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El bautismo en agua, Ro. 6:46: Es la primera ministracin al alma, en donde los derechos que
tena el enemigo le son quitados y el hombre viejo o de pecado queda reducido a la impotencia
o abolido legalmente.
La Santa Cena, 1 Co. 11:2334: Que nos fortalece, nos sana y nos da vida porque puede
transformar nuestra gentica.
La alabanza con uncin, 1 S. 16:23: Nos puede liberar.
La palabra predicada, Jn. 15:3: Nos libera, nos limpia porque es vida y Espritu.
La prueba y el sufrimiento, Stg. 1:12: Hacen que se descubran las reas afectadas, y nos
producen perfeccin.
La ministracin de la palabra: Cuando como congregacin despus del mensaje, la recibimos
directamente por los ministros delegados por Dios.
LA CONFESIN DE PECADOS, Pr. 28:13: El que encubre su pecado no prospera, ms el que
lo confiesa y se aparta alcanza misericordia; esto consiste en expresar con nuestros labios
todo lo que sea peso y pecado a Dios, y tambin a los hombres. La confesin es uno de los mas
importantes y poderosos mtodos de limpieza de nuestro ser, ya que es por este mtodo que
podemos ser liberados de todo peso, atadura, contaminacin etc. Para Dios es tan importante
nuestra limpieza, que podemos ver que entre las armas de guerra del pueblo de Israel haba
una estaca, con la cual ellos hacan un hoyo y en l podan hacer sus necesidades fisiolgicas
(sacar la inmundicia de ellos; Dt. 23:13; Neh. 9:2; Nm. 5:7; Lc. 5:14; Hch. 19:18; Stg. 5:16; 1 Jn.
1:9)
CONCLUSIN: El mismo Seor Jess se ministr aunque no tenia pecado, pero senta el peso del
pecado de la humanidad, dicindole a sus apstoles: mi alma est triste hasta la muerte (Mt.
26:38); dejndonos una gran leccin, y ensendonos que es necesario que nosotros tambin nos
humillemos delante de algn ministro delegado confesando nuestras faltas, pecados y todo
aquello que nos estorba, para que pueda orar por nosotros y de esta forma seamos limpios y libres
por la sangre de Cristo.