros que requieren una discusión. A lo largo de este escrito se han previstas y conocidas de antemano", implica la existencia de un có-
revisado las distintas concepciones de signo, su carácter doble, la digo, es decir, "de una transformación mediante la cual el conjunto
visión sustitutiva consolidada por san Agustín, etcétera. Para los de unidades de información se convierte en otro conjunto" (Jakob-
propósitos de esta sección importa repetir que la definición de signo
son, 1975: 83). Pero este uso de código! no es convincente en los
como "algo que está por otra cosa" difícilmente puede considerarse
campos que nos interesan puesto que dice que se trata de un sis-
como semiótica, puesto que correspondería sólo a la traducción de
tema de traducción de un sist~ma a otro, pero no menciona cuáles
la idea o la cosa, lo cual lleva a considerar los sistemas semióticos
son estos sistemas, es decir, qué es lo que codifican la lengua y los
-o la lengua en particular- como nomenclaturas, es decir, como
demás sistemas semióticos que producen como resultados los enun-
conjuntos de etiquetas que se pegan sobre objetos que existen pre-
ciados y los textos significantes en general; decir que lo que codifi-
viamente. Desde esta perspectiva, tal conjunto de etiquetas sería
can es los contenidos de la "experiencia" o la "masa amorfa del
un c(>digo. sentido" implicaría una contradicción en los ténninos, puesto que
La influencia de la teoría matemática de la infonnación ha ex-'
ni los contenidos de la experiencia ni la masa amorfa de sentido
tendido su noción de código a la lingüística y a la semiótica y ha
tienen un carácter sistémico previo sino que lo adquieren precisa-
originado con ello más problemas de los que ha resuelto. La defini·
mente al expresarse por medio de un sistema sígnico.
ción más usual de código es la de Colin Cherry, quien lo considera Más común en el área de semiótica es el uso de códigOz, el de
como "una transformación acordada, reversible y usualmente tér-
inventario de elementos o repertorio. asociado con sus reglas de ~om­
mino a ténnino, por medio de la cual los mensajes pueden conver-
binación. En un ensayo dedicado a este concepto, Umberto Eco
tirse de un conjunto de signos a otro". Desde este punto de vista, sostiene que código es "una convención que establece la modalidad
un mensaje "puede codificarse sólo si ya está expresado por medio de correlación entre los elementos presentes de un sistema o de
de signos", es decir, si ya está codificado; por lo tanto se trata de un varios sistemas, asumidos como plano de la expresión, y los elemen-
conjunto de reglas de traducción o transfonnación. A esta defini- tos ausentes de otro sistema (o sistemas ulteriormente correlacio-
ción de código tomada de la teoría de la<jnformación la llamaré nados con el primero) asumido como plano del contenidc... ·; junto
código¡. con esto. incluye también las reglas de combinación entre "los ele-
Otra definición usual de código, que se denominará códig0 2 , es mentos del sistema expresivo que sea posible que correspondan a
la que lo hace equivalente a un conjunto de restricciones que esta- las combinaciones que se desea expresar sobre el plano del conte-
blecen la naturaleza significante de un sistema dado. En esta con-
157
156
-'----
nido" (Eco, 1976b:33-34). Cuando habla de correlación entre ele,
regidos por reglas combinatorias. Ejemplos de estos s-códigos son los
llamados código genético, fonológico, etcétera.
~entos del plano de la expresión y elementos del plano del con te-
Una desventaja de la segunda acepción de código es que siempre
rud~, lo qu.e hace, de hecho, es definir las unidades del código, es
se asocia con la idea de conjunto de unidades mínimas. La búsqueda
decir, los Slgnos. Estamos, pues, ante la noción de código en su se- de las unidades mínimas de los distintos "lenguajes" (cine, litera-
gunda acepción. tura pintura etcétera) se convirtió en una obsesión para los teó-
Código-z permite superar la concepción sustitutiva inherente a rico~ de los afios sesenta, y ello generó obstáculos a la investigación
la noción de código¡, que ve el signo a la manera de san Agustín en todos los dominios de la semiótica. La lingüística demostró la
com~ algo ~ue. está por otra cosa; por el contrario, código-z puede existencia de unidades en el código de la lengua, las cuales poseen
aso~larse n,tas bien a la concepción estoica donde, en lugar de susti- un carácter discreto y observable; con ese modelo, los teóricos pos-
tución, eXiste una relación de implicación entre dos objetos coexis- tularon otros sistemas de significación como repertorios de unidades
~entes, ~unq~~ se trate de objetos mentales: la imagen sensible y la bien delimitadas Y se lanzaron a su búsqueda. Tal concepción ha
tmagen. mteligtble, es decir, el plano de la expresión y el plano del sido afortunadamente, superada al comprender que la noción de
conte~d.o' .Otra ventaja del uso de código-z es que permite hacer siste~a es una construcción Y que lo dado, lo susceptible de análi-
una dlstmclón entre dos conceptos que a menudo se identifican: el sis es el texto. Ya se trate de textos lingüísticos o de otros cuya base
de código y el de sistema. Si entendemos por sistema una organiza- material sea distinta, en todos ellos la búsqueda de unidades míni-
ción lógica, subya~ente, de orden no textual (es decir, virtual), mas no tiene sentido pues en todos los casos la noción de unidad es
ent.onces puede declCse que todo código es sistémico, pero no nece- relativa y depende del nivel de análisis en que se sitúa el lector en
sanamente lo opuesto. Una característica de lo sistémico es la de
el momento de estudio de dichos textos. •
ser siempre construido: el sistema es un principio de coherencia Tanto la noción de código-z como de códigO] son responsables
construido específicamente para el análisis. Opuesto al sistema está de la crisis en la que se encuentra la noción de unidad misma, es
el texto o, si se quiere, a lo sistémico se opone lo textual, defmido decir, el signo; ello ha permitido desustancializar las unidades de tra-
éste como objeto manifiesto, como lo dado, como objeto prexistente bajo y considerarlas no como elementos inherentes a los textos sino
a la actividad del analista. La influencia de la lingüística estructural como herramientas de análisis. En un ensayo que a estas alturas
condujo a la identificación de ambos conceptos ya que, precisa-
podemos considerar como superado pero que conserva aspe~to.s
mente, su dominio de investigación se delimita de manera tal que útiles Verón se ocupa de la materia soporte de los procesos Slgm- •
queda cubierto, gracias a una decisión teórica, por un sistema único
ficantes y de las reglas que constituyen esta materia como signifi-
que es el código de la lengua. En este punto es importante señalar
cante. Sabemos que una materia no es en sí misma significante,
una precisión de Eco: en el Tratado de semiótica general habla de
es decir, que no tiene propiedades semióticas pertinentes; p~ra la
cuatro fenómenos distintos que pueden asociarse con el conéepto de
semiótica la materia interesa en la medida en que se encuentra mves-
código: a) una serie de señales reguladas por leyes combinatorias
tida por ia significación, lo cual, según Verón, se logra po.r medio
~ternas, serie que puede denominarse sistema sintáctico; b) un con-
de un conjunto específico de reglas. A las reglas que conVierten la
Junto de contenidos de una ,posible comunicación, o sistema semán-
materia en materia significante las llama reglas constitutivas, Y el
tico; c) una serie de posibles respuestas del destinatario, y d) una análisis de tales reglas constuiría el límite entre lo presemiótico y
regla que asocie los elementos del conjunto (a) con los del sistema
lo semiótico (Verón, 1973:82).
(b) o (c). Según Eco, sólo esta regla puede llamarse código (1978: Las reglas específicas que Verón enumera son menos int.e~e-
78-79). Para evitar equívocos y confusiones, Eco propone "llamar santes que los postulados iniciales; podemos qu.ed~r?os con la ld~a
a todos los sistemas de los tipos (a), (b) y (c) con el nombre de de que el conjunto constituido por un~ materia slgruflcante (~s d~c1f,
s-código (entendiendo por tal 'código en cuanto sistema'); y llamar una materia organizada por un conjunto de reglas constttuttvas)
código propiamente dicho a la regla que asocia los elementos de más un sistema de reglas de producción de sentido, puede consi-
un s-código a los elementos de otro o más .s",,,,ódigos, como ocurre derarse como un código, puesto que, "si queremos retener la noción
en (d)" (lbíd.: 80). Los s-códigos son sisten'fas que pueden subsis- de' código, será para designar el conjunto de operaciones de produc-
tir independientemente del propósito significante; se componen de ción de sentido en el interior de una materia significante dada y
un conjunto finito de elementos estructurados en oposiciones y no una colección de unidades" (Ibíd.: 92). Esta noción de código
159
158
••
que Verón sostiene podemos homologarla a la de códigO). El nom-
bre de "reglas constitutivas", componentes del código, está en rela-
• ••• • ••
digo sea sistémico, no todo sistema es código. Por otro lado, el uso
de la pareja de conceptos sintagma/paradigma en los dominios trans-
ción con las reflexiones de Searle y su distinción entre las reglas lingüísticos ha ocasionado también confusiones, porque, si bien es
normativas y las constitutivas. Las normativas son aquellas que rigen cierto que todo texto puede verse como un gran sintagma, no pode-
normas prexistentes de comportamiento o que existen de manera mos igualar código con paradigma ya que el código se encuentra
independiente, como las reglas de cortesía. Las constitutivas lo son tanto en lo paradigmático como en lo sintagmático. Dicho de otro
con respecto a una forma de actividad si y sólo si su violación quita modo, el código es una entidad lógica que sirve para explicitar y
a esa actividad su carácter distintivo. En los juegos existen ambos dilucidar tanto el funcionamiento en los textos de las relaciones sin-
tipos de reglas: las que defmen el juego como tal son constitutivas, tagmáticas como de las paradigmáticas; el código es lo que establece
y las que siguen los buenos jugadores para ganar son las normativas. la inteligibilidad tanto del sintagma como del paradigma.
