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represores, lentificar la caza de disidentes, o mitigar las persecusiones racistas. No slo se piuede citar el
caso de los nazis, sino tambin la incidencia de la opinin pblica sobre la segregacin de los negros en el sur
de losEE.UU.
Pero dejemos por el momento a Aron, la mancha blanca de un cuarteto animador con Sartre, M.Ponty y
Camus de las polmicas filosficas y polticas de la posguerra, el nico que invocaba la tradicin liberal y a
epgonos como Montesquieu y Tocqueville, para que podamos volver a nuestro vocalista principal.
Sartre dice que Camus usa materiales de segunda mano. No es el nico que lo afirma, Aron tambin
menosprecia la calidad argumentativa de Camus. Si se haba resaltado en el comienzo de la polmica una
cuestin de altanera de parte del franco-argelino, en este caso no se trata de los aires de superioridad de
parte de la belleza moral, sino del menosprecio que manifiestan quienes transitaron por las mejores
instituciones de la educacin universitaria, con su slida formacin terica, frente a provincianos que slo
imitan como pueden, a partir de manuales de divulgacin, el pensamiento de los maestros.
Que mana tiene usted de no acudir a las fuentes!,le lanza Sartre a Camus, en especial en lo que respecta a
la obra de Marx. A esta falta de consistencia filosfica se le suma un purismo moral que le hace decir a Sartre
que si a su antiguo amigo le disgusta y escandaliza tanto el capitalismo explotador como la opresin sovitica,
le queda irse a vivir a las islas Galpagos. Largar la toalla en nombre de una condena total al mal que habita
el mundo, y a la manera de los anacoretas, irse a rumbear por el desierto, es, para Sartre, mera tontera.
Estamos enjaulados, dice, amenazar con su retiro al desiertotanto ms que sus desiertos no son ms que,
en todo caso, una parte apenas menos frecuentada de una jaula que nos es comn.
Respecto a la remanida afirmacin de que la historia no tiene un sentido programado, que no hay teleologa ni
finalidad salvfica que justifique ningn tipo de accin poltica, la respuesta de Sartre es tajante. Dice que lo
que no tiene sentido es preguntarse sobre el sentido de la historia. El problema no reside en conocer su
finalidad sino en darle una. Nadie acta con miras a la historia, agrega, los hombres estn comprometidos con
proyectos de corto plazo y con sus necesidades ms inmediatas.