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Israel: entre
Irán y Hamastán
Por Moshé Rozén
Representante del Movimiento Kibutziano de Israel en Argentina

Ruhola Jumeini (Khomeini )–“Alma de Dios”, en idioma farsi-


nació 1902 en Jumein, Irán. Cuando en 1969 publicó su proclama
“Por un Gobierno Islámico” ésta fue considerada –muy
equivocadamente- como una expresión de un pensamiento arcaico,
absolutista, que no arraigaría en las jóvenes generaciones de su país.
El régimen del “Shá” Reza Pahlevi creía que un totalitarismo
“modernista” evitaría el surgimiento de opositores políticos y
afincaría, para siempre, un sistema social más cercano al
capitalismo “occidental y cristiano” que a las utopías teocráticas de
los grupos shihitas afines a Jumeini.
En aquellos días pocos imaginaron que Jumeini fundaría las bases de
una dictadura inspirada en un Islam agresivo y fundamentalista, que
amenaza convertirse–mediante planes nucleares- en un polo imperial,
tanto militar como geopolítico, en Medio Oriente.
Pero las ambiciones hegemónicas formuladas por Jumeini y
materializadas paultainamente por el actual presidente de Irán no se
reducen al Asia Menor.
Mahmud Ahmadineyad ve en América Latina y el Caribe una sucursal
del panislamismo diseñado por el Ayatola Jumeini hace cuatro dècadas.
Al visitar Caracas -en el mes de enero de 2007- Ahmadineyad declaró
que “Venezuela e Irán son como una misma gran patria”.
Esta vez el discurso iraní asumió un corte meramente retórico pero
Ajbar Hashemi Rafsanjaní, quien fuera presidente de esa República
Islámica entre 1989 y 1997, ejecutó, vía Hezbollah, los atentados que
demolieron en Argentina la sede diplomática de Israel –en 1992- y de la
central comunitaria de la colectividad judía en 1994.

Así como en su momento no pocos observadores internacionales


ironizaban sobre la capacidad del “jumeinismo” de ser la fuerza rectora
de Irán –y probablemente de muchos millones de musulmanes en otros
estados árabes expuestos a su influencia- en los últimos meses se
percibe una preocupante apatía en relación a la escalada de guerra y
terror que tiene como foco promotor al Hamás en la franja de Gaza.
Día a día, hora tras hora, el Hamás y la Yihad Islámica bombardean con
misiles de todo tipo a las poblaciones del Neguev Occidental: los cohetes
Grad, son de fabricación iraní. En las últimas semanas, los grupos
armados desde el “Hamastán”, la republiqueta islámica de Gaza,
acrecientan sus esfuerzos bélicos: con los pertrechos iraníes se ataca a
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Ashkelon y se pretende incrementar la distancia de impacto de los Grad


para afectar a otras ciudades de la zona sur.
El régimen de Teherán busca atenazar a Israel: desde el Líbano el
Hezbollah es una sombra de agresión contra las ciudades y kibutzim del
norte; en la zona meridional, la Yihad y el Hamás provocan incesamente
a Israel.
En ambos casos, no se trata solamente de “aguar la fiesta” a Israel, que
celebra sus primeros sesenta años de soberanía: la política belicista de
Ahmadineyad es un modo de tocar el timbre en las puertas de Damasco y
evitar que Siria ingrese en la esfera del diálogo con Israel que impulsan
sectores moderados del ámbito palestino. Así como la penetración iraní
en Venezuela tampoco se circunscribe a Chávez: desde Jumeini hasta
Ahmadineyad, sabemos que –en Teherán- no dan puntada sin hilo.

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