Según Searle, la estructura de una lengua puede considerarse como En este punto, y de acuerdo con Metz (1973), es necesario hacer
la actualización, de acuerdo con ciertas 'convenciones, de un con- la distinción entre la sintagmática y lo sintagmático: lo sintagmático
junto de reglas constitutivas subyacentes; de acuerdo con esto, los es siempre lo dado, es la existencia demostrable y palpable de rela-
actos de habla tienen como característica el hecho de que se realizan ciones sintagmáticas en un texto. En cambio la sintagmática es la
por medio de la enunciación de expresiones que obedecen a' un con- organización, que no está dada sino que tiene que construirse a partir
junto de reglas de este tipo (Searle, 1980). de las copresencias manifestadas en el texto; por tanto pertenece
El estudio de los mensajes pictóricos (para denominar de algún al código. Así, la tarea del analista no es localizar los sintagmas sino
modo a los cuadros o la pintura, es decir, el resultado del trabajo las regularidades sintagmáticas, que no están dadas en el texto, c,?mo
del pintor) ha reforzado la idea de la inutilidad de buscar las uni- tampoco lo están las regularidades paradigmáticas: ambas son cons-
dades mínimas: de manera opuesta a 10 que pasó en el cine o la foto- trucciones del analista.
grafía, los estudiosos de la pintura desde un ángulo semiótico muy En la semiología de los años sesenta, heredera de la lingüística,
pronto abandonaron la idea de la existencia de unidades mínimas la idea de código está unida a la de repertorio de unidades; de allí la
de sentido que fueran conmensurables con los fonemas o con los obsesión por la búsqueda de los elementos de este rep~~orio, de
morfemas, y se liberaron con ello del problema de la doble articula- las unidades del código. En el caso de las unidades del codlgo de la
ción. Lo mismo ocurrió en la música puesto que, como dice Ben- lengua, donde su carácter discreto y observable facilita su d.e~i- •
veniste, "la música está hecha de sonidos que tienen estatuto musical tación los problemas no son graves en los niveles que no participan
cuando han sido designados y clasificados como notas. No hay en del si~nificado de modo directo; pero cuando interviene el sentido,
música unidades directamente comparables a los 'signos' de la len- sea en el dominio de la lengua o en cualquier otro, tenemos que reco-
gua" (Benveniste, 1980: 58). Cuando Benveniste se preocupa por nocer que la noción de unidad mínima pierde su carácter absoluto,
indagar esta misma cuestión en las artes plásticas se pregunta si en . se hace relativa, y que la dimensión de tales unidades sólo puede
éstas existe una entidad formal que pueda denominarse unidad del depender del nivel del análisis.
sistema, por ejemplo, la figura, el trazo o el color. La conclusión En términos generales, podemos decir que todo tipo de texto,
es que "todo sistema semiótico que descanse en signos tiene por incluyendo los que poseen una base lingüística, es un .~bjeto c.om-
fuerza que incluir: 1) un repertorio finito de signos, 2) reglas de dis- pIejo que muestra la imposibilidad de apelar a la noclon de signo
posición que gobiernan sus figuras, 3) independientemente de la para dar cuenta de los fenómenos de significación. y si ello es ll(lí,
naturaleza y del número de los discursos que el sistema permite no podrá hablarse entonces de unidades en los "lenguaj~s" (para
producir. Ninguna de las artes plásticas considerada en su conjunto seguir llamando así a esas agrupaciones de textos o, más bien, a los
parece reproducir semejante modelo" (lbíd.: 60). Aunque el argu- conjuntos de sistemas que permiten l~ producci~n de. un tiP? par-
mento general es difícilmente impugnable, podemos advertir que ticular de textos, como los cinematograficos, los hteranos, etcetera),
Benveniste identifica sistema y código aL'9fismo tiempo que hace aunque, según Metz, sería necesario mantener la. ,idea de .código
corresponder este último con la acepción segunda, previamente como repertorio de unidades; es decir, que la noclon de untdad es
discutida. pertinente en lo que respecta a los códigos, y como en. tod? "len-
La confusión entre código y sistema es producto también de guaje" coexisten varios códigos, entonces tendremos vanos tt~o~ de
la influencia de la lingüística; ya hemos visto que, aunque todo có- unidades.' Esta postura es interesan te ya que permite desustanclahzar

16·1
160
las unidades y considerar que tales unidades no pertenecen a los tex-
••••••
por parte de los historiadores del arte. La semejanza física no es lo
mismo que el isomorfismo o la correspondencia diagramática (en el
tos sino que son solamente herramientas de análisis. sentido de Peirce). Por otro lado, la similitud es inseparable del con-
A pesar de todo lo anterior, el análisis de la pintura -entre otros traste, pues no hay semejanza sin diferencia; de otra manera simi-
tipos de textos- realizado en términos semióticos a menudo ha ape- litud e identidad serían la misma cosa. Y esto tiene consecuencias
lado al descubrimiento de similitudes y diferencias entre el "lengua- en la forma de operar del signo cuyo sentido se da por similitud:
je" pictórico y el verbal. Veltrusky, por ejemplo, de hecho se inte- "cada una de las líneas, colores, formas de una pintura tiene alguna
resa por tales diferencias cuando señala que la pintura, como .un tipo similitud con alguna otra realidad visual. La pintura no puede
específico de signo, se defme por su materialidad y por la manera expresar el significado pretendido a menos que todas estas simi-
como se enlaza el significante y el significado; el signo pictórico se litudes se clasifiquen en aquellas que son pertinentes como simili-
caracterizaría por "la naturalidad y materialidad de su significante", tudes y las que pueden desatenderse como diferencias porque se
materialidad que "afecta considerablemente la manera específica asemejan a realidades que son ajenas al significado pretendido"
en la cual la pintura transporta significados" (Veltrusky, 1973:245, (Veltrusky, 1973:258).
246). La capacidad de producir sentido "independientemente de La conclusión es que la relación interna a los signos pictóricos
cualquier función referencial, a través de los efectos psicofísicos es de contigüidad, pero ésta no se realiza sólo a través de una con-
del material mismo, es un rasgo que el signo pictórico tiene en co- vención sino también por medio del tema y del valor diferencial
mún no sólo con la escultura, la arquitectura, los gestos, el teatro que cada componente adquiere en el cuadro. Es a través del tema y
y la danza, sino también con la música" (Ibíd.). Todos estos sistemas sus partes -figuras, objetos, acciones- que el observador selecciona,
de signos, según el autor, difieren del lenguaje verbal en que la ma- de entre todas las similitudes que ligan tales partes con las realida-
teria de éste es parte integral del mismo; así, la oposición entre des externas, las pertinentes para este cuadro particular. Por tanto,
la materia de la pintura, que no pertenece al sistema pictórico, y la no es por medio de la similaridad sino por la contigüidad como cier-
materia de la lengua, que sí es parte de un sistema semiótico, indica tas cualidades visuales se unen con los significados temáticos. Con
que "los componentes pictóricos están incomparablemente menos respecto al valor diferencial de los componentes -el cual no depende
diferenciados que los del lenguaje [verbal] (Ibíd.: 248). Por lo que de la semejanza entre significante y signiflcado- puede decirse que
toca a la manera de establecer la relación entre ambas caras del sig- tiene gran importancia tanto en los enunciados lingüísticos como
no, Veltrusky señala que, en el signo lingüístico, significante y signi- en los pictóricos; la diferencia está en que en la lengua el material
ficado se asocian por convención, por una contigüidad establecida tiene un valor diferencial sin importar el enunciado en que se pre-
dentro de un sistema semiótico. J akobson descubrió instancias de sente, puesto que el valor está dado por el sistema, mientras que el
i~omorfismo entre los dos componentes del signo lingüístico, espe- material pictórico adquiere valor solamente cuando es parte de un
cIalmente en los planos morfológico y sintáctico. Aparentemente, cuadro particular.
en pintura la relación es la opuesta a la de la lengua, es decir, de simi: A pesar de que las reflexiones de Veltrusky iluminan aspectos
laridad; sin embargo hay que reconocer que en la base de esta aso- pertinentes sobre las semióticas no verbales, el problema de la simi-
ciación casi siempre está la convención social. Nuestra concepción laridad, del iconismo o la iconicidad, de la segmentación de textos
de estos signos es limitada porque "pertenecen a una concepción se- visuales, de la delimitación de sus unidades, etcétera, está lejos de
miótica de la pintura que es radicalmente diferente de nuestra con- resolverse. La cuestión de las unidades es algo que no puede ~acerse
cepción, que es predominantemente mimética". Y, en consecuencia, desaparecer simplemente, pues aun cuando tales unidades en los
tendemos a interpretar los lazos de contigüidad como huellas de al- mensajes visuales sean solamente de tipo analíticas, necesariamente
gun,a similitud o a concebir tales símbolos como meras etiquetas tenemos que fragmentar, recortar.
