El Cid es un modelo de héroe medieval. En efecto, en el Cantar se le muestra
con un conjunto de cualidades que en la Edad Media se consideran propias de un buen caballero.
Describiremos como es él como señor, vasallo, guerrero, esposo y padre y
cristiano.
Como señor, en primer lugar, es respetuoso y agradecido con sus vasallos,
cuando expresa su agradecimiento a quienes quieren acompañarlo y a los que no, y respeta sus decisiones:
" A los que conmigo vengan que Dios les dé muy bien pago, también a los que se queden contentos quiero dejarlos."
Como este ejemplo sacado del poema.
Además de éstas, cuando ruega a dios poder recompensar a quienes han dejado todo para seguirlo al destierro y cuando promete compartir sus bienes con sus vasallos, demuestra ser generoso y cumplidor con sus palabras. El Cid tiene sus propios vasallos, y ejerce sobre ellos un poder que nunca es injusto, puesto que el autor del poema pretende mostrarnos al héroe como una acumulación de virtudes, tanto en la guerra como en la vida cortesana.
Por otra parte, él también es vasallo. Es digno de su señor, porque la bondad
del señorío, según el tópico medieval, es comunicable. La actitud del Cid ante el rey es de continuo respeto porque pese a ser desterrado no considera en ningún momento que se haya roto la relación de vasallaje. Ese será el motivo de que en alguna ocasión no quiera luchar contra él.
Como guerrero, es valeroso, sensato, astuto, supersticioso y fuerte de ánimo.
Un ejemplo de ello, está en el texto:
Ya aguijan a los caballos. Ya les soltaron las riendas.
Cuando salen de Vivar ven la corneja a la diestra, pero al ir a entrar en Burgos la llevaban a su izquierda. Movió Mío Cid los hombros y sacudió la cabeza, «¡Ánimo, Alvar Fáñez, ánimo, de nuestra tierra nos echan, pero cargados de honra hemos de volver a ella!»
También es esposo y padre, pero en el poema no se destaca este aspecto
demasiado. Pero sabemos, que es fiel con mujer y hijas, digno ante sus hijas y respetado por éstas, y las defiende ante todo, cuando sus dos hijas Elvira y Sol son agredidas a manos de los infantes de Carrión.
Por último, el tema religioso no está tratado en la obra con demasiada
profundidad. En muchos casos es una simple referencia. Dios, la Virgen, los santos están en el Poema de Mío Cid como un último recurso al que acude el héroe cuando busca ayuda o protección en su difícil vida. Por ejemplo:
Vio cómo estaban las puertas abiertas y sin candados,
vacías quedaban las perchas ni con pieles ni con mantos, sin halcones de cazar y sin azores mudados. Suspira el Cid porque va de pesadumbre cargado. Y habló, como siempre habla, tan justo y tan mesurado: «¡Bendito seas Dios mío, Padre que estás en lo alto! Contra mí tramaron esto mis enemigos malvados.»