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Misión para intentar hacer de Angola un nuevo Brasil, interétnico. Los colonos alemanes son considerados fundamentales por Salazar para introducir un elemento de organización y estabilidad. La PIDE no sabe nada ni debe saber; es más, persigue a Rui como si de un conspirador se tratase. Otra conspiración inesperada, ésta promovida por los más progresistas, contra Salazar, se entrecruza. Y los celos y el despecho de una hetaira vienen a complicar las cosas.
Misión para intentar hacer de Angola un nuevo Brasil, interétnico. Los colonos alemanes son considerados fundamentales por Salazar para introducir un elemento de organización y estabilidad. La PIDE no sabe nada ni debe saber; es más, persigue a Rui como si de un conspirador se tratase. Otra conspiración inesperada, ésta promovida por los más progresistas, contra Salazar, se entrecruza. Y los celos y el despecho de una hetaira vienen a complicar las cosas.
Misión para intentar hacer de Angola un nuevo Brasil, interétnico. Los colonos alemanes son considerados fundamentales por Salazar para introducir un elemento de organización y estabilidad. La PIDE no sabe nada ni debe saber; es más, persigue a Rui como si de un conspirador se tratase. Otra conspiración inesperada, ésta promovida por los más progresistas, contra Salazar, se entrecruza. Y los celos y el despecho de una hetaira vienen a complicar las cosas.
Desde la cada del imperio sovitico, un trepidante fervor archivstico se
apoder de los estudiosos que escudrian el pasado. Se dira que los historiadores estn vidos por hallar cualquier revelacin que renueve una vez ms aquel viejo placer que consiste en pontificar desde la altura de la ctedra con el tan manido de ya lo haba previsto yo. Los archivos del Kremlin han sido pasados a cedazo, no siempre por expertos solventes. Estos han confirmado las sospechas y rumores de los turbios montajes en los que se enredaron los servicios de informacin, del fomento
del
terrorismo,
las
siniestras
razones
de
estado
ciertos
independentismos ms o menos prescindibles. Se trata de un cctel explosivo
cuyas consecuencias han conmocionado al mundo, una y otra vez, desde el comienzo de la guerra fra hasta prcticamente nuestros das. Sin embargo, ese afn de transparencia no ha alcanzado a todos los pases por igual. En ciertos lugares que tambin fueron protagonistas de aquellos conflictos, alguno de los cuales permanece todava humeante, poco sabemos sobre lo que realmente aconteci. Tal es el caso de Angola. En mi pas, Portugal, todava hay muchos tabes sobre lo que ocurri en las provincias ultramarinas. Eso s, todos coincidimos en considerar que esos territorios no eran meras colonias, como ocurra con las posesiones africanas de Francia y del Reino Unido, sino partes integrantes de nuestro querido Portugal. Aquella Angola de hace cuarenta aos no era, ni mucho menos, la mejor posible. Todos, tanto blancos como negros, estbamos colonizados pues todos padecamos privaciones y limitaciones en nuestras libertades. Sin embargo, reinaba un cierto orden. Se construa, se conviva y nos mezclbamos sin grandes prejuicios. El ejrcito portugus aseguraba que no renaciesen aquellas seculares luchas tribales que asolaron la provincia en el siglo XIX y que rebrotaron cuando aun no haba salido de Luanda el ltimo contingente de nuestras tropas. Pero a mi edad, que ya se va a cercando a la patriarcal, he credo
necesario contribuir, en la escasa medida de mis mritos, a ilustrar un episodio
poco conocido y de cuyo protagonismo siempre he querido estar ayuno, dada la perversa imagen de la dictadura del Doctor Salazar. Una misin lejana y secreta me fue encomendada en So Bento1, en un fin de tarde lluvioso y taciturno de Lisboa, all por el ao 1962. Yo era joven y aguerrido. No pasaba de ser un licenciado oscuro, discreto y sin dinero. Era un tanto ambicioso y, reconozcmoslo, tambin algo presuntuoso; mi facilidad para los idiomas me haca un candidato idneo para aquella misin. Se trataba de llevar a cabo una exploracin, un mero sondeo, que el senhor Doutor2 no quera encomendar a nadie que fuera medianamente conocido. Todo aquello naufrag. Nuestro arcaizante prcer hizo gala una vez ms de la improvisacin que le caracterizaba. No se haba preparado el terreno lo ms mnimo. De hecho, al elegirme a m para tan delicada misin, quedaba patente la falta de visin de Oliveira Salazar y su nulidad como hombre de Estado. Como el lector sabe, y como demuestra el estado en que se encuentra aquel bello pas africano casi cincuenta aos despus, a pesar o por causa de su ilimitada riqueza, mi misin fracasara estrepitosamente. La construccin de un Brasil africano nunca pas la etapa de deslumbrante quimera. Encontrar el lector bastante impostura. Tenga por tanto presente que todas las referencias a nombres, lugares y acontecimientos son reales. Asumo sin inquietudes, a estas alturas de la vida, todos los riesgos, tanto judiciales como fsicos que se deriven de contar mis aquellas remotas andanzas. Pero dejmonos de prolegmenos. Ahora que el coronel A.M. ha desaparecido, cuando tantos personajes de aquellos tiempos han perdido deliberadamente la memoria o pasan sus das dulcemente en algn club perdido de Porto Alegre o de Mnster, tras treinta aos y ms de medio milln de muertos olvidados en aquellas tierras bermejas, paso a contar mi frustrada misin. Hoc dixit et salvavit animam meam.
1 Es la residencia oficial del Presidente del Consejo en Lisboa.
2 As era como normalmente se llamaba al profesor Oliveira Salazar.