(lbld.: 251). Las tres grandes corrientes teóricas estudiadas en el curso de
Con ello surge uno de los problemas de fondo, que es la noción este trabajo han hecho esfuerzos hacia la especificación de la semió-
de similitud, c,uya v~guedad proviene de al&una manera de su uso tica general, especialmente hacia el campo de lo visual o lo espacial
en la geometf1a euclideana, que con el tiempo ha pasado a conver- (donde lo segundo engloba lo primero); por tanto, necesariamente
tirse a "similar en la forma". En todo caso, la noción de similitud han tenido que enfrentarse a los problemas señalados en el párrafo
debe siempre deflnirse cuidadosamente, y a ello ha contribuido anterior. El estudio de los textos visuales es en la actualidad una
Gombrich en su crítica a las concepciones ingenuas de la semejanza
163
162
necesidad puesto que, como se ha insistido en la introducción de ce con respecto al signifICado es que éste es un producto de la inter-
este trabajo, nuestra cultura es eminentemente visual. Además, la pretación y, en consecuencia, no es resultado de un acto subjetivo
pertinencia para abordarlo está dada por el hecho de que contamos ni es elemento del mundo natural. Si el interpretante es siempre me-
con teorías sobre la significación suficientemente sólidas, aunque diador, entonces la relación entre signo y objeto no es directa sino
con diversos grados de acercamiento a este problema. De las pro- a través de otro signo, el interpretante. Ello conduce a situar a Peirce
puestas teóricas descritas, la de orientación greimasiana es !a que en la misma línea de otros teóricos ya mencionados que sostienen
ha asumido de manera más fuerte la tarea de explicar la producción que entre individuo y mundo siempre existe la representación, que
e interpretación del sentido por medio de textos no verbales. Pero el mundo no se aprehende directamente porque el signo representa
antes de considerar este aspecto de la semiótica narrativa es nece- a. o~ro s!gno, en ~na cadena sin fin. Por esta razón Peirce tiene que
sario considerar brevemente la semiótica peirciana y la semiótica dlstmguu dos objetos: el objeto tal como es representado y el objeto
de la cultura desde el ángulo de su capacidad para abordar estos en si, es decir, objeto inmediato y objeto dinámico.
problemas. El concepto peirciano de icono es un componente de la triada
La teoría peirciana, como hemos visto, se presenta como una se- de signos que resultan al considerar la relación del signo con su ob-
miótica cognoscitiva, como una disciplina filosófica que pretende jeto dinámico, ya que éste puede pertenecer a uno de los tres uni-
la explicación e interpretación del conocimiento humano; por ello, versos: posibilidad (primeridad), actualidad (segundidad) o necesi-
sus posibilidades de utilización sobre textos concretos, o de especi- dad .(terceridad). Si se trata de un objeto dinámico posible, entonces
ficación para un tipo particular de textos, se pueden considerar el sIgno que establece con él la relación de similaridad cualitativa
como escasas. es un icono. Lo icónico es, por tanto, un carácter, una cualidad
Para Peirce, todo conocimiento es inferencial y hace uso de la presente en un signo; decir que un determinado signo es icónico no
abducción, que pertenece a la lógica del descubrimiento. Toda ab- sirve para especificarlo, no dice sobre la pertenencia de los otros dos
ducción, aun cuando se verifique, es susceptible de corregirse; por correlatos a uno de los tres universos mencionados, es decir, si el
tanto, el conocimiento que tenemos del mundo es siempre aproxi- fundamento y el interpretan te son posibilidades también, o son he-
mado, es un proceso que no tiene principio ni fin. Ello nos indica. chos reales o leyes. Para caracterizar un signo es necesario descri-
que el objeto por conocer no es nunca absoluto ni firme: el acto de birlo con respecto a cada uno de los fanerones que lo constituyen
conocimiento de algo es signo de ese algo, y la interpretación de un y los modos de ser. Es claro que si hablo de un cualisigno, como la
signo es su traducción a otro signo. Así, el conocimiento se convierte percepción de un color, estoy diciendo que el modo de ser del fun-
en un continuo desplazamiento de un signo a otro sin alcanzar nunca damento es el de primeridad, puesto que es solamente una posibi-
el fenómeno o el ser. Hemos visto antes que el ser se define según lidad; además, como toda cualidad se refiere a un objeto por simi-
Peirce por las llamadas categorías cenopitagóricas, que son las cuali- laridad, es siempre icónico, y por ello el objeto también tiene que
dades, los hechos y las representaciones; es decir, primeridad, segun- pertenecer también al universo prinlero. Finalmente, es también
didad y terceridad. S610 la categoría tercera es el principio de inte- una posibilidad lógica, y por ello el interpretante pertenece al uni-
ligibilidad pues es la categoría de la mediación. . verso primero; es decir, es remático. En resumen, decir cualisigno
Lo tercero son los pensamientos, los cuales no son ni cualida- significa de hecho cualisigno icónico remático, nombre completo
des ni hechos, sino generalizaciones; por tanto, son virtualidades; que especifica el signo.
. ' \
nada que pertenezca a la terceridad puede existir, pues sólo las indi- SI el fundamento es un posible, solamente podemos tener este
vidualidades existen. Como fue precisado al hablar de Peirce, las tipo de signo. Pero si el fundamento es real, es decir, si con respecto
categorías del signo son: representamen (primero), objeto (segundo) al fundamento estamos ante un sinsigno, entonces hay dos posibili-
¡I e interpretante ( tercero); el representamen no es una reproducción dades: sin signo icónico y sinsigno indicial, como sería el caso, para
I el primero, de un diagrama concreto, en el cual una cualidad hace
sensorial del objeto que representa, sino que toma el lugar de éste.
Si una cosa puede situarse en lugar de otra p'!Ea producir un cierto que se determine la idea de un objeto, y, para el segundo, un grito,
efecto mental, la primera cosa es el representamen, la segunda el el cual hace que se dirija la atención hacia el objeto. En ambos
objeto y el efecto mental es el interpretante, que es, a su vez, otro casos el tercer correlato pertenece al universo de la primeridad, es
signo. La interpretación no es una operación subjetiva sino que es decir, es sólo posible; sin embargo, también el interpretante puede
objetiva, es decir, pertenece al signo. Por lo tanto, la postura de Pe ir-

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'.11
carácter heterogéneo o sincrético de todo texto puesto que es punto
ser un existente, como en el caso de una veleta, y entonces estamos de intersección de varios sistemas semióticos particulares. El cri-
ante un caso de sin signo indicial dicente. . ' terio para discriminarlos es doble: el del significado y el de la fun-
Habría muchos más casos que considerar; por ejemplo, SI el ción, los cuales tampoco son fijos. ya que varían de una cultura a
interpretante pertenece al universo terc~ro, y e~ este caso ya n~ esta- otra o de una época a otra.
ríamos hablando de signos concretos smo de Signos generale~, otros Las propuestas de la escuela de Tartu-Moscú, a pesar que cons-
casos serían los de pertenencia del interpretante a los tres umversos, tituyen un marco amplio en el cual puede inscribirse el estudio de
en combinación con los modos de ser del objeto, etcétera. Todo ello los procesos significantes independientemente de la manera como
nos lleva a concluir que el problema de lo icónico en Peirce no e~ de se manifiestan, no ha desembocado en un cuerpo conceptual que
sencilla aplicación y que las propuestas de Morris, que en aparten- especifique una semiótica particular, como la visual. En alguna
cia indican camin~s para ello no son más que simplificaciones. "El medida, sus principales obstáculos son los siguientes: la noción de
principio icónico introducido para explicar el carácter visual ~e ?ues- 'modelo de mundo', que no tiene un estatuto claro y preciso, sino
tras percepciones [ ... ] es una pobre extensión. de la S?flStlcada que se usa de una manera casi metafórica, donde sus supuestos
tricotomía de signos. El origen no es Peirce, smo Morns, ,fuen~e permanecen ocultos. Como en la base de los conceptos de Lotman
de muchas simplificaciones ... " (Nadin; 1984:338). En smteslS, existe una orientación cibernética, esto implica que el papel de los
podría decirse que la teoría semiótica de Pe.i~ce, en el estado act.ual modelos asuma la propiedad de ser un dispositivo explicativo. No
de las investigaciones, es de muy escasa utilidad para· el tratamien- obstante, por el hecho mismo de que "cada modelo actúa como un
/ to de los mensajes o textos concretos de tipo visual o. de manera más dispositivo semiótico, reconstruye el objeto de análisis en el ~sistema
I general, de tipo espacial. secundario' de sus signos, y es entonces necesariamente circular"
La posición de la semiótica de la cultura con resp~cto a los
I
I . (Nadin, 1984:338).
mensajes visuales o espaciales ha permitido un desarrollo lffiportan- Otro concepto de la semiótica de la cultura que ha servido de
te en este campo, sobre todo con la introducción de dos conceptos: manera eficaz para el desarrollo de ésta, pero que se ha ampliado
en primer lugar, que todo sistema semiótic~ exi~te siempre. dentro hasta el punto de perder su rigor es el de oposición. Aunque la no-
de una cultura, unidad ésta formada por vanos sistemas en mterac- ción de oposición binaria es común a casi todo el pensamiento
ción, con su propio dinamismo; en segundo lugar, el concepto ~e estructuralista, a Lotman le llega desde dos fuentes: del binarismo de
texto como unidad básica de la cultura. El hecho de que todo SIS- las computadoras, y de la fonología, campo donde constituye una
tema semiótico -y, en consecuencia, todo fenómeno significante- relación estricta. En el marco de pensamiento que rige la escuela de
se explique en los límites de una cultura dada, implica la no natura- Tartu-Moscú esta noción de binarismo se ha ampliado hasta conver-
lidad de dicho sistema o proceso significante al postular que nuestra tirse en principio de organización del pensamiento humano, al grado
mundo no es el de la naturaleza sino que está siempre mediado por de entenderse 'oposición' como sinónimo de 'estructura creada'
la cultura. La cultura y la naturaleza se oponen como lo organiza~o (Shukman, 1978: 196), lo cual le da la posibilidad de constituirse en
. o estructurado a lo que ~arece de organización de estructura .. ~m un instrumento metodológico de un gran alcance pero, al mismo
embargo, como ya se ha insistido, los límites entre ambos dommlos tiempo, más difícil de tratar por la amplitud de su sentido.
