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el yesQuero

Ensayos de análisis y crítica política


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Nro. 194

La objetividad de la justicia
Por
Rafael Rincón Patiño*

Del poder judicial se predica la imparcialidad, la independencia, la


gratuidad, su carácter público, su apego a la ley, la pronta y
cumplida justicia (Arts. 228 a 230 de la Constitución Política); no
obstante, el presidente Uribe V. le ha pedido a las altas Cortes que
obren con “objetividad”.

¿Qué será la objetividad? ¿Cuál es el objeto? ¿Por qué el Gobierno no


le demanda independencia a la Corte sino objetividad?

La objetividad es un valor que se pide a la prensa, especialmente a la


información, pero pocas veces a la justicia. Cuando se exige
objetividad a los medios de comunicación el objeto son los hechos, lo
que se pide entonces es informar los hechos, comunicar los hechos.

Quizás lo más claro que tiene el expediente de la parapolítica son los


hechos. Las fosas comunes, las masacres, las desapariciones
forzadas, las violaciones, el dolor, las extorsiones, los desplazados se
apuntalan en documentos, confesiones, versiones, testimonios e
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indicios. Y, el más tozudo de los hechos —los distritos electorales del


narcotráfico— es el resultado atípico de las elecciones al Congreso en
los años 2002 y 2006, el hecho que falseó la representación política
en Colombia es la ficha que ha estado derrumbando el dominó del
poder espurio en Colombia. Lo más objetivo es lo que no quiere ver el
presidente Uribe V.

Lo que el Gobierno debiera pedir a la Corte Suprema de Justicia no


es objetividad, por ser ésta una cualidad extraña al poder judicial, lo
que debe establecer la Corte, con relación a los procesados por
parapolítica, es el grado de responsabilidad de los implicados. La
mayoría están siendo procesados por el delito de concierto para
delinquir, pero la responsabilidad no va a ser igual, ahí lo que
importa es la subjetividad y no la objetividad, no se trata de hacer
joche con todos los marranos. El primo del presidente Uribe V.
responderá de manera muy distinta a como lo harán los ex
congresistas Luis Fernando Velasco o Rocío Arias o Rubén Darío
Quintero.

Llegó la hora de saber por qué estuvieron en el lugar equivocado, con


qué intereses, quiénes querían refundar a Colombia, quiénes son los
constituyentes de Paramillo, quiénes querían votos, quiénes dinero,
quiénes dinero y votos, quiénes fueron obligados, quiénes estaban
equivocados, quiénes fueron participes como cómplices y quiénes
como determinadores.

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Pedirle a la Corte objetividad es pedirle que se aparte de su


jurisprudencia, de su doctrina, de su teoría constitucional, de su
forma de pensar y de fallar, que actúe con prescindencia de los
móviles de los sujetos, que se aparte de las causas. Urge la verdad de
los ex congresistas no sólo implicando a otros sino su verdad, la de
por qué se metieron en la empresa del paramilitarismo que tiene a
cuatro millones de colombianos desplazados, errando de norte a sur.

El presidente que alguna vez dijo estar cargado de tigre, el que


múltiples veces ha dicho que es un combatiente, el que reta a sus
opositores, el de los adjetivos, el presidente brioso e indómito está
pidiendo objetividad. Quiere un poder judicial a sus pies y por eso
intenta crear uno a su medida, una Corte Ad hoc, una justicia ad
Uribe.

El reclamo de “objetividad” deja en claro la idea de justicia que tiene


el ejecutivo. Tiene una representación de justicia iusnaturalista, de
justicia universal, de la que Aristóteles llamó justicia objetiva,
aquella justicia que habla de lo mismo para todos, la de todos en la
cama o todos en el suelo, una justicia sin historia, una justicia
gloriosa.

¿Será que el Gobierno quiere pescar en río revuelto, y cree que si la


Corte Suprema de Justicia absuelve a uno tiene que absolver a
todos, que así como implicó al ex senador Mario Uribe Escobar, así
también lo tiene que exonerar cuando exima a otros?

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Hace mucho tiempo se ha dicho que la mayor injusticia es tratar por


igual a los desiguales. Si pedir objetividad es que los salpicados de la
parapolítica salven a los determinadores del paramilitarismo, el
objeto de la “objetividad” de la justicia del presidente Uribe V. es la
impunidad.

Es muy posible que al Gobierno le parezca “objetiva” la decisión del


Consejo Superior de la Judicatura que revocó la sentencia de tutela
que frenó la extradición de Carlos Mario Jiménez, alias Macaco,
hacia EE. UU., y que amparaba los derechos de las víctimas. Fue
“objetiva” porque dejo impune sus delitos en Colombia. La
reparación será un calvario más para las víctimas, ahora también
víctimas de la objetividad presidencial.

Pero, la objetividad que demanda el ejecutivo a los otros poderes no


se aplica en la Casa de Nariño. El Gobierno no obra con objetividad
cuando, por decreto presidencial, quiere definir los beneficiarios de la
Ley 975 de 2005. Será pues el libre arbitrio, la discreción del
Presidente o la del Alto Comisionado para la Paz, quien señale los
sujetos de la objetividad, es decir, de la impunidad. ¿A cambio de
qué? ¿De otra reelección?

Es muy grave que el Presidente le pida objetividad a la Corte, es tan


grave como si la Corte en pleno y antes de emitir su concepto sobre
una extradición le pidiera objetividad al presidente. Bastante raro

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que quien extradita, o califica a sus adversarios de terroristas sin un


juicio previo, le pida a la Corte Suprema de Justicia que obre con
objetividad.

Letal mensaje el de la objetividad que quiere evitar la diversidad de


criterios en la justicia para conseguir una justicia objetiva y
uniforme, esa justicia que es nada más y nada menos que la justicia
de las minorías pudientes, la justicia de los bien nacidos, la justicia
de la impunidad.

La justicia “objetiva” es la justicia del poder ejecutivo que pretende


todo el poder estatal y desconoce que la legitimidad del poder público
radica en el juego de frenos y contrapesos de los poderes públicos.

La legitimidad de la justicia no radica en las mayorías, ni en las


encuestas, ni en la popularidad, ni en la objetividad. Es el imperio de
la ley, es su independencia la que la legitima y no la objetividad
presidencial vía llamadas telefónicas como lo acaba de hacer el
Consejo Superior de la Judicatura.

* Director de la Oficina háBeas Corpus

Medellín, 7 de mayo de 2008

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