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espaola -para que luego digan que no existimos- que hasta humedece los
ojos de emocin reconocernos en eso tantos siglos atrs, prefirieron entregar
Espaa al enemigo, y que se fuera todo a tomar por saco, antes que dejar
aparte sus odios y rencores personales. As que, aprovechando -otra
coincidencia conmovedora- que el tal Rodrigo estaba ocupado en el norte
guerreando contra los vascos, abrieron la puerta de atrs y un jefe musulmn
llamado Tariq cruz el Estrecho (la montaa Yebel-Tariq, Gibraltar, le debe el
nombre) y desembarc con sus guerreros, frotndose las manos porque,
gobierno y habitantes aparte, la vieja Ispaniya tena muy buena prensa entre
los turistas muslimes: frtil, rica, clima variado, buena comida, seoras guapas
y dems. Y encima, con unas carreteras, las antiguas calzadas romanas, que
eran estupendas, recorran el pas y facilitaban las cosas para una invasin,
nunca mejor dicho, como Dios manda. De manera que cuando el rey Rodrigo
lleg a toda candela con su ejrcito en plan a ver qu diablos est pasando
aqu, oigan, le dieron las suyas y las del pulpo. Ocurri en un sitio del sur
llamado La Janda, y all se fueron al carajo la Espaa cristianovisigoda, la
herencia hispanorromana, la religin catlica y la madre que las pari. Porque
los cretinos de Witiza, el conde de Ceuta y los otros compinches crean que
luego los moros iban a volverse a frica; pero Tariq y otro fulano que vino con
ms guerreros, llamado Muza, dijeron Nos gusta esto, chavales. As que nos
quedamos, si no tenis inconveniente. Y la verdad es que inconvenientes
hubo pocos. Los espaoles de entonces, a impulsos de su natural carcter,
adoptaron la actitud que siempre adoptaran en el futuro: no hacer nada por
cambiar una situacin; pero, cuando alguien la cambia por ellos y la nueva se
pone de moda, apuntarse en masa. Lo mismo da que sea el Islam, Napolen,
la plaza de Oriente, la democracia, no fumar en los bares, no llamar moros a
los moros, o lo que toque. Y siempre, con la estpida, acrtica, hipcrita,
fantica y acomplejada fe del converso. As que, como era de prever, despus
de La Janda las conversiones al Islam fueron masivas, y en pocos meses
Espaa se despert ms musulmana que nadie. Como se vea venir.
(Continuar).