\
I " \ son inestables, variables en cada sociedad y en cada época. Por otro El concepto de texto se ha revelado como un instrumento de
I
\. lado, todo tipo de cultura genera un modelo determinado que po- gran potencialidad cuando se habla de mensajes cuya base no 6s lin-
dríamos llamar modelo del mundo, y que es la manera como los güística. Umberto Eco, quien ha reflexionado ampliamente sobre los
miembros de una sociedad dada se conciben a sí mismos, a los de- mensajes visuales, ha concluido que "en el caso de las imágenes tene-
más a los hechos y acontecimientos que pueblan su universo. mos que ocupamos de bloques macroscópicos, textos, cuyos ele-
'Con respecto al concepto de texto, c?ncebido con:~ unidad mentos articulatorios son indiscemibles" (Eco, 1978:356). y si ha-
cultural, hay que señalar como una car¡¡et!i~Jstica su relahv~dad: un bla de bloques macroscópicos es por la imposibilidad de distinguir
hecho o un acontecimiento dado puede sedin texto, es declf, puede las unidades pertinentes de las variantes, lo cual conduce, una vez
ser una unidad básica en una cultura, pero no serlo en otra; además, más, al descubrimiento de que es el propio concepto de signo, como
un mensaje dado puede considerarse, de acuerdo con los criterios unidad mínima, lo que entra en crisis: si lo identificamos como uni-
de análisis, como un texto, como parte de un texto, o como un dad y como correlación fija, "resulta inservible". Al tratar especí-
conglomerado de textos. Otro aspecto que hay que subrayar es el
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166
• •
ficamente la semiótica pictórica, Eco se 1'1 ala tres errores: la ilusión
de que podemos tratar fenómenos visuales como si fueran analiza-
ligibilidad de la figura como algo que no es inherente a esas figuras,
,.'
sino como algo que es propio de cada cultura. A él le interesa la re-
bles en signos; la aplicación ingenua y dogmática del modelo lingüís- presentación visual, de allí que sei'lale tres constituyentes del signi-
tico; y la creencia de que existe un "lenguaje" pictórico constituido ficante: rasgo, punto y color. Estos constituyentes lógicamente no
y definido. De allí su propuesta de investigar la obra pictórica par- son asimilables a signos: la línea, por ejemplo, es sólo un instru-
ticular como un texto el cual organiza, en cada ocasión de manera mento virtual de segmentación, amorfo, que toma forma en las ocu-
distinta, un universo semántico a partir de una enciclopedia. Un rrencias de una infinidad de imágenes; lo mismo el punto y el color.
texto, dice, "es una máquina semántico-pragmática que pide ser Para el análisis se requiere, según Rio, aislar unidades más amplias
actualizada en un proceso interpretativo, y cuyas reglas de genera- que ofrezcan la posibilidad de recurrencia y de combinatoria; tales
ción coinciden con las propias reglas de interpretación" (Eco, 1980, unidades son las "figuras", que pueden recubrir las imágenes no figu-
cit. en Calabrese, 1980: 10). rativas, que no tengan analogía con los objetos del mundo.
En el sentido sugerido por Eco, cuentos y novelas, anuncios, Rio menciona dos tipos de percepción: la espontánea y la codifi-
( fotografías, edificios, dramas, películas, pinturas, etcétera, son tex- cada; toda cultura posee una manera de sistematizar la percepción

I
I
i
tos. Ello presupone un cambio de perspectiva que consiste en iniciar
el análisis desde elementos complejos macroestructurales (que no
obstante son sistémicos) y no partir de la búsqueda. de unidades
empírica del mundo para plasmarla en un cuadro. La posibilidad de
representar por medio de una óptica codificada es la que "da naci-
miento y significación al espacio en que se inscribe esta represen-
mínimas hacia un grado mayor de complejidad (Calabrese, 1980: 13). tación" (Rio, 1978b: 58). La óptica codificada es propia de cada
De acuerdo con este autor, esa actitud tiene varias ventajas: primero, cultura ya que cada cultura tiene su manera específica de concebir
superar la actitud improductiva de analizar siempre desde lo menos y percibir el mundo, y toda imagen producida es una actualización
complejo hasta lo más complejo; segundo, que la noción de texto del trabajo de interpretación y codificación de la percepción empí-
permite introducir la historicidad de los códigos puesto que, gracias rica. Pero la cultura no interviene sólo para tratar los objetos percep-
al concepto de enciclopedia, todo texto se considera como siempre tibles del mundo, ya que hay temas que no existen en la naturaleza
en la historia; tercero, porque el concepto de texto supera el obs- sino solamente en la representación. El autor no profundiza en estas
táculo constituido por la presencia de los no definidos "signos visua- cuestiones, que se retoman por la corriente greimasiana. Aunque
les"; finalmente, porque permite superar la búsqueda de los rasgos a estas alturas parece ya un lugar común la idea de Rio de que los
o invariantes del "sistema pictórico", ya que cada texto no puede mensajes visuales están codificados, nos sirve para insistir en la rela-
ser interpretado como una unidad compleja, sino como una entidad tividad de los códigos y su dependencia de cada tipo de cultura;
I que remite a otros textos a otras experiencias tanto del autor como sirve también de posible medio de enlace entre dos líneas teóricas
\ de su lector (Ibíd.). que son la semiótica de la cultura y la semiótica narrativa. Cómo de-
\ El uso de la noción de texto como lugar de actualización de sis- termina una cultura la manera de ver, de qué manera un producto
temas semióticos de orden distinto acerca los enfoques de Eco a o un mensaje visual altera los patrones de la cultura y, en conse·
los teóricos soviéticos de la cultura: "en términos teóricos defino mi cuencia, las formas ulteriores de ver, son cuestiones que la semió-
postura como una semiótica de la cultura en cuanto que mi teoría de tica de la cultura detecta, pero que, en el estado actual de investi-
la interpretación y de la enciclopedia descansan sobre interpretantes gaciones, no puede resolver.
colectivamente observables y reconocibles". Además, la escuela de La tendencia semiótica que ha dedicado los mayores esfuerzos
Tartu-Moscú "realiza un trabajo análogo al mío, puesto que también al estudio de los mensajes no verbales, particularmente los qLe po·
tiene como fondo de inspiración a Peirce y a los estudios estructura- demos denominar espaciales, es la semiótica narrativa. Aunque la
listas; maneja también instrumentos de la teoría de la información. posibilidad teórica está en ensayos anteriores, Greimas, en un ar-
Trabajan, claro, a su manera pero la frontera entre sus trabajos y los tículo de 1973, inicia el estudio de lo que él denomina semiótica
míos es bastante común" (Eco, 1985: 14) . .,-t. topológica. Parte allí de la oposición entre extensión y espacio para
Existen otros acercamientos a la sigliificación de los textos vi- hacer equivalente la primera, en su continuidad y plenitud, llena de
suales -para llamarlos de alguna manera- que, aunque no se refie- objetos naturales y artificiales, que se nos ofrece a través de varios
ren explícitamente a la semiótica de la cultura, comparten ciertos canales sensoriales, a la sustancia. Esta sustancia, al recibir por las
supuestos. Es el caso de Michel Rio (1978a), quien habla de la inte- prácticas humanas una forma, llega a ser lo que conocemos como

168 169
espacio, único susceptible de significar por encontrarse articulado.
ciones abstractas, y diferenciarlo del campo de las sustancias. Tal
Si el espacio es forma, es entonces construido; para significar selec-
separación, necesaria para realizar de manera sistemática el análisis
ciona. algunas propiedades de los objetos; por ello, la emergencia del
de la manifestación, debe realizarse tanto en el plano de la expresión
espacIo como posibilidad de significar hace que gran parte de los
como en el del contenido originando con ello la distinción entre for-
rasgos de la .e~tensión se pierdan, pero, "lo que pierde en plenitud
ma y sustancia del contenido, y forma y sustancia de la expresión.
