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Rubén Ojeda Guzmán

Artes Plásticas
140135
El arte y sus discursos II
13 de abril 2010

Arte conceptual: apelación al contenido a costa de la superficialidad de la forma.

La problemática del Arte contemporáneo a Hegel implicaba una división profunda


entre la belleza natural y la belleza artística. La belleza creada por el hombre se suponía
superior a la natural. Dicha división se fundamentaba básicamente en que la naturaleza podía
estudiarse científicamente, y las obras de arte no, pues se fundamentaban en el gusto. En otras
palabras, el arte se encarga de la satisfacción sensible de los seres humanos, mientas la
naturaleza cumplía con funciones más útiles que son capaces de generar conocimiento.
El problema principal de este enaltecimiento a la belleza artística fue la imposibilidad
de una reflexión espiritual a cerca de ella, pues al ser el gusto subjetivo y paradójico, no puede
ser objeto de estudio que genere conocimiento (claramente no consideramos el psicoanálisis,
aunque éste sea considerado como ciencia, pues caeríamos en lo mismo: cada evaluación sería
totalmente subjetiva y sujeta a cambios en el tiempo). El arte se consideraba, en defensa a
dicha acusación, a ser mediador entre la razón y la sensibilidad, justificándose como la ciencia
de lo bello o del buen gusto, llegándose a educar el gusto, imponiendo, así, el gusto de unos
pocos. El problema es que el no existe el buen o mal gusto, pues dichos parámetros no pueden
ser impuestos a todas las personas ni a cada una de ellas, las razones ya fueron descritas, el
gusto es subjetivo y paradójico. Además, la obra de arte únicamente tendría una función
superficial, si solamente apelaría al gusto, basándose en la imagen (por ende, según Hegel, en
la ilusión)(1989: 9), y cumplirá únicamente como deseo, buscando satisfacer a los sentidos y
no a la razón, es decir, si el arte es la ciencia de lo bello, es por consecuencia la ciencia del
gusto, que tiene como fin satisfacer a los sentidos (llámese vista u oído, que no al gusto ni al
olfato), dejará un vacío en la satisfacción del espíritu sin haber un contenido en las obras de
dicha ciencia. Podríamos decir que el deseo que, desde este punto de vista, tendrían las obras
de arte sería puramente consumir lo que se conoce. De dicha manera, el arte no apuntaría a la
profundidad de contenido, interés del espíritu, pues esta profundidad requiere de la razón en su
pleno modo, así como de reflexiones abstractas. de manera contraría, el arte solo apuntaría al
buen gusto, siendo así superfluo.
Ahora, el interés del espíritu es conocer lo que podemos percibir con los sentidos. Por
otro lado, como bien apunta Hegel, las obras de arte no apelan al deseo, tampoco buscan el
buen o mal gusto, las obras de arte son des-interesadas, no tratan de explicar de manera
científica lo que están representando, únicamente es el reflejo de lo que sensiblemente se ha
capturado. El arte es entonces una reflexión sensible pero sin llegar a ser totalmente espiritual,
en palabras de Hegel “en el arte se espiritualiza lo sensible” (1989: 32).
Pero la función del arte no es únicamente la representación e imitación fiel de las cosas
que ya están en el mundo, debido a las razones ya mencionadas ya el arte no busca ser
superficial. Tampoco su función se limita a la estimulación del ánimo, es decir, a transmitir
sentimientos. Dicha función fue emblemática del arte, escudándose en ella para su quehacer.
Pero aun así la función del arte no está completa, aun no tiene un contenido formal que
apremie al espíritu, pues de ser así quedaría suspendida en el entretenimiento (Hegel, 1989:
38). su función superior es la de objetualizar pasiones, para así, poder enfrentárseles de
manera directa, pero no en forma de deseo, sino de instrucción, es decir que no se saciarán las
pasiones sino que se superarán al momento de ser enfrentadas con el objeto que representa
cierta pasión. De esa manera, es importante no individualizar las representaciones, sino buscar
su universalidad, así mismo deberán ser representaciones abstractas. De ahí que el arte, “el
primer maestro de los pueblos”, nace abstracto, ya que los adornos y todo aquello que lo
singularice, sería distractor de dicha instrucción.
En el arte occidental ocurrió un desvío en las formas en la producción artística, debido
principalmente a la religión católica y a las imágenes que ésta manejaba (y hasta la fecha). A
diferencia de la mayoría de las culturas en el mundo, la producción artística occidental
católica, se centraba en el antropomorfismo, es decir que no existían, en las iglesias, obras de
arte que no representaran figuras humanas. Dicho fenómeno condicionó a los artistas a
perfeccionar la mimesis, a establecer cánones del manejo de las formas. Al resultado de la
dominación de dichas reglas se les cualificaba de bellas, apelando al buen gusto. Como ya
vimos anteriormente, esto es únicamente superficial, no apelaba al espíritu sino que buscaba la
satisfacción de los sentidos solamente. Esto fue en gran tropiezo en la evolución del arte,
buscando sólo la forma y no el contenido.
Según las características del arte, que Hegel nos proporciona, las obras de arte dejarían
de lado la forma, sustituyéndolo por el puro contenido. Efectivamente, ese es el camino que el
arte retomaría décadas después. Las vanguardias llegan contraponerse a las formas
preestablecidas, pero esto seguía siendo una disputa únicamente de forma, que no de
contenido. Posiblemente fue Duchamp el que marca la ruptura, en la obra de arte, de la forma
y el contenido, pero no se retoma esta postura hasta medio siglo después con el arte
conceptual. Joseph Kosut, un artista plástico, uno de los iniciadores del arte conceptual,
subraya la ruptura que, desde Duchamp, ya estaba presente.
Kosut fundamenta, que el artista, ya no tiene la responsabilidad de la creación de
imágenes, ni de las experiencias estéticas consecuentes, sino que tiene la responsabilidad de
crear significado, además de no valerse de los críticos para que su obra sea reconocida como
tal, sino de ser, el artista crítico de su propia obra y de la sociedad a la que va dirigida. Kosut
retoma el camino que Hegel proponía, renunciando a la forma de las obras de arte para poder
mostrar lo que ésta tiene que decir. De esa manera, deshaciéndose de los adornos y de la
supuesta Belleza del arte, evita la distracción posible del espíritu. Entonces, ¿qué le queda
cómo material al artista para su manifestación? El contenido de una obra está en donde la
razón no puede restringirse, es decir en el lenguaje. Citando a Henry Flynt:

“el concept art es un arte cuyo material son los conceptos como, por ejemplo, en la música
son los sonidos. Al estar los conceptos ligados íntimamente al lenguaje, el concept art es un
tipo de arte cuyo material es el lenguaje”

También me gustaría apuntar que la renuncia del artista al manejo de las formas, está
fuertemente ligado a los avances tecnológicos que surgieron a partir de la fotografía, la cual es
causa del nacimiento de los publicistas y diseñadores, por ende, a la producción popular de la
imagen. Por más que se hable de que el arte tiene Aura, no podemos pretender que las obras de
arte, tales como la pintura o escultura, puedan tener un contenido más profundo que las
fotografías, que cualquier persona con una cámara en la mano, o los trabajos de los
diseñadores y publicistas puedan hacer. Si bien, ya se tenía previsto hacia dónde apuntaba el
arte, este encuentro con la popularización de la producción de la imagen es el que forzó al
artista a cambiar de rumbo, y a manejar el contenido de una obra de una manera sobria
(Toledo, 2008).
Es consecuencia que las obras de arte sean su contenido como tal y no su forma. El arte
se encuentra con la filosofía, y la responsabilidad del artista es ahora, analizar el lenguaje y a
la sociedad. Si antes el artista mediaba entre los sentidos y el espíritu, ahora el artista debe
mediar entre la filosofía, la antropología, la sociología y la sociedad. El arte debe ser una idea
de la idea (Kosut, 1960). Kosut no se limita a los escritos de filósofos ni de historiadores ni
de artistas, como podemos observar en sus referencias. Kosut cita a científicos, sociólogos y
hasta dictadores, esto para poder entender y relacionarse mejor con la sociedad.
Lo que compete a las obras conceptuales, como ya hemos visto es el manejo de los
conceptos para su función, crear significados es su función. Cabe mencionar, que para poder
mostrar el contenido de la obra de manera conceptual, el artista, como habíamos mencionado,
no produce imágenes, pero si las manipula. Es decir, para poder hacer interactuar los
conceptos hay que mostrarlos, por ejemplo, el trabajo de Kosut en su One and three chairs
(1965), enfatiza la abstracción que hace el espíritu de los objetos, empezando sensiblemente
observando una silla, después al representarla en una fotografía, y finalmente mostrando su
definición. Todos los elementos están expuestos: la silla, la fotografía y la definición, pero él
no está creando las imágenes, las está poniendo en interacción y utilizando como conceptos
para crear significados.
El anteriormente citado, Henry Flynt, fue también iniciador de arte conceptual,
principalmente estaba en contra de lo que se conocía como arte, realizando una serie de
performances en los cuales, él con algún colega, se plantaban en alguna calle como en una
manifestación, con pancartas pegadas al cuerpo en las cuales exigían la demolición de los
museos. Algunas de las pancartas mencionadas decían: “NO MORE ART!”, “DEMOLISH
SERIUS CULTURE!”, “DEMOLISH LINCON CENTER!” o “DEMOLISH ART
MUSEUMS!”. El contenido de dichos performances era claro, el arte ya no se encontraba
dentro de las galerías y los museos, se encontraba en dónde el artista quisiera que estuviera, de
esa manera quedaba expuesto lo obsoletos que eran (y son) aquellas instituciones. Por otro
lado denunciaba el enaltecimiento de los residuos que dejó el arte occidental, demostrando así
el atraso que la sociedad sufría al creerse poseedor y conocedor de la cultura seria post-
occidental.
El arte nació abstracto para la instrucción; en el occidente sufrió un tropiezo enorme al
tratar de ser mimético, buscando principalmente la satisfacción de los sentidos; posteriormente
se vincula con el ánimo y las emociones, pero al no satisfacer al espíritu, se une a la filosofía
para concentrarse en el contenido, y de esa forma el arte puede tener un lugar universal al no
tener figuras singulares, sino pensamientos universales. Es un reflejo de lo que sucede en la
sociedad, por lo cual se adentra en la antropología y la sociología. El arte ya no es pasivo al
espíritu, sino que busca su reflexión y respuesta.
• Benjamin, Walter. La obra de arte en la época de su reproductibilidad
técnica.
México: Itaca, 2003.
• Buohellec, Laurence. Apuntes de la clase
“Arte y sus Discursos” Universidad de las Américas Puebla. 2009.
• Haskell, Francis. Patronos y pintores.
Madrid: Cátedra, 1980.
• Hegel, G. W. F. Lecciones sobre la estética.
Madrid: Akal, 1989.
• Kosuth, Joseph. Art after philosophy and after.
Londres: The MIT Press, 1969.
• Toledo, Camille de. Punks de Boutique.
México: Almadía, 2008.

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