conc:et~ y vl~lda es .c?mpensada por algunas adquisiciones múltiples
en sIgfilficaclOn: eflgJéndose en espacio significante se convierte El sistema impone, de acuerdo con los supuestos de Hjelmslev, una
s~ple~ente en o~ro objeto" (Greimas, 1979: 11-12). A la descrip-
relación entre entidades que manifiestan un vínculo entre ambos
CIón e mterpretacIón de los lenguajes espaciales Greimas lo designa planos, y esta relación es la generadora del hecho semiótico. Por
con el nombre de semiótica topológica . definición, los dos planos están en relación de correspondencia y
. Esta forma que denominamos espacio es producto de la articu- construidos de manera análoga, por lo cual pueden establecerse para
laCIón de un significante con un significado. Antes de examinar esta ambos 'categorías semejantes. En cada plano existe una relación in-
arti~ul~ción se requiere analizar la naturaleza de sus componentes. terna entre forma y sustancia, y como cualquier manifestación es
El sIgfilficante es coextensivo al mundo natural o mundo del sentido efecto de la intervención de relaciones, la sustancia necesariamente
común; por su intermedio podemos leer multitud de significaciones involucra la forma. No obstante, como el campo de relaciones puede
que se presentan bajo la forma de las figuras del mundo. El signifi- formularse sin hacer referencia a la manera específica de manifes-
cante espacial sirve para categorizar el mundo, para construir un tación, entonces la relación entre forma y sustancia es de determi-
mundo de objetos, tal como aparece en su traducción a una lengua nación. De aquí la dificultad de tratar con los textos concretos, con
natur~; pero tambié~ puede erigirse como una lógica espacial que existencia material, expresados en distintas sustancias, puesto que
p~r~Il1te ha.blar espaCIalmente de las cosas sin relación con la espa- se trata del paso del accidente, que es el texto, a la reguhüidad de
CIalIdad. SI ello es así, se comprenderá entonces que pueda usarse las relaciones. Hjelmslev trata de sobrepasar esta dificultad por la
para significar, y antes que nada, para "significar la presencia del re definición de la oposición saussuriana lengua/habla; en lugar
hombre en el mundo, su actividad informadora de la sustancia, trans- de hablar de dos términos la distribuye en cuatro: esquema, norma,
formadora del mundo" (Ibid.: 16). El significado, sin embargo, no uso y acto; para él, la teoría de la lengua se reduce al esquema,
puede ser espacial, sino únicamente humano; por tanto, los elemen- totalidad de elementos definidos por sus funciones recíprocas, y
t?S .c?mponentes del espacio son los significantes espaciales y los la teoría de la ejecución, que concierne al campo de las sustancias,
se distribuye en los otros tres conceptos, puesto que todas las rea-
sIgfilfIcados culturales. Como, por principio, la semiótica narrativa
lizaciones manifiestan un mismo esquema, son sustancias de una
se ~cupa únicamente del estudio del significado o del plano del con-
forma común; todo lo expresable en cualquier sustancia es una mo-
temdo, no podría existir desde esta perspectiva una especificación
dalidad de manifestación. Desde este punto de vista, todo hecho
de la semiótica general o una tipología semiótica, puesto que todas'
lingi.listico remite a un conjunto de hábitos, de usos lingüísticos
se encuentran con la misma clase de significados. Con esto se hace
que son tanto sociales como individuales, encargados de regular los
p,atente una contradicción de principio: si la semiótica tiene que ver
solo con el plano del contenido y los significados son solamente actos. El uso es como una matriz que regula la sustancia pero que,
humanos, entonces únicamente podría hablarse de una semiótica a su vez, está sometido a la naturaleza singular del acto. El uso es,
g~neral; por otro lado, si Greirnas habla de una semiótica topoló-
pues, modelado por el acto. La norma, por su parte, traduce en ras-
gIca, planaria o tridimensional, ello muestra que sí es legítima la gos las relaciones que identifican el esquema; la norma es la Pfimera
apelación al significante para establecer una tipología. La primera mediación de los elementos del esquema.
postura es producto de un apego estricto a los postulados de Hjelms- Acto y uso -dice Hjelmslev- preceden a la norma; "norma,
lev; la segunda parece que abre el campo de estudios para incluir uso y acto están íntimamente vinculados y se reducen naturalmente
aspectos del significante. Examinemos brevpmente ambas posturas. a constituir un solo objeto verdadero: el uso, respecto del cual la
~n Hjelm.sl~v hay una definición de lerl"glJaje en términos que je- norma es una abstracción y el acto una concreción; la norma no
rarqUIzan y dIstmguen los elementos relacionales y la manera como es, en realidad, sino una construcción artificial, y el acto es única-
se manifiesta esta red de relaciones. Dentro de esta definición se mente un documento pasajero" (1972: 104). Esta postura rechaza
tiene que distinguir el campo de las formas, aislar el conjunto de rela- la propuesta saussuriana de ver la lengua como lo social y el habla
como lo individual puesto que al introducir la norma y el uso como
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,¡,
I
esfera de hábitos que rigen las actuaciones de un sujeto, reconoce tico unitario, única garantía de una tarea comparativa ulterior"
que el acto, incluso en su ámbito más individual, pone en juego (Greimas, 1979: 18). Entonces, como una subdivisión de esta semió-
reglas, que son siempre sociales. No obstante, a pesar de lo produc- tica topológica, tendríamos que hablar de la semiótica cuyo signi-
tivo de esta idea, Hjelmslev decide desentenderse del texto, en su ficante es tridimensional y de aquella en la que es bidimensional
materialidad y su concreción, como manifestación, como sustancia, o semiótica planaria. Esta última trataría de objetos tales como foto-
puesto que asigna a la lingüística el estudio sólo de la forma: Más grafías, cuadros, dibujos animados, etcétera, y su fmalidad sería
interesante sería, tal vez, explorar los límites de una teoría que se "ubicar categorías visuales específicas en el nivel del plano de la
ocupara de analizar de qué manera un texto singular, producto de expresión antes de considerar su relación con el plano del conte-
circunstancias concretas, manifiesta una forma. Hjelmslev opone nido". El interés de este intento es poner a la luz la restricción o
proceso a sistema como concreción a abstracción, pero de hecho, al restricciones impuestas por la naturaleza del plano de la expresión
ser el proceso una sucesión de relaciones, es decir, de formas; al dar a las manifestaciones del sentido, y aislar las formas semióticas co-
realidad a las relaciones entre los elementos, relaciones establecidas munes a los diferentes campos visuales antes de tratar los asuntos
en el esquema, entonces no es posible identificar proceso y texto: que las teorías estéticas o la tradición de cada género ha colocado
tanto sistema como proceso son elementos para la descripción del siempre en primer lugar, tales como el problema de la imitación o
esquema, es decir, del conjunto de elementos formales; el proceso el de la naturaleza de los signos visuales (Greimas, 1982:307).
está lejos de la existencia real y sustancial de un texto. . Por lo que toca a una semiótica cuyo significante se desarrolla
Si el esquema es una totalidad relacional que puede manIfes- en tres dimensiones, es decir, a una semiótica del espacio, tendremos
tarse en cualquier sustancia, es posible entonces formular una teoría que admitir que el espacio, como objeto semiótico, recubre lo .que
formal de los signos, una teoría general de la estructuración del uni- llamamos mundo natural y que la exploración del espacio podría
verso de la significación, independientemente de la materia que sirva confundirse con la semiótica del mundo natural. No obstante, hay
de soporte para su manifestación. y esta teoría general de la signi- diferencias entre ambas, pues la semiótica del espacio trataría de
ficación es la que Greimas se ha ocupado de delinear como una se- "explicar las transformaciones que sufre la semiótica natural por
miótica en el sentido de "lugar para elaborar los procedimientos, la intervención del hombre que, al producir nuevas relaciones entre
construir los modelos y elegir los sistemas de representación que los sujetos y los objetos 'fabricados' (en los que se han vertido nue-
rigen el nivel descriptivo (es decir, el nivel metalingüístico metodo- vos valores), la sustituye -al menos en parte- por las semióticas
lógico); pero también como el lugar para controlar la homogeneidad artificiales" (lbíd.: 153). El análisis del espacio se ha orientado al
y la coherencia de estos procedimientos y modelos, a la vez que ~x­ estudio de las propiedades visuales -líneas, formas, volúmenes y
plicitar -en forma de una axiomática- los indefinibles y el funclO- sus relaciones recíprocas- lo cual es una restricción. Una semiótica
namiento de todo este andamiaje teórico (que es el nivel epistemo- del espacio tiene que tomar en cuenta a los sujetos, que son los que
lógico propiamente dicho). Desde esta perspectiva, la semiótica se utilizan tales espacios, y exanlinar sus performallces en relación
entenderá como semiótica general. .. " (Greimas, 1982:370). Y con la manera como usan los espacios.
como tal, proporciona el marco y las leyes más generales para los El estudio de mensajes pictóricos, fotográficos, publicitarios,
sistemas particulares, pero no toca lo que éstos tienen de específico, etcétera, ha hecho desarrollar un poco más las llamadas semióticas
puesto que tal especificidad concierne a lo sustantivo. planarias o lenguajes cuyo significante es bidimensional. Una semió-
A pesar de esta toma de posición teórica, podemos encontrar en tica planaria busca de qué manera la superficie plana, en tanto que
los trabajos de Greimas y de otros miembros de su escuela algunos apariencia visual sensible, puede ser lugar de manifestación de la sig-
elementos para la construcción de una semiótica que se ocupa de nificación. La superficie plana que es la inlagen se aprehende como
estudiar cómo un texto dado manifiesta una forma general. Es en una virtualidad de sentido; por tanto, una semiótica que tome
este sentido como Greimas habla de una semiótica topológica: esta como objeto de estudio los objetos planarios no puede ser la bús-
requiere para su constitución "de una refle~ém sobre el estatuto y queda de una significación visual específica puesto que las signifi-
la estructura de los objetos topológicos en g~neral; pero no puede caciones manifestadas por los lenguajes de la imagen son simple-
constituirse más que con la condición de estallar en un gran nlimero mente humanas (Floch, 1982:199-200). Pero, aunque la significa-
de semióticas particulares que tratarían talo cual clase de objetos ción sea independiente de la naturaleza del significante, la semió-
topológicos, subordinando sus éxploraciones a un proyecto semió- tica planaria debe encontrar los códigos de expresión y las catego-

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- . ••••• •• • .'
rías visuales específicas para buscar su relación con la fonna del "natural" ténnino a ténnino entre las dos clases de figuras. Pero
contenido; para ello, el estudio del sistema de expresión plan ario entonces se trata de una analogía entre sistemas y no de una relación
consistirá en establecer el inventario de categorías elementales cuya de semejanza (Greimas, 1984: 5-6).
combinación produce las figuras; tales figuras son las que, "detrás, de Tradicionalmente se piensa que los sistemas icónicos de repre-
la efervescencia de la apariencia visual que es la superficie plana sentación tienen la propiedad de que la relación entre los rasgos
de la imagen, hacen posible la articulación necesaria para la produc- y figuras representantes y los rasgos y figuras de 10 representado
ción y manifestación de un sentido" (lbíd.: 200). Tendremos que no es arbitraria sino motivada, es decir, que hay entre ambos una
considerar entonces, dos niveles: el de las categorías y el de las figu- cierta identidad. Desde esta perspectiva, la actividad del productor
ras' la artí~ulación de ambos es la que pennite hablar de "lenguaje" de imágenes -el pintor, por ejemplo- comprendería un conjun-
pla~ario, que es una fonna y no una sustancia, ~o que pennit~,el.udir to de procedimientos (que se recubren con el ténnino de imitación)
la tendencia sustancialista de definir los lenguajes (o las semlOtlCas) para reproducir lo esencial de los rasgos de la naturaleza; ello pre-
según los canales sensoriales de recepción (como es el caso de hablar supone que el pintor analiza la "naturaleza" para reconocer las
de semiótica visual). articulaciones esenciales del mundo natural que quiere reproducir.
Para estudiar los lenguajes planarios -tal vez también los tridi- Pero, si consideramos el mundo natural como el mundo del sentido
mensionales- es necesario revisar el concepto de iconicidad, tal común, "debemos reconocer que la operación de 'imitación' con-
.\ como se. concibe por la Escuela de París. La iconicidad, situada .en siste en una fuerte reducción de las cualidades de ese mundo; pues
el centro de los debates de todo estudio de la imagen, está umda por un lado, sólo los rasgos exclusivanlente visuales del mundo natu-
'.\ con la tradicional noción de "imitación" de la naturaleza: desde ral son, en rigor, 'imitables', mientras que el mundo se nos pre'senta
siempre, el tratamiento de la imagen o de los lenguajes ~i~uales h~ a todos nuestros sentidos; por otro lado, sólo las propiedades plana-
considerado la "semejanza" como su rasgo más caractenstlco, actI- rias de ese mundo son, en el límite, 'transportables' y representables
tud ésta en consonancia con la tradición filosófica y estética euro- sobre superficies artificiales, mientras que la extensión nos es dada
pea, pero no por ello menos discutible, tanto por su etn~~entrismo en su profundidad enteramente llena de volúmenes". Por tanto, los
como a nivel conceptual: definir la imagen por su relaclOn co~ ,la "rasgos del mundo" seleccionados y transpuestos en una tela son
"realidad" es obliterar su naturaleza de signo como una re lacIo n muy poca cosa respecto al mundo natural; "son tal vez identifica-
arbitraria entre un plano sensible y otro inteligible. Greimas ha seña- bles en tanto que figuras pero no son como objetos del mundo".
lado que "reconocer que la semiótica visual (la p~ntura, por eje~­ (Greimas, 1984: 8).
plo considerada como un caso de especie) es una mmensa analogla Asociada a la acción de 'imitación' que realiza el pintor está
del' mundo natural, es perderse en los laberintos de los presupuestos la de reconocimiento por parte del espectador, la cual es parte de
positivistas, confesar que se sabe qué es la 're~l~dad', q.ue se conocen un problema más general: el de la legibilidad del mundo natural.
los 'signos naturales' cuya imitación produclfla un tipO u otro ~e. Pero el reconocimiento de las figuras no nos dice que éstas sean ele-
semiótica, etcétera. Es tanlbién, al mismo tiempo, negar la semió- mentos del mundo, sino de nuestra lectura del mundo. Es decir,
tica visual como tal" (1982:211). que disponemos de una especie de rejilla de lectura del mundo na-
Otro concepto estrechamente relacionado con lo visu~ e~ el de tural que lo hace significante; a través de dicha rejilla podemos iden-
representación, que plantea varias ~uestio~es como las S.lgUlentes: tificar las figuras como objetos, clasificarlas, relacionarlas, interp{e-
¿son representaciones las configuraCIOnes visuales constrUIdas sobre tar los procesos, atribuirlos a sujetos, etcétera. Pero la rejilla no es
superficies bidimensionales? ¿Pueden leerse éstas .sobre la base de de naturaleza visual (o auditiva) sino semiótica: es un código que
un código igual? Si ello es así, ¿tales sistemas de signos son l~ngua~ hace el mundo inteligible y manejable: "Comprendemos entonces
jes?, es decir, ¿pueden hablar de otra cosa ~istinta a e~~os mismos,', que es la proyección de esta rejilla de lectura -especie de 'signifi-
Podría decirse, por ejemplo, que una determmada letra representa cado' del mundo- sobre una tela pintada lo que pennite reconocer
un sonido, entendido éste como figura na~JlCal; sin embargo, como el espectáculo que está encargada de representar" (Ibíd.: 9).
entre sonido y grafía no hay relación de semejanza, entonces por En resumen, los problemas planteados por la imitación y el reco·
representación se entendería la correspondencia entre dos siste~las nocimiento demuestran que el concepto de representación no es una
-aquí el gráfico y el fónico- de~manera que las figuras de un slste· relación icónica, entendida ésta como semejanza entre las figuras
ma puedan homologarse con las de otro sin establecer un lazo visuales planarias' y las configuraciones del mundo natural. Si pode-
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I ,.'
mos hablar de semejanza no es en el nivel del significante sino en cual, al enmarcarse en la rejilla del significado, se reconoce comoJa
el del significado, y ello equivale a la presencia de una rejilla de lec- representación parcial de un objeto del mundo natural. La constitu-
tura común al mundo y a los artefactos planarios. Pero entonces ción de los forman tes, que es la articulaci6n del significante, produce
no tiene sentido seguir hablando de iconicidad. Greimas propone, unidades discretas, que podemos hacerlas corresponder a las figuras
para dar cuenta del hecho de que ciertas imágenes dan la impresión de la expresión de las que habla Hjelm&lev, o a las "formas" con que
de una "fidelidad" a la "realidad", denominar este fenómeno como opera la teoría de la Gestalt. Tal coincidencia en distintas posturas
"efecto de sentido realidad", de manera que se pueda redefmir la lleva a Greimas a reconocer una lectura figurativa de los objetos
iconicidad con el nombre de "ilusión referencial", es decir, "como visuales que, sin embargo, no es la única posible puesto que la reticu-
el resultado de un conjunto de procedimientos discursivos que ope- lación del significante planario, es decir, la constitución del formante
ran sobre la concepción muy relativa de lo que cada cultura concibe figurativo, se realiza de acuerdo con una cierta lectura del objeto
como la realidad (lo que es semejante para tal cultura o tal época no visual, pero ello no excluye otras segmentaciones posibles. En otras
lo será para otra) y sobre la ideología 'realista' asumida por los pro- palabras, la figuratividad se entenderla como un cierto modo de
ductores y los espectadores de esas imágenes (sobre todo por los lectura y de producción de los objetos planarios (tales como cuadros
espectadores)" (Floch, 1982 :205). Por tanto, la iconización no es pictóricos, imágenes, etcétera), y este modo de lectura es una semio-
una facultad que .pertenezca a las imágenes sino que es un fenómeno sis: estamos, pues, ante una semiótica figurativa la cual, como hemos
semiótico que podemos encontrar en otro tipo de discursos, como insistido, no puede agotar la totalidad de las articulaciones signifi-
los literarios; y, en lugar de considerar el problema de la iconicidad cantes de los objetos planarios, sino que es un modo parcial de
como propio de las semióticas visuales, habría que formularlo en comprensión. Pero aquí nos topamos con un problema, que' es el
términos de intertextualidad (entre semióticas construidas y semió- hecho que la figuratividad no es exclusiva de los textos visuales
ticas naturales) (Greimas, 1982:211-212). puesto que las cualidades del mundo natural seleccionadas puede~
El concepto de rejilla de lectura permite recuperar el carácter servir para construir los forman tes de los objetos planarios, pero
cultural de este tipo de fenómenos: al ser de naturaleza social, la también pueden ser rasgos del significado de las lenguas naturales.
rejilla está sometida al relativismo cultural, es decir, es temporal y Sin embargo, analizado más de cerca, no parece tanto un problema
espacialmente variable; cada cultura está sujeta a condiciones cam- porque, el hecho de que la figuratividad aparezca en textos ya muy
biantes en el reconocimiento de los objetos, es decir, para la identi- estudiados, como los verbales en general -o los. literarios en particu-
ficación de las figuras que fungen como representantes de las figuras lar- es, en realidad, una ventaja, puesto que los problemas que pI3n.
del mundo. Es pertinente hablar de figuratividad de los objetos pla- tea el. análisis de los textos visuales han sido previstos, encontrados,
narios si "se postula y se aplica una rejilla de lectura iconizan te a estudiados -aunque tal vez toda'lÍa no resueltos- en el caso de los
la interpretación de tales objetos", aunque ello no es una condici6n verbales.
. necesaria para su percepción, puesto que pueden existir otras formas Pero de una cosa sí podemos estar seguros: si un objeto pianarío
de lectura también legítimas (Greimas, 1984:9). De cualquier ma· produce efectos de sentido, es que proviene o es una manifestación
nera, una lectura iconizante es una operación semiótica, una opera- de un sistema semiótico; y tal sistema, aunque no lo conozcamos
I ción que produce u opera con signos: la rejilla de lectura hace que aún, existe; además, sólo es posible aprehenderlo y explicitarlo a
el significante planario, "al tomar a cargo paquetes de rasgos visua- través del examen de sus manifestaciones, de los textos visuales en
les, de densidad variable", se constituya en forman tes figurativos a los que se realiza. En otras palabras, la superficie dé dos dimensiorles,
los cuales dota de significados; en otras palabras, transforma las figu- en su materialidad, es la manifestación de un significante. Si apli-
ras visuales en signos-objeto (Ibíd.: 10). camos una rejilla de lectura figurativa, la segmentación operada, la
El concepto de formante, también de filiación hjelmsleviana, se constitución de los formantesserá una reticulación específica; pero
entiende como un fragmento de la cadena ,ge la expresión que co- también es posible realizar otra manera de segmentar el significante
rresponde a una unidad del plano del contéñfdo; no se trata de una que permita reconocer la existencia de otro tipo de unidades porta-
unidad sintagmática puesto que no depende de la estructura sino doras de significación: tal tipo de unidades -o de forman tes- se
del uso. El acto de semiosis estará constituido, entonces, por la selec- denominan plásticas. Estamos, pues, en presencia de otro elemento
ción de un número de rasgos visuales y su aprehensión simultánea; necesario para el análisis de los lenguajes planarios: el elemento
con esto se transforma este paquete de rasgos en un formante el plástico. En el análisis de una pintura no figurativa de Kandinsky,

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Floch (I 981) encuentra unidades significantes no reductibles a las
nifestación,. de los colores y las formas ,inscritas materialmente en
de otros cuadros donde se aplica la rejilla de lectura del mundo
las superfiCIes (no hay que olvidar, sin embargo la relatividad d
natural. Existen otros ensayos de análisis, como el de las obras de esta unidad mínima). ' e
Klee, por ejemplo; en ellos las segmentaciones se basan en buena
Una vez reconocidas las categorías que constituyen el nivel
medida en aprehensiones intuitivas cuyos procedimientos es nece-
fun.d~ental de la forma del significante -topológicas, cromáticas
sario explicitar para poder formular sus reglas. Este procedimiento y eIdéhcas- la tarea será determinar la combinación de estas unida-
se ha constituido -según dice el mismo autor en otro lug.ar- "por ~es en las configuraciones complejas que son los forman tes plás-
la comprobación de la insuficiencia de un único acercamiento figu- tt.co~, los cuales son comparables a los forman tes figurativos, pero
rativo para dar cuenta de la significación de cuadros, fotografías,
etcétera". (Floch, 1982 :203).
d~stmtos: ambos s~ ~ef~en por su. capaci~ad de asociarse con sig-
~fica~os. y constJtulf SIgnos; la dIferenCIa es que los figurativos
La primera tarea en el examen del significante plástico es su solo slgmfican por la aplicación de la rejilla de lectura del mundo
delimitación de lo que lo rodea, su separación de lo que no es: la
n~tur~, mientras que los plásticos "sirven para manifestar otras sig-
producción de un objeto plástico se inicia con el acto de su produc-
mficaclOnes, de naturaleza propiamente semántica o más exacta-
tor que "situándose él mismo en el espacio de enunciación 'fuera
mente 'clasemática', tales como /naturaleza vs. cultural o/animado
del marco', instaura [... ] un espacio enunciado donde él es el único
v~. inanimado/" (Floch, 1982:203). Es decir, los formantes plásticos
'maestro abordo', capaz de crear un 'universo utópico' separado de
sIrven de pretexto para investimientos de otras significaciones, lo
este acto" (Greimas, 1984: 14). Al garantizar al objeto el estatuto cual nos autoriza a hablar de un lenguaje plástico.
de un todo de significación se da también el lugar a partir del cual
Pero el reconocimiento de las categorías plásticas es sólo una
se inicia la operación de lectura. A diferencia del texto escrito, en
parte del análisis; da cuenta del modo de existencia de la forma
el que hay convenciones que establecen dónde empezar y cómo
continuar, el texto planario no revela el proceso semiótico inscrito
p~ásti.c,a, t~l com? subyace a su manifestación, pero no de la orga-
mzaClOn smtagmatIca de tales formas. Paradigmáticamente, podemos
en la superficie; en esas condiciones, el marco es el único punto
de partida que permite segmentar el conjunto en unidades discretas, examinar la presencia de un rasgo con respecto a la ausencia del
ras~o contrario o contradictorio de la misma categoría, pero se re-
y orientar eventuales recorridos. Este dispositivo topológico sirve
qUIere también el aspecto sintagmático, el modo de copresencia de
para reducir los elementos pertinentes; sin su proyección en las su-
términos sobre una misma superficie. De acuerdo con los resultados
perficies plásticas, "la riqueza y la polisemia las harían indescifra-
de los análisis pictóricos, se ha encontrado que los contrastes son
bles" (lbíd.: 15).
unidades ~intagmáticas, los cuales se definen precisamente como la
La aplicación de tal rejilla topológica hace posible una primera
copresencla de dos o más térnlinos. Lo sintagmático no reposa única-
segmentación en subconjuntos significantes, pero la descripción del
mente en la contigüidad, como es el ~aso para los textos verbales;
significante visual requiere que ésta se formule en términos de cate:
en los objetos plásticos la lectura no es lineal ni continua por ello la
gorías plásticas, que produzca unidades menores cuya combinación
semiótica plástica tendrá que determinar procedimientos tanto de
dé por resultado tales subconjuntos reconocidos por la reticulación contigüidad (como el estudio de los "límites" y los "bordes") como
topológica. El hecho de que en una superficie pintada se encuentren de no contigüidad (como es el caso de los saltos anafóricos produ-
colores y formas hace obvio postular la existencia de dos tipos de cidos por iteraciones de un mismo término en configuraciones
categorías: cromáticas y eidéticas. La distinción entre ambas se basa distintas). \
en dos consideraciones de la semiótica general: primero, que la dis- Los análisis de textos plásticos han demostrado que ciertas
tinción entre cromático y eidética no reside en la materialidad del oposiciones de rasgos plásticos están en relación con la oposición
significante (equivalente, en la lengua, al ruvel fonético), sino en su de unidades del significado, con los cuales pueden homologarse.
aprehensión relacional, en la función que el lector atribuya a un tér- ThürIemann, en sus estudios sobre Klee, encuentra que puede ha-
mino respecto de los demás (equivalente aL1vel fonológico); segun- cerse la homologación siguiente: "puntiagudo : redondeado :: te-
do, que la aprehensión de un término en tanto que unidad presupone rrestre : celeste". Este tipo de correlaciones parciales entre el plano
una doble definición de ésta: como unidad integral, individualizada,
de la expresión y el del contenido se presenta como un microcódigo,
y como unidad en tanto que distinta de lo que la rodea. Se trata semejante al microcódigo gestual sí/no.
de la descomposición en unidades "mínimas", subyacentes a la ma-
Hjelmslev llama sistemas simbólicos a lo que Greimas denomina

178 179
como semióticas monoplanas, donde existe una correspondencia Castoriadis profundiza esta explicación: si se considera el sentido
término a término de sus planos; las semióticas propianlente dichas sólo como resultado, dice, ello sería transformar unas condiciones
se defmen por la no conformidad entre los planos. La semiosis de necesarias para la lectura en condiciones suficientes para su exis-
los objetos planarios se denomina semisimbólica porque, por el tencia. Es cierto que tales condiciones de lectura son condiciones
hecho de que las figuras de la expresión puedan homologarse a los de existencia, puesto que todo acontecimiento es resultado de la
dos términos de una oposición del plano del contenido, se pueden acción cooperativa de los hombres en un medio simbólico, pero
establecer correlaciones parciales entre ambos planos. Poco ·importa, siempre este simbolismo es él mismo producido. En consecuencia,
dice Greimas, si tales homologaciones descansan sobre convenciones no puede decirse "que el sentido 'resulta' de la oposición de signos,
culturales o si son universales: "es el principio mismo de este tipo ni a la inversa, ya que esto transportaría aquí una relación de causa·
de modus significandi lo que cuenta, y no la naturaleza de los con- lidad, o en todo caso de correspondencia biunívoca rigurosa que
tenidos investidos" (1984:22). Esto origina una verdadera subver- enmascararía y anularía lo que es la característica más profunda del
sión del texto plástico porque da nacimiento a un lenguaje segundo, fenómeno simbólico, a saber su relativa indeterminación" (Ibíd.:
que lo hace comparable con el texto mítico o con el texto literario. 240).
Con estas consideraciones casi tocamos el nivel del idiolecto, Hablar de "fenómeno simbólico" es redundante, puesto que
pues una diferencia notable entre lo que en esta perspectiva se deno- todo lo que se presenta ante nosotros está indisolublemente tejido
mina "microcódigo" con los similares al de si/no del código de la con lo simbólico. No es que todos los actos, fenómenos, aconteci-
gestualidad es que estos últimos son "micro" en el sentido de que mientos, etcétera, sean únicamente símbolos pero sí que todos son
cuentan con un escaso número de elementos -dos en este caso impensables al margen de una red simbólica. Estamos, plles, den-
particular- pero son compartidos por toda una comunidad cultural, tro del marco general planteado desde la introducción de acuerdo
mientras que los microcódigos a los que Greimas, Floch y Thür!e- con las concepciones de Cassirer y Benveniste. No obstante, las de-
mann se refieren son "micro" tanto por su número de elementos terminaciones de lo simbólico no agotan los hechos, fenómenos y
como por su número de usuarios; en el límite son idiolectales. acontecimientos, ya que tenemos que considerar otro componente
no presente en las investigaciones semióticas: lo imaginario.
En términos generales, aun cuando estos desarrollos de la se- La oposición entre simbólico e imaginario tiene un sustrato
miótica figurativa y de la semiótica planaria (y la tridimensional) psicoanalítico, sobre todo en la perspectiva de Lacan. Aunque no
han permitido plantear preguntas que han hecho avanzar el trabajo es mi intención discutir aquí los conceptos del psicoanálisis -o
teórico y analítico, los resultados alcanzados no son todavía satis- siquiera entrar en su terreno- sí es necesario mencionar tales con-
factorios, al menos en lo que toca a su capacidad explicativa. ceptos. Uno de los esquemas de Lacan más conocidos es el de la
Las investigaciones de la Escuela de París en lo que respecta ~ "Z" donde los vértices corresponden al sujeto (S), el otro (A), el
los textos visuales se han preocupado por establecer los elementos objeto de deseo (a) y, finalmente, (a'), que es el reflejo de todo eso
significantes (el eterno problema de la segmentación y de las uni- en el pequeflo mundo imaginario del sujeto. El sujeto está -en pala-
dades) y, en este sentido, han ido más lejos que las demás escuelas bras de Lacan- "estirado entre los cuatro puntos del esquema: a
semióticas. No obstante, sigue allí vigente la idea de considerar el saber, S, su inefable y estúpida existencia, a, sus objetos, a', su yo,
sentido como resultado de la combinatoria de tales elementos. Más a saber lo que se refleja de su forma en sus objetos, y A el lugar
productivo sería considerar -y esto quiere ser una conclusión no desde donde puede plantearse la cuestión de su existencia". '
aplicable solanlente a la semiótica greimasiana sino a todas las ten- Una redenominación de los vértices a, a' y A, ahora como Real,
I
~: dencias aquí tratadas- que el sentido no puede provenir únicamente Imaginario y Simbólico permite recuperar la tópica freudiana Yo-
de la combinación de segmentos significantes o signos puesto que, Ello-Superyó: lo Simbólico corresponde al Superyó, lo Real al Ello,
como seflala Castoriadis, también podría argumentarse que "la com- y lo Imaginario al Yo. Lo real no coincide con la noción común de
binación de los signos resulta del sentido, ,~es finalmente el mundo "real" que designa el mundo percibido por el hombre; lo real es in-
no está hecho más que de gentes que interpretan el discurso de los accesible, y cuando surge es terrorífico: "Es algo que sucede a veces,
demás" (1983 :239): para que los demás existan, es necesario que bien porque el sujeto sumergido en la locura, alucina lo real allí
primero se hayan expresado, y expresarse es elegir signos, dudar, donde no está, y cree 'ver'; bien porque, siempre sumergido por la
rehacerse, rectificar la elección, todo ello en función de un sentido. locura, se precipita en una conmoción total del mundo que le rodea,

181
180
Entre simbólico e imaginario existen profundas relaciones ya
y es el paso a la acción -el gesto asesino [ ... ] Ambos casos de figu-
que el segundo requiere del primero: lo simbólico le sirve a lo ima-
ras están ahí para hacer sensible lo que lo real tiene de imposible:
ginario en primer lugar para expresarse: el sueño o delirio más abs-
imposible de ver, de decir, de entender, puesto que, de todas mane-
ras, está siempre-y a-allá'" (Clément, 1981: 165). Lo real no se tracto está hecho de imágenes, que están como representantes de
concibe sin la barrera de lo simbólico, que está presente en todo otras cosas, es decir, cuya función es simbólica. Pero también lo sim-
sujeto desde su nacimiento. Lo simbólico corresponde a los fenó- bólico presupone lo imaginario, o sea, la capacidad de ver en una
menos estructurados como un lenguaje; es el orden preestablecido cosa lo que no es.
donde el sujeto se inserta; es la ley que fundamenta este orden: Una determinada sociedad sólo puede exis.tir si organiza la pro-
"si lo real está 'siempre-y a-allá' , instante por instante, lo simbólico, ducción de su vida material y su reproducción como sociedad, pero
por su parte, dura desde siempre. Antes de su nacimiento, la futura tal manera de organizarse no está dictada por leyes naturales o por
cría de hombre tiene un lugar en el linaje familiar, a veces incluso consideraciones de orden racional. Hay siempre un margen de in-
un nombre de pila que le emparentará, llegado el momento, con al- determinación en donde se encuentra algo esencial: el hecho que
gunos ... " (Ibíd.: 166). Lo simbólico es, pues, aquel aparato me- "el mundo total dado a esta sociedad sea captado de una determi-
diador entre el sujeto y lo real del que hablábamos antes, y que está nada manera práctica, afectiva y mentalmente, que un sentido articu-
en consonancia con las posturas de Peirce y Greimas. lado le sea impuesto, que sean operadas unas distinciones correlati-
Finalmente, la noción de imaginario tiene que ver con el hecho vas a lo que vale y a lo que no vale [ ... ], entre lo que se debe y lo
de que la constitución del yo se realiza a partir de la imagen del que no se debe hacer" (Ibíd.: 252). Hay, pues, un elemento que da
semejante; por ello puede calificarse como imaginario lo siguiente: a cada época o a cada comunidad una orientación, que sobredeter-
a) desde un punto de vista intrasubjetivo, la relación narcisista del mina la elección de las redes simbólicas, su manera de vivir, de ver
sujeto con su yo; b) desde un punto de vista intersubjetiva, la rela- y hacer su propia existencia, su mundo y sus relaciones; este estruc-
ción con la imagen del otro; e) desde el punto de vista de la signi- turante originario, "fuente de lo que se da cada vez como sentido
ficación, una aprehensión en la cual desempeñan un papel impor- indiscutible e indiscutido, soporte de las articulaciones y de las dis-
tante los factores que muestran relaciones no arbitrarias, como la tinciones de lo que importa y de lo que no importa, origen del
semejanza o el iconismo (Laplanche/Pontalis). En resumen, si lo exceso de ser de los objetos de inversión práctica, afectiva e intelec-
simbólico es el orden que establece al sujeto en el lenguaje, lo ima- tual, individuales o colectivos", es lo que se llama el imaginario
ginario es lo que refleja el deseo de la imagen que tiene el sujeto. social (lbíd.).
Lo imaginario, dice Catherine CJément, no tiene nada de terrible: En relación con este imaginario -que también podríamos llamar
"¿qué sería de nosotros sin sus accesorios que se pegan al sujeto modelo del mundo, si ampliamos convenientemente este concepto-
como la panoplia de un disfraz perpetuo? Es una indumentaria, podemos comprender la simbólica adoptada por cada grupo social
la primera de cuyas piezas es la armadura: una indumentaria pro- así como los fmes a los cuales subordina su funcionalidad. El mo-
tectora, que sitúa al sujeto fuera de peligro. Sólo cuando lo imagi- delo del mundo implícito en el imaginario social tiene como una
nario se borra aparece la alucinación, pasión del sujeto, y el 'acting de sus tareas definir el ser del grupo, definir el "nosotros" con res-
out', acción del sujeto" (lbíd.: 165). Lo imaginario desempeña la pecto a "los otros", que es en primer lugar un nombre, pero no
función de desconocimiento, y este desconocimiento forma parte solamente eso: "al mismo tiempo y más allá del nombre, en los tó-
tems, en los dioses de la ciudad, en la extensión espacial y tenfporal
de la estructura del sujeto,
El componente imaginario al que se refiere la teoría psicoana- de la persona del rey, se constituye, cobra peso y se materializa la
lítica es, claro está, individual; interviene junto con lo simbólico institución que ubica la colectividad como existente, como sustan-
como elemento de la significación. No obstante, es imposible aislar cia definida y duradera más allá de sus moléculas perecederas; que
la psique individual del continuo social, que existe también como responde a la pregunta por su ser y por su identidad reflIiéndolos
algo "siempre ya allí"; por tanto, para qUe':}e produzca una signifi- a unos símbolos que los unen a otra 'realidad'" (Castoriadis, 1983:
cación (que es siempre social) se requiere de "unos significados que 257). En nuestro tiempo, parte de esta función identificadora la
existen del modo en el que existen los significados individuales realiza la nacionalidad.
(como percibidos, pensados o imaginados por tal sujeto)" (Casto- La idea que se hacen los miembros de una sociedad del mundo
riadis, 1983:251). natural, del universo como conjunto de objetos y seres vivos encuen-
183
182
tean su lugar, el orden del mundo, es un elemento importante de
esta noción de modelo del mundo, pero no el único. Esta idea del
mundo que poseen los miembros de cada colectividad y. cada época,
y la idea que tienen de ellos mismos, conforma una umdad, la cual
es función de las necesidades de tal colectividad: la imagen que cada
sociedad tiene de sí misma depende de los objetos, actos, compor-
tamientos, etcétera, en los cuales se encarna 10 que para ella tiene
REFERENCIAS
valor. Una sociedad se defme como aquello que puede desaparecer
si se carece de tales cosas, o como la actividad que tiende a producir
o crear dichas cosas en la cantidad y modalidad adecuadas.
San Agustín, De doctrina Christiana, en R. Maynard Hutchis (ed.),
La exploración de este complejo denominado imaginario soc~al
Creat Books of the Westem World, 18: Augustine (The Con-
o del modelo del mundo cae fuera de los límites de .este trabaJO.
fessions, The City of Cod, On Christian Doctrine), Encyclopae-
Sin embargo, estamos convencidos de que el estudio de la .signifi-
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cación -no solamente de la producida por las imágenes Visuales,
aunque sí de manera muy patente de ella- requiere el análisis de Aristóteles, Obras, Madrid: Aguilar, traducción y notas de Francisco
tales conceptos, no de manera general y abstracta, sino del modo de P. San1aranch.
como se actualiza en cada sociedad y en cada época. Es ésta una con-
dición necesarias puesto que, "si las potencias divinas, si las clasifi- Arnauld/Nicole = A. Arnauld y P. Nicole, La logilfue 011 L :4Ct de
caciones totémicas son, para una sociedad antigua o arcaica, un~s Penser (París, 1662), F. Loringhoff y H. Brekle (eds.), Stutt-
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a lo racional? Es este imaginario lo que hace que el mundo de los
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que organiza lo diverso sin aplastarlo, lo que hace emerger ~l valor líca en la Alta Edad Media", en Lotman y Escuela de Tartu,
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194
195
.. .. .. .. . • • . .. ••••••

íNDICE

I
"
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

,¡ Sobre el sentido: consideraciones históricas . . . . . . . . . . . . 21


i
Un maestro sin discípulos: Peirce . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
. Emergencia de la teoría saussuriana 75
! Lotman y la semiótica de la cultura
Semiótica narrativa: la Escuela de París. . . . . . . . . . . . . . .
. 95
119
Alcances y límites de la perspectiva semiótica . . . . . . . . . . 155

i Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